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LECCIÓN 10 – EL PAPEL DE LA MAYORDOMÍA – PARA EL 10 DE MARZO DE 2018

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Letra Negra: Lección de Escuela Sabática

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Letra Café: Nuestro comentario

Letra Azul: Espíritu de profecía


Lección 10: Para el 10 de marzo de 2018

EL PAPEL DE LA MAYORDOMÍA

Sábado 3 de marzo__________________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Colosenses 1:16-18; Hebreos 4:14-16; 3 Juan 3; Génesis 6:13-18; Apocalipsis 14:6-12; 1 Pedro 1:15, 16.

PARA MEMORIZAR:

“Pues no nos ha llamado Dios a inmundicia, sino a santificación” (1 Tes. 4:7).

Debido a la profundidad y la extensión de la mayordomía, es fácil perderse en la visión de conjunto, obstruida por tangentes y desbordada por su enormidad. La mayordomía es sencilla pero, a la vez, compleja y, por lo tanto, se la puede malinterpretar fácilmente. Sin embargo, ni el cristiano ni la iglesia pueden existir o funcionar sin ella. Ser cristiano es también ser un buen mayordomo.

“No es una teoría ni una filosofía, sino un programa de trabajo. En verdad es la ley de la vida cristiana. […] Es necesaria para una comprensión adecuada de la vida, y es básica para una experiencia religiosa verdadera y vital. No es simplemente una cuestión de asentimiento mental, sino que es un acto de la voluntad, y una transacción definitiva y decisiva que afecta todo el perímetro de la vida” (L. E. Froom, Stewardship in Its Larger Aspects [La mayordomía en más amplio su aspecto], p. 5).

¿Cuáles son algunos de los principios fundamentales de lo que implica ser un mayordomo cristiano? Esta semana analizaremos aún más el papel que desempeña la mayordomía en la vida cristiana. No obstante, lo haremos mediante una interesante analogía: la rueda de un carro.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El pueblo de Dios se distinguirá como un pueblo que lo sirve plena y cordialmente, no honrándose a sí mismo, sino recordando que mediante un pacto solemnísimo se han comprometido a servir al Señor y únicamente a él.

Dios exige que sus hijos sean perfectos… La vida de Cristo sobre la tierra fue una perfecta expresión de la ley de Dios, y cuando los que pretenden ser hijos de Dios llegan a ser semejantes a Cristo en carácter, serán obedientes a los mandamientos de Dios…

Todas las cosas deben ser vistas a la luz del ejemplo de Cristo. Él es la verdad. Él es la verdadera luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Escuchad sus palabras, copiad su ejemplo de abnegación y sacrificio, y mirad a los méritos de Cristo para obtener la gloria de carácter que él posee para concedérosla. Los que siguen a Cristo no viven para agradarse a sí mismos. Las normas humanas son como cañas débiles. La norma del Señor es la perfección de carácter (La maravillosa gracia de Dios, p. 148).

“Ya vosotros estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí, y yo en vosotros” Juan 15:3, 4… Cristo es representado como la vid que imparte el alimento, la vitalidad, la vida, el espíritu, el poder, a fin de que el pámpano pueda llevar fruto y entonces, cuando venga la aflicción y el desaliento, ustedes muestren un fruto de carácter diferente al del mundo. Es evidente que están conectados con Jesucristo y que hay un poder que los sustenta en todas sus aflicciones, chascos y pruebas; y este poder y esta gracia son los que mitigan toda aflicción. Cuando se acerque a sus labios la copa de la aflicción, recuerden que hay un Consolador y un Ayudador. La copa de la consolación les será colocada en la mano, y ese puede ser uno de los períodos más felices de su vida.

Toda la habilidad, todo el poder, toda la capacidad de razonamiento, todo el talento que ustedes tienen deben manifestarse en la vida religiosa; la bondad, la compasión, la piedad y el amor a Dios, es el fruto que lleva el pámpano que está unido a la vid viviente (Reflejemos a Jesús, p. 347).

Si hubo alguna vez un pueblo que necesitó luz, es el que está viviendo en los días finales de la historia de esta tierra. Queremos saber qué dice la Escritura. Anhelamos allegamos a los oráculos vivientes de Dios. Queremos esa fe viva que ase el brazo del poder infinito, y deseamos confiar con todo nuestro ser en Cristo Jesús nuestra justicia. Y podemos hacerlo. Sí, lo hacemos provechosamente para el interés de nuestra propia alma.

Tú puedes unirte a la Vid viviente. Cada miembro de tu ser entero puede unirse a esa Vid, y la savia y el alimento que vienen de la vid nutrirán la rama que está en la Vid, hasta que seas uno con Cristo como él era uno con el Padre. De esa manera sus bendiciones te serán impartidas. Pero, hermanos, no hemos tenido fe. Hemos deshonrado a Dios con nuestra incredulidad demasiado tiempo (Fe y obras, p. 66).

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Domingo 4 de marzo | Lección 10__________________________________________________

CRISTO COMO EL CENTRO

Jesús es la figura central en toda la Biblia (Juan 5:39), y necesitamos vernos a nosotros mismos en relación con él. Él pagó el castigo por el pecado y dio “su vida en rescate por muchos” (Mar. 10:45). Jesús tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra (Mat. 28:18), y todas las cosas están en sus manos (Juan 13:3). Su nombre es más sublime que todos los demás y, un día, toda rodilla se inclinará ante él (Fil. 2:9-11).

“Jesús es el centro viviente de todas las cosas” (Ev 140).

Cristo es el corazón de nuestra mayordomía y la fuente de nuestro poder. Gracias a él, tenemos una vida digna de ser vivida, y demostramos ante todos que él es el eje central de nuestra vida. Pablo pudo haber experimentado muchas pruebas pero, sin importar dónde estuviera o lo que le sucediera, tenía una prioridad en su vida: “Porque para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Fil. 1:21).

Lee Colosenses 1:16 al 18; Romanos 8:21; y 2 Corintios 5:17. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de cuán importante es Jesús en todo aquello que se relaciona con nosotros?

Colosenses 1:16-18

16 Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.  17 Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;  18 y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;

Romanos 8:21

21 porque también la creación misma será libertada de la esclavitud de corrupción, a la libertad gloriosa de los hijos de Dios.

2 Corintios 5:17

17 De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.

No existe una mayordomía auténtica sin que Cristo sea nuestro núcleo principal (Gál. 2:20). Él es el centro de “la esperanza bienaventurada” (Tito 2:13), y “él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten” (Col. 1:17). Así como el eje es el centro de la rueda y, por lo tanto, lleva el peso de un carro, Cristo es el centro de la vida del mayordomo. Así como un eje sólido proporciona estabilidad, y permite que las ruedas giren, Jesús es también el centro fijo y estable de nuestra existencia cristiana (Heb. 13:8). Su influencia debe afectar todo lo que pensamos y hacemos. Todos los aspectos de la mayordomía giran alrededor de Cristo y encuentran su centro en él.

“Porque separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15:5). El centro de la mayordomía no es un hueco vacío, sino la realidad del Cristo vivo, que obra en nosotros para moldear nuestros caracteres ahora y para la eternidad.

Una cosa es decir que Jesús es el centro de nuestra vida, y otra cosa es vivirlo. ¿De qué manera puedes estar seguro de que Jesús verdaderamente vive en ti, como promete que lo hará si tan solo le permitimos entrar?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

Los cielos cuentan la gloria de DIOS (Salmo 19:1). Cuando veo tus cielos, obra de tus manos… pienso (Salmo 8:3).

Cuando el hombre contempla el hermoso hogar que se le ha dado, cuando considera los diferentes órdenes de vida que le rodean, cuando contempla la hermosura de la tierra y los hermosos cielos nocturnos, cuando estudia los complejos mecanismos del cuerpo humano, y estudia los profundos misterios de la naturaleza y del universo, entonces se genera la gran pregunta: ¿Cómo llegó todo esto a la existencia? Esta gran pregunta se contesta en el primer versículo de la Biblia: “En el principio… Dios creó la tierra.” Cuando el humano acepta la respuesta bíblica, entonces allí nace el primer credo de toda religión y filosofía cristiana, que dice: “Creo en un Dios, Creador de los cielos y la tierra.”

¿Quién hizo el mundo?

La respuesta es simple: es directa, es positiva y es completa, un niño la entiende fácilmente: ¡Dios creó el mundo!  No hay manera más sencilla para responder esta pregunta que repitiendo lo que la Biblia declara. Hay un gran riesgo cuando convertimos una respuesta tan sencilla en una investigación tan profunda. En el mundo religioso, cuando la simplicidad no es el resultado del conocimiento bíblico, entonces entramos en el campo de la imbecilidad.

La respuesta es sublime: ¡Dios creó el mundo! Es sublime porque anuncia un punto de partida: ¡En el principio…! Si alguien quiere ponerle fecha, no se le prohíbe; el calendario de todas manera es para el humano y nunca para Dios; DIOS es sempiterno. La respuesta  es sublime porque conecta lo espiritual con lo material; podemos afirmar que el viento es la respiración de Dios y el trueno es una de las notas musicales cuando él habla.

La respuesta es suficiente: ¡Dios creó al mundo! El tiempo es apenas una pequeña gota de la eternidad, la naturaleza es producto de la obra creadora de Dios y la materia es resultado de la infinita mente divina.

La diferencia entre el Creador y la criatura es que la criatura habla de las cosas que existen, pero el Creador habla para que las cosas existan.  El humano puede hablar y trabajar con los materiales que Dios le provee, observa los materiales, los imita, los combina, los transforma, pero no puede crearlos. El mejor pintor del mundo que está plasmando en un lienzo la más bella obra de arte que pueda proceder de su mente, no puede crear nada; ni el lienzo, ni los colores, ni las brochas, ni sus propias manos, tampoco la imaginación para hacer su trabajo, ya que la imaginación es resultado del genio del hombre, y el genio del hombre es un regalo de la sabiduría divina.

Jesucristo es el centro de nuestra mayordomía, porque todas las cosas que existen en este mundo fueron creadas por él.  «3 Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho (Juan 1).»  Partiendo de esta enseñanza bíblica, nos damos cuenta de que somos pertenencia de Jesucristo, por pro-creación, por redención y por sustentación, y además somos imagen y semejanza de nuestro Creador.

«Hagamos al ser humano a nuestra imagen y semejanza.»

 La expresión “hagamos al hombre” ha causado mucha división entre los grandes comentaristas y teólogos de todas las edades. La palabra HAGAMOS está en plural, que denota la conversación entre dos o más personas; ¿quiénes eran esas personas que conversaban en la creación?

Por ejemplo, Filo, Eben Ezra, y Delitzcsh creen que Dios estaba consultando con los ángeles; Maimónides y M Gerumlious de linaje judío, dicen que Dios estaba consultando con la tierra, siendo ésta una de las explicaciones más absurdas que pueden haber, ya que ellos no creen en la existencia de otro ser de la Trinidad que no sea Dios el Padre. El gran teólogo Kalish dice que Dios estaba consultando consigo mismo, y Calvin, McDonald and Murphy creen que esas palabras se pronunciaron en un sublime concilio, donde estaban presentes las Personas de la Trinidad, como comúnmente las conocemos.

Por supuesto, nosotros estamos de acuerdo en que era el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo los que se consultaban en el momento sublime de la creación de este mundo.

Además, ésta no es la primera vez que Dios habla en forma plural; hay otros textos de la Biblia, donde se encuentra a Dios, hablando en forma plural:

22Y el SEÑOR Dios dijo: —He aquí que el hombre ha llegado a ser como uno de nosotros, conociendo el bien y el mal. Ahora pues, que no extienda su mano, tome también del árbol de la vida, y coma y viva para siempre. Génesis 3

Vamos, pues, descendamos y confundamos allí su lenguaje, para que nadie entienda lo que dice su compañero”. Génesis 11

 Entonces escuché la voz del Señor, que decía: —¿A quién enviaré? ¿Y quién irá por nosotros? Y yo respondí: —Heme aquí, envíame a mí. Isaías 6

 

7Entonces el SEÑOR Dios formó al hombre del polvo de la tierra. Sopló en su nariz aliento de vida, y el hombre llegó a ser un ser viviente.

 ¿En qué aspectos el hombre fue creado a la imagen de Dios? Podemos suponer algo como lo que sigue:

1-En su inteligencia: Dios tiene la mente suprema, Dios es infinito en su inteligencia; el hombre fue creado también así, en una escala menor. Al hombre se le dio el regalo de la mente y de la inteligencia; el hombre, lo mismo que su Creador, es capaz de tener pensamiento, razón y decisión.

2-En su naturaleza moral: el hombre fue hecho perfecto, justo, verdadero y santo. El hombre fue creado con una disposición de benevolencia, fue creado con un espíritu de oración y también con un espíritu feliz; fue creado con la gran disposición de promover el bienestar del universo; todos estos atributos pertenecen al mismo Dios.

3-El hombre fue creado con dominio: Dios es el supremo Regidor sobre todas las cosas del universo; los ángeles y el hombre son sus servidores. Todas las cosas, tanto materiales como espirituales, están bajo el dominio de Dios. En este aspecto el hombre fue ceado a la imagen de Dios, ya que a él se le dio dominio sobre todo el planeta tierra; él fue el rey de este mundo, tanto el mundo animal como el mundo vegetal, estaban bajo su dominio.

4-El hombre fue creado inmortal: Dios es la fuente de la eternidad y el hombre disfrutaba de ese atributo de Dios. Si se une el poder que Dios dio al hombre para procrearse, más la inmortalidad, el hombre se hubiera aventurado a alcanzar los límites de lo inalcanzable.

5-Tambien se le dio el poder de la creación: con muchos límites, el hombre puede elaborar cosas hermosas que son fruto de una mente creativa; esa mente creativa que el hombre tiene, es la imagen de un Dios que es sublime en la creación de todo lo que existe en el universo entero.

Dios el Padre, Dios el Hijo Jesucristo, y Dios el Espíritu Santo: cada uno de ellos trabajando desde su propia y respectiva oficina, pensaron, planearon y echaron mano a la obra de la creación de esta tierra.

El primero que se hizo presente para inspeccionar la tierra, fue el Espíritu Santo: él se movía sobre la faz de las aguas, contemplaba el caos total existente, y daba reporte de la situación del globo terráqueo.

Jesucristo fue el poder actuante de la creación; Jesucristo fue “el brazo de Dios” por el cual todo el trabajo de la creación fue ejecutado. «En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. 2Este era en el principio con Dios. 3Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.» (Juan 1:1,2)

Dios el Padre fue la mente que planeó todo y de su boca salió la orden para la creación.

Podemos decir que la creación fue de la siguiente manera: del Padre salió la orden, Jesucristo la ejecutó y el Espíritu Santo la sancionó con su evaluación cierta.

El Padre dio la orden para que fuera la luz, Jesucristo hizo la luz, y el Espíritu Santo vio que «la luz era buena, en gran manera»

Así sucedió en toda la creación de las cosas: Dios dio la orden para que se crearan animales, vegetación, ríos y lagos, Jesucristo las creó después de que Dios dio la orden. El Espíritu Santo inspeccionó si lo ordenado por Dios coincidía con  lo creado por Jesús, y después de una minuciosa y detallada inspección, el Espíritu Santo exclamaba: «Es bueno en gran manera.»

En su portentosa obra creadora, la Trinidad actuó mancomunadamente, en perfecta unión y armonía, complementándose mutuamente. Por esto alabamos al Creador Triuno y aceptamos con gozosa gratitud la salvación provista por la misma Fuente.

Omnisapiente Dios, Rey que ordenas el universo por tu potestad, muestra tu amor desde el cielo, donde reinas, danos tu paz, Dios de eterna bondad.

Piadoso eres tú, y aunque este mundo te ha rechazado y desprecia tu grey, tienes paciencia con el errabundo; haz que también obedezca tu ley.

¡Justo eres tú, Señor! Perdón pediste por los que dábante muerte muy cruel. Hoy te rogamos por los que redimiste: óigante y lleguen al santo vergel.

Te agradecemos hoy; te alabamos, pues nos libraste de la maldición. Por todo el mundo tus glorías cantamos: ¡tuyo el poder, Rey de la creación!

Himnario adventista, 68

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

No es suficiente que conozcamos y respetemos las palabras de las Escrituras. Debemos penetrar en la comprensión de ellas, debemos estudiarlas fervientemente y comer la carne y beber la sangre del Hijo de Dios. Los cristianos revelarán el grado hasta el cual hacen esto mediante la buena salud de su carácter espiritual. Debemos conocer la aplicación práctica de la Palabra a nuestra propia edificación individual del carácter. Debemos ser templos santos en los cuales Dios pueda vivir y caminar y operar…

En nuestra vida diaria, ante nuestros hermanos y ante el mundo, debemos ser intérpretes vivientes de la Escrituras, que hagan honor a Cristo revelando su mansedumbre y humildad de corazón. Las enseñanzas de Cristo deben ser para nosotros como las hojas del árbol de la vida. Al comer y digerir el pan de vida revelaremos un carácter simétrico. Por medio de nuestra unidad, apreciando a otros más que a nosotros mismos, debemos dar al mundo un testimonio viviente del poder de la verdad (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1109).

Cuando el apóstol Pablo se convirtió de perseguidor en cristiano por medio de la revelación de Cristo, declaró que era como uno nacido fuera de tiempo. Desde ese momento Cristo fue para él todo y en todo. “Para mí el vivir es Cristo”, declaró. Esta es la más perfecta interpretación en pocas palabras, en todas la Escrituras, de lo que significa ser cristiano. Esta es la verdad plena del evangelio. Pablo entendía lo que muchos parecen ser incapaces de comprender. ¡Cuán intenso era su fervor! Sus palabras demuestran que su mente estaba centrada en Cristo, que toda su vida estaba ligada a su Señor. Cristo era el autor, el sostén y la fuente de su vida (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 915).

Una forma de piedad no salvará a nadie. Todos deben tener una experiencia profunda y viva. Solamente esto los salvará en el tiempo de angustia que nos espera. Entonces se probará su obra, de qué clase es. Si es oro, plata y piedras preciosas, estarán ocultos en el pabellón secreto del Señor. Pero si su obra es madera, heno y hojarasca, nada podrá protegerlos del furor de la ira de Jehová…

Los que desean realizar cualquier sacrificio por la vida eterna, la conseguirán. Y vale la pena sufrir por ella, vale la pena crucificar el yo por ella, y sacrificar los ídolos por ella (A fin de conocerle, p. 302).

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Lección 10 | Lunes 5 de marzo______________________________________________________

LA DOCTRINA DEL SANTUARIO

No solemos pensar en el Santuario en el contexto de la mayordomía. Sin embargo, el vínculo existe porque el Santuario es muy importante para nuestro sistema de creencias, y la mayordomía forma parte de ese sistema. “La correcta comprensión del ministerio [de Cristo] en el Santuario celestial es el fundamento de nuestra fe” (Ev 165). Es imperativo que comprendamos el papel de la mayordomía a la luz de este concepto bíblico.

Primera de Reyes 7:33 describe la rueda de un carro. Ilustraremos la doctrina del Santuario como el eje de la rueda. El buje se une al eje y proporciona más estabilidad a la rueda cuando esta gira. Luego de haber experimentado la muerte y una resurrección victoriosa (2 Tim. 1:10), Cristo es, por su muerte, el fundamento de su obra en el Santuario (Heb. 6:19, 20) y provee la estabilidad para nuestra fe. Y es desde el Santuario que ministra en nuestro favor aquí en la tierra (ver Heb. 8:1, 2).

“Al colocarse de parte del principio de sola Scriptura, el adventismo bíblico construye su sistema doctrinal desde la perspectiva general de la doctrina del santuario” (F. Canale, Secular Adventism? Exploring the Link Between Lifestyle and Salvation [¿Adventismo secular? La exploración del vínculo entre estilo de vida y salvación], pp. 104, 105).

¿Qué nos dicen estos versículos acerca del ministerio de Jesús en el Santuario? 1 Juan 2:1; Heb. 4:14-16; Apoc. 14:7.

1 Juan 2:1

 1 Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo.

Hebreos 4:14-16

14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión.  15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado.  16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Apocalipsis 14:7

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

La doctrina del Santuario ayuda a revelar la gran verdad de la salvación y la redención, que es el núcleo de toda la teología cristiana. En el Santuario terrenal, no solo vemos la muerte de Cristo en nuestro favor, sino también su ministerio en el Santuario celestial. También podemos ver, en el Lugar Santísimo, la importancia de la Ley de Dios y la realidad del juicio final. Un aspecto fundamental de todo esto es la promesa de la redención que la sangre derramada por Jesús pone a nuestra disposición.

El papel de la mayordomía refleja una vida arraigada en la gran verdad de la salvación, tal como se revela en la doctrina del Santuario. Cuanto más profundamente entendemos lo que Cristo ha hecho por nosotros, y lo que hace en nosotros ahora, más nos acercamos a Cristo, a su ministerio, a su misión, a sus enseñanzas y a su intención para aquellos que aplican los principios de mayordomía en su vida.

Lee Hebreos 4:14 al 16. ¿Qué encontramos allí que nos puede servir en nuestra lucha contra el pecado, el yo y el egoísmo? ¿De qué modo podemos obtener fuerza y esperanza de lo que se nos promete?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

“Y harán un santuario para mí, y habitaré en medio de ellos” (Éxo. 25:8).

Después del acto de la Creación, el plan de Salvación de Dios es de importancia primordial en la Biblia. En un mundo caído, ¿de qué serviría la Creación sin un plan de Redención? Como pecadores, necesitamos no solamente un Creador sino también un Redentor. Cuán agradecidos deberíamos estar de que tenemos ese Redentor, Jesucristo. Sin él, no tendríamos esperanza en un mundo que, en sí mismo y por sí mismo, no ofrece ninguna.

En el Antiguo Testamento fueron el Santuario y su servicio los que ilustraron el perdón de Dios hacia el pecador y prefiguraron la obra de Jesús, nuestro Redentor. Allí, el plan de salvación fue revelado a los antiguos israelitas.

Mientras gran parte del servicio del Santuario señalaba a Jesús y su muerte por el perdón del pecado, el Espíritu Santo estaba activamente involucrado en la capacitación de personas específicas para que construyeran el Santuario según el modelo que Dios había revelado a Moisés.

Habló Jehová a Moisés, diciendo: Mira, yo he llamado por nombre a Bezaleel hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría y en inteligencia, en ciencia y en todo arte, para inventar diseños, para trabajar en oro, en plata y en bronce, y en artificio de piedras para engastarlas, y en artificio de madera; para trabajar en toda clase de labor. (Éxodo 31)

La Biblia nos dice que el Espíritu Santo también estuvo presente en la construcción del Santuario, el lugar central donde se llevaba a cabo la reconciliación entre Dios y los seres humanos. Allí un Dios santo venía al encuentro del pecador. Fue Dios quien comunicó a Moisés su plan de construir el Santuario terrenal, según el celestial original.

Conforme a todo lo que yo te muestre, el diseño del tabernáculo, y el diseño de todos sus utensilios, así lo haréis. (Éxodo 29)

40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte. (Éxodo 29)

El Santuario fue el modelo de Dios para ilustrar su plan de salvación. Dios habría de morar en medio de su pueblo de una manera especial, y lo haría en el Santuario que dijo que debían construir. Y fue tarea del Espíritu Santo capacitar a diferentes seres humanos a fin de que llevaran a cabo con destreza artística y con hermosura lo que Dios les había pedido. Sin esa ayuda, Israel no habría podido realizar esta obra de arte.

Si consideramos el poder del Espíritu Santo, ciertamente él no necesitaba la ayuda humana para construir el Santuario. Pero, aun así, capacitó a seres humanos para hacerlo con habilidad y hermosura.

Dios se encargó de la construcción de un templo aquí en la tierra; ese templo lo diseñó Dios, podemos decir que lo construyó el Espíritu Santo con la ayuda de los humanos, y el templo tenía como fin representar, predicar, enseñar y figurar al verdadero Cordero de Dios, que sería inmolado para perdón de los pecados de la humanidad.

No hay cosa más sagrada en la tierra que nuestros templos.

-Desde ese altar se predican miles de sermones

-Desde ese altar Dios ofrece el perdón y la esperanza al hombre pecador

-En ese altar se presentan millones de niños, que son los futuros dirigentes de nuestra iglesia

-En ese altar nacen muchos nuevos hogares

-A ese altar llegan los santos a elevar sus plegarias y pedidos a un Dios que es supremo

-Desde ese altar se ofrece la Santa Cena a todo pecador, que es además el recordatorio de la muerte de Cristo y su pronto regreso a esta tierra

-Desde ese altar miles y millones se despiden de sus vidas mundanales y deciden hacerse ciudadanos de la Patria Celestial, inscribiendo sus nombres en el Libro de la Vida 

-Desde ese altar, los ángeles acompañan a los mortales en sus alabanzas a Dios

-Desde ese altar Dios se hace presente a través del Espíritu Santo

-Desde ese altar se despide con himnos de esperanzas a los santos que fenecen en esta tierra y que esperan en quietud el glorioso día de la resurrección.

¿No es sagrado el Templo?; ¿Qué más quiere escuchar?; ¿Quién ha inventado que los diezmos sagrado no se pueden usar para construir un templo que es sagrado desde el suelo hasta el techo?

Si los diezmos es para el avance del evangelio, una de nuestras principales inversiones sería en tener hermosos templos, confortables, atrayentes y dignos de un pueblo que fue llamado por Dios a ser cabeza y no cola.

Muchos hermanos se reúnen en galeras, donde las paredes son láminas galvanizadas tanto el techo como las paredes, es increíblemente difícil predicar o escuchar la Palabra de Dios, en situaciones como esas, los niños se desesperan ya sea por el frío o por el calor, las iglesias se vuelven irreverentes y en vez de ser un deleite ir a la iglesia, se convierte en una pesadilla.

No hay dinero mas sagrado, que aquel que se invierte en un cómodo banco de iglesia, no hay dinero mas sagrado que aquel que se invierte en un hermoso púlpito para predicar la Palabra, no hay dinero mas sagrado que el que se invierte en un hermoso bautisterio, no hay dinero mas sagrado que aquel que se usa para hermosear el templo de Dios, no hay dinero mas sagrado que aquel que se usa en la construcción de un templo, aquí en la tierra.

Si el diezmo es sagrado, y también un templo es sagrado, ¿De donde saca nuestra administración que el diezmo no se puede usar para la construcción de un templo?

Elena de White dijo, que en casos de pobrezas extremas, el diezmo podría ser tomado para la construcción de una iglesia:

Original: “There are exceptional cases, where poverty is so deep that in order to secure the humblest place of worship, it may be necessary to appropriate the tithes.” 4T 464

Traducción: “Hay casos excepcionales, donde la pobreza es tan profunda que la única manera para asegurar un humilde lugar de adoración, podría ser necesario apropiarse de los diezmos” 4T 464

También Elena de White dijo que el diezmo se podía usar para la construcción de iglesias y otros edificios.

Original: «Institutions that are God’s instruments to carry forward His work on the earth must be sustained. Churches must be erected, schools established, and publishing houses furnished with facilities for doing a great work in the publication of the truth to be sent to all parts of the world. These institutions are ordained of God and should be sustained by tithes and liberal offerings. As the work enlarges, means will be needed to carry it forward in all its branches.»– 4T 464.

Traducción: “Las instituciones que son los instrumentos de Dios para llevar adelante su trabajo en ésta tierra, tienen que ser sostenidas. Iglesias tiene que ser construidas, escuelas tienen que ser establecidas, y casas publicadoras tiene que ser provistas con facilidades para hacer un gran trabajo de la publicación de la Verdad, para ser enviadas a todas las partes del mundo. Estas instituciones son ordenes de Dios y deben ser sostenidas por los diezmos y las ofrendas voluntarias. A medida el trabajo se engranda, medios serán necesarios para llevar adelante todas estas ramificaciones.” 4T 464

Cuando la administración dice que el diezmo no se puede usar para la construcción o mantenimiento de un templo, se convierte en una de las declaraciones mas anti-bíblicas, mas destructoras del evangelio, y se convierten en una de las declaraciones mas sin sentido dentro de las religiones del mundo.

Ellos en cambio usan millones y millones de dólares de diezmos y ofrendas en la construcción de suntuosos edificios que no son templos, sino edificios administrativos. Otros millones se invierten constantemente para modernizarlos con toda la tecnología del día. Otros millones se usan para ponerlos cómodos, desde sus asientos, aire acondicionado, cafeterías, bibliotecas hasta los servicios sanitarios. También con los diezmos se compran terrenos que sirven en zonas para acampar, y que al final se cobra a la iglesia por el uso de las mismas. ¿Si con los diezmos se pueden adquirir tierras y construir edificios administrativos y lugares de recreación, por qué no se puede construir un templo que es mucho mas sagrado y que es el lugar donde se expande el evangelio en su plenitud?

Elena de White, llamó a la reforma de los diezmos y las ofrendas, desde sus días. Es tiempo de dejar el diezmo en las iglesias, para que se termine la obra de Dios y éste despilfarro de dinero que nosotros somos en parte culpable de que suceda.

En el Antiguo Testamento el diezmo se usaba tanto para la mantención de los sacerdotes, como para los gastos de los servicios religiosos, por lo tanto ya paremos de enseñar que la Biblia prohíbe el uso de los diezmos para las operaciones de una iglesia local.

Para que haya equidad y un avance del evangelio, las iglesia deberían de seguir el consejo que Dios dio: el diezmo es para la iglesia; y el diezmo del diezmo mas todas las ofrendas le pertenecen a la Conferencia.

La mayordomía acerca de predicar a un Cristo que intercede por el mundo caído, debería de comenzar en nosotros construyendo santuarios como el santuario del desierto, que era un símbolo digno de lo que ocurre en el verdadero santuario, en el santuario celestial.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Debemos apropiamos de las promesas de Dios por medio de la fe, y aprovechar las abundantes bendiciones que Cristo Jesús ha obtenido para nosotros. Delante de nosotros ha sido colocada una esperanza, la esperanza de la vida eterna. Nuestro Redentor no quedará satisfecho con damos nada menos que esta bendición; pero es deber nuestro asimos de esta esperanza por medio de la fe en Aquel que la prometió. Podemos esperar que sufriremos; porque únicamente los que participen con él de sus sufrimientos, también participarán con él de su gloria. Él ha comprado el perdón y la inmortalidad para las almas pecadoras de los hombres que perecen; pero a nosotros nos corresponde recibir estos dones por medio de la fe. Al creer en él, recibimos esta esperanza como un ancla segura e inamovible para el alma. En vista de que pagó un precio tan elevado por nuestra salvación, debemos entender que podemos esperar confiadamente el favor divino, no solo en este mundo, sino también en el mundo celestial. La fe en el sacrificio expiatorio y la intercesión de Cristo nos mantendrá seguros e inamovibles en medio de las tentaciones que nos oprimen… Contemplemos la gloriosa esperanza que tenemos por delante, y por la fe aferrémonos de ella (Exaltad a Jesús, p. 325).

“Tenemos un tal sumo sacerdote que se ha sentado a la diestra del trono de la Majestad en los cielos; ministro del santuario, y del verdadero tabernáculo, que plantó el Señor, y no el hombre”. Hebreos 8:1, 2…

Aquí tenemos revelado el santuario del nuevo pacto. El santuario del primer pacto fue asentado por el hombre, construido por Moisés; este segundo es asentado por el Señor, no por el hombre. En aquel santuario los sacerdotes terrenales desempeñaban el servicio; en este es Cristo, nuestro gran Sumo Sacerdote, quien ministra a la diestra de Dios. Uno de los santuarios estaba en la tierra, el otro está en el cielo…

El esplendor incomparable del tabernáculo terrenal reflejaba a la vista humana la gloria de aquel templo celestial donde Cristo nuestro precursor ministra por nosotros ante el trono de Dios (El conflicto de los siglos, pp. 408, 409).

Cuando se suscitan perplejidades y surgen dificultades, no busquéis ayuda en la humanidad. Confiadlo todo a Dios. La práctica de hablar de nuestras dificultades a otros, únicamente nos debilita, y no les reporta a los demás ninguna fuerza. Ello hace que la carga de nuestras flaquezas espirituales descanse sobre ellos, y éstas son cosas que ellos no pueden aliviar. Buscamos la fuerza del hombre errante y finito, cuando podríamos tener la fuerza del Dios infalible e infinito.

No necesitáis ir hasta los confines de la tierra para buscar sabiduría, pues Dios está cerca. No son las capacidades que poseéis hoy, o las que tendréis en lo futuro, las que os darán éxito. Es lo que el Señor puede hacer por vosotros. Necesitamos tener una confianza mucho menor en lo que el hombre puede hacer, y una confianza mucho mayor en lo que Dios puede hacer por cada alma que cree. El anhela que extendáis hacia él la mano de la fe. Anhela que esperéis grandes cosas de él. Anhela daros inteligencia así en las cosas materiales como en las espirituales. Él puede aguzar el intelecto. Puede impartir tacto y habilidad. Emplead vuestros talentos en el trabajo; pedid a Dios sabiduría, y os será dada (Palabras de vida del gran Maestro, p. 112).

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Martes 6 de marzo | Lección 10____________________________________________________

CREENCIAS DOCTRINALES CRISTOCÉNTRICAS

El Santuario es esencial porque es donde la gran verdad de la salvación se expresa de una forma muy poderosa; es donde se revela el significado de la cruz. Y todas nuestras doctrinas, de una manera u otra, deben estar vinculadas a la promesa y la salvación del evangelio. Al igual que los rayos de la rueda, las demás doctrinas salen de la gran verdad de la salvación por la fe en Jesús.

“El sacrificio de Cristo como expiación por el pecado es la gran verdad alrededor de la cual se agrupan todas las otras verdades. […] Los que estudian el admirable sacrificio del Redentor crecen en gracia y conocimiento” (CBA 5:1.111).

¿Qué quiso decir Jesús al referirse a sí mismo como “la verdad”, en Juan 14:6? Compara con Juan 17:17. ¿Qué haremos con la verdad? 3 Juan 3.

Juan 14:6

Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.

Juan 17:17

17 Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad.

3 Juan 1:3

Pues mucho me regocijé cuando vinieron los hermanos y dieron testimonio de tu verdad, de cómo andas en la verdad.

Nuestras creencias doctrinales inciden en quiénes somos y en la dirección en la que vamos. Las doctrinas no son solo ideas teológicas abstractas; toda verdadera doctrina está arraigada en Cristo y todas deberían impactar, de diversas maneras, en la forma en que vivimos. De hecho, alguien podría decir, justificadamente, que nuestra identidad como adventistas del séptimo día está arraigada en nuestras enseñanzas doctrinales más que en cualquier otra cosa. Las enseñanzas que obtenemos de la Biblia, entonces, son las que nos convierten en quienes somos como adventistas del séptimo día.

El papel de la mayordomía es vivir la verdad doctrinal como es en Jesús, y hacerlo de una manera que afecte positivamente nuestra calidad de vida. “En verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad” (Efe. 4:21-24).

En este pasaje, encontramos lo que significa no solo conocer la verdad, sino vivirla. Ser un mayordomo no solo es creer en las doctrinas, por más ciertas que esas doctrinas sean, sino también es vivir esas verdades en nuestra vida y en nuestra interacción con los demás.

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

El estudio de la lección y el comentario del espíritu de profecía se complementan muy bien en este día

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los hijos de Dios sabrán quién es su Ayudador. Sabrán en quién pueden confiar sin duda alguna, y con la ayuda de Cristo pueden tener, sin ninguna presunción, una santa confianza. Sí, sus siervos pueden confiar solo en él, sin temor, mirando a Jesús, esforzándose por obedecer sus requerimientos, abandonando todo lo que podría unirlos al mundo, ya sea que éste se oponga a ellos o los favorezca. Su éxito procede de Dios, y no fracasarán porque no disponen ni de la riqueza ni de la influencia de los impíos…

Nuestra única seguridad consiste en mantenemos unidos al Señor Jesucristo. Podemos permitimos perder la amistad de los mundanos… El pueblo de Dios debe servirlo, porque Cristo lo ha llamado a salir del mundo, lo ha santificado y lo ha refinado para que pueda servirlo (Cada día con Dios, p. 352).

Los que aceptan la verdad por amor a ella, morirán al mundo y serán mansos y humildes de corazón como lo fue nuestro divino Salvador. Cuando haya en el corazón la debida disposición, la forma de vestir y de hablar, así como el estilo de vida, e pondrán en armonía con la Palabra de Dios. Que él nos ayude a arraigar nuestros pies firmemente sobre el terreno de la verdad eterna.

La influencia transformadora de la verdad santifica el alma… El amor de Dios fluye en el alma y la gratitud emana del corazón que anteriormente era duro como el pedernal. Cristo crucificado, Cristo nuestra justicia, conquista el corazón y lo lleva al arrepentimiento. Esto es tan sencillo que incluso un niño lo puede entender. Los sabios y los eruditos se sienten fascinados al contemplar la profundad de esta sabiduría, de este amor y de este poder insondables. (Mi vida hoy, p. 269).

El ser humano puede llegar a vivir la ley únicamente mediante la fe en Cristo. El hombre es incapaz de salvarse a sí mismo, pero el Hijo de Dios pelea sus batallas en favor de él, y lo coloca en un terreno ventajoso al concederle sus atributos divinos. Y cuando el ser humano acepta la justicia de Cristo, es hecho participante de la naturaleza divina. Entonces puede guardar los mandamientos de Dios y vivir. Pedro dice: “…Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia”. 2 Pedro 1:4.

La verdad, como está en Jesús, significa obediencia a cada precepto de Jehová. Es una obra del corazón. La santificación bíblica no es aquella santificación espuria que ni siquiera investiga las Escrituras, sino que coloca su confianza en los buenos sentimientos e impulsos en lugar de buscar la verdad como un tesoro escondido. La santificación de la Biblia inducirá a sus poseedores a conocer los requerimientos de Dios y a obedecerlos. Hay un cielo puro y santo reservado para los que guardan los mandamientos de Dios (Exaltad a Jesús, p. 146).

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Lección 10 | Miércoles 7 de marzo_________________________________________________

EL MENSAJE DE LOS TRES ÁNGELES

Dios le advirtió al mundo solo dos veces sobre una catástrofe venidera: una vez a Noé (Gén. 6:13-18; Mat. 24:37); y a través del mensaje de los tres ángeles (Apoc. 14:6-12). Estos mensajes descorren una cortina para revelar una perspectiva única sobre los acontecimientos mundiales futuros. Nuestra comprensión de estos mensajes ha madurado con el tiempo, pero el mensaje y la misión siguen siendo la justificación por la fe en Cristo, “ciertamente el mensaje del tercer ángel” (Ev 143). En otras palabras, en el centro de nuestro mensaje de la verdad presente, el mensaje que hemos sido llamados a proclamar al mundo, están Jesús y su gran sacrificio por nosotros.

Lee Apocalipsis 14:6 al 12. ¿Cuál es la esencia de estos mensajes? ¿Qué le están diciendo al mundo? ¿Qué responsabilidad recae sobre nosotros en relación con estos mensajes, y cuál es el lugar de la mayordomía?

Apocalipsis 14:6-12

Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo,  diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.  Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación.  Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano,  10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero;  11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre.  12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

Como adventistas del séptimo día, nuestra misión es presentar la verdad del mensaje de los tres ángeles, en preparación para la segunda venida de Cristo. La gente debe poder tomar una decisión en relación con la eternidad. El papel de la mayordomía es una asociación con Dios en la misión (2 Cor. 5:20; 6:1-4).

“En un sentido muy especial, los adventistas del séptimo día han sido colocados en el mundo como centinelas y transmisores de luz. A ellos ha sido confiada la tarea de dirigir la última amonestación a un mundo que perece. La Palabra de Dios proyecta sobre ellos una luz maravillosa. Una obra de la mayor importancia les ha sido confiada: proclamar los mensajes del primero, segundo y tercer ángeles. Ninguna otra obra puede ser comparada con esta y nada debe desviar nuestra atención de ella” (TI 9:17).

El borde de una rueda está a punto de hacer contacto con el suelo y representa la misión del mensaje de los tres ángeles. Esa misión es protegernos contra las desviaciones teológicas e identificar nuestra responsabilidad en los acontecimientos de los últimos días. Debemos ser mayordomos de este mensaje y proclamarlo al mundo.

Es demasiado fácil, cuando pensamos en los acontecimientos de los últimos días, quedar atrapados entre gráficos y fechas. Estos tienen su lugar, pero al tratar de predicar este mensaje al mundo, ¿de qué forma podemos asegurarnos de mantener a Jesús y su sacrificio por nosotros en un lugar protagónico?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

El cristianismo introduce dos cosas nuevas en el mundo:

1-Un nuevo tipo de vida, que contrasta con la del mundo.

2-Nuevos conceptos que ayudan al cristiano a hacer realidad el nuevo estilo de vida.

Estas dos novedades aseguran que el Espíritu dominará la carne y que la voluntad de Dios predominará sobre el hombre.

Los más fuertes y mejores argumentos en contra del pecado, son tomados de los sufrimientos de Cristo. Él murió para destruir el pecado. Se nos invita a tomar el mismo pensamiento de Cristo para aniquilar el pecado de nuestras vidas, ya que el pecado es el motivo y la causa principal de los juicios que pronto el cielo entablará en contra de este mundo caído.

-El pecado es una terrible pérdida de precioso tiempo

-El pecado es algo inservible

-El pecado termina haciéndonos daños y también hace daño a quienes nos rodean

-El pecado es un impedimento serio para conseguir las bendiciones de Dios

-El pecado nos conduce en dirección contraria a la de la vida cristiana

La iglesia condena al mundo de una manera silenciosa, y esto casi siempre tiene un efecto más negativo que positivo, pues va en contra de la iglesia. Casi siempre se condena al mundo sin pronunciar ni siquiera una palabra: 4A éstos les parece cosa extraña que vosotros no corráis con ellos en el mismo desenfreno de disolución…”(1 Pedro 4)  Noé condenó más al mundo, con lo que hizo que con lo que dijo: Cada martillazo que daba era un sermón viviente, cada tabla que colocaba era una seria advertencia; mientras el arca avanzaba en su construcción, el mundo avanzaba en su destrucción.

En el mensaje de los tres ángeles, la idea principal es el eminente juicio de Dios que se acerca a la tierra.

Como iglesia adventista del séptimo día, se nos ha depositado en nuestras manos un mensaje especial, que prácticamente ninguna otra religión posee. Tener este mensaje especial de parte de Dios para el mundo, es un privilegio especial, que nos conlleva a una obligación especial, y que al mismo tiempo nos acarrea un castigo especial, si no cumplimos con nuestro cometido.

 17 Porque es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios; y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el fin de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? 18 Y si el justo con dificultad se salva, ¿en dónde aparecerá el impío y el pecador? (1 Pedro 4)

El mundo está dividido en dos grupos, espiritualmente hablando: uno de ellos son los creyentes y el otro grupo son los no creyentes.

Los dos grupos están condenados a los sufrimientos, pero hay una diferencia entre esos dos sufrimientos y son los siguientes:

-Un grupo tiene la resignación y protección de Dios en medio del sufrimiento, el otro grupo no

-Un grupo tiene paz en la conciencia, el otro grupo no

-Un grupo tiene la esperanza de una vida mejor, el otro grupo no

-Un grupo tiene una relación íntima con el Padre, el otro grupo no

¿Cómo podemos saber cuándo los juicios de Dios se acercan a nuestra tierra, a nuestra nación, a nuestra iglesia, o a nuestras vidas personales?

-Usualmente Dios visita a los humanos, con juicios más pequeños, antes de visitarlos con los juicios grandes; Amós 4 declara: “Os hice estar a diente limpio en todas vuestras ciudades, y hubo falta de pan en todos vuestros pueblos; mas no os volvisteis a mí, dice Jehová. También os detuve la lluvia tres meses antes de la siega; e hice llover sobre una ciudad, y sobre otra ciudad no hice llover; sobre una parte llovió, y la parte sobre la cual no llovió, se secó.»

-Antes de cualquier juicio de Dios, Dios lleva al descanso a los hombres grandes e importantes del lugar que será enjuiciado, y les deja como líderes a personas inservibles. Isaías 3 dice: «Porque he aquí que el Señor Jehová de los ejércitos quita de Jerusalén y de Judá al sustentador y al fuerte, todo sustento de pan y todo socorro de agua; el valiente y el hombre de guerra, el juez y el profeta, el adivino y el anciano; el capitán de cincuenta y el hombre de respeto, el consejero, el artífice excelente y el hábil orador. Y les pondré jóvenes por príncipes, y muchachos serán sus señores. Y el pueblo se hará violencia unos a otros, cada cual contra su vecino; el joven se levantará contra el anciano, y el villano contra el noble.»

Consideremos siete circunstancias en las que DIOS envía sus juicios sobre la humanidad:

-Dios enjuicia cuando pecados terribles afectan a una región; pecados como el ateísmo, la idolatría, y la perversión sexual entre otros; estos son magnetos especiales para atraer los juicios de Dios sobre la Tierra.

-Dios enjuicia a una nación por la excesiva cantidad de pecados y por el grado de maldad que hay en los pecados. Cuando el hombre hace del pecado una manera de vivir, y cuando el pecado se riega como plaga en una región, el pecado atrae los juicios de Dios de manera inminente. Es decir, entre más pecados, más peligro de juicio. Cuando hay seguridad al pecar y no hay temor de Dios, el hombre está invitando que los juicios de Dios sean derramados con la esencia de la ira divina.

-El abandono de nuestro primer amor es una de las señales del pronto acercamiento de los juicios divinos.

-Dios enjuicia a su iglesia cuando no da los frutos que debe dar. Dios no permitirá que su iglesia caiga: los juicios caerán sobre miembros y dirigentes de la iglesia para limpiarla por su propio bien.

-Dios enjuicia a su iglesia, porque la iglesia es su propia familia. Los errores que suceden en una familia, casi siempre acarrean desgracia sobre quien la gobierna.

-Dios enjuicia a su iglesia, porque el evangelio sufre demasiado por los pecados de los que profesan la religión

-Dios enjuicia su iglesia, porque los pecados de los miembros de iglesias son más detestables que los pecados de los infieles: sus pecados son cometidos en contra de abundante luz bíblica. Estas personas gozan de más beneficios y favores divinos, por lo cual el pecado cometido por los conversos es un sacrilegio, y casi siempre conllevan pecados de idolatría.

Dios comienza su juicio con la iglesia por las siguientes razones:

-Usualmente Dios usa a los pecadores y a los enemigos de la iglesia para hacer el trabajo de corrección y de castigo a su propia iglesia.

-Usando a los enemigos de la iglesia y a los pecadores, Dios remueve las excusas que pueda tener el infiel. Ellos vienen a ser testigos de las consecuencias del pecado y, por lo tanto, quedarán sin excusa cuando ellos también enfrenten los juicios divinos.

-Cuando Dios restaura a su pueblo, ellos son los primeros en reconocer y gozar de las bondades y las bendiciones de Dios

Dios nos hace sus mayordomos con un mensaje de urgencia que nos ha dado para entregar al mundo; fallar a ese cometido, acarrea sobre nosotros consecuencias  mucho peores que las que sufrirá el mismo inconverso.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Apocalipsis 14:6, 7.

Si se presta atención a este mensaje, inducirá a cada nación, tribu, lengua y pueblo a examinar cuidadosamente la Palabra… (Mensajes selectos, tomo 2, p. 121).

Muchos están en tinieblas. Han perdido el rumbo. No saben qué camino tomar. Los que están perplejos busquen a otros que están en perplejidad, y háblenles palabras de esperanza y ánimo. Cuando comiencen a hacer esta obra, la luz del cielo les revelará la senda que deben seguir. Serán consolados ellos mismos por sus palabras de consuelo a los afligidos. Al ayudar a otros ellos mismos serán ayudados a salir de sus dificultades. El gozo toma el lugar del pesar y de la lobreguez. El corazón lleno del Espíritu de Dios brilla con cordialidad para con cada prójimo. Todo el que haga esto no está más en oscuridad, pues su “oscuridad” será como “el mediodía” (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1173).

El mensaje de amonestación ha de proclamarse de pueblo en pueblo, de ciudad en ciudad, y de país en país, sin una aparatosa ostentación, pero por hombres de fe que actúen por el poder del Espíritu.

Y es necesario que se realice el trabajo más perfecto posible. Ha llegado el tiempo, el momento importante, cuando se está desplegando el rollo ante el mundo mediante los mensajeros de Dios. La verdad contenida en los mensajes del primer ángel, del segundo y del tercero, debe llevarse a cada nación, tribu, lengua y pueblo; debe iluminar las tinieblas de cada continente y extenderse hasta las islas del mar (El evangelismo, p. 18).

Somos el pueblo que guarda los mandamientos de Dios. Durante los últimos cincuenta años toda suerte de herejías han sido presentadas para dominamos, para nublar nuestras mentes acerca de la enseñanza de la Palabra: especialmente acerca de la ministración de Cristo en el santuario celestial y el mensaje del cielo para estos últimos días, como es dado por los ángeles del capítulo 14 del Apocalipsis. Mensajes de toda especie han sido presentados a los adventistas del séptimo día para ocupar el lugar de la verdad que, punto por punto, ha sido descubierta mediante estudio con oración, y testificada mediante el poder del Señor que obra milagros. Pero los hitos que nos han hecho lo que somos, han de ser preservados y serán preservados, como Dios lo ha manifestado mediante su Palabra y el testimonio de su Espíritu. Él nos insta a aferramos firmemente, con el vigor de la fe, a los principios fundamentales que están basados sobre una autoridad incuestionable (Mensajes selectos, tomo 1, p. 243).

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Jueves 8 de marzo | Lección 10_____________________________________________________

LA MAYORDOMÍA

Cristo quiere que llevemos una vida santa. Su vida ilustra la “santidad” y lo que debe ser la mayordomía por excelencia (Heb. 9:14). Debemos administrar nuestra vida de una manera que sea agradable a Dios, incluyendo la manera en que manejamos todo lo que se nos ha confiado. La mayordomía es una expresión de esa santidad.

Compara 1 Pedro 1:15 y 16 con Hebreos 12:14. ¿Qué significa “sed santos” y “santidad”? ¿De qué forma se relaciona esto con nuestra mayordomía?

1 Pedro 1:15-16

15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;  16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

Hebreos 12:14

14 Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.

Los romanos descubrieron que una rueda de carro duraba más si se colocaba una banda de hierro alrededor de la llanta. El artesano calentaba el metal para expandirlo lo suficiente como para deslizarlo sobre el borde. El agua fría lo encogía y la banda quedaba bien ajustada. Entonces, al girar la rueda, la banda de hierro entraba en contacto con el camino.

La banda de hierro en la llanta puede representar el concepto de mayordomía. Este es el momento de la verdad, donde nuestra vida espiritual roza con nuestra vida práctica. Cuando nuestra fe resuelve los altibajos de la vida a través de éxitos y fracasos. Es donde nuestras creencias se vuelven reales en las agitadas contiendas de la vida cotidiana. La mayordomía es el envoltorio externo de lo que somos y hacemos. Es un testigo de nuestra conducta y de una vida bien administrada. Nuestras acciones diarias que revelan a Cristo son como el hierro en la rueda que toca el camino.

Las acciones son poderosas y tenemos que controlarlas mediante nuestro compromiso con Cristo. Deberíamos vivir con esta seguridad y promesa: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Fil. 4:13).

“La santificación del alma mediante la obra del Espíritu Santo es la implantación de la naturaleza de Cristo en la humanidad. La religión del evangelio es Cristo en la vida; un principio vivo y activo. Es la gracia de Cristo revelada en el carácter y forjada en buenas obras. Los principios del evangelio no pueden desconectarse de ninguna fase de la vida práctica. Todo aspecto de la vida y de la labor cristianas debe ser una representación de la vida de Cristo” (PVGM 316).

Observa tu vida cotidiana, tu existencia cotidiana. ¿Qué parte de ella revela la realidad de Cristo en ti, que obra en ti, haciendo de ti un nuevo ser? ¿Qué decisiones conscientes necesitas tomar para ver que su santidad se manifieste verdaderamente en tu vida?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

1 Pedro 1:14-16

14Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; 15 sino, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; 16 porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo.

 14Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia.

Uno de los más degradantes pecados en el hombre, es el pecado de la ignorancia. El pecado de la ignorancia es la cuna de donde nacen una infinidad de pecados. El pecado de la ignorancia fue la causa de la destrucción de Israel en la antigüedad, y será la causa de la destrucción del Israel moderno.

La ignorancia ayuda al hombre a tener una excusa para pecar, y como consecuencia de ello, el pecado se toma muy livianamente. ¡Yo no sabía! es la excusa fácil que da todo aquel que comete una falta, y con esa expresión la mayoría de errores y faltas, quedan exoneradas … quizás ante el hombre, pero no ante Dios.

La ignorancia es un pecado del cual nadie está libre. No nacemos aprendidos, estamos obligados a estudiar la Palabra de Dios. El no hacerlo, nos deja en un estado de ignorancia, la cual Dios no pasa por alto.

El pecado de la ignorancia es el fruto más grande de la rebelión de nuestros primeros padres. En la tentación del Edén, el diablo ofreció al hombre el conocimiento tanto del bien como del mal; también ofreció ser como los dioses. Nuestros padres aceptaron la propuesta, y el resultado fue una total ignorancia.

La ignorancia es la madre de muchos otros pecados. Efesios 4 dice: 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza.»

1 Pedro 2 compara la ignorancia del hombre con animales irracionales: 12 Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición”

Dios pone una protesta en contra de la ignorancia. En Isaías 1 leemos: El buey conoce a su dueño, y el asno el pesebre de su señor; Israel no entiende, mi pueblo no tiene conocimiento. 4¡Oh gente pecadora, pueblo cargado de maldad, generación de malignos, hijos depravados! Dejaron a Jehová, provocaron a ira al Santo de Israel, se volvieron atrás.” El pecado de la ignorancia provoca la ira de Dios, todo lo contrario a lo que enseñan los de la iglesia grande, cuando ellos dicen: “La ignorancia es la madre de la devoción.”

Una mente sin conocimiento, es un desperdicio total; para eliminar la lujuria y el pecado de nuestras vidas, necesitamos eliminar la ignorancia. Todo el conocimiento que el hombre pueda adquirir, si no tiene el conocimiento de Dios, no es otra cosa que una ignorancia necia.

Dios es santo: si no tenemos santidad, no podemos ser como él es

Dios es santo: sólo los que son santos pueden en verdad servirle

Dios es santo: sin santidad es imposible agradar a Dios en cualquier cosa que hagamos para él

Dios es santo: sin santidad no podemos ser reconocidos, ni reclamados por él

Dios es santo: nunca podremos disfrutar a Dios si no tenemos santidad

Llevarnos a la santidad es uno de los propósitos de la religión.

La religión es una imitación del dios que se adora: por eso vemos las naciones paganas sumidas en los vicios y en las malas conductas, porque están imitando al dios que ellos han inventado, que es resultado de su propia imaginación pecaminosa.

En el mundo cristiano, también la religión es una imitación del Dios a quien nosotros servimos. A diferencia de los dioses paganos, nuestro Dios no es resultado de la imaginación del hombre. Nuestro Dios es el Dios supremo del universo, cuyo calificativo principal es la santidad. Nosotros también tratamos de imitar al Dios que adoramos, él nos ordena y nos dice: “Sed santos como yo soy santo”

El apóstol está recordando las palabras pronunciada a Israel por Dios (en Levítico 11): 44 Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque yo soy santo; así que no contaminéis vuestras personas con ningún animal que se arrastre sobre la tierra.” Aunque esta orden fue dada al mundo judío primeramente, también estas palabras tocan el corazón del cristianismo. El apóstol hace recordar a la nueva iglesia naciente, las mismas palabras de un Dios que no cambia «14Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.»

¡Qué hermosas y solmenes son estas palabras! Sin duda son música celestial a los agitados oídos del humano; estas palabras no emanan de un estado de convulsión, sino que emanan del fundamento de la ley de Dios y tienen como propósito modelar nuestra forma de vivir aquí en la tierra.

Dios nos manda a seguir dos cosas: la paz y la santidad. La paz y la santidad son consistentes entre ellas mismas: si se sigue una de ellas, automáticamente se sigue la otra; ambas caminan de la mano, sin poder ser separadas en la vida del cristiano.

El texto dice: “seguid la paz con todos”:

Tenemos que tener paz con nuestra familia, en las relaciones naturales, en las relaciones domésticas, tenemos que tener paz civil, tenemos que tener paz política, tenemos que tener paz en la sociedad, tenemos que tener paz con los miembros de nuestra iglesia, tenemos que tener paz con nuestros vecinos, tenemos que tener paz con las autoridades de nuestra nación, tenemos que tener paz espiritual.

La paz nunca se obtiene dando rienda suelta a las pasiones que conducen a litigaciones, confrontaciones, peleas o guerras. Si tenemos que vivir en guerra, esa guerra será en contra del pecado nada más, contra las malas pasiones, contra de los deseos corruptos, pero nunca en contra de personas, y muchísimo menos contra nuestros hermanos en la Iglesia.

Seguir la paz, también incluye el evitar los deseos de venganza. Cuando se nos ha hecho mal, es muy fácil tomar el camino de la venganza, es muy fácil dar rienda suelta a las pasiones de la ira; pero Dios nos manda a ser santos, y a buscar la paz, inclusive con aquellos que nos han hecho mal.

Buscar la paz no sólo es una frívola idea de vivir en paz, sino que es un deseo ardiente de obtener la paz, es poner todo esfuerzo humano para obtener la paz; esto lo podemos practicar especialmente cuando se nos ha hecho daño y agravio.

No hay cosa más grande que nos identifique y nos acerque más a Dios, que el acto de buscar la paz con todos nuestros deseos y fuerzas. Dios es un Dios de paz, Jesucristo es el Príncipe de la paz, el Espíritu Santo tiene los frutos de la paz, los cristianos son hijos de paz, los hombres son llamados por Dios a tener paz: somos llamados a anunciar un evangelio que es de paz, somos llamados a vivir en paz ahora en la tierra, y seguir disfrutando de esa paz perpetua en el cielo.

La paz tiene tres dimensiones:

La primera dimensión de la paz es vertical ascendente, hacia arriba de nosotros y es con Dios; es vivir en armonía y reconciliados con Dios.

La segunda dimensión de la paz es vertical descendente, dentro de nosotros, es decir internamente. La paz es una conformidad interna con las facultades santificadas de la mente, de la voluntad y de los afectos.

La tercera dimensión de la paz es horizontal omnidireccional, fuera de nosotros, es decir externamente: tenemos que tener paz con las demás criaturas, especialmente el hombre. La paz es un santo acuerdo con nuestra mente, de cuidar nuestra forma de hablar y de nuestra forma de actuar con nuestros semejantes.

El texto también nos manda a tener santidad, y esta declaración se hace extremadamente solemne, cuando se amplía diciendo que sin santidad nadie verá al Señor. Podemos tener conocimiento de Dios, podemos conocer su historia, podemos tener ideas teóricas en cuanto al Redentor, pero sin la santidad, no podremos discernir el carácter espiritual de las enseñanzas del Señor. Finalmente, en el cielo no podremos ver a Dios si no hemos desarrollado santidad en esta vida.

Si no tenemos santidad, la única manera en que podríamos ver a Dios en el cielo, sería sentados en su trono de juicio y justicia…  pero nunca podremos ver a Dios como nuestro Salvador y Amigo.

Podremos tener riquezas, inteligencia, conocimiento, belleza, éxitos, casas, tierras, libros, amigos… pero si no tenemos la santidad de la religión bíblica, todo eso es en vano. Nunca veremos a Dios en paz, si no tenemos un corazón santo; nunca seremos admitidos en los cielos, si no tenemos una religión que nos identifique ante los mismos ángeles, que se encuentran alrededor del trono de Dios.

La santidad tiene su nacimiento en la gracia de Dios

La santidad es progresiva, no se obtiene de la noche a la mañana, sino que va creciendo poco a poco

La santidad necesita un requisito para ser adquirida y es la diligencia.

Estos son algunos de los beneficios de la santidad:

La santidad elimina a la gente problemática

La santidad previene caer en la tentación

La santidad crece cuando es influenciada por las cosas buenas

La santidad es la llave para ver a Dios en el cielo.

Si el texto dijera que sin “la perfección” de la santidad, no podemos ver a Dios, todos quedaríamos eliminados de entrar al cielo. Felizmente el texto no dice “sin la perfección de la santidad” solamente dice la santidad. ¿Por qué? Porque la santidad es un asunto de crecimiento: el Espíritu Santo riega la pequeña semilla de la santidad en nuestros corazones, y esa santidad crece hasta llegar a ser un gigante árbol en nuestras vidas. Para crecer en santidad hemos de (1) orar sin cesar, (2) escudriñar las Escrituras y (3) testificar de CRISTO y su evangelio.

Hay varias personas que tratan de alcanzar el cielo sin santidad, entre ellos están:

Los fariseos o hipócritas: son aquellos que cuidan solamente las apariencias; para ellos lo exterior es de suma importancia, sin importar que hay dentro del corazón.

Los moralistas: son esas personas que luchan por ser buenas y en verdad lo consiguen, son personas en verdad buenas que nunca hacen cosas malas en la vida. Esto no es suficiente para ver a Dios. Para ver a Dios se necesita santidad, que es algo más elevado que ser bueno. Muchas veces al diablo le interesa que seamos buenos, con tal que no seamos santos, él sabe perfectamente que un bueno no podrá ver a Dios en el cielo, y eso es suficiente para la perdición de la persona. Ser bueno no es visa para el cielo; la visa para penetrar las puertas del paraíso se llama santidad.

Los experimentalistas: son aquellos que tienen sus propias ideas y también tienen sus propias experiencias religiosas, experimentan sensaciones extrañas que les hacen creer que están a las puertas del mismo paraíso. Este tipo de persona llega a creer que por las cosas que sienten o experimentan en sus vidas, tienen ganado el cielo. La mayoría de los experimentalistas, tienen dos caras: un lado que justifica una alta espiritualidad y el otro lado que oculta una vida llena de injusticia, sin santidad y sin amor para con su prójimo.

Los opinionistas: son aquellos que se han llegado a convencer a sí mismos de obtener el cielo a través de sus propias ideas. Comprenden la teología muy bien, y casi siempre son más sabios que sus propios maestros. Éstos creen que por tener la verdad y mantener la verdad, se acreditan el cielo automáticamente. En este grupo caemos muchos adventistas, somos los que creemos que nuestra iglesia tiene la verdad bíblica, y nadie que no sea adventista podrá ser salvo, creemos que por sólo tener, profesar y enseñar la verdad, creemos que solamente por llevar el nombre de cristianos –por ejemplo adventistas del séptimo día– somos ganadores del cielo automáticamente.

“Sin santidad nadie verá al Señor” 

Muchas veces se nos acercan hermanos de otras religiones, especialmente los pentecostales, y nos preguntan: ¿Es usted salvo? o ¿Es usted santo? Usualmente ese tipo de preguntas ponen a tambalear a un Adventista del Séptimo Día.

La pregunta de este día sería: ¿Somos santos? La respuesta es un rotundo sí. Por la gracia divina y su gran amor, somos santos. Dios no ve la santidad de la manera en que los humanos la vemos. Los humanos creemos que la santidad es una vida sin error y sin pecados, y hasta cierto punto eso es verdad, pero no es toda la verdad en su esencia.

La santidad a los ojos de Dios, es el acto de vencer un pecado, un vicio o una tentación. No vencerlo por nuestros propios medios –lo cual nos convertiría en moralistas–, sino vencerlo a través de la oración y el ayuno, por la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas, día a día.

La santidad tiene crecimiento, comenzamos con el deseo de cambiar nuestras vidas y con el deseo de cambiar nuestro mal proceder, damos el paso de acercarnos a Dios, de pedirle la presencia del Espíritu Santo. El Espíritu Santo viene a nuestras vidas y comienza a cambiar poco a poco todas esas cosas malas que tenemos; con el tiempo nuestra vida cambia y alcanzamos altos niveles de santidad.

¿Somos santos en la actualidad?

Si por la gracia de Dios usted ha tenido cambios en su vida para bien, si ha dejado vicios, si ha dejado pecados, si ha dejado de dar mal testimonio, y tiene el deseo de seguir mejorando, entonces con toda seguridad usted es un santo. Está en el camino correcto de la santidad, y la santidad plena la logrará conseguir hasta cuando logre contemplar el rostro de Jesús y sea “transformado de gloria en gloria.”

Será entonces cuando bien podremos entonar triunfantemente las estrofas del Himnario adventista, 305:

1
Cuando mi lucha toque a su final
y me halle salvo en la playa eternal,
junto al que adoro, mi Rey celestial,
eterna gloria será para mí.

Coro
Gloria sin fin eso será, 
gloria sin fin eso será.
Cundo por gracia su faz vea allí,
eterna gloria será para mí.

2
Cuando la gracia infinita me dé,
bella morada en la casa del Rey,
yo, transportado, su cara veré,
y eterna gloria será para mí.

3
Encontraré a mis amados allá;
gozo cual río en redor correrá; 
dulce sonrisa Jesús me dará,
eterna gloria será para mí.

Sea ésta nuestra aspiración hoy, al continuar aguardando la esperanza bienaventurada de nuestro gran Dios y Salvador, JESUCRISTO.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La verdadera santificación significa amor perfecto, obediencia perfecta y conformidad perfecta a la voluntad de Dios. Somos santificados por Dios mediante la obediencia a la verdad. Nuestra conciencia debe ser purificada de las obras de muerte sirviendo al Dios viviente. Todavía no somos perfectos; pero es nuestro privilegio separamos de los lazos del yo y del pecado y avanzar hacia la perfección. Grandes posibilidades, altos y santos fines están al alcance de todos (Los hechos de los apóstoles, p. 451).

Al Señor no le agrada vemos espiritualmente débiles. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios, y no de nosotros”. 2 Corintios 4:6, 7. Tenemos que enfrentar conflictos y pruebas pero no necesitamos fracasar ni desanimamos…

Dios es honrado solo cuando los que profesan creer en él son amoldados a su imagen. Debemos representar ante el mundo la belleza de la santidad, porque nunca entraremos a través de las puertas de la ciudad de Dios hasta que perfeccionemos un carácter como el de Cristo. Si nosotros, con confianza en Dios, nos esforzamos por lograr la santificación, la recibiremos. Entonces, como testigos de Cristo, daremos a conocer lo que la gracia de Dios ha producido en nosotros (Alza tus ojos, p. 97).

Cuando quiera que el hombre alcanza algo, sea en lo espiritual o en lo temporal, debe recordar que lo hace por medio de la cooperación con su Hacedor. Necesitamos grandemente comprender nuestra dependencia de Dios. Se confía demasiado en los hombres, y en las invenciones humanas. Hay muy poca confianza en el poder que Dios está listo para dar. “Coadjutores somos de Dios”. (1 Corintios 3:9). Inmensamente inferior es la parte que lleva a cabo el agente humano; pero si está unido con la divinidad de Cristo, puede hacer todas las cosas por medio de la fuerza que él imparte (Palabras de vida del gran Maestro, p. 60).

Más allá de la cruz del Calvario, con su agonía y vergüenza, Jesús miró hacia el gran día final, cuando el príncipe de las potestades del aire será destruido en la tierra durante tanto tiempo mancillada por su rebelión. Contempló la obra del mal terminada para siempre, y la paz de Dios llenando el cielo y la tierra.

En lo venidero, los seguidores de Cristo habían de mirar a Satanás como a un enemigo vencido. En la cruz, Cristo iba a ganar la victoria para ellos; deseaba que se apropiasen de esa victoria. “He aquí —dijo él— os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”.

El poder omnipotente del Espíritu Santo es la defensa de toda alma contrita. Cristo no permitirá que pase bajo el dominio del enemigo quien haya pedido su protección con fe y arrepentimiento. El Salvador está junto a los suyos que son tentados y probados. Con él no puede haber fracaso, pérdida, imposibilidad o derrota; podemos hacer todas las cosas mediante Aquel que nos fortalece. Cuando vengan las tentaciones y las pruebas, no esperéis arreglar todas las dificultades, sino mirad a Jesús, vuestro ayudador (El Deseado de todas las gentes, p. 455).

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Lección 10 | Viernes 9 de marzo____________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

A veces, había que reajustar las bandas de hierro de las ruedas del carro debido al estiramiento causado por el metal que golpeaba contra el camino. Este reajuste requería muchos golpes y martillazos duros sobre la banda de hierro. Esta reparación de la banda de hierro representa la mayordomía como santificación práctica. Es tener la mente de Cristo al responder a cada aspecto grande o pequeño de la vida, incluso cuando el proceso pueda ser duro y doloroso. Ya sea que este proceso se relacione con el uso del dinero, nuestras relaciones familiares o el empleo, por nombrar algunos, todo debe adaptarse a la voluntad de Cristo. A veces, como todos muy bien sabemos, solo podemos aprender esta lección mediante algunos golpes duros.

No es fácil reparar el hierro. Tampoco es fácil reparar el carácter humano. Piensa en la experiencia de Pedro. Él había ido a todas partes con Jesús, pero no se esperaba estas palabras de los labios de Cristo: “Yo he rogado por ti, que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos” (Luc. 22:32). No mucho después, luego de negar a Jesús, Pedro experimentó un cambio en su vida, pero solo después de una experiencia muy difícil y dolorosa. En cierto sentido, su mayordomía se restableció. Pedro se reconvirtió y su vida tomó una nueva dirección; pero solo después de sufrir algunos martillazos concretos.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué tiene que ver la santificación práctica con la enseñanza de Jesús: “Niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Luc. 9:23)? ¿Qué quedó crucificado (Gál. 6:14)? ¿En qué sentido esto ilustra el proceso de la santificación? ¿De qué forma la santificación práctica nos ayuda a aprender a pensar como Dios (1 Cor. 2:16)?
  2. Según tu experiencia, ¿en qué medida las pruebas duras pueden enseñarnos lecciones poderosas acerca de la vida cristiana y sobre cómo seguir al Señor? Ayuda que los otros miembros de la clase se sientan cómodos al hablar de esas experiencias y de lo que han aprendido. ¿Qué podemos aprender de las experiencias de los demás?
  3. Piensa en otras creencias que tenemos como adventistas del séptimo día, como el sábado, el estado de los muertos, la creación, la segunda venida y otras. ¿De qué manera estas creencias debieran impactar en la conducta de nuestra vida en general?

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Escrito por: Tony García.

Gramática revisada por:
Pastor Noel Ruiloba y Nory Ester Garcia-Marenko

Este documento es una cortesía de 7day Media Group.
“One World – One Dream”
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Madrid, España 2018

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