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Lección 2 – EN MEDIO DE LOS CANDELEROS – Para el 12 de enero de 2019

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Estos son los diez países con el mas alto índice de lectores durante la semana pasada (lección 1):

1-Estados Unidos

2-Perú

3-México

4-Argentina

5-Colombia

6-Chile

7-Ecuador

8-Bolivia

9-España

10-Venezuela


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Lección 2: Para el 12 de enero de 2019

EN MEDIO DE LOS CANDELEROS

Sábado 5 de enero______________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 1:9-18; Hechos 7:54-60; Mateo 12:8; Éxodo 20:11; Daniel 10:5, 6; Apocalipsis 1:20; Apocalipsis 2:1-7.

PARA MEMORIZAR:

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias” (Apoc. 2:7).

El Salmo 73 describe el desconcierto del salmista al observar el jactancioso orgullo de los impíos. Vivían con abundancia y comodidad, en contraste con el sufrimiento de los justos. Esta injusticia perturbaba mucho al salmista (Sal. 73:2-16), quien, en su perplejidad, fue al Santuario (Sal. 73:16, 17). Allí, en presencia de Dios, recibió una comprensión más profunda del asunto.

Siglos más tarde, un anciano apóstol se encontraba preso en una isla rocosa debido a su fiel testimonio. En su angustia, recibió la noticia de que las iglesias bajo su cuidado estaban sufriendo. Sin embargo, en ese momento crítico, recibió una visión del Cristo resucitado en el Santuario celestial. Aquí, como con el salmista, el Señor le reveló a Juan algunos misterios de esta vida y las luchas que esta conlleva. Esta escena del Santuario le brindó la seguridad de la presencia y el cuidado de Cristo, una seguridad que debía transmitir a estas iglesias y a las siguientes generaciones de cristianos a lo largo de los siglos hasta el fin de la historia de este mundo.

Además de presentar el ministerio de Cristo en el Santuario celestial, esta semana veremos el primero de los siete mensajes a su iglesia, dirigidos a la siete iglesias de Asia, pero que también tiene sentido para nosotros hoy. La próxima semana analizaremos los mensajes a las otras seis iglesias.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Aun cuando quedó resuelto que Satanás no podría permanecer por más tiempo en el cielo, la Sabiduría Infinita no le destruyó… De haber sido este aniquilado inmediatamente, aquellos habrían servido a Dios por miedo más bien que por amor. La influencia del seductor no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo. Para bien del universo entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el verdadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino y a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su ley (El conflicto de los siglos, p. 489).

Dios es amor. Él cuida de las criaturas que formó. “Como el padre se compadece de los hijos, se compadece Jehová de los que le temen”. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios” Salmos 103:13; 1 Juan 3:1.

¡Cuán precioso privilegio es éste, que seamos hijos e hijas del Altísimo, herederos de Dios y coherederos con Jesucristo! No nos lamentemos, pues, porque en esta vida no estemos libres de desilusiones y aflicción. Si en la providencia de Dios somos llamados a soportar pruebas, aceptemos la cruz, y bebamos la copa amarga, recordando que es la mano de un Padre la que la ofrece a nuestros labios. Confiemos en él, en las tinieblas como en la luz del día. ¿No podemos creer que nos dará todo lo que fuere para nuestro bien? “El que aun a su propio Hijo no perdonó, antes le entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” Romanos 8:32. Aun en la noche de aflicción, ¿cómo podemos negamos a elevar el corazón y la voz en agradecida alabanza, cuando recordamos el amor por nosotros expresado en la cruz del Calvario? (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 295).

Cuando creamos realmente que Dios nos ama y quiere ayudamos, dejaremos de acongojamos por el futuro. Confiaremos en Dios así como un niño confía en un padre amante. Entonces desaparecerán todos nuestros tormentos y dificultades; porque nuestra voluntad quedará absorbida por la voluntad de Dios.

Cristo no nos ha prometido ayuda para llevar hoy las cargas de mañana. Ha dicho: “Bástate mi gracia” [2 Corintios 12:9]; pero su gracia se da diariamente, así como el maná en el desierto, para la necesidad cotidiana. Como los millares de Israel en su peregrinación, podemos hallar el pan celestial para la necesidad del día.

Solamente un día es nuestro, y en él hemos de vivir para Dios. Por ese solo día, mediante el servicio consagrado, hemos de confiar en la mano de Cristo todos nuestros planes y propósitos, depositando en él todas las cuitas, porque él cuida de nosotros (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 85, 86).

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Domingo 6 de enero | Lección 2_______________________________________________

EN PATMOS

Lee Apocalipsis 1:9. ¿Qué nos dice Juan el revelador sobre las circunstancias en que recibió las visiones de Apocalipsis?

Apocalipsis 1:9

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo.

Patmos es una isla árida y rocosa del mar Egeo; tiene 16 kilómetros de largo y 10 kilómetros de ancho en su parte más extensa. Los romanos la utilizaban, junto con otras islas circundantes, como colonia penal para los delincuentes políticos desterrados. Los primeros autores cristianos que vivieron relativamente cerca de la época de la redacción del libro de Apocalipsis afirman, por unanimidad, que las autoridades romanas habían desterrado a Juan a Patmos debido a su fidelidad al evangelio. El anciano apóstol seguramente soportó en Patmos todas las dificultades del encarcelamiento romano. Probablemente lo trataban como a un criminal, lo encadenaron con grillos, no le daban suficiente comida y lo obligaban a realizar trabajos forzados bajo el látigo de guardias romanos despiadados.

“Patmos, una isla árida y rocosa del mar Egeo, había sido escogida por las autoridades romanas para desterrar allí a los criminales; pero, para el siervo de Dios, esa lóbrega residencia llegó a ser la puerta del cielo. Allí, alejado de las bulliciosas actividades de la vida, y de sus intensas labores de años anteriores, disfrutó de la compañía de Dios, de Cristo y de los ángeles del cielo, y de ellos recibió instrucciones para guiar a la iglesia de todo tiempo futuro” (HAp 456).

¿Qué otros personajes de la Biblia han soportado dificultades, incluso a pesar de (o debido a) su fidelidad a Dios? Dan. 3:16-23; Hech. 7:54-60.

Daniel 3:16-23

16 Sadrac, Mesac y Abed-nego respondieron al rey Nabucodonosor, diciendo: No es necesario que te respondamos sobre este asunto. 17 He aquí nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano, oh rey, nos librará. 18 Y si no, sepas, oh rey, que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado. 19 Entonces Nabucodonosor se llenó de ira, y se demudó el aspecto de su rostro contra Sadrac, Mesac y Abed-nego, y ordenó que el horno se calentase siete veces más de lo acostumbrado. 20 Y mandó a hombres muy vigorosos que tenía en su ejército, que atasen a Sadrac, Mesac y Abed-nego, para echarlos en el horno de fuego ardiendo. 21 Entonces estos varones fueron atados con sus mantos, sus calzas, sus turbantes y sus vestidos, y fueron echados dentro del horno de fuego ardiendo. 22 Y como la orden del rey era apremiante, y lo habían calentado mucho, la llama del fuego mató a aquellos que habían alzado a Sadrac, Mesac y Abed-nego. 23 Y estos tres varones, Sadrac, Mesac y Abed-nego, cayeron atados dentro del horno de fuego ardiendo.

Hechos 7:54-60

54 Oyendo estas cosas, se enfurecían en sus corazones, y crujían los dientes contra él. 55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios. 57 Entonces ellos, dando grandes voces, se taparon los oídos, y arremetieron a una contra él. 58 Y echándole fuera de la ciudad, le apedrearon; y los testigos pusieron sus ropas a los pies de un joven que se llamaba Saulo. 59 Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado. Y habiendo dicho esto, durmió.

Los seguidores de Cristo nunca deben olvidar que cada vez que se encuentran en circunstancias similares a las de Juan no están solos. El mismo Jesús, que se acercó a Juan con palabras de esperanza y ánimo en medio de sus dificultades en Patmos, todavía está presente con su pueblo para sostenerlo y apoyarlo en situaciones difíciles.

¿Cómo podemos entender la diferencia entre sufrir por amor a Cristo y sufrir por otras razones, incluidas nuestras decisiones equivocadas? O ¿qué decir de sufrir por razones que no podemos entender? ¿Cómo podemos aprender a confiar en el Señor en cada situación?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

Yo Juan, vuestro hermano, y copartícipe vuestro en la tribulación, en el reino y en la paciencia de Jesucristo, estaba en la isla llamada Patmos, por causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo. (Apocalipsis 1)

“Vuestro hermano”

La humildad del apóstol Juan es muy notoria a estas alturas de su vida; después de haber escrito posiblemente el libro más impresionante de la Biblia, un libro que no tiene igual en cuanto a la cantidad de información profética recibida, él no se refiere a sí mismo como un padre espiritual, como una prominente autoridad apostólica, como un erudito en profecía, ni como un líder espiritual de alta jerarquía; él se refiere a sí mismo como “vuestro hermano”, compañero de Cristo y de los demás apóstoles, pero compañero en las tribulaciones.

Este es el mismo Juan que unos años atrás estaba luchando por conseguir un asiento al lado de Cristo cuando éste estableciera su reino; también es la misma persona que estaba luchando para que su hermano Santiago consiguiera el otro asiento libre que quedaba, para así poder sentarse uno a cada lado del Señor Jesús.

Aparentemente, en esta fecha la antigua ambición de Juan había sido sanada y ya había aprendido que, para participar del trono de Cristo, primero se tenía que tomar un curso completo sobre servicio y tribulación. 

Ahora las palabras de Juan tienen otra tonalidad: ya no ambiciona el poder, sino que comparte con sus hermanos el privilegio del servicio. Ahora comprende que el que quiera ser el más grande en el reino de los cielos, tiene que ser el más servicial en la tierra.

De esto aprendemos que nuestro rango y posición en el cielo, lo determinamos nosotros mismos aquí en la tierra, cuando escogemos la cantidad de tiempo y servicio que dedicaremos a Dios, al evangelio y a nuestro prójimo.

En la mente del apóstol ya no existe más el prurito de grandeza terrenal; ahora ya no se sitúa a un lado del trono de Cristo. Ahora se coloca abajo, junto y entre sus hermanos, sufriendo con ellos las tribulaciones, en el reino y en la paciencia de Cristo.

Juan estaba prisionero en la isla de Patmos. A diferencia de Pablo, que estaba encadenado y confinado a una pequeña celda, Juan está libre en una isla: él podía caminar por ella, ir adonde quisiera con tal de no salir de los linderos naturales que una isla impone.

De la árida isla de Patmos, Dios saca la más bella acuarela; de esa manera el gran Artista del universo, logra plasmar en el lienzo de la historia de la humanidad, un libro singular, un libro cuyos colores no tienen comparación alguna.

Los colores del Apocalipsis son de sufrimiento, son colores de persecución, son de muerte; también son colores de esperanza, de vida, de vindicación, de poder y de victoria.

Patmos es una desolada isla que pertenece al archipiélago Dodecaneso o Sporades. En la actualidad la isla es llamada Palmosa, es una isla montañosa que no produce frutas, solamente se cosecha trigo, garbanzos, frijoles y lentejas, en cantidad muy limitada.

Palmosa tiene alrededor de 30 millas de circunferencia, es decir unos 48 kilómetros; su anchura no sobrepasa una milla, siendo ésta una isla alargada.  En una de las montañas de Palmosa, existe un pequeño pueblo también llamado Palmosa o Patino; en este pueblo hay un convento de monjes griegos.

En la parte norte de este pueblo se encuentra una casa, y todos sus habitantes sostienen que fue en esta casa el lugar preciso donde se escribió el libro de Apocalipsis.

Cerca de la casa se encuentra una cueva. La tradición de los habitantes del lugar sostiene que fue en esa cueva donde el Apocalipsis fue revelado. Ambos lugares -tanto la casa como la cueva- son sitios de profunda veneración para la iglesia ortodoxa griega, como también por la iglesia cristiana.

La mayoría de los eruditos religiosos sostienen que Juan fue mandado a Patmos en el año 94 por orden del emperador Domiciano, quien gobernó a Roma del año 81 al 96 después de Cristo.

Patmos era la isla ideal para castigar a un criminal; era solitaria, desolada, árida, inhabitada y poco visitada; el destierro era el castigo ideal para una persona a la que se deseaba eliminar del mapa, pero sin quitarle la vida. 

Exiliar a una persona a una isla era un castigo común en los días del apóstol Juan. Por entonces se hacía una clara distinción entre los criminales y sus castigos; para los criminales viles y bajos su castigo eran cavar las minas, pero para los criminales decentes y respetuosos, el castigo era el exilio en algún desolado lugar. Juan calificaba para el exilio, pues su crimen era dar testimonio de Jesús.

La isla de Patmos a los ojos del hombre, era el lugar ideal para castigar a Juan; la isla de Patmos a los ojos de Dios, era el lugar ideal para revelar el libro de Apocalipsis a Juan

La quietud y la soledad de la isla fue el gran teatro natural que escogió Dios, para revelar a su siervo una de las más asombrosas profecías que solamente fue entregada a dos hombres en la historia de este mundo: uno de ellos fue el ilustrísimo profeta Daniel y el otro fue el apóstol y profeta Juan, conocido como el discípulo amado.

La islita fue el observatorio del humilde apóstol, y también el escritorio donde Juan preservó para nosotros unas profecías que se han convertido en guía, en luz, y en la esperanza de un mundo que se encuentra a los linderos de la extirpación del pecado y de la restauración eterna.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

“El que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él”. Jesús leía el futuro de sus discípulos. Veía a uno llevado al cadalso, otro a la cruz, otro al destierro entre las solitarias rocas del mar, otros a la persecución y la muerte. Los animó con la promesa de que en toda prueba estaría con ellos. Esta promesa no ha perdido nada de su fuerza…

En toda ocasión y lugar, en todas las tristezas y aflicciones, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro nos deja perplejos y nos sentimos impotentes y solos, se envía el Consolador en respuesta a la oración de fe. Las circunstancias pueden separamos de todo amigo terrenal, pero ninguna circunstancia ni distancia puede separamos del Consolador celestial. Dondequiera que estemos, dondequiera que vayamos, está siempre a nuestra diestra para apoyamos, sostenemos y animamos (El Deseado de todas las gentes, p. 623).

Jesús no pierde de vista a su pueblo, que tiene que hacer frente a tantos desánimos. Requiere poquísimo esfuerzo flotar con la corriente popular, pero aquellos que alcanzarán las playas inmortales deben luchar contra viento y marea…

El verdadero seguidor de Cristo no debería desmayar al recibir reproches… El apóstol amado dijo: “Hermanos míos, no os maravilléis si el mundo os aborrece”. 1 Juan 3:13. Y nuestro Salvador les recuerda a sus discípulos: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me aborreció antes que a vosotros”. Juan 15:18. Los que son fieles a Dios no recibirán daño en el reproche o en la oposición. No, más bien así se desarrollarán virtudes que no florecerían en el sol de la prosperidad. La fe, la paciencia, la humildad y el amor brotarán y florecerán en medio de las nubes y de las tinieblas (Nuestra elevada vocación, p. 361).

Vi que Esteban era un poderoso hombre de Dios, especialmente suscitado para ocupar un lugar importante en la iglesia. Satanás se regocijó por su muerte; porque sabía que los discípulos iban a sentir muchísimo su pérdida. Pero el triunfo de Satanás fue corto; porque en aquella compañía, presenciando la muerte de Esteban, estaba alguien a quien Jesús iba a revelarse. Saulo no tomó parte en el apedreamiento de Esteban, pero consintió en su muerte. Era celoso en la persecución de la iglesia de Dios, a cuyos miembros buscaba y apresaba en sus casas, para entregarlos a aquellos que querían matarlos… Sus talentos eran empleados eficazmente por Satanás para llevar adelante su rebelión contra el Hijo de Dios, y contra los que creían en él. Pero Dios puede quebrantar el poder del gran adversario, y librar a los que son llevados cautivos por él. Cristo había elegido a Saulo como “instrumento escogido,” que predicase su nombre, fortaleciese a sus discípulos en su obra, y lograse más que ocupar el lugar de Esteban (Primeros escritos, p. 198).

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Lección 2 | Lunes 7 de enero___________________________________________________

EN EL DÍA DEL SEÑOR

Lee Apocalipsis 1:10; Éxodo 31:13; Isaías 58:13; Mateo 12:8. Según estos versículos, ¿qué día especifica claramente la Biblia que es el día del Señor? ¿Cuán importante debió haber sido este día para Juan en medio de sus dificultades?

Apocalipsis 1:10

10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta,

Éxodo 31:13

13 Tú hablarás a los hijos de Israel, diciendo: En verdad vosotros guardaréis mis días de reposo; porque es señal entre mí y vosotros por vuestras generaciones, para que sepáis que yo soy Jehová que os santifico.

Isaías 58:13

13 Si retrajeres del día de reposo[a] tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia, santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras,

Mateo 12:8

porque el Hijo del Hombre es Señor del día de reposo.

“Fue en un sábado cuando la gloria del Señor se manifestó al desterrado apóstol. Juan observaba el sábado tan reverentemente en Patmos como cuando predicaba al pueblo de las aldeas y las ciudades de Judea. Se aplicaba las preciosas promesas que fueron dadas respecto de ese día” (HAp 464).

Apocalipsis 1:10 sugiere claramente que el apóstol Juan recibió la visión el día de reposo sabático. Aunque esperaba con ansias los acontecimientos futuros –incluso la segunda venida de Cristo (Apoc. 1:7), que también se la llama “el día del Señor” (Isa. 13:6-13; 2 Ped. 3:10)–, Juan hablaba del momento en que tuvo la visión de estos acontecimientos futuros, y eso fue en sábado, el “día del Señor”.

No hay dudas de que, en medio de sus sufrimientos, este sábado cargado de visión debió haberse convertido en un anticipo de una vida libre de sufrimiento, que él y los fieles de todas las edades experimentarán después de la Segunda Venida. De hecho, según la mentalidad judía, el sábado se considera un anticipo del olam haba, “el mundo venidero”.

“El sábado que Dios instituyó en el Edén era […] precioso para Juan en la solitaria isla […]. ¡Qué sábado fue aquel para el solitario desterrado, siempre precioso a la vista de Cristo, pero ahora honrado más que nunca! Nunca había aprendido tanto de Jesús, nunca había oído verdades tan sublimes” (“Comentarios de Elena G. de White”, CBA 7:967).

Compara las dos versiones del cuarto mandamiento del Decálogo, en Éxodo 20:11 y Deuteronomio 5:15. Estos pasajes subrayan que el sábado es una conmemoración de la Creación y de la Liberación, y nos recuerdan que Dios nos hizo y nos redimió. ¿Cómo podemos, cada sábado, tener siempre presente la realidad de que Dios es nuestro Creador y Redentor? Piensa en esto también: ¿De qué serviría que fuera nuestro Creador si no fuera nuestro Redentor también?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (Apocalipsis 1)

¿Por qué este texto es tan malinterpretado por la mayoría de los religiosos cristianos? ¿Por qué la mayoría de cristianos cuando leen este texto inmediatamente lo relacionan con el día domingo?

La palabra “kýrios” es el vocablo que se usa en griego para “Señor.”

La palabra griega “kyriakós” es el vocablo que se usa para decir “del Señor,” pero más específicamente se traduce como “perteneciente al Señor.”

Entonces el versículo dice: “Yo estaba en el Espíritu en el día {kyriakós} del Señor.”

Esta palabra kyriakós, que se traduce como “del Señor,” aparece solamente dos veces en la Biblia o, más bien dicho, aparece sólo dos veces en el Nuevo Testamento. 

Aparece en el texto de estudio de este día: 10 Yo estaba en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta (Apocalipsis 1), y también aparece en 1 Corintios 11: 20 que dice: “20 Cuando, pues, os reunís vosotros, esto no es comer la cena {kyriakós} del Señor.”

En verdad no tendría que haber confusión alguna porque, aunque la palabra es la misma, en los dos textos se está hablando de dos cosas diferentes; en uno de esos casos se está hablando de un día, y en el otro se está hablando de un servicio religioso, como lo es la cena del Señor.

Si recurrimos un poco a la historia, hacemos un descubrimiento muy interesante, y es que la mayoría de historiadores bíblicos concuerdan que iglesia apostólica llamaba al domingo “el día del Señor.”

En verdad llamaban al domingo “el día de la resurrección del Señor”, este título fue abreviado al “día del Señor.”  Tenemos que notar que la iglesia apostólica celebraba el evento de la resurrección y no el día.

La muerte de una persona nunca se celebra, por más ilustre que sea; hay muchas muertes que se conmemoran, pero hay mucha diferencia entre conmemorar y celebrar.

La muerte de Cristo fue un evento obscuro para los discípulos de Cristo, un día triste, un día de huir, un día de esconderse, un día de miedo, un día de encierro, un día de frustración. Por lo tanto, en la muerte de Cristo no había nada para conmemorar, mucho menos para celebrar.

Pero la resurrección de Cristo es una historia totalmente diferente: es un día de alegría, de gozo, de triunfo, de admiración; es un día para conmemorar y también un día para celebrar.

De esta información histórica aprendemos que la iglesia apostólica celebraba el evento, y no el día: el evento era la resurrección de Cristo, y lo hacían el día domingo por medio de la santa cena.

La Biblia confirma esta información en el libro de los Hechos, capítulo 20 y versículo 7 donde dice:

El primer día de la semana, reunidos los discípulos para partir el pan, Pablo les enseñaba, habiendo de salir al día siguiente; y alargó el discurso hasta la medianoche.”

De acuerdo con el texto recién leído, parece ser que los discípulos acostumbraban celebrar la cena del Señor en día domingo.

La santa cena se puede celebrar en cualquier día, y a cualquier hora, porque Jesucristo dejó este rito libre para que el hombre lo celebrara sin ninguna restricción: 24 y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí. 25 Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la bebiereis, en memoria de mí. (1 Corintios 11)

 

 

El otro punto que necesitamos agregar es el papel importante que juegan los dos idiomas principales que fueron usados para escribir la Biblia.

El idioma griego puede usar la palabra “kiriakós” para definir algo que pertenece al Señor; esto puede ser tanto un día, como un evento o un objeto.

Pero en el idioma hebreo, esta posibilidad no existe; para definir el día de descanso sólo hay una palabra que se usa y es “Sabbath” o “sábado.”

Cada vez que se usa la palabra hebrea equivalente a “sábado” no se puede interpretar otra cosa, sino el día de descanso que estipuló Dios en el cuarto mandamiento de la santa ley de Dios. Por lo tanto, hay una marcada diferencia entre “kiriakós” y “sábado” y no puede haber confusión ni mezcla entre estas palabras.

 

 

También podemos notar que en toda la Biblia encontramos que a diferentes e importantes conmemoraciones se las llama “día del Señor.”

Entre ellas tenemos el día de su nacimiento, el día de su bautismo, el día de su transfiguración, el día de su muerte, el día de su ascensión; y el más distinguidamente remarcable de todos estos días, es el día de su segunda venida, del cual encontramos muchos textos bíblicos, por ejemplo: 

que no os dejéis mover fácilmente de vuestro modo de pensar, ni os conturbéis, ni por espíritu, ni por palabra, ni por carta como si fuera nuestra, en el sentido de que el día del Señor está cerca. (2 Tesalonicenses 2)

El sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto (Hechos 2: 20).

El tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. (1 Corintios 5: 5)

Como también en parte habéis entendido que somos vuestra gloria, así como también vosotros la nuestra, para el día del Señor Jesús. (2 Corintios 1: 14)

Porque vosotros sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche (1 Tesalonicenses 5: 2).

Pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. (Apocalipsis 16: 14)

En los textos ya leídos, a pesar de que a esos días también se les llama «día del Señor,» no hay ninguna indicación de que se está cambiando el día de reposo, o que hay que adorar en esos días.

A pesar de que la historia nos explica que la iglesia apostólica llamaba al día domingo “el día de la resurrección del Señor” o abreviadamente “el día del Señor” allí no existe la mínima indicación de un cambio de día de reposo, de veneración, o de adoración que no sea el día estipulado por Dios, en los diez mandamientos.

En todo caso, si deseamos conocer cuál es el “día del Señor” referido en Apocalipsis 1:10 ¿a quién acudiremos? ¿Al pastor? ¿al líder religioso?… ¿o al Señor mismo?

Señor, ¿cuál es el día que usted reclama como suyo? Por favor, sáquenos de la dudosa incertidumbre. Necesitamos escuchar de sus propios labios una respuesta cierta e inequívoca tocante a cuál es el día del Señor.

“Yo soy el Hijo del hombre” -responde el Señor Jesucristo en Mateo 12:8- “y soy Señor del sábado.”  Y añade la misma idea en Marcos 2:28 “el Hijo del hombre es Señor del sábado.”

Queda claro, pues, que el apóstol Juan comenzó a recibir la revelación de Jesucristo -el texto del Apocalipsis- un sábado, posiblemente en la cueva que aún persiste en el camino de la playa al cerro, en la isla de su confinamiento, hoy conocida como Patino.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El gran enemigo de la felicidad del hombre hizo al sábado del cuarto mandamiento objeto de ataques especiales. Satanás dice: “Obraré en forma contraria a los propósitos de Dios. Daré a mis secuaces poder para desechar el monumento de Dios, el séptimo día como día de reposo. Así demostraré al mundo que el día santificado y bendecido por Dios fue cambiado. Ese día no vivirá en la mente del pueblo. Borraré su recuerdo. Pondré en su lugar un día que no lleva las credenciales de Dios, un día que no puede ser una señal entre Dios y su pueblo…

“De esta manera el mundo llegará a ser mío. Seré gobernante de la tierra, príncipe del mundo. Regiré de tal modo los ánimos que estén bajo mi poder que el sábado de Dios será objeto especial de desprecio…

[Pero] él que es el mismo ayer, hoy y por los siglos, declaró acerca del día de reposo, o sábado: “Es señal entre mí y vosotros por vuestras edades”. “Señal es para siempre”. Éxodo 31:13, 17 (Profetas y reyes, pp. 136, 137).

Dios dio a los hombres el recordativo de su poder creador, a fin de que lo vieran en las obras de sus manos. El sábado nos invita a contemplar la gloria del Creador en sus obras creadas. Y a causa de que Jesús quería que lo hiciéramos, relacionó sus preciosas lecciones con la hermosura de las cosas naturales. En el santo día de descanso, más especialmente que en todos los demás días, debemos estudiar los mensajes que Dios nos ha escrito en la naturaleza. Debemos estudiar las parábolas del Salvador allí donde las pronunciara, en los prados y arboledas, bajo el cielo abierto, entre la hierba y las flores. Cuando nos acercamos íntimamente al corazón de la naturaleza, Cristo hace que su presencia sea real para nosotros, y habla a nuestros corazones de su paz y amor (Palabras de vida del gran Maestro, p. 14).

“El Hijo del hombre es Señor aun del sábado”. Estas palabras rebosan instrucción y consuelo. Por haber sido hecho el sábado para el hombre, es el día del Señor. Pertenece a Cristo. Porque “todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho, fue hecho”. [Juan 1:3] Y como lo hizo todo, creó también el sábado. Por él fue apartado como un monumento recordativo de la obra de la creación. Nos presenta a Cristo como Santificador tanto como Creador. Declara que el que creó todas las cosas en el cielo y en la tierra, y mediante quien todas las cosas existen, es cabeza de la iglesia, y que por su poder somos reconciliados con Dios. Porque, hablando de Israel, dijo: “Diles también mis sábados, que fuesen por señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Jehová que los santifico,” [Ezequiel 20:12] es decir, que los hace santos. Entonces el sábado es una señal del poder de Cristo para santificamos. Es dado a todos aquellos a quienes Cristo hace santos. Como señal de su poder santificador, el sábado es dado a todos los que por medio de Cristo llegan a formar parte del Israel de Dios (El Deseado de todas las gentes, p. 255).

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Martes 8 de enero | Lección 2__________________________________________________

LA VISIÓN JUANINA DE CRISTO EN PATMOS

Lee Apocalipsis 1:12 al 18. Compara la descripción juanina de Cristo con el Ser divino de Daniel 10:5 y 6. ¿Cómo aparece Jesús en la visión de Juan? ¿Qué está haciendo?

Apocalipsis 1:12-18

12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, 13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro. 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. 16 Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza. 17 Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.

Daniel 10:5-6

Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz. Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud.

Juan ve a Jesús vestido como Sumo Sacerdote que andaba en medio de los candeleros. La imagen de Jesús en medio de los candeleros señala hacia la promesa de Dios dada al antiguo Israel de que él andaría entre ellos como su Dios (Lev. 26:12). En Apocalipsis, los candeleros representaban las siete iglesias de Asia a quienes originalmente se les envió el libro de Apocalipsis (Apoc. 1:20) y, como veremos el miércoles, los candeleros también simbolizan a su iglesia a lo largo de toda la historia. Mediante el Espíritu Santo, la atención de Jesús sigue estando sobre su iglesia en la Tierra. Él estará continuamente con su pueblo hasta que lo lleve a su hogar eterno.

Además, la imagen de Jesús como Sumo Sacerdote entre los candeleros se extrae de la práctica ritual del Templo de Jerusalén. La tarea diaria del sacerdote designado era mantener las lámparas del Lugar Santo constantemente encendidas. Recortaba y recargaba las lámparas que se apagaban, cambiaba las mechas de las lámparas que se habían apagado, las rellenaba con aceite nuevo y las volvía a encender. De ese modo, el sacerdote se familiarizaba con la situación de cada lámpara individual. De la misma manera, Jesús está familiarizado con las necesidades y las circunstancias de su pueblo e intercede por él personalmente.

Lee Apocalipsis 2:2, 9, 13 y 19; y 3:1, 8 y 15. ¿Qué indica la afirmación “Yo conozco” acerca de cuán familiarizado estaba Jesús con las situaciones y las necesidades de esas iglesias?

Apocalipsis 2:2, 9, 13 y 19

Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;

Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.

13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás.

19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras.

Apocalipsis 3:1, 8 y 15

1 Escribe al ángel de la iglesia en Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.

Yo conozco tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie puede cerrar; porque aunque tienes poca fuerza, has guardado mi palabra, y no has negado mi nombre. 

15 Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. !!Ojalá fueses frío o caliente!

Jesús se identificó con los títulos de Dios: “El primero y […] el postrero” (ver Isa. 44:6; 48:12). La palabra griega para “postrero” es eschatos, de la que deriva la palabra escatología (estudio de los acontecimientos del tiempo del fin). Esto muestra que el foco de la escatología está en Jesucristo, quien tiene la última palabra sobre los acontecimientos finales. Él es “el que viv[e]” y posee “las llaves de la muerte y del Hades” (Apoc. 1:18). Mediante su muerte y su resurrección, Jesús recibió autoridad para abrir las puertas de la muerte (Job 17:16; Sal. 9:13). Todo el que confíe en él resucitará de la tumba para vida eterna (1 Cor. 15:21-23). Los fieles seguidores de Jesús no necesitan temer, porque incluso los muertos están bajo su cuidado. Y, si eso es así con los muertos, ¿cuánto más con los vivos? (Ver 1 Tes. 4:16, 17.)

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

12 Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro, 13 y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.  14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego; 15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. 16Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza.  17Cuando le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. (Apocalipsis 1)

5Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.  6Su cuerpo era como de berilo, y su rostro parecía un relámpago, y sus ojos como antorchas de fuego, y sus brazos y sus pies como de color de bronce bruñido, y el sonido de sus palabras como el estruendo de una multitud. (Daniel 10)

12Y me volví para ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro (Apocalipsis 1).

Juan creía que estaba solo en ese lugar, pero descubrió que eso no era así; allí había alguien que le estaba acompañando.

En la quietud y en el silencio de la desolada isla, ahora se escucha la voz de una persona que está hablando con Juan. Por supuesto que la reacción natural e inmediata de Juan es volverse para ver quién es la persona que súbitamente y sin anuncio alguno ha aparecido en el solitario lugar.

La isla de Patmos se convirtió en una puerta del cielo, puerta que usarían muchos seres celestiales -incluyendo al mismo Jesús- para visitar al anciano apóstol-profeta y así entregarle el libro que revelaría los acontecimientos venideros desde esos días hasta el fin del mundo, el fin del pecado y la restauración del eterno reino de Cristo.

La visión se inició escuchando la voz de una persona, pero no contemplando la persona que estaba hablando, sino contemplando siete candeleros de oro. No era un candelero con siete brazos, sino que eran siete candeleros de oro, cada uno de ellos con su propia luz.

El candelero conocido en el culto judío era un solo candelero, que tenía siete brazos, cada brazo con su lámpara; esto significaba la unión de una sola iglesia y un solo pueblo, en un solo lugar.

Pero ahora la postal religiosa cambia; ya no es un candelero con siete brazos, sino siete candeleros independientes el uno del otro, denotando de esta manera la independencia de las iglesias, la una de la otra.

En el mundo judío, Dios tenía una sola iglesia, pero esto cambia en el mundo gentil: allí Dios tiene varias iglesias.

Los siete candeleros representan a las siete iglesias, cada una de ella diferente de la otra, cada una con su problema diferente, cada una con un reto diferente y también con un premio diferente. A pesar de que las iglesias eran independientes y diferentes la una de la otra, aún siguen unidas por una sola cabeza, que es Cristo Jesús y también unidas por la presencia del Espíritu Santo.

La luz de los candeleros no es una luz propia: los candeleros son sólo los portadores de la luz, la luz pertenece al Dueño de los candeleros, a Cristo Jesús, quien es la luz del mundo.

 

13 Y en medio de los siete candeleros, a uno semejante al Hijo del Hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por el pecho con un cinto de oro.

A Juan no se le hace difícil reconocer al Cristo glorificado de esta visión, ya que Juan anteriormente había contemplado a Cristo en toda gloria, esplendor y majestad en la escena de la transfiguración. El glorificado Cristo aun viste la forma humana que sus discípulos podían reconocer fácil y rápidamente antes de su ascensión.

Juan describe a Cristo vestido de una ropa que le llegaba hasta los pies, sin duda alguna esas largas ropas son las ropas del efod de un sumo sacerdote descritas en el libro de Éxodo.  

El cinto de oro que viste Cristo no estaba sobre sus hombros, que significaría acción o trabajo; el cinto de oro estaba sobre su pecho, lo que significa soberanía.  De la misma manera que los dignatarios modernos usan una banda cruzada sobre su pecho, denotando soberanía, grandeza y autoridad, Jesucristo usa el cinto de oro sobre su pecho, denotando poder, autoridad y soberanía.

El cinto que está vistiendo Cristo es de oro -oro puro- material que usa mucho la nobleza, por lo tanto, la postal que Juan contempló y que nosotros podemos imaginar, pertenece a un sacerdote que al mismo tiempo es rey, título que solamente se le puede dar a Cristo, por las diferentes naturalezas de sus múltiples oficios.

14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos como llama de fuego;15 y sus pies semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su; voz como estruendo de muchas aguas. 16Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza

Este texto nos recuerda la transfiguración de Cristo en gloria y majestad frente a Juan, Santiago y Pedro.

“Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve;”

Los cabellos blancos de una persona, naturalmente se interpretan como señal de decadencia, pero en este texto no hay cabida para esa interpretación. En este caso es conocimiento infinito, juicio perfecto, sabiduría eterna, majestad, pureza y eternidad.

“sus ojos como llama de fuego”

Los ojos como llama de fuego pueden ser interpretados como los ojos de Dios que todo lo ven, conoce los secretos del corazón y también conoce los eventos que ocurrirán en el futuro cercano, igual como en el futuro lejano. Ojos como llamas de fuego que ven lo bueno y también ven lo malo, ojos que purifican la iniquidad del pecador que se arrepiente, y también eliminan al pecador que no quiere apartarse de la iniquidad de sus pecados. Ojos de fuego que pueden iluminar los casos más oscuros de maldad e injusticia que ocurren en la tierra.

 

15 Y sus pies (eran) semejantes al bronce bruñido, refulgente como en un horno; y su voz como estruendo de muchas aguas. 16Tenía en su diestra siete estrellas; de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza

Sus pies semejantes al bronce bruñido pueden representar la firmeza de sus decisiones y la excelencia de sus procedimientos, su voz como el estruendo de muchas aguas es representado por el poder de su palabra, poder que puede crear, premiar, castigar o destruir.

Las siete estrellas representan a los siete ministros o dirigentes de las siete iglesias a quienes van dirigidos los mensajes del Apocalipsis; estos ministros son dirigidos y sostenidos directamente por Cristo.

La espada de doble filo representa la justicia de Cristo, justicia perfecta a la cual es sometido todo caso que sucede aquí en la tierra. Muchos toman la espada de dos filos como la Palabra de Dios: un filo es el Antiguo Testamento y el otro filo es el Nuevo Testamento. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios (Efesios 6)

 

17Cuando le vi, caí como muerto a sus pies”

La Biblia dice que en el perfecto amor no hay temor, y mientras no tengamos el amor perfecto, siempre habrá espacio para el temor; solamente el perfecto amor hacia Dios, puede expulsar completamente el terror del ser humano.

 De esto descubrimos que siempre los principios del evangelio fueron iniciados con mucho temor. Todos aquellos que en un momento tuvieron un encuentro con lo divino, sufrieron temor: Abraham, Jacob, Manoa, Daniel, Moisés, Elías, Isaías, María, Juan y Pablo entre otros, tuvieron mucho temor cuando fueron confrontados con lo divino.

El discípulo que solía recostarse en el pecho de su Maestro, ahora cae a los pies de su Maestro, pero cae como muerto. Podía haber caído a los pies de Cristo con gozo, con alegría, con besos y lágrimas para esos pies que fueron perforados en la cruz … ¡pero no fue así!

Juan no estaba al frente de un Dios que se había humanizado, que se había hecho un bebé y había crecido en medio de los hombres como un hombre; ahora Juan estaba ante el Hombre que había regresado a su Padre, y había sido glorificado con la misma gloria del Padre, gloria que poseía antes de la misma fundación del mundo. 

El temor a Dios es natural y es razonable; enfrentarse con lo desconocido siempre despierta la ansiedad en el humano, y cuando la conciencia no está clara con el suceso que se está experimentando o viviendo, la ansiedad entonces se convierte en la antesala del terror.

¿Por qué Juan estaba muerto de terror, si la gloria de Dios no tendría que infundir terror en el ser humano? Era la imperfección de Juan la que lo estremecía, era una fe que estaba incompleta en los negocios del Cielo: se estaba encontrando la perfección con la imperfección, el Creador con la criatura, el Santo con el pecador. Mientras el pecado sirva de división entre lo humano y lo divino, el resultado final es el terror y el miedo.

Era la imperfección de Juan la que lo estremecía, era una fe que estaba incompleta en los negocios del cielo, se estaba encontrando la perfección con la imperfección, el Creador con la criatura, el Santo con el pecador, mientras el pecado sirva de división entre lo humano y lo divino, el resultado final del hombre cuando se enfrenta con lo divino, es el terror y el miedo.

Mientras el hombre no contemple el rostro de Jesús para ser transformado de gloria en gloria, la gloria de Dios causará terror en aquellos que perdimos esa gloria por causa del pecado.

Cuando el hombre se enfrenta a la grandeza y la gloria de Dios, inmediatamente se da cuenta de su debilidad e insignificancia, y este descubrimiento dispara el miedo en él, hasta atravesar los linderos del terror llegando a la orilla de la misma muerte.

Todos los que han tenido la oportunidad de enfrentarse a la gloria divina, llegan a la conclusión que hay una alta oportunidad de perder la vida, y lo han expresado con toda claridad y sinceridad.

La mente mas santificada y espiritual que pueda existir en la tierra, al percibir la santidad y la grandeza de Dios, se da cuenta de la gran desproporción que existe entre lo humano y lo divino, y la santa reverencia que se debería tener para Dios por la ocasión de la visita divina, es empujada por la debilidad humana a un miedo excesivo.

Esa fue la experiencia de Juan, por eso Jesucristo interviene con su toque físico y con su voz divina, aquietando al convulsionado Juan, que está experimentando una extraña reverencia que está siendo convulsionada por el terror.

La reverencia no es una de las virtudes para nuestros días modernos. En la vida encontramos hombres corajudos, verdaderos, pacientes y buenos, que aun con estas virtudes, carecen de reverencia.

La reverencia, al igual que la santidad, tiene niveles de crecimiento, el nivel de reverencia de una persona, crece de acuerdo a la contemplación, a la relación y al amor que desarrolla para Dios.

El termómetro que mide la reverencia de una persona, es su forma de adoración que tiene hacia Dios.

Si quisiéramos definir la palabra reverencia en palabras sencillas, pudiéramos decir que la reverencia es el reconocimiento práctico y sincero de la grandeza de Dios.

Cuando llegamos a reconocer la grandeza de Dios, nace la reverencia. Mas alta la grandeza divina, mas profunda la reverencia. Menos reconocimiento de la grandeza divina, menos reverencia en nuestro ser.

Hay muchos pensadores religiosos que dicen la reverencia es una creación de la religión, y hasta cierto punto hay una gran verdad en esas palabras.

La religión es uno de los maestros mas grandes de la reverencia, y la iglesia es la escuela donde la reverencia se enseña y se practica.

La religión revela al hombre la grandeza de Dios, al mismo tiempo que nos enseña la insignificancia del hombre frente a Dios. La religión escribe sobre cada converso, sobre cada institución, sobre cada ideal, sobre cada libro y sobre cada mente: “Grandes y maravillosas son tus obras, Señor Dios Todopoderoso; justos y verdaderos son tus caminos, Rey de los santos.” (Apocalipsis 15:3)

Pero no siempre sucede así, la reverencia nace cuando el humano se encuentra con lo divino. Cornelio no estaba en una iglesia, ni era de ninguna religión, cuando recibió la visita divina.   Ese encuentro con lo divino, produjo en él reverencia, una reverencia igual a la de Juan, una reverencia mezclada con miedo, que atravesaba los linderos del terror.

La verdadera reverencia no es un patrón de conducta que el humano puede aprender en alguna institución. La verdadera reverencia nace cuando el humano se encuentra con Dios, cuando el humano logra contemplar su poder y su gloria.

Cuando la fría y triste vida humana es tocada por dentro, por el amor y la grandeza divina, allí nace una de las virtudes mas grandes del hombre hacia Dios,  allí nace la reverencia.

 17…Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; yo soy el primero y el último; 18 y el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades. (Apocalipsis 1)

De estos dos textos tendrían que haberse creado cientos y miles de himnos de alabanza por la excelencia de sus palabras, por la esperanza que estos textos infundieron para los que una vez estuvieron vivos, como para los que aún se encuentran vivos, y por el mensaje de triunfo que este conjunto de palabras encierra.

¡Gloria a Dios! Que no hay ningún lugar en el cielo, ni en la tierra, ni en los lugares debajo de la tierra que Dios haya dejado a su antojo para que la anarquía sea soberana. En cualquier lugar muy arriba de la tempestad, se encuentra el reino de Cristo que gobierna sobre todo y sobre todos, para siempre; Sí, amén. 

Terribles poderes encierran la muerte y el infierno, poderes que el ser humano por sí mismo no puede quebrantar ni conquistar, pero el texto nos informa que Cristo sí puede hacerlo.

El texto nos informa que Cristo tiene unas llaves, llaves especiales que son las únicas capaces de abrir las grandes puertas que encierran el imperio del infierno y de la muerte.

La llave que tiene Cristo tiene poder para abrir el imperio de la muerte y del infierno, pero también tiene poder para cerrar esas pesadas y tenebrosas compuertas.

Así como esa llave abrirá las puertas para liberar a miles y millones de santos que esperan el gran día de la resurrección, esas mismas llaves encerrarán a miles y millones que no podrán entrar en el reino de los cielos.

Esas llaves cerraron las puertas del arca de Noé y esas mismas llaves abrieron las puertas  a una gigantesca y avanzada civilización que quedó atrapada tras las rejas de la muerte. Una vez que Cristo usa esas llaves, nadie puede traspasar de un lado al otro.

“el que vivo, y estuve muerto…” 

Jesucristo tiene muchos emblemas y muchas insignias que lo identifican, por ejemplo; un cetro, una diadema, un arcoíris, una corona, tanto la de oro como la de espinas, un caballo blanco, vestiduras blancas y un trono, entre otros.

Las llaves de la muerte y del infierno son otras insignias de su poder y de su gloria, posiblemente las llaves de la muerte y del infierno, sean los emblemas más poderosos en el vasto arsenal de Cristo. Con estos emblemas Cristo tiene un control supremo y una autoridad ilimitada sobre la muerte y sobre el infierno.

“el que vivo, y estuve muerto…” son palabras e idioma que sólo Cristo puede pronunciar. Dura fue la batalla, grandioso el triunfo, sublime es la alabanza que se entona para celebrar el triunfo de Jesús, alabanza entonada tanto por el mundo caído, como por el que se ha mantenido fiel.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

“El que anda en medio de los siete candeleros de oro”. Apocalipsis 2:1. Este pasaje demuestra la relación que sostiene Cristo con las iglesias. Anda en medio de las iglesias por toda la longitud y la anchura de la tierra. Las observa con intenso interés para ver si están en una condición espiritual que les permita hacer progresar su reino. Cristo está presente en toda asamblea de la iglesia. Conoce a todos los que están relacionados con su servicio y a aquellos cuyo corazón puede llenar de aceite santo para que lo impartan a otros. Son muy preciosos para Cristo los que realizan fielmente su obra en nuestro mundo y, representando en palabra y obra el carácter de Dios, cumplen el propósito del Señor para con ellos. Cristo se deleita en ellos como un hombre se deleita en un jardín bien cuidado y en la fragancia de las flores que ha plantado (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 418).

“El ojo del Señor está sobre la obra, sobre todos sus planes, y sobre las imaginaciones de toda mente; el ve debajo de la superficie de las cosas, discerniendo los pensamientos e intenciones del corazón. No existe un solo hecho propio de las tinieblas, ni un solo plan, ni una sola imaginación del corazón, ni un solo pensamiento de la mente, que él no lea como si fuera en un libro abierto. Todo acto, toda palabra, todo motivo, es fielmente anotado en los registros del gran Dios que investiga el corazón, y que dijo: ‘Yo no conozco tus obras’ (Notas biográficas de Elena G. de White, p. 354).

Ninguna cosa fuera de una profunda experiencia personal nos capacitará para soportar la prueba de las dificultades y tentaciones que encontraremos en la lucha cristiana. Demasiado a menudo nos sentimos bien cuando todas las cosas van suavemente, pero cuando las dudas asaltan el alma, y Satanás insinúa sus sugerencias, desaparece nuestra defensa, y cedemos rápidamente a las artes del tentador, haciendo escasa mente un esfuerzo para resistir y rechazarlo. No basta tener buenos impulsos. El alma debe atrincherarse por la oración y el estudio de las Escrituras. Jesús, armado con estas armas, hizo frente al astuto enemigo en el campo de batalla, y lo venció. Todos podemos vencer mediante su fortaleza; pero esa fortaleza no responderá por nosotros si suponemos que podemos prescindir de su ayuda. Él dice: “Sin mí nada podéis hacer”. Juan 15:5. Pero ninguna alma verdaderamente humilde que anda a la luz como Cristo está en luz, será entrampada por los engañadores artificios de Satanás (Nuestra elevada vocación, p. 332).

Y Dios cuida y sostiene todo lo que creó. El que sustenta los innumerables mundos diseminados por la inmensidad, también tiene cuidado del gorrioncillo que entona sin temor su humilde canto. Cuando los hombres van a su trabajo, o están orando; cuando se acuestan por la noche o se levantan por la mañana; cuando el rico se sacia en el palacio, o cuando el pobre reúne a sus hijos alrededor de su escasa mesa, el Padre celestial vigila tiernamente a todos. No se derraman lágrimas sin que él lo note. No hay sonrisa que para él pase inadvertida (El camino a Cristo, p. 86).

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Lección 2 | Miércoles 9 de enero_______________________________________________

LOS MENSAJES DE CRISTO PARA AYER Y PARA HOY

Lee Apocalipsis 1:11, 19 y 20. Jesús también pronunció siete mensajes distintivos para las iglesias de Asia. El hecho de que hubiese más de siete iglesias en la provincia ¿qué sugiere sobre el significado simbólico de estos mensajes para los cristianos en general?

Apocalipsis 1:11, y 19-20

11 que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete iglesias que están en Asia: a Efeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.

19 Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de estas. 20 El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y de los siete candeleros de oro: las siete estrellas son los ángeles de las siete iglesias, y los siete candeleros que has visto, son las siete iglesias.

Los mensajes que Jesús le ordenó a Juan que enviara a las siete iglesias se registran en Apocalipsis 2 y 3. Sus significados se aplican en tres niveles:

Aplicación histórica. Esos mensajes fueron enviados originalmente a siete iglesias del siglo I, ubicadas en ciudades prósperas de Asia. Esos cristianos enfrentaban serios desafíos. Varias ciudades establecieron el culto al emperador en sus templos como muestra de su lealtad a Roma. La adoración al emperador se volvió obligatoria. También se esperaba que los ciudadanos participaran en eventos públicos y ceremonias religiosas paganas. Debido a que muchos cristianos se negaban a participar en estas prácticas, enfrentaban pruebas e incluso, a veces, el martirio. Encomendado por Cristo, Juan escribió los siete mensajes para ayudarlos con estos desafíos.

Aplicación profética. El hecho de que Apocalipsis sea un libro profético, pero que solo se hayan elegido siete iglesias para recibir estos mensajes, también señala el carácter profético de los mensajes. Las condiciones espirituales de las siete iglesias coinciden con las condiciones espirituales de la iglesia de Dios en diferentes períodos históricos. Los siete mensajes pretenden ofrecer, desde la perspectiva celestial, un estudio panorámico del estado espiritual de la cristiandad desde el siglo I hasta el fin del mundo.

Aplicación universal. Así como todo el libro de Apocalipsis fue enviado como una sola carta que debía leerse en cada iglesia (Apoc. 1:11; 22:16), así también los siete mensajes contienen lecciones que pueden aplicarse a los cristianos de todas la épocas. De modo que representan diferentes tipos de cristianos en diferentes lugares y ocasiones. Por ejemplo, aunque la característica general del cristianismo actual es laodicense, algunos cristianos pueden identificarse con las características de alguna de las otras iglesias. Lo bueno es que, cualquiera que sea nuestra condición espiritual, Dios “se encuentra con los seres humanos caídos donde están ellos” (MS 1:27).

Imagínate si el Señor escribiera una carta para tu iglesia local, como lo hizo con las siete iglesias, sobre los desafíos que enfrenta y su condición espiritual. ¿Qué podría decir esa carta?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

Día miércoles se encuentra junto con el día de estudio del día jueves.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando Dios estaba por revelar al amado Juan la historia de la iglesia durante los siglos futuros, le reveló el interés y cuidado del Salvador por su pueblo, mostrándole “uno semejante al Hijo del hombre”, que andaba entre los candeleros que simbolizaban a las siete iglesias. Mientras se le mostraban a Juan las últimas grandes luchas de la iglesia con las potencias terrenales, también se le permitió contemplar la victoria final y la liberación de los fieles. Vio a la iglesia en conflicto mortífero con la bestia y su imagen, y la adoración de esa bestia impuesta bajo la pena de muerte. Pero mirando más allá del humo y el estruendo de la batalla, contempló a una hueste sobre el monte de Sión con el Cordero, llevando, en vez de la marca de la bestia, “el nombre de su Padre escrito en sus frentes”. Y también vio a “los que habían alcanzado la victoria de la bestia, y de su imagen, y de su señal, y del número de su nombre, estar sobre el mar de vidrio, teniendo las arpas de Dios” (Apocalipsis 1:13; 14:1; 15:2), y cantando el himno de Moisés y del Cordero (Testimonios para la iglesia, tomo 5, p. 702).

El Salvador anhela manifestar su gracia e imprimir su carácter en el mundo entero. Es su posesión comprada, y anhela hacer a los hombres libres, puros y santos. Aunque Satanás obra para impedir este propósito, por la sangre derramada para el mundo hay triunfos que han de lograrse y que reportarán gloria a Dios y al Cordero. Cristo no quedará satisfecho hasta que la victoria sea completa, y él vea “del trabajo de su alma… y será saciado”. [Isaías 53:11] Todas las naciones de la tierra oirán el evangelio de su gracia. No todos recibirán su gracia; pero “la posteridad le servirá; será ella contada por una generación de Jehová”. [Salmo 22:30] (El Deseado de todas las gentes, p. 768).

La iglesia de Cristo es la intermediaria elegida por Dios para salvar a los hombres. Su misión es llevar el evangelio al mundo. Esta obligación recae sobre todos los cristianos. Cada uno de nosotros, hasta donde lo permitan sus talentos y oportunidades, tiene que cumplir el mandato del Salvador. El amor de Cristo que nos ha sido revelado nos hace deudores de cuantos no lo conocen. Dios nos dio luz, no solo para nosotros, sino para que la derramemos sobre ellos.

Si los discípulos de Cristo comprendiesen su deber, habría mil heraldos proclamando el evangelio a los paganos donde hoy hay uno. Y todos los que no pudieran dedicarse personalmente a la obra, la sostendrían con sus recursos, simpatías y oraciones. Y se trabajaría con más ardor en favor de las almas en los países cristianos.

No necesitamos ir a tierras de paganos —ni aun dejar el estrecho círculo del hogar, si allí nos retiene el deber— a fin de trabajar por Cristo. Podemos hacerlo en el seno del hogar, en la iglesia, entre aquellos con quienes nos asociamos y con quienes negociamos (El camino a Cristo, p. 81).

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Jueves 10 de enero | Lección 2_________________________________________________

MENSAJE PARA LA IGLESIA DE ÉFESO

Éfeso era la capital y la ciudad más grande de la provincia romana de Asia, ubicada en las principales rutas comerciales. Como principal puerto marítimo de Asia, era un centro comercial y religioso muy importante. La ciudad estaba llena de edificios públicos como templos, teatros, gimnasios, baños públicos y burdeles. También era famosa por las prácticas de magia y las artes. La ciudad también era notoria por su inmoralidad y superstición. Sin embargo, la iglesia cristiana más influyente de la provincia estaba en Éfeso.

Lee Apocalipsis 2:1 al 4 junto con Jeremías 2:2. ¿Cómo se presenta Jesús ante esta iglesia? ¿Qué grandes cualidades elogia de ella? ¿Qué preocupación expresa Jesús también?

Apocalipsis 2:1-4

1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.

Jeremías 2:2

Anda y clama a los oídos de Jerusalén, diciendo: Así dice Jehová: Me he acordado de ti, de la fidelidad de tu juventud, del amor de tu desposorio, cuando andabas en pos de mí en el desierto, en tierra no sembrada.

En un principio, los efesios eran conocidos por su fidelidad y su amor (Efe. 1:15). A pesar de que la iglesia experimentaba presiones externas e internas, los cristianos de Éfeso se mantuvieron firmes y fieles. Fueron trabajadores y fieles hasta el fin; de hecho, no podían tolerar a apóstoles falsos en medio de ellos. Sin embargo, su amor por Cristo y por sus hermanos comenzó a menguar. Aunque se mantuvieron firmes y fieles, sin el amor de Cristo, hasta su propia lámpara corría peligro de apagarse.

Lee Apocalipsis 2:5 al 7. ¿Qué tres cosas insta Jesús a hacer para que a iglesia reavive su primer amor y su devoción a Cristo y a sus hermanos creyentes? ¿Cómo se relacionan estas tres cosas secuencialmente?

Apocalipsis 2:5-7

Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

Proféticamente, la situación de la iglesia de Éfeso corresponde a la situación general y a la condición espiritual de la iglesia de 31 a 100 d.C. La iglesia apostólica se caracterizaba por el amor y la fidelidad al evangelio. Pero, a fines del siglo I, la iglesia comenzó a perder la llama de su primer amor, y con ello se apartó de la sencillez y la pureza del evangelio.

Imagina que eres parte de una congregación cuyo amor está decayendo. Los miembros quizá no practiquen ningún pecado conocido o visible. En cierta medida, incluso están haciendo lo que corresponde; sin embargo, sufren de formalismo y frialdad. ¿De qué manera el consejo de Jesús puede librar a la iglesia de esta situación?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

Los mensajes a las siete iglesias del Apocalipsis, se conocen como mensajes ESCATOLÓGICOS.

Se les llaman escatológicos porque son mensajes enviados a dos destinatarios diferentes, en lugares diferentes y en tiempos diferentes, pero todos se refieren a eventos que ocurrirán en el tiempo del fin, es decir, en nuestros días, antes de glorioso retorno de Cristo.

Las siete iglesias del Apocalipsis eran Iglesias reales que existían en el tiempo de los apóstoles; recibieron esos nombres por las ciudades donde estaban localizadas. Dicho en otras palabras, las ciudades eran reales y las iglesias también eran reales. Para estas iglesias reales, eran estos mensajes literales.

Pero estos mensajes tienen otro lado y ese es el lado profético; el mensaje a las siete iglesias, son mensajes a siete etapas que la iglesia cristiana atravesaría, comenzando desde la ascensión de Cristo hasta su segunda venida a esta tierra; estas son las iglesias:

 Éfeso               Significa DESEABLE            Del año 31 al 100 DC

Esmirna           Significa OLOR AGRADABLE (mirra)    Del año 100 al 313 DC

Pérgamo          Significa ELEVADA 0 EXALTADA    Del año 313 al 538 DC

Tiatira              Significa DULCE SABOR DE SACRIFICIO    Del año 538 al 1517 DC

Sardis              Significa RENOVACIÓN    Del año 1517 al 1755 DC

Filadelfia         Significa AMOR FRATERNAL   Del año 1755 al 1844 DC

Laodicea         Significa JUICIO DEL PUEBLO                  Del año 1844 hasta HOY

 

Los mensajes a las iglesias tienen 4 frases que se repiten en la misma secuencia. En los siete mensajes siempre encontraremos las siguientes frases:

– «ESCRIBE AL ÁNGEL DE LA IGLESIA EN…”

– “YO CONOZCO TUS OBRAS”

– “AL QUE VENCIERE…”

– “EL QUE TIENE OÍDO, OIGA LO QUE EL ESPÍRITU DICE A LAS IGLESIAS”

IGLESIA DE ÉFESO

Apocalipsis 2: 1-7

Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.

 “Escribe al ángel de la iglesia en Éfeso” Los siete mensajes, comienzan con las mismas palabras; a Juan se le ordena que escriba al ángel de cada iglesia. Algunos eruditos creen que el ángel de la iglesia de Éfeso era Timoteo.

La palabra ángel se escribe en griego así: ἀγγέλῳ, se pronuncia “ánguelo”; interesantemente esta palabra significa “mensajero”. Usualmente se le aplica a un ángel que desciende del cielo con un mensaje, pero también la Biblia se lo aplica al humano que trae un mensaje divino.

En Apocalipsis 22: 8 y 9 dice:» 8Yo Juan soy el que oyó y vio estas cosas. Y después que las hube oído y visto, me postré para adorar a los pies del ángel que me mostraba estas cosas. 9Pero él me dijo: Mira, no lo hagas; porque yo soy consiervo tuyo, de tus hermanos los profetas, y de los que guardan las palabras de este libro. Adora a Dios.»

Aquí el ángel Gabriel indica a Juan que no le adore, ya que ambos son ángeles, (mensajeros), entre los dos llevarán un mensaje para todos los profetas y para todos los que guardan las palabras escritas en el libro de Apocalipsis.

Mateo 11: 10-11 dice: «Porque éste es de quien está escrito: He aquí, yo envío mi ángel delante de tu faz, El cual preparará tu camino delante de ti. 11De cierto os digo: Entre los que nacen de mujer no se ha levantado otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, mayor es que él.»

En este texto se le está llamando ángel a Juan. La mayoría de las versiones dice “mensajero”, pero la palabra que se usa en el original griego es “ánguelo”

Encontramos muchos textos en la Biblia donde se llama “ánguelo” a hombres que están portando un mensaje divino (Marcos 1: 2; Lucas 7: 24, 29; Lucas 9: 52; 2 Corintios 12: 7) etc.

El Comentario Adventista dice que aquí se refiere a que Juan está recibiendo este mensaje, para que lo imparta a los obispos o pastores, o ancianos de las siete iglesias, y ellos eran los “ánguelon” o mensajeros que tenían que dar el mensaje a sus respectivas iglesias.

Éfeso estaba en la cima de su gloria en la era de los apóstoles; era la ciudad más importante de toda Asia, su población era de unos cuantos cientos de miles de habitantes. Las ruinas de su teatro todavía existen en nuestros días y se calcula que ese teatro tenía capacidad para 20,000 espectadores.

Éfeso era una ciudad grande en población, en comercio, en literatura, en opulencia y en lujos.

Allí estaba el famoso templo a Diana, que dicho sea de paso es considerado una de las siete maravillas del mundo clásico. Hay fragmentos de las columnas de sus edificios ricamente esculpidas, estas columnas han sido preservadas y se pueden observar en el museo británico de Londres.

Los problemas más grandes de esta ciudad eran el orgullo del conocimiento, la influencia de la idolatría, el efecto de las riquezas, y la complacencia de los placeres sensuales.

La iglesia de Éfeso era sostenida por la persistente labor de Priscila y de Aquila, disfrutaba de los grandes sermones del elocuente Apolo, y eran bendecidos con el ferviente trabajo de Tíquico.

También disfrutaron la presencia del apóstol Pablo alrededor de tres años; y cuando Pablo partió, nombró a Timoteo como el obispo o el pastor encargado de la iglesia.

Para cerrar con broche de oro, la lista de los eminentes líderes de la iglesia, tenemos también el apóstol Juan. Juan -el último de los apóstoles- hizo de Éfeso el centro evangelístico para toda la provincia, les impartió su rica experiencia en sus últimos días y les dio la última bendición de su vida.

«El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto» (Apocalipsis 2).

Las siete estrellas son los dirigentes de las siete iglesias; Jesús los tiene en su mano derecha, están a su disposición, están a su servicio, él los ha colocado en esa posición, él les proporciona un cuidado especial, una bendición especial y así mismo les ha depositado una responsabilidad especial.

«el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto» (Apocalipsis 2).

La iglesia existe en un tiempo de oscuridad, Jesús está caminando en medio de los candeleros de oro. El día no necesita de estrellas, ni de candelero, pero la noche sí.

Sacamos una lección extremadamente importante cuando vemos a Cristo caminar en medio de los candeleros de oro: Jesús está en medio de sus santos, ya sea que éstos estén bien espiritualmente o estén mal.

Él está en medio de su iglesia, allí bien cerca: está observando a sus iglesias y a sus santos con suma diligencia. Por eso es que Cristo dice a las siete iglesias, con toda seguridad, con toda firmeza, con absoluta confianza y con pleno conocimiento: “Yo conozco tus obras.”

Hay muchos hermanos que no vivimos en paz por andar averiguando la vida de otros. A los que nos hemos echado al hombro esta terrible, difícil y repugnante tarea, se les invita a no hacerlo; el Dueño de las Iglesias, anda caminando en medio de ellas y él en verdad conoce lo que está sucediendo con los dirigentes y con los miembros de las iglesias, él en verdad conoce lo que le está pasando a la iglesia en general.

Nuestro trabajo es estudiar, orar y predicar. Cristo se mantiene constantemente caminando en medio de las iglesias; con toda seguridad él puede decir: “yo conozco tus obras.” Si nosotros nos ponemos a decir esas palabras,  nos vamos a equivocar, ya que nosotros no conocemos a ciencia cierta las obras de nadie, ni las buenas obras, mucho menos las malas obras.

 

“Has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado…” (Apocalipsis 2)

-Hay varios que se desmayan en el trabajo para Dios, porque lo han encontrado tedioso. Cuando comenzaron el trabajo del evangelio, estaban disfrutando la novedad de éste, por lo tanto, no se cansaban, pero cuando la frescura del evangelio desapareció, se dieron cuenta del desgaste y de lo cansador del evangelio, dejaron de disfrutarlo y desmayaron. Ellos posiblemente esperaban una oficina llena de rosas y guirnaldas, pero el evangelio de Cristo es menos romántico que eso. El trabajo por el evangelio es cuesta arriba, tortuoso, cansador y muy laborioso.

-Otros desmayan por el fracaso. Han sembrado arduamente, pero la semilla ha caído en el terreno equivocado y la planta ni siquiera pudo germinar. Nosotros no trabajamos sólo por una conquista; nosotros trabajamos por una victoria total.

-Otros desmayan por excusas ridículas:

1-Yo dejé de trabajar porque nadie aprecia lo que yo hago.

2-Yo dejé de trabajar porque a nadie le importa mi esfuerzo

3- Yo dejé de trabajar porque nadie quiere ayudar.

4-Yo dejé de trabajar porque siempre critican lo que yo hago.

La causa real para el desmayo es la pérdida de fuerza espiritual. 

Nuestro problema no estriba en la cantidad de trabajo que hacemos para la obra; nuestro real problema es que tenemos una fuerza espiritual muy débil  y muy frágil,  y muchas veces está muriendo.

Estos son los desmayados modernos de nuestra iglesia:

-Hay unos que nunca desmayan porque nunca trabajan

-Hay otros que trabajaron una vez y allí quedaron desmayados

-Hay otros que están trabajando y están por desmayar

-Pero el peor de todos, son aquellos que, sin haber trabajado, ya están desmayados.

 

Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.”

Esta es una queja de amor; aquí la novia no es que ha sido infiel, tampoco la novia está interesada en otra persona. Aquí la novia simplemente ha perdido el interés por su novio; por eso Cristo tiene una queja de amor; su corazón está triste y apesadumbrado por el disimulo y la falta de interés de su novia en él.

Hay muchos de nosotros que crecimos desde nuestra infancia en la gracia de Cristo, y realmente no sabemos en qué momento comenzamos a amar y nos enamoramos de Cristo.

Hay otros casos en los que se sabe muy bien cuándo fue que principió ese amor por Cristo, pero no se sabe cuándo se perdió ese amor, pero la verdad es que ese primer amor está perdido en los dos casos.

La mayoría de nosotros recuerda ese temprano entusiasmo o afecto para esa persona especial: no había algo más especial que él o ella en nuestra vida. Nuevas capacidades de trabajar, disfrutar y sufrir por esa persona comenzaron a revelarse en nuestras vidas; ese primer amor siempre será recordado en nuestras vidas.  

Lo mismo sucedió cuando el amor de Cristo se reveló en nuestro ser. Las cosas espirituales que alguna vez contemplábamos a lo lejos, se acercaron y tomaron mucho sentido en nuestras vidas. La vida se nos volvió muy valiosa, ya que se llenó completamente del amor de Dios.

Estas son algunas de las características cuando perdemos nuestro primer amor:

-El amor para el mundo crece

-La frialdad en nuestra devoción espiritual crece

-Se pierde el sabor a las delicias del evangelio; es decir, encontramos los servicios de nuestra religión muy tediosos

-Las asociaciones con amigos mundanos crece

-Desatender, llegar tarde, o irse temprano de las actividades de nuestra iglesia se vuelve algo común

Perder el primer amor, deshonra a Dios, nos roba nuestra felicidad, da al enemigo ventaja sobre nosotros y nos prepara para una terrible oscuridad a la hora de nuestra muerte.

La queja de amor de Jesús en contra de su novia, no se puede tomar livianamente. Esa queja de amor sería suficiente para despertar el fervor de su novia. La queja de amor es una seria reprobación en contra de la iglesia, sus consecuencias son serias y terribles. Jesús dijo: “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2)

 

6Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. (Apocalipsis 2)

Los Nicolaítas formaban una secta herética “gnóstica” que afectó mucho a la iglesia de los apóstoles. Según la tradición (que es la información escrita no comprobada) se cree que Nicolás era uno de los siete diáconos de la iglesia apostólica en Jerusalén, y luego llegó a fundar la “CIENCIA” de los gnósticos.

La tradición dice que Nicolás tenía una esposa sumamente bella, pero extremadamente celosa. Para evitar este constante problema, Nicolás empujó a su esposa a la prostitución. De esta acción de Nicolás nace una congregación que practica y enseña el uso sexual en común de las esposas por los miembros de la iglesia; en otras palabras, los nicolaítas enseñaban el sexo libre en la iglesia, esto era en adición de comer cosas sacrificadas y ofrecidas a los ídolos.

Por esta razón a los nicolaítas se los compara con Balaam y Jezabel.

Balaam puso tropiezo a los hijos de Israel a través de la idolatría y de la fornicación.

Jezabel fue la primera esposa de un rey de Israel que fue pagana, como resultado instituyó la idolatría en Israel, como nunca antes se había hecho. Además, era una asesina de los profetas de Dios.

Esta secta de los nicolaítas fue expulsada por la iglesia de Éfeso, pero fue aceptada por la iglesia de Pérgamo.

“Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios.” (Apocalipsis 2)

El Jardín del Edén no era meramente el lugar de vivienda de Adán y Eva; más que eso, era un templo natural donde había dos árboles muy importantes, uno de ellos era el árbol prohibido conocido como el árbol de la ciencia del bien y del mal, y el otro era el árbol de la vida. «Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.» (Génesis 2: 9)

Si el hombre no hubiera pecado, todos los descendientes de Adán tuvieran que haber entrado al hogar de Adán para comer del árbol de la vida; en otras palabras, el árbol de la vida era propiedad de Adán, y Adán lo tenía en el centro de su casa.

El Espíritu de Profecía dice que a la caída del hombre, los querubines cuidaron el “Huerto del Edén” por mucho tiempo, y antes de la tierra ser destruida con el diluvio, Dios transportó el huerto al cielo, y lo tiene en el cielo, y lo ha re-modelado para volvérselo a entregar a Adán en la tierra nueva.

El espíritu de profecía dice que el «huerto del Edén» es devuelto solo a Adán y  deja afuera a Eva. Esto sucede por dos razones:

1-El dueño original y verdadero del huerto y de la tierra, era Adán y no Eva

2-En el cielo no existirán más los matrimonios, ni nuevos matrimonios, ni los antiguos matrimonios de la tierra, todos seremos como ángeles.

El Espíritu de Profecía señala que cuando Adán lo reciba de nuevo, se recordará de cada planta y de cada árbol que había allí.   Pero al huerto del Edén, cuando le sea devuelto a Adán, le faltarán dos árboles que tenía al principio: le faltará el árbol de la ciencia del bien y el mal, y también le faltará el árbol de la vida.

Juan en la visión de la tierra nueva, contempla ese árbol, ya no en el huerto del Edén, sino en medio de la calle de la Santa Ciudad. Ahora no pertenece a Adán, ahora pertenece al nuevo Adán, quien con su sangre compró cada alma redimida, y ofrece la vida eterna como regalo a sus fieles.

«En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones.» Apocalipsis 22:2

Elevemos nuestra imaginación con el poeta, para meditar con gozo en esa tierra nueva.

1

Hoy gozoso medito en la tierra mejor

do al ponerse mi sol llegaré.

Cuando me halle por gracia con Cristo el Señor,

¿la corona de estrellas tendré?

¿Una bella corona de estrellas tendré

por las almas que a Cristo llevé?

Cuando llegue al hogar de la dicha sin par,

¿la corona de estrellas tendré?

 

2

De la fuerza de Dios esperando el poder,

trabajar quiero siempre y orar

por las almas, y al fin, cual estrellas, saber

que en mis sienes irán a brillar.

3

¡Oh!, qué gozo en los cielos será para mí

vivas gemas poner a sus pies;

y tener en mi frente corona allí,

con sus joyas de gran brillantez.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La iglesia remanente está llamada a atravesar una experiencia similar a aquélla de los judíos; y el Testigo fiel, que anda en medio de los siete candeleros de oro, tiene un solemne mensaje que mostrar a su pueblo. Él dice: “Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelera de su lugar, si no te hubieres arrepentido”. Apocalipsis 2:4, 5. El amor de Dios se ha estado desvaneciendo en la iglesia y, como resultado, el amor del yo ha surgido con renovado vigor. Con la pérdida del amor de Dios, ha venido la pérdida del amor por los hermanos…

Se ha pensado que una religión legalista era la religión adecuada para este tiempo. Pero es un error. El reproche de Cristo para los fariseos es aplicable a los que han perdido su primer amor en su corazón. Una religión fría y legalista nunca puede conducir las almas a Cristo, pues es una religión sin amor y sin Cristo… La única gran ofrenda que ha sido hecha es amplia para todos los que crean. El amor de Cristo animará al creyente con nueva vida. El que bebe del agua de la fuente de la vida, estará lleno con el vino nuevo del reino. La fe en Cristo será el medio por el cual el espíritu y los motivos correctos moverán al creyente, y toda bondad e inclinación celestial procederán de aquel que contempla a Jesús, el autor y consumador de su fe (Mensajes selectos, tomo 1, p. 454).

¿Cuál es la fatal deficiencia? “Has dejado tu primer amor”. ¿No es éste nuestro caso? Nuestras doctrinas pueden ser correctas; podemos aborrecer las falsas doctrinas y no recibir a los que no son leales a los principios; podemos trabajar con energía incansable; pero aún esto no es suficiente. ¿Cuál es nuestro motivo? ¿Por qué se nos llama al arrepentimiento? “Has dejado tu primer amor”.

¡Ojalá la iglesia comprendiera la necesidad que tiene de recuperar su primer amor ferviente! Cuando éste falta, son insuficientes todas las otras virtudes. La exhortación al arrepentimiento es tal que no puede ser desoída sin peligro. No es suficiente una creencia en la teoría de la verdad. El presentar esa teoría a los incrédulos no os constituye en testigos para Cristo. La luz que alegró vuestro corazón cuando comprendisteis por primera vez el mensaje para este tiempo es un elemento esencial en vuestra experiencia y trabajos, y esto se ha perdido de vuestro corazón y de vuestra vida. Cristo contempla vuestra falta de celo, y declara que habéis caído y estáis en una posición peligrosa (Mensajes selectos, tomo 1, p. 434).

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Lección 2 | Viernes 11 de enero________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee “Patmos”, en Los hechos de los apóstoles, pp. 454-461.

“La persecución sufrida por Juan se convirtió en un medio de gracia. Patmos resplandeció con la gloria del Salvador resucitado. Juan había visto a Cristo en forma humana, con las señales de los clavos que siempre serán su gloria, en las manos y en los pies. Ahora se le permitía contemplar de nuevo a su Señor resucitado, revestido con toda la gloria que un ser humano pudiese contemplar sin perder la vida” (“Comentarios de Elena G. de White”, CBA 7:967).

“La manifestación de Cristo a Juan debería ser para todos, creyentes e incrédulos, una evidencia de la resurrección de Cristo. Ha de transmitirle poder a la iglesia. Hay momentos en que las nubes se ciernen en torno al pueblo de Dios. Pareciera como que la opresión y la persecución amenazasen su existencia. Pero, es en estas circunstancias cuando se ofrecen las lecciones más instructivas. Así como en la noche más oscura las estrellas brillan más, así también los rayos más brillantes de la gloria de Dios se revelan en medio de la oscuridad más profunda. Cuanto más oscuro sea el cielo, tanto más claros y esplendentes serán los rayos del Sol de Justicia del Salvador resucitado” (CT 313).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

    1. Juan comparte con los lectores lo que vio y oyó en Patmos. Al leer Apocalipsis 1:12 al 20, ¿qué ves y qué oyes? ¿Qué palabras de consuelo puedes obtener de lo que se revela aquí?
    1. El primer ángel de Apocalipsis 14:7 insta a los habitantes de la Tierra del tiempo del fin a “adora[r] a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas”. Este lenguaje es tomado de Éxodo 20:11. ¿Qué nos dice el mensaje del primer ángel sobre la importancia del sábado en el tiempo del fin, según se revela en Apocalipsis?
  1. Hay una extraña ironía que enfrentan muchos cristianos: cuanto más tiempo pasan en la iglesia, más fácil es que su fe pierda intensidad o que incluso desaparezca. Sin embargo, debería suceder lo contrario. Al fin y al cabo, cuanto más andamos con Jesús, más deberíamos aprender de él y de su amor por nosotros. Entonces, ¿qué podemos hacer para que la llama de la fe no solo se mantenga encendida sino también brille cada vez más, como debería ser?

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