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Lección 4: Para el 26 de enero de 2019
DIGNO ES EL CORDERO
Sábado 19 de enero_______________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 4; Ezequiel 1:5-14; Apocalipsis 5; Efesios 1:20-23; Hebreos 10:12; Hechos 2:32-36.
PARA MEMORIZAR:
“No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos” (Apoc. 5:5).
La semana pasada vimos los mensajes de Cristo para su pueblo en la Tierra. Ahora la visión de Juan cambia de la Tierra al cielo y se enfoca en “las cosas que sucederán después de estas” (Apoc. 4:1): el futuro.
La visión de los capítulos 4 y 5 tiene lugar en la sala del Trono celestial. La escena de los capítulos 4 y 5 representa simbólicamente el control de Dios sobre la historia y su plan de salvación. Sin embargo, antes de que se revele el futuro, se nos muestra la centralidad del ministerio sumosacerdotal de Cristo en su ministerio celestial, y su soberanía en los asuntos terrenales y en la redención de la raza humana. De este modo, los capítulos 4 y 5 brindan una perspectiva celestial sobre el significado de los acontecimientos futuros registrados en el resto del libro.
Además se puede observar que, si bien los mensajes a las siete iglesias fueron escritos en un lenguaje bastante directo, a partir de ahora el libro emplea un lenguaje aún más simbólico, que no siempre es fácil de interpretar. Este lenguaje procede de la historia del pueblo de Dios, según se registra en el Antiguo Testamento. Una interpretación correcta de Apocalipsis requiere una comprensión adecuada de su lenguaje simbólico a la luz del Antiguo Testamento.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Estamos realizando el viaje de la vida entre los peligros de los últimos días. Necesitamos vigilar cuidadosamente cada paso que damos, y estar seguros de que estamos siguiendo a nuestro gran Guía. El escepticismo, la infidelidad, la disipación y el crimen, se ven por todas partes. Sería muy fácil soltar las riendas del autocontrol, y caer por el precipicio de la segura destrucción…
El amor infinito ha trazado un camino por el cual los rescatados del Señor pueden pasar de la tierra al cielo. Ese camino es el Hijo de Dios. Ángeles guías son enviados para dirigir nuestros pies vacilantes. La gloriosa escalera del cielo desciende al camino de cada uno, interrumpiendo su tránsito hacia el vicio y la locura… Pero él, que es infinito en sabiduría, a nadie obliga a aceptar el don más precioso del cielo, a nadie obliga a caminar por el sendero que ha sido trazado a un costo tan elevado. A cada uno se le permite elegir por sí mismo, los peldaños estrechos y brillantes que guían hacia el cielo, o bien el camino amplio y fácil que termina en la muerte (Nuestra elevada vocación, p. 13).
Dios nos habla también en su Palabra. En ella tenemos, en líneas más claras, la revelación de su carácter, de su trato con los hombres y de la gran obra de la redención. En ella se nos presenta la historia de los patriarcas, profetas y otros hombres santos de la antigüedad… Al leer el relato de los preciosos sucesos que se les permitió experimentar, la luz, el amor y la bendición que les tocó gozar y la obra que hicieron por la gracia a ellos dada, el espíritu que los inspiró enciende en nosotros un fuego de santo celo, un deseo de ser como ellos en carácter y de andar con Dios como ellos.
El Señor Jesús dijo de las Escrituras del Antiguo Testamento, y cuánto más cierto es esto acerca del Nuevo: “Ellas son las que dan testimonio de mí,” [Juan 5:39], el Redentor, Aquel en quien se concentran vuestras esperanzas de la vida eterna. Sí, la Biblia entera nos habla de Cristo. Desde el primer relato de la creación, de la cual se dice: “Sin él nada de lo que es hecho, fue hecho,” [Juan 1:3] hasta la última promesa: “¡He aquí, yo vengo presto!” [Apocalipsis 22:12] leemos acerca de sus obras y escuchamos su voz. Si deseáis conocer al Salvador, estudiad las Santas Escrituras (El camino a Cristo, pp. 87, 88).
El plan de salvación trazado por el Cielo es bastante amplio para abarcar todo el mundo… Y no permitirá que se quede chasqueado nadie que anhele sinceramente algo superior y más noble que cuanto puede ofrecer el mundo. Envía constantemente sus ángeles a aquellos que, si bien están rodeados por las circunstancias más desalentadoras, oran con fe para que algún poder superior a sí mismos se apodere de ellos y les imparta liberación y paz. De varias maneras Dios se les revelará, y los hará objeto de providencias que establecerán su confianza en Aquel que se dio a sí mismo en rescate por todos, “a fin de que pongan en Dios su confianza, y no se olviden de las obras de Dios, y guarden sus mandamientos”. Salmos 78:7 (Profetas y reyes, p. 280).
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Domingo 20 de enero | Lección 4________________________________________
EN LA SALA DEL TRONO CELESTIAL
A partir de Apocalipsis 4:1, Jesús lo invita a Juan a ascender al cielo para mostrarle una exploración panorámica de la historia desde sus días hasta el regreso de Cristo.
Apocalipsis 4:1 al 8, Ezequiel 1:26 al 28 y Apocalipsis 5:11 al 14 describen la sala del Trono celestial. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la naturaleza de la sala del Trono celestial?
Apocalipsis 4:1-8
1 Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. 2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. 3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. 4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. 5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. 6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. 7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. 8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
Ezequiel 1:26-28
26 Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. 27 Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. 28 Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Y cuando yo la vi, me postré sobre mi rostro, y oí la voz de uno que hablaba.
Apocalipsis 5:11-14
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
El apóstol vio, a través de la puerta abierta, el Templo celestial y el Trono de Dios. El Trono simboliza el gobierno de Dios y la autoridad que gobierna sobre la Creación, mientras el arco iris alrededor del Trono señala la fidelidad de Dios hacia su promesas (Gén. 9:13-16; Isa. 54:9, 10). Sin embargo, Satanás, que usurpó el dominio de esta Tierra y es el adversario de Dios, le ha disputado la autoridad divina. El tema central del gran conflicto entre Dios y Satanás es sobre quién tiene derecho a gobernar. El propósito del concilio celestial que Juan vio reunido en la sala del Trono celestial era ratificar el legítimo gobierno de Dios sobre el Universo (Apoc. 4:1-8, 5:11-14).
Lee Apocalipsis 4:8 al 11; y 5:9 al 14. ¿Qué puedes extraer sobre la verdadera adoración en estos pasajes? En el capítulo 4, ¿por qué el Señor Dios es digno de ser adorado? Y, en Apocalipsis 5:9 al 14, ¿por qué el Cordero es digno?
Apocalipsis 4:8-11
8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas.
Apocalipsis 5:9-14
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. 11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 4 da una descripción general de la sala del Trono en el Templo celestial y de la adoración que tiene lugar allí constantemente. Mientras la adoración en el capítulo 4 enaltece el poder creador de Dios, el capítulo 5 celebra la redención provista por el Cordero inmolado. Esto capítulos demuestran que la verdadera adoración expone y celebra los poderosos actos divinos de creación y redención. Dios, quien creó el mundo en seis días, tiene el poder y la capacidad de restaurar el mundo a su condición original y de convertirlo en el hogar eterno de su pueblo. Esto es exactamente lo que ha prometido hacer.
Piensa en lo que enseña el evangelio: El que nos creó, no solo a nosotros y a nuestro mundo, sino también a todo el cosmos, además es “el Cordero que fue inmolado” (Apoc. 5:12) por nosotros. ¿Qué asombrosa esperanza presenta esta enseñanza en medio de un mundo lleno de dolor y confusión?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Antes de iniciar el comentario, deseo informales que lo que yo creo acerca de este estudio, no está en armonía con lo que enseña la lección de escuela sabática para esta semana.
El folleto nos enseña que los veinticuatro ancianos pertenecen a la tierra. Personalmente -de acuerdo con la luz que presentaré- creo que no son de la tierra, sino creo que son seres muy elevados de quienes tenemos muy poca información.
Pero ¿quién soy yo para ir en contra de las enseñanzas de los maestros de nuestra iglesia? Bueno, realmente no soy nadie; soy sencillamente un laico que estudia la Biblia a profundidad.
¿Con qué derecho hago esto? Con el derecho que me confiere el Cielo. Dios nos ordena estudiar las Sagradas Escrituras, y nos ordena mantenerla fiel y verdadera; hasta tal grado de declarar “anatema” -maldito- a cualquiera que aparezca con una doctrina falsa, inclusive si el predicador es un ángel.
Recuerde que este tema no es un asunto de salvación; usted no se va a salvar ni se va a perder por creer que los veinticuatro ancianos son ángeles o son humanos. Este estudio permite sólo profundizar en las Sagradas Escrituras, teniendo en cuenta que hay muchos secretos que sólo pertenecen a Dios. Nosotros estudiamos hasta donde podemos tener luz; después de eso no pasamos, porque eso sería entrar en el campo de la especulación, la cual es muy peligrosa y en algunos casos hasta pecaminosa.
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;
10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra.
11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones,
12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. (Apocalipsis 5)
No podemos entender el capítulo cinco de Apocalipsis, si no estudiamos lo que está sucediendo en el capítulo cuatro.
¡Impresionante postal la que nos presenta el apóstol Juan en la visión del capítulo cuatro!
Después de esto miré, y he aquí una puerta abierta en el cielo; y la primera voz que oí, como de trompeta, hablando conmigo, dijo: Sube acá, y yo te mostraré las cosas que sucederán después de estas. 2 Y al instante yo estaba en el Espíritu; y he aquí, un trono establecido en el cielo, y en el trono, uno sentado. 3 Y el aspecto del que estaba sentado era semejante a piedra de jaspe y de cornalina; y había alrededor del trono un arco iris, semejante en aspecto a la esmeralda. 4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas. 5 Y del trono salían relámpagos y truenos y voces; y delante del trono ardían siete lámparas de fuego, las cuales son los siete espíritus de Dios. 6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. 7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. 8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir. 9 Y siempre que aquellos seres vivientes dan gloria y honra y acción de gracias al que está sentado en el trono, al que vive por los siglos de los siglos, 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apocalipsis 4)
La visión comienza describiendo un trono con una gloria nunca vista antes, estando este gran trono, rodeado de otros veinticuatro tronos.
Descubrimos que en el cielo se está llevando a cabo una reunión, pero no es una reunión cualquiera; no es una reunión ordinaria, sino que es una reunión de la alta jerarquía del universo, se han reunido los seres más elevados que puedan existir en el universo, siendo el Padre, el primero y el centro de todos ellos.
Esta es una reunión especial, para una ocasión especial, con personajes especiales.
La Biblia nos presenta a los invitados para esta ocasión, en la siguiente orden:
-El Padre
-Veinticuatro ancianos
-El Espíritu Santo
-Cuatro serafines o seres vivientes
Si nos detenemos aquí y usamos solamente la lógica, encontramos la primera conclusión: los veinticuatro ancianos no pueden ser personajes de la tierra.
En esta reunión, todos los que se han hecho presentes tienen la capacidad de poder estar frente a la gloria del Padre, sin sufrir ningún daño.
Son pocos los seres en el universo que pueden penetrar en la gloria de Dios; por supuesto el Hijo es uno de ellos, así como también lo es el Espíritu Santo.
De los ángeles, solamente la orden de los arcángeles puede penetrar la gloria de Dios, ya que ellos son los inmediatos servidores del Padre, y fueron creados de tal manera que pueden estar en la presencia del Padre sin ser destruidos. Ellos tienen seis alas para cubrirse cuando están en la presencia de Dios, con dos alas se cubren las extremidades inferiores, con dos alas se cubren el rostro y con dos alas vuelan.
El Espíritu de Profecía nos afirma que el resto de los ángeles, se postran ante la gloria del Padre, y ni siquiera intentan ver la gloria de Dios.
Pero descubrimos que los veinticuatro ancianos son los segundos en ser mencionados y ellos están sentados cada uno en su trono, frente a Dios. Son seres superiores a los serafines, ya que ellos pueden estar de frente al Padre -rostro a rostro- sin la necesidad de cubrirse.
La lógica nos indica inmediatamente que estos veinticuatro ancianos no pueden ser ningún humano, ya que el humano fue creado menor que un ángel y no tiene la capacidad de estar frente a la gloria de Dios. Pero la lógica no es suficiente, seguimos con nuestro estudio de la Palabra de Dios.
La razón especial de la reunión del capítulo cuatro es dar alabanza: rendir alabanza al Padre, quien es el Creador de todas las cosas que existen en el universo.
El Padre está presente: para él es la alabanza. El Espíritu Santo está presente; los veinticuatro ancianos están presentes y los cuatro serafines que son los servidores inmediatos del Padre, también están presentes. Pero ¿dónde está Jesucristo?
La respuesta nos la da el Espíritu de Profecía:
Antes de todo, necesitamos comprender lo que escribe Elena de White, y necesitamos también comprender cómo lo escribe.
Muchas veces ella cita párrafos de la Biblia y sabemos específicamente de qué tema está hablando; cuando esto sucede, casi siempre estos son temas doctrinales.
Pero cuando ella se refiere a temas de profecía, interesantemente casi nunca da textos, ni menciona los símbolos de la Biblia, y esto es lo que sucede con el capítulo cuatro de Apocalipsis.
Si usted busca esta historia en el Espíritu de Profecía con los símbolos que la Biblia menciona, no la va a encontrar. Si usted busca esta misma historia con las citas bíblicas de Apocalipsis 4 y 5, tampoco la va a encontrar… Entonces el lector puede llegar a la conclusión de que el Espíritu de Profecía no toca ese tema.
La verdad es que sí habla del tema y lo hace con mucho detalles. Lo que necesitamos comprender es que ella no usa los símbolos del Apocalipsis, sino que ella habla con los nombres reales de las personas que contempló en la visión.
En el libro El Deseado de todas las gentes –cap. 87 “A mi Padre y a vuestro Padre”- Elena de White explica los capítulos cuatro y cinco de Apocalipsis.
En su visión, ella nos describe que se ha convocado a una importante reunión en el cielo: pero no menciona al Anciano de días; ella menciona directamente al Padre que está sentado en el trono.
Ella no menciona a los cuatro seres vivientes; ella menciona directamente a los serafines y querubines.
Ella no menciona a los 24 ancianos; a ellos les da cinco títulos diferentes:
– “Los comandantes de las huestes angélicas”
– “Los hijos de Dios’
– “Los representantes de los mundos que nunca cayeron”
– “El concilio celestial”
– “Los representantes de aquellos reinos sin pecado”
En los cinco títulos, se está refiriendo a los mismos personajes, es decir a los 24 ancianos.
Estos no son cinco grupos de personas diferentes, sino un solo grupo con cinco diferentes características o títulos; este era el estilo literario de Elena de White, y se repite en muchas ocasiones y en diferentes manuscritos.
«Allí está el trono, y en derredor el arco iris de la promesa. Allí están los querubines y los serafines. Los comandantes de las huestes angélicas, los hijos de Dios, los representantes de los mundos que nunca cayeron, están congregados. El concilio celestial delante del cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al Redentor. Sienten impaciencia por celebrar su triunfo y glorificar a su Rey.» {DTG 773.10 – El Deseado de todas las gentes}
De nuevo necesitamos entender la forma literaria de Elena de White. Se ha descubierto que la forma literaria de ella es repetitiva, es decir, da varias características juntas de un mismo objeto o persona.
«El concilio celestial delante del cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al Redentor.»
Es interesante que este texto describe a los veinticuatro ancianos, como el concilio celestial donde Satanás había acusado a Dios y a Jesús; los describe como los representantes de los reinos sin pecados, y era allí donde Satanás planeaba implantar su dominio.
¡No era poco lo que aspiraba Satanás! Su aspiración era dominar a «los hijos de Dios», quienes eran los representantes de los mundos no caídos ante el Padre. Si Satanás lograba convencerlos a ellos de sus aspiraciones, hubiera sido muy fácil para Satanás dominar el universo entero, por medio de los 24 ancianos.
Con este texto del Espíritu de Profecía echamos por tierra la idea que los veinticuatro ancianos son seres terrestres.
Los veinticuatro ancianos son los hijos más antiguos del Padre; al Padre se le llama en «Anciano de días» denotando su edad y no un título; y a estos veinticuatro seres se les llama ancianos, también por su edad y no como un título. No tienen la edad del “Anciano de días” pero su edad es suficientemente larga como para darles el título de ancianos.
También se nos explica que en el capítulo cuatro no se menciona a Jesucristo, ni a la hueste de los ángeles, porque en ese momento están viajando. Los ángeles han venido a recoger a Jesucristo a la tierra en el día de su ascensión al cielo.
Esta es otra prueba de que los veinticuatro ancianos no son de la tierra; ellos están esperando en el cielo, para dar la bienvenida a Jesucristo que está regresando de la tierra.
Para la fecha de la muerte de Cristo, sólo había tres personas de la tierra en el cielo; Enoc, Moisés y Elías; nos hacen faltan 21 para poder creer que los veinticuatro ancianos son de la tierra. Tampoco pueden ser de las primicias que resucitó Cristo en su resurrección, ya que ellos estaban ya en el cielo cuando Cristo regresó al cielo con los primeros resucitados de la tierra.
En el capítulo cinco de Apocalipsis, Jesucristo ha arribado al cielo con los ángeles. Ella no menciona al Cordero que fue inmolado; ella explícitamente dice que Jesucristo se presentó al Padre que estaba en su trono.
Ahora en verdad se ha formado un impresionante servicio de adoración. En el capítulo cuatro: la adoración era para el Padre como Creador. En el capítulo cinco, la adoración se dedica al Hijo como Redentor.
Ahora sí la fiesta de adoración se lleva a cabo, porque el Centro de adoración para esta ocasión era Jesucristo, el “Cordero de Dios” que fue inmolado para la salvación del mundo, y ya ha regresado al cielo vencedor.
«Allí está el trono, y en derredor el arco iris de la promesa. Allí están los querubines y los serafines. Los comandantes de las huestes angélicas, los hijos de Dios, los representantes de los mundos que nunca cayeron, están congregados. El concilio celestial delante del cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al Redentor. Sienten impaciencia por celebrar su triunfo y glorificar a su Rey.» {DTG. 773.10}
Este es el texto clave para seguir estudiando a los “veinticuatro ancianos” como les llama Juan, o “los hijos de Dios” como les llama el Espíritu de Profecía y también la Biblia. La visión es la misma tanto para Juan, como para Elena de White.
Encontramos otros textos en la Biblia, donde se habla de “los hijos de Dios” o sea los veinticuatro ancianos:
Job 1: 6-7
6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. 7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella.
Job 2: 1-2
1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. 2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella.
Descubrimos en estos textos que hay un grupo de seres especiales, que cada cierto tiempo se presentan ante Dios, y ellos son llamados «los hijos de Dios.»
También descubrimos en la Biblia, que estos «hijos de Dios» ya existían desde ante de la creación de la tierra. Es decir que cuando Dios creó la tierra, ellos ya existían y además estaban presentes en la creación de la tierra:
¿Dónde estabas tú cuando yo fundaba la tierra?
Házmelo saber, si tienes inteligencia.
5 ¿Quién ordenó sus medidas, si lo sabes? ¿O quién extendió sobre ella cordel?
6 ¿Sobre qué están fundadas sus bases? ¿O quién puso su piedra angular,
7 Cuando alababan todas las estrellas del alba, Y se regocijaban todos los hijos de Dios? Job 38
En la creación de la tierra encontramos a dos grupos de seres: uno de ellos son las «estrellas del alba» que se encontraban alabando a Dios por la creación de la tierra; y el segundo grupo son «los hijos de Dios» que se encontraban llenos de felicidad por la creación de un nuevo planeta.
En el libro de Apocalipsis capítulo 12 del versículo 3 al 9 encontramos que las estrellas del alba son los ángeles. Por lo tanto, hay una clara diferencia entre “los hijos de Dios” y “las estrellas del alba.”
6 Un día vinieron a presentarse delante de Jehová los hijos de Dios, entre los cuales vino también Satanás. 7 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondiendo Satanás a Jehová, dijo: De rodear la tierra y de andar por ella. (Job 1: 6-7)
1 Aconteció que otro día vinieron los hijos de Dios para presentarse delante de Jehová, y Satanás vino también entre ellos presentándose delante de Jehová. 2 Y dijo Jehová a Satanás: ¿De dónde vienes? Respondió Satanás a Jehová, y dijo: De rodear la tierra, y de andar por ella. (Job 2: 1-2)
En estos dos párrafos también extraemos otras verdades muy importantes:
La primera verdad es que «los hijos de Dios» no habitan todo el tiempo en la presencia del Padre; en realidad ellos no habitan con el Padre. Ellos llegan cada cierto tiempo a presentarse ante el Padre; a determinados intervalos tienen una reunión especial todos ellos, junto con el Padre.
La segunda verdad que descubrimos es que en esta ocasión, Satanás «vino con ellos» Satanás no pertenecía a este selecto y distinguido grupo, evidentemente Satanás se sentía con derecho de pertenecer a este grupo.
¿Qué era lo que hacía a Satanás sentirse con derecho de mezclarse con este grupo? En Lucas 4 encontramos la respuesta:
5 Y le llevó el diablo a un alto monte, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra. 6 Y le dijo el diablo: A ti te daré toda esta potestad, y la gloria de ellos; porque a mí me ha sido entregada (la tierra) y a quien quiero la doy.
Satanás se creía el dueño de la tierra. Desde el momento en que Adán decidió obedecerlo, Adán perdió su principado y automáticamente el principado de este mundo es tomado por Satanás, esa es la razón por la cual, Satanás se atreve a presentarse ante Dios, como el representante de la tierra, junto con «los hijos de Dios.»
La tercera verdad es que Satanás llegó representando al planeta tierra, y si Satanás llegó a esta reunión, representando al planeta tierra ¿de dónde venían «los hijos de Dios»? ¿Venían ellos, también representando otros planetas? La respuesta es sí.
También encontramos otro texto clave del Espíritu de Profecía, que tira por el suelo la idea de que los veinticuatro ancianos son originarios de la tierra:
En el libro El conflicto de los siglos, versión inglesa, página 581 leemos:
«Las Escrituras declaran que en la ocasión en que los ÁNGELES DE DIOS, se vinieron a presentar delante del Señor, Satanás vino en medio de ellos (Job 1:6), {Satanás} no vino para postrarse ante el Eterno Rey, sino para continuar sus designios maléficos en contra de la justicia. Con esas mismas intenciones se presenta cuando los hombres se reúnen para adorar a Dios»
Aquí está el original en inglés para todos aquellos que dominan esa lengua: “The Scriptures declare that upon one occasion, when the angels of God came to present themselves before the Lord, Satan came also among them (Job 1:6), not to bow before the Eternal King, but to further his own malicious designs against the righteous. With the same object he is in attendance when men assemble for the worship of God” p. 518
En Apocalipsis 4: 4 se da una descripción más detallada de los 24 ancianos: «4 Y alrededor del trono había veinticuatro tronos; y vi sentados en los tronos a veinticuatro ancianos, vestidos de ropas blancas, con coronas de oro en sus cabezas.»
De este texto aprendemos lo siguiente:
-Ellos son una clase especial de «seres» a manera de ángeles que nosotros aquí en la tierra desconocemos en su totalidad, ya que ellos sólo representan los mundos que no han caído.
-En la caída de Adán y Eva, el «hijo de Dios» o «anciano» que representaba a nuestro mundo ante Dios, dejó de hacerlo, ya que ellos sólo representan mundos no caídos.
-Estos 24 ancianos o «hijos de Dios» tienen uno de los más grandes y altos privilegios en el universo entero: tener su propio trono allí, en el mismo lugar donde Dios tiene su trono.
-Ellos son llamados «ancianos» así como su Padre Dios; la diferencia es que Dios Padre es llamado el «Anciano de días»: «Seguí mirando hasta que se establecieron tronos, y el Anciano de días se sentó. Su vestidura era blanca como la nieve, y el cabello de su cabeza como lana pura, su trono, llamas de fuego, y sus ruedas, fuego abrasador.» (Daniel 7: 9)
-Cuando en el cielo se «establecen», «colocan», «ponen», «aderezan» los tronos, incluye el trono de Dios y el de sus 24 hijos; los 24 «ancianos» del universo.
-Ellos están sentados en sus tronos, de la misma manera como Dios está sentado en su trono; por lo tanto, quiere decir que son gobernantes o soberanos, de la misma manera que Dios es Gobernante y Soberano
-Ellos gobiernan de la misma manera que lo hace Dios, pero debido a que ellos no pasan en el cielo, quiere decir que no son gobernantes del cielo, sino de alguna otra parte del universo.
-Si Satanás se coló entre ellos para representar la tierra, entonces quiere decir que los 24 ancianos son gobernantes de otros planetas, planetas habitados por seres sin pecado. Satanás aprovechó la oportunidad de colarse en una reunión de representantes planetarios.
Ellos son una imagen de la esencia del Padre: son llamados «ancianos» como el Padre; tienen y se sientan en sus «tronos» de la misma nomenclatura donde está el trono del Padre; usan «coronas» como lo hace el Padre, visten «vestiduras blancas,» como las del Padre.
Discúlpenme la osadía, pero para entender mejor, podríamos decir que los veinticuatro ancianos parecen ser una clase de “mini-dioses”; pero no es así, no son mini-dioses. Ellos son todo lo contrario de Lucifer, ellos nunca han pretendido tener la posición de Dios: son criaturas que reconocen la majestad del Padre y el señorío de Jesucristo.
«Allí está el trono, y en derredor el arco iris de la promesa. Allí están los querubines y los serafines. Los comandantes de las huestes angélicas, los hijos de Dios, los representantes de los mundos que nunca cayeron, están congregados. El concilio celestial delante del cual Lucifer había acusado a Dios y a su Hijo, los representantes de aquellos reinos sin pecado, sobre los cuales Satanás pensaba establecer su dominio, todos están allí para dar la bienvenida al Redentor. Sienten impaciencia por celebrar su triunfo y glorificar a su Rey.» {DTG. 773.10}
Es muy posible que este grupo de 24 ancianos conformó el concilio que juzgó a Lucifer; es el que encontró y determinó que en Lucifer existía «maldad.»
-Ellos son criaturas: 10 los veinticuatro ancianos se postran delante del que está sentado en el trono, y adoran al que vive por los siglos de los siglos, y echan sus coronas delante del trono, diciendo: 11 Señor, digno eres de recibir la gloria y la honra y el poder; porque tú creaste todas las cosas, y por tu voluntad existen y fueron creadas. (Apocalipsis 4)
El tomo 12 del Espíritu de Profecía en inglés Manuscript Releases, V 12 dice: «4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.» [Versículo 4] La visión presentada a Juan hizo su impresión en la mente de Juan. El destino de cada nación estaba contenida en el libro. Juan estaba angustiado cuando no había ni un ser humano, ni una inteligencia angelical capaz de leer las palabras, y ni siquiera poder ver el libro. Su alma fue empujada hasta el punto de la agonía y el suspenso, cuando uno de LOS PODEROSOS ÁNGELES tuvo compasión de él, y poniendo su mano sobre él, le aseguro diciendo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos»
Aquí está el texto original en inglés, para quienes dominan esa lengua: «I wept much, because no man was found worthy to open and to read the book, neither to look thereon»[verse 4]. The vision as presented to John made its impression upon his mind. The destiny of every nation was contained in that book. John was distressed at the utter inability of any human being or angelic intelligence to read the words, or even to look thereon. His soul was wrought up to such a point of agony and suspense that one of the strong angels had compassion on him, and laying his hand on him assuringly, said, «Weep not: behold, the Lion of the tribe of Judah, the Root of David, hath prevailed to open the book, and to loose the seven seals thereof» [verse 5].” MR, v. 12, pp. 296, 297
El Espíritu de Profecía los llama “poderosos ángeles”; Juan les llama uno de los ancianos:
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. (Apocalipsis 5)
Con estos dos textos rematamos la idea que los veinticuatro ancianos no son originarios de la tierra: ellos son uno de los seres más poderosos que pueden existir en el universo, son de los seres con más edad en el universo, son los 24 originales hijos de Dios, son gobernantes y representantes de los mundos no caídos.
Después del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, el lugar celestial pertenece a estos veinticuatro ancianos, luego siguen los serafines y querubines, y luego los ángeles.
Es necesario recalcar que en todas las visiones de Elena de White, ella siempre pudo reconocer fácilmente a un ángel, a un querubín o a un serafín, pero en este caso no pudo reconocer a qué orden angelical pertenecen los veinticuatro ancianos; por eso el lenguaje queda corto y sólo se limita a describirlos como “poderosos ángeles” que es un título menor que el del Todopoderoso.
Hay tres errores con respecto al tema de los veinticuatro ancianos, que nosotros los cristianos enseñamos, y esto podría incluir a algunos de nuestra propia iglesia, y nos gustaría comentarlos en esta lección:
El primer error que enseñamos es que los 24 ancianos son personajes provenientes de la tierra. ¿Por qué muchos llegamos a esta conclusión? Por un texto que está mal traducido.
En Apocalipsis 5: 8 y 9 encontramos que ellos están cantando un cántico nuevo: «8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación;»
La expresión » y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación» parece denotar que ellos son provenientes de la tierra, ya que Jesús murió solamente por los habitantes de la tierra.
Esta expresión «nos has redimido para Dios» se ha estudiado y se ha llegado a la conclusión que contiene un error de traducción.
Hay que notar que este cántico, era entonado por dos grupos, uno de ellos eran los 4 seres vivientes -o sea, los serafines- y el otro grupo estaba compuesto por los 24 ancianos.
Los serafines nunca han sido redimidos por la sangre del Cordero, ya que ellos nunca han pecado, ni son de la tierra; este pensamiento también se aplica exactamente a los 24 ancianos, ya que son los seres más encumbrados en el universo, y nunca han pecado, son «poderosos ángeles», mucho más poderosos que los serafines y querubines.
La traducción correcta de este texto tendría que decir así: 9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre has redimido al hombre para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación
Ya las nuevas versiones de la Biblia en inglés están corrigiendo este texto; por ejemplo, la Nueva Versión Internacional, la Traducción Phillips, la versión NASB, la versión RSV, la versión NEB, la Biblia católica TNA, la Biblia Weymouth, la Biblia Jerusalén y el Nuevo Testamento Judío, entre otras.
Todas estas Biblia arriba mencionadas, ya están publicando sus nuevas versiones con este error de traducción rectificado. Aún no sabemos cuándo las versiones de la Biblia en castellano comenzarán a corregir este error de traducción.
El segundo error que muchos enseñamos es que Satanás se presentaba entre «los hijos de Dios», porque Adán había perdido ese privilegio. En otras palabras, si Adán nunca hubiera pecado, Adán se hubiera presentado ante Dios como el representante de nuestro mundo.
Esto no es así; este es un trabajo de los “hijos de Dios’ o “los veinticuatro ancianos” ya que los «hijos de Dios» o sea, los representantes de los mundos ante Dios son identificados por el Espíritu de Profecía como «poderosos ángeles». Además, «los hijos de Dios» ya estaban presentes en la creación del mundo.
Si Adán no hubiera pecado, no podría ser uno de ellos, ya que Adán fue creado al final de la creación del mundo. Además, es un humano y no “un poderoso ángel”. Entonces llegamos a la conclusión que Adán es el representante de la tierra para la tierra, pero un anciano es representante de cualquier mundo, no para ese mundo, sino para Dios.
El tercer error que enseñamos es que Lucifer era el cuarto en posición en el universo. Podemos deducir que no es así; más bien, Lucifer era el número 28 en el universo. Primero es Dios el Padre, segundo es Dios el Hijo, tercero es Dios el Espíritu Santo, luego están los 24 ancianos y después estaba Lucifer.
Lucifer era el cuarto en el cielo, no en el universo. Podemos decir que Lucifer era el administrador de las huestes angélicas en el cielo. Uno de los deseos de Lucifer era subir al trono de Dios, pero los 24 ancianos tienen cada uno de ellos su propio trono, allí en el mismo lugar donde está el trono de Dios.
En conclusión, los «hijos de Dios» podríamos decir que son los primeros hijos del Padre en el universo, son los hijos “superiores” de Dios y los más antiguos, los «ancianos” son los encargados ante Dios, de todos los mundos que están habitados, excepto nuestro planeta Tierra.
Ellos son gobernadores, son reyes, tienen sus propios tronos, tienen coronas, tienen vestiduras blancas; son un grupo muy elevado de seres celestiales a los cuales nosotros no conocemos, ya que nosotros somos un mundo caído y ellos solamente representan a los mundos libres de pecado.
Cuando la tierra sea renovada, nosotros no tendremos un anciano representando nuestro mundo, sino que el Cordero Inmolado será el Representante de este planeta, ya que: «fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.»
Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos.
2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos?
3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.
4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos.
6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (Apocalipsis 5)
Seguimos con la visión de Juan: En medio de la gran convocación que se ha hecho en el cielo, también se usa esta ocasión para el estreno de un libro. Se estrenará una obra literaria que escribió el Padre.
Es interesante notar que, para la presentación del libro escrito por el Padre, era necesario primero desatar siete sellos, ya que esos siete sellos habían mantenido al libro en un completo silencio y misterio.
Y es aquí donde realmente comienza el problema en la visión del hermano Juan:
Podemos contemplar al Padre sentado en su trono, sosteniendo el libro en su mano para que el libro sea abierto, pero “ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo.” (Apocalipsis 5:3)
Llama profundamente la atención que el Padre, quien es el autor del libro, no podía desatar los sellos; ni los veinticuatro ancianos -que son los ángeles de la más elevada jerarquía en el universo- podían desatar los sello; ni el Espíritu Santo -quien es la tercera persona de la Trinidad- podía desatar los sellos; ni los serafines -quienes son los servidores inmediatos del Padre- podían desatar los sellos.
Después de descubrir que ninguno de los invitados celestiales podía desatar los sellos del libro, ahora la visión se dirige a un segundo plano, que es la Tierra, y se hace otro descubrimiento: nadie en la tierra, ni nadie debajo de la tierra tenía la capacidad para desatar los sellos del libro. Peor aun, nadie se atrevía ni siquiera a mirar el libro, ni en el cielo, ni en la tierra.
¿Cuál era la importancia de los sellos y el libro? Allí estaba la historia futura de la iglesia de Cristo, que comprendía desde la ascensión de Cristo hasta su segunda venida; allí estaban relatados los acontecimientos del mundo durante este período y también los acontecimientos en la vida de las siete iglesias del Apocalipsis.
Manuscript Releases, tomo 12, dice: «4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.» [Versículo 4] La visión presentada a Juan hizo su impresión en la mente de Juan. El destino de cada nación estaba contenido en el libro. Juan estaba angustiado cuando no había ni un ser humano, ni una inteligencia angelical capaz de leer las palabras, y ni siquiera poder ver el libro. Su alma fue empujada hasta el punto de la agonía y el suspenso, cuando uno de los poderosos ángeles tuvo compasión de él, y poniendo su mano sobre él, le aseguró diciendo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos»
6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra.
7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos;
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación (Apocalipsis 5)
¡Gloria a Dios, gloria a Cristo y gloria el Espíritu Santo!
“Hubo uno que quiso por mí padecer, y morir por mi alma salvar.” El es el único Digno, en todo el universo, de poder desatar los sellos del libro del Padre; por ello y por su sacrificio, nos unimos al cántico diciendo: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación.”
HA 148 ¡Digno eres, oh JESÚS!
Digno eres, oh Jesús,
digno eres, oh Jesús,
digno eres, oh Jesús
que moriste en la cruz.
¡Gloria, aleluya!
¡Dadle alabanza!
¡Gloria, aleluya!
¡Digno Jesús!
Venga en gloria
celestial tu gran
reino eternal con
el gozo angelical,
digno Jesús
Que te honremos, oh
Señor, con servicio y
con valor; guárdanos
por tu amor,
digno Jesús.
La dignidad del Cordero nos afirma la sagrada responsabilidad de vivir acordemente con la santa voluntad del Cordero: ser imitadores de Él.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El arco iris de la promesa que circuye el trono de lo alto es un testimonio eterno de que “de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”. Juan 3:16. Atestigua al universo que nunca abandonará Dios a su pueblo en la lucha contra el mal. Es una garantía para nosotros de que contaremos con fuerza y protección mientras dure el trono…
El arco iris de la promesa es una seguridad que se da a cada alma humilde, contrita y creyente, de que su vida es una con Cristo, y de que Jesús es uno con Dios. La ira de Dios no caerá sobre un alma que busca refugio en él (La maravillosa gracia de Dios, p. 70).
Los seguidores de Cristo habían de mirar a Satanás como a un enemigo vencido. En la cruz, Cristo iba a ganar la victoria para ellos; deseaba que se apropiasen de esa victoria. “He aquí —dijo él— os doy potestad de hollar sobre las serpientes y sobre los escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada os dañará”. Vers. 19.
El poder omnipotente del Espíritu Santo es la defensa de toda alma contrita. Cristo no permitirá que pase bajo el dominio del enemigo quien haya pedido su protección con fe y arrepentimiento. Es verdad que Satanás es un ser fuerte; pero, gracias a Dios, tenemos un Salvador poderoso que arrojó del cielo al maligno. Satanás se goza cuando engrandecemos su poder. ¿Por qué no hablamos de Jesús? ¿Por qué no magnificamos su poder y su amor? (El ministerio de curación, p. 62).
Satanás había puesto en duda que Jesús fuese el Hijo de Dios. En su sumaria despedida tuvo una prueba que no podía contradecir. La divinidad fulguró a través de la humanidad doliente. Satanás no tuvo poder para resistir la orden… La victoria de Cristo fue tan completa como lo había sido el fracaso de Adán.
Así podemos nosotros resistir la tentación y obligar a Satanás a alejarse. Jesús venció por la sumisión a Dios y la fe en él, y mediante el apóstol nos dice: “Someteos pues a Dios; resistid al diablo, y de vosotros huirá. Allegaos a Dios, y él se allegará a vosotros”. [Santiago 4:7, 8]… Satanás tiembla y huye delante del alma más débil que busca refugio en ese nombre poderoso…
Nunca podrá comprenderse el costo de nuestra redención hasta que los redimidos estén con el Redentor delante del trono de Dios. Entonces, al percibir de repente nuestros sentidos arrobados las glorias de la patria eterna, recordaremos que Jesús dejó todo esto por nosotros, que no solo se desterró de las cortes celestiales, sino que por nosotros corrió el riesgo de fracasar y de perderse eternamente. Entonces arrojaremos nuestras coronas a sus pies, y elevaremos este canto: “¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la honra, y la gloria, y la bendición!” [Apocalipsis 5:12] (El Deseado de todas las gentes, pp. 104, 105).
Satanás había puesto en duda que Jesús fuese el Hijo de Dios. En su sumaria despedida tuvo una prueba que no podía contradecir. La divinidad fulguró a través de la humanidad doliente. Satanás no tuvo poder para resistir la orden… La victoria de Cristo fue tan completa como lo había sido el fracaso de Adán.
Nunca podrá comprenderse el costo de nuestra redención hasta que los redimidos estén con el Redentor delante del trono de Dios. Entonces, al percibir de repente nuestros sentidos arrobados las glorias de la patria eterna, recordaremos que Jesús dejó todo esto por nosotros, que no solo se desterró de las cortes celestiales, sino que por nosotros corrió el riesgo de fracasar y de perderse eternamente. Entonces arrojaremos nuestras coronas a sus pies, y elevaremos este canto: “¡Digno es el Cordero que ha sido inmolado, de recibir el poder, y la riqueza, y la sabiduría, y la fortaleza, y la honra, y la gloria, y la bendición!” [Apocalipsis 5:12] (El Deseado de todas las gentes, pp. 104, 105).
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Lección 4 | Lunes 21 de enero____________________________________________
LA ASAMBLEA CELESTIAL EN LA SALA DEL TRONO
La descripción de los ancianos en Apocalipsis 4:4 muestra que no son seres angelicales. El título “ancianos”, en la Biblia, siempre se usa para seres humanos. En contraste con los ángeles, que invariablemente están en la presencia de Dios, estos ancianos se sientan en tronos. Las túnicas blancas que usan son la vestimenta del pueblo fiel de Dios (Apoc. 3:4, 5). Las coronas de victoria (del griego stephanos, Apoc. 4:4) sobre las cabezas están reservadas exclusivamente para los santos victoriosos (Sant. 1:12). Todos estos detalles sugieren que los 24 ancianos son los santos glorificados.
El número 24 es simbólico: consiste en 2 conjuntos de 12. El número 12, en la Biblia, es un símbolo del pueblo de Dios. Los 24 ancianos podrían representar al pueblo de Dios en su totalidad, tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo. El número 24 también refleja a los jefes de las 24 divisiones de sacerdotes que se turnaban para desempeñarse en los servicios terrenales del Templo (1 Crón. 24:1-19).
El hecho de que nunca antes se haya mencionado a los 24 ancianos en la Biblia implica que son un grupo nuevo en la sala del Trono celestial. Quizá sean los que resucitaron de entre los muertos cuando Jesús murió (Mat. 27:51-53).
Si es así, los 24 ancianos que ascendieron al cielo con Jesús se convirtieron en representantes de la humanidad, para dar testimonio de la justicia en los actos de Dios al llevar a cabo el plan de salvación. En Apocalipsis 5:9, los 24 ancianos junto con los 4 seres vivientes (vers. 8) se postran en adoración ante el Cordero que fue inmolado y sin embargo vive. Juntos entonan un nuevo cántico, exaltando al Cordero como el que es digno, porque: “Tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apoc. 5:9, 10).
Apocalipsis 4:6 al 8 también menciona a los cuatro seres vivientes. Compara esta descripción con los cuatro seres vivientes de Ezequiel 1:5 al 14; y 10:20 al 22; y los serafines de Isaías 6:2 y 3.
Apocalipsis 4:6-8
6 Y delante del trono había como un mar de vidrio semejante al cristal; y junto al trono, y alrededor del trono, cuatro seres vivientes llenos de ojos delante y detrás. 7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. 8 Y los cuatro seres vivientes tenían cada uno seis alas, y alrededor y por dentro estaban llenos de ojos; y no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir.
Ezequiel 1:5-14
5 y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. 6 Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. 7 Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido. 8 Debajo de sus alas, a sus cuatro lados, tenían manos de hombre; y sus caras y sus alas por los cuatro lados. 9 Con las alas se juntaban el uno al otro. No se volvían cuando andaban, sino que cada uno caminaba derecho hacia adelante. 10 Y el aspecto de sus caras era cara de hombre, y cara de león al lado derecho de los cuatro, y cara de buey a la izquierda en los cuatro; asimismo había en los cuatro cara de águila. 11 Así eran sus caras. Y tenían sus alas extendidas por encima, cada uno dos, las cuales se juntaban; y las otras dos cubrían sus cuerpos. 12 Y cada uno caminaba derecho hacia adelante; hacia donde el espíritu les movía que anduviesen, andaban; y cuando andaban, no se volvían. 13 Cuanto a la semejanza de los seres vivientes, su aspecto era como de carbones de fuego encendidos, como visión de hachones encendidos que andaba entre los seres vivientes; y el fuego resplandecía, y del fuego salían relámpagos. 14 Y los seres vivientes corrían y volvían a semejanza de relámpagos.
Ezequiel 10:20-22
20 Estos eran los mismos seres vivientes que vi debajo del Dios de Israel junto al río Quebar; y conocí que eran querubines. 21 Cada uno tenía cuatro caras y cada uno cuatro alas, y figuras de manos de hombre debajo de sus alas. 22 Y la semejanza de sus rostros era la de los rostros que vi junto al río Quebar, su misma apariencia y su ser; cada uno caminaba derecho hacia adelante.
Isaías 6:2-3
2 Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. 3 Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria.
Los cuatro seres vivientes simbolizan a los seres exaltados que sirven a Dios como agentes y guardianes de su Trono (Sal. 99:1). Las alas, simbólicamente, indican su rapidez al llevar a cabo las órdenes de Dios, y los ojos denotan su inteligencia. Su presencia, junto con los 24 ancianos y la miríada de ángeles alrededor del Trono (Apoc. 5:11), muestra que el cielo y la Tierra están representados en la sala del Trono.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El que capta un destello del incomparable amor de Cristo, computa todas las otras cosas como pérdida, y considera al Señor como el principal entre diez mil… Cuando los serafines y querubines contemplan a Cristo, cubren su rostro con sus alas. No despliegan su perfección y belleza en la presencia de la gloria de su Señor. ¡Cuán impropio es, pues, que los hombres se exalten a sí mismos! Más bien, que estén vestidos de humildad, que cesan su esfuerzo por alcanzar la supremacía, y que aprendan lo que es ser manso y humilde de corazón. El que contempla la gloria y el infinito amor de Dios tendrá una opinión humilde de sí mismo, pero al contemplar el carácter de Dios, será transformado a la imagen divina (That I May Know Him, p. 175; parcialmente en A fin de conocerle, p. 176).
Y el uno daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Isaías 6:3. Esos seres santos cantaban la alabanza y la gloria a Dios con labios no contaminados por el pecado. El contraste entre la pobre alabanza que [Isaías] había estado acostumbrado a dar al Creador y las fervientes alabanzas de los serafines, sorprendía y humillaba al profeta…
Los serafines que se encuentran delante del trono están tan llenos de temor reverente al contemplar la gloria de Dios, que ni por un instante se miran a sí mismos con complacencia propia, admirándose a sí mismos o el uno al otro. Su alabanza y gloria son para Jehová de los ejércitos… Están plenamente satisfechos al glorificar a Dios, y en su presencia, bajo su sonrisa de aprobación, no tienen ningún otro deseo. Sus mayores ambiciones están plenamente logradas al llevar la imagen de Dios, al estar a su servicio y al adorarlo (Conflicto y valor, p. 233).
En el año en que murió el rey Uzías, se le concedió una visión a Isaías en la que contempló el Lugar Santo y el Lugar Santísimo del Santuario celestial. Las cortinas interiores del Santuario estaban abiertas, y ante su mirada se reveló un trono sublime y exaltado que se elevaba como hasta los mismos cielos. Una gloria indescriptible emanaba del que estaba en el trono y su séquito llenaba el templo como su gloria llenará finalmente la tierra. A cada lado del trono de la misericordia se encontraban querubines… y brillaban con la gloria que los envolvía de la presencia de Dios… Estos seres santos cantaban alabanzas y tributaban gloria a Dios… (Reflejemos a Jesús, p. 330).
La gloria culminante de los atributos de Cristo es su santidad. Los ángeles se postran delante de él en adoración, exclamando: “Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso”. Apocalipsis 4:8. Él es declarado glorioso en su santidad. Estudiad el carácter de Dios. Contemplando a Cristo, buscándole con fe y oración, podéis llegar a ser como él (Consejos para los maestros, p. 388).
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Martes 22 de enero | Lección 4___________________________________________
EL LIBRO SELLADO
Lee Apocalipsis 5:1 al 4. A la luz de Isaías 29:11 y 12, ¿cuál es el significado del libro sellado y por qué lloraba Juan?
Apocalipsis 5:1-4
1 Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. 2 Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? 3 Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo. 4 Y lloraba yo mucho, porque no se había hallado a ninguno digno de abrir el libro, ni de leerlo, ni de mirarlo.
Isaías 29:11-12
11 Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque está sellado. 12 Y si se diere el libro al que no sabe leer, diciéndole: Lee ahora esto; él dirá: No sé leer.
El texto griego indica que el rollo estaba en el Trono a la derecha del Padre, a la espera de que quien era digno de tomarlo “desatar[a] sus sellos” (Apoc. 5:2).
En palabras de Elena de White, el rollo sellado contiene “la historia de las providencias de Dios, la historia profética de las naciones y de la iglesia. Este contenía las declaraciones divinas, su autoridad, sus mandamientos, sus leyes, todas las amonestaciones simbólicas del Eterno y la historia de todos los poderes gobernantes de las naciones. En lenguaje simbólico, el rollo contenía la influencia de cada nación, lengua y pueblo desde el comienzo de la historia de la Tierra hasta el fin” (MR 9:7).
En síntesis, el libro sellado contiene el misterio de Dios con respecto a sus planes para resolver el problema del pecado y salvar a los seres humanos caídos. La develación plena de ese misterio tendrá lugar en la segunda venida de Cristo (ver Apoc. 10:7).
Lee Apocalipsis 5:5 al 7. ¿Por qué Cristo es el único en todo el Universo que es digno de tomar el libro sellado y abrirlo?
Apocalipsis 5:5-7
5 Y uno de los ancianos me dijo: No llores. He aquí que el León de la tribu de Judá, la raíz de David, ha vencido para abrir el libro y desatar sus siete sellos. 6 Y miré, y vi que en medio del trono y de los cuatro seres vivientes, y en medio de los ancianos, estaba en pie un Cordero como inmolado, que tenía siete cuernos, y siete ojos, los cuales son los siete espíritus de Dios enviados por toda la tierra. 7 Y vino, y tomó el libro de la mano derecha del que estaba sentado en el trono.
La crisis en la sala del Trono está relacionada con la rebelión de Satanás. Este planeta, aunque creado por Dios, ha estado bajo el dominio del usurpador, Satanás. El llanto de Juan expresaba las lágrimas del pueblo de Dios desde Adán por la salvación de la esclavitud del pecado. El libro sellado contenía el plan de Dios para la resolución del problema del pecado. Sin duda, con su poder inconmensurable, Dios mismo podía concretar ese plan. Sin embargo, la redención de la raza humana caída requería de alguien especial, y ese alguien era Jesús, quien “venció” y, por lo tanto, era digno de abrir el libro, de asumir el señorío sobre esta Tierra y de convertirse en nuestro Mediador en el Santuario celestial.
¿Cómo aprendemos a poner a Jesús en primer lugar en nuestra experiencia cristiana?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
“Y vi en la mano derecha del que estaba sentado en el trono un libro escrito por dentro y por fuera, sellado con siete sellos. Y vi a un ángel fuerte que pregonaba a gran voz: ¿Quién es digno de abrir el libro y desatar sus sellos? Y ninguno, ni en el cielo ni en la tierra ni debajo de la tierra, podía abrir el libro, ni aun mirarlo” (Apocalipsis 5:1-3).
Allí en su mano abierta estaba el libro, el rollo de la historia de las providencias de Dios, la historia profética de las naciones y de la iglesia. Contenía las declaraciones divinas, su autoridad, sus mandamientos, sus leyes, todo el consejo simbólico del Eterno, y la historia de todos los poderes reinantes en las naciones. El rollo contenía, en lenguaje simbólico, la influencia de cada nación, lengua y pueblo desde el inicio de la historia del mundo hasta su final (Manuscript Releases, tomo 9, p. 7).
La cruz de Cristo nos conduce más cerca de Dios, reconcilia al hombre con Dios, y a Dios con el hombre… Casi se ha perdido de vista la cruz, pero sin la cruz no hay relación con el Padre, no hay unidad con el Cordero en el medio del trono del cielo, no hay una recepción de bienvenida a los errantes que quieran volver al olvidado camino de la justicia y la verdad, no hay esperanza para el transgresor en el día del juicio. Sin la cruz no hay un medio provisto para vencer el poder de nuestro poderoso enemigo. Toda esperanza de la humanidad pende de la cruz (Nuestra elevada vocación, p. 48).
En la carrera celestial, todos podemos correr, y recibir el premio. No hay incertidumbre ni riesgo en el asunto. Debemos revestimos de las gracias celestiales y con los ojos dirigidos hacia arriba, a la corona de la inmortalidad, tener siempre presente el Modelo. Fue Varón de dolores, experimentado en quebranto. Debemos tener constantemente presente la vida de humildad y abnegación de nuestro divino Señor. Y a medida que procuramos imitarlo, manteniendo los ojos fijos en el premio, podemos correr esa carrera con certidumbre, sabiendo que si hacemos lo mejor que podamos, lo alcanzaremos con seguridad (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 320).
Morando en [Cristo], podéis florecer. Recibiendo vuestra vida de él, no os marchitaréis ni seréis estériles…
Muchos tienen la idea de que deben hacer alguna parte de la obra solos. Confiaron en Cristo para obtener el perdón de sus pecados, pero ahora procuran vivir rectamente por sus propios esfuerzos. Mas todo esfuerzo tal fracasará. El Señor Jesús dice: “Porque separados de mí nada podéis hacer”. Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Sólo estando en comunión con él diariamente y permaneciendo en él cada hora es como hemos de crecer en la gracia. Él no es solamente el autor de nuestra fe sino también su consumador. Ocupa el primer lugar, el último y todo otro lugar. Estará con nosotros, no solo al principio y al fin de nuestra carrera, sino en cada paso del camino (El camino a Cristo, pp. 68, 69).
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Lección 4 | Miércoles 23 de enero__________________________________________________
DIGNO ES EL CORDERO
Lee Apocalipsis 5:8 al 14; Efesios 1:20 al 23; y Hebreos 10:12. ¿Qué dicen estos pasajes que debería darnos gran esperanza y consuelo en medio de un mundo que, en sí mismo, ofrece tan poco de ambos?
Apocalipsis 5:8-14
8 Y cuando hubo tomado el libro, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero; todos tenían arpas, y copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones de los santos; 9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra. 11 Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono, y de los seres vivientes, y de los ancianos; y su número era millones de millones, 12 que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza. 13 Y a todo lo creado que está en el cielo, y sobre la tierra, y debajo de la tierra, y en el mar, y a todas las cosas que en ellos hay, oí decir: Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos. 14 Los cuatro seres vivientes decían: Amén; y los veinticuatro ancianos se postraron sobre sus rostros y adoraron al que vive por los siglos de los siglos.
Efesios 1:20-23
20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no sólo en este siglo, sino también en el venidero; 22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.
Hebreos 10:12
12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios,
Cuando Cristo, el Cordero, se acerca al Trono, toma el libro. Este acto muestra que toda autoridad y soberanía le pertenecen (ver Mat. 28:18; Efe. 1:20-22). En ese momento, todo el Universo reconoce el gobierno legítimo de Cristo sobre la Tierra. Lo que se perdió con Adán, Cristo lo recuperó.
Cuando Cristo toma el libro, este muestra que el destino de toda la humanidad está en manos de Cristo. Los 4 seres vivientes y los 24 ancianos se postran ante él y lo adoran, como lo hicieron en Apocalipsis 5:9: “Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado”. Mediante este acto de adoración, los ángeles exaltados y los representantes de la humanidad redimida confirman el sacrificio de Cristo en favor de la humanidad. Con su sangre ha pagado el rescate de los seres humanos caídos y les ofrece toda la esperanza de redención y la promesa de un futuro que apenas podemos imaginar.
A los 4 seres vivientes y a los ancianos se les une la incalculable hueste angélica que rodea el Trono, y todos ofrecen alabanzas al Cordero que ha sido inmolado y que ahora “vive” para hacer intercesión por la raza caída (Heb. 7:25). Al unísono, los ocupantes de la sala del Trono exclaman alzando la voz: “El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder, las riquezas, la sabiduría, la fortaleza, la honra, la gloria y la alabanza” (Apoc. 5:12). En ese momento, toda la Creación del cielo y de la Tierra se une para rendir verdadera adoración al Padre y a Cristo: “Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la alabanza, la honra, la gloria y el poder, por los siglos de los siglos” (Apoc. 5:13). En respuesta a esta alabanza, los 4 seres vivientes exclaman “Amén” y los 24 ancianos se postran, concluyendo así esta veneración resonante en la sala del Trono celestial.
Los físicos especulan con que algún día el Universo se quemará, se autoextinguirá o simplemente se desintegrará. Qué contraste con el futuro que presenta la Palabra de Dios. ¿Cómo podemos comenzar a regocijarnos, incluso ahora mismo, por el futuro que nos espera?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La voz dijo: “Jesús, que está sentado sobre el trono, amó tanto al hombre que dio su vida como sacrificio para redimirlo del poder de Satanás, y para exaltarlo a su trono. El que está sobre todo poder, el que tiene la mayor influencia en el cielo y en la tierra, Aquel a quien toda alma está en deuda por todos los favores que ha recibido, era manso y humilde de corazón, santo, inocente y puro en vida…
Ahora los santos no tienen nada que temer— Fuertes y terribles han llegado a ser los señores de la iniquidad en el mundo bajo el dominio de Satanás, pero fuerte es el Señor Dios que juzga a Babilonia. Los justos ya no tienen nada que temer a causa de la fuerza o el fraude mientras sigan siendo fieles y leales. Alguien más poderoso que el hombre fuerte y armado actuará como su defensa. Todo poder y grandeza y excelencia de carácter serán dados a los que han creído y actuado con firmeza en defensa de las leyes de Dios (Mensajes selectos, tomo 3, pp. 490, 491).
No necesitamos esperar hasta que seamos trasladados para seguir a Cristo. El pueblo de Dios puede hacer eso aquí abajo. Seguirán al Cordero en las cortes celestiales solo si lo siguen aquí… No debemos seguir a Cristo a intervalos o caprichosamente, solamente cuando ello sea para nuestra conveniencia. Debemos optar por seguirlo. En la vida diaria, debemos seguir su ejemplo, como el rebaño sigue confiadamente a su pastor. Debemos seguirlo con sufrimiento por su causa, diciendo a cada paso: “Aunque él me matare, en él esperaré”. Job 13:15. La regla de su vida debe ser nuestra experiencia. Y cuando tratemos de ser como él y mantengamos nuestros deseos en conformidad con su voluntad, lo daremos a conocer (En los lugares celestiales, p. 300).
Es una ley de la naturaleza que nuestros pensamientos y sentimientos resultan alentados y fortalecidos al darles expresión. Aunque las palabras expresan los pensamientos, éstos a su vez siguen a las palabras. Si diéramos más expresión a nuestra fe, si nos alegrásemos más de las bendiciones que sabemos que tenemos: la gran misericordia y el gran amor de Dios, tendríamos más fe y gozo. Ninguna lengua puede expresar, ninguna mente finita puede concebir la bendición resultante de la debida apreciación de la bondad y el amor de Dios. Aun en la tierra puede ser nuestro gozo como una fuente inagotable, alimentada por las corrientes que manan del trono de Dios.
Enseñemos, pues, a nuestros corazones y a nuestros labios a alabar a Dios por su incomparable amor. Enseñemos a nuestras almas a tener esperanza, y a vivir en la luz que irradia de la cruz del Calvario. Nunca debemos olvidar que somos hijos del Rey celestial, del Señor de los ejércitos. Es nuestro privilegio confiar reposadamente en Dios (El ministerio de curación, p. 195).
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Jueves 24 de enero | Lección 4___________________________________________
LA IMPORTANCIA DE PENTECOSTÉS
En el derramamiento del Espíritu Santo en Pentecostés, Hechos 2:1 al 4 confirma uno de los acontecimientos más decisivos de la historia del plan de salvación: la investidura de Cristo en su ministerio posterior al Calvario como Sumo Sacerdote y Rey en el Santuario celestial. Mediante su ministerio sumosacerdotal a la diestra del Padre (Apoc. 5:6, 7), Cristo puede llevar a cabo el plan de salvación hasta su cumplimiento final. Como nuestro Mediador en el Santuario celestial, Jesús obra para salvarnos. A través de él, los creyentes pueden tener libre acceso a Dios y recibir el perdón de sus pecados.
Lee Hechos 2:32 al 36; y Juan 7:39. ¿Qué esperanza y ánimo hallas en el hecho de que Jesús se encuentra en el cielo como nuestro Sacerdote y Rey?
Hechos 2:32-36
32 A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos. 33 Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.34 Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, 35 Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. 36 Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.
Juan 7:39
39 Esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyesen en él; pues aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado.
A la exaltación de Cristo en el Santuario celestial le siguió el descenso del Espíritu Santo sobre los discípulos. Apocalipsis 5:6 menciona que los siete espíritus son “enviados por toda la tierra”. Como vimos en la lección anterior, los siete espíritus denotan la plenitud de la actividad del Espíritu Santo en el mundo. En la entronización de Cristo, el Espíritu es enviado a la Tierra. Este derramamiento del Espíritu Santo es uno de los primeros actos de nuestro Sumo Sacerdote en el Santuario celestial. Este derramamiento del Espíritu Santo significaba que Jesús se había presentado ante el Padre y que Dios había aceptado su sacrificio en favor de la humanidad.
“La ascensión de Cristo al cielo fue la señal de que sus seguidores iban a recibir la bendición prometida. […] Cuando Cristo entró por los portales celestiales, fue entronizado en medio de la adoración de los ángeles. Tan pronto como esta ceremonia hubo terminado, el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos en abundantes raudales, y Cristo fue de veras glorificado con la misma gloria que había tenido con el Padre desde toda la eternidad. El derramamiento pentecostal era la comunicación del Cielo de que el Redentor había iniciado su ministerio celestial. De acuerdo con su promesa, había enviado al Espíritu Santo del cielo a sus seguidores como prueba de que, como Sacerdote y Rey, había recibido toda autoridad en el cielo y en la Tierra, y era el Ungido sobre su pueblo” (HAp 31, 32).
Lee Hebreos 4:16 y 8:1. ¿Cuánta esperanza y ánimo hallas en la seguridad de que Jesús haya recibido toda autoridad en el cielo y en la Tierra como nuestro Sacerdote y Rey? Creer en esta verdad ¿en qué medida te ayuda en tus situaciones cotidianas de la vida, y en la incertidumbre del futuro?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Empero yo os digo la verdad: Os es necesario que yo vaya: porque si yo no fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si yo fuere, os le enviaré. Juan 16:7.
Cristo declaró que después de su ascensión él enviaría a su iglesia, como su don máximo, al Consolador, quien ocuparía su lugar. Este Consolador es el Espíritu Santo —el alma de su vida, la eficacia de su iglesia, la luz y la vida del mundo…
En el don del Espíritu, Jesús le dio al hombre el mayor bien que el cielo podía derramar… Es el Espíritu el que hace efectivo lo que ha sido hecho por el Redentor del mundo. El corazón es hecho puro mediante el Espíritu. Mediante el Espíritu el creyente llega a ser participante de la naturaleza divina. Cristo ha dado su Espíritu como un poder divino, para vencer toda tendencia al mal, heredada o cultivada, y para imprimir su propio carácter sobre la iglesia… Es el privilegio de cada hijo e hija de Dios tener en ellos la morada del Espíritu (Nuestra elevada vocación, p. 152).
El Espíritu Santo debía descender sobre los que amaban a Cristo en este mundo. De ese modo se los capacitaría, por medio de la glorificación de Aquel que era su cabeza, para recibir todo don necesario para el cumplimiento de su misión. El Dador de la vida poseía no solo las llaves de la muerte, sino un cielo lleno de ricas bendiciones. Todo el poder del cielo y de la tierra estaba a su disposición, y al tomar su lugar en las cortes celestiales podía prodigar esas bendiciones a todos los que lo recibieran. Cristo dijo a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. Juan 16:7. Este era el mayor de los dones. El Espíritu Santo descendió como el tesoro más precioso que el hombre podía aceptar. La iglesia recibió el bautismo del poder del Espíritu. Los discípulos fueron preparados para salir y proclamar a Cristo (Cada día con Dios, p. 339).
Jesús conoce las necesidades de sus hijos y le gusta escuchar sus oraciones. Que sus hijos se aparten del mundo y de todo lo que pudiera apartar los pensamientos de Dios, y que sientan que están solos con el Señor, que su ojo contempla lo más profundo del corazón, y lee los deseos del alma, y que pueden hablar con Dios. Con fe humilde, podéis pedir el cumplimiento de sus promesas, y sentir que aunque no tenéis nada en vosotros mismos que pudiera serviros para suplicar el favor de Dios debido a los méritos y la justicia de Cristo podéis acercaros confiadamente al trono de la gracia, para hallar socorro en el momento oportuno. Nada puede fortalecer tanto al alma para resistir las tentaciones de Satanás en el gran conflicto de la vida, como buscar a Dios en humildad, y presentar delante de él vuestra alma en toda su indigencia, a la espera de que él será vuestro Ayudador y Defensor (Hijos e hijas de Dios, p. 123).
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Lección 4 | Viernes 25 de enero__________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “A mi Padre y a vuestro Padre”, en El Deseado de todas las gentes, pp. 769-775; “El don del Espíritu”, en Los hechos de los apóstoles, pp. 39-46.
El mensaje de Apocalipsis 4 y 5 es especialmente importante para el pueblo de Dios que vive al final de la historia de la Tierra. La venida del Espíritu Santo en Pentecostés marcó el comienzo de la predicación del evangelio a todo el mundo; el mensaje central era acerca de Jesús, quien había sido exaltado como Sacerdote y Rey a la diestra del Padre. Esta verdad acerca de Jesús era la esencia de la creencia cristiana primitiva (Heb. 8:1) y la piedra angular de su predicación (Hech. 2:32, 33; 5:30, 31). También era su motivación y la fuente de su fe y su coraje ante la persecución y las situaciones difíciles de la vida (Hech. 7:55, 56; Rom. 8:34). Como resultado, muchos respondieron a su predicación. A partir de entonces, el Reino de Dios se ha estado manifestando a través del ministerio del Espíritu Santo.
Nunca debemos olvidar que solo las buenas nuevas de la salvación en Cristo pueden alcanzar y transformar el corazón humano y llevar a la humanidad a responder al llamado del evangelio eterno de temer a Dios, darle gloria y adorarlo (Apoc. 14:7). La única esperanza está en nuestro Salvador, quien es nuestro Sacerdote y Rey en el Santuario celestial. Él está con su pueblo y siempre estará con él hasta el final (Mat. 28:20). Él tiene el futuro en sus manos.
Por lo tanto, nunca olvidemos que tener presente la esencia del evangelio traerá pleno éxito al predicar el mensaje final a la humanidad perdida y afligida. Ninguna otra cosa que prediquemos es más importante que la Cruz y lo que nos enseña acerca de Dios.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Algún día estaremos en el cielo alabando y adorando al Señor por su bondad, su poder y, especialmente, su gracia. ¿De qué manera podemos practicar la alabanza y la adoración, incluso ahora, para cuando llegue ese gran día? Es decir, ¿cómo podemos adorar y alabar a Dios ahora con corazones agradecidos por todo lo que él ha hecho y hará?
- Lee Apocalipsis 4:11 y 5:9. ¿En qué roles ves al Padre y al Hijo aquí, y en qué sentido ambos roles son esenciales no solo para el plan de salvación sino también para explicar por qué Dios es tan digno de nuestra adoración? El sábado (y lo que este enseña) ¿en qué medida es una expresión de estas dos maravillosas verdades sobre nuestro Dios?
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01/24/2019 en 9:00 PM
mi estimado hermano Tony, mil bendiciones a usted y su ministerio. me gusta estos comentarios a la lección, te quiero compartir un trabajo de alberto treyer, creo que hubiera sido muy util en esta lección y lo será en las que siguen: «principios de apostacia en la escuela sabatica». Todo esto me sorprende y no se que pensar de los que hacen la escuela sabatica, de nuestras universidades y de la dirección de la iglesia. Es un tema complicado, pero la Iglesia es de Dios y EL. la hará triunfar. mucho que decir, pero por hoy basta. Saludos y el señor le bendiga
02/02/2019 en 3:58 PM
Cuando Jesús sube al cielo es sacerdote no sumo sacerdote