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Lección 10 – DE LA CONFESIÓN A LA CONSOLACIÓN – Para el 7 de marzo de 2020

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Lección 10: Para el 7 de marzo de 2020

DE LA CONFESIÓN A LA CONSOLACIÓN

Sábado 29 de febrero___________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Daniel 9; Jeremías 25:11, 12; 29:10; 2 Reyes 19:15–19; Mateo 5:16; Santiago 5:16.

PARA MEMORIZAR:

“Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo” (Dan. 9:19).

Daniel 9 contiene una de las grandes oraciones de la Biblia. En momentos cruciales de su vida, Daniel recurre a la oración para hacer frente a los desafíos que se le presentan. Cuando Daniel y sus colegas estaban a punto de ser asesinados debido al misterioso sueño de un rey pagano, el profeta se acerca a Dios en oración (Dan. 2). Y cuando un decreto real prohibió dirigir súplicas a cualquier dios fuera del rey, Daniel siguió ofreciendo sus oraciones diarias hacia Jerusalén (Dan. 6). Por lo tanto, al considerar la oración de Daniel 9, recordemos que la visión de las 2.300 tardes y mañanas de Daniel 8 tiene un gran impacto en el profeta. Aunque se explicaron los contornos generales de esa profecía, Daniel no puede entender el espacio de tiempo expresado en el diálogo entre los dos seres celestiales: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el Santuario será purificado” (Dan. 8:14). Recién ahora, en el capítulo 9, se le da más luz al profeta; y esta vez, también, es en respuesta a la oración ferviente.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Hay necesidad de oración, de oración muy ferviente, sincera, como en agonía…

Daniel oró a Dios, sin ensalzarse a sí mismo ni pretender bondad alguna: «Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío». Daniel 9: 19. Esto es lo que Santiago llama la oración eficaz y ferviente. De Cristo se dice: «Estando en agonía oraba más intensamente». Lucas 22:44. ¡Qué contraste presentan con esta intercesión de la Majestad celestial las débiles y tibias oraciones que se ofrecen a Dios! Muchos se conforman coa el servicio de los Labios, y pocos tienen un anhelo sincero, ferviente y afectuoso por Dios.

La comunión con Dios imparte al alma un íntimo conocimiento de su voluntad. Pero muchos de los que profesan la fe, no saben lo que es la verdadera conversión. No han experimentado la comunión con el Padre por medio de Jesucristo y no han sentido el poder de La gracia divina para santificar el corazón… La verdadera oración requiere las energías del alma y afecta la vida. El que presenta así sus necesidades delante de Dios, siente el vacío de todo Lo demás bajo el cielo. «Delante de ti están todos mis deseos», dijo David, «y mi suspiro no te es oculto». Salmos 38:9. «Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo: ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?» Salmos 42:2. «Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí». Salmos 42:4 (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 525, 526).

Los paganos pensaban que sus oraciones tenían en sí méritos para expiar el pecado.

Por lo tanto, cuanto más larga fuera la oración, mayor mérito tenía. Si por sus propios esfuerzos podían hacerse santos, tendrían entonces algo en que regocijarse y de Lo cual hacer alarde… Los fariseos habían adoptado este concepto pagano de la oración, que existe todavía hasta entre los que profesan ser cristianos. La repetición de expresiones prescritas y formales mientras el corazón no siente la necesidad de Dios, es comparable con las «vanas repeticiones» de los gentiles…

Las oraciones más elocuentes son palabrería vana si no expresan los sentimientos sinceros del corazón. La oración que brota del corazón ferviente, que expresa coa sencillez Las necesidades del alma así como pediríamos un favor a un amigo terrenal esperando que lo hará, ésa es la oración de fe. Dios no quiere nuestras frases de simple ceremonia; pero el clamor inaudible de quien se siente quebrantado por la convicción de sus pecados y su debilidad llega al oído del Padre misericordioso (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 74, 75).

Como humano, la oración fue para [Jesús] una necesidad y un privilegio. Encontraba consuelo y gozo en la comunión con su Padre. Y si el Salvador de los hombres, el Hijo de Dios, sintió la necesidad de orar, ¡cuánto más nosotros, débiles mortales, manchados por el pecado, no debemos sentir la necesidad de orar con fervor y constancia! (El camino a Cristo, p. 94).

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Domingo 1º de marzo | Lección 10_____________________________________________

LA CENTRALIDAD DE LA PALABRA DE DIOS

Lee Daniel 9:1 y 2. Daniel dice que “entend[ió] de los libros” la profecía que estaba estudiando tan cuidadosamente. ¿A qué libro o libros de la Biblia se refiere?

Daniel 9:1-2

1 En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años.

Al analizar esta oración, resulta evidente que surge de un estudio en profundidad de la revelación anterior de Dios a Moisés y los profetas. Al leer en el rollo de Jeremías que el período de cautiverio durará setenta años (ver Jer. 25:11, 12; 29:10), Daniel comprende la importancia del momento histórico en el que vive.

Tengamos en cuenta que Daniel eleva esta oración en 539 a.C., el año en que el Imperio Persa reemplazó a Babilonia. Por ello, han pasado casi setenta años desde que Nabucodonosor conquistó Jerusalén y destruyó el Templo. Por lo tanto, según la profecía de Jeremías, el pueblo de Dios pronto regresará a su terruño. Como confía en la Palabra de Dios, Daniel sabe que algo trascendental está a punto de suceder con su pueblo y que, tal como Dios promete en su Palabra, el exilio en Babilonia terminará pronto y los judíos volverán a su hogar.

De su estudio de las Escrituras disponibles en ese entonces, Daniel también comprende cuán graves son los pecados de su pueblo. Como quebrantaron el Pacto, rompieron su relación con Dios; por ende, la consecuencia inevitable es el exilio (Lev. 26:14–45). Por lo tanto, es el estudio de la revelación de Dios lo que le permite a Daniel discernir los tiempos y lo que le da un sentido de urgencia para implorar a Dios en favor del pueblo.

A medida que nos acercamos a los últimos días de la historia de la Tierra, necesitamos más que nunca estudiar y vivir de acuerdo con la Palabra de Dios. Solo las Escrituras nos pueden proporcionar una explicación autorizada del mundo en el que vivimos. A fin de cuentas, las Escrituras cuentan la historia del gran conflicto entre el bien y el mal, y de este modo revelan que la historia de la humanidad se cerrará con la aniquilación del mal y el establecimiento del Reino eterno de Dios. Cuanto más estudiemos las Escrituras, mejor podremos entender la situación contemporánea del mundo y nuestro lugar en él, como así también los motivos para tener esperanza en medio de un mundo que no puede ofrecerla.

¿Cómo nos ayuda la Biblia a entender hasta cierto punto a un mundo que, en sí mismo, parece no tener ningún sentido?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN DE TODA LA SEMANA

Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego.” (Daniel 9)

Del impresionante capítulo nueve de Daniel, aprendemos que cuando el humano busca a Dios necesita volver su rostro a Dios en oración y ruego. El ejemplo de Daniel, su piedad y su santidad, es un ejemplo que todo cristiano tendría que imitar cuando anda en procura de lo divino.

La búsqueda de Dios en las grandes dificultades es casi siempre propicia y efectiva. Buscar a Dios en medio de las dificultades es casi algo natural, lo hacemos sin poner un gran esfuerzo de nuestra parte, nuestras mentes suelen dirigirse naturalmente y fácilmente a esta actividad.

Antes de la caída del hombre, su mente naturalmente se elevaba hacia su Creador, terminando en un acercamiento de gloria y dicha entre el Creador y la criatura. Pero eso no sucede fácilmente en nuestros días, es un asunto difícil dirigir nuestras mentes a Dios para una búsqueda correcta y propicia.

El hombre por si mismo, no puede, aunque quiera, buscar a Dios.  Si el Espíritu de Dios no está en él: ¿Quién puede traer a Dios un corazón contrito y humillado si no es por la obra del Espíritu Santo?; ¿Quién puede naturalmente vencer el pecado por sus propios medios? Cada vez que el hombre busca a Dios de corazón, prontamente encontrará que hay que vencer muchas dificultades para poderse sentar en el trono de la gracia.

Hay multitudes que buscan a Dios, pero no quieren volver el rostro hacia él. Hoy están con vida por medio de una multitud de oraciones, mañana están muertos por el abandono de la oración. Este tipo de persona nunca consigue nada en la vida, por su inconsistencia espiritual.

Hay otros que buscan a Dios, volviendo su rostro hacia él, pero no quieren dejar pecados que voluntariamente acarician en sus vidas. ¿Quién puede ser un cristiano sin sacrificio?; ¿Quién puede entrar por la puerta estrecha sin dificultades? Solo hay una manera de acercarse al Padre, solo hay una manera en quien se puede pedir y solo hay un nombre, el mas dulce de todos: Jesucristo.

Uno de los secretos cuando buscamos a Dios es darle tiempo. Necesitamos buscar a Dios de la manera correcta, buscar diligentemente los pecados secretos que afectan nuestras vidas, los pecados del corazón y la mente, y confesarlos con dolor ante Dios. Necesitamos tener sed de la ayuda y de la presencia de Dios, desde el primer momento que decidimos buscarlo.

El primer pedido de ayuda que eleva un pecador que vuelve, nunca es pasado por alto por Dios, ese gemido de dolor nunca es en vano, siempre es atendido por nuestro Dios de amor, si el pedido es honesto y sincero.

“¡Señor, ensénanos a orar!” fue el pedido de los discípulos a Cristo en una ocasión. Pero ni el mismo Señor, con toda su voluntad, deseo y habilidad nos puede enseñar a orar.  Cada hombre tiene que enseñarse a sí mismo a orar.

La oración en su esencia; es algo profundamente personal, profundamente sagrado, secreto y experimental. Pudiéramos decir -humanamente hablando- que la oración es el mejor y el mas grande arte que el hombre puede practicar y perfeccionar en su vida.

Daniel aprendió a orar desde su niñez, lo siguió practicando en Babilonia, su oración fue puesta severamente a prueba en varias ocasiones, una experiencia así, no se puede heredar, ni transmitir a nadie, es solamente conseguida a través de la práctica y la experiencia de los años.

Pudiéramos decir que Daniel era un prominente en la oración en todas sus formas.

En el tiempo de Daniel, hubo tres profetas que trabajaron al mismo tiempo, pero en diferentes lugares. El mayor de ellos era Jeremías, el segundo era el profeta Ezequiel y el menor de ellos era el profeta Daniel.

El primero en morir fue Jeremías, el segundo en morir fue Ezequiel y el último en morir fue Daniel.

Daniel nació alrededor de 15 años antes de la cautividad, logró vivir los setenta años de la cautividad y murió varios años después de la cautividad, alcanzando cerca de los 100 años de edad.

Los tres profetas trabajaron en lugares diferentes; Jeremías tenía su oficina profética en Jerusalén, antes y durante la cautividad, terminando sus días finales en Egipto.

El profeta Ezequiel tenía su oficina profética en Babilonia, pero él trabajaba para todos los exiliados judíos que residían en Babilonia

El profeta Daniel también tenía su oficina profética en Babilonia, pero trabajaba directamente para los reyes y las altas autoridades de Babilonia.

Con estos tres profetas, Dios cubría una vasta multitud de personas: con Jeremías cubría a los judíos que residían en Jerusalén antes y durante la cautividad, con Ezequiel cubría a los judíos que habían sido llevados cautivos a Babilonia, y con Daniel cubría o ministraba al opresor, con miras a ganarlo para la vida eterna.

El capítulo 9 del libro de Daniel, es una porción de la Biblia muy amada para toda mente que ama la devoción profunda, y que se ha pasado una vida entera buscando una comunión íntima con Dios.

Nos podemos imaginar al profeta Daniel, extendiendo los escritos del profeta Jeremías y estudiando profundamente los escritos y profecías de un profeta contemporáneo a su tiempo. Probablemente Daniel estudio tan profundamente los escritos de Jeremías, de la misma manera que Jeremías pudo haber estudiado profundamente los escritos de Moisés.

Al darse cuenta Daniel que estaba viviendo en momentos cumbres y solemnes del cumplimiento de la profecía dada por Dios al profeta Jeremías, se entregó a una oración especial para lograr el cumplimiento de la promesa, Daniel volvió su “rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza.”

Aprendemos que Dios estableció la oración como un medio de comunicación entre su pueblo y él, pero mas que eso; la oración es uno de los medios mas eficiente que Dios tiene para comunicar sus arcanos, sus secretos, sus planes y designios a aquellos que le buscan de corazón.

Se nos hace difícil entender a Daniel y su fervor en la oración, posiblemente porque no somos suficientemente profundos en asuntos espirituales. Daniel buscó a Dios en oración y ruego, en ayuno, en cilicio y en ceniza, y luego volvió a una agónica oración en busca del perdón para un pueblo extraviado.

¿Qué era lo que Daniel estaba estudiando de Jeremías que lo condujo a tan profunda oración?  Probablemente estaba estudiando Jeremías 25 o Jeremías capítulo 29

Jeremías 25 encontramos que reza de la siguiente manera:

1Este mensaje del Señor, para todo el pueblo de Judá, le vino a Jeremías durante el cuarto año del reinado de Joacim sobre Judá. Este fue el año en que el rey Nabucodonosor de Babilonia comenzó a reinar. Jeremías el profeta le dijo a todo el pueblo de Judá y de Jerusalén: «Durante los últimos veintitrés años —desde el año trece del reinado de Josías, hijo de Amón,  rey de Judá, hasta ahora— el Señor me ha estado dando sus mensajes. Yo se los he comunicado con toda fidelidad, pero ustedes no han querido escuchar. » Una y otra vez, el Señor les ha enviado a sus siervos, los profetas, pero ustedes no escucharon ni prestaron atención. Todas las veces el mensaje fue: “Apártense de su mal camino y de sus malas acciones. Solo entonces los dejaré vivir en esta tierra que el Señor les dio a ustedes y a sus antepasados para siempre. No provoquen mi enojo al rendir culto a ídolos que ustedes hicieron con sus propias manos. Entonces no les haré ningún daño”.»Pero ustedes no querían escucharme —dice el Señor—. Me pusieron furioso al rendir culto a ídolos hechos con sus propias manos y trajeron sobre ustedes todos los desastres que ahora sufren. Ahora el Señor de los Ejércitos Celestiales dice: “Como ustedes no me han escuchado, reuniré a todos los ejércitos del norte bajo el mando de Nabucodonosor, rey de Babilonia, a quien nombré mi representante. Los traeré contra esta tierra, contra su gente y contra las naciones vecinas. A ustedes los destruiré por completo y los convertiré en objeto de horror, desprecio y ruina para siempre. 10 Quitaré de ustedes la risa y las canciones alegres. No se oirán más las voces felices de los novios ni de las novias. Las piedras de molino se acallarán y las luces de las casas se apagarán. 11 Toda la tierra se convertirá en una desolada tierra baldía. Israel y las naciones vecinas servirán al rey de Babilonia por setenta años. (Nueva Traducción Viviente {NTV})

Y el capítulo 29 de Jeremías, reza de la siguiente manera:

1 Estas son las palabras de la carta que el profeta Jeremías envió de Jerusalén a los ancianos que habían quedado de los que fueron transportados, y a los sacerdotes y profetas y a todo el pueblo que Nabucodonosor llevó cautivo de Jerusalén a Babilonia (después que salió el rey Jeconías, la reina, los del palacio, los príncipes de Judá y de Jerusalén, los artífices y los ingenieros de Jerusalén), por mano de Elasa hijo de Safán y de Gemarías hijo de Hilcías, a quienes envió Sedequías rey de Judá a Babilonia, a Nabucodonosor rey de Babilonia. Decía: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel, a todos los de la cautividad que hice transportar de Jerusalén a Babilonia: Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis.Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz.Porque así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: No os engañen vuestros profetas que están entre vosotros, ni vuestros adivinos; ni atendáis a los sueños que soñáis. Porque falsamente os profetizan ellos en mi nombre; no los envié, ha dicho Jehová. 10 Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. 11 Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12 Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13 y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón. 14 Y seré hallado por vosotros, dice Jehová, y haré volver vuestra cautividad, y os reuniré de todas las naciones y de todos los lugares adonde os arrojé, dice Jehová; y os haré volver al lugar de donde os hice llevar. Jeremías 29

Jeremías estaba muy bien informado de lo que estaba ocurriendo con los exiliados que vivían en tierra de Babilonia, y se dio cuenta que en Babilonia había descontento, los judíos exiliados estaban tratando de formar una revuelta en contra de Nabucodonosor y todas estas ideas eran alimentadas por los falsos profetas que residían en Babilonia. Estos falsos profetas, aún seguían predicando que el exilio solamente duraría un par de años o cualquier cantidad de tiempo extremadamente corto, Jeremías les está confirmando que la idea de un regreso temprano era imposible, ya que Dios había dictaminado que el exilio judío duraría 70 años.

La carta de Jeremías era una invitación a todos los exiliados primeramente a estarse quietos y en segundo era una invitación a no seguir escuchando la palabra de los falsos profetas. Si los judíos escuchaban a los falsos profetas, podían comenzar una revuelta en contra de Nabucodonosor y corrían peligro de muerte, tanto los judíos que estaban en Babilonia, como los judíos que se habían escapado del exilio y aún vivían en Jerusalén.

Edificad casas, y habitadlas; y plantad huertos, y comed del fruto de ellos. Esta orden tiene dos enseñanzas: la primera era reconocer y aceptar la verdad que estaban viviendo, y la segunda enseñanza era que ellos entendieran que el exilio duraría por lo menos tres generaciones, y así se cumplirían los 70 años de cautividad. Además, muestra con la benevolencia o la tolerancia que estos exiliados eran tratados por los babilonios, cuando se les permitía ser poseedores tanto de tierras, como de casas.

Dios está enviando un mensaje a los cautivos de Babilonia, y es que él no se ha olvidado de ellos. Dios pudo haber estado descontento con ellos y los corrigió de su mal proceder, pero si ellos ahora estaban dispuestos a obedecer la voz de Dios, ellos ahora tenían la oportunidad de vivir confortablemente en Babilonia.

En cualquier condición de vida que estemos viviendo, es nuestra obligación y responsabilidad no tirar a la basura esas cosas confortantes que aun tenemos, aunque no tengamos todas las comodidades que deseáramos tener. Ellos tenían que hacer lo mejor de las circunstancias y conseguir riquezas e influencias en tierra extraña, si ellos se dedicaban a la revolución, lo único que conseguirían sería caer rápidamente en la pobreza y enfrentar una muerte segura.

Tenían que seguir las instrucciones divinas, mantenerse ocupados plantando huertos y comiendo del fruto de ellos. Dios les aseguraba que ni las casa, ni las propiedades, ni los huertos se les sería quitados mientras ellos decidieran vivir en paz.

Ellos fueron aconsejados y guiados a vivir de una manera sumisa y pacífica mientras durara la cautividad bajo el poder de Nabucodonosor, ellos tenían que vivir en Babilonia, como si Babilonia fuera su habitación permanente

Casaos, y engendrad hijos e hijas; dad mujeres a vuestros hijos, y dad maridos a vuestras hijas, para que tengan hijos e hijas; y multiplicaos ahí, y no os disminuyáis. Esto no era una orden, ni una obligación, sino que era un consejo, nadie estaba obligado a hacer esto, ellos tendrían que hacerlo si en verdad creían que vivirían 70 años en Babilonia.

Podían casarse todos aquellos que estaban solteros o viudos, casarse entre ellos mismo, ya que el casamiento con los paganos era prohibido por Dios, se tenían que acomodar en Babilonia para vivir con sus familias, preservar la familia y propagar su descendencia.

Y procurad la paz de la ciudad a la cual os hice transportar, y rogad por ella a Jehová; porque en su paz tendréis vosotros paz. Esta era la indicación mas difícil de seguir. Refrenarse de toda ofensa verbal y palabra injuriosa en contra de los opresores.

Orar por la ciudad de Babilonia y orar por los opresores era algo que no se había escuchado anteriormente, humanamente era algo que requería un gran dominio propio y mucha paciencia.

Tenían que orar por la ciudad, ya que, de acuerdo a la paz, la seguridad y la prosperidad de la ciudad, también dependía la prosperidad, el bienestar y la felicidad de ellos. Tenían que procurar la paz de la ciudad, por que vivir en guerra en contra de la ciudad que sería su hogar por los siguientes 70 años era contraproducente.

La verdadera religión siempre enseña sumisión y nunca la subversión o la sedición, inclusive si el príncipe opresor no es un creyente.

Uno de los salmos más tristes y mas amargos que cantaban los judíos en Babilonia se llamaba «En las Riveras de Babilonia» y dice así: Junto a los ríos de Babilonia, nos sentábamos y llorábamos, al acordarnos de Sion. Sobre los sauces  en medio de ella colgamos nuestras arpas. Pues allí los que nos habían llevado cautivos nos pedían canciones, y los que nos atormentaban nos pedían alegría, diciendo: Cantadnos alguno de los cánticos de Sion. ¿Cómo cantaremos la canción del Señor en tierra extraña? Si me olvido de ti, oh Jerusalén, pierda mi diestra su destreza. Péguese mi lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no enaltezco a Jerusalén sobre mi supremo gozo. 7 Recuerda, oh Señor, contra los hijos de Edom el día de Jerusalén, quienes dijeron: Arrasadla, arrasadla hasta sus cimientos. Oh hija de Babilonia, la devastada, bienaventurado el que te devuelva el pago con que nos pagaste. Bienaventurado será el que tome y estrelle tus pequeños contra la peña. Salmos 137

Jeremías deseaba que el pueblo de Israel dejara su amargura, que dejaran sus rencores, y que comenzaran a vivir una vida normal en su nueva nación. Eran casi 500 años que los israelitas habían vivido en tierra cananea. 500 años de prevaricación, de idolatría, de terquedad y de abuso; Dios dijo en Éxodo 23: 10 Seis años sembrarás tu tierra, y recogerás su cosecha; 11 mas el séptimo año la dejarás libre, para que coman los pobres de tu pueblo; y de lo que quedare comerán las bestias del campo; así harás con tu viña y con tu olivar.  Ellos no habían cumplido esta orden por casi 500 años y ahora era tiempo que la tierra descansara 70 años, un año por cada siete años.

La tierra iba a descansar de pecado, de idolatría y de abuso, de parte de un pueblo que no pudo acatar las ordenes de Dios.  Cuando Dios ordena algo es mejor que lo hagamos, las ordenes de Dios siempre se van a realizar de la manera que él las ordena, las ordenes de Dios siempre se van a realizar ya sean que nosotros estemos de acuerdo o no. Por las buenas o por las malas, las ordenes de Dios siempre se cumplen.

2 Crónicas 3: 21 dice que todo se cumplió como Dios lo predijo:  para que se cumpliese la palabra de Jehová por boca de Jeremías, hasta que la tierra hubo gozado de reposo; porque todo el tiempo de su asolamiento reposó, hasta que los setenta años fueron cumplidos.

El gobierno de Babilonia cayó a los 70 años de mantener cautivo a Judá, el rey era Belsasar:

¿De dónde aparece Belsasar? La Biblia no lo dice, pero la historia si. Nabucodonosor tuvo una hija que se llamó Necrotis y ésta se caso con un joven llamado Nabonidus. Juntos tuvieron un hijo al cual le llamaron Belsasar, en pocas palabras Belsasar era el nieto de Nabucodonosor. Hay que tomar en cuenta que antes que Belsasar reinara en Babilonia, ya Evil-Merodac que fue hijo de Nabucodonosor e inclusive el mismo yerno Nabonidus, ya habían reinado en Babilonia.

Belsasar comenzó a reinar muy joven en Babilonia, y aparentemente fue crecido sin ninguna disciplina, respeto y restricción. Belsasar comete el infame, y el gran sacrilegio de traer los vasos de oro que pertenecían al templo de Jehová, para tomar vino en ellos. Esta historia la encontramos en Daniel 5:

1El rey Belsasar dio un gran banquete a mil de sus nobles, y en presencia de los mil se puso a beber vino. Mientras saboreaba el vino, Belsasar ordenó traer los vasos de oro y plata que Nabucodonosor su padre[a] había sacado del templo que estaba en Jerusalén, para que bebieran en ellos el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas. Entonces trajeron los vasos de oro que habían sido sacados del templo, la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y el rey y sus nobles, sus mujeres y sus concubinas bebieron en ellos. Bebieron vino y alabaron a los dioses de oro y plata, de bronce, hierro, madera y piedra. (Daniel 5)

Esa misma noche, cae uno de los imperios más grande, mas fuerte, y mas avanzado que ha existido en la tierra. Babilonia era una súper potencia, que hasta en el día de ahora se admira y se alaba por sus adelantos en el conocimiento y la ciencia; dominaban a perfección la astronomía, las matemáticas, la físicas, la economía nacional e internacional, fueron los fundadores de los sistemas bancarios que se usan hasta nuestros días, usaban interés sobre interés, también usaban pagares y sistemas de cheque, eran grandes ingenieros y arquitectos, hicieron obras que hasta el día de hoy son renombradas tal como «los jardines colgantes de Babilonia» considerada una de las siete maravillas del mundo.

Imaginémonos cuan avanzada era su cultura que todo el imperio hablaba 4 idiomas a la perfección, uno era usado solamente dentro de los hogares, el otro idioma era usado en las calles, el tercero era usado solo en el gobierno, y el cuarto era solo para usarse en la iglesia y para asuntos de religión. Estamos hablando de un imperio extremadamente avanzado.

Esa noche en la fiesta de Belsasar, mientras tomaban vino en los vasos sagrados traídos de Jerusalén apareció la mano que escribió sobre la pared solida: Mene, Mene, Tekel, Ufarsin. Belsasar quedó turbado, de nuevo los magos y adivinos fueron traídos ante el rey y de nuevo los magos y adivinos fracasaron ante otro enigma divino. Allí interviene la madre de Belsasar recordando a Belsasar a uno que es capaz de interpretar todo enigma divino. Daniel vuelve aparecer en la escena e interpreta la escritura de la pared:

17 Entonces Daniel respondió, y dijo delante del rey: Sean para ti tus regalos y da tus recompensas a otro. Yo leeré, sin embargo, la inscripción al rey y le daré a conocer su interpretación. 18 Oh rey, el Dios Altísimo concedió a tu padre Nabucodonosor soberanía, grandeza, gloria y majestad. 19 Y a causa de la grandeza que El le concedió, todos los pueblos, naciones y lenguas temían y temblaban delante de él; a quien quería, mataba, y a quien quería, dejaba con vida; exaltaba a quien quería, y a quien quería humillaba. 20 Pero cuando su corazón se enalteció y su espíritu se endureció en su arrogancia, fue depuesto de su trono real y su gloria le fue quitada. 21 Y fue echado de entre los hombres, su corazón se hizo semejante al de las bestias y con los asnos monteses tuvo su morada. Se le dio a comer hierba como al ganado y su cuerpo se empapó con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Dios Altísimo domina sobre el reino de los hombres y que pone sobre él a quien le place. 22 Mas tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón aunque sabías todo esto, 23 sino que te has ensalzado contra el Señor del cielo; y han traído delante de ti los vasos de su templo, y tú y tus nobles, tus mujeres y tus concubinas, habéis estado bebiendo vino en ellos y habéis alabado a los dioses de plata y oro, de bronce, hierro, madera y piedra, que ni ven, ni oyen, ni entienden; pero al Dios que tiene en su mano tu propio aliento y es dueño de todos tus caminos, no has glorificado; 24 por lo cual El envió de su presencia la mano que trazó esta inscripción.25 Y ésta es la inscripción que fue trazada: Mene, Mene, Tekel, Ufarsin. 26 Esta es la interpretación del escrito: Mene: Dios ha contado tu reino y le ha puesto fin. 27 Tekel: has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso. 28 Peres: tu reino ha sido dividido y entregado a los medos y persas.29 Entonces Belsasar ordenó que vistieran a Daniel de púrpura y le pusieran un collar de oro al cuello, y que proclamaran acerca de él, que él tenía ahora autoridad como tercero en el reino.30 Aquella misma noche fue asesinado Belsasar, rey de los caldeos. 31 Y Darío el medo recibió el reino cuando tenía sesenta y dos años.

Esa noche en el palacio mientras todos huían ante el ejército medo-persa, en medio de la convulsión y confusión del lugar, mientras todos trataban de escapar de la muerte, Daniel estaba en la sala principal del palacio babilónico allí muy cerca del trono, estaba parado, en completa quietud, con toda serenidad, vestido elegantemente con un traje real de color púrpura, y en su cuello un collar de oro que le pertenecía especialmente solo a los miembros de la realeza. Tenía la firmeza de un faro en medio de la tempestad, tenía la paz divina en su rostro en medio de la muerte y de la destrucción, allí estaba parado Daniel esperando pacientemente para darle la bienvenida al nuevo regidor del mundo, allí estaba listo para empezar una nueva etapa misionera con el nuevo monarca que Dios había designado para la región.

Tenía que haberle llamado la atención Daniel en ese estado de serenidad en medio de la convulsión, el rey Darío no tardaría en investigar su nombre, su posición en el palacio, su historial y sus antecedentes, posiblemente ya Darío había escuchado la grandeza y la sabiduría de Daniel.

Daniel aún siendo el primer ministro del imperio mas grande de la tierra, tomaba el tiempo para estudiar los libros de la Palabra de Dios. De esta manera Daniel llegó a la conclusión, después de hacer los cálculos, que la libertad de los exiliados estaba a las puertas.

Posiblemente cuando Daniel era un niño pudo haber escuchado las profecías de Jeremías directamente de sus propios labios, antes de ser llevado cautivo a Babilonia. Las palabras que usaba Jeremías, después las usa Daniel en una forma repetitiva, especialmente la palabra «desolación» Daniel estudiaba uno de los versículos mas importante en todo el libro de Jeremías para él y era Jeremías 25: 12 Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación por su maldad, ha dicho Jehová, y a la tierra de los caldeos; y la convertiré en desiertos para siempre. 13 Y traeré sobre aquella tierra todas mis palabras que he hablado contra ella, con todo lo que está escrito en este libro, profetizado por Jeremías contra todas las naciones.

Ahora Babilonia había sido castigada y estaba destruida, Daniel sabía que la libertad de los Judíos vendría muy pronto y siguió el consejo de Dios de buscarlo de todo corazón, Daniel siguió las indicaciones dadas por Dios a través de Jeremías:

10Porque así dijo Jehová: Cuando en Babilonia se cumplan los setenta años, yo os visitaré, y despertaré sobre vosotros mi buena palabra, para haceros volver a este lugar. 11Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis. 12Entonces me invocaréis, y vendréis y oraréis a mí, y yo os oiré; 13y me buscaréis y me hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón.

De rodillas fue Daniel, y en el capítulo 9 de Daniel encontramos la hermosa oración de Daniel, intercediendo ante Dios por la liberación del mundo judío:  En el año primero de Darío hijo de Asuero, de la nación de los medos, que vino a ser rey sobre el reino de los caldeos, en el año primero de su reinado, yo Daniel miré atentamente en los libros el número de los años de que habló Jehová al profeta Jeremías, que habían de cumplirse las desolaciones de Jerusalén en setenta años. Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

Sin duda alguna, el capítulo nueve de Daniel, es un capítulo escrito por una persona capaz o competente, solamente para lectores con las mismas características, escrito por un santo para gente santa.

A la oración de Daniel podemos aplicar, toda nuestra experiencia, toda nuestra mente, todo nuestro corazón, nuestra imaginación y descubriremos el poder que existe en una oración que está completamente impregnada de confesión y de un profundo arrepentimiento.

La gran oración de Daniel es un ejemplo vivo, de como el humano puede lograr penetrar el trono de la gracia, y mas que eso, nos muestra a un Dios revelando los secretos a la mente humana, secretos de orden divino que solo pertenecen a un Dios Grande, Magno y Todopoderoso.

Daniel sabía que el evento de la liberación del mundo judío dependía de un reavivamiento espiritual, se dio cuenta que regresar a Dios era tan esencial para poder regresar a Jerusalén, por eso es que su oración está empapada de humillación y de confesión de pecados hacia Dios. La lección se tenía que haber aprendido, un pueblo contrito y humillado tendrían que ser las características de un pueblo liberado.

-La oración privada no es para informar de nada a Dios, muchos de nosotros oramos como si deseáramos hacer saber a Dios cosas que él no sabe.

-La oración no tiene que ser ruidosa, ni extensa, ni se ajusta a posiciones físicas.

-La oración no tiene que ser repetitiva, es decir un rezo, ni tampoco es ofrecida solamente por los fieles, Dios las escucha sin importar quien las eleva

-La oración no puede ser una obra para poder conseguir la salvación, parte de la oración es para la confesión de pecados. Hay muchos que creen que por orar constantemente y largamente, están mas cerca del cielo que otros

-La oración no es para ser vistos por otros hombres

-La oración no es para excusar nuestras negligencias de nuestros deberes espirituales

-La oración no es solamente para usarse en momentos de crisis, prueba o aflicción

-La verdadera oración es dirigida al Padre, con la fuerza y la guía del Espíritu Santo, pidiendo todo en el nombre de Cristo. Nuestras maestras de clases de niños, cometen el grave error de enseñar a los niños a orar a “Jesusito”, tal oración por sincera que sea, no es escuchada por nadie, ya que tiene el formato equivocado. ¿Por qué no enseñamos a los niños a orar a nuestro “Papito”?

-El gran propósito de la oración no es solamente para que la aflicción sea removida, sino que los principios y las ordenanzas de Dios sean restaurados. Es poca la ayuda que se recibiera si solo consiguiéramos la liberación de una aflicción que es causada por un pecado determinado, la verdadera ayuda consiste cuando somos sanados completamente del pecado que causa la aflicción.

La oración de Daniel tendría que ser como una estrella brillante que resplandece en medio de la obscuridad de nuestros pecados. Aprendemos que Dios es justo y misericordioso y si nuestra oración se asemeja a la de Daniel, una oración que está cargada de humillación y una confesión profunda, esa oración tiene tal poder que es capaz de inclinar el rostro de un Dios ofendido, y obtener de él la restauración, la sanación y el perdón.

Muchas veces las personas que oran tienen que esperar largos períodos de tiempo para recibir una respuesta de parte de Dios, no debemos confundir una larga espera, con una negación, son dos cosas totalmente diferente. Dios contestará las oraciones a su tiempo, y su tiempo siempre es perfecto.

Eso no sucedió con Daniel, con Daniel se cumplió la promesa divina de Isaías 56: 24 que dice:

 24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído.

El pordiosero nunca puede escoger la hora, el tiempo, y el lugar para recibir la limosna, lo mismo sucede con el que ora; el pedido se hace a Dios y es solamente Dios quien decide cuándo, dónde y cómo va a impartir su bendición.

El ángel Gabriel hizo un viaje de emergencia hacia la tierra, la misericordia de Dios fue mandada al anciano profeta sobre las alas mas rápidas que pueden existir en el universo. Aun esas alas no eran suficientemente rápidas para la misericordia de Dios, la misericordia de Dios suele viajar demasiado rápido

Mi traducción del texto sería así: Y el Padre dijo a Gabriel: – ¡Vuela poderoso ángel de luz!; ¡Abre tus veloces alas y ve donde está mi siervo esperando y cumple su deseo, además dile que en el cielo lo amamos mucho! –

Sin duda alguna Daniel fue un hombre como nosotros, no era perfecto y poseía también, como cualquier humano, debilidades de humanos, pero la Biblia no alega nada en contra de él. Todo lo contrario, la Biblia ensalza el carácter de Daniel.

-De Daniel podemos decir que tenía un carácter inflexible de lealtad hacia a Dios. Ningún honor terrenal podía separarlo de su alianza para con Dios, ningún peligro lo hacia retroceder de mantener una profesión abierta a su religión.

-Daniel era un hombre de oración. Fue su ferviente oración lo que le ayudó a pasar los momentos mas difíciles y peligrosos en su vida. Oraba constantemente, oraba en el espíritu correcto, oraba con una profunda humildad, y era honesto en sus oraciones.

-Daniel era fiel desempeñando las labores de su exaltada posición. La alta posición que desempeña un individuo no es ninguna licencia para ser negligente es sus obligaciones laborales, dañar su integridad o empañar la brillantes de su carácter. La fidelidad y honestidad de Daniel en su oficina era el resultado de su alta piedad. La verdadera religión, es la única fundación segura que puede tener el hombre para poder desempeñar de una manera elevada, las obligaciones de su oficina y las obligaciones para con la sociedad.

No hay duda alguna que los principios de honor, el desinterés personal y la prudencia, conduce al hombre a desempeñar una buena función en los trabajos seculares, pero la religión va mas allá de eso, la religión enseña al hombre a resistir grandes tentaciones, y también le enseña al hombre a ser uniforme y perfecto en la justicia divina, una vez siendo uniforme y perfecto en la justicia divina, es mas fácil ser uniforme y perfecto en motivos inferiores, como lo es un trabajo secular.

-Daniel fue un hombre profundamente patriótico. Descubrió que la gloria de Dios y los intereses de la religión estaban íntimamente conectado al re-establecimiento de la nación hebrea. El patriotismo es un sentimiento que le da honor al carácter del hombre, cuando ese sentimiento es acompañado por la gran necesidad de la intervención divina en los asuntos de una nación, da como resultado grandes dirigentes nacionales y naciones bendecidas por Dios.

-Daniel era muy amado por Dios. Todos los humanos somos amados por Dios, pero en la historia de Daniel encontramos que el cielo se toma la molestia de promulgarlo a los cuatro vientos y Daniel consigue un título que pocos han logrado conseguir en este mundo, como es tener el favor y el amor divino dedicado hacia él. A su pedido, un ángel fue despachado inmediatamente para atender los deseos del ferviente anciano, Gabriel traía del cielo dos mensajes; la explicación de la visión y un pequeño recado en el cual le hacía saber que Dios lo amaba mucho.

Pablos nos invitó a imitarlo a él, de la misma manera que él imitaba a Cristo. Daniel nunca nos hizo esa invitación, con invitación o sin ella deberíamos de imitarlo en todos los aspectos de la vida, quién sabe, si imitando a Daniel, nos convertimos en hombre piadosos, prósperos y de bien, hombres de una elevada posición. Posiblemente se nos contestarían rápidamente nuestras oraciones, posiblemente conseguiríamos el título de ser muy amados por Dios, y al final lo mas grande y nuestro sueño: la vida eterna.

Para recalcar:

Día domingo:

-El estudio de la Palabra de Dios es indispensable para la preparación de los eventos de nuestros días

-El estudio profundo y detallado de la Biblia, revela al hombre en que época del calendario divino estamos viviendo

-El estudio profundo de la Biblia nos revela los acontecimientos que se nos acercan en el futuro

Día Lunes:

-La oración que tiene poder es la oración donde el hombre confiesa a Dios, todo pecado oculto y concupiscencia que existe en lo mas profundo de su corazón y de su mente.

-La oración que tiene poder es oración que se concentra en la reforma y en la reinstauración de los principios divinos que el hombre ha quebrantado en su vida

-La oración que tiene poder es aquella que busca primeramente la salvación y deja los intereses terrenales a la voluntad de Dios

-La oración sincera siempre es escuchada por Dios sin importar quien la eleve: En el desierto, el santo Moisés elevaba una oración intercediendo para que Dios no destruyera al impío pueblo de Israel, desde un palacio la reina Ester oraba y ayunaba para que ella y el pueblo de Israel no fueran destruidos a manos de sus enemigos, y desde Nínive un rey pagano y todo su pueblo rogaban a Dios en profunda oración para evitar una merecida destrucción de parte de Dios. Los tres diferentes personajes fueron escuchados por Dios, su ruego era profundo y sincero.

-Nadie tiene que sentirse culpable por oraciones profundas en los momentos mas difíciles de nuestra vida: Muchas veces nos sentimos culpables e indignos cuando nos dedicamos a la oración profunda, en los momentos mas difíciles o complicados de la vida.

Tres veces oraba Daniel en el día, mucho oraba Elías, Moisés y hasta nuestro mismo Señor Jesús. Pero cuando la ocasión era apremiante, encontramos a cada uno de ellos sumergidos días y noches enteras en oraciones profunda de ruegos, derramando su alma ante Dios en busca de ayuda y liberación.

-La oración sincera siempre es escuchada por Dios sin importar quien la eleve: En el desierto, el santo Moisés elevaba una oración intercediendo para que Dios no destruyera al impío pueblo de Israel, desde un palacio la reina Ester oraba y ayunaba para que ella y el pueblo de Israel no fueran destruidos a manos de sus enemigos, y desde Nínive un rey pagano y todo su pueblo rogaban a Dios en profunda oración para evitar una merecida destrucción de parte de Dios. Los tres diferentes personajes fueron escuchados por Dios, su ruego era profundo y sincero.

Día martes:

-La oración intercesora existe y tiene un gran poder en el trono de la gracia divina

-La oración de un hombre que intercede por otro ante Dios, es el reflejo y semejanza de Cristo, quien el máximo Intercesor del humano ante el Padre

-La oración intercesora, retiene, pospone o evita el castigo de un transgresor, aun éste sin darse cuenta de lo que está sucediendo

-La oración intercesora tiene poder para salvación

Día miércoles:

-La profecía de las setenta semanas tenía como objetivo revelar la venida del Mesías a este mundo

-La profecía de las setenta semanas tenía como objetivo revelar al mundo el verdadero sacrificio que el cielo exigía para la salvación de la humanidad

-La profecía de las setenta semanas tenía como objetivo revelar al mundo el fin de la ley ceremonial de sacrificios de animales

-La profecía de las setenta semanas tenía como objetivo revelar al mundo la entrega del evangelio a los gentiles y terminar con la exclusividad religiosa que gozaba el mundo judío, esto sucedió a la muerte de Esteban, a manos de Saulo.

Día Jueves:

Sera demasiado extenso para que usted explique esta profecía en unos pocos minutos, pero se puede concentrar en la eficacia de la profecía bíblica.

Todo lo que anunciaba la profecía de las setenta semanas, fue cumplido al pie de la letra. Eso quiere decir que la Palabra de Dios es verdadera, que la profecía bíblica es confiable, que Dios existe, y que nuestro Salvador Jesucristo, si murió por nosotros y tenemos la gran esperanza de la salvación.

La explicación de esta profecía está muy bien detallada en el estudio de este día.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En los capítulos 27, 28 y 29 de Jeremías se encuentra una copia de las cartas enviadas por el profeta a los cautivos hebreos de Babilonia, y de las cartas enviadas por los falsos profetas a esos cautivos y a las autoridades de Jerusalén, junto con un relato del conflicto entre lo verdadero y lo falso.

Inmediatamente después de este intercambio de cartas entre Jeremías y los ancianos de los israelitas cautivos, el profeta recibió la instrucción de escribir en un libro todo lo que le había sido revelado acerca de la restauración de Israel. Esto está registrado en los capítulos 30 y 31 de Jeremías.

Éstos, junto con las profecías del capítulo 25, son las cartas y los registros que el profeta Daniel, durante «el año primero de Darlo hijo de Asuero, de la nación de los medos», estudió con oración más de sesenta años después de que se escribieron (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1179).

Sea la Palabra la guía y la regla de conducta para ustedes. Ella les enseñará modales corteses, conducta piadosa y juicio certero. Estudien la Palabra. Cuando estén en perplejidad escudriñen la Palabra en busca de la instrucción que se ajuste al caso de ustedes. Busquen al Señor para que los oriente. Nunca codicien lo que el Señor prohíbe en su Palabra, y traten de hacer siempre aquello que su Palabra requiere. «Escudriñad las escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí». Juan 5:39…

No hay nada que nos ocurra en la vida en lo cual Dios no se interese; ningún empeño que no sea precioso a su vista. «He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo», declara. Mateo 28:20. Dios es escudo y broquel para su pueblo. Extiende sus manos sobre sus hijos que confían en El, de tal manera que nadie puede herir a uno de ellos sin lastimar la mano de Dios (Alza tus ojos, p. 85).

La preciosa fe inspirada de Dios imparte fortaleza y nobleza al carácter. Cuanto más se medite en su bondad, misericordia y amor, tanto más clara será la percepción de la verdad; tanto más elevado el deseo de lograr pureza de corazón y claridad de pensamiento. El alma que mora en el ambiente de santos pensamientos se transforma por su trato con Dios a través del estudio de su Palabra. La verdad es tan inmensa, tan abarcante y profunda, tan amplia, que uno pierde de vista al yo. El corazón se suaviza y subyuga hasta llegar a la humildad, la bondad y el amor.

Las facultades naturales aumentan merced a la santa obediencia. Después de estudiar de las palabras de vida, los alumnos pueden sentir la mente más amplia, elevada y ennoblecida… Al ser de mente pura, esta se fortalecerá. Se avivará toda facultad. Se educarán y disciplinarán de tal manera que todos los que se encuentren dentro del radio de su influencia puedan ver lo que puede ser y hacer un hombre cuando está relacionado con el Dios de la sabiduría y el poder (Mi vida hoy, p. 270).

Y las facultades naturales se acrecientan por causa de la obediencia piadosa. Los estudiantes pueden salir de su estudio de las palabras de vida con mentes expandidas, elevadas, y ennoblecidas… Con mentes sanas, adquirirán firmeza de carácter. Todas sus facultades intelectuales despertarán. Podrán educarse y disciplinarse de tal manera que todos aquellos sobre los cuales ejerzan su influencia verán lo que el hombre puede llegar a ser, y lo que puede lograr, cuando está vinculado al Dios de la sabiduría y el poder (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 336).

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Lección 10 | Lunes 2 de marzo_________________________________________________

UN LLAMADO A LA GRACIA

Lee Daniel 9:3 al 19. ¿Por qué motivo Daniel implora misericordia?

Daniel 9:3-19

Y volví mi rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza. Y oré a Jehová mi Dios e hice confesión diciendo: Ahora, Señor, Dios grande, digno de ser temido, que guardas el pacto y la misericordia con los que te aman y guardan tus mandamientos; hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad. 14 Por tanto, Jehová veló sobre el mal y lo trajo sobre nosotros; porque justo es Jehová nuestro Dios en todas sus obras que ha hecho, porque no obedecimos a su voz. 15 Ahora pues, Señor Dios nuestro, que sacaste tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa, y te hiciste renombre cual lo tienes hoy; hemos pecado, hemos hecho impíamente. 16 Oh Señor, conforme a todos tus actos de justicia, apártese ahora tu ira y tu furor de sobre tu ciudad Jerusalén, tu santo monte; porque a causa de nuestros pecados, y por la maldad de nuestros padres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de todos en derredor nuestro. 17 Ahora pues, Dios nuestro, oye la oración de tu siervo, y sus ruegos; y haz que tu rostro resplandezca sobre tu santuario asolado, por amor del Señor. 18 Inclina, oh Dios mío, tu oído, y oye; abre tus ojos, y mira nuestras desolaciones, y la ciudad sobre la cual es invocado tu nombre; porque no elevamos nuestros ruegos ante ti confiados en nuestras justicias, sino en tus muchas misericordias. 19 Oye, Señor; oh Señor, perdona; presta oído, Señor, y hazlo; no tardes, por amor de ti mismo, Dios mío; porque tu nombre es invocado sobre tu ciudad y sobre tu pueblo.

Debemos señalar especialmente algunos aspectos de esta oración. En primer lugar, en su oración Daniel no pide ningún tipo de explicación por las calamidades que sufrió el pueblo judío; él conoce la razón. De hecho, en esta oración Daniel se dedica en su mayor parte a relatar la razón: “No obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas” (Dan. 9:10). La última vez que Daniel tuvo necesidad de entender algo fue al final de Daniel 8, cuando dice que no entiende la visión de las 2.300 tardes y mañanas (ver Dan. 8:27).

El segundo aspecto es que esta oración es una apelación a la gracia de Dios, a la voluntad de Dios de perdonar a su pueblo a pesar de haber pecado y de haber hecho el mal. En cierto sentido, en esto vemos un poderoso reflejo del evangelio, de gente pecaminosa que no tiene méritos propios y que, sin embargo, persigue la gracia que no merece y el perdón que no se ha ganado. ¿No es este un ejemplo de nuestra situación individual ante Dios?

Lee Daniel 9:18 y 19. ¿Qué otra razón presenta Daniel para que el Señor responda su oración?

Debemos subrayar también otro aspecto de la oración de Daniel: la apelación al honor del nombre de Dios. Es decir, la oración no está motivada por la conveniencia personal de Daniel ni la de su pueblo, sino por amor a Dios (Dan. 9:17–19). En otras palabras, la petición debe concederse para que el nombre de Dios sea honrado.

Lee 2 Reyes 19:15 al 19. ¿En qué se asemeja la oración de Ezequías a la de Daniel? ¿Qué dice Mateo 5:16 sobre cómo nosotros también podemos glorificar a Dios?

2 Reyes 19:15-19

15 Y oró Ezequías delante de Jehová, diciendo: Jehová Dios de Israel, que moras entre los querubines, sólo tú eres Dios de todos los reinos de la tierra; tú hiciste el cielo y la tierra. 16 Inclina, oh Jehová, tu oído, y oye; abre, oh Jehová, tus ojos, y mira; y oye las palabras de Senaquerib, que ha enviado a blasfemar al Dios viviente. 17 Es verdad, oh Jehová, que los reyes de Asiria han destruido las naciones y sus tierras; 18 y que echaron al fuego a sus dioses, por cuanto ellos no eran dioses, sino obra de manos de hombres, madera o piedra, y por eso los destruyeron. 19 Ahora, pues, oh Jehová Dios nuestro, sálvanos, te ruego, de su mano, para que sepan todos los reinos de la tierra que sólo tú, Jehová, eres Dios.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Se nos da el ejemplo de oración y confesión de Daniel para nuestra instrucción y nuestro ánimo. Israel había estado en cautiverio por casi setenta años. La tierra que Dios había elegido como su posesión había caído en poder de los paganos. La ciudad amada, receptáculo de la luz del cielo, una vez el gozo de toda la tierra, ahora era despreciada y envilecida. Estaba en ruinas el templo que había albergado el arca del pacto de Dios y a los querubines de gloria que proyectaban su sombra sobre el propiciatorio. El mismo lugar de su ubicación era profanado por los pies de los impíos. Los fieles que conocieron la gloria anterior estaban llenos de angustia ante la desolación de la santa casa que había distinguido a Israel como el pueblo escogido de Dios. Esos hombres habían sido testigos de las condenaciones de Dios debido a los pecados de su pueblo. Habían sido testigos del cumplimiento de esta palabra. También habían sido testigos de las promesas del favor divino si Israel se volvía a Dios y caminaba rectamente delante de él… Daniel sabía que casi había terminado el tiempo para el cautiverio de Israel; pero no creía que porque Dios había prometido liberarlos, ellos no tenían una parte que hacer. Con ayuno y contrición buscó al Señor confesando sus propios pecados y los pecados del pueblo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1193, 1194).

No valuamos como debiéramos el poder y la eficacia de la oración. «Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles». Romanos 8:26. Dios desea que vayamos a él en oración para que él pueda alumbrar nuestras mentes. Solamente él puede damos claras concepciones de la verdad. Él solo puede ablandar y subyugar el corazón. Puede agudizar el entendimiento para discernir la verdad del error. Puede afirmar la mente vacilante y darle un conocimiento y una fe que soportarán la prueba. Orad, pues; orad sin cesar. El Señor que oyó la oración de Daniel, oirá la vuestra si os acercáis a él como Daniel lo hizo…

Necesitamos saber cómo orar. No son las oraciones insustanciales y abatidas las que se aferran de los atributos divinos. La oración es oída por Dios cuando proviene de un corazón quebrantado por un sentimiento de indignidad. La oración fue instituida para nuestro consuelo y salvación, para que mediante la fe y la esperanza podamos echar mano de las ricas promesas de Dios. La oración es la expresión de los deseos de un alma hambrienta y sedienta de justicia (En los lugares celestiales, p. 77).

Si como pueblo nosotros oráramos como Daniel, y lucháramos como él luchó, humillando nuestras almas delante de Dios, veríamos respuestas tan maravillosas a nuestras peticiones como las que le fueron concedidas a Daniel (La edificación del carácter, p. 45).

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Martes 3 de marzo | Lección 10________________________________________________

EL VALOR DE LA INTERCESIÓN

Lee Daniel 9:5 al 13. ¿Qué importancia tiene el hecho de que Daniel siga diciendo que “nosotros” hemos hecho lo malo, con lo que se incluye él mismo en los pecados que finalmente acarrearon esa calamidad a la nación?

Daniel 9:5-13

hemos pecado, hemos cometido iniquidad, hemos hecho impíamente, y hemos sido rebeldes, y nos hemos apartado de tus mandamientos y de tus ordenanzas. No hemos obedecido a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nuestros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la confusión de rostro, como en el día de hoy lleva todo hombre de Judá, los moradores de Jerusalén, y todo Israel, los de cerca y los de lejos, en todas las tierras adonde los has echado a causa de su rebelión con que se rebelaron contra ti. Oh Jehová, nuestra es la confusión de rostro, de nuestros reyes, de nuestros príncipes y de nuestros padres; porque contra ti pecamos. De Jehová nuestro Dios es el tener misericordia y el perdonar, aunque contra él nos hemos rebelado, 10 y no obedecimos a la voz de Jehová nuestro Dios, para andar en sus leyes que él puso delante de nosotros por medio de sus siervos los profetas. 11 Todo Israel traspasó tu ley apartándose para no obedecer tu voz; por lo cual ha caído sobre nosotros la maldición y el juramento que está escrito en la ley de Moisés, siervo de Dios; porque contra él pecamos. 12 Y él ha cumplido la palabra que habló contra nosotros y contra nuestros jefes que nos gobernaron, trayendo sobre nosotros tan grande mal; pues nunca fue hecho debajo del cielo nada semejante a lo que se ha hecho contra Jerusalén. 13 Conforme está escrito en la ley de Moisés, todo este mal vino sobre nosotros; y no hemos implorado el favor de Jehová nuestro Dios, para convertirnos de nuestras maldades y entender tu verdad.

La oración de Daniel es solo una entre otras oraciones de intercesión notables incluidas en la Biblia. Esas oraciones tocan el corazón de Dios, y por consiguiente evitan el juicio y, en cambio, traen liberación de los enemigos. Cuando Dios está dispuesto a destruir a toda la nación judía, la intercesión de Moisés detiene su mano (Éxo. 32:7–14; Núm. 14:10–25). Incluso cuando la grave sequía está a punto de consumir la tierra, Dios responde la oración de Elías y envía lluvia para revivir la tierra (1 Rey. 18).

Al orar por los miembros de la familia, los amigos y otras personas o situaciones, Dios escucha nuestras oraciones y puede intervenir. A veces quizá lleve más tiempo la respuesta a una oración, pero podemos tener la certeza de que Dios nunca olvida las necesidades de sus hijos (ver Sant. 5:16).

En este caso, Daniel desempeña el papel de intercesor, o mediador, entre Dios y el pueblo. A partir de su estudio de las Escrituras, el profeta comprende cuán pecaminoso se ha vuelto el pueblo al transgredir la Ley de Dios y negarse a escuchar las advertencias del Señor. Por ende, al reconocer su condición espiritual desesperada, Daniel ora pidiendo sanidad y perdón. Pero el profeta también se identifica con su pueblo. En algunos aspectos, Daniel ilustra el papel de Cristo como nuestro Intercesor (Juan 17). Sin embargo, hay una diferencia radical: Cristo es “sin pecado” (Heb. 4:15) y, por lo tanto, no tiene necesidad de confesar un pecado personal ni de ofrecer sacrificios por el perdón personal (Heb. 7:26, 27). Pero se identifica de una manera única con los pecadores: “Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios” (2 Cor. 5:21, NVI).

“Si ustedes reúnen todo lo bueno, santo, noble y amable en el hombre, y luego lo presentan ante los ángeles de Dios como si desempeñara una parte en la salvación del alma humana o como un mérito, la propuesta sería rechazada como una traición” (FO 22). ¿Qué nos enseñan estas palabras acerca de nuestra necesidad de un Intercesor en nuestro favor?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

¿Qué comprende la intercesión? Es la cadena áurea que une al hombre finito con el trono del Dios infinito. El ser humano, a quien Cristo ha salvado por su muerte, importuna ante el trono de Dios , y su petición es tomada por Jesús que lo ha comprado con su propia sangre. Nuestro gran Sumo Sacerdote coloca su justicia de parte del sincero suplicante, y la oración de Cristo se une con la del ser humano que ruega.

Cristo insta a su pueblo que ore sin cesar. Esto no significa que debiéramos estar siempre de rodillas, sino que la oración ha de ser como el aliento del alma. Nuestros pedidos silenciosos, doquiera estemos, han de ascender a Dios, y Jesús nuestro Abogado suplica por nosotros, sosteniendo con el incienso de su justicia nuestros pedidos ante el Padre (A fin de conocerle, pp. 78, 79).

Mientras Pedro y Juan estaban presos, los otros discípulos, conociendo la malignidad de los judíos, habían orado incesantemente por sus hermanos, temiendo que la crueldad mostrada para con Cristo pudiera repetirse. Tan pronto como los apóstoles fueron soltados, buscaron al resto de los discípulos, y los informaron del resultado del juicio. Grande fue el gozo de los creyentes…

Los discípulos pidieron en oración que se les impartiera mayor fuerza en la obra del ministerio, porque veían que habrían de afrontar la misma resuelta oposición que Cristo había afrontado cuando estuvo en la tierra. Mientras sus unánimes oraciones ascendían por la fe al cielo, vino la respuesta. El lugar donde estaban congregados se estremeció, y ellos fueron dotados de nuevo con el Espíritu Santo. Con el corazón lleno de valor, salieron de nuevo a proclamar la palabra de Dios en Jerusalén. «Y los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús con gran esfuerzo», y Dios bendijo maravillosamente ese esfuerzo (Los hechos de los apóstoles, p. 55).

Mientras la ejecución de Pedro se postergaba mediante varios pretextos, hasta que pasara la Pascua, la iglesia de Cristo tuvo tiempo para hacer un profundo examen de conciencia y para dedicarse fervientemente a la oración. Se mezclaron entonces las sinceras peticiones, las lágrimas y los ayunos. Oraban sin cesar en favor de Pedro; creían que no debían cesar sus labores cristianas; y sentían que habían llegado a un punto donde, sin la ayuda especial de Dios, la iglesia de Cristo se extinguiría.

Por fin se fijó la fecha para la ejecución de Pedro; pero las oraciones de los creyentes seguían ascendiendo al cielo. Y mientras se recurría a todas las energías y simpatías para elevar fervientes peticiones, los ángeles de Dios montaban guardia junto al encarcelado apóstol. La hora de crisis del hombre es el momento de oportunidad para Dios (La historia de la redención, p. 306).

Es imposible evaluar el poder que ejerce la influencia de una madre que ora. Ella reconoce a Dios en todos sus caminos. Lleva a sus hijos ante el trono de gracia y presentándolos a Jesús le suplica que los bendiga. La influencia de esos ruegos es para aquellos hijos una «fuente de vida». Esas oraciones, ofrecidas con fe, son el apoyo y la fuerza de la madre cristiana (El hogar cristiano, p. 241).

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Lección 10 | Miércoles 4 de marzo_____________________________________________

LA OBRA DEL MESÍAS

La oración intercesora de Daniel aborda dos inquietudes principales: los pecados del pueblo y la desolación de Jerusalén. Por lo tanto, la respuesta de Dios atiende estas dos peticiones. Mediante la obra del Mesías, el pueblo será redimido y el Santuario será ungido. Sin embargo, los dos pedidos específicos se responden de maneras que trascienden el horizonte histórico inmediato de Daniel: la obra del Mesías beneficiará a toda la raza humana.

Lee Daniel 9:21 al 27. ¿Qué obra había de hacerse dentro del período de las setenta semanas? ¿Por qué solo Jesús puede lograrlo?

Daniel 9:21-27

21 aún estaba hablando en oración, cuando el varón Gabriel, a quien había visto en la visión al principio, volando con presteza, vino a mí como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Y me hizo entender, y habló conmigo, diciendo: Daniel, ahora he salido para darte sabiduría y entendimiento. 23 Al principio de tus ruegos fue dada la orden, y yo he venido para enseñártela, porque tú eres muy amado. Entiende, pues, la orden, y entiende la visión. 24 Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad, para terminar la prevaricación, y poner fin al pecado, y expiar la iniquidad, para traer la justicia perdurable, y sellar la visión y la profecía, y ungir al Santo de los santos. 25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones. 27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

  1. “Para terminar la prevaricación”. La palabra hebrea para “prevaricación” (peshá) sugiere violaciones deliberadas por parte de un inferior contra un superior (p. ej., Prov. 28:24). Esta palabra también aparece en la Biblia en relación con el desafío abierto a Dios por parte de los seres humanos (Eze. 2:3). Sin embargo, a través de la sangre de Jesús, la rebelión contra Dios se anula y la humanidad recibe los méritos que fluyen del Calvario.
  2. “Y poner fin al pecado”. El verbo conlleva el significado de “sellar”, y aquí significa que el pecado es perdonado. Desde la Caída, la raza humana no ha podido cumplir con los estándares de Dios, pero el Mesías se encargará de nuestros fracasos.
  3. “Y expiar la iniquidad”. Como dice Pablo: “Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud, y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1:19, 20). Aquí también, solo Jesús puede concretar esta realidad.
  4. “Para traer la justicia perdurable”. Cristo tomó nuestro lugar en la Cruz y, por lo tanto, nos otorgó la bendita condición de “estar bien” con Dios. Solo por fe podemos recibir esta justicia que viene de Dios.
  5. “Y sellar la visión y la profecía”. Cuando Cristo se ofreció en sacrificio, las profecías del Antiguo Testamento que señalaban su obra expiatoria se “sellaron”, en el sentido de que se cumplieron.
  6. “Y ungir al Santo de los santos”. El Santo de los santos que aquí se menciona no es una persona sino un lugar. Así que, la declaración se refiere a la inauguración del ministerio intercesor de Cristo en el Santuario celestial (Heb. 8:1).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Por siete años después que el Salvador empezó su ministerio, el evangelio había de ser predicado especialmente a los judíos; por Cristo mismo durante tres años y medio, y después por los apóstoles. «A la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda». En la primavera del año 31 de nuestra era, Cristo, el verdadero sacrificio, fue ofrecido en el Calvario. Entonces el velo del templo se rasgó en dos, demostrando que el significado y el carácter sagrado del ritual de los sacrificios habían terminado. Había llegado el tiempo en que debían cesar los sacrificios y las oblaciones terrenales.

La semana -siete años- terminó en el año 34 de nuestra era. Entonces, por el apedreamiento de Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazamiento del evangelio; los discípulos, dispersados por la persecución, «iban por todas partes anunciando la palabra;» poco después, se convirtió Saulo el perseguidor, y llegó a ser Pablo, el apóstol de los gentiles (El Deseado de todas las gentes, pp. 200, 201).

¡Qué tema de meditación nos resulta el sacrificio que hizo Jesús por los pecadores perdidos! «Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados: el castigo de nuestra paz fue sobre él; y por su llaga fuimos nosotros curados». Isaías 53:5. ¿Cuánto debemos estimar las bendiciones así puestas a nuestro alcance? ¿Podría Jesús haber sufrido más? ¿Podría haber comprado para nosotros más ricas bendiciones? ¿No debiera esto enternecer el corazón más duro, cuando recordamos que por nuestra causa dejó la felicidad y la gloria del cielo, y sufrió pobreza y vergüenza, cruel aflicción y una muerte terrible? Si por su muerte y resurrección él no hubiese abierto para nosotros la puerta de la esperanza, no habríamos conocido más que los horrores de las tinieblas y las miserias de la desesperación. En nuestro estado actual, favorecidos y bendecidos como nos vemos, no podemos damos cuenta de qué profundidades hemos sido rescatados. No podemos medir cuánto más profundas habrían sido nuestras aflicciones, cuánto mayores nuestras desgracias, si Jesús no nos hubiese rodeado con su brazo humano de simpatía y amor, para levantamos.

Podemos regocijamos en la esperanza. Nuestro Abogado está en el Santuario celestial intercediendo por nosotros. Por sus méritos tenemos perdón y paz. Murió para poder lavar nuestros pecados, revestimos de su justicia, y hacemos idóneos para la sociedad del cielo, donde podremos morar para siempre en la luz… cuando Satanás quiera llenar vuestra mente de abatimiento, lobreguez y duda, resistid sus sugestiones. Habladle de la sangre de Jesús, que limpia de todo pecado. No podéis salvaros del poder del tentador; pero él tiembla y huye cuando se insiste en los méritos de aquella preciosa sangre. ¿No aceptaréis, pues, agradecidos, las bendiciones que Jesús concede?

¿No tomaréis la coya de la salvación que él ofrece, e invocaréis el nombre del Señor?… El vigila con el interés más intenso vuestro progreso en el camino celestial; él ve vuestros esfuerzos fervientes; nota vuestros descensos y vuestros restablecimientos, vuestras esperanzas y vuestros temores, vuestros conflictos y vuestras victorias (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 296, 297).

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Jueves 5 de marzo | Lección 10________________________________________________

EL CALENDARIO PROFÉTICO

Al final de la visión de las 2.300 tardes y mañanas, el profeta se asombra porque no puede entenderla (Dan. 8:27). Diez años más tarde, Gabriel viene a ayudar a Daniel a “entender” la visión (Dan. 9:23). Esta última revelación suple la información faltante y revela que la obra del Mesías se llevará a cabo hacia el final de un período de setenta semanas. Según el principio de día por año y el curso de los acontecimientos previstos, las setenta semanas deben entenderse como 490 años. Y el punto de partida para este período es la orden de restaurar y reconstruir Jerusalén (Dan. 9:25). Esta orden la emite el rey Artajerjes I en 457 a.C. Permite que los judíos, bajo las órdenes de Esdras, reconstruyan Jerusalén (Esd. 7). De acuerdo con el texto bíblico, las setenta semanas están “determinadas”, o “cortadas”. Esto indica que el período de 490 años se ha cortado de un período de tiempo mayor; es decir, de los 2.300 años designados en la visión del capítulo 8. De esto se desprende que los 2.300 años y los 490 años deben tener el mismo punto de partida; es decir, 457 a.C.

La profecía de las setenta semanas se divide en tres secciones: siete semanas, sesenta y dos semanas y la semana setenta.

Las siete semanas (49 años) probablemente se refieran al tiempo en el que se reconstruirá Jerusalén. Después de estas siete semanas, habrá 62 semanas (434 años) que conducen al “Mesías Príncipe” (Dan. 9:25). Por tanto, 483 años después del decreto de Artajerjes, es decir, en el año 27 d.C., el Mesías, Jesús, se bautiza y el Espíritu Santo lo unge para su misión mesiánica.

Durante la semana setenta, se llevarán a cabo otros eventos cruciales: (1) “se quitará la vida al Mesías” (Dan. 9:26); (2) el Mesías “confirmará el pacto con muchos” (Dan. 9:27). Esta es la misión especial de Jesús y los apóstoles a la nación judía. Se lleva a cabo durante la última “semana”, de los años 27 a 34 d.C.; (3) “a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda” (Dan. 9:27). Tres años y medio después de su bautismo (es decir, a la mitad de la semana), Jesús pone fin al sistema sacrificial (en el sentido de que ya no tiene más relevancia profética) al ofrecerse como el Sacrificio definitivo y perfecto del Nuevo Pacto, anulando así la necesidad de más sacrificios animales. La última semana de la profecía de las setenta semanas termina en 34 d.C., cuando Esteban muere como mártir y el mensaje del evangelio comienza a llegar no solo a los judíos sino también a los gentiles.

Lee Daniel 9:24 al 27. Incluso en medio de la gran esperanza y promesa del Mesías, leemos de violencia, guerra, desolación. ¿Cómo puede esto ayudarnos a confirmar que, en medio de las calamidades de la vida, todavía hay esperanza?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En la profecía, un día representa un año. Véase Números 14:34; Ezequiel 4:6. Las setenta semanas, o cuatrocientos noventa días, representaban cuatrocientos noventa años. Y se había dado un punto de partida para este período: «Sepas pues y entiendas, que desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas», sesenta y nueve semanas, es decir, cuatrocientos ochenta y tres años. Daniel 9:25. La orden de restaurar y edificar a Jerusalén, completada por el decreto de Artajerjes Longímano (Véase Esdras 6: 14;7:1, 9), entró a regir en el otoño del año 457 a. C. Desde ese tiempo, cuatrocientos ochenta y tres años llegan hasta el otoño del año 27 de J. C. Según la profecía, este período había de llegar hasta el Mesías, el Ungido. En el año 27 de nuestra era, Jesús, en ocasión de su bautismo, recibió la unción del Espíritu Santo, y poco después empezó su ministerio. Entonces fue proclamado el mensaje: «El tiempo es cumplido» (El Deseado de todas las gentes, p. 200).

Cuando se produjo el primer advenimiento de Cristo, los sacerdotes y los fariseos de la ciudad santa, a quienes fueran confiados los oráculos de Dios, habrían podido discernir las señales de los tiempos y proclamar la venida del Mesías prometido. La profecía de Miqueas señalaba el lugar de su nacimiento. Miqueas 5:2. Daniel especificaba el tiempo de su advenimiento. Daniel 9:25. Dios había encomendado estas profecías a los caudillos de Israel; no tenían pues excusa por no saber que el Mesías estaba a punto de llegar y por no habérselo dicho al pueblo. Su ignorancia era resultado de culpable descuido (El conflicto de los siglos, p. 313).

Cada alma está rodeada de una atmósfera propia, de una atmósfera que puede estar cargada del poder vivificante de la fe, el valor y la esperanza, y endulzada por la fragancia del amor. O puede ser pesada y fría por la bruma del descontento y el egoísmo, o estar envenenada por la contaminación fatal de un pecado acariciado. Toda persona con la cual nos relacionamos queda, consciente o inconscientemente, afectada por la atmósfera que nos rodea.

Es esta una responsabilidad de la que no nos podemos librar. Nuestras palabras, nuestros actos, nuestro vestido, nuestra conducta, hasta la expresión de nuestro rostro, tienen influencia. De la impresión así hecha dependen resultados para bien o para mal, que ningún hombre puede medir. Cada impulso impartido de ese modo es una semilla sembrada que producirá su cosecha. Es un eslabón de la larga cadena de los acontecimientos humanos, que se extiende hasta no sabemos dónde. Si por nuestro ejemplo ayudamos a otros a desarrollar buenos principios, les damos poder para hacer el bien. Ellos a su vez ejercen la misma influencia sobre otros, y éstos sobre otros más. De este modo, miles pueden ser bendecidos por nuestra influencia inconsciente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 274, 275).

La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse en el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el porvenir para sus discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, «el aparecimiento en gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo» era la «esperanza bienaventurada». Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección… «Y así – dijo– estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras». 1 Tesalonicenses 4:16-18 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 304).

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Lección 10 | Viernes 6 de marzo_______________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

A continuación se muestra el gráfico que explica de qué manera la profecía de las setenta semanas de Daniel 9:24 al 27 enlaza con la profecía de 2.300 años de Daniel 8:14 y constituye su punto de partida. Si contamos 2.300 años desde 457 a.C. (recordando eliminar el año cero, que no existe), llegamos a 1844; o, si contabilizamos los 1.810 años restantes desde 34 d.C. (2.300 menos los primeros 490 años), también llegamos a 1844. Por lo tanto, la purificación del Santuario en Daniel 8:14 se puede demostrar que comienza en 1844.

Fíjate también que la fecha de 1844 encaja con lo que vimos en Daniel 7 y 8. Es decir, el juicio de Daniel 7, que es lo mismo que la purificación del Santuario en Daniel 8 (ver las lecciones de las últimas dos semanas), ocurre después de los 1.260 años de persecución (Dan. 7:25) pero antes de la segunda venida de Jesús y el establecimiento de su Reino eterno.

457 a.C. 408 a.C. 27 d.C. 31 d.C. 34 d.C. 1844 d.C.
70 SEMANAS 7 62 1
2,300 ANOS 49 434 7 1810

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Los eruditos han dicho, y con razón, que la profecía de los 2.300 días y la profecía de las setenta semanas en realidad son una sola profecía. ¿Por qué dirían eso? ¿Qué evidencias puedes encontrar para respaldar esa afirmación?
  2. ¿Qué podemos aprender de la oración intercesora de Daniel que nos ayude en nuestra vida de oración intercesora?
  3. El sacrificio de Cristo en nuestro favor es nuestra única esperanza. ¿Cómo debería esto ayudarnos a ser humildes y, más aún, a ser más amorosos y perdonadores? ¿Qué nos dice Lucas 7:40 al 47 a todos nosotros?
  4. Fíjate cuán esenciales fueron las Escrituras para la oración de Daniel y para su esperanza. A fin de cuentas, la nación fue salvajemente derrotada; el pueblo quedó exiliado; la tierra, devastada; y la capital, destruida. Y, sin embargo, Daniel tiene la esperanza de que, a pesar de todo esto, el pueblo volverá a su tierra. ¿Dónde podría haber obtenido esta esperanza aparte de la Biblia y las promesas de Dios escritas en ella? ¿Qué debería decirnos esto sobre la esperanza que podemos tener también en las promesas de la Palabra?

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