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Lección 8 – LA CREACIÓN: EL GÉNESIS COMO PILAR, PARTE 1 – Para el 23 de mayo de 2020

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Lección 8: Para el 23 de mayo de 2020

LA CREACIÓN: EL GÉNESIS COMO PILAR, PARTE 1

Sábado 16 de mayo_____________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 1:1-3; Génesis 1:3-5; Éxodo 20:8-11; Apocalipsis 14:7; Mateo 19:3-6; Romanos 5:12.

PARA MEMORIZAR:

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres” (Juan 1:1-4).

Los primeros capítulos del Génesis son fundamentales para el resto de las Escrituras. Las principales enseñanzas o doctrinas de la Biblia tienen su origen en ellos. Aquí encontramos la naturaleza de la Deidad, que trabaja en armonía como el Padre, el Hijo (Juan 1:1-3; Heb. 1:1, 2) y el Espíritu (Gén. 1:2) para crear el mundo y todo lo que hay en él, culminando con la humanidad (Gén. 1:26-28). Génesis también nos presenta el sábado (Gén. 2:1-3), el origen del mal (Gén. 3), al Mesías y el plan de redención (Gén. 3:15), el Diluvio universal (Gén. 6-9), el Pacto (Gén. 1:28; 2:2, 3, 15-17; 9:9-17; 15), la dispersión de idiomas y pueblos (Gén. 10; 11) y las genealogías, que brindan el marco para la cronología bíblica desde la Creación hasta Abraham (Gén. 5; 11). Finalmente, el poder de la Palabra hablada de Dios (Gén. 1:3; 2 Tim. 3:16; Juan 17:17), la naturaleza de la humanidad (Gén. 1:26-28), el carácter de Dios (Mat. 10:29, 30), el matrimonio entre un hombre y una mujer (Gén. 1:27, 28; 2:18, 21-25), y tantas otras creencias fundamentales.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En la actualidad, los hombres aseveran que las enseñanzas de Cristo con respecto a Dios no pueden verificarse por medio de las maravillas del mundo natural, porque la naturaleza no se halla en armonía con el Antiguo y Nuevo Testamento. Esta supuesta falta de conformidad entre aquélla y la ciencia no existe. La Palabra del Dios de los cielos no concuerda con la ciencia humana, pero está en perfecto acuerdo con su propia ciencia creada.

El Dios vivo merece nuestro pensamiento, nuestra alabanza, nuestra adoración como Creador del mundo, como Creador del hombre. Debemos alabar a Dios porque fuimos maravillosamente hechos. Él no ignoró nuestra esencia cuando fuimos formados en secreto. Sus ojos vieron nuestro ser, aún siendo imperfectos, y en su libro fueron escritos todos nuestros miembros cuando, sin embargo, no existía ninguno de ellos. Él sopló en nuestra nariz el aliento de vida. La inspiración de Dios nos ha dado entendimiento (Alza tus ojos, p. 276).

La doctrina de la encarnación de Cristo es un misterio: «El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades». Colosenses 1 :26. Es el misterio grande y profundo de la piedad. «Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros». Cristo tomó sobre sí la naturaleza humana, una naturaleza inferior a la suya que era celestial. Nada demuestra como esto la incomprensible condescendencia de Dios…

Cristo no tomó la naturaleza humana como un disfraz; la adoptó de veras. En realidad poseyó una naturaleza humana. «Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo». Era el hijo de María; era descendiente de David, de acuerdo con la genealogía humana. Se declaró que era un hombre, Jesucristo-Hombre. Pablo escribe de él: «Porque de tanto mayor gloria que Moisés es estimado digno este, cuanto tiene mayor honra que la casa el que la hizo». Hebreos 3:3 (Exaltad a Jesús, p. 68).

Para restaurar la salud a ese cuerpo que se corrompía, no se necesitaba menos que el poder creador. La misma voz que infundió vida al hombre creado del polvo de la tierra, había infundido vida al paralítico moribundo. Y el mismo poder que dio vida al cuerpo, había renovado el corazón. El que en la creación «dijo, y fue hecho», «mandó, y existió», (Salmo 33:9) había infundido por su palabra vida al alma muerta en delitos y pecados. La curación del cuerpo era una evidencia del poder que había renovado el corazón. Cristo ordenó al paralítico que se levantase y anduviese, «para que sepáis-dijo que-el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados» …

Jesús vino para «deshacer las obras del diablo». «En él estaba la vida», y él dice: «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia». Él es un «espíritu vivificante». 1 Juan 3:8; Juan 1:4; 10:10; 1 Corintios 15:45. Y tiene todavía el mismo poder vivificante que, mientras estaba en la tierra, sanaba a los enfermos y perdonaba al pecador (El Deseado de todas las gentes, pp. 235, 236).

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Domingo 17 de mayo | Lección 8_______________________________________________

EN EL PRINCIPIO…

Lee Génesis 1:1. ¿Qué verdades profundas se revelan aquí?

Génesis 1:1

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. 

La Biblia se abre con las palabras más sublimes y profundas, palabras que son simples, pero al mismo tiempo contienen una profundidad inmensurable al estudiarlas detenidamente. De hecho, las primeras preguntas de la filosofía sobre quiénes somos, por qué estamos aquí y cómo llegamos aquí se responden con la primera frase de la Biblia.

Existimos porque Dios nos creó en un tiempo específico en el pasado. No evolucionamos de la nada; ni llegamos a la existencia por casualidad, sin un propósito final y sin una dirección prevista, como mayormente enseña el modelo científico contemporáneo de los orígenes. La Evolución darwiniana contradice las Escrituras en todo sentido, y los intentos de algunos de armonizarla con la Biblia hacen que los cristianos parezcan tontos.

También fuimos creados por Dios en un momento específico y absoluto: “En el principio”. Por ende, esto significa que Dios existió antes de este comienzo. Es decir, Dios existió antes de que se creara el tiempo y que este se expresara en el ciclo diario de “tarde y mañana”, y en meses y años, todo ello marcado por la relación del mundo con el Sol y la Luna. Este comienzo absoluto se refleja en otros pasajes de las Escrituras que lo respaldan, y reafirman continuamente la naturaleza y los métodos de la obra creadora de Dios (Juan 1:1-3).

Lee Juan 1:1 al 3; y Hebreos 1:1 y 2. ¿Quién fue el agente de la Creación? Piensa en lo que significa que él también haya muerto en la Cruz.

Juan 1:1-3

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho.

Hebreos 1:1-2

1 Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;

La Biblia enseña que Jesús fue el agente de la Creación. La Biblia dice que “todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho” (Juan 1:3). Jesús “hizo el universo” (Heb. 1:1, 2). Debido a que todas las cosas tienen su origen en Jesús al principio, podemos tener la esperanza de que al final él completará lo que ha comenzado, porque él es el “el Alfa y la Omega”, “el primero y el último” (Apoc. 1:8; 22:13).

¿De qué te sirve saber que fuiste creado por Dios? Imagina si no creyeras en esto. ¿Cuán diferente te verías a ti mismo y a los demás, y por qué?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

«En el principio Dios…». Génesis 1:1. Únicamente aquí puede encontrar reposo la mente en su investigación anhelosa, cuando vuela como la paloma del arca. Arriba, debajo, más allá, habita el amor infinito, que hace que todas las cosas cumplan su «propósito de bondad». 2 Tesalonicenses 1:11.

«Porque las cosas de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles… por medio de las cosas hechas». Romanos 1:20. Pero su testimonio solo puede ser entendido con la ayuda del divino Maestro. «¿Quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios». 1 Corintios 2:11…

Solo mediante la ayuda de ese Espíritu que en el principio «se movía sobre la faz de las aguas»; de aquel Verbo por quien «todas las cosas… fueron hechas»; de aquella «Luz verdadera que alumbra a todo hombre», puede interpretarse correctamente el testimonio de la ciencia. Solo mediante su dirección pueden descubrirse sus verdades más profundas (La educación, p. 134).

El Padre y el Hijo emprendieron la grandiosa y admirable obra que habían proyectado: la creación del mundo. La tierra que salió de las manos del Creador era sumamente hermosa. Había montañas, colinas y llanuras, y entre ellos, ríos, lagos y lagunas. La tierra no era una vasta llanura; la monotonía del paisaje estaba interrumpida por colinas y montañas, no altas y abruptas como las de ahora, sino de formas hermosas y regulares. No se veían las rocas escarpadas y desnudas, porque yacían bajo la superficie, corno si fueran los huesos de la tierra. Las aguas se distribuían con regularidad. Las colinas, montañas y bellísimas llanuras estaban adornadas con plantas y flores, y altos y majestuosos árboles de toda clase, muchísimo más grandes y hermosos que los de ahora. El aire era puro y saludable, y la tierra parecía un noble palacio. Los ángeles se regocijaban al contemplar las admirables y hermosas obras de Dios (Exaltad a Jesús, p. 41).

Los que tienen un verdadero conocimiento de Dios no se infatuarán con las leyes de la materia ni las operaciones de la naturaleza, al punto de pasar por alto o rehusar reconocer la continua operación de Dios en la naturaleza. La naturaleza no es Dios, ni nunca lo fue. La voz de la naturaleza testifica de Dios, pero la naturaleza no es Dios. Como obra creada por Dios, simplemente da un testimonio del poder de Dios. La Deidad es el autor de la naturaleza. En sí mismo, el mundo natural no tiene poder sino el que Dios le suministra. Hay un Dios personal, el Padre; hay un Cristo personal, el Hijo. Y «Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo…» (Hebreos 1:1) (Mensajes selectos, t. 1 , pp.344, 345).

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Lección 8 | Lunes 18 de mayo__________________________________________________

LOS DÍAS DE LA CREACIÓN

En los últimos tiempos, viene habiendo una tendencia a considerar que la semana de la Creación no es literal, sino una metáfora, una parábola e incluso un mito. Esto ha surgido a raíz de la Teoría de la Evolución, que supone largas eras de tiempo para explicar el desarrollo de la vida en el planeta Tierra.

¿Qué enseña la Biblia sobre este tema? ¿Por qué los “días” de la Creación en Génesis 1 deben entenderse como días literales, y no figurativos?

Lee Génesis 1:3 al 5; y Éxodo 20:8 al 11. ¿Cómo se utiliza el término “día” en estos contextos?

Génesis 1:3-5

Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día.

Éxodo 20:8-11

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

La palabra hebrea yôm, o “día”, se utiliza sistemáticamente a lo largo de todo el relato de la Creación como un día literal. No hay nada en el relato de la Creación, del Génesis, que indique algo diferente de un día literal como lo entendemos hoy. De hecho, algunos eruditos no creen que los días hayan sido literales; así y todo, admiten que la intención del autor era representar los días literales.

Es interesante que Dios mismo designe este nombre para la primera unidad de tiempo (Gén. 1:5). Yôm, o día, se define con la frase “y fue la tarde y la mañana” (Gén. 1:5, 8, etc.). El término se usa en singular, no en plural, lo que indica un solo día.

Por lo tanto, los siete días de la Creación deben interpretarse como una unidad completa de tiempo, introducida por el número cardinal ’echad (“uno”) seguido de los números ordinales (segundo, tercero, cuarto, etc.). Este patrón indica una secuencia consecutiva de días, que culmina en el séptimo día. No hay ninguna indicación en el uso de términos ni en la forma misma del relato de que debería haber intervalos entre estos días. Por cierto, los siete días de la Creación son siete días como definimos los días en la actualidad.

Además, la naturaleza literal del día se da por sentada cuando Dios escribió el cuarto Mandamiento con su propio dedo, indicando que el fundamento para el día de reposo sabático se basa en la secuencia de una semana literal de los siete días de la Creación.

La Creación relatada en Génesis no es la única creación en la Biblia. También está la Recreación, en la Segunda Venida, cuando Dios transformará la mortalidad en inmortalidad “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta” (1 Cor. 15:52). Sin embargo, si Dios puede hacer esto instantáneamente en la Recreación, ¿por qué usaría miles de millones de años para la primera Creación, como lo enseña la Evolución teísta?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Fui llevado en visión hacia atrás, a la creación, y me fue mostrada que la primera semana, en la cual Dios hizo la obra de la creación en seis días y reposó el día séptimo, fue igual que cualquier otra semana. El gran Dios, en sus días de creación y en su día de reposo, midió el primer ciclo como una muestra para todas las semanas sucesivas hasta el cierre del tiempo. «Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados». Dios nos otorga las producciones de su obra al cierre de cada día literal. Cada día fue contado por él como una generación, porque cada día generó o produjo una nueva porción de su obra. El séptimo día de la primera semana Dios reposó de su obra, y entonces bendijo el día de su reposo, y lo colocó aparte para el bien del hombre. El ciclo semanal de siete días literales, seis para trabajar y el séptimo para reposar, que ha sido preservado y traído a través de la historia bíblica, originó en los grandes hechos de los primeros siete días, (Spiritual Gifts, vol.3, p. 90).

La suposición infiel que pretende que los acontecimientos de la primera semana requirieron siete períodos largos y de duración indefinida, atenta directamente contra el fundamento del sábado del cuarto mandamiento. Hace oscuro e indefinido aquello que Dios hizo sumamente claro. Es la peor clase de infidelidad, porque para muchos que pretenden creer el relato de la creación, es infidelidad encubierta. Acusa a Dios con ordenarnos observar un día de siete días literales en conmemoración de siete períodos indefinidos, lo que es contrario a sus tratos con nosotros, y es una impugnación de su sabiduría (Ser semejante a Jesús, p. 149).

Podemos saber con seguridad que la venida del Señor está cercana. «El cielo y la tierra pasarán-dice-, mas mis palabras no pasarán».

Cristo va a venir en las nubes y con grande gloria. Le acompañará una multitud de ángeles resplandecientes. Vendrá para resucitar a los muertos y para transformar a los santos vivos de gloria en gloria. Vendrá para honrar a los que le amaron y guardaron sus mandamientos, y para llevarlos consigo. No los ha olvidado ni tampoco ha olvidado su promesa. Volverán a unirse los eslabones de la familia. Cuando miramos a nuestros muertos, podemos pensar en la mañana en que la trompeta de Dios resonará, cuando «los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados». 1 Corintios 15:52. Aun un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Un poco más, y nos presentará «delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría». Judas 1:24. Por lo tanto, cuando dio las señales de su venida, dijo: «Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca» (El Deseado de todas las gentes, p. 586).

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Martes 19 de mayo | Lección 8_________________________________________________

EL SÁBADO Y LA CREACIÓN

Actualmente, el día de reposo sabático está siendo fuertemente atacado en la sociedad secular y en las comunidades religiosas. Este hecho se puede ver en los horarios de trabajo de las corporaciones globales; en el intento de modificación del calendario en muchos países europeos que designa el lunes como el primer día de la semana y el domingo como el séptimo día; y en la reciente encíclica papal sobre el cambio climático, que denomina al día de reposo del séptimo día como “el sábado judío” y exhorta al mundo a observar un día de descanso para aliviar el calentamiento global (Papa Francisco, Laudato Si’, pp. 172, 173).

Lee Génesis 2:1 al 3; Éxodo 20:8 al 11; Marcos 2:27; y Apocalipsis 14:7. La interpretación de la semana de la Creación ¿cómo se vincula con el cuarto Mandamiento? ¿Y con el mensaje de los tres ángeles?

Génesis 2:1-3

1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.

Éxodo 20:8-11

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

Marcos 2:27

27 También les dijo: El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo.

Apocalipsis 14:7

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

La Biblia dice: “Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo” (Gén. 2:2). “Después de descansar el séptimo día, Dios lo santificó; es decir, lo apartó, como un día de descanso para el hombre” (PP 28). Esta es la razón por la que Jesús puede decir: “El día de reposo fue hecho por causa del hombre, y no el hombre por causa del día de reposo” (Mar. 2:27). Jesús pudo hacer esta declaración autoritativa porque él hizo o creó el sábado como la señal eterna y el sello del pacto de Dios con su pueblo. El sábado no era solo para el pueblo hebreo, sino para toda la humanidad.

El Génesis indica tres cosas que Jesús hizo después de crear el día de reposo. En primer lugar, “reposó” (Gén. 2:2), dándonos un ejemplo divino de su deseo de descansar con nosotros. En segundo lugar, “bendijo” el séptimo día (Gén. 2:3). En el relato de la Creación, Dios bendijo a los animales (Gén. 1:22) y a Adán y Eva (Gén. 1:28), pero el único día específicamente bendecido es el séptimo día. En tercer lugar, Dios lo “santificó” (Gén. 2:3).

Ningún otro día recibe estas tres distinciones en la Biblia. No obstante, estas tres acciones se repiten en el cuarto Mandamiento, cuando Dios escribe con su propio dedo y señala a la Creación como el fundamento del sábado (Éxo. 20:11).

En Apocalipsis 14:7 y Éxodo 20:11, el mandamiento del sábado se menciona directamente como la base para adorar al Creador. Esta asociación directa con el sábado ¿qué relación tiene con los acontecimientos de los últimos días?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los geólogos infieles aseguran que el mundo es mucho más antiguo de lo que el registro bíblico indica. Rechazan el testimonio de la Biblia debido a que contiene elementos que, para ellos, no son evidencias tomadas de la misma tierra de que el mundo ha existido durante decenas de miles de años. Y muchos que profesan creer la historia bíblica se desconciertan porque no pueden dar razón acerca de cosas maravillosas que encuentran en la tierra, observadas desde el punto de vista de que la semana de la creación tuvo solamente siete días literales, y que el mundo actualmente no tiene sino alrededor de seis mil años de edad. Estos, para librarse de las dificultades arrojadas en su camino por los geólogos infieles, adoptan el punto de vista de que los seis días de la creación fueron seis períodos vastos, indefinidos, y que el día de descanso de Dios fue otro período indefinido, haciendo absurdo el cuarto mandamiento de la santa ley de Dios. Algunos aceptan esta posición ávidamente, porque destruye la fuerza del cuarto mandamiento y sienten que están libres de las demandas que les hace (Ser semejante a Jesús, p. 150).

Cuando Dios promulgó su ley en forma audible desde el Sinaí, introdujo el mandamiento del sábado: «Acuérdate del día de reposo para santificarlo». Luego declaró inequívocamente lo que se debe hacer durante los primeros seis días, y qué se debe hacer en el séptimo. Después, como razón para observar la semana de ese modo, les recuerda su propio ejemplo en los primeros siete días de tiempo: «Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó». Éxodo 28:8-11. Esta razón resulta hermosa y convincente únicamente cuando comprendemos que el registro de la creación habla de días literales.

Los primeros seis días de cada semana nos fueron dados para trabajar, porque Dios empleó el mismo período de la primera semana en la obra de la creación. Apartó el séptimo día para que fuera un día de reposo, en conmemoración de su propio descanso durante el mismo período, después de terminar la obra de la creación en seis días (Ser semejante a Jesús, p. 149).

«La importancia del sábado, como institución conmemorativa de la creación, consiste en que recuerda siempre la verdadera razón por la cual se debe adorar a Dios», porque él es el Creador, y nosotros somos sus criaturas. «Por consiguiente, el sábado forma parte del fundamento mismo del culto divino, pues enseña esta gran verdad del modo más contundente, como no lo hace ninguna otra institución. El verdadero motivo del culto divino, no tan solo del que se tributa en el séptimo día, sino de toda adoración, reside en la distinción existente entre el Creador y sus criaturas. Este hecho capital no perderá nunca su importancia ni debe caer nunca en el olvido» (J. N. Andrews, History of the Sabbath, cap. 27). Por eso, es decir, para que esta verdad no se borrara nunca de la mente de los hombres, instituyó Dios el sábado en el Edén y mientras el ser él nuestro Creador siga siendo motivo para que le adoremos, el sábado seguirá siendo señal conmemorativa de ello (El conflicto de los siglos, p. 433.

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Lección 8 | Miércoles 20 de mayo______________________________________________

LA CREACIÓN Y EL MATRIMONIO

La última década ha sido testigo de enormes cambios en la forma en que la sociedad y los gobiernos definen el matrimonio. Muchas naciones del mundo han aprobado los matrimonios entre personas del mismo sexo, anulando leyes anteriores que han protegido la estructura familiar que comprende en su centro a un hombre y una mujer. Este es un acontecimiento sin precedentes en muchos aspectos, y plantea nuevas cuestiones sobre la institución del matrimonio, la relación de la Iglesia y el Estado, y también la santidad del matrimonio y la familia según se define en las Escrituras.

Lee Génesis 1:26 al 28; y 2:18, y 21 al 24. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre el ideal de Dios para el matrimonio?

Génesis 1:26-28

26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

Génesis 2:18 y 21-24

18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él.

21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne.

En el sexto día, Dios llega al punto culminante de la Creación, la creación de la humanidad. Es fascinante que en Génesis 1:26 se utilice el plural para Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. La Deidad en tres Personas en una relación de amor mutuo ahora crea la relación humana del matrimonio divinamente instituido aquí en la Tierra.

“A imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:27). Adán declara: “Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Gén. 2:23, NVI) y Adán la llama “mujer” (NVI). El matrimonio requiere que “dej[e] el hombre a su padre y a su madre, y se un[a] a su mujer, y se[an] una sola carne” (Gén. 2:24).

La Biblia afirma de manera inequívoca que esta relación tendrá lugar entre un hombre y una mujer, que a su vez se originan de su padre y su madre, que también son un hombre y una mujer. Este concepto se aclara aún más en la indicación dada a los primeros padres de la Tierra: “Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla” (Gén. 1:28). En el quinto Mandamiento, los hijos (descendientes) deben honrar a su padre y a su madre (Éxo. 20:12). Esta interrelación no se puede establecer dentro de nada que no sea una alianza heterosexual.

Lee las palabras de Jesús en Mateo 19:3 al 6. ¿Qué nos enseñan sobre la naturaleza y la santidad del matrimonio? A la luz de las palabras de Jesús, sin nunca olvidar el amor de Dios por toda la humanidad y el hecho de que todos nosotros somos pecadores, ¿con cuánta firmeza y fidelidad deberíamos asumir una postura con respecto a los principios bíblicos del matrimonio?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Señor estaba complacido con este ser, el último y el más noble de cuantos había creado, y se propuso que fuese el habitante perfecto de un mundo perfecto. No quería, sin embargo, que el hombre viviera en soledad. Dijo: «No es bueno que el hombre esté solo; haréle ayuda idónea para él».

Dios mismo dio a Adán una compañera… alguien que realmente le correspondía, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán; este hecho significa que ella no debía dominarle como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus plantas como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él. Siendo parte del hombre, hueso de sus huesos y carne de su carne, era ella su segundo yo; y quedaba en evidencia la unión íntima y afectuosa que debía existir en esta relación… «Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y allegarse ha a su mujer, y serán una sola carne» (El hogar cristiano, p. 21).

Dios celebró la primera boda. De manera que la institución del matrimonio tiene como su autor al Creador del universo. «Honroso es en todos el matrimonio». Fue una de las primeras dádivas de Dios al hombre, y es una de las dos instituciones que, después de la caída, llevó Adán consigo al salir del paraíso. Cuando se reconocen y obedecen los principios divinos en esta materia, el matrimonio es una bendición: salvaguarda la felicidad y la pureza de la raza, satisface las necesidades sociales del hombre y eleva su naturaleza física, intelectual y moral…

Cristo honró también las relaciones matrimoniales al hacerlas símbolo de su unión con los redimidos. Él es el Esposo, y la esposa es la iglesia, de la cual, como escogida por él, dice: «Toda tú eres hermosa, amiga mía, y en ti no hay mancha» (El hogar cristiano, pp. 21, 22).

Después, cuando los fariseos lo interrogaron acerca de la legalidad del divorcio, Jesús dirigió la atención de sus oyentes hacia la institución del matrimonio conforme se ordenó en la creación del mundo. «Por la dureza de vuestro corazón -dijo él- Moisés os permitió repudiar a vuestras mujeres: mas al principio no fue así». Mateo 19:8. Se refirió a los días bienaventurados del Edén, cuando Dios declaró que todo «era bueno en gran manera». Entonces tuvieron su origen dos instituciones gemelas, para la gloria de Dios y en beneficio de la humanidad: el matrimonio y el sábado. Al unir Dios en matrimonio las manos de la santa pareja diciendo: «Dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Génesis 2:24), dictó la ley del matrimonio para todos los hijos de Adán basta el fin del tiempo. Lo que el mismo Padre eterno había considerado bueno era una ley que reportaba la más elevada bendición y progreso para los hombres.

Como todas las demás excelentes dádivas que Dios confió a la custodia de la humanidad, el matrimonio fue pervertido por el pecado; pero el propósito del evangelio es restablecer su pureza y hermosura (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 56, 57).

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Jueves 21 de mayo | Lección 8_________________________________________________

LA CREACIÓN, LA CAÍDA Y LA CRUZ

La Biblia presenta un vínculo ininterrumpido entre la Creación perfecta, la Caída, el Mesías prometido y la Redención final. Estos grandes acontecimientos se convierten en la base del tema de la historia de la salvación para la raza humana.

Lee Génesis 1:31; 2:15 al 17; y 3:1 al 7. ¿Qué ocurrió con la Creación perfecta de Dios?

Génesis 1:31

31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Génesis 2:15-17

15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás.

Génesis 3:1-7

1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Dios declaró que su Creación era “buen[a] en gran manera” (Gén. 1:31). “Ahora la Creación estaba completa. […] El Edén florecía sobre la Tierra. Adán y Eva tenían libre acceso al árbol de la vida. Ninguna mácula de pecado o sombra de muerte desfiguraba la bella Creación” (PP 28). Dios les había advertido a Adán y a Eva que si comían del árbol prohibido indudablemente morirían (Gén. 2:15-17). La serpiente inició su discurso con un interrogante y luego contradijo totalmente lo que Dios había dicho: “No moriréis” (Gén. 3:4). Satanás le prometió a Eva grandes conocimientos y que sería como Dios. Obviamente, ella le creyó.

¿Cómo confirma Pablo la declaración de Dios de Génesis 2:15 al 17? Lee Romanos 5:12 y 6:23. ¿Qué relación guardan estas enseñanzas con la Evolución teísta?

Romanos 5:12

12 Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron.

Romanos 6:23

23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

En las Escrituras, podemos ver que los autores bíblicos posteriores confirman las declaraciones bíblicas anteriores y brindan apreciaciones adicionales. En Romanos 5 al 8, Pablo escribe sobre el pecado y la belleza de la salvación: “Como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom. 5:12). Pero, una perspectiva evolucionista presentaría la muerte durante millones de años antes de la humanidad. Esta idea tiene graves consecuencias para la enseñanza bíblica del origen del pecado, la muerte sustitutiva de Cristo en la Cruz y el plan de salvación. Si la muerte no tuviese relación con el pecado, entonces la paga del pecado no sería la muerte (Rom. 6:23), y Cristo no habría tenido ninguna razón para morir por nuestros pecados. Por ende, la Creación, la Caída y la Cruz están inextricablemente vinculadas. El primer Adán está ligado al último Adán (1 Cor. 15:45, 47). Creer en la Evolución darwiniana, aun si se insertase algún concepto de Dios en el proceso, destruiría la base misma del cristianismo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Después de su caída, obró en las mentes de Adán y Eva y los indujo a ser desleales… Ahora bien, si la ley de Dios hubiera podido ser cambiada y alterada para servir al hombre en su condición caída, entonces Adán habría sido perdonado y mantenido en su bogar edénico; pero el castigo de la transgresión era la muerte, y así Cristo se convirtió en el sustituto y la garantía del hombre. Si la ley de Dios se hubiera podido cambiar, lo habría sido para retener a Cristo en el cielo y evitar el inmenso sacrificio realizado para salvar a la humanidad perdida. Pero no, la ley de Dios es inmutable en su carácter y, por lo tanto, Cristo se entregó corno sacrificio en favor de la humanidad caída, y Adán perdió el Edén y fue puesto a prueba con toda su posteridad (A fin de conocerle, p. 287).

Las nuevas de la caída del hombre se difundieron por el cielo. Toda arpa calló. Los ángeles, entristecidos, se sacaron las coronas de la cabeza. Todo el cielo estaba en agitación. Se celebró una consulta para decidir qué debía hacerse con la pareja culpable. Los ángeles temían que extendieran la mano y comieran del árbol de la vida, y llegasen a ser pecadores inmortales; pero Dios dijo que expulsaría del huerto a los transgresores. Fueron enviados inmediatamente ángeles para impedir el acceso al árbol de la vida. Satanás había estudiado y trazado su plan para que Adán y Eva desobedeciesen a Dios, fueran objeto de su desaprobación, y luego participasen del árbol de la vida, a fin de que pudiesen vivir para siempre en el pecado y la desobediencia, y así el pecado se inmortalizaría. Pero fueron enviados santos ángeles para que los expulsasen del huerto, y les impidiesen acercarse al árbol de la vida. Cada uno de estos poderosos ángeles tenía en su mano derecha algo que tenía apariencia de una espada deslumbrante (Primeros escritos, p. 148).

El cielo es un lugar puro y santo en donde no podrá entrar nadie que no se haya refinado, espiritualizado, limpiado y purificado. Tenemos que hacer una obra para nosotros mismos, y solamente seremos capaces de hacerla si obtenemos fuerza de Jesús. Deberíamos estudiar la Biblia con preferencia a cualquier otro libro; deberíamos amarla y obedecerla como voz de Dios. Tenemos que ver y comprender sus restricciones y requerimientos -«Harás» y «No harás»-, y percatarnos del verdadero significado de la Palabra de Dios (Mensajes para los jóvenes, p. 301).

Cristo, mediante su sacrificio, al pagar la pena del pecado, no solo redimiría al hombre, sino que también recuperaría el dominio que este había perdido. Todo lo que perdió el primer Adán será recuperado por el segundo… Dios creó la tierra para que fuese la morada de seres santos y felices. El Señor «que formó la tierra, el que la hizo y la compuso; no la crió en vano, para que fuese habitada la crió». Isaías 45: 18. Ese propósito será cumplido, cuando sea renovada mediante el poder de Dios y libertada del pecado y el dolor; entonces se convertirá en la morada eterna de los redimidos (Historia de los patriarcas y profetas, p. 53).

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Lección 8 | Viernes 22 de mayo________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “La Creación”, pp. 23-30; “La semana literal”, pp. 89-95.

“Hay un cúmulo de evidencias, basadas en consideraciones comparativas, literarias, lingüísticas y otras, que converge en cada nivel y lleva a la única conclusión de que la designación yôm, ‘día’, de Génesis 1, significa sistemáticamente un día literal de 24 horas.

“El autor de Génesis 1 no podría haber producido formas más abarcadoras e integrales de expresar la idea de un ‘día’ literal que las elegidas” (G. F. Hasel, “The ‘Days’ of Creation in Genesis 1: Literal ‘Days’ or Figurative ‘Periods/Epochs’ of Time?”, pp. 30, 31).

“Las mentes más sobresalientes, si no son guiadas por la Palabra de Dios, quedan desconcertadas en sus intentos de investigar la relación entre la ciencia y la Revelación. El Creador y sus obras están más allá de su entendimiento; y porque ellas no pueden ser explicadas por las leyes naturales, declaran que la historia bíblica no es digna de fe” (TI 8:269).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Presta atención a la cita anterior de Elena de White. ¿Con cuánta frecuencia, en la actualidad, vemos exactamente lo que ella escribió, incluso entre los cristianos profesos que, ante las afirmaciones de la ciencia, preferirán automáticamente dichas afirmaciones por sobre el relato bíblico; lo que, como ella escribió, implicaría que la historia bíblica “no es digna de fe”?
  2. ¿Por qué es imposible que alguien considere la Biblia seriamente mientras acepta la Evolución teísta? Si conoces a un evolucionista teísta que dice ser cristiano, ¿por qué no le pides que explique la Cruz a la luz de lo que Pablo escribió (ver Rom. 5) sobre el vínculo directo entre la caída de Adán, la muerte y la Cruz de Jesús? ¿Qué explicación te da?
  3. Si la Biblia es la revelación de Dios, entonces ¿no se abren los ojos y la fe del creyente a la realidad mayor según se expresa en las Escrituras? ¿Cómo pueden decir que los cristianos son “de mente cerrada” cuando en realidad abren la mente a las verdades bíblicas reveladas por un Dios infinito? De hecho, una visión atea y materialista del mundo es mucho más estrecha que la cosmovisión cristiana.
  4. Como creyentes fieles a la Palabra de Dios, ¿cómo podemos ayudar a quienes luchan con cuestiones de identidad sexual? ¿Por qué no debemos ser los que lanzan piedras, incluso con personas que, como la mujer en adulterio, son culpables de pecado?

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