Escuela Sabatica Para Maestros

Material Auxiliar Para Maestros de Escuela Sabatica

Lección 1 – LA EDUCACIÓN EN EL JARDÍN DEL EDÉN – Para el 3 de octubre de 2020

Deja un comentario

Lección 1 en PDF, haga «CLICK» aquí


Si desea ver esta lección en YouTube, por favor haga «CLICK» en el siguiente enlace.


Lección 1: Para el 3 de octubre de 2020

LA EDUCACIÓN EN EL JARDÍN DEL EDÉN

Sábado 26 de septiembre_____________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 2:7–23; 3:1–6; 2 Pedro 1:3–11; 2:1–17; Hebreos 13:7, 17, 24.

PARA MEMORIZAR:

“He aquí que Dios es excelso en su poder; ¿qué enseñador semejante a él?” (Job 36:22).

La mayoría de los estudiantes de la Biblia conocen la historia de Génesis 1 al 3. La trama parece seguir una serie lógica de acontecimientos. Dios crea. Dios instruye a Adán y a Eva. Adán y Eva pecan. Adán y Eva son desterrados del Edén. No obstante, un análisis más detallado de los primeros capítulos del Génesis, especialmente a través de la lente de la educación, revelará ideas sobre el elenco, el escenario y la historia.

“El sistema de educación instituido al principio del mundo debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos. Como una ilustración de sus principios, se estableció una escuela modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres.  El jardín del Edén era el aula; la naturaleza, el libro de texto; el Creador mismo era el Maestro; y los padres de la familia humana, los alumnos” (Ed 20).

El Señor fue el fundador, director y maestro de esta primera escuela. Pero, como sabemos, Adán y Eva finalmente eligieron a otro maestro y aprendieron las lecciones equivocadas. ¿Qué sucedió, por qué y qué podemos aprender en la actualidad de este primer relato de la educación?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El padre y el Hijo emprendieron la grandiosa y admirable obra que habían proyectado: la creación del mundo. La tierra que salió de las manos del Creador era sumamente hermosa. Había montañas, colinas y llanuras, y entre medio había ríos, lagos y lagunas. La tierra no era una vasta llanura; la monotonía del paisaje estaba interrumpida por colinas y montañas, no altas y abruptas como las de ahora, sino de formas hermosas y regulares. No se veían las rocas escarpadas y desnudas, porque yacían bajo la superficie, como si fueran los huesos de la tierra. Las aguas se distribuían con regularidad. Las colinas, montañas y bellísimas llanuras estaban adornadas con plantas y flores, y altos y majestuosos árboles de toda clase, muchísimo más grandes y hermosos que los de ahora. El aire era puro y saludable, y la tierra parecía un noble palacio. Los ángeles se regocijaban al contemplar las admirables y hermosas obras de Dios (La historia de la redención, {HR}, p. 21).

Adán y Eva, dotados de dones mentales y espirituales superiores, fueron creados en una condición “un poco menor que los ángeles”, a fin de que no discernieran solamente las maravillas del universo visible, sino que comprendiesen las obligaciones y responsabilidades morales.

“Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal”. En ese lugar, en medio de las hermosas escenas de la naturaleza que no había sido tocada por el pecado, habían de recibir su educación nuestros primeros padres.

Por el interés que tenía en sus hijos, nuestro Padre celestial dirigía personalmente su educación. A menudo iban a visitarlos sus mensajeros, los santos ángeles, que les daban consejos e instrucción. Con frecuencia, cuando caminaban por el jardín “al aire del día”, oían la voz de Dios y gozaban de comunión personal con el Eterno. Los pensamientos que él tenía para con ellos eran “pensamientos de paz, y no de mal”. Sólo deseaba para ellos el mayor bien (La educación, {ED}, p. 21).

Adán fue rodeado de todo lo que su corazón pudiera desear. Toda necesidad era suplida. No había pecado ni indicios de decadencia en el glorioso Edén. Los ángeles de Dios conversaban libre y amablemente con la santa pareja. Los felices cantores emitían sus gozosos trinos de alabanza a su Creador. Los animales apacibles, en su feliz inocencia, jugaban en derredor de Adán y Eva, obedientes a su palabra. En la perfección de su virilidad, Adán era la obra más noble del Creador. (El hogar cristiano, {HC}, p. 22).

[Los ángeles instruyeron a Adán y Eva] acerca de la rebelión y la caída de Satanás. Los ángeles los pusieron en guardia con respecto a Satanás y les aconsejaron que no se separasen el uno del otro en sus ocupaciones, porque podían encontrarse con el enemigo caído. Los ángeles les recomendaron también que siguiesen estrictamente las indicaciones que Dios les había dado, pues únicamente en la obediencia perfecta podían tener seguridad. Si obraban así, el enemigo caído no tendría poder contra ellos (Primeros escritos, {PE}, p. 147).

5


Lección 1 | Domingo 27 de septiembre________________________________________

LA PRIMERA ESCUELA

Aunque no se nos ocurre pensar en un jardín como un aula, esto tiene mucho sentido, especialmente si es un jardín como el Edén, lleno de las riquezas intactas de la Creación de Dios. Es difícil imaginar, desde nuestra perspectiva actual, cuánto debieron de haber aprendido estos seres no caídos, en un mundo no caído, instruidos directamente por su Creador, en esa “aula”.

Lee Génesis 2:7 al 23. ¿Qué notas sobre el propósito de Dios al crear, colocar y emplear a Adán?

Génesis 2:7-23

Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. 11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; 12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. 13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. 14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. 15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. 18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada.

Dios hizo al hombre y a la mujer a su imagen y les dio un hogar y un trabajo provechoso. Si consideramos la dinámica entre docente y alumno, esta es una relación ideal. Dios conocía las habilidades de Adán porque lo había creado. Podía enseñarle a Adán, sabiendo que Adán podría alcanzar todo su potencial.

Dios le dio una responsabilidad al hombre, pero también quería que fuese feliz. Y quizá parte de los recursos para que fuese feliz haya sido darle responsabilidades. A fin de cuentas, ¿quién no se siente satisfecho o feliz cuando se le dan responsabilidades y luego las cumple fielmente? Dios conocía el corazón de Adán y lo que necesitaría para prosperar, por lo que le dio a Adán la tarea de cuidar el jardín. “Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase” (Gén. 2:15). A los que solo conocemos un mundo de pecado y muerte, se nos hace difícil imaginar lo que debió haber implicado el trabajo y las lecciones que, sin duda alguna, Adán aprendió mientras trabajaba y cuidaba el jardín, que además era su hogar.

En Génesis 2:19 al 23, Dios crea animales de compañía para Adán, y también crea a Eva como esposa de Adán. Dios sabía que Adán necesitaba la compañía y la ayuda de alguien semejante a él. Por eso, creó a la mujer.

Dios también sabía que el hombre necesitaba tener una estrecha relación con él, por lo que creó un espacio íntimo en el Edén dentro de los límites del jardín. Todo esto atestigua el propósito de Dios en la Creación y su amor por la humanidad. Nuevamente, la gran distancia que nos separa del Edén nos dificulta imaginar cómo debió haber sido, aunque es divertido hacer el intento, ¿verdad?

Aunque estamos muy lejos del Edén, aún podemos aprender lecciones de la naturaleza. ¿Cuáles son algunas de esas lecciones y cómo podemos beneficiarnos de ellas al interpretarlas a través de la lente de las Escrituras?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Una vez creada la tierra con su abundante vida vegetal y animal, fue introducido en el escenario el hombre, corona de la creación para quien la hermosa tierra había sido preparada. A él se le dio dominio sobre todo lo que sus ojos pudieran mirar; pues, “dijo Dios: “Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y tenga potestad […] sobre la tierra”. Y creó Dios al hombre a su imagen […] varón y hembra los creó”. Génesis 1:26, 27.

Aquí se expone con claridad el origen de la raza humana; y el relato divino está tan claramente narrado que no da lugar a conclusiones erróneas. Dios creó al hombre conforme a su propia imagen. No hay en esto misterio…

Adán fue colocado como representante de Dios sobre los órdenes de los seres inferiores. Estos no pueden comprender ni reconocer la soberanía de Dios; sin embargo, fueron creados con capacidad de amar y de servir al hombre. El salmista dice: “Lo hiciste señorear sobre las obras de tus manos; todo lo pusiste debajo de sus pies, […] asimismo las bestias del campo, las aves del cielo […] ¡todo cuanto pasa por los senderos del mar!”. Salmos 8:6-8 (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, pp. 24, 25).

Aunque todo cuanto el Señor había creado era perfecto y hermoso, y parecía que nada faltaba en la tierra creada por él para felicidad de Adán y Eva, les manifestó su gran amor al plantar un huerto especialmente para ellos. Parte del tiempo debían emplearlo en la placentera labor de cultivar ese huerto, y otra parte en recibir la visita de los ángeles, escuchar sus instrucciones y dedicarse a feliz meditación. Sus ocupaciones no eran fatigosas, sino agradables y vigorizantes. Ese hermoso huerto había de ser su hogar.

El Señor plantó árboles de todas clases en ese jardín, para brindar utilidad y dar belleza. Algunos de ellos estaban cargados de exuberantes frutos, de suave fragancia, hermosos a la vista y sabrosos al paladar, destinados por Dios para dar alimento a la santa pareja. Había hermosas vides que crecían erguidas, cargadas con el peso de sus frutos, diferentes de todo cuanto el hombre haya visto desde la caída. Estos eran muy grandes y de diversos colores: algunos casi negros, otros púrpura, rojo, rosa y verde claro. A los hermosos y exuberantes frutos que colgaban de los sarmientos de la vid se los llamó uvas. No se arrastraban por el suelo aunque no estaban sostenidas por soportes, pero los sarmientos se arqueaban bajo el peso del fruto. La grata tarea de Adán y Eva consistía en formar hermosas glorietas con los sarmientos de la vid y hacerse moradas con los bellos y vivientes árboles y el follaje de la naturaleza, cargados de fragantes frutos (La historia de la redención, {HR}, pp. 21, 22).

6


Lunes 28 de septiembre | Lección 1__________________________________________

INTROMISIÓN

Una de las grandes alegrías para muchos maestros es armar sus aulas: colgar tableros de anuncios, organizar útiles escolares y disponer las aulas de la manera más recomendable. Al analizar la visión de Dios para el aula que era el Jardín del Edén, vemos el cuidado que tuvo al preparar un ambiente de aprendizaje para Adán y Eva. Deseaba que la belleza los rodeara. Podemos imaginar que cada flor, ave, animal y árbol ofrecía una oportunidad para que Adán y Eva aprendieran más sobre su mundo y sobre su Creador.

Sin embargo, hay un cambio brusco de Génesis 2 a Génesis 3. Hemos hecho un inventario de todo lo bueno que Dios creó con intención divina. Pero en Génesis 3:1 también nos damos cuenta de la provisión que Dios hizo para el libre albedrío. La presencia de la serpiente “astuta, más que todos los animales del campo” implica un alejamiento del lenguaje utilizado hasta ahora. Palabras como “bueno en gran manera”, “no se avergonzaban” y “delicioso” son expresiones utilizadas para describir la Creación de Dios en los capítulos anteriores. No obstante, ahora, con la serpiente, el tono cambia. De repente, se introduce un elemento negativo en lo que, hasta ese entonces, todo era perfección.

En contraste, Génesis presenta a Dios como lo opuesto a la “astucia”. Dios es enfáticamente claro acerca de sus expectativas de la pareja en el Jardín. Sabemos, por el mandato de Dios en Génesis 2:16 y 17, que él estableció una norma fundamental que ellos debían obedecer, que era no comer del árbol prohibido.

Hay algo que se destaca en esta historia, y es que Adán y Eva fueron creados como seres morales libres, seres que podían elegir entre la obediencia y la desobediencia. Por lo tanto, desde el mismo comienzo, incluso en un mundo no caído, podemos ver la realidad del libre albedrío humano.

En Génesis 3:1 al 6, analiza las descripciones que utilizó la serpiente y que Eva luego repitió. ¿Qué observas en la información que la serpiente le ofrece a Eva? ¿Qué adviertes en la forma en que Eva empezó a considerar el árbol del conocimiento del bien y del mal?

Génesis 3:1-6

1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

En Génesis 2:17, el Señor le dijo a Adán que si comía del árbol “ciertamente morir[ía]”. Cuando Eva, en Génesis 3:3, repitió el mandato, no lo expresó con tanta fuerza, omitiendo la palabra “ciertamente”. En Génesis 3:4, la serpiente vuelve a utilizar la palabra en total contradicción con lo que Dios había dicho. Parece que, aunque Dios le enseñó a Eva en el Jardín, ella empezó a no tomarse tan en serio lo aprendido tan en serio como debería, como podemos ver por el mismo lenguaje que usó.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando Satanás se dio plena cuenta de que no había posibilidad de que regresase al favor de Dios, su malicia y su odio comenzaron a manifestarse. Consultó a sus ángeles, y trazó un plan para seguir obrando contra el gobierno de Dios. Cuando Adán y Eva fueron puestos en el hermoso huerto, Satanás estaba haciendo planes para destruirlos. De ningún modo podía verse privada de su felicidad esa pareja dichosa si obedecía a Dios. Satanás no podía ejercer su poder contra ella a menos que primero desobedeciesen a Dios y perdiesen su derecho al favor divino. Había que idear algún plan para inducirlos a desobedecer a fin de que incurriesen en la desaprobación de Dios y fuesen puestos bajo la influencia más directa de Satanás y sus ángeles. Se decidió que Satanás asumiría otra forma y manifestaría interés en el hombre. Tenía que hacerle insinuaciones contra la veracidad de Dios y crear dudas acerca de si Dios quería decir precisamente lo que decía; luego, excitar la curiosidad de la pareja e inducirla a tratar de inmiscuirse en los planes insondables de Dios—es decir cometer el mismo pecado del cual Satanás se había hecho culpable—y razonar acerca de la causa de sus restricciones con respecto al árbol del conocimiento (Primeros escritos, {PE}, pp. 146, 147).

Dios no quería que nuestros primeros padres tuvieran conocimiento de la culpa. Cuando ellos aceptaron los asertos de Satanás, que eran falsos, entraron en nuestro mundo la desobediencia y la transgresión. Esta desobediencia a la orden expresa de Dios, el hecho de creer las mentiras de Satanás, abrió las compuertas del mal sobre el mundo (Mente, carácter y personalidad, {2MCP}, t. 2, p. 205).

[Satanás] se había rebelado en el cielo, y había ganado simpatizantes que le amaban y le seguían en su rebelión. Había caído y hecho caer a otros consigo, y ahora había tentado a la mujer para que desconfiase de Dios, pusiese en duda su sabiduría, y procurase penetrar sus planes omniscientes. Satanás sabía que la mujer no caería sola. Adán, por su amor hacia Eva, desobedeció la orden de Dios, y cayó con ella (Primeros escritos, {PE}, p. 148).

La mujer creía que era capaz de discernir el bien y el mal. La lisonjera esperanza de alcanzar un nivel más elevado de conocimiento la había inducido a pensar que la serpiente era su amiga especial, que tenía gran interés en su bienestar. Si hubiera buscado a su esposo y ambos hubieran transmitido a su Hacedor las palabras de la serpiente, habrían sido librados al instante de esa artera tentación…

Nuestros primeros padres decidieron creer las palabras de una serpiente, según pensaban, que no les había dado prueba alguna de su amor. No había hecho nada por su felicidad y su beneficio, mientras Dios les había dado todo lo que era bueno para comer y agradable a la vista. Doquiera descansaba la mirada había abundancia y belleza; sin embargo, Eva fue engañada por la serpiente, y llegó a pensar que se les había ocultado algo que podía hacerlos tan sabios como Dios mismo. En vez de creer en Dios y confiar en él, rechazó mezquinamente su bondad y aceptó las palabras de Satanás (La historia de la redención, {HR}, pp. 38, 39).

7


Lección 1 | Martes 29 de septiembre__________________________________________

PASAR POR ALTO EL MENSAJE

Como vimos ayer, a pesar del claro mandato de Dios, Eva, incluso con sus propias palabras, empezó a diluir lo que se le había enseñado.

Aunque no malinterpretó lo que el Señor le dijo, obviamente empezó a no tomárselo tan en serio. Es difícil exagerar las consecuencias de su accionar.

Por lo tanto, cuando Eva se encontró con la serpiente, ella le repitió (aunque no exactamente) a la serpiente lo que Dios había dicho con respecto a los árboles del jardín (Gén. 3:2, 3). Por supuesto, este mensaje no era algo nuevo para la serpiente. La serpiente estaba familiarizada con la orden y, por lo tanto, estaba bien preparada para tergiversarla, aprovechando la inocencia de Eva.

Analiza Génesis 3:4 al 6. Además de negar de plano exactamente lo que Dios había dicho, ¿qué más dijo la serpiente que, obviamente, funcionó con Eva? ¿De qué principios se aprovechó?

Génesis 3:4-6

Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.

Cuando la serpiente le dijo que parte del mensaje era incorrecto, Eva podría haber ido a hablar con Dios. Esta es la belleza de la educación en el Edén: el acceso que los estudiantes tenían a su poderoso Maestro seguramente trascendía todo lo que ahora podemos imaginar en la Tierra. Sin embargo, en lugar de huir, en lugar de buscar ayuda divina, Eva aceptó el mensaje de la serpiente. Para que Eva aceptara la modificación del mensaje por parte de la serpiente, era necesario que ella empezara a albergar algunas dudas sobre Dios y lo que este les había dicho.

Mientras tanto, Adán se mete en una situación difícil. “Adán comprendió que su compañera había transgredido el mandato de Dios, menospreciado la única prohibición que les había sido puesta como una prueba de su fidelidad y amor. Se desató una terrible lucha en su mente. Lamentó haber dejado a Eva separarse de su lado. Pero ahora el error estaba cometido; debía separarse de ella, cuya compañía había sido su gozo. ¿Cómo podía hacer eso?” (PP 39). Desgraciadamente, aunque sabía diferenciar el bien del mal, también eligió incorrectamente.

Piensa en esta ironía engañosa: la serpiente dijo que si comían del árbol serían “como Dios” (Gén. 3:5). Pero Génesis 1:27, ¿no dijo que ya eran como Dios? ¿Qué puede enseñarnos esto sobre cuán fácilmente podemos ser engañados y por qué la fe y la obediencia son nuestra única protección, aun cuando hayamos recibido la mejor educación, como en el caso de Adán y Eva?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Satanás comenzó su obra con Eva, para inducirla a desobedecer. Ella erró, primero al apartarse de su esposo; luego, al demorarse cerca del árbol prohibido; y después, al escuchar la voz del tentador al punto de dudar de lo que Dios había dicho: “El día que de él comieres, ciertamente morirás.” Pensó que tal vez el Señor no quería decir precisamente lo que había dicho, y se aventuró a extender la mano, tomó del fruto, y comió. Era agradable al ojo y al paladar. Entonces sintió celos de que Dios les hubiese privado de lo que era realmente bueno para ellos, y ofreció algo de esa fruta a su esposo, y así lo tentó. Relató a Adán todo lo que la serpiente había dicho y expresó su asombro de que aquélla tuviese facultad de hablar (Primeros escritos, {PE}, pp. 147, 148).

Nuestros primeros padres, a pesar de que fueron creados inocentes y santos, no fueron colocados fuera del alcance del pecado. Dios los hizo entes morales libres, capaces de apreciar y comprender la sabiduría y benevolencia de su carácter y la justicia de sus exigencias, y les dejó plena libertad para prestarle o negarle obediencia. Debían gozar de la comunión de Dios y de los santos ángeles; pero antes de darles seguridad eterna, era menester que su lealtad se pusiese a prueba. En el mismo principio de la existencia del hombre se le puso freno al egoísmo, la pasión fatal que motivó la caída de Satanás. El árbol del conocimiento, que estaba cerca del árbol de la vida, en el centro del huerto, había de probar la obediencia, la fe y el amor de nuestros primeros padres. Aunque se les permitía comer libremente del fruto de todo otro árbol del huerto, se les prohibía comer de éste, so pena de muerte. También iban a estar expuestos a las tentaciones de Satanás; pero si soportaban con éxito la prueba, serían colocados finalmente fuera del alcance de su poder, para gozar del perpetuo favor de Dios (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, p. 29).

Nuestra única seguridad consiste en no dar cabida al diablo; porque sus sugestiones y propósitos tienden siempre a perjudicarnos e impedir que confiemos en Dios. Él se transforma en ángel de pureza para poder introducir sus planes mediante sus especiosas tentaciones de manera que no discernamos sus astucias. Cuanto más cedamos, más poder ejercerán sus engaños sobre nosotros. No hay seguridad al entrar en controversia o deliberaciones con él. Por cada ventaja que concedamos al enemigo, pedirá más. Nuestra única seguridad consiste en rechazar firmemente el primer paso hacia la presunción. Dios nos ha dado, por los méritos de Cristo, suficiente gracia para resistir a Satanás y ser más que vencedores. La resistencia es éxito. “Resistid al diablo, y huirá de vosotros”. Santiago 4:7. La resistencia debe ser firme y constante. Perderemos todo lo ganado si resistimos hoy para ceder mañana (Testimonios para la iglesia, {3TI}, t. 3, p. 529).

8


Miércoles 30 de septiembre | Lección 1______________________________________

RECUPERAR LO PERDIDO

Cuando Adán y Eva decidieron obedecer el mensaje de la serpiente, sufrieron, entre muchas otras consecuencias, el destierro del aula de Dios. Piensa en lo que Adán y Eva perdieron a causa de su pecado. Cuando entendemos su caída, podemos comprender mejor el propósito de la educación para nosotros en la actualidad. A pesar del destierro, la vida en un mundo imperfecto marcó el comienzo de un nuevo propósito para la educación.

Si la educación antes de la Caída fue la manera que Dios utilizó para que Adán y Eva se familiarizaran con él y dar a conocer su carácter, su bondad y su amor, después del destierro, la obra de la educación debe ser volver a familiarizar a la humanidad con esas cosas y recrear la imagen de Dios en nosotros. Los hijos de Dios aún pueden llegar a conocer a Dios, su bondad y su amor a pesar de estar físicamente separados de su presencia. Mediante la oración, el servicio y el estudio de su Palabra, podemos acercarnos a nuestro Dios como lo hicieron Adán y Eva en el Edén.

Lo bueno es que, gracias a Jesús y al plan de redención, no todo está perdido. Tenemos esperanza de salvación y de restauración. Y buena parte de la educación cristiana debería ser guiar a los alumnos hacia Jesús, a lo que él hizo por nosotros y a la restauración que ofrece.

Lee 2 Pedro 1:3 al 11. Estos versículos son un estímulo para poder recuperar mucho de lo que perdió la humanidad al abandonar el Edén. ¿Qué dice Pedro que debemos hacer para restaurar la imagen de Dios en nuestra vida?

2 Pedro 1:3-11

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia; vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor. Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

A través de Jesús, recibimos “todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad” (2 Ped. 1:3). ¡Qué promesa! ¿Cuáles podrían ser algunas de esas cosas? Bueno, Pedro nos da una lista: fe, virtud, conocimiento, dominio propio, paciencia, y otras. Fíjate también que el conocimiento es una de las cosas que menciona Pedro. Esta idea, por supuesto, da lugar a la noción de educación. La verdadera educación conducirá al verdadero conocimiento, el conocimiento de Cristo, y por lo tanto no solo nos volveremos más semejantes a él, sino también podremos compartir lo que conocemos de él con los demás.

Piensa por un momento en el hecho de que el árbol prohibido era el árbol del “conocimiento del bien y del mal”. ¿Qué debería denotar esto? ¿Por qué no todo conocimiento es bueno? ¿Cómo reconocer la diferencia entre el conocimiento bueno y el malo?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Tanto Adán como Eva comieron del fruto prohibido, y obtuvieron un conocimiento—la experiencia de desobedecer y traicionar a Dios, el conocimiento de que estaban desnudos—que, si hubieran obedecido a Dios, nunca hubieran tenido. Desapareció el ropaje de la inocencia, el manto divino que los rodeaba. Ellos suplantaron este ropaje celestial cosiendo hojas de higuera para hacerse delantales…

Si Adán y Eva no hubieran nunca desobedecido a su Creador, si hubieran permanecido en el sendero de la rectitud perfecta, habrían conocido y comprendido a Dios. Pero cuando escucharon la voz del tentador y pecaron contra Dios, la luz del ropaje de la inocencia celestial los abandonó. Y al separarse de esos ropajes vistieron los mantos oscuros de los que no conocen a Dios…

Si Adán y Eva nunca hubiesen tocado el árbol prohibido, el Señor les hubiera impartido conocimiento: un conocimiento sin la maldición del pecado, un conocimiento que les hubiera traído gozo imperecedero (Conflicto y valor, {CV}, p. 17).

Dios ha llamado a su pueblo para que alcancen gloria y virtud, y éstas se manifestarán en la vida de cuantos estén verdaderamente relacionados con él. Habiéndoseles permitido participar del don celestial, deben seguir dirigiéndose hacia la perfección, siendo “guardados en la virtud de Dios por fe.” 1 Pedro 1:5. La gloria de Dios consiste en otorgar su poder a sus hijos. Desea ver a los hombres alcanzar la más alta norma: y serán hechos perfectos en él cuando por fe echen mano del poder de Cristo, cuando recurran a sus infalibles promesas reclamando su cumplimiento, cuando con una importunidad que no admita rechazamiento, busquen el poder del Espíritu Santo (Los hechos de los apóstoles, {HAp}, p. 423).

Cuando se creó la tierra, era santa y hermosa. Dios declaró que era buena en gran manera. Cada flor, cada arbusto y cada árbol, respondían al propósito de su Creador. Había hermosura en todo lo que podían observar los ojos y su contemplación llenaba la mente con los pensamientos del amor de Dios. Al inducir al hombre a pecar, Satanás abrigaba la esperanza de contrarrestar la corriente del amor divino que fluía hacia la raza humana; sin embargo, en lugar de lograrlo, su obra no hizo más que poner en evidencia manifestaciones nuevas y más profundas de la misericordia y la bondad de Dios (Testimonios para la iglesia, {7TI}, t. 7, pp. 86, 87).

Nadie piense que ya no hay más conocimiento que adquirir. La profundidad del intelecto humano puede ser medida; las obras de los autores humanos pueden dominarse, pero el más alto, profundo y ancho arrebato de la imaginación no puede descubrir a Dios. Hay una infinidad más allá de todo lo que podamos comprender. Hemos contemplado solamente una vislumbre de la gloria divina y de la infinitud del conocimiento y la sabiduría; hemos estado trabajando, por así decirlo, en la superficie de la misma, cuando el rico metal del oro está debajo de la superficie, para recompensar al que cave en su búsqueda. El pozo de la mina debe ser ahondado cada vez más, y el resultado será el hallazgo del glorioso tesoro. Por medio de una fe correcta, el conocimiento divino llegará a ser el conocimiento humano (Palabras de vida del gran Maestro, {PVGM}, p. 85).

9


Lección 1 | Jueves 1º de octubre______________________________________________

LOS QUE DESPRECIAN LA AUTORIDAD

A algunos les cabe la expresión “estudiantes innatos” en el aula. Casi no necesitan estudiar para obtener excelentes calificaciones. Asimilan el material con facilidad. Pareciera que el conocimiento se les “pega”. No obstante, 2 Pedro 1 y 2 ponen de manifiesto que nuestra educación en Cristo es una experiencia de igualdad de oportunidades para los que se dedican al estudio.

Las palabras alentadoras de 2 Pedro 1 contrastan con la advertencia aleccionadora de 2 Pedro 2.

Lee 2 Pedro 2:1 al 17. ¿Qué palabras poderosas y condenatorias formula? Al mismo tiempo, en medio de esta aguda advertencia y condenación, ¿qué gran esperanza se nos promete?

2 Pedro 2:1-17

 1 Pero hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme. Porque si Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que arrojándolos al infierno los entregó a prisiones de oscuridad, para ser reservados al juicio; y si no perdonó al mundo antiguo, sino que guardó a Noé, pregonero de justicia, con otras siete personas, trayendo el diluvio sobre el mundo de los impíos; y si condenó por destrucción a las ciudades de Sodoma y de Gomorra, reduciéndolas a ceniza y poniéndolas de ejemplo a los que habían de vivir impíamente, y libró al justo Lot, abrumado por la nefanda conducta de los malvados (porque este justo, que moraba entre ellos, afligía cada día su alma justa, viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos), sabe el Señor librar de tentación a los piadosos, y reservar a los injustos para ser castigados en el día del juicio; 10 y mayormente a aquellos que, siguiendo la carne, andan en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el señorío. Atrevidos y contumaces, no temen decir mal de las potestades superiores, 11 mientras que los ángeles, que son mayores en fuerza y en potencia, no pronuncian juicio de maldición contra ellas delante del Señor. 12 Pero éstos, hablando mal de cosas que no entienden, como animales irracionales, nacidos para presa y destrucción, perecerán en su propia perdición, 13 recibiendo el galardón de su injusticia, ya que tienen por delicia el gozar de deleites cada día. Estos son inmundicias y manchas, quienes aun mientras comen con vosotros, se recrean en sus errores. 14 Tienen los ojos llenos de adulterio, no se sacian de pecar, seducen a las almas inconstantes, tienen el corazón habituado a la codicia, y son hijos de maldición. 15 Han dejado el camino recto, y se han extraviado siguiendo el camino de Balaam hijo de Beor, el cual amó el premio de la maldad, 16 y fue reprendido por su iniquidad; pues una muda bestia de carga, hablando con voz de hombre, refrenó la locura del profeta. 17 Estos son fuentes sin agua, y nubes empujadas por la tormenta; para los cuales la más densa oscuridad está reservada para siempre.

Observa lo que Pedro escribe en el versículo 10 sobre los que desprecian la autoridad. Qué amonestación fuerte para la realidad actual, también. Como cuerpo de la iglesia, debemos trabajar sobre la premisa de ciertos niveles de autoridad (ver Heb. 13:7, 17, 24), y somos llamados a someternos a ellos y obedecerlos, al menos en la medida en que sean fieles al Señor.

Sin embargo, en medio de esta dura condenación, Pedro ofrece (en el vers. 9) un contrapunto. Dice que, aunque Dios es poderoso para expulsar a los que eligieron el engaño, “sabe el Señor librar de tentación a los piadosos”. ¿Es posible que parte de nuestra educación cristiana consista no solo en evitar la tentación, sino también en conocer las muchas formas en que Dios puede liberarnos de ella y cómo puede ayudarnos a protegernos de quienes “introducirán encubiertamente herejías destructoras” (2 Ped. 2:1)? Y además, dado que se condena tanto el desprecio a la autoridad, nuestra educación cristiana ¿no debería también consistir en descubrir la forma correcta de comprender, someternos y obedecer a nuestros “dirigentes” (Heb. 13:7, NVI)?

Aunque no podríamos decir que Adán y Eva despreciaron la autoridad, en definitiva decidieron desobedecer esa autoridad. Y lo que hizo que su transgresión fuera tan grave es que la cometieron en respuesta a una contradicción flagrante de lo que esa autoridad, Dios mismo, les había dicho por su propio bien.

Considera con más detenimiento esta cuestión de la autoridad no solo en la iglesia o en la familia, sino también en la vida en general. ¿Por qué es tan importante la autoridad, tanto su ejercicio adecuado como la sumisión adecuada a ella? Lleva tus respuestas a la clase el sábado.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Adán y Eva sufrieron las terribles consecuencias resultantes de desobedecer la orden expresa de Dios. Podrían haber razonado: “Éste es un pecado muy pequeño, y nunca será tenido en cuenta”. Pero Dios trató el asunto como un mal temible, y la desgracia de su transgresión se sentirá a través de todos los tiempos. En la época en que vivimos los que profesan ser hijos de Dios cometen con frecuencia pecados aun mayores. En las transacciones comerciales, los que profesan ser hijos de Dios dicen y obran falsedades, y atraen sobre sí el desagrado de Dios y el oprobio sobre su causa. La menor desviación de la veracidad y la rectitud es una transgresión de la ley de Dios. Aunque participar continuamente del pecado acostumbra a la persona a hacer el mal no disminuye el carácter gravoso del pecado. Dios estableció principios inmutables que él no puede cambiar sin revisar toda su naturaleza. Si la Palabra de Dios fuese estudiada fielmente por todos los que profesan creer la verdad, éstos no serían enanos en las cosas espirituales. Los que desprecian los requerimientos de Dios en esta vida no respetarían su autoridad si estuviesen en el cielo (Testimonios para la iglesia, {4TI}, t. 4, pp. 306, 307).

El orgullo y la ambición indujeron a Lucifer a quejarse contra el gobierno de Dios, y a procurar derrocar el orden que había sido establecido en el cielo. Desde su caída se ha propuesto inculcar el mismo espíritu de envidia y descontento, la misma ambición de cargos y honores en las mentes humanas. Así obró en el ánimo de Coré, Datán y Abiram, para hacerles desear ser enaltecidos, y para incitar en ellos envidia, desconfianza y rebelión. Satanás les hizo rechazar a Dios como su jefe, al inducirlos a desechar a los hombres escogidos por el Señor. No obstante, mientras que, murmurando contra Moisés y Aarón, blasfemaban contra Dios, se hallaban tan seducidos que se creían justos, y consideraban a los que habían reprendido fielmente su pecado como inspirados por Satanás…

Al ceder al pecado, los hombres dan a Satanás acceso a sus mentes, y avanzan de una etapa de la maldad a otra. Al rechazar la luz, la mente se oscurece y el corazón se endurece de tal manera que les resulta más fácil dar el siguiente paso en el pecado y rechazar una luz aún más clara hasta que por fin sus hábitos de hacer el mal se hacen permanentes. El pecado pierde para ellos su carácter inicuo (Conflicto y valor, {CV}, p. 108).

El amor, la base de la creación y la redención, es la base de la verdadera educación. Esto se ha hecho bien claro en la ley que Dios ha dado como guía de la vida. El primer y grande mandamiento… Amarle a El, el infinito, el omnisciente, con toda la fuerza y la mente y el corazón, significa el mayor desarrollo de cada poder. Significa que en el ser total—el cuerpo, la mente, así como el alma—, la imagen de Dios ha de ser restaurada…

Lucifer deseó ser en el cielo el primero en poder y autoridad; deseó ser Dios, tener el gobierno del cielo; y apuntando a este fin ganó a muchos de los ángeles para su lado. Cuando fue echado de las cortes de Dios con su ejército rebelde, la obra de rebelión y egoísmo continuó en la tierra. Por medio de la tentación a la autoindulgencia y a la ambición, Satanás logró la caída de nuestros primeros padres; y desde ese entonces hasta el presente la gratificación de la ambición humana y la indulgencia en esperanzas y deseos egoístas ha demostrado ser la ruina de la humanidad (Reflejemos a Jesús, {RJ}, p. 43).

10


Viernes 2 de octubre | Lección 1______________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“La santa pareja era no solo hijos bajo el cuidado paternal de Dios, sino también estudiantes que recibían instrucción de parte del Creador omnisciente. Eran visitados por ángeles, y se gozaban en la comunión directa con su Hacedor, sin ningún velo oscurecedor de por medio. Estaban llenos del vigor que procedía del árbol de la vida, y su poder intelectual era apenas un poco menor que el de los ángeles. Los misterios del Universo visible –‘las maravillas del Perfecto en sabiduría’ [Job 37:16]– les suministraban una fuente inagotable de instrucción y placer. Las leyes y los procesos de la naturaleza, que han sido objeto del estudio de los hombres durante seis mil años, fueron puestos al alcance de su mente por el infinito Forjador y Sustentador de todo. Se entretenían con las hojas, las flores y los árboles, cosechando en cada uno de ellos los secretos de su vida. Adán estaba familiarizado con toda criatura viviente, desde el poderoso leviatán que juega entre las aguas hasta el más diminuto insecto que flota en el rayo del sol. A cada uno les había dado nombre, y conocía su naturaleza y sus hábitos. La gloria de Dios en los cielos, los innumerables mundos en sus ordenados movimientos, ‘las diferencias de las nubes’ [Job 37:16], los misterios de la luz y del sonido, de la noche y el día, todo estaba abierto al estudio de nuestros primeros padres. El nombre de Dios estaba escrito en cada hoja del bosque o piedra de la montaña, en cada brillante estrella, en la tierra, en el aire y en el cielo. El orden y la armonía de la Creación les hablaba de una sabiduría y un poder infinitos. Continuamente descubrían algo nuevo que llenaba su corazón del más profundo amor y les arrancaba nuevas expresiones de gratitud” (PP 32, 33).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Si Dios originalmente tuvo la intención de que escuela/trabajo fuera una oportunidad para que los seres humanos lo encontraran a él y a su Creación, ¿seguimos conservando la intención de Dios en nuestro trabajo hoy? ¿Cómo podemos conocer mejor a Dios a través de nuestro trabajo (pago, educación, voluntariado, ministerio, etc.)?
  2. Cuando consideramos la astucia de Satanás en el Jardín del Edén, es fácil frustrarnos por nuestra debilidad humana. Adán y Eva sabían que Dios estaba cerca y, sin embargo, aceptaron la verdad a medias de la serpiente. Quienes estamos alejados de esa proximidad física tan estrecha con Dios ¿cómo podemos todavía hallar poder en él para que nos ayude a vencer la tentación?
  3. Analicen la cuestión de la autoridad y por qué es tan importante obedecerla. ¿Qué sucede cuando las líneas de autoridad se vuelven borrosas? ¿Cómo se puede abusar de la autoridad y cómo respondemos cuando es así?

11


Comentario del video

¿Se puede explicar el origen del pecado?

Es imposible explicar el origen del pecado y dar razón de su existencia. Sin embargo, se puede comprender suficientemente lo que atañe al origen y a la disposición final del pecado, para hacer enteramente manifiesta la justicia y benevolencia de Dios en su modo de proceder contra todo mal. Nada se enseña con mayor claridad en las Sagradas Escrituras que el hecho de que Dios no fue en nada responsable de la introducción del pecado en el mundo, y de que no hubo retención arbitraria de la gracia de Dios, ni error alguno en el gobierno divino que dieran lugar a la rebelión. El pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su presencia. Es algo misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a defenderlo. Si se pudiera encontrar alguna excusa en su favor o señalar la causa de su existencia, dejaría de ser pecado. La única definición del pecado es la que da la Palabra de Dios: “El pecado es transgresión de la ley”; es la manifestación exterior de un principio en pugna con la gran ley de amor que es el fundamento del gobierno divino. (CS 484.1{El Conflicto de los Siglos})

¿Por qué no destruyo inmediatamente Dios a Satanás?

Aun cuando quedó resuelto que Satanás no podría permanecer por más tiempo en el cielo, la Sabiduría Infinita no le destruyó. En vista de que solo un servicio de amor puede ser aceptable a Dios, la sumisión de sus criaturas debe proceder de una convicción de su justicia y benevolencia. Los habitantes del cielo y de los demás mundos, no estando preparados para comprender la naturaleza ni las consecuencias del pecado, no podrían haber reconocido la justicia y misericordia de Dios en la destrucción de Satanás. De haber sido este aniquilado inmediatamente, aquellos habrían servido a Dios por miedo mas bien que por amor. La influencia del seductor no habría quedado destruida del todo, ni el espíritu de rebelión habría sido extirpado por completo. Para bien del universo entero a través de las edades sin fin, era preciso dejar que el mal llegase a su madurez, y que Satanás desarrollase más completamente sus principios, a fin de que todos los seres creados reconociesen el verdadero carácter de los cargos que arrojara él contra el gobierno divino y a fin de que quedaran para siempre incontrovertibles la justicia y la misericordia de Dios, así como el carácter inmutable de su ley. (CS 489.1{El Conflicto de los Siglos})

¿Cuál fue el problema de Lucifer en el cielo?

Antes de la aparición del pecado había paz y gozo en todo el universo. Todo guardaba perfecta armonía con la voluntad del Creador. El amor a Dios estaba por encima de todo, y el amor de unos a otros era imparcial. Cristo el Verbo, el Unigénito de Dios, era uno con el Padre Eterno: uno en naturaleza, en carácter y en designios; era el único ser en todo el universo que podía entrar en todos los consejos y designios de Dios. Fué por intermedio de Cristo por quien el Padre efectuó la creación de todos los seres celestiales. “Por él fueron creadas todas las cosas, en los cielos, … ora sean tronos, o dominios, o principados, o poderes” (Colosenses 1:16, VM); y todo el cielo rendía homenaje tanto a Cristo como al Padre.     {CI 6.1}

En el cielo, antes de su rebelión, Lucifer era un ángel honrado y excelso, cuyo honor seguía al del amado Hijo de Dios. Su semblante, así como el de los demás ángeles, era apacible y denotaba felicidad. Su frente alta y espaciosa indicaba su poderosa inteligencia. Su forma era perfecta; su porte noble y majestuoso. Una luz especial resplandecía sobre su rostro y brillaba a su alrededor con más fulgor y hermosura que en los demás ángeles. Sin embargo, Cristo, el amado Hijo de Dios, tenía la preeminencia sobre todas las huestes angélicas. Era uno con el Padre antes que los ángeles fueran creados. Lucifer tuvo envidia de él y gradualmente asumió la autoridad que le correspondía sólo a Cristo.  {Historia de la Redención 13.1}

El gran Creador convocó a las huestes celestiales para conferir honra especial a su Hijo en presencia de todos los ángeles. Este estaba sentado en el trono con el Padre, con la multitud celestial de santos ángeles reunida a su alrededor. Entonces el Padre hizo saber que había ordenado que Cristo, su Hijo, fuera igual a él; de modo que doquiera estuviese su Hijo, estaría él mismo también. La palabra del Hijo debería obedecerse tan prontamente como la del Padre. Este había sido investido de la autoridad de comandar las huestes angélicas. Debía obrar especialmente en unión con él en el proyecto de creación de la tierra y de todo ser viviente que habría de existir en ella. Ejecutaría su voluntad. No haría nada por sí mismo. La voluntad del Padre se cumpliría en él. {Historia de la Redención 13.2}

Lucifer estaba envidioso y tenía celos de Jesucristo. No obstante, cuando todos los ángeles se inclinaron ante él para reconocer su supremacía, gran autoridad y derecho de gobernar, se inclinó con ellos, pero su corazón estaba lleno de envidia y odio. Cristo formaba parte del consejo especial de Dios para considerar sus planes, mientras Lucifer los desconocía. No comprendía, ni se le permitía conocer los propósitos de Dios. En cambio Cristo era reconocido como Soberano del Cielo, con poder y autoridad iguales a los de Dios. Lucifer creyó que él era favorito en el cielo entre los ángeles. Había sido sumamente exaltado, pero eso no despertó en él ni gratitud ni alabanzas a su Creador. Aspiraba llegar a la altura de Dios mismo. Se glorificaba en su propia exaltación. Sabía que los ángeles lo honraban. Tenía una misión especial que cumplir. Había estado cerca del gran Creador y los persistentes rayos de la gloriosa luz que rodeaban al Dios eterno habían resplandecido especialmente sobre él. Pensó en cómo los ángeles habían obedecido sus órdenes con placentera celeridad. ¿No eran sus vestiduras brillantes y hermosas? ¿Por qué había que honrar a Cristo más que a él?  {Historia de la Redención 14.1}

Salió de la presencia del Padre descontento y lleno de envidia contra Jesucristo. Congregó a las huestes angélicas, disimulando sus verdaderos propósitos, y les presentó su tema, que era él mismo. Como quien ha sido agraviado, se refirió a la preferencia que Dios había manifestado hacia Jesús postergándolo a él. Les dijo que de allí en adelante toda la dulce libertad de que habían disfrutado los ángeles llegaría a su fin. ¿Acaso no se les había puesto un gobernador, a quien de allí en adelante debían tributar honor servil? Les declaró que él los había congregado para asegurarles que no soportaría más esa invasión de sus derechos y los de ellos: que nunca más se inclinaría ante Cristo; que tomaría para sí la honra que debiera habérsele conferido, y sería el caudillo de todos los que estuvieran dispuestos a seguirlo y a obedecer su voz. {Historia de la Redención 14.2}

Los ángeles leales trataron de reconciliar con la voluntad de su Creador a ese poderoso ángel rebelde. Justificaron el acto de Dios al honrar a Cristo, y con poderosos argumentos trataron de convencer a Lucifer de que no tenía entonces menos honra que la que había tenido antes que el Padre proclamara el honor que había conferido a su Hijo. Le mostraron claramente que Cristo era el Hijo de Dios, que existía con él antes que los ángeles fueran creados, y que siempre había estado a la diestra del Padre, sin que su tierna y amorosa autoridad hubiese sido puesta en tela de juicio hasta ese momento; y que no había dado orden alguna que no fuera ejecutada con gozo por la hueste angélica. Argumentaron que el hecho de que Cristo recibiera honores especiales de parte del Padre en presencia de los ángeles no disminuía la honra que Lucifer había recibido hasta entonces. Los ángeles lloraron. Ansiosamente intentaron convencerlo de que renunciara a su propósito malvado para someterse a su Creador, pues todo había sido hasta entonces paz y armonía, y ¿qué era lo que podía incitar esa voz rebelde y disidente?   {Historia de la Redención 15.2}

En su gran misericordia, Dios soportó por largo tiempo a Lucifer. Este no fue expulsado inmediatamente de su elevado puesto, cuando se dejó arrastrar por primera vez por el espíritu de descontento, ni tampoco cuando empezó a presentar sus falsos asertos a los ángeles leales. Fue retenido aún por mucho tiempo en el cielo. Varias y repetidas veces se le ofreció el perdón con tal de que se arrepintiese y se sometiese. Para convencerle de su error se hicieron esfuerzos de que solo el amor y la sabiduría infinitos eran capaces. Hasta entonces no se había conocido el espíritu de descontento en el cielo. El mismo Lucifer no veía en un principio hasta dónde le llevaría este espíritu; no comprendía la verdadera naturaleza de sus sentimientos. Pero cuando se demostró que su descontento no tenía motivo, Lucifer se convenció de que no tenía razón, que lo que Dios pedía era justo, y que debía reconocerlo ante todo el cielo. De haberlo hecho así, se habría salvado a sí mismo y a muchos ángeles. En ese entonces no había él negado aún toda obediencia a Dios. Aunque había abandonado su puesto de querubín cubridor, habría sido no obstante restablecido en su oficio si, reconociendo la sabiduría del Creador, hubiese estado dispuesto a volver a Dios y si se hubiese contentado con ocupar el lugar que le correspondía en el plan de Dios. Pero el orgullo le impidió someterse. Se empeñó en defender su proceder insistiendo en que no necesitaba arrepentirse, y se entregó de lleno al gran conflicto con su Hacedor. (CS 486.2 {El Conflicto de los Siglos})

En la ejecución final del juicio se verá que no existe causa para el pecado. Cuando el Juez de toda la tierra pregunte a Satanás: “¿Por qué te rebelaste contra mí y arrebataste súbditos de mi reino?”, el autor del mal no podrá ofrecer excusa alguna. Toda boca permanecerá cerrada, todas las huestes rebeldes quedarán mudas. (CS 493.2 {El Conflicto de los Siglos})

PROPOSITO DE LA CREACION DE LA TIERRA

«Dios creó al hombre para la gloria divina, para que después de pasar por la prueba y la aflicción la familia humana pudiera llegar a ser una con la familia celestial. El propósito de Dios era repoblar el cielo con la familia humana.»—Comentario Bíblico Adventista 1:1096.

«Las vacantes que se produjeron en el cielo por la caída de Satanás y sus ángeles, serán llenadas por los redimidos del Señor.»—The Review and Herald, 29 de mayo de 1900

Tenemos que recordar que Satanás no tenía en la mira vencer a la tierra solamente, el creía que en la misma forma que pudo engañar a la mitad de la población angelina, tenía la capacidad de engañar a los otros mundos; por lo tanto su plan era de alcance universal, no solamente terrenal.

«El gobierno de Dios no sólo incluía a los habitantes del cielo sino también a los de todos los mundos creados. Satanás pensó que si él podía arrastrar a las inteligencias celestiales en su rebelión, también podía hacerlo con los seres de otros mundos.»—The Review and Herald, 9 de marzo de 1886. {La Verdad Acerca de los Ángeles 39.2}

¿Por qué Satanás escogió la tierra para hacerla caer?

Se estremeció al pensar en sumergir a la santa y feliz pareja en la miseria y el remordimiento que él mismo debía soportar. Parecía indeciso: a veces firme y resuelto, otras dubitativo y vacilante. Sus ángeles lo buscaban, puesto que era su dirigente, para informarle acerca de la decisión que habían tomado. Se unirían a Satanás en sus planes, para compartir con él la responsabilidad y las consecuencias.  {Historia de la Redención 29.1}

1-No se le consultó a él, cuando Dios decidió crear la tierra

Satanás fué una vez un ángel a quien se honraba en el cielo, el que seguía en orden a Cristo. Su semblante, como el de otros ángeles, era benigno y denotaba felicidad. Su frente, alta y espaciosa, indicaba poderosa inteligencia. Su figura era perfecta, y su porte noble y majestuoso. Pero cuando Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen,” Satanás sintió celos de Jesús. Deseó que se le consultase acerca de la formación del hombre, y porque esto no se hizo, se llenó de envidia, celos y odio. Deseó recibir los más altos honores después de Dios, en el cielo.    {PE 145.1}

 El Padre consultó con el Hijo con respecto a la ejecución inmediata de su propósito de crear al hombre para que habitara la tierra. Lo sometería a prueba para verificar su lealtad antes que se lo pudiera considerar eternamente fuera de peligro. Si soportaba la prueba a la cual Dios creía conveniente someterlo, con el tiempo llegaría a ser igual a los ángeles. Tendría el favor de Dios, podría conversar con ellos y éstos con él. Dios no creyó conveniente ponerlos fuera del alcance de la desobediencia.   {Historia de la Redención 19.2}

 

 2-Tuvo envidia de la morada de la santa pareja

Desde los tiempos más remotos de la historia del hombre, Satanás se esforzó por engañar a nuestra raza. El que había promovido la rebelión en el cielo deseaba inducir a los habitantes de la tierra a que se uniesen con él en su lucha contra el gobierno de Dios. Adán y Eva habían sido perfectamente felices mientras obedecieron a la ley de Dios, y esto constituía un testimonio permanente contra el aserto que Satanás había hecho en el cielo, de que la ley de Dios era un instrumento de opresión y contraria al bien de sus criaturas. Además, la envidia de Satanás se despertó al ver la hermosísima morada preparada para la inocente pareja. Resolvió hacer caer a ésta para que, una vez separada de Dios y arrastrada bajo su propio poder, pudiese él apoderarse de la tierra y establecer allí su reino en oposición al Altísimo.  (CI 30.1}

3-La tierra es única en su genero en todo el universo, un mundo completo, solamente con dos habitantes, que tenían el poder único en el universo de la procreación, además de ser a semejanza de Dios ¿Y los habitantes de los otros mundos a imagen de quien son?

Todo el cielo se interesó profunda y alegremente en la creación del mundo y de Adán y Eva. Los seres humanos constituían un orden distinto. Fueron creados a la “imagen de Dios” y fue la voluntad del Creador que poblaran la tierra. Debían vivir en estrecha comunión con el cielo, recibiendo y asimilando el poder de la gran Fuente de poder. Sostenidos por Dios, habrían de vivir libres de toda mancha de pecado. {CT 21.3}

4-Las verdaderas intenciones o motivos de Satanás en hacer caer a los habitantes de la tierra fueron dos:

El primer motivo y prioridad número uno, interesantemente, fue buscar una segunda oportunidad para obtener la misericordia y el perdón de Dios. Satanás creía que si el hombre pecaba, la misericordia de Dios perdonaría al hombre y entre el hombre se los podría incluir a ellos.

«Los seguidores de Satanás salieron a su encuentro, y él se levantó, asumiendo un aire arrogante, y les informó acerca de sus planes para apartar de Dios al noble Adán y a su compañera Eva. Si de alguna manera podía inducirlos a desobedecer, Dios haría algo para perdonarlos; entonces él y todos los ángeles caídos dispondrían de una buena oportunidad para compartir con ellos la misericordia de Dios.” {HR 28.1 Historia de la Redención }

La segunda prioridad, por si la primera fallaba, era posesionarse del árbol de la vida; una vez logrado esto, ellos pensaban tener un territorio de acción; su oficina universal sería la tierra, y el árbol de la vida les garantizaría la vida eterna.

«Si eso fallaba, podrían unirse con Adán y Eva, pues una vez que hubieran transgredido la ley de Dios estarían sometidos a la ira divina lo mismo que ellos. Su transgresión también los pondría a ellos en estado de rebelión, y podrían unirse con Adán y Eva para tomar posesión del Edén y establecer allí su morada. Y si lograban tener acceso al árbol de la vida que estaba en medio del jardín, su fortaleza sería, según ellos, igual a la de los ángeles santos, y ni Dios mismo podría expulsarlos de allí.» {HR 28.1 Historia de la Redención }

Pero no contaba Satanás con la idea de que Dios tomaría posesión inmediatamente del árbol de la vida. No sólo tomó posesión del árbol de la vida solamente, sino de todo el complejo jardín del Edén.

De acuerdo con el Espíritu de Profecía, el jardín del Edén fue trasladado al cielo antes del diluvio, y Dios lo tiene guardado y remodelado para ser entregado de nuevo a su antiguos dueños -los seres humanos redimidos-, cuando la tierra sea renovada

«Santos ángeles fueron enviados a conducir a la pareja desobediente fuera del jardín, mientras otros ángeles guardaban el camino al árbol de la vida. Cada uno de estos poderosos ángeles tenía una espada resplandeciente en su mano derecha.»—Spiritual Gifts 3:45.  (Regalos Espirituales)

«Ángeles poderosos, con rayos de luz que parecían espadas encendidas que se movían en todas direcciones, fueron colocados como centinelas para evitar que Satanás o la pareja culpable tuvieran acceso al árbol de la vida.»—The Review and Herald, 24 de febrero de 1874.

«El huerto del Edén permaneció en la tierra mucho tiempo después que el hombre fuera expulsado de sus agradables senderos. Durante mucho tiempo después, se le permitió a la raza caída contemplar de lejos el hogar de la inocencia, cuya entrada estaba vedada por los vigilantes ángeles.»—Historia de los Patriarcas y Profetas,

Aun hasta ahora se enciende la ira de Satanás contra los humanos

Lo que enciende la enemistad de Satanás contra la raza humana, es que ella, por intermedio de Cristo, es objeto del amor y de la misericordia de Dios. Lo que él quiere entonces es oponerse al plan divino de la redención del hombre, deshonrar a Dios mutilando y profanando sus obras, causar dolor en el cielo y llenar la tierra de miseria y desolación. Y luego señala todos estos males como resultado de la creación del hombre por Dios. CS 496.2

La pareja fue advertida con toda claridad y esmero

Los ángeles aconsejaron a Eva que no se separara de su esposo en el desempeño de sus tareas, porque podría llegar a encontrarse con el adversario caído. Si se separaban, estarían en mayor peligro que si estuvieran juntos. Los ángeles les encargaron que siguieran estrictamente las instrucciones que Dios les había dado en relación con el árbol del conocimiento, pues si obedecían perfectamente estarían a salvo, y el adversario caído no tendría poder para engañarlos. Dios no permitiría que Satanás siguiera  a la santa pareja para tentarlos constantemente. Sólo podría tener acceso a ellos en el árbol del conocimiento del bien y del mal. HR 31.2

Adán y Eva aseguraron a los ángeles que nunca desobedecerían los expresos mandamientos de Dios, pues su mayor placer consistía en hacer su voluntad. Los ángeles se unieron a ellos en santos acordes de música armoniosa, y mientras sus himnos se elevaban a las alturas del bendito Edén, Satanás escuchaba la melodía de gozosa adoración al Padre y al Hijo. Y al escuchar aumentaba su envidia, su odio y su maldad. Comunicó entonces a sus seguidores su ardiente deseo de incitarlos (a Adán y Eva) a desobedecer, para que de esa manera acarrearan sobre sí la ira de Dios, y trocaran sus cantos de alabanza por el odio y por maldiciones a su Hacedor. HR 32.1

Tres errores capitales de Eva

Satanás comenzó su obra con Eva, para inducirla a desobedecer. (1) Ella erró, primero al apartarse de su esposo;  (2) luego, al demorarse cerca del árbol prohibido; (3) y después, al escuchar la voz del tentador al punto de dudar de lo que Dios había dicho: “El día que de él comieres, ciertamente morirás.” Pensó que tal vez el Señor no quería decir precisamente lo que había dicho, y se aventuró a extender la mano, tomó del fruto, y comió. Era agradable al ojo y al paladar. Entonces sintió celos de que Dios les hubiese privado de lo que era realmente bueno para ellos, y ofreció algo de esa fruta a su esposo, y así lo tentó. Relató a Adán todo lo que la serpiente había dicho y expresó su asombro de que aquélla tuviese facultad de hablar.  {PE 147.2}

Los otros mundos también tienen los dos arboles

El Señor me mostró en visión otros mundos. Me fueron dadas alas y un ángel me acompañó desde la ciudad a un lugar brillante y glorioso. La hierba era de un verde vivo y las aves gorjeaban un dulce canto. Los moradores de aquel  lugar eran de todas estaturas; eran nobles, majestuosos y hermosos. Llevaban la manifiesta imagen de Jesús, y su semblante refulgía de santo júbilo, como expresión de la libertad y dicha que en aquel lugar disfrutaban. Pregunté a uno de ellos por qué eran mucho más bellos que los habitantes de la tierra, y me respondió: “Hemos vivido en estricta obediencia a los mandamientos de Dios, y no incurrimos en desobediencia como los habitantes de la tierra.” Después vi dos árboles, uno de los cuales se parecía mucho al árbol de vida de la ciudad. El fruto de ambos era hermoso, pero no debían comer del uno de ellos. Hubieran podido comer de los dos, pero les estaba vedado comer de uno. Entonces el ángel que me acompañaba me dijo: “Nadie ha probado aquí la fruta del árbol prohibido, y si de ella comieran, caerían.”   {PE 39.3}

EL CONOCIMIENTO DE ADAN Y SU DESCENDENCIA Y COMO SE PERDIO

Patriarcas y Profetas, Capitulo 6

No obstante la iniquidad del mundo antediluviano, esa época no fue, como a menudo se ha supuesto, una era de ignorancia y barbarie. Los hombres tuvieron oportunidad de alcanzar un alto desarrollo moral e intelectual.

Poseían gran fuerza física y mental, y sus ventajas para adquirir conocimientos religiosos y científicos eran incomparables.

Es un error suponer que porque vivían muchos años, sus mentes alcanzaban tarde su madurez: sus facultades mentales se desarrollaban temprano y los que abrigaban el temor de Dios y vivían en armonía con su voluntad, continuaban aumentando en conocimiento y en sabiduría durante toda su vida.

Si pudieran compararse con los antediluvianos de la misma edad, los más ilustres eruditos de nuestros tiempos parecerían muy inferiores en desarrollo mental y físico.

A medida que se acortó la vida del hombre y disminuyó su vigor físico, también se aminoró su capacidad mental. Hoy día hay hombres que dedican al estudio un período de veinte a cincuenta años, y el mundo se llena de admiración por sus éxitos. Pero ¡qué limitados son estos triunfos cuando se comparan con los de aquellos hombres cuyo vigor físico y mental se desarrollaba durante siglos!

Es verdad que los hombres de los tiempos modernos tienen el beneficio del conocimiento alcanzado por sus predecesores. Los genios que proyectaron, estudiaron y escribieron, han legado sus trabajos a quienes les han seguido. Pero aun en este respecto, y en lo que concierne meramente a los conocimientos humanos, ¡cuán superiores fueron las ventajas de los hombres de aquella edad antigua! Tuvieron entre ellos durante siglos a aquel que Dios había formado según su propia imagen, a quien el Creador mismo declaró “bueno”, el hombre a quien Dios había instruído en toda sabiduría del mundo material.

Adán había aprendido del Creador la historia de la creación; él mismo había presenciado los acontecimientos de nueve siglos; y comunicó sus conocimientos a sus descendientes.

 

Los antediluvianos no tenían libros ni anales escritos; pero con su gran vigor mental y físico disponían de una memoria poderosa, que les permitía comprender y retener lo que se les comunicaba, para transmitirlo después con toda precisión a sus descendientes.

 

Durante varios siglos hubo siete generaciones que vivieron contemporáneamente, y tuvieron la oportunidad de consultarse para aprovechar cada una los conocimientos y la experiencia de las demás.

 

Las ventajas que gozaron los hombres de aquellos tiempos para obtener un conocimiento de Dios por el estudio de su obra, no han sido igualadas desde entonces. Lejos de ser una era de tinieblas religiosas, fue una edad de grandes luces.

 

Todo el mundo tuvo la oportunidad de recibir instrucción de Adán y los que temían al Señor tuvieron también a Cristo y a los ángeles por maestros. Y tuvieron un silencioso testimonio de la verdad en el huerto de Dios, que durante siglos permaneció entre los hombres. A la puerta del paraíso, guardada por querubines, se manifestaba la gloria de Dios, y allí iban los primeros adoradores a levantar sus altares y a presentar sus ofrendas. Allí fue donde Caín y Abel llevaron sus sacrificios y Dios había condescendido a comunicarse con ellos.

 

Dios dotó al hombre con una fuerza vital tan grande que éste ha resistido la acumulación de la enfermedad que recayó sobre la raza humana como consecuencia de hábitos pervertidos y ha continuado viviendo por seis mil años. Este hecho en sí es suficiente para evidenciarnos la fuerza y energía eléctrica que Dios le dio al hombre en su creación. Se necesitaron más de dos mil años de delitos y complacencia de las pasiones bajas para acarrearle enfermedad corporal a la humanidad en un grado apreciable. Si Adán, en su creación, no hubiera sido dotado con una fuerza vital veinte veces mayor que la que tienen los hombres actualmente, la raza humana, con sus hábitos actuales de vida en violación de la ley natural, se habría extinguido. En el tiempo del primer advenimiento de Cristo la humanidad se había degenerado tan rápidamente que pesaba sobre esa generación una acumulación de enfermedades, que acarreaba una marea de dolor y un peso de miseria inexpresables.  3TI 155.2

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Descubre más desde Escuela Sabatica Para Maestros

Suscríbete ahora para seguir leyendo y obtener acceso al archivo completo.

Seguir leyendo