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Lección 2 – LA FAMILIA – Para el 10 de octubre de 2020

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Lección 2: Para el 10 de octubre de 2020

LA FAMILIA

Sábado 3 de octubre______________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:1–15; 2 Corintios 4:6; Lucas 1:26–38; Mateo 1:18–24; Efesios 4:15; 1 Juan 3:18; Deuteronomio 6.

PARA MEMORIZAR:

“Oye, hijo mío, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre” (Prov. 1:8).

Como seres humanos, siempre estamos aprendiendo. De hecho, la vida misma es una escuela.

“Desde los tiempos más remotos, los fieles de Israel habían prestado mucha atención a la educación de la juventud. El Señor había indicado que, desde la más tierna infancia, debía enseñarse a los niños de su bondad y grandeza, especialmente como está revelada en la Ley divina y expuesta en la historia de Israel. Los cantos, las oraciones y las lecciones de las Escrituras debían adaptarse a las mentes en desarrollo. Los padres y las madres debían instruir a sus hijos en que la Ley de Dios es una expresión de su carácter, y que al recibir los principios de la Ley en el corazón, la imagen de Dios se grababa en la mente y el alma. Gran parte de la enseñanza era oral; pero el joven también aprendía a leer los escritos hebreos, y se abrían a su estudio los pergaminos del Antiguo Testamento” (DTG 49, 50).

Durante la mayor parte de la historia humana, por lo común la educación se impartió en el hogar, especialmente durante los primeros años. ¿Qué dice la Biblia acerca de la educación en la familia, y qué principio podemos extraer de ella, cualquiera que sea nuestra situación familiar?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cristo asignaba a los niños un valor tan elevado que dio su vida por ellos. Tratadlos como a quienes fueron comprados por su sangre. Con paciencia y firmeza educadlos para él. Disciplinadlos con amor y paciencia. Mientras hagáis esto, llegarán a ser para vosotros una corona de regocijo y resplandecerán como luces en el mundo (El hogar cristiano, {HC}, p. 252).

A los niños les gusta la compañía, y raras veces quieren estar solos. Anhelan simpatía y ternura. Creen que lo que les gusta agradará también a la madre, y es natural que acudan a ella con sus menudas alegrías y tristezas. La madre no debe herir sus corazones sensibles tratando con indiferencia asuntos que, si bien son baladíes para ella, tienen gran importancia para ellos. La simpatía y aprobación de la madre les son preciosas. Una mirada de aprobación, una palabra de aliento o de encomio, serán en sus corazones como rayos de sol que muchas veces harán feliz el día.

Los padres deben animar a sus hijos a confiar en ellos, a presentarles las penas de su corazón, sus pequeñas molestias y pruebas diarias.

Instruidlos bondadosamente y ligadlos a vuestro corazón. Este es un tiempo crítico para los niños. Los rodearán influencias tendientes a separarlos de vosotros, y debéis contrarrestarlas. Enseñadles a hacer de vosotros sus confidentes. Permitidles contaros sus pruebas y goces (El hogar cristiano, {HC}, pp. 169, 170).

El amor proviene de Dios. Es una planta de crecimiento celestial y no puede vivir y florecer en el corazón natural. Donde existe el amor hay verdad, vida y poder. Pero no puede vivir sin acciones; siempre que se ejercita aumenta y se expande. No se fija en los pequeños errores ni se apresura a reprochar las pequeñas equivocaciones. Tomará el control cuando la discusión y las palabras se muestren vanas e inútiles. El mejor método para reformar el carácter y regular la conducta de su familia es el principio del amor. Le dará fuerza y obrará lo que ni el dinero ni las potencias son capaces de obrar (Testimonios para la iglesia, {4TI}, t. 4, pp. 252, 253).

Si bien no hemos de ceder al afecto ciego, tampoco debemos manifestar indebida severidad. Los niños no pueden ser llevados al Señor por la fuerza. Pueden ser conducidos, mas no arreados. Cristo declara: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen.” No dice: Mis ovejas oyen mi voz y se las fuerza a seguir la senda de la obediencia. En el gobierno de los hijos, debe manifestarse amor. Nunca deben los padres causar pena a sus hijos por manifestaciones de dureza o exigencias que no sean razonables. La dureza empuja a las almas a la red de Satanás.

La influencia combinada de la autoridad y del amor permitirá sostener firme y bondadosamente las riendas del gobierno familiar. Un deseo sincero de que Dios sea glorificado y de que nuestros hijos le rindan el tributo que le deben nos guardará de la debilidad y de sancionar el mal (El hogar cristiano, {HC}, pp. 276, 277).

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Domingo 4 de octubre | Lección 2_______________________________________

LA PRIMERA FAMILIA

No se dan muchos detalles (en realidad, ninguno), en las primeras páginas de las Escrituras, con respecto al tipo de educación familiar que se impartía en los primeros días de la historia humana, aunque podemos asegurar que la educación tenía lugar en la misma estructura familiar en aquel entonces.

“El sistema de educación establecido en el Edén tenía por centro la familia. Adán era ‘hijo de Dios’ (Luc. 3:38), y de su Padre recibieron instrucción los hijos del Altísimo. Su escuela era, en el más exacto sentido de la palabra, una escuela de familia” (Ed 33).

Y, aunque no sabemos exactamente lo que se enseñaba, podemos estar seguros de que se abordaban las maravillas de la Creación y, después del pecado, el plan de redención.

¿Qué enseñan los siguientes textos, y por qué estos seguramente fueron parte de la educación que Adán y Eva impartieron a sus hijos? Génesis 1; 2; 3:1–15; 2 Corintios 4:6; Lucas 10:27; Gálatas 3:11; Apocalipsis 22:12.

Génesis 1

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas. Y dijo Dios: Sea la luz; y fue la luz. Y vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de las tinieblas. Y llamó Dios a la luz Día, y a las tinieblas llamó Noche. Y fue la tarde y la mañana un día. Luego dijo Dios: Haya expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas. E hizo Dios la expansión, y separó las aguas que estaban debajo de la expansión, de las aguas que estaban sobre la expansión. Y fue así. Y llamó Dios a la expansión Cielos. Y fue la tarde y la mañana el día segundo. Dijo también Dios: Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar, y descúbrase lo seco. Y fue así. 10 Y llamó Dios a lo seco Tierra, y a la reunión de las aguas llamó Mares. Y vio Dios que era bueno. 11 Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. 12 Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno. 13 Y fue la tarde y la mañana el día tercero. 14 Dijo luego Dios: Haya lumbreras en la expansión de los cielos para separar el día de la noche; y sirvan de señales para las estaciones, para días y años, 15 y sean por lumbreras en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra. Y fue así. 16 E hizo Dios las dos grandes lumbreras; la lumbrera mayor para que señorease en el día, y la lumbrera menor para que señorease en la noche; hizo también las estrellas. 17 Y las puso Dios en la expansión de los cielos para alumbrar sobre la tierra, 18 y para señorear en el día y en la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y vio Dios que era bueno. 19 Y fue la tarde y la mañana el día cuarto. 20 Dijo Dios: Produzcan las aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. 21 Y creó Dios los grandes monstruos marinos, y todo ser viviente que se mueve, que las aguas produjeron según su género, y toda ave alada según su especie. Y vio Dios que era bueno. 22 Y Dios los bendijo, diciendo: Fructificad y multiplicaos, y llenad las aguas en los mares, y multiplíquense las aves en la tierra. 23 Y fue la tarde y la mañana el día quinto. 24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. 26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. 28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer. 30 Y a toda bestia de la tierra, y a todas las aves de los cielos, y a todo lo que se arrastra sobre la tierra, en que hay vida, toda planta verde les será para comer. Y fue así. 31 Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera. Y fue la tarde y la mañana el día sexto.

Génesis 2

1 Fueron, pues, acabados los cielos y la tierra, y todo el ejército de ellos. Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación. Estos son los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados, el día que Jehová Dios hizo la tierra y los cielos, y toda planta del campo antes que fuese en la tierra, y toda hierba del campo antes que naciese; porque Jehová Dios aún no había hecho llover sobre la tierra, ni había hombre para que labrase la tierra, sino que subía de la tierra un vapor, el cual regaba toda la faz de la tierra. Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente. Y Jehová Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado. Y Jehová Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. 10 Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos. 11 El nombre del uno era Pisón; éste es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro; 12 y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice. 13 El nombre del segundo río es Gihón; éste es el que rodea toda la tierra de Cus. 14 Y el nombre del tercer río es Hidekel; éste es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Eufrates. 15 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo guardase. 16 Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; 17 mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás. 18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.

Génesis 3:1–15

1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella. Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales. Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto. Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol de que yo te mandé no comieses? 12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

2 Corintios 4:6

Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

Lucas 10:27

27 Aquél, respondiendo, dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.

Gálatas 3:11

11 Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente, porque: El justo por la fe vivirá;

Apocalipsis 22:12

12 He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra.

“El sistema de educación instituido al principio del mundo debía ser un modelo para el hombre en todos los tiempos. Como una ilustración de sus principios, se estableció una escuela modelo en el Edén, el hogar de nuestros primeros padres” (Ed 20).

La educación cristiana es un compromiso con el aprendizaje de las familias y sus miembros sobre doctrina, adoración, instrucción, camaradería, evangelización y servicio. El hogar es donde conferimos a los miembros de la familia el amor y las promesas de Dios. Es donde los niños aprenden de Jesús como su Señor, Salvador y Amigo, y donde se ensalza la Biblia como la Palabra de Dios. La familia es donde demostramos cómo es una relación saludable con nuestro Padre celestial.

En Génesis 4:1 al 4, tanto Caín como Abel llevan sus ofrendas al Señor. Seguramente, podemos suponer que aprendieron el significado y la importancia de las ofrendas como parte de su educación familiar con respecto al plan de salvación. Por supuesto, como muestra la historia, una buena educación no siempre conduce al tipo de resultado que esperamos.

Cualquiera que sea la situación en tu hogar, ¿qué decisiones puedes tomar para que sea un ambiente donde se enseñe y viva la verdad?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Hablo a padres y a madres: Podéis ser educadores en vuestras iglesias del hogar; podéis ser agentes misioneros espirituales. Sientan los padres y las madres la necesidad de ser misioneros en el hogar, la necesidad de mantener la atmósfera del hogar libre de la influencia de palabras despiadadas y apresuradas, y la escuela del hogar será un lugar donde los ángeles de Dios podrán entrar para bendecir y dar éxito a los esfuerzos que se hagan.

Considerad la institución familiar como una escuela de preparación, preparatoria para la realización de los deberes religiosos. Vuestros hijos han de desempeñar una parte en las actividades de la iglesia, y cada facultad de la mente, cada capacidad física ha de ser conservada fuerte y activa para el servicio de Cristo. Ellos han de ser enseñados en el amor de la verdad porque es verdad; han de ser santificados por la verdad para que puedan soportar la gran inspección que se realizará antes de mucho para determinar la idoneidad de cada uno para entrar en la escuela superior y convertirse en miembro de la familia real, hijo del Rey celestial (Conducción del niño, {CN}, pp. 454, 455).

En la familia la religión consiste en criar a los hijos en la disciplina y admonición del Señor. Cada miembro de la familia debe ser sustentado por las lecciones de Cristo, y el interés de cada alma debe protegerse estrictamente, para que Satanás no engañe a nadie ni lo aparte de Cristo. Tal es el ideal que cada familia debe procurar alcanzar, resuelta a no fracasar ni a quedar desalentada. Cuando los padres son diligentes y vigilantes en su instrucción, cuando enseñan a sus hijos a procurar sinceramente la gloria de Dios, cooperan con él y él coopera con ellos en la salvación de las almas de aquellos hijos por quienes Cristo murió.

La instrucción religiosa significa mucho más que la instrucción común. Significa que debemos orar con nuestros hijos, enseñarles cómo deben acercarse a Jesús y hablarle de todo lo que necesitan. Significa que en nuestra vida debemos demostrar que Jesús lo es todo para nosotros y que su amor nos hace pacientes, bondadosos y tolerantes, aunque firmes en lo que se refiere a mandar a nuestros hijos después de nosotros, como lo hizo Abrahán (El hogar cristiano, {HC}, p. 286).

Los corazones que están henchidos del amor de Cristo no pueden separarse mucho. La religión es amor, y el hogar cristiano es un lugar donde el amor reina y halla expresión en palabras y actos de bondad servicial y gentil cortesía.

Se necesita religión en el hogar… Únicamente donde reina Cristo puede haber amor profundo, verdadero y abnegado. Entonces las almas quedarán unidas, y las dos vidas se fusionarán en armonía. Los ángeles de Dios serán huéspedes del hogar… Los pensamientos serán dirigidos hacia arriba, hacia Dios; y a él ascenderá la devoción del corazón.

En toda familia donde Cristo more, se manifestará tierno interés y amor mutuo; no un amor… un amor profundo y permanente (El hogar cristiano, {HC}, p. 81).

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Lección 2 | Lunes 5 de octubre___________________________________________

LA NIÑEZ DE JESÚS

Las Escrituras nos dan muy pocos detalles sobre la infancia de Jesús. Gran parte de esos años continúan siendo un misterio. Sin embargo, se nos ha dado una idea del carácter de sus padres terrenales, María y José, y lo que aprendemos de ellos podría ayudarnos a explicar algo de la infancia y la educación temprana de Jesús.

¿Qué nos enseñan estos pasajes sobre María y José? ¿Cómo nos podrían ayudar a comprender la manera en que Jesús fue educado por sus padres?

Lucas 1:26-38

26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: !!Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios. 36 Y he aquí tu parienta Elisabet, ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril; 37 porque nada hay imposible para Dios. 38 Entonces María dijo: He aquí la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia.

Lucas 1:46-55

46 Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; 47 Y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. 48 Porque ha mirado la bajeza de su sierva; Pues he aquí, desde ahora me dirán bienaventurada todas las generaciones. 49 Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; Santo es su nombre, 50 Y su misericordia es de generación en generación A los que le temen. 51 Hizo proezas con su brazo; Esparció a los soberbios en el pensamiento de sus corazones. 52 Quitó de los tronos a los poderosos, Y exaltó a los humildes. 53 A los hambrientos colmó de bienes, Y a los ricos envió vacíos. 54 Socorrió a Israel su siervo, Acordándose de la misericordia 55 De la cual habló a nuestros padres, Para con Abraham y su descendencia para siempre.

Mateo 1:18-24

18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. 24 Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.

En estos pasajes podemos percibir que tanto María como José eran judíos fieles que procuraban vivir en obediencia a las leyes y los mandamientos de Dios. Y en efecto, cuando el Señor se acercó a ellos para decirles lo que ocurriría, ellos hicieron fielmente todo lo que se les dijo.

“El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fue su primera maestra humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas aprendió las cosas celestiales. Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre. Y, al pasar de la niñez a la juventud, no frecuentó las escuelas de los rabinos. No necesitaba la instrucción que podía obtenerse de tales fuentes, porque Dios era su instructor” (DTG 50, 51).

Sin duda, sus padres fueron buenos y fieles maestros para el niño, pero, como revela la historia de Lucas 2:41 al 50, había muchas cosas de su hijo que ellos no entendían, porque Jesús poseía conocimiento y sabiduría divinos, que solo el Señor le había impartido.

Vuelve a leer la cita anterior de Elena de White. ¿Cómo abarcar con nuestra mente lo que ella escribió aquí acerca de que Jesús aprendió sobre las rodillas de su madre las palabras que él mismo había pronunciado? ¿Qué nos dice esto acerca del asombroso amor de Dios? ¿Cómo debemos responder nosotros, criaturas caídas y pecadoras?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La importancia y las oportunidades de la vida del hogar resaltan en la vida de Jesús. El que vino del cielo para ser nuestro ejemplo y maestro pasó treinta años formando parte de una familia en Nazaret. Poco dice la Biblia acerca de esos treinta años. Durante ellos no hubo milagros notables que llamaran la atención del pueblo. No hubo muchedumbres que siguieran con ansia los pasos del Señor o que prestaran oídos a sus palabras. Y no obstante, durante todos esos años el Señor desempeñaba su misión divina. Vivía como uno de nosotros, compartiendo la vida del hogar a cuya disciplina se sometía, cumpliendo los deberes domésticos y cargando con su parte de responsabilidad. Al amparo del humilde hogar, participando de las experiencias de nuestra suerte común, “Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres.” Lucas 2:52 (El ministerio de curación, {MC}, p. 269).

Era natural que los padres de Jesús le considerasen como su propio hijo. El estaba diariamente con ellos; en muchos respectos su vida era igual a la de los otros niños, y les era difícil comprender que era el Hijo de Dios. Corrían el peligro de no apreciar la bendición que se les concedía con la presencia del Redentor del mundo. El pesar de verse separados de él, y el suave reproche que sus palabras implicaban, estaban destinados a hacerles ver el carácter sagrado de su cometido.

En la respuesta que dio a su madre, Jesús demostró por primera vez que comprendía su relación con Dios. Antes de su nacimiento, el ángel había dicho a María: “Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo: y le dará el Señor Dios el trono de David su padre: y reinará en la casa de Jacob por siempre.” María había ponderado estas palabras en su corazón; sin embargo, aunque creía que su hijo había de ser el Mesías de Israel, no comprendía su misión. En esta ocasión, no entendió sus palabras; pero sabía que había negado que fuera hijo de José y se había declarado Hijo de Dios (El Deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 61).

La vida de Cristo estaba señalada por el respeto y el amor hacia su madre. María creía en su corazón que el santo niño nacido de ella era el Mesías prometido desde hacía tanto tiempo; y, sin embargo, no se atrevía a expresar su fe. Durante toda su vida terrenal compartió sus sufrimientos. Presenció con pesar las pruebas a él impuestas en su niñez y juventud. Por justificar lo que ella sabía ser correcto en su conducta, ella misma se veía en situaciones penosas. Consideraba que las relaciones del hogar y el tierno cuidado de la madre sobre sus hijos, eran de vital importancia en la formación del carácter (El Deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 69).

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Martes 6 de octubre | Lección 2__________________________________________

COMUNICACIÓN

Concretamente, la educación en cualquier nivel es comunicación. El maestro tiene conocimiento, sabiduría, información, hechos y demás para transmitir al alumno. Alguien con mucho conocimiento debe tener la capacidad de comunicarlo a los demás; de lo contrario, ¿de qué sirve todo lo que sabe, al menos, en términos de enseñanza?

No obstante, por otro lado, las buenas aptitudes docentes no consisten solo en la capacidad de comunicarse. También es fundamental entablar una relación para todo el proceso. “El verdadero maestro puede impartir a sus alumnos pocos dones tan valiosos como el de su compañía. Puede decirse de los hombres y las mujeres, y mucho más de los jóvenes y los niños, que solamente los podemos comprender al ponernos en contacto con ellos por medio de la simpatía; y necesitamos comprenderlos para poder beneficiarlos más eficazmente” (Ed 212).

En otras palabras, la buena enseñanza también funciona en los niveles emocional y personal. En el caso de la familia como escuela, esto es muy importante. Se debe construir una buena relación entre el alumno y el maestro.

Las relaciones se entablan y se fomentan mediante la comunicación. Cuando los cristianos no se comunican con Dios, por ejemplo, mediante la lectura de la Biblia o la oración, su relación con Dios se estanca. Las familias necesitan la conducción divina para crecer en la gracia y el conocimiento de Cristo.

Lee los siguientes textos. ¿Qué podemos aprender de ellos para entablar relaciones familiares (o de cualquier tipo) sólidas? Salmo 37:7–9; Proverbios 10:31, 32; 27:17; Efesios 4:15; 1 Juan 3:18; Tito 3:1, 2; Santiago 4:11.

Salmo 37:7–9

Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su camino, Por el hombre que hace maldades. 8 Deja la ira, y desecha el enojo; No te excites en manera alguna a hacer lo malo. 9 Porque los malignos serán destruidos, Pero los que esperan en Jehová, ellos heredarán la tierra.

Proverbios 10:31-32

31 La boca del justo producirá sabiduría; Mas la lengua perversa será cortada. 32 Los labios del justo saben hablar lo que agrada; Mas la boca de los impíos habla perversidades.

Proverbios 27:17

17 Hierro con hierro se aguza; Y así el hombre aguza el rostro de su amigo.

Efesios 4:15

15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo,

1 Juan 3:18

18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.

Tito 3:1-2

1 Recuérdales que se sujeten a los gobernantes y autoridades, que obedezcan, que estén dispuestos a toda buena obra.  Que a nadie difamen, que no sean pendencieros, sino amables, mostrando toda mansedumbre para con todos los hombres.

Santiago 4:11

11 Hermanos, no murmuréis los unos de los otros. El que murmura del hermano y juzga a su hermano, murmura de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres hacedor de la ley, sino juez.

Dedicar tiempo a sembrar las semillas adecuadas de la comunicación no solo preparará a los miembros de la familia para una relación personal con Cristo, sino también ayudará a desarrollar relaciones interpersonales dentro de la familia. Abrirá canales de comunicación que te alegrarás de haber formado una vez que tus hijos lleguen a la pubertad y a la edad adulta. E incluso si no tienes hijos, los principios que se encuentran en estos versículos funcionan para todo tipo de relaciones.

Piensa también por qué no solo importa lo que decimos sino cómo lo decimos. ¿Qué aprendiste de las situaciones en las que tu forma de decir algo arruinó el impacto de lo que dijiste, por más que hayas dicho lo correcto?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Las obligaciones del maestro son pesadas y santas, pero ninguna parte de la obra es más importante que la de cuidar a los jóvenes con tierna y amante solicitud, para que puedan sentir que tenemos amigos en ellos. Una vez que ganamos su confianza, podemos conducirlos, gobernarlos y prepararlos fácilmente. Los santos motivos de nuestros principios cristianos deben ser introducidos en nuestra vida. La salvación de nuestros alumnos es el más elevado interés confiado al maestro temeroso de Dios. El es un obrero de Cristo, y su especial y determinado esfuerzo debe ser salvar las almas de la perdición y ganarlas para Cristo Jesús. Dios requerirá esto de las manos de los maestros. Cada uno debe llevar una vida de piedad, y pureza, y efectuar un esfuerzo incansable en el desempeño de todo deber. Si el corazón brilla con el amor de Dios, habrá un afecto puro que es esencial, las oraciones serán fervientes, y se darán fieles amonestaciones. Descuídense estas cosas y las almas que están a vuestro cuidado serán colocadas en peligro. Es mejor invertir menos tiempo en dar largos discursos o en el estudio absorbente y atender estos deberes descuidados (Consejos sobre la obra de la Escuela Sabática, {COES}, pp. 136, 137).

El cristiano resplandecerá como una luz en medio de las tinieblas morales de este mundo. Será tierno de corazón y considerado con los sentimientos del prójimo. La Palabra de Dios nos enseña a ser “prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”, y es el deber de cada cristiano ponerse bajo la disciplina de las reglas de la Biblia para que pueda ser “como obrero que no tiene de qué avergonzarse”. La obra que proceda de las manos de los tales durará tanto como la eternidad. No estará mezclada con los jirones del egoísmo, y no será una obra floja y descuidada (Hijos e hijas de Dios, {HHD}, p. 85).

Siempre debe cultivarse un tierno afecto entre los esposos, entre los padres y los hijos, y entre hermanos y hermanas. Toda palabra apresurada debe ser refrenada, y no debe haber siquiera apariencia de que falte el amor mutuo. Es deber de cada miembro de la familia ser amable y hablar con bondad.

Cultivad la ternura, el afecto y el amor que se expresan en pequeñas cortesías, en palabras y en atenciones solícitas (El hogar cristiano, {HC}, p. 177).

El habla es uno de los grandes dones de Dios. Es el medio por el cual se comunican los pensamientos del corazón. Con la lengua ofrecemos oración y alabanza a Dios. Con la lengua convencemos y persuadimos. Con la lengua consolamos y bendecimos, aliviando al alma golpeada y herida. Con la lengua podemos dar a conocer las maravillas de la gracia de Dios…

Cuidad el talento del habla porque es un gran poder para el bien tanto como para el mal. No podéis ser demasiado cuidadosos con lo que decís, porque las palabras que emitís muestran qué poder está controlando el corazón. Si es Cristo quien domina allí, vuestras palabras revelarán la belleza, la pureza y la fragancia de un carácter modelado y formado por su voluntad…

Sólo mediante Cristo podemos ganar la victoria sobre el deseo de hablar palabras precipitadas, faltas de cristianismo. Cuando, mediante su poder, rehusamos pronunciar las palabras que Satanás nos sugiere, la planta de amargura de nuestro corazón, se marchita y muere. El Espíritu Santo puede hacer de la lengua, un sabor de vida para vida.

Dios desea que seamos ayuda y Fortaleza los unos a los otros. Desea que hablemos palabras de esperanza y aliento (In Heavenly Places, p. 174; parcialmente en En los lugares celestiales, {ELC}, p. 176).

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Lección 2 | Miércoles 7 de octubre_______________________________________

EL PAPEL DE LOS PADRES

“Y vosotros, padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor” (Efe. 6:4).

“Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas” (Prov. 31:10).

Los padres tienen una gran responsabilidad. El padre es el jefe de la familia, y la familia es el semillero de la iglesia, la escuela y la sociedad. Si el padre es débil, irresponsable e incompetente, entonces la familia, la iglesia, la escuela y la sociedad sufrirán las consecuencias. Los padres deben tratar de cultivar el fruto del Espíritu: “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gál. 5:22, 23).

Las madres también tienen, quizás, el papel más importante en toda la sociedad. Tienen una gran influencia en la formación de la personalidad de sus hijos y en la formación del carácter y el temperamento del hogar. Los padres deben hacer todo lo posible para trabajar con las madres en la educación de sus hijos.

¿Qué pueden aprender los padres y las madres de estos textos? Efesios 5:22, 23, 25, 26; 1 Corintios 11:3; 2 Corintios 6:14; Romanos 13:13, 14; 2 Pedro 1:5–7; Filipenses 4:8.

Efesios 5:22-23, 25-26

22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor;  23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador.

25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella,  26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra,

1 Corintios 11:3

Pero quiero que sepáis que Cristo es la cabeza de todo varón, y el varón es la cabeza de la mujer, y Dios la cabeza de Cristo.

2 Corintios 6:14

14 No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?

Romanos 13:13-14

13 Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y no proveáis para los deseos de la carne.

2 Pedro 1:5–7

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

Filipenses 4:8

Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad.

Los padres cristianos tienen la obligación moral de brindar un modelo bíblico de Cristo y de la iglesia con su comportamiento y su forma de ser. La relación matrimonial es una analogía de la relación de Cristo con la iglesia. Cuando los padres se niegan a guiar, o si guían de manera tiránica, están pintando una imagen falsa de Cristo a sus propios hijos y al mundo. Dios ordena que todos los padres cristianos enseñen diligentemente a sus hijos (ver Deut. 6:7). Los padres tienen la responsabilidad de enseñar a sus hijos a amar al Señor con todo su corazón. Deben enseñar el temor del Señor, una total y amorosa devoción y sumisión a él.

En Deuteronomio 6:7, a los hijos de Israel se les dieron instrucciones específicas sobre la educación de sus hijos con respecto a las grandes cosas que el Señor había hecho por su pueblo. Aunque ellos tenían grandes historias para contar a sus hijos, nosotros, que vivimos después de la cruz de Cristo, tenemos una historia mucho mejor que contar, ¿verdad?

Por lo tanto, la enseñanza que debemos dar es un hecho proactivo y continuo, en el que vertemos la verdad de Dios en nuestros hijos y los preparamos para su propia relación con Cristo.

No obstante, a todos se nos ha dado el sagrado don del libre albedrío. Finalmente, cuando sean adultos, nuestros hijos tendrán que responder por sí mismos ante Dios.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El padre es el sacerdote y protector del hogar. La madre es la maestra de los pequeños desde su niñez, y la reina del hogar. Ella no debe ser descuidada. Nunca deberían serle dirigidas palabras descuidadas e indiferentes ante los niños. Ella es su maestra. En pensamiento y palabra y obra el padre ha de revelar la religión de Cristo, para que sus hijos puedan ver claramente que él tiene conocimiento de lo que significa ser cristiano… (Reflejemos a Jesús, {RJ}, p. 170).

Aarón se destacaba por su piedad y utilidad, pero descuidó la disciplina de su familia. En vez de cumplir el deber de demandar el respeto y la reverencia de sus hijos, les permitió seguir sus inclinaciones. No los disciplinó para que fueran abnegados, sino que cedió a sus deseos. No fueron disciplinados para respetar y reverenciar la autoridad paterna. El padre era el justo soberano de su familia mientras viviera. Su autoridad no debía cesar, aun después que sus hijos crecieran y tuvieran sus propias familias. Dios mismo era el monarca de la nación, y reclamaba obediencia y honor del pueblo (Testimonios para la iglesia, {3TI}, t. 3, p. 324).

Deben preparar al niño desde antes de su nacimiento para predisponerlo a pelear con éxito las batallas contra el mal.

Esta responsabilidad recae principalmente sobre la madre, que con su sangre vital nutre al niño y forma su armazón física, le comunica también influencias intelectuales y espirituales que tienden a formar la inteligencia y el carácter. Jocabed, la madre hebrea de fe robusta y que no temía “el mandamiento del rey” (Hebreos 11:23), fue la mujer de la cual nació Moisés, el libertador de Israel. Ana, la mujer que oraba, abnegada y movida por la inspiración celestial, dio a luz a Samuel, el niño instruido por el Cielo, el juez incorruptible, el fundador de las escuelas sagradas de Israel. Elisabet, la parienta de María de Nazaret y animada del mismo espíritu que ésta, fue madre del precursor del Salvador (El ministerio de la curación, {MC}, pp. 287, 288).

Los padres y las madres tienen a su cargo la obra especial de enseñar a sus hijos con bondad y afecto. Deben demostrar que como padres son los que sujetan las riendas, que gobiernan, y que no son gobernados por sus hijos. Deben enseñar que de cada uno se requiere obediencia…

Los niños necesitan… ser instruidos, ser guiados por las sendas seguras, ser mantenidos fuera del vicio, ser ganados por la bondad, y ser confirmados en el bien hacer.

Padres y madres, tenéis una obra solemne que realizar. La salvación eterna de vuestros hijos depende de vuestra conducta. ¿Cómo educaréis con éxito a vuestros hijos? No reprendiéndolos, porque no hará ningún bien. Hablad a vuestros hijos como si tuvierais confianza en su inteligencia. Tratadlos con bondad, ternura y amor. Decidles lo que Dios espera que hagan. Decidles que Dios desea que se eduquen y se preparen para ser obreros con él. Cuando hagáis vuestra parte, podéis confiar que el Señor hará su parte (Conducción del niño, {CN}, p. 31).

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Jueves 8 de octubre | Lección 2__________________________________________

NO OS OLVIDÉIS

Antes de que los hijos de Israel entraran en la Tierra Prometida, Moisés les habló nuevamente, relatando la manera maravillosa en que el Señor los había guiado, y los exhortó vez tras vez a no olvidar lo que el Señor había hecho por ellos. En muchos aspectos, Deuteronomio fue el testamento de Moisés. Y, aunque se escribió hace miles de años, en una situación cultural y de vida radicalmente diferente de cualquier cosa que experimentamos hoy, esos principios también se aplican a nosotros.

Lee Deuteronomio 6. ¿Qué podemos aprender de este capítulo sobre los principios de la educación cristiana? ¿Qué debería ser primordial para todo lo que enseñamos, no solo para nuestros hijos sino también para cualquiera que no sepa lo que nosotros sabemos acerca de Dios y sus grandes actos de salvación? ¿Qué advertencias encontramos en estos versículos también?

Deuteronomio 6

1 Estos, pues, son los mandamientos, estatutos y decretos que Jehová vuestro Dios mandó que os enseñase, para que los pongáis por obra en la tierra a la cual pasáis vosotros para tomarla; para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados. Oye, pues, oh Israel, y cuida de ponerlos por obra, para que te vaya bien en la tierra que fluye leche y miel, y os multipliquéis, como te ha dicho Jehová el Dios de tus padres. Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales entre tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas. 10 Cuando Jehová tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, 11 y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12 cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre. 13 A Jehová tu Dios temerás, y a él solo servirás, y por su nombre jurarás. 14 No andaréis en pos de dioses ajenos, de los dioses de los pueblos que están en vuestros contornos; 15 porque el Dios celoso, Jehová tu Dios, en medio de ti está; para que no se inflame el furor de Jehová tu Dios contra ti, y te destruya de sobre la tierra. 16 No tentaréis a Jehová vuestro Dios, como lo tentasteis en Masah. 17 Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. 18 Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres; 19 para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho. 20 Mañana cuando te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios y estatutos y decretos que Jehová nuestro Dios os mandó? 21 entonces dirás a tu hijo: Nosotros éramos siervos de Faraón en Egipto, y Jehová nos sacó de Egipto con mano poderosa. 22 Jehová hizo señales y milagros grandes y terribles en Egipto, sobre Faraón y sobre toda su casa, delante de nuestros ojos; 23 y nos sacó de allá, para traernos y darnos la tierra que juró a nuestros padres. 24 Y nos mandó Jehová que cumplamos todos estos estatutos, y que temamos a Jehová nuestro Dios, para que nos vaya bien todos los días, y para que nos conserve la vida, como hasta hoy. 25 Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado.

Lo esencial para todo lo que debían enseñarles a sus hijos era la maravillosa obra de Dios entre ellos. Y además se les dio una clara advertencia de no olvidar todo lo que Dios había hecho por ellos.

Por supuesto, si los padres deben desempeñar el papel principal para la integración de las enseñanzas bíblicas en la vida de sus hijos, entonces tienen la responsabilidad de organizarse y de preparar su propia vida de tal manera que tengan el conocimiento y el tiempo adecuados para dedicarles a sus hijos.

“El primer maestro del niño es la madre. En las manos de esta se concentra en gran parte su educación durante el período de mayor sensibilidad y más rápido desarrollo” (Ed 275).

Este es el momento crucial en que los padres deben satisfacer las necesidades de sus hijos relacionadas con el amor y las promesas de Dios. Establecer un horario regular para enseñar la sabiduría y las promesas de Dios personalmente a sus hijos tendrá un impacto positivo en tu familia para las generaciones venideras.

Lee este versículo: “Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes” (Deut. 6:7). ¿Cuál es el propósito de esto? ¿Qué debería decirnos sobre la importancia de mantener siempre la realidad del Señor no solo delante de nuestros hijos sino también de nosotros mismos?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La Biblia da instrucciones explícitas referentes a la importancia de la educación de los hijos: “Oye, Israel: Jehová es nuestro Dios, Jehová uno es. Y amarás a Jehová tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes. Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como un recordatorio ante tus ojos; y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas” Deuteronomio 6:4-9…

Aquí se exponen claramente los deberes de los padres. La Palabra de Dios ha de ser su monitor diario. La instrucción que da es tal que los padres no necesitan errar con respecto a la educación de sus hijos; pues no da lugar a ninguna indiferencia o negligencia. La ley de Dios ha de mantenerse ante la mente de los hijos como la gran norma moral. Al levantarse, al sentarse, al salir y al entrar, esta ley ha de enseñárseles como la gran regla de la vida y sus principios han de entretejerse con su experiencia. Ha de enseñárseles a ser honrados, veraces, temperantes, económicos y esmerados, y a amar a Dios de todo corazón. Esto es lo que significa criarlos en disciplina y amonestación del Señor. Esto es lo que significa colocar sus pies en el sendero del deber y la seguridad (Testimonios para la iglesia, {5TI}, t. 5, pp. 307, 308).

Cuanto más nobles sean los propósitos que animen a los padres, cuanto más elevadas sus dotes intelectuales y morales, cuanto más desarrolladas sus facultades físicas, mejor será el equipo que para la vida den a sus hijos. Cultivando en sí mismos las mejores prendas, los padres influyen en la formación de la sociedad de mañana y en el ennoblecimiento de las futuras generaciones.

Los padres y las madres deben comprender su responsabilidad. El mundo está lleno de trampas para los jóvenes. Muchísimos son atraídos por una vida de placeres egoístas y sensuales. No pueden discernir los peligros ocultos o el fin temible de la senda que a ellos les parece camino de la felicidad. Cediendo a sus apetitos y pasiones, malgastan sus energías, y millones quedan perdidos para este mundo y para el venidero. Los padres deberían recordar siempre que sus hijos tienen que arrostrar estas tentaciones (El ministerio de la curación, {MC}, p. 287).

Los padres son los primeros maestros de sus hijos, y mediante las lecciones que les imparten son educados a la par que sus hijos…

Presenta a Cristo ante sus hijos constantemente por medio de cantos a su gloria, buscándolo en oración, leyendo su Palabra, para que ellos lo vean como el Huesped siempre presente. Entonces lo amarán, y serán llevados a una unión tan estrecha con él que respirarán su Espíritu. Experimentarán una relación nueva los unos con los otros en Cristo (In Heavenly Places, p. 209; parcialmente en En los lugares celestiales, {ELC}, p. 211).

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Lección 2 | Viernes 9 de octubre_________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“Sobre los padres y las madres descansa la responsabilidad de la primera educación del niño, como asimismo de la ulterior, y por eso ambos padres necesitan urgentemente una preparación cuidadosa y cabal. Antes de aceptar las responsabilidades de la paternidad y la maternidad, los hombres y las mujeres deberían familiarizarse con las leyes del desarrollo físico […] deberían comprender también las leyes del desarrollo mental y de la educación moral” (Ed 276).

“La cooperación debería empezar con los padres en el hogar. Comparten la responsabilidad de la educación de los niños, y deberían esforzarse constantemente por actuar juntos. Entréguense a Dios y pídanle ayuda, para sostenerse mutuamente. […] No es probable que los padres que imparten esta educación critiquen al maestro. Piensan que tanto el interés de sus hijos como la justicia hacia la escuela exigen que, tanto como sea posible, apoyen y honren a aquel que comparte su responsabilidad” (Ed 283).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Tengamos hijos o no, todos vivimos en algún domicilio, y todos interactuamos con los demás también. ¿Qué aprendiste de la lección de esta semana que pueda ayudarte a interactuar con los demás, o incluso a dar testimonio a los demás, en el lugar donde vives o en otro lugar?
  2. Tendemos a considerar que la educación es algo bueno (al fin y al cabo, ¿quién se puede oponer a la educación?). Pero ¿siempre es así? ¿Qué ejemplos podrías dar en que la educación se haya pervertido y convertido en algo malo? ¿Qué podemos aprender de esos ejemplos negativos que podría ayudarnos a hacer que la educación sea algo bueno?
  3. Como se indica en el estudio del miércoles, todos recibimos el don sagrado del libre albedrío. Tarde o temprano, cuando los niños lleguen a jóvenes o incluso a adultos, tendrán que tomar sus propias decisiones con respecto al Dios del que aprendieron en sus primeros años de vida. ¿Por qué todos (seamos padres o no) los que procuramos dar testimonio a los demás y enseñarles el evangelio siempre debemos tener en cuenta esta verdad crucial del libre albedrío?

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COMENTARIO DEL VIDEO:

 

Posiblemenente Cain y Abel eran gemelos:

«Y conocio adan a su mujer eva, la cual concibió y pario a cain y dijo: ADQUIRIDO HE VARON POR JEHOVA, y después pario a su hermano Abel…»

 

CAÍN

 

-EL GENOCIDA MAS GRANDE DE LA HISTORIA DEL MUNDO, EXTERMINO UNA CUARTA PARTE DE LA HUMANIDAD

 

-EL FUNDADOR DE LA RAZA REBELDE EN LA TIERRA

 

-EL FUNDADOR DE LA IGLESIA QUE PERSIGUE Y MATA, CUANDO SE LE CONTRADICE.

 

JESÚS

 

40 Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él. Lucas 2

52 Y Jesús crecía en sabiduría y en estatura, y en gracia para con Dios y los hombres.  Lucas 2

 

Con intenso interés, los mundos que no habían caído habían mirado para ver a Jehová levantarse y barrer a los habitantes de la tierra. Y si Dios hubiese hecho esto, Satanás estaba listo para llevar a cabo su plan de asegurarse la obediencia de los seres celestiales. El había declarado que los principios del gobierno divino hacen imposible el perdón. Si el mundo hubiera sido destruído, habría sostenido que sus acusaciones eran ciertas. Estaba listo para echar la culpa sobre Dios, y extender su rebelión a los mundos superiores. Pero en vez de destruir al mundo, Dios envió a su Hijo para salvarlo. Aunque en todo rincón de la provincia enajenada se notaba corrupción y desafío, se proveyó un modo de rescatarla. En el mismo momento de la crisis, cuando Satanás parecía estar a punto de triunfar, el Hijo de Dios vino como embajador de la gracia divina. En toda época y en todo momento, el amor de Dios se había manifestado en favor de la especie caída. A pesar de la perversidad de los hombres, hubo siempre indicios de misericordia. Y llegada la plenitud del tiempo, la Divinidad se glorificó derramando sobre el mundo tal efusión de gracia sanadora, que no se interrumpiría hasta que se cumpliese el plan de salvación.  {DTG 28.2}

 

La dedicación de Jesús

La dedicación de los primogénitos se remontaba a los primeros tiempos. Dios había prometido el Primogénito del cielo para salvar al pecador. Este don debía ser reconocido en toda familia por la consagración del primer hijo. Había de ser dedicado al sacerdocio, como representante de Cristo entre los hombres.  {DTG 34.4}

 

José y María eran judíos, y seguían las costumbres de su nación. Cuando Jesús tuvo seis semanas, le llevaron al templo de Jerusalén para presentarle al Señor. {11.1}

Sólo el primogénito de cada familia era presentado así en el templo. Esta ceremonia se hacía para conmemorar un suceso de tiempos muy remotos.   {CNS 11.3  (Cristo Nuestro Salvador)}

Eso estaba en armonía con la ley que Dios había dado a Israel, y Jesús debía ser obediente en todas las cosas. Por tanto, el Hijo de Dios mismo, el Príncipe del cielo, nos enseña por su ejemplo que debemos obedecer. {CNS 11.2}

 

Cuando los israelitas eran esclavos en Egipto, el Señor envió a Moisés para libertarlos. Lo mandó a Faraón, rey de Egipto, para decirle: {CNS 11.4  (Cristo Nuestro Salvador)}

“Así dice Jehová: Israel es mi hijo, mi primogénito; y ya te he dicho: Deja ir a mi hijo para que me sirva; y tú rehusas dejarle ir: he aquí que voy a matar a tu hijo, tu primogénito.” Éxodo 4:22, 23.  {CNS 11.5  (Cristo Nuestro Salvador)}

 

 

 

Los magos de oriente

La luz de Dios está siempre resplandeciendo aun en medio de las tinieblas del paganismo. Mientras estos magos estudiaban los cielos tachonados de estrellas, y trataban de escudriñar el oculto misterio de sus brillantes derroteros, contemplaban la gloria del Creador. Buscando un conocimiento más claro, se dirigieron a las Escrituras hebreas. En su propia tierra, se conservaban escritos proféticos que predecían la llegada de un maestro divino. Balaam era uno de esos magos, aunque fuera en un tiempo profeta de Dios; por el Espíritu Santo había predicho la prosperidad de Israel y la aparición del Mesías; y sus profecías se habían transmitido por la tradición de siglo en siglo. Pero en el Antiguo Testamento, el advenimiento del Salvador se revelaba más claramente. Con gozo supieron los magos que su venida se acercaba, y que todo el mundo iba a quedar lleno del conocimiento de la gloria de Jehová.  {DTG 41.

 

Contra el aborto

 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

(Lucas 1)

16 Mi embrión vieron tus ojos,
Y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas
Que fueron luego formadas,
Sin faltar una de ellas.  (Salmos 139)

Y había un hombre de Zora, de la tribu de Dan, el cual se llamaba Manoa; y su mujer era estéril, y nunca había tenido hijos.  A esta mujer apareció el ángel de Jehová, y le dijo: He aquí que tú eres estéril, y nunca has tenido hijos; pero concebirás y darás a luz un hijo.  Ahora, pues, no bebas vino ni sidra, ni comas cosa inmunda.  Pues he aquí que concebirás y darás a luz un hijo; y navaja no pasará sobre su cabeza, porque el niño será nazareo a Dios desde su nacimiento, y él comenzará a salvar a Israel de mano de los filisteos.   (Jueces 13)

Oídme, costas, y escuchad, pueblos lejanos. Jehová me llamó desde el vientre, desde las entrañas de mi madre tuvo mi nombre en memoria.  Y puso mi boca como espada aguda, me cubrió con la sombra de su mano; y me puso por saeta bruñida, me guardó en su aljaba;  y me dijo: Mi siervo eres, oh Israel, porque en ti me gloriaré.  Pero yo dije: Por demás he trabajado, en vano y sin provecho he consumido mis fuerzas; pero mi causa está delante de Jehová, y mi recompensa con mi Dios.  Ahora pues, dice Jehová, el que me formó desde el vientre para ser su siervo, para hacer volver a él a Jacob y para congregarle a Israel (porque estimado seré en los ojos de Jehová, y el Dios mío será mi fuerza);   (Isaias 49)

Vino, pues, palabra de Jehová a mí, diciendo:  Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué, te di por profeta a las naciones. (Jeremias 1)

15 Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia,  (Galatas 1)

 

13 Pero el ángel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan.

14 Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán de su nacimiento;

15 porque será grande delante de Dios. No beberá vino ni sidra, y será lleno del Espíritu Santo, aun desde el vientre de su madre. (Lucas 1)

 

40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet.

41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo,

42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre.

43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí?

44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.

45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.

(Lucas 1)

 

21 Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer.

22 Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová;

23 y le respondió Jehová:
    Dos naciones hay en tu seno,
    Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas;
    El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo,
    Y el mayor servirá al menor.  (Genesis 25)

 

Tus manos me hicieron y me formaron;
¿Y luego te vuelves y me deshaces?

Acuérdate que como a barro me diste forma;
¿Y en polvo me has de volver?

10 ¿No me vaciaste como leche,
Y como queso me cuajaste?

11 Me vestiste de piel y carne,
Y me tejiste con huesos y nervios.  Job 10

 

13 Si hubiera tenido en poco el derecho de mi siervo y de mi sierva,
Cuando ellos contendían conmigo,

14 ¿Qué haría yo cuando Dios se levantase?
Y cuando él preguntara, ¿qué le respondería yo?

15 El que en el vientre me hizo a mí, ¿no lo hizo a él?
¿Y no nos dispuso uno mismo en la matriz?    Job 31

 

22 Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces.

23 Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida,

24 ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie,

25 quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe. (Exodo 21)

 

 

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Alcahuetería

 

Los padres deben gobernar a sus hijos, corregir sus acciones y subyugarlas, o Dios destruirá seguramente a sus hijos en el día de su gran ira, y los padres que no han dominado a sus hijos no quedarán sin culpa. En una manera especial, deben los siervos de Dios gobernar sus propias familias y mantenerlas en buena sujeción. Vi que no están preparados para juzgar o decidir en asuntos de la iglesia, a menos que puedan gobernar bien su propia casa. Primero deben poner orden en su casa, y luego su juicio e influencia se revelarán en la iglesia.  {3 TS 14.3}

 

Los padres no empiezan a tiempo. La primera manifestación de mal genio del niño no se subyuga, y el niño crece terco, lo cual aumenta con el crecimiento y se fortalece a medida que ellos mismos adquieren fuerza. Algunos niños piensan que por ser ya mayorcitos es la cosa más natural que se les deje hacer su propia voluntad y que sus padres deben someterse a sus deseos. Ellos esperan que sus padres los sirvan. Las restricciones los impacientan, y cuando ya tienen bastante edad para ayudar a sus padres, no llevan las cargas que debieran llevar. Se les ha eximido de las responsabilidades, y se vuelven inútiles para el hogar y para cualquier ambiente. No tienen poder de resistencia. Los padres han llevado las cargas, y los han dejado crecer ociosos, sin hábitos de orden, laboriosidad ni economía. No se les ha habituado a la abnegación, sino que se los ha mimado y echado a perder. Sus apetitos han sido fomentados; y llegan a la edad adulta con salud debilitada. Sus modales y comportamiento no son agradables. Son desdichados ellos mismos, y hacen desdichados a cuantos los rodean. Y mientras los hijos son aún niños, mientras necesitan ser disciplinados, se les deja salir en grupos y buscar la sociedad de los jóvenes, y unos ejercen una influencia corruptora sobre otros.  {3 TS 31.1}

 

La maldición de Dios descansará seguramente sobre los padres infieles. No sólo están ellos plantando espinas que los habrán de herir aquí, sino que deberán arrostrar su propia responsabilidad cuando se abra el juicio. Muchos hijos se levantarán en el juicio y condenarán a sus padres por no haberlos reprendido, y los harán responsables de su destrucción. La falsa simpatía y el amor ciego de los padres les hace excusar las faltas de sus hijos y dejarlas sin corrección, y como consecuencia sus hijos se pierden, y la sangre de sus almas recaerá sobre los padres infieles.  {3 TS 31.2}

 

 

MAL GENIO DE LOS PADRES

Sin fe es imposible agradar a Dios. Podemos tener la salvación de Dios en nuestras familias, pero debemos creer para obtenerla, vivir por ella y ejercer una continua y permanente fe y confianza en Dios. Debemos subyugar el genio violento, y dominar nuestras palabras, y así obtendremos grandes victorias. A menos que dominemos nuestras palabras y genio, somos esclavos de Satanás. Estamos sujetos a él. Nos lleva cautivos. Cada palabra discordante, desagradable, impaciente o malhumorada, es una ofrenda presentada a su majestad satánica. Y es una ofrenda costosa, más costosa que cualquier sacrificio que podamos hacer para Dios; porque destruye la paz y felicidad de familias enteras, destruye la salud, y eventualmente es la causa de que se pierda una vida eterna de felicidad. La restricción que la Palabra de Dios nos impone es para nuestro propio interés. Aumenta la felicidad de nuestras familias y de cuantos nos rodean. Refina nuestro gusto, santifica nuestro criterio y nos reporta paz mental, y al fin, la vida eterna. Bajo esta restricción santa, creceremos en gracia y humildad, y llegará a sernos fácil hablar lo recto. El genio natural, apasionado, será mantenido en sujeción. El Salvador, morando en nosotros, nos fortalecerá a cada hora. Los ángeles ministradores permanecerán en nuestras moradas, y con gozo llevarán al cielo las nuevas de nuestro progreso en la vida divina, y el ángel registrador inscribirá crónicas alegres y felices.  {3 TS 45.1}

 

 

Valdrá la pena manifestar afecto en vuestro trato con vuestros hijos. No los rechacéis por falta de simpatía hacia sus juegos, goces y agravios infantiles. Nunca permitáis que vuestra frente se muestre ceñuda, ni que escape de vuestros labios una palabra dura. Dios escribe todas estas palabras en su libro de registro. Las palabras duras agrían el temperamento y hieren los corazones de los niños; y en algunos casos estas heridas sanan difícilmente. Los niños son sensibles a la menor injusticia y algunos se desalientan ante ella, y no prestarán atención a la voz de mando alta y airada, ni a las amenazas de castigo. La rebelión anida con demasiada frecuencia en el corazón de los hijos por la mala disciplina de los padres, cuando una conducta apropiada los habría inducido a adquirir un carácter bueno y armonioso. Una madre que no tiene perfecto dominio de sí misma no es idónea para el manejo de sus hijos.  {1 JT 138.1}

 

Algunos padres suscitan muchas tormentas por su falta de dominio propio. En vez de pedir bondadosamente a los niños que hagan esto o aquello, les dan órdenes en tono de reprensión, y al mismo tiempo tienen en los labios censuras o reproches que los niños no merecieron. Padres, esta conducta seguida para con vuestros hijos, destruye su alegría y ambición. Ellos cumplen con vuestras órdenes, no por amor, sino porque no se atreven a obrar de otro modo. No ponen su corazón en el asunto. Les es un trabajo penoso en vez de un placer, y a menudo ello los induce a olvidarse de seguir todas vuestras indicaciones, lo cual acrece vuestra irritación, y empeora la situación para los niños. Las censuras se repiten; su mala conducta es desplegada delante de ellos en vivos colores, hasta que el desaliento los sobrecoge, y no les importa agradaros o no. Se apodera de ellos un espíritu que los impulsa a decir: “A mí qué me importa,” y van a buscar fuera del hogar, lejos de sus padres, el placer y deleite que no encuentran en casa. Frecuentan las compañías de la calle, y pronto quedan tan corrompidos como los peores.  {3 TS 55.2}

 

Con tierna simpatía, debe calmarse a los niños en sus dificultades. La bondad y tolerancia mutuas harán del hogar un paraíso y atraerán a los ángeles santos al círculo de la familia. La madre puede y debe hacer mucho para dominar sus nervios y ánimo cuando está deprimida. Aun cuando está enferma, puede, si se educa a sí misma, manifestar una disposición agradable y alegre, y puede soportar más ruido de lo que una vez creyera posible. No debiera hacer sentir a los niños su propia flaqueza y nublar sus mentes jóvenes y sensibles por su propia depresión de espíritu, haciéndoles sentir que la casa es una tumba y que la pieza de mamá es el lugar más lúgubre del mundo. La mente y los nervios se entonan y fortalecen por el ejercicio de la voluntad. En muchos casos, la fuerza de voluntad resultará ser un potente calmante de los nervios. {1 JT 136.1}

 

Padres, cuando os sentís nerviosos, no debéis cometer el grave pecado de envenenar a toda la familia con esta irritabilidad peligrosa. En tales ocasiones, ejerced sobre vosotros mismos una vigilancia doble, y resolved en vuestro corazón no ofender con vuestros labios, sino pronunciar solamente palabras agradables y alegres. Decíos: “No echaré a perder la felicidad de mis hijos por una sola palabra de irritación.” Dominándoos así a vosotros mismos, os fortaleceréis. Vuestro sistema nervioso no será tan sensible. Quedaréis fortalecidos por los principios de lo recto. La conciencia de que estáis desempeñando fielmente vuestro deber, os fortalecerá. Los ángeles de Dios sonreirán al ver vuestros esfuerzos, y os ayudarán. Cuando os sentís impacientes, con demasiada frecuencia pensáis que la causa está en vuestros hijos, y les echáis la culpa cuando no la merecen. En otras ocasiones, ellos podrían hacer las mismas cosas, y todo sería aceptable y correcto. Los niños conocen, notan y sienten estas irregularidades y ellos no son siempre los mismos. A veces tienen cierta preparación para arrostrar temperamentos variables, y en otras ocasiones están nerviosos e intranquilos, y no pueden soportar la censura. Su espíritu se subleva en rebelión contra ella. Los padres quieren que se hagan todas las debidas concesiones a su estado mental, y sin embargo, no ven siempre la necesidad de hacer las mismas concesiones a sus pobres hijos. Disculpan en sí mismos aquello que, si lo ven en sus hijos que no tienen sus años de experiencia y disciplina, censurarían altamente. Algunos padres son de un temperamento nervioso, y cuando están cansados por el trabajo u oprimidos por la congoja, no conservan serenidad mental, sino que manifiestan hacia aquellos que debieran serles más caros en este mundo, una irritación e intolerancia que desagradan a Dios y extienden una nube sobre la familia. Debe calmarse a los niños en sus dificultades, con tierna simpatía. La bondad y tolerancia mutua, harán del hogar un paraíso, y atraerán a los ángeles santos al círculo de la familia. {3 TS 57.1}

 

Me ha sido mostrado que mientras los padres que temen a Dios imponen restricciones a sus hijos, deben estudiar sus disposiciones y temperamentos y tratar de suplir sus necesidades. Algunos padres atienden cuidadosamente a las necesidades temporales de sus hijos; los cuidan bondadosa y fielmente mientras están enfermos, y luego consideran que su deber está cumplido. En esto cometen un error. Su trabajo está tan sólo empezado. Deben suplirse las necesidades de la mente. Se requiere habilidad para aplicar los debidos remedios a la curación de una mente herida. Los niños han de soportar pruebas tan duras, tan graves en su carácter, como las de las personas mayores. Los padres mismos no sienten siempre la misma disposición. A menudo su mente está afligida por la perplejidad. Trabajan bajo la influencia de opiniones y sentimientos equivocados. Satanás los azota, y ceden a sus tentaciones. Hablan con irritación, y de una manera que excita la ira en sus hijos, y son a veces exigentes e inquietos. Los pobres niños participan del mismo espíritu, y los padres no están preparados para ayudarles, porque ellos son la causa de la dificultad. Aveces todo parece ir mal. Hay intranquilidad en el ambiente, y todos pasan momentos miserables y desgraciados. Los padres echan la culpa a los pobres niños, y piensan que son desobedientes e indisciplinados, los peores niños del mundo, cuando la causa de la dificultad reside en ellos mismos.  {3 TS 55.1}

 

¿QUE HACER CUANDO NUESTRO CONYUGUE NOS OFENDE?

 

Aquellos a quienes amamos pueden hablar y obrar con descuido, lo cual puede herirnos profundamente. Tal no era su intención, pero Satanás magnifica sus palabras y actos ante la mente y así arroja un dardo de su (carcaj) aljaba para atravesarnos. Nos erguimos para resistir a la persona que pensamos nos hirió, y al hacerlo estimulamos las tentaciones de Satanás. En vez de pedir a Dios fuerza para resistir a Satanás, permitimos que nuestra felicidad quede empañada tratando de defender lo que llamamos “nuestros derechos.” Así concedemos una doble ventaja a Satanás. Obramos de acuerdo a nuestros sentimientos agraviados, y Satanás nos emplea como agentes suyos para herir y angustiar a aquellos que no se proponían perjudicarnos. Puede ser que a veces las exigencias del esposo parezcan irrazonables a la esposa, pero si ella echara serena y sinceramente una segunda mirada al asunto, y lo considerara en una luz tan favorable como fuese posible para el esposo, vería que, renunciando a su propia idea y sometiendo su juicio al del esposo, aun cuando ello contrariase sus sentimientos, ello salvaría a ambos de la desdicha y les daría una gran victoria sobre las tentaciones de Satanás. {3 TS 43.2

 

 

EL CULTO EN EL HOGAR

Dijo Jesús: “Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro: no podéis servir a Dios y a Mammón.” Si somos verdaderos siervos de Dios, no habrá en nuestra mente duda alguna acerca de si vamos a obedecer sus mandamientos o consultar nuestros propios intereses temporales. Si los que creen en la verdad no son sostenidos por su fe en estos días comparativamente apacibles, ¿qué los sostendrá cuando venga la gran prueba y sea promulgado el decreto contra aquellos que no quieren adorar la imagen de la bestia y recibir su marca en su frente o en sus manos? Este tiempo solemne no está lejos. En vez de volverse débiles e irresolutos, los hijos de Dios deben cobrar fuerzas y valor para el tiempo de tribulación.   {3TS 274.3} (Testimonios Selectos)

 

Dios nos juzga bajo  tres formas

 

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