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Lección 4 – LOS OJOS DE JEHOVÁ: LA COSMOVISIÓN BÍBLICA – Para el 24 de octubre de 2020

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Lección 4: Para el 24 de octubre de 2020

LOS OJOS DE JEHOVÁ: LA COSMOVISIÓN BÍBLICA

Sábado 17 de octubre_____________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Proverbios 15:3; Job 12:7–10; Efesios 6:12; Apocalipsis 20:5, 6; Juan 1:1–14; Marcos 12:29–31.

PARA MEMORIZAR:

“Los ojos de Jehová están en todo lugar, mirando a los malos y a los buenos” (Prov. 15:3).

El poeta polaco Czeslaw Milosz escribió un poema al comienzo de su obra sobre animales imaginarios: conejos que hablan, ardillas que hablan y otros por el estilo. “Tienen tanto en común con los animales reales”, escribió, “como nuestras nociones del mundo con el mundo real”. Luego, para terminar el poema, escribió: “Piensa en esto, y tiembla”.

“Temblar” quizá sea una palabra demasiado fuerte, pero es cierto que gran parte de lo que los seres humanos piensan sobre el mundo podría estar completamente equivocado. Por ejemplo, durante casi dos mil años, muchas de las personas más inteligentes y cultas del mundo creyeron que la Tierra estaba inmóvil en el centro del Universo. Hoy, muchas de las personas más inteligentes y cultas piensan que la humanidad evolucionó de lo que originalmente era una forma de vida simple.

Como seres humanos, miramos el mundo a través de filtros que impactan nuestra forma de interpretar y entender lo que nos rodea. Ese filtro se llama cosmovisión, y es fundamental que enseñemos la cosmovisión bíblica a nuestros jóvenes, e incluso a los miembros mayores de la iglesia.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo. Abrahán no tuvo posesión en la tierra, “ni aun para asentar un pie.” Hechos 7:5. Poseía grandes riquezas y las empleaba en honor de Dios y para el bien de sus prójimos; pero no consideraba este mundo como su hogar. El Señor le había ordenado que abandonara a sus compatriotas idólatras, con la promesa de darle la tierra de Canaán como posesión eterna; y sin embargo, ni él, ni su hijo, ni su nieto la recibieron. Cuando Abrahán deseó un lugar donde sepultar sus muertos, tuvo que comprarlo a los cananeos. Su única posesión en la tierra prometida fue aquella tumba cavada en la peña en la cueva de Macpela.

Pero Dios no faltó a su palabra; ni tuvo ésta su cumplimiento final en la ocupación de la tierra de Canaán por el pueblo judío. “A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente.” Gálatas 3:16. Abrahán mismo debía participar de la herencia. Puede parecer que el cumplimiento de la promesa de Dios tarda mucho; pues “un día delante del Señor es como mil años y mil años como un día;” puede parecer que se demora, pero al tiempo determinado “sin duda vendrá; no tardará.” 2 Pedro 3:8; Habacuc 2:3 (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, pp. 166, 167).

Esté absorta vuestra alma meditando en las gloriosas verdades contenidas en la Palabra de Dios y no estaréis deseando constantemente algo que no tenéis. Despreciaréis los pensamientos triviales y vanos. Siempre estaréis tratando de alcanzar el elevado nivel de virtud y santidad que se os presenta en el Evangelio. Buscaréis mayores logros en la vida divina. Conversad con Dios por medio de su Palabra. Esto ennoblecerá vuestra naturaleza.

Al contemplar el alto ideal que él ha colocado ante vosotros, os mantendréis muy arriba, en una atmósfera pura y santa, en la misma presencia de Dios. Cuando moráis aquí, saldrá de vosotros una luz que ilumina a todos los que se relacionan con vosotros (In Heavenly Places, p. 161; parcialmente en En los lugares celestiales, {ELC}, P. 163).

Sus mandamientos y su gracia están adaptados a nuestras necesidades, y sin ellos no podemos ser salvos, no importa qué hagamos. Requiere una obediencia que él pueda aceptar. La ofrenda de bienes, o cualquier otro servicio, sin la participación del corazón, no será aceptado. La voluntad debe ser sometida a él. El Señor requiere de ustedes una mayor consagración, una mayor separación del espíritu y la influencia del mundo.

“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz admirable”. 1 Pedro 2:9. Cristo los ha llamado a ser sus seguidores, a imitar su vida de abnegación y sacrificio, a interesarse en la gran obra de la redención de la especie caída. Ustedes no tienen una noción exacta de la obra que Dios quiere que lleven a cabo. Cristo es su modelo. Lo que les falta es amor. Este puro y santo principio distingue el carácter y la conducta de los cristianos frente a los mundanos. El amor divino tiene una influencia poderosa y purificadora. Sólo se lo encuentra en los corazones renovados, y entonces fluye naturalmente hacia nuestros semejantes (Testimonios para la iglesia, {2TI}, t. 2, p. 153).

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Domingo 18 de octubre | Lección 4_______________________________________________

LOS OJOS DE JEHOVÁ

Un profesor universitario de Oxford teorizó que nada es real: ni nosotros, ni el mundo, ni nada de lo que nos rodea, sino que somos las creaciones digitales de una raza de extraterrestres con computadoras superpoderosas.

Si bien esa es una teoría interesante, plantea una pregunta crucial: ¿cuál es la naturaleza de la realidad?

Hay dos respuestas posibles y muy amplias, aunque solo una es racional. La primera es que el Universo (y todo lo que hay en él, incluidos nosotros) simplemente es. Nada lo creó, nada lo formó; solo está aquí. Es simplemente un dato duro. No hay dios, no hay dioses, no hay nada divino. La realidad es puramente material, puramente natural. Como alguien dijo hace 2.500 años (esta no es una idea nueva), solo hay “átomos y el vacío”.

La otra postura es que algún ser (o seres) divino creó el Universo. Por cierto, eso parece más lógico, más racional, más sensato, que la idea de que el Universo es, sin explicación alguna. Esta perspectiva abarca el mundo natural, el mundo de los “átomos y el vacío”, pero no se limita a él. Señala una realidad que es mucho más amplia, profunda y multifacética que la visión ateo-materialista que tan a menudo escuchamos en la actualidad.

¿Qué dicen los siguientes versículos sobre las ideas planteadas en la lección de hoy? Salmo 53:1; Proverbios 15:3; Juan 3:16; Isaías 45:21; Lucas 1:26–35.

Salmo 53:1

1 Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, e hicieron abominable maldad; No hay quien haga bien.

Proverbios 15:3

Los ojos de Jehová están en todo lugar, Mirando a los malos y a los buenos.

Juan 3:16

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Isaías 45:21

21 Proclamad, y hacedlos acercarse, y entren todos en consulta; ¿quién hizo oír esto desde el principio, y lo tiene dicho desde entonces, sino yo Jehová? Y no hay más Dios que yo; Dios justo y Salvador; ningún otro fuera de mí.

Lucas 1:26–35

26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: !!Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. 34 Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? pues no conozco varón. 35 Respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios.

El elemento central de toda educación cristiana es la realidad de Dios; y no solo eso, sino la clase de Dios que es: un Dios personal que nos ama y que interactúa con nosotros. Él es un Dios de milagros que, si bien utiliza leyes naturales, no está sujeto a esas leyes y puede trascenderlas cuando quiera (como en la concepción virginal de Jesús). La enseñanza de esta cosmovisión es especialmente pertinente en nuestros días porque el mundo intelectual, en su mayoría, enseña abiertamente y sin tapujos la cosmovisión atea y naturalista, y además afirma (erróneamente) que la ciencia la apoya.

Piensa en cuán estrecha y limitada es la cosmovisión atea en contraste con la cosmovisión bíblica, que, como se dijo anteriormente, abarca el mundo natural pero no se limita a él. ¿Por qué, en definitiva, la cosmovisión bíblica, la cosmovisión teísta, es mucho más lógica y racional que su rival atea?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

«Dice el necio en su corazón: No hay Dios”. Salmos 14:1. Los intelectos más poderosos de la tierra no pueden comprender a Dios. Si él se revela de alguna manera a los hombres, lo hace velándose en el misterio. Sus caminos están más allá de toda investigación. Los hombres deben estar siempre buscando, siempre aprendiendo; y sin embargo hay una infinidad más allá. Si los hombres pudieran comprender plenamente los propósitos, la sabiduría, el amor y el carácter de Dios, ya no creerían en él como un ser infinito, ni le confiarían los intereses de sus almas. Si alcanzaran un conocimiento pleno del Ser supremo, él ya no seguiría siendo supremo.

Hay hombres que piensan que han hecho admirables descubrimientos científicos…

[Pero] la investigación científica en la cual estos hombres se han ocupado ha resultado ser una trampa para ellos. Ha oscurecido sus mentes, y se han desviado hacia el escepticismo.

… Han exaltado su sabiduría humana oponiéndola a la sabiduría del Dios grande y poderoso, y se han atrevido a entrar en controversia con él. La Palabra inspirada los declara “necios” (Mensajes selectos, {3MS}, t. 3, pp. 350, 351).

Cuando disponemos de una promesa tan rica y tan plena como [la de Juan 3:14-19 …] me pregunto: “¿Qué excusa podemos tener para la incredulidad? ¿Qué excusa para decir: No creo que el Señor escuche mis oraciones; me gustaría creer que soy cristiano, o me gustaría tener evidencias de que soy hijo de Dios?” Los sentimientos varían mucho, pero aquí tenemos preciosas palabras de vida eterna.

¿Cuál es la evidencia? ¿Es un vuelo de los sentimientos? ¿Es una emoción del corazón la que da evidencias de que alguien es hijo de Dios? Pero aquí tenemos la preciosa palabra de vida eterna que nos asegura que podemos aferrarnos, mediante una fe viviente, de la esperanza que nos propone el Evangelio (Cada día con Dios, {CDCD}, p. 221).

Todos los que sienten la absoluta pobreza del alma, que saben que en sí mismos no hay nada bueno, pueden hallar justicia y fuerza recurriendo a Jesús. Dice él: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados”. Nos invita a cambiar nuestra pobreza por las riquezas de su gracia. No merecemos el amor de Dios, pero Cristo, nuestro fiador, es sobremanera digno y capaz de salvar a todos los que vengan a él. No importa cuál haya sido la experiencia del pasado ni cuán desalentadoras sean las circunstancias del presente, si acudimos a Cristo en nuestra condición actual—débiles, sin fuerza, desesperados—, nuestro compasivo Salvador saldrá a recibirnos mucho antes de que lleguemos, y nos rodeará con sus brazos amantes y con la capa de su propia justicia. Nos presentará a su Padre en las blancas vestiduras de su propio carácter. El aboga por nosotros ante el Padre, diciendo: Me he puesto en el lugar del pecador. No mires a este hijo desobediente, sino a mí. Y cuando Satanás contiende fuertemente contra nuestras almas, acusándonos de pecado y alegando que somos su presa, la sangre de Cristo aboga con mayor poder (El discurso maestro de Jesucristo, {DMJ}, p. 13).

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Lección 4 | Lunes 19 de octubre__________________________________________________

LA PREGUNTA DE LEIBNIZ

Hace muchos siglos, un pensador y escritor alemán llamado Gottfried Wilhelm Leibniz probablemente hizo la pregunta más básica y fundamental: “¿Por qué hay algo en lugar de nada?”

¿Cómo responden los siguientes pasajes la pregunta de Leibniz? Génesis 1:1; Juan 1:1–4; Éxodo 20:8-11; Apocalipsis 14:6, 7; Job 12:7-10.

Génesis 1:1

1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

Juan 1:1–4

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

Éxodo 20:8-11

Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra; 10 mas el séptimo día es reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. 11 Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar, y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.

Apocalipsis 14:6-7

Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

Job 12:7-10

Y en efecto, pregunta ahora a las bestias, y ellas te enseñarán; A las aves de los cielos, y ellas te lo mostrarán; 8 O habla a la tierra, y ella te enseñará; Los peces del mar te lo declararán también. 9 ¿Qué cosa de todas estas no entiende Que la mano de Jehová la hizo? 10 En su mano está el alma de todo viviente, Y el hálito de todo el género humano.

Es fascinante la forma en que la Biblia da por sentada la existencia de Dios. Génesis 1:1 no comienza con un montón de argumentos lógicos (aunque existen muchos) para la existencia de Dios. Simplemente, da por cierta su existencia (ver también Éxo. 3:13, 14) y, partiendo de esa base, se da a conocer a Dios como Creador, la Biblia y toda la verdad revelada en sus páginas.

La doctrina de la Creación también es fundamental para la educación cristiana. Todo lo que creemos como cristianos, todo, se basa en la doctrina de la Creación de seis días. La Biblia no comienza con una declaración sobre la Expiación, ni sobre la Ley, ni sobre la Cruz, ni sobre la resurrección, ni sobre la Segunda Venida; no. Comienza con una declaración sobre Dios como Creador, porque ninguna de estas otras enseñanzas tiene sentido independientemente de la realidad de Dios como nuestro Creador.

Por lo tanto, una cosmovisión bíblica debe enfatizar la importancia de la doctrina de la Creación. Este énfasis también adquiere gran importancia porque esta enseñanza ha soportado un ataque frontal en nombre de la ciencia. La Evolución (miles de millones de años de vida que evoluciona lentamente a tropezones, todo por casualidad) ha destruido casi por completo la fe en la Biblia para millones de personas. Es difícil imaginar una enseñanza más contraria a la Biblia y a la fe cristiana en general que la Evolución. Por eso, la idea de que la Evolución puede llegar a armonizar de alguna manera con la doctrina bíblica de la Creación (Evolución teísta) es peor aún que la Evolución atea. No puede armonizar sin burlarse de la Biblia y de la fe cristiana en general.

Dios nos pide que pasemos una séptima parte de nuestra vida, cada semana, para recordar la Creación de seis días, algo que él no pide con ninguna otra enseñanza. ¿Qué debería decirnos esto sobre cuán fundamental e importante es esta doctrina para una cosmovisión cristiana?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Solamente en la Palabra de Dios encontramos una auténtica narrativa de la creación… Sólo aquí podemos encontrar una historia de nuestra raza, libre de la mancha del prejuicio y orgullo humano… En ella nos podemos relacionar con patriarcas y profetas, y escuchar la voz del Eterno que habla con los hombres. En ella contemplamos cómo la Majestad celestial se humilló y se convirtió en nuestro sustituto y garantía para vérselas a solas con las potencias de las tinieblas y ganar la victoria en nuestro favor. Una meditación reverente sobre temas como éstos no podrá menos que ablandar, purificar y ennoblecer el corazón y, a la vez, impartir a la mente nuevo poder y vigor (Testimonios para la iglesia, {5TI}, t. 5, p. 24).

Algunos realizan un esfuerzo constante para explicar la obra de la creación como resultado de causas naturales; y, en abierta oposición a las verdades consignadas en la Sagrada Escritura, el razonamiento humano es aceptado aun por personas que se dicen cristianas. Hay quienes se oponen al estudio e investigación de las profecías, especialmente las de Daniel y del Apocalipsis, diciendo que éstas son tan obscuras que no las podemos comprender; no obstante, estas mismas personas reciben ansiosamente las suposiciones de los geólogos, que están en contradicción con el relato de Moisés. Pero si lo que Dios ha revelado es tan difícil de comprender, ¡cuán ilógico es aceptar meras suposiciones en lo que se refiere a cosas que él no ha revelado!

“Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios: mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos por siempre.” Deuteronomio 29:29. Nunca reveló Dios al hombre la manera precisa en que llevó a cabo la obra de la creación; la ciencia humana no puede escudriñar los secretos del Altísimo. Su poder creador es tan incomprensible como su propia existencia (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, pp. 104, 105).

Dios ha permitido que un torrente de luz sea derramado sobre el mundo por medio de los descubrimientos de la ciencia y las artes; pero cuando supuestos hombres de ciencia discurren sobre estos temas desde un punto de vista meramente humano, de seguro errarán. Las mentes más sobresalientes, si no son guiadas por la Palabra de Dios, quedan desconcertadas en sus intentos de investigar la relación entre la ciencia y la revelación. El Creador y sus obras están más allá de su entendimiento; y por qué ellas no pueden ser explicadas por las leyes naturales, declaran que la historia bíblica no es digna de fe.

Aquellos que cuestionan la veracidad del registro bíblico han abandonado su ancla y han quedado golpeándose contra las rocas de la incredulidad. Cuando se dan cuenta de que son incapaces de medir al Creador y sus obras por sus propios conocimientos imperfectos de la ciencia, entonces dudan de la existencia de Dios y le atribuyen poderes infinitos a la naturaleza (Testimonios para la iglesia, {8TI}, t. 8, p. 269).

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Martes 20 de octubre | Lección 4________________________________________________

LA COSMOVISIÓN BÍBLICA

Como se mencionó en la introducción, nadie ve el mundo desde una perspectiva neutral. Por ejemplo, un ateo mira un arcoíris en el cielo, y no ve nada más que un fenómeno natural; no tiene otro significado que el que los seres humanos deciden darle. Al contrario, alguien que lo mira desde una cosmovisión bíblica ve no solo el fenómeno natural (el agua y la luz que interactúan), sino también una reafirmación de la promesa de Dios de no volver a destruir el mundo por medio de agua (Gén. 9:13-16). “¡Cuán grandes fueron la condescendencia y la compasión que Dios manifestó hacia sus criaturas descarriadas al colocar el bello arcoíris en las nubes como señal de su pacto con el hombre! […] Era el propósito de Dios que cuando los niños de las generaciones futuras preguntasen por el significado del glorioso arco que se extiende por el cielo, sus padres les repitiesen la historia del Diluvio, y les explicasen que el Altísimo había combado el arco, y lo había colocado en las nubes para asegurarles que las aguas no volverían jamás a inundar la tierra” (PP 97).

Para los Adventistas del Séptimo Día, la Biblia continúa siendo el texto fundamental de nuestra fe. Enseña la cosmovisión, el “filtro” mediante el que debemos ver e interpretar el mundo, que puede ser un lugar muy desalentador y complicado. Las Escrituras crean el esquema que nos ayudará a comprender mejor la realidad en la que nos encontramos, de la que somos parte, y que a menudo nos confunde.

¿Qué verdades se encuentran en los siguientes textos que nos pueden ayudar a comprender mejor la realidad que nos toca vivir? Efesios 6:12; Marcos 13:7; Romanos 5:8; 8:28; Eclesiastés 9:5; Apocalipsis 20:5, 6.

Efesios 6:12

12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

Marcos 13:7

Mas cuando oigáis de guerras y de rumores de guerras, no os turbéis, porque es necesario que suceda así; pero aún no es el fin.

Romanos 5:8

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.

Romanos 8:28

28 Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.

Eclesiastés 9:5

Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.

Apocalipsis 20:5-6

Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

Como Adventistas del Séptimo Día, debemos ceñirnos firmemente a las enseñanzas de la Biblia, ya que esta es la verdad revelada de Dios para la humanidad, que nos explica muchas cosas sobre el mundo que de otro modo no sabríamos ni entenderíamos. Por lo tanto, la educación cristiana debe estar arraigada y cimentada en la Palabra de Dios, y debemos rechazar cualquier enseñanza contraria a ella.

¿Qué otras enseñanzas de la Biblia contradicen las creencias que la gente tiene? ¿Qué debería enseñarnos esta diferencia acerca de la importancia de atenernos fielmente a la Palabra de Dios?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios mismo contempla el arco en las nubes, y recuerda su pacto eterno entre él y el hombre… El arco iris representa el amor de Cristo que rodea la tierra, y llega hasta las profundidades de los cielos relacionando a los hombres con Dios, y uniendo la tierra con el cielo…

[A medida que] él la ve recuerda a los hijos de la tierra a quienes les fue dada. Sus aflicciones, peligros y pruebas no pasan inadvertidos para él. Podemos regocijarnos en esperanza, porque el arco del pacto de Dios está entre nosotros. El nunca olvidará a sus hijos del cuidado divino (Nuestra elevada vocación, {NEV}, p. 316).

[A medida que] el ojo del Salvador penetra lo futuro; contempla los campos más amplios en los cuales, después de su muerte, los discípulos van a ser sus testigos. Su mirada profética abarca lo que experimentarán sus siervos a través de todos los siglos hasta que vuelva por segunda vez. Muestra a sus seguidores los conflictos que tendrán que arrostrar; revela el carácter y el plan de la batalla. Les presenta los peligros que deberán afrontar, la abnegación que necesitarán. Desea que cuenten el costo, a fin de no ser sorprendidos inadvertidamente por el enemigo. Su lucha no había de reñirse contra la carne y la sangre, sino “contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales.” Habrán de contender con fuerzas sobrenaturales, pero se les asegura una ayuda sobrenatural. Todos los seres celestiales están en este ejército. Y hay más que ángeles en las filas. El Espíritu Santo, el representante del Capitán de la hueste del Señor, baja a dirigir la batalla. Nuestras flaquezas pueden ser muchas, y graves nuestros pecados y errores; pero la gracia de Dios es para todos los que, contritos, la pidan. El poder de la Omnipotencia está listo para obrar en favor de los que confían en Dios (El Deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 318, 319).

Por medio de su poder y sus prodigios mentirosos, destruyendo el fundamento de la esperanza cristiana, y apagando el sol que ha de alumbrarlos en el camino angosto que lleva al cielo. Está haciendo creer al mundo que la Biblia no es inspirada, ni mejor que un libro de cuentos, mientras ofrece algo que la ha de reemplazar, a saber, las manifestaciones espirituales

Al Libro que ha de juzgarle a él y a sus seguidores, lo pone en la sombra, exactamente donde quiere que esté. Al Salvador del mundo lo reduce a la condición de hombre común; y como la guardia romana que vigiló la tumba de Jesús difundió la mentira que los príncipes de los sacerdotes y ancianos pusieron en su boca, así también los pobres y engañados seguidores de estas así llamadas manifestaciones espirituales repiten que nada hubo de milagroso en el nacimiento, la muerte y la resurrección de nuestro Salvador, y tratan de hacer aparecer que dicen la verdad. Después de relegar a Jesús a una posición inferior, atraen la atención del mundo sobre sí mismos y sus milagros y prodigios mentirosos, que, declaran, superan por lejos las obras de Cristo. De esta manera el mundo cae en el lazo y es adormecido por una sensación de seguridad, de tal manera que no descubrirá el engaño espantoso hasta que hayan sido derramadas las siete plagas. Satanás se ríe al ver el éxito de su plan, y cómo todo el mundo queda apresado en la trampa (Primeros escritos, {PE}, pp. 91, 92).

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Lección 4 | Miércoles 21 de octubre______________________________________________

ADORAD AL REDENTOR

Aunque la doctrina de la Creación es fundamental para nuestra fe, no aparece aislada, especialmente en el Nuevo Testamento. Generalmente está acompañada, y hasta íntimamente ligada, a la doctrina de la Redención porque, honestamente, en un mundo caído, de pecado y muerte, la Creación por sí sola no es suficiente. Vivimos, luchamos, sufrimos (como todos)… y luego, ¿qué? Morimos, y terminamos igual que los cadáveres de animales que quedan a la vera del camino.

¿Qué tiene eso de bueno?

Por ende, tenemos la doctrina de la Redención, que también es esencial para nuestra cosmovisión. Y eso significa que en el centro de todo lo que creemos está Jesucristo, crucificado y resucitado.

Lee Juan 1:1 al 14. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre quién era Jesús y lo que ha hecho por nosotros?

Juan 1:1-14

1 En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. No era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. 10 En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. 11 A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; 13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

También presta atención al mensaje del primer ángel: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apoc. 14:6, 7). Fíjate que el “evangelio eterno” está vinculado directamente con Dios como el Creador. Y, cuando nos damos cuenta de que el Dios que nos creó es el mismo Dios que, en carne humana, llevó el castigo por nuestro pecado sobre sí mismo, no es de extrañar que se nos llame a adorarlo. ¿Qué otra respuesta debería surgir de nosotros al darnos cuenta de cómo es nuestro Dios realmente?

Por esta razón, Cristo, y él crucificado, debe ser nuestra prioridad en todo lo que enseñamos; una enseñanza que, a decir verdad, también debe incluir la Segunda Venida, porque la primera venida de Cristo realmente no nos beneficia en mucho sin la segunda, ¿verdad? Podríamos sostener, según las Escrituras, que la primera venida y la segunda venida de Cristo son dos partes de un acontecimiento: el plan de salvación.

Medita sobre la idea, expresada en Juan 1, de que aquel que hizo “todas las cosas” (Juan 1:3) fue quien murió en la Cruz por nosotros. ¿Por qué la adoración debería ser una respuesta natural incontenible?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Alguien vino desde los atrios celestiales para representar a Dios en forma humana. El Hijo de Dios fue hecho hombre, y vivió entre nosotros. “En él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella [no la comprendieron, Val. ant.]… Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Testimonios para los ministros, {TM}, p. 365).

La Majestad del cielo no fue reconocida en su atavío de humanidad. Era el Maestro divino enviado de Dios, el glorioso tesoro dado a la humanidad. Era más hermoso que los hijos de los hombres, pero su gloria incomparable estaba oculta bajo una cubierta de pobreza y sufrimiento. Veló su gloria a fin de que la divinidad pudiera tocar a la humanidad y el tesoro de inmenso valor no fue discernido por la raza humana…

“Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros”. Juan 1:14. Ciertamente, el tesoro está oculto en el atavío humano. Cristo es las riquezas insondables, y el que encuentra a Cristo, halla el cielo. El ser humano que contemple a Jesús, que more por fe en sus encantos sin par, encontrará el tesoro eterno (A fin de conocerle, {AFC}, p. 59).

Debe ser un placer adorar al Señor y participar en su obra. Dios no quiere que sus hijos, a los cuales proporcionó una salvación tan grande, obren como si El fuera un amo duro y exigente. El es nuestro mejor amigo; y cuando le adoramos quiere estar con nosotros, para bendecirnos y confortarnos llenando nuestro corazón de alegría y amor. El Señor quiere que sus hijos hallen consuelo en servirle y más placer que fatiga en su obra. El quiere que quienes vengan a adorarle se lleven pensamientos preciosos acerca de su amor y cuidado, a fin de que estén alentados en toda ocasión de la vida y tengan gracia para obrar honrada y fielmente en todo.

Debemos reunirnos en torno a la cruz. Cristo, y Cristo crucificado, debe ser el tema de nuestra meditación, conversación y más gozosa emoción. Debemos recordar todas las bendiciones que recibimos de Dios; y al cerciorarnos de su gran amor, debiéramos estar dispuestos a confiar todas las cosas a la mano que fue clavada en la cruz en nuestro favor.

El alma puede elevarse hacia el cielo en alas de la alabanza. Dios es adorado con cánticos y música en las mansiones celestiales, y al expresar nuestra gratitud nos aproximamos al culto que rinden los habitantes del cielo. Se nos dice: “El que ofrece sacrificio de alabanza me glorificará.” Presentémonos, pues, con gozo reverente delante de nuestro Creador, con “acciones de gracias y voz de melodía” (El camino a Cristo, {CC}, pp. 103, 104).

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Jueves 22 de octubre | Lección 4_________________________________________________

LA LEY DE DIOS

Años atrás, en Francia, la nación estaba debatiendo la cuestión de la pena capital: ¿debía abolirse? Los que estaban a favor de su abolición se pusieron en contacto con un famoso escritor y filósofo francés llamado Michel Foucault y le pidieron que escribiera un editorial en su nombre. Sin embargo, lo que hizo fue abogar no por abolir solo la pena de muerte, sino también todo el sistema penitenciario y dejar en libertad a todos los prisioneros.

¿Por qué? Porque para Michel Foucault todos los sistemas de moralidad eran meras construcciones humanas, ideas humanas puestas en práctica por quienes están en el poder para controlar a las masas. Por lo tanto, estos códigos morales no tenían legitimidad real.

Aunque esta postura nos resulte extrema, lo que vemos aquí es una consecuencia lógica de un problema que en realidad no es tan nuevo. Moisés lo abordó con relación al antiguo Israel hace miles de años. “No haréis como todo lo que hacemos nosotros aquí ahora, cada uno lo que bien le parece” (Deut. 12:8; ver además Juec. 17:6; Prov. 12:15).

Sin embargo, si no debemos hacer lo que bien nos parece a cada uno (es decir, nosotros no somos justos, santos ni lo suficientemente objetivos como para saber lo que es moralmente correcto), entonces, ¿cómo sabremos qué hacer? La respuesta, por supuesto, es que el Señor que nos creó también nos dio un código moral para vivir. Tal vez nuestros ojos no alcancen a distinguir qué es lo correcto, pero el Señor sí.

¿Qué nos enseñan estos textos sobre la conducta moral? Deuteronomio 6:5; Marcos 12:29–31; Apocalipsis 14:12.

Deuteronomio 6:5

Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.

Marcos 12:29–31

29 Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. 30 Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. 31 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.

Apocalipsis 14:12

12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús.

Si hacemos de la Redención un tema central en nuestra cosmovisión cristiana, entonces (como vimos la semana pasada) la Ley de Dios, los Diez Mandamientos, también deben ser primordiales. A fin de cuentas, ¿de qué somos redimidos más que del pecado, que es violar la Ley (Rom. 3:20)? El evangelio realmente no tiene sentido separado de la Ley de Dios, lo cual es una de las razones por las que sabemos que la Ley continúa siendo vinculante para nosotros, a pesar de su incapacidad para salvarnos. (Por eso necesitamos el evangelio.)

Por lo tanto, toda la educación adventista del séptimo día debe enfatizar lo que Elena de White ha llamado “la perpetuidad de la Ley” (CS 68, 69); que incluye el sábado. Si la educación está para ayudar a restaurar lo más posible la imagen de Dios en nosotros en esta vida, entonces, incluso en el nivel más básico, la Ley de Dios debe ser exaltada, teniendo en cuenta el ejemplo de Cristo, como el código moral que nos muestra lo que realmente es correcto a la vista de Dios.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios no le ha dado al hombre la libertad de apartarse de sus mandamientos. El Señor había declarado a Israel: “No haréis … cada uno lo que le parece,” sino “guarda y escucha todas estas palabras que yo te mando.” Deuteronomio 12:8, 28. Al decidir sobre cualquier camino a seguir, no hemos de preguntarnos si es previsible que de él resultará algún daño, sino más bien si está de acuerdo con la voluntad de Dios. “Hay camino que al hombre parece derecho; empero su fin son caminos de muerte.” Proverbios 14:12 (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, p. 687).

El plan de salvación combina las influencias santas de la luz del pasado y del presente. Estas influencias están unidas por la cadena dorada de la obediencia por amor. La recepción de Cristo por la fe y la sumisión a la voluntad de Dios transforman a los hombres y las mujeres en hijos e hijas de Dios. Mediante el poder que únicamente el Salvador puede darles son aceptados como miembros de la familia real, herederos de Dios y coherederos con Cristo…

Amar a Dios de todo corazón y ser participantes de la humillación y los sufrimientos de Cristo, significa más de lo que muchos comprenden. La expiación de Cristo es la gran verdad central alrededor de la cual se agrupan todas las demás verdades pertinentes a la gran obra de la redención. La mente del hombre debe fundirse en la mente de Cristo. Esta unión santifica el entendimiento e imparte claridad y fuerza a los pensamientos (Exaltad a Jesús, {EJ}, p. 223).

El que creó al hombre proveyó para el desarrollo de su cuerpo, alma y mente. Por consiguiente, el verdadero éxito en la educación depende de la fidelidad con la cual el hombre lleva a cabo el plan del Creador.

El verdadero propósito de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma. En el principio, Dios creó al hombre a su propia semejanza. Le dotó de cualidades nobles. Su mente era equilibrada, y todas las facultades de su ser eran armoniosas. Pero la caída y sus resultados pervirtieron estos dones. El pecado echó a perder y casi hizo desaparecer la imagen de Dios en el hombre. Restaurar ésta fue el objeto con que se concibió el plan de la salvación y se le concedió un tiempo de gracia al hombre. Hacerle volver a la perfección original en la que fue creado, es el gran objeto de la vida, el objeto en que estriba todo lo demás. Es obra de los padres y maestros, en la educación de la juventud, cooperar con el propósito divino; y al hacerlo son “coadjutores … de Dios.” 1 Corintios 3:9…

Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos haya dotado deben emplearse para su gloria y para el ennoblecimiento de nuestros semejantes. Y en este empleo se halla la ocupación más pura, más noble y más feliz (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, p. 646).

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Lección 4 | Viernes 23 de octubre________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“El verdadero objetivo de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma” (PP 645). Con esta idea en mente, podemos ver por qué una cosmovisión cristiana sólida es fundamental para la educación adventista. Al fin y al cabo, como observamos anteriormente, la educación en sí misma no es necesariamente buena. La gente puede ser instruida, sumamente versada en ideas y actitudes que contradicen los principios que se encuentran en la Biblia. Por eso, como Adventistas del Séptimo Día, nuestro sistema educativo debe basarse en la cosmovisión cristiana. Esto significa, entonces, que todos los ámbitos generales de la educación, la ciencia, la historia, la moralidad, la cultura y otros, se enseñarán desde esa perspectiva, y no desde una que la contradiga o incluso la ignore. Además, como se dijo anteriormente, no existe una perspectiva neutral: toda la vida, toda la realidad, se ve a través de los filtros de la cosmovisión de cada uno, ya sea que se adopte esa cosmovisión de manera coherente y sistemática o no. Por lo tanto, es fundamental que la cosmovisión bíblica forme la base de toda la educación adventista del séptimo día.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué ejemplos de la historia recuerdas de sistemas enteros de educación que fueron (o incluso son) muy destructivos? ¿Cuáles fueron algunos de esos lugares, qué se les enseñaba a los alumnos allí y qué podemos aprender de ellos? ¿Cómo podemos proteger nuestros sistemas educativos de estas influencias destructivas?
  2. La lección de esta semana analizó algunos de los puntos clave de una cosmovisión cristiana: la existencia de Dios, la Creación, la Biblia, el plan de Redención y la Ley de Dios. ¿Qué otros elementos importantes deberían incluirse en cualquier formulación completa de una cosmovisión cristiana?
  3. Un pensador del siglo XVIII una vez escribió: “¡Oh, conciencia! ¡Conciencia! Instinto divino, guía segura de un ser ignorante y confinado, aunque inteligente y libre, eres una jueza infalible del bien y del mal, que hace que el hombre se asemeje a la Deidad”. ¿Qué hay de bueno y qué hay de malo con esta postura?
  4. Observa nuevamente esta declaración de Elena de White: “El verdadero objetivo de la educación es restaurar la imagen de Dios en el alma” (PP 645). ¿Qué significa eso? ¿Por qué la educación adventista debe ser mayormente tan diferente de como el mundo ve la educación?

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