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Lección 11 – EL CRISTIANO Y EL TRABAJO – Para el 12 de diciembre de 2020

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Lección 11: Para el 12 de diciembre de 2020

EL CRISTIANO Y EL TRABAJO

Sábado 5 de diciembre___________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:19; Deuteronomio 16:15; Éxodo 25:10–30:38; Gálatas 5:22–26; Eclesiastés 9:10; 1 Corintios 10:31.

PARA MEMORIZAR:

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Cor. 15:58).

El trabajo fue idea de Dios. En el mundo ideal antes del pecado, Dios les dio a Adán y a Eva la tarea de cuidar el Jardín del Edén (Gén. 2:15). Al igual que su Creador, a cuya imagen fueron creados, debían dedicarse a un trabajo creativo y al servicio amoroso. Es decir, incluso en un mundo no caído, un mundo sin pecado, muerte ni sufrimiento, debían trabajar.

En este “ínterin” (después del mundo ideal y antes del prometido), se nos invita a ver el trabajo como una de las bendiciones de Dios. Entre los judíos, a cada niño se le enseñaba un oficio; de hecho, se decía que un padre que no le enseñaba un oficio a su hijo educaba a un criminal. Mientras tanto, Jesús, el Hijo de Dios, pasó muchos años haciendo la voluntad de su Padre en un trabajo honesto como un hábil artesano, tal vez, proveyendo a la gente de Nazaret los muebles y los implementos agrícolas necesarios (Mar. 6:3). Esto también formó parte del adiestramiento con el fin de prepararlo para el ministerio que tendría por delante. Esta semana analizaremos el tema del trabajo y su papel en la educación cristiana.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

A Adán fue dada la obra de cuidar el jardín. El Creador sabía que Adán no podía ser feliz sin ocupación. La belleza del huerto Je deleitaba, pero esto no bastaba. Debía tener trabajo que diera ejercicio a los admirables órganos de su cuerpo. Si la dicha hubiese consistido en estarse sin hacer nada, el hombre, en su estado de inocencia, habría sido dejado sin ocupación. Pero el que creó al hombre sabía qué le convenía para ser feliz; y tan pronto como lo creó le asignó su trabajo. La promesa de la gloria futura y el decreto de que el hombre debe trabajar para obtener su pan cotidiano provinieron del mismo trono…

Los ángeles se deleitan en un hogar donde Dios reina supremo, y donde se enseña a los niños a reverenciar la religión, la Biblia y al Creador. Las familias tales pueden aferrarse a la promesa: «Yo honraré a los que me honran». 1 Samuel 2:30. Y cuando de un hogar tal sale el padre a cumplir sus deberes diarios, lo hace con un espíritu enternecido y subyugado por la conversación con Dios (El hogar cristiano, pp. 23, 24).

Enseñemos a nuestros hijitos a ayudarnos mientras sus manos son pequeñas y sus fuerzas son escasas. Impresionemos en su mente el hecho de que el trabajo ennoblece, que el cielo lo dispuso para el hombre, que le fue dado a Adán en el Edén, como una parte esencial para el desarrollo perdurable de la mente y el cuerpo. Enseñémosles que el placer inocente nunca satisface tanto como cuando sigue a un trabajo active (Conducción del niño, p. 117).

La vida de Cristo, desde sus más tempranos años, fue una vida de fervorosa actividad. Él no vivió para agradarse a sí mismo. Era el Hijo del Dios infinito; no obstante, trabajó en el oficio de carpintero con su padre José. Su oficio fue significativo. Había venido al mundo como edificador del carácter, y como tal toda su obra fue perfecta. Toda su labor material se distinguió por la misma perfección que transmitía a los caracteres que estaba transformando por su poder divino. Él es nuestro modelo.

Los padres debieran enseñar a sus hijos el valor y el debido uso del tiempo. Enséñeseles que vale la pena luchar para hacer algo que honre a Dios y beneficie a la humanidad. Aun en sus tempranos años pueden ser misioneros para Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 280).

Cristo ha dado a todos la obra de ministrar. Él es el Rey de la gloria y, sin embargo, declara: «El Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir». No obstante ser la Majestad del cielo, estuvo dispuesto a venir a esta tierra para hacer la obra que su Padre le había confiado. Él ennobleció el trabajo. Trabajó con sus manos como carpintero para damos un ejemplo de laboriosidad. Desde una edad muy temprana desempeñó su parte en el sostén de la familia. Se daba cuenta de que constituía una parte en la sociedad de la familia, y voluntariamente cargó con lo que le correspondía (Mensajes para los jóvenes, p. 148).

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Lección 11 | Domingo 6 de diciembre____________________________________

LAS MUCHAS FACETAS DEL TRABAJO

“Yo he conocido que no hay para ellos cosa mejor que alegrarse, y hacer bien en su vida; y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de toda su labor” (Ecl. 3:12, 13).

“Trabajo” es una palabra española sustancial y sin adornos, pero tiene muchos significados posibles. Por necesidad, trabajamos para llevar comida a nuestras mesas, pagar las cuentas y ahorrar un poco para tiempos difíciles. Perder un trabajo a menudo es peor que soportar una situación laboral deficiente.

El trabajo puede dar a una persona un sentido de dignidad. El trabajo es una forma común de responder a la pregunta “¿Qué haces?”, o incluso “¿Qué eres?” La mayoría de los jubilados siguen trabajando a tiempo parcial mientras pueden, ya sea remunerados o como voluntarios. Un trabajo ofrece una razón para levantarse a la mañana. Si le das trabajo a un adolescente, hay un candidato menos para la delincuencia.

Lee Génesis 3:19. ¿Cuál es el contexto y qué nos dice acerca de la otra cara del trabajo, al menos para algunos?

Génesis 3:19

19 Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.

De repente, el trabajo antes de la Caída cambia después de la Caída. Aquí hay una referencia a la otra cara del trabajo. Para algunos, el trabajo solo significa la ingrata tarea de las obligaciones diarias, que acabará con la muerte. Trabajan en tareas que desprecian, con la esperanza de jubilarse mientras todavía tengan salud. Para otros, el trabajo puede apoderarse de la vida y convertirse en el centro de la existencia, e incluso en la fuente esencial de la identidad personal. Lejos de su trabajo, estas personas se sienten deprimidas o desorientadas, inseguras de qué hacer o a dónde acudir. En la jubilación, pueden desmoronarse física y psicológicamente, y a menudo mueren prematuramente.

Los cristianos necesitan aprender a trabajar a la manera de Dios. El trabajo es más que una necesidad económica. El hombre es más que un simple empleado. Bien entendido, el trabajo en la vida es una forma de ministerio, una expresión de nuestra relación con el Señor. Parte de la tarea de un maestro es ayudar a los alumnos a encontrar un trabajo en el cual sus habilidades e intereses, dados por Dios, coincidan con las necesidades del mundo.

¿Qué haces? Es decir, ¿qué haces con tu vida y cómo puedes glorificar mejor al Señor?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

He visto que los que viven con un propósito, que tratan de beneficiar y bendecir a sus semejantes, y honrar y glorificar a su Redentor, son los verdaderamente felices en la tierra, en tanto que los inquietos, los descontentos, los que tratan de probar esto y aquello con la esperanza de encontrar la felicidad, siempre se están quejando y siempre están desilusionados. Siempre anhelan algo y nunca están satisfechos porque viven solo para sí mismos. Sea tu propósito hacer el bien y hacer tu parte en la vida con fidelidad (Cada día con Dios, p. 278).

La senda del trabajo, señalada a los moradores de la tierra, puede ser dura y cansadora, pero ha sido honrada por las pisadas del Salvador, y está seguro el que sigue este camino sagrado. Por el precepto y el ejemplo, Cristo dignificó el trabajo útil. Desde sus primeros años, vivió una vida de trabajo. Pasó la mayor parte de su vida terrenal en el trabajo paciente de la carpintería de Nazaret. Vestido corno trabajador común, el Señor de la vida recorrió las calles de la pequeña ciudad en la cual vivía, yendo y volviendo de su trabajo humilde; y le acompañaban ángeles ministradores mientras caminaba lado a lado con los campesinos y obreros sin que lo reconociesen y honrasen.

Cuando salía para contribuir al sostén de la familia por su trabajo diario, poseía el mismo poder que a orillas del mar de Galilea le permitió alimentar a cinco mil almas hambrientas con cinco panes y dos pececillos, pero no empleaba su poder divino para reducir sus cargas o aliviar su trabajo. Había tomado sobre sí la forma de la humanidad, con todos los males que la acompañaban, y no cejaba en sus pruebas más severas. Vivía en una casa de campesino; se vestía con ropas burdas; trataba con los humildes; trabajaba diariamente con manos pacientes. Su ejemplo nos muestra que el deber del hombre es ser laborioso y que el trabajo es honorable (Consejos para los maestros, pp. 263, 264).

Con todo, yo siempre estuve contigo: me tomaste de mi mano derecha. Me haz guiado según tu consejo, y después me recibirás en gloria. Salmos 73:23, 24.

Antes de iniciar cualquier trabajo importante, recordad que Jesús es vuestro consejero, y que es vuestro privilegio contarle vuestras preocupaciones. No mantengáis a Jesús relegado, y nunca dejéis de mencionar su nombre, nunca dejéis de llamar la atención de vuestros amigos hacia Aquel que está a vuestro lado, para ser vuestro consejero. ¿Vuestros amigos no os considerarían faltos de respeto si estuvieran a vuestro lado y vosotros nunca les hablarais a ellos, o hablarais de ellos? (Nuestra elevada vocación, p. 32).

[U]na religión que no es práctica, no es genuina. La verdadera conversión nos hace estrictamente honrados en nuestro trato con nuestros semejantes. Nos hace fieles en nuestro trabajo diario. Todo seguidor sincero de Cristo mostrará que la religión de la Biblia lo capacita para usar sus talentos en el servicio del Maestro (Mensajes para los jóvenes, pp. 50, 51).

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Lunes 7 de diciembre | Lección 11_______________________________________

EL TRABAJO Y LA DISCIPLINA

La vocación o el trabajo tienen que ver con la “capacidad de hacer” en la vida. Incluso los que tienen trabajos más intelectuales terminan de alguna manera haciendo trabajo físico de algún tipo, aunque eso signifique simplemente presionar las teclas de la computadora.

¿Qué nos enseñan los siguientes textos sobre el trabajo, usando las “manos” como símbolo?

Deuteronomio 16:15

15 Siete días celebrarás fiesta solemne a Jehová tu Dios en el lugar que Jehová escogiere; porque te habrá bendecido Jehová tu Dios en todos tus frutos, y en toda la obra de tus manos, y estarás verdaderamente alegre.

Eclesiastés 9:10

10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

Proverbios 21:25

25 El deseo del perezoso le mata, Porque sus manos no quieren trabajar.

Jeremías 1:16

16 Y a causa de toda su maldad, proferiré mis juicios contra los que me dejaron, e incensaron a dioses extraños, y la obra de sus manos adoraron.

Dios nos ha dado “la obra de [nuestras] manos” para que podamos encontrar satisfacción y gozo (ver Prov. 10:4; 12:14). En psicología, la “autoeficacia” describe la creencia de que cada persona tiene la capacidad de lograr algo significativo en la vida. La autoeficacia no aumenta al repetir: “¡Creo que puedo! ¡Creo que puedo!” Lo único que realmente aumenta la autoeficacia es hacer algo.

Si bien “la obra de [nuestras] manos” es una bendición de Dios para nosotros (ver Sal. 90:17) y nos permite vivir una vida significativa, el plan supremo de Dios es que “la obra de [nuestras] manos” sea una bendición para los demás. Pablo escribe que debemos trabajar, haciendo algo útil con nuestras manos, para que podamos tener algo que compartir con los demás. Pablo seguramente puso en práctica ese principio:

“Ustedes mismos saben bien que estas manos se han ocupado de mis propias necesidades y de las de mis compañeros. Con mi ejemplo les he mostrado que es preciso trabajar duro para ayudar a los necesitados, recordando las palabras del Señor Jesús: ‘Hay más dicha en dar que en recibir’ ” (Hech. 20:34, 35, NVI).

Deberíamos hacer nuestra la sencilla oración de Nehemías: “Ahora, pues, oh Dios, fortalece tú mis manos” (Neh. 6:9).

¿Cuál es tu actitud hacia tu trabajo? ¿De qué maneras podrías usar tu trabajo con el fin de ser de mayor bendición para los demás?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Algunos criticaban a Pablo porque trabajaba con las manos, declarando que era incompatible con la obra del ministro evangélico. ¿Por qué Pablo, un ministro de la más elevada categoría, vinculaba así el trabajo mecánico con la predicación de la Palabra? ¿No era el obrero digno de su salario? ¿Por qué dedicaba a hacer tiendas el tiempo que a todas luces podía dedicarse a algo mejor?

Pablo no consideraba perdido el tiempo así empleado. Mientras trabajaba con Aquila se mantenía en relación con el gran Maestro, sin perder ninguna oportunidad para testificar a favor del Salvador y ayudar a los necesitados. Su mente estaba constantemente en procura de conocimiento espiritual. Daba instrucción a sus colaboradores en las cosas espirituales, y ofrecía también un ejemplo de laboriosidad y trabajo cabal. Era un obrero rápido y hábil, diligente en los negocios, ardiente «en espíritu; sirviendo al Señor». Romanos 12: 11. Mientras trabajaba en su oficio, el apóstol tenía acceso a una clase de gente que de otra manera no hubiera podido alcanzar. Mostraba a sus asociados que la habilidad en las artes comunes es un don de Dios, quien provee tanto el don como la sabiduría para usarlo correctamente. Enseñaba que aun en el trabajo de cada día, ha de honrarse a Dios. Sus manos encallecidas por el trabajo no menoscababan en nada la fuerza de sus patéticos llamamientos como ministro cristiano (Los hechos de los apóstoles, p. 283).

«Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas». Dios desea el amor que se expresa en un servicio cordial, en un servicio del alma, en el servicio de las facultades físicas. No debemos hacernos pequeños en cualquier clase de servicio para Dios. Cualquier cosa que él nos baya prestado debe usarse inteligentemente para él. El que ejercita sus facultades seguramente las vigorizará; pero debe procurar hacer lo más que puede. Se necesita inteligencia y una habilidad educada para idear los mejores métodos de agricultura, en construcciones y en cualquier otro ramo para que el obrero no trabaje en vano…

Hay algo para aprender cada día en cuanto a cómo mejorar la manera de trabajar a fin de cumplir el trabajo y tener tiempo para algo más. El deber de cada obrero es dar no solo su vigor sino su mente e intelecto en todo lo que emprende. Algunos que se ocupan en las tareas domésticas están siempre trabajando, no porque tengan tanto que hacer, sino porque no hacen planes para ahorrar tiempo… Podéis elegir ser rutinarios en una conducta equivocada por no estar dispuestos a ocuparos de vosotros mismos para reformaros, o podéis cultivar nuestras facultades para que rindan el mejor servicio posible, y entonces series solicitados en cualquier parte y en todas partes (Fundamentals of Christian Education, pp. 315, 316; parcialmente en Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1087).

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Lección 11 | Martes 8 de diciembre______________________________________

EL TRABAJO Y LA EXCELENCIA

Repasa Éxodo 25:10 a 30:38. ¿Cuán específico fue Dios cuando le pidió a Moisés que construyera un Tabernáculo de adoración? ¿Qué nos dice esto sobre el carácter de Dios?

Éxodo 25:10-40

10 Harán también un arca de madera de acacia, cuya longitud será de dos codos y medio, su anchura de codo y medio, y su altura de codo y medio. 11 Y la cubrirás de oro puro por dentro y por fuera, y harás sobre ella una cornisa de oro alrededor. 12 Fundirás para ella cuatro anillos de oro, que pondrás en sus cuatro esquinas; dos anillos a un lado de ella, y dos anillos al otro lado. 13 Harás unas varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro. 14 Y meterás las varas por los anillos a los lados del arca, para llevar el arca con ellas. 15 Las varas quedarán en los anillos del arca; no se quitarán de ella. 16 Y pondrás en el arca el testimonio que yo te daré. 17 Y harás un propiciatorio de oro fino, cuya longitud será de dos codos y medio, y su anchura de codo y medio. 18 Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo los harás en los dos extremos del propiciatorio. 19 Harás, pues, un querubín en un extremo, y un querubín en el otro extremo; de una pieza con el propiciatorio harás los querubines en sus dos extremos. 20 Y los querubines extenderán por encima las alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio; sus rostros el uno enfrente del otro, mirando al propiciatorio los rostros de los querubines. 21 Y pondrás el propiciatorio encima del arca, y en el arca pondrás el testimonio que yo te daré. 22 Y de allí me declararé a ti, y hablaré contigo de sobre el propiciatorio, de entre los dos querubines que están sobre el arca del testimonio, todo lo que yo te mandare para los hijos de Israel. 23 Harás asimismo una mesa de madera de acacia; su longitud será de dos codos, y de un codo su anchura, y su altura de codo y medio. 24 Y la cubrirás de oro puro, y le harás una cornisa de oro alrededor. 25 Le harás también una moldura alrededor, de un palmo menor de anchura, y harás a la moldura una cornisa de oro alrededor. 26 Y le harás cuatro anillos de oro, los cuales pondrás en las cuatro esquinas que corresponden a sus cuatro patas. 27 Los anillos estarán debajo de la moldura, para lugares de las varas para llevar la mesa. 28 Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro, y con ellas será llevada la mesa. 29 Harás también sus platos, sus cucharas, sus cubiertas y sus tazones, con que se libará; de oro fino los harás. 30 Y pondrás sobre la mesa el pan de la proposición delante de mí continuamente. 31 Harás además un candelero de oro puro; labrado a martillo se hará el candelero; su pie, su caña, sus copas, sus manzanas y sus flores, serán de lo mismo. 32 Y saldrán seis brazos de sus lados; tres brazos del candelero a un lado, y tres brazos al otro lado. 33 Tres copas en forma de flor de almendro en un brazo, una manzana y una flor; y tres copas en forma de flor de almendro en otro brazo, una manzana y una flor; así en los seis brazos que salen del candelero; 34 y en la caña central del candelero cuatro copas en forma de flor de almendro, sus manzanas y sus flores. 35 Habrá una manzana debajo de dos brazos del mismo, otra manzana debajo de otros dos brazos del mismo, y otra manzana debajo de los otros dos brazos del mismo, así para los seis brazos que salen del candelero. 36 Sus manzanas y sus brazos serán de una pieza, todo ello una pieza labrada a martillo, de oro puro. 37 Y le harás siete lamparillas, las cuales encenderás para que alumbren hacia adelante. 38 También sus despabiladeras y sus platillos, de oro puro. 39 De un talento de oro fino lo harás, con todos estos utensilios. 40 Mira y hazlos conforme al modelo que te ha sido mostrado en el monte.

Éxodo 26:1-37

1 Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa. La longitud de una cortina de veintiocho codos, y la anchura de la misma cortina de cuatro codos; todas las cortinas tendrán una misma medida. Cinco cortinas estarán unidas una con la otra, y las otras cinco cortinas unidas una con la otra. Y harás lazadas de azul en la orilla de la última cortina de la primera unión; lo mismo harás en la orilla de la cortina de la segunda unión. Cincuenta lazadas harás en la primera cortina, y cincuenta lazadas harás en la orilla de la cortina que está en la segunda unión; las lazadas estarán contrapuestas la una a la otra. Harás también cincuenta corchetes de oro, con los cuales enlazarás las cortinas la una con la otra, y se formará un tabernáculo. Harás asimismo cortinas de pelo de cabra para una cubierta sobre el tabernáculo; once cortinas harás. La longitud de cada cortina será de treinta codos, y la anchura de cada cortina de cuatro codos; una misma medida tendrán las once cortinas. Y unirás cinco cortinas aparte y las otras seis cortinas aparte; y doblarás la sexta cortina en el frente del tabernáculo. 10 Y harás cincuenta lazadas en la orilla de la cortina, al borde en la unión, y cincuenta lazadas en la orilla de la cortina de la segunda unión. 11 Harás asimismo cincuenta corchetes de bronce, los cuales meterás por las lazadas; y enlazarás las uniones para que se haga una sola cubierta. 12 Y la parte que sobra en las cortinas de la tienda, la mitad de la cortina que sobra, colgará a espaldas del tabernáculo. 13 Y un codo de un lado, y otro codo del otro lado, que sobra a lo largo de las cortinas de la tienda, colgará sobre los lados del tabernáculo a un lado y al otro, para cubrirlo. 14 Harás también a la tienda una cubierta de pieles de carneros teñidas de rojo, y una cubierta de pieles de tejones encima. 15 Y harás para el tabernáculo tablas de madera de acacia, que estén derechas. 16 La longitud de cada tabla será de diez codos, y de codo y medio la anchura. 17 Dos espigas tendrá cada tabla, para unirlas una con otra; así harás todas las tablas del tabernáculo. 18 Harás, pues, las tablas del tabernáculo; veinte tablas al lado del mediodía, al sur. 19 Y harás cuarenta basas de plata debajo de las veinte tablas; dos basas debajo de una tabla para sus dos espigas, y dos basas debajo de otra tabla para sus dos espigas. 20 Y al otro lado del tabernáculo, al lado del norte, veinte tablas; 21 y sus cuarenta basas de plata; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. 22 Y para el lado posterior del tabernáculo, al occidente, harás seis tablas. 23 Harás además dos tablas para las esquinas del tabernáculo en los dos ángulos posteriores; 24 las cuales se unirán desde abajo, y asimismo se juntarán por su alto con un gozne; así será con las otras dos; serán para las dos esquinas. 25 De suerte que serán ocho tablas, con sus basas de plata, dieciséis basas; dos basas debajo de una tabla, y dos basas debajo de otra tabla. 26 Harás también cinco barras de madera de acacia, para las tablas de un lado del tabernáculo, 27 y cinco barras para las tablas del otro lado del tabernáculo, y cinco barras para las tablas del lado posterior del tabernáculo, al occidente. 28 Y la barra de en medio pasará por en medio de las tablas, de un extremo al otro. 29 Y cubrirás de oro las tablas, y harás sus anillos de oro para meter por ellos las barras; también cubrirás de oro las barras. 30 Y alzarás el tabernáculo conforme al modelo que te fue mostrado en el monte. 31 También harás un velo de azul, púrpura, carmesí y lino torcido; será hecho de obra primorosa, con querubines; 32 y lo pondrás sobre cuatro columnas de madera de acacia cubiertas de oro; sus capiteles de oro, sobre basas de plata. 33 Y pondrás el velo debajo de los corchetes, y meterás allí, del velo adentro, el arca del testimonio; y aquel velo os hará separación entre el lugar santo y el santísimo. 34 Pondrás el propiciatorio sobre el arca del testimonio en el lugar santísimo. 35 Y pondrás la mesa fuera del velo, y el candelero enfrente de la mesa al lado sur del tabernáculo; y pondrás la mesa al lado del norte. 36 Harás para la puerta del tabernáculo una cortina de azul, púrpura, carmesí y lino torcido, obra de recamador. 37 Y harás para la cortina cinco columnas de madera de acacia, las cuales cubrirás de oro, con sus capiteles de oro; y fundirás cinco basas de bronce para ellas.

Éxodo 27:1-21

1 Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos. Y le harás cuernos en sus cuatro esquinas; los cuernos serán parte del mismo; y lo cubrirás de bronce. Harás también sus calderos para recoger la ceniza, y sus paletas, sus tazones, sus garfios y sus braseros; harás todos sus utensilios de bronce. Y le harás un enrejado de bronce de obra de rejilla, y sobre la rejilla harás cuatro anillos de bronce a sus cuatro esquinas. Y la pondrás dentro del cerco del altar abajo; y llegará la rejilla hasta la mitad del altar. Harás también varas para el altar, varas de madera de acacia, las cuales cubrirás de bronce. Y las varas se meterán por los anillos, y estarán aquellas varas a ambos lados del altar cuando sea llevado. Lo harás hueco, de tablas; de la manera que te fue mostrado en el monte, así lo harás. Asimismo harás el atrio del tabernáculo. Al lado meridional, al sur, tendrá el atrio cortinas de lino torcido, de cien codos de longitud para un lado. 10 Sus veinte columnas y sus veinte basas serán de bronce; los capiteles de las columnas y sus molduras, de plata. 11 De la misma manera al lado del norte habrá a lo largo cortinas de cien codos de longitud, y sus veinte columnas con sus veinte basas de bronce; los capiteles de sus columnas y sus molduras, de plata. 12 El ancho del atrio, del lado occidental, tendrá cortinas de cincuenta codos; sus columnas diez, con sus diez basas. 13 Y en el ancho del atrio por el lado del oriente, al este, habrá cincuenta codos. 14 Las cortinas a un lado de la entrada serán de quince codos; sus columnas tres, con sus tres basas. 15 Y al otro lado, quince codos de cortinas; sus columnas tres, con sus tres basas. 16 Y para la puerta del atrio habrá una cortina de veinte codos, de azul, púrpura y carmesí, y lino torcido, de obra de recamador; sus columnas cuatro, con sus cuatro basas. 17 Todas las columnas alrededor del atrio estarán ceñidas de plata; sus capiteles de plata, y sus basas de bronce. 18 La longitud del atrio será de cien codos, y la anchura cincuenta por un lado y cincuenta por el otro, y la altura de cinco codos; sus cortinas de lino torcido, y sus basas de bronce. 19 Todos los utensilios del tabernáculo en todo su servicio, y todas sus estacas, y todas las estacas del atrio, serán de bronce. 20 Y mandarás a los hijos de Israel que te traigan aceite puro de olivas machacadas, para el alumbrado, para hacer arder continuamente las lámparas. 21 En el tabernáculo de reunión, afuera del velo que está delante del testimonio, las pondrá en orden Aarón y sus hijos para que ardan delante de Jehová desde la tarde hasta la mañana, como estatuto perpetuo de los hijos de Israel por sus generaciones.

Éxodo 28:1-43

1 Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú, Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano, para honra y hermosura. Y tú hablarás a todos los sabios de corazón, a quienes yo he llenado de espíritu de sabiduría, para que hagan las vestiduras de Aarón, para consagrarle para que sea mi sacerdote. Las vestiduras que harán son estas: el pectoral, el efod, el manto, la túnica bordada, la mitra y el cinturón. Hagan, pues, las vestiduras sagradas para Aarón tu hermano, y para sus hijos, para que sean mis sacerdotes. Tomarán oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, y harán el efod de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido, de obra primorosa. Tendrá dos hombreras que se junten a sus dos extremos, y así se juntará. Y su cinto de obra primorosa que estará sobre él, será de la misma obra, parte del mismo; de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido. Y tomarás dos piedras de ónice, y grabarás en ellas los nombres de los hijos de Israel; 10 seis de sus nombres en una piedra, y los otros seis nombres en la otra piedra, conforme al orden de nacimiento de ellos. 11 De obra de grabador en piedra, como grabaduras de sello, harás grabar las dos piedras con los nombres de los hijos de Israel; les harás alrededor engastes de oro. 12 Y pondrás las dos piedras sobre las hombreras del efod, para piedras memoriales a los hijos de Israel; y Aarón llevará los nombres de ellos delante de Jehová sobre sus dos hombros por memorial. 13 Harás, pues, los engastes de oro, 14 y dos cordones de oro fino, los cuales harás en forma de trenza; y fijarás los cordones de forma de trenza en los engastes. 15 Harás asimismo el pectoral del juicio de obra primorosa, lo harás conforme a la obra del efod, de oro, azul, púrpura, carmesí y lino torcido. 16 Será cuadrado y doble, de un palmo de largo y un palmo de ancho; 17 y lo llenarás de pedrería en cuatro hileras de piedras; una hilera de una piedra sárdica, un topacio y un carbunclo; 18 la segunda hilera, una esmeralda, un zafiro y un diamante; 19 la tercera hilera, un jacinto, una ágata y una amatista; 20 la cuarta hilera, un berilo, un ónice y un jaspe. Todas estarán montadas en engastes de oro. 21 Y las piedras serán según los nombres de los hijos de Israel, doce según sus nombres; como grabaduras de sello cada una con su nombre, serán según las doce tribus. 22 Harás también en el pectoral cordones de hechura de trenzas de oro fino. 23 Y harás en el pectoral dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral. 24 Y fijarás los dos cordones de oro en los dos anillos a los dos extremos del pectoral; 25 y pondrás los dos extremos de los dos cordones sobre los dos engastes, y los fijarás a las hombreras del efod en su parte delantera. 26 Harás también dos anillos de oro, los cuales pondrás a los dos extremos del pectoral, en su orilla que está al lado del efod hacia adentro. 27 Harás asimismo los dos anillos de oro, los cuales fijarás en la parte delantera de las dos hombreras del efod, hacia abajo, delante de su juntura sobre el cinto del efod. 28 Y juntarán el pectoral por sus anillos a los dos anillos del efod con un cordón de azul, para que esté sobre el cinto del efod, y no se separe el pectoral del efod. 29 Y llevará Aarón los nombres de los hijos de Israel en el pectoral del juicio sobre su corazón, cuando entre en el santuario, por memorial delante de Jehová continuamente. 30 Y pondrás en el pectoral del juicio Urim y Tumim, para que estén sobre el corazón de Aarón cuando entre delante de Jehová; y llevará siempre Aarón el juicio de los hijos de Israel sobre su corazón delante de Jehová. 31 Harás el manto del efod todo de azul; 32 y en medio de él por arriba habrá una abertura, la cual tendrá un borde alrededor de obra tejida, como el cuello de un coselete, para que no se rompa. 33 Y en sus orlas harás granadas de azul, púrpura y carmesí alrededor, y entre ellas campanillas de oro alrededor. 34 Una campanilla de oro y una granada, otra campanilla de oro y otra granada, en toda la orla del manto alrededor. 35 Y estará sobre Aarón cuando ministre; y se oirá su sonido cuando él entre en el santuario delante de Jehová y cuando salga, para que no muera. 36 Harás además una lámina de oro fino, y grabarás en ella como grabadura de sello, SANTIDAD A JEHOVÁ. 37 Y la pondrás con un cordón de azul, y estará sobre la mitra; por la parte delantera de la mitra estará. 38 Y estará sobre la frente de Aarón, y llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová. 39 Y bordarás una túnica de lino, y harás una mitra de lino; harás también un cinto de obra de recamador. 40 Y para los hijos de Aarón harás túnicas; también les harás cintos, y les harás tiaras para honra y hermosura. 41 Y con ellos vestirás a Aarón tu hermano, y a sus hijos con él; y los ungirás, y los consagrarás y santificarás, para que sean mis sacerdotes. 42 Y les harás calzoncillos de lino para cubrir su desnudez; serán desde los lomos hasta los muslos. 43 Y estarán sobre Aarón y sobre sus hijos cuando entren en el tabernáculo de reunión, o cuando se acerquen al altar para servir en el santuario, para que no lleven pecado y mueran. Es estatuto perpetuo para él, y para su descendencia después de él.

Éxodo 29:1-46

1 Esto es lo que les harás para consagrarlos, para que sean mis sacerdotes: Toma un becerro de la vacada, y dos carneros sin defecto; y panes sin levadura, y tortas sin levadura amasadas con aceite, y hojaldres sin levadura untadas con aceite; las harás de flor de harina de trigo. Y las pondrás en un canastillo, y en el canastillo las ofrecerás, con el becerro y los dos carneros. Y llevarás a Aarón y a sus hijos a la puerta del tabernáculo de reunión, y los lavarás con agua. Y tomarás las vestiduras, y vestirás a Aarón la túnica, el manto del efod, el efod y el pectoral, y le ceñirás con el cinto del efod; y pondrás la mitra sobre su cabeza, y sobre la mitra pondrás la diadema santa. Luego tomarás el aceite de la unción, y lo derramarás sobre su cabeza, y le ungirás. Y harás que se acerquen sus hijos, y les vestirás las túnicas. Les ceñirás el cinto a Aarón y a sus hijos, y les atarás las tiaras, y tendrán el sacerdocio por derecho perpetuo. Así consagrarás a Aarón y a sus hijos. 10 Después llevarás el becerro delante del tabernáculo de reunión, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del becerro. 11 Y matarás el becerro delante de Jehová, a la puerta del tabernáculo de reunión. 12 Y de la sangre del becerro tomarás y pondrás sobre los cuernos del altar con tu dedo, y derramarás toda la demás sangre al pie del altar. 13 Tomarás también toda la grosura que cubre los intestinos, la grosura de sobre el hígado, los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y lo quemarás sobre el altar. 14 Pero la carne del becerro, y su piel y su estiércol, los quemarás a fuego fuera del campamento; es ofrenda por el pecado. 15 Asimismo tomarás uno de los carneros, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 16 Y matarás el carnero, y con su sangre rociarás sobre el altar alrededor. 17 Cortarás el carnero en pedazos, y lavarás sus intestinos y sus piernas, y las pondrás sobre sus trozos y sobre su cabeza. 18 Y quemarás todo el carnero sobre el altar; es holocausto de olor grato para Jehová, es ofrenda quemada a Jehová. 19 Tomarás luego el otro carnero, y Aarón y sus hijos pondrán sus manos sobre la cabeza del carnero. 20 Y matarás el carnero, y tomarás de su sangre y la pondrás sobre el lóbulo de la oreja derecha de Aarón, sobre el lóbulo de la oreja de sus hijos, sobre el dedo pulgar de las manos derechas de ellos, y sobre el dedo pulgar de los pies derechos de ellos, y rociarás la sangre sobre el altar alrededor. 21 Y con la sangre que estará sobre el altar, y el aceite de la unción, rociarás sobre Aarón, sobre sus vestiduras, sobre sus hijos, y sobre las vestiduras de éstos; y él será santificado, y sus vestiduras, y sus hijos, y las vestiduras de sus hijos con él. 22 Luego tomarás del carnero la grosura, y la cola, y la grosura que cubre los intestinos, y la grosura del hígado, y los dos riñones, y la grosura que está sobre ellos, y la espaldilla derecha; porque es carnero de consagración. 23 También una torta grande de pan, y una torta de pan de aceite, y una hojaldre del canastillo de los panes sin levadura presentado a Jehová, 24 y lo pondrás todo en las manos de Aarón, y en las manos de sus hijos; y lo mecerás como ofrenda mecida delante de Jehová. 25 Después lo tomarás de sus manos y lo harás arder en el altar, sobre el holocausto, por olor grato delante de Jehová. Es ofrenda encendida a Jehová. 26 Y tomarás el pecho del carnero de las consagraciones, que es de Aarón, y lo mecerás por ofrenda mecida delante de Jehová; y será porción tuya. 27 Y apartarás el pecho de la ofrenda mecida, y la espaldilla de la ofrenda elevada, lo que fue mecido y lo que fue elevado del carnero de las consagraciones de Aarón y de sus hijos, 28 y será para Aarón y para sus hijos como estatuto perpetuo para los hijos de Israel, porque es ofrenda elevada; y será una ofrenda elevada de los hijos de Israel, de sus sacrificios de paz, porción de ellos elevada en ofrenda a Jehová. 29 Y las vestiduras santas, que son de Aarón, serán de sus hijos después de él, para ser ungidos en ellas, y para ser en ellas consagrados. 30 Por siete días las vestirá el que de sus hijos tome su lugar como sacerdote, cuando venga al tabernáculo de reunión para servir en el santuario. 31 Y tomarás el carnero de las consagraciones, y cocerás su carne en lugar santo. 32 Y Aarón y sus hijos comerán la carne del carnero, y el pan que estará en el canastillo, a la puerta del tabernáculo de reunión. 33 Y comerán aquellas cosas con las cuales se hizo expiación, para llenar sus manos para consagrarlos; mas el extraño no las comerá, porque son santas. 34 Y si sobrare hasta la mañana algo de la carne de las consagraciones y del pan, quemarás al fuego lo que hubiere sobrado; no se comerá, porque es cosa santa. 35 Así, pues, harás a Aarón y a sus hijos, conforme a todo lo que yo te he mandado; por siete días los consagrarás. 36 Cada día ofrecerás el becerro del sacrificio por el pecado, para las expiaciones; y purificarás el altar cuando hagas expiación por él, y lo ungirás para santificarlo. 37 Por siete días harás expiación por el altar, y lo santificarás, y será un altar santísimo: cualquiera cosa que tocare el altar, será santificada. 38 Esto es lo que ofrecerás sobre el altar: dos corderos de un año cada día, continuamente. 39 Ofrecerás uno de los corderos por la mañana, y el otro cordero ofrecerás a la caída de la tarde. 40 Además, con cada cordero una décima parte de un efa de flor de harina amasada con la cuarta parte de un hin de aceite de olivas machacadas; y para la libación, la cuarta parte de un hin de vino. 41 Y ofrecerás el otro cordero a la caída de la tarde, haciendo conforme a la ofrenda de la mañana, y conforme a su libación, en olor grato; ofrenda encendida a Jehová. 42 Esto será el holocausto continuo por vuestras generaciones, a la puerta del tabernáculo de reunión, delante de Jehová, en el cual me reuniré con vosotros, para hablaros allí. 43 Allí me reuniré con los hijos de Israel; y el lugar será santificado con mi gloria. 44 Y santificaré el tabernáculo de reunión y el altar; santificaré asimismo a Aarón y a sus hijos, para que sean mis sacerdotes. 45 Y habitaré entre los hijos de Israel, y seré su Dios. 46 Y conocerán que yo soy Jehová su Dios, que los saqué de la tierra de Egipto, para habitar en medio de ellos. Yo Jehová su Dios.

Éxodo 30:1-38

1 Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo harás. Su longitud será de un codo, y su anchura de un codo; será cuadrado, y su altura de dos codos; y sus cuernos serán parte del mismo. Y lo cubrirás de oro puro, su cubierta, sus paredes en derredor y sus cuernos; y le harás en derredor una cornisa de oro. Le harás también dos anillos de oro debajo de su cornisa, a sus dos esquinas a ambos lados suyos, para meter las varas con que será llevado. Harás las varas de madera de acacia, y las cubrirás de oro. Y lo pondrás delante del velo que está junto al arca del testimonio, delante del propiciatorio que está sobre el testimonio, donde me encontraré contigo. Y Aarón quemará incienso aromático sobre él; cada mañana cuando aliste las lámparas lo quemará. Y cuando Aarón encienda las lámparas al anochecer, quemará el incienso; rito perpetuo delante de Jehová por vuestras generaciones. No ofreceréis sobre él incienso extraño, ni holocausto, ni ofrenda; ni tampoco derramaréis sobre él libación. 10 Y sobre sus cuernos hará Aarón expiación una vez en el año con la sangre del sacrificio por el pecado para expiación; una vez en el año hará expiación sobre él por vuestras generaciones; será muy santo a Jehová. 11 Habló también Jehová a Moisés, diciendo: 12 Cuando tomes el número de los hijos de Israel conforme a la cuenta de ellos, cada uno dará a Jehová el rescate de su persona, cuando los cuentes, para que no haya en ellos mortandad cuando los hayas contado. 13 Esto dará todo aquel que sea contado; medio siclo, conforme al siclo del santuario. El siclo es de veinte geras. La mitad de un siclo será la ofrenda a Jehová. 14 Todo el que sea contado, de veinte años arriba, dará la ofrenda a Jehová. 15 Ni el rico aumentará, ni el pobre disminuirá del medio siclo, cuando dieren la ofrenda a Jehová para hacer expiación por vuestras personas. 16 Y tomarás de los hijos de Israel el dinero de las expiaciones, y lo darás para el servicio del tabernáculo de reunión; y será por memorial a los hijos de Israel delante de Jehová, para hacer expiación por vuestras personas. 17 Habló más Jehová a Moisés, diciendo: 18 Harás también una fuente de bronce, con su base de bronce, para lavar; y la colocarás entre el tabernáculo de reunión y el altar, y pondrás en ella agua. 19 Y de ella se lavarán Aarón y sus hijos las manos y los pies. 20 Cuando entren en el tabernáculo de reunión, se lavarán con agua, para que no mueran; y cuando se acerquen al altar para ministrar, para quemar la ofrenda encendida para Jehová, 21 se lavarán las manos y los pies, para que no mueran. Y lo tendrán por estatuto perpetuo él y su descendencia por sus generaciones. 22 Habló más Jehová a Moisés, diciendo: 23 Tomarás especias finas: de mirra excelente quinientos siclos, y de canela aromática la mitad, esto es, doscientos cincuenta, de cálamo aromático doscientos cincuenta, 24 de casia quinientos, según el siclo del santuario, y de aceite de olivas un hin. 25 Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del perfumador, será el aceite de la unción santa. 26 Con él ungirás el tabernáculo de reunión, el arca del testimonio, 27 la mesa con todos sus utensilios, el candelero con todos sus utensilios, el altar del incienso, 28 el altar del holocausto con todos sus utensilios, y la fuente y su base. 29 Así los consagrarás, y serán cosas santísimas; todo lo que tocare en ellos, será santificado. 30 Ungirás también a Aarón y a sus hijos, y los consagrarás para que sean mis sacerdotes. 31 Y hablarás a los hijos de Israel, diciendo: Este será mi aceite de la santa unción por vuestras generaciones. 32 Sobre carne de hombre no será derramado, ni haréis otro semejante, conforme a su composición; santo es, y por santo lo tendréis vosotros. 33 Cualquiera que compusiere ungüento semejante, y que pusiere de él sobre extraño, será cortado de entre su pueblo. 34 Dijo además Jehová a Moisés: Toma especias aromáticas, estacte y uña aromática y gálbano aromático e incienso puro; de todo en igual peso, 35 y harás de ello el incienso, un perfume según el arte del perfumador, bien mezclado, puro y santo. 36 Y molerás parte de él en polvo fino, y lo pondrás delante del testimonio en el tabernáculo de reunión, donde yo me mostraré a ti. Os será cosa santísima. 37 Como este incienso que harás, no os haréis otro según su composición; te será cosa sagrada para Jehová. 38 Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será cortado de entre su pueblo.

Cuando Dios le indicó a Moisés que construyera un tabernáculo “para él”, Moisés podría haber dicho: “¡No hay problema, Señor! Estuve armando tiendas desde que me escapé de Egipto hace cuarenta años… ¡Solo dame un minuto!” Para cualquier hombre que viviera en la cultura madianita seminómade de la época, armar una carpa era algo sencillo. Podría haberlo hecho con los ojos vendados, por reflejo, con la mente en otras cosas mucho más importantes. Lo que Moisés quizá no se esperaba era un conjunto de planos muy detallados (que, por lo demás, era una estructura arquitectónica muy sencilla), más una larga lista de cómo fabricar cada mueble del interior, al igual que las prendas sacerdotales: casi 150 instrucciones punto por punto. Para construir una mesa sencilla, por ejemplo, Moisés tuvo que seguir un procedimiento de ensamblaje de siete pasos (Éxo. 25:23–30).

La atención al detalle que Dios mostró en la construcción de su Tabernáculo (como así también más adelante en las instrucciones para los rituales sacrificiales) muestra un espíritu predominante de excelencia, un deseo de producir nada menos que una obra maestra. Los materiales eran de la más alta calidad, el diseño era impecable, el trabajo tenía que ser sobresaliente: el mensaje era claro: “¡Con Dios, no se acepta el trabajo chapucero!”

Sin embargo, aunque la norma parecía ser elevada, fue Dios mismo quien proporcionó no solo el ímpetu sino también los recursos humanos para alcanzarla. Leemos, en Éxodo 31:1 al 6 y 35:30 al 36:1, que Dios mismo le dio al pueblo las habilidades necesarias. Estos hombres fueron llenos “del Espíritu”, lo que les dio habilidad y conocimiento en todo tipo de artesanías, para que la construcción del Tabernáculo y sus muebles avanzara como “ha mandado Jehová” (Éxo. 36:1). Además, los mismos dos maestros diseñadores también fueron dotados para “que pueda[n] enseñar” (35:34), de modo que su conocimiento y su habilidad continuaran dentro de la comunidad israelita. Aunque en la historia se señala a ambos como los líderes elegidos por Dios, hubo otros que recibieron dones similares y se sumaron a la obra (36:2).

Por lo tanto, no es una excusa válida el hecho de que seamos seres humanos y pecaminosos para encarar alguna tarea sin la máxima dedicación. Dios espera que siempre nos desempeñemos de la mejor manera, aprovechando nuestros talentos, habilidades, tiempo y educación para grandes causas.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Señor da sabiduría a todos los que se dedican a su servicio. El tabernáculo que debía llevarse por el desierto, y el templo de Jerusalén, se construyeron de acuerdo con instrucciones especiales de Dios. Desde el mismo comienzo él fue minucioso en cuanto al diseño y la ejecución de su obra. En esta época del mundo Dios ha dado a su pueblo mucho conocimiento e instrucción acerca de la forma en que debe realizarse su obra: sobre una base elevada, refinada y ennoblecedora; y se desagrada con los que no cumplen con el plan divino en su servicio. Separará a esos hombres de su causa y probará a otros que, si son autosuficientes, a su vez serán reemplazados por otros obreros (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1147).

Cristo fue un obrero fiel tanto en las cosas temporales como en las espirituales, y en toda su obra tenía la determinación de hacer la voluntad de su Padre. Los asuntos del cielo y de la tierra están más íntimamente relacionados y se hallan más directamente sometidos a la intervención de Cristo de lo que muchos se dan cuenta. Fue Cristo quien hizo el proyecto y el plano del primer tabernáculo terrenal. Él dio todas las indicaciones con respecto a la edificación del templo de Salomón. Aquel que en su vida terrenal trabajara como carpintero en la aldea de Nazaret, fue el Arquitecto celestial que trazó el plan del sagrado edificio en el cual había de honrarse su nombre.

Fue Cristo quien dio a los edificadores del tabernáculo sabiduría para ejecutar la mano de obra más hábil y hermosa. Él dijo: «Mira, yo be llamado por su nombre a Bezaleel, hijo de Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo he henchido de espíritu de Dios, en sabiduría, y en inteligencia, y en ciencia, y en todo artificio… Y he aquí que yo be puesto con él a Aholiab, hijo de Ahisamac, de la tribu de Dan: y be puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que hagan todo lo que te he mandado». Éxodo 31 :2-6 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 283).

El Señor dará entendimiento a todos los que se quieran relacionar plenamente con su obra. No tenemos que confiar solo en la sabiduría humana. En Dios hay sabiduría, y tenemos el privilegio de acudir a él para obtener consejo…

Todos somos miembros de la familia del Altísimo, y en mayor o menor medida tenemos talentos que él nos ha confiado, por cuyo empleo nos hace responsables. Ya sea que nuestros talentos sean grandes o pequeños, tenemos que emplearlos en el servicio del Señor, y debemos reconocer el derecho de los demás de emplear los talentos que se les han confiado.

Nunca debemos despreciar el más mínimo capital físico o intelectual. Algunos solo pueden negociar con pesos y centavos y, con la bendición de Dios y gracias a una labor diligente, esos humildes siervos pueden hacer inversiones con buen éxito, y obtener ganancias proporcionadas al capital que se les confió. Nadie debiera despreciar al humilde obrero que está ocupando su lugar, y que está llevando a cabo una obra que alguien debe hacer, por pequeña que esta parezca (Cada día con Dios, p. 343).

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Miércoles 9 de diciembre | Lección 11___________________________________

EL TRABAJO Y LA ESPIRITUALIDAD

“Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gál. 5:25). El trabajo y la espiritualidad son inseparables. El cristianismo no es una prenda que nos podemos poner o quitar cuando cambiamos de humor o pasamos por diferentes etapas de la vida. El cristianismo crea un nuevo ser que se manifiesta en todas las dimensiones de la vida, incluyendo el trabajo.

Lee Gálatas 5:22 al 26. ¿Qué dones que describe Pablo también te describen a ti y a tu trabajo?

Gálatas 5:22-26

22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. 24 Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. 25 Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu. 26 No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros.

Un diccionario expositivo de palabras del Nuevo Testamento describe a la persona “espiritual” como “alguien que manifiesta los frutos del Espíritu a su manera”. A partir de esto, podemos concluir que, a través de nuestra conexión con Cristo, los seres humanos funcionaremos como creyentes en todos los aspectos de nuestra vida.

Un paciente estaba en su lecho de muerte en el Hospital de Florida mientras su mejor amigo velaba junto a su cama. Los enfermeros entraban y salían de la habitación, atendiendo las necesidades del paciente. Tratando de mantener una conversación fluida, el amigo preguntó a los enfermeros dónde habían estudiado. Muchos le contaron que se graduaron del Hospital Escuela Florida.

Esto causó una gran impresión en el amigo. Posteriormente realizó varias visitas al Hospital Escuela Florida para ver cómo era. ¿Por qué? Porque él le había contado a la gente que le parecía que los enfermeros graduados de esta escuela constantemente le brindaban más amor y cariño a su amigo moribundo que los enfermeros graduados en otros lugares. Es decir, pudo ver una gran diferencia entre ellos y los demás con respecto a su actitud hacia su amigo moribundo.

Por lo tanto, hizo muchas preguntas sobre el colegio y su misión, y finalmente dejó una donación de cien mil dólares para educar a más enfermeros como los que había visto en acción. Sí, la espiritualidad es un estilo de vida.

¿Cómo manifiestas tu espiritualidad en las tareas cotidianas de la vida? ¿Qué tipo de impresión crees que dejas (porque, en definitiva, dejas huella)?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los hábitos de indolencia y descuido consentidos en el trabajo común, serán llevados a la vida religiosa, e incapacitarán a uno para prestar cualquier servicio eficiente a Dios. Muchos que, mediante una labor diligente podrían haber sido una bendición para el mundo, se han visto arruinados por causa de la ociosidad. La falta de empleo y de un propósito determinado abren la puerta a un millar de tentaciones. Las malas compañías y los hábitos viciosos depravan la mente y el alma, y el resultado es la ruina para esta vida y la venidera.

Cualquiera que sea el ramo de trabajo en el cual nos ocupemos, la Palabra de Dios nos enseña a ser «en el cuidado no perezosos; ardientes en espíritu, sirviendo al Señor». «Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas», «sabiendo que del Señor recibiréis la compensación de la herencia: porque al Señor Cristo servís». Romanos 12: 11; Eclesiastés 9: 10; Colosenses 3:24 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 281 ).

La religión y los negocios no van separados; son una sola cosa. La religión de la Biblia ha de entretejerse con todo lo que hacemos o decimos. Los agentes divinos y humanos han de combinarse tanto en las realizaciones temporales como en las espirituales. Han de estar unidos en todas las actividades humanas, en las labores mecánicas y agrícolas, en las empresas comerciales y científicas. En toda actividad cristiana debe existir cooperación.

Dios ha proclamado principios que son los únicos que hacen posible esta cooperación. Su gloria debe ser el motivo de todos los que colaboren con él. Todo nuestro trabajo debe hacerse por amor a Dios y de acuerdo con su voluntad.

Es tan esencial hacer la voluntad de Dios cuando se construye un edificio como cuando se toma parte en un servicio religioso. Y si los obreros han empleado los principios correctos en la edificación de su propio carácter, entonces en la erección de cualquier edificio crecerán en gracia y conocimiento (Palabras de vida del gran Maestro, p. 284).

Me dirijo a nuestros hermanos. Si os acercáis a Jesús, y tratáis de adornar vuestra profesión con una vida bien ordenada y una conversación piadosa, vuestros pies serán guardados de extraviarse en sendas prohibidas. Si tan solo queréis velar, velar continuamente en oración, y tan solo hacéis todo como si estuvieseis en la presencia inmediata de Dios, seréis salvados de caer en la tentación, y podréis esperar llevar hasta el fin una vida pura sin mancha ni contaminación. Si mantenéis firme hasta el fin el principio de vuestra confianza, vuestros caminos serán afirmados en Dios, y lo que la gracia empezó, lo coronará la gloria en el reino de nuestro Dios. Los frutos del Espíritu son amor, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley. Si Cristo está con nosotros crucificaremos la carne con sus afectos y concupiscencias (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 138).

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Lección 11 | Jueves 10 de diciembre_____________________________________

EL TRABAJO Y LA MAYORDOMÍA

“Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas” (Ecl. 9:10). El más sabio de los hombres utiliza estas palabras de consejo con respecto a la mayordomía en todos los aspectos de la vida.

Al hablar sobre la mayordomía cristiana, muchos limitan sus pensamientos a la responsabilidad financiera de los cristianos. Aunque el dinero es sin duda un aspecto importante de la mayordomía, no lo es todo. En teoría organizacional, la mayordomía alude a la responsabilidad administrativa de adquirir y utilizar en forma adecuada todos los recursos disponibles.

En la iglesia, ¿cuáles son los recursos con los que Dios nos ha bendecido? Pedro dice claramente que el Creador dio dones a cada uno; y llama “sacerdocio santo” (1 Ped. 2:5) a esos cristianos dotados con responsabilidad ante Dios por su administración de todos los dones de Dios: dinero, tiempo, energía, talento y demás.

Lee Eclesiastés 9:10 y 1 Corintios 10:31. ¿Cuál es el mensaje para nosotros en estos versículos sobre cómo debemos trabajar y cómo debemos educar a la gente para trabajar?

Eclesiastés 9:10

10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.

1 Corintios 10:31

31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

Una de las trampas comunes de la vida actual es la tendencia a compartimentar los diferentes aspectos de la vida. Hay una vida laboral, una vida familiar, una vida espiritual, e incluso una vida de ocio. La tendencia a separar estos aspectos de la vida para que haya poca o ninguna superposición entre ellas es deseable en algunos casos. Por ejemplo, no es bueno llevar el trabajo a casa, de manera que interfiera con las responsabilidades familiares. La búsqueda del ocio tampoco debería reducir el tiempo que pasamos con Dios.

Sin embargo, esa restricción no debería aplicarse al papel que nuestra vida espiritual debe desempeñar en toda nuestra existencia. El trabajo del cristiano surge de la comunión y el trabajo con Dios. El trabajo es una manera en la que podemos practicar la presencia de Dios. Compartimentar nuestra vida religiosa, limitar a Dios a un día, una hora o incluso un aspecto de la vida, es rechazar la presencia de Dios en estos otros aspectos.

Dos preguntas: en primer lugar, pregúntate si realmente fragmentas tu vida espiritual. En segundo lugar, si tu respuesta es sí, ¿cómo puedes aprender a dejar que la espiritualidad reine en todo lo que haces?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios desea que sus obreros en todo ramo lo miren a él como el Dador de cuanto poseen. Todas las buenas invenciones y progresos tienen su fuente en el que es maravilloso en consejo y grande en sabiduría. El toque hábil de la mano del médico, su poder sobre los nervios y los músculos, su conocimiento del delicado organismo humano, no es otra cosa que la sabiduría del poder divino que ha de ser empleada en favor de los que sufren. La destreza con La cual el carpintero usa el martillo, la fuerza con que el herrero hace sonar el yunque, provienen de Dios. Él ha dotado a los hombres de talentos, y espera que acudan a él en procura de consejo. En todo cuanto hagamos, en cualquier departamento de la obra en que nos hallemos, él desea gobernar nuestras mentes a fin de que hagamos una obra perfecta (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 283, 284).

El trabajo es una bendición, no una maldición. Un espíritu de indolencia destruye la piedad y entristece al Espíritu de Dios. Un charco estancado es repulsivo, pero la corriente de agua pura esparce salud y alegría sobre la tierra. Pablo sabía que aquellos que descuidan el trabajo físico se debilitan rápidamente. Deseaba enseñar a los ministros jóvenes que, trabajando con sus manos y poniendo en ejercicio sus músculos y tendones, se fortalecerían para soportar las faenas y privaciones que los aguardaban en el campo evangélico. Y comprendía que su propia enseñanza carecería de vitalidad y fuerza si no mantenía todas las partes de su organismo debidamente ejercitadas (Los hechos de los apóstoles, p. 284).

Pablo instó a sus hermanos a preguntar qué influencia ejercerían sus palabras y hechos sobre los demás, y a no hacer nada, por inocente que fuera en sí mismo, que pareciera sancionar la idolatría u ofender los escrúpulos de los que fueran débiles en la fe. «Si pues coméis, o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo a gloria de Dios. Sed sin ofensa a judíos, y a gentiles, y a la iglesia de Dios».

Las palabras de amonestación del apóstol a la iglesia de Corinto se aplican a todo tiempo, y convienen especialmente a nuestros días. Por idolatría, él no se refería solamente a la adoración de los ídolos, sino al servicio propio, al amor a la comodidad, a la complacencia de los apetitos y pasiones. Una mera profesión de fe en Cristo, un jactancioso conocimiento de la verdad, no hace cristiano a un hombre. Una religión que trata solamente de agradar a los ojos, a los oídos o al gusto, o que sanciona la complacencia propia, no es la religión de Cristo (Los hechos de los apóstoles, p. 255).

Aprendemos una gran lección cuando entendemos nuestra relación con Dios, y su relación con nosotros. Las palabras: »No sois vuestros. Porque habéis sido comprados por precio» (1 Corintios 6:19, 20), deberían ser ubicadas en la sala de la memoria, para que siempre podamos reconocer el derecho de Dios a nuestros talentos, nuestros bienes, nuestra influencia, nuestra propia individualidad. Debemos aprender cómo tratar este don de Dios, en mente, alma y cuerpo, para que, corno posesión adquirida de Cristo, podamos presentarle un servicio saludable y agradable (Reflejemos a Jesús, p. 130).

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Viernes 11 de diciembre | Lección 11_____________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Génesis 3; Eclesiastés 2:18 al 23; Efesios 6:6 al 8; Elena de White, Patriarcas y profetas, “La tentación y la caída”, pp. 34-47.

El trabajo: ¿una maldición o una bendición? Al parecer, vino como parte de la maldición del pecado (Gén. 3:17). Una lectura más cuidadosa revela que fue la Tierra la que fue maldecida, no el trabajo. Elena de White declara que Dios tenía la intención de que este mandato funcionara como una bendición: “La vida de afanes y cuidados, que en lo sucesivo sería el destino del hombre, le fue asignada por amor. Era una disciplina que su pecado había hecho necesaria para frenar la tendencia a ceder a los apetitos y las pasiones, y para desarrollar hábitos de dominio propio. Era parte del gran plan de Dios para rescatar al hombre de la ruina y la degradación del pecado” (PP 44). ¿Es posible que lo hayamos convertido en una maldición por la monotonía, el exceso de trabajo o la sobrevaloración de su papel en nuestra vida? Cualquiera que sea nuestra situación, debemos aprender a poner el trabajo en su perspectiva adecuada. Y la educación cristiana debe ayudar a capacitar a las personas para asimilar el valor del trabajo, y al mismo tiempo no convertirlo en un ídolo.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Lee Eclesiastés 2:18 al 24. ¿Cómo puede Salomón considerar que el trabajo es una bendición y una maldición, en el mismo pasaje de la Biblia? ¿Cuáles son las sugerencias del texto sobre cómo podemos marcar la diferencia en la manera de abordar nuestro trabajo?
  2. Es mediante el trabajo que cuidamos (sustentamos) a nuestras familias. ¿Cómo podemos transmitir una actitud positiva sobre el trabajo a nuestra familia?
  3. Hay una delgada línea entre hacer un trabajo excelente y ser un adicto al trabajo, a veces. ¿Cómo evitamos cruzar esa línea? Ver Eclesiastés 2:23.
  4. Pablo dijo muy claramente: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar, tampoco coma” (2 Tes. 3:10). Este principio, por supuesto, tiene mucho sentido. ¿Cuáles podrían ser algunos ejemplos en los que no se aplica? Es decir, ¿por qué debemos estar seguros de no hacer de esta una regla irrefutable que nunca debe romperse?

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2 pensamientos en “Lección 11 – EL CRISTIANO Y EL TRABAJO – Para el 12 de diciembre de 2020

  1. Bendiciones hermano Tony. Es de gran ayuda. El estudio. Dios le continúe bendiciendo grandemente. Saludos

  2. Hermano Tony necesito la leccion 2 del cuarto trimestre del 2020 en pdf le agradecere mucho

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