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Lección 1: Para el 3 de abril de 2021
¿QUÉ OCURRIÓ?
Sábado 27 de marzo_________________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 100:3; Hechos 17:26; Génesis 2:7, 18–25; 1:28, 29; 3:15.
PARA MEMORIZAR:
“Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza […]. Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó” (Gén. 1:26, 27).
El relato bíblico de la creación de la humanidad está lleno de esperanza, felicidad y perfección. Cada día de la Creación terminaba con el pronunciamiento divino de que era “bueno”. Desde luego, eso no incluía tifones, terremotos, hambrunas ni enfermedades. ¿Qué ocurrió?
El sexto día de la Creación terminó con el pronunciamiento divino de que era “bueno en gran manera”. Es que ese día el Señor creó seres a su propia imagen: los seres humanos. Por supuesto, estos seres eran perfectos en todo sentido. Al fin y al cabo, la humanidad fue hecha a imagen de Dios. No había asesinos, ladrones, mentirosos, estafadores ni viles en sus filas. La lección de esta semana analiza la Creación, lo que Dios hizo originalmente y luego lo que sucedió con esa Creación perfecta. Finalmente, aborda el tema del trimestre: qué está haciendo Dios con el fin de que todo vuelva a ser como al principio.
Reseña de la semana: ¿Qué enseña la Biblia sobre los orígenes? ¿Qué clase de relación quería tener Dios con la humanidad? ¿Cuál era el propósito del árbol del conocimiento del bien y del mal? ¿Qué esperanza se les dio a Adán y a Eva inmediatamente después de la Caída?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Después de crear la tierra y los animales que la habitaban, el Padre y el Hijo llevaron adelante su propósito, ya concebido antes de la caída de Satanás, de crear al hombre a su propia imagen. Habían actuado juntos en ocasión de la creación de la tierra y de todos los seres vivientes que había en ella. Entonces Dios dijo a su Hijo: “Hagamos al hombre a nuestra imagen”. Cuando Adán salió de las manos de su Creador era de noble talla y hermosamente simétrico. Era bien proporcionado y su estatura era un poco más del doble de la de los hombres que hoy habitan la tierra. Sus facciones eran perfectas y hermosas. Su tez no era blanca ni pálida, sino sonrosada, y resplandecía con el exquisito matiz de la salud. Eva no era tan alta como Adán. Su cabeza se alzaba algo más arriba de los hombros de él. También era de noble aspecto, perfecta en simetría y muy hermosa (La historia de la redención, {HR}, pp. 20, 21).
Adán fue rodeado de todo lo que su corazón pudiera desear. Toda necesidad era suplida. No había pecado ni indicios de decadencia en el glorioso Edén. Los ángeles de Dios conversaban libre y amablemente con la santa pareja. Los felices cantores emitían sus gozosos trinos de alabanza a su Creador. Los animales apacibles, en su feliz inocencia, jugaban en derredor de Adán y Eva, obedientes a su palabra. En la perfección de su virilidad, Adán era la obra más noble del Creador.
Ni una sombra intervenía entre ellos y su Creador. Conocían a Dios como su Padre benéfico, y en todo se conformaba su voluntad con la de Dios. El carácter de Dios se reflejaba en el de Adán. Su gloria se revelaba en todo objeto de la naturaleza (El hogar cristiano, {HC}, p. 22).
La ley de Dios, por su naturaleza misma, es inmutable. Es una revelación de la voluntad y del carácter de su Autor. Dios es amor, y su ley es amor. Sus dos grandes principios son el amor a Dios y al hombre…
Al principio el hombre fue creado a la imagen de Dios. Estaba en perfecta armonía con la naturaleza y la ley de Dios; los principios de justicia estaban grabados en su corazón. Pero el pecado le separó de su Hacedor. Ya no reflejaba más la imagen divina. Su corazón estaba en guerra con los principios de la ley de Dios. “La intención de la carne es enemistad contra Dios, porque no se sujeta a la ley de Dios, ni tampoco puede”. Romanos 8:7. Mas “de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito”, para que el hombre fuese reconciliado con Dios. Por los méritos de Cristo puede restablecerse la armonía entre el hombre y su Creador. Su corazón debe ser renovado por la gracia divina; debe recibir nueva vida de lo alto. Este cambio es el nuevo nacimiento, sin el cual, según expuso Jesús, nadie “puede ver el reino de Dios” (El conflicto de los siglos, {CS}, pp. 461, 462).
Lección 1 | Domingo 28 de marzo___________________________________________
TORTUGAS HASTA EL FONDO…
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra” (Gén. 1:1).
El tema más crucial de la existencia humana es la naturaleza del Universo mismo. ¿Qué es este mundo en el que nos encontramos sin haberlo elegido? ¿Por qué estamos aquí? ¿Cómo llegamos aquí? Y ¿hacia dónde nos dirigimos todos finalmente?
Estas son las preguntas más básicas y fundamentales que la gente podría hacerse, porque entender quiénes somos y cómo llegamos aquí afectará nuestra comprensión de cómo vivimos y cómo actuamos mientras estemos aquí.
Busca los siguientes versículos: Génesis 1:1; Salmo 100:3; Isaías 40:28; Hechos 17:26; Efesios 3:9; Hebreos 1:2, 10. ¿Cómo responde cada uno, a su manera, algunas de las preguntas anteriores? ¿Cuál es el punto en común en todos ellos?
Génesis 1:1
1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.
Salmo 100:3
3 Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado.
Isaías 40:28
28 ¿No has sabido, no has oído que el Dios eterno es Jehová, el cual creó los confines de la tierra? No desfallece, ni se fatiga con cansancio, y su entendimiento no hay quien lo alcance.
Hechos 17:26
26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación;
Efesios 3:9
9 y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas;
Hebreos 1:2, 10
2 en estos postreros días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo;
10 Y: Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, Y los cielos son obra de tus manos.
Lo interesante de Génesis 1:1 (e incluso de los demás versículos) es que el Señor no intenta probar que él es el Creador. No hay elaboración de argumentos para demostrarlo. Él se expresa de manera simple y clara, sin ningún intento de justificarlo, explicarlo ni probarlo. O lo aceptamos por fe o no lo aceptamos. De hecho, la fe es la única forma en que podemos aceptar la idea, por una sencilla razón: ninguno de nosotros estaba allí para ver el proceso de Creación en sí. Obviamente, habría sido una imposibilidad lógica para nosotros haber estado allí, en nuestra propia creación. Incluso los secularistas, independientemente de su punto de vista sobre los orígenes, tienen que adoptar ese enfoque con fe por la misma razón que nosotros, como creacionistas: ninguno de nosotros estuvo allí para ver el evento.
Sin embargo, aunque Dios nos haya pedido que creamos en él como Creador, no nos pide que creamos sin darnos buenas razones para hacerlo. Sabiendo que se requiere una cierta cantidad de fe en casi todo lo que creemos, escribe las razones por las que tiene sentido confiar en que estamos aquí porque un Creador nos colocó aquí con un propósito, en vez de pensar que nuestros orígenes están enraizados en nada más que la pura casualidad o el azar.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Los mayores intelectos humanos no pueden comprender los misterios de Jehová que se revelan en la naturaleza. La inspiración divina hace muchas preguntas que no puede contestar el erudito más profundo. Estas preguntas no fueron hechas para que las pudiésemos contestar, sino para llamar nuestra atención a los profundos misterios de Dios y enseñamos que nuestra sabiduría es limitada, que en lo que rodea nuestra vida diaria hay muchas cosas que superan la comprensión de las mentes finitas y que el juicio y el propósito de Dios son inescrutables. Su sabiduría es también insondable.
Los escépticos se niegan a creer en Dios porque sus mentes finitas no pueden comprender el poder infinito por medio del cual él se revela a los hombres. Pero se le ha de reconocer más por lo que no revela de sí mismo que por lo que está abierto a nuestra comprensión limitada. Tanto en la revelación divina como en la naturaleza, Dios nos ha dejado misterios que exigen fe. Así debe ser. Podemos escudriñar siempre, averiguar de continuo, aprender constantemente, y, sin embargo, quedará por delante lo infinito (Testimonios para la iglesia, {8TI}, t. 8, p. 272).
Tenía el alto privilegio de relacionarse íntimamente, cara a cara, con su Creador. Si hubiera permanecido leal a Dios, todo esto le hubiera pertenecido para siempre. A través de los siglos eternos, hubiera seguido adquiriendo nuevos tesoros de conocimiento, descubriendo nuevos manantiales de felicidad y obteniendo conceptos cada vez más claros de la sabiduría, el poder y el amor de Dios…
Pero por su desobediencia perdió todo esto. El pecado mancilló y casi borró la semejanza divina. Las facultades físicas del hombre se debilitaron, su capacidad mental disminuyó, su visión espiritual se oscureció. Quedó sujeto a la muerte. No obstante, la especie humana no fue dejada sin esperanza. Con infinito amor y misericordia había sido diseñado el plan de salvación y se le otorgó una vida de prueba. La obra de la redención debía restaurar en el hombre la imagen de su Hacedor, devolverlo a la perfección con que había sido creado, promover el desarrollo del cuerpo, la mente y el alma, a fin de que se llevara a cabo el propósito divino de su creación. Este es el objetivo de la educación, el gran propósito de la vida.
Honrar a Cristo, asemejarse a él, es la ambición superior de la vida, y su mayor gozo (The Faith I Live By, p. 166; parcialmente en La fe por la cual vivo, P. 168).
Todos los sistemas de filosofía ideados por el hombre han conducido a la confusión y a la vergüenza cuando no se ha reconocido y honrado a Dios. Perder la fe en Dios es terrible. La prosperidad no puede ser una gran bendición para las naciones y los individuos, una vez que se pierde la fe en su Palabra. Nada es realmente grande sino sólo lo que es eterno en sus tendencias…
Aquel cuya alma está llena del Espíritu de Dios aprenderá la lección de una fe confiada. Toma la Palabra escrita como su consejero y guía, y hallará en la ciencia una ayuda para comprender a Dios (Mensajes selectos, {3MS}, t. 3, p. 355).
Lunes 29 de marzo | Lección 1______________________________________________
A IMAGEN DEL CREADOR (GÉN. 1:27)
La Biblia declara que Dios creó a la humanidad, hombre y mujer, “a su imagen” (Gén. 1:27). Sobre esta base, responde las siguientes preguntas:
Génesis 1:27
27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
- ¿Qué significa que Dios nos haya creado a su imagen? ¿En qué medida somos “a su imagen”?
- Según el relato del Génesis, ¿creó el Señor algo más “a su imagen”, aparte de la humanidad? ¿Qué nos dice eso sobre nuestra condición singular, en contraste con el resto de la Creación en el planeta Tierra?
- ¿Qué más se puede encontrar en el relato de la Creación de la humanidad que distingue a la raza humana de cualquier otra creación divina? Ver Génesis 2:7 y 18 al 25.
Génesis 2:7 y 18-25
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
18 Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. 19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre. 20 Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. 21 Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. 22 Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. 23 Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada. 24 Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. 25 Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban.
Todo lo que podemos decir es que en nuestra naturaleza física, mental y espiritual reflejamos de alguna manera a nuestro Creador divino; aunque todavía hay mucho de él que, al menos para nosotros, esté envuelto en misterio. Sin embargo, la Biblia enfatiza los aspectos espirituales y psíquicos de nuestra personalidad. Estos aspectos los podemos desarrollar y mejorar. Es la singularidad de la mente humana lo que hace posible una relación sustanciosa con Dios; algo que el resto de la Creación terrenal de Dios, al parecer, no puede hacer.
Observa también el relato peculiar de cómo Dios creó a la mujer. Tanto hombres como mujeres comparten el increíble privilegio de ser creados a la imagen de Dios. En su creación, no hay indicios de inferioridad de uno ni del otro. Dios mismo hizo a ambos de la misma sustancia. Dios hizo a ambos iguales desde el principio, y los puso juntos en una relación especial con él. Ambos tuvieron la misma oportunidad de desarrollar el carácter.
“Dios mismo dio a Adán una compañera. Le proveyó de una ‘ayuda idónea para él’ –alguien que realmente le correspondía–, una persona digna y apropiada para ser su compañera y que podría ser una sola cosa con él en amor y simpatía. Eva fue creada de una costilla tomada del costado de Adán, para significar que ella no debía dominarlo como cabeza, ni tampoco debía ser humillada y hollada bajo sus pies como un ser inferior, sino que más bien debía estar a su lado como su igual, para ser amada y protegida por él” (PP 25).
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal. Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida. Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser criatura viva e inteligente. Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo quedó sometido a una ley. El hombre fue hecho alma viviente. Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades…
Sobre todos los órdenes inferiores de los seres, Dios dispuso que el hombre, corona de su creación, expresara el pensamiento divino y revelara la gloria de Dios. Pero no por ello tiene el hombre que enaltecerse como Dios (El ministerio de curación, {MC}, pp. 322, 323).
Adán fue coronado rey en el Edén. A él se le dio dominio sobre toda cosa viviente que Dios había creado. El Señor bendijo a Adán y a Eva con una inteligencia que no le había dado a ninguna otra criatura. Hizo de Adán el legítimo soberano sobre todas las obras de sus manos.
Creados para ser la “imagen y gloria de Dios” (1 Corintios 11:7), Adán y Eva habían recibido capacidades dignas de su elevado destino… Todas las facultades de la mente y el alma reflejaban la gloria del Creador. Adán y Eva, dotados de dones mentales y espirituales superiores, fueron creados en una condición “un poco inferior a los ángeles”. Hebreos 2:7 (La maravillosa gracia de Dios, {MGD}, p. 40).
Todo el mundo natural está destinado a ser intérprete de las cosas de Dios. Para Adán y Eva en su hogar del Edén, la naturaleza estaba llena del conocimiento de Dios, rebosante de instrucción divina. Para sus oídos atentos, hacía repercutir la voz de la sabiduría. La sabiduría hablaba al ojo y era recibida en el corazón; porque ellos comulgaban con Dios en sus obras creadas (Consejos para los maestros, {CM}, p. 178).
En la parábola del Salvador, aunque la dracma perdida estaba en el polvo y la basura, no dejaba de ser una moneda de plata. Su dueña la buscó porque tenía valor. Así también toda alma, por degradada que esté por el pecado, es preciosa a la vista de Dios. Como la moneda llevaba la imagen y la inscripción del monarca reinante, así también el hombre cuando fue creado recibió la imagen y la inscripción de Dios. Aunque empañada y deteriorada por el pecado, el alma humana guarda aún vestigios de dicha inscripción. Dios desea recuperar esta alma, y estampar nuevamente en ella su propia imagen en justicia y santidad (El ministerio de curación, {MC}, p. 120).
Lección 1 | Martes 30 de marzo_____________________________________________
DIOS Y LA HUMANIDAD JUNTOS (GÉN. 1:28, 29)
Observa las primeras palabras que Dios dirigió a la humanidad, según las Escrituras. Les señala su capacidad para procrear, para reproducir más de su propia especie. También les señala la Tierra misma, la Creación, y les indica que la colmen, que la gobiernen y la dominen. También les indica las plantas que pueden comer. En resumen, según la Biblia, las primeras palabras de Dios al hombre y la mujer tratan específicamente de su interacción y su relación con el mundo físico.
¿Qué nos dice Génesis 1:28 y 29 sobre cómo ve Dios el mundo material? Este pasaje ¿sugiere que hay algo malo en las cosas materiales y en el hecho de que disfrutemos de ellas? ¿Qué lecciones podemos aprender de estas primeras escenas de la historia humana sobre cómo deberíamos relacionarnos con la Creación?
Génesis 1:28-29
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. 29 Y dijo Dios: He aquí que os he dado toda planta que da semilla, que está sobre toda la tierra, y todo árbol en que hay fruto y que da semilla; os serán para comer.
Además, con estas palabras, Dios da los primeros pasos hacia una relación con la humanidad. Él les habla, les da instrucciones, les dice qué hacer. También hay una responsabilidad implícita en las palabras. Dios les ha pedido que sean dueños de esta maravillosa Creación que él mismo produjo.
Génesis 1:28 menciona que Dios bendijo a Adán y a Eva. ¿Qué significa eso? ¿Qué tipo de relación sugiere entre ellos y su Creador?
Dios habló a Adán y a Eva como seres inteligentes, que podían responder a su bondad y entrar en comunión y compañerismo con él. Además, como criaturas e hijos suyos, Adán y Eva dependían de la bendición y el cuidado de su Padre y Creador. Les proveyó de todo lo que necesitaban. Ellos no hicieron nada para merecer lo que les dio; eran meramente receptores de algo que no merecían.
Cuando leemos sobre la Creación del hombre y la mujer, podemos ver elementos anteriores al pecado acerca del tipo de relación que Dios quiere que tengamos con él ahora, después del pecado. Repasa el estudio de este día y fíjate qué paralelismos puedes encontrar que te ayuden a entender cómo podemos relacionarnos con él incluso en nuestra condición caída.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El que creó al hombre y comprende sus necesidades indicó a Adán cuál era su alimento. “He aquí—dijo—que os he dado toda hierba que da simiente, … y todo árbol en que hay fruto de árbol que da simiente, seros ha para comer.” Génesis 1:29. Al salir del Edén para ganarse el sustento labrando la tierra bajo el peso de la maldición del pecado, el hombre recibió permiso para comer también “hierba del campo.” Génesis 3:18.
Los cereales, las frutas carnosas, las oleaginosas y las legumbres constituyen el alimento escogido para nosotros por el Creador. Preparados del modo más sencillo y natural posible, son los comestibles más sanos y nutritivos. Comunican una fuerza, una resistencia y un vigor intelectual que no pueden obtenerse de un régimen alimenticio más complejo y estimulante (El ministerio de curación, {MC}, pp. 227, 228).
Si los hombres fuesen hoy sencillos en sus costumbres, y viviesen en armonía con las leyes de la naturaleza, como Adán y Eva en el principio, habría abundante provisión para las necesidades de la familia humana. Habría menos necesidades imaginarias, y más oportunidades de trabajar en las cosas de Dios. Pero el egoísmo y la complacencia del gusto antinatural han producido pecado y miseria en el mundo, por los excesos de un lado, y por la carencia del otro (El Deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 334).
Cada bendición que se nos concede demanda una respuesta hacia el Autor de todos los dones de la gracia. El cristiano debiera repasar muchas veces su vida pasada, y recordar con gratitud las preciosas liberaciones que Dios ha obrado en su favor, sosteniéndole en la tentación, abriéndole caminos cuando todo parecía tinieblas y obstáculos, y dándole nuevas fuerzas cuando estaba por desmayar. Debiera reconocer todo esto como pruebas de la protección de los ángeles celestiales. En vista de estas innumerables bendiciones debiera preguntarse muchas veces con corazón humilde y agradecido: “¿Qué pagaré a Jehová por todos sus beneficios para conmigo?” Salmos 116:12.
Nuestro tiempo, nuestros talentos y nuestros bienes debieran dedicarse en forma sagrada al que nos confió estas bendiciones. Cada vez que se obra en nuestro favor una liberación especial, o recibimos nuevos e inesperados favores, debiéramos reconocer la bondad de Dios, expresando nuestra gratitud no sólo en palabras, sino, como Jacob, mediante ofrendas y dones para su causa. Así como recibimos constantemente las bendiciones de Dios, también hemos de dar sin cesar (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, p. 185).
Al trabajar, debemos ser colaboradores con Dios. Nos da la tierra y sus tesoros, pero nosotros tenemos que adaptarlos a nuestro uso y nuestra comodidad. Hace crecer los árboles, pero nosotros preparamos la madera y construimos la casa. Ha escondido en la tierra la plata y el oro, el hierro y el carbón, pero sólo podemos obtenerlos mediante el trabajo perseverante…
[A]unque Dios ha creado todas las cosas y las dirige constantemente, nos ha dotado de un poder que no es enteramente diferente del suyo. Se nos ha concedido cierto dominio sobre las fuerzas de la naturaleza. Tal como Dios sacó del caos la tierra con toda su belleza, nosotros podemos extraer poder y belleza de la confusión (La educación, {ED}, pp. 214, 215).
Miércoles 31 de marzo | Lección 1__________________________________________
EN EL ÁRBOL
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás” (Gén. 2:16, 17).
Esta prueba brindó a Adán y a Eva la oportunidad de ejercer su libre albedrío. También los desafió a responder positiva o negativamente a su relación con el Creador. Muestra, además, que Dios los había hecho seres libres y morales. Después de todo, si no hubieran tenido oportunidad de desobedecer, ¿por qué el Señor se habría molestado siquiera en advertirles en contra de la desobediencia, en el principio?
“Todo lo que precede en este capítulo ha allanado el camino para este clímax [Gén. 2:16, 17]. El futuro de la raza se centra en esta única prohibición. El hombre no tiene necesidad de confundirse con una multiplicidad de cuestiones. Solo debe tener presente una ordenanza divina. Al limitar así el número de mandatos a uno, Yahvéh da muestras de su misericordia. Además, para indicar que este único mandamiento no es gravoso, el Señor lo coloca en el contexto de un amplio permiso: ‘De todo árbol del huerto podrás comer’ ” (H. C. Leupold, Exposition of Genesis, t. 1, p. 127).
Cuando Dios invitó a Adán y a Eva a obedecer su voluntad, les estaba diciendo: Yo soy su Creador y los hice a mi imagen. Yo los mantengo con vida, porque por mí viven, se mueven y son. He provisto todas las cosas para su bienestar y felicidad (sustento, hogar, compañía humana) y los he puesto como gobernantes de este mundo. Si están dispuestos a confirmar esta relación conmigo porque me aman, entonces yo seré su Dios y ustedes serán mis hijos. Y pueden confirmar esta relación y la confianza implícita en ella simplemente obedeciendo este mandato específico.
En definitiva, nuestra relación con Dios puede ser eficaz y duradera solo si elegimos libremente aceptar su voluntad. Rechazar su voluntad es, en esencia, reclamar la independencia de él; indica que creemos que no lo necesitamos. Esa es una decisión que da como resultado el conocimiento del mal; y el mal conduce a la alienación, la soledad, la frustración y la muerte.
La prueba que Dios les dio a Adán y a Eva fue de lealtad y fe. ¿Serían leales a su Creador, que les había dado todo lo que necesitaban, además de un mundo de delicias, o seguirían su propio camino, independientemente de la voluntad de Dios? ¿Tendrían suficiente fe en él como para creer en su palabra? Su lealtad y su fe se vieron probadas ante el árbol del conocimiento del bien y del mal. ¿En qué medida nosotros enfrentamos pruebas similares todos los días? ¿Hasta qué punto la Ley de Dios funciona en paralelo al mandamiento dado en Génesis 2:16 y 17?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En medio del huerto, cerca del árbol de la vida, se alzaba el árbol del conocimiento del bien y del mal, destinado especialmente por Dios para ser una prenda de la obediencia, la fe y el amor de Adán y Eva hacia él. Refiriéndose a este árbol, el Señor ordenó a nuestros primeros padres que no comieran de él, ni lo tocaran, porque si lo hacían morirían. Les dijo que podían comer libremente de todos los árboles del huerto, menos de éste, porque si comían de él seguramente morirían.
Cuando Adán y Eva fueron instalados en el hermoso huerto, tenían todo cuanto podían desear para su felicidad. Pero Dios, para cumplir sus omniscientes designios, quiso probar su lealtad antes que pudieran ser considerados eternamente fuera de peligro. Habían de disfrutar de su favor, y él conversaría con ellos, y ellos con él. Sin embargo, no puso el mal fuera de su alcance. Permitió que Satanás los tentara. Si soportaban la prueba gozarían del perpetuo favor de Dios y de los ángeles del cielo (La historia de la redención, {HR}, p. 24).
Dios. Cuando Dios creó al hombre lo hizo señor de toda la tierra y de cuantos seres la habitaban. Mientras Adán permaneció leal a Dios, toda la naturaleza se mantuvo bajo su señorío. Pero cuando se rebeló contra la ley divina, las criaturas inferiores se rebelaron contra su dominio. Así el Señor, en su gran misericordia, quiso enseñar al hombre la santidad de su ley e inducirle a ver por su propia experiencia el peligro de hacerla a un lado, aun en lo más mínimo…
La advertencia hecha a nuestros primeros padres: “Porque el día que de él comieres, morirás” (Génesis 2:17), no significaba que morirían el mismo día en que comiesen del fruto prohibido, sino que ese día sería dictada la irrevocable sentencia. La inmortalidad les había sido prometida bajo condición de que fueran obedientes; pero mediante la transgresión perderían su derecho a la vida eterna. El mismo día en que pecaran serían condenados a muerte (Historia de los patriarcas y profetas, {PP}, pp. 43, 44).
Mediante la obra del Espíritu, se renueva la relación divina entre Dios y el pecador. El Padre dice: “Yo seré Dios para ellos, y ellos serán para mí hijos. Ejerceré el amor perdonador hacia ellos, y derramaré en ellos mi gozo. Ellos serán para mí un tesoro peculiar; porque este pueblo a quien yo he formado por mí mismo manifestará mi alabanza”.
El Padre concede su amor al pueblo elegido que vive en medio de los hombres. Son el pueblo que Cristo ha redimido, mediante el precio de su propia sangre, y porque responden a la dirección de Cristo, mediante la misericordia soberana de Dios, son elegidos para ser salvados como sus hijos obedientes. La gratuita gracia de Dios se manifiesta sobre ellos, y el amor con que él los ha amado. Cualquiera que se humille como un niñito, que reciba y obedezca la Palabra de Dios con sencillez infantil, estará entre los elegidos de Dios (Nuestra elevada vocación, {NEV}, p. 79).
Lección 1 | Jueves 1º de abril________________________________________________
FIN DE LA RELACIÓN
Tendemos a creer en las personas que conocemos y desconfiamos instintivamente de las que no conocemos. Eva, naturalmente, habría desconfiado de Satanás. Además, cualquier ataque directo contra Dios la habría puesto a la defensiva. Por lo tanto, ¿qué medidas tomó Satanás para sortear las defensas naturales de Eva? (Gén. 3:1-6).
Génesis 3:1-6
1 Pero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto? 2 Y la mujer respondió a la serpiente: Del fruto de los árboles del huerto podemos comer; 3 pero del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, para que no muráis. 4 Entonces la serpiente dijo a la mujer: No moriréis; 5 sino que sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal. 6 Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella.
“Deplorable como fue la transgresión de Eva y cargada como estuvo de calamidades futuras para la familia humana, su decisión no abarcó necesariamente a la humanidad en el castigo de su transgresión. Fue la elección deliberada de Adán, en la plena comprensión de la orden expresa de Dios –más bien que la elección de ella–, lo que hizo que el pecado y la muerte fueran el destino inevitable de la humanidad. Eva fue engañada; Adán no lo fue” (CBA 1:243).
Como resultado de esta flagrante transgresión y desprecio del mandato de Dios, la relación entre Dios y la humanidad ahora se quiebra. Pasó de una comunión abierta con Dios a huir con temor de su presencia (Gén. 3:8-10). La alienación y la separación reemplazaron el compañerismo y la comunión. Apareció el pecado y todos sus horribles resultados. A menos que se hiciera algo, la humanidad se encaminaría a la ruina eterna.
En medio de esta tragedia, ¿qué palabras de esperanza y promesa pronunció Dios? (Ver Gén. 3:15.)
Génesis 3:15
15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.
El sorprendente mensaje profético de esperanza por parte de Dios habla de una hostilidad divinamente ordenada entre la serpiente y la mujer y sus respectivas descendencias. Esto culmina con la aparición victoriosa de un descendiente representativo de la simiente de la mujer que le da un golpe mortal a la cabeza de Satanás, mientras que este solo podría herir el talón del Mesías.
En medio de su total impotencia, Adán y Eva reciben esperanza de esta promesa mesiánica, esperanza que transformaría su existencia, porque Dios proveyó y respaldó esta esperanza. Esta promesa del Mesías y de la victoria final, aunque vagamente expresada en ese momento, disipó la oscuridad en la que el pecado los había situado.
Lee Génesis 3:9, donde Dios dice a Adán y a Eva: “¿Dónde estás?” (NVI). Dios, por supuesto, sabía dónde estaban. Sus palabras, en lugar de estar cargadas de condenación, iban a atraer hacia él a la humanidad abrumada por la culpa. En resumen, las primeras palabras de Dios a la humanidad caída llegaron con la esperanza de su gracia y su misericordia. ¿Cómo notamos, incluso en la actualidad, que Dios trata de llamarnos a su misericordia y su gracia?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cuando Adán y Eva fueron puestos en el hermoso huerto, Satanás estaba haciendo planes para destruirlos. De ningún modo podía verse privada de su felicidad esa pareja dichosa si obedecía a Dios. Satanás no podía ejercer su poder contra ella a menos que primero desobedeciesen a Dios y perdiesen su derecho al favor divino. Había que idear algún plan para inducirlos a desobedecer a fin de que incurriesen en la desaprobación de Dios y fuesen puestos bajo la influencia más directa de Satanás y sus ángeles. Se decidió que Satanás asumiría otra forma y manifestaría interés en el hombre…
Satanás comenzó su obra con Eva, para inducirla a desobedecer. Ella erró, primero al apartarse de su esposo; luego, al demorarse cerca del árbol prohibido; y después, al escuchar la voz del tentador al punto de dudar de lo que Dios había dicho: “El día que de él comieres, ciertamente morirás.” Pensó que tal vez el Señor no quería decir precisamente lo que había dicho, y se aventuró a extender la mano, tomó del fruto, y comió. Era agradable al ojo y al paladar. Entonces sintió celos de que Dios les hubiese privado de lo que era realmente bueno para ellos, y ofreció algo de esa fruta a su esposo, y así lo tentó (Primeros escritos, {PE}, pp. 146, 147).
Después que Adán y Eva habían participado del fruto prohibido, se llenaron de vergüenza y terror. Al principio, su único pensamiento era cómo excusar su pecado ante Dios y escapar la temible sentencia de muerte. Cuando el Señor le preguntó en cuanto a su pecado, Adán respondía atribuyéndole la culpa en parte a Dios y en parte a su compañera: “La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí”. La mujer le echó la culpa a la serpiente declarando: “La serpiente me engañó, y yo comí. Génesis 3:12, 13. ¿Por qué creaste la serpiente? ¿Por qué le permitiste entrar en el Edén?” Estas fueron las preguntas que se daban a entender en las excusas que ofrecieron por su pecado; de hecho, culpaban directamente a Dios por haber caído. El espíritu de la justificación propia se originó en el padre de las mentiras y se ha manifestado en todos los hijos e hijas de Adán. Esta clase de confesiones no son inspiradas por el divino Espíritu y no serán aceptables ante Dios. El verdadero arrepentimiento hará que el hombre sobrelleve su propia culpa y que la reconozca sin disimulo e hipocresía…
El corazón humillado y contrito, doblegado por el arrepentimiento genuino, podrá apreciar un poco el amor de Dios y el costo del Calvario; y de la misma manera como un hijo confiesa ante un padre amoroso, el que está verdaderamente arrepentido presentará todos sus pecados ante Dios. Y escrito está: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”. 1 Juan 1:9 (Testimonios para la iglesia, {5TI}, t. 5, pp. 599-603).
Las mercedes de Dios os rodean a cada momento; y os sería provechoso considerar cómo y de dónde os vienen las bendiciones cada día. Permitid que las preciosas bendiciones de Dios despierten gratitud en vosotros. No podéis enumerar las bendiciones de Dios, la constante bondad amorosa de que os hace objeto, porque son tan abundantes como las refrescantes gotas de la lluvia. Hay nubes de gracia suspendidas, listas para derramarse sobre vosotros. Si apreciarais el valioso don de la salvación, seríais sensibles a la diaria vivificación de la protección y el amor de Jesús; seríais guiados por los caminos de la paz (Hijos e hijas de Dios, {HHD}, p. 342).
Viernes 2 de abril | Lección 1________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
La Biblia rebosa de llamados a los pecadores y descarriados. Compara los siguientes pasajes: Salmo 95:7, 8; Isaías 55:1, 2, 6, 7; Lucas 15:3-7; 19:10. ¿Qué otros pasajes puedes encontrar?
Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “La Creación”, pp. 23-30; “La tentación y la caída”, pp. 31-41; “El plan de la redención”, pp. 43-50.
“Creo que había un sermón evangélico en esas dos palabras divinas cuando penetraron la espesura del bosque y llegaron a los oídos hormigueantes de los fugitivos: ‘¿Dónde estás?’ Tu Dios no está dispuesto a perderte; él ha venido a buscarte, así como pronto pretende venir en la persona de su Hijo, no solo a buscar sino a salvar lo que ahora está perdido” (C. H. Spurgeon, The Treasury of the Bible, t. 1, p. 11).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Debido a que el Dios bondadoso y compasivo es quien busca a la humanidad, ¿cómo podemos responder a esta expresión de amor del Padre y de Jesucristo en este mismo momento? ¿Cómo espera el Señor que respondamos?
- Compara la perspectiva bíblica de la humanidad caída desde un lugar elevado en la Creación de Dios, y ahora necesitada de redención, con la Teoría de la Evolución. ¿Cuál ofrece más esperanza y por qué?
- ¿Cuán esenciales son las relaciones cariñosas para la felicidad humana? ¿Por qué es necesaria una conexión próspera con Dios para esas relaciones? Analicen la influencia de las relaciones humanas saludables sobre las personas que participan de esas relaciones (padre-hijo, amigo-amigo, esposo-esposa, empleador-empleado, etc.).
Resumen: Dios nos creó a su imagen a fin de que pudiera existir una comunión amorosa entre él y nosotros. Aunque la entrada del pecado deshizo la unión original, Dios busca restaurar esa relación a través del Plan de Redención. Como criaturas dependientes, la vida adquiere verdadero significado y claridad solo cuando tenemos comunión con nuestro Creador.
03/28/2021 en 1:15 PM
En cuanto a su comentario de las emociones entre el hombre y la mujer no estoy de acuerdo
1)La mujer tiende a sufrir 2 veces más de deprecion que el hombre
2)La mujer sufre cambios emocionales poco antes y durante su periodo
3)los ipotalamos de la mujer se comunican entre sí ciendo posible que ellas hagan más de dos cosas a la vez sobretodo en el ámbito del hogar, pero ta bien las inhabilita la mayoría de las veces, de tomar acciones rápidas en momentos difíciles, sobretodo cuando la acción requiere la pérdida de algo o alguien, o de tomar riesgos de no saber si se logrará el blanco
Es por esta parte emocional de la mujer, que DIOS no le dejó la responsabilidad del pastorado o ancianato dentro de la iglecia,aunque en muy raros caso está a tenido que tomar esta posición, pero sin recibir la ordenación
Claro que los puntos teológicos para no darle esa responsabilidad son más importantes y amplias
03/28/2021 en 10:01 PM
Gracias por su comentario.
Como suele suceder, siempre la moneda tiene dos lados.
Hay muchos científicos que apoyan lo que usted dice, y la otra mitad lo contradice.
No soy experto en la materia, pero si sostengo que en la vida real, en la decenas de casos que me ha tocado contemplar, el hombre casi siempre sosobra, donde la mujer sale adelante.
Eso es mi humilde opinión.
También estoy de acuerdo que Dios no dejó a la mujer responsable de liderar la iglesia desde un nivel sacerdotal.
Pero estoy en completo desacuerdo que usted diga que es debido al aspecto emocional.
Ni en la Biblia, ni en el espíritu de profecía va a encontrar una declaración cercana a la suya.
Porqué Dios no dejó a la mujer a cargo del sacerdocio?
Eso solo Dios lo sabe.
Un abrazo
03/28/2021 en 10:10 PM
Gracias por su comentario.
Como suele suceder, siempre la moneda tiene dos lados.
Hay muchos científicos que apoyan lo que usted dice, y la otra mitad lo contradice.
Yo no soy experto en la materia, lo único que le puedo asegurar, es que en la decenas de casos que me ha tocado contemplar y ayudar, el hombre casi siempre sosobra y la mujer siempre sale adelante.
También estoy de acuerdo con lo que dice que Dios no dejó el sacerdocio a la mujer.
Pero estoy en total y profundo desacuerdo cuando dice que el sacerdocio no fue dado a la mujer por su inestabilidad emocional.
En ninguna parte de la Biblia o del espíritu de profecía va a encontrar una declaración cercana a la suya.
¿Porqué Dios no le dejó a la mujer participar del sacerdocio?
Eso, solo él lo conoce, nosotros no.
Un abrazo en Cristo
03/28/2021 en 10:32 PM
Hola hermanito, gracias por su carta.
Su sugerencia es específicamente lo que Estoy planeando hacer.
Siempre dar el video, como es de costumbre, y agregarle el repaso de la lección los días viernes.
Incluso, me suele suceder que yo he madurado muchos pensamientos que los omití una semana anterior con el video.
Veremos como ajustamos esta idea y también si da resultado.
Un abrazo
03/29/2021 en 3:29 AM
Gracias ,esta idea es estupenda, los que vivimos en otro lado del planeta los horarios de viernes , no son demasiado compatibles , para asistir en vivo.
Yo personalmente aprovecho sus ideas para la escuela sabática para preparar los temas durante toda la semana.
Y por otro lado me encanta como usted lo presenta .
Un abrazo en Cristo !
03/29/2021 en 3:48 PM
Hablando sobre el título Tortugas hasta el fondo:
Encontré una explicación en el internet:
Este título viene del libro de Johnson Green con el mismo nombre;que trata sobre los espirales de pensamiento obsesivo( TOC) y tiene relación con la expresión de Turtles all the way down que se utilizó para explicar la creencia que antes tenían algunas culturas antiguas,de que tortugas infinitas sostenían al mundo.
Conclusión del libro:hay esperanza aunque tu cerebro te dice que no la hay .
«¡Ah! pero un hombre debe abarcar más de lo que tiene al alcance de la mano, si no, ¿para qué está el cielo?», como escribió el poeta Robert Browning