Escuela Sabatica Para Maestros

Material Auxiliar Para Maestros de Escuela Sabatica

Lección 11 – JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE – Para el 12 de marzo de 2022

Deja un comentario


Lección 11 en PDF, haga «CLICK» aquí


Enlace para el libro:

https://citasselectasdelespiritudeprofecia.com/


Por favor visite esta página mas tarde para encontrar el enlace, o visite escuela sabática maestros Tony Garcia en YouTube.

Usualmente el video es subido al internet, el sábado por la noche o el domingo.


Si desea ver esta lección en YouTube, por favor haga «CLICK» en los siguiente enlace.


Lección 11: Para el 12 de marzo de 2022

JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE

Sábado 5 de marzo___________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Hebreos 10:35–39; Romanos 1:17; Hebreos 11; Josué 2:9–11; Hebreos 12:1–3.

PARA MEMORIZAR:

“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios” (Heb. 12:2).

Hebreos 11 y 12 probablemente sean los capítulos más amados del libro. Describen la vida cristiana como una carrera en la que todos participamos y en la que todos los que se mantengan fieles recibirán la recompensa. También describen el drama de la Redención como una carrera en la que hubo personas de fe en el pasado que perseveraron, a pesar de los sufrimientos, pero que aún no han recibido la recompensa.

Y eso se debe a que la historia también termina con nosotros, no solo con ellos. Somos el acto final. El drama culmina con nuestra entrada y ejecución de la última parte de la carrera, y con Jesús sentado en la línea de meta a la diestra de Dios. Él aporta inspiración y el mejor ejemplo de cómo se lleva a cabo la carrera. Él es el Testigo supremo de que la recompensa es verdadera y que él es el Precursor que nos abre el camino (Heb. 6:19, 20; 10:19-23).

Hebreos 11 explica que la fe es confiar en las promesas de Dios, aunque todavía no podamos verlas. Esta lección explorará qué es la fe y cómo se obtiene a través de los ejemplos del pasado pero, de manera especial y central, a través del ejemplo de Jesús, “el autor y consumador de la fe” (Heb. 12:2).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Era [con el propósito único de ganar la carrera de la vida eterna, que Pablo anhelaba ver revelado en las vidas de los creyentes corintios. Sabía que a fin de alcanzar el ideal de Cristo para con ellos, tenían por delante una lucha de toda la vida, que no tendría tregua. Les pedía que lucharan lealmente, día tras día, en busca de piedad y excelencia moral. Les rogaba que pusieran a un lado todo peso y se esforzaran hacia el blanco de la perfección en Cristo.

Pablo señaló a los corintios la experiencia del antiguo Israel, las bendiciones que recompensaron su obediencia y los juicios que siguieron a sus transgresiones. Les recordó la milagrosa manera en que los hebreos fueron guiados desde Egipto, bajo la protección de la nube de día y de la columna de fuego de noche. Por estos actos Dios había reconocido a Israel como su iglesia… Los hebreos, en todos sus viajes, tenían a Cristo como su jefe. La piedra herida representaba a Cristo, que había de ser herido por las transgresiones de los hombres, para que pudiera fluir a todos la corriente de la salvación (Los hechos de los apóstoles, pp. 253, 254).

Tan ciertamente como que tenemos un Salvador personal, tenemos también un adversario personal, cruel y astuto, que siempre vigila nuestros pasos y trata de desviarnos. Puede obrar con más eficacia bajo un disfraz. Dondequiera que se adelante la opinión de que no existe, allí está más activo…

Tratad de ser fieles alumnos en la escuela de Cristo, aprendiendo diariamente a conformar vuestra vida al Modelo divino. Dirigid vuestro rostro hacia el cielo, y avanzad hacia el blanco del premio de vuestra elevada vocación en Cristo Jesús. Corred la carrera cristiana con paciencia, y revelaos superiores a toda tentación que os sobrevenga, por gravosa que sea. Resistid al diablo y huirá de vosotros. Acercaos a Dios; y si estáis deseosos de tomar el primer paso hacia arriba, encontrareis su mano extendida en vuestro auxilio. Depende de vosotros, individualmente, si caminareis en la luz del Sol de Justicia, o en las tinieblas del error. La verdad de Dios puede seros bendición solo en la medida que permitáis que os influya con su pureza y que refine vuestro carácter (Sons and Daughters of God, p. 79; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 81).

Los competidores de los antiguos juegos, después de haberse sometido a la renuncia personal y a rígida disciplina, no estaban todavía seguros de la victoria.

Tal no es el caso en la lucha cristiana. Ninguno que cumpla con las condiciones se chasqueará al fin de la carrera. Ninguno que sea ferviente y perseverante dejará de tener éxito. La carrera no es del veloz, ni la batalla del fuerte. El santo más débil, tanto como el más fuerte, puede llevar la corona de gloria inmortal. Puede ganarla todo el que, por el poder de la gracia divina, pone su vida en conformidad con la voluntad de Cristo (Los hechos de los apóstoles, p. 252).


Domingo 6 de marzo__________________________________________________________

EL JUSTO VIVIRÁ POR FE

Lee Hebreos 10:35 al 39. ¿Qué nos está diciendo Dios en estos versículos?

Hebreos 10:35-39

35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; 36 porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa. 37 Porque aún un poquito, Y el que ha de venir vendrá, y no tardará. 38 Mas el justo vivirá por fe; Y si retrocediere, no agradará a mi alma. 39 Pero nosotros no somos de los que retroceden para perdición, sino de los que tienen fe para preservación del alma.

La paciencia es una característica del pueblo de Dios del tiempo del fin, sin la cual no podrá recibir las promesas (Apoc. 13:10; 14:12). Sin embargo, para perseverar, los creyentes necesitan “retener” su fe (Heb. 10:23; 4:14). Pablo muestra que la generación del desierto no pudo recibir la promesa porque le faltó fe (Heb. 3:19). Hebreos, además, revela que los creyentes están en el umbral del cumplimiento de las promesas (Heb. 9:28; 10:25, 36-38) y que necesitan ejercer fe si quieren recibir las promesas (Heb. 10:39).

Pablo presenta su exposición sobre la fe con una cita de Habacuc 2:2 al 4. Habacuc le había preguntado a Dios por qué toleraba a la gente traicionera que oprimía a los justos (Hab. 1:12-17). El profeta y su pueblo estaban sufriendo; por ende, querían que Dios actuara. Sin embargo, Dios respondió que había un tiempo señalado para el cumplimiento de su promesa y que tendrían que esperar (Hab. 2:2-4). Habacuc y su pueblo vivieron, como nosotros, entre el momento de la promesa y el momento de su cumplimiento. El mensaje de Dios en Hebreos continúa así: “El que ha de venir vendrá, y no tardará” (Heb. 10:37; ver además Hab. 2:3).

El mensaje se refiere a Jesús. Él es el Justo, la personificación de la fe que agrada a Dios y que da vida (Heb. 10:5-10).

¿Por qué “tardar”, entonces? No tardará. Él ya ha venido a morir por nosotros (Heb. 9:15-26), y seguramente volverá a la hora señalada (Heb. 9:27, 28; 10:25).

El mensaje de Dios sigue: “Mas el justo vivirá por fe” (Heb. 10:38). Pablo dice lo mismo en Romanos 1:17 y Gálatas 3:11. Romanos 1:16 y 17 es especialmente esclarecedor porque explica que la justicia de Dios se “revela por fe y para fe”. Lo que Pablo quiere decir es que la fidelidad de Dios a sus promesas está en primer lugar, y su fidelidad produce, como resultado, nuestra fe, o fidelidad.

Por lo tanto, debido a que Dios permanece fiel a sus promesas (2 Tim. 2:13), los justos, en respuesta a la fidelidad de Dios, también permanecerán fieles.

¿Por qué es importante reconocer que nuestra fe es el resultado de la fidelidad de Dios y que se alimenta de ella? ¿Cómo podemos aprender más a confiar en su fidelidad en relación con nosotros y en las promesas que nos dejó?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La vida cristiana es más de lo que muchos se la representan. No consiste toda ella en dulzura, paciencia, mansedumbre y benevolencia. Estas virtudes son esenciales; pero también se necesita valor, fuerza, energía y perseverancia. La senda que Cristo señala es estrecha y requiere abnegación. Para internarse en ella e ir al encuentro de dificultades y desalientos, se requieren hombres y no seres débiles…

Se necesitan hombres firmes que no esperen a que el camino se les allane y quede despejado de todo obstáculo, hombres que inspiren nuevo celo a los débiles esfuerzos de los desalentados obreros, hombres cuyos corazones irradien el calor del amor cristiano, y cuyas manos tengan fuerza para desempeñar la obra del Maestro (El ministerio de curación, p. 397).

«Aunque me chasqueé dos veces —escribió [Guillermo Miller—, no estoy aún abatido ni desanimado… Mi esperanza en la venida de Cristo es tan firme como siempre. No he hecho más que lo que, después de años de solemne consideración, sentía que era mi solemne deber hacer»… «Algo sé de cierto, y es que no he predicado nada en que no creyese; y Dios ha estado conmigo, su poder se ha manifestado en la obra, y mucho bien se ha realizado»

Dios no se olvidó de su pueblo; su Espíritu siguió acompañando a los que no negaron temerariamente la luz que habían recibido ni denunciaron el movimiento adventista. En la Epístola a los Hebreos hay palabras de aliento y de admonición para los que vivían en la expectación y fueron probados en esa crisis: «No desechéis pues esta vuestra confianza, que tiene una grande remuneración. Porque tenéis necesidad de la paciencia, a fin de que, habiendo hecho la voluntad de Dios, recibáis la promesa. Porque dentro de un brevísimo tiempo, vendrá el que ha de venir, y no tardará». Hebreos 10:35-37 (El conflicto de los siglos, p. 402).

[Dios] ha dado a cada hombre su tarea, y a todos llama para que comiencen la obra donde están. No puede hacer lo que desea hasta que el instrumento humano desempeñe su parte.

A veces el brazo de la fe parece demasiado corto aun para tocar las ropas del Salvador, pero allí está la promesa, respaldada por Dios: «Entonces invocarás, y te Oirá Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí (Isaías 58:9)…

No son nuestros esfuerzos los que conducen a la victoria. La logramos viendo a Dios en sus promesas, creyendo y confiando en él. Aferrémonos por medio de la fe de la mano del Poder infinito. El Señor —que lo ha prometido— es fiel.

Surgirán preguntas que no podrán ser resueltas por el pensamiento humano. No pierdan tiempo tratando de resolverlas. Emprendan la tarea que está esperando que se la realice, confiando en que Dios será su sabiduría. Su justicia irá delante de ustedes, y las preguntas que los perturban se contestarán solas (Alza tu ojos, p. 131).


Lunes 7 de marzo_____________________________________________________________

POR FE, ABRAHAM…

Hebreos define la fe como “la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve” (Heb. 11:1, NVI). Luego ofrece una lista de personas fieles de la historia de Israel que ejemplifican lo que es la fe, y muestra cómo manifestaron esa fe con sus obras.

Lee Hebreos 11:1 al 19. ¿Qué hicieron estos “héroes” de la fe que sirve de ejemplo? Sus acciones, ¿qué relación tienen con la esperanza en las cosas que no se ven?

Hebreos 11:1-19

1 Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve. Porque por ella alcanzaron buen testimonio los antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía.Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte, y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe.Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma promesa; 10 porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios. 11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ese ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.13 Conforme a la fe murieron todos estos sin haber recibido lo prometido, sino mirándolo de lejos, y creyéndolo, y saludándolo, y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra. 14 Porque los que esto dicen, claramente dan a entender que buscan una patria; 15 pues si hubiesen estado pensando en aquella de donde salieron, ciertamente tenían tiempo de volver. 16 Pero anhelaban una mejor, esto es, celestial; por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos; porque les ha preparado una ciudad.17 Por la fe Abraham, cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había recibido las promesas ofrecía su unigénito, 18 habiéndosele dicho: En Isaac te será llamada descendencia;19 pensando que Dios es poderoso para levantar aun de entre los muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió a recibir.

Abraham es probablemente el personaje más importante de este capítulo. El último acto de fe de Abraham es especialmente instructivo con respecto a la verdadera naturaleza de la fe.

Hebreos señala que la directiva de Dios a Abraham de ofrecer a Isaac como sacrificio parecía implicar una contradicción por parte de Dios (Heb. 11:17, 18). Isaac no era el único hijo de Abraham. Ismael era el primogénito de Abraham, pero Dios le había dicho a Abraham que estaba bien que aceptara la petición de Sara y que expulsara a Ismael y a su madre porque Dios los cuidaría, y también porque la descendencia de Abraham se contaría a través de Isaac (Gén. 21:12, 13). Sin embargo, en el capítulo siguiente, Dios le pide a Abraham que ofrezca a Isaac como holocausto. La instrucción de Dios en Génesis 22 parecía contradecir rotundamente las promesas de Dios de Génesis 12 al 21.

Hebreos concluye que Abraham resolvió asombrosamente el enigma al llegar a la conclusión de que Dios resucitaría a Isaac después de haberlo ofrecido. Esto es asombroso porque nadie había resucitado todavía. Sin embargo, parece que la experiencia previa de Abraham con Dios lo llevó a esa conclusión. Hebreos 11:12 señala que Isaac fue concebido mediante el poder de Dios por uno que estaba “casi muerto”. Pablo también señala que, a pesar de que Abraham estaba “casi muerto” y que Sara era estéril, Abraham creyó “en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes” porque creía que Dios “da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (Rom. 4:17-20). Por lo tanto, Abraham debió haber asumido que si Dios, en algún sentido, ya le había dado vida a Isaac de entre los muertos, podría hacerlo de nuevo. En la conducción de Dios en el pasado, Abraham vio un indicio de lo que podría hacer en el futuro.

¿Por qué es tan importante meditar en la manera en que Dios condujo nuestra vida en el pasado para afirmar nuestra fe y nuestra confianza en él ahora?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La incondicional obediencia de Abraham fue uno de los casos más notables de fe y confianza en Dios que se encuentran en los anales sagrados. Con la sola promesa de que sus descendientes poseerían Canaán, sin la menor evidencia externa, siguió adonde Dios le llevaba, cumpliendo plena y sinceramente las condiciones de su parte y confiando en que el Señor cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue adonde Dios le indicó que era su deber ir; pasó por el desierto sin terror; vivió entre naciones idólatras, con el único pensamiento: «Dios habló; obedezco su voz; él me guiará y me protegerá»

Los mensajeros de Dios necesitan hoy una fe y una confianza como la que tuvo Abraham. Pero muchos de aquellos a quienes el Señor podría usar no quieren avanzar oyendo y obedeciendo su voz sobre todas las demás… El Señor haría mucho por sus siervos si ellos estuviesen completamente consagrados a él, estimando sus servicios por encima de los vínculos de la parentela y toda otra asociación terrenal (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 516).

Satanás quiere destruir la confianza y la fe de los hombres en Dios, dejarlos descontentos de su condición en la vida, e inducirlos a procurar el conocimiento de lo que Dios sabiamente les vedó y a menospreciar lo que les reveló en su santa Palabra.

Muchos se agitan cuando no pueden saber qué resultará en definitiva de los asuntos. No pueden soportar la incertidumbre, y en su impaciencia rehusan esperar para ver la salvación de Dios. Si tan solo confiaran en Dios y velaran en oración, hallarían consuelo divino. Su espíritu sería calmado por la comunión con Dios. Los cansados y trabajados hallarían descanso para sus almas, con solo ir a Jesús (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 742, 743).

El pueblo de Dios debe adquirir una experiencia más profunda y más vasta en las cosas religiosas. Jesús es nuestro ejemplo. Si, mediante una fe viva y una santificada obediencia a la Palabra de Dios, manifestamos el amor y la gracia de Cristo, si mostramos que tenemos un concepto conecto de las dispensaciones providenciales por cuyo medio Dios dirige su obra, manifestaremos al mundo un poder convincente. No es un puesto destacado lo que nos da valor a los ojos de Dios. El hombre se mide por su consagración y fidelidad en el cumplimiento de la voluntad divina. Si el pueblo remanente de Dios quiere andar en humildad y fe, Dios ejecutará por medio de él su plan eterno, haciéndole capaz de trabajar en armonía, para dar al mundo la verdad tal cual es en Jesús. Él se valdrá de todos — hombres, mujeres y niños— para hacer brillar la luz sobre el mundo y sacar de su medio un pueblo fiel a sus mandamientos. Por medio de la fe que su pueblo deposita en él, Dios mostrará al mundo que él es el Dios verdadero, el Dios de Israel (Testimonios para la iglesia, t. 9, pp. 218, 219).


Martes 8 de marzo____________________________________________________________

MOISÉS: CREER EN EL INVISIBLE

Lee Hebreos 11:20 al 28. ¿Qué hicieron estos hombres de fe? ¿Qué relación guardan sus acciones con la esperanza y las cosas que no se ven?

Hebreos 11:20-28

20 Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto a cosas venideras. 21 Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo de su bordón. 22 Por la fe José, al morir, mencionó la salida de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus huesos.23 Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey. 24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. 28 Por la fe celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos.

Moisés es el segundo gran ejemplo en este capítulo de fe. La vida de Moisés se presenta y cierra con dos actitudes desafiantes con el rey. Sus padres escondieron a Moisés cuando nació, porque “no temieron el decreto del rey” (Heb. 11:23), y Moisés salió de Egipto “no temiendo la ira del rey” (Heb. 11:27). Sin embargo, el acto más significativo de Moisés fue que “rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón” (Heb. 11:24). La referencia a la madre adoptiva de Moisés como “la hija de Faraón” sugiere que estaba previsto que él fuese el próximo faraón. Sin embargo, Moisés estuvo dispuesto a dejar atrás la perspectiva de convertirse en el gobernante de la nación más poderosa en ese momento, y en su lugar llegar a ser el líder de unos esclavos recién liberados; refugiados, en realidad.

Compara Hebreos 11:24 al 27 con 10:32 al 35. ¿Qué similitudes había entre la situación de los destinatarios originales de Hebreos y la experiencia de Moisés?

Hebreos 11:24-27

24 Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón, 25 escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios, que gozar de los deleites temporales del pecado, 26 teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el galardón. 27 Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible.

Hebreos 10:32-35

32 Pero traed a la memoria los días pasados, en los cuales, después de haber sido iluminados, sostuvisteis gran combate de padecimientos; 33 por una parte, ciertamente, con vituperios y tribulaciones fuisteis hechos espectáculo; y por otra, llegasteis a ser compañeros de los que estaban en una situación semejante. 34 Porque de los presos también os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos. 35 No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón;

La grandeza de Moisés consistió en que pudo ver más allá de las promesas del rey de Egipto y contemplar lo invisible; es decir, las promesas de Dios. Hebreos dice que la clave fue que la vista de Moisés estaba fija en “el galardón”, no en las riquezas de Egipto. Este galardón, o recompensa, es el mismo que se menciona en Hebreos 10:35, que Dios ha prometido a todos los que creen en él.

Las palabras de Pablo sobre la decisión de Moisés debieron de haber resonado poderosamente en el corazón de sus lectores originales. Estos habían estado soportando reproches e insultos debido a su fe en Cristo. También se habían visto aquejados y perdieron sus posesiones (Heb. 10:32–34). Algunos estaban en prisión (Heb. 13:3). Paralelamente, Moisés eligió ser maltratado con el pueblo de Dios, y trocó la riqueza de Egipto por los insultos relacionados con Cristo porque creía que la recompensa de Cristo era mayor que cualquier cosa que Egipto pudiera ofrecer.

¿Cuáles son algunas de las luchas que has enfrentado a causa de tu fe? ¿A qué has tenido que renunciar por esto? ¿Por qué finalmente la recompensa vale la pena, aunque no puedas verla ahora?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Todos los que ocupaban el trono de los faraones debían llegar a ser miembros de la casta sacerdotal; y Moisés, como presunto heredero, debía ser iniciado en los misterios de la religión nacional… Pero aunque era celoso e incansable estudiante, no pudieron inducirle a la adoración de los dioses. Fue amenazado con la pérdida de la corona, y se le advirtió que sería desheredado por la princesa si insistía en su apego a la fe hebrea. Pero permaneció inconmovible en su determinación de no rendir homenaje a otro Dios que el Hacedor del cielo y de la tierra (Historia de los patriarcas y profetas, p. 251).

En la edificación de su obra, el Señor no siempre allana el camino delante de sus siervos. A veces prueba la confianza de su pueblo haciéndole avanzar por fe. A menudo lo pone en situaciones difíciles y críticas, y le ordena avanzar cuando ya sus pies parecen tocar las aguas del mar Rojo. Es en ocasiones semejantes, mientras sus siervos elevan oraciones a él con fervor y fe, cuando él abre la vía delante de ellos y los conduce a lugares espaciosos.

El Señor quiere que su pueblo actual esté convencido de que hará por él cosas tan grandes como las que hizo en favor de los hijos de Israel durante su viaje de Egipto a Canaán. Debemos tener una fe bien fundada, que no vacile en seguir los mandatos del Señor en los momentos difíciles. «¡Adelante!» Tal es la orden que Dios da a su pueblo (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 217).

Todos los que estén dispuestos a apartarse de los placeres terrenales, y con Moisés elegir más bien sufrir aflicción con el pueblo de Dios que gozar de los placeres temporales del pecado, teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros del mundo, recibirán con el fiel Moisés la corona inmarcesible de la inmortalidad, el sobremanera grande y eterno peso de gloria…

La obra de la salvación no es un juego de niños, del cual podemos echar mano a voluntad y abandonarlo cuando nos plazca. Solo si nuestro propósito es constante y nuestro esfuerzo incansable, ganaremos la victoria al final. Los que pacientemente persisten en el bien hacer, tendrán vida eterna y recibirán la recompensa inmortal.. Todos los que están empeñados en este conflicto con Satanás y sus huestes, tienen que hacer frente a una tarea bien difícil. No deben ser tan impresionables como la cera, que el fuego derrite y le da cualquier forma. Deben ser capaces de soportar inclemencias como cualquier soldado, permanecer en sus puestos, y ser fieles constantemente (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 92, 93).


Miércoles 9 de marzo_________________________________________________________

POR FE, RAHAB Y EL RESTO…

Lee Hebreos 11:31 y Josué 2:9 al 11. ¿Por qué se incluyó a Rahab, una prostituta pagana, en este pasaje de personajes bíblicos sagrados?

Hebreos 11:31

31 Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.

Josué 2:9-11

Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. 10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. 11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.

Rahab probablemente sea el personaje menos esperado que encontramos en Hebreos 11. Rahab es una de las dos mujeres que se mencionan por su nombre. Ella es la décima en la lista. Los nueve anteriores son antepasados y patriarcas de Israel, y a cada uno se lo consideraba justo. Con Rahab, nos encontramos no solo la sorpresa de que es una mujer (en una genealogía masculina), sino también que se había dedicado a la prostitución, y que provenía de una nación pagana.

Lo más sorprendente es que también es el centro temático y el clímax del capítulo. La lista está organizada de una manera única. Cada entrada comienza con el uso repetitivo de la frase “por la fe”. El patrón básico es “Por la fe, Fulano hizo tal o cual cosa”, o “Por la fe, esto y aquello le sucedió a Fulano”. Este patrón repetitivo aumenta la expectativa del lector de escuchar la afirmación culminante de que “por la fe Josué condujo al pueblo a la Tierra Prometida”.

Pero eso no es lo que dice el texto. Josué no es tenido en cuenta y la prostituta ocupa su lugar. Después de la mención de Rahab, el patrón repetitivo termina abruptamente con: “¿Y qué más digo?” (Heb. 11:32). Luego, Pablo enumera rápidamente algunos nombres y eventos que no explica en detalle.

El acto de fe de Rahab fue que oyó, creyó y obedeció, aunque no vio. No vio las plagas de Egipto, ni la liberación en el Mar Rojo, ni el agua fluir de la roca, ni el pan descender del cielo; sin embargo, ella creyó. Ella era un buen ejemplo para la audiencia de Hebreos, que no escuchó a Jesús predicar ni lo vio hacer un milagro; y también para nosotros, que tampoco vimos ninguna de estas cosas.

“Rahab era una prostituta que vivía en la muralla de Jericó. Encubrió a los dos espías israelitas enviados a reconocer las defensas de esa ciudad. Debido a su bondad hacia ellos, y su profesión de fe en el Dios verdadero, los espías prometieron salvar su vida y la de su familia cuando se produjera el ataque” (Introducción a Rahab en HD 37).

Luego, Pablo sigue (Heb. 11:35–38) con una lista de las dificultades que muchos enfrentaron. La frase “no aceptando el rescate” (Heb. 11:35) implica que tenían la posibilidad de escapar, pero optaron por no hacerlo, porque su vista estaba puesta en la recompensa de Dios.

Aunque nosotros no vimos cuando sucedieron estas cosas (la Creación en seis días, el Éxodo, la Cruz de Cristo), ¿por qué tenemos tantas buenas razones para creer que ocurrieron?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Mientras avanzaban, las huestes de Israel comprobaron que las había precedido el conocimiento de las obras poderosas del Dios de los hebreos, y que algunos de entre los paganos iban aprendiendo que él solo era el verdadero Dios. En la impía Jericó, este fue el testimonio de una mujer pagana: «Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra». Josué 2: 11. El conocimiento de Jehová que así había llegado a ella, resultó su salvación. Por la fe, «Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos». Hebreos 11:31. Y su conversión no fue un caso aislado de la misericordia de Dios hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de aquella tierra, un pueblo numeroso, el de los gabaonitas, renunció a su paganismo, y uniéndose con Israel participó en las bendiciones del pacto…

Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa (Profetas y reyes, pp. 273, 274).

El cristianismo no promete exención del dolor. «Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios». Hechos 14:22. Se necesita fe, una fe confiada y vigorosa que crea que Dios no conducirá a sus hijos a ninguna tentación mayor que la que pueden soportar. Lo que una fe tal tiene poder para hacer lo dice Pablo en su carta a los Hebreos.

«‘Por fe conquistaron reinos, hicieron justicia, alcanzaron promesas, taparon bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de espada, sacaron fuerzas de debilidad, se hicieron fuertes en batallas, pusieron en fuga ejércitos extranjeros… mas otros fueron atormentados, no aceptando el rescate, a fin de obtener mejor resurrección» Hebreos 1 1:33-35.

En este mundo, esos héroes de la fe fueron considerados indignos de la vida; pero en el cielo están registrados como hijos de Dios, dignos del más alto honor (En los lugares celestiales, p. 270).

Requiere sacrificio entregarnos a Dios, pero es sacrificio de lo inferior por lo superior, de lo terreno por lo espiritual, de lo perecedero por lo eterno. No desea Dios que se anule nuestra voluntad, porque solamente mediante su ejercicio podemos hacer lo que Dios quiere. Debemos entregar nuestra voluntad a él para que podamos recibirla de vuelta purificada y refinada, y tan unida en simpatía con el Ser divino que él pueda derramar por nuestro medio los raudales de su amor y su poder. Por amarga y dolorosa que parezca esta entrega al corazón voluntarioso y extraviado, aun así nos dice: ‘Mejor te es» (El discurso del Maestro de Jesucristo, p. 56).


Jueves 10 de marzo___________________________________________________________

JESÚS, EL AUTOR Y CONSUMADOR DE LA FE

Lee Hebreos 12:1 al 3. ¿Qué nos piden estos versículos que hagamos?

Hebreos 12:1-3

1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar.

El clímax de la exposición sobre la fe realmente llega con Jesús en Hebreos 12. Pablo comenzó la carta con Jesús, quien es el que “ha de venir” y quien “no tardará” (Heb. 10:37), y Pablo la cierra con Jesús, el “consumador” de nuestra fe (Heb. 12:2). Jesús es el “autor y consumador de la fe”. Esto significa que Jesús es quien hace posible la fe y es el ejemplo que encarna perfectamente de qué se trata una vida de fe. Con Jesús, la fe ha alcanzado su expresión perfecta.

Jesús es el “autor” de nuestra fe en, al menos, tres sentidos.

En primer lugar, es el único que ha terminado la carrera en su sentido más cabal. Los otros que se mencionan en el capítulo anterior aún no han alcanzado la meta (Heb. 11:39, 40). Sin embargo, Jesús entró en el reposo de Dios en el cielo y está sentado a la diestra del Padre. Nosotros, junto con estos otros, reinaremos con Jesús en el futuro (Apoc. 20:4).

En segundo lugar, fue precisamente la vida perfecta de Jesús lo que hizo posible que estos otros corrieran su carrera (Heb. 10:5-14). Si Jesús no hubiera venido, la carrera de todos los demás habría sido inútil.

Finalmente, Jesús es la razón por la que tenemos fe. Al ser uno con Dios, expresó la fidelidad de Dios hacia nosotros. Dios nunca se rindió en sus esfuerzos por salvarnos, y por eso al final alcanzaremos la recompensa si no nos rendimos. Jesús corrió con paciencia y permaneció fiel, aunque nosotros dejemos de ser fieles (2 Tim. 2:13). Nuestra fe es solo una respuesta a su fidelidad.

En definitiva, Jesús es el “consumador” de la fe porque ejemplifica perfectamente cómo se corre la carrera de la fe. ¿Cómo la corrió? Dejó de lado todo peso al renunciar a todo por nosotros (Fil. 2:5-8). Él nunca pecó, nunca. Jesús mantuvo su vista fija en la recompensa, que era el gozo puesto ante él, el de ver a la raza humana redimida por su gracia. Así que, soportó incomprensión y abusos; soportó la vergüenza de la Cruz (Heb. 12:2, 3).

Ahora nos toca correr a nosotros. Aunque con nuestras propias fuerzas nunca podremos lograr lo que Jesús hizo, tenemos su ejemplo perfecto ante nosotros, y por la fe en él y manteniendo la vista en él (como los demás antes que nosotros) seguimos adelante con fe, confiando en sus promesas de una gran recompensa.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

[En] la carrera celestial, todos podemos correr, y recibir el premio. No hay incertidumbre ni riesgo en el asunto. Debemos revestirnos de las gracias celestiales y con los ojos dirigidos hacia arriba, a la corona de la inmortalidad, tener siempre presente el Modelo. Fue Varón de dolores, experimentado en quebranto. Debemos tener constantemente presente la vida de humildad y abnegación de nuestro divino Señor. Y a medida que procuramos imitarlo, manteniendo los ojos fijos en el premio, podemos correr esa carrera con certidumbre, sabiendo que si hacemos lo mejor que podamos, lo alcanzaremos con seguridad.

Ya que tenemos este gran incentivo, ¿no podemos correr «con paciencia la carrera que nos es propuesta, puestos los ojos en el autor y consumador de la fe, en Jesús»? Él nos ha indicado el camino, y ha señalado todo el trayecto con sus pisadas. Es la senda que él ha recorrido, y podemos experimentar con él la abnegación y el sufrimiento, y andar en esa senda señalada por su propia sangre (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 320, 321).

[Sin] su gracia nuestros esfuerzos no producirán beneficios duraderos. Seremos vencedores por medio de la gracia de Cristo; por los méritos de su sangre seremos contados entre aquellos cuyos nombres no serán borrados del libro de la vida. Los que logren la victoria finalmente vivirán una vida que se equipara con la de Dios y se ceñirán la corona del vencedor. Puesto que nos aguarda esta grande y eterna recompensa, deberíamos correr con paciencia la carrera, mirando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe.

Todo lo que mancha y contamina el alma debe desaparecer, debe ser limpiado del corazón. Debemos saber lo que significa participar de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que está en el mundo por causa de la concupiscencia… ¿O aceptarán la gran provisión de la salvación, y por los méritos del infinito sacrificio hecho en favor de ustedes llegar a ser participantes de la naturaleza divina? Dios dio a su Hijo unigénito para que por medio de su vergüenza, sufrimiento y muerte, ustedes pudieran tener gloria, honor e inmortalidad (Cada día con Dios, p. 173).

Renunciad a vuestra confianza propia y a vuestra suficiencia propia, hermanos, y seguid al manso Dechado. Tened siempre a Cristo presente, y recordad que es vuestro ejemplo y que debéis andar en sus pisadas. Mirad a Jesús, autor de nuestra fe, quien por el gozo que le fue propuesto soportó la cruz, despreciando la vergüenza. Sufrió la contradicción de los pecadores. Por causa de nuestros pecados fue una vez el Cordero manso, herido, golpeado e inmolado.

Por lo tanto, suframos alegremente algo por amor de Jesús, crucifiquemos diariamente el yo, y participemos aquí de los sufrimientos de Cristo, a fin de que seamos participantes con él de su gloria, y seamos coronados de gloria, honor, inmortalidad y vida eterna (Primeros escritos, pp. 113, 114).


Viernes 11 de marzo__________________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“Por medio de la fe llegaste a ser de Cristo, y por medio de la fe tienes que crecer en él; dando y tomando a la vez. Tienes que darle todo –tu corazón, tu voluntad, tu servicio–, darte a él para obedecer todos sus requerimientos; y debes tomar todo –a Cristo, la plenitud de toda bendición, para que habite en tu corazón y para que sea tu fortaleza, tu justicia, tu eterno Ayudador–, con el fin de recibir poder para obedecer” (CC 59, 60).

“Dios jamás nos pide que creamos sin darnos suficientes evidencias sobre las cuales basar nuestra fe. Su existencia, su carácter, la veracidad de su Palabra, todas estas cosas están establecidas por medio de testimonios que apelan a nuestra razón, y estos testimonios son abundantes. Sin embargo, Dios jamás ha quitado la posibilidad de dudar. Nuestra fe debe reposar sobre evidencias, no sobre demostraciones. Quienes deseen dudar tendrán oportunidad; mientras que los que realmente desean conocer la verdad encontrarán evidencias abundantes sobre las cuales establecer su fe.

“Es imposible para las mentes finitas comprender plenamente el carácter o las obras del Infinito. Para el intelecto más perspicaz, para la mente más altamente educada, ese santo Ser siempre habrá de permanecer envuelto en el misterio. ‘¿Puedes tú descubrir las cosas recónditas de Dios? ¿Puedes hasta lo sumo llegar a conocer al Todopoderoso? Ello es alto como el cielo, ¿qué podrás hacer? Más hondo es que el infierno, ¿qué podrás saber?’ (Job 11:7, 8)” (CC 90, 91).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Un erudito cristiano primitivo escribió: Credo ut intelligam, en latín, que significa: “Creo para poder entender”. Hebreos 11:3 dice que “por la fe entendemos”. ¿Cuál es la relación entre la fe y la comprensión? ¿Por qué la fe a menudo viene antes que el entendimiento? Es decir, ¿por qué a veces debemos acercarnos con fe a lo que, al menos al principio, no entendemos, y luego entenderemos más?
  2. La palabra griega pistis significa tanto “fe” como “fidelidad”. ¿Por qué son importantes ambos significados al tratar de comprender lo que significa vivir “por la fe”? Los personajes de Hebreos 11, ¿cómo mostraron, por medio de su fidelidad, la realidad de su fe? ¿Cómo podemos hacer lo mismo nosotros?
  3. Aunque entendemos que la fe es un don de Dios (Rom. 12:3), ¿qué papel desempeñamos nosotros para recibir y conservar ese don?

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.