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2027 |
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Lección 4: Para el 23 de abril de 2022
EL DILUVIO
Sábado 16 de abril____________________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 6:13–7:10; 2 Pedro 2:5–9; Génesis 7; Romanos 6:1–6; Salmo 106:4; Génesis 8; 9:1–17.
PARA MEMORIZAR:
“Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mat. 24:37).
Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gén. 6:5). El verbo “vio” (Gén. 6:5) recuerda al lector cada paso de la Creación inicial de Dios. Pero lo que Dios ve ahora, en lugar de tov, “bueno”, es ra‘, “mal” (Gén. 6:5). Es como si Dios se hubiera arrepentido de haber creado el mundo, ahora lleno de ra‘ (Gén. 6:5).
Y con todo, el arrepentimiento de Dios también contiene elementos de salvación. La palabra hebrea para “arrepentirse” (najam) tiene un eco en el nombre de Noé (Nóaj), que significa “alivio” (Gén. 5:29). Por lo tanto, la respuesta de Dios a esta maldad tiene dos caras. Contiene la amenaza de justicia, que lleva a la destrucción de algunos; y aun así, su respuesta promete consuelo y misericordia, lo que lleva a la salvación de otros también.
Esta “doble voz” ya se escuchó con Caín y Abel/Set, y se repitió mediante el contraste entre los dos linajes: el de Set (los “hijos de Dios”) y el de Caín (los “hijos de los hombres”). Ahora la volvemos a escuchar cuando Dios distingue entre Noé y el resto de la humanidad.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
[En los días de Noé] el linaje humano aun conservaba mucho de su vigor original. Solo pocas generaciones habían pasado desde que Adán había tenido acceso al árbol que había de prolongar la vida; y la unidad de la existencia del hombre era todavía el siglo. Si aquellas personas dotadas de longevidad hubieran dedicado al servicio de Dios sus excepcionales facultades para hacer planes y ejecutarlos, habrían hecho del nombre de su Creador un motivo de alabanza en la tierra, y habrían cumplido el motivo por el cual él les dio la vida. Pero dejaron de hacerlo. Había muchos gigantes, hombres de gran estatura y fuerza, renombrados por su sabiduría, hábiles para proyectar las más sutiles y maravillosas obras; pero la culpa en que incurrieron al dar rienda suelta a la iniquidad fue proporcional a su pericia y habilidad mentales.
Dios otorgó ricos y variados dones a estos antediluvianos; pero los usaron para glorificarse a sí mismos, y los transformaron en maldición poniendo sus afectos en ellos más bien que en Aquel que se los había dado. Emplearon el oro y la plata, las piedras preciosas y las maderas selectas, en la construcción de mansiones para sí y trataron de superarse unos a otros en el embellecimiento de sus moradas con las más hábiles obras del ingenio humano. Solo procuraban satisfacer los deseos de sus orgullosos corazones, y se aturdían en escenas de placer y perversidad. No deseando conservar a Dios en su memoria, no tardaron en negar su existencia. Adoraban a la naturaleza en lugar de rendir culto al Dios de la naturaleza. Glorificaban al ingenio humano, adoraban las obras de sus propias manos, y enseñaban a sus hijos a postrarse ante imágenes esculpidas (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 78, 79).
De los antediluvianos leemos: «Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal. Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra». Génesis 6:5, 13.
Dios advirtió a los habitantes del mundo antiguo de lo que se proponía hacer para limpiar la tierra de su impureza. Pero ellos se rieron con desprecio de lo que consideraron predicciones supersticiosas. Se burlaron del aviso de Noé sobre un diluvio próximo.
Cuando Cristo estuvo en la tierra amonestó sobre lo que le sucedería a Jerusalén porque el pueblo había rechazado la verdad, menospreciando los mensajes que Dios había enviado. Pero su advertencia fue desoída.
El Señor nos ha enviado, mediante sus embajadores, mensajes de advertencia declarando que el fin de todas las cosas se está acercando. Algunos escucharán esas amonestaciones, pero la gran mayoría no les prestará atención.
Así será cuando Cristo venga. Agricultores, comerciantes, abogados, fabricantes, estarán completamente ocupados con sus negocios y el día del Señor vendrá sobre ellos como lazo (En los lugares celestiales, p. 345).
Domingo 17 de abril___________________________________________________________
PREPARACIÓN PARA EL DILUVIO
Lee Génesis 6:13 a 7:10. ¿Qué lección podemos aprender de este asombroso relato de la historia humana en sus comienzos?
Génesis 6:13 a 7:10
13 Dijo, pues, Dios a Noé: He decidido el fin de todo ser, porque la tierra está llena de violencia a causa de ellos; y he aquí que yo los destruiré con la tierra. 14 Hazte un arca de madera de gofer; harás aposentos en el arca, y la calafatearás con brea por dentro y por fuera. 15 Y de esta manera la harás: de trescientos codos la longitud del arca, de cincuenta codos su anchura, y de treinta codos su altura. 16 Una ventana harás al arca, y la acabarás a un codo de elevación por la parte de arriba; y pondrás la puerta del arca a su lado; y le harás piso bajo, segundo y tercero. 17 Y he aquí que yo traigo un diluvio de aguas sobre la tierra, para destruir toda carne en que haya espíritu de vida debajo del cielo; todo lo que hay en la tierra morirá. 18 Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo. 19 Y de todo lo que vive, de toda carne, dos de cada especie meterás en el arca, para que tengan vida contigo; macho y hembra serán. 20 De las aves según su especie, y de las bestias según su especie, de todo reptil de la tierra según su especie, dos de cada especie entrarán contigo, para que tengan vida. 21 Y toma contigo de todo alimento que se come, y almacénalo, y servirá de sustento para ti y para ellos. 22 Y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó.
1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. 3 También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. 4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. 5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. 6 Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. 7 Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos. 8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, 9 de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. 10 Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra.
Al igual que Daniel, Noé es un profeta que predice el fin del mundo. La palabra hebrea para “arca” (tevá) (Gén. 6:14) es el mismo término egipcio que se utilizó para el “arca” en la que escondieron al bebé Moisés, quien así fue preservado para salvar a Israel de Egipto (Éxo. 2:3).
Además, en la estructura general del arca, algunos han visto paralelismos con el Arca del Tabernáculo (Éxo. 25:10). Así como el arca del Diluvio permitió la supervivencia de la humanidad, el Arca del Pacto, una señal de la presencia de Dios en medio de su pueblo (Éxo. 25:22), señala la obra de salvación de Dios para su pueblo.
La frase “y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó” (Gén. 6:22) concluye la sección preparatoria. El verbo ‘asá, “hizo”, refiriéndose a la acción de Noé, responde al verbo ‘asá, “hacer”, en el mandato de Dios, que inicia la sección (Gén. 6:14) y se repite cinco veces (Gén. 6:14-16). Este eco entre el mandato de Dios y la respuesta de Noé sugiere la obediencia absoluta del patriarca a lo que Dios le había dicho que hiciera, ‘asá. Además, es interesante que esta frase también se utilice en el contexto de la construcción del Arca del Pacto (Éxo. 39:32, 42; 40:16).
“Dios dio a Noé las dimensiones exactas del arca, y explícitas instrucciones acerca de todos los detalles de su construcción. La sabiduría humana no podría haber ideado una estructura de tanta solidez y durabilidad. Dios fue el diseñador, y Noé el maestro constructor” (PP 81).
Una vez más, el paralelismo entre las dos “arcas” reafirma su función redentora en común. Por consiguiente, la obediencia de Noé se describe como parte del plan de salvación de Dios. Noé se salvó simplemente porque tuvo la fe para hacer lo que Dios le ordenó (ver Heb. 11:7). Fue uno de los primeros ejemplos de una fe que se manifiesta en la obediencia, el único tipo de fe que cuenta (Sant. 2:20).
En resumen, aunque Noé “halló gracia ante los ojos de Jehová” (Gén. 6:8), fue en respuesta a esta gracia, que ya había recibido, que Noé actuó en forma fiel y obediente a los mandamientos de Dios. ¿No es así como debería ser con todos nosotros?
Lee 2 Pedro 2:5 al 9. ¿Por qué solo se salvó la familia de Noé? ¿Qué lección podemos aprender de la historia de Noé con respecto a nuestra función de advertir al mundo sobre el juicio venidero?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Más de cien años antes del diluvio el Señor envió un ángel al fiel Noé para hacerle saber que no tendría más misericordia de los miembros de la raza corrupta. Pero no quería que ignoraran su propósito. Instruiría a Noé y lo transformaría en un fiel predicador para advertir al mundo acerca de la destrucción que se avecinaba, a fin de que los habitantes de la tierra no tuvieran excusa. El patriarca debía predicar a la gente, y también construir un arca según las indicaciones de Dios para salvación de sí mismo y su familia. No solo debía predicar, sino que su ejemplo al construir el arca habría de convencer a todos que creía lo que predicaban.
Noé y su familia no estaban solos al temer y obedecer a Dios. Pero el patriarca era el más piadoso y santo de todos los hombres de la tierra, y a él preservó Dios para que llevara a cabo su voluntad al construir el arca y advertir al mundo acerca de su próxima condenación (La historia de la redención, p. 64, 65).
Pero Noé permaneció firme como una roca en medio de la tempestad. Toda clase de impiedad y corrupción moral lo circundaba; pero en medio del desprecio y el ridículo popular, en medio de la desobediencia e impiedad universal, Noé se destacaba por su santa integridad y su fidelidad inquebrantable. Mientras el mundo que lo rodeaba ignoraba a Dios y gozaba con toda clase de perversión extravagante que lo condujo a la violencia y a crímenes de toda especie, el fiel predicador de justicia comunicó a esa generación que un diluvio de agua inundaría la tierra a causa de la tremenda maldad de sus habitantes. Los invitó a creer en Dios y a arrepentirse, y a encontrar refugio en el arca…
Poder acompañaba sus palabras; porque era la voz de Dios a través de su siervo. El vínculo con Dios lo fortaleció con el vigor del poder infinito mientras que por ciento veinte años su solemne voz de advertencia vibró en los oídos de aquella generación con respecto a eventos que, según el juicio de la sabiduría humana, parecían imposibles. Cuán sencilla y semejante a la de un niño fue la fe de Noé, en medio de la incredulidad y de las burlas del mundo… Brindó al mundo un ejemplo de lo que es creer exactamente lo que Dios dijo (Reflejemos a Jesús, p. 314).
Es cosa terrible tratar livianamente la verdad que ha convencido nuestro entendimiento y ha tocado nuestro corazón. No podemos rechazar con impunidad las amonestaciones que Dios nos envía en su misericordia. Un mensaje fue enviado del cielo al mundo en tiempo de Noé, y la salvación de los hombres dependía de la manera en que aceptaran ese mensaje. Por el hecho de que ella había rechazado la amonestación, el Espíritu de Dios se retiró de la raza pecadora que pereció en las aguas del diluvio… Considerando los últimos días, el mismo Poder Infinito declara respecto de los que «no recibieron el amor de la verdad para ser salvos»: «Por lo tanto, les envía Dios operación de error, para que crean a la mentira; para que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, antes consintieron a la iniquidad». 2 Tesalonicenses 2:10-12. A medida que se rechazan las enseñanzas de su Palabra, Dios retira su Espíritu y deja a los hombres en brazos del engaño que tanto les gusta (Early Writings, p. 45; parcialmente en El conflicto de los siglos, p. 426).
Lunes 18 de abril_____________________________________________________________
EL SUCESO DEL DILUVIO
El verbo ‘asá, “hacer”, que alude a las acciones de Noé, también es una palabra clave en el relato de la Creación del Génesis (Gén. 1:7, 16, 25, 26, 31; 2:2). Los actos de obediencia de Noé son como los actos de creación de Dios. Lo que podemos deducir de este nexo es que el Diluvio no es solo cuestión de que Dios castigue a la humanidad, sino también de que Dios nos salve.
Lee Génesis 7. ¿Por qué la descripción del Diluvio nos recuerda el relato de la Creación? ¿Qué lecciones podemos aprender de los paralelismos entre los dos acontecimientos?
Génesis 7
1 Dijo luego Jehová a Noé: Entra tú y toda tu casa en el arca; porque a ti he visto justo delante de mí en esta generación. 2 De todo animal limpio tomarás siete parejas, macho y su hembra; mas de los animales que no son limpios, una pareja, el macho y su hembra. 3 También de las aves de los cielos, siete parejas, macho y hembra, para conservar viva la especie sobre la faz de la tierra. 4 Porque pasados aún siete días, yo haré llover sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches; y raeré de sobre la faz de la tierra a todo ser viviente que hice. 5 E hizo Noé conforme a todo lo que le mandó Jehová. 6 Era Noé de seiscientos años cuando el diluvio de las aguas vino sobre la tierra. 7 Y por causa de las aguas del diluvio entró Noé al arca, y con él sus hijos, su mujer, y las mujeres de sus hijos. 8 De los animales limpios, y de los animales que no eran limpios, y de las aves, y de todo lo que se arrastra sobre la tierra, 9 de dos en dos entraron con Noé en el arca; macho y hembra, como mandó Dios a Noé. 10 Y sucedió que al séptimo día las aguas del diluvio vinieron sobre la tierra. 11 El año seiscientos de la vida de Noé, en el mes segundo, a los diecisiete días del mes, aquel día fueron rotas todas las fuentes del grande abismo, y las cataratas de los cielos fueron abiertas, 12 y hubo lluvia sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches. 13 En este mismo día entraron Noé, y Sem, Cam y Jafet hijos de Noé, la mujer de Noé, y las tres mujeres de sus hijos, con él en el arca; 14 ellos, y todos los animales silvestres según sus especies, y todos los animales domesticados según sus especies, y todo reptil que se arrastra sobre la tierra según su especie, y toda ave según su especie, y todo pájaro de toda especie. 15 Vinieron, pues, con Noé al arca, de dos en dos de toda carne en que había espíritu de vida. 16 Y los que vinieron, macho y hembra de toda carne vinieron, como le había mandado Dios; y Jehová le cerró la puerta. 17 Y fue el diluvio cuarenta días sobre la tierra; y las aguas crecieron, y alzaron el arca, y se elevó sobre la tierra. 18 Y subieron las aguas y crecieron en gran manera sobre la tierra; y flotaba el arca sobre la superficie de las aguas. 19 Y las aguas subieron mucho sobre la tierra; y todos los montes altos que había debajo de todos los cielos, fueron cubiertos. 20 Quince codos más alto subieron las aguas, después que fueron cubiertos los montes. 21 Y murió toda carne que se mueve sobre la tierra, así de aves como de ganado y de bestias, y de todo reptil que se arrastra sobre la tierra, y todo hombre. 22 Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió. 23 Así fue destruido todo ser que vivía sobre la faz de la tierra, desde el hombre hasta la bestia, los reptiles, y las aves del cielo; y fueron raídos de la tierra, y quedó solamente Noé, y los que con él estaban en el arca. 24 Y prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días.
Una lectura atenta del texto que abarca el Diluvio revela el uso de muchas palabras y expresiones comunes con la historia de la Creación: “siete” (Gén. 7:2, 3, 4, 10; comparar con Gén. 2:1-3); “macho y hembra” (Gén. 7:2, 3, 9, 16; comparar con Gén. 1:27, JBS); “según sus especies” (Gén. 7:14; comparar con Gén. 1:11, 12, 21, 24, 25); “bestias”, “aves”, “reptiles” (ver Gén. 7:8, 14, 21, 23; comparar con Gén. 1:24, 25); y “aliento de espíritu de vida” (Gén. 7:15, 22; comparar con Gén. 2:7).
Por ende, la historia del Diluvio se lee algo así como la historia de la Creación. Estos ecos de los relatos de la Creación ayudan a revelar que el Dios que crea es el mismo Dios que destruye (Deut. 32:39). Pero estos ecos también transmiten un mensaje de esperanza: el Diluvio está destinado a ser una nueva Creación, a partir de las aguas, lo que lleva a una nueva existencia.
El movimiento de las aguas muestra que este suceso de creación, de hecho, revierte el acto de creación de Génesis 1. En contraste con Génesis 1, que describe una separación de las aguas de arriba de las aguas de abajo (Gén. 1:7), el Diluvio supone su reunificación cuando estas explotan más allá de sus confines (Gén. 7:11).
Este proceso transmite un mensaje paradójico: Dios primero tiene que destruir lo que existe para dar cabida a una nueva Creación posterior. La creación de la Tierra Nueva requiere la destrucción de la antigua. El suceso del Diluvio prefigura la futura salvación del mundo en el tiempo del fin: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apoc. 21:1; comparar con Isa. 65:17).
¿Qué hay en nosotros que necesita ser destruido para dar paso a una nueva creación? (Ver Rom. 6:1–6.)
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El relato bíblico está en armonía consigo mismo y con la enseñanza de la naturaleza. Del primer día empleado en la obra de la creación se dice: «Y fue la tarde y la mañana un día» Génesis 1:5. Lo mismo se dice en sustancia de cada uno de los seis días de la semana de la creación. La Inspiración declara que cada uno de esos períodos ha sido un día compuesto de mañana y tarde, como cualquier otro día transcurrido desde entonces. En cuanto a la obra de la creación, el testimonio divino es como sigue: «Porque él dijo, y fue hecho; él mandó, y existió» Salmo 33:9…
Antes del diluvio, el desarrollo de la vida animal y vegetal era inconmensurablemente superior al que se ha conocido desde entonces. En ocasión del diluvio, la superficie de la tierra sufrió conmociones, ocurrieron cambios notables, y en la nueva formación de la costra terrestre se conservaron muchas pruebas de la vida preexistente. Los grandes bosques sepultados en la tierra cuando ocurrió el diluvio, convertidos después en carbón, forman los extensos yacimientos carboníferos y suministran petróleo, sustancias necesarias para nuestra comodidad y conveniencia. Estas cosas, al ser descubiertas, son otros tantos testigos mudos de la veracidad de la Palabra de Dios (La educación, p. 116).
El amor de Dios por el mundo no se manifestó porque envió a su Hijo, sino que, debido a su amor por la humanidad, envió a su Hijo al mundo, para que la divinidad, revestida con la humanidad pudiera ponerse en contacto con la humanidad, al paso que la divinidad se aferraba de la divinidad. Aunque el pecado ha producido una separación entre el hombre y Dios, la benevolencia divina proveyó un plan para salvar ese abismo. ¿Qué material empleó? Una parte de sí mismo. El esplendor de la gloria del Padre vino a un mundo manchado por la maldición, y mediante su propio carácter divino, su propio cuerpo divino, salvó el abismo. Las ventanas del cielo se abrieron, y los torrentes de la gracia divina descendieron a nuestro mundo tenebroso, en cascadas de reconciliación. ¡Oh, qué amor! ¡Qué amor inigualable e indecible! (Nuestra elevada vocación, p. 14).
Es necesario dedicar mucho tiempo a la oración secreta, en íntima comunión con Dios. Únicamente así pueden ganarse las victorias. La eterna vigilancia es el precio de la seguridad.
El pacto del Señor ha sido hecho con sus santos. Cada uno ha de discernir sus puntos débiles de carácter, y guardarse celosamente contra ellos. Los que han sido sepultados con Cristo en el bautismo y resucitados a la semejanza de su resurrección, se han comprometido a andar en novedad de vida. «Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria». Colosenses 3:1-4 (Consejos para los maestros, p. 245).
Martes 19 de abril____________________________________________________________
EL FIN DEL DILUVIO
Génesis 7:22 al 24 describe el efecto abrumador y completo de las aguas, que “destru[yeron] todo ser que vivía” (Gén. 7:23); y “prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días” (Gén. 7:24). En este contexto de total aniquilación y desesperanza, “se acordó Dios” (Gén. 8:1). Esta frase está situada en el centro de los textos que comprenden el Diluvio, una indicación de que esta idea es el mensaje central de la historia del Diluvio.
Lee Génesis 8:1. ¿Qué significa que Dios “se acordó” de Noé?
Génesis 8:1
1 Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron las aguas.
El verbo zajar, “acordarse”, significa que Dios no se había olvidado; es más que un simple ejercicio mental. En el contexto bíblico, el “Dios que se acuerda” significa el cumplimiento de su promesa, y a menudo se refiere a la salvación (ver Gén. 19:29). En el contexto del Diluvio, “se acordó Dios” significa que la lluvia “fue detenida” (Gén. 8:2) y que Noé pronto podría salir del arca (Gén. 8:16).
Aunque todavía no recibió una orden directa para salir, Noé toma la iniciativa y envía primero un cuervo y luego una paloma para tantear la situación. Finalmente, cuando la paloma no regresa, entiende que “las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró” (Gén. 8:13).
El comportamiento de Noé es rico en lecciones prácticas. Por un lado, nos enseña a confiar en Dios aunque todavía él no haya hablado directamente; por otro lado, la fe no niega el valor del pensar y tantear. La fe no excluye el deber de pensar, buscar y ver si lo aprendido es verdad.
Y aun así, Noé sale únicamente cuando Dios, finalmente, le dice que lo haga (Gén. 8:15-19). Es decir, incluso cuando sabe que es seguro irse, Noé todavía confía en Dios y espera la señal de Dios antes de salir del arca. Esperó pacientemente dentro del arca.
“Como había entrado obedeciendo un mandato de Dios, esperó hasta recibir instrucciones especiales para salir.
“Finalmente descendió un ángel del cielo, abrió la maciza puerta y mandó al patriarca y a su familia que salieran a tierra y llevasen consigo todo ser viviente” (PP 95, 96).
Lee Génesis 8:1; 19:29; y Salmo 106:4. ¿Qué significa la expresión “se acordó Dios”? ¿Qué significa esta verdad para nosotros ahora? Es decir, ¿cómo te ha mostrado Dios que “se acuerda” de ti?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
A medida que la violencia de la tempestad aumentaba, árboles, edificios, rocas y tierra eran lanzados en todas direcciones. El terror de los hombres y los animales era indescriptible. Por encima del rugido de la tempestad podían escucharse los lamentos de un pueblo que había despreciado la autoridad de Dios. El mismo Satanás, obligado a permanecer en medio de los revueltos elementos, temió por su propia existencia… En aquella terrible hora vieron que la transgresión de la ley de Dios había ocasionado su ruina. Pero, si bien por temor al castigo reconocían su pecado, no sentían verdadero arrepentimiento ni verdadera repugnancia hacia el mal. Habrían vuelto a su desafío contra el cielo, si se les hubiese librado del castigo. Así también cuando los juicios de Dios caigan sobre la tierra antes del diluvio de fuego, los impíos sabrán exactamente en qué consiste su pecado: en haber menospreciado su santa ley. Sin embargo, su arrepentimiento no será más genuino que el de los pecadores del mundo antiguo…
El amor, no menos que la justicia, exigía que los juicios de Dios pusiesen término al pecado. Las aguas vengadoras barrieron el último refugio, y los que habían despreciado a Dios perecieron finalmente en las oscuras profundidades (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 87, 88).
Las aguas habían subido a quince codos arriba de las montañas más altas. El Señor se acordó de Noé, y a medida que las aguas del diluvio bajaban, hizo que el arca descansara sobre la cima de un grupo de montañas, que Dios en su poder preservó y mantuvo firmes durante toda aquella tempestad violenta. Estas montañas estaban muy poco separadas entre sí, y el arca flotaba y descansaba sobre una y luego sobre otra de ellas, y ya no era azotada por el vasto océano. Esto fue un gran alivio para Noé y para todos los que estaban con él dentro del arca. A medida que iban apareciendo las montañas y las colinas, mostraban una condición accidentada y resquebrajada, y todo a su alrededor parecía un mar de aguas turbulenta y barro blando (Spiritual Gifts, t. 3, p. 77).
«Por la fe Noé, habiendo recibido respuesta de cosas que aun no se veían, con temor aparejó el arca en que su casa se salvase: por la cual fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que es por la fe». Hebreos 11:7. Mientras Noé daba al mundo su mensaje de amonestación, sus obras demostraban su sinceridad. Así se perfeccionó y manifestó su fe. Dio al mundo el ejemplo de creer exactamente lo que Dios dice. Todo lo que poseía lo invirtió en el arca. Cuando empezó a construir aquel inmenso barco en tierra seca, multitudes vinieron de todos los rumbos a ver aquella extraña escena, y a oír las palabras serias y fervientes de aquel singular predicador. Cada martillazo dado en la construcción del arca era un testimonio para la gente (Historia de los patriarcas y profetas, p. 82).
¡Oh! cuán fácil es que nos olvidemos de Dios, cuando él nunca nos olvida; él nos visita a cada hora con sus misericordias (Nuestra elevada vocación, p. 316).
Miércoles 20 de abril__________________________________________________________
EL PACTO: PRIMERA PARTE
Ahora es el momento en que habría de cumplirse el pacto prometido. “Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo” (Gén. 6:18). En contraste con la advertencia divina de destrucción (Gén. 6:17), este pacto es la promesa de vida.
Lee Génesis 8:20. ¿Qué fue lo primero que hizo Noé cuando salió del arca, y por qué?
Génesis 8:20
20 Y edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar.
Al igual que Adán y Eva, quienes seguramente adoraron a Dios el sábado inmediatamente después de los seis días de la Creación, Noé adoró a Dios inmediatamente después del Diluvio, otro suceso de creación en todo el sentido de la palabra. Sin embargo, existe una diferencia entre los dos actos de adoración. A diferencia de Adán y de Eva, quienes adoraban al Señor directamente, Noé tuvo que recurrir a un sacrificio. Esta es la primera mención en las Escrituras de un altar. El sacrificio es un “holocausto” (‘olá), el sacrificio más antiguo y frecuente. Para Noé, este sacrificio era una ofrenda de acción de gracias (comparar con Núm. 15:1-11), ofrecida para expresar su agradecimiento al Creador, quien lo había salvado.
Lee Génesis 9:2 al 4. El Diluvio, ¿cómo afectó la dieta humana? ¿Cuál es el principio que está detrás de las restricciones de Dios?
Génesis 9:2-4
2 El temor y el miedo de vosotros estarán sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se mueva sobre la tierra, y en todos los peces del mar; en vuestra mano son entregados. 3 Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y plantas verdes, os lo he dado todo. 4 Pero carne con su vida, que es su sangre, no comeréis.
Debido al efecto del Diluvio, los alimentos vegetales ya no estaban disponibles, como solían estarlo. Por lo tanto, Dios permitió que los seres humanos comieran carne animal. Este cambio de dieta generó un cambio en la relación entre los seres humanos y los animales, en contraste con la que habían tenido desde la Creación original. En el relato de la Creación, los seres humanos y los animales compartían la misma dieta vegetal y no representaban una amenaza mutua. En el mundo posdiluviano, la matanza de animales para comer implicaba una relación de temor e intimidación (Gén. 9:2). Una vez que comenzaron a comerse entre sí, los seres humanos y los animales sin duda desarrollaron una relación bastante diferente de la que habían disfrutado en el Edén.
Sin embargo, la tolerancia de Dios tenía dos restricciones. En primer lugar, no todos los animales eran aptos como alimento. La primera restricción estaba implícita en la distinción entre animales “limpios e inmundos”, que era parte del orden de la Creación (ver Gén. 8:19, 20; comparar con Gén. 1:21, 24). La segunda era explícita y nueva, y era abstenerse de consumir sangre, porque la vida está en la sangre (Gén. 9:4).
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En su regocijo por verse libre, Noé no se olvidó de Aquel en virtud de cuyo misericordioso cuidado habían sido protegidos. Su primer acto después de salir del arca fue construir un altar y ofrecer un sacrificio de toda clase de bestias y aves limpias, con lo que manifestó su gratitud hacia Dios por su liberación, y su fe en Cristo, el gran sacrificio. Esta ofrenda agradó al Señor y de esto se derivó una bendición, no solo para el patriarca y su familia, sino también para todos los que habrían de vivir en la tierra. «Y percibió Jehová olor de suavidad; y dijo Jehová en su corazón: No tornaré más a maldecir la tierra por causa del hombre’ En esto había una lección para las futuras generaciones. Noé había tornado a una tierra desolada; pero antes de preparar una casa para sí, construyó un altar para Dios. Su ganado era poco, y había sido conservado con gran esfuerzo. No obstante, con alegría dio una parte al Señor, en reconocimiento de que todo era de él (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 95, 96).
Cuando Adán y Eva fueron creados recibieron el conocimiento de la ley de Dios; conocieron los derechos que la ley tenía sobre ellos; sus preceptos estaban escritos en sus corazones. Cuando el hombre cayó a causa de su transgresión, la ley no fue cambiada, sino que se estableció un sistema de redención para hacerle volver a la obediencia. Se le dio la promesa de un Salvador, y se establecieron sacrificios que dirigían sus pensamientos hacia el futuro…
Adán enseñó a sus descendientes la ley de Dios, y así fue transmitida de padres a hijos durante las siguientes generaciones. No obstante las medidas bondadosamente tomadas para la redención del hombre, pocos la aceptaron y prestaron obediencia. Debido a la transgresión, el mundo se envileció tanto que fue menester limpiarlo de su corrupción mediante el diluvio. La ley fue preservada por Noé y su familia, y Noé enseñó los diez mandamientos a sus descendientes (Historia de los patriarcas y profetas, p. 378).
Cuando Noé vio las poderosas fieras que salían con él del arca, temió que su familia, compuesta de ocho personas solamente, fuese devorada por ellas. Pero el Señor envió un ángel a su siervo con este mensaje de seguridad: «Y vuestro temor y vuestro pavor será sobre todo animal de la tierra, y sobre toda ave de los cielos, en todo lo que se moverá en la tierra, y en todos los peces del mar: en vuestra mano son entregados. Todo lo que se mueve y vive, os será para mantenimiento: así como las legumbres y hierbas, os lo he dado todo». Génesis 9:2, 3. Antes de ese tiempo, Dios no había permitido al hombre que comiera carne; quería que la raza humana subsistiera enteramente con los productos de la tierra; pero ahora que toda cosa verde había sido destruida, les dio permiso para que consumieran la carne de los animales limpios que habían sido preservados en el arca (Historia de los patriarcas y profetas, p. 98).
Jueves 21 de abril____________________________________________________________
EL PACTO: SEGUNDA PARTE
Lee Génesis 8:21 a 9:1. ¿Cuál es la importancia del compromiso de Dios con la preservación de la vida? La bendición de Dios, ¿cómo cumple con ese compromiso?
Génesis 8:21-9:1
21 Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud; ni volveré más a destruir todo ser viviente, como he hecho. 22 Mientras la tierra permanezca, no cesarán la sementera y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, y el día y la noche.
1 Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.
El compromiso de Dios de preservar la vida fue un acto de gracia; no fue el resultado de los méritos humanos. Dios decidió preservar la vida en la Tierra a pesar de la maldad humana (Gén. 8:21). Génesis 8:22 dice, literalmente, “todos los tiempos de la tierra” (JBS); es decir, mientras dure esta Tierra actual, las estaciones vendrán y se irán, y la vida continuará. En síntesis, Dios no se dio por vencido con su Creación.
Por cierto, el siguiente versículo, que habla de la bendición de Dios, nos transporta a la Creación original, con su bendición (Gén. 1:22, 28; 2:3). El Señor, en cierto sentido, le estaba dando a la humanidad la oportunidad de volver a empezar.
Lee Génesis 9:8 al 17. ¿Cuál es la trascendencia del arco iris? ¿Cómo se relaciona esta “señal del pacto” (Gén. 9:13) con la otra señal del Pacto, el sábado?
Génesis 9:8-17
8 Y habló Dios a Noé y a sus hijos con él, diciendo: 9 He aquí que yo establezco mi pacto con vosotros, y con vuestros descendientes después de vosotros; 10 y con todo ser viviente que está con vosotros; aves, animales y toda bestia de la tierra que está con vosotros, desde todos los que salieron del arca hasta todo animal de la tierra. 11 Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra. 12 Y dijo Dios: Esta es la señal del pacto que yo establezco entre mí y vosotros y todo ser viviente que está con vosotros, por siglos perpetuos: 13 Mi arco he puesto en las nubes, el cual será por señal del pacto entre mí y la tierra. 14 Y sucederá que cuando haga venir nubes sobre la tierra, se dejará ver entonces mi arco en las nubes. 15 Y me acordaré del pacto mío, que hay entre mí y vosotros y todo ser viviente de toda carne; y no habrá más diluvio de aguas para destruir toda carne. 16 Estará el arco en las nubes, y lo veré, y me acordaré del pacto perpetuo entre Dios y todo ser viviente, con toda carne que hay sobre la tierra. 17 Dijo, pues, Dios a Noé: Esta es la señal del pacto que he establecido entre mí y toda carne que está sobre la tierra.
La frase “establezco mi pacto” se repite tres veces (Gén. 9:9, 11, 17), lo que marca el punto culminante y el cumplimiento de la promesa inicial de Dios (Gén. 6:18). Tras la sección anterior, que es análoga al sexto día del relato de la Creación, esta sección es análoga a la sección que cubre el séptimo día del relato de la Creación, el sábado. Dentro del texto, la repetición de la palabra “pacto” siete veces resuena con el sábado. Como el día de reposo, el arco iris es la señal del Pacto (Gén. 9:13, 14, 16; comparar con Éxo. 31:12-17). Además, como el día de reposo, el arco iris tiene un alcance universal; se aplica a todo el mundo. Así como el sábado, como señal de la Creación, es para todos, en todas partes, la promesa de que no habrá ningún otro diluvio mundial es para todos, en todas partes también.
La próxima vez que veas un arco iris, piensa en todas las promesas que Dios nos hizo. ¿Por qué podemos confiar en esas promesas y cómo nos muestra el arco iris que podemos confiar en ellas?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
No es por un poder inherente por lo que año tras año produce la tierra sus frutos y sigue en su derrotero alrededor del sol. La mano de Dios guía a los planetas y los mantiene en posición en su marcha ordenada a través de los cielos, Es su poder el que hace que el verano y el invierno, el tiempo de sembrar y de recoger, el día y la noche se sigan uno a otro en sucesión regular. Es por su palabra como florece la vegetación, y como aparecen las hojas y las flores llenas de lozanía. Todo lo bueno que tenemos, cada rayo del sol y cada lluvia, cada bocado de alimento, cada momento de la vida, es un regalo de amor.
Cuando nuestro carácter no conocía el amor y éramos «aborrecibles» y nos aborrecíamos «unos a otros», nuestro Padre celestial tuvo compasión de nosotros. «Cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó, no por obras de justicia que nosotros habíamos hecho, sino por su misericordia» Tito 3:5. Si recibimos su amor, nos hará igualmente tiernos y bondadosos, no solo con quienes nos agradan, sino también con los más defectuosos, errantes y pecaminosos (El discurso maestro de Jesucristo, p. 65).
Mientras mirábamos este cuadro, el sello y la señal de la promesa hecha por Dios al hombre de que la tempestad de su ira no desolaría nunca más al mundo con las aguas de un diluvio, vimos que otros ojos que no eran finitos también contemplaban esta escena. Los ángeles se regocijan cuando miran esta preciosa señal del amor de Dios al hombre. El Redentor del mundo la contempla, porque fue mediante su intervención como este arco se colocó en los cielos como una señal o pacto de promesa para el hombre. Dios mismo contempla el arco en las nubes, y recuerda su pacto eterno entre él y el hombre… El arco iris representa el amor de Cristo que rodea la tierra, y llega hasta las profundidades de los cielos relacionando a los hombres con Dios, y uniendo la tierra con el cielo.
Cuando contemplamos esta hermosa escena, podemos regocijarnos en Dios, al tener la seguridad de que él mismo contempla esa señal de su pacto, y de que cuando él la ve recuerda a los hijos de la tierra a quienes les fue dada. Sus aflicciones, peligros y pruebas no pasan inadvertidos para él. Podemos regocijarnos en esperanza, porque el arco del pacto de Dios está entre nosotros. El nunca olvidará a sus hijos del cuidado divino. Cuán difícil es para la mente del hombre finito apoderarse del amor peculiar y la ternura de Dios, y su incomparable condescendencia cuando dijo: «Y estará el arco en las nubes, y verlo he para acordarme del pacto perpetuo entre Dios y toda alma viviente» (Nuestra elevada vocación, p. 316).
Debemos enviar nuestras peticiones a través de las nubes más oscuras que Satanás pueda echar sobre nosotros, y debemos hacer que nuestra fe suba hasta el trono de Dios rodeado del arco iris de la promesa, la seguridad de que Dios es fiel, de que en él no hay mudanza ni sombra de variación.
Debemos allegarnos al trono de la gracia con reverencia, recordando las promesas que Dios ha dado, contemplando la bondad de Dios y ofreciendo alabanzas de agradecimiento por su inmutable amor. No debemos confiar en nuestras oraciones finitas, sino en la palabra de nuestro Padre celestial, en la seguridad de su amor por nosotros (En los lugares celestiales, p. 127).
Viernes 22 de abril____________________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Es muy esclarecedor comparar la mentalidad y el comportamiento de la gente y el estado del mundo antes del Diluvio, por un lado, con los de nuestros días, por el otro. Sin duda, la maldad humana no es un fenómeno nuevo. Observa los paralelismos entre aquella época y la nuestra.
“Los pecados que acarrearon la venganza sobre el mundo antediluviano existen hoy. El temor de Dios ha desaparecido del corazón de los hombres, y su Ley se trata con indiferencia y desdén. La intensa mundanalidad de aquella generación es igualada por la de la presente. […] Dios no condenó a los antediluvianos por comer y beber […]. Su pecado consistió en que tomaron estas dádivas sin ninguna gratitud hacia el Dador, y se rebajaron entregándose desenfrenadamente a la glotonería. Era lícito que se casaran. El matrimonio formaba parte del plan de Dios; fue una de las primeras instituciones que él estableció. Dio instrucciones especiales tocantes a esa institución, revistiéndola de santidad y belleza; pero estas instrucciones fueron olvidadas, y el matrimonio fue pervertido y puesto al servicio de las pasiones humanas.
“Condiciones semejantes prevalecen hoy día. Lo que es lícito en sí es llevado al exceso. […] El fraude, el soborno y el robo se cometen libremente entre humildes y encumbrados. La prensa abunda en crónicas de asesinatos […]. El espíritu de anarquía está penetrando en todas las naciones, y los disturbios, que de vez en cuando excitan el horror del mundo, no son sino señales de los reprimidos fuegos de las pasiones y de la maldad que, una vez que escapen al dominio de las leyes, llenarán el mundo de miseria y desolación. El cuadro del mundo antediluviano que pintó la Inspiración representa con fiel veracidad la condición a la cual la sociedad moderna está llegando rápidamente. Ahora mismo, en el presente siglo, y en países que se llaman cristianos, se cometen diariamente crímenes tan negros y atroces como aquellos por los cuales fueron destruidos los pecadores del antiguo mundo” (PP 90, 91).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Cuáles son las características comunes de la sociedad antediluviana y la nuestra? ¿Qué nos enseñan estas características comunes acerca de la gracia de Dios: que a pesar de todo esto, él ama al mundo y, todavía, busca salvar a quien pueda?
- Algunos argumentan que el diluvio de Noé fue solo un acontecimiento local. ¿Qué tiene de malo esa idea? Si esto fuera cierto, ¿por qué cada inundación local (y cada arco iris) convertiría a Dios en un mentiroso?