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Lección 5 – TODAS LAS NACIONES Y BABEL – Para el 30 de abril de 2022

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LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA

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Hebreos Génesis En el Crisol con Cristo El Estado de los Muertos

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Mayordomía El Mensaje de los Tres Ángeles Efesios Norma Cultural y Mente Misionera de Personajes Bíblicos*

2024

Salmos El Gran Conflicto Marcos Juan

2025

Amor y Justicia en la Biblia Como Estudiar la Profecía y la Inspiración Éxodo Como Permanecer en Relación con Dios

2026

Colosenses – Filipenses Religión en el Mercado** Josué El Espíritu de Profecía

2027

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel

* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

** Religion in the Market Place


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Lección 5: Para el 30 de abril de 2022

TODAS LAS NACIONES Y BABEL

Sábado 23 de abril____________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 9:18–11:9; Lucas 10:1; Mateo 1:1–17; Lucas 1:26–33; Salmo 139:7–12; Génesis 1:28; 9:1.

PARA MEMORIZAR:

“Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9).

Después del Diluvio, cambia el enfoque del relato bíblico: del personaje único, Noé, a sus tres hijos, “Sem, Cam y Jafet”. La atención especial puesta en Cam, el padre de Canaán (Gén. 10:6, 15), introduce la idea de “Canaán”, la Tierra Prometida (Gén. 12:5), un anticipo de Abraham, cuya bendición llegaría a todas las naciones (Gén. 12:3).

Sin embargo, la torre de Babel rompe el linaje (Gén. 11:1-9). Una vez más, los planes de Dios para la humanidad se ven interrumpidos. Las naciones se unen para tratar de ocupar el lugar de Dios; Dios responde con juicio sobre ellas; y, mediante la confusión resultante, la gente se esparce por todo el mundo (Gén. 11:8), y cumple así el plan original de Dios de “llena[r] la tierra” (Gén. 9:1).

Finalmente, a pesar de la maldad humana, Dios transforma el mal en bien; como siempre, él tiene la última palabra. La maldición de Cam en la tienda de su padre (Gén. 9:21, 22) y la maldición de las naciones confundidas en la torre de Babel (Gén. 11:9) con el tiempo se convertirán en una bendición para las naciones.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Algunos de los descendientes de Noé pronto comenzaron a apostatar. Una parte siguió el ejemplo de Noé y obedeció los mandamientos divinos; otros fueron rebeldes e incrédulos, y ni siquiera creían lo mismo con respecto al diluvio. Algunos no creían en la existencia de Dios, y en sus mentes atribuyeron esa catástrofe a causas naturales. Otros creían que Dios existía y que había destruido a la raza antediluviana por medio de un diluvio; y sus sentimientos, a semejanza de los de Caín, se rebelaron contra Dios porque había destruido a los hombres que habitaban la tierra y la había maldecido por tercera vez mediante ese cataclismo.

Los enemigos de Dios se sentían diariamente reprobados por la conducta justa y la vida piadosa de los que lo amaban, obedecían y exaltaban. Los incrédulos se consultaron y decidieron separarse de los fieles, cuyas vidas justas constituían una constante restricción para su conducta impía. Viajaron hasta alejarse bastante de ellos, y escogieron una gran planicie para habitar en ella. Construyeron una ciudad, y concibieron la idea de edificar una enorme torre que llegara hasta las nubes, para poder vivir juntos en la ciudad y en la torre, y no ser dispersados jamás (La historia de la redención, p. 74).

Toda ambición humana, toda jactancia, ha de echarse por tierra. El yo, el yo pecaminoso, debe ser abatido y no exaltado. Por medio de la piedad en la vida diaria debemos revelar a Cristo a cuantos nos rodean. La corrupta naturaleza humana ha de subyugarse y no exaltarse. Únicamente así seremos puros y limpios. Debemos ser hombres y mujeres humildes y fieles.

Se mantiene un registro de todos los hechos de los hijos de los hombres. Nada puede ocultarse del ojo del Alto y Sublime que habita la eternidad. Algunos hacen que Cristo sé avergüence de ellos por causa de sus maquinaciones, proyectos e intrigas. Dios no aprueba esta conducta porque su espíritu y sus obras deshonran al Señor Jesucristo…

La instrucción que el Señor me ha dado concerniente a su obra nos señala el camino correcto. Los proyectos y pensamientos de Dios son mucho más altos que los de los hombres, cuanto son más altos los cielos que la tierra. La voz de Dios debe ser escuchada y su sabiduría ha de conducirnos. El ha delineado su plan en su Palabra y en los testimonios que ha dado a su pueblo. Solo la obra que sea hecha de acuerdo a los principios de su Palabra permanecerá para siempre (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 245, 246).

Dios nos amó con amor indecible, y nuestro amor hacia él aumenta a medida que comprendemos algo de la largura, la anchura, la profundidad y la altura de este amor que excede todo conocimiento. Por la revelación del encanto atractivo de Cristo, por el conocimiento de su amor expresado hacia nosotros cuando aún éramos pecadores, el corazón obstinado se ablanda y se somete, y el pecador se transforma y llega a ser hijo del cielo. Dios no utiliza medidas coercitivas; el agente que emplea para expulsar el pecado del corazón es el amor. Mediante él, convierte el orgullo en humildad, y la enemistad y la incredulidad, en amor y fe (El discurso maestro de Jesucristo, p. 66).


Domingo 24 de abril__________________________________________________________

LA MALDICIÓN DE CAM

Lee Génesis 9:18 al 27. ¿Cuál es el mensaje de esta extraña historia?

Génesis 9:18-27

18 Y los hijos de Noé que salieron del arca fueron Sem, Cam y Jafet; y Cam es el padre de Canaán. 19 Estos tres son los hijos de Noé, y de ellos fue llena toda la tierra. 20 Después comenzó Noé a labrar la tierra, y plantó una viña; 21 y bebió del vino, y se embriagó, y estaba descubierto en medio de su tienda. 22 Y Cam, padre de Canaán, vio la desnudez de su padre, y lo dijo a sus dos hermanos que estaban afuera. 23 Entonces Sem y Jafet tomaron la ropa, y la pusieron sobre sus propios hombros, y andando hacia atrás, cubrieron la desnudez de su padre, teniendo vueltos sus rostros, y así no vieron la desnudez de su padre. 24 Y despertó Noé de su embriaguez, y supo lo que le había hecho su hijo más joven, 25 y dijo: Maldito sea Canaán; Siervo de siervos será a sus hermanos. 26 Dijo más: Bendito por Jehová mi Dios sea Sem, Y sea Canaán su siervo. 27 Engrandezca Dios a Jafet, Y habite en las tiendas de Sem, Y sea Canaán su siervo.

El acto de Noé en su viñedo nos recuerda a Adán en el Jardín del Edén. Las dos historias contienen temáticas en común: comer del fruto y terminar desnudos; luego algo para cubrirse, una maldición y una bendición. Noé se vuelve a conectar con sus raíces adámicas y, lamentablemente, reanuda esa historia fallida.

La fermentación de la fruta no era parte de la Creación original de Dios. Noé se dio a la bebida, luego perdió el dominio propio y se desnudó. El hecho de que Cam “vio” su desnudez hace alusión a Eva, quien también “vio” el árbol prohibido (Gén. 3:6). Este paralelismo sugiere que Cam no solo “vio” furtivamente, por accidente, la desnudez de su padre. Salió por ahí a contarlo, sin siquiera intentar atender el problema de su padre. En contraste, la reacción inmediata de sus hermanos de cubrir a su padre, mientras que Cam lo dejó desnudo, denunció implícitamente las acciones de Cam.

La cuestión en juego aquí tiene más que ver con el respeto a los padres. Deshonrar a los padres, que representan su pasado, afectará su futuro (Éxo. 20:12; comparar con Efe. 6:2). De allí la maldición, que influirá en el futuro de Cam y en el de su hijo Canaán.

Por supuesto, es un grave error teológico y una ofensa ética utilizar este pasaje para justificar teorías racistas contra cualquiera. La profecía se restringe estrictamente a Canaán, el hijo de Cam. El autor bíblico tiene en mente algunas de las prácticas corruptas de los cananeos (Gén. 19:5-7, 31-35).

Además, la maldición contiene una promesa de bendición, en un juego de palabras con el nombre “Canaán”, que deriva del verbo kaná‘, que significa “someter”. Es mediante el sometimiento de Canaán que el pueblo de Dios, los descendientes de Sem, entrará en la Tierra Prometida y preparará el camino para la venida del Mesías, quien engrandecerá a Jafet “en las tiendas de Sem” (Gén. 9:27). Esta es una alusión profética a la expansión del pacto de Dios hacia todas las naciones que aceptarán el mensaje de salvación de Israel para el mundo (Dan. 9:27; Isa. 66:18-20; Rom. 11:25). De hecho, la maldición de Cam será una bendición para todas las naciones, incluyendo a los descendientes de Cam y Canaán que acepten la salvación que les ofrece el Señor.

Noé, el “héroe” del Diluvio, ¿ebrio? ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán imperfectos somos todos y por qué necesitamos la gracia de Dios en cada momento de nuestra vida?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Para repoblar la tierra, de la cual el diluvio había barrido toda corrupción moral, Dios había preservado una sola familia, la casa de Noé, a quien había manifestado: «A ti he visto justo delante de mí en esta generación». Génesis 7:1. Sin embargo, entre los tres hijos de Noé pronto se desarrolló la misma gran distinción que se había visto en el mundo antediluviano. En Sem, Cam y Jafet, quienes habían de ser los fundadores del linaje humano, se pudo prever el carácter de sus descendientes.

Hablando por inspiración divina. Noé predijo la historia de las tres grandes razas que habrían de proceder de estos padres de la humanidad. Al hablar de los descendientes de Cam, refiriéndose al hijo más que al padre, manifestó Noé: «Maldito sea Canaán, siervo de siervos será a sus hermanos». Génesis 9:25. El monstruoso crimen de Cam demostró que hacía mucho que la reverencia filial había desaparecido de su alma, y reveló la impiedad y la vileza de su carácter. Estas perversas características se perpetuaron en Canaán y su posteridad, cuya continua culpabilidad atrajo sobre ellos el juicio de Dios (Historia de los patriarcas y profetas, p. 110).

La profecía de Noé no fue una denuncia arbitraria y airada ni una declaración de favoritismo. No fijó el carácter y el destino de sus hijos. Pero reveló cuál sería el resultado de la conducta que habían escogido individualmente, y el carácter que habían desarrollado. Fue una expresión del propósito de Dios hacia ellos y hacia su posteridad, en vista de su propio carácter y conducta. Generalmente, los niños heredan la disposición y las tendencias de sus padres, e imitan su ejemplo; de manera que los pecados de los padres son cometidos por los hijos de generación en generación. Así la vileza y la irreverencia de Cam se reprodujeron en su posteridad y le acarrearon maldición durante muchas generaciones. «Un pecador destruye mucho bien». Eclesiastés 9:18.

Por otro lado, ¡cuán ricamente fue premiado el respeto de Sem hacia su padre; y qué ilustre serie de hombres santos se ve en su posteridad! «Conoce Jehová los días de los perfectos», «y su simiente es para bendición». Salmo 37:18, 26 (Historia de los patriarcas y profetas, p. 111).

El arrepentimiento, tanto como el perdón, es el don de Dios mediante Cristo. Mediante la influencia del Espíritu Santo somos convencidos de pecado y sentimos nuestra necesidad de perdón. Solo los contritos son perdonados, pero es la gracia de Dios la que hace que se arrepienta el corazón. El conoce todas nuestras debilidades y flaquezas, y nos ayudará.

Algunos que acuden a Dios mediante el arrepentimiento y la confesión, y creen que sus pecados han sido perdonados, no recurren, sin embargo, a las promesas de Dios como debieran. No comprenden que Jesús es un Salvador siempre presente y no están listos para confiarle la custodia de su alma, descansando en él para que perfeccione la obra de la gracia comenzada en su corazón. Al paso que piensan que se entregan a Dios, existe mucho de confianza propia. Hay almas concienzudas que confían parcialmente en Dios y parcialmente en sí mismas. No recurren a Dios para ser preservadas por su poder, sino que dependen de su vigilancia contra la tentación y de la realización de ciertos deberes para que Dios las acepte. No hay victorias en esta clase de fe. Tales personas se esfuerzan en vano. Sus almas están en un yugo continuo y no hallan descanso hasta que sus cargas son puestas a los pies de Jesús (Mensajes selectos, t. 1, pp. 414, 415).


Lunes 25 de abril_____________________________________________________________

LA GENEALOGÍA DEL GÉNESIS

La información cronológica sobre la edad de Noé nos hace notar que el patriarca sirve de nexo entre las civilizaciones antediluvianas y las posdiluvianas. Los dos últimos versículos de la historia anterior (Gén. 9:28, 29) nos remontan al último eslabón de la genealogía de Adán (Gén. 5:32). Debido a que Adán murió cuando Lamec, el padre de Noé, tenía 56 años, seguramente Noé escuchó historias acerca de Adán, que quizá transmitió a sus descendientes antes y después del Diluvio.

Lee Génesis 10. ¿Cuál es el propósito de esta genealogía en la Biblia? (Ver además Luc. 3:23–38.)

Génesis 10

 1 Estas son las generaciones de los hijos de Noé: Sem, Cam y Jafet, a quienes nacieron hijos después del diluvio. Los hijos de Jafet: Gomer, Magog, Madai, Javán, Tubal, Mesec y Tiras. Los hijos de Gomer: Askenaz, Rifat y Togarma. Los hijos de Javán: Elisa, Tarsis, Quitim y Dodanim. De estos se poblaron las costas, cada cual según su lengua, conforme a sus familias en sus naciones. Los hijos de Cam: Cus, Mizraim, Fut y Canaán. Y los hijos de Cus: Seba, Havila, Sabta, Raama y Sabteca. Y los hijos de Raama: Seba y Dedán. Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová. 10 Y fue el comienzo de su reino Babel, Erec, Acad y Calne, en la tierra de Sinar. 11 De esta tierra salió para Asiria, y edificó Nínive, Rehobot, Cala, 12 y Resén entre Nínive y Cala, la cual es ciudad grande. 13 Mizraim engendró a Ludim, a Anamim, a Lehabim, a Naftuhim, 14 a Patrusim, a Casluhim, de donde salieron los filisteos, y a Caftorim. 15 Y Canaán engendró a Sidón su primogénito, a Het, 16 al jebuseo, al amorreo, al gergeseo, 17 al heveo, al araceo, al sineo, 18 al arvadeo, al zemareo y al hamateo; y después se dispersaron las familias de los cananeos. 19 Y fue el territorio de los cananeos desde Sidón, en dirección a Gerar, hasta Gaza; y en dirección de Sodoma, Gomorra, Adma y Zeboim, hasta Lasa. 20 Estos son los hijos de Cam por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. 21 También le nacieron hijos a Sem, padre de todos los hijos de Heber, y hermano mayor de Jafet. 22 Los hijos de Sem fueron Elam, Asur, Arfaxad, Lud y Aram. 23 Y los hijos de Aram: Uz, Hul, Geter y Mas. 24 Arfaxad engendró a Sala, y Sala engendró a Heber. 25 Y a Heber nacieron dos hijos: el nombre del uno fue Peleg, porque en sus días fue repartida la tierra; y el nombre de su hermano, Joctán. 26 Y Joctán engendró a Almodad, Selef, Hazar-mavet, Jera, 27 Adoram, Uzal, Dicla, 28 Obal, Abimael, Seba, 29 Ofir, Havila y Jobab; todos estos fueron hijos de Joctán. 30 Y la tierra en que habitaron fue desde Mesa en dirección de Sefar, hasta la región montañosa del oriente. 31 Estos fueron los hijos de Sem por sus familias, por sus lenguas, en sus tierras, en sus naciones. 32 Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus naciones; y de estos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio.

Lucas 3:23–38

23 Jesús mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años, hijo, según se creía, de José, hijo de Elí, 24 hijo de Matat, hijo de Leví, hijo de Melqui, hijo de Jana, hijo de José, 25 hijo de Matatías, hijo de Amós, hijo de Nahum, hijo de Esli, hijo de Nagai, 26 hijo de Maat, hijo de Matatías, hijo de Semei, hijo de José, hijo de Judá, 27 hijo de Joana, hijo de Resa, hijo de Zorobabel, hijo de Salatiel, hijo de Neri, 28 hijo de Melqui, hijo de Adi, hijo de Cosam, hijo de Elmodam, hijo de Er, 29 hijo de Josué, hijo de Eliezer, hijo de Jorim, hijo de Matat, 30 hijo de Leví, hijo de Simeón, hijo de Judá, hijo de José, hijo de Jonán, hijo de Eliaquim, 31 hijo de Melea, hijo de Mainán, hijo de Matata, hijo de Natán, 32 hijo de David, hijo de Isaí, hijo de Obed, hijo de Booz, hijo de Salmón, hijo de Naasón, 33 hijo de Aminadab, hijo de Aram, hijo de Esrom, hijo de Fares, hijo de Judá, 34 hijo de Jacob, hijo de Isaac, hijo de Abraham, hijo de Taré, hijo de Nacor, 35 hijo de Serug, hijo de Ragau, hijo de Peleg, hijo de Heber, hijo de Sala, 36 hijo de Cainán, hijo de Arfaxad, hijo de Sem, hijo de Noé, hijo de Lamec, 37 hijo de Matusalén, hijo de Enoc, hijo de Jared, hijo de Mahalaleel, hijo de Cainán, 38 hijo de Enós, hijo de Set, hijo de Adán, hijo de Dios.

La genealogía bíblica tiene tres funciones. En primer lugar, enfatiza la naturaleza histórica de los acontecimientos bíblicos, que se asocian con personas reales que vivieron y murieron y cuyos días están contados con precisión. En segundo lugar, demuestra la continuidad desde la antigüedad hasta la época contemporánea del autor, estableciendo un vínculo claro entre el pasado y el “presente”. En tercer lugar, nos recuerda la fragilidad humana, y el trágico efecto de la maldición del pecado y sus mortíferos resultados sobre todas las generaciones subsiguientes.

Fíjate que la clasificación de “camitas”, “semitas” y “jaféticos” no sigue un criterio claro. Las setenta naciones prefiguran a los setenta miembros de la familia de Jacob (Gén. 46:27) y a los setenta ancianos de Israel en el desierto (Éxo. 24:9). La idea de una correspondencia entre las setenta naciones y los setenta ancianos sugiere la misión de Israel hacia las naciones: “Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel” (Deut. 32:8). En este mismo sentido, Jesús envía a setenta discípulos a evangelizar a las naciones (Luc. 10:1).

Lo que esta información nos muestra es el vínculo directo entre Adán y los patriarcas; todos son personajes históricos, personas reales desde Adán en adelante. Esto también nos ayuda a comprender que los patriarcas tuvieron acceso directo como testigos y que tenían recuerdos personales de estos acontecimientos antiguos.

Lee Mateo 1:1 al 17. ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la historicidad de toda esta gente? ¿Por qué es importante para nuestra fe saber y creer que fueron personas reales?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando se consideran las oportunidades que tiene el hombre para investigar, cuando se considera cuán breve es su vida, cuán limitada su esfera de acción, cuán restringida su visión, cuán frecuentes y grandes son los errores de sus conclusiones, especialmente en lo que se refiere a los sucesos que se supone precedieron a la historia bíblica, cuán a menudo se revisan o desechan las supuestas deducciones de la ciencia, con qué prontitud se añaden o quitan millones de años al supuesto período del desarrollo de la tierra y cómo se contradicen las teorías presentadas por diferentes hombres de ciencia; cuando se considera esto, ¿consentiremos nosotros, por el privilegio de rastrear nuestra ascendencia a través de gérmenes, moluscos y monos, en desechar esa declaración de la Santa Escritura, tan grandiosa en su sencillez: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó»? Génesis 1:27. ¿Desecharemos el informe genealógico más magnífico que cualquiera atesorado en las cortes de los reyes: «Hijo de Adán, hijo de Dios»? Lucas 3:38.

Debidamente comprendidas, tanto las revelaciones de la ciencia como las experiencias de la vida están en armonía con el testimonio de la Escritura en cuanto a la obra constante de Dios en la naturaleza (La educación, p. 130).

En los anales de la historia humana, el desarrollo de las naciones, el nacimiento y la caída de los imperios, parecen depender de la voluntad y las proezas de los hombres; y en cierta medida los acontecimientos se dirían determinados por el poder, la ambición y los caprichos de ellos. Pero en la Palabra de Dios se descorre el velo, y encima, detrás y a través de todo el juego y contra juego de los humanos intereses, poder y pasiones, contemplamos a los agentes del que es todo misericordioso, que cumplen silenciosa y pacientemente los designios y la voluntad de

En palabras de incomparable belleza y ternura, el apóstol Pablo presentó a los sabios de Atenas el propósito que Dios había tenido en la creación y distribución de las razas y naciones. Declaró el apóstol: «El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay… de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habitasen sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los términos de la habitación de ellos; para que buscasen a Dios, si en alguna manera, palpando, le hallen». Hechos 17:24-27 (Profetas y reyes, p. 366).

La Biblia presenta a la imaginación un campo ilimitado, tanto más elevado y noble que las creaciones superficiales del intelecto no santificado como los cielos son más altos que la tierra. La historia inspirada de nuestra especie es colocada en las manos de todo individuo. Todos pueden ahora empezar su investigación. Pueden familiarizarse con nuestros primeros padres cuando estaban en el Edén, en estado de santa inocencia, gozando de la comunión con Dios y los ángeles inmaculados. Pueden investigar la introducción del pecado, y sus resultados sobre la especie, y seguir paso a paso el curso de la historia sagrada que registra la desobediencia e impenitencia del hombre y la justa retribución por el pecado (Mensajes para los jóvenes, p. 180).


Martes 26 de abril____________________________________________________________

UNA SOLA LENGUA

Lee Génesis 11:1 al 4. ¿Por qué la gente de “toda la tierra” estaba tan ansiosa por lograr la unidad?

Génesis 11:1-4

1 Tenía entonces toda la tierra una sola lengua y unas mismas palabras. Y aconteció que cuando salieron de oriente, hallaron una llanura en la tierra de Sinar, y se establecieron allí. Y se dijeron unos a otros: Vamos, hagamos ladrillo y cozámoslo con fuego. Y les sirvió el ladrillo en lugar de piedra, y el asfalto en lugar de mezcla. Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la faz de toda la tierra.

La frase “toda la tierra” se refiere a una pequeña cantidad de personas, las que vivían después del Diluvio. La razón de esta reunión se indica claramente: quieren construir una torre para llegar al cielo (Gén. 11:4). De hecho, su verdadera intención es ocupar el lugar de Dios mismo, el Creador. Es de notar que la descripción de las intenciones y las acciones de la gente imita las intenciones y las acciones de Dios en el relato de la Creación: “dijeron” (Gén. 11:3, 4; comparar con Gén. 1:6, 9, 14, etc.); “hagamos” (Gén. 11:3, 4; comparar con Gén. 1:26). Su intención se declara explícitamente: “Hagámonos un nombre” (Gén. 11:4), una expresión que utiliza Dios exclusivamente (Isa. 63:12, 14).

En síntesis, los constructores de la torre de Babel albergaban la ambición equivocada de reemplazar a Dios, el Creador. (Sabemos quién inspiró eso, ¿verdad? Ver Isa. 14:14.) El recuerdo del Diluvio seguramente debió de haber desempeñado una función en ese proyecto. Construyeron una torre alta para sobrevivir a otra inundación; si venía otra, a pesar de la promesa de Dios en sentido contrario. El recuerdo del Diluvio se ha conservado en la tradición babilónica, aunque distorsionada, en relación con la construcción de la ciudad de Babel (Babilonia). Por cierto, este esfuerzo ascendente por alcanzar el cielo y usurpar a Dios caracterizará el espíritu de Babilonia.

Por eso, la historia de la torre de Babel también es una temática tan importante en el libro de Daniel. La referencia a Sinar, que introduce la historia de la torre de Babel (Gén. 11:2), reaparece al comienzo del libro de Daniel, para designar el lugar donde Nabucodonosor ha llevado los utensilios del Templo de Jerusalén (Dan. 1:2). Entre muchos otros pasajes del libro, el episodio de Nabucodonosor al erigir la estatua de oro, probablemente en el mismo lugar, en la misma “llanura”, es el más ilustrativo de esta tesitura. En sus visiones del tiempo del fin, Daniel ve la misma coyuntura cuando las naciones de la Tierra se reúnen para lograr la unidad contra Dios (Dan. 2:43; 11:43–45; comparar con Apoc. 16:15, 16); aunque este intento fracasa, al igual que el de Babel.

Un famoso escritor francés secular del siglo pasado dijo que el gran propósito de la humanidad era tratar de “ser Dios”. ¿Por qué nos sentimos atraídos por esta peligrosa mentira, ya desde Eva en el Edén (Gén. 3:5)?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Tan pronto como se repobló la tierra, los hombres reanudaron su hostilidad contra Dios y el cielo. Transmitieron su enemistad a sus descendientes como si la habilidad y los ardides para descarriar a los hombres y perpetuarlos en esa guerra antinatural hubiera sido un legado sagrado.

Esta confederación nació de la rebelión contra Dios. Los moradores de la llanura de Sinar establecieron su reino para su exaltación propia, no para la gloria de Dios. Si hubiesen tenido éxito, hubiera predominado un grandioso poder que hubiera desterrado la justicia e inaugurado una nueva religión. El mundo se habría corrompido. La mezcla de ideas religiosas con teorías erróneas hubiera terminado cerrando la puerta a la paz, la felicidad y la seguridad. Estas hipótesis, esas teorías erróneas, llevadas a cabo y perfeccionadas, habrían apartado las mentes de la lealtad a los estatutos divinos, y la ley de Jehová hubiera sido despreciada y olvidada. Hombres decididos —inspirados e instados por el primer rebelde habrían resistido todo lo que se interpusiera en sus planes o en su mal proceder. En lugar de los preceptos divinos, habrían puesto leyes urdidas de acuerdo con los deseos de su corazón egoísta, a fin de poder llevar a acabo sus propósitos (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, pp. 1105, 1106).

[Los enemigos de Dios] pensaban que estarían seguros en caso de otro diluvio, pues la torre que iban a construir se elevaría a una altura superior a la que habían alcanzado las aguas en ocasión del diluvio, que todo el mundo los honraría, que serían como dioses y gobernarían a la gente. Esa torre fue planeada para exaltar a sus constructores, y diseñada para desviar de Dios la atención de los que vivieran sobre la faz de la tierra, a fin de que se unieran a ellos en su idolatría. Antes que terminara la construcción, la gente ya vivía en la torre. Algunas habitaciones habían sido espléndidamente amobladas y decoradas para ser dedicadas a sus ídolos. Los que no creían en Dios se imaginaban que si su torre llegaba hasta las nubes, podrían descubrir las causas del diluvio (La historia de la redención, p. 75).

En la Palabra de Dios se describen dos bandos opuestos que influyen sobre los seres humanos en nuestro mundo, y los dominan. Esos bandos están actuando constantemente sobre cada ser humano. Los que están bajo el dominio de Dios y la influencia de los ángeles celestiales, podrán discernir las astutas artimañas de los poderes invisibles de las tinieblas. Los que desean estar en armonía con los agentes celestiales, debieran ser sumamente fervientes en cumplir la voluntad de Dios. No deben dar la menor cabida a Satanás y a sus ángeles.

Pero a menos que estemos constantemente en guardia, seremos vencidos por el enemigo. Aunque a todos ha sido manifestada una solemne revelación de la voluntad de Dios acerca de nosotros, sin embargo, el conocimiento de esa voluntad no excluye la necesidad de elevar fervientes súplicas a Dios en busca de ayuda, y procurar diligentemente cooperar con él en respuesta a las oraciones ofrecidas. El cumple sus propósitos por medio de instrumentos humanos (La oración, p. 115).


Miércoles 27 de abril__________________________________________________________

“DESCENDAMOS”

Lee Génesis 11:5 al 7; y Salmo 139:7 al 12. ¿Por qué Dios descendió a la Tierra? ¿Cuál fue el hecho que motivó esta reacción divina?

Génesis 11:5-7

Y descendió Jehová para ver la ciudad y la torre que edificaban los hijos de los hombres. Y dijo Jehová: He aquí el pueblo es uno, y todos estos tienen un solo lenguaje; y han comenzado la obra, y nada les hará desistir ahora de lo que han pensado hacer. Ahora, pues, descendamos, y confundamos allí su lengua, para que ninguno entienda el habla de su compañero.

Salmo 139:7-12

¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; Y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba Y habitare en el extremo del mar, 10 Aun allí me guiará tu mano, Y me asirá tu diestra. 11 Si dijere: Ciertamente las tinieblas me encubrirán; Aun la noche resplandecerá alrededor de mí. 12 Aun las tinieblas no encubren de ti, Y la noche resplandece como el día; Lo mismo te son las tinieblas que la luz.

Irónicamente, aunque los hombres estaban “subiendo”, Dios tuvo que bajar hasta ellos. El descenso de Dios es una confirmación de su supremacía. Dios siempre estará más allá de nuestro alcance humano. Cualquier esfuerzo humano por subir hasta él y encontrarnos con él en el cielo es inútil y ridículo, no cabe ni la menor duda. Por eso, para salvarnos, Jesús descendió hasta nosotros; de hecho, no había otra manera en que él nos salvara.

Una gran ironía en el relato de la torre de Babel se ve en la declaración de Dios: “Ver la ciudad y la torre” (Gén. 11:5). Dios no tenía que bajar para ver (Sal. 139:7-12; comparar con Sal. 2:4), pero lo hizo de todos modos. El concepto enfatiza el interés de Dios en la humanidad.

Lee Lucas 1:26 al 33. ¿Qué nos enseña esto acerca de que Dios haya descendido hasta nosotros?

Lucas 1:26-33

26 Al sexto mes el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, 27 a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 28 Y entrando el ángel en donde ella estaba, dijo: ¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo; bendita tú entre las mujeres. 29 Mas ella, cuando le vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué salutación sería esta. 30 Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. 31 Y ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS. 32 Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le dará el trono de David su padre; 33 y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.

El hecho de que Dios haya descendido también nos recuerda el principio de la justificación por la fe y el proceso de la gracia de Dios. Cualquiera que sea el trabajo que realicemos para Dios, él todavía tendrá que bajar para reunirse con nosotros. No es lo que hacemos por Dios lo que nos llevará a él y a la redención, es la iniciativa de acercamiento de Dios lo que nos salvará. De hecho, dos veces el texto de Génesis habla de que Dios “descendió”, lo que sugiere cuánto le importaba lo que estaba sucediendo allí.

Según el pasaje, el Señor quería poner fin a esa unidad profundamente arraigada, que, por ser seres caídos, solo podría conducir a una maldad cada vez mayor. Por eso decidió confundir su lengua, lo que pondría fin a su estrategia de unificación.

“Los planes de los constructores de la torre de Babel terminaron en vergüenza y derrota. El monumento de su orgullo llegó a ser el memorial de su locura. Pero los hombres siguen hoy el mismo sendero: dependen de sí mismos y rechazan la Ley de Dios. Es el principio que Satanás trató de practicar en el cielo, el mismo que siguió Caín al presentar su ofrenda” (PP 115).

En el relato de la torre de Babel, ¿cómo vemos otro ejemplo de arrogancia humana, que en última instancia fracasará? ¿Qué lecciones personales podemos extraer de esta historia?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

[Cristo] vino a este mundo en forma humana para vivir como un hombre entre los hombres. Tomó las flaquezas de la naturaleza humana para ser probado y examinado. En su humanidad, era participante de la naturaleza divina. En su encarnación, ganó en un nuevo sentido el título de Hijo de Dios… Si bien era el Hijo de un ser humano, llegó a ser en un nuevo sentido el Hijo de Dios. Así estuvo en nuestro mundo: el Hijo de Dios, y sin embargo unido a la raza humana por su nacimiento.

Cristo vino en forma humana para mostrar a los habitantes de los mundos no caídos y del mundo caído que se ha hecho amplia provisión a fin de capacitar a los seres humanos para que vivan en lealtad a su Creador. Soportó las tentaciones con que a Satanás se le permitió acosarlo, y resistió todos sus asaltos. Fue sumamente afligido y duramente acosado, pero Dios no lo abandonó sin reconocer lo que hacía. Cuando fue bautizado por Juan en el Jordán, al salir del agua, descendió sobre él el Espíritu de Dios, en forma de una paloma áurea, y una voz del cielo dijo: «Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia». Mateo 3:17 (Mensajes selectos, t. 1, p. 265, 266).

Dios observa al pecador. David fue un hombre que se arrepintió y, aunque confesó y detestó su pecado, no pudo olvidarlo.

Exclamó: «¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano. Aun las tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día». Salmo 139:7-12.

Dios está en todas partes. Ve, sabe todas las cosas, y entiende las intenciones y determinaciones del corazón. Intentar ocultar el pecado de su atención es tarea vana. Vio cuando nuestros primeros padres pecaron en el Edén. Vio cuando Caín levantó su mano contra Abel para matarlo. Observó los pecados del mundo antiguo, determinó sus días, y los castigó con el diluvio. También vio los pecados de su propio pueblo del pacto, los judíos, cuando se confabularon en contra del Hijo de Dios (Testimonios acerca de la conducta sexual, adulterio y divorcio, p. 101).

Hay constructores de torres en nuestros días. Los incrédulos formulan sus teorías sobre supuestas deducciones de la ciencia, y rechazan la palabra revelada de Dios… En el mundo que profesa ser cristiano, muchos se alejan de las claras enseñanzas de la Sagrada Escritura y construyen un credo fundado en especulaciones humanas y fábulas agradables: y señalan su torre como una manera de subir al cielo.

El tiempo de la investigación de Dios ha llegado. El Altísimo descenderá para ver lo que los hijos de los hombres han construido. Su poder soberano se revelará; las obras del orgullo humano serán abatidas (Conflicto y valor, p. 42).


Jueves 28 de abril____________________________________________________________

LA REDENCIÓN DEL EXILIO

Lee Génesis 11:8 y 9; y 9:1; compara con Génesis 1:28. ¿Por qué es redentora la dispersión que provocó Dios?

Génesis 11:8-9

Así los esparció Jehová desde allí sobre la faz de toda la tierra, y dejaron de edificar la ciudad. Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra.

Génesis 9:1

1 Bendijo Dios a Noé y a sus hijos, y les dijo: Fructificad y multiplicaos, y llenad la tierra.

Génesis 1:28

28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.

El propósito y la bendición de Dios para los seres humanos era: “multiplicaos, y llenad la tierra” (Gén. 9:1; comparar con Gén. 1:28). En contra del plan de Dios, los constructores de Babel prefirieron permanecer juntos como un solo pueblo.

Una de las razones por las que dijeron que querían construir la ciudad era para que no fueran “esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:4). Se negaban a mudarse a otro lugar, tal vez porque creían que juntos serían más poderosos que estando separados y dispersos. Y, en cierto sentido, tenían razón.

Lamentablemente, trataron de utilizar su poder unificado para el mal, no para el bien. “Hagámonos un nombre”, dijeron; un poderoso reflejo de arrogancia y orgullo. Por cierto, siempre que los seres humanos, en abierto desafío a Dios, quieran “hacerse un nombre”, seguramente no saldrá bien. Nunca resultó.

Por ende, en un juicio contra su rebeldía total, Dios los esparció “sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9), exactamente lo que no querían que sucediera. Curiosamente, el nombre Babel, que significa “puerta de Dios”, tiene relación con el verbo balal, que significa “confundir” (Gén. 11:9). Debido a que querían llegar a la “puerta” de Dios, porque se consideraban Dios, terminaron confundidos y con mucho menos poder que antes.

“Los hombres de Babel habían decidido establecer un gobierno independiente de Dios. Sin embargo, había algunos entre ellos que temían al Señor, pero que habían sido engañados por las pretensiones de los impíos y enredados por sus ardides. Por amor a estos, el Señor retardó sus juicios, y dio tiempo a los seres humanos para que revelasen su carácter verdadero. A medida que eso se cumplía, los hijos de Dios obraban por hacerles cambiar su propósito; pero aquellos estaban plenamente unidos en su atrevida empresa contra el Cielo. Si no se los hubiese reprimido, habrían desmoralizado al mundo cuando todavía era joven. Su confederación se fundó en la rebelión; era un reino que se establecía para el ensalzamiento propio, en el cual Dios no iba a tener soberanía ni honor” (PP 114, 115).

¿Por qué debemos tener mucho cuidado de no intentar “hacernos un nombre”?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

[Los enemigos de Dios] se exaltaron a sí mismos frente a Dios.

Pero él no permitiría que completaran su obra. La torre alcanzaba ya una gran altura cuando el Señor envió dos ángeles para que los confundieran en su trabajo. Se había encargado a ciertos hombres que recibieran indicaciones de los que trabajaban en lo alto, y que pedían materiales para su trabajo, de manera que el primero se comunicaba con el segundo, y este con el tercero, hasta que el pedido llegaba a los que estaban abajo. A medida que el mensaje pasaba de uno a otro en su descenso, los ángeles confundieron sus lenguas, y cuando el pedido llegó a los obreros que estaban abajo se proveyó material que no se había pedido. Y cuando después de un laborioso proceso este llegaba a los obreros que estaban en la cumbre, no era lo que querían. Chasqueados y enojados reprochaban entonces a los que suponían culpables.

Después de esto no hubo armonía en su trabajo. Enojados los unos con los otros, sin saber a qué atribuir los malentendidos y las extrañas palabras que oían, abandonaron la obra, se separaron los unos de los otros, y se esparcieron por toda la tierra. Hasta ese momento los hombres habían hablado un solo idioma. Un rayo del cielo, como una señal de la ira divina, destruyó la parte superior de la torre y la arrojó por tierra. De esa manera Dios quiso mostrar al hombre rebelde que él es el Ser supremo (La historia de la redención, p. 75).

Por misericordia [Dios], confundió su lenguaje y estorbó sus propósitos de rebelión. Dios soporta pacientemente la perversidad de los hombres, dándoles amplia oportunidad para arrepentirse; pero toma en cuenta todos sus ardides para resistir la autoridad de su justa y santa ley. De vez en cuando la mano invisible que empuña el cetro del gobierno se extiende para reprimir la iniquidad. Se da evidencia inequívoca de que el Creador del universo, el que es infinito en sabiduría, amor y verdad, es el Gobernante supremo del cielo y de la tierra, cuyo poder nadie puede desafiar impunemente.

Los planes de los constructores de la torre de Babel terminaron en vergüenza y derrota. El monumento de su orgullo sirvió para conmemorar su locura. Pero los hombres siguen hoy el mismo sendero, confiando en sí mismos y rechazando la ley de Dios. Es el principio que Satanás trató de practicar en el cielo, el mismo que siguió Caín al presentar su ofrenda (Historia de los patriarcas y profetas, p. 1 15).

[Dios] es el Hacedor de toda la humanidad. Por la creación, todos los hombres pertenecen a una sola familia; y todos constituyen una por la redención. Cristo vino para derribar el muro de separación, para abrir todos los departamentos de los atrios del templo, a fin de que toda alma tuviese libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo y completo, que lo compenetra todo. Arrebata de la influencia satánica a aquellos que fueron engañados por sus seducciones, y los coloca al alcance del trono de Dios, al que rodea el arco iris de la promesa. En Cristo no hay judío ni griego, ni esclavo ni hombre libre (Profetas y reyes, p. 274).


Viernes 29 de abril___________________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “La torre de Babel”, pp. 110-116.

“Decidieron construir allí una ciudad, y en ella una torre de tan estupenda altura […]. Estas empresas fueron ideadas para impedir que la gente se esparciera en colonias. Dios había mandado a los hombres que se diseminaran por toda la Tierra, que la poblaran y que se enseñoreasen de ella; pero estos constructores de Babel decidieron mantener su comunidad unida en un solo cuerpo, y fundar una monarquía que a su tiempo abarcara toda la Tierra. Así su ciudad se convertiría en la metrópoli de un imperio universal; su gloria demandaría la admiración y el homenaje del mundo, y haría célebres a sus fundadores. La magnífica torre, que debía alcanzar hasta los cielos, estaba destinada a ser algo así como un monumento del poder y la sabiduría de sus constructores, para perpetuar su fama hasta las últimas generaciones.

“Los moradores de la llanura de Sinar no creyeron en el pacto de Dios que prometía no traer otro diluvio sobre la Tierra. Muchos de ellos negaban la existencia de Dios, y atribuían el Diluvio a la acción de causas naturales. Otros creían en un Ser supremo, destructor del mundo antediluviano; y su corazón, como el de Caín, se rebelaba contra él. Uno de sus fines, al construir la torre, fue el de conseguir su propia seguridad si ocurría otro diluvio. Creyeron que, construyendo la torre hasta una altura mucho más elevada que la que habían alcanzado las aguas del Diluvio, se hallarían fuera de toda posibilidad de peligro. Y, al poder ascender a la región de las nubes, esperaban descubrir la causa del Diluvio. Toda la empresa tenía por objeto exaltar aún más el orgullo de quienes la proyectaron, y apartar de Dios las mentes de las generaciones futuras y llevarlas a la idolatría” (PP 112, 113).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué ejemplo recordamos de la historia pasada, o incluso del presente, de las dificultades que pueden surgir con quienes buscan hacerse un nombre?
  2. Como iglesia, ¿cómo podemos evitar el peligro de, incluso inconscientemente, buscar construir nuestra propia torre de Babel? ¿De qué forma podríamos estar buscando hacer esto, incluso inadvertidamente?

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