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Lección 6 – LAS RAÍCES DE ABRAHAM – Para el 7 de mayo de 2022

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* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

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Lección 6: Para el 7 de mayo de 2022

LAS RAÍCES DE ABRAHAM

Sábado 30 de abril____________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 12; Isaías 48:20; 36:6, 9; Jeremías 2:18; Génesis 13; 14; Hebreos 7:1–10.

PARA MEMORIZAR:

“Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8).

Ahora hemos llegado al centro del libro de Génesis. Esta sección central (Gén. 12-22) cubrirá el viaje de Abraham, desde el primer llamado de Dios, lej lejá, “Vete” (Gén. 12:1), que lleva a Abraham a dejar su pasado, hasta el segundo llamado de Dios, lej lejá, “vete” (Gén. 22:2), que lleva a Abraham a dejar su futuro (representado en la existencia de su hijo). Como resultado, Abraham está siempre en movimiento, siempre migrando, razón por la que también se lo llama “extranjero” (Gén. 17:8, NTV).

En su peregrinación, Abraham está suspendido en el vacío, sin su pasado, que ha perdido, y sin su futuro, que no ve. Entre estos dos llamados, que enmarcan el viaje de fe de Abraham, Abraham escucha la voz de Dios, que lo tranquiliza: “No temas” (Gén. 15:1). Estas dos palabras de Dios marcan las tres secciones del viaje de Abraham, que estudiaremos en las semanas 6, 7 y 8.

Abraham ejemplifica la fe (Gén. 17:6) y en las Escrituras hebreas se lo recuerda como el hombre fiel (Neh. 9:7, 8). En el Nuevo Testamento, Abraham es una de las figuras veterotestamentarias más mencionadas, y esta semana comenzaremos a ver por qué.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios escogió a Abrahán como su mensajero mediante el cual comunicaría la luz al mundo. La palabra de Dios llegó a él, no con la presentación de seductoras perspectivas de grandes remuneraciones en esta vida, de gran estima y honor mundanales. «Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré» (Génesis 12:1), fue el mensaje divino a Abrahán. El patriarca obedeció… Dejó atrás su país, su hogar, sus parientes y todas las relaciones agradables de su vida para transformarse en un peregrino y extranjero.

Cuando Dios pidió a Abrahán que dejara su tierra y sus amigos, él podría haber razonado y puesto en duda el propósito de Dios. Pero mostró que tenía perfecta confianza en que Dios lo estaba guiando; no se preguntó si iría a una tierra fértil, agradable, o si se sentiría cómodo allí. El salió según la orden de Dios. Esta es una lección para cada uno de nosotros (En los lugares celestiales, p. 114).

Antes que Dios pudiese usarlo, Abraham debía separarse de sus asociados anteriores, a fin de no ser dominado por la influencia humana, y dejar de fiar en la ayuda humana. Una vez que se hubo relacionado con Dios, este hombre debía morar entre extraños. Su carácter debía ser peculiar, diferente de todo el mundo. No podía siquiera explicar su conducta de manera comprensible para sus amigos, porque eran idólatras; las cosas espirituales deben discernirse espiritualmente; por lo tanto sus motivos y sus actos no podían ser comprendidos por sus deudos y amigos.

La incondicional obediencia de Abraham fue uno de los casos más notables de fe y confianza en Dios que se encuentran en los anales sagrados. Con la sola promesa de que sus descendientes poseerían Canaán, sin la menor evidencia externa, siguió adonde Dios le llevaba, cumpliendo plena y sinceramente las condiciones de su parte y confiando en que el Señor cumpliría fielmente su palabra. El patriarca fue adonde Dios le indicó que era su deber ir; pasó por el desierto sin terror; vivió entre naciones idólatras, con el único pensamiento: «Dios habló; obedezco su voz; él me guiará y me protegerá».

Los mensajeros de Dios necesitan hoy una fe y una confianza como la que tuvo Abraham. Pero muchos de aquellos a quienes el Señor podría usar no quieren avanzar oyendo y obedeciendo su voz sobre todas las demás… El Señor haría mucho por sus siervos si ellos estuviesen completamente consagrados a él, estimando sus servicios por encima de los vínculos de la parentela y toda otra asociación terrenal (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 515, 516).

Cuando Abrahán recibió el llamamiento a ser tun sembrador de la simiente de verdad… «salió sin saber dónde iba». Hebreos 11:8 Así el apóstol Pablo, orando en el templo de Jerusalén, recibió el mensaje de Dios: «Ve, porque yo te tengo que enviar lejos a los gentiles». Así los que son llamados a unirse con Cristo deben dejarlo todo para seguirle a él. Las antiguas relaciones deben ser rotas, deben abandonarse los planes de la vida, debe renunciarse a las esperanzas terrenales. La semilla debe sembrarse con trabajo y lágrimas, en la soledad y mediante el sacrificio (Palabras de vida del gran Maestro, p. 19).


Domingo 1º de mayo__________________________________________________________

LA SALIDA DE ABRAHAM

Lee Génesis 12:1 al 9. ¿Por qué Dios llamó a Abram a dejar su país y a su familia? ¿Cómo respondió Abram?

Génesis 12:1-9

1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová. Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev.

La última vez que Dios había hablado a una persona, al menos según se registra en las Escrituras, fue a Noé, para asegurarle después del Diluvio que establecería un pacto con toda carne (Gén. 9:15-17) y que nunca más habría otro diluvio mundial. La nueva palabra de Dios, ahora para Abram, se vuelve a conectar con esa promesa: todas las naciones de la Tierra serán bendecidas por intermedio de Abram.

El cumplimiento de esa profecía comienza con abandonar el pasado. Abram deja todo lo que le era familiar: su familia y su país, incluso una parte de sí mismo. La intensidad de esta salida se refleja en la repetición de la palabra clave “vete”, que aparece siete veces en este contexto. En primer lugar, Abram tiene que dejar su país, “Ur de los caldeos”, que también es Babilonia (Gén. 11:31; Isa. 13:19). Este llamado a “salir de Babilonia” tiene una larga historia entre los profetas bíblicos (Isa. 48:20; Apoc. 18:4).

La partida de Abram también incumbe a su familia. Abram debe dejar su herencia y mucho de lo que aprendió y adquirió mediante el legado, la educación y la influencia.

Sin embargo, el llamado de Dios a salir implica aún más. La frase hebrea lej lejá, “vete”, traducida literalmente, significa “ve tú mismo” o “ve por ti mismo”. La partida de Abram de Babilonia concierne más que a su entorno, o a su familia incluso. La frase hebrea sugiere un énfasis en él mismo. Abram tiene que dejarse a sí mismo, deshacerse de la parte de sí mismo que contiene su pasado babilónico.

El objetivo de esta renuncia es una “tierra” que Dios le mostrará. El mismo lenguaje se usará nuevamente en el contexto del sacrificio de Isaac (Gén. 22:2), para referirse al monte Moriah, donde se ofrecerá a Isaac y donde se construirá el Templo de Jerusalén (2 Crón. 3:1). La promesa de Dios no tiene que ver solo con una patria física, sino con la salvación del mundo. Esta idea se reafirma en la promesa de Dios de bendecir a todas las naciones (Gén. 12:2, 3). El verbo baraj, “bendecir”, aparece cinco veces en este pasaje. El proceso de esta bendición universal obra por intermedio de la “simiente” de Abram (Gén. 22:18; 26:4; 28:14). El texto se refiere aquí a la “simiente”, que finalmente se cumplirá en Jesucristo (Hech. 3:25).

¿Qué podría estar llamándote a dejar atrás Dios? Es decir, ¿qué parte de tu vida quizá tengas que abandonar para atender el llamado de Dios?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Después de la dispersión de Babel, la idolatría llegó a ser otra vez casi universal, y el Señor dejó finalmente que los transgresores empedernidos siguiesen sus malos caminos, mientras elegía a Abrahán del linaje de Sem, a fin de hacerle depositario de su ley para las futuras generaciones.

Abrahán se había criado en un ambiente de superstición y paganismo. Aun la familia de su padre, en la cual se había conservado el conocimiento de Dios, estaba cediendo a las seductoras influencias que la rodeaban, «y servían a dioses extraños» (Josué 24:2), en vez de servir a Jehová. Pero la verdadera fe no había de extinguirse.

Dios ha conservado siempre un remanente para que le sirva. Adán, Set, Enoc, Matusalén, Noé, Sem, en línea ininterrumpida, transmitieron de generación en generación las preciosas revelaciones de su voluntad. El hijo de Taré se convirtió en el heredero de este santo cometido. Por doquiera le invitaba la idolatría, pero en vano. Fiel entre los fieles, incorrupto en medio de la prevaleciente apostasía, se mantuvo firme en la adoración del único ¡Dios verdadero. «Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de veras». Salmo 145:18. El comunicó su voluntad a Abrahán, y le dio un conocimiento claro de los requerimientos de su ley, y de la salvación que alcanzaría mediante Cristo (Historia de los patriarcas y profetas, p. 1 17).

No fue una prueba ligera la que soportó Abrahán, ni tampoco era pequeño el sacrificio que se requirió de él. Había fuertes vínculos que le ataban a su tierra, a sus parientes y a su hogar. Pero no vaciló en obedecer al llamamiento. Nada preguntó en cuanto a la tierra prometida. No averiguó si era feraz y de clima saludable, si los campos ofrecían paisajes agradables, o si habría oportunidad para acumular riquezas. Dios había hablado, y su siervo debía obedecer; el lugar más feliz de la tierra para él era dónde Dios quería que estuviese.

Muchos continúan siendo probados como lo fue Abrahán. No oyen la voz de Dios hablándoles directamente desde el cielo; pero, en cambio, son llamados mediante las enseñanzas de su Palabra y los acontecimientos de su providencia. Se les puede pedir que abandonen una carrera que promete riquezas honores, que dejen afables y provechosas amistades, y que se separen de sus parientes, para entrar en lo que parezca ser solo un sendero de abnegación, trabajos y sacrificios. Dios tiene una obra para ellos; pero una vida fácil y la influencia de las amistades y los parientes impediría el desarrollo de los rasgos esenciales para su realización. Los llama para que se aparten de las influencias y los auxilios humanos, y les hace sentir la necesidad de su ayuda, y de depender solo de Dios, para que él mismo pueda revelarse a ellos.

¿Quién está listo para renunciar a los planes que ha abrigado y a las relaciones familiares en cuanto le llame la Providencia? ¿Quién aceptará nuevas obligaciones y entrará en campos inexplorados para hacer la obra de Dios con buena voluntad y firmeza y contar sus pérdidas como ganancia por amor a Cristo? El que haga esto tiene la fe de Abrahán, y compartirá con él el «sobremanera alto y eterno peso de gloria», 2 Corintios 4:17 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 1 18, 119).


Lunes 2 de mayo_____________________________________________________________

LA TENTACIÓN DE EGIPTO

Lee Génesis 12:10 al 20. ¿Por qué Abram dejó la Tierra Prometida para ir a Egipto? ¿Cómo se comportó el faraón en comparación con Abram?

Génesis 12:10-20

10 Hubo entonces hambre en la tierra, y descendió Abram a Egipto para morar allá; porque era grande el hambre en la tierra. 11 Y aconteció que cuando estaba para entrar en Egipto, dijo a Sarai su mujer: He aquí, ahora conozco que eres mujer de hermoso aspecto; 12 y cuando te vean los egipcios, dirán: Su mujer es; y me matarán a mí, y a ti te reservarán la vida. 13 Ahora, pues, di que eres mi hermana, para que me vaya bien por causa tuya, y viva mi alma por causa de ti. 14 Y aconteció que cuando entró Abram en Egipto, los egipcios vieron que la mujer era hermosa en gran manera. 15 También la vieron los príncipes de Faraón, y la alabaron delante de él; y fue llevada la mujer a casa de Faraón. 16 E hizo bien a Abram por causa de ella; y él tuvo ovejas, vacas, asnos, siervos, criadas, asnas y camellos. 17 Mas Jehová hirió a Faraón y a su casa con grandes plagas, por causa de Sarai mujer de Abram. 18 Entonces Faraón llamó a Abram, y le dijo: ¿Qué es esto que has hecho conmigo? ¿Por qué no me declaraste que era tu mujer? 19 ¿Por qué dijiste: Es mi hermana, poniéndome en ocasión de tomarla para mí por mujer? Ahora, pues, he aquí tu mujer; tómala, y vete. 20 Entonces Faraón dio orden a su gente acerca de Abram; y le acompañaron, y a su mujer, con todo lo que tenía.

Irónicamente, Abram, que acababa de llegar a la Tierra Prometida, decide dejarla y partir a Egipto porque había “hambre en la tierra” (Gén. 12:10). Las evidencias de gente de Canaán que partió a Egipto en tiempos de hambruna están bien documentadas en los textos del antiguo Egipto. En la enseñanza egipcia de Merikare, un texto compuesto durante el período del Reino Medio (2060-1700), al proveniente de Canaán se lo identifica como “asiático miserable” (aamu) y se lo describe como “canalla […] escaso de agua […] no habita en un solo lugar, la comida impulsa sus piernas” (M. Lichtheim, Ancient Egyptian Literature, Volume I: The Old and Middle Kingdoms, pp. 103, 104).

La tentación de Egipto a menudo era un problema para los antiguos israelitas (Núm. 14:3; Jer. 2:18). Por lo tanto, Egipto llegó a ser un símbolo de la humanidad que confía en la humanidad, y no en Dios (2 Rey. 18:21; Isa. 36:6, 9). En Egipto, donde se podía ver agua a diario, no se necesitaba fe, porque la promesa de la tierra se hacía visible de inmediato. En comparación con la tierra del hambre, Egipto parecía un buen lugar para estar, a pesar de lo que Dios le había dicho a Abram.

El Abram que ahora deja Canaán contrasta con el Abram que dejó Ur. Anteriormente, se describió a Abram como un hombre de fe que dejó Ur en respuesta al llamado de Dios; ahora, Abram deja la Tierra Prometida por su cuenta, por iniciativa propia. Antes, Abram confiaba en Dios; ahora se comporta como un político pragmático, manipulador y antiético, que solo depende de sí mismo. “Durante su estada en Egipto, Abraham dio evidencias de que no estaba libre de la debilidad y la imperfección humanas. Al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, reveló desconfianza en el amparo divino, una falta de esa fe y ese valor elevadísimos tan frecuente y noblemente manifestados en su vida” (PP 123).

Por consiguiente, lo que vemos aquí es cómo hasta un gran hombre de Dios puede cometer un error y, no obstante, Dios no lo abandonó. Cuando el Nuevo Testamento habla de Abraham como un ejemplo de salvación por gracia, significa precisamente eso: gracia. Porque, si no fuera por la gracia, Abraham, como todos nosotros, no habría tenido esperanza.

 ¿Qué debería enseñarnos esta historia sobre lo fácil que es desviarse del camino correcto, incluso para los cristianos fieles? ¿Por qué la desobediencia nunca es una buena opción?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Abrahán continuó su viaje hacia el sur; y otra vez fue probada su fe. El cielo retuvo la lluvia, los arroyos cesaron de correr por los valles, y se marchitó la hierba de las llanuras. Los ganados no encontraban pastos, y el hambre amenazaba a todo el campamento… Todos observaban ansiosamente para ver qué haría Abrahán, a medida que una dificultad sucedía a la otra. Al ver su confianza inquebrantable, comprendían que había esperanza; sabían que Dios era su amigo y seguía guiándole…

Con oraciones fervientes consideró la manera de preservar la vida de su pueblo y de su ganado, pero no permitió que las circunstancias perturbaran su fe en la palabra de Dios. Para escapar del hambre fue a Egipto. No abandonó a Canaán, ni tampoco en su extrema necesidad se volvió a la tierra de Caldea de la cual había venido, donde no había escasez de pan; sino que buscó refugio temporal tan cerca como fuese posible de la tierra prometida, con la intención de regresar pronto al sitio donde Dios le había puesto.

En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abrahán para enseñarle lecciones de sumisión, paciencia y fe, lecciones que habían de conservarse por escrito para beneficio de todos los que posteriormente iban a ser llamados a soportar aflicciones. Dios dirige a sus hijos por senderos que ellos desconocen; pero no olvida ni desecha a los que depositan su confianza en él… Los mismos sufrimientos que prueban más severamente nuestra fe, y que nos hacen pensar que Dios nos ha olvidado, sirven para llevarnos más cerca de Cristo, para que echemos todas nuestras cargas a sus pies, y para que sintamos la paz que nos ha de dar en cambio (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 121 122).

Durante su estada en Egipto, Abrahán dio evidencias de que no estaba libre de la imperfección y la debilidad humanas. Al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, reveló desconfianza en el amparo divino, una falta de esa fe y ese valor elevadísimos tan noble y frecuentemente manifestados en su vida. Sara era una «mujer hermosa de vista», y Abrahán no dudó de que los egipcios de piel obscura codiciarían a la hermosa extranjera, y que para conseguirla, no tendrían escrúpulos en matar a su esposo. Razonó que no mentía al presentar a Sara como su hermana; pues ella era hija de su padre, aunque no de su madre. Pero este ocultamiento de la verdadera relación que existía entre ellos era un engaño. Ningún desvío de la estricta integridad puede merecer la aprobación de Dios.

A causa de la falta de fe de Abrahán, Sara se vio en gran peligro. El rey de Egipto, habiendo oído hablar de su belleza, la hizo llevar a su palacio, pensando hacerla su esposa. Pero el Señor, en su gran misericordia, protegió a Sara, enviando plagas sobre la familia real. Por este medio supo el monarca la verdad del asunto, e indignado por el engaño de que había sido objeto, devolvió su esposa a Abrahán (Historia de los patriarcas y profetas, p. 123).


Martes 3 de mayo____________________________________________________________

ABRAM Y LOT

Lee Génesis 13:1 al 18. ¿Qué nos enseña esta historia sobre la importancia del carácter?

Génesis 13:1-18

1 Subió, pues, Abram de Egipto hacia el Neguev, él y su mujer, con todo lo que tenía, y con él Lot. Y Abram era riquísimo en ganado, en plata y en oro. Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Jehová. También Lot, que andaba con Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas. Y la tierra no era suficiente para que habitasen juntos, pues sus posesiones eran muchas, y no podían morar en un mismo lugar. Y hubo contienda entre los pastores del ganado de Abram y los pastores del ganado de Lot; y el cananeo y el ferezeo habitaban entonces en la tierra. Entonces Abram dijo a Lot: No haya ahora altercado entre nosotros dos, entre mis pastores y los tuyos, porque somos hermanos. ¿No está toda la tierra delante de ti? Yo te ruego que te apartes de mí. Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda. 10 Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la llanura del Jordán, que toda ella era de riego, como el huerto de Jehová, como la tierra de Egipto en la dirección de Zoar, antes que destruyese Jehová a Sodoma y a Gomorra. 11 Entonces Lot escogió para sí toda la llanura del Jordán; y se fue Lot hacia el oriente, y se apartaron el uno del otro. 12 Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. 13 Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera. 14 Y Jehová dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. 15 Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre. 16 Y haré tu descendencia como el polvo de la tierra; que si alguno puede contar el polvo de la tierra, también tu descendencia será contada. 17 Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré. 18 Abram, pues, removiendo su tienda, vino y moró en el encinar de Mamre, que está en Hebrón, y edificó allí altar a Jehová.

Abram regresa a donde estaba antes, como si su viaje a Egipto fuera un mero desvío desafortunado. La historia de Dios con Abram comienza otra vez donde se había interrumpido desde su primer viaje a la Tierra Prometida. La primera parada de Abram es Betel (Gén. 13:3), al igual que en su primer viaje a la Tierra Prometida (Gén. 12:3-6). Abram se arrepintió y volvió “en sí”: Abram, el hombre de fe.

La reconexión de Abram con Dios ya se muestra en su relación con la gente, en la forma en que afronta el problema con Lot, su sobrino, con respecto al uso de la tierra. Es el mismo Abram quien propone un acuerdo pacífico y permite que Lot elija primero (Gén. 13:9, 10); un acto de generosidad y bondad, muestra de la clase de hombre que era Abram.

El hecho de que Lot eligiera la mejor parte y lo más fácil para él, la llanura bien irrigada (Gén. 13:10, 11), sin ninguna preocupación por la maldad de sus futuros vecinos (Gén. 13:13), revela algo sobre su codicia y su carácter. La expresión “para sí” nos recuerda a los antediluvianos, que también eligieron “para sí” (ver Gén. 6:2).

En contraste, el accionar de Abram fue un acto de fe. Abram no eligió la tierra; la recibió por la gracia de Dios. A diferencia de Lot, Abram contempló la tierra solo por mandato de Dios (Gén. 13:14). Recién después de que Abram se separa de Lot, Dios le vuelve a hablar (Gén. 13:14). Por cierto, esta es la primera vez que se registra que Dios le habla a Abram desde su llamado en Ur. “Alza ahora tus ojos, y mira desde el lugar donde estás hacia el norte y el sur, y al oriente y al occidente. Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (Gén. 13:14, 15). Luego Dios invita a Abram a ir “y recorre[r]” (NVI) esta tierra como un acto de apropiación. “Levántate, ve por la tierra a lo largo de ella y a su ancho; porque a ti la daré” (Gén. 13:17).

No obstante, el Señor le deja muy en claro que es él quien se la da a Abram. Es un regalo, un don de la gracia, que Abram debe apropiarse por fe, una fe que conduce a la obediencia. Es la obra de Dios únicamente la que llevará a cabo todo lo que le ha prometido a Abram aquí (ver Gén. 13:14-17).

 ¿Cómo podemos aprender a ser amables y generosos con los demás, incluso cuando ellos no lo son con nosotros?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma. Mas los hombres de Sodoma eran malos y pecadores contra Jehová en gran manera. Génesis 13:12, 13.

La región más feraz de toda Palestina era el valle del Jordán… También había ciudades, ricas… Ofuscado por sus visiones de ganancias materiales, Lot pasó por alto los males morales y espirituales que encontraría allí… Lot «escogió para sí toda la llanura del Jordán», «y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma». ¡Cuán mal previo los terribles resultados de esa elección egoísta!

Lot eligió Sodoma para que fuera su hogar porque vio que conseguir ganancias, desde el punto de vista del mundo. Pero después que se hubo establecido y enriquecido en tesoros terrenales, se convenció de que se había equivocado al no tomar en consideración la base moral de la comunidad en la cual iba a construir su hogar (Conflicto y valor, p. 48).

Las Sagradas Escrituras nos presentan señalados ejemplos de personas que ejercieron la verdadera cortesía. Abrahán era un hombre de Dios. Cuando clavaba su tienda, inmediatamente erigía un altar para sacrificios e invitaba a Dios para que morara con él. Abrahán era cortés. No manchó su vida el egoísmo, defecto tan odioso en cualquier persona y tan ofensivo a la vista de Dios. Observad su conducta antes de separarse de Lot. Aunque este era sobrino suyo, y mucho más joven que él, y el derecho de elección le correspondía al tío, movido por la cortesía, Abrahán olvidó sus derechos, y le permitió elegir a Lot la parte del país que le pareciera más codiciable… Abrahán sabía lo que era la cortesía genuina y lo que debe el hombre a sus semejantes.

Debemos olvidarnos de nosotros mismos y… tratar siempre de encontrar oportunidad de animar a los demás y, aliviar sus penas y cargas mediante actos de afectuosa bondad y pequeñas muestras de amor. Estas atenciones y expresiones de solicitud que, comenzando en el seno del hogar se prolongan fuera del círculo de la familia, contribuyendo a formar la suma de la felicidad de la vida (Mi vida hoy, p. 198).

Si Cristo habita en nosotros, seremos tan cristianos en el hogar como lo somos fuera de él. El cristiano tendrá palabras bondadosas para sus familiares y relaciones. Será bondadoso, cortés, amante, comprensivo, y se preparará para morar con la familia de lo alto. Si es miembro de la familia real, representará el reino hacia el cual se encamina. Hablará con dulzura a sus hijos, porque se dará cuenta de que también ellos son herederos de Dios, miembros de la corte celestial. Entre los hijos de Dios no existe ningún espíritu de dureza (Hijos e hijas de Dios, p. 257).


Miércoles 4 de mayo__________________________________________________________

LA COALICIÓN DE BABEL

Lee Génesis 14:1 al 17. ¿Qué tiene de relevante esta guerra que ocurre justo después del regalo de la Tierra Prometida? ¿Qué nos enseña esta historia sobre Abram?

Génesis 14:1-17

1 Aconteció en los días de Amrafel rey de Sinar, Arioc rey de Elasar, Quedorlaomer rey de Elam, y Tidal rey de Goim, que estos hicieron guerra contra Bera rey de Sodoma, contra Birsa rey de Gomorra, contra Sinab rey de Adma, contra Semeber rey de Zeboim, y contra el rey de Bela, la cual es Zoar. Todos estos se juntaron en el valle de Sidim, que es el Mar Salado. Doce años habían servido a Quedorlaomer, y en el decimotercero se rebelaron. Y en el año decimocuarto vino Quedorlaomer, y los reyes que estaban de su parte, y derrotaron a los refaítas en Astarot Karnaim, a los zuzitas en Ham, a los emitas en Save-quiriataim, y a los horeos en el monte de Seir, hasta la llanura de Parán, que está junto al desierto. Y volvieron y vinieron a En-mispat, que es Cades, y devastaron todo el país de los amalecitas, y también al amorreo que habitaba en Hazezontamar. Y salieron el rey de Sodoma, el rey de Gomorra, el rey de Adma, el rey de Zeboim y el rey de Bela, que es Zoar, y ordenaron contra ellos batalla en el valle de Sidim; esto es, contra Quedorlaomer rey de Elam, Tidal rey de Goim, Amrafel rey de Sinar, y Arioc rey de Elasar; cuatro reyes contra cinco. 10 Y el valle de Sidim estaba lleno de pozos de asfalto; y cuando huyeron el rey de Sodoma y el de Gomorra, algunos cayeron allí; y los demás huyeron al monte. 11 Y tomaron toda la riqueza de Sodoma y de Gomorra, y todas sus provisiones, y se fueron. 12 Tomaron también a Lot, hijo del hermano de Abram, que moraba en Sodoma, y sus bienes, y se fueron. 13 Y vino uno de los que escaparon, y lo anunció a Abram el hebreo, que habitaba en el encinar de Mamre el amorreo, hermano de Escol y hermano de Aner, los cuales eran aliados de Abram. 14 Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan. 15 Y cayó sobre ellos de noche, él y sus siervos, y les atacó, y les fue siguiendo hasta Hoba al norte de Damasco. 16 Y recobró todos los bienes, y también a Lot su pariente y sus bienes, y a las mujeres y demás gente. 17 Cuando volvía de la derrota de Quedorlaomer y de los reyes que con él estaban, salió el rey de Sodoma a recibirlo al valle de Save, que es el Valle del Rey.

Esta es la primera guerra narrada en las Escrituras (Gén. 14:2). La coalición de cuatro ejércitos de Mesopotamia y Persia contra la otra coalición de cinco ejércitos cananeos, incluidos los reyes de Sodoma y Gomorra (Gén. 14:8), sugiere un conflicto a gran escala (Gén. 14:9). La razón de esta operación militar tiene que ver con el hecho de que los pueblos cananeos se habían rebelado contra sus soberanos babilónicos (Gén. 14:4, 5). Aunque esta historia se refiere a un conflicto histórico específico, el momento de esta guerra “global”, justo después del regalo de Dios de la Tierra Prometida a Abram, le da a este acontecimiento una importancia espiritual peculiar.

La participación de tantos pueblos del país de Canaán sugiere que el tema en juego en este conflicto era la soberanía sobre la tierra. Irónicamente, el campamento de Abram, la parte verdaderamente interesada, porque él es el único dueño verdadero de la tierra, es la única fuerza que permanece al margen del conflicto, al menos al principio.

La razón de la neutralidad de Abram es que, para el patriarca, la Tierra Prometida no se adquiría mediante la fuerza de las armas ni la sabiduría de las estrategias políticas; el reino de Abram era un regalo de Dios. La única razón por la que Abram intervendrá es el destino de su sobrino Lot, quien fue tomado prisionero en el transcurso de las batallas (Gén. 14:12, 13).

“Abraham, que habitaba tranquilamente en el encinar de Mamre, fue enterado por un fugitivo de lo ocurrido en aquella batalla y de la desgracia en que había caído su sobrino. No había albergado resentimiento por la ingratitud de Lot. Se despertó por él todo su afecto, y decidió que lo rescataría. Abraham buscó, ante todo, el consejo divino, y se preparó para la guerra” (PP 128).

Pero Abram no se enfrenta a toda la coalición. En lo que debió haber sido una operación de comando rápida y nocturna, ataca solo el campamento donde Lot estaba prisionero. Lot se salva y, con él, el rey de Sodoma. Así, este fiel hombre de Dios también mostró gran valor y fortaleza. Sin duda, su influencia en la región creció y la gente vio la clase de hombre que era y aprendió algo más del Dios a quien servía.

 ¿Qué tipo de influencia tienen nuestras acciones sobre los demás? ¿Qué tipo de mensaje enviamos sobre nuestra fe con nuestros actos?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Abrahán, que habitaba tranquilamente en el encinar de Mamre, fue enterado por un fugitivo de lo ocurrido en aquella batalla y de la desgracia de su sobrino. No había albergado en su corazón resentimiento por la ingratitud de Lot. Se despertó por él todo su afecto, y decidió rescatarlo. Buscando ante todo el consejo divino, Abrahán se preparó para la guerra… Su ataque, vigoroso e inesperado, logró una rápida victoria. El rey de Elam fue muerto, y sus fuerzas, presas de pánico, fueron totalmente derrotadas. Lot y su familia, con todos los demás prisioneros y sus bienes, fueron recuperados, y un rico botín de guerra cayó en poder de los vencedores.

Después de Dios, el triunfo se debió a Abrahán. El adorador de Jehová no solo había prestado un gran servicio al país, sino que también se había revelado hombre de valor. Se vio que la justicia no es cobarde, y que la religión de Abrahán le daba valor para mantener el derecho y defender a los oprimidos. Su heroica hazaña le dio amplia influencia entre las tribus circunvecinas (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 128, 129).

Cuando Lot se trasladó a Sodoma, la corrupción no se había generalizado, y Dios en su misericordia permitió que brillasen rayos de luz en medio de las tinieblas morales. Cuando Abrahán libró a los cautivos de los elamitas, la atención del pueblo fue atraída a la verdadera fe. Abrahán no era desconocido para los habitantes de Sodoma, y su veneración del Dios invisible había sido para ellos objeto de ridículo; pero su victorm sobre fuerzas muy superiores, y su magnánima disposición acerca de los prisioneros y del botín, despertaron la admiración y el asombro. Mientras alababan su habilidad y valentía, nadie pudo evitar la convicción de que un poder divino le había dado la victoria. Y su espíritu noble y desinteresado, tan extraño para los egoístas habitantes de Sodoma, fue otra prueba de la superioridad de la religión a la que honró por su valor y fidelidad (Historia de los patriarcas y profetas, p. 153).

Dios impone positivamente a todos los que le siguen el deber de beneficiar a otros con su influencia y recursos, y de procurar de él la sabiduría que los habilitará para hacer todo lo que esté en su poder para elevar los pensamientos y los afectos de aquellos sobre quienes pueden ejercer su influencia…

Cada acto de nuestra vida afecta a otros para bien o para mal. Nuestra influencia tiende hacia arriba o hacia abajo; los demás la sienten, obran de acuerdo con ella, y la reproducen en mayor o menor grado. Si por nuestro ejemplo ayudamos a otros a adquirir buenos principios, les impartimos poder de obrar el bien. A su vez, ellos ejercen la misma influencia benéfica sobre otros, y así ejercemos sobre centenares y millares de personas nuestra influencia inconsciente. Pero, si por nuestros actos fortalecemos o ponemos en actividad las malas facultades que poseen los que nos rodean, participamos de su pecado, y tendremos que dar cuenta por el bien que podríamos haberles hecho y que no les hicimos, porque no hallamos en Dios nuestra fortaleza, nuestro guía, nuestro consejero (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 121).


Jueves 5 de mayo____________________________________________________________

EL DIEZMO DE MELQUISEDEC

Lee Génesis 14:18 al 24; y Hebreos 7:1 al 10. ¿Quién era Melquisedec? ¿Por qué Abram le dio su diezmo a este sacerdote que al parecer surge de la nada?

Génesis 14:18-24

18 Entonces Melquisedec, rey de Salem y sacerdote del Dios Altísimo, sacó pan y vino; 19 y le bendijo, diciendo: Bendito sea Abram del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra; 20 y bendito sea el Dios Altísimo, que entregó tus enemigos en tu mano. Y le dio Abram los diezmos de todo. 21 Entonces el rey de Sodoma dijo a Abram: Dame las personas, y toma para ti los bienes. 22 Y respondió Abram al rey de Sodoma: He alzado mi mano a Jehová Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, 23 que desde un hilo hasta una correa de calzado, nada tomaré de todo lo que es tuyo, para que no digas: Yo enriquecí a Abram; 24 excepto solamente lo que comieron los jóvenes, y la parte de los varones que fueron conmigo, Aner, Escol y Mamre, los cuales tomarán su parte.

Hebreos 7:1-10

 1 Porque este Melquisedec, rey de Salem, sacerdote del Dios Altísimo, que salió a recibir a Abraham que volvía de la derrota de los reyes, y le bendijo, a quien asimismo dio Abraham los diezmos de todo; cuyo nombre significa primeramente Rey de justicia, y también Rey de Salem, esto es, Rey de paz; sin padre, sin madre, sin genealogía; que ni tiene principio de días, ni fin de vida, sino hecho semejante al Hijo de Dios, permanece sacerdote para siempre. Considerad, pues, cuán grande era este, a quien aun Abraham el patriarca dio diezmos del botín. Ciertamente los que de entre los hijos de Leví reciben el sacerdocio, tienen mandamiento de tomar del pueblo los diezmos según la ley, es decir, de sus hermanos, aunque estos también hayan salido de los lomos de Abraham. Pero aquel cuya genealogía no es contada de entre ellos, tomó de Abraham los diezmos, y bendijo al que tenía las promesas. Y sin discusión alguna, el menor es bendecido por el mayor. Y aquí ciertamente reciben los diezmos hombres mortales; pero allí, uno de quien se da testimonio de que vive. Y por decirlo así, en Abraham pagó el diezmo también Leví, que recibe los diezmos; 10 porque aún estaba en los lomos de su padre cuando Melquisedec le salió al encuentro.

La repentina aparición del misterioso Melquisedec no está fuera de lugar. Después de que los reyes cananeos agradecieran a Abram, ahora él le agradece a este sacerdote, lo que se refleja por la devolución del diezmo.

Melquisedec proviene de la ciudad de Salem, que significa “paz”, un mensaje apropiado después de la agitación de la guerra.

El componente tsédeq, “justicia”, en el nombre de Melquisedec, aparece en contraste con el nombre del rey de Sodoma, Bera (“en maldad”), y Gomorra, Birsa (“en iniquidad”), probablemente apellidos de lo que ellos representaban (Gén. 14:2).

Melquisedec aparece después de la reversión de la violencia y el mal, representados por los otros reyes cananeos. Este pasaje también contiene la primera referencia bíblica a la palabra “sacerdote” (Gén. 14:18). La asociación de Melquisedec con el “Dios Altísimo” (Gén. 14:18), a quien Abram considera su Dios (Gén. 14:22), indica claramente que Abram lo veía como sacerdote del Dios a quien él servía. Sin embargo, no debemos identificar a Melquisedec con Cristo. Él era el representante de Dios entre la gente de esa época (ver “Comentarios de Elena de White”, CBA 1:1.106, 1.107).

Sin duda, Melquisedec oficia como sacerdote. Sirve “pan y vino”, una asociación que a menudo implica el uso de jugo de uva recién prensado (Deut. 7:13; 2 Crón. 31:5), que vuelve a aparecer en el contexto de la entrega de los diezmos (Deut. 14:23). Además, extiende su bendición a Abram (Gén. 14:19).

Mientras tanto, “le dio Abram los diezmos de todo” (Gén. 14:20) como respuesta a Dios el Creador, el “poseedor de los cielos y de la tierra” (Gén. 14:19, RVA). Este título alude a la introducción de la historia de la Creación (Gén. 1:1), donde la expresión “los cielos y la tierra” significa totalidad, o “todo”. Como tal, el diezmo se entiende como una expresión de gratitud al Creador, quien es el Dueño de todo (Heb. 7:2-6; comparar con Gén. 28:22). Paradójicamente, el adorador entiende que el diezmo no es un regalo para Dios, sino un regalo de Dios, porque Dios nos da todo en primer lugar.

 ¿Por qué el acto de devolver el diezmo es un poderoso indicador de la fe, así como un gran acto de edificación de la fe?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios nunca se ha quedado sin testigos en la tierra. En un tiempo, Melquisedec representó al Señor Jesucristo en persona para revelar la verdad del cielo y perpetuar la ley de Dios.

Fue Cristo quien habló por medio de Melquisedec, el sacerdote del Dios altísimo. Melquisedec no era Cristo, sino la voz de Dios en el mundo, el representante del Padre. Y a través de todas las generaciones del pasado, Cristo ha hablado; Cristo ha guiado a su pueblo y ha sido la luz del mundo. Cuando Dios eligió a Abrahán como representante de su verdad, lo sacó de su país, lo alejó de su parentela y lo apartó. Deseaba modelarlo de acuerdo con su propio modelo. Deseaba enseñarle de acuerdo con sus propios planes (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, pp. 1106, 1107).

En la economía hebrea, una décima parte de las rentas del pueblo se reservaba para sufragar los gastos del culto público de Dios…

Pero el origen del sistema de los diezmos es anterior a los hebreos. Desde los primeros tiempos el Señor exigió el diezmo como cosa suya; y este requerimiento fue reconocido y cumplido. Abrahán pagó diezmos a Melquisedec, sumo sacerdote del Altísimo. Génesis 14:20. Pasando por Bethel, desterrado y fugitivo, Jacob prometió al Señor: «De todo lo que me dieres, el diezmo lo he de apartar para ti». Génesis 28:22. Cuando los israelitas estaban por establecerse como nación, la ley del diezmo fue confirmada, como uno de los estatutos ordenados divinamente de cuya obediencia dependía su prosperidad.

El sistema de los diezmos y de las ofrendas tenía por objeto grabar en las mentes humanas una gran verdad, a saber, que Dios es la fuente de toda bendición para sus criaturas, y que se le debe gratitud por los preciosos dones de su providencia (Historia de los patriarcas y profetas, p. 564).

El dinero es una bendición cuando aquellos que lo utilizan consideran que son los mayordomos del Señor, que están manejando el capital del Señor, y que algún día deben rendir cuentas de su mayordomía.

¿Revela vuestro libro de cuentas que habéis negociado fielmente con vuestro Dios? ¿Sois pobres? Entonces dad vuestro poco. ¿Habéis sido bendecidos con abundancia? Entonces aseguraos de apartar lo que el Señor registra como suyo. El descuido de confesar a Cristo en vuestros libros de cuentas, os priva del gran privilegio de tener vuestro nombre registrado en el libro de la vida del Cordero.

Nuestro Padre celestial nos enseña mediante su propio ejemplo de benevolencia. Dios nos da constante y abundantemente. Toda bendición terrena procede de su mano. ¿Y qué acontecería si el Señor dejara de derramarnos sus dones? ¡Qué clamor de miseria, sufrimiento y necesidad subiría de la tierra! Diariamente necesitamos la indispensable corriente del amor y de la bondad de Jehová (Nuestra elevada vocación, p. 194).


Viernes 6 de mayo____________________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “Abraham en Canaán”, pp. 125-140.

“La iglesia de Cristo ha de ser una bendición, y sus miembros serán bendecidos al bendecir a otros. El propósito de Dios al escoger un pueblo no fue solo para adoptarlo como sus hijos e hijas, sino para que por medio de ellos pudiera dar al mundo los beneficios de la iluminación divina. Cuando el Señor escogió a Abraham, no fue simplemente para que fuera el amigo especial de Dios, sino para ser el intermediario de privilegios preciosos y únicos que el Señor deseaba derramar sobre las naciones. Había de ser una luz en las tinieblas morales que lo rodeaban.

“Cuando Dios bendice a sus hijos con luz y verdad, no es solo para que puedan tener el don de la vida eterna, sino también para iluminar espiritualmente a quienes los rodean […] ‘Vosotros sois la sal de la tierra’. Y, cuando Dios hace que sus hijos sean sal, no es solo para su propia preservación, sino para que puedan ser instrumentos en la preservación de los demás.

“¿Brilla usted como piedra viva en el edificio de Dios? […] No tendremos la genuina religión a menos que esta ejerza una influencia controladora sobre nosotros en cada transacción comercial. Debemos tener piedad práctica a fin de entretejerla en nuestras vidas. Debemos poseer la gracia transformadora de Cristo en nuestros corazones. Necesitamos mucho menos del yo, y más de Jesús” (RJ 197).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. A la luz de la bendición a Abraham: “Te bendeciré […] y serás bendición” (Gén. 12:2), ¿qué significa ser bendecido? ¿Cómo podemos nosotros, como pueblo que sirve al mismo Dios que Abram, ser una bendición para los demás?
  2. ¿Qué tenía de malo la mentira a medias de Abraham con respecto a su hermana-esposa? ¿Qué es peor, mentir o decir parte de la verdad mientras, al mismo tiempo, técnicamente estamos mintiendo?
  3. Vuelve a leer Génesis 14:21 al 23, la respuesta de Abram al ofrecimiento del rey de Sodoma. ¿Por qué respondió como lo hizo y qué lección importante podemos aprender de esta historia? ¿No habría estado justificado Abram si hubiera decidido aceptar lo que el rey le ofrecía?

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