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Lección 11: Para el 11 de junio de 2022
JOSÉ, EXPERTO EN SUEÑOS
Sábado 4 de junio____________________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 37; Mateo 20:26, 27; Hechos 7:9; Génesis 38; 39; 40:1–41:36.
PARA MEMORIZAR:
“Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador” (Gén. 37:19).
La historia de José (Gén. 37-50) abarca la última parte del libro de Génesis, desde sus primeros sueños en Canaán (Gén. 37:1-11) hasta su muerte en Egipto (Gén. 50:26). De hecho, José ocupa más espacio en el libro de Génesis que cualquier otro patriarca. Aunque José es solo uno de los hijos de Jacob, Génesis lo presenta como un gran patriarca, como Abraham, Isaac y Jacob.
Como veremos también, la vida de José destaca dos importantes verdades teológicas: en primer lugar, Dios cumple sus promesas; en segundo lugar, Dios puede convertir el mal en bien.
En el estudio de esta semana, nos centraremos en los primeros años de vida de José. Es el hijo preferido de Jacob, al que irónicamente se lo apoda bá‘al hajalomot, el “soñador” (Gén. 37:19), que significa literalmente “experto en sueños”. Este título le sienta muy bien, porque no solo recibe, entiende e interpreta los sueños proféticos, sino también los cumple en su vida.
En estos capítulos veremos nuevamente que la providencia de Dios se afianza, a pesar de la maldad y la perversidad del corazón humano.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
José ejemplifica a Cristo. Jesús vino a los suyos, pero los suyos no lo recibieron. Fue rechazado y despreciado porque sus obras eran justas, y su vida consecuente y abnegada era un reproche continuo para los que profesaban piedad pero cuyas vidas eran corruptas. La integridad y la virtud de José fueron terriblemente atacadas y no prevaleció la mujer que quiso descarriarlo; por lo tanto, se robusteció su odio contra la virtud y la integridad que ella no pudo corromper, y testificó falsamente contra él. El inocente sufrió debido a su rectitud. Fue arrojado en la prisión a causa de su virtud. José fue vendido a sus enemigos por sus propios hermanos por una pequeña suma de dinero. El Hijo de Dios fue vendido a sus más acérrimos enemigos por uno de sus propios discípulos. Jesús fue manso y santo. La suya fue una vida sin par de abnegación, bondad y santidad. No fue culpable de ninguna falta. Sin embargo, fueron sobornados falsos testigos para que testificaran contra él. Fue aborrecido porque había reprochado fielmente el pecado y la corrupción. Los hermanos de José lo desnudaron de su túnica multicolor. Los verdugos de Cristo echaron suertes sobre su túnica inconsútil (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1110).
Deberíamos aprender ahora a conocer a Dios, poniendo a prueba sus promesas. Los ángeles toman nota de cada oración ferviente y sincera. Sería mejor sacrificar nuestros propios gustos antes que descuidar la comunión con Dios. La mayor pobreza y la más absoluta abnegación, con la aprobación divina, valen más que las riquezas, los honores, las comodidades y amistades sin ella. Debemos darnos tiempo para orar. Si nos dejamos absorber por los intereses mundanos, el Señor puede darnos ese tiempo que necesitamos, quitándonos nuestros ídolos, ya sean estos oro, casas o tierras feraces (El conflicto de los siglos, p. 606).
Nuestro Padre celestial no aflige o lastima voluntariamente a los hijos de los hombres. Tiene su propósito en el torbellino y en la tormenta, en el incendio y en la inundación. El Señor permite que vengan calamidades sobre su pueblo para salvarlo de mayores peligros. Desea que cada uno examine su corazón estrecha y cuidadosamente, y entonces se acerque a Dios para que Dios pueda acercarse a él.
Nuestra vida está en las manos de Dios. Él ve peligros que nos amenazan que nosotros no podemos ver. Es el dador de todas nuestras bendiciones… el ordenador de todas nuestras vicisitudes… Puede permitir que venga sobre su pueblo lo que llene su corazón con tristeza, porque ve que necesita enderezar la senda para sus pies, para que el cojo no se salga del camino. Conoce nuestra condición y recuerda que somos polvo. Aun los mismos cabellos de nuestra cabeza están contados… Las pruebas nos llegan a todos para inducirnos a investigar nuestro corazón, para ver si está purificado de todo lo que contamina. El Señor constantemente trabaja para nuestro bien presente y eterno (En los lugares celestiales, p. 267).
Domingo 5 de junio___________________________________________________________
PROBLEMAS FAMILIARES
Jacob finalmente “se estableció en la tierra” (Gén. 37:1, NVI). Sin embargo, mientras se instalaba en la tierra comenzaron los problemas, esta vez desde el seno de la propia familia. La polémica no se refiere a la posesión de la tierra ni al uso de un pozo; básicamente es espiritual.
Lee Génesis 37:1 al 11. ¿Qué dinámica familiar predispuso a los hermanos de José a odiarlo tanto?
Génesis 37:1-11
1 Habitó Jacob en la tierra donde había morado su padre, en la tierra de Canaán. 2 Esta es la historia de la familia de Jacob: José, siendo de edad de diecisiete años, apacentaba las ovejas con sus hermanos; y el joven estaba con los hijos de Bilha y con los hijos de Zilpa, mujeres de su padre; e informaba José a su padre la mala fama de ellos. 3 Y amaba Israel a José más que a todos sus hijos, porque lo había tenido en su vejez; y le hizo una túnica de diversos colores. 4 Y viendo sus hermanos que su padre lo amaba más que a todos sus hermanos, le aborrecían, y no podían hablarle pacíficamente. 5 Y soñó José un sueño, y lo contó a sus hermanos; y ellos llegaron a aborrecerle más todavía. 6 Y él les dijo: Oíd ahora este sueño que he soñado: 7 He aquí que atábamos manojos en medio del campo, y he aquí que mi manojo se levantaba y estaba derecho, y que vuestros manojos estaban alrededor y se inclinaban al mío. 8 Le respondieron sus hermanos: ¿Reinarás tú sobre nosotros, o señorearás sobre nosotros? Y le aborrecieron aún más a causa de sus sueños y sus palabras. 9 Soñó aun otro sueño, y lo contó a sus hermanos, diciendo: He aquí que he soñado otro sueño, y he aquí que el sol y la luna y once estrellas se inclinaban a mí. 10 Y lo contó a su padre y a sus hermanos; y su padre le reprendió, y le dijo: ¿Qué sueño es este que soñaste? ¿Acaso vendremos yo y tu madre y tus hermanos a postrarnos en tierra ante ti? 11 Y sus hermanos le tenían envidia, mas su padre meditaba en esto.
Desde el mismo comienzo, entendemos que José, el hijo de la vejez de Jacob (Gén. 37:3), disfrutó de una relación especial con su padre, quien “lo amaba más que a todos sus hermanos” (Gén. 37:4). Incluso llegó a hacerle “una túnica de diversos colores” (Gén. 37:3); una vestimenta de príncipe (2 Sam. 13:18), una indicación de la intención secreta de Jacob de elevar a José, el primer hijo de Raquel, al estatus de primogénito.
Por cierto, el futuro confirmará los deseos de Jacob porque José finalmente recibirá los derechos del primogénito (1 Crón. 5:2). No es de extrañar, entonces, que los hermanos de José lo odiaran tanto y ni siquiera pudieran entablar conversaciones pacíficas con él (Gén. 37:4).
Además, José le llevaba malos informes a su padre sobre cualquier comportamiento reprobable de sus hermanos (Gén. 37:2). A nadie le gustan los soplones.
Por eso, cuando José compartía sus sueños, sugiriendo que Dios lo pondría en una posición más elevada y que ellos, sus hermanos, se inclinarían ante él, lo odiaban aún más. La verdadera naturaleza profética de los sueños incluso se ratifica por el hecho de que se repiten (ver Gén. 41:32). Aunque Jacob reprendió abiertamente a su hijo (Gén. 37:10), conservó este asunto en su mente, meditando sobre su significado y esperando su cumplimiento (Gén. 37:11). La implicación es que quizás en el fondo pensaba que, a fin de cuentas, podría haber algo en estos sueños. Tenía razón, aunque no lo supiera en ese momento.
Lee Mateo 20:26 y 27. ¿Qué principio crucial se revela aquí, y cómo podemos aprender a manifestar en nuestra propia vida lo que enseña?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El pecado de Jacob y la serie de sucesos que había acarreado no dejaron de ejercer su influencia para el mal, y ella produjo amargo fruto en el carácter y la vida de sus hijos. Cuando estos hijos llegaron a la virilidad, cometieron graves faltas. Las consecuencias de la poligamia se revelaron en la familia. Este terrible mal tiende a secar las fuentes mismas del amor, y su influencia debilita los vínculos más sagrados. Los celos de las varias madres habían amargado la relación familiar; los niños eran contenciosos y contrarios a la dirección, y la vida del padre fue nublada por la ansiedad y el dolor.
Sin embargo, hubo uno de carácter muy diferente; a saber, el hijo mayor de Raquel, José, cuya rara hermosura personal no parecía sino reflejar la hermosura de su espíritu y su corazón… Habiendo muerto su madre, sus afectos se aferraron más estrechamente a su padre, y el corazón de Jacob estaba ligado a este hijo de su vejez. “Amaba… a José más que a todos sus hijos”.
Pero hasta este cariño había de ser motivo de pena y dolor. Imprudentemente Jacob dejó ver su predilección por José, y esto motivó los celos de sus demás hijos (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 208, 209).
José escuchaba las instrucciones de su padre y temía al Señor. Era más obediente a sus justas enseñanzas que cualquiera de sus hermanos. Atesoraba sus instrucciones y amaba y obedecía a Dios con integridad de corazón. Se sentía apenado por la conducta errónea de alguno de ellos, y con mansedumbre les aconsejaba que se portaran bien y abandonaran sus malas acciones. Esto solo los exasperaba. José aborrecía el pecado de tal manera que no podía soportar que sus hermanos pecaran contra Dios. Informó del asunto a su padre con la esperanza de que su autoridad contribuyera a reformarlos. Esta presentación de sus errores enfureció a sus hermanos. Se daban cuenta de que su padre amaba mucho a José y le tenían envidia. Esta se convirtió en odio y finalmente en crimen (La historia de la redención, p. 102).
Ningún ser humano se debe sentar en el sitial más elevado para aceptar la alabanza de los demás, olvidándose de que sus tesoros pertenecen a Dios. Se promete la bendición del Señor a los que tienen hambre y sed de justicia, pero nada es más ofensivo que tener hambre y sed de la alabanza de los hombres…
Si no fuera por los dones y bendiciones gratuitos de Dios, fracasaríamos para la eternidad. Por lo tanto, nadie entone sus propias alabanzas, satisfaciéndose con su supuesta sabiduría. Si sus talentos fueran el resultado de su propia creación, la alabanza propia tendría algo de lógica. Pero el hombre no tiene nada que sea suyo. No manifestemos nuestra falta de verdadera sabiduría al exaltarnos a nosotros mismos. Inclinémonos humildemente a los pies del que nos ha dado nuestros talentos (Cada día con Dios, p. 198).
Lunes 6 de junio______________________________________________________________
EL ATAQUE A JOSÉ
Por más horribles que parezcan los acontecimientos que ocurrieron a continuación, no son difíciles de comprender. Estar tan cerca de alguien a quien odias, e incluso tener que relacionarte con él, inevitablemente, tarde o temprano, solo acarrea problemas.
Y así fue.
Lee Génesis 37:12 al 36. ¿Qué nos enseña esto acerca de lo peligroso y malvado que puede ser el corazón no regenerado y lo que nos puede llevar a hacer a cualquiera de nosotros?
Génesis 37:12-36
12 Después fueron sus hermanos a apacentar las ovejas de su padre en Siquem. 13 Y dijo Israel a José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí. 14 E Israel le dijo: Ve ahora, mira cómo están tus hermanos y cómo están las ovejas, y tráeme la respuesta. Y lo envió del valle de Hebrón, y llegó a Siquem. 15 Y lo halló un hombre, andando él errante por el campo, y le preguntó aquel hombre, diciendo: ¿Qué buscas? 16 José respondió: Busco a mis hermanos; te ruego que me muestres dónde están apacentando. 17 Aquel hombre respondió: Ya se han ido de aquí; y yo les oí decir: Vamos a Dotán. Entonces José fue tras de sus hermanos, y los halló en Dotán. 18 Cuando ellos lo vieron de lejos, antes que llegara cerca de ellos, conspiraron contra él para matarle. 19 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. 20 Ahora pues, venid, y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y veremos qué será de sus sueños. 21 Cuando Rubén oyó esto, lo libró de sus manos, y dijo: No lo matemos. 22 Y les dijo Rubén: No derraméis sangre; echadlo en esta cisterna que está en el desierto, y no pongáis mano en él; por librarlo así de sus manos, para hacerlo volver a su padre. 23 Sucedió, pues, que cuando llegó José a sus hermanos, ellos quitaron a José su túnica, la túnica de colores que tenía sobre sí; 24 y le tomaron y le echaron en la cisterna; pero la cisterna estaba vacía, no había en ella agua. 25 Y se sentaron a comer pan; y alzando los ojos miraron, y he aquí una compañía de ismaelitas que venía de Galaad, y sus camellos traían aromas, bálsamo y mirra, e iban a llevarlo a Egipto. 26 Entonces Judá dijo a sus hermanos: ¿Qué provecho hay en que matemos a nuestro hermano y encubramos su muerte? 27 Venid, y vendámosle a los ismaelitas, y no sea nuestra mano sobre él; porque él es nuestro hermano, nuestra propia carne. Y sus hermanos convinieron con él. 28 Y cuando pasaban los madianitas mercaderes, sacaron ellos a José de la cisterna, y le trajeron arriba, y le vendieron a los ismaelitas por veinte piezas de plata. Y llevaron a José a Egipto. 29 Después Rubén volvió a la cisterna, y no halló a José adentro, y se rasgó los vestidos. 30 Y volvió a sus hermanos, y dijo: El joven no aparece; y yo, ¿a dónde iré? 31 Entonces tomaron ellos la túnica de José, y degollaron un cabrito de las cabras, y tiñeron la túnica con la sangre; 32 y enviaron la túnica de colores y la trajeron a su padre, y dijeron: Esto hemos hallado; reconoce ahora si es la túnica de tu hijo, o no. 33 Y él la reconoció, y dijo: La túnica de mi hijo es; alguna mala bestia lo devoró; José ha sido despedazado. 34 Entonces Jacob rasgó sus vestidos, y puso cilicio sobre sus lomos, y guardó luto por su hijo muchos días. 35 Y se levantaron todos sus hijos y todas sus hijas para consolarlo; mas él no quiso recibir consuelo, y dijo: Descenderé enlutado a mi hijo hasta el Seol. Y lo lloró su padre. 36 Y los madianitas lo vendieron en Egipto a Potifar, oficial de Faraón, capitán de la guardia.
Los hermanos odiaban a José porque estaban celosos del favor de Dios (Hech. 7:9), un favor que se confirmará en cada paso del siguiente curso de los acontecimientos. Cuando José se extravía, un hombre lo encuentra y lo guía (Gén. 37:15). Cuando los hermanos de José planean matarlo, Rubén interviene y sugiere que, en vez de eso, lo arrojen a un pozo (Gén. 37:20-22).
Es difícil imaginar el tipo de odio que se expresa aquí, especialmente hacia alguien de su propia casa. ¿Cómo pudieron estos jóvenes haber hecho algo tan cruel? ¿No pensaron, ni siquiera por un momento, en cómo esto afectaría a su padre? Por más que hubiesen albergado resentimiento hacia su padre porque favorecía a José, hacerle esto a uno de sus hijos era verdaderamente despreciable. Qué poderosa manifestación de cuán malvados pueden ser los seres humanos.
“Pero algunos de ellos [los hermanos] estaban inquietos; no sentían la satisfacción que habían esperado de su venganza. Pronto vieron acercarse a una compañí a de viajeros. Eran ismaelitas procedentes del otro lado del Jordán, que con especias y otras mercancías se dirigían a Egipto. Entonces Judá propuso vender a su hermano a esos mercaderes paganos, en vez de dejarlo allí para que muriera. Al obrar así lo apartarían de su camino, y no se mancharían con su sangre” (PP 212).
Después de arrojarlo al pozo, proyectando matarlo más tarde, pasa una caravana, y Judá les propone a sus hermanos venderles a José (Gén. 37:26, 27). Después de que José es vendido a los madianitas (Gén. 37:28), estos lo venden a alguien en Egipto (Gén. 37:36), lo que anticipa así su gloria futura.
¿Por qué es tan importante buscar el poder de Dios para cambiar los malos rasgos de carácter antes de que puedan manifestarse en algunos actos que nunca te imaginarías haciendo en algún momento de tu vida?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dos veces el pacto de Dios y sus estatutos fueron desechados por el mundo. Tanto los antediluvianos como los descendientes de Noé rechazaron la autoridad divina. Entonces Dios hizo un pacto con Abrahán, y apartó para sí un pueblo que debía llegar a ser depositario de su ley.
Satanás empezó en seguida a tender sus lazos para seducir y destruir a este pueblo. Los hijos de Jacob fueron inducidos a contraer matrimonio con gentiles y a adorar sus ídolos. Pero José fue fiel a Dios, y su fidelidad fue un testimonio constante de la verdadera fe. Para apagar esta luz, obró Satanás mediante la envidia de los hermanos de José, quienes le vendieron como esclavo a un pueblo pagano. Sin embargo, Dios dirigió los acontecimientos para que su luz fuera comunicada al pueblo egipcio. Tanto en la casa de Potifar como en la cárcel, José recibió una educación y un adiestramiento que, con el temor de Dios, le prepararon para su alta posición como primer ministro de la nación. Desde el palacio de Faraón, se sintió su influencia por todo el país, y por todas partes se divulgó el conocimiento de Dios. En Egipto los israelitas alcanzaron prosperidad y riqueza y, hasta donde fueron fieles a Dios, ejercieron una amplia influencia (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 343, 344).
[Los hermanos de José] lo rechazaron rudamente. Les dijo para qué había ido allí, pero no le contestaron. José quedó alarmado por la ira que demostraban. El temor ocupó el lugar del gozo, e instintivamente se retiró atemorizado de la presencia de ellos. Entonces lo tomaron violentamente. Lo vituperaron con las admoniciones que les había dado en lo pasado, lo acusaron de relatar sus sueños para exaltarse por encima de ellos en el concepto de su padre, para que lo amara más que a ellos mismos (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1110).
Un buen carácter debe construirse ladrillo tras ladrillo. Estas características que habilitan a los jóvenes a trabajar con éxito en la causa de Dios deben ser obtenidas por el ejercicio diligente de sus facultades, por el aprovechamiento de toda ventaja que la Providencia les da, y por su relación con la Fuente de toda sabiduría. No deben quedar satisfechos con una norma baja. Tanto el carácter de José como el de Daniel son buenos modelos para ellos, y en la vida del Salvador tienen un dechado perfecto.
A todos se les da oportunidad de desarrollar el carácter. Todos pueden ocupar sus puestos señalados en el gran plan de Dios. El Señor aceptó a Samuel desde su infancia porque su corazón era puro. Había sido dado a Dios como ofrenda consagrada, y el Señor hizo de él un conducto de luz. Si los jóvenes de hoy quieren consagrarse como fue consagrado Samuel, el Señor los aceptará y los empleará en su obra. Acerca de su vida podrán decir con el salmista: “Oh Dios, me enseñaste desde mi juventud, y hasta ahora he manifestado tus maravillas”. Salmo 71:17 (Consejos para los maestros, pp. 522, 523).
Martes 7 de junio_____________________________________________________________
JUDÁ Y TAMAR
La historia de Tamar no está fuera de lugar aquí. Este incidente sigue cronológicamente a la venta de José en Egipto (Gén. 38:1), y es congruente con el hecho de que Judá acaba de dejar a sus hermanos, lo que indica su desacuerdo con ellos. Además, el pasaje comparte una serie de palabras y temáticas comunes con el capítulo anterior, y transmite la misma lección teológica: un acto de maldad que se convertirá en un hecho positivo vinculado a la salvación.
Lee Génesis 38. Compara el comportamiento de Judá con el de la cananea Tamar. ¿Quién de los dos es más justo y por qué?
Génesis 38
1 Aconteció en aquel tiempo, que Judá se apartó de sus hermanos, y se fue a un varón adulamita que se llamaba Hira. 2 Y vio allí Judá la hija de un hombre cananeo, el cual se llamaba Súa; y la tomó, y se llegó a ella. 3 Y ella concibió, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Er. 4 Concibió otra vez, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Onán. 5 Y volvió a concebir, y dio a luz un hijo, y llamó su nombre Sela. Y estaba en Quezib cuando lo dio a luz. 6 Después Judá tomó mujer para su primogénito Er, la cual se llamaba Tamar. 7 Y Er, el primogénito de Judá, fue malo ante los ojos de Jehová, y le quitó Jehová la vida. 8 Entonces Judá dijo a Onán: Llégate a la mujer de tu hermano, y despósate con ella, y levanta descendencia a tu hermano. 9 Y sabiendo Onán que la descendencia no había de ser suya, sucedía que cuando se llegaba a la mujer de su hermano, vertía en tierra, por no dar descendencia a su hermano. 10 Y desagradó en ojos de Jehová lo que hacía, y a él también le quitó la vida. 11 Y Judá dijo a Tamar su nuera: Quédate viuda en casa de tu padre, hasta que crezca Sela mi hijo; porque dijo: No sea que muera él también como sus hermanos. Y se fue Tamar, y estuvo en casa de su padre. 12 Pasaron muchos días, y murió la hija de Súa, mujer de Judá. Después Judá se consoló, y subía a los trasquiladores de sus ovejas a Timnat, él y su amigo Hira el adulamita. 13 Y fue dado aviso a Tamar, diciendo: He aquí tu suegro sube a Timnat a trasquilar sus ovejas. 14 Entonces se quitó ella los vestidos de su viudez, y se cubrió con un velo, y se arrebozó, y se puso a la entrada de Enaim junto al camino de Timnat; porque veía que había crecido Sela, y ella no era dada a él por mujer. 15 Y la vio Judá, y la tuvo por ramera, porque ella había cubierto su rostro. 16 Y se apartó del camino hacia ella, y le dijo: Déjame ahora llegarme a ti: pues no sabía que era su nuera; y ella dijo: ¿Qué me darás por llegarte a mí? 17 Él respondió: Yo te enviaré del ganado un cabrito de las cabras. Y ella dijo: Dame una prenda hasta que lo envíes. 18 Entonces Judá dijo: ¿Qué prenda te daré? Ella respondió: Tu sello, tu cordón, y tu báculo que tienes en tu mano. Y él se los dio, y se llegó a ella, y ella concibió de él. 19 Luego se levantó y se fue, y se quitó el velo de sobre sí, y se vistió las ropas de su viudez. 20 Y Judá envió el cabrito de las cabras por medio de su amigo el adulamita, para que este recibiese la prenda de la mujer; pero no la halló. 21 Y preguntó a los hombres de aquel lugar, diciendo: ¿Dónde está la ramera de Enaim junto al camino? Y ellos le dijeron: No ha estado aquí ramera alguna. 22 Entonces él se volvió a Judá, y dijo: No la he hallado; y también los hombres del lugar dijeron: Aquí no ha estado ramera. 23 Y Judá dijo: Tómeselo para sí, para que no seamos menospreciados; he aquí yo he enviado este cabrito, y tú no la hallaste. 24 Sucedió que al cabo de unos tres meses fue dado aviso a Judá, diciendo: Tamar tu nuera ha fornicado, y ciertamente está encinta a causa de las fornicaciones. Y Judá dijo: Sacadla, y sea quemada. 25 Pero ella, cuando la sacaban, envió a decir a su suegro: Del varón cuyas son estas cosas, estoy encinta. También dijo: Mira ahora de quién son estas cosas, el sello, el cordón y el báculo. 26 Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció. 27 Y aconteció que al tiempo de dar a luz, he aquí había gemelos en su seno. 28 Sucedió cuando daba a luz, que sacó la mano el uno, y la partera tomó y ató a su mano un hilo de grana, diciendo: Este salió primero. 29 Pero volviendo él a meter la mano, he aquí salió su hermano; y ella dijo: ¡Qué brecha te has abierto! Y llamó su nombre Fares. 30 Después salió su hermano, el que tenía en su mano el hilo de grana, y llamó su nombre Zara.
Judá encuentra una esposa cananea (Gén. 38:2), con quien tiene tres hijos: Er, Onán y Sela. Judá casó a Er, su primogénito, con la cananea Tamar, para asegurarse una genealogía adecuada. Cuando Dios mata a Er y a Onán debido a su maldad, Judá le promete su último hijo, Sela, a Tamar.
Cuando, después de un tiempo, Judá parece haber olvidado su promesa, mientras va a consolarse después de la muerte de su esposa, Tamar decide hacerse la prostituta para obligarlo a cumplir su promesa. Debido a que Judá no tiene dinero en efectivo para pagarle a la prostituta, a quien no reconoce, promete enviarle más tarde una cabra de su rebaño.
Tamar, por su parte, exige que mientras tanto él le entregue como garantía inmediata de pago el sello, el cordón y el bastón. Tamar queda embarazada de este encuentro único. Cuando más tarde, acusada de hacerse la ramera, le muestra al acusador Judá el sello, el cordón y el bastón, Judá comprende y se disculpa.
El final de esta sórdida historia es el nacimiento de Fares, que significa “traspasar”, quien, como Jacob, nació en segundo lugar y se convirtió en el primero, y en la historia de la salvación se lo menciona como el antepasado de David (Rut 4:18-22), y finalmente de Jesucristo (Mat. 1:3). En cuanto a Tamar, ella es la primera de las cuatro mujeres, seguida de Rahab (Mat. 1:5), Rut (Mat. 1:5, 6) y la esposa de Urías (Mat. 1:6), que precedieron genealógicamente a María, la madre de Jesús (Mat. 1:16).
Una lección que podemos aprender de esta historia: Así como Dios salvó a Tamar mediante su gracia, y transformó el mal en bien, también salvará a su pueblo mediante la Cruz de Jesús. Y, en el caso de José, convertirá los problemas de José en la salvación de Jacob y sus hijos.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Nadie sino el Hijo de Dios podía efectuar nuestra redención; porque solo él, que estaba en el seno del Padre, podía darle a conocer. Solo él, que conocía la altura y la profundidad del amor de Dios, podía manifestarlo. Nada que fuese inferior al infinito sacrificio hecho por Cristo en favor del hombre podía expresar el amor del Padre hacia la perdida humanidad…
El que era uno con Dios se vinculó con los hijos de los hombres mediante lazos que jamás serán quebrantados. Jesús “no se avergüenza de llamarlos hermanos”. Es nuestro Sacrificio, nuestro Abogado, nuestro Hermano, que lleva nuestra forma humana delante del trono del Padre, y por las edades eternas será uno con la raza a la cual redimió: es el Hijo del hombre. Y todo esto para que el hombre fuese levantado de la ruina y degradación del pecado, para que reflejase el amor de Dios y compartiese el gozo de la santidad.
El precio pagado por nuestra redención, el sacrificio infinito que hizo nuestro Padre Celestial al entregar a su Hijo para que muriese por nosotros, debe darnos un concepto elevado de lo que podemos llegar a ser por intermedio de Cristo… “¡Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios!” ¡Cuán valioso hace esto al hombre! Por la transgresión, los hijos de los hombres son hechos súbditos de Satanás. Por la fe en el sacrificio expiatorio de Cristo, los hijos de Adán pueden llegar a ser hijos de Dios. Al revestirse de la naturaleza humana, Cristo eleva a la humanidad. Al vincularse con Cristo, los hombres caídos son colocados donde pueden llegar a ser en verdad dignos del título de “hijos de Dios” (El camino a Cristo, pp. 14, 15).
Los judíos enseñaban que antes de que se extendiera el amor de Dios al pecador, este debía arrepentirse. A su modo de ver, el arrepentimiento es una obra por la cual los hombres ganan el favor del cielo. Y este fue el pensamiento que indujo a los fariseos a exclamar con asombro e ira: “Este a los pecadores recibe”. De acuerdo con sus ideas, no debía permitir que se le acercaran sino los que se habían arrepentido. Pero en la parábola de la oveja perdida, Cristo enseña que la salvación no se debe a nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda de nosotros. “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se apartaron”. Romanos 3: 11,12 No nos arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él nos revela su amor para que nos arrepintamos (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 147, 148).
La oración es el medio ordenado por el cielo para tener éxito en el conflicto con el pecado y desarrollar el carácter cristiano. Las influencias divinas que vienen en respuesta a la oración de fe, efectuarán en el alma del suplicante todo lo que pide. Podemos pedir perdón del pecado, el Espíritu Santo, un temperamento semejante al de Cristo, sabiduría y poder para realizar su obra, o cualquier otro don que él ha prometido; y la promesa es: “Se os dará” (La oración, pp. 52, 53).
Miércoles 8 de junio__________________________________________________________
JOSÉ, ESCLAVO EN EGIPTO
Ahora retomamos el flujo de las historias de José, que habían quedado “interrumpidas” por el incidente con Tamar. José ahora trabaja como esclavo para el “capitán de la guardia”, quien está a cargo de la prisión de los oficiales reales (Gén. 40:3, 4; 41:10-12).
Lee Génesis 39. En vista del ejemplo de José, quien trabajaba como administrador bajo Potifar, ¿cuáles son los factores de semejante éxito?
Génesis 39
1 Llevado, pues, José a Egipto, Potifar oficial de Faraón, capitán de la guardia, varón egipcio, lo compró de los ismaelitas que lo habían llevado allá. 2 Mas Jehová estaba con José, y fue varón próspero; y estaba en la casa de su amo el egipcio. 3 Y vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano. 4 Así halló José gracia en sus ojos, y le servía; y él le hizo mayordomo de su casa y entregó en su poder todo lo que tenía. 5 Y aconteció que desde cuando le dio el encargo de su casa y de todo lo que tenía, Jehová bendijo la casa del egipcio a causa de José, y la bendición de Jehová estaba sobre todo lo que tenía, así en casa como en el campo. 6 Y dejó todo lo que tenía en mano de José, y con él no se preocupaba de cosa alguna sino del pan que comía. Y era José de hermoso semblante y bella presencia. 7 Aconteció después de esto, que la mujer de su amo puso sus ojos en José, y dijo: Duerme conmigo. 8 Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. 9 No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios? 10 Hablando ella a José cada día, y no escuchándola él para acostarse al lado de ella, para estar con ella, 11 aconteció que entró él un día en casa para hacer su oficio, y no había nadie de los de casa allí. 12 Y ella lo asió por su ropa, diciendo: Duerme conmigo. Entonces él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió. 13 Cuando vio ella que le había dejado su ropa en sus manos, y había huido fuera, 14 llamó a los de casa, y les habló diciendo: Mirad, nos ha traído un hebreo para que hiciese burla de nosotros. Vino él a mí para dormir conmigo, y yo di grandes voces; 15 y viendo que yo alzaba la voz y gritaba, dejó junto a mí su ropa, y huyó y salió. 16 Y ella puso junto a sí la ropa de José, hasta que vino su señor a su casa. 17 Entonces le habló ella las mismas palabras, diciendo: El siervo hebreo que nos trajiste, vino a mí para deshonrarme. 18 Y cuando yo alcé mi voz y grité, él dejó su ropa junto a mí y huyó fuera. 19 Y sucedió que cuando oyó el amo de José las palabras que su mujer le hablaba, diciendo: Así me ha tratado tu siervo, se encendió su furor. 20 Y tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. 21 Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. 22 Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba.
Casi de inmediato, José se caracteriza por ser un hombre de éxito (Gén. 39:2, 3). Era tan bueno y su amo confiaba tanto en él que “entregó en su poder todo lo que tenía”, e incluso lo nombró “mayordomo de su casa” (Gen. 39:4).
Sin embargo, el éxito de José no lo corrompe. Cuando la esposa de Potifar lo observa y quiere acostarse con él, José se niega sin ambigüedades y prefiere perder su trabajo y su seguridad en lugar de “cometer tal maldad y pecar así contra Dios” (Gén. 39:9, NVI). La mujer, humillada por la negativa de José, informa falsamente a sus siervos y a su esposo que él quiso abusar de ella. Como resultado, José fue puesto en prisión.
José experimenta aquí lo que todos hemos vivido: la sensación de abandono por parte de Dios; a pesar de que, aun en este momento difícil, “Jehová estaba con José” (Gén. 39:21).
Con el tiempo, el Señor actúa y produce un impacto en la relación de José con el jefe de la cárcel. Aquí también el Señor bendice a José, al igual que en la casa de su amo. Obviamente, es un hombre talentoso, y a pesar de que las circunstancias ahora son aún peores (al fin y al cabo, ¡antes continuaba siendo esclavo!), busca sacar el mejor provecho de ello. Sin embargo, independientemente de sus dones, el texto deja en claro que, en definitiva, únicamente fue Dios quien lo hizo fructificar. “No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba” (Gén. 39:23). ¡Qué importante es que todos los que tienen talento, todos los que tienen “éxito”, recuerden de dónde proviene todo!
Lee Génesis 39:7 al 12. ¿Cómo resistió José los avances de la esposa de Potifar? ¿Por qué José dijo específicamente que hacer lo que ella pedía habría sido un pecado contra Dios? ¿Qué conocimiento demostró sobre la naturaleza del pecado y lo que este es?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
José consideró que el haber sido vendido y llevado a Egipto era la mayor calamidad que podría haberle sobrevenido; pero vio la necesidad de confiar en Dios como nunca lo había hecho cuando estuvo protegido por el amor de su padre. José llevó a Dios consigo a Egipto, y gracias a ello pudo vivir con alegría aun en medio de su aflicción. Así como el arca de Dios trajo descanso y prosperidad a Israel, así también este joven que amaba y temía a Dios llevó una bendición a Egipto. Esto se manifestó tan claramente, que Potifar, en cuya casa servía, atribuyó todas sus bendiciones a este esclavo comprado, y lo convirtió en un hijo más bien que en un siervo. El propósito de Dios es que los que aman y honran su nombre sean también honrados, y que la gloria dada a Dios mediante ellos se refleje sobre ellos mismos (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 1, p. 1110).
Los hermanos de José se halagaban a sí mismos de que estaban tomando un curso seguro para evitar que se cumplieran los extraños sueños de José. Pero el Señor controlaba los sucesos, e hizo que la conducta cruel de los hermanos de José produjera el cumplimento de los sueños que ellos se esforzaban por frustrar (Spiritual Gifts, t. 3, p. 143).
Cuando se lo tentó para que se desviara de la senda recta, para que violara la ley de Dios y traicionara a su amo, resistió firmemente y dio evidencias del poder elevador del temor de Dios en la respuesta que dio a la esposa de su señor… Nadie lograría que se desviara de la senda de la justicia para que pisoteara la ley de Dios ni con halagos ni con amenazas.
Aquí tenemos un ejemplo para todas las generaciones de creyentes que habrían de vivir sobre la tierra. Aunque estén expuestos a la tentación debieran saber que hay una defensa al alcance de la mano, y que si finalmente no reciben protección será por su propia culpa. Dios será un pronto auxilio y su Espíritu será un escudo. Aunque estén rodeados de las más terribles tentaciones hay una fuente de fortaleza a la cual pueden recurrir para resistirlas.
¡Cuán tremendo fue el embate que se lanzó contra la naturaleza moral de José! Provino de alguien que ejercía influencia, de una persona bien preparada para desviarlo. No obstante, con cuánta prontitud y firmeza resistió. Sufrió por causa de su virtud y su integridad, porque la que quería desviarlo se vengó de la integridad que no pudo derrotar, y gracias a su influencia lo envió a prisión, acusándolo falsamente de un delito que no había cometido. José sufrió entonces porque no quiso claudicar. Había puesto su reputación y sus intereses en las manos de Dios. Y aunque se permitió que fuera afligido por cierto tiempo, para prepararlo con el fin de que ocupara un puesto importante, el Señor protegió esa reputación que había sido ensombrecida por una malvada acusadora, y más tarde, a su debido tiempo, permitió que aquélla resplandeciera. Dios usó incluso de la prisión como un camino que lo conduciría a su elevación. La virtud proporcionará a su debido tiempo su propia recompensa. El escudo que protegía el corazón de este joven era el temor de Dios, que lo indujo a ser fiel y justo con su amo, y leal a su Señor (La historia de la redención, pp. 103-105).
Jueves 9 de junio_____________________________________________________________
LOS SUEÑOS DE FARAÓN
Lee Génesis 40:1 a 41:36. ¿Qué relación tienen los sueños del faraón con los sueños de los oficiales? ¿Cuál es el significado de este paralelismo?
Génesis 40:1 a 41:36
1 Aconteció después de estas cosas, que el copero del rey de Egipto y el panadero delinquieron contra su señor el rey de Egipto. 2 Y se enojó Faraón contra sus dos oficiales, contra el jefe de los coperos y contra el jefe de los panaderos, 3 y los puso en prisión en la casa del capitán de la guardia, en la cárcel donde José estaba preso. 4 Y el capitán de la guardia encargó de ellos a José, y él les servía; y estuvieron días en la prisión. 5 Y ambos, el copero y el panadero del rey de Egipto, que estaban arrestados en la prisión, tuvieron un sueño, cada uno su propio sueño en una misma noche, cada uno con su propio significado. 6 Vino a ellos José por la mañana, y los miró, y he aquí que estaban tristes. 7 Y él preguntó a aquellos oficiales de Faraón, que estaban con él en la prisión de la casa de su señor, diciendo: ¿Por qué parecen hoy mal vuestros semblantes? 8 Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete. Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora. 9 Entonces el jefe de los coperos contó su sueño a José, y le dijo: Yo soñaba que veía una vid delante de mí, 10 y en la vid tres sarmientos; y ella como que brotaba, y arrojaba su flor, viniendo a madurar sus racimos de uvas. 11 Y que la copa de Faraón estaba en mi mano, y tomaba yo las uvas y las exprimía en la copa de Faraón, y daba yo la copa en mano de Faraón. 12 Y le dijo José: Esta es su interpretación: los tres sarmientos son tres días. 13 Al cabo de tres días levantará Faraón tu cabeza, y te restituirá a tu puesto, y darás la copa a Faraón en su mano, como solías hacerlo cuando eras su copero. 14 Acuérdate, pues, de mí cuando tengas ese bien, y te ruego que uses conmigo de misericordia, y hagas mención de mí a Faraón, y me saques de esta casa. 15 Porque fui hurtado de la tierra de los hebreos; y tampoco he hecho aquí por qué me pusiesen en la cárcel. 16 Viendo el jefe de los panaderos que había interpretado para bien, dijo a José: También yo soñé que veía tres canastillos blancos sobre mi cabeza. 17 En el canastillo más alto había de toda clase de manjares de pastelería para Faraón; y las aves las comían del canastillo de sobre mi cabeza. 18 Entonces respondió José, y dijo: Esta es su interpretación: Los tres canastillos tres días son. 19 Al cabo de tres días quitará Faraón tu cabeza de sobre ti, y te hará colgar en la horca, y las aves comerán tu carne de sobre ti. 20 Al tercer día, que era el día del cumpleaños de Faraón, el rey hizo banquete a todos sus sirvientes; y alzó la cabeza del jefe de los coperos, y la cabeza del jefe de los panaderos, entre sus servidores. 21 E hizo volver a su oficio al jefe de los coperos, y dio este la copa en mano de Faraón. 22 Mas hizo ahorcar al jefe de los panaderos, como lo había interpretado José. 23 Y el jefe de los coperos no se acordó de José, sino que le olvidó.
1 Aconteció que pasados dos años tuvo Faraón un sueño. Le parecía que estaba junto al río; 2 y que del río subían siete vacas, hermosas a la vista, y muy gordas, y pacían en el prado. 3 Y que tras ellas subían del río otras siete vacas de feo aspecto y enjutas de carne, y se pararon cerca de las vacas hermosas a la orilla del río; 4 y que las vacas de feo aspecto y enjutas de carne devoraban a las siete vacas hermosas y muy gordas. Y despertó Faraón. 5 Se durmió de nuevo, y soñó la segunda vez: Que siete espigas llenas y hermosas crecían de una sola caña, 6 y que después de ellas salían otras siete espigas menudas y abatidas del viento solano; 7 y las siete espigas menudas devoraban a las siete espigas gruesas y llenas. Y despertó Faraón, y he aquí que era sueño. 8 Sucedió que por la mañana estaba agitado su espíritu, y envió e hizo llamar a todos los magos de Egipto, y a todos sus sabios; y les contó Faraón sus sueños, mas no había quien los pudiese interpretar a Faraón. 9 Entonces el jefe de los coperos habló a Faraón, diciendo: Me acuerdo hoy de mis faltas. 10 Cuando Faraón se enojó contra sus siervos, nos echó a la prisión de la casa del capitán de la guardia a mí y al jefe de los panaderos. 11 Y él y yo tuvimos un sueño en la misma noche, y cada sueño tenía su propio significado. 12 Estaba allí con nosotros un joven hebreo, siervo del capitán de la guardia; y se lo contamos, y él nos interpretó nuestros sueños, y declaró a cada uno conforme a su sueño. 13 Y aconteció que como él nos los interpretó, así fue: yo fui restablecido en mi puesto, y el otro fue colgado. 14 Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón. 15 Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo interprete; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para interpretarlos. 16 Respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que dé respuesta propicia a Faraón. 17 Entonces Faraón dijo a José: En mi sueño me parecía que estaba a la orilla del río; 18 y que del río subían siete vacas de gruesas carnes y hermosa apariencia, que pacían en el prado. 19 Y que otras siete vacas subían después de ellas, flacas y de muy feo aspecto; tan extenuadas, que no he visto otras semejantes en fealdad en toda la tierra de Egipto. 20 Y las vacas flacas y feas devoraban a las siete primeras vacas gordas; 21 y estas entraban en sus entrañas, mas no se conocía que hubiesen entrado, porque la apariencia de las flacas era aún mala, como al principio. Y yo desperté. 22 Vi también soñando, que siete espigas crecían en una misma caña, llenas y hermosas. 23 Y que otras siete espigas menudas, marchitas, abatidas del viento solano, crecían después de ellas; 24 y las espigas menudas devoraban a las siete espigas hermosas; y lo he dicho a los magos, mas no hay quien me lo interprete. 25 Entonces respondió José a Faraón: El sueño de Faraón es uno mismo; Dios ha mostrado a Faraón lo que va a hacer. 26 Las siete vacas hermosas siete años son; y las espigas hermosas son siete años: el sueño es uno mismo. 27 También las siete vacas flacas y feas que subían tras ellas, son siete años; y las siete espigas menudas y marchitas del viento solano, siete años serán de hambre. 28 Esto es lo que respondo a Faraón. Lo que Dios va a hacer, lo ha mostrado a Faraón. 29 He aquí vienen siete años de gran abundancia en toda la tierra de Egipto. 30 Y tras ellos seguirán siete años de hambre; y toda la abundancia será olvidada en la tierra de Egipto, y el hambre consumirá la tierra. 31 Y aquella abundancia no se echará de ver, a causa del hambre siguiente la cual será gravísima. 32 Y el suceder el sueño a Faraón dos veces, significa que la cosa es firme de parte de Dios, y que Dios se apresura a hacerla. 33 Por tanto, provéase ahora Faraón de un varón prudente y sabio, y póngalo sobre la tierra de Egipto. 34 Haga esto Faraón, y ponga gobernadores sobre el país, y quinte la tierra de Egipto en los siete años de la abundancia. 35 Y junten toda la provisión de estos buenos años que vienen, y recojan el trigo bajo la mano de Faraón para mantenimiento de las ciudades; y guárdenlo. 36 Y esté aquella provisión en depósito para el país, para los siete años de hambre que habrá en la tierra de Egipto; y el país no perecerá de hambre.
El carácter providencial de los acontecimientos continúa. Con el tiempo, José queda a cargo de los prisioneros, dos de los cuales resultan ser exoficiales del faraón, un copero y un panadero (Gén. 41:9-11). Ambos están preocupados por un sueño que no pueden entender, porque “no hay quien lo interprete” (Gén. 40:8). José, entonces, interpreta sus respectivos sueños.
A semejanza de los sueños de los dos oficiales, el faraón también tiene dos sueños que nadie puede interpretar (Gén. 41:1-8). En ese momento, el copero recuerda providencialmente a José y se lo recomienda al faraón (Gén. 41:9-13).
Además, a semejanza de los otros sueños, el faraón, como los oficiales, está turbado, y como ellos, revela sus sueños (Gén. 41:14-24), y José los interpreta. Al igual que los sueños de los oficiales, los sueños del faraón muestran paralelismos de símbolos: las dos series de siete vacas (gordas y demacradas), así como las dos series de espigas (gruesas y delgadas), representan dos series de años buenos y malos. Las siete vacas son un paralelo de las siete espigas, y repiten el mismo mensaje; una evidencia de su origen divino, al igual que los sueños de José (Gén. 41:32; comparar con Gén. 37:9).
Aunque José es quien interpretó el sueño al faraón, José se asegura de que el faraón sepa que fue Dios, ’Elohim, quien le mostró al rey las cosas que el Señor iba a hacer (Gén. 41:25, 28). También parece que el faraón entendió el mensaje porque, cuando decidió nombrar a alguien para que estuviera a cargo de la tierra, su argumento fue el siguiente: “Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú” (Gén. 41:39, 40).
Qué fascinante: Gracias a Dios, José pasa de gobernar la casa de Potifar a gobernar la prisión, y luego a gobernar todo Egipto. Qué historia tan poderosa acerca de cómo, incluso en medio de circunstancias que parecen terribles, se revelan las providencias de Dios.
¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios y aferrarnos a sus promesas cuando los eventos no parecen para nada providenciales y, en efecto, Dios parece callar?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
[Una] mano divina estaba por abrir las puertas de la prisión. El rey de Egipto tuvo una noche dos sueños que, por lo visto, indicaban el mismo acontecimiento, y parecían anunciar alguna gran calamidad. Él no podía determinar su significado, pero continuaban turbándole. Los magos y los sabios de su reino no pudieron interpretarlos. La perplejidad y congoja del rey aumentaban, y el terror se esparcía por todo su palacio. El alboroto general trajo a la memoria del copero las circunstancias de su propio sueño; con él recordó a José, y sintió remordimiento por su olvido e ingratitud. Informó inmediatamente al rey cómo su propio sueño y el del primer panadero habían sido interpretados por el prisionero hebreo, y cómo las predicciones se habían cumplido.
Fue humillante para Faraón tener que dejar a los magos y sabios de su reino para consultar a un esclavo extranjero; pero estaba listo para aceptar el servicio del más ínfimo con tal que su mente atormentada pudiese encontrar alivio. En seguida se hizo venir a José. Este se quitó su indumentaria de preso… Entonces fue llevado ante el rey.
“Y dijo Faraón a José: Yo he tenido un sueño, y no hay quien lo declare; mas he oído decir de ti, que oyes sueños para declararlos. Y respondió José a Faraón, diciendo: No está en mí; Dios será el que responda paz a Faraón”. La respuesta de José al rey revela su humildad y su fe en Dios. Modestamente rechazó el honor de poseer en sí mismo sabiduría superior. “No está en mí”. Solo Dios puede explicar estos misterioso (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 219, 220).
Desde el calabozo, José fue exaltado a la posición de gobernante de toda la tierra de Egipto. Era un puesto honorable; sin embargo, estaba lleno de dificultades y riesgos… Pero el carácter de José soportó la prueba tanto de la adversidad como de la prosperidad. Manifestó en el palacio de Faraón la misma fidelidad hacia Dios que había demostrado en su celda de prisionero. Era aún extranjero en tierra pagana, separado de su parentela que adoraba a Dios; pero creía plenamente que la mano divina había guiado sus pasos, y confiando siempre en Dios, cumplía fielmente los deberes de su puesto. Mediante José la atención del rey y de los grandes de Egipto fue dirigida hacia el verdadero Dios (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 222, 223).
El Señor permite que surjan pruebas de diferente índole en la experiencia cristiana, a fin de conducir a los seres humanos a un orden superior de vida y a un servicio más santificado. Sin estas pruebas se apartarían continuamente de la semejanza de Cristo y se llenarían de un espíritu de filosofía científica, caprichosa y humana, que los conduciría a unirse con los seguidores de Satanás…
Los hombres [y las mujeres] que ocupan posiciones de confianza son los instrumentos en las manos de Dios para promover su gloria (Mensajes selectos, t. 2, p. 183).
Viernes 10 de junio___________________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “José en Egipto”, pp. 214–224.
“En los primeros tiempos de su vida, al pasar de la juventud a la virilidad, José y Daniel fueron separados de sus hogares y llevados cautivos a países paganos. José, especialmente, fue expuesto a las tentaciones que acompañan a los grandes cambios de fortuna. En la casa de su padre, fue un niño tiernamente mimado; en la casa de Potifar, fue esclavo, y luego confidente y compañero, hombre de negocios, educado mediante el estudio, la observación y el contacto con los hombres; en la cárcel de Faraón, fue un preso del Estado, condenado injustamente, que no tenía esperanza de vindicación ni perspectiva de libertad; en un momento de gran crisis fue llamado a actuar en el Gobierno de la Nación. ¿Qué lo capacitaba para conservar su integridad? […]
“En su niñez se le había enseñado a amar y temer a Dios. A menudo se le había contado, en la tienda de su padre, bajo las estrellas de Siria, la historia de la visión nocturna de Betel, de la escalera entre el cielo y la Tierra, de los ángeles que subían y bajaban, y de aquel que se reveló a Jacob desde el Trono de lo alto. Se le había contado la historia del conflicto habido junto al Jaboc, donde, después de renunciar a pecados arraigados, Jacob fue vencedor y recibió el título de príncipe con Dios.
“Mientras era pastorcillo y cuidaba los rebaños de su padre, la vida pura y sencilla de José había favorecido el desarrollo de las facultades físicas y mentales. Por la comunión con Dios mediante la naturaleza, y el estudio de las grandes verdades transmitidas de padre a hijo, como cometido sagrado, obtuvo fuerza mental y firmeza de principios.
“Cuando se produjo la crisis de su vida, durante el viaje terrible que hizo desde el hogar de su niñez, situado en Canaán, hasta la esclavitud que lo esperaba en Egipto, al contemplar por última vez las colinas que ocultaban las tiendas de su parentela, José recordó al Dios de su padre. Recordó las lecciones aprendidas en su niñez y su alma se conmovió cuando hizo la resolución de ser fiel, y conducirse siempre como corresponde a un súbdito del Rey del cielo” (Ed 51, 52).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Compara a José con Daniel y Jesús. ¿Cuáles son los puntos en común? ¿Cómo revelan José y Daniel, a su manera, aspectos de Jesús y de cómo habrá sido Jesús?
- En clase, dialoguen sobre la pregunta que está al final del estudio del jueves. ¿Cómo aprendemos a confiar en Dios cuando las cosas no nos salen tan bien como finalmente ocurrió con José?
06/11/2022 en 10:34 AM
Buenos días, hermanos y feliz Sábado:
Quiero agradecer a Dios por darnos la oportunidad de conocer acerca a de su amor. Es interesante conocer los títulos de las futuras lecciones de Escuela Sabática, gracias por compartir esta información y también por el contenido para cada día de estudio de la Biblia.
Gracias por su atención.
Maranatha
Atentamente,
Alexander Ramírez