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Lección 12: Para el 17 de septiembre de 2022
MORIR COMO UNA SEMILLA
Sábado 10 de septiembre_____________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Filipenses 2:5-9; Romanos 12:1, 2; 1 Samuel 2:12–3:18; 13:1-14; Zacarías 4:1-14.
PARA MEMORIZAR:
“De cierto, de cierto os digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24).
La ilustración de Jesús de un grano de trigo que muere es una analogía fascinante de nuestra sumisión a la voluntad de Dios. En primer lugar, cae. El grano que cae de la espiga no tiene ningún control sobre dónde o cómo caerá al suelo. No tiene control sobre el suelo que lo rodea y que luego lo cubrirá.
En segundo lugar, espera. Mientras el grano permanece en la tierra, no sabe qué le deparará el futuro. No puede “imaginarse” cómo será la vida en el futuro, porque es solo un grano de trigo.
En tercer lugar, muere. El grano, probablemente, no podrá convertirse en espiga a menos que abandone su situación cómoda y segura como grano. Debe “morir”; es decir, debe renunciar a lo que siempre ha sido antes, una semilla, para poder transformarse en una planta que produzca frutos.
Un vistazo a la semana: Si sabemos que la voluntad de Dios es lo mejor para nosotros, ¿por qué nos cuesta tanto aceptarla? ¿Qué ejemplo de sumisión nos ha dejado Cristo? ¿De qué manera comprendes que se aplica a tu vida la analogía del grano de trigo?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Todos los que produzcan frutos como obreros juntamente con Cristo, deben caer primero en la tierra y morir. La vida debe ser echada en el surco de las necesidades del mundo. Deben perecer el amor propio y el egoísmo. Pero la ley del sacrificio propio es la ley de la preservación propia. La semilla enterrada en el suelo produce fruto, y a su vez este es sembrado. Así se multiplica la cosecha. El agricultor conserva su grano esparciéndolo. Así en la vida humana: dar es vivir. La vida que se preservará será la vida que se dé liberalmente en servicio a Dios y los hombres. Los que sacrifican su vida por Cristo en este mundo, la conservarán eternamente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 64, 65).
Los que cultivan el suelo tienen siempre presente esta ilustración. Año tras año, el hombre conserva su provisión de grano, y arroja aparentemente la mejor parte. Durante un tiempo, debe quedar oculta en el surco, para que la cuide el Señor. Primero aparece la hoja, luego la espiga y finalmente el grano en la espiga. Pero este desarrollo no puede realizarse a menos que el grano esté sepultado, oculto y, según toda apariencia, perdido.
La semilla enterrada en el suelo produce fruto, y a su vez este es puesto en tierra. Así la cosecha se multiplica. Igualmente, la muerte de Cristo en la cruz del Calvario producirá fruto para la vida eterna. La contemplación de este sacrificio será la gloria de aquellos que, como fruto de él, vivirán por los siglos eternos (El Deseado de todas las gentes, p. 576).
La razón por la cual muchos en este siglo no realizan mayores progresos en la vida espiritual, es porque interpretan que la voluntad de Dios es precisamente lo que ellos desean hacer. Mientras siguen sus propios deseos se hacen la ilusión de que están conformándose a la voluntad de Dios. Los tales no tienen conflictos consigo mismos. Hay otros que por un tiempo tienen éxito en su lucha contra sus propios deseos de placeres y comodidad. Son sinceros y fervorosos, pero se cansan por el prolongado esfuerzo, la muerte diaria y la incesante inquietud. La indolencia parece invitarlos, la muerte al yo es desagradable; finalmente cierran sus soñolientos ojos y caen bajo el poder de la tentación en vez de resistirla.
Las instrucciones formuladas en la Palabra de Dios no dan lugar para transigir con el mal. El Hijo de Dios se manifestó para atraer a todos los hombres a sí mismo. No vino para adormecer al mundo arrullándolo, sino para señalarle el camino angosto por el cual todos deben andar si quieren alcanzar finalmente las puertas de la ciudad de Dios. Sus hijos deben seguir por donde él señaló la senda; sea cual fuere el sacrificio de las comodidades o de las satisfacciones egoístas que se les exija; sea cual fuere el costo en labor o sufrimiento, deben sostener una constante batalla consigo mismos (Hechos de los apóstoles, pp. 451, 452).
Domingo 11 de septiembre____________________________________________________
SUMISIÓN PARA EL SERVICIO
Lee Filipenses 2:5 al 9. ¿Qué mensaje importante hay para nosotros en estos versículos?
Filipenses 2:5-9
5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, 6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, 7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; 8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. 9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
La cultura contemporánea nos incita a todos a exigir y hacer valer nuestros derechos. Y todo esto es bueno y, muchas veces, debería ser así. Pero, como ocurrió con Jesús, la voluntad de Dios quizá requiera que renunciemos a nuestros derechos libremente para servir al Padre de modo que esto tenga un impacto eterno en el Reino de Dios. Ese proceso de renunciar a estos derechos puede ser difícil e incómodo, ya que crea las condiciones de un crisol.
Fíjate cómo actuó Jesús (Fil. 2:5-8). Estos versículos describen tres pasos que Jesús dio para someterse a la voluntad del Padre. Y, al principio, Pablo nos aconseja encarecidamente: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5).
Para estar en condiciones de salvarnos, Jesús renunció a su igualdad con el Padre y se trasladó a la Tierra en la condición de un ser humano y sus limitaciones (Fil. 2:6, 7).
Jesús no vino como un ser humano extraordinario y glorioso, sino como siervo de otros seres humanos (Fil. 2:7).
Como siervo humano, Jesús no tuvo una vida larga y tranquila, sino que se hizo “obediente hasta la muerte”. Pero, ni siquiera murió de una manera noble y gloriosa. No, él fue “obediente hasta la muerte, y muerte de Cruz” (Fil. 2:8; énfasis de edición).
¿En qué esferas de la vida este ejemplo de Jesús es un modelo para nosotros? Si los derechos y la igualdad son buenos y deberíamos protegerlos, ¿cómo explicarías la lógica de tener que renunciar a ellos en ocasiones? Ahora lee Filipenses 2:9. ¿En qué sentido este versículo nos ayuda a comprender la lógica de la sumisión a la voluntad del Padre?
Ora para que el Espíritu Santo te dé sabiduría: “¿A qué derechos me aferro en este mismo momento que en realidad podrían ser una barrera para someterme a la voluntad de Jesús y servir a mi familia, mi iglesia y los que me rodean? ¿Hasta qué punto estoy dispuesto a soportar la incomodidad para servir a los demás en forma más eficiente?”
ESPÍRITU DE PROFECÍA
[Pablo nos] exhorta a que tengamos el «sentir que hubo también en Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios: sin embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz». Filipenses 2:5-8…
[Pablo estaba] convencido de que, con tal que se lograse que los hombres considerasen el asombroso sacrificio realizado por la Majestad del cielo, el egoísmo sería desterrado de sus corazones… Dirige primero el pensamiento a la contemplación del puesto que Cristo ocupaba en el cielo, en el seno de su Padre. Después lo presenta abdicando de su gloria, sometiéndose voluntariamente a las humillantes condiciones de la vida humana, asumiendo las responsabilidades de un siervo, y haciéndose obediente hasta la muerte más ignominiosa, repulsiva y dolorosa: la muerte en la cruz (Ministerio de curación, p. 401).
Se me hizo recordar el caso de los valdenses y lo que habían sufrido por su religión. Estudiaron concienzudamente la Palabra de Dios y vivieron de acuerdo con la luz que resplandecía sobre ellos. Fueron perseguidos y echados de sus hogares; fueron privados de sus posesiones que habían adquirido con mucho esfuerzo, y sus casas fueron quemadas. Huyeron a las montañas, donde sufrieron penalidades increíbles. Soportaron hambre, fatiga, frío y desnudez. La única ropa que muchos de ellos podían conseguir eran pieles de animales. Pero esos cristianos esparcidos y sin hogar se reunían para unir sus voces en himnos y alabanza a Dios por ser considerados dignos de sufrir por el nombre de Cristo. Se animaban y alegraban mutuamente, y estaban agradecidos aun por sus moradas miserables. Muchos de sus hijos enfermaron y murieron de hambre y frío, pero sus padres no pensaron ni por un momento renunciar a su religión. Valoraban el amor y el favor de Dios muy por encima de la tranquilidad y la holgura mundanas. Recibieron consuelo de Dios y con agradable anticipación contemplaron el premio y la recompensa futuros (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 331).
[Dios] quiere obreros fieles y dedicados a la oración, que siembren junto a todas las aguas. Los que trabajen así se sorprenderán al ver cómo las pruebas, resueltamente soportadas en el nombre y con la fuerza de Jesús, darán firmeza a la fe y renovarán el valor. En la senda de la humilde obediencia hay seguridad y poder, consuelo y esperanza; pero los que no hagan nada por Jesús perderán finalmente su recompensa. Sus manos débiles no podrán aferrarse del Poderoso, sus rodillas vacilantes no podrán soportarlos en el día de la adversidad. Los que den estudios bíblicos y trabajen para Cristo recibirán el premio glorioso, y oirán el «bien, buen siervo y fiel; entra en el gozo de tu Señor». Mateo 25:23 (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 80).
Lunes 12 de septiembre______________________________________________________
MORIR ESTÁ ANTES QUE CONOCER LA VOLUNTAD DE DIOS
Muchos cristianos procuran sinceramente conocer la voluntad de Dios para su vida. “Si pudiera conocer la voluntad de Dios para mi vida, sacrificaría todo por él”. Pero, aun después de prometerle esto a Dios, todavía podemos estar confundidos acerca de cuál es su voluntad. La razón de esta confusión la encontramos en Romanos 12:1 y 2. Pablo describe cómo podemos conocer la voluntad de Dios, y presenta un argumento importante: si quieres saber cuál es la voluntad de Dios, ¡primero tienes que sacrificarte!
Lee Romanos 12:1 y 2. Pablo escribe que seremos capaces de “comprob[ar] cuál [es] la buena voluntad de Dios” (Rom. 12:2) cuando:
Romanos 12:1-2
1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. 2 No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
- Tengamos una verdadera comprensión de las “misericordias de Dios” para nosotros (Rom. 12:1).
- Nos ofrezcamos como sacrificio vivo a Dios (Rom. 12:1).
- Nuestra mente se renueve (Rom. 12:2).
Solo la mente verdaderamente renovada puede comprender la voluntad de Dios. Pero esta renovación depende primero de nuestra muerte a nosotros mismos. No fue suficiente que Cristo simplemente sufriera por nosotros, tenía que morir.
Pide al Espíritu Santo que te muestre en qué aspectos no estás completamente “muerto”. ¿A qué cosas necesitas renunciar a fin de llegar a ser un “sacrificio vivo” para Dios?
Cuando algunos aspectos de nuestra vida todavía no murieron al yo completamente, Dios permite que los crisoles nos llamen la atención. Sin embargo, el sufrimiento no solo nos ayuda a enfrentar nuestro pecado, sino también nos da una idea de cómo Jesús se entregó a sí mismo por nosotros. Elisabeth Elliot escribe: “La entrega de los anhelos más caros a nuestro corazón es quizá lo que más se aproxime al concepto de la cruz. […] Nuestra propia experiencia de crucifixión, aunque inconmensurablemente menor que la de nuestro Salvador, nos brinda una oportunidad de empezar a conocerlo, al acompañarlo en sus sufrimientos. En todas las formas de nuestro sufrimiento, él nos llama a esa comunión” (Quest for Love, p. 182).
Lee Romanos 12:1 y 2 con oración. Piensa en las cosas a las que debes renunciar para convertirte en un sacrificio. ¿Cómo te ayuda esto a comprender los sufrimientos que Jesús enfrentó por ti en la Cruz? ¿Cómo puede este conocimiento ayudarte a tener comunión con Jesús y sus sufrimientos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Los que buscan la justicia de Cristo se espaciarán en los temas de la gran salvación. La Biblia es el almacén que surte sus almas de alimento nutritivo. Meditan en la encarnación de Cristo, contemplan el gran sacrificio hecho para salvarlos de la perdición, para llevarles perdón, paz y justicia eterna. El alma arde con estos temas grandiosos y elevadores. La santidad y la verdad, la gracia y la justicia, ocupan los pensamientos. El yo muere, y Cristo vive en sus siervos. Al contemplar la Palabra, sus corazones arden dentro de ellos, como ocurrió con los corazones de los discípulos mientras iban hacia Emaús y Cristo anduvo con ellos por el camino, y les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían (Testimonios para los ministros, pp. 87, 88).
El cielo nos habrá costado bastante poco, aun cuando lo obtengamos por medio de sufrimiento. Debemos negarnos a nosotros mismos todo el camino, morir diariamente, dejar que solo se vea a Jesús, recordar de continuo su gloria. Vi que los que han aceptado la verdad últimamente tendrían que saber lo que es sufrir por amor de Cristo, que tendrían que soportar pruebas duras y amargas, a fin de ser purificados y preparados mediante el sufrimiento para recibir el sello del Dios vivo…
Al ver lo que debemos ser para heredar la gloria, y ver luego cuánto sufrió Jesús para obtener en nuestro favor una heredad tan preciosa, rogué que fuésemos bautizados en los sufrimientos de Cristo, para no atemorizarnos frente a las pruebas, sino soportarlas con paciencia y gozo… Dijo el ángel: «Negaos a vosotros mismos; debéis avanzar con rapidez». Algunos de nosotros hemos tenido tiempo para llegar a la verdad, para avanzar paso a paso, y cada paso que hemos dado nos ha fortalecido para tomar el siguiente. Pero ahora el tiempo está casi agotado, y lo que hemos tardado años en aprender, ellos tendrán que aprenderlo en pocos meses. Tendrán también que desaprender muchas cosas y volver a aprender otras (Primeros escritos, pp. 66, 67).
Jesús es nuestro ejemplo. Por amor de nosotros se hizo pobre, para que por su pobreza fuésemos enriquecidos. Enseñó que todos deben unirse en amor para trabajar como él trabajó, para sacrificarse como él se sacrificó, para amar como hijos de Dios.
[Practiquen] la abnegación de Cristo. Vestíos con sencillez, pero decentemente. Gastad lo menos posible para vosotros mismos. Tened en vuestra casa una alcancía de abnegación, en la cual podréis poner el dinero ahorrado merced a vuestros pequeños sacrificios. Procurad obtener, cada día, una comprensión más clara de la Palabra de Dios y aprovechad toda ocasión para impartir a otros el conocimiento adquirido. No os canséis de hacer bien, puesto que Dios os imparte constantemente la gran bendición de su Don hecho a la humanidad. Cooperad con el Señor Jesús, y él os enseñará las preciosas lecciones de su amor (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 106).
Martes 13 de septiembre_____________________________________________________
DISPOSICIÓN A ESCUCHAR
“Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye” (1 Sam. 3:10).
¿Alguna vez escuchaste esa voz suave y apacible del Espíritu Santo, pero la ignoraste? Por ende, todo salió mal y luego pensaste para tus adentros: Oh no, ¿por qué no escuché?
Primero de Samuel describe la historia de un anciano y sus dos hijos malvados que no escucharon a Dios, y de un niño que sí oyó. Aunque recibieron fuertes advertencias de parte de Dios, los que debían cambiar de conducta no lo hicieron.
Lee esta historia en 1 Samuel 2:12 a 3:18. ¿Qué contraste se evidencia aquí entre los que escuchan a Dios y los que no?
1 Samuel 2:12-3:18
12 Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová. 13 Y era costumbre de los sacerdotes con el pueblo, que cuando alguno ofrecía sacrificio, venía el criado del sacerdote mientras se cocía la carne, trayendo en su mano un garfio de tres dientes, 14 y lo metía en el perol, en la olla, en el caldero o en la marmita; y todo lo que sacaba el garfio, el sacerdote lo tomaba para sí. De esta manera hacían con todo israelita que venía a Silo. 15 Asimismo, antes de quemar la grosura, venía el criado del sacerdote, y decía al que sacrificaba: Da carne que asar para el sacerdote; porque no tomará de ti carne cocida, sino cruda. 16 Y si el hombre le respondía: Quemen la grosura primero, y después toma tanto como quieras; él respondía: No, sino dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. 17 Era, pues, muy grande delante de Jehová el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová. 18 Y el joven Samuel ministraba en la presencia de Jehová, vestido de un efod de lino. 19 Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado. 20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: Jehová te dé hijos de esta mujer en lugar del que pidió a Jehová. Y se volvieron a su casa. 21 Y visitó Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel crecía delante de Jehová. 22 Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. 23 Y les dijo: ¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. 24 No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo de Jehová. 25 Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra Jehová, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir. 26 Y el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres. 27 Y vino un varón de Dios a Elí, y le dijo: Así ha dicho Jehová: ¿No me manifesté yo claramente a la casa de tu padre, cuando estaban en Egipto en casa de Faraón? 28 Y yo le escogí por mi sacerdote entre todas las tribus de Israel, para que ofreciese sobre mi altar, y quemase incienso, y llevase efod delante de mí; y di a la casa de tu padre todas las ofrendas de los hijos de Israel. 29 ¿Por qué habéis hollado mis sacrificios y mis ofrendas, que yo mandé ofrecer en el tabernáculo; y has honrado a tus hijos más que a mí, engordándoos de lo principal de todas las ofrendas de mi pueblo Israel? 30 Por tanto, Jehová el Dios de Israel dice: Yo había dicho que tu casa y la casa de tu padre andarían delante de mí perpetuamente; mas ahora ha dicho Jehová: Nunca yo tal haga, porque yo honraré a los que me honran, y los que me desprecian serán tenidos en poco. 31 He aquí, vienen días en que cortaré tu brazo y el brazo de la casa de tu padre, de modo que no haya anciano en tu casa. 32 Verás tu casa humillada, mientras Dios colma de bienes a Israel; y en ningún tiempo habrá anciano en tu casa. 33 El varón de los tuyos que yo no corte de mi altar, será para consumir tus ojos y llenar tu alma de dolor; y todos los nacidos en tu casa morirán en la edad viril. 34 Y te será por señal esto que acontecerá a tus dos hijos, Ofni y Finees: ambos morirán en un día. 35 Y yo me suscitaré un sacerdote fiel, que haga conforme a mi corazón y a mi alma; y yo le edificaré casa firme, y andará delante de mi ungido todos los días. 36 Y el que hubiere quedado en tu casa vendrá a postrarse delante de él por una moneda de plata y un bocado de pan, diciéndole: Te ruego que me agregues a alguno de los ministerios, para que pueda comer un bocado de pan.
1 El joven Samuel ministraba a Jehová en presencia de Elí; y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia. 2 Y aconteció un día, que estando Elí acostado en su aposento, cuando sus ojos comenzaban a oscurecerse de modo que no podía ver, 3 Samuel estaba durmiendo en el templo de Jehová, donde estaba el arca de Dios; y antes que la lámpara de Dios fuese apagada, 4 Jehová llamó a Samuel; y él respondió: Heme aquí. 5 Y corriendo luego a Elí, dijo: Heme aquí; ¿para qué me llamaste? Y Elí le dijo: Yo no he llamado; vuelve y acuéstate. Y él se volvió y se acostó. 6 Y Jehová volvió a llamar otra vez a Samuel. Y levantándose Samuel, vino a Elí y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Y él dijo: Hijo mío, yo no he llamado; vuelve y acuéstate. 7 Y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada. 8 Jehová, pues, llamó la tercera vez a Samuel. Y él se levantó y vino a Elí, y dijo: Heme aquí; ¿para qué me has llamado? Entonces entendió Elí que Jehová llamaba al joven. 9 Y dijo Elí a Samuel: Ve y acuéstate; y si te llamare, dirás: Habla, Jehová, porque tu siervo oye. Así se fue Samuel, y se acostó en su lugar. 10 Y vino Jehová y se paró, y llamó como las otras veces: ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel dijo: Habla, porque tu siervo oye. 11 Y Jehová dijo a Samuel: He aquí haré yo una cosa en Israel, que a quien la oyere, le retiñirán ambos oídos. 12 Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho sobre su casa, desde el principio hasta el fin. 13 Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe; porque sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado. 14 Por tanto, yo he jurado a la casa de Elí que la iniquidad de la casa de Elí no será expiada jamás, ni con sacrificios ni con ofrendas. 15 Y Samuel estuvo acostado hasta la mañana, y abrió las puertas de la casa de Jehová. Y Samuel temía descubrir la visión a Elí. 16 Llamando, pues, Elí a Samuel, le dijo: Hijo mío, Samuel. Y él respondió: Heme aquí. 17 Y Elí dijo: ¿Qué es la palabra que te habló? Te ruego que no me la encubras; así te haga Dios y aun te añada, si me encubrieres palabra de todo lo que habló contigo. 18 Y Samuel se lo manifestó todo, sin encubrirle nada. Entonces él dijo: Jehová es; haga lo que bien le pareciere.
Los hijos de Elí tenían otras cosas en mente antes que las cosas de Dios. Y, si bien Elí habló con sus hijos después de escuchar lo que Dios quería, aparte de eso parece que no hizo nada más. Y sus hijos obviamente no estaban preparados para someter los detalles de su vida a la voluntad de Dios. ¡Qué contraste con el joven Samuel!
El predicador Charles Stanley describe cuán esencial es cultivar la disposición a escuchar la voz de Dios en lo que él llama “poner el cambio en punto muerto”. Dice: “El Espíritu Santo […] no habla por el simple hecho de transmitir información. Habla para obtener una respuesta. Y sabe cuándo nuestra agenda acapara tanto nuestra atención que es una pérdida de tiempo sugerir algo que la contradiga. En esos casos, a menudo guarda silencio. Él espera hasta que pongamos el cambio en punto muerto para escuchar y finalmente obedecer” (The Wonderful Spirit-Filled Life, pp. 179, 180).
¿Qué crees que quiere decir Stanley con “poner el cambio en punto muerto”? Cuando piensas en tu disposición a escuchar a Dios, ¿qué cosas a menudo te impiden poner “el cambio en punto muerto para escuchar y finalmente obedecer”? ¿Qué necesitas hacer en tu vida para cultivar esa disposición a escuchar la voz de Dios y decidir ser obediente a sus indicaciones?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Elí era un buen hombre, de moral pura; pero era demasiado indulgente. Causó el desagrado de Dios porque no fortaleció los puntos débiles de su carácter. No quería herir los sentimientos de nadie y no tuvo el valor moral de reprender y reprobar el pecado. Sus hijos eran hombres viles y, aun así, no los apartó de sus responsabilidades. Profanaron la casa de Dios. El lo supo y se sintió triste porque amaba la pureza y la justicia. Pero carecía de la fuerza moral necesaria para suprimir el mal. Amaba la paz y la armonía y se volvió más y más insensible a la impureza y al delito (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 507, 508).
Durante los tres primeros años de la vida del profeta Samuel, su madre le enseñó cuidadosamente a distinguir entre el bien y el mal. Usando cada objeto familiar que lo rodeaba, procuró dirigir sus pensamientos hacia el Creador. En cumplimiento de su voto de entregar su hijo al Señor, con gran abnegación lo colocó bajo el cuidado de Elí, el sumo sacerdote, para ser preparado para el servicio en la casa de Dios… Su primera educación lo indujo a mantener su integridad cristiana. ¡Qué recompensa recibió Ana! ¡Y qué estímulo a la fidelidad es su ejemplo! (Conducción del niño, pp. 181, 182).
Dios dio a los hombres ojos para que contemplasen las maravillas de su ley. Les dio oídos para que escuchasen la predicación de su mensaje. Dio a los hombres el talento del habla para que presentasen a Cristo como el Salvador que perdona los pecados. Con el corazón el hombre cree para obtener justicia, y con la boca formula su confesión para ser salvado.
Todos deben custodiar los sentidos, no sea que Satanás obtenga la victoria sobre ellos; porque son las vías de acceso al alma.
Tendrá que ser usted fiel centinela que vele sobre sus ojos, oídos y otros sentidos si quiere gobernar su mente y evitar que manchen su alma pensamientos vanos y corruptos. Solo el poder de la gracia puede realizar esta obra tan deseable.
Satanás y sus ángeles están atareados creando una condición de parálisis de los sentidos, para que las recomendaciones, amonestaciones y reproches no sean oídos; y para que, si llegan a oírse, no produzcan efecto en el corazón ni reformen la vida (El hogar cristiano, p. 364).
Dios requiere que todos nosotros seamos obreros abnegados. Cada parte de la verdad tiene una aplicación práctica en nuestras vidas diarias. Benditos son los que oyen la palabra del Señor y la guardan. Oírla no es suficiente; debemos actuar, debemos hacer. Es en la práctica de los mandamientos que se encuentran grandes recompensas (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 63).
Miércoles 14 de septiembre___________________________________________________
AUTOSUFICIENCIA
Cuando Eva pecó en el Jardín del Edén, no fue simplemente porque dudó de la palabra de Dios. La raíz del problema era que ella creyó que tenía suficiente sabiduría para decidir por sí misma lo que era bueno. Confió en su propio juicio. Cuando dependemos de nuestro propio juicio en lugar de confiar en la palabra de Dios, nos exponemos a todo tipo de problemas.
La historia de Saúl describe los pasos hacia la autosuficiencia, y la tragedia que llega tan rápidamente. Samuel ungió a Saúl como rey de Dios (1 Sam. 10:1). Luego dio instrucciones específicas a Saúl (1 Sam. 10:8), pero Saúl desobedeció.
Lee la siguiente parte de la historia en 1 Samuel 13:1 al 14. ¿Qué hizo Saúl que lo llevó a su propia ruina?
1 Samuel 13:1-14
1 Había ya reinado Saúl un año; y cuando hubo reinado dos años sobre Israel, 2 escogió luego a tres mil hombres de Israel, de los cuales estaban con Saúl dos mil en Micmas y en el monte de Bet-el, y mil estaban con Jonatán en Gabaa de Benjamín; y envió al resto del pueblo cada uno a sus tiendas. 3 Y Jonatán atacó a la guarnición de los filisteos que había en el collado, y lo oyeron los filisteos. E hizo Saúl tocar trompeta por todo el país, diciendo: Oigan los hebreos. 4 Y todo Israel oyó que se decía: Saúl ha atacado a la guarnición de los filisteos; y también que Israel se había hecho abominable a los filisteos. Y se juntó el pueblo en pos de Saúl en Gilgal. 5 Entonces los filisteos se juntaron para pelear contra Israel, treinta mil carros, seis mil hombres de a caballo, y pueblo numeroso como la arena que está a la orilla del mar; y subieron y acamparon en Micmas, al oriente de Bet-avén. 6 Cuando los hombres de Israel vieron que estaban en estrecho (porque el pueblo estaba en aprieto), se escondieron en cuevas, en fosos, en peñascos, en rocas y en cisternas. 7 Y algunos de los hebreos pasaron el Jordán a la tierra de Gad y de Galaad; pero Saúl permanecía aún en Gilgal, y todo el pueblo iba tras él temblando. 8 Y él esperó siete días, conforme al plazo que Samuel había dicho; pero Samuel no venía a Gilgal, y el pueblo se le desertaba. 9 Entonces dijo Saúl: Traedme holocausto y ofrendas de paz. Y ofreció el holocausto. 10 Y cuando él acababa de ofrecer el holocausto, he aquí Samuel que venía; y Saúl salió a recibirle, para saludarle. 11 Entonces Samuel dijo: ¿Qué has hecho? Y Saúl respondió: Porque vi que el pueblo se me desertaba, y que tú no venías dentro del plazo señalado, y que los filisteos estaban reunidos en Micmas, 12 me dije: Ahora descenderán los filisteos contra mí a Gilgal, y yo no he implorado el favor de Jehová. Me esforcé, pues, y ofrecí holocausto. 13 Entonces Samuel dijo a Saúl: Locamente has hecho; no guardaste el mandamiento de Jehová tu Dios que él te había ordenado; pues ahora Jehová hubiera confirmado tu reino sobre Israel para siempre. 14 Mas ahora tu reino no será duradero. Jehová se ha buscado un varón conforme a su corazón, al cual Jehová ha designado para que sea príncipe sobre su pueblo, por cuanto tú no has guardado lo que Jehová te mandó.
Hay tres pasos que llevaron a Saúl por el camino descendente de la autosuficiencia poco después de ser ungido rey. El problema era que ninguno de estos pasos era malo en sí. Sin embargo, contenían las semillas de la tragedia porque avanzó independientemente de Dios. Fíjate el orden en que ocurrió la caída de Saúl.
- Saúl dijo: “Vi”: la dispersión de sus tropas y la ausencia de Samuel (1 Sam. 13:11). Saúl estaba bajo presión y evaluó con sus propios ojos lo que estaba sucediendo.
- Saúl pasó de “vi” a “me dije”: que los filisteos los conquistarían (1 Sam. 13:12). Lo que vio con sus propios ojos dio forma a lo que dijo, o supuso, sobre la situación.
- Saúl pasó de “me dije” a “me esforcé”, y ofreció sacrificio (1 Sam. 13:12). Lo que Saúl pensó dio forma a sus sentimientos.
Todos hemos hecho esto: Confiamos en la vista humana, lo que nos lleva a confiar en el pensamiento humano, lo que nos lleva a confiar en los sentimientos humanos. Y luego actuamos sobre la base de estos sentimientos.
¿Por qué crees que fue tan fácil para Saúl seguir su propio juicio, a pesar de que las claras instrucciones de Dios todavía resonaban en sus oídos? Si sabemos que somos tan frágiles y tenemos un conocimiento tan imperfecto, ¿por qué seguimos tratando de confiar en nosotros mismos? ¿Qué podemos hacer para aprender a confiar en los mandatos de Dios más que en nosotros mismos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Saúl no había soportado la prueba de su fe en el lance dificultoso de Gilgal, y había deshonrado el servicio de Dios; pero sus errores no eran todavía irreparables, y el Señor quiso concederle otra oportunidad para que aprendiera a tener una fe implícita en su palabra y a obedecer a sus mandamientos.
Cuando fue reprendido por el profeta en Gilgal, no le pareció a Saúl que hubiera un gran pecado en la conducta que había seguido. Creyó que había sido tratado injustamente y, procurando vindicar sus acciones, presentó excusas por su error. Desde entonces tuvo muy pocas relaciones con el profeta. Samuel amaba a Saúl como a un hijo propio, mientras que Saúl, de temperamento osado y ardiente, había estimado mucho al profeta; pero la reprensión de Samuel despertó su resentimiento, y desde entonces le evitaba en lo posible (Historia de los patriarcas y profetas, p. 679).
Cuando fue llamado al trono, Saúl tenía una opinión muy humilde de su propia capacidad, y se dejaba instruir. Le faltaban conocimientos y experiencia, y tenía graves defectos de carácter. Pero el Señor le concedió el Espíritu Santo para guiarle y ayudarle, y le colocó donde podía desarrollar las cualidades requeridas para ser soberano de Israel. Si hubiera permanecido humilde, procurando siempre ser dirigido por la sabiduría divina, habría podido desempeñar los deberes de su alto cargo con éxito y honor…
Pero Saúl se vanaglorió de su ensalzamiento, y deshonró a Dios por su incredulidad y desobediencia. Aunque al ser llamado a ocupar el trono era humilde y dudaba de su capacidad, el éxito le hizo confiar en sí mismo. La primera victoria de su reinado encendió en su corazón aquel orgullo que era su mayor peligro… y aunque al principio Saúl dio toda la gloria a Dios, más tarde se atribuyó el honor. Perdió de vista el hecho de que dependía de Dios, y en su corazón se apartó del Señor. Así se preparó para cometer su pecado de presunción y sacrilegio en Gilgal.
La misma confianza ciega en sí mismo le condujo a rechazar la reprensión de Samuel. Saúl reconocía que Samuel era un profeta enviado de Dios; por consiguiente, debiera haber aceptado el reproche, aunque él mismo no pudiese ver que había pecado. Si se hubiera mostrado dócil para ver y confesar su error, esta amarga experiencia le habría resultado en una salvaguardia para el futuro…
Cuando Saúl se desvió de la reprensión que le mandó el Espíritu Santo de Dios, y persistió en justificarse obstinadamente, rechazó el único medio por el cual Dios podía obrar para salvarle de sí mismo. Se había separado voluntariamente de Dios. No podía recibir ayuda ni dirección de Dios antes de volver a él mediante la confesión de su pecado (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 685-687).
Jueves 15 de septiembre_____________________________________________________
SUSTITUTOS
Como vimos ayer, la sumisión a la voluntad de Dios puede verse socavada cuando dependemos de nuestra propia fuerza. También es posible confiar en otros sustitutos de Dios. Cuando algunos se sienten deprimidos, salen a comprar algo que los haga felices. Cuando algunos se sienten incompetentes, persiguen la fama. Cuando otros tienen dificultades con su cónyuge, buscan a otra persona que les dé intimidad y excitación.
Muchas de las cosas que usamos pueden aliviar la presión, pero no necesariamente resuelven el problema ni nos enseñan a manejar mejor la situación la próxima vez. Solo la ayuda sobrenatural de Dios puede hacer eso. El problema es que muchas veces dependemos de sustitutos de Dios en lugar de depender de Dios mismo.
Es probable que usemos estos tres sustitutos en lugar de Dios:
- Utilizar la lógica humana o la experiencia pasada, cuando lo que necesitamos es una nueva revelación divina.
- Bloquear los problemas de nuestra mente cuando lo que necesitamos son soluciones divinas.
- Escapar de la realidad y esquivar a Dios cuando lo que necesitamos es tener comunión con Dios para recibir poder divino.
Zacarías nos ayuda a concentrarnos en lo que realmente importa cuando nos vemos tentados a utilizar sustitutos. Después de muchos años a la distancia, los exiliados finalmente regresaron de Babilonia e inmediatamente comenzaron a reconstruir el Templo. Pero hay una increíble cantidad de resistencia a esto (algo de contexto se puede encontrar en Esd. 4–6). Por eso Zacarías se acercó con este mensaje de ánimo a Zorobabel, quien estaba dirigiendo la obra.
Lee este mensaje en Zacarías 4. ¿Qué quiere decir Dios en Zacarías 4:6? ¿Cómo podría el Espíritu Santo afectar la finalización de un proyecto de construcción? ¿Qué nos enseña esto sobre la relación entre el Espíritu Santo y las cosas prácticas que hacemos?
Zacarías 4
1 Volvió el ángel que hablaba conmigo, y me despertó, como un hombre que es despertado de su sueño. 2 Y me dijo: ¿Qué ves? Y respondí: He mirado, y he aquí un candelabro todo de oro, con un depósito encima, y sus siete lámparas encima del candelabro, y siete tubos para las lámparas que están encima de él; 3 Y junto a él dos olivos, el uno a la derecha del depósito, y el otro a su izquierda. 4 Proseguí y hablé, diciendo a aquel ángel que hablaba conmigo: ¿Qué es esto, señor mío? 5 Y el ángel que hablaba conmigo respondió y me dijo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: No, señor mío. 6 Entonces respondió y me habló diciendo: Esta es palabra de Jehová a Zorobabel, que dice: No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos. 7 ¿Quién eres tú, oh gran monte? Delante de Zorobabel serás reducido a llanura; él sacará la primera piedra con aclamaciones de: Gracia, gracia a ella. 8 Vino palabra de Jehová a mí, diciendo: 9 Las manos de Zorobabel echarán el cimiento de esta casa, y sus manos la acabarán; y conocerás que Jehová de los ejércitos me envió a vosotros. 10 Porque los que menospreciaron el día de las pequeñeces se alegrarán, y verán la plomada en la mano de Zorobabel. Estos siete son los ojos de Jehová, que recorren toda la tierra. 11 Hablé más, y le dije: ¿Qué significan estos dos olivos a la derecha del candelabro y a su izquierda? 12 Hablé aún de nuevo, y le dije: ¿Qué significan las dos ramas de olivo que por medio de dos tubos de oro vierten de sí aceite como oro? 13 Y me respondió diciendo: ¿No sabes qué es esto? Y dije: Señor mío, no. 14 Y él dijo: Estos son los dos ungidos que están delante del Señor de toda la tierra.
Dios no impidió que hubiese oposición al Templo ni salvó a Zorobabel del estrés de hacerle frente. Y Dios no siempre nos protegerá de los adversarios. Pero, cuando llegue la adversidad, Dios puede usarla como un crisol para enseñarnos a depender de él.
Cuando estás estresado, ¿cuál es tu primera reacción? ¿Comer? ¿Mirar televisión? ¿Orar? ¿Entregarte a Dios? Tu respuesta ¿qué te dice sobre ti mismo y las cosas que necesitas aprender o cambiar?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El que pierda de vista su entera dependencia de Dios caerá segura mente. Estamos contendiendo con enemigos más fuertes que nosotros. Satanás y sus huestes están acechando constantemente para asaltarnos con tentaciones, y con nuestra propia fuerza y sabiduría nos es imposible resistirlos. Por lo tanto, cuando quiera que permitamos que nuestros corazones sean apartados de Dios, cuando quiera que dejemos lugar al engreimiento o a un espíritu de dependencia propia, seremos seguramente derribados (Obreros evangélicos, p. 338).
Depended plenamente de Dios. Si obráis de otro modo, conviene que os detengáis. Deteneos donde estáis, y cambiad el orden de las cosas. Clamad a Dios con sinceridad, con hambre en el alma. Luchad con los instrumentos celestiales hasta que obtengáis la victoria. Poned todo vuestro ser en las manos del Señor, alma, cuerpo y espíritu, y resolved convertiros en su instrumento amante y consagrado, impulsado por su voluntad, dominado por su mente, saturado de su Espíritu… Entonces veréis claramente las cosas celestiales.
Si permitiéramos que nuestra mente meditara más en Cristo y en el mundo celestial, hallaríamos un estímulo y un apoyo poderoso para pelear las batallas del Señor. El orgullo y el amor al mundo perderán su poder al contemplar las glorias de esa tierra mejor que tan pronto será nuestro hogar. Junto a la belleza de Cristo, todos los atractivos terrenales parecerán de poco valor (Sons and Daughters of God, p. 105; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 107, y en Mensajes para los jóvenes, p. 78).
Zorobabel había ido a Jerusalén para edificar la casa del Señor; pero se vio cercado de dificultades. Sus adversarios, «el pueblo de la tierra intimidó al pueblo de Judá, y lo atemorizó para que no edificara… y les hicieron cesar con poder y violencia». Pero el Señor se interpuso en favor de ellos y la casa fue concluida. [Se cita Zacarías 4:6-7, 10.]
Las mismas dificultades que fueron creadas para estorbar la restauración y el desarrollo de la obra de Dios, las grandes montañas de dificultades que surgieron en el sendero de Zorobabel, serán enfrentadas por todos los que hoy son leales a Dios y a su obra. Se usan muchos inventos humanos para llevar a cabo planes según el parecer y la voluntad de hombres con los cuales Dios no trabaja. Pero la demonstración de que Dios está al lado de su pueblo no consiste en palabras jactanciosas ni en una multitud de ceremonias. El supuesto poder de los agentes humanos no decide esta cuestión. Los que se oponen a la obra del Señor pueden ser un estorbo por un tiempo; pero el mismo Espíritu que siempre ha guiado la obra del Señor la guiara hoy. «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu, ha dicho Jehová de los ejércitos.
El Señor quiere que cada alma sea fuerte en la fortaleza de él. Quiere que acudamos a él para recibir nuestra conducción de él (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, p. 1200).
La dispensación en la cual vivimos debe ser, para los que lo soliciten, la dispensación del Espíritu Santo. Pedid su bendición. Es tiempo de que seamos más ardientes en nuestra devoción. A nosotros se nos ha encomendado la ardua pero feliz y gloriosa tarea de revelar a Cristo a los que están en tinieblas. Se nos ha llamado a proclamar las verdades especiales para este tiempo. Para todo esto el derramamiento del Espíritu es esencial. Debemos orar por él. El Señor espera que se lo pidamos. No hemos emprendido esta tarea con todo el corazón (Testimonios para los ministros, pp. 511, 512).
Viernes 16 de septiembre_____________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “Elí y sus hijos”, pp. 621-628; y “La presunción de Saúl”, pp. 669-678.
La sumisión a la voluntad de Dios se da cuando morimos a nuestros deseos y ambiciones. Esto abre el camino para un verdadero servicio a los demás. No podemos vivir para Dios sin transformarnos en un sacrificio vivo y vivir constantemente dispuestos a escuchar la voz de Dios. Para que verdaderamente podamos someter nuestra voluntad a la voluntad de nuestro Padre, debemos reconocer los peligros de confiar en nosotros mismos y en los sustitutos de la palabra y el poder de Dios. Como la sumisión a la voluntad de Dios es la base de una vida semejante a la de Cristo, Dios puede permitir que los crisoles nos enseñen a depender de él.
“La negligencia de Elí se presenta claramente delante de cada padre y madre de la Tierra. Como resultado de su afecto no santificado o de su falta de disposición para realizar un deber desagradable, recogió una cosecha de iniquidad en sus hijos perversos. Tanto el padre que permitió la impiedad como los hijos que la practicaron fueron culpables delante de Dios, y el Altísimo no aceptaba ni sacrificios ni ofrendas por sus transgresiones” (CN 259).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- En la clase, hablen de la increíble condescendencia del Hijo de Dios al venir a la Tierra como ser humano para morir por nuestros pecados. ¿Qué nos dice esto a cada uno de nosotros sobre lo que significa el sacrificio y la abnegación por el bien de los demás? Aunque por supuesto no podemos hacer nada que se equipare con lo que hizo Jesús, el principio está allí y siempre deberíamos tenerlo presente. ¿Cómo podemos, en nuestra propia esfera, emular el tipo de sumisión y abnegación que Jesús nos mostró en la Cruz?
- Para muchos, someterse a Dios sin saber qué sucederá luego puede ser algo aterrador. ¿Qué consejo darían a alguien que confía en sí mismo en vez de confiar en Dios? ¿Qué le dirían para ayudarlo a disipar sus miedos por desconocer el futuro o no poder controlarlo?
- Como clase, dediquen tiempo a orar por los conocidos que tienen dificultades para someterse a la voluntad de Dios, para que puedan ver que confiar en la voluntad de Dios es el único camino hacia una paz duradera. Al mismo tiempo, ¿qué cosas prácticas pueden hacer por estas personas para ayudarlas a ver que pueden entregarse a Dios y que este es el mejor camino? En otras palabras, ¿cómo puede utilizarlos Dios para ayudar a otros a conocer su amor y su disposición a proveerles lo que necesitan?