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LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA
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2024 |
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2025 |
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2026 |
Colosenses – Filipenses | Religión en el Mercado** | Josué | El Espíritu de Profecía |
2027 |
1 & 2 de Corintios | Mayordomía | Eclesiología | Ezequiel |
* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded
** Religion in the Market Place
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Lección 3: Para el 15 de octubre de 2022
COMPRENDAMOS LA NATURALEZA HUMANA
Sábado 8 de octubre__________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 1:24–27; 2:7, 19; Mateo 10:28; Eclesiastés 12:1–7; 1 Reyes 2:10; 22:40.
PARA MEMORIZAR:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7).
La tensión entre la palabra de Dios: “Ciertamente morirás” (Gén. 2:16, 17) y la promesa falsa de Satanás: “Ciertamente no morirán” (Gén. 3:4, RVA-2015) no se limita al Jardín
del Edén. Ha resonado a lo largo de la historia. Muchos intentan armonizar las palabras de Satanás con las de Dios. Para ellos, la advertencia “morirás” se refiere solo al cuerpo físico perecedero, mientras que la promesa “ciertamente no morirán” sería una alusión a un alma o espíritu inmortal.
Pero, este planteamiento no funciona. Por ejemplo, ¿se pueden armonizar las palabras contradictorias de Dios y de Satanás? ¿Existe un alma o espíritu inmaterial que sobrevive conscientemente a la muerte física? Hay muchos intentos filosóficos, e incluso científicos, para responder estas preguntas. Pero, como cristianos cuyo fundamento es la Biblia, debemos reconocer que solo el Dios todopoderoso, aquel que nos creó, también nos conoce perfectamente (ver Sal. 139). Por lo tanto, solo en su Palabra, las Escrituras, podemos encontrar respuestas a estas preguntas cruciales.
Esta semana consideraremos de qué manera el Antiguo Testamento define la naturaleza humana y la condición de los seres humanos al morir.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cuando se consideran las oportunidades que tiene el hombre para investigar, cuando se considera cuán breve es su vida, cuán limitada su esfera de acción, cuán restringida su visión, cuán frecuentes y grandes son los errores de sus conclusiones, especialmente en lo que se refiere a los sucesos que se supone precedieron a la historia bíblica, cuán a menudo se revisan o des echan las supuestas deducciones de la ciencia, con qué prontitud se añaden o quitan millones de años al supuesto período del desarrollo de la tierra y cómo se contradicen las teorías presentadas por diferentes hombres de ciencia; cuando se considera esto, ¿consentiremos nosotros, por el privilegio de rastrear nuestra ascendencia a través de gérmenes, moluscos y monos, en desechar esa declaración de la Santa Escritura, tan grandiosa en su sencillez: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creo»? ¿Desecharemos el informe genealógico —más magnífico que cualquiera atesorado en las cortes de los reyes: «Hijo de Adán, hijo de Dios»? (La educación, p. 130).
La mano que sostiene los mundos en el espacio, la mano que mantiene en su disposición ordenada y actividad incansable todas las cosas en el universo de Dios, es la mano que fue clavada en la cruz por nosotros.
La grandeza de Dios no es incomprensible. «Jehová tiene en el cielo su trono»; sin embargo, es omnipresente mediante su Espíritu. Tiene un íntimo conocimiento de todas las obras de su mano y un interés personal en ellas (La educación, p. 118).
Si los hombres hubiesen querido recibir la verdad tan claramente expresada en las Santas Escrituras, referente a la naturaleza del hombre y al estado de los muertos, reconocerían en las declaraciones y manifestaciones del espiritismo la operación de Satanás con poder y con prodigios mentirosos. Pero en vez de renunciar a la libertad tan cara al corazón pecaminoso y a sus pecados favoritos, la mayoría de los hombres cierra los ojos a la luz y sigue adelante sin cuidarse de las advertencias, mientras Satanás tiende sus lazos en torno de ellos y los hace presa suya. «Por cuanto no admitieron el amor de la verdad, para que fuesen salvos,[…] Dios les envía la eficaz operación de error, a fin de que crean a la mentira». 2 Tesalonicenses 2: 10, 11.
Los que se oponen a las enseñanzas del espiritismo atacan no solo a los hombres, sino también a Satanás y a sus ángeles. Han emprendido la lucha contra principados, potestades y malicias espirituales en los aires. Satanás no cederá una pulgada de terreno mientras no sea rechazado por el poder de mensajeros celestiales. El pueblo de Dios debe hacerle frente como lo hizo nuestro Salvador, con las palabras: «Escrito está». Satanás puede hoy citar las Santas Escrituras como en tiempo de Cristo, y volverá a pervertir las enseñanzas de ellas para sostener sus engaños. Los que quieran permanecer firmes en estos tiempos de peligro deben comprender por sí mismos el testimonio de las Escrituras (El conflicto de los siglos, pp. 546, 547).
Domingo 9 de octubre_________________________________________________
“UN SER VIVIENTE”
Lee Génesis 1:24 al 27 y 2:7 y 19. ¿Qué similitudes y diferencias puedes ver entre la forma en que Dios creó a los animales y a la humanidad? ¿Qué nos dice Génesis 2:7 sobre la naturaleza humana?
Génesis 1:24-27
24 Luego dijo Dios: Produzca la tierra seres vivientes según su género, bestias y serpientes y animales de la tierra según su especie. Y fue así. 25 E hizo Dios animales de la tierra según su género, y ganado según su género, y todo animal que se arrastra sobre la tierra según su especie. Y vio Dios que era bueno. 26 Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y señoree en los peces del mar, en las aves de los cielos, en las bestias, en toda la tierra, y en todo animal que se arrastra sobre la tierra. 27 Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.
Génesis 2:7 y 19
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
19 Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y las trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ese es su nombre.
El relato de Génesis declara que, en el sexto día de la semana de la Creación, Jehová Dios dio vida a los animales terrestres y a los primeros seres humanos, una pareja (Gén. 1:24-27). Se nos dice que “formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos” (Gén. 2:19). También “formó al hombre del polvo de la tierra” (Gén. 2:7).
Aunque los animales y el hombre fueron hechos de “la tierra”, la formación del hombre fue distinta de la de los animales por dos razones. En primer lugar, Dios formó al hombre físicamente, y luego “sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7). Era una entidad física antes de convertirse en una entidad viviente. En segundo lugar, Dios creó a la humanidad, como hombre y mujer, a imagen y semejanza de la Deidad (Gén. 1:26, 27).
Génesis 2:7 explica que la infusión del “aliento de vida” en el cuerpo físico de Adán lo transformó en “un ser viviente” (hebreo néfesh jaiá), o literalmente un “alma viviente” (RVA). Esto significa que no tenemos un alma que pueda existir separada del cuerpo; más bien, somos un ser vivo, o alma viviente. La afirmación de que esta “alma” es una entidad consciente que puede existir separada del cuerpo humano es una idea pagana, no bíblica. Comprender la verdadera naturaleza de la humanidad nos impide aceptar la noción popular de un alma inmaterial y todos los peligrosos errores construidos sobre esa creencia.
Ninguna parte aislada del ser humano, separada de la persona en su conjunto, tiene una existencia consciente. Dios nos creó de una manera formidable y maravillosa, y no debemos especular más allá de lo que las Escrituras realmente dicen sobre este asunto específico. De hecho, no solo la naturaleza de la vida misma es un misterio (los científicos aún no pueden ponerse de acuerdo sobre qué significa exactamente que algo esté vivo); aún más misteriosa es la naturaleza de la conciencia. ¿Cómo es que los pocos gramos de tejido material (células y sustancias químicas) en nuestra cabeza, el cerebro, retienen y crean cosas inmateriales como los pensamientos y las emociones? Quienes estudian esta idea admiten que realmente no lo sabemos.
¡Qué gran milagro es la vida! ¿Por qué deberíamos regocijarnos en el regalo no solo de la vida, sino también de la vida eterna, un milagro aún mayor?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La vida física es algo que ha recibido cada individuo. No es eterna ni inmortal, pues la toma de nuevo Dios, el Dador de la vida. El hombre no tiene control sobre su vida. Pero la vida de Cristo no era prestada. Nadie puede arrebatarle esa vida. «Yo de mí mismo la pongo», dijo. «En él estaba la vida»: original, no prestada, no derivada de otro. Esa vida no es inherente al hombre. Solo puede poseerla por medio de Cristo. No puede ganarla; le es dada como una dádiva gratuita si quiere creer en Cristo como su Salvador personal. «Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado» (Juan 17:3). Esta es la fuente de vida abierta para el mundo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 1104).
En la creación del hombre resulta manifiesta la intervención de un Dios personal, Cuando Dios hubo hecho al hombre a su imagen, el cuerpo humano quedó perfecto en su forma y organización, pero estaba aún sin vida. Después, el Dios personal y existente de por sí infundió en aquella forma el soplo de vida, y el hombre vino a ser criatura viva e inteligente. Todas las partes del organismo humano fueron puestas en acción. El corazón, las arterias, las venas, la lengua, las manos, los pies, los sentidos, las facultades del espíritu, todo ello empezó a funcionar, y todo quedó sometido a una ley. El hombre fue hecho alma viviente. Por medio de Cristo el Verbo, el Dios personal creó al hombre, y lo dotó de inteligencia y de facultades (El ministerio de curación, pp. 322, 323).
Mediante el Dador de la vida, el alma es capaz de vivir por las edades eternas, y el hombre debe ejercer un cuidado especial por el alma que Cristo compró con su propia sangre… Si el valor de su alma no ha sido apreciado, si los atrios de su templo han sido [profanados] por compradores y vendedores al entregarla a la dirección y morada interior de Satanás en pensamientos o sentimientos, le ruego con profunda seriedad que no se demore en acudir a Dios en sincera oración, sin un momento de especulación ni vacilación, para decirle: «Oh Señor, le he abierto la puerta de mi corazón a tu peor enemigo, y al peor enemigo de mi alma. He actuado como si fuera capaz de salvar mi propia alma… No me atrevo a confiársela a ningún otro poder que no sea el tuyo… La deposito a tus pies. Oh Cordero de Dios, lava mi alma en la sangre del Cordero; vístela con tus ropajes de pureza y justicia (Exaltad a Jesús, p. 209).
Lunes 10 de octubre__________________________________________________
“EL ALMA QUE PECARE, ESA MORIRÁ”
Lee Ezequiel 18:4 y 20; y Mateo 10:28. Estos versículos, ¿cómo pueden ayudarnos a comprender la naturaleza del alma humana?
Ezequiel 18:4 y 20
4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.
20 El alma que pecare, esa morirá; el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo; la justicia del justo será sobre él, y la impiedad del impío será sobre él.
Mateo 10:28
28 Y no temáis a los que matan el cuerpo, mas el alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno.
La vida humana en este mundo pecaminoso es frágil y transitoria (Isa. 40:1-8). Nada infectado por el pecado puede ser eterno por naturaleza. “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre, y por el pecado la muerte, así la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Rom. 5:12). La muerte es la consecuencia natural del pecado, que afecta a toda la vida aquí.
Sobre esta cuestión, hay dos conceptos bíblicos importantes. Uno es que tanto los seres humanos como los animales mueren. Como dijo el rey Salomón: “Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia […]. Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Ecl. 3:19, 20).
El segundo concepto es que la muerte física de una persona implica el cese de su existencia como alma viviente (hebreo néfesh). En Génesis 2:16 y 17, Dios había advertido a Adán y a Eva que, si alguna vez pecaban al comer del árbol de la ciencia del bien y del mal, morirían.
Dios repitió esta advertencia en Ezequiel 18:4 y 20 para reforzar el concepto: “El alma que pecare, esa morirá”. Esta declaración tiene dos implicaciones principales. Una es que, dado que todos los seres humanos somos pecadores, todos estamos bajo el inevitable proceso de envejecimiento y muerte (Rom. 3:9-18, 23). Otra implicación es que este concepto bíblico anula la noción popular de una supuesta inmortalidad natural del alma. Si el alma es inmortal y está viva en otra esfera después de la muerte, entonces en realidad no morimos, al fin y al cabo, ¿verdad?
En contraste, la solución bíblica para el dilema de la muerte no es un alma incorpórea que migra al paraíso, al purgatorio o al infierno. De hecho, la solución es la resurrección final de los que murieron en Cristo. Como dijo Jesús en su sermón sobre el Pan de vida: “Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40).
¿Por qué la certeza de la Segunda Venida, que está garantizada por la primera venida de Cristo (y, a fin de cuentas, ¿de qué sirvió la primera venida de Cristo sin la segunda?), es tan decisiva para todo lo que creemos? ¿Qué esperanza tendríamos sin la promesa de su regreso?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cuando la voz de Dios despierte a los muertos, él saldrá del sepulcro con los mismos apetitos y pasiones, los mismos gustos y aversiones que poseía en vida. Dios no obra ningún milagro para regenerar al hombre que no quiso ser regenerado cuando se le concedió toda oportunidad y se le proveyó toda facilidad para ello. Mientras vivía no halló deleite en Dios, ni halló placer en su servicio. Su carácter no se halla en armonía con Dios y no podría ser feliz en la familia celestial (Palabras de vida del gran Maestro, p. 214).
Satanás dijo a sus ángeles que hiciesen un esfuerzo especial por difundir la mentira que le fue dicha por primera vez a Eva en el Edén: «No moriréis». Y a medida que el error fuese recibido por la gente, y esta fuese inducida a creer que el hombre es inmortal, Satanás le haría creer que el pecador ha de vivir en tormento eterno. Entonces el camino quedó preparado para que Satanás obrase por medio de sus representantes y señalara a Dios ante la gente como un tirano vengativo, que hunde en el infierno a todos los que no le agradan, y les hace sentir su ira para siempre; y que, mientras sufren indecible angustia y se retuercen en las llamas eternas, los mira con satisfacción. Satanás sabía que si este error era recibido, Dios sería odiado por muchos, en vez de ser amado y adorado; y que muchos se verían inducidos a creer que las amenazas de la Palabra de Dios no habían de cumplirse literalmente, porque sería contrario a su carácter de benevolencia y amor hundir en tormentos eternos a los seres a quienes creó (Primeros escritos, pp. 218, 219).
La Palabra del Dios viviente debe ser nuestra guía. Cada uno debe comprender que depende de Aquel a quien pertenece por creación y por redención. Lean y estudien las declaraciones registradas en el capítulo seis de Juan. Oren para lograr una comprensión de estas verdades. Me alarma ver la debilidad espiritual de quienes han tenido una luz tan grande. Si hubieran caminado en esta luz serían fuertes en el Señor. Pero no lo han hecho, y los que toman contacto con la verdad por medio de sus esfuerzos miran a los seres humanos paras recibir sabiduría, en vez de mirar a Jesucristo, la «luz verdadera, que alumbra a todo hombre». Juan 1:9. Cuando los que pretenden creer en Cristo lo reciban por la fe, él será para ellos su santificación, su justicia y su recompensa sobremanera grande (Alza tus ojos, p, 179).
Martes 11 de octubre__________________________________________________
“EL ESPÍRITU VUELVA A DIOS”
Lee Génesis 2:7 y Eclesiastés 12:1 al 7. ¿Qué contraste ves entre estos dos pasajes bíblicos? ¿Cómo pueden ayudarnos a comprender mejor la condición humana después de la muerte? Ver también Génesis 7:22.
Génesis 2:7
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
Eclesiastés 12:1-7
1Acuérdate de tu Creador en los días de tu juventud, antes que vengan los días malos, y lleguen los años de los cuales digas: No tengo en ellos contentamiento; 2 antes que se oscurezca el sol, y la luz, y la luna y las estrellas, y vuelvan las nubes tras la lluvia; 3 cuando temblarán los guardas de la casa, y se encorvarán los hombres fuertes, y cesarán las muelas porque han disminuido, y se oscurecerán los que miran por las ventanas; 4 y las puertas de afuera se cerrarán, por lo bajo del ruido de la muela; cuando se levantará a la voz del ave, y todas las hijas del canto serán abatidas; 5 cuando también temerán de lo que es alto, y habrá terrores en el camino; y florecerá el almendro, y la langosta será una carga, y se perderá el apetito; porque el hombre va a su morada eterna, y los endechadores andarán alrededor por las calles; 6 antes que la cadena de plata se quiebre, y se rompa el cuenco de oro, y el cántaro se quiebre junto a la fuente, y la rueda sea rota sobre el pozo; 7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
Génesis 7:22
22 Todo lo que tenía aliento de espíritu de vida en sus narices, todo lo que había en la tierra, murió.
Como ya vimos, la Biblia enseña que el ser humano es un alma (Gén. 2:7), y el alma deja de existir cuando el cuerpo muere (Eze. 18:4, 20).
Pero ¿qué sucede con el “espíritu”? ¿No permanece consciente incluso después de la muerte del cuerpo? Muchos cristianos creen que sí, e incluso tratan de justificar su postura citando Eclesiastés 12:7, que dice: “Y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Pero esta declaración no sugiere que el espíritu de los muertos permanezca consciente en la presencia de Dios.
Eclesiastés 12:1 al 7 describe en términos bastante dramáticos el proceso de envejecimiento, que culmina con la muerte. El versículo 7 se refiere a la muerte como la inversión del proceso de creación mencionado en Génesis 2:7. Como ya se ha dicho, en el sexto día de la semana de la Creación, “Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente” (Gén. 2:7). Pero ahora, Eclesiastés 12:7 nos dice que “el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio”. Por consiguiente, el aliento de vida que Dios sopló en las fosas nasales de Adán, y que también proveyó para todos los demás seres humanos, vuelve a Dios; en otras palabras, simplemente deja de fluir en ellos y a través de ellos.
Debemos tener en cuenta que Eclesiastés 12:7 describe el proceso de muerte de todos los seres humanos y lo hace sin distinguir entre justos e injustos. Si los supuestos espíritus de todos los que mueren sobreviven como entidades conscientes en la presencia de Dios, entonces, los espíritus de los impíos, ¿están con Dios? Esta idea no armoniza con la enseñanza general de las Escrituras. Como el mismo proceso de muerte ocurre tanto con los seres humanos como con los animales (Ecl. 3:19, 20), la muerte no es otra cosa que dejar de existir como seres vivos. Como dijo el salmista: “Escondes tu rostro, se turban; les quitas el hálito, dejan de ser, y vuelven al polvo” (Sal. 104:29).
A menudo decimos que la muerte es solo parte de la vida. ¿Qué tiene de malo eso? Que la muerte es lo opuesto a la vida, la enemiga de la vida. Entonces, ¿qué gran esperanza se encuentra en este versículo: “El postrer enemigo que será destruido es la muerte” (1 Cor. 15:26)?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dios pone delante del hombre la vida y la muerte. Él puede elegir… Los que no escogen aceptar la salvación comprada a precio tan alto, deben ser castigados. Pero vi que Dios no los encerrará en un infierno para que sufran eternamente, ni tampoco los llevará al cielo; porque introducirlos en la compañía de los puros y santos sería hacerlos excesivamente miserables. Pero él los destruirá por completo para que sean como si nunca hubiesen existido; entonces su justicia estará satisfecha. Formó al hombre con el polvo de la tierra, y los desobedientes y profanos serán consumidos por fuego y volverán a ser polvo. Vi que la benevolencia y la compasión de Dios en este asunto debieran inducir a todos a admirar su carácter y a adorar su santo nombre. Después que los impíos hayan sido raídos de la tierra, toda la hueste celestial dirá: «¡Amén!» (Primeros escritos, p. 221).
La nobleza de la tierra está constituida solo por seres humanos; mueren, y regresan al polvo; y en su alabanza y honor no hay satisfacción perdurable. Pero el honor que proviene de Dios es duradero. Ser herederos de Dios y coherederos con Cristo significa tener acceso a riquezas inconcebibles: tesoros de valor tan elevado que hunden en la insignificancia al oro y la plata, las gemas y piedras preciosas de la tierra. Mediante Cristo se nos ofrece un gozo inexpresable, un eterno peso de gloria. «Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman». 1 Corintios 2:9.
Adolecemos de una fe sencilla; necesitamos aprender el arte de confiar en nuestro mejor Amigo. Aunque no lo vemos, Jesús cuida de nosotros con tierna compasión; y se conmueve con el sentimiento de nuestras enfermedades. Nadie acudió jamás a él con fe, en medio de su gran necesidad, y salió descorazonado de delante de él… El cristiano es… el hombre más feliz del mundo. Se siente seguro, porque confía en Jesús y se regocija en su presencia. Su «escudo está en Dios, que salva a los rectos de corazón». Salmo 7:10. No posterguen este asunto, sino que comiencen… a fijar sus mentes más firmemente en Jesús y en las cosas celestiales, recordando que mediante la contemplación de él somos transformados a su misma imagen. Tengan confianza en Dios (Exaltad a Jesús, p. 370).
«Si la muerte es el último enemigo que ha de ser destruido en la resurrección, podemos representarnos con cuánto ardor los creyentes esperarán y orarán por la segunda venida de Cristo, cuando esta completa y definitiva victoria sea alcanzada»… «Ese es el día que todos los creyentes deberían desear con ansia por ser el día en que habrá de quedar consumada toda la obra de su redención, cumplidos todos los deseos y esfuerzos de sus almas». “Apresura, oh Señor, ese día bendito!» Tal fue la esperanza de la iglesia apostólica, de la «iglesia del desierto», y de los reformadores (¡Maranata: el Señor viene!, p. 12).
Miércoles 12 de octubre_______________________________________________
“LOS MUERTOS NADA SABEN”
Lee Job 3:11 al 13; Salmos 115:17; 146:4; y Eclesiastés 9:5 y 10. ¿Qué podemos aprender de estos pasajes sobre la condición de los seres humanos al morir?
Job 3:11-13
11 ¿Por qué no morí yo en la matriz, O expiré al salir del vientre? 12 ¿Por qué me recibieron las rodillas? ¿Y a qué los pechos para que mamase? 13 Pues ahora estaría yo muerto, y reposaría; Dormiría, y entonces tendría descanso,
Salmos 115:17
17 No alabarán los muertos a JAH, Ni cuantos descienden al silencio;
Salmos 146:4
4 Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.
Eclesiastés 9:5 y 10
5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido.
10 Todo lo que te viniere a la mano para hacer, hazlo según tus fuerzas; porque en el Seol, adonde vas, no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría.
Algunos comentaristas bíblicos argumentan que estos pasajes (Job 3:11-13; Sal. 115:17; 146:4; Ecl. 9:5, 10), escritos en lenguaje poético, no pueden usarse para definir la condición de los seres humanos al morir. Es cierto que a veces la poesía puede ser ambigua y se puede malinterpretar con facilidad, pero no es así con estos versículos. Su lenguaje es claro y sus conceptos están en total armonía con las enseñanzas generales del Antiguo Testamento sobre el tema.
En primer lugar, en Job 3, el patriarca lamenta haber nacido, debido a todo el sufrimiento. (En los momentos más terribles, ¿quién no ha deseado no haber nacido nunca?) Él reconoce que, si hubiera muerto al nacer, estaría dormido y en reposo (Job 3:11, 13).
Salmo 115 define el lugar donde están los muertos como un lugar de silencio, porque “no alabarán los muertos a JAH” (Sal. 115:17). Esto difícilmente sugiera que los muertos, los muertos fieles (y agradecidos), estén en el cielo adorando a Dios.
Según Salmo 146, las actividades mentales de la persona cesan con la muerte: “Pues sale su aliento, y vuelve a la tierra; en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Sal. 146:4). Esta es una descripción bíblica perfecta de lo que sucede al morir.
Y Eclesiastés 9 agrega que “los muertos nada saben” y que en la tumba “no hay obra, ni trabajo, ni ciencia, ni sabiduría” (Ecl. 9:5, 10). Estas declaraciones confirman la enseñanza bíblica de que los muertos están inconscientes.
La enseñanza bíblica de la inconsciencia en la muerte no debería generar pánico en los cristianos. En primer lugar, a los que mueren sin ser salvos no les espera un infierno que arda eternamente ni un purgatorio temporal. En segundo lugar, a los que mueren en Cristo les espera una recompensa asombrosa. No es de extrañar que “para el creyente, la muerte es un asunto trivial. […] Para el cristiano, la muerte es tan solo un sueño, un momento de silencio y tinieblas. La vida está oculta con Cristo en Dios, y ‘cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis manifestados con él en gloria’ (Juan 8:51, 52; Col. 3:4)” (DTG 745).
Piensa en los muertos en Cristo. Ellos cierran los ojos en la muerte y, ya sea que estén en la tumba mil quinientos años o cinco meses, a ellos les da lo mismo. De repente, es el regreso de Cristo. Entonces, ¿podríamos afirmar que, en cierto sentido, los muertos están mejor que nosotros, los vivos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
—Pero, mamá —repuse yo—, ¿de veras crees tú que las almas duermen en el sepulcro hasta la resurrección? ¿Piensas tú que cuando un cristiano muere no va inmediatamente al cielo ni el pecador al infierno?
—La Biblia no contiene prueba alguna de que haya un infierno eterno — respondió ella—. Si existiese un lugar tal, el Libro sagrado lo mencionaría»…
Hasta pasados algunos meses después de esta conversación, no volví a oír nada más referente a dicha doctrina. Pero durante este tiempo reflexioné muchísimo sobre el asunto. De manera que cuando oí una predicación en que se expuso esto, creí que era la verdad. Desde que la luz acerca del sueño de los muertos alboreó en mi mente, se desvaneció el misterio que envolvía la resurrección, y este grandioso acontecimiento asumió una nueva y sublime importancia… Si al morir el hombre, su alma entraba en el gozo de la eterna felicidad o caía en la eterna desdicha, ¿de qué servía la resurrección del pobre cuerpo reducido a polvo?
Pero esta nueva y hermosa creencia me descubría la razón por la cual los inspirados autores de la Biblia insistieran tanto en la resurrección del cuerpo. Era porque todo el ser dormía en el sepulcro. Entonces me di cuenta de la falacia de nuestro primitivo criterio sobre el asunto (Notas biográficas de Elena G. de White, pp. 54, 55).
Cristo llegó a ser uno con la humanidad, para que la humanidad pudiera llegar a ser una en espíritu y en vida con él. En virtud de esa unión, en obediencia a la Palabra de Dios, la vida de Cristo llega a ser la vida de la humanidad. Él dice al penitente: «Yo soy la resurrección y la vida». Juan 11:25. La muerte es considerada por Cristo como un sueño: silencioso y oscuro sueño. Habla de ella como si fuera de poca importancia. «Todo aquel que vive y cree en mí —dice él—, no morirá eternamente». Juan 11:26. «El que guarda mi palabra, nunca sufrirá muerte». Juan 8:52. «Nunca verá muerte». Juan 8:51. Y para el creyente la muerte reviste poca importancia. Para él morir no es sino dormir. «También traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él». I Tesalonicenses 4:14 (Mensajes selectos, t. l, pp. 355, 356).
El hombre estaba dotado originalmente de facultades nobles y de un entendimiento bien equilibrado. Era perfecto y estaba en armonía con Dios. Sus pensamientos eran puros, sus designios santos. Pero por la desobediencia, sus facultades se pervirtieron y el egoísmo reemplazó el amor. Su naturaleza quedó tan debilitada por la transgresión que ya no pudo, por su propia fuerza, resistir el poder del mal. Fue hecho cautivo por Satanás, y hubiera permanecido así para siempre si Dios no hubiese intervenido de una manera especial. El tentador quería desbaratar el propósito que Dios había tenido cuando creó al hombre. Así llenaría la tierra de sufrimiento y desolación y luego señalaría todo ese mal como resultado de la obra de Dios al crear al hombre (El camino a Cristo, p. 17).
Jueves 13 de octubre_________________________________________________
DESCANSAR CON LOS ANTEPASADOS
Lee Génesis 25:8; 2 Samuel 7:12; y 1 Reyes 2:10 y 22:40. ¿Qué añaden estos textos a tu comprensión de la muerte?
Génesis 25:8
8 Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo.
2 Samuel 7:12
12 Y cuando tus días sean cumplidos, y duermas con tus padres, yo levantaré después de ti a uno de tu linaje, el cual procederá de tus entrañas, y afirmaré su reino.
1 Reyes 2:10
10 Y durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad.
1 Reyes 22:40
40 Y durmió Acab con sus padres, y reinó en su lugar Ocozías su hijo.
El Antiguo Testamento expresa de diferentes formas las ideas de la muerte y la sepultura. Una de ellas es la noción de unirse a su pueblo. Por ejemplo, acerca de Abraham, se nos dice que “exhaló el espíritu, y murió […] en buena vejez, anciano y lleno de años, y fue unido a su pueblo” (Gén. 25:8). Aarón y Moisés también se unieron a su pueblo (Deut. 32:50).
¿Qué nos enseña sobre la naturaleza de la muerte el hecho de que tanto los reyes buenos como los malos terminaran en el mismo lugar al morir? (2 Rey. 24:6; 2 Crón. 32:33).
2 Reyes 24:6
6 Y durmió Joacim con sus padres, y reinó en su lugar Joaquín su hijo.
2 Crónicas 32:33
33 Y durmió Ezequías con sus padres, y lo sepultaron en el lugar más prominente de los sepulcros de los hijos de David, honrándole en su muerte todo Judá y toda Jerusalén; y reinó en su lugar Manasés su hijo.
Otra forma de describir la muerte es mediante la declaración de que alguien durmió con los antepasados. Acerca de la muerte del rey David, la Biblia dice que “durmió David con sus padres, y fue sepultado en su ciudad” (1 Rey. 2:10). La misma expresión se utiliza también para varios reyes hebreos, tanto fieles como infieles.
Podemos identificar al menos dos aspectos significativos en el hecho de dormir con los antepasados. El primero es que tarde o temprano llegará el momento en que necesitaremos descansar de nuestras obras y sufrimientos agotadores. Otra idea es que no somos los primeros ni los únicos en seguir ese camino indeseable, porque nuestros antepasados ya se adelantaron a nosotros.
Los que mueren en Cristo pueden ser enterrados cerca de sus seres queridos, pero aun así no hay comunicación entre ellos, ya que en realidad la muerte es la no existencia. Permanecerán así hasta ese glorioso día en que por un milagro re-creador divino despertarán para reunirse con sus seres queridos que murieron en Cristo.
Imagínate cómo sería si los muertos estuvieran realmente conscientes y pudieran ver cómo es la vida aquí, especialmente para sus seres queridos, que a menudo sufren terriblemente después de la muerte de ellos. ¿Por qué, entonces, la verdad de que los muertos duermen debería ser tan reconfortante para los que estamos vivos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
«Y este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida». I Juan 5:11, 12. Y Jesús dijo: «Yo le resucitaré en el día postrero». Cristo se hizo carne con nosotros, a fin de que pudiésemos ser espíritu con él. En virtud de esta unión hemos de salir de la tumba, no simplemente como manifestación del poder de Cristo, sino porque, por la fe, su vida ha llegado a ser nuestra. Los que ven a
Cristo en su verdadero carácter, y le reciben en el corazón, tienen vida eterna. Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el Espíritu de Dios, recibido en el corazón por la fe, es el principio de la vida eterna (El Deseado de todas las gentes, p. 352).
No le tocó a Eliseo seguir a su maestro en un carro de fuego. Dios permitió que le aquejase una enfermedad prolongada. Durante las largas horas de debilidad y sufrimiento humanos, su fe se aferró a las promesas de Dios, y contemplaba constantemente en derredor suyo a los mensajeros celestiales de consuelo y paz. Así como en las alturas de Dotán se había visto rodeado por las huestes del cielo, con los carros y los jinetes de fuego de Israel, estaba ahora consciente de la presencia de los ángeles que simpatizaban con él; y esto le sostenía. Durante toda su vida había ejercitado una fe fuerte; y mientras progresaba en el conocimiento de las providencias y la bondad misericordiosa del Señor, su fe había madurado en una confianza permanente en su Dios; y cuando la muerte le llamó, estaba listo para entrar a descansar de sus labores…
Con el salmista, Eliseo pudo decir con toda confianza:… «Yo en justicia veré tu rostro: seré saciado cuando despertare a tu semejanza». Salmo 17:15 (Profetas y reyes, p. 197).
La Biblia enseña a las claras que los muertos no van inmediatamente al cielo. Se les representa como si estuvieran durmiendo hasta el día de la resurrección. 1 Tesalonicenses 4: 14; Job 14:10-12. El día mismo en que se corta el cordón de plata y se quiebra el tazón de oro (Eclesiastés 12:6), perecen los pensamientos de los hombres. Los que bajan a la tumba permanecen en el silencio. Nada saben de lo que se hace bajo el sol. Job 14:21. ¡Descanso bendito para los exhaustos justos! Largo o corto, el tiempo no les parecerá más que un momento. Duermen hasta que la trompeta de Dios los despierte para entrar en una gloriosa inmortalidad. «Porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles Porque es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y que este cuerpo mortal se revista de inmortalidad. Y cuando este cuerpo corruptible se haya revestido de incorrupción, y este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces será verificado el dicho que está escrito: ¡Tragada ha sido la muerte victoriosamente!» 1 Corintios 15:52-54.
En el momento en que sean despertados de su profundo sueño, reanudarán el curso de sus pensamientos interrumpidos por la muerte. La última sensación fue la angustia de la muerte. El último pensamiento era el de que caían bajo el poder del sepulcro. Cuando se levanten de la tumba, su primer alegre pensamiento se expresará en el hermoso grito de triunfo: «¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde está, oh sepulcro, tu victoria?» Vers. 55 (El conflicto de los siglos, pp. 537, 538).
Viernes 14 de octubre_________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El conflicto de los siglos, “El misterio de la inmortalidad”, pp. 521539.
Si alguna vez pasaste por una cirugía y te aplicaron anestesia general, es posible que tengas una vaga idea de cómo sería estar muerto. Pero, aun así, cuando estás bajo anestesia, tu cerebro sigue funcionando. Imagínate cómo será estar muerto, cuando todas las funciones cerebrales, todo, se haya detenido por completo. La experiencia de la muerte, entonces, es cerrar los ojos y, en lo que respecta a cada persona muerta que haya vivido, lo siguiente que verá será a Jesús en su segunda venida o después del Milenio (ver Apoc. 20:7-15). Hasta entonces, todos los muertos, los justos y los impíos, descansan durante lo que les parecerá un instante al resucitar. Para quienes seguimos vivos, nos parece que la muerte dura mucho tiempo. Para los vivos, sí; pero para la percepción de los muertos, dura solo un instante.
“Si fuese verdad que las almas de todos los hombres van directamente al cielo en la hora de la disolución, entonces bien podríamos anhelar la muerte antes que la vida. Esta creencia ha inducido a muchas personas a poner fin a su existencia. Cuando uno está anonadado por los cuidados, las perplejidades y los desengaños, parece cosa fácil romper el delgado hilo de la vida y remontarse hacia el más allá, a la bienaventuranza del mundo eterno” (CS 528).
“En ningún lugar de las Sagradas Escrituras se encuentra declaración alguna de que los justos reciban su recompensa y los malos su castigo en el momento de la muerte. Los patriarcas y los profetas no dejaron tal seguridad. Cristo y sus apóstoles ni la mencionaron siquiera. La Biblia enseña claramente que los muertos no van inmediatamente al cielo. Se los representa como durmiendo hasta el día de la resurrección” (CS 537).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- La noción bíblica del ser humano integral (que permanece consciente solo como una persona indivisible) ¿cómo nos ayuda a comprender mejor la naturaleza de la muerte?
- La teoría de la inmortalidad natural del alma, con todas sus incontables ramificaciones, se ha apoderado del mundo. Entonces, ¿por qué nuestro mensaje sobre el estado de los muertos es trascendental? ¿Por qué también, incluso entre los cristianos, encontramos una oposición tan fuerte a lo que en realidad es una enseñanza maravillosa?
- Entender correctamente el estado de los muertos ¿cómo debería protegernos de lo que pueda “aparecer” ante nuestros ojos? Es decir, ¿por qué no siempre podemos confiar en lo que vemos, especialmente si lo que vemos, o creemos ver, es el espíritu de un pariente muerto, como algunos han informado?
16 VERSÍCULOS CLAVES ACERCA DEL ESTADO DE LOS MUERTOS
EZEQUIEL 18: 32
32 Porque no quiero la muerte del que muere, dice Jehová el Señor; convertíos, pues, y viviréis.
ROMANOS 6: 23
23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
ECLESIASTES 9: 5
5 Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque su memoria es puesta en olvido. 6 También su amor y su odio y su envidia fenecieron ya; y nunca más tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol.
SALMOS 6: 4-5
4 Vuélvete, oh Jehová, libra mi alma; Sálvame por tu misericordia. 5 Porque en la muerte no hay memoria de ti; En el Seol, ¿quién te alabará?
SALMOS 115: 17
17 No alabarán los muertos a JAH, Ni cuantos descienden al silencio;
DEUTERONOMIO 18: 10-11
10 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, 11 ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.
ECLESIASTES 3: 19-20
19 Porque lo que sucede a los hijos de los hombres, y lo que sucede a las bestias, un mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros, y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad. 20 Todo va a un mismo lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
HEBREOS 9:27
27 Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,
ISAÍAS 38: 18-19
18 Porque el Seol no te exaltará, ni te alabará la muerte; ni los que descienden al sepulcro esperarán tu verdad.
NO PURGATORIO-NI UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD
EZEQUIEL 18: 4
4 He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá.
JOB 7: 9-10
Como la nube se desvanece y se va, Así el que desciende al Seol no subirá; 10 No volverá más a su casa, Ni su lugar le conocerá más.
JOB 20: 21-22
21 Sus hijos tendrán honores, pero él no lo sabrá; O serán humillados, y no entenderá de ello.
¿QUE ES EL ALMA?
GENESIS 2: 7
7 Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente.
ECLESIASTES 12: 7
7 y el polvo vuelva a la tierra, como era, y el espíritu vuelva a Dios que lo dio.
SALMOS 146: 4
Pues sale su aliento, (ESPÍRITU) y vuelve a la tierra; En ese mismo día perecen sus pensamientos.
1 TIMOTEO 6: 16
15 la cual a su tiempo mostrará el bienaventurado y solo Soberano, Rey de reyes, y Señor de señores, 16 el único que tiene inmortalidad, que habita en luz inaccesible; a quien ninguno de los hombres ha visto ni puede ver, al cual sea la honra y el imperio sempiterno. Amén.
HISTORIAS
BISABUELA
JOSE BATES
SAUL
1 SAMUEL 28
Aconteció en aquellos días, que los filisteos reunieron sus fuerzas para pelear contra Israel. Y dijo Aquis a David: Ten entendido que has de salir conmigo a campaña, tú y tus hombres. 2 Y David respondió a Aquis: Muy bien, tú sabrás lo que hará tu siervo. Y Aquis dijo a David: Por tanto, yo te constituiré guarda de mi persona durante toda mi vida.
Saúl y la adivina de Endor
3 Ya Samuel había muerto, y todo Israel lo había lamentado, y le habían sepultado en Ramá, su ciudad. Y Saúl había arrojado de la tierra a los encantadores y adivinos. 4 Se juntaron, pues, los filisteos, y vinieron y acamparon en Sunem; y Saúl juntó a todo Israel, y acamparon en Gilboa. 5 Y cuando vio Saúl el campamento de los filisteos, tuvo miedo, y se turbó su corazón en gran manera. 6 Y consultó Saúl a Jehová; pero Jehová no le respondió ni por sueños, ni por Urim, ni por profetas. 7 Entonces Saúl dijo a sus criados: Buscadme una mujer que tenga espíritu de adivinación, para que yo vaya a ella y por medio de ella pregunte. Y sus criados le respondieron: He aquí hay una mujer en Endor que tiene espíritu de adivinación.
8 Y se disfrazó Saúl, y se puso otros vestidos, y se fue con dos hombres, y vinieron a aquella mujer de noche; y él dijo: Yo te ruego que me adivines por el espíritu de adivinación, y me hagas subir a quien yo te dijere. 9 Y la mujer le dijo: He aquí tú sabes lo que Saúl ha hecho, cómo ha cortado de la tierra a los evocadores y a los adivinos. ¿Por qué, pues, pones tropiezo a mi vida, para hacerme morir? 10 Entonces Saúl le juró por Jehová, diciendo: Vive Jehová, que ningún mal te vendrá por esto. 11 La mujer entonces dijo: ¿A quién te haré venir? Y él respondió: Hazme venir a Samuel. 12 Y viendo la mujer a Samuel, clamó en alta voz, y habló aquella mujer a Saúl, diciendo: 13 ¿Por qué me has engañado? pues tú eres Saúl. Y el rey le dijo: No temas. ¿Qué has visto? Y la mujer respondió a Saúl: He visto dioses que suben de la tierra. 14 Él le dijo: ¿Cuál es su forma? Y ella respondió: Un hombre anciano viene, cubierto de un manto. Saúl entonces entendió que era Samuel, y humillando el rostro a tierra, hizo gran reverencia.
15 Y Samuel dijo a Saúl: ¿Por qué me has inquietado haciéndome venir? Y Saúl respondió: Estoy muy angustiado, pues los filisteos pelean contra mí, y Dios se ha apartado de mí, y no me responde más, ni por medio de profetas ni por sueños; por esto te he llamado, para que me declares lo que tengo que hacer. 16 Entonces Samuel dijo: ¿Y para qué me preguntas a mí, si Jehová se ha apartado de ti y es tu enemigo? 17 Jehová te ha hecho como dijo por medio de mí; pues Jehová ha quitado el reino de tu mano, y lo ha dado a tu compañero, David. 18 Como tú no obedeciste a la voz de Jehová, ni cumpliste el ardor de su ira contra Amalec, por eso Jehová te ha hecho esto hoy. 19 Y Jehová entregará a Israel también contigo en manos de los filisteos; y mañana estaréis conmigo, tú y tus hijos; y Jehová entregará también al ejército de Israel en mano de los filisteos.
20 Entonces Saúl cayó en tierra cuan grande era, y tuvo gran temor por las palabras de Samuel; y estaba sin fuerzas, porque en todo aquel día y aquella noche no había comido pan. 21 Entonces la mujer vino a Saúl, y viéndolo turbado en gran manera, le dijo: He aquí que tu sierva ha obedecido a tu voz, y he arriesgado mi vida, y he oído las palabras que tú me has dicho. 22 Te ruego, pues, que tú también oigas la voz de tu sierva; pondré yo delante de ti un bocado de pan para que comas, a fin de que cobres fuerzas, y sigas tu camino. 23 Y él rehusó diciendo: No comeré. Pero porfiaron con él sus siervos juntamente con la mujer, y él les obedeció. Se levantó, pues, del suelo, y se sentó sobre una cama. 24 Y aquella mujer tenía en su casa un ternero engordado, el cual mató luego; y tomó harina y la amasó, y coció de ella panes sin levadura. 25 Y lo trajo delante de Saúl y de sus siervos; y después de haber comido, se levantaron, y se fueron aquella noche.
Por la luz que Dios me ha otorgado, sé que el mayor peligro de los hombres se encuentra en el autoengaño. Satanás está aguardando su oportunidad. Vendrá a los hombres en forma humana, y les hablará las palabras más fascinantes. Los acosará con las mismas tentaciones con que acosó a Cristo. A menos que sus mentes y corazones estén llenos del amor puro, desinteresado y santificado que Cristo reveló, caerán presa del poder de Satanás, y realizarán, dirán y escribirán cosas extrañas, para engañar, si fuese posible, a los mismos escogidos.
(Dios nos Cuida – 25 de Octubre).
Satanás está tratando continuamente de transformarse en un ángel de luz, y siempre está complotando para privar a Dios de su gloria mediante la destrucción de las almas… Confía tu alma indefensa a Dios. Sigue la luz que te da el cielo.
—Carta 42, del 21 de noviembre de 1879, dirigida a Edson White.
Satanás ve que está por perder su caso. No puede arrastrar al mundo entero tras sí. Hace un último esfuerzo desesperado para vencer a los fieles mediante el engaño. Lo hace personificando a Cristo. Se viste con los mantos de la realeza que han sido descritos en forma precisa en la visión de Juan. Tiene poder para hacerlo. Aparecerá ante sus engañados seguidores—el mundo cristiano que no recibió el amor de la verdad sino que tuvo placer en la injusticia (la transgresión de la ley)—como Cristo viniendo por segunda vez. (Eventos de los últimos Días 140.1)
Se proclama a sí mismo como Cristo, y la gente cree que es Cristo, un ser hermoso, majestuoso, vestido con esplendor, con voz suave y palabras agradables, con una gloria que no ha sido sobrepasada por nada que sus ojos mortales hayan contemplado hasta el momento. Entonces sus seguidores engañados prorrumpen en, un grito de victoria: “¡Cristo ha venido por segunda vez!
(Eventos de los últimos Días 140.2)
¡Cristo ha venido! Ha elevado sus manos como lo hacía al estar en la tierra, y nos ha bendecido” […]. Los santos miran con asombro. ¿También ellos serán engañados y adorarán a Satanás? Cerca de ellos hay ángeles de Dios. Se oye una voz clara, firme, musical: “Mirad hacia arriba”.
(Eventos de los últimos Días 140.3)
Los santos deben obtener una comprensión cabal de la verdad presente, que deberán sostener por las Escrituras. Necesitan comprender lo referente a la condición de los muertos; porque aún les aparecerán espíritus de demonios que se darán por sus seres queridos y parientes, y otros enseñarán que el día de reposo ha sido cambiado, y otras doctrinas ajenas a la Biblia.
—Primeros Escritos, 87 (1854).
Satanás es un enemigo astuto. Y para los ángeles malignos no es difícil hacerse pasar por los santos y pecadores muertos, y lograr que su encarnación sea visible para los ojos humanos. Estas manifestaciones serán más frecuentes a medida que nos aproximemos al tiempo del fin, y habrá demostraciones de carácter asombroso.
—El Evangelismo, 439 (1875).
Es el engaño más exitoso y fascinante de Satanás, calculado para captar la simpatía de aquellos que han dejado a sus amados en la tumba. Ángeles malignos toman la forma de esos seres amados, relatan incidentes relacionados con sus vidas y realizan actos como los que ellos realizaban mientras vivían. De esta manera inducen a la gente a creer que sus amigos muertos son ángeles que flotan en torno a ellos y se comunican con ellos. Estos ángeles impíos, que pretenden ser los amigos muertos, son considerados con cierta idolatría, y para muchos su palabra tiene mayor peso que la Palabra de Dios.
—The Signs of the Times, 26 de Agosto de 1889.
Satanás puede evocar ante los hombres la apariencia de sus amigos fallecidos. La imitación es perfecta; los rasgos familiares, las palabras y el tono son reproducidos con una exactitud maravillosa […]. Muchos tendrán que vérselas con espíritus de demonios que personificarán a parientes o amigos queridos y que proclamarán las herejías más peligrosas. Estos espíritus apelarán a nuestros más tiernos sentimientos de simpatía y harán milagros con el fin de sostener sus asertos.
—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 608, 616 (1911).
Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros. Santiago 4:7.
Satanás sigue presentando sus tentaciones a los hijos de los hombres. Emplea todos los medios a su alcance para ocultarse de su vista, y por esta razón muchos ignoran sus artimañas. Hace poco se me preguntó: “¿Cree Ud. en un demonio personal?” “Por supuesto” fue mi respuesta. “Bien—repuso el que me interrogaba—, yo no creo que exista tal ser: nuestros malos pensamientos e impulsos son el único demonio que conocemos”. “Pero—le pregunté—, ¿quién sugiere esos pensamientos? ¿En quién se originan si no es en Satanás?”…
HHD 81.2
Tan ciertamente como que tenemos un Salvador personal, tenemos también un adversario personal, cruel y astuto, que siempre vigila nuestros pasos y trata de desviarnos. Puede obrar con más eficacia bajo un disfraz. Dondequiera que se adelante la opinión de que no existe, allí está más activo. Cuando menos sospechamos su presencia, está obteniendo ventaja sobre nosotros. Me siento alarmada al ver a tantos jóvenes sometiéndose a su poder sin saberlo. Si sólo vieran el peligro, acudirían a Cristo, el refugio del pecador.
—The Youth’s Instructor, 21 de noviembre de 1883.
Habrá enfermos que sanarán delante de nosotros. Se realizarán milagros ante nuestra vista. ¿Estamos preparados para la prueba que nos aguarda cuando se manifiesten más plenamente los milagros mentirosos de Satanás?
—Joyas de los Testimonios 1:101 (1862).
Pronto ocurrirán escenas maravillosas con las cuales Satanás estará estrechamente relacionado. La Palabra de Dios declara que Satanás obrará milagros. Hará enfermar a la gente y después quitará repentinamente de ella su poder satánico. Eso hará que se considere sanados a los enfermos. Estas obras de curación aparente pondrán a prueba a los adventistas.
—Mensajes Selectos 2:61 (1904).