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Lección 8 – LA ESPERANZA DEL NUEVO TESTAMENTO – Para el 19 de noviembre de 2022

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Mayordomía El Mensaje de los Tres Ángeles Efesios Norma Cultural y Mente Misionera de Personajes Bíblicos*

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2025

Amor y Justicia en la Biblia Como Estudiar la Profecía y la Inspiración Éxodo Como Permanecer en Relación con Dios

2026

Colosenses – Filipenses Religión en el Mercado** Josué El Espíritu de Profecía

2027

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel

* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

** Religion in the Market Place


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Lección 8: Para el 19 de noviembre de 2022

LA ESPERANZA DEL NUEVO TESTAMENTO

Sábado 12 de noviembre_________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Corintios 15:12–19; Juan 14:1–3; Juan 6:26–51; 1 Tesalonicenses 4:13–18; 1 Corintios 15:51–55.

PARA MEMORIZAR:

“Y este es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida” (1 Juan 5:11, 12).

Aunque escribieron en griego, todos los autores del Nuevo Testamento (salvo Lucas) eran judíos, y abordaron la naturaleza del ser humano desde la perspectiva holística hebrea bíblica, no desde la perspectiva pagana griega.

Por lo tanto, para Cristo y los apóstoles, la esperanza cristiana no era algo nuevo, sino la prolongación de la antigua esperanza ya impulsada por los patriarcas y los profetas. Por ejemplo, Cristo mencionó que Abraham vio y se gozó de ver su día (Juan 8:56). Judas declaró que Enoc profetizó acerca de la Segunda Venida (Jud. 14, 15). Y los héroes de la fe esperaban una recompensa celestial que no recibirían hasta que nosotros recibiéramos la nuestra (Heb. 11:39, 40). Esta declaración no tendría sentido si sus almas ya estuvieran con Dios en el cielo.

Al enfatizar que solo los que están en Cristo tienen vida eterna (1 Juan 5:11, 12), Juan refuta la teoría de la inmortalidad natural del alma. Efectivamente, no hay vida eterna sin una relación salvífica con Cristo. Por ende, la esperanza del Nuevo Testamento es una esperanza cristocéntrica, y la única esperanza de que esta existencia mortal algún día llegue a ser inmortal.

 ESPÍRITU DE PROFECÍA

Este es el testimonio: Que Dios nos ha dado vida eterna; y esta vida está en su Hijo. 1 Juan 5:11…

[Los cristianos] pueden morir; pero la vida de Cristo está en ellos, y en la resurrección de los justos serán levantados en novedad de vida.

«En él [Cristo] estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres». Juan 1:4. No es la vida física la que se menciona aquí, sino la inmortalidad, la vida que es propiedad exclusiva de Dios. El Verbo, que era con Dios, y que era Dios, tenía esa vida. La vida física es algo que cada individuo recibe. No es eterna o inmortal; porque Dios, el Dador de la vida, la toma nuevamente. El hombre no tiene control sobre su vida. Pero la vida de Cristo no provenía de otro ser. Nadie le puede quitar esa vida. «De mí mismo la pongo» dijo. En él estaba la vida original, propia, no derivada de otra. Esta vida no es inherente al hombre. Puede poseerla solo mediante Cristo…

Obtenemos la inmortalidad de Dios al recibir la vida de Cristo, por cuanto en Cristo mora la plenitud de la divinidad corporalmente. Esta vida implica la unión mística y la cooperación de lo divino con lo humano (¡Maranata: el Señor viene!, p. 300).

La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse en el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el porvenir para sus discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, «el aparecimiento en gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo» era la «esperanza bienaventurada». Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección, que había de verificarse cuando viniese el Señor. Entonces los que hubiesen muerto en Cristo resucitarían, y juntamente con los vivos serían arrebatados para recibir a Cristo en el aire. «Y así —dijo— estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras». 1 Tesalonicenses 4:16-18 (VM) (El conflicto de los siglos, p. 304).

Estas son las cosas que nunca hemos de olvidar. El amor de Jesús, con su poder constrictivo, ha de mantenerse fresco en nuestra memoria. Cristo instituyó este rito [de humildad y santa cena] para que hablase a nuestros sentidos del amor de Dios expresado en nuestro favor. No puede haber unión entre nuestras almas y Dios excepto por Cristo. La unión y el amor entre hermanos deben ser cimentados y hechos eternos por el amor de Jesús. Y nada menos que la muerte de Cristo podía hacer eficaz para nosotros este amor. Es únicamente por causa de su muerte por lo que nosotros podemos considerar con gozo su segunda venida. Su sacrificio es el centro de nuestra esperanza. En él debemos fijar nuestra fe (El Deseado de todas las gentes, pp. 614, 615).


Domingo 13 de noviembre________________________________________________

ESPERANZA MÁS ALLÁ DE ESTA VIDA

Herodoto, el antiguo historiador griego (siglo V a.C.), escribió sobre una tribu que, con cada nacimiento, iniciaba un período de duelo porque anticipaban el sufrimiento que enfrentaría el bebé si llegaba a adulto. Aunque este ritual nos pueda parecer extraño, tiene cierta lógica.

Milenios después, un anuncio en Estados Unidos a principios del siglo XX decía: “¿Por qué vivir, si te pueden enterrar por diez dólares?”

La vida puede ser bastante difícil, lo sabemos, incluso si creemos en Dios y en la esperanza de la Eternidad. No obstante, imagínate lo difícil que es para quienes no tienen ninguna esperanza más allá de la corta (y a menudo problemática) existencia en este mundo. Más de un escritor secular ha comentado sobre la falta de sentido de la existencia humana, ya que no solo morimos, sino además todos vivimos sabiendo que vamos a morir. Y ser consciente de esto es lo que hace que todo el proyecto de la vida humana, que en sí es duro y doloroso a veces, parezca nulo y sin valor. Un pensador hizo alusión a la humanidad como meros “trozos de carne en mal estado sobre huesos que se desintegran”. Bastante macabro, pero, de nuevo, es difícil discutir con su lógica.

Por supuesto, en contraste con todo esto, tenemos la promesa bíblica de la vida eterna en Jesús. Y esa es la clave: tenemos esta esperanza en Jesús y lo que nos ofrece su muerte y su resurrección. Por lo demás, ¿qué esperanza tenemos?

Lee 1 Corintios 15:12 al 19. ¿Cuál es el mensaje de Pablo? ¿Cuán estrechamente relacionada está la resurrección de Cristo con la esperanza de nuestra propia resurrección?

1 Corintios 15:12-19

12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.

Pablo es explícito: nuestra resurrección está inseparablemente ligada a la resurrección de Cristo. Y, si no resucitamos, entonces significa que Cristo no resucitó, y si Cristo no resucitó, entonces, ¿qué? “Vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados”. En otras palabras, cuando morimos seguimos muertos, y para siempre, y por lo tanto, todo es absurdo. Pablo prácticamente dice eso en 1 Corintios 15:32: “Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos”.

Si nuestra existencia actual como protoplasma compuesto básicamente de carbono es todo lo que hay, y nuestros “setenta años” (Sal. 90:10) –con suerte, más, si no fumamos ni comemos demasiadas hamburguesas de McDonald’s– es todo a lo que alguna vez apuntamos llegar, estamos muy mal. No es de extrañar que Elena de White agregue: “El cielo es de mayor valor para nosotros que cualquier otra cosa; y si perdemos el cielo, hemos perdido todo” (HHD 351).

Piensa en lo preciosas que son nuestra esperanza y nuestra fe. ¿Por qué debemos hacer todo lo posible, por la gracia de Dios, para conservarlas?

 ESPÍRITU DE PROFECÍA

[Esaú] representa a aquellos que menosprecian la redención comprada para ellos por Cristo, y que están dispuestos a sacrificar su herencia celestial a cambio de las cosas perecederas de la tierra. Multitudes viven para el momento presente, sin preocuparse del futuro. Como Esaú exclaman: «Comamos y bebamos, que mañana moriremos». 1 Corintios 15:32. Son dominados por sus inclinaciones; y en vez de practicar la abnegación, pasan por alto las consideraciones de más valor… ¡Cuántos, aun entre los que profesan ser cristianos, se aferran a goces perjudiciales para la salud, que entorpecen la sensibilidad del alma! Cuando se les presenta el deber de limpiarse de toda inmundicia del espíritu y de la carne, perfeccionando la santidad en el temor de Dios, se ofenden… como la senda que lleva a la vida eterna les resulta tan estrecha, concluyen por decidirse a no seguir en ella (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 180, 181).

El que se arrepiente de su pecado y acepta el don de la vida del Hijo de Dios, no puede ser vencido. Aferrándose por fe de la naturaleza divina llega a ser un hijo de Dios. Ora, cree. Cuando es tentado y probado, reclama el poder que da Cristo en virtud de su muerte, y vence por medio de su gracia. Cada pecador necesita comprender esto. Debe arrepentirse de su pecado, debe creer en el poder de Cristo, y aceptar ese poder, que salva y guarda de pecado…

El cielo es de mayor valor para nosotros que cualquier otra cosa, y si perdemos el cielo, hemos perdido todo (Hijos e hijas de Dios, p. 351).

En los atrios celestiales, Cristo intercede por su iglesia, intercede por aquellos para quienes pagó el precio de la redención con su sangre. Los siglos de los siglos no podrán menoscabar la eficiencia de su sacrificio expiatorio. Ni la vida ni la muerte, ni lo alto ni lo bajo, pueden separarnos del amor de Dios que es en Cristo Jesús; no porque nosotros nos asimos de él tan firmemente, sino porque él nos sostiene con seguridad. Si nuestra salvación dependiera de nuestros propios esfuerzos, no podríamos ser salvos; pero ella depende de Uno que endosa todas las promesas. Nuestro asimiento de él puede parecer débil, pero su amor es como el de un hermano mayor; mientras mantengamos nuestra unión con él, nadie podrá arrancarnos de su mano…

¡Oh, cuán privilegiados somos porque podemos venir a Jesús tal como somos y podemos descansar en su amor! No tenemos esperanza fuera de Jesús. Solo él puede tomarnos con su mano y sacarnos de las profundidades del desánimo y la impotencia para colocar nuestros pies sobre la Roca. Aunque el alma humana puede aferrarse a Jesús comprendiendo desesperadamente su gran necesidad, Jesús se aferrará de las almas compradas con su propia sangre con mayor firmeza aún que la del pecador que se aferra de él (That I May Know Him, p. 80; parcialmente en A fin de conocerle, p. 80).


Lunes 14 de noviembre__________________________________________________

“VENDRÉ OTRA VEZ”

Lee Juan 14:1 al 3. Ya han pasado más de dos mil años desde que Jesús prometió volver. ¿Cómo podemos ayudar a otros a ver que, a pesar de la gran cantidad de tiempo (que, en realidad, no importa), esta promesa es relevante incluso para nuestra generación, tan distante de la época en que Jesús la pronunció?

Juan 14:1-3

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Cuatro veces en el libro de Apocalipsis Jesús declaró: “Yo vengo pronto” (Apoc. 3:11; 22:7, 12, 20). La expectativa de su pronta venida impulsó la misión de la iglesia apostólica y llenó de esperanza la vida de incontables cristianos a lo largo de los siglos. Pero, ha muerto generación tras generación, y este evento prometido aún no sucedió. Y así, muchos se preguntan: ¿Cuánto tiempo más tendremos que predicar que “Jesús viene pronto”? Estas palabras ¿han generado una expectativa poco realista? (Ver 2 Ped. 3:4.)

Muchos cristianos se han quejado de la larga “demora” (comparar con Mat. 25:5). Pero ¿cómo sabemos, de hecho, que se trata de una larga “demora”? ¿Cuál habría sido el momento “adecuado” para la venida de Cristo? ¿Hace 50 años, 150, 500? Lo que realmente importa es la promesa bíblica de que “el Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Ped. 3:9).

A pesar de que han pasado tantos siglos desde que Jesús ascendió, la promesa de su venida continúa siendo relevante, incluso en la actualidad. ¿Por qué? Porque todo lo que tenemos es una vida corta (Sal. 90:10), seguida de un descanso inconsciente en la tumba (Ecl. 9:5, 10), y luego la resurrección final, sin ninguna oportunidad posterior de cambiar nuestro destino (Heb. 9:27). En cuanto a los muertos (como se indica en la lección 3), debido a que todos duermen y están inconscientes, para ellos la segunda venida de Cristo ocurre apenas un momento después de que mueren. Para ti, en tu experiencia personal (al igual que para todo el pueblo de Dios de todas las épocas), el regreso de Cristo está a un instante de tu muerte. Eso es dentro de muy poco tiempo, ¿verdad?

Cada día que pasa nos acercamos más a la gloriosa aparición del Señor Jesucristo en las nubes del cielo. Aunque no sabemos cuándo vendrá exactamente, podemos estar seguros de que lo hará, y eso es lo que realmente importa.

En un sermón, un pastor argumentó que no le importaba cuándo sería la venida de Cristo; todo lo que le importaba era que Cristo viniera. ¿Cómo funciona esa lógica para ti, y cómo podría ayudarte si estás desanimado porque Cristo aún no volvió?

 ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cristo mismo nos presenta el peligro que nos acecha. Él conocía los riesgos que encontraríamos en estos postreros días y quería que nos preparásemos. «Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre». Mateo 24:37. Comían y bebían, plantaban y edificaban, se casaban y se daban en matrimonio, y no conocieron hasta el día que Noé entró en el arca y el diluvio vino y los barrió a todos. El día de Dios encontrará a los hombres absortos igualmente en los negocios y placeres del mundo…

Creer en la próxima venida del Hijo del Hombre en las nubes de los cielos no inducirá a los verdaderos cristianos a ser descuidados y negligentes en los asuntos comunes de la vida. Los que aguardan la pronta aparición de Cristo no estarán ociosos. Al contrario, serán diligentes en sus asuntos. No trabajarán con negligencia y falta de honradez, sino con fidelidad, presteza y esmero (Testimonios para la iglesia, t. 4, p. 304).

La razón por la cual el Novio se demora se debe a que es longánime para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. ¡Oh, la preciosa longanimidad de nuestro misericordioso Salvador! ¡Oh, que cada uno de los queridos jóvenes aprecie el valor del alma que ha sido adquirida a precio infinito en el Calvario! ¡Oh, que cada cual aprecie adecuadamente las facultades que les ha confiado Dios!…

Estamos viviendo en un período demasiado solemne de la historia del mundo como para ser descuidados y negligentes. Hemos de orar, creer y obedecer. No podéis hacer nada por vuestra propia fortaleza; pero en la gracia de Jesucristo, podéis emplear de tal modo vuestro poder que lleguéis a traer el mayor bien a vuestra propia alma, y la mayor bendición a las almas de los demás. Aferraos de Jesús, y obraréis diligentemente las obras de Cristo, y recibiréis finalmente la recompensa eterna (Sons and Daughters of God, p. 118; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 120).

Pedro guardaba viva en su corazón la esperanza del regreso de Cristo, y aseguró a la iglesia del infalible cumplimiento de la promesa del Salvador: «Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo”. Juan 14:3. Para los atribulados y fieles la venida de Cristo iba a parecer muy demorada, pero el apóstol les aseguró: «El Señor no tarda su promesa, como algunos la tienen por tardanza… Mas el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella están serán quemadas». 2 Pedro 3:9, 10 (Los hechos de los apóstoles, pp. 427, 428).


Martes 15 de noviembre__________________________________________________

“YO LE RESUCITARÉ”

En uno de sus milagros, Jesús había alimentado a cinco mil personas con solo una pequeña cantidad de pan y pescado (Juan 6:1-14). Al darse cuenta de que la multitud tenía la intención de proclamarlo rey (Juan 6:15), Jesús navegó con sus discípulos al otro lado del mar de Galilea. Pero, al día siguiente, la multitud lo siguió hasta allí, donde él pronunció su poderoso sermón sobre el Pan de vida, con especial énfasis en el don de la vida eterna (Juan 6:22-59).

Lee Juan 6:26 al 51. ¿Cómo relacionó Jesús el don de la vida eterna con la resurrección final de los justos?

Juan 6:26-51

26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan. 35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. 41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? 43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

En su sermón, Jesús destacó tres conceptos básicos en cuanto a la vida eterna. En primer lugar, se identificó como “el pan […] que descendió del cielo y da vida al mundo” (Juan 6:33, 58). Al declarar “Yo soy [griego egō eimi] el pan de vida” (Juan 6:35, 48), Jesús se presentó como el gran “YO SOY” del Antiguo Testamento (Éxo. 3:14). En segundo lugar, Jesús explicó que podemos obtener vida eterna en él: “El que a mí viene” y “el que en mí cree” tendrá esta bendición (Juan 6:35). Y finalmente, Jesús vinculó el don de la inmortalidad con la resurrección final, al asegurar tres veces a su audiencia: “Y yo le resucitaré en el día postrero” (Juan 6:40, 44, 54).

Jesús también hizo esta asombrosa promesa: “De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna” (Juan 6:47). Por lo tanto, el don de la vida eterna ya es una realidad presente. Pero esto no significa que el creyente nunca morirá, porque la misma expresión “le resucitaré” (Juan 6:40) implica volver a vivir después de haber estado muerto.

La imagen es clara. Sin Cristo, no tenemos vida eterna. Pero, aun después de aceptar a Cristo y tener la seguridad de la vida eterna, por ahora continuamos siendo mortales y, por ende, sujetos a la muerte natural. En la Segunda Venida, Jesús nos resucitará, y en ese mismo momento nos dará el don de la inmortalidad, que ya era nuestro. La garantía de este don no proviene de una supuesta inmortalidad natural del alma, sino de la justicia de Jesús que recibimos por la fe en él.

¡Medita sobre las palabras de Jesús de que, si crees en él, tienes (ahora mismo) vida eterna! Esta maravillosa promesa, ¿cómo puede ayudarte a afrontar la dolorosa realidad de nuestra mortalidad actual, aunque solo sea temporal?

 ESPÍRITU DE PROFECÍA

Muchos suponen que al seguir a Cristo estarán obligados a ser melancólicos y tristes porque se les requiere que se nieguen a sí mismos los placeres y locuras en que se complace el mundo. El cristiano viviente estará lleno de alegría y paz, porque vive como viendo al Invisible, y los que buscan a Cristo en su verdadero carácter tienen en su interior los elementos de vida eterna porque son participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que hay en el mundo debido a la concupiscencia. Jesús dijo: «Esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero». Juan 6:39, 40 (Mensajes selectos, t. 1, p. 159).

Cristo se hizo carne con nosotros, a fin de que pudiésemos ser espíritu con él. En virtud de esta unión hemos de salir de la tumba, no simplemente como manifestación del poder de Cristo, sino porque, por la fe, su vida ha llegado a ser nuestra. Los que ven a Cristo en su verdadero carácter, y le reciben en el corazón, tienen vida eterna. Por el Espíritu es como Cristo mora en nosotros; y el Espíritu de Dios, recibido en el corazón por la fe, es el principio de la vida eterna (El Deseado de todas las gentes, p. 352).

Los que permitan que Dios obre en ellos, crecerán hasta la estatura plena de hombres y mujeres en Cristo Jesús. Cada facultad de su mente y cuerpo se usará en el servicio de Dios… Él tiene maravillosas bendiciones que dar a los que lo reciban. Es poderoso en fortaleza y admirable en consejo. Por la ministración del Espíritu Santo, habla para imprimir su imagen en nuestro carácter. Si nos alimentamos de él, nos convertiremos en nuevas criaturas en Cristo Jesús. Las virtudes de un verdadero carácter cristiano, las excelencias que se revelan en el carácter de Cristo se verán en la vida nacida del Espíritu. El hombre, con su naturaleza humana, se volverá participante de la Divinidad. El poder de Cristo santificará cada parte del ser, difundiendo vida, actividad y salud a todo el ser y produciendo eficiencia espiritual (A fin de conocerle, pp. 106, 107).


Miércoles 16 de noviembre_______________________________________________

AL SONIDO DE LA TROMPETA

Los tesalonicenses estaban convencidos de que se concedería vida eterna exclusivamente a quienes permanecieran vivos hasta la Segunda Venida. “Habían protegido cuidadosamente la vida de sus amigos para que no murieran y perdieran la bendición que ellos esperaban recibir al venir su Señor. Pero sus amados, uno tras otro, les habían sido arrebatados; y con angustia los tesalonicenses habían mirado por última vez los rostros de sus muertos, atreviéndose apenas a esperar encontrarlos en la vida futura” (HAp 212).

Lee 1 Tesalonicenses 4:13 al 18. ¿Cómo corrigió Pablo este concepto erróneo?

1 Tesalonicenses 4:13-18

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Existe una tendencia histórica a leer en la expresión “traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él” (1 Tes. 4:14) más de lo que dice el texto. Muchos que aceptan la teoría de la inmortalidad natural del alma sugieren que Cristo, en su segunda venida, traerá consigo del cielo las almas de los justos muertos que ya están allí con Dios, para que esas almas pueden reunirse con sus respectivos cuerpos resucitados. Pero esa interpretación no armoniza con las enseñanzas generales de Pablo sobre el tema.

Lee las palabras de este teólogo no adventista sobre el verdadero significado de este versículo: “La razón por la que los cristianos tesalonicenses pueden tener esperanza mientras lloran por los miembros muertos de su iglesia es que Dios los ‘traerá’, es decir, resucitará a estos creyentes fallecidos y hará que estén presentes en el regreso de Cristo, de modo que estarán ‘con Jesús’. La implicación es que estos creyentes fallecidos no tendrán ningún tipo de desventaja en la parusía de Cristo, sino que estarán ‘con Jesús’ de tal manera que compartirán por igual con los creyentes vivos la gloria vinculada con su regreso” (J. A. D. Weima, 1–2 Thessalonians, Baker Exegetical Commentary on the New Testament, p. 319).

Si las almas de los justos muertos ya estuvieran con el Señor en el cielo, Pablo no hubiese necesitado mencionar la resurrección final como la esperanza cristiana; podría haber mencionado que los justos ya estaban con el Señor. Sin embargo, explica que “los que durmieron en él” (1 Tes. 4:14) resucitarían de entre los muertos al final de los tiempos.

La esperanza en la resurrección final llevó consuelo a los afligidos tesalonicenses. La misma esperanza puede ayudarnos a afrontar con seguridad los dolorosos momentos en los que las frías garras de la muerte nos arrebatan a nuestros seres queridos.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando Jesús estaba a punto de dejar a sus discípulos, no les dijo que irían pronto a reunírsele. «Voy a prepararos el lugar -les dijo—. Y si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo». Juan 14:2, 3 (VM). Y San Pablo nos dice además que «el mismo Señor con aclamación, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero: luego nosotros, los que vivimos, los que quedamos, juntamente con ellos seremos arrebatados en las nubes a recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor». Y agrega: «Por tanto, consolaos los unos a los otros en estas palabras. 1 Tesalonicenses 4:16-18… San Pablo recuerda a sus hermanos la futura venida del Señor, cuando las losas de las tumbas serán rotas y «los muertos en Cristo» resucitarán para la vida eterna (El conflicto de los siglos, pp. 535, 536).

Para el creyente, Cristo es la resurrección y la vida. En nuestro Salvador, la vida que se había perdido por el pecado es restaurada; porque él tiene vida en sí mismo para vivificar a quienes él quiera. Está investido con el derecho de dar la inmortalidad. La vida que él depuso en la humanidad, la vuelve a tomar y la da a la humanidad.

Cuando Cristo venga para reunir consigo a los que han sido fieles, resonará la Última trompeta y toda la tierra la oirá, desde las cumbres de las más altas montañas hasta las más bajas depresiones de las minas más profundas. Los muertos justos oirán el sonido de la última trompeta, y saldrán de sus tumbas para ser revestidos de inmortalidad y para encontrarse con su Señor (The Faith I Live By, p. 183; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 185, y en Eventos de los últimos días, p. 281).

[Todos los justos muertos] se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud… La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal. Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba. Reintegrados en su derecho al árbol de la vida los redimidos crecerán hasta la perfecta medida de la raza humana en su gloria primitiva.

Los justos vivos son mudados «en un momento, en un abrir de ojo». A la voz de Dios fueron glorificados; ahora son hechos inmortales, y juntamente con los santos resucitados son arrebatados para recibir a Cristo, su Señor, en los aires. Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la muerte tenía separados desde largo tiempo, se reúnen para no separarse más, y con cantos de alegría suben juntos a la ciudad de Dios. En su segunda venida todos los preciosos muertos, desde el justo Abel hasta el último santo que muera, serán despertados a la vida gloriosa e inmortal (The Faith I Live By, p. 183; parcialmente en La fe por la cual vivo, p. 185).


Jueves 17 de noviembre__________________________________________________

EL ENCUENTRO ETERNO

 Lee 1 Corintios 15:51 al 55. ¿Qué “misterio” (1 Cor. 15:51) está explicando Pablo?

1 Corintios 15:51-55

 51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?

Algunos predicadores populares sugieren que este “misterio” (1 Cor. 15:51) es el “rapto secreto” de la iglesia, que ocurrirá siete años antes de la gloriosa segunda venida de Cristo. En este “rapto secreto”, los cristianos fieles son llevados al cielo en forma repentina, silenciosa y secreta, mientras que todos los demás permanecen aquí preguntándose qué les sucedió. Hay gente que podría ir en un automóvil y de repente descubrir que se quedó sin conductor, porque este fue arrebatado al cielo, y todo lo que “queda es su ropa”. La exitosa saga Left Behind [Dejados atrás], de 16 tomos, que se convirtió en cuatro películas, promovía esta falsa enseñanza, y expuso a millones a ella.

Por supuesto, ningún pasaje bíblico respalda una distinción tan artificial entre el rapto y la Segunda Venida. El “misterio” al que se refiere Pablo es simplemente la transformación de los justos vivos, que se unen a los justos resucitados en la segunda venida de Cristo. Este es el “rapto”. No hay un “rapto secreto” porque la Segunda Venida será visible para todos los seres humanos vivientes (Apoc. 1:7). Y, tanto la resurrección de los muertos como la transformación de los vivos ocurrirán al sonido de la trompeta en la venida de Cristo (1 Cor. 15:51, 52).

La segunda venida de Cristo dará lugar al encuentro más asombroso que jamás haya existido. Los justos vivos son transformados “en un momento, en un abrir y cerrar de ojos” (1 Cor. 15:52). A la voz de Dios, son glorificados; ahora se vuelven inmortales, y con los santos resucitados son arrebatados para encontrarse con su Señor en el aire. Los ángeles “juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mat. 24:31).

“Santos ángeles llevan niñitos a los brazos de sus madres. Amigos, a quienes la muerte separó por largo tiempo, se reúnen para no separarse nunca más, y con cantos de júbilo ascienden juntos a la ciudad de Dios” (CS 628).

Esta es una promesa tan asombrosa, algo tan diferente de todo lo que conocemos, que es difícil de comprender. Pero, piensa en la inmensidad del cosmos, así como en la increíble complejidad de la vida aquí. La Creación misma da testimonio del asombroso poder de Dios. ¿Qué nos enseña todo esto sobre el poder de Dios para transformar a los vivos y resucitar a los muertos en la segunda venida de Jesús?

 ESPÍRITU DE PROFECÍA

El dador de la vida viene para quebrantar las cadenas de la tumba. Traerá consigo a los cautivos y proclamará: «Yo soy la resurrección y la vida». Juan 11:25. Allí está en pie la hueste de los resucitados. El último pensamiento fue el de la muerte y sus agonías. Los últimos pensamientos que ellos tuvieron eran acerca de la tumba, pero ahora proclaman: ‘¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 1 Corintios 15:55. Las agonías de la muerte fueron las Últimas cosas que sintieron…

Cuando ellos despierten, todos los dolores habrán pasado. «¿Donde [está] oh, sepulcro, tu victoria?» Aquí están en pie, se coloca sobre ellos el toque final de la inmortalidad, y ascienden a encontrarse con el Señor en el aire. Los portales de la ciudad de Dios giran sobre sus goznes, y las naciones que han guardado la verdad entran (Mensajes selectos, t. 3, pp. 492, 493).

Cuando Cristo vuelva a la tierra, los hombres no le verán como preso rodeado por una turba. Le verán como Rey del cielo. Cristo volverá en su gloria, en la gloria de su Padre y en la gloria de los santos ángeles. Miríadas y miríadas, y miles de miles de ángeles, hermosos y triunfantes hijos de Dios que poseen una belleza y gloria superiores a todo lo que conocemos, le escoltarán en su regreso. Entonces se sentará sobre el trono de su gloria y delante de él se congregarán todas las naciones. Entonces todo ojo le verá y también los que le traspasaron. En lugar de una corona de espinas, llevará una corona de gloria, una corona dentro de otra corona. En lugar de aquel viejo manto de grana, llevará un vestido del blanco más puro, «tanto que ningún lavador en la tierra los puede hacer tan blancos». Marcos 9:3. Y en su vestidura y en su muslo estará escrito un nombre: «Rey de reyes y Señor de señores». Apocalipsis 19: 16 (El Deseado de todas las gentes, pp. 688, 689).

Cristo va a venir en las nubes y con grande gloria. Le acompañará una multitud de ángeles resplandecientes. Vendrá para resucitar a los muertos y para transformar a los santos vivos de gloria en gloria. Vendrá para honrar a los que le amaron y guardaron sus mandamientos, y para llevarlos consigo. No los ha olvidado ni tampoco ha olvidado su promesa. Volverán a unirse los eslabones de la familia. Cuando miramos a nuestros muertos, podemos pensar en la mañana en que la trompeta de Dios resonará, cuando «los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados». 1 Corintios 15:52. Aun un poco más, y veremos al Rey en su hermosura. Un poco más, y enjugará toda lágrima de nuestros ojos. Un poco más, y nos presentará «delante de su gloria irreprensibles, con grande alegría». Judas 24. Por lo tanto, cuando dio las señales de su venida, dijo: «Cuando estas cosas comenzaren a hacerse, mirad, y levantad vuestras cabezas, porque vuestra redención está cerca». Lucas 21:28 (El Deseado de todas las gentes, P. 586).


Viernes 18 de noviembre_________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Elena de White, Los hechos de los apóstoles, “Las cartas a los tesalonicenses”, pp. 191-200; Llamamiento a alcanzar una norma más alta”, pp. 231-240.

“Los romanos”, escribió Stephen Cave, “eran muy conscientes de la creencia de los cristianos de que algún día resucitarían físicamente de la tumba, y hacían todo lo posible para burlarse y obstaculizar esas esperanzas. Un informe de una persecución en la Galia en 177 d.C. registra que a los mártires primeramente los ejecutaban, luego dejaban pudrir los cadáveres sin enterrar durante seis días antes de quemarlos y arrojar las cenizas al río Ródano: ‘Ahora veamos si resucitan’, se informa que decían los romanos” (S. Cave, Immortality: The Quest to Live Forever and How It Drives Civilization, pp. 104, 105).

Esta pequeña lección objetiva sobre escepticismo teológico, aunque es dramática, no viene al caso; no demostró nada sobre la promesa bíblica de la resurrección. El Poder que resucitó a Jesús de entre los muertos también puede hacer lo mismo por nosotros, independientemente del estado en que se encuentre nuestro cuerpo. Al fin y al cabo, si ese mismo Poder creó el cosmos infinito y lo sostiene, ciertamente podría transformar a los vivos y resucitar a los muertos.

‘También traerá Dios con él a los que durmieron en Jesús’, escribió Pablo. Muchos interpretan este pasaje como si significara que los que duermen serán traídos con Cristo desde el cielo, pero según Pablo, como Cristo se levantó de los muertos, así Dios traerá de sus tumbas a los santos que durmieron, y los llevará con él al cielo. ¡Qué precioso consuelo! ¡Qué gloriosa esperanza!, no solo para la iglesia de Tesalónica, sino también para todos los cristianos dondequiera que estén” (HAp 194).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  • Alguien dijo: “La muerte acaba contigo. […] La aniquilación total, que no deja vestigios de nada, contribuye en gran medida a destruir el significado de la vida”. Y tiene razón. Entonces, ¿qué esperanza tenemos contra ese sinsentido en nuestra vida?
  • ¿Cómo podemos armonizar la necesidad de crecer hacia la perfección (Fil. 3:12–16) con el hecho de que solo en la segunda venida de Cristo recibiremos una naturaleza incorruptible y sin pecado (1 Cor. 15:50–55)?
  • ¿Cómo podríamos ayudar a alguien atrapado en la idea del “rapto secreto” a ver por qué esta enseñanza es incorrecta?
  • Vuelve a leer 1 Corintios 15:12 al 19. Estos versículos ¿qué poderosa evidencia presentan de la enseñanza de que los muertos duermen, y no están arriba, en el cielo, con Jesús? ¿Qué sentido tienen estos versículos, si los justos muertos efectivamente estuvieran en el cielo con Jesús ahora?

 

TEXTOS EN LA BIBLIA QUE HABLAN DE LA RESURRECCION

 

Dichosos y santos los que tienen parte en la primera resurrección. La segunda muerte no tiene poder sobre ellos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años.

Apocalipsis 20:6

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso.  Apocalipsis 1:7

16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

1ra Tesalonicenses 4

Domingo

ESPERANZA MÁS ALLÁ DE ESTA VIDA

EL PRIMER GRAN EJEMPLO DE LA RESURRECCIÓN ES MOISÉS

MOISÉS FUE RESUCITADO EL MISMO DÍA ANTES DE VER LA MUERTE

{Moisés pasó por la muerte, pero Miguel descendió y le dio vida antes que su cuerpo viera corrupción. Satanás trató de retener ese cuerpo, pretendiendo que le pertenecía; pero Miguel lo resucitó y lo llevó al cielo. El enemigo se quejó amargamente contra Dios, acusándolo de injusto al permitir que le fuera arrebatada su presa; pero Cristo no reprendió a su adversario, a pesar de que el siervo de Dios había caído como resultado de sus tentaciones. Mansamente remitió el caso a su Padre: “El Señor te reprenda”. Judas 9.  La Historia de la Redención CAP. La transfiguración}

“En ningún pasaje de las Santas Escrituras se encuentra la declaración de que los justos reciban su recompensa y los malos su castigo en el momento de la muerte…. La Biblia enseña a las claras que los muertos no van inmediatamente al cielo. Se les representa como si estuvieran durmiendo hasta el día de la resurrección. El día mismo en que se corta el cordón de plata y se quiebra el tazón de oro, perecen los pensamientos de los hombres. Los que bajan a la tumba permanecen en el silencio. Nada saben de lo que se hace bajo el sol. ¡Descanso bendito para los exhaustos justos! Largo o corto el tiempo, no les parecerá más que un momento. Duermen hasta que la trompeta de Dios los despierte para entrar en una gloriosa inmortalidad. ‘Porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles…. Porque es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y que este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces será verificado el dicho que está escrito: ¡Tragada ha sido la muerte victoriosamente!’ En el momento en que sean despertados de su profundo sueño, reanudarán el curso de sus pensamientos interrumpidos por la muerte. La última sensación fue la angustia de la muerte. El último pensamiento era el de que caían bajo el poder del sepulcro. Cuando se levanten de la tumba, su primer alegre pensamiento se expresará en el hermoso grito de triunfo: ‘¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿dónde está, oh sepulcro, tu victoria?’”—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 605

LA PROFECIA DE JACOB CON RESPECTO A JESÚS

“No será quitado el cetro de Judá, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Siloh; y a él se congreguen los pueblos”. Esta profecía fue pronunciada por Jacob cuando agonizaba y estaba dirigida a sus hijos. Pesó en las generaciones futuras y se cumplió únicamente en la venida de Cristo. Él es el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra profesión. El cetro es el bastón de mando que portaban los jefes y gobernantes como un signo de su autoridad… “No será quitado el cetro de Judá”. La insignia de su estatus de tribu habría de permanecer. No dejaría Judá de ser una tribu distinguida hasta la venida de Siloh… Y mantendría la supremacía a través de todas sus adversidades hasta la primera venida de Cristo. Sería una tribu bien definida hasta la venida de Siloh.

Esta profecía del agonizante Jacob fue emitida casi mil setecientos años antes de la muerte de Cristo. Cristo mismo habría de descorrer el velo que el ojo profético de Jacob había trazado de la historia de su progenie.. El vio un maravilloso Consejero que surgiría en medio de esta tribu. Era la simiente prometida, Siloh, el Enviado de Dios, que habría de establecer el reino espiritual. Jacob vio el momento cuando el cetro ya no estaría más en las manos de Judá. Ahora las naciones se reunirían bajo el estandarte de Cristo. Cuando los judíos se presentaron ante Pilato para asegurar la condena de Jesús, le dijeron: “No tenemos más rey que César”. Y, de este modo, confesaron que el cetro ya no estaba en manos de Judá.—Manuscrito 110, 1897.

12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres.

1 Corintios  15

Lunes

“VENDRÉ OTRA VEZ”

EN EL ANTIGUO TESTAMENTO ERA LA INCERTIDUMBRE DE UN SALVADOR

EN EL NUEVO TESTAMENTO EN LA INCERTIDUMBRE DE UN SALVADOR

DIOS TIENE UNA PACIENCIA ESPECIAL A LOS QUE VIVIMOS EN LOS ÚLTIMOS DÍAS

Así pasó también con los ángeles que rechazaron y abandonaron el lugar de honor que Dios les había dado. Dios los tiene atados para siempre con cadenas, y están encerrados en lugares oscuros, hasta que llegue el gran día del juicio final.  JUDAS 6 NTA

Y a los ángeles que no conservaron su señorío original, sino que abandonaron su morada legítima, los ha guardado en prisiones[h] eternas bajo tinieblas, para el juicio del gran día.

APOCALIPSIS 8 13

13 Y miré, y oí a un ángel volar por en medio del cielo, diciendo a gran voz: ¡Ay, ay, ay, de los que moran en la tierra, a causa de los otros toques de trompeta que están para sonar los tres ángeles!

APOCALIPSIS 9

9 El quinto ángel tocó la trompeta, y vi una estrella que cayó del cielo a la tierra; y se le dio la llave del pozo del abismo. Y abrió el pozo del abismo, y subió humo del pozo como humo de un gran horno; y se oscureció el sol y el aire por el humo del pozo. Y del humo salieron langostas sobre la tierra; y se les dio poder, como tienen poder los escorpiones de la tierra. Y se les mandó que no dañasen a la hierba de la tierra, ni a cosa verde alguna, ni a ningún árbol, sino solamente a los hombres que no tuviesen el sello de Dios en sus frentes. Y les fue dado, no que los matasen, sino que los atormentasen cinco meses; y su tormento era como tormento de escorpión cuando hiere al hombre. Y en aquellos días los hombres buscarán la muerte, pero no la hallarán; y ansiarán morir, pero la muerte huirá de ellos.

El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas; tenían cabello como cabello de mujer; sus dientes eran como de leones; tenían corazas como corazas de hierro; el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; 10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones; y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses. 11 Y tienen por rey sobre ellos al ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.[a]

Habrá de la tardanza

MILES DE ADVENTISTAS SE HAN SALIDO DE LA IGLESIA

Una cosa es cierta: los adventistas del séptimo día que adoptan su posición bajo la bandera de Satanás, primero abandonarán su fe en las advertencias y reproches contenidos en los testimonios del Espíritu de Dios.—Mensajes Selectos 3:93 (1903).

El último engaño de Satanás se hará para que no tenga efecto el testimonio del Espíritu de Dios. “Sin profecía el pueblo será disipado”. Proverbios 29:18 (V. Valera). Satanás trabajará hábilmente en diferentes formas y mediante diferentes instrumentos para perturbar la confianza del pueblo remanente de Dios en el testimonio verdadero.—Mensajes Selectos 1:54-55 (1890).

Conforme vaya acercándose la tempestad, muchos que profesaron creer en el mensaje del tercer ángel, pero que no fueron santificados por la obediencia a la verdad, abandonarán su fe, e irán a engrosar las filas de la oposición.—Seguridad y Paz en el Conflicto de los Siglos, 666 (1911).

Nuevos conversos tomarán el lugar de los que salgan

En el zarandeo, algunos fueron dejados al lado del camino. Los descuidados e indiferentes que no se unieron con quienes apreciaban la victoria y la salvación lo bastante para perseverar en anhelarlas orando angustiosamente por ellas, no las obtuvieron, y quedaron rezagados en las tinieblas, y sus sitios fueron ocupados en seguida por otros, que se unían a las filas de quienes habían aceptado la verdad.—Primeros Escritos, 271 (1858).

Las filas raleadas serán llenadas por aquellos a quienes Cristo representó como viniendo a la undécima hora. Hay muchos con quienes el Espíritu de Dios está contendiendo. El tiempo de los juicios destructores de Dios es el tiempo de la misericordia para aquellos que [hasta el momento] no han tenido oportunidad de aprender qué es la verdad. El Señor los mira con ternura. Su corazón misericordioso se conmueve, su mano todavía se extiende para salvar, mientras la puerta se cierra para aquellos que no quisieron entrar. Será admitido un gran número de los que en los últimos días oirán la verdad por primera vez.—Carta 103, 1903.

Estandarte tras estandarte quedaba arrastrando en el polvo, mientras que una compañía tras otra del ejército del Señor se unía al enemigo, y tribu tras tribu de las filas del enemigo se unía con el pueblo de Dios observador de los mandamientos.—Joyas de los Testimonios 3:224 (1904).

LA TARDANZA

¡Oh, quién podrá describirnos los lamentos que se levantarán cuando, en el límite que divide el tiempo y la eternidad, el Juez justo alce su voz y diga: “Es demasiado tarde”! Largo tiempo han permanecido abiertas las amplias puertas del cielo y los mensajeros celestes han invitado y suplicado: “Y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente”. “Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones”. Pero al fin se publica el mandato: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía”.

La puerta del cielo se cierra, y cesa la invitación para la salvación. En el cielo se dice: “Consumado es”. Ese tiempo no está lejano. Os ruego que hagáis obra segura para la eternidad, que os aferréis de la esperanza puesta ante vosotros en el Evangelio. Esforzaos por entrar por la puerta angosta, porque si sólo aspiráis a entrar no podréis hacerlo.

El Cristo Triunfante 13 de marzo

“Dios no nos ha revelado el tiempo cuando este mensaje (del tercer ángel) terminará, o cuando llegará a su fin el tiempo de gracia…. Me han llegado cartas preguntando si he recibido luz especial acerca del tiempo en que terminará la gracia; y he contestado que sólo tengo un mensaje: Que ahora es el tiempo de trabajar mientras el día dura, porque la noche viene cuando nadie puede obrar.”—The Review and Herald, 9 de Octubre de 1894.

Muchos, muchísimos, serán terriblemente sorprendidos cuando el Señor venga súbitamente como ladrón en la noche. Velemos y oremos, no sea que venga de repente y nos encuentre durmiendo. Mi alma se conmueve profundamente cuando considero cuánto tenemos que hacer por las almas que perecen.

Carta 12, del 23 de enero de 1897, dirigida al “Hermano y la hermana Nicola”. (Alza tus Ojos – 23 de Enero).

“El Dios que lee lo que hay en el corazón de cada uno, sacará a luz cosas ocultas … para eliminar las piedras de tropiezo que han estorbado el progreso de la verdad, a fin de que Dios tenga un pueblo limpio y santo que declare sus estatutos y juicios.”—Joyas de los Testimonios 1:131.

LOS MOMENTOS DE NUESTRA CRISIS

MUCHAS VECES LAS RECONOCEMOS, OTRAS VECES NO

Pedro y Esau

Jacob había oído a su madre referirse a la indicación divina de que él recibiría la primogenitura, y desde entonces tuvo un deseo indecible de alcanzar los privilegios que ésta confería… El objeto de sus anhelos era la primogenitura espiritual. Tener comunión con Dios, como el justo Abrahán, ofrecer el sacrificio expiatorio por su familia, ser el progenitor del pueblo escogido y del Mesías prometido, y heredar las posesiones inmortales que estaban contenidas en las bendiciones del pacto: éstos eran los honores y prerrogativas que encendían sus deseos más ardientes. … El Cristo Triunfante 18 de marzo

Recuerde el caso de Esaú. Él pasó la crisis de su vida sin saberlo. Lo que consideró como un asunto apenas digno de un pensamiento, fue el acto que reveló los rasgos predominantes de su carácter. Mostró su elección, su verdadera estima de lo que era sagrado y que debiera haber sido apreciado como sagrado. Vendió su primogenitura por la pequeña complacencia de satisfacer su deseo del momento, y eso determinó el curso posterior de su vida. Para Esaú, un bocado de comida valía más que el servicio de su Maestro.—Carta 5, 1877.

 

Martes

“YO LE RESUCITARÉ”

26 Respondió Jesús y les dijo: De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. 27 Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a este señaló Dios el Padre. 28 Entonces le dijeron: ¿Qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? 29 Respondió Jesús y les dijo: Esta es la obra de Dios, que creáis en el que él ha enviado. 30 Le dijeron entonces: ¿Qué señal, pues, haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obra haces? 31 Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer. 32 Y Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: No os dio Moisés el pan del cielo, mas mi Padre os da el verdadero pan del cielo. 33 Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 34 Le dijeron: Señor, danos siempre este pan.

35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. 36 Mas os he dicho, que aunque me habéis visto, no creéis. 37 Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y al que a mí viene, no le echo fuera. 38 Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. 39 Y esta es la voluntad del Padre, el que me envió: Que de todo lo que me diere, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. 40 Y esta es la voluntad del que me ha enviado: Que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero.

41 Murmuraban entonces de él los judíos, porque había dicho: Yo soy el pan que descendió del cielo. 42 Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo, pues, dice este: Del cielo he descendido? 43 Jesús respondió y les dijo: No murmuréis entre vosotros. 44 Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero. 45 Escrito está en los profetas: Y serán todos enseñados por Dios. Así que, todo aquel que oyó al Padre, y aprendió de él, viene a mí. 46 No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios; este ha visto al Padre. 47 De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna. 48 Yo soy el pan de vida. 49 Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. 50 Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. 51 Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

JUAN 6

Miércoles 16 de noviembre

AL SONIDO DE LA TROMPETA

Los tesalonicenses y sus muertos

Jueves 17 de noviembre

EL ENCUENTRO ETERNO

El rapto secreto

“La resurrección de Jesús fue una muestra de la resurrección final de todos los que duermen con él. El cuerpo resucitado del Salvador, su semblante, el acento de su voz, eran familiares a sus seguidores. De la misma manera se levantarán los que duermen en Jesús. Conoceremos a nuestros amigos del mismo modo como los discípulos conocieron a Jesús. Pueden haber estado deformados, enfermos o desfigurados en esta vida mortal; no obstante en su cuerpo resucitado y glorificado se conservará perfectamente su identidad individual y reconoceremos, en el rostro radiante con la luz reflejada del rostro de Jesús, los rasgos de los que amamos.”—The Spirit of Prophecy 3:219.

“Nos recibirá con honores. Se nos entregará una corona de vida que nunca perderá su resplandor.”—The Signs of the Times, 9 de julio de 1902.

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“Es a media noche cuando Dios manifiesta su poder para librar a su pueblo. Sale el sol en todo su esplendor. Sucédanse señales y prodigios con rapidez. Los malos contemplan la escena con terror y asombro, mientras los justos se deleitan en comprobar las señales de su liberación. La naturaleza entera parece trastornada. Los ríos dejan de correr. Nubes negras y pesadas se levantan y chocan unas con otras. En medio de los cielos conmovidos hay un espacio claro de gloria indescriptible, de donde baja la voz de Dios semejante al ruido de muchas aguas, diciendo: ‘¡Hecho está!’ FV 184.2  {La Fe por la cual Vivo}

“Esa misma voz sacude los cielos y la tierra. Síguese un gran terremoto…. Toda la tierra se alborota e hincha como las olas del mar. Su superficie se raja…. FV 184.3  {La Fe por la cual Vivo}

“Los sepulcros se abren…. Todos los que han muerto en la fe del mensaje del tercer ángel, salen glorificados de la tumba para oír la alianza de paz de Dios con los que han guardado su ley. ‘Los que le traspasaron,’ los que se mofaron y se rieron de la agonía de Cristo y los enemigos más acérrimos de su verdad y de su pueblo, son resucitados para mirarle en su gloria y para ver el honor con que serán recompensados los fieles y obedientes…. FV 184.4  {La Fe por la cual Vivo}

“En la resurrección cada ser humano tendrá su propio carácter. Cuando llegue el tiempo, Dios llamará a los muertos inspirándoles el aliento de vida y devolviendo la vida a sus huesos secos.”—The S.D.A. Bible Commentary 6:1093.

“Se reanudarán los vínculos de la familia. Cuando contemplamos a nuestros amados muertos, pensemos en la mañana en que sonará la trompeta de Dios y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados.”—The Review and Herald, 22 de noviembre de 1906.

“Dios ha provisto un bálsamo para cada herida. Hay bálsamo en Galaad, hay un Médico allá. ¿No estudiaréis como nunca antes las Escrituras? Buscad al Señor pidiéndole sabiduría en cada emergencia. En cada prueba rogad a Jesús que os muestre un camino a través de vuestras dificultades; entonces vuestros ojos serán abiertos para ver el remedio y para aplicar en vuestro caso las promesas sanadoras que se registran en su Palabra. De este modo el enemigo no podrá conduciros al desaliento y la incredulidad; en cambio tendréis fe, esperanza y valor en el Señor. El Espíritu Santo os dará claro discernimiento para ver y apropiaros de cada bendición que obrará como un antídoto para el dolor, como una rama sanadora para cada sorbo amargo que es acercado a vuestros labios. Cada sorbo amargo se mezclará con el amor de Jesús y en vez de lamentaros con amargura comprenderéis que el amor y la gracia de Jesús están de tal manera mezclados con el dolor que éste se ha transformado en gozo santificado, sumiso y glorioso…. Cuando nos vemos obligados a beber de las aguas amargas apartémonos de lo amargo y contemplemos lo precioso y brillante.”—Selected Messages 2:273, 274.

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