Lección 11: Para el 13 de diciembre de 2025
MORANDO EN LA TIERRA
Sábado 6 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Josué 22; Efesios 6:7; Juan 7:24; Números 25; Proverbios 15:1; 1 Pedro 3:8, 9.
PARA MEMORIZAR:
“La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo” (Prov. 15:1, NVI).
La vida comunitaria puede originar disputas y tensiones. Esto es especialmente cierto en una comunidad como la iglesia, donde personas de diferentes orígenes, estratos sociales y culturas trabajan juntas por un propósito común.
Esta semana estudiaremos Josué 22 y un desafío que surgió de un gran malentendido entre el pueblo. Al principio del libro, Josué ordenó a las tribus del este que cruzaran el Jordán y participaran en la conquista junto con las tribus del oeste del Jordán (Jos. 1:12-18). Ahora que la tarea estaba cumplida, eran libres de regresar a su territorio. Sin embargo, en su camino de retorno, al llegar a los límites del Jordán, construyeron un altar que despertó preocupación entre las tribus del este.
¿Por qué es peligroso arribar a conclusiones apresuradas acerca del comportamiento de los demás? ¿Cómo podemos fomentar la unidad en la iglesia? ¿Por qué es importante tener presente el alcance más amplio de nuestra vocación y no dejarnos distraer por ella? Éstas son algunas de las cuestiones que abordaremos esta semana.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en el hogar. La obra de los padres es cimiento de toda otra obra. La sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón «mana la vida» (Proverbios 4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar.
La importancia y las oportunidades de la vida del hogar resaltan en la vida de Jesús. El que vino del cielo para ser nuestro ejemplo y maestro pasó treinta años formando parte de una familia en Nazaret. Poco dice la Biblia acerca de esos treinta años. Durante ellos no hubo milagros notables que llamaran la atención del pueblo. No hubo muchedumbres que siguieran con ansia los pasos del Señor o que prestaran oídos a sus palabras. Y no obstante, durante todos esos años el Señor desempeñaba su misión divina. Vivía como uno de nosotros, compartiendo la vida del hogar a cuya disciplina se sometía, cumpliendo los deberes domésticos y cargando con su parte de responsabilidad. Al amparo del humilde hogar, participando de las experiencias de nuestra suerte común, «Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres». Lucas 2:52.
Durante todos esos años de retiro, la vida del Señor fluyó en raudales de simpatía y servicio. Su desprendimiento y su paciencia, su valor y su fidelidad, su resistencia a la tentación, su paz inagotable y su dulce gozo eran una inspiración continua. Traía consigo al hogar un ambiente puro y dulce, y su vida fue como levadura activa entre los elementos de la sociedad. Nadie decía que había hecho un milagro; y sin embargo emanaba de él virtud: el poder restaurador y vivificante del amor que fluía hacia los tentados, los enfermos y los desalentados. Desde tierna edad, servía directamente a los demás, de modo que cuando inició su ministerio público, muchos le oyeron gozosos.
Los primeros años de la vida del Salvador son más que un ejemplo para la juventud. Son una lección, y deberían alentar a todos los padres. Los deberes para con la familia y para con los vecinos constituyen el primer campo de acción de los que quieran empeñarse en la elevación moral de sus semejantes. No hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar. Ninguna obra encomendada a seres humanos entraña consecuencias tan trascendentales como la de los padres y madres (El ministerio de curación, pp. 269, 270).
La misión del hogar se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser lección objetiva, que ponga de relieve la excelencia de los verdaderos principios de la vida… Mucho más poderosa que cualquier sermón predicado es la influencia de un verdadero hogar en los corazones y las vidas de los hombres. Al salir de semejante hogar paterno los jóvenes enseñarán las lecciones que en él hayan aprendido. De este modo penetrarán en otros hogares principios más nobles de vida, y una influencia regeneradora obrará en la sociedad (La fe por la cual vivo, 29 de septiembre, p. 280).
Domingo 7 de diciembre
COMPROMISO
Lee Josué 22:1-8. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca del compromiso de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés?
Josué 22:1-8
1 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, 2 y les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado. 3 No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios. 4 Ahora, pues, que Jehová vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio al otro lado del Jordán. 5 Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6 Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas. 7 También a la media tribu de Manasés había dado Moisés posesión en Basán; mas a la otra mitad dio Josué heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente; y también a estos envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido. 8 Y les habló diciendo: Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos.
Josué afirma que las tribus del otro lado del Jordán habían cumplido plenamente las obligaciones establecidas por Moisés y por él mismo, lo que había significado una importante dedicación y sacrificio en favor de la causa común de Israel. Lucharon junto a sus hermanos durante “todo este tiempo”, lo que en realidad significaba unos seis o siete años (comparar con Jos. 11:18; 14:10; Deut. 2:14). Sus esposas e hijos permanecieron al este del Jordán y, aún así, ellos decidieron luchar lealmente junto a sus hermanos, afrontando la amenaza de las heridas y la muerte en la guerra.
Estos versículos subrayan indirectamente la importancia de la unidad de la nación y de la tierra. También preparan el camino para la historia posterior, que en última instancia se refiere a la unidad. ¿Permanecerían las tribus israelitas unidas a pesar de la frontera natural que el Jordán representaba entre ellas? ¿Permitirían que la geografía definiera su identidad nacional o dejarían que su culto común al único Dios los preservara como su nación elegida, unida y fuerte bajo su conducción teocrática?
Josué expuso la única manera en que tal fidelidad había sido posible: no sirvieron a sus compatriotas israelitas, sino al propio Dios, que les encargó su misión.
Encontramos este mismo principio en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo exhortó a los cristianos a prestar su servicio como si trabajaran para Dios y no solo para los seres humanos (ver Efe. 6:7; Col. 3:23; 1 Tes. 2:4). ¿Qué vocación más elevada puede existir que la de trabajar para el Creador del universo?
A menudo enfrentamos desafíos y dificultades que pueden desanimarnos y tentarnos a abandonar la lucha. Sin embargo, podemos invocar el poder del Señor, quien promete estar con nosotros y nos capacita para hacer lo que nos pide. Si mantenemos nuestra vocación superior ante nosotros, podemos estar motivados para seguir adelante a pesar de los inevitables desafíos y desalientos que forman parte de nuestra existencia caída.
Josué 22:5 y 6 dice que Josué apeló a las tribus que regresaban a su territorio para que permanecieran fieles al Señor y las bendijo. ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones en la iglesia si oráramos más unos por otros?
Josué 22:5-6
5 Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6 Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Hubo ángeles que fueron expulsados del cielo porque no quisieron obrar en armonía con Dios. Cayeron de su elevada condición porque querían exaltarse a sí mismos. Habían llegado a esa situación porque se olvidaron de que su hermosura física y de carácter provenían del Señor Jesús. El hecho que los ángeles [caídos] querían ocultar era que Cristo es el unigénito Hijo de Dios, y por eso llegaron a la conclusión de que no tenían por qué consultar a Jesús.
Un ángel comenzó el conflicto y lo fomentó hasta que hubo rebelión entre los ángeles en las cortes celestiales. Se exaltaron debido a su belleza.
Todos deberían aprender su lección de esto, en el sentido de que son individualmente responsables ante Dios. Si aman a Dios con todo el corazón, serán sabios para la salvación. Harán su voluntad y su luz siempre será su gloria y no se apagará porque reconocen, temen y sirven a su Señor. La solemne obra que recae sobre cada ser consiste en considerar que es siervo de Jesucristo, solemnemente comprometido por sus votos bautismales a vestirse de la justicia de Cristo. ¿Seguiremos el ejemplo viviente del Señor Jesucristo?
Se me ha instruido que cada creyente debe velar en oración, para que no fracase en la batalla de la vida cristiana. Cada alma debiera buscar diariamente al Señor con un ferviente propósito de mañana, de tarde y de noche, para que la mente se espacie en la Palabra de Dios, con el fin de comprender sus requerimientos.
El asunto más importante consiste en servir al Señor con corazón indiviso, y tratar de ser, con el corazón y la mente, propiedad del Señor. Todos los que acudan al Salvador en procura de consejo recibirán la ayuda que necesitan, si vienen humildemente, y se aferran con firmeza de esta promesa: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». Mateo 7:7…
Levante las normas, mi hermano, comenzando con una entrega completa, y continuando con la sencilla obediencia a todos los mandamientos del Señor, de acuerdo con sus directivas especiales. No se debe descuidar ninguna de las cosas importantes especificadas en su Palabra (Cada día con Dios, 29 de abril, p. 126).
Lunes 8 de diciembre
ACUSACIONES
Lee en Josué 22:9-20 la historia de las tribus que regresaron. ¿Qué acusaciones hicieron las tribus del Jordán Occidental contra las del Jordán Oriental? ¿Hasta qué punto tenían fundamento esas acusaciones?
Josué 22:9-20
9 Así los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, se volvieron, separándose de los hijos de Israel, desde Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, de la cual se habían posesionado conforme al mandato de Jehová por conducto de Moisés. 10 Y llegando a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de grande apariencia. 11 Y los hijos de Israel oyeron decir que los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12 Cuando oyeron esto los hijos de Israel, se juntó toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos. 13 Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, 14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15 Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: 16 Toda la congregación de Jehová dice así: ¿Qué transgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová? 17 ¿No ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios hasta este día, por la cual vino la mortandad en la congregación de Jehová, 18 para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación de Israel. 19 Si os parece que la tierra de vuestra posesión es inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Jehová, en la cual está el tabernáculo de Jehová, y tomad posesión entre nosotros; pero no os rebeléis contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos altar además del altar de Jehová nuestro Dios. 20 ¿No cometió Acán hijo de Zera prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.
A diferencia del versículo 1, en el que las tribus del lado oriental son denominadas de la manera habitual (rubenitas, gaditas, etc.), aquí se utiliza una expresión diferente: “Los de Rubén”, “los de Gad” y “la media tribu de Manasés”, que contrasta con “los otros israelitas” (Jos. 22:11), por lo que representa una entidad diferente.
En la narración, la expresión “toda la congregación (de Israel)” se refiere solo a las nueve tribus y media del Jordán occidental, lo que subraya la ruptura que se produjo entre los dos grupos. De hecho, la cuestión que subyace en el relato es si las tribus del lado oriental del río podían ser consideradas israelitas.
Cabría esperar una conclusión apacible de la historia. Sin embargo, la tensión surgió cuando se informó que las tribus del este erigieron un altar junto al Jordán. El texto no ofrece aquí ninguna razón para tal iniciativa ni describe la función del altar o la actividad específica relacionada con él. La ambigüedad acerca del significado de este altar se acrecienta si observamos los recuerdos del primer cruce del Jordán, en los capítulos 3 y 4, donde todo Israel entró por la ribera del Jordán para cruzar el río hacia Canaán. En esta ocasión, una parte de Israel llegó hasta el Jordán para cruzar el río en dirección opuesta.
En ambos casos fue erigida una estructura de piedras. La primera servía de monumento conmemorativo, mientras que la segunda es percibida como un impresionante altar. La pregunta que inevitablemente viene a la mente es: “¿Qué significan estas piedras?” (comparar con Jos 4:6, 22). ¿Fue este altar construido para realizar allí sacrificios o es solo un monumento conmemorativo? ¿Estaban estas otras tribus empezando a caer en la apostasía?
El hecho de no consultar con Josué, Eleazar o los líderes de las tribus dio lugar a un malentendido que pudo desembocar en un terrible conflicto.
¿A qué se refieren Jesús y Pablo cuando nos exhortan a no juzgar a los demás? Lee Luc. 6:37; Juan 7:24; 1 Cor. 4:5. ¿Por qué es tan fácil arribar a conclusiones erróneas acerca de las motivaciones de otras personas?
Lucas 6:37
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
Juan 7:24
24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
1 Corintios 4:5
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Las dos tribus y media habían cometido un error al llevar a cabo, sin explicación alguna, un acto susceptible de tan graves sospechas. Los embajadores, dando por sentado que sus hermanos eran culpables, les dirigieron reproches mordaces. Los acusaron de rebelarse contra Dios, y los invitaron a recordar cómo habían caído castigos sobre Israel por haberse juntado con Baal-peor. En nombre de todo Israel, Finees manifestó a los hijos de Gad y de Rubén que si no querían vivir en aquella tierra sin altar para el sacrificio, se les daba la bienvenida para que participaran en los bienes y privilegios de sus hermanos al otro lado del río.
En contestación, los acusados explicaron que el altar que habían erigido no era para ofrecer sacrificios, sino sencillamente para atestiguar que, a pesar de estar separados por el río, tenían la misma fe que sus hermanos de Canaán. Habían temido que en algún tiempo futuro podría suceder que sus hijos fuesen excluidos del tabernáculo, como quienes no tuviesen parte en Israel. Entonces este altar, erigido de conformidad con el modelo del altar de Jehová en Silo, atestiguaría que los fundadores y constructores de él adoraban también al Dios viviente.
Con gran regocijo los embajadores aceptaron esta explicación, y en seguida se volvieron para llevar las buenas noticias a los que los habían enviado. Toda idea de guerra fue desechada, y el pueblo unido se regocijó y alabó a Dios.
Los hijos de Gad y de Rubén grabaron entonces en su altar una inscripción que indicaba el objeto para el cual había sido erigido; y dijeron: «Porque es testimonio entre nosotros que Jehová es Dios». Así procuraron evitar futuras interpretaciones erróneas y eliminar cuanto pudiera ser causa de tentación.
¡Cuán a menudo provienen serias dificultades de una simple interpretación errónea, hasta entre aquellos que son guiados por los móviles más dignos! Y sin el ejercicio de la cortesía y la paciencia, ¡qué resultados tan graves y aun fatales pueden sobrevenir! Las diez tribus recordaban cómo, en el caso de Acán, Dios había reprendido la falta de vigilancia para descubrir los pecados que existían entre ellas. Ahora habían decidido obrar rápida y seriamente; pero al tratar de evitar su primer error, habían llegado al extremo opuesto. En vez de hacer una investigación cortés para averiguar los hechos del caso, se habían presentado a sus hermanos con censuras y condenación. Si los hombres de Gad y de Rubén hubieran respondido animados del mismo espíritu. la guerra habría sido el resultado (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 555-557).
Martes 9 de diciembre
PERSEGUIDOS POR EL PASADO
Lee nuevamente Josué 22:13-15 a la luz de Números 25. ¿Por qué los israelitas eligieron a Finees como jefe de la delegación enviada a las dos tribus y media?
Josué 22:13-15
13 Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, 14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15 Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo:
Números 25
1 Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, 2 las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. 3 Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. 4 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. 5 Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor. 6 Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. 7 Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; 8 y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. 9 Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil. 10 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: 11 Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. 12 Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; 13 y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel. 14 Y el nombre del varón que fue muerto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu de Simeón. 15 Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián. 16 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 17 Hostigad a los madianitas, y heridlos, 18 por cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado en lo tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi hija del príncipe de Madián, su hermana, la cual fue muerta el día de la mortandad por causa de Baal-peor.
Antes de dar pleno crédito a los rumores acerca de lo que podía ser interpretado como una declaración de independencia, las nueve tribus y media, denominadas dos veces como “los hijos de Israel”, enviaron una delegación para aclarar la intención y el significado del altar. La comitiva estaba encabezada por Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, quien sucedería a este tras su muerte (Jos. 24:33). Finees ya había adquirido cierta notoriedad como el sacerdote que puso fin al libertinaje de Israel en Baal Peor (Núm. 25).
“Lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de entre la congregación, tomó una lanza en su mano y fue tras el israelita a la tienda, y alanceó al hombre y a la mujer por sus vientres. Y cesó la mortandad de los israelitas” (Núm. 25:7, 8).
Finees seguramente tenía alguna influencia. Los otros emisarios eran representantes de las nueve tribus y media que estaban al oeste del Jordán, cada uno de ellos jefe de una familia (literalmente, “jefe de la casa de su padre”) de entre las tribus de Israel.
La delegación inició la acusación de sacrilegio y rebelión con la fórmula profética oficial “dice así”. La diferencia aquí fue que no era el Señor quien hablaba, sino “toda la congregación del Señor” (Jos. 22:16). La comitiva lanzó la acusación de que Israel había cometido prevaricación, traición y rebelión. El término traducido aquí como “transgresión” es la misma palabra hebrea que se utilizó para describir el pecado de Acán (Jos. 7:1) y que aparece varias veces en los cinco primeros libros de Moisés (por ejemplo, Lev. 5:15; 6:2; Núm. 5:6, 12). Los ejemplos de Acán y Baal Peor servían como precedentes: uno por traición y el otro por rebelión. También expresaban el temor de las nueve tribus y media de que el acto de construir un altar no autorizado condujera a la apostasía, la idolatría y la inmoralidad, lo que provocaría la ira del Señor sobre toda la nación.
Todos hemos tenido experiencias negativas que tienden a determinar nuestra manera de afrontar incidentes similares en el futuro. ¿Cómo puede la gracia de Dios ayudarnos a que esas experiencias pasadas no determinen la forma en que tratamos a nuestro prójimo en el presente?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Por consejo de Balaam, el rey de Moab decidió celebrar una gran fiesta en honor de sus dioses, y secretamente se concertó que Balaam indujera a los israelitas a asistir. Ellos le consideraban profeta de Dios, y no le fue difícil alcanzar su fin. Gran parte del pueblo se reunió con él para asistir a las festividades. Se aventuraron a pisar terreno prohibido y se enredaron en los lazos de Satanás. Hechizados por la música y el baile y seducidos por la hermosura de las vestales paganas, desecharon su lealtad a Jehová. Mientras participaban en la alegría y en los festines, el consumo de vino ofuscó sus sentidos y quebrantó las vallas del dominio propio. Predominó la pasión en absoluto; y habiendo contaminado su conciencia por la lascivia, se dejaron persuadir a postrarse ante los ídolos. Ofrecieron sacrificios en los altares paganos y participaron en los ritos más degradantes.
No tardó el veneno en difundirse por todo el campamento de Israel, como una infección mortal. Los que habían vencido a sus enemigos en batalla fueron vencidos por los ardides de mujeres paganas. La gente parecía atontada. Los jefes y hombres principales fueron los primeros en violar la ley, y fueron tantos los culpables que la apostasía se hizo nacional. «Allegóse el pueblo a Baal-peor». Véase Números 25. Cuando Moisés se dio cuenta del mal, la conspiración de sus enemigos había tenido tanto éxito que no solo estaban los israelitas participando del culto licencioso en el monte Peor, sino que comenzaban a practicarse los ritos paganos en el mismo campamento de Israel. El viejo adalid se llenó de indignación y la ira de Dios se encendió.
Las prácticas inicuas hicieron para Israel Io que todos los encantamientos de Balaam no habían podido hacer: lo separaron de Dios. Debido a los castigos que les alcanzaron rápidamente, muchos reconocieron la enormidad de su pecado. Estalló en el campamento una terrible pestilencia de la cual decenas de millares cayeron prestamente víctimas. Dios ordenó que quienes encabezaron esa apostasía fuesen ejecutados por los magistrados. La orden se cumplió inmediatamente. Los ofensores fueron muertos, y luego se colgaron sus cuerpos a la vista del pueblo, para que la congregación, al percibir la severidad con que eran tratados sus cabecillas, adquiriese un sentido profundo de cuánto aborrecía Dios su pecado y de cuán terrible era su ira contra ellos.
Todos creyeron que el castigo era justo, y el pueblo se dirigió apresuradamente al tabernáculo, y con lágrimas y profunda humillación confesó su gran pecado. Mientras lloraba así ante Dios a la puerta del tabernáculo y la plaga aun hacía su obra de exterminio, y los magistrados ejecutaban su terrible comisión, Zimri, uno de los nobles de Israel, vino audazmente al campamento, acompañado de una ramera madianita, princesa de una familia distinguida de Madián, a quien él llevó a su tienda. Nunca se ostentó el vicio más osada o tercamente. Embriagado de vino, Zimri publicó «su pecado como Sodoma», y se enorgulleció de lo que debiera haberle avergonzado. Los sacerdotes y los jefes se habían postrado en aflicción y humillación, llorando «entre la entrada y el altar» e implorando al Señor que perdonara a su pueblo y que no entregara su heredad al oprobio, cuando este príncipe de Israel hizo alarde de su pecado en presencia de la congregación, como si desafiara la venganza de Dios y se burlara de los jueces de la nación. Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, se levantó de entre la congregación, y asiendo una lanza, «fue tras el varón de Israel a la tienda», y lo mató a él y a la mujer. Así se detuvo la plaga y el sacerdote que había ejecutado el juicio divino fue honrado ante Israel, y el sacerdocio le fue confirmado a él y a su casa para siempre (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 484-486).
Miércoles 10 de diciembre
UNA RESPUESTA AMABLE
Lee Josué 22:21-29 a la luz de Proverbios 15:1. ¿Qué podemos aprender de la respuesta de las tribus orientales?
Josué 22:21-29
21 Entonces los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de Israel: 22 Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy. 23 Si nos hemos edificado altar para volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. 24 Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: ¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel? 25 Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová; y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejasen de temer a Jehová. 26 Por esto dijimos: Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni para sacrificio, 27 sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte en Jehová. 28 Nosotros, pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan a nosotros, o a nuestras generaciones en lo por venir, entonces responderemos: Mirad el símil del altar de Jehová, el cual hicieron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios, sino para que fuese testimonio entre nosotros y vosotros. 29 Nunca tal acontezca que nos rebelemos contra Jehová, o que nos apartemos hoy de seguir a Jehová, edificando altar para holocaustos, para ofrenda o para sacrificio, además del altar de Jehová nuestro Dios que está delante de su tabernáculo.
Proverbios 15:1
1 La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
La respuesta de los acusados, tan directa y contundente como la acusación, constituye el núcleo temático y estructural del capítulo. Las tribus no respondieron precipitadamente a las acusaciones esgrimidas contra ellas, sino que escucharon en silencio. Dada la gravedad de las acusaciones, su paciencia es ejemplar, ya que ilustra el verdadero significado del proverbio: “La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo” (Prov. 15:1, NVI).
La frase inicial de la defensa es una serie de nombres divinos atribuidos al Dios de Israel: “El Señor”, “Dios de los dioses”, “el Señor Todopoderoso” (Jos. 22:22). La lista se repite dos veces con fuerza creciente, pues se convierte en un juramento solemne para disipar las dudas y falsas acusaciones que casi condujeron a una guerra civil en Israel. Los acusados estaban firmemente convencidos de que Dios conocía y comprendía plenamente la situación, y esperaban que la delegación llegara a la misma conclusión. Las dos tribus y media también asumieron su responsabilidad ante el Señor invocando su castigo sobre ellos mismos en caso de que hubieran cometido la falta que se les atribuía (comparar con Deut. 18:19; 1 Sam. 20:16).
Seguidamente se produjo una sorprendente revelación que, por un lado, demostraba que la acusación carecía de fundamento (un altar no solo sirve para ofrecer sacrificios) y, por otro, revelaba su verdadera motivación. El temor a ser separados de Israel, no la apostasía, había sido la verdadera motivación de su acción. Por lo tanto, la construcción del altar no era una evidencia de apostasía, como se había supuesto. Por el contrario, habían actuado motivados por el respeto reverente para con el Señor, la misma motivación de las tribus del Jordán occidental. La verdadera base de la unidad de Israel no era la geografía ni la extensión de la tierra recibida, sino su lealtad espiritual a las exigencias del Señor.
La genuina preocupación de las tribus que residían al oeste del río también se puso de manifiesto cuando expresaron su auténtica alegría al comprobar la inocencia de las tribus del este. En lugar de sentirse derrotados por los argumentos de sus hermanos, mostraron auténtico regocijo porque sus sospechas resultaron erróneas. Se evitó así la guerra civil en Israel y se preservó la unidad de la nación.
¿Cómo manejas las falsas acusaciones? Comparte algunos de los principios que guían tu actitud. Para ello, consulta Salmo 37:3-6, 34, 37.
Salmo 37:3-6, 34, 37
3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía.
34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.
37 Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La vida es una disciplina. Mientras esté en el mundo, el creyente arrostrará influencias adversas. Habrá provocaciones que prueben su genio; y es afrontándolas con el espíritu debido como se desarrollan las gracias cristianas. Si se soportan mansamente las injurias y los insultos, si se responde a ellos con contestaciones amables, y a los actos de opresión con la bondad, se dan evidencias de que el Espíritu de Cristo mora en el corazón, y de que fluye la savia de la Vid viviente por los pámpanos. En esta vida estamos en la escuela de Cristo, donde hemos de aprender a ser mansos y humildes de corazón; en el día del ajuste final de cuentas veremos que todos los obstáculos que encontramos, todas las penurias y molestias que filimos llamados a soportar, eran lecciones prácticas en la aplicación de los principios de la vida cristiana. Si se soportan bien, desarrollan en el carácter virtudes como las de Cristo, y distinguen al cristiano del mundano.
Debemos alcanzar una alta norma si queremos ser hijos de Dios, nobles, puros, santos y sin mancha; la poda es necesaria si queremos alcanzar esta norma. ¿Cómo se lograría esta poda si no hubiese dificultades que arrostrar. ni obstáculos que superar, ni nada que exigiese paciencia y tolerancia? Estas pruebas no son las bendiciones más pequeñas de nuestra vida. Están destinadas a inspirarnos la resolución de obtener éxito. Debemos emplearlas como medios divinos para ganar victorias decisivas sobre nosotros mismos, en vez de permitir que nos estorben, opriman y destruyan.
El carácter será probado. Cristo se revelará en nosotros si somos verdaderamente pámpanos de la Vid viviente. Seremos pacientes, bondadosos y tolerantes, alegres en medio de las inquietudes e irritaciones. Dia tras día y año tras año, venceremos al yo, y creceremos en un noble heroísmo. Esta es la tarea que nos ha sido dada; pero no puede realizarse sin ayuda continua de Jesús, decisión resuelta, propósito inquebrantable, vigilancia continua y oración incesante. Cada uno tiene una batalla personal que pelear. Cada uno debe abrirse paso entre luchas y desalientos. Los que se niegan a luchar, pierden la fuerza y el gozo de la victoria.
Nadie, ni siquiera Dios, puede llevarnos al cielo a menos que hagamos de nuestra parte el esfuerzo necesario. Debemos enriquecer nuestra vida con rasgos de belleza. Debemos extirpar los rasgos naturales desagradables que nos hacen diferentes de Jesús. Aunque Dios obra en nosotros para querer y hacer su beneplácito, debemos obrar en armonía con él. La religión de Cristo transforma el corazón. Dota de ánimo celestial al hombre de ánimo mundanal. Bajo su influencia, el egoísta se vuelve abnegado, porque tal es el carácter de Cristo. El deshonesto y maquinador, se vuelve de tal manera íntegro, que viene a ser su segunda naturaleza hacer a otros como quisiera que otros hiciesen con él. El disoluto queda transformado de la impureza a la pureza. Adquiere buenos hábitos porque el evangelio de Cristo llegó a ser para él un sabor de vida para vida (Testimonios para la Iglesia, t. 5, pp. 323, 324).
Jueves 11 de diciembre
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Lee Josué 22:30-34. ¿De qué manera nos da este incidente algunas ideas acerca de cómo resolver conflictos y garantizar la unidad de la iglesia? (Comparar con Sal. 133; Juan 17:20-23; 1 Ped. 3:8, 9).
Josué 22:30-34
30 Oyendo Finees el sacerdote y los príncipes de la congregación, y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, las palabras que hablaron los hijos de Rubén y los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello. 31 Y dijo Finees hijo del sacerdote Eleazar a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues que no habéis intentado esta traición contra Jehová. Ahora habéis librado a los hijos de Israel de la mano de Jehová. 32 Y Finees hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes, dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, y regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, a los cuales dieron la respuesta. 33 Y el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34 Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron por nombre al altar Ed; porque testimonio es entre nosotros que Jehová es Dios.
Salmos 133
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.
Juan 17:20-23
20 Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
1 Pedro 3:8-9
8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
La historia de Josué 22 contiene varios principios acerca de la comunicación provechosa que pueden aplicarse a las relaciones humanas cotidianas en la familia, la iglesia y la comunidad.
- Cuando las cosas van mal, o parecen ir mal, lo mejor es comunicarse en lugar de reprimir nuestras observaciones hasta que exploten. Es bueno que el pueblo de Dios no permanezca indiferente cuando los problemas parecen surgir. Si las tribus del este del Jordán hubieran comunicado su intención de construir un altar conmemorativo, todo el asunto podría haberse evitado.
- Aunque uno esté convencido de que está en lo cierto, no hay que extraer conclusiones precipitadas. Las tribus del oeste del Jordán se apresuraron a creer el rumor que llegó a sus oídos y concluyeron erróneamente que las tribus del este del Jordán Oriental habían apostatado.
- Es necesario hablar de los problemas reales o percibidos antes de actuar según las propias conclusiones.
- Se debe estar dispuesto a hacer un sacrificio para lograr la unidad. Las tribus del oeste del Jordán estaban dispuestas a renunciar a parte de su asignación para dar cabida a las otras tribus si el hecho de estar al otro lado del Jordán era la causa de su supuesta apostasía.
- Cuando te acusen, ya sea falsa o justamente, da una respuesta amable que aleje la ira. Responder a una acusación con otra nunca conducirá a la paz. Intenta comprender antes de intentar ser comprendido.
- Alégrate y bendice a Dios cuando se restablezca la paz. Es maravilloso ver que la congregación israelita principal experimentó una alegría genuina cuando se enteraron de la verdadera motivación de las dos tribus y media. No estaban tan orgullosos de su opinión errónea como para no admitir que se habían equivocado.
Si las tribus del Jordán oriental hubieran apostatado, el pueblo de Israel habría aplicado los requerimientos punitivos prescriptos en el pacto. La unidad nunca puede ser un argumento para diluir la verdad o renunciar a los principios bíblicos. Sin embargo, la disciplina eclesiástica debe ser siempre el último recurso, no el primero, después de que hayan fracasado los intentos de reconciliación y asistencia pastoral basados en la Palabra de Dios. ¡Cuán diferentes serían nuestras iglesias si estos sencillos principios fueran aplicados sistemáticamente!
ESPÍRITU DE PROFECÍA
¿En dónde están aquellos que no escatiman o miden su amante labor por su Maestro? ¿Quiénes son los que están luchando por apaciguar toda disensión en la iglesia, siendo pacificadores en el nombre de Cristo? ¿Quiénes son los que están buscando contestar la oración de Jesús, «Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti. Que también ellos sean uno en nosotros. Yo en ellos, y tú en mí. Que lleguen a ser perfectamente unidos, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los amaste a ellos, así como me amaste a mí?» ¿Puede nuestro Señor hablar estas palabras tan amables, tan llenas de significado, acerca de las iglesias en su presente estado de amor enfermizo, de disensión y pruebas triviales, iglesias que llaman a los ministros de su trabajo importante para venir a arreglar sus pequeñas dificultades creadas por ellos mismos, mostrando así que no tienen una conexión con Dios? No. Los miembros de la iglesia deben llegar a la unidad; y para poder hacer esto, deben tener menos del yo y más de Jesús. Deben aprender de Cristo. Deben ser mansos y humildes de corazón. Su orgullo y egoísmo deben morir. Entonces sus montañas de dificultades serán reducidas a un grano de arena (El ministerio pastoral, pp. 305, 306).
Nunca ponga en tela de juicio los motivos de sus hermanos; pues como usted los juzgue, Dios ha declarado que usted será juzgado. Abra su corazón a la bondad, a los alegres rayos del Sol de Justicia. Fomente pensamientos bondadosos y santas afecciones. Cultive el hábito de hablar bien de su prójimo. No permita que el orgullo o la justicia propia le evite hacer una confesión franca y completa de sus malos actos. Si no ama a aquellos por los cuales Cristo murió, no tiene un amor genuino por Cristo, y su adoración será como una ofrenda manchada ante Dios. Si atesora pensamientos indignos, juzgando mal a sus hermanos y sospechando mal de ellos, Dios no escuchará sus oraciones llenas de suficiencia y exaltación propias. Cuando acude a aquellos que usted piensa que están actuando mal, debe tener un espíritu de mansedumbre, de bondad, y estar lleno de misericordia y buenos frutos. No muestre parcialidad a una persona, y descuide a otros de sus hermanos porque no congenian con usted. Tenga cuidado de no tratar bruscamente a quienes usted piensa que han cometido errores, mientras que a otros, más culpables y merecedores de más reprensión, que deberían ser severamente censurados por su conducta anticristiana, los apoye y los trate como amigos (El ministerio pastoral, p. 306).
Viernes 12 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 553-558 del capítulo “La repartición de Canaán” en el libro Patriarcas y profetas de Elena de White.
“Si bien es importante, por un lado, que se evite la indiferencia al tratar con el pecado, es igualmente importante, por otro lado, que se eviten los juicios duros y las sospechas infundadas.[…] La prudencia manifestada por los hijos de Rubén y sus compañeros es digna de imitación. En tanto que se esforzaban sinceramente por hacer progresar la causa de la verdadera religión, fueron juzgados erróneamente y censurados con severidad; pero no manifestaron resentimiento. Escucharon con toda cortesía y paciencia los cargos que sus hermanos les hacían, antes de tratar de defenderse, y luego les explicaron ampliamente sus móviles y demostraron su inocencia. Así se arregló amigablemente la dificultad que amenazaba tener tan graves consecuencias.
“Aun cuando se los acuse falsamente, los que están en lo justo pueden permitirse tener calma y ser considerados. Dios conoce todo lo que los hombres no entienden o interpretan mal, y con toda confianza podemos entregarle nuestro caso. Él vindicará la causa de los que depositan su confianza en él tan seguramente como sacó a luz la culpa de Acán. Los que son movidos por el espíritu de Cristo poseerán la caridad, que todo lo soporta y es benigna.
“Dios quiere que haya unión y amor fraternal entre su pueblo. En la oración que elevó Cristo precisamente antes de su crucifixión pidió que sus discípulos fueran uno como él era uno con el Padre, para que el mundo creyera que Dios le había enviado. Esta oración conmovedora y admirable llegaba a través de los siglos hasta nuestros días, pues sus palabras fueron: ‘Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos’ (Juan 17:20). Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 557, 558).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Cómo puede ayudarnos la exhortación de Pablo a estimar “a los demás como mejores a ustedes mismos” (Fil. 2:3, TLA) a no atribuir maldad infundadamente a nuestros hermanos en la fe?
- ¿Por qué a menudo reaccionamos de forma exagerada ante una situación debido a nuestros fracasos o errores pasados? ¿Cómo podemos evitar esto?
- Analiza la importancia de escuchar el punto de vista de los demás. ¿Cómo podemos desarrollar en nuestra iglesia la disposición a escuchar? (Comparar con Sant. 1:19).
- Vivimos en una sociedad en la que las exigencias de la vida laboral, las responsabilidades familiares, los compromisos relacionados con la iglesia y otras obligaciones pueden parecer abrumadores. ¿Cómo puede el principio de hacer todo como para el Señor no solo hacernos más responsables, sino también darnos tranquilidad?
Lección 11 – MORANDO EN LA TIERRA – Para el 13 de diciembre de 2025
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Lecciones Futuras de Escuela Sabática
| 1er Trimestre | El Amor de Dios y su Justicia |
| 2do Trimestre | Alusiones, Imágenes y Símbolos |
| 3er Trimestre | El Éxodo |
| 4to Trimestre | Josué |
| 1er Trimestre | Colosenses – Filipenses |
| 2do Trimestre | Relación con Dios |
| 3er Trimestre | 1 y 2 Corintios |
| 4to Trimestre | El Don de Profecía |
| 1er Trimestre | Mayordomía |
| 2do Trimestre | Vida de Jesús |
| 3er Trimestre | Profecías Apocalípticas |
| 4to Trimestre | Hermenéutica |
Lecciones Futuras de Escuela Sabática
| Año | 1er Trimestre | 2do Trimestre | 3er Trimestre | 4to Trimestre |
|---|---|---|---|---|
| 2025 | El Amor de Dios y su Justicia | Alusiones, Imágenes y Símbolos | El Éxodo | Josué |
| 2026 | Colosenses – Filipenses | Relación con Dios | 1 y 2 Corintos | El Don de Profecía |
| 2027 | Mayordomía | Vida de Jesús | Profecías Apocalípticas | Hermenéutica |
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Lección 11: Para el 13 de diciembre de 2025
MORANDO EN LA TIERRA
Sábado 6 de diciembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Josué 22; Efesios 6:7; Juan 7:24; Números 25; Proverbios 15:1; 1 Pedro 3:8, 9.
PARA MEMORIZAR:
“La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo” (Prov. 15:1, NVI).
La vida comunitaria puede originar disputas y tensiones. Esto es especialmente cierto en una comunidad como la iglesia, donde personas de diferentes orígenes, estratos sociales y culturas trabajan juntas por un propósito común.
Esta semana estudiaremos Josué 22 y un desafío que surgió de un gran malentendido entre el pueblo. Al principio del libro, Josué ordenó a las tribus del este que cruzaran el Jordán y participaran en la conquista junto con las tribus del oeste del Jordán (Jos. 1:12-18). Ahora que la tarea estaba cumplida, eran libres de regresar a su territorio. Sin embargo, en su camino de retorno, al llegar a los límites del Jordán, construyeron un altar que despertó preocupación entre las tribus del este.
¿Por qué es peligroso arribar a conclusiones apresuradas acerca del comportamiento de los demás? ¿Cómo podemos fomentar la unidad en la iglesia? ¿Por qué es importante tener presente el alcance más amplio de nuestra vocación y no dejarnos distraer por ella? Éstas son algunas de las cuestiones que abordaremos esta semana.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La restauración y el levantamiento de la humanidad empiezan en el hogar. La obra de los padres es cimiento de toda otra obra. La sociedad se compone de familias, y será lo que la hagan las cabezas de familia. Del corazón «mana la vida» (Proverbios 4:23), y el hogar es el corazón de la sociedad, de la iglesia y de la nación. El bienestar de la sociedad, el buen éxito de la iglesia y la prosperidad de la nación dependen de la influencia del hogar.
La importancia y las oportunidades de la vida del hogar resaltan en la vida de Jesús. El que vino del cielo para ser nuestro ejemplo y maestro pasó treinta años formando parte de una familia en Nazaret. Poco dice la Biblia acerca de esos treinta años. Durante ellos no hubo milagros notables que llamaran la atención del pueblo. No hubo muchedumbres que siguieran con ansia los pasos del Señor o que prestaran oídos a sus palabras. Y no obstante, durante todos esos años el Señor desempeñaba su misión divina. Vivía como uno de nosotros, compartiendo la vida del hogar a cuya disciplina se sometía, cumpliendo los deberes domésticos y cargando con su parte de responsabilidad. Al amparo del humilde hogar, participando de las experiencias de nuestra suerte común, «Jesús crecía en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres». Lucas 2:52.
Durante todos esos años de retiro, la vida del Señor fluyó en raudales de simpatía y servicio. Su desprendimiento y su paciencia, su valor y su fidelidad, su resistencia a la tentación, su paz inagotable y su dulce gozo eran una inspiración continua. Traía consigo al hogar un ambiente puro y dulce, y su vida fue como levadura activa entre los elementos de la sociedad. Nadie decía que había hecho un milagro; y sin embargo emanaba de él virtud: el poder restaurador y vivificante del amor que fluía hacia los tentados, los enfermos y los desalentados. Desde tierna edad, servía directamente a los demás, de modo que cuando inició su ministerio público, muchos le oyeron gozosos.
Los primeros años de la vida del Salvador son más que un ejemplo para la juventud. Son una lección, y deberían alentar a todos los padres. Los deberes para con la familia y para con los vecinos constituyen el primer campo de acción de los que quieran empeñarse en la elevación moral de sus semejantes. No hay campo de acción más importante que el señalado a los fundadores y protectores del hogar. Ninguna obra encomendada a seres humanos entraña consecuencias tan trascendentales como la de los padres y madres (El ministerio de curación, pp. 269, 270).
La misión del hogar se extiende más allá del círculo de sus miembros. El hogar cristiano ha de ser lección objetiva, que ponga de relieve la excelencia de los verdaderos principios de la vida… Mucho más poderosa que cualquier sermón predicado es la influencia de un verdadero hogar en los corazones y las vidas de los hombres. Al salir de semejante hogar paterno los jóvenes enseñarán las lecciones que en él hayan aprendido. De este modo penetrarán en otros hogares principios más nobles de vida, y una influencia regeneradora obrará en la sociedad (La fe por la cual vivo, 29 de septiembre, p. 280).
Domingo 7 de diciembre
COMPROMISO
Lee Josué 22:1-8. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca del compromiso de los rubenitas, los gaditas y la media tribu de Manasés?
Josué 22:1-8
1 Entonces Josué llamó a los rubenitas, a los gaditas, y a la media tribu de Manasés, 2 y les dijo: Vosotros habéis guardado todo lo que Moisés siervo de Jehová os mandó, y habéis obedecido a mi voz en todo lo que os he mandado. 3 No habéis dejado a vuestros hermanos en este largo tiempo hasta el día de hoy, sino que os habéis cuidado de guardar los mandamientos de Jehová vuestro Dios. 4 Ahora, pues, que Jehová vuestro Dios ha dado reposo a vuestros hermanos, como lo había prometido, volved, regresad a vuestras tiendas, a la tierra de vuestras posesiones, que Moisés siervo de Jehová os dio al otro lado del Jordán. 5 Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6 Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas. 7 También a la media tribu de Manasés había dado Moisés posesión en Basán; mas a la otra mitad dio Josué heredad entre sus hermanos a este lado del Jordán, al occidente; y también a estos envió Josué a sus tiendas, después de haberlos bendecido. 8 Y les habló diciendo: Volved a vuestras tiendas con grandes riquezas, con mucho ganado, con plata, con oro, y bronce, y muchos vestidos; compartid con vuestros hermanos el botín de vuestros enemigos.
Josué afirma que las tribus del otro lado del Jordán habían cumplido plenamente las obligaciones establecidas por Moisés y por él mismo, lo que había significado una importante dedicación y sacrificio en favor de la causa común de Israel. Lucharon junto a sus hermanos durante “todo este tiempo”, lo que en realidad significaba unos seis o siete años (comparar con Jos. 11:18; 14:10; Deut. 2:14). Sus esposas e hijos permanecieron al este del Jordán y, aún así, ellos decidieron luchar lealmente junto a sus hermanos, afrontando la amenaza de las heridas y la muerte en la guerra.
Estos versículos subrayan indirectamente la importancia de la unidad de la nación y de la tierra. También preparan el camino para la historia posterior, que en última instancia se refiere a la unidad. ¿Permanecerían las tribus israelitas unidas a pesar de la frontera natural que el Jordán representaba entre ellas? ¿Permitirían que la geografía definiera su identidad nacional o dejarían que su culto común al único Dios los preservara como su nación elegida, unida y fuerte bajo su conducción teocrática?
Josué expuso la única manera en que tal fidelidad había sido posible: no sirvieron a sus compatriotas israelitas, sino al propio Dios, que les encargó su misión.
Encontramos este mismo principio en el Nuevo Testamento. El apóstol Pablo exhortó a los cristianos a prestar su servicio como si trabajaran para Dios y no solo para los seres humanos (ver Efe. 6:7; Col. 3:23; 1 Tes. 2:4). ¿Qué vocación más elevada puede existir que la de trabajar para el Creador del universo?
A menudo enfrentamos desafíos y dificultades que pueden desanimarnos y tentarnos a abandonar la lucha. Sin embargo, podemos invocar el poder del Señor, quien promete estar con nosotros y nos capacita para hacer lo que nos pide. Si mantenemos nuestra vocación superior ante nosotros, podemos estar motivados para seguir adelante a pesar de los inevitables desafíos y desalientos que forman parte de nuestra existencia caída.
Josué 22:5 y 6 dice que Josué apeló a las tribus que regresaban a su territorio para que permanecieran fieles al Señor y las bendijo. ¿Cómo cambiarían nuestras relaciones en la iglesia si oráramos más unos por otros?
Josué 22:5-6
5 Solamente que con diligencia cuidéis de cumplir el mandamiento y la ley que Moisés siervo de Jehová os ordenó: que améis a Jehová vuestro Dios, y andéis en todos sus caminos; que guardéis sus mandamientos, y le sigáis a él, y le sirváis de todo vuestro corazón y de toda vuestra alma. 6 Y bendiciéndolos, Josué los despidió, y se fueron a sus tiendas.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Hubo ángeles que fueron expulsados del cielo porque no quisieron obrar en armonía con Dios. Cayeron de su elevada condición porque querían exaltarse a sí mismos. Habían llegado a esa situación porque se olvidaron de que su hermosura física y de carácter provenían del Señor Jesús. El hecho que los ángeles [caídos] querían ocultar era que Cristo es el unigénito Hijo de Dios, y por eso llegaron a la conclusión de que no tenían por qué consultar a Jesús.
Un ángel comenzó el conflicto y lo fomentó hasta que hubo rebelión entre los ángeles en las cortes celestiales. Se exaltaron debido a su belleza.
Todos deberían aprender su lección de esto, en el sentido de que son individualmente responsables ante Dios. Si aman a Dios con todo el corazón, serán sabios para la salvación. Harán su voluntad y su luz siempre será su gloria y no se apagará porque reconocen, temen y sirven a su Señor. La solemne obra que recae sobre cada ser consiste en considerar que es siervo de Jesucristo, solemnemente comprometido por sus votos bautismales a vestirse de la justicia de Cristo. ¿Seguiremos el ejemplo viviente del Señor Jesucristo?
Se me ha instruido que cada creyente debe velar en oración, para que no fracase en la batalla de la vida cristiana. Cada alma debiera buscar diariamente al Señor con un ferviente propósito de mañana, de tarde y de noche, para que la mente se espacie en la Palabra de Dios, con el fin de comprender sus requerimientos.
El asunto más importante consiste en servir al Señor con corazón indiviso, y tratar de ser, con el corazón y la mente, propiedad del Señor. Todos los que acudan al Salvador en procura de consejo recibirán la ayuda que necesitan, si vienen humildemente, y se aferran con firmeza de esta promesa: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». Mateo 7:7…
Levante las normas, mi hermano, comenzando con una entrega completa, y continuando con la sencilla obediencia a todos los mandamientos del Señor, de acuerdo con sus directivas especiales. No se debe descuidar ninguna de las cosas importantes especificadas en su Palabra (Cada día con Dios, 29 de abril, p. 126).
Lunes 8 de diciembre
ACUSACIONES
Lee en Josué 22:9-20 la historia de las tribus que regresaron. ¿Qué acusaciones hicieron las tribus del Jordán Occidental contra las del Jordán Oriental? ¿Hasta qué punto tenían fundamento esas acusaciones?
Josué 22:9-20
9 Así los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés, se volvieron, separándose de los hijos de Israel, desde Silo, que está en la tierra de Canaán, para ir a la tierra de Galaad, a la tierra de sus posesiones, de la cual se habían posesionado conforme al mandato de Jehová por conducto de Moisés. 10 Y llegando a los límites del Jordán que está en la tierra de Canaán, los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés edificaron allí un altar junto al Jordán, un altar de grande apariencia. 11 Y los hijos de Israel oyeron decir que los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés habían edificado un altar frente a la tierra de Canaán, en los límites del Jordán, del lado de los hijos de Israel. 12 Cuando oyeron esto los hijos de Israel, se juntó toda la congregación de los hijos de Israel en Silo, para subir a pelear contra ellos. 13 Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, 14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15 Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo: 16 Toda la congregación de Jehová dice así: ¿Qué transgresión es esta con que prevaricáis contra el Dios de Israel para apartaros hoy de seguir a Jehová, edificándoos altar para ser rebeldes contra Jehová? 17 ¿No ha sido bastante la maldad de Peor, de la que no estamos aún limpios hasta este día, por la cual vino la mortandad en la congregación de Jehová, 18 para que vosotros os apartéis hoy de seguir a Jehová? Vosotros os rebeláis hoy contra Jehová, y mañana se airará él contra toda la congregación de Israel. 19 Si os parece que la tierra de vuestra posesión es inmunda, pasaos a la tierra de la posesión de Jehová, en la cual está el tabernáculo de Jehová, y tomad posesión entre nosotros; pero no os rebeléis contra Jehová, ni os rebeléis contra nosotros, edificándoos altar además del altar de Jehová nuestro Dios. 20 ¿No cometió Acán hijo de Zera prevaricación en el anatema, y vino ira sobre toda la congregación de Israel? Y aquel hombre no pereció solo en su iniquidad.
A diferencia del versículo 1, en el que las tribus del lado oriental son denominadas de la manera habitual (rubenitas, gaditas, etc.), aquí se utiliza una expresión diferente: “Los de Rubén”, “los de Gad” y “la media tribu de Manasés”, que contrasta con “los otros israelitas” (Jos. 22:11), por lo que representa una entidad diferente.
En la narración, la expresión “toda la congregación (de Israel)” se refiere solo a las nueve tribus y media del Jordán occidental, lo que subraya la ruptura que se produjo entre los dos grupos. De hecho, la cuestión que subyace en el relato es si las tribus del lado oriental del río podían ser consideradas israelitas.
Cabría esperar una conclusión apacible de la historia. Sin embargo, la tensión surgió cuando se informó que las tribus del este erigieron un altar junto al Jordán. El texto no ofrece aquí ninguna razón para tal iniciativa ni describe la función del altar o la actividad específica relacionada con él. La ambigüedad acerca del significado de este altar se acrecienta si observamos los recuerdos del primer cruce del Jordán, en los capítulos 3 y 4, donde todo Israel entró por la ribera del Jordán para cruzar el río hacia Canaán. En esta ocasión, una parte de Israel llegó hasta el Jordán para cruzar el río en dirección opuesta.
En ambos casos fue erigida una estructura de piedras. La primera servía de monumento conmemorativo, mientras que la segunda es percibida como un impresionante altar. La pregunta que inevitablemente viene a la mente es: “¿Qué significan estas piedras?” (comparar con Jos 4:6, 22). ¿Fue este altar construido para realizar allí sacrificios o es solo un monumento conmemorativo? ¿Estaban estas otras tribus empezando a caer en la apostasía?
El hecho de no consultar con Josué, Eleazar o los líderes de las tribus dio lugar a un malentendido que pudo desembocar en un terrible conflicto.
¿A qué se refieren Jesús y Pablo cuando nos exhortan a no juzgar a los demás? Lee Luc. 6:37; Juan 7:24; 1 Cor. 4:5. ¿Por qué es tan fácil arribar a conclusiones erróneas acerca de las motivaciones de otras personas?
Lucas 6:37
37 No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis perdonados.
Juan 7:24
24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con justo juicio.
1 Corintios 4:5
5 Así que, no juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones; y entonces cada uno recibirá su alabanza de Dios.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Las dos tribus y media habían cometido un error al llevar a cabo, sin explicación alguna, un acto susceptible de tan graves sospechas. Los embajadores, dando por sentado que sus hermanos eran culpables, les dirigieron reproches mordaces. Los acusaron de rebelarse contra Dios, y los invitaron a recordar cómo habían caído castigos sobre Israel por haberse juntado con Baal-peor. En nombre de todo Israel, Finees manifestó a los hijos de Gad y de Rubén que si no querían vivir en aquella tierra sin altar para el sacrificio, se les daba la bienvenida para que participaran en los bienes y privilegios de sus hermanos al otro lado del río.
En contestación, los acusados explicaron que el altar que habían erigido no era para ofrecer sacrificios, sino sencillamente para atestiguar que, a pesar de estar separados por el río, tenían la misma fe que sus hermanos de Canaán. Habían temido que en algún tiempo futuro podría suceder que sus hijos fuesen excluidos del tabernáculo, como quienes no tuviesen parte en Israel. Entonces este altar, erigido de conformidad con el modelo del altar de Jehová en Silo, atestiguaría que los fundadores y constructores de él adoraban también al Dios viviente.
Con gran regocijo los embajadores aceptaron esta explicación, y en seguida se volvieron para llevar las buenas noticias a los que los habían enviado. Toda idea de guerra fue desechada, y el pueblo unido se regocijó y alabó a Dios.
Los hijos de Gad y de Rubén grabaron entonces en su altar una inscripción que indicaba el objeto para el cual había sido erigido; y dijeron: «Porque es testimonio entre nosotros que Jehová es Dios». Así procuraron evitar futuras interpretaciones erróneas y eliminar cuanto pudiera ser causa de tentación.
¡Cuán a menudo provienen serias dificultades de una simple interpretación errónea, hasta entre aquellos que son guiados por los móviles más dignos! Y sin el ejercicio de la cortesía y la paciencia, ¡qué resultados tan graves y aun fatales pueden sobrevenir! Las diez tribus recordaban cómo, en el caso de Acán, Dios había reprendido la falta de vigilancia para descubrir los pecados que existían entre ellas. Ahora habían decidido obrar rápida y seriamente; pero al tratar de evitar su primer error, habían llegado al extremo opuesto. En vez de hacer una investigación cortés para averiguar los hechos del caso, se habían presentado a sus hermanos con censuras y condenación. Si los hombres de Gad y de Rubén hubieran respondido animados del mismo espíritu. la guerra habría sido el resultado (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 555-557).
Martes 9 de diciembre
PERSEGUIDOS POR EL PASADO
Lee nuevamente Josué 22:13-15 a la luz de Números 25. ¿Por qué los israelitas eligieron a Finees como jefe de la delegación enviada a las dos tribus y media?
Josué 22:13-15
13 Y enviaron los hijos de Israel a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés en tierra de Galaad, a Finees hijo del sacerdote Eleazar, 14 y a diez príncipes con él: un príncipe por cada casa paterna de todas las tribus de Israel, cada uno de los cuales era jefe de la casa de sus padres entre los millares de Israel. 15 Los cuales fueron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad y a la media tribu de Manasés, en la tierra de Galaad, y les hablaron diciendo:
Números 25
1 Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, 2 las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. 3 Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. 4 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. 5 Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor. 6 Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. 7 Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; 8 y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. 9 Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil. 10 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: 11 Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. 12 Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; 13 y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel. 14 Y el nombre del varón que fue muerto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu de Simeón. 15 Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián. 16 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: 17 Hostigad a los madianitas, y heridlos, 18 por cuanto ellos os afligieron a vosotros con sus ardides con que os han engañado en lo tocante a Baal-peor, y en lo tocante a Cozbi hija del príncipe de Madián, su hermana, la cual fue muerta el día de la mortandad por causa de Baal-peor.
Antes de dar pleno crédito a los rumores acerca de lo que podía ser interpretado como una declaración de independencia, las nueve tribus y media, denominadas dos veces como “los hijos de Israel”, enviaron una delegación para aclarar la intención y el significado del altar. La comitiva estaba encabezada por Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, quien sucedería a este tras su muerte (Jos. 24:33). Finees ya había adquirido cierta notoriedad como el sacerdote que puso fin al libertinaje de Israel en Baal Peor (Núm. 25).
“Lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de entre la congregación, tomó una lanza en su mano y fue tras el israelita a la tienda, y alanceó al hombre y a la mujer por sus vientres. Y cesó la mortandad de los israelitas” (Núm. 25:7, 8).
Finees seguramente tenía alguna influencia. Los otros emisarios eran representantes de las nueve tribus y media que estaban al oeste del Jordán, cada uno de ellos jefe de una familia (literalmente, “jefe de la casa de su padre”) de entre las tribus de Israel.
La delegación inició la acusación de sacrilegio y rebelión con la fórmula profética oficial “dice así”. La diferencia aquí fue que no era el Señor quien hablaba, sino “toda la congregación del Señor” (Jos. 22:16). La comitiva lanzó la acusación de que Israel había cometido prevaricación, traición y rebelión. El término traducido aquí como “transgresión” es la misma palabra hebrea que se utilizó para describir el pecado de Acán (Jos. 7:1) y que aparece varias veces en los cinco primeros libros de Moisés (por ejemplo, Lev. 5:15; 6:2; Núm. 5:6, 12). Los ejemplos de Acán y Baal Peor servían como precedentes: uno por traición y el otro por rebelión. También expresaban el temor de las nueve tribus y media de que el acto de construir un altar no autorizado condujera a la apostasía, la idolatría y la inmoralidad, lo que provocaría la ira del Señor sobre toda la nación.
Todos hemos tenido experiencias negativas que tienden a determinar nuestra manera de afrontar incidentes similares en el futuro. ¿Cómo puede la gracia de Dios ayudarnos a que esas experiencias pasadas no determinen la forma en que tratamos a nuestro prójimo en el presente?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Por consejo de Balaam, el rey de Moab decidió celebrar una gran fiesta en honor de sus dioses, y secretamente se concertó que Balaam indujera a los israelitas a asistir. Ellos le consideraban profeta de Dios, y no le fue difícil alcanzar su fin. Gran parte del pueblo se reunió con él para asistir a las festividades. Se aventuraron a pisar terreno prohibido y se enredaron en los lazos de Satanás. Hechizados por la música y el baile y seducidos por la hermosura de las vestales paganas, desecharon su lealtad a Jehová. Mientras participaban en la alegría y en los festines, el consumo de vino ofuscó sus sentidos y quebrantó las vallas del dominio propio. Predominó la pasión en absoluto; y habiendo contaminado su conciencia por la lascivia, se dejaron persuadir a postrarse ante los ídolos. Ofrecieron sacrificios en los altares paganos y participaron en los ritos más degradantes.
No tardó el veneno en difundirse por todo el campamento de Israel, como una infección mortal. Los que habían vencido a sus enemigos en batalla fueron vencidos por los ardides de mujeres paganas. La gente parecía atontada. Los jefes y hombres principales fueron los primeros en violar la ley, y fueron tantos los culpables que la apostasía se hizo nacional. «Allegóse el pueblo a Baal-peor». Véase Números 25. Cuando Moisés se dio cuenta del mal, la conspiración de sus enemigos había tenido tanto éxito que no solo estaban los israelitas participando del culto licencioso en el monte Peor, sino que comenzaban a practicarse los ritos paganos en el mismo campamento de Israel. El viejo adalid se llenó de indignación y la ira de Dios se encendió.
Las prácticas inicuas hicieron para Israel Io que todos los encantamientos de Balaam no habían podido hacer: lo separaron de Dios. Debido a los castigos que les alcanzaron rápidamente, muchos reconocieron la enormidad de su pecado. Estalló en el campamento una terrible pestilencia de la cual decenas de millares cayeron prestamente víctimas. Dios ordenó que quienes encabezaron esa apostasía fuesen ejecutados por los magistrados. La orden se cumplió inmediatamente. Los ofensores fueron muertos, y luego se colgaron sus cuerpos a la vista del pueblo, para que la congregación, al percibir la severidad con que eran tratados sus cabecillas, adquiriese un sentido profundo de cuánto aborrecía Dios su pecado y de cuán terrible era su ira contra ellos.
Todos creyeron que el castigo era justo, y el pueblo se dirigió apresuradamente al tabernáculo, y con lágrimas y profunda humillación confesó su gran pecado. Mientras lloraba así ante Dios a la puerta del tabernáculo y la plaga aun hacía su obra de exterminio, y los magistrados ejecutaban su terrible comisión, Zimri, uno de los nobles de Israel, vino audazmente al campamento, acompañado de una ramera madianita, princesa de una familia distinguida de Madián, a quien él llevó a su tienda. Nunca se ostentó el vicio más osada o tercamente. Embriagado de vino, Zimri publicó «su pecado como Sodoma», y se enorgulleció de lo que debiera haberle avergonzado. Los sacerdotes y los jefes se habían postrado en aflicción y humillación, llorando «entre la entrada y el altar» e implorando al Señor que perdonara a su pueblo y que no entregara su heredad al oprobio, cuando este príncipe de Israel hizo alarde de su pecado en presencia de la congregación, como si desafiara la venganza de Dios y se burlara de los jueces de la nación. Finees, hijo del sumo sacerdote Eleazar, se levantó de entre la congregación, y asiendo una lanza, «fue tras el varón de Israel a la tienda», y lo mató a él y a la mujer. Así se detuvo la plaga y el sacerdote que había ejecutado el juicio divino fue honrado ante Israel, y el sacerdocio le fue confirmado a él y a su casa para siempre (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 484-486).
Miércoles 10 de diciembre
UNA RESPUESTA AMABLE
Lee Josué 22:21-29 a la luz de Proverbios 15:1. ¿Qué podemos aprender de la respuesta de las tribus orientales?
Josué 22:21-29
21 Entonces los hijos de Rubén y los hijos de Gad y la media tribu de Manasés respondieron y dijeron a los cabezas de los millares de Israel: 22 Jehová Dios de los dioses, Jehová Dios de los dioses, él sabe, y hace saber a Israel: si fue por rebelión o por prevaricación contra Jehová, no nos salves hoy. 23 Si nos hemos edificado altar para volvernos de en pos de Jehová, o para sacrificar holocausto u ofrenda, o para ofrecer sobre él ofrendas de paz, el mismo Jehová nos lo demande. 24 Lo hicimos más bien por temor de que mañana vuestros hijos digan a nuestros hijos: ¿Qué tenéis vosotros con Jehová Dios de Israel? 25 Jehová ha puesto por lindero el Jordán entre nosotros y vosotros, oh hijos de Rubén e hijos de Gad; no tenéis vosotros parte en Jehová; y así vuestros hijos harían que nuestros hijos dejasen de temer a Jehová. 26 Por esto dijimos: Edifiquemos ahora un altar, no para holocausto ni para sacrificio, 27 sino para que sea un testimonio entre nosotros y vosotros, y entre los que vendrán después de nosotros, de que podemos hacer el servicio de Jehová delante de él con nuestros holocaustos, con nuestros sacrificios y con nuestras ofrendas de paz; y no digan mañana vuestros hijos a los nuestros: Vosotros no tenéis parte en Jehová. 28 Nosotros, pues, dijimos: Si aconteciere que tal digan a nosotros, o a nuestras generaciones en lo por venir, entonces responderemos: Mirad el símil del altar de Jehová, el cual hicieron nuestros padres, no para holocaustos o sacrificios, sino para que fuese testimonio entre nosotros y vosotros. 29 Nunca tal acontezca que nos rebelemos contra Jehová, o que nos apartemos hoy de seguir a Jehová, edificando altar para holocaustos, para ofrenda o para sacrificio, además del altar de Jehová nuestro Dios que está delante de su tabernáculo.
Proverbios 15:1
1 La blanda respuesta quita la ira; Mas la palabra áspera hace subir el furor.
La respuesta de los acusados, tan directa y contundente como la acusación, constituye el núcleo temático y estructural del capítulo. Las tribus no respondieron precipitadamente a las acusaciones esgrimidas contra ellas, sino que escucharon en silencio. Dada la gravedad de las acusaciones, su paciencia es ejemplar, ya que ilustra el verdadero significado del proverbio: “La respuesta amable calma la ira, pero la agresiva provoca el enojo” (Prov. 15:1, NVI).
La frase inicial de la defensa es una serie de nombres divinos atribuidos al Dios de Israel: “El Señor”, “Dios de los dioses”, “el Señor Todopoderoso” (Jos. 22:22). La lista se repite dos veces con fuerza creciente, pues se convierte en un juramento solemne para disipar las dudas y falsas acusaciones que casi condujeron a una guerra civil en Israel. Los acusados estaban firmemente convencidos de que Dios conocía y comprendía plenamente la situación, y esperaban que la delegación llegara a la misma conclusión. Las dos tribus y media también asumieron su responsabilidad ante el Señor invocando su castigo sobre ellos mismos en caso de que hubieran cometido la falta que se les atribuía (comparar con Deut. 18:19; 1 Sam. 20:16).
Seguidamente se produjo una sorprendente revelación que, por un lado, demostraba que la acusación carecía de fundamento (un altar no solo sirve para ofrecer sacrificios) y, por otro, revelaba su verdadera motivación. El temor a ser separados de Israel, no la apostasía, había sido la verdadera motivación de su acción. Por lo tanto, la construcción del altar no era una evidencia de apostasía, como se había supuesto. Por el contrario, habían actuado motivados por el respeto reverente para con el Señor, la misma motivación de las tribus del Jordán occidental. La verdadera base de la unidad de Israel no era la geografía ni la extensión de la tierra recibida, sino su lealtad espiritual a las exigencias del Señor.
La genuina preocupación de las tribus que residían al oeste del río también se puso de manifiesto cuando expresaron su auténtica alegría al comprobar la inocencia de las tribus del este. En lugar de sentirse derrotados por los argumentos de sus hermanos, mostraron auténtico regocijo porque sus sospechas resultaron erróneas. Se evitó así la guerra civil en Israel y se preservó la unidad de la nación.
¿Cómo manejas las falsas acusaciones? Comparte algunos de los principios que guían tu actitud. Para ello, consulta Salmo 37:3-6, 34, 37.
Salmo 37:3-6, 34, 37
3 Confía en Jehová, y haz el bien; Y habitarás en la tierra, y te apacentarás de la verdad. 4 Deléitate asimismo en Jehová, Y él te concederá las peticiones de tu corazón. 5 Encomienda a Jehová tu camino, Y confía en él; y él hará. 6 Exhibirá tu justicia como la luz, Y tu derecho como el mediodía.
34 Espera en Jehová, y guarda su camino, Y él te exaltará para heredar la tierra; Cuando sean destruidos los pecadores, lo verás.
37 Considera al íntegro, y mira al justo; Porque hay un final dichoso para el hombre de paz.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La vida es una disciplina. Mientras esté en el mundo, el creyente arrostrará influencias adversas. Habrá provocaciones que prueben su genio; y es afrontándolas con el espíritu debido como se desarrollan las gracias cristianas. Si se soportan mansamente las injurias y los insultos, si se responde a ellos con contestaciones amables, y a los actos de opresión con la bondad, se dan evidencias de que el Espíritu de Cristo mora en el corazón, y de que fluye la savia de la Vid viviente por los pámpanos. En esta vida estamos en la escuela de Cristo, donde hemos de aprender a ser mansos y humildes de corazón; en el día del ajuste final de cuentas veremos que todos los obstáculos que encontramos, todas las penurias y molestias que filimos llamados a soportar, eran lecciones prácticas en la aplicación de los principios de la vida cristiana. Si se soportan bien, desarrollan en el carácter virtudes como las de Cristo, y distinguen al cristiano del mundano.
Debemos alcanzar una alta norma si queremos ser hijos de Dios, nobles, puros, santos y sin mancha; la poda es necesaria si queremos alcanzar esta norma. ¿Cómo se lograría esta poda si no hubiese dificultades que arrostrar. ni obstáculos que superar, ni nada que exigiese paciencia y tolerancia? Estas pruebas no son las bendiciones más pequeñas de nuestra vida. Están destinadas a inspirarnos la resolución de obtener éxito. Debemos emplearlas como medios divinos para ganar victorias decisivas sobre nosotros mismos, en vez de permitir que nos estorben, opriman y destruyan.
El carácter será probado. Cristo se revelará en nosotros si somos verdaderamente pámpanos de la Vid viviente. Seremos pacientes, bondadosos y tolerantes, alegres en medio de las inquietudes e irritaciones. Dia tras día y año tras año, venceremos al yo, y creceremos en un noble heroísmo. Esta es la tarea que nos ha sido dada; pero no puede realizarse sin ayuda continua de Jesús, decisión resuelta, propósito inquebrantable, vigilancia continua y oración incesante. Cada uno tiene una batalla personal que pelear. Cada uno debe abrirse paso entre luchas y desalientos. Los que se niegan a luchar, pierden la fuerza y el gozo de la victoria.
Nadie, ni siquiera Dios, puede llevarnos al cielo a menos que hagamos de nuestra parte el esfuerzo necesario. Debemos enriquecer nuestra vida con rasgos de belleza. Debemos extirpar los rasgos naturales desagradables que nos hacen diferentes de Jesús. Aunque Dios obra en nosotros para querer y hacer su beneplácito, debemos obrar en armonía con él. La religión de Cristo transforma el corazón. Dota de ánimo celestial al hombre de ánimo mundanal. Bajo su influencia, el egoísta se vuelve abnegado, porque tal es el carácter de Cristo. El deshonesto y maquinador, se vuelve de tal manera íntegro, que viene a ser su segunda naturaleza hacer a otros como quisiera que otros hiciesen con él. El disoluto queda transformado de la impureza a la pureza. Adquiere buenos hábitos porque el evangelio de Cristo llegó a ser para él un sabor de vida para vida (Testimonios para la Iglesia, t. 5, pp. 323, 324).
Jueves 11 de diciembre
RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Lee Josué 22:30-34. ¿De qué manera nos da este incidente algunas ideas acerca de cómo resolver conflictos y garantizar la unidad de la iglesia? (Comparar con Sal. 133; Juan 17:20-23; 1 Ped. 3:8, 9).
Josué 22:30-34
30 Oyendo Finees el sacerdote y los príncipes de la congregación, y los jefes de los millares de Israel que con él estaban, las palabras que hablaron los hijos de Rubén y los hijos de Gad y los hijos de Manasés, les pareció bien todo ello. 31 Y dijo Finees hijo del sacerdote Eleazar a los hijos de Rubén, a los hijos de Gad y a los hijos de Manasés: Hoy hemos entendido que Jehová está entre nosotros, pues que no habéis intentado esta traición contra Jehová. Ahora habéis librado a los hijos de Israel de la mano de Jehová. 32 Y Finees hijo del sacerdote Eleazar, y los príncipes, dejaron a los hijos de Rubén y a los hijos de Gad, y regresaron de la tierra de Galaad a la tierra de Canaán, a los hijos de Israel, a los cuales dieron la respuesta. 33 Y el asunto pareció bien a los hijos de Israel, y bendijeron a Dios los hijos de Israel; y no hablaron más de subir contra ellos en guerra, para destruir la tierra en que habitaban los hijos de Rubén y los hijos de Gad. 34 Y los hijos de Rubén y los hijos de Gad pusieron por nombre al altar Ed; porque testimonio es entre nosotros que Jehová es Dios.
Salmos 133
1 ¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es Habitar los hermanos juntos en armonía! 2 Es como el buen óleo sobre la cabeza, El cual desciende sobre la barba, La barba de Aarón, Y baja hasta el borde de sus vestiduras; 3 Como el rocío de Hermón, Que desciende sobre los montes de Sion; Porque allí envía Jehová bendición, Y vida eterna.
Juan 17:20-23
20 Mas no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos, 21 para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste. 22 La gloria que me diste, yo les he dado, para que sean uno, así como nosotros somos uno. 23 Yo en ellos, y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos como también a mí me has amado.
1 Pedro 3:8-9
8 Finalmente, sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente, misericordiosos, amigables; 9 no devolviendo mal por mal, ni maldición por maldición, sino por el contrario, bendiciendo, sabiendo que fuisteis llamados para que heredaseis bendición.
La historia de Josué 22 contiene varios principios acerca de la comunicación provechosa que pueden aplicarse a las relaciones humanas cotidianas en la familia, la iglesia y la comunidad.
- Cuando las cosas van mal, o parecen ir mal, lo mejor es comunicarse en lugar de reprimir nuestras observaciones hasta que exploten. Es bueno que el pueblo de Dios no permanezca indiferente cuando los problemas parecen surgir. Si las tribus del este del Jordán hubieran comunicado su intención de construir un altar conmemorativo, todo el asunto podría haberse evitado.
- Aunque uno esté convencido de que está en lo cierto, no hay que extraer conclusiones precipitadas. Las tribus del oeste del Jordán se apresuraron a creer el rumor que llegó a sus oídos y concluyeron erróneamente que las tribus del este del Jordán Oriental habían apostatado.
- Es necesario hablar de los problemas reales o percibidos antes de actuar según las propias conclusiones.
- Se debe estar dispuesto a hacer un sacrificio para lograr la unidad. Las tribus del oeste del Jordán estaban dispuestas a renunciar a parte de su asignación para dar cabida a las otras tribus si el hecho de estar al otro lado del Jordán era la causa de su supuesta apostasía.
- Cuando te acusen, ya sea falsa o justamente, da una respuesta amable que aleje la ira. Responder a una acusación con otra nunca conducirá a la paz. Intenta comprender antes de intentar ser comprendido.
- Alégrate y bendice a Dios cuando se restablezca la paz. Es maravilloso ver que la congregación israelita principal experimentó una alegría genuina cuando se enteraron de la verdadera motivación de las dos tribus y media. No estaban tan orgullosos de su opinión errónea como para no admitir que se habían equivocado.
Si las tribus del Jordán oriental hubieran apostatado, el pueblo de Israel habría aplicado los requerimientos punitivos prescriptos en el pacto. La unidad nunca puede ser un argumento para diluir la verdad o renunciar a los principios bíblicos. Sin embargo, la disciplina eclesiástica debe ser siempre el último recurso, no el primero, después de que hayan fracasado los intentos de reconciliación y asistencia pastoral basados en la Palabra de Dios. ¡Cuán diferentes serían nuestras iglesias si estos sencillos principios fueran aplicados sistemáticamente!
ESPÍRITU DE PROFECÍA
¿En dónde están aquellos que no escatiman o miden su amante labor por su Maestro? ¿Quiénes son los que están luchando por apaciguar toda disensión en la iglesia, siendo pacificadores en el nombre de Cristo? ¿Quiénes son los que están buscando contestar la oración de Jesús, «Para que todos sean uno, como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti. Que también ellos sean uno en nosotros. Yo en ellos, y tú en mí. Que lleguen a ser perfectamente unidos, para que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los amaste a ellos, así como me amaste a mí?» ¿Puede nuestro Señor hablar estas palabras tan amables, tan llenas de significado, acerca de las iglesias en su presente estado de amor enfermizo, de disensión y pruebas triviales, iglesias que llaman a los ministros de su trabajo importante para venir a arreglar sus pequeñas dificultades creadas por ellos mismos, mostrando así que no tienen una conexión con Dios? No. Los miembros de la iglesia deben llegar a la unidad; y para poder hacer esto, deben tener menos del yo y más de Jesús. Deben aprender de Cristo. Deben ser mansos y humildes de corazón. Su orgullo y egoísmo deben morir. Entonces sus montañas de dificultades serán reducidas a un grano de arena (El ministerio pastoral, pp. 305, 306).
Nunca ponga en tela de juicio los motivos de sus hermanos; pues como usted los juzgue, Dios ha declarado que usted será juzgado. Abra su corazón a la bondad, a los alegres rayos del Sol de Justicia. Fomente pensamientos bondadosos y santas afecciones. Cultive el hábito de hablar bien de su prójimo. No permita que el orgullo o la justicia propia le evite hacer una confesión franca y completa de sus malos actos. Si no ama a aquellos por los cuales Cristo murió, no tiene un amor genuino por Cristo, y su adoración será como una ofrenda manchada ante Dios. Si atesora pensamientos indignos, juzgando mal a sus hermanos y sospechando mal de ellos, Dios no escuchará sus oraciones llenas de suficiencia y exaltación propias. Cuando acude a aquellos que usted piensa que están actuando mal, debe tener un espíritu de mansedumbre, de bondad, y estar lleno de misericordia y buenos frutos. No muestre parcialidad a una persona, y descuide a otros de sus hermanos porque no congenian con usted. Tenga cuidado de no tratar bruscamente a quienes usted piensa que han cometido errores, mientras que a otros, más culpables y merecedores de más reprensión, que deberían ser severamente censurados por su conducta anticristiana, los apoye y los trate como amigos (El ministerio pastoral, p. 306).
Viernes 12 de diciembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee las páginas 553-558 del capítulo “La repartición de Canaán” en el libro Patriarcas y profetas de Elena de White.
“Si bien es importante, por un lado, que se evite la indiferencia al tratar con el pecado, es igualmente importante, por otro lado, que se eviten los juicios duros y las sospechas infundadas.[…] La prudencia manifestada por los hijos de Rubén y sus compañeros es digna de imitación. En tanto que se esforzaban sinceramente por hacer progresar la causa de la verdadera religión, fueron juzgados erróneamente y censurados con severidad; pero no manifestaron resentimiento. Escucharon con toda cortesía y paciencia los cargos que sus hermanos les hacían, antes de tratar de defenderse, y luego les explicaron ampliamente sus móviles y demostraron su inocencia. Así se arregló amigablemente la dificultad que amenazaba tener tan graves consecuencias.
“Aun cuando se los acuse falsamente, los que están en lo justo pueden permitirse tener calma y ser considerados. Dios conoce todo lo que los hombres no entienden o interpretan mal, y con toda confianza podemos entregarle nuestro caso. Él vindicará la causa de los que depositan su confianza en él tan seguramente como sacó a luz la culpa de Acán. Los que son movidos por el espíritu de Cristo poseerán la caridad, que todo lo soporta y es benigna.
“Dios quiere que haya unión y amor fraternal entre su pueblo. En la oración que elevó Cristo precisamente antes de su crucifixión pidió que sus discípulos fueran uno como él era uno con el Padre, para que el mundo creyera que Dios le había enviado. Esta oración conmovedora y admirable llegaba a través de los siglos hasta nuestros días, pues sus palabras fueron: ‘Mas no ruego solamente por éstos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos’ (Juan 17:20). Aunque no hemos de sacrificar un solo principio de la verdad, debemos procurar constantemente ese estado de unidad” (Elena de White, Patriarcas y profetas, pp. 557, 558).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Cómo puede ayudarnos la exhortación de Pablo a estimar “a los demás como mejores a ustedes mismos” (Fil. 2:3, TLA) a no atribuir maldad infundadamente a nuestros hermanos en la fe?
- ¿Por qué a menudo reaccionamos de forma exagerada ante una situación debido a nuestros fracasos o errores pasados? ¿Cómo podemos evitar esto?
- Analiza la importancia de escuchar el punto de vista de los demás. ¿Cómo podemos desarrollar en nuestra iglesia la disposición a escuchar? (Comparar con Sant. 1:19).
- Vivimos en una sociedad en la que las exigencias de la vida laboral, las responsabilidades familiares, los compromisos relacionados con la iglesia y otras obligaciones pueden parecer abrumadores. ¿Cómo puede el principio de hacer todo como para el Señor no solo hacernos más responsables, sino también darnos tranquilidad?
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