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Lección 5 – FE CONTRA TODO PRONÓSTICO – Para el 4 de mayo de 2024


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LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA

Año 1er Trimestre 2º Trimestre 3er Trimestre 4º Trimestre
2024 Salmos El Gran Conflicto Marcos Juan
2025 Amor y Justicia en la Biblia Como Estudiar la Profecía y la Inspiración Éxodo Josué
2026 Colosenses – Filipenses Religión en el Mercado* Josué El Espíritu de Profecía
2027 1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel
2028

* Religion in the Market Place


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Lección 5: Para el 4 de mayo de 2024

FE CONTRA TODO PRONÓSTICO

Sábado 27 de abril______________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Salmo 119:162; Juan 16:13–15; 2 Pedro 1:20, 21; Efesios 2:8, 9; Romanos 3:23, 24; 6:15–18.

PARA MEMORIZAR:

 “En mi corazón he guardado tus dichos, para no pecar contra ti” (Sal. 119:11).

Los reformadores protestantes tenían algo que el siglo XXI necesita desesperadamente: un propósito para su vida. En su libro The Empty Self [El yo vacío], el prestigioso psicólogo estadounidense Philip Cushman habla de quienes viven sin propósito. Sus creencias son superficiales, pocas cosas les importan y no tienen nada por lo que merezca la pena morir o vivir.

Pero los hombres, las mujeres y los niños de la Reforma protestante eran radicalmente diferentes. Tenían un propósito permanente por el que valía la pena vivir. Lo que creían era importante, y no estaban dispuestos a comprometer su integridad. Sus creencias fundamentales formaban parte inseparable de ellos; negarlas era negar su propia identidad. Ante la muerte misma, tenían paz interior.

En el estudio de esta semana, con ejemplos de la Reforma, exploraremos de qué manera las enseñanzas transformadoras de las Escrituras ofrecen un verdadero significado para la vida. Comprender estas verdades eternas nos preparará para la crisis final en el gran conflicto entre el bien y el mal. La batalla que libraron los reformadores aún no ha terminado, y nosotros hemos sido llamados a retomarla donde ellos la dejaron. Nosotros también podemos descubrir a un Dios lo suficientemente grande para todos los desafíos que enfrentamos, un Dios que da sentido y propósito a nuestra vida como nada en el mundo.

La lección de esta semana se basa en El conflicto de los siglos, capítulos 7 al 11.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

A través de los siglos de persecución, lucha y tinieblas, Dios ha sostenido a su iglesia. Ni una nube ha caído sobre ella sin que él hubiese hecho provisión; ni una fuerza opositora se ha levantado para contrarrestar su obra, sin que él lo hubiese previsto. Todo ha sucedido como él lo predijo. Él no ha dejado abandonada a su iglesia, sino que ha señalado en las declaraciones proféticas lo que ocurriría, y se ha producido aquell0 que su Espíritu inspiró a los profetas a predecir. Todos sus propósitos se cumplirán. Su ley está ligada a su trono, y ningún poder del maligno puede destruirla. La verdad está inspirada y guardada por Dios; y triunfará contra toda oposición (Los hechos de los apóstoles, pp. 10, 11).

Dios llama a hombres y mujeres estables, de propósito firme, en quienes se pueda fiar en momentos de peligro y de prueba, que estén tan firmemente arraigados y fundados en la verdad como las rocas eternas, que no puedan ser agitados a diestra o siniestra, sino que avancen constantemente y estén siempre del lado del bien…

Debemos acercarnos más a Dios, ponernos en más íntima relación con el cielo y llevar a cabo los principios de la ley en las menores acciones de nuestra vida diaria a fin de ser espiritualmente sanos (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 78, 79).

Los reformadores no son destructores. Jamás tratarán de arruinar a los que no estén en armonía con sus planes ni se amolden a ellos. Los reformadores deben avanzar, no retroceder. Deben ser decididos, firmes, resueltos, indómitos; empero la firmeza no debe degenerar en un espíritu autoritario. Dios quiere que todos los que le sirvan sean firmes como una roca, en cuanto a principios se refiere; pero mansos y humildes de corazón, como lo fue Cristo. Entonces, permaneciendo en Cristo, podrán hacer la obra que él haría si estuviese en el lugar de ellos. Un espíritu brusco y condenador no es esencial para ser heroico en las reformas de este tiempo. Todos los métodos egoístas que se practiquen en el servicio de Dios son una abominación delante de él (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 155, 156).

No debemos preguntar si se nos aprecia o no. Nada tenemos que hacer con eso. Consideremos cómo trabajó Cristo…

Tomen la Palabra. Vivan la Palabra. Prediquen la Palabra tal como lo han hecho en lo pasado. El Señor Jesús les ha dado la promesa de su presencia. Tórnenla; aprécienla. Ni a ustedes ni a mí nos corresponde verificar si se aprecian o no los actos de abnegación y sacrificio propio.

La obra de reforma requerirá toda la fe, las lágrimas y oraciones que la inteligencia humana sea capaz de soportar. Nuestro cometido es: Levantad la cruz y llevadla tras Jesús, luchando siempre por manifestar el mismo espíritu que lo indujo a anhelar su bautismo de sufrimiento en la cruz (Cada día con Dios, 10 de febrero, p. 47).


Domingo 28 de abril____________________________________________________

SOLO LA PALABRA DE DIOS

Lee Salmo 119:103, 104, 147 y 162. ¿Cuál era la actitud de David hacia la Palabra de Dios? ¿Cómo influyó esto en los reformadores, y cómo influye en nuestra vida en la actualidad?

Salmo 119:103-104, 147 y 162

103 ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. 104 De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira.

147 Me anticipé al alba, y clamé; Esperé en tu palabra.

162 Me regocijo en tu palabra Como el que halla muchos despojos.

La Biblia era el fundamento de la fe de los reformadores y la esencia de su enseñanza. Comprendieron que estaban tratando con la inspirada “palabra de Dios que vive y permanece para siempre” (1 Ped. 1:23). Atesoraban cada palabra. A medida que leían sus páginas y creían en sus promesas, su fe se fortalecía y su valor se renovaba. “Así sucede con todas las promesas de la Palabra de Dios. En ellas, nos habla a cada uno en particular, y de un modo tan directo como si pudiéramos oír su voz. Por medio de estas promesas, Cristo nos comunica su gracia y su poder. Son hojas de ese árbol que son ‘para la sanidad de las naciones’ (Apoc. 22:2). Recibidas y asimiladas, serán la fortaleza del carácter, la inspiración y el sostén de la vida. Nada tiene tal virtud curativa. Ninguna otra cosa puede impartirnos el valor y la fe que dan energía vital a todo el ser” (Elena de White, El ministerio de curación, p. 85).

Las Escrituras irradian gozo a nuestro dolor, esperanza a nuestro desaliento, luz a nuestra oscuridad. Dan dirección a nuestra confusión, certeza a nuestra perplejidad, fortaleza a nuestra debilidad y sabiduría a nuestra ignorancia. Cuando meditamos en la Palabra de Dios y confiamos por fe en sus promesas, el poder vivificador de Dios vigoriza todo nuestro ser, física, mental, emocional y espiritualmente.

Los reformadores saturaban su mente con las Escrituras. Vivían por la Palabra, y muchos de ellos murieron por la Palabra. No eran cristianos casuales, complacientes y descuidados, con una vida devocional superficial. Sabían que sin el poder de la Palabra de Dios no resistirían las fuerzas del mal dispuestas contra ellos.

La pasión de John Wycliffe era traducir la Biblia al inglés a fin de que la gente común pudiera leerla y entenderla. Como eso era ilegal, fue juzgado por su fe, condenado como hereje y sentenciado a muerte. En su juicio, Wycliffe hizo un serio llamado: “ ‘¿Contra quién piensan que están contendiendo? ¿Contra un anciano que ya está al borde del sepulcro? ¡No!, ¡contra la Verdad!; ¡la Verdad que es más fuerte que ustedes y que los vencerá!’ ” (Wylie, lib. 2, cap. 13, citado en Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 97). Las últimas palabras de Wycliffe se cumplieron cuando la luz de la verdad de Dios disipó la oscuridad de la Edad Media.

¿De qué manera te han consolado las Escrituras en tiempos de prueba?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando apedrearon al elocuente y noble Esteban por instigación del Sanedrín, no hubo pérdida para la causa del evangelio. La luz del cielo que glorificó su rostro, la compasión divina que se expresó en su última oración, llegaron a ser como una flecha aguda de convicción para el miembro intolerante del Sanedrín que lo observaba, y Saulo, el fariseo perseguidor, se transformó en el instrumento escogido para llevar el nombre de Cristo a los gentiles, a los reyes y al pueblo de Israel… Por los esfuerzos de Satanás para destruirla, la simiente «incorruptible» de la Palabra de Dios, la cual «vive y permanece para siempre», (l Pedro 1:23) se esparce en los corazones de los hombres; por el oprobio y la persecución que sufren sus hijos, el nombre de Cristo es engrandecido y se redimen las almas (El discurso maestro de Jesucristo, p. 32).

El gran principio que sostenían estos reformadores el mismo que sustentaron los valdenses, Wiclef, Juan Hus, Lutero, Zuinglio y los que se unieron a ellos era la infalible autoridad de las Santas Escrituras como regla de y práctica… La Biblia era su autoridad y por las enseñanzas de ella juzgaban todas las doctrinas y exigencias. La fe en Dios y en su Palabra era la que sostenía a estos santos varones cuando entregaban su vida en la hoguera. «Ten buen ánimo decía Látimer a su compañero de martirio cuando las llamas estaban a punto de acallar sus voces que en este día encenderemos una luz tal en Inglaterra, que, confío en la gracia de Dios, jamás se apagará» (El conflicto de los siglos, pp. 254, 255).

Necesitamos un guía a través de los muchos desfiladeros de la vida, tal como el marino necesita un práctico para sortear el banco de arena o el lecho rocoso del río…

El marino que dispone de mapa y brújula, pero no los usa, es responsable de poner en peligro la vida de los que van a bordo de su nave; la embarcación puede naufragar por su negligencia. Disponemos de un libro guía, la Palabra de Dios, y no tendremos excusa si perdemos el camino que conduce al cielo, siendo que hemos recibido clarísimas instrucciones.

La Biblia presenta una perfecta norma de carácter; es un guía infalible en todas las circunstancias, aun hasta el fin del viaje de la vida (My Life Today, p. 25; parcialmente en Mi vida hoy, 21 de enero, p. 29).

El Señor Jesús dijo de las Escrituras del Antiguo Testamento, y cuánto más cierto es esto acerca del Nuevo: «Ellas son las que dan testimonio de mí», (Juan 5:39) el Redentor, Aquel en quien se concentran vuestras esperanzas de la vida eterna. Sí, la Biblia entera nos habla de Cristo. Desde el primer relato de la creación, de la cual se dice: «Sin él nada de lo que es hecho, fue hecho» (Juan 1:3), hasta la última promesa: «¡He aquí, yo vengo presto!» (Apocalipsis 22:12) leemos acerca de sus obras y escuchamos su voz. Si deseáis conocer al Salvador, estudiad las Santas Escrituras.

Llenad vuestro corazón con las palabras de Dios. Son el agua viva que apaga vuestra sed. Son el pan vivo que descendió del cielo (El camino a Cristo, p. 88).


Lunes 29 de abril_______________________________________________________

TRANSMITIR LA PALABRA DE DIOS

Lee 2 Corintios 4:1 al 6 y 2:14. ¿Qué nos dicen estos pasajes acerca de la confianza que tenía Pablo, a pesar de los desafíos que enfrentaba al proclamar la verdad de la Palabra de Dios?

2 Corintios 4:1-6

1 Por lo cual, teniendo nosotros este ministerio según la misericordia que hemos recibido, no desmayamos. Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; en los cuales el dios de este siglo cegó el entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios. Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como vuestros siervos por amor de Jesús. Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo.

2 Corintios 2:14

14 Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.

El apóstol Pablo enfrentó dificultades abrumadoras en su tarea de difundir el evangelio; sin embargo, tenía la confianza de que la Palabra de Dios acabaría triunfando, “porque”, como dijo, “nada podemos contra la verdad, sino solo en favor de la verdad” (2 Cor. 13:8).

Los reformadores se enfrentaron a pruebas similares; no obstante, por fe permanecieron fieles a la Palabra de Dios. Un ejemplo de valentía frente a probabilidades aparentemente abrumadoras es William Tyndale. El mayor deseo de Tyndale era dar a Inglaterra una traducción exacta y legible de la Biblia. Decidió traducir la Biblia a partir de los idiomas originales y corregir algunos de los errores de la traducción de Wycliffe de hacía doscientos años. Finalmente, Tyndale también fue arrestado y juzgado. Muchos ejemplares de su versión de la Biblia, impresas en Worms, Alemania, fueron confiscadas y quemadas públicamente. Su juicio tuvo lugar en Bélgica en 1536 d.C. Fue condenado a la hoguera por herejía. Sus verdugos lo estrangularon mientras lo ataban a la hoguera y luego quemaron su cuerpo. Sus últimas palabras fueron pronunciadas con celo a viva voz y se describen como: “Señor, abre los ojos del rey de Inglaterra”. Dios respondió milagrosamente a la oración de Tyndale.

A los cuatro años de su muerte, se publicaron cuatro traducciones inglesas de la Biblia. En 1611 se imprimió la versión bíblica del Rey Jacobo (King James), basada en gran medida en la obra de Tyndale. Los 54 eruditos que elaboraron la obra se basaron mayormente en la anterior traducción inglesa de Tyndale. Una estimación sugiere que el Antiguo Testamento de la Biblia King James de 1611 es en un 76 por ciento traducción de Tyndale; y el Nuevo Testamento, en un 83 por ciento. En 2011, la versión King James celebró su 400º aniversario, y superó el hito de los mil millones de Biblias impresas. Al haber sido traducida a 2.454 idiomas, ha impactado a decenas de millones de personas en todo el mundo.

El sacrificio de William Tyndale valió la pena.

Sin importar lo difícil que pareciera ni lo desafiantes que fueran las circunstancias, Tyndale y sus colegas creyentes en la Biblia confiaban en que Dios estaba obrando según el propósito de su voluntad. La vida de Tyndale fue determinante para la Eternidad.

Lee Daniel 12:3 y Apocalipsis 14:13. ¿De qué manera se aplican estos textos a la vida de Tyndale? Ahora piensa en tu propia vida y en tu impacto sobre los demás. ¿Qué estímulo te dan estos textos respecto de la oportunidad que tienes de influir sobre los demás para la Eternidad?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La siembra de la semilla del evangelio no tendrá éxito a menos que esa semilla sea vivificada por el rocío del cielo. Antes que un solo libro del Nuevo Testamento fuese escrito, antes que se hubiese predicado un sermón evangélico después de la ascensión de Cristo, el Espíritu Santo descendió sobre los apóstoles que oraban. Entonces el testimonio de sus enemigos fue: «Habéis llenado a Jerusalén de vuestra doctrina». Hechos 5:28 (El Deseado de todas las gentes, p. 626).

Grande es la recompensa en los cielos para quienes testifican por Cristo en medio de la persecución y el vituperio. Mientras que los hombres buscan bienes transitorios, Jesús les indica un galardón celestial. No lo sitúa todo en la vida venidera sino que empieza aquí mismo. El Señor se manifestó a Abraham, y le dijo: «Yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande». Génesis 15:1. Este es el galardón de todos los que siguen a Cristo. Verse en armonía con Jehová Emmanuel, «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» y en quien «habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad» (Colosenses 2:3, 9), conocerlo, poseerlo, mientras el corazón se abre más y más para recibir sus atributos, saber lo que es su amor y su poder, poseer las riquezas inescrutables de Cristo, comprender mejor «cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura», y «conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios» (Efesios 3:18, 19), «esta es la herencia de los siervos del Señor, esta es la justicia que deben esperar de mí, dice el Señor». Isaías 54:17 (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 32, 33).

«Era en la lengua de Israel —decía [Tyndalel en que se cantaban los salmos en el templo de Jehová; y ¿no resonará el evangelio entre nosotros en la lengua de Inglaterra?… ¿Será posible que la iglesia tenga menos luz a mediodía que al alba?… Los cristianos deben leer el Nuevo Testamento en su lengua materna»…

Echado de su casa por la persecución, se fue a Londres y allí, por algún tiempo, prosiguió sus labores sin interrupción. Pero al fin la saña de los papistas le obligó a huir. Toda Inglaterra parecía cerrársele y resolvió buscar refugio en Alemania. Allí dio principio a la publicación del Nuevo Testamento en inglés. Dos veces su trabajo fue suspendido; pero cuando le prohibían imprimirlo en una ciudad, se iba a otra. Finalmente se dirigió a Worms, donde unos cuantos años antes, Lutero había defendido el evangelio ante la dieta. En aquella antigua ciudad había muchos amigos de la Reforma, y allí prosiguió Tyndale sus trabajos sin más trabas. Pronto salieron de la imprenta tres mil ejemplares del Nuevo Testamento, y en el mismo año se hizo otra edición.

Con gran concentración de espíritu y perseverancia prosiguió sus trabajos. A pesar de la vigilancia con que las autoridades de Inglaterra guardaban los puertos, la Palabra de Dios llegó de varios modos a Londres y de allí circuló por todo el país. Los papistas trataron de suprimir la verdad, pero en vano (El conflicto de los siglos, pp. 252, 253).


Martes 30 de abril______________________________________________________

ILUMINADO POR EL ESPÍRITU

Un día, mientras estudiaba en la biblioteca de la Universidad, Martín Lutero llegó a un punto de inflexión en su vida. Descubrió un ejemplar de la Biblia en latín. Con gran deleite, leyó capítulo tras capítulo, versículo tras versículo. Le asombraba la claridad y el poder de la Palabra de Dios. Mientras estudiaba sus páginas detenidamente, el Espíritu Santo iluminó su mente. Sintió la dirección del Espíritu Santo cuando las verdades ensombrecidas por la tradición parecían saltar de las páginas de la Sagrada Escritura. Al describir su primera experiencia con la Biblia, escribió: “¡Oh, que Dios me diera un libro así para mí!”

¿Qué principios podemos extraer de los siguientes pasajes sobre cómo debemos interpretar la Biblia?

Juan 14:25-26

25 Os he dicho estas cosas estando con vosotros. 26 Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho.

Juan 16:13–15

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. 14 Él me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. 15 Todo lo que tiene el Padre es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y os lo hará saber.

2 Pedro 1:20-21

20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Lo excepcional de estos versículos es la seguridad de que el mismo Espíritu Santo que inspiró a los autores de la Biblia nos guía a nosotros cuando leemos las Escrituras. Él es el Intérprete divino de la verdad divina. Lamentablemente, muchos cristianos profesos hoy minimizan el elemento sobrenatural en la Biblia y exageran el elemento humano. Como Satanás ya no nos puede mantener alejados de la Biblia, su mejor alternativa es despojarla de su carácter sobrenatural, convertirla meramente en buena literatura o, peor aún, en una herramienta opresiva de la religión para controlar a las masas.

Los reformadores vieron claramente que el Espíritu Santo (no los sacerdotes, los prelados ni los papas) era el Intérprete infalible de las Escrituras. Hay un interesante intercambio registrado entre John Knox, el reformador escocés, y María, reina de Escocia. “María respondió: ‘Usted interpreta las Escrituras de un modo, y ellos [los maestros católico-romanos] las interpretan de otro; ¿a quién creeré y quién será juez [en este asunto]?’ ”

El reformador contestó: “ ‘Debe creer en Dios, que habla con sencillez en su Palabra; y más de lo que la Palabra le enseñe, no debe creer ni a unos ni a otros. La Palabra de Dios es clara en sí misma; y si parece haber oscuridad en algún lugar, el Espíritu Santo, que nunca se contradice a sí mismo, lo explica con más claridad en otros lugares, de modo que no queda lugar a duda sino para quien decide, obstinadamente, permanecer ignorante’ ” (David Laing, The Collected Works of John Knox, t. 2, pp. 281, 284, citado en Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 293).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Debería enseñarse al estudiante de la Biblia a acercarse a ella con el espíritu del que aprende. Debemos escudriñar sus páginas, no en busca de pruebas que apoyen nuestras opiniones, sino para saber lo que Dios dice.

Sólo se puede obtener un verdadero conocimiento de la Biblia mediante la ayuda del Espíritu que dio la Palabra. Y a fin de obtener ese conocimiento debemos vivir de acuerdo con él. Debemos obedecer todo lo que la Palabra de Dios manda. Podemos reclamar todas sus promesas. Mediante su poder, debemos vivir la vida que ella recomienda. Sólo si se la considera de este modo, se la puede estudiar eficazmente (La educación, p. 189).

Dios entregó a hombres finitos la preparación de su Palabra divinamente inspirada. Esta Palabra, distribuida en dos libros, el Antiguo y el Nuevo Testamentos, es el libro guía para los habitantes de un mundo caído, libro legado a ellos para que, mediante su estudio y la obediencia a sus instrucciones, ninguna alma pierda su camino al cielo.

Los que piensan que pueden simplificar las pretendidas dificultades de las sencillas Escrituras, calibrando con su regla finita lo que es inspirado y lo que no es inspirado, mejor sería que se cubrieran el rostro, como Elías cuando le habló la tenue vocecilla, pues están en la presencia de Dios y de los santos ángeles, que durante siglos han comunicado a los hombres luz y conocimiento, diciéndoles qué hacer y qué no hacer, desplegando delante de ellos escenas de emocionante interés, hito tras hito, en símbolos, representaciones e ilustraciones…

[N]o se ocupe ninguna mente ni mano en criticar la Biblia. Esa es una obra que Satanás se deleita en que alguien la haga, pero no es una obra que el Señor nos ha indicado hacer.

Los hombres debieran dejar que Dios cuide de su propio Libro, de sus oráculos vivientes, como lo ha hecho durante siglos (Mensajes selectos, t. 1, pp. 18-20).

La predicación de la palabra sería inútil sin la continua presencia y ayuda del Espíritu Santo. Este es el único maestro eficaz de la verdad divina. Únicamente cuando la verdad vaya al corazón acompañada por el Espíritu vivificará la conciencia o transformará la vida. Uno podría presentar la letra de la Palabra de Dios, estar familiarizado con todos sus mandamientos y promesas; pero a menos que el Espíritu Santo grabe la verdad, ninguna alma caerá sobre la Roca y será quebrantada. Ningún grado de educación ni ventaja alguna, por grande que sea, puede hacer de uno un conducto de luz sin la cooperación del Espíritu de Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 625, 626).


Miércoles 1 de mayo_____________________________________________________

SOLO CRISTO… SOLO LA GRACIA

Lee Efesios 2:8 y 9; y Romanos 3:23 y 24; 6:23; y 5:8 al 10. ¿Qué enseñan estos versículos sobre el Plan de Salvación?

Efesios 2:8-9

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe.

Romanos 3:23-24

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,

Romanos 6:23

23 Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.

Romanos 5:8-10

Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira. 10 Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida.

Dios proveyó la salvación como un regalo. Su Espíritu nos lleva a aceptar por fe lo que Cristo ha provisto gratuitamente mediante su muerte en la Cruz. Jesús, el divino Hijo de Dios, ofreció su vida perfecta para expiar nuestros pecados.

La justicia divina exige una obediencia perfecta. La vida perfecta de Cristo sustituye nuestra vida imperfecta. La Ley divina que hemos quebrantado nos condena a la muerte eterna. La Biblia es clara. Con nuestras decisiones pecaminosas, no alcanzamos el ideal de Dios para nuestra vida. Hemos pecado. Abandonados a nuestra suerte, no podemos satisfacer las justas exigencias de un Dios santo. Como resultado, merecemos la muerte eterna. Pero hay buenas noticias. El apóstol Pablo nos asegura: “Porque la paga del pecado es la muerte, pero el don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” (Rom. 6:23). Es un don inmerecido; si fuera por obras, nos la ganaríamos, y si hay una verdad que brilla en el evangelio es que no podemos ganarnos la salvación.

Martín Lutero y los reformadores protestantes descubrieron que solo Cristo era su Fuente de salvación. Entonces, Lutero comenzó a predicar el mensaje de su gracia salvífica. Las multitudes acudían en masa a escuchar sus mensajes sinceros y movilizadores. Sus palabras eran como un sorbo de agua fresca en el desierto estéril de su vida. La gente estaba encadenada a las tradiciones de la iglesia medieval y sometida a rituales vacíos que no ofrecían vida espiritual. Los mensajes bíblicos de Lutero llegaban al corazón, y la vida cambiaba.

Al leer el Nuevo Testamento, Lutero se sintió abrumado por la bondad de Dios. Le asombraba el deseo de Dios de salvar a toda la humanidad. La visión popular que enseñaban los líderes eclesiásticos de la época era que la salvación era en parte obra humana y en parte obra de Dios. Lutero descubrió que la muerte de Cristo en la Cruz era suficiente para toda la humanidad.

 “Cristo fue tratado como nosotros merecemos, para que nosotros pudiésemos ser tratados como él merece. Fue condenado por causa de nuestros pecados, en los que no había participado, con el fin de que nosotros pudiésemos ser justificados por medio de su justicia, en la cual no habíamos participado. Él sufrió la muerte que era nuestra, para que pudiésemos recibir la vida que era suya” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 17).

Qué resumen tan maravillosamente escrito del evangelio, que podíamos ser justificados por una justicia “en la cual no habíamos participado”. ¡Qué promesa!

Si la salvación es obra de Dios en Cristo, ¿qué función desempeñan nuestras buenas obras en la vida cristiana? ¿Cómo podemos confirmar la importancia de las buenas obras, pero sin hacer de ellas el fundamento de nuestra esperanza?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cristo sufrió en lugar del hombre en el huerto de Getsemaní, y la naturaleza humana del Hijo de Dios vaciló bajo el terrible horror de la culpabilidad del pecado, hasta que de sus pálidos y vacilantes labios brotó el clamor agonizante: «Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa», pero si no hay otra forma por la cual pueda alcanzarse la salvación del hombre caído, entonces «no sea como yo quiero, sino como tú». La naturaleza humana habría entonces muerto allí bajo el horror de la presión del pecado, si un ángel del cielo no hubiera fortalecido a Cristo para que soportara la agonía.

El poder que infligió la justicia retributiva al Sustituto y Garantía del hombre, fue el poder que mantuvo y sostuvo al Doliente bajo el tremendo peso de la ira que habría caído sobre un mundo pecador. Cristo sufría la muerte que correspondía a los transgresores de la ley de Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1078).

La dádiva de Dios es vida eterna. El Señor quiere que todos los que recibimos su gracia confiemos enteramente en él. Nos pide que ejercitemos una fe pura y sencilla, dependiente de él, sin la menor preocupación por la recompensa que hayamos de recibir. Debemos trabajar afanosamente en su servicio, demostrando perfecta confianza en que él juzgará con justicia.

En la descripción de la escena del juicio, cuando los justos reciben su recompensa, y se pasa sentencia sobre los malvados, se representa a los justos preguntándose qué han hecho para merecer tal recompensa.

Pero abrigaron una constante fe en Cristo. En ellos moraba su Espíritu, y realizaron espontáneamente para Cristo, en la persona de sus santos, aquellos servicios que producen una recompensa segura. Pero nunca tuvieron el propósito de trabajar con el fin de recibir una compensación. Consideraron que su más alto honor consistía en trabajar como Cristo lo había hecho. Lo que hicieron fue llevado a cabo por amor a Cristo y a sus semejantes, y Aquel que se había identificado con la humanidad sufriente consideró estos actos de amor y compasión como si hubieran sido hechos para él (Exaltad a Jesús, 25 de noviembre, p. 337).

El vestido de boda de la parábola representa el carácter puro y sin mancha que poseerán los verdaderos seguidores de Cristo. A la iglesia «le fue dado que se vista de lino fino, limpio y brillante», «que no tuviese mancha, ni arruga, ni cosa semejante». El lino fino, dice la Escritura, «son las justificaciones de los santos». Apocalipsis 19:8; Efesios 5:27. Es la justicia de Cristo, su propio carácter sin mancha, que por la fe se imparte a todos los que lo reciben como Salvador personal… Cristo colocará este manto, esta ropa de su propia justicia sobre cada alma arrepentida y creyente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 252, 253).


Jueves 2 de mayo_______________________________________________________

LA OBEDIENCIA: EL FRUTO DE LA FE

Lee Romanos 3:27 al 31; 6:15 al 18; y 8:1 y 2. ¿Qué nos enseñan estos versículos sobre la salvación solo por la justicia de Cristo?

Romanos 3:27- 31

27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. 29 ¿Es Dios solamente Dios de los judíos? ¿No es también Dios de los gentiles? Ciertamente, también de los gentiles. 30 Porque Dios es uno, y él justificará por la fe a los de la circuncisión, y por medio de la fe a los de la incircuncisión. 31 ¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley.

Romanos 6:15-18

15 ¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna manera. 16 ¿No sabéis que si os sometéis a alguien como esclavos para obedecerle, sois esclavos de aquel a quien obedecéis, sea del pecado para muerte, o sea de la obediencia para justicia? 17 Pero gracias a Dios, que aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella forma de doctrina a la cual fuisteis entregados; 18 y libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.

Romanos 8:1-2

1Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Un nuevo viento soplaba en la iglesia cristiana en los días de Lutero. A decenas de miles de personas se les enseñó a apartar la mirada de su yo pecaminoso y a contemplar a Jesús. Indudablemente, estas personas, al mirarse a sí mismas y comprobar cómo eran, solo veían cosas que las desanimaban. ¿Qué creyente no tiene la misma experiencia actualmente? Por eso tenemos que mirar a Jesús.

La gracia de Dios nos cambia. Cierto día, John Wesley asistió a una reunión morava en Londres. Wesley quedó asombrado mientras escuchaba la lectura de la introducción de Lutero a Romanos. Por primera vez en su vida, empezó a entender el evangelio. Algo se conmovió en su interior, y se sintió extrañamente atraído por este Cristo que había dado su vida por él. Exclamó: “Sentí que confiaba en Cristo, solo en Cristo para la salvación; y tuve la seguridad de que él había quitado mis pecados, aun los míos, y me había salvado de la ley del pecado y de la muerte” (John Whitehead, The Life of the Rev. John Wesley, M.A. [Londres: Stephen Couchman, 1793], p. 331).

Lee 1 Pedro 2:2; 2 Pedro 3:18; Colosenses 1:10; y Efesios 4:18 al 24. ¿Qué verdades vitales revelan estos pasajes sobre la vida cristiana?

1 Pedro 2:2

desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación,

2 Pedro 3:18

18 Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. A él sea gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén.

Colosenses 1:10

10 para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;

Efesios 4:18-24

18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.

Los reformadores estudiaban sistemáticamente la Palabra para descubrir más verdades. No contentos con el statu quo, ni con una experiencia religiosa rígida con poco o ningún crecimiento, anhelaban constantemente conocer mejor a Cristo. Muchos cristianos de la Edad Media que creían en la Biblia pagaron un precio muy alto por su determinación. Fueron torturados, encarcelados, exiliados y ejecutados. Confiscaban sus propiedades, quemaban sus casas, asolaban sus tierras y perseguían a sus familias. Cuando los expulsaban de sus hogares, buscaban una ciudad “cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10). Cuando los torturaban, bendecían a sus torturadores, y cuando languidecían en oscuras y húmedas mazmorras, reclamaban las promesas de Dios de un mañana mejor. Aunque su cuerpo estaba confinado, eran libres: libres en Cristo, libres en las verdades de su Palabra, libres en la esperanza de su pronto regreso.

Al mirarte a ti mismo, ¿qué esperanza de salvación tienes?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dado que la ley del Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable, es imposible que los hombres pecaminosos satisfagan por sí mismos la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro Redentor. Era su misión, al hacer a los hombres participes de la naturaleza divina, ponerlos en armonía con los principios de la ley del cielo. Cuando renunciamos a nuestros pecados y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la ley es ensalzada. Pregunta el apóstol Pablo: «¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley». Romanos 3:31.

La promesa del nuevo pacto es: «Pondré mis leyes en sus corazones, y en sus mentes las escribiré». Hebreos 10:16. Mientras que con la muerte de Cristo iba a desaparecer el sistema de los símbolos que señalaban a Cristo como Cordero de Dios que iba a quitar el pecado del mundo, los principios de justicia expuestos en el Decálogo son tan inmutables como el trono eterno. No se ha suprimido un mandamiento, ni una jota o una tilde se ha cambiado. Estos principios que se comunicaron a los hombres en el paraíso como la ley suprema de la vida existirán sin sombra de cambio en el paraíso restaurado. Cuando el Edén vuelva a florecer en la tierra, la ley de amor dada por Dios será obedecida por todos debajo del sol (El discurso maestro de Jesucristo, p. 47).

La pureza, la santidad de la vida de Jesús tal como se la presenta en la Palabra de Dios, poseen un mayor poder para reformar y transformar el carácter que todos los esfuerzos realizados para ilustrar los pecados y crímenes de los hombres con sus seguros resultados. Una mirada resuelta al Salvador levantado sobre la cruz, hará más para purificar la mente y el corazón de toda impureza, de lo que podrán lograr todas las explicaciones científicas expuestas por la lengua más hábil.

Ante la cruz el pecador observa toda la desemejanza de su carácter al de Cristo. Ve las terribles consecuencias de la transgresión; odia el pecado que ha practicado antes, y se aferra de Jesús por medio de una fe viviente. Ha juzgado su grado de pureza a la luz de la presencia de Dios y de los seres celestiales. La ha medido con la norma de la cruz. La ha pesado en las balanzas del santuario. La pureza de Cristo le ha revelado al hombre su propia impureza en sus colores más odiosos. Entonces se aparta del pecado degradante, mira a Jesús y vive (Exaltad a Jesús, 10 de octubre, p. 291).

Algunos parecen creer que deben estar a prueba y que deben demostrar al Señor que se han reformado, antes de poder contar con su bendición. Sin embargo, ahora mismo pueden pedirla a Dios. Deben tener su gracia, el Espíritu de Cristo, para que les ayude en sus flaquezas; de otra manera no podrían resistir al mal. El Señor Jesús se complace en que vayamos a él como somos: pecaminosos, sin fuerza, necesitados. Podemos ir con toda nuestra debilidad, insensatez y maldad, y caer arrepentidos a sus pies. Es su gloria estrecharnos en los brazos de su amor, vendar nuestras heridas y limpiarnos de toda impureza…

Nadie es tan pecador que no pueda hallar fuerza, pureza y justicia en Jesús, quien murió por todos. El está aguardando para quitarles sus vestiduras manchadas y contaminadas de pecado y ponerles los mantos blancos de la justicia; les ordena vivir, y no morir (El camino a Cristo, pp. 52, 53).


Viernes 3 de mayo______________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“Los fieles siervos de Dios no trabajaban solos. Mientras los principados y las potestades de los espíritus malignos se coaligaron contra ellos, el Señor no desamparó a su pueblo. Si sus ojos hubiesen sido abiertos, habrían visto una tan clara evidencia de la presencia y el auxilio divinos como la concedida a los profetas en la antigüedad. Cuando el siervo de Eliseo mostró a su amo el ejército hostil que los rodeaba sin dejarles escapatoria, el profeta oró: ‘Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea’ (2 Rey. 6:17). Y he aquí el monte estaba lleno de carros y caballos de fuego: el ejército celestial estaba apostado para proteger al varón de Dios. Del mismo modo, había ángeles que cuidaban a quienes trabajaban en la causa de la Reforma” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 221).

“Cuando enemigos poderosos se unían para destruir la fe reformada y millares de espadas parecían desenvainarse para combatirla, Lutero escribió: ‘Satanás manifiesta su ira; conspiran pontífices impíos; y nos amenaza la guerra. Exhorten a la gente a que contienda valientemente ante al Trono del Señor, por medio de la fe y la oración, para que nuestros enemigos, vencidos por el Espíritu de Dios, se vean obligados a ser pacíficos. Nuestra más ingente necesidad, la primera cosa que debemos hacer, es orar; hagan saber a la gente que en esta hora ella misma se halla expuesta al filo de la espada y a la ira de Satanás; hagan que oren’ ” (D’Aubigné, lib. 10, cap. 14, citado en El conflicto de los siglos, p. 222).

La justificación por la fe, la gran verdad que Lutero redescubrió, es el fundamento del evangelio, la verdad sobre la que descansa nuestra esperanza de salvación. Su himno “Castillo fuerte” enuncia el evangelio en forma poderosa: “Luchar aquí sin el Señor, cuán vano hubiera sido. Mas por nosotros pugnará de Dios el Escogido. ¿Sabéis quién es? Jesús, el que venció en la Cruz; Señor de Sebaoth, omnipotente Dios, él triunfa en la batalla” (Himnario Adventista [Florida: ACES, 2009]), Nº 400).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Cómo podemos explicar el equilibrio entre la gracia y la Ley, entre la fe y las buenas obras?
  2. ¿Por qué crees que es tan fácil permitir que nuestra mente caiga en el legalismo? ¿Cómo definirías el legalismo? Por qué es tan perjudicial para nuestra fe cristiana?
  3. ¿Existen peligros si no se entiende correctamente el concepto de “salvación por gracia”? ¿A dónde puede conducir ese malentendido?
  4. ¿Qué quieren decir algunos cuando utilizan la expresión “gracia barata”? La gracia ¿es barata?