Esta semana estaremos estudiando la misión de la iglesia aquí en la tierra; cual es la predicación ó el evangelismo. Vamos a comenzar explicando cual es la diferencia entre un discípulo y un apóstol.
Discípulo (hebreo= talmid Griego Math’tes) Persona que, como alumno, sigue las enseñanzas de otra, especialmente la de un maestro público.
Palabra del verbo manthánÇ, «aprender»; de allí que signifique «aprendiz», «alumno»
Apóstol
Del Griego Apóstolos que significa, «enviar», «despachar»; Literalmente, «uno enviado», «un mensajero», «un embajador».
En pocas palabras el discípulo es LLAMADO a aprender la teoría y a recibir entrenamiento, después de este proceso es ENVIADO a ejercer su conocimiento, su título es Apóstol.
La pregunta del día
¿En nuestro tiempo actual; después que usted ha conseguido tanto la teoría como la práctica espiritual y es mandado a la predicación del evangelio; se ha convertido usted es un Apóstol?
Respuesta: La palabra «Apóstol» significa: «Enviado». Por lo tanto, tiene la autoridad plena del que lo envió. Un ejemplo claro de esto es un embajador, está representando al presidente del país que lo envió y tiene toda la autoridad para hablar y tomar decisiones en nombre del presidente y de la nación a quien pertenece.
Cristo envió personalmente a sus discípulos, y tenían la autoridad plena de él mismo, transmitida a ellos en forma directa y personal.
Hay otra cosa que hay que tomar en cuenta; la palabra «Apóstol» es válida solo para una generación. Cristo pudo hacer a Pedro su apóstol, pero Pedro no pudo nombrar a otro apóstol de Jesucristo. Los Discípulos que formó Pedro, fueron discípulos de Pedro, el los formó tanto teóricamente como en la práctica. Los discípulos de Pedro son de Pedro, los discípulos de Jesús son de Jesús, y a ellos el les llamó apóstoles.
Por lo tanto en título «Apóstol de Jesucristo» no puede ir mas allá, si no solamente a los doce que el escogió. La excepción es Matías, y Pablo que el se denomina «apóstol de Jesucristo, el menor de ellos» La respuesta es un rotundo NO. Usted y yo somos discípulos con la misión de hacer mas discípulos.
Lección 9: Para el 30 de agosto de 2014
NUESTRA MISIÓN
Sábado 23 de agosto
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 5:14-16; Lucas 24:48, 49; Juan 20:21; Mateo 28:19, 20; Apocalipsis 14:6-12.
PARA MEMORIZAR:
“Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin” (Mat. 24:14).
AL PRINCIPIO DE SU MINISTERIO, JESÚS LLAMÓ A PEDRO y a Andrés para que fueran sus discípulos, lo cual significaba que debían traer a otras personas a Jesús. “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres”, les dijo (Mat. 4:19). Más tarde, eligió a doce discípulos “para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar” (Mar. 3:14).
Cristo envió a los doce apóstoles y, más tarde, a setenta discípulos para evangelizar (Mat. 10:5-15, Luc. 10:1-12). Después de su resurrección, Cristo apareció varias veces a sus discípulos (1 Cor. 15:3-8) y colocó en sus manos la responsabilidad de predicar el evangelio (Hech. 1:2, 3). Vez tras vez les confió la comisión evangélica. Ninguno de los escritores de los evangelios registró todas las palabras que dijo Jesús. Más bien, cada uno anotó algunas frases de las instrucciones del Señor. Cada uno enfatizó un aspecto diferente de la Comisión Evangélica y, de ese modo, nos proveyeron información valiosa en cuanto a su propósito, su metodología y su alcance.
Esta semana analizaremos la Comisión Evangélica tal como la presentó Jesús y la transmitieron los autores de los evangelios.
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La luz que emana de los que reciben a Jesucristo no se origina en ellos. Toda ella procede de la Luz y de la Vida del mundo… Cristo es la luz, la vida, la santidad y la santificación de todo aquel que cree, y su luz debe ser recibida e impartida en toda clase de buenas obras… – {MGD 124.5 – MGD 124.5
Se me ha mostrado que los discípulos de Cristo son sus representantes en toda la tierra; y Dios se propone que sean luces en las tinieblas morales de este mundo, esparcidos por todo el país, en los pueblos, aldeas y ciudades; “espectáculo al mundo, y a los ángeles, y a los hombres”.—Testimonies for the Church 2:631. – {SC 26.2}
Los discípulos han de ser la luz del mundo, pero Dios no exige de ellos esfuerzo alguno para lucirse. No aprueba ningún esfuerzo de satisfacción propia para ostentar una bondad superior. El desea que las almas de ellos se saturen de los principios del cielo; pues entonces, al tener contacto con el mundo, manifestarán la luz que hay en ellos. Su inquebrantable fidelidad en cada acto de la vida será un medio de iluminación.—El Ministerio de Curación, 31. – {SC 26.3} – SC 26.2-3
Nuestra luz debe brillar en medio de las tinieblas morales. Muchos de los que están hoy en las tinieblas verán que hay una esperanza de salvación para ellos, cuando perciban un destello de la Luz del mundo. Tal vez vuestra luz sea pequeña; pero recordad que es Dios quien os la ha dado, y que él os tiene por responsables de hacerla brillar. Es posible que alguien encienda su antorcha en la vuestra, y que su luz sea el medio de sacar a otras personas de las tinieblas. – {CSI 393.2}
Lección 9 // Domingo 24 de agosto
SER LA LUZ DEL MUNDO
Lee Mateo 5:14 al 16. ¿Qué nos está diciendo Jesús aquí, a cada uno de nosotros en forma individual y como comunidad de la iglesia?
14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.
15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa.
16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
A lo largo de la Biblia, la luz se asocia íntimamente con Dios. “Jehová es mi luz”, cantó David (Sal. 27:1), y Juan afirmó que “Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1:5). Dios es la fuente de luz. De hecho, lo primero que creó fue la luz, porque la luz es indispensable para la vida.
Dada la estrecha conexión que hay entre la luz y Dios, la Escritura con frecuencia utiliza la luz para simbolizar la verdad, el conocimiento y la piedad. Caminar en la luz significa tener un carácter como el de Dios (Efe. 5:8; 1 Juan 1:7). La luz representa a Dios; la oscuridad, a Satanás. Esa es la razón por la cual es un grave pecado hacer “de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz” (Isa. 5:20).
Jesucristo, el Hijo eterno de Dios, es “la luz de los hombres […] aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre” (Juan 1:4, 9). Solamente él es la luz que puede iluminar la oscuridad de un mundo envuelto en pecado. A través de él, podemos recibir la “iluminación del conocimiento de la gloria de Dios” (2 Cor. 4:6); es decir, su carácter.
Cuando aceptamos a Cristo como nuestro Salvador, nos convertimos en “hijos de la luz” (Juan 12:36; 1 Tes. 5:5). Pero, no tenemos luz en nosotros mismos. Al igual que la luna, lo único que podemos hacer es reflejar la luz que brilla sobre nosotros. Cuando permitimos que Jesús brille a través de nosotros, no haremos buenas obras para demostrar nuestra propia virtud, sino para llevar a las personas a glorificar a Dios.
“Si Cristo mora en el corazón, es imposible ocultar la luz de su presencia. Si los que profesan ser seguidores de Cristo […] no tienen luz para difundir, es prueba de que no tienen relación con la Fuente de luz” (DMJ 37).
¿No sería absurdo encender una lámpara solo para ponerla “debajo del almud*, o debajo de la cama” (Mar. 4:21)? Entonces, ¿por qué a veces hacemos eso con la luz de Cristo? Un discípulo escondido no es más útil que una lámpara bajo una vasija en una noche oscura. Por lo tanto, “levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti” (Isa. 60:1).
La luz en sí misma es, en realidad, invisible. Debe reflejarse sobre un objeto; de otra manera no la podemos ver. ¿Qué lección espiritual podemos extraer de esto sobre el modo en que nuestra luz, como creyentes, debe mostrarse?
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*ALMUD: Era una caja de madera con determinada medida usada en el tiempo antiguo para la venta de granos.
La humanidad por sí misma no tiene luz. Aparte de Cristo somos un cirio que todavía no se ha encendido, como la luna cuando su cara no mira hacia el sol; no tenemos un solo rayo de luz para disipar la oscuridad del mundo. Pero cuando nos volvemos hacia el Sol de justicia, cuando nos relacionamos con Cristo, el alma entera fulgura con el brillo de la presencia divina. – {DMJ 36.3}
Los seguidores de Cristo han de ser más que una luz entre los hombres. Son la luz del mundo. A todos los que han aceptado su nombre, Jesús dice: Os habéis entregado a mí, y os doy al mundo como mis representantes. Así como el Padre lo había enviado al mundo, Cristo declara: “Los he enviado al mundo”. Como Cristo era el medio de revelar al Padre, hemos de ser los medios de revelar a Cristo. Aunque el Salvador es la gran fuente de luz, no olvidéis, cristianos, que se revela mediante la humanidad. Las bendiciones de Dios se otorgan por medio de instrumentos humanos. Cristo mismo vino a la tierra como Hijo del hombre. La humanidad, unida con la naturaleza divina, debe relacionarse con la humanidad. La iglesia de Cristo, cada individuo que sea discípulo del Maestro, es un conducto designado por el cielo para que Dios sea revelado a los hombres. Los ángeles de gloria están listos para comunicar por vuestro intermedio la luz y el poder del cielo a las almas que perecen. ¿Dejará el agente humano de cumplir la obra que le es asignada? En la medida de su negligencia, priva al mundo de la prometida influencia del Espíritu Santo. – {DMJ 37.1}
Jesús no dijo a sus discípulos: Esforzaos por hacer que brille la luz; sino: “Alumbre vuestra luz”. Si Cristo mora en el corazón, es imposible ocultar la luz de su presencia. Si los que profesan ser seguidores de Cristo no son la luz del mundo es porque han perdido el poder vital; si no tienen luz para difundir, es prueba de que no tienen relación con la Fuente de luz. – {DMJ 37.2}
A través de toda la historia “el Espíritu de Cristo que estaba en ellos” hizo de los hijos fieles de Dios la luz de los hombres de su generación. José fue portaluz en Egipto. Por su pureza, bondad y amor filial, representó a Cristo en medio de una nación idólatra. Mientras los israelitas iban desde Egipto a la tierra prometida, los que eran sinceros entre ellos fueron luces para las naciones circundantes. Por su medio Dios se reveló al mundo. De Daniel y sus compañeros en Babilonia, de Mardoqueo en Persia, brotaron vívidos rayos de luz en medio de las tinieblas de las cortes reales. De igual manera han sido puestos los discípulos de Cristo como portaluces en el camino al cielo. Por su medio, la misericordia y la bondad del Padre se manifiestan a un mundo sumido en la oscuridad de una concepción errónea de Dios. Al ver sus obras buenas, otros se sienten inducidos a dar gloria al Padre celestial; porque resulta manifiesto que hay en el trono del universo un Dios cuyo carácter es digno de alabanza e imitación. El amor divino que arde en el corazón y la armonía cristiana revelada en la vida son como una vislumbre del cielo, concedida a los hombres para que se den cuenta de la excelencia celestial. – {DMJ 37.3} – DMJ 36-37
Lunes 25 de agosto // Lección 9
SER TESTIGOS
El primer encuentro de Jesús con sus discípulos, después de su resurrección, fue muy importante. Ellos estaban temerosos, angustiados, desanimados y perplejos. Se habían encerrado en el aposento alto por temor, pero Jesús fue a ellos y se apareció de pie en medio de ellos. Con una voz clara y cálida, dijo: “Paz a vosotros”. Sorprendidos y aterrorizados como estaban, les fue difícil creer lo que veían y oían. Con amor, el Señor mostró sus manos y sus pies, y les explicó todo lo que las Escrituras decían sobre él. Esa noche, la presencia y las palabras de Jesús transformaron dramáticamente a los discípulos, disipando su ansiedad e incredulidad, y llenándolos de la paz y el gozo que provenían de la certeza de su resurrección.
Entonces, Cristo comenzó a explicarles la misión que les encomendaba, ayudándolos a captar gradualmente la importancia de la responsabilidad de ellos como testigos de la muerte, la resurrección y el poder de él para perdonar pecados y transformar vidas (Luc. 24:46-48). Los discípulos, con toda certeza, lo habían visto morir; pero, también, lo habían visto con vida nuevamente. Por lo tanto, podían testificar de él, y que él era el Salvador del mundo.
Un testigo es alguien que vio u oyó un incidente o acontecimiento. Cualquier persona puede ser un testigo, siempre y cuando haya visto u oído personalmente lo que ocurrió. No existe tal cosa como un testigo de segunda mano. Podemos testificar basados únicamente en nuestra propia experiencia, no en la de otros. Como pecadores rescatados, tenemos el privilegio de contar a otros lo que Jesús ha hecho por nosotros.
¿Cuál es la relación entre recibir al Espíritu Santo y testificar por Cristo? Luc. 24:48, 49; Hech. 1:8 (ver también Isa. 43:10, 12; 44:8).
48 Vosotros sois testigos de estas cosas. 49 Y he aquí, yo enviaré sobre vosotros la promesa de mi Padre; pero vosotros, permaneced en la ciudad hasta que seáis investidos con poder de lo alto. Lucas 24
8 pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra. Hechos 1
El libro de Hechos muestra que el testimonio de los creyentes pudo tener poder de convencimiento solamente por la presencia del Espíritu Santo en sus corazones. Después de recibir al Espíritu, “con gran poder los apóstoles daban testimonio de la resurrección del Señor Jesús” (Hech. 4:33). Es decir, pudieron hablar, abiertamente y con gran poder, sobre lo que ellos mismos habían visto y experimentado. En un sentido muy real, nuestro testimonio acerca de Cristo siempre debe incluir nuestra propia experiencia con él.
¿Cuál ha sido tu experiencia personal con el Señor? ¿Qué ha hecho Dios en tu vida sobre lo cual puedes testificar de primera mano a otras personas? Lleva tu respuesta a la clase el sábado.
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Después del derramamiento del Espíritu Santo, los discípulos, revestidos de la panoplia divina, salieron como testigos a contar la maravillosa historia del pesebre y la cruz. Eran hombres humildes, pero salieron con la verdad. Después de la muerte de su Señor eran un grupo desvalido, chasqueado y desanimado, como ovejas sin pastor; pero ahora salen como testigos de la verdad, sin otras armas que la Palabra y el Espíritu de Dios, para triunfar sobre toda oposición. – {TM 66.3}
Su Salvador había sido rechazado, condenado y clavado en una cruz ignominiosa. Los sacerdotes y gobernantes judíos habían declarado en son de burla: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él”. Pero esa cruz, ese instrumento de vergüenza y tortura, trajo esperanza y salvación al mundo. Los creyentes volvieron a estrechar filas; su desesperanza y su consciente sentimiento de desvalidez habían desaparecido. Fueron transformados en carácter y unidos con los lazos del amor cristiano. Aunque carecían de riquezas, aunque eran reputados por el mundo como meros pescadores ignorantes, fueron hechos, por el Espíritu Santo, testigos de Cristo. Sin honores o reconocimiento terrenal, eran los héroes de la fe. De sus labios salieron palabras de divina elocuencia y poder que conmovieron al mundo. – {TM 67.1} – TM 66-67
El Espíritu Santo debía descender sobre los que amaban a Cristo en este mundo. De ese modo se los capacitaría, por medio de la glorificación de Aquel que era su cabeza, para recibir todo don necesario para el cumplimiento de su misión. El Dador de la vida poseía no sólo las llaves de la muerte, sino un cielo lleno de ricas bendiciones. Todo el poder del cielo y de la tierra estaba a su disposición, y al tomar su lugar en las cortes celestiales podía prodigar esas bendiciones a todos los que lo recibieran. Cristo dijo a sus discípulos: “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuese, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré”. Juan 16:7. Este era el mayor de los dones. El Espíritu Santo descendió como el tesoro más precioso que el hombre podía aceptar. La iglesia recibió el bautismo del poder del Espíritu. Los discípulos fueron preparados para salir y proclamar a Cristo primero en Jerusalén, donde se había llevado a cabo la vergonzosa obra de deshonrar al verdadero Rey, y a partir de allí debían ir hasta los confines de la tierra… – {CDCD 339.3} – CDCD 339.3
Lección 9 // Martes 26 de agosto
YO OS ENVÍO
El Evangelio de Juan también informa sobre el primer encuentro de Jesús con sus discípulos en el aposento alto, pero menciona otros elementos que no están incluidos en el Evangelio de Lucas.
Según Juan, ¿de qué manera definió Jesús la misión de los creyentes? Juan 20:21.
21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.
Jesús ya había mencionado este concepto unos pocos días antes, cuando oró: “Como tú me enviaste al mundo, así yo los he enviado al mundo” (Juan 17:18). Enviar a alguien implica que el que lo hace tiene autoridad sobre el que es enviado. También comprende un propósito, dado que uno es enviado con una misión que cumplir. Jesús fue enviado por el Padre para salvar al mundo (Juan 3:17), y nosotros lo somos por Jesús para proclamar la salvación a través de él. Evidentemente, nuestra misión es una continuación de la de Cristo, que consistió en un ministerio integral a todas las personas (Mat. 9:35). Él no solo espera que continuemos lo que inició sino, también, que vayamos más lejos. “El que en mí cree”, dijo el Señor, “las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará” (Juan 14:12).
Jesús proveyó el Espíritu Santo a fin de darles poder a sus discípulos para llevar a cabo su misión. En la creación, Dios “sopló” en la nariz de Adán “aliento de vida” (Gén. 2:7). Ahora, Jesús “sopló” sobre los discípulos “el Espíritu Santo” (Juan 20:22). Así como el aliento de vida transformó el polvo inerte en un ser viviente, el Espíritu Santo transformó a los temerosos y desanimados discípulos en poderosos testigos vivientes, para continuar la obra de Jesús. El mismo poder es indispensable hoy para cumplir la misión que se nos encomendó.
Jesús te ha llamado para ser un testigo. ¿De qué puedes testificar? Es decir, ¿qué has visto o experimentado acerca de Jesús que deberías compartir con otras personas?
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Cristo dio a la iglesia un encargo sagrado. Cada miembro debe ser un medio por el cual Dios pueda comunicar al mundo los tesoros de su gracia, las inescrutables riquezas de Cristo. No hay nada que el Salvador desee tanto como tener agentes que quieran representar al mundo su Espíritu y su carácter. No hay nada que el mundo necesite tanto como la manifestación del amor del Salvador por medio de seres humanos. Todo el cielo está esperando a los hombres y a las mujeres por medio de los cuales pueda Dios revelar el poder del cristianismo. – {EJ 309.2}
La iglesia es la agencia de Dios para la proclamación de la verdad, facultada por él para hacer una obra especial; y si le es leal y obediente a todos sus mandamientos, habitará en ella la excelencia de la gracia divina. Si manifiesta verdadera fidelidad, si honra al Señor Dios de Israel, no habrá poder capaz de resistirle. – {EJ 309.3}
El celo por Dios y su causa indujo a los discípulos a ser testigos del Evangelio con gran poder. ¿No debería semejante celo encender en nuestros corazones la determinación de continuar la historia del amor redentor, del Cristo crucificado? Es el privilegio de cada cristiano, no sólo esperar, sino apresurar la venida del Salvador. – {EJ 309.4} – EJ 309.2-4
Aun cuando una iglesia esté compuesta de personas pobres, faltas de cultura y desconocidas, sin embargo, si son miembros creyentes y que oran, se sentirá su influencia en el tiempo y en la eternidad. Si avanzan con fe sencilla, dependiendo de las promesas de la Palabra de Dios, pueden realizar un gran bien. Si hacen que brille su luz, Cristo se glorifica en ellas y se promueven los intereses de su reino. Si tienen un sentido de responsabilidad individual ante Dios, buscarán las oportunidades de trabajar y brillarán como luces en el mundo. Serán ejemplos de sinceridad y de fervor celoso al realizar el plan de Dios para la salvación de las almas. Si los pobres, los que no tienen instrucción, se deciden, pueden convertirse en estudiantes en la escuela de Cristo, y él les enseñará verdadera sabiduría. La vida de humildad, la confianza semejante a la de un niño, la verdadera piedad, la verdadera religión, serán efectivas en su influencia sobre otros. Las personas que tienen una elevada cultura están propensas a depender más de su conocimiento libresco que de Dios. Con frecuencia, no buscan un conocimiento de los caminos de Dios, luchando fervientemente con él en oración secreta, aferrándose por fe de las promesas de Dios. Los que han recibido la unción celestial, avanzarán con un espíritu semejante al de Cristo, buscando la oportunidad de entrar en conversación con otros y revelarles el conocimiento de Dios y de Jesucristo a quien él ha enviado, y cuyo conocimiento es vida eterna. Llegarán a ser epístolas vivientes que revelen la Luz del mundo a la humanidad. – {1MS 310.2}
Cristo ha dado “a cada uno su obra”. Marcos 13:34. Espera que cada uno haga su obra con fidelidad. Encumbrados y humildes, ricos y pobres, todos tienen una obra que hacer para el Maestro. Cada uno está llamado a la acción. Pero si no obedecéis la voz del Señor, si no hacéis su obra señalada con firme confianza en Cristo como vuestra suficiencia, si no seguís su ejemplo, “malo y negligente siervo” se registrará junto a vuestro nombre. A menos que sea comunicada a otros la luz que os ha sido dada, a menos que hagáis brillar vuestra luz, ésta se convertirá en tinieblas y vuestra alma será dejada en un terrible peligro. Dios dice a cada uno que conoce la verdad: “Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”. Mateo 5:16. Comunicad a otros el conocimiento de la verdad. Este es el plan de Dios para iluminar al mundo. Si no permanecéis en vuestros puestos designados, si no hacéis que brille vuestra luz, quedaréis envueltos en tinieblas. Dios exhorta a todos los hijos e hijas de la familia celestial a que estén plenamente aparejados, de modo que en cualquier momento puedan entrar en las filas, listos para la acción. El corazón enternecido y lleno de simpatía por el amor de Jesús encontrará las preciosas perlas designadas para el cofre del Señor Jesús. – {1MS 311.1} – 1MS 310-311
Miércoles 27 de agosto // Lección 9
HACER DISCÍPULOS
Después de su resurrección, Jesús se encontró con sus discípulos en Galilea, en el “monte donde Jesús les había ordenado” (Mat. 28:16). No solo los Once; también más de quinientos hermanos se reunieron allí para encontrarse con el Señor resucitado (1 Cor. 15:6). Aquel que había conquistado la muerte les dijo: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra” (Mat. 28:18). El Hijo ya no limita voluntariamente el uso de su poder y autoridad divinos como lo hizo durante su ministerio terrenal. Más bien, así como antes de la encarnación, la autoridad de Jesús incluye al universo entero. Basado en su autoridad incuestionable, Jesús confía una misión a sus seguidores.
Según el informe de Mateo, al dar la Gran Comisión, Jesús utilizó cuatro verbos: ir, hacer discípulos, bautizar y enseñar. Lamentablemente, muchas versiones de la Biblia no reflejan el hecho de que, en griego, el único verbo que está en imperativo es hacer discípulos, mientras los otros tres verbos son participios. Esto significa que el énfasis de la oración está en hacer discípulos, y que las otras tres actividades dependen de esta.
¿Cuál es el papel de ir, bautizar y enseñar, en relación con el cumplimiento del mandato de hacer discípulos? Mat. 28:19, 20.
19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.
El mandato de Jesús indica tres actividades involucradas en hacer discípulos. No es necesario que las tres actividades se den en un orden secuencial particular; más bien, se complementan entre sí. Al ir a diferentes lugares hasta alcanzar a todo el mundo, deberíamos enseñar todo lo que Jesús enseñó, y bautizar a aquellos que lo acepten como su Salvador y están dispuestos a observar todas las cosas que Jesús mandó.
Nos regocijamos cuando alguien se bautiza, pero el bautismo no es el fin de la historia. Es solamente parte del proceso de transformar a alguien en un discípulo. Nuestra tarea es invitar a las personas a seguir a Jesús, lo cual significa creer en él, obedecer sus enseñanzas, adoptar su estilo de vida e invitar a otros a ser discípulos también.
La palabra todo caracteriza este texto. Dado que Jesús tiene “toda potestad”, debemos ir a “todas las naciones” y enseñarles a guardar “todas las cosas” relacionadas con el evangelio, con la seguridad de que Cristo estará con nosotros “todos los días”, hasta el fin del mundo.
Piensa en tu iglesia local. ¿Qué está haciendo para nutrir y discipular a los nue- vos conversos? ¿Qué más se podría hacer? Pregúntate también: ¿Qué talentos tengo que podrían ser usados para cumplir esta parte importante de la Comisión evangélica?
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Debemos ser conductos consagrados, por los cuales la vida del Cielo se comunique a otros. El Espíritu Santo debe animar e impregnar toda la iglesia, purificando los corazones y uniéndolos unos a otros. Los que han sido sepultados con Cristo por el bautismo deben entrar en una nueva vida, y dar un ejemplo vivo de lo que es la vida de Cristo. Una comisión sagrada nos ha sido confiada. Esta es la orden que hemos recibido: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Mateo 28:19-20. La obra a la que os habéis consagrado consiste en dar a conocer el Evangelio de la salvación. Vuestro poder debe estar fundado en la perfección celestial. – {9TI 18.1}
El testimonio que debemos dar por Dios no consiste sólo en predicar la verdad y distribuir impresos. No olvidemos que el argumento más poderoso en favor del cristianismo es una vida semejante a la de Cristo, mientras que un cristiano vulgar hace más daño en el mundo que un mundano. Todos los libros escritos no reemplazarán una vida santa. La gente creerá, no lo que diga el predicador, sino lo que viva la iglesia. Demasiado a menudo la influencia del sermón predicado desde el púlpito queda neutralizada por la que se desprende de la vida de personas que se dicen defensoras de la verdad. – {9TI 18.2}
El propósito de Dios es glorificarse a sí mismo delante del mundo en su pueblo. El quiere que los que lleven el nombre de Cristo le representen por el pensamiento, la palabra y la acción. Deben tener pensamientos puros y pronunciar palabras nobles y animadoras, capaces de atraer al Salvador a las personas que los rodean. La religión de Cristo debe estar entretejida en todo lo que dicen y hacen. En todos sus negocios, debe desprenderse el perfume de la presencia de Dios. – {9TI 18.3} – 9TI 18.1-3
Lección 9 // Jueves 28 de agosto
PREDICAR EL EVANGELIO
Con su característica concisión y claridad, el Evangelio de Marcos presenta la comisión de Jesús en una breve frase: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15). Al igual que en Mateo, el verbo ir, en griego, es un participio que no indica la tarea, sino el movimiento necesario para cumplir la tarea. La misión en sí misma está expresada por el verbo griego kērusso, usado aquí en el modo imperativo. Kērusso significa “proclamar en voz alta, anunciar, predicar”. Marcos utiliza este término catorce veces, más que cualquier otro Evangelio. La iglesia debe proclamar el evangelio.
Durante el ministerio terrenal de Jesús, los Doce no habían sido enviados a los gentiles, sino solamente “a las ovejas perdidas de la casa de Israel” (Mat. 10:6). Ahora, Cristo los envía a “todo el mundo” y “a toda criatura”. Los Once, por sí solos, nunca podrían haber anunciado el evangelio al mundo entero, y mucho menos a toda criatura viviente sobre la Tierra. Una tarea de una dimensión tan global requiere la participación de la iglesia entera; es confiada a todos los creyentes de todas las edades. Esto te incluye a ti y me incluye a mí.
Lee Apocalipsis 14:6 al 12. ¿De qué manera estos versículos abarcan la misión mundial de la iglesia?
6 Y vi otro ángel volar por en medio del cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo á los que moran en la tierra, y á toda nación y tribu y lengua y pueblo,
7 Diciendo en alta voz: Temed á Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida; y adorad á aquel que ha hecho el cielo y la tierra y el mar y las fuentes de las aguas.
8 Y otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, aquella grande ciudad, porque ella ha dado á beber á todas las naciones del vino del furor de su fornicación.
9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo en alta voz: Si alguno adora á la bestia y á su imagen, y toma la señal en su frente, ó en su mano,
10 Este también beberá del vino de la ira de Dios, el cual está echado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles, y delante del Cordero:
11 Y el humo del tormento de ellos sube para siempre jamás. Y los que adoran á la bestia y á su imagen, no tienen reposo día ni noche, ni cualquiera que tomare la señal de su nombre.
12 Aquí está la paciencia de los santos; aquí están los que guardan los mandamientos de Dios, y la fe de Jesús.
Sin embargo, predicar el evangelio a toda criatura no significa automáticamente que todos lo aceptarán. Solo “el que creyere y fuere bautizado, será salvo” (Mar. 16:16). Deberíamos predicar con todo fervor, esperando que todos los que nos escuchen acepten la invitación del evangelio. No obstante, debemos ser conscientes de que muchos no aceptarán la Palabra, como lo muestra claramente la imagen de la puerta angosta (Mat. 7:13, 14).
¿Qué seguridad tenemos de que esta misión mundial puede cumplirse y, de hecho, se cumplirá? Mat. 24:14.
14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Hay un paralelismo alentador entre Marcos 16:15 y Mateo 24:14. Ambos textos se refieren a la proclamación del evangelio a todo el mundo. Mientras el primer pasaje presenta la comisión de Jesús de predicar, el segundo provee la promesa de Jesús de que la misión se llevará a cabo con toda seguridad.
Cristo “proveyó ampliamente para la prosecución de la obra y tomó sobre sí la responsabilidad de su éxito. Mientras ellos [sus discípulos] obedeciesen su palabra y trabajasen en relación con él, no podrían fracasar” (DTG 761). La pregunta, entonces, que cada uno de nosotros debe hacerse es: ¿Cuán dispuesto estoy a ser utilizado por Jesús en esta obra crucial?
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En el día final, cuando desaparezcan las riquezas del mundo, el que haya guardado tesoros en el cielo verá lo que su vida gano. Si hemos prestado atención a la palabra de Cristo, al congregarnos alrededor del gran trono blanco veremos almas que se habrán salvado como consecuencia de nuestro ministerio; sabremos que uno salvó a otros, y éstos, a otros aun. Esta muchedumbre, traída al puerto de descanso como fruto de nuestros esfuerzos, depositará su corona a los pies de Jesús y lo alabara por los siglos interminables de la eternidad. ¡Con que alegría verá el obrero de Cristo aquellos redimidos, participantes de la gloria del Redentor! ¡Cuán precioso será el cielo para quienes hayan trabajado fielmente por la salvación de las almas! (El discurso maestro de Jesucristo, Pág. 78).
Viernes 29 de agosto // Lección 9
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “Id, doctrinad a todas las naciones”, El Deseado de todas las gentes, pp. 757-768; y “La Gran Comisión”, Los hechos de los apóstoles, pp. 21-28.
“Cada verdadero discípulo nace en el Reino de Dios como misionero. El que bebe del agua viva llega a ser una fuente de vida. El que recibe llega a ser un dador. La gracia de Cristo en el alma es como un manantial en el desierto, cuyas aguas surgen para refrescar a todos y da, a quienes están por perecer, avidez de beber el agua de la vida” (DTG 166).
“El mandato que dio el Salvador a los discípulos incluía a todos los cre- yentes en Cristo hasta el fin del tiempo. Es un error fatal suponer que la obra de salvar almas solo depende del ministro ordenado […]. A todos los que reciben la vida de Cristo se les ordena trabajar para la salvación de sus semejantes. La iglesia fue establecida para esta obra, y todos los que toman sus votos sagrados se comprometen por ello a colaborar con Cristo” (ibíd. 761).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. No todos pueden viajar por el mundo predicando el evangelio. ¿De qué formas puede cada uno de nosotros participar en la tarea de esparcir el evangelio al mundo, en el contexto del mensaje de los tres ángeles?
2. ¿De qué maneras está continuando tu iglesia local el ministerio de Jesús en tu comunidad? ¿Cómo podrías ayudar a mejorar el servicio misionero de la iglesia?
3. Jesús dijo que el evangelio iría a todo el mundo. Durante casi toda la historia desde que él pronunció estas palabras, los métodos de comunicación no variaron. Hace doscientos años, la comunicación no era mucho más rápida de lo que lo era hace dos mil, cuando Jesús pronunció la Comisión Evangélica. Por supuesto, todo eso ha cambiado, especialmente en los últimos cincuenta años, en los cuales han surgido medios de comunicación impensables anteriormente. ¿Cómo podemos utilizar más eficientemente la extraordinaria tecnología actual, a fin de realizar la tarea que se nos ha prometido que será realizada?
4. En la clase, basados en la pregunta que aparece al final de la lección del día lunes, permite que aquellos que estén dispuestos compartan su propia experiencia personal con Jesús. ¿De qué manera podemos utilizar nuestro propio testimonio para testificar a otros? ¿Por qué deberíamos utilizar nuestra propia experiencia?
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