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LECCION 10 – LA LEY DE DIOS – PARA EL 6 DE SEPTIEMBRE/2014

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Lección 10: Para el 6 de septiembre de 2014

LA LEY DE DIOS

Sábado 30 de agosto                                                                                                                  

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Mateo 5:17-19; 5:21-44; Marcos 7:9-13; Mateo 19:16-22.

PARA MEMORIZAR:
“Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

AUNQUE MUCHOS LÍDERES EN ISRAEL sostenían muy en alto la Ley, algunos mal entendían su propósito, creyendo que podían obtener la justicia al obedecerla. Como escribió Pablo, “ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Rom. 10:3).

Por esta razón, Jesús a menudo cuestionó e incluso rechazó las tradiciones de los líderes religiosos de su tiempo (Mar. 7:1-13). Y ellos, que no comprendían el propósito de la Ley, criticaron y confrontaron a Jesús por sus enseñanzas acerca de esta.

Es importante entender que, aunque reprendió las prácticas abiertamente legalistas de los fariseos, Jesús sostuvo en alto los Diez Mandamientos, afirmó claramente la perpetuidad del Decálogo, y explicó su significado y su propósito. Cristo mismo dijo que había venido a cumplir la Ley (Mat. 5:17). De muchas maneras, su muerte fue la máxima revelación de la permanente validez de la Ley de Dios.

Esta semana, analizaremos las enseñanzas de Jesús sobre la Ley y el impacto que deberían tener en nuestra propia vida.

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Domingo 31 de agosto // Lección 10                                                                                       

JESÚS NO CAMBIÓ LA LEY

¿Qué enseña Mateo 5:17 al 19 acerca de la actitud de Jesús hacia la Ley?

17 »No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolir, sino a cumplir, 18 porque de cierto os digo que antes que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. 19 De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los cumpla y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.

Aunque la palabra ley a menudo es utilizada para referirse a los primeros cinco libros de la Biblia (también conocidos como el Pentateuco, o la Torah), en este caso el contexto pareciera indicar que Jesús se refería principalmente a los Diez Mandamientos. Al decir que no había venido para “abrogar” la Ley, Jesús está diciendo, literalmente, no he venido para invalidar o abolir los Diez Mandamientos. Esta declaración es muy clara y, probablemente, tiene el fin de mostrar que eran los líderes religiosos, no Jesús, quienes habían estado destruyendo la Ley, neutralizando su propósito mediante su tradición (Mat. 15:3, 6). En contraste, al cumplir la Ley y darle un significado más profundo, Cristo vino para darnos un ejemplo de obediencia perfecta a la voluntad de Dios.

Lee Hechos 7:38. ¿Quién fue el Ángel que habló con Moisés y le dio la Ley en el Monte Sinaí? Isa. 63:9; 1 Cor. 10:4. ¿Por qué es importante esto?

38 Este es aquel Moisés que estuvo en la congregación en el desierto con el ángel que le hablaba en el monte Sinaí, y con nuestros padres, y que recibió palabras de vida que darnos;  Hechos 7

9 En toda angustia de ellos él fue angustiado,
y el ángel de su faz los salvó;
en su amor y en su clemencia los redimió,
los trajo y los levantó
todos los días de la antigüedad.  Isaias 63

y todos bebieron la misma bebida espiritual; porque bebían de la roca espiritual que los seguía, y la roca era Cristo. 1 Corintios 10

“Cristo no solo fue el que dirigía a los hebreos en el desierto […] sino también fue él quien dio la Ley a Israel. En medio de la terrible gloria del Sinaí, Cristo promulgó a todo el pueblo los Diez Mandamientos de la Ley de su Padre, y dio a Moisés esa ley grabada en tablas de piedra” (PP 382).

El hecho de que Cristo mismo fue quien dio a Moisés la Ley en el Monte Sinaí hace que sea aún más importante que la tomemos en serio. Además, si el mismo dador de la Ley amplió su significado a través de sus enseñanzas, tal como las encontramos en los evangelios, haríamos bien en obedecer esa Ley. Es imposible encontrar en la vida y las enseñanzas de Jesús alguna cosa que implique que los Diez Mandamientos ya no se aplican a los cristianos. Al contrario, las palabras y el ejemplo de Jesús nos enseñan lo opuesto.

Si bien sabemos que la Ley aún está en vigencia, también sabemos que no puede salvarnos (Gál. 3:21). ¿De qué manera podemos entender, entonces, la relación entre la Ley y la gracia?

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Al hablar de la ley, dijo Jesús: “No he venido para abrogar, sino para cumplir”. Aquí usó la palabra “cumplir” en el mismo sentido que cuando declaró a Juan el Bautista su propósito de “cumplir toda justicia”, [8] es decir, llenar la medida de lo requerido por la ley, dar un ejemplo de conformidad perfecta con la voluntad de Dios. – {DMJ 46.2}
Su misión era “magnificar la ley y engrandecerla”. [9] Debía enseñar la espiritualidad de la ley, presentar sus principios de vasto alcance y explicar claramente su vigencia perpetua. La belleza divina del carácter de Cristo, de quien los hombres más nobles y más amables son tan sólo un pálido reflejo; de quien escribió Salomón, por el Espíritu de inspiración, que es el “señalado entre diez mil… y todo él codiciable”; [10] de quien David, viéndolo en visión profética, dijo: “Más hermoso eres que los hijos de los hombres”; [11] Jesús, la imagen de la persona del Padre, el esplendor de su gloria; el que fue abnegado Redentor en toda su peregrinación de amor en el mundo, era una representación viva del carácter de la ley de Dios. En su vida se manifestó el hecho de que el amor nacido en el cielo, los principios fundamentales de Cristo, sirven de base a las leyes de rectitud eterna. – {DMJ 46.3}

“Hasta que pasen el cielo y la tierra—dijo Jesús—, ni una jota ni una tilde pasará de la ley, hasta que todo se haya cumplido”. Por su propia obediencia a la ley, Jesús atestiguó su carácter inalterable y demostró que con su gracia puede obedecerla perfectamente todo hijo e hija de Adán. En el monte declaró que ni la jota más insignificante [*] desaparecería de la ley hasta que todo se hubiera cumplido, a saber: todas las cosas que afectan a la raza humana, todo lo que se refiere al plan de redención. No enseña que la ley haya de ser abrogada alguna vez, sino que, a fin de que nadie suponga que era su misión abrogar los preceptos de la ley, dirige el ojo al más lejano confín del horizonte del hombre y nos asegura que hasta que se llegue a ese punto, la ley conservará su autoridad. Mientras perduren los cielos y la tierra, los principios sagrados de la ley de Dios permanecerán. Su justicia, “como los montes de Dios”, [12] continuará, cual una fuente de bendición que envía arroyos para refrescar la tierra. – {DMJ 46.4}

Dado que la ley del Señor es perfecta y, por lo tanto, inmutable, es imposible que los hombres pecaminosos satisfagan por sí mismos la medida de lo que requiere. Por eso vino Jesús como nuestro Redentor. Era su misión, al hacer a los hombres participes de la naturaleza divina, ponerlos en armonía con los principios de la ley del cielo. Cuando renunciamos a nuestros pecados y recibimos a Cristo como nuestro Salvador, la ley es ensalzada. Pregunta el apóstol Pablo: “¿Luego por la fe invalidamos la ley? En ninguna manera, sino que confirmamos la ley”. [13] – {DMJ 47.1} – DMJ 46-47

La mayoría de las iglesias cristianas creen y sostienen que Cristo en su venida a este mundo abolió la ley.

Pero aquí estamos leyendo lo contrario, Cristo no solamente guardo la ley, también afirmó la existencia de la ley, y lo mas grande es; que en vez de achicar la ley, hizo todo lo contrario, la agrandó mas.
Antes de la venida de Cristo, el quebrantamiento de un mandamiento requería una acción.
Con la venida de Cristo el quebrantamiento de un mandamiento sube de una acción al pensamiento.
Ahora el mandamiento es mas sensible, Cristo los agranda de tal manera que la persona es culpada de adulterio solamente con codiciar.
No se necesita el acto meramente, se necesita sólo el pensamiento para quebrantar el mandamiento.
Entonces ahora podemos preguntar a nuestros hermanos de otras denominaciones:
-¿Cómo nos pueden explicar que Cristo abolió la ley, cuando el hizo todo lo contrario al engrandecerla y al hacer el mandamiento mas sensitivo?
-¿Cómo nos pueden explicar que ahora Cristo declara que para pecar se necesita sólo el pensamiento? ¿Eso es abolir la ley?
-¿Cómo nos pueden explicar que Cristo dijo que cualquiera que violara los mandamientos ya sea por acción ó enseñanzas no entraría al reino de los cielos?
-¿Como nos pueden explicar que la ley está abolida cuando Cristo dijo que no venía a abolir la ley y los profetas?

Hay un texto bíblico que muchas veces lo citan nuestros hermanos que no guardan la ley y éste texto nos pone a pensar un poco:
Lucas 16
16-La ley y los profetas fueron hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es predicado, y todos se esfuerzan por entrara a el.

Este es un texto bíblico muy controversial con las demás religiones.
Al leerlo rápidamente llegamos a la conclusión de que la ley y los profetas están terminando con el ministerio de Juan;  como lo sugieren muchos teólogos de otras religiones.
Lo que el texto nos está tratando de decir es que hasta Juan estuvo el Antiguo Testamento, como la única guía para la salvación del hombre.
Hasta Juan los hombres habían tenido el Antiguo Testamento y los profetas como guía de salvación.
Pero a partir de Juan comienza una nueva etapa en la esfera divina.
Lo que los profetas habían anunciado por tanto tiempo, ya se ha cumplido con la venida de Cristo.
Todas las profecías escritas en el antiguo testamento llegaron al clímax de su realización con el aparecimiento de Jesús como el Mesías.
Y Juan, es el último profeta antes de la venida de Cristo encargado de predicar, anunciar, presentar y bautizar al Mesías.
Con la venida del evangelio no se está aboliendo el Antiguo Testamento, de ninguna manera, todo lo contrario el Antiguo Testamento se está reforzando, complementado y confirmando .
El evangelio ó el Nuevo Testamento no está eliminando el Antiguo Testamento, se está uniendo y así se está completando la palabra de Dios.

La clave en este texto es entender la palabra «Hasta»
Esta palabra no esta imponiendo un significado de culminación, clausura ó finalización.
Esta palabra esta exponiendo una etapa de tiempo, un lapso de tiempo , una etapa.

La palabra que se usa en el griego para «HASTA» es «MEJRI»

Para entender esto hay que estudiar otro texto bíblico que contenga la misma palabra «MEJRI» en griego; que la traducción en español es «HASTA»
Y ese texto lo encontramos en Romanos 5: 14
Y dice así:
14 No obstante, reinó la muerte desde Adán «MEJRI» (hasta) Moisés…
¿Quiere decir que la muerte termino en Moisés?
¿Desde Moisés para acá nadie muere? Si eso fuera verdad que después de Moisés nadie muere, entonces se puede aceptar que la ley terminó con Juan. Penosamente todos seguimos muriendo, de la misma manera que la ley sigue vigente.

En griego la palabra «MEJRI» no significa terminación.

Esta palabra significa una etapa de tiempo, que precede a otra mejor ó similar a la que ya pasó.
La luz del Nuevo Testamento no disminuye el valor del Antiguo Testamento; todo lo contrario el Nuevo Testamento necesita al Antiguo Testamento, para confirmar que todas las profecías predichas en el antiguo testamento se cumplieron y se están cumpliendo en el Nuevo Testamento.
Si Cristo hubiera invalidado la ley ó el Antiguo Testamento:
¿Cómo supiéramos que el Nuevo Testamento es verdadero?

 

Lección 10 // Lunes 1° de septiembre                                                                                    

JESÚS PROFUNDIZÓ EL SIGNIFICADO DE LA LEY

Luego de establecer la perpetuidad de los Diez Mandamientos, Jesús continuó su Sermón del Monte exponiendo algunos ejemplos específicos de las leyes del Antiguo Testamento. El pueblo había malinterpretado tanto estos mandatos específicos que Jesús sintió que era de vital importancia explicar su verdadero significado.

¿Qué contraste presentó Jesús para cada aspecto de la Ley mencionado en el Sermón del Monte? ¿A qué autoridad apeló en todos los casos? Mat. 5:21-44.

21 Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio.

22 Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de fuego.

23 Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti,

24 deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.

25 Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel.

26 De cierto te digo que no saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante.

Jesús y el adulterio

27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.

28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

Jesús y el divorcio

31 También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, dele carta de divorcio.

32 Pero yo os digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa con la repudiada, comete adulterio.

Jesús y los juramentos

33 Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino cumplirás al Señor tus juramentos.

34 Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios;

35 ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del gran Rey.

36 Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello.

37 Pero sea vuestro hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

El amor hacia los enemigos

38 Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y diente por diente.

39 Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra;

40 y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;

41 y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos.

42 Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses.

43 Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo.

44 Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;

Nota que, en cada caso, Jesús cita primeramente un texto del Antiguo Testamento (Éxo. 20:13, 14; Deut. 5:17, 18; Éxo. 21:24; Lev. 24:20; Deut. 19:21) y, luego, pareciera argumentar en contra de cada texto. ¿Estaba Jesús desacreditando la Ley? Por supuesto que no. Al explicar mejor y ampliar lo que los líderes religiosos habían reducido a nada más que formalidades, Jesús simplemente está contrastando las enseñanzas de los fariseos con el verdadero significado de la Ley.

Los rabinos citaban la tradición como la autoridad para sus interpretaciones de la Ley. En oposición a esto, Cristo habló basado en su propia autoridad, como el dador mismo de la Ley. La expresión “pero yo os digo” aparece seis veces en este capítulo. ¿Quién sino el Señor mismo podía hacer semejante aseveración?

Lo fascinante, también, es que los requerimientos de Cristo van radicalmente más allá de la simple forma de la Ley. Sus enseñanzas incluyen el espíritu que está detrás de la letra de la Ley; el espíritu que imparte significado y vida a lo que, de otro modo, sería mero formalismo. Guardar la Ley, por sí solo, como un fin en sí mismo, solo llevaría a la muerte, a menos que entendamos la Ley como una expresión de lo que significa ser salvos por gracia.

Considera la actitud de los escribas y los fariseos, tal como está descrita en Mateo 23:3 al 5 y 23 al 28. ¿De qué manera podemos obedecer los Mandamientos de Dios de todo corazón, sin caer en una hipocresía y un legalismo similares? ¿Qué papel importantísimo juega la correcta comprensión de la gracia para evitar que caigamos en el legalismo?

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En el Antiguo Testamento se está leyendo acerca de la muerte como una acción, pero ahora en el Nuevo Testamento Cristo magnifica esta ley, dividiéndola en tres partes:
1- El que se enoja contra su hermano «SIN RAZON» está en peligro de Juicio
2-Cualquiera que dijere a su hermano «RACA» estará en peligro del concilio.
3-Cualquiera que le dijere «FATUO» estará expuesto el al fuego eterno

Vamos a estudiar estas tres subdivisiones que Cristo hizo al sexto mandamiento.
Muchas veces nos enojamos contra nuestro prójimo y con razón.
Para eso tenemos una reglas bíblica muy hermosa y es:
Efesios 4: 26 – Airaos, pero no pequéis…

1-El que se enoja contra su hermano «SIN RAZON» está en peligro de juicio…
22-Mas yo os digo que cualquiera que sin razón se enojare contra su hermano, estará en peligro de juicio….
El asesinato tiene su origen en el enojo.
La semilla que se tiene que sembrar para asesinar a alguien se llama enojo.
Pero aquí hay una frase que no la podemos pasar por alto y es: «SIN RAZON»
¿Porqué nos enojamos sin razón contra una persona?
-Envidia
-Orgullo
-Celos
-Favoritismo (usted no es el favorito de esa persona)
-Egoísmo
-Prejuicio
-Descriminación
-Intelecto ó conocimiento
-Liderazgo ó capacidad
-Belleza ó virtudes
El «ENOJO SIN RAZON» tiene siempre un motivo, y el motivo siempre es pecaminoso.
Cuantas personas son infelices y hacen a otras infelices, solamente por que una de ella tiene mas posesiones económicas, materiales, espirituales, intelectuales, físicas, ETC. y la otra persona que tiene menos no puede aceptar esa realidad.
El asesinato tiene su principio en la falta de amor; donde el amor falta, es el odio que se encarga de llenar esa posición vacía.
El enojo es la antesala del odio.
Cada vez que nosotros tengamos esos resentimientos contra otra persona sin razón, tenemos que llevárselo a Dios en oración para que seamos sanados.
De otra manera el enojo, nos llevará a la siguiente etapa que es el odio.
Posiblemente nunca asesinaremos a esa persona que odiamos, pero si, seremos culpados de asesinato.
Lo único que nos separa de la acción es una falta de oportunidad, ó las consecuencias de nuestra acción.

2-Cualquiera que dijere a su hermano «RACA» está en peligro del concilio
La palabra RACA viene de la palabra griega «RHAKA» y significa «sin valor» ó «Estúpido» Esta palabra es un fuerte insulto a la persona que carece de inteligencia.
El humano tiene que tratar con respeto a la persona mas ignorante y degradada que puede encontrar en su vida.
En una de las reglas rabínicas sostiene que toda aquella persona que le llamara «esclavo» a otra sería expulsado de la sinagoga durante 30 días , y cualquiera que le llamare a otra persona «Bastardo» debería recibir 40 latigazos.

3-Cualquiera que le dijere «FATUO» estará expuesto al fuego eterno
La palabra fatuo tiene su origen en la palabra hebrea «MOREH» que su significado podría ser «Bribón» ó «Truhán»
Esta palabra está mostrando desprecio por los motivos de una persona.

Jesús en Judas 9:
9 Pero cuando el arcángel Miguel contendía con el diablo, disputando acerca del cuerpo de Moisés, no se atrevió a usar juicio de maldición contra él, sino que dijo: El Señor te reprenda.
Si Jesús mismo no se atrevió a preferir juicio contra el Diablo, mucho menos nosotros en nuestra situación pecaminosa podemos tildar ó condenar a una persona por sus comportamientos ó motivos.

Enojarse sin razón, describe nuestra pobres situación llena de orgullo y envidia cuando no podemos aceptar a otra persona que es superior que nosotros.
En la palabra RACA la ofensa es contra la falta de inteligencia de la persona.
En la palabra FATUO  la ofensa es contra el comportamiento necio de una persona.

El mandamiento «NO MATARAS» no se limita solo a quitarle la vida física a una persona.
Le podemos quitar la vida a una persona a través de nuestras acciones y palabras.
-Cuantas vidas hay tronchadas en este mundo, solamente por el maltrato verbal de otra persona.
-Cuantas personas bajan al sepulcro con dolor en el alma por una ofensa que se le cometió injustamente.
-Cuantas personas hay enfermas por que sus seres mas amados no les dan el lugar que en realidad se merecen, y al contrario las abusan verbalmente con insultos de degradación e infamia.
-Cuantos asesinos hay en el hogar que no respetan la fragilidad emocional de sus cónyuges, y trochan vidas jóvenes, simple y sencillamente porque no pueden tener palabras de amor y elogios para sus hijos.
-Cuantos asesinos tenemos en la iglesia Adventista del Séptimo Día, que no pueden tolerar a un dirigente con mas capacidad y conocimiento; y recurren a la difamación y calumnia.
Ese dirigente y su iglesia no van a prosperar como Dios quiere, ya que les hace falta el ingrediente mas esencial: Amor.
Está reemplazado por el odio, y se convierten en estopas para el fuego eterno.

Ahora se nos complicó todo, usted que me lee y yo que escribo, hemos cometido el crimen del asesinato mas de una vez en nuestra vida.
Y los demás hermanos de otras religiones dicen que Cristo vino a abolir la ley….


 

 

 Martes 2 de septiembre // Lección 10                                                                                   

JESÚS Y EL SÉPTIMO MANDAMIENTO

¿De qué manera amplió Jesús el significado de la Ley, en Mateo 5:27 y 28? ¿Qué dijo en los versículos 29 y 30? ¿Cómo entendemos estas palabras?

27 Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.

28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.

29 Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

30 Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno.

En este pasaje, Cristo se refiere a dos Mandamientos: el séptimo y el décimo. Hasta entonces, los israelitas habían considerado que el adulterio era solo el acto sexual físico con el cónyuge de otra persona. Jesús señala que, en realidad, el adulterio incluye también los pensamientos y los deseos inmorales.

En los versículos 29 y 30, Cristo utiliza un lenguaje figurado. Por supuesto, se podría argumentar que sería mejor sobrellevar esta vida mutilada antes que perder la eternidad con Cristo. Sin embargo, en vez de señalar la mutilación como la solución, lo cual sería contrario a otras enseñanzas bíblicas (Lev. 19:27, 28; 21:17-20), Jesús se refiere al control de los pensamientos e impulsos propios. Al referirse a sacarse un ojo o cortarse una mano, Cristo habla figuradamente de la importancia de tomar resoluciones y acciones firmes para guardarse de la tentación y del pecado.

¿Qué preguntaron los fariseos a Jesús en Mateo 19:3, y por qué se trataba de una pregunta tramposa? Ver el vers. 7. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús? Mat. 19:4-9; compara con Mat. 5:31, 32.

Y se acercaron a El algunos fariseos para probarle, diciendo: ¿Es lícito a un hombre divorciarse de[a] su mujer por cualquier motivo?

Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No habéis leído que aquel que los creó, desde el principio los hizo varon y hembra,

y añadió: “Por esta razon el hombre dejara a su padre y a su madre y se unira a su mujer, y los dos seran una sola carne”?

Por consiguiente, ya no son dos, sino una sola carne. Por tanto, lo que Dios ha unido, ningún hombre lo separe.

Ellos le dijeron: Entonces, ¿por qué mandó Moisés darle carta de divorcio y repudiarla?

El les dijo: Por la dureza de vuestro corazón, Moisés os permitió divorciaros de vuestras mujeres; pero no ha sido así desde el principio.

Y yo os digo que cualquiera que se divorcie de su mujer, salvo por infidelidad, y se case con otra, comete adulterio.

Ambos textos (Mat. 5:31; 19:7) son citas de Deuteronomio 24:1. En los días de Jesús, dos escuelas rabínicas interpretaban este texto de dos maneras diferentes: Hillel entendía que permitía el divorcio casi por cualquier motivo, mientras que, para Shammai, la razón para el divorcio era solamente el adulterio explícito. Los fariseos intentaban que Jesús cayera en la trampa de elegir una escuela u otra. Sin embargo, no tomaron en cuenta que el plan original de Dios nunca fue que las parejas se divorciaran. “Lo que Dios juntó, no lo separe el hombre” (Mat. 19:6). Luego, los fariseos preguntaron por qué Dios había permitido que un hombre entregara a su esposa una “carta de divorcio”. Cristo corrigió el mal uso de este pasaje al sostener en alto la santidad y perpetuidad del matrimonio: la única causa para el divorcio, ante Dios, es la “inmoralidad sexual”, o “fornicación” (en griego, porneia, literalmente “falta de castidad”).

¿Cuán seriamente tomamos lo que Cristo quiso decir a través de su advertencia de quitarse un ojo o cortarse la mano? ¿Podría haber una advertencia más fuerte que esta respecto del impacto que el pecado puede tener en nuestro destino eterno? Si esta advertencia te asusta, mejor. ¡Debería hacerlo!

Para evitar que la enfermedad se extienda por el cuerpo y destruya la vida, el hombre permite que se le ampute hasta la mano derecha. Debería estar aún más dispuesto a renunciar a lo que pone en peligro la vida del alma. – {DMJ 54.3}

Las almas degradadas y esclavizadas por Satanás han de ser redimidas por el Evangelio para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios. El propósito de Dios no es únicamente librarnos del sufrimiento que es consecuencia inevitable del pecado, sino salvarnos del pecado mismo. El alma corrompida y deformada debe ser limpiada y transformada para ser vestida con “la luz de Jehová nuestro Dios”. Debemos ser “hechos conformes a la imagen de su Hijo”. “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”. [27] Sólo la eternidad podrá revelar el destino glorioso del hombre en quien se restaure la imagen de Dios. – {DMJ 55.1}

«La belleza femenina es un don del amante Creador, de quien procede toda verdadera belleza. La limpia apreciación de esa hermosura es correcta. Además, la atracción que cada sexo tiene para el otro fue implantada en los hombres y las mujeres por el Creador, y cuando se manifiesta dentro de los límites ordenados por Dios, es intrínsecamente buena, pero cuando se la pervierte para servir a intereses impíos y egoístas, se transforma en una de las fuerzas destructoras más grandes del mundo. Codiciarla.» CBA Los Evangelios

El adulterio, igual que el homicidio comienza en el pensamiento, y en muchas ocasiones el pensamiento nace mucho tiempo antes que se cometa la acción.
El adulterio es la relación sexual entre una persona casada con otra persona que no es su cónyuge.
Este mandamiento igual que el adulterio, ahora pasa aun plano mas alto, mas grande, pasa de la acción al pensamiento.
Se comete adulterio cuando una persona desea a otra persona con lujuria.
¿Habrá una persona libre de adulterio en nuestra iglesia?
¿O resultará que nuestra iglesia está llena de asesinos y adúlteros?

También el divorcio es magnificado por Jesucristo.
«por la dureza de vuestros corazones» se había permitido el divorcio, pero ahora Jesucristo dice que la única manera de divorciarse es por causa de infidelidad. Como vimos antes, Moisés permitió el divorcio aun cuando sabía que no era parte del plan original de Dios.
Después de ocuparse de los hombres casados y de los ojos que divagan, y de amonestarlos a que controlen sus impulsos, Jesús los estimula a mantener una fidelidad matrimonial de toda la vida. “La rendición de la voluntad se representa como la extracción del ojo o la amputación de la mano. A menudo nos parece que entregar la voluntad a Dios es aceptar una vida contrahecha y coja; pero es mejor, dice Cristo, que el yo esté contrahecho, herido y cojo, si por este medio puede el individuo entrar en la vida. Lo que le parece desastre es la puerta de entrada al beneficio supremo” (DMJ 55).

«Si tu ojo derecho es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti….»
La mayoría de pecados entran a nuestras mentes a través de nuestra vista y el sistema auditivo.

«El que se niega a ver, escuchar, gustar, oler o tocar lo que incita al pecado, ha ganado buena parte de la batalla para evitar los pensamientos pecaminosos. El que inmediatamente desecha los malos pensamientos, cuando fugazmente pasan como un relámpago en su conciencia, evita así la formación de una manera de
pensar que se hace hábito y que condicionan la mente para que peque cuando se presente la oportunidad. Cristo vivió una vida sin pecado porque «no había en él nada que respondiera a los sofismas de Satanás» (DTG 98).

Uno de los pactos que nosotros debiéramos de copiar. Job 31
1 Hice pacto con mis ojos…

1ra Corintios 9
27 sino que sujeto mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre; no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo venga a ser reprobado.


 

Lección 10 // Miércoles 3 de septiembre                                                                              

JESÚS Y EL QUINTO MANDAMIENTO

Durante otro encuentro de Jesús con los escribas y los fariseos (Mat. 15:1- 20; ver también Mar. 7:1-13), ellos lo interrogaron en cuanto a una tradición de los ancianos, que no figura en la ley de Moisés. Según esta tradición, se debía seguir el ritual de lavarse las manos antes de comer, algo que los discípulos de Jesús no habían hecho. Cristo respondió citando otra tradición de los fariseos que invalidaba el quinto Mandamiento.

Antes de analizar el argumento de Cristo, debemos entender que la tradición establecida por los fariseos, llamada Corbán, proviene de una palabra que significa “un don”. Cuando un hombre aplicaba las palabras “es Corbán” a una cosa, era considerado un voto: algo dedicado a Dios y al Templo.

Lee Marcos 7:9 al 13. ¿De qué maneras la tradición de los fariseos era una forma sutil de violar el quinto Mandamiento? Considera la importancia de presentar ofrendas a Dios (Éxo. 23:15; 34:20) y la santidad de un voto hecho al Señor (Deut. 23:21-23).

Les decía también: Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición.

10 Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente.

11 Pero vosotros decís: Basta que diga un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (que quiere decir, mi ofrenda a Dios) todo aquello con que pudiera ayudarte,

12 y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre,

13 invalidando la palabra de Dios con vuestra tradición que habéis transmitido. Y muchas cosas hacéis semejantes a estas.

Pareciera que los fariseos habían encontrado la excusa perfecta para negar a los padres el sustento que merecen. Habían ampliado los principios del Pentateuco y los habían transformado en mandamientos de hombres que, según su propio pensamiento, podían sustituir uno de los Mandamientos de Dios.

Esta no es la única ocasión en la que Jesús lidió con la misma perversión espiritual: “Mas ¡ay de vosotros, fariseos! Que diezmáis la menta, y la ruda, y toda hortaliza, y pasáis por alto la justicia y el amor de Dios. Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello” (Luc. 11:42, énfasis añadido). Los fariseos debían haber guardado ambos mandamientos, honrar primero a su padre y a su madre, sin dejar de lado sus ofrendas al Señor.

No es sorprendente que Jesús haya resumido su argumento aplicando a los fariseos la descripción que Isaías había hecho de los israelitas: “Este pueblo de labios me honra; mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres” (Mat. 15:8, 9). Una vez más, Cristo sostuvo en alto los Diez Mandamientos y contrastó su propia posición con la de los fariseos.

¿De qué forma podrías tú también estar buscando pequeños resquicios legales a fin de evitar cumplir con lo que, claramente, es tu deber?

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Jesús no intentó defenderse a sí mismo o a sus discípulos. No aludió a las acusaciones dirigidas contra él, sino que procedió a desenmascarar el espíritu que impulsaba a estos defensores de los ritos humanos. Les dió un ejemplo de lo que estaban haciendo constantemente, y de lo que acababan de hacer antes de venir a buscarle. “Bien invalidáis—les dijo,—el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre, y: El que maldijere al padre o a la madre, morirá de muerte. Y vosotros decís: Basta si dijere un hombre al padre o a la madre: Es Corbán (quiere decir, don mío a Dios) todo aquello con que pudiera valerte; y no le dejáis hacer más por su padre o por su madre.” Desechaban el quinto mandamiento como si no tuviese importancia, pero eran muy meticulosos para cumplir las tradiciones de los ancianos. Enseñaban a la gente que el consagrar su propiedad al templo era un deber más sagrado aún que el sostén de sus padres; y que, por grande que fuera la necesidad de éstos, era sacrilegio dar al padre o a la madre cualquier porción de lo que había sido así consagrado. Un hijo infiel no tenía más que pronunciar la palabra “Corbán” sobre su propiedad, dedicándola así a Dios, y podía conservarla para su propio uso durante toda la vida, y después de su muerte quedaba asignada al servicio del templo. De esta manera quedaba libre tanto en su vida como en su muerte para deshonrar y defraudar a sus padres, bajo el pretexto de una presunta devoción a Dios. – {DTG 361.3} – DTG 361.3

El lavarse las manos es un buen hábito higiénico, que todos los humanos lo han venido practicando por toda la existencia en este mundo. Enseñamos a nuestros pequeños a ser aseados en todas las etapas de la vida.

Aquí los discípulos de Jesús no están violando una ley escrita ó mosaica, aquí ellos están violando una «tradición de los ancianos» una ley transmitida oralmente por generaciones, que ellos mismos han elevado hasta alcanzar el grado de pecado.

Jesús no está defendiendo a la gente que no practica este buen hábito, aquí Jesús está atacando a los fariseos, por que cuidaban de las cosas que no deberían de cuidar y descuidaban las cosas que si deberían de cuidar.

Aquí los fariseos son confrontados por Jesús por que están cuidando un mandamiento de hombre, y están terriblemente pisoteando un mandamiento de la ley de Dios.

Después que los Fariseos confrontan a Jesús, por que sus discípulos no se lavaron las manos, esta es la conversación que se desarrolla.

A continuación los pasajes de esta interesante conversación:

Versión Dios Habla Hoy

Mateo 15

3 Jesús les preguntó:

—¿Y por qué también ustedes desobedecen el mandato de Dios para seguir sus propias tradiciones?

4 Porque Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte.”

5 Pero ustedes afirman que un hombre puede decirle a su padre o a su madre: “No puedo ayudarte, porque todo lo que tengo lo he ofrecido a Dios”;

6 y que cualquiera que diga esto, ya no está obligado a ayudar a su padre o a su madre. Así pues, ustedes han anulado la palabra de Dios para seguir sus propias tradiciones.

Nueva Versión Internacional

3 Jesús les contestó:

—¿Y por qué ustedes quebrantan el mandamiento de Dios a causa de la tradición?

4 Dios dijo: “Honra a tu padre y a tu madre”, y también: “El que maldiga a su padre o a su madre será condenado a muerte.”

5 Ustedes, en cambio, enseñan que un hijo puede decir a su padre o a su madre: “Cualquier ayuda que pudiera darte ya la he dedicado como ofrenda a Dios.”

6 En ese caso, el tal hijo no tiene que honrar a su padre. Así por causa de la tradición anulan ustedes la palabra de Dios.

Éxodo 20                                                                                                                                                12 Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.

 Deuteronomio5                                                                                                                                   16 Honra a tu padre y a tu madre, como Jehová tu Dios te ha mandado, para que sean prolongados tus días, y para que te vaya bien sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

 Mateo19                                                                                                                                                19 Honra a tu padre y a tu madre; y: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

 Efesio6                                                                                                                                                  2 Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa,

En su hipocresía total, los fariseos estaban cuidando el lavarse las manos, que no tenía ninguna importancia espiritual; pero estaban descuidando el mandamiento expresamente dado por Dios que protege a los padre ancianos.                                                                         Encima de todos se estaban enriqueciendo con ofrendas ilícitas que eran entregadas a ellos, que podrían servir para la manutención de los padres ancianos.                             Aparte que estaban quebrantando un mandamiento expreso de la ley de Dios; estaban añadiendo otros pecados como el robo, (estaban tomando para ellos algo que pertenecía a los padres ancianos) la codicia, y falta de amor y humanidad para con el prójimo.             La tradición los habían llevado a cometer serios pecados contra Dios y contra el prójimo. Estaban molestando a Jesús por algo que ni siquiera estaba contemplado en la ley, y ellos eran dignos de muerte por sus aberraciones.


 

 

Jueves 4 de septiembre // Lección 10                                                                                    

JESÚS Y LA ESENCIA DE LA LEY

Lee Mateo 19:16 al 22. ¿Qué verdades importantes acerca de la Ley y de lo que implica guardarla podemos derivar de este incidente?

16 Entonces vino uno y le dijo: Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna?

17 El le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno: Dios. Mas si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos.

18 Le dijo: ¿Cuáles? Y Jesús dijo: No matarás. No adulterarás. No hurtarás. No dirás falso testimonio.

19 Honra a tu padre y a tu madre; y, Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

20 El joven le dijo: Todo esto lo he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta?

21 Jesús le dijo: Si quieres ser perfecto, anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven y sígueme.

22 Oyendo el joven esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

El joven rico no podía entender que la salvación del pecado no proviene de guardar la Ley, incluso si se lo hace estrictamente. La salvación proviene, más bien, del Dador de la Ley, el Salvador. Los israelitas habían conocido esta verdad desde el mismo comienzo, pero la habían olvidado. Ahora, Jesús expuso lo que ellos debían haber sabido desde el principio: que la obediencia y la entrega completa a Dios están tan ligadas que la una sin la otra es solo un fingimiento de vida cristiana. “No puede aceptarse algo que sea menos que la obediencia. La entrega del yo es la sustancia de las enseñanzas de Cristo. Con frecuencia es presentada y ordenada en un lenguaje que parece autoritario porque no hay otra manera de salvar al hombre que separándolo de aquellas cosas que, si las conservase, desmoralizarían todo el ser” (DTG 481).

En otro encuentro, los saduceos habían preguntado a Cristo acerca de la resurrección, y la respuesta de Jesús los había asombrado y dejado sin palabras. Por lo tanto, ahora los fariseos se reunieron para hacer un último intento por llevar al Salvador a decir algo que pudiera interpretarse como contrario a la Ley.

Eligieron a cierto intérprete de la Ley para que interrogara a Jesús respecto de cuál era el Mandamiento más importante (Mat. 22:35-40).

35 Y uno de ellos, intérprete de la ley, preguntó por tentarle, diciendo:

36 Maestro, ¿cuál es el gran mandamiento en la ley?

37 Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente.

38 Este es el primero y grande mandamiento.

39 Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.

40 De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.

La pregunta del intérprete probablemente surgió del intento de los rabinos de organizar los Mandamientos por orden de importancia. Si dos mandamientos parecían estar en conflicto, el que era considerado de mayor importancia tomaba prioridad y dejaba a la persona en libertad para transgredir el que no lo era tanto. Los fariseos exaltaban los primeros cuatro preceptos del Decálogo como más importantes que los últimos seis y, como resultado, erraban cuando se trataba de los asuntos prácticos de la religión.

Jesús respondió magistralmente: debe haber amor en el corazón antes de que alguien pueda comenzar a observar la Ley de Dios. La obediencia sin amor es imposible y carece de valor. Sin embargo, donde hay amor verdadero a Dios, la persona colocará su vida de manera incondicional en armonía con la voluntad de Dios, tal como es expresada en los Diez Mandamientos. Por eso Jesús, más tarde, dijo: “Si me amáis, guardad mis mandamientos” (Juan 14:15).

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La ley de Dios, tal como se presenta en las Escrituras, es amplia en sus requerimientos. Cada principio es santo, justo y bueno. La ley impone a los hombres obligaciones frente a Dios. Alcanza hasta los pensamientos y sentimientos, y producirá una convicción de pecado en todo el que esté persuadido de haber transgredido sus requerimientos. Si la ley abarcara sólo la conducta externa, los hombres no serían culpables de sus pensamientos, deseos y designios erróneos. Pero la ley requiere que el alma misma sea pura y la mente santa, que los pensamientos y sentimientos estén de acuerdo con la norma de amor y justicia. – {1MS 248.1}
En sus enseñanzas, Cristo mostró cuán abarcantes son los principios de la ley pronunciados desde el Sinaí. Hizo una aplicación viviente de aquella ley cuyos principios permanecen para siempre como la gran norma de justicia: la norma por la cual serán juzgados todos en aquel gran día, cuando el juez se siente y se abran los libros. El vino para cumplir toda justicia y, como cabeza de la humanidad, para mostrarle al hombre que puede hacer la misma obra, haciendo frente a cada especificación de los requerimientos de Dios. Mediante la medida de su gracia proporcionada al instrumento humano, nadie debe perder el cielo. Todo el que se esfuerza, puede alcanzar la perfección del carácter. Esto se convierte en el fundamento mismo del nuevo pacto del Evangelio. La ley de Jehová es el árbol. El Evangelio está constituido por las fragantes flores y los frutos que lleva. – {1MS 248.2} – 1MS 248.1-2 

Lección 10 // Viernes 5 de septiembre                                                                                 

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee “La espiritualidad de la ley”, El discurso maestro de Jesucristo, pp. 43-68; y “El Sermón del Monte” y “Controversias”, El Deseado de todas las gentes, pp. 265-281; pp. 553-561.

“Al hablar de la Ley, dijo Jesús: ‘No he venido para abrogar, sino para cumplir’ […], es decir, llenar la medida de lo requerido por la Ley, dar un ejemplo de conformidad perfecta con la voluntad de Dios.

“Su misión era ‘magnificar la ley y engrandecerla’ (Isa. 42:21). Debía en- señar la espiritualidad de la Ley, presentar sus principios de vasto alcance y explicar claramente su vigencia perpetua. […] Jesús, la imagen de la persona del Padre, el esplendor de su gloria, el que fue abnegado Redentor en toda su peregrinación de amor en el mundo, era una representación viva del carácter de la Ley de Dios. En su vida se manifestó el hecho de que el amor nacido en el Cielo, los principios fundamentales de Cristo, sirven de base a las leyes de rectitud eterna” (DMJ 46).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. ¿De qué maneras podemos caer en la tentación de ser legalistas en nuestra observancia de la Ley, como lo fueron los fariseos? Por otro lado, ¿qué peligro existe cuando suponemos que el amor a Dios nos exime de obedecer su Ley? Haz una lista de formas prácticas en las cuales podríamos evitar caer en una u otra trampa, en nuestros días. Lleva tus ideas para compartirlas con tu clase el sábado.

2. Como sabemos, el argumento contra la validez continua de los Diez Mandamientos a menudo no es más que un intento de evitar guardar el séptimo día, sábado. Repasa las historias de sanación en sábado registradas en los evangelios. ¿De qué manera reafirman no solamente la validez continua de la Ley de Dios sino, también, el séptimo día, sábado?

3. Los teólogos a veces hablan de un “universo moral”. ¿Qué significa eso? ¿De qué maneras nuestro universo es un lugar moral? Si lo es, ¿qué piensas que hace que lo sea? ¿Qué papel tendría la Ley de Dios en un universo moral? ¿Podría el universo ser un lugar moral si Dios no tuviera una Ley moral para regirlo? ¿De qué manera la idea de la Ley de Dios en un universo moral nos ayuda a explicar el intento de Satanás de socavar esa Ley?

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