Este es un estudio libre para toda persona que lo desee usar ó compartir. Es una cortesía de SevenDay Radio y su servidor Tony García. Cualquier pregunta ó comentario por favor escriba a tonygarcialopez@yahoo.com ó tglopez@sevendayradio.com Este documento es subido a la red los días Domingos a las 6:00 de la mañana hora de Madrid, España; la media noche del día Sábado de la costa este de los Estados Unidos.
Toda información dada en éste documento es tomada estrictamente de la bastedad de libros que la Iglesia Adventista tiene disponible gratuitamente para el público en general en Ingles y Español. Aquí no le estamos presentando una nueva luz, nuestro trabajo es sencillamente recopilar información para que se le haga mas fácil al maestro de Escuela Sabática impartir la lección.
Deseamos compartir con ustedes los tópicos de las lecciones de los próximos años.
4 trimestres por año
2015: (1)»Proverbios» (2)»El Libro de Lucas» (3)»Misioneros» (4) «Jeremías»
2016: (1)»La Gran Controversia» (2)»El libro de Mateo» (3)»El Papel de la Iglesia en la Comunidad» (4) «Job»
2017: (1)»El Espíritu Santo y la Espiritualidad» (2) «1ra y 2da de Pedro» (3)»Unidad en Cristo» (4)»Asuntos de Justicia Social»
2018: (1)»Mayordomía» (2) «Preparación para los Días Finales» (3)»El libro de los Hechos» (4) «El Libro de Apocalipsis»
2019: 1er trimestre «Esdras-Nehemías»; 2do trimestre «El Libro de Daniel»; 3er trimestre «Romanos»; 4to Trimestre «Como interpretar las escrituras»
Recordamos a los hermanos que ésta información está sujeta a cambios.
Lección 6: Para el 8 de noviembre de 2014
FE QUE OBRA
Sábado 1o de noviembre
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Santiago 2:14-26; Romanos 3:27, 28; Tito 2:14; 2 Corintios 4:2; Romanos 4:1-5; Josué 2:1-21.
PARA MEMORIZAR:
“Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta” (Sant. 2:26).
ÉL ERA UN MÉDICO DE ÉXITO Y UNO DE LOS ANCIANOS de una iglesia con varios centenares de feligreses. Era uno de los que daban más recursos para los grandes proyectos de la iglesia, y su generosidad animaba a otros a dar con sacrificio. Además, era buen predicador. Cuando el pastor debía salir, él predicaba, y todos esperaban sus mensajes, que eran teológicamente profundos y espirituales.
Entonces, un día, se reveló la verdad. La ausencia del médico el sábado anterior no había sido porque estuviera de vacaciones, como muchos pensaron. No, se lo encontró muerto frente a su casa junto al mar, por causa de una dosis excesiva de una droga recreacional.
Lo peor de esta revelación fue que en su dormitorio había docenas de videos y revistas pornográficos. La iglesia estaba devastada, especialmente los jóvenes, que lo consideraban un modelo. Aunque debemos dejar todo juicio a Dios, las acciones del médico ponen en duda la realidad de su fe.
El punto es que, si somos salvos por la fe, no podemos separar la fe de las obras en la vida de un cristiano, una verdad vital pero a veces mal comprendida, que se expone en Santiago.
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El estudio de ésta semana, es un estudio que muchas veces no queremos tocar. A algunos de nosotros nos parece aburrido, a otros nos parece complicado y muchos nos cuesta encontarle sentido. Muchas veces lo entendemos pero a la hora de exponerlo nos cuesta bastante explicarlo. Esta semana estaremos estudiando éste tema toda la semana, y vamos a tratar de exponerlo de una manera simple, sencilla y explicita, tanto que lo podamos entender como también explicar. Pídamosle a Dios que nos ayude, que nos ilumine y nos de sabiduría para poder dar ésta lección, que en verdad tiene un hermoso mensaje para aprender y ponerlo en práctica.
Domingo 2 de noviembre // Lección 6
UNA FE MUERTA
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?” (Sant. 2:14). ¿Cómo entendemos este versículo en el contexto de la salvación solo por la fe? (Lee Sant. 2:15-17; compara con Rom. 3:27, 28; Efe. 2:8, 9.)
15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. Santiago 2
27 ¿Dónde, pues, está la jactancia? Queda excluida. ¿Por cuál ley? ¿Por la de las obras? No, sino por la ley de la fe. 28 Concluimos, pues, que el hombre es justificado por fe sin las obras de la ley. Romanos 3
8 Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; 9 no por obras, para que nadie se gloríe. Efesios 2
Fe sin obras. Santiago da una ilustración vívida de esta clase de fe falsa (Sant. 2:15, 16). Como vimos, la obediencia en Santiago es relacional. Así, ¿cómo nos relacionamos con un hermano en la iglesia que tiene necesidad? Las palabras no son suficientes. No podemos decir sencillamente: “Vete en paz. Dios proveerá”, cuando Dios nos ha provisto a nosotros para ayudar a ese hermano.
Por supuesto, las necesidades pueden no tener fin, y no podemos atender todas. Pero hay un principio llamado “el poder de uno”. Nosotros somos las manos y los pies de Jesús, y podemos ayudar a otros una persona a la vez. De hecho, esa es la manera en que Jesús generalmente actuaba. En Marcos 5:22 al 34, un hombre, cuya hija estaba enferma, pidió ayuda a Jesús. Por el camino, una mujer se acercó desde atrás y tocó la vestimenta de Jesús. Después de ser sanada, Jesús podría haber seguido su camino y la mujer se hubiera ido feliz. Pero Jesús sabía que ella necesitaba más que la sanidad física. Así que, se de- tuvo, y se tomó el tiempo necesario para que todos pudieran aprender a ser testigos de Jesús, a compartir así como a recibir. Luego dijo las mismas palabras que vimos en Santiago 1:26: “Ve en paz” (Mar. 5:34). Pero, a diferencia de las palabras en Santiago, en este caso tenían un significado especial.
Cuando reconocemos una necesidad pero no hacemos nada acerca de ella, perdemos la oportunidad de ejercer fe. La fe se debilita y muere un poco. Por eso, la fe sin obras muere. Santiago la describe aún más severamente: la fe ya está muerta. Si estuviera viva, las obras estarían allí. Si no lo están, ¿de qué sirve? Al final del versículo 14, Santiago plantea la pregunta acerca de esta clase de fe sin obras y sin valor. En griego se expresa en forma más fuerte que en la mayoría de las traducciones: “Esa fe no puede salvarlo, ¿verdad?” La respuesta que Santiago espera es “No”.
¿Cómo podemos aprender a expresar mejor nuestra fe mediante obras, y así protegernos del engaño de que nuestras obras nos salvan?
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La lección de ésta semana nos lleva a tratar de comprender la relación que existe entre la fe y las obras. Nos pone el dilema de reconciliar al apóstol Pablo con su enseñanza de la justificación por la fe, y la enseñanza de Santiago que pone énfasis en las importancias de las obras.
Encontramos muchas iglesias ó personas, que predican solamente la justificación por la fe y otras predican solamente la justificación por las obras
Muchas veces escuchamos las frases: «justificación por la fe» y «justificación por las obras» ¿Que es realmente la Justificación por la fe y la justificación por las obras?
La justificación por la fe, es el acto de creer. Un ejemplo de ésto es el perdón: Somos perdonados por que confesamos nuestros pecados y creemos que somos perdonados. Esto es precisamente la justificación por la fe. La justificación por la fe es sencillamente el acto de creer; creer que Jesús murió por mi, creer que él está en el cielo, y creer que seremos salvos.
Entonces encontramos religiones ó personas que predican «solamente» la justificación por la fe, y se convierten en personas con una religión liviana, barata, fácil de llevar. Acomodan el evangelio a las necesidades de su vida ó a su forma de vivir. Creen que para ser salvo lo único que hay que hacer es creer, y no hay que hacer nada mas. Esto es una fe muerta. Sostienen que todo lo que se hace por Dios ó por la vida espiritual, por mejor que se intente hacer, siempre está manchada de pecado y de nada sirve esforzarse tanto.
Por el otro lado encontramos personas ó religiones que predican «solamente» la justificación por las obras. Ellos dicen: Es verdad que Dios nos salva, pero nosotros tenemos que poner de nuestra parte y mostrarle a Dios nuestro deseo de ser salvo haciendo buenas obras aquí en la tierra. Se convierten de ésta manera en iglesias ó personas que tienen una religión exterior, lo que está pasando en el interior de sus vidas no importa tanto, pero si importa la apariencia ó lo exterior. Recuerdo que pequeño asistía al Club de Conquistadores y hubo una etapa donde se nos decía que le teníamos que hacer un nudo al pañuelo del uniforme por cada buena obra. Ese día Domingo, que era el día del club, muchos nos levantabámos temprano para buscar buenas obra para hacer, con el fin de poder llevar un pañuelo lleno de nudos, símbolo de nuestras buenas acciones. ¿Qué estaba pasando en el interior de nuestras vidas? No importaba, pero el exterior se veía bueno. Esto es justificación por las obras.
Santiago está tratando de enseñarnos que la fe y las obras nunca pueden ir separadas. La fe sin obras es muerta. Es un matrimonio espiritual, inseparable, si deseamos tener una religión verdadera.
Para entender ésto vamos a tomar el caso de Noé:
7 Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Hebreos 11
“Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle?
Si Noé hubiera creído, y no se hubiera puesto a trabajar en lo que creyó, hubiera perecido como los demás. Los demás creyeron, pero no obraron, por eso perecieron, un fe sin obras es muerta y no salva.
En su ministerio, el Señor continuamente realizaba actos de amor, y cada obrero del Evangelio debe hacer lo mismo. El nos ha designado como sus embajadores para llevar adelante su obra en el mundo. A cada verdadero y abnegado servidor se le da la comisión: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”. Marcos 16:15.{RP 245.2}
Lean cuidadosamente la instrucción dada en el Nuevo Testamento. La obra que hizo el gran Maestro en relación con sus discípulos es el ejemplo que hemos de seguir en nuestra obra médico-misionera. Pero, ¿hemos seguido este ejemplo? Las buenas nuevas de la salvación han de ser proclamadas en cada aldea, pueblo y ciudad. Pero, ¿dónde están los misioneros? Pregunto en el nombre de Dios, ¿dónde están los colaboradores de Dios?{RP 245.3}
Sólo mediante un interés generoso en los que tienen necesidad de ayuda es como podremos dar una demostración práctica de las verdades del evangelio. “Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Santiago 2:15, 16. “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor”. 1 Corintios 13:13.{RP 245.4}
La predicación del evangelio es mucho más que un mero sermoneo. El ignorante debe ser iluminado; el desanimado, levantado; el enfermo, sanado. La voz humana ha de hacer su parte en la obra de Dios. Las palabras de ternura, simpatía y amor darán testimonio de la verdad. Oraciones fervientes y de corazón atraerán a los ángeles.{RP 245.5}
La evangelización del mundo es la obra que Dios ha dado a quienes salen en su nombre. Tienen que ser colaboradores con Cristo, revelando su tierno y compasivo amor en favor de los que están por perecer.—The Review and Herald, 4 de marzo de 1902.{RP 245.6}
Lección 6 // Lunes 3 de noviembre
FE SALVADORA
Lee Santiago 2:18. ¿Cuál es el punto principal que presenta Santiago? ¿Cómo mostramos nuestra fe por nuestras obras?
18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. Santiago 2
Santiago usa una técnica retórica corriente por la cual se adelanta a un objetor potencial. En este caso, el que hace la objeción trata de poner una cuña entre la fe y las obras, al sugerir que mientras una persona tiene la una o las otras, todo está bien. Pero lo que Santiago trata de decir es que los cristianos no pueden esperar salvarse por la fe si no hay obras correspondientes: “Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Sant. 2:18).
El punto principal es que no cualquier fe nos salvará. La fe genuina, la fe salvadora, se caracteriza por con llevar buenas obras. Del mismo modo, las obras son solo buenas obras si surgen de la fe. La fe y las obras son inseparables. Como los dos lados de una moneda, una es la cara; y la otra, la cruz. La fe viene primero, y luego nos conduce por el camino de las obras correspondientes.
Considera la actitud de Pablo hacia las obras en Efesios 2:10; 1 Te- salonicenses 1:3; 1 Timoteo 5:25; y Tito 2:14. ¿Por qué las obras son tan importantes?
10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Efesios 2
3 acordándonos sin cesar delante del Dios y Padre nuestro de la obra de vuestra fe, del trabajo de vuestro amor y de vuestra constancia en la esperanza en nuestro Señor Jesucristo. 1 Tesalonincenses 1
25 Asimismo se hacen manifiestas las buenas obras; y las que son de otra manera, no pueden permanecer ocultas. 1 Timoteo 5
14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras. Tito 2
Pablo no está en contra de las obras por sí mismas. Estaba en contra de las obras como medio de salvación (ver Gál. 2:16). De hecho, Pablo dijo que los que dependen de las obras de la Ley para ser salvos están bajo una maldición, porque ninguno que trata de ser salvo por guardar la Ley realmente tiene éxito en guardarla (Gál. 3:10). La obediencia solo es posible gracias al don del Espíritu Santo.
“Si el hombre no puede, por ninguna de sus buenas obras, merecer la salvación, entonces esta debe ser enteramente por gracia, recibida por el hombre como pecador porque acepta y cree en Jesús. Es un don absolutamente gratuito. La justificación por la fe está más allá de controversias. Y toda esta controversia termina tan pronto como se establece el punto de que los méritos de las buenas obras del hombre caído nunca pueden procurarle la vida eterna” (FO 18).
¿Por qué debe motivarnos la buena noticia de que no podemos ganarnos el cielo con las obras, para hacer todas las buenas obras que podamos por causa de nuestro amor a Dios?
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Ahora Santiago reta a cualquiera que tenga fe, a que muestren sus obras. La fe no se puede ver, las obras de la fe, si se pueden ver.
Santiago usa tres términos muy importante para describir una fe sin obras:
1- Una fe sin obras no es buena
2- Una fe sin obras no salva
3- Una fe sin obras es muerta.
La iglesia Adventista del 7mo Día como organización, ha descuidado la fe genuina, una fe viva que como resultados tiene obras que salvan.
El evangelio tiene que ser predicado con mucha claridad y diligentemente. Muchas veces las personas encargadas de planear y dirigir las campañas evangelísticas, pasan por alto el «Ministerio de los Pobres» y muchas personas que asisten a las campañas evangelísticas con serias necesidades materiales, se mandan a sus hogares con la promesa de un Dios que hará un milagro en sus vidas y suplirá las necesidades materiales. Muchas veces se ora con la persona que pide ayuda y se manda con las manos vacías; ¿podrá funcionar un evangelio que se predica sólo de palabras?
En muchas iglesias Adventistas ya no existe el ministerio de «Dorcas» ó ha desaparecido el «Ministerio de los Pobres»
Es verdad que la iglesia nunca va a suplir las necesidades de los menesterosos completamente, pero también un evangelio sólo de palabras es inefectivo, una fe que no tiene obras, es una fe muerta, es una fe que no salva, no es una fe buena.
Ahora si la iglesia como organización ha perdido su rumbo en cuanto a la ayuda a los menesterosos en el plan evangelístico, ¿Que nos ha pasado a nosotros como individuos?
Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras.
La pregunta del día sería: ¿Tenemos una fe que me puede salvar y también tiene el poder de salvar a otro? ¿Es mi fe solamente una teoría y cuando necesito ponerla en práctica, no lo hago?
Las obras realmente no salvarán a nadie, pero sin ellas tampoco seremos salvos.
La justicia es la práctica del bien, y es por sus hechos por lo que todos han de ser juzgados. Nuestros caracteres se revelan por lo que hacemos. Las obras muestran si la fe es genuina o no.{PVGM 254.2}
No es suficiente que creamos que Jesús no es un impostor, y que la religión de la Biblia no consiste en fábulas arteramente compuestas. Podemos creer que el nombre de Jesús es el único nombre debajo del cielo por el cual el hombre puede ser salvo, y sin embargo, no hacer de él, por la fe, nuestro Salvador personal. No es suficiente creer la teoría de la verdad. No es suficiente profesar fe en Cristo y tener nuestros nombres registrados en el libro de la iglesia. “El que guarda sus mandamientos, está en él, y él en él. Y en esto sabemos que él permanece en nosotros, por el Espíritu que nos ha dado”. “Y en esto sabemos que nosotros le hemos conocido, si guardamos sus mandamientos”.9 Esta es la verdadera evidencia de la conversión. No importa cuál sea nuestra profesión de fe, no nos vale de nada a menos que Cristo se revele en obras de justicia.{PVGM 254.3}
La verdad ha de implantarse en el corazón. Ha de dominar la mente y los afectos. Todo el carácter debe ser amoldado por las declaraciones divinas. Cada jota y tilde de la Palabra de Dios ha de ser puesto en práctica en la vida diaria.{PVGM 254.4}
El que llegue a ser participante de la naturaleza divina estará en armonía con la gran norma de justicia de Dios, su santa ley. Esta es la regla por la cual Dios mide las acciones de los hombres. Esta será la prueba del carácter en el juicio. {PVGM 254.5}
Si bien es cierto que las buenas obras no salvarán ni a una sola alma, sin embargo es imposible que una sola alma sea salvada sin buenas obras. Dios nos salva bajo la condición de que pidamos si queremos recibir, busquemos si queremos encontrar y llamemos si queremos que se nos abra la puerta.{1MS 442.1}
Cristo se ofrece a sí mismo como dispuesto a salvar eternamente a todo aquel que vaya a él. Invita a todos a que se acerquen a él. “Al que a mí viene, no le echo fuera”.
Martes 4 de noviembre // Lección 6
LA “FE” DE LOS DEMONIOS
Si las obras están ausentes, hay solo otra manera de “probar” que nuestra fe es genuina: la ortodoxia. Si uno cree las cosas correctas, entonces tiene que tener fe, ¿verdad?
Lee 2 Corintios 4:2; 1 Timoteo 2:4; Santiago 5:19 y 20; 1 Pedro 1:22; y 1 Juan 3:18 y 19. ¿Qué nos dicen estos versículos acerca de cuán importante es conocer la verdad?
2 Antes bien renunciamos a lo oculto y vergonzoso, no andando con astucia, ni adulterando la palabra de Dios, sino por la manifestación de la verdad recomendándonos a toda conciencia humana delante de Dios. 2 Corintios 4
4 el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad. 1 Tomoteo 2
19 Hermanos, si alguno de entre vosotros se ha extraviado de la verdad, y alguno le hace volver, 20 sepa que el que haga volver al pecador del error de su camino, salvará de muerte un alma, y cubrirá multitud de pecados. Santiago 5
22 Habiendo purificado vuestras almas por la obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, para el amor fraternal no fingido, amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro; 1 Pedro 1
18 Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad. 19 Y en esto conocemos que somos de la verdad, y aseguraremos nuestros corazones delante de él; 1 Juan 3
No hay dudas de que un conocimiento intelectual de la verdad tiene su lugar, un lugar muy importante. No obstante, ese conocimiento en sí mismo y por sí mismo, no es suficiente para demostrar que una persona tiene fe salvadora.
¿Qué advertencia se nos da en Santiago 2:19 acerca de un falso concepto de lo que es la fe verdadera?
La declaración fundamental de fe en el Antiguo Testamento es Deuteronomio 6:4: “Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es”. Conocido como la Shemá (porque esa es la palabra hebrea con que comienza), este versículo resume brevemente la creencia en un Dios. Toda otra enseñanza bíblica fluye de esta verdad cardinal.
Pero, aun los demonios creen esta verdad. De hecho, ¡ellos la saben! Y, no obstante, ¿qué bien les hace? Ellos tiemblan ante la presencia de Dios, como lo hicieron cuando Jesús los confrontó y les ordenó que salieran de sus víctimas (Mar. 3:11; 5:7).
Una fe intelectual que no tiene efecto sobre cómo uno actúa es inútil; de hecho, es la misma fe que tienen los demonios, que están activamente trabajando para engañarnos con doctrinas falsas y mentiras. Como con el Israel del tiempo de Jesús, los demonios animarán a la gente a creer en sus engaños basados en los deseos de sus víctimas de aferrarse a una conducta impura e injusta: “Pero el Espíritu dice claramente que en los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios” (1 Tim. 4:1).
La fe debe manifestarse en nuestra vida o no es una fe salvadora; en cambio, es “la fe de los demonios”, y tal fe no nos salvará, como tampoco los salvará a ellos.
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Ahora Santiago presenta una serie de ejemplos para confirmar la necesidad de someterse a Dios para tener una fe verdadera y viviente:
1- Los demonios creen y tiemblan
2-La fe de Abraham
3-La fe de Rahab
El primer ejemplo es un ejemplo devastador: Si hay algo que como cristianos de verdad anhelamos, es el acto de separarnos y distanciarnos lo mas lejos posible de las huestes demoníacas.
La palabra que se usa en éste texto para «CREER» es la palabra griega «PISTEUEIS» La palabra «PISTEUEIS» se deriva de la palabra griega «PISTIS» que es fe. Si lo tuvieramos que traducir directamente al español la palabra «PISTIS» es «creer» ó «fe», y la palabra «PISTEUEIS» es «seguir creyendo» ó «continuar creyendo» pero hay que tener en cuenta que la palabra «PISTEUEIS» se aplica solamente a la creencia de una doctrina bíblica (creer en algo que es cierto) y no a una fe cristiana genuina.
Santiago usa una afirmación fundamental del mundo Judío-Cristiano monoteísta llamado «SHEMA» que se encuentra en Deuteronomio 6: 4 – Oye, Israel: Jehová nuestro Dios, Jehová uno es.– Este es otro ejemplo nuevamente devastador para el mundo cristiano.
El primer voto bautismal que se nos pregunta en nuestra Iglesia en el momento en que nos estamos bautizando es: ¿Cree usted en la existencia de un solo Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo, que constituyen una unidad de tres Personas coeternas?
Los demonios creen (pisteueis), y el acto de creer solamente, no los libra de la destrucción final y los lleva a temblar de terror cuando piensan en el castigo eterno.
Si nosotros los cristianos alguna ves en la vida confesamos que Jehová es nuestro Dios pero tenemos una fe muerta (pisteueis), que es sólo una teoría ó el acto de creer en una doctrina bíblica, sin tener frutos u obras, nos coloca mano a mano con los demonios para la destrucción final ó el castigo eterno.
El punto es que una «verdad» sin «obediencia» ó mas bien dicho una fe que no lleva frutos, es una fe que no salva, se convierte en algo peor que ser una fe inservible.
Cuando los judíos rechazaron a Cristo, rechazaron el fundamento de su fe. Y, por otro lado, el mundo cristiano de hoy, que pretende tener fe en Cristo pero rechaza la ley de Dios, está cometiendo un error similar al de los engañados judíos. Los que profesan aferrarse a Cristo, centralizando sus esperanzas en él, al paso que manifiestan su desdén por la ley moral y las profecías, no están en una posición más segura que la que adoptaron los judíos incrédulos. No pueden llamar a los pecadores al arrepentimiento en una forma comprensible, pues son incapaces de explicar adecuadamente de qué deben arrepentirse. El pecador, al ser exhortado a abandonar sus pecados, tiene derecho a preguntar: ¿Qué es pecado? Los que respetan la ley de Dios, pueden responder: Pecado es la transgresión de la ley. Confirmando esto, dice el apóstol Pablo: No hubiera conocido el pecado sino por la ley.{1MS 269.1}
Sólo los que reconocen las demandas válidas de la ley moral pueden explicar la naturaleza de la expiación. Cristo vino para mediar entre Dios y el hombre, para hacer al hombre uno con Dios, poniéndolo en obediencia a la ley divina. No había poder en la ley para perdonar a su transgresor. Sólo Jesús podía pagar la deuda del pecador. Pero el hecho de que Jesús haya pagado la deuda del pecador arrepentido, no le da a él licencia para continuar transgrediendo la ley de Dios, sino que debe, de allí en adelante, vivir en obediencia a esa ley. {1MS 269.2}
La fe consiste en confiar en Dios, en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro bien. Así, en vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestro pecado, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, somos ya suyos; la fe reconoce su derecho de posesión, y acepta su bendición. Se indican la verdad, la integridad y la pureza como secretos del éxito de la vida. La fe es la que nos pone en posesión de estas virtudes. Todo buen impulso o aspiración provienen de Dios; la fe recibe de Dios la vida que es lo único que puede producir crecimiento y eficiencia verdaderos.{OE 273.2}
Una fe nominal en Cristo, que le acepta simplemente como Salvador del mundo, no puede traer sanidad al alma. La fe salvadora no es un mero asentimiento intelectual a la verdad. El que aguarda hasta tener un conocimiento completo antes de querer ejercer fe, no puede recibir bendición de Dios. No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en él. La única fe que nos beneficiará es la que le acepta a él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus méritos. Muchos estiman que la fe es una opinión. La fe salvadora es una transacción por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante un pacto. La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de vigor, una confianza implícita por la cual el alma llega a ser una potencia vencedora. {DTG 312.3}
Lección 6 // Miércoles 5 de noviembre
LA FE DE ABRAHAM
Lee Santiago 2:21 al 24, y compáralo con Romanos 4:1 al 5, y 22 al 24. ¿Cómo se describe la fe de Abraham, y sobre qué se basa la justificación?
21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar? 22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Santiago 2
1 ¿Qué, pues, diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne? 2 Porque si Abraham fue justificado por las obras, tiene de qué gloriarse, pero no para con Dios. 3 Porque ¿qué dice la Escritura? Creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia. 4 Pero al que obra, no se le cuenta el salario como gracia, sino como deuda; 5 mas al que no obra, sino cree en aquel que justifica al impío, su fe le es contada por justicia. 22 por lo cual también su fe le fue contada por justicia. 23 Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, 24 sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro, Romanos 4
Tanto Santiago como Pablo citan Génesis 15:6, pero parecieran llegar a conclusiones opuestas. De acuerdo con Santiago, Abraham fue justificado por obras, pero Pablo parece negar esta posibilidad (Rom. 4:2; comparar con el vers. 24).
Sin embargo, lo que el contexto inmediato de Romanos 4 procura aclarar es si la circuncisión es necesaria para la justificación; es decir, si los gentiles debían llegar a ser judíos a fin de ser salvos (Rom. 3:28-30). Pablo muestra que la fe de Abraham, no su “obra” de ser circuncidado, fue la base de la justificación, porque Abraham creyó antes de estar circuncidado. Abraham fue circuncidado más tarde, como una señal externa de su fe interna (Rom. 4:9-11). Pero las obras solas, aun la circuncisión, no eran suficientes para la justificación, porque solo los que “siguen las pisadas de la fe que tuvo nuestro padre Abraham” (Rom. 4:12) serán justificados.
¿Es este énfasis muy diferente del de Santiago? Pablo usa la misma “prueba” de la fe de Abraham que usa Santiago (ver Rom. 4:17-21). Abraham creyó que Dios podía resucitar a Isaac de los muertos, porque él “da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen” (vers. 17; compara con Heb. 11:17- 19). Pablo también define la fe salvadora como estar “plenamente convencido de que era poderoso para hacer todo lo que había prometido” (Rom. 4:21). Es decir, la fe que confía en que Dios mantiene sus promesas, y obedientemente depende de su palabra, es una fe salvadora. Estas obras no son “obras de la ley” sino “obras de fe”. O, como dice Santiago: “¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” (2:22).
Muchos enfatizan la importancia de la fe y las obras, pero aun esto las separa hasta cierto punto. La verdadera fe es una “fe que obra por el amor” (Gál. 5:6). Las buenas obras no son solo la señal exterior de la fe; son el resultado de la fe. La fe de Abraham en Dios lo motivó a obedecer a Dios y a ofrecer su único hijo, Isaac. Según Santiago, la obediencia perfecciona la fe.
¿Cuál es tu experiencia con la forma en que las obras (o la falta de ellas) impactan tu fe?
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El primer ejemplo del porqué necesitamos someternos a Dios para obtener una fe genuina, fue un ejemplo devastador.
El segundo ejemplo es de una gran autoridad bíblica. Abraham nos muestra un acto de confianza en Dios que va más allá de la habilidad humana.
Interesantemente Pablo se refiere a la justificación por la fe de Abraham tomando en consideración el capítulo 15 de Génesis, mucho tiempo antes que sucediera el sacrificio de Isaac.
Santiago muestra a Abraham y lo justifica por su obras, basándose en el capítulo 22 de Génesis. Esto ne debería causar ninguna confusión ni conflicto. Dios sabía que Abraham tenía un fe genuina, una fe que salva, una fe buena. Cuando se pone a prueba la fe de Abraham, como resultado de tener una fe genuina, Abraham muestra los frutos de una fe genuina a través de una obra genuina.
En Santiago 2: 24; el apóstol Santiago resume su argumento diciendo: 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. Santiago habla de «obras» morales que fluyen como resultado de una fe genuina y da testimonio de la gracia divina en la vida del creyente.
Santiago no está en contra de la justificación por la fe, él está en contra de una fe que niega la obediencia a Cristo, convirtiéndose así en una fe muerta.
El apóstol Santiago vio los peligros que surgirían al presentar el tema de la justificación por la fe, y se esforzó por mostrar que la fe genuina no puede existir sin las obras correspondientes. Presenta la experiencia de Abrahán. “¿No ves—dice—que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” Esta fe genuina realiza una obra genuina en los creyentes. La fe y la obediencia producen una experiencia sólida y valiosa.{RJ 71.4}
Hay una creencia que no es fe salvadora. La Palabra declara que los demonios creen y tiemblan. La así llamada fe que no obra por amor ni purifica el alma no justificará al hombre. “Vosotros veis—dice el apóstol—, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Santiago 2:24. Abrahán creyó a Dios. ¿Cómo sabemos que creyó? Sus obras testificaron del carácter de su fe, y su fe le fue contada por justicia.{RJ 71.5}
Necesitamos hoy la fe de Abrahán para iluminar las tinieblas que nos rodean, que impiden que nos lleguen los dulces rayos del amor de Dios y que detienen nuestro crecimiento espiritual. Nuestra fe debiera ser fecunda en buenas obras, pues la fe sin obras es muerta. Cada tarea que realizamos, cada sacrificio que hacemos en nombre de Jesús, produce una recompensa enorme. En el mismo acto del deber Dios habla y nos da su bendición.—The Signs of the Times, 19 de mayo de 1898.{RJ 71.6}
La fe genuina se manifestará en buenas obras, pues las buenas obras son frutos de la fe. Cuando Dios actúa en el corazón y el hombre entrega su voluntad a Dios y coopera con Dios, efectúa en la vida lo que Dios realiza mediante el Espíritu Santo y hay armonía entre el propósito del corazón y la práctica de la vida. Debe renunciarse a cada pecado como a lo aborrecible que crucificó al Señor de la vida y de la gloria, y el creyente debe tener una experiencia progresiva al hacer continuamente las obras de Cristo. La bendición de la justificación se retiene mediante la entrega continua de la voluntad y la obediencia continua. {1MS 464.2}
Los que son justificados por la fe deben tener un corazón que se mantenga en la senda del Señor. Una evidencia de que el hombre no está justificado por la fe es que sus obras no correspondan con su profesión. Santiago dice: “¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras?” Santiago 2:22.{1MS 465.1}
La fe que no produce buenas obras no justifica al alma. “Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe”. Santiago 2:24. “Creyó Abrahán a Dios, y le fue contado por justicia”. Romanos 4:3.{1MS 465.2}
Jueves 6 de noviembre // Lección 6
LA FE DE RAHAB
“Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino?” (Sant. 2:25). Lee Josué 2:1 al 21. ¿Cómo entendemos este ejemplo, otra vez en el contexto de la salvación solo por la fe?
1Josué hijo de Nun envió desde Sitim dos espías secretamente, diciéndoles: Andad, reconoced la tierra, y a Jericó. Y ellos fueron, y entraron en casa de una ramera que se llamaba Rahab, y posaron allí. 2 Y fue dado aviso al rey de Jericó, diciendo: He aquí que hombres de los hijos de Israel han venido aquí esta noche para espiar la tierra. 3 Entonces el rey de Jericó envió a decir a Rahab: Saca a los hombres que han venido a ti, y han entrado a tu casa; porque han venido para espiar toda la tierra. 4 Pero la mujer había tomado a los dos hombres y los había escondido; y dijo: Es verdad que unos hombres vinieron a mí, pero no supe de dónde eran. 5 Y cuando se iba a cerrar la puerta, siendo ya oscuro, esos hombres se salieron, y no sé a dónde han ido; seguidlos aprisa, y los alcanzaréis. 6 Mas ella los había hecho subir al terrado, y los había escondido entre los manojos de lino que tenía puestos en el terrado. 7 Y los hombres fueron tras ellos por el camino del Jordán, hasta los vados; y la puerta fue cerrada después que salieron los perseguidores. 8 Antes que ellos se durmiesen, ella subió al terrado, y les dijo: 9 Sé que Jehová os ha dado esta tierra; porque el temor de vosotros ha caído sobre nosotros, y todos los moradores del país ya han desmayado por causa de vosotros. 10 Porque hemos oído que Jehová hizo secar las aguas del Mar Rojo delante de vosotros cuando salisteis de Egipto, y lo que habéis hecho a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. 11 Oyendo esto, ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. 12 Os ruego pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho misericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi padre, de lo cual me daréis una señal segura; 13 y que salvaréis la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y hermanas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas de la muerte. 14 Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuando Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo misericordia y verdad. 15 Entonces ella los hizo descender con una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro de la ciudad, y ella vivía en el muro. 16 Y les dijo: Marchaos al monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren; y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino. 17 Y ellos le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con que nos has juramentado. 18 He aquí, cuando nosotros entremos en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. 19 Cualquiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabeza, si mano le tocare. 20 Y si tú denunciares este nuestro asunto, nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos has juramentado. 21 Ella respondió: Sea así como habéis dicho. Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a la ventana. Josue 2
De acuerdo con Hebreos 11:31, los habitantes de Jericó no creían. La mayoría de las traducciones modernas los describen como “desobedientes”. Los habitantes de Jericó sabían de las notables victorias de Israel sobre los madianitas y los amorreos, de modo que sabían del poder del Dios de Israel. El juicio de Dios sobre Israel en Baal-peor le enseñó al pueblo de Jericó acerca de la santidad de Dios, y su aborrecimiento de la idolatría y la inmoralidad: “Los habitantes de Jericó conocían todos estos acontecimientos, y eran muchos lo que, aunque se negaban a obedecerla, participaban de la convicción de Rahab” (PP 525).
Rahab no se salvó por causa de su deshonestidad sino a pesar de ella. Ella creía en el verdadero Dios, y actuó sobre la base de esa fe al proteger a los espías que Josué había enviado. También había condiciones: ella obedeció la indicación de los mensajeros de colgar la cuerda escarlata en su ventana, que recordaba la sangre asperjada alrededor de las puertas de los hogares israelitas en ocasión de la liberación de la Pascua (ver Éxo. 12:21-24). Aunque lejos de ser perfecta, la vida de Rahab es un modelo de fe que muestra la realidad del perdón y la gracia de Dios para todos los que están dispuestos a avanzar por fe y a confiar en Dios para los resultados.
Lee Santiago 2:26. ¿Cómo resume este texto la relación entre la fe y las obras?
26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. Santiago 2
Así como el cuerpo es solo un cadáver sin el aliento de vida, así la fe sin obras es muerta. Además, sin fe verdadera, cualquier “obediencia” que podríamos tratar de ofrecer sería solo “obras muertas” (Heb. 6:1; 9:14), que no tienen significado a la vista de Dios.
¿Una ramera salvada por fe? Si ese fuera el único ejemplo de salvación por fe que tuviéramos, ¿qué falsa conclusión podríamos obtener de él? No obstante, ¿qué esperanza puedes obtener de la historia de ella para ti mismo?
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El tercer ejemplo del porqué necesitamos someternos a Dios para obtener una fe genuina, nos deja un precedente bíblico impresionante.
Rahab es todo lo opuesto de Abraham; Abraham fue un respetado patriarca, Rahab fue una prostituta y fue una figura muy pequeña en la historia del Antiguo Testamento. A pesar de la posición e historial de Rahab, ella también tuvo que ejercer la fe en un Dios verdadero a través de la obediencia.
Con la historia de Rahab, Santiago está cerrando su argumento con el siguiente texto: «Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta» Este texto agranda y le da mucho volumen a su argumento de que una fe necesita obras para ser una fe con vida. Importante de notar la comparación entre la fe sin obras, y un cuerpo sin espíritu.
Una de las mayores fortalezas de la tierra, la grande y rica ciudad de Jericó, se hallaba frente a ellos, a poca distancia de su campamento de Gilgal. Situada en la margen de una llanura fértil en la que abundaban los ricos y diversos productos de los trópicos, esta ciudad orgullosa, cuyos palacios y templos eran morada del lujo y del vicio, desafiaba al Dios de Israel desde sus macizos baluartes. Jericó era una de las sedes principales de la idolatría…
A los habitantes de Canaán se les habían otorgado amplias oportunidades de arrepentirse. Cuarenta años antes, la apertura del Mar Rojo y los juicios caídos sobre Egipto habían atestiguado el poder supremo del Dios de Israel. Y ahora la derrota de los reyes de Madián, Galaad y Basán, había recalcado aún más que Jehová superaba a todos los dioses. Los juicios que cayeron sobre Israel a causa de su participación en los ritos abominables de Baal-peor, habían demostrado cuán santo es el carácter de Jehová y cuánto aborrece la impureza. Los habitantes de Jericó conocían todos estos acontecimientos, y eran muchos los que, aunque se negaban a obedecerla, participaban de la convicción de Rahab, de que Jehová, el Dios de Israel, era “Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra”.
Mientras avanzaban, las huestes de Israel comprobaron que las había precedido el conocimiento de las obras poderosas del Dios de los hebreos, y que algunos de entre los paganos iban aprendiendo que él solo era el verdadero Dios. En la impía Jericó, éste fué el testimonio de una mujer pagana: “Jehová vuestro Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra.” Josué 2:11. El conocimiento de Jehová que así había llegado a ella, resultó su salvación. Por la fe, “Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos.” Hebreos 11:31. Y su conversión no fué un caso aislado de la misericordia de Dios hacia los idólatras que reconocían su autoridad divina. En medio de aquella tierra, un pueblo numeroso, el de los gabaonitas, renunció a su paganismo, y uniéndose con Israel participó en las bendiciones del pacto. {PR 273.4}
Lección 6 // Viernes 7 de noviembre
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Cuando el yo es abandonado totalmente, entonces puedes obtener una experiencia nueva y rica, discernirás tus propias imperfecciones mientras yaces al pie de la cruz y, mientras contemplas la perfección de Cristo, el yo se reducirá a la insignificancia.
“Cristo aparecerá, al ojo perceptivo, como la perfección del amor hermoso; entonces este molde estará sobre la mente y el corazón, y se revelará en el carácter. La impresión de la mente divina debería ser hecha sobre el corazón, y manifestada en la vida. Ven a Jesús en tu necesidad; ora con fe viviente; aférrate a la mano del poder divino; cree, solo cree; y verás la salvación de Dios. Si aceptas la enseñanza, Dios te enseñará; si te dejas conducir, él te guiará a las fuentes de aguas vivas”.−E. G. de White, Testimonies to Southern Africa, p. 26.
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
1. Lee Santiago 2 completo, de una sola vez. ¿Cuál es el mensaje esencial aquí para quienes confían solo en los méritos de la justicia de Cristo para su salvación?
2. Algunos alegan que Santiago habla acerca de la fe y las obras sin referencia a Pablo, y que deberíamos interpretar a Santiago en sus propios términos. ¿Qué está mal en esta manera de pensar? ¿Por qué, particularmente en este caso, es importante recordar qué dicen otros textos acerca de la fe y las obras? De hecho, en el calor de la Reforma Protestante, los apologistas católicos a menudo recurrían a Santiago para defender a la Iglesia Romana contra los protestantes. ¿Por qué nos muestra esto cuán importante es edificar nuestras doctrinas sobre todos los textos que están a nuestra disposición?
3. A menudo se dice que la fe y las obras deben mantenerse en “equilibrio”. A la luz de esta lección, ¿estás de acuerdo con esta declaración? Analiza tu respuesta con otros en la clase.
4. ¿Por qué no encontramos en Santiago (ni en el resto del Nuevo Testamento) mención de la falta de fe de Abraham en relación con Ismael, ni de la mentira de Rahab? ¿Qué nos enseña este hecho acerca de lo que significa estar cubierto por la justicia de Cristo?
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