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LECCION 8 – PALABRAS DE SABIDURIA – PARA EL 21 DE FEBRERO

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Este es un estudio libre para toda persona que lo desee usar, compartir ó distribuir. Es una cortesía de SevenDay Radio y su servidor, Tony García. Cualquier pregunta ó comentario por favor escriba a tonygarcialopez@yahoo.com ó tglopez@sevendayradio.com Este documento es subido a la red los días Domingos a las 6:00 de la mañana hora de Madrid, España; la media noche del día Sábado de la costa este de los Estados Unidos.

Toda información dada en éste documento es tomada de la vastedad de libros que la Iglesia Adventista del 7mo Día tiene disponible gratuitamente para el público en general, en Ingles y Español. A éste documento también se le agrega otras informaciones de otros libros, que también se encuentran disponible en el Internet para el uso del  público en general.

Aquí no le estamos presentando una nueva luz, nuestro trabajo es sencillamente recopilar información, y presentarla en un lenguaje sencillo y entendible,  para que se le haga mas fácil al maestro de Escuela Sabática comprender y prepararse mejor, para impartir la lección de Escuela Sabática.

 Deseamos compartir con ustedes los tópicos  de las lecciones de los próximos años.

4 trimestres por año

2015:  (2)»El Libro de Lucas» (3)»Misioneros» (4)»Jeremías»

2016:  (1)»La Gran Controversia» (2)»El libro de Mateo» (3)»El Papel de la Iglesia en la Comunidad» (4)»Job»

2017:  (1)»El Espíritu Santo y la Espiritualidad» (2)»1ra y 2da de Pedro» (3)»Unidad en Cristo» (4)»Asuntos de Justicia Social»

2018:   (1)»Mayordomía» (2)»Preparación para los Días Finales» (3)»El libro de los Hechos» (4)»El Libro de Apocalipsis»

2019: (1)»Esdras-Nehemías» (2)»El Libro de Daniel» (3)»Romanos» (4)»Como interpretar las escrituras»

Recordamos a los hermanos que ésta información está sujeta a cambios.


A todos los hermanos que deseen recibir éste  estudio directamente en sus correos electrónicos, les invitamos a usar la opción «SEGUIR.» Haciéndolo  de ésta manera, el sistema les enviará directamente y automáticamente a sus correos electrónicos las publicaciones en el mismo momento en que nosotros  subamos  el estudio semanal a la red.


 

Lección 8: Para el 21 de febrero de 2015

PALABRAS DE SABIDURÍA

Sábado 14 de febrero                                                                

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Proverbios 20; 1 Corintios 12:14-26; Jeremías 9:23, 24; Proverbios 21; Mateo 25:35-40; Proverbios 22.

PARA MEMORIZAR:
“Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?” (Prov. 20:6).

Hasta cierto punto (y en un grado elevado, realmente), todos somos productos de nuestro ambiente. Aunque la herencia desempeña una función importante, los valores que sostenemos nos vienen de lo que nos rodea: nuestro hogar, nuestra educación, nuestra cultura. Desde la infancia, nos impacta lo que vemos y lo que escuchamos.

Desafortunadamente, lo que vemos y oímos no siempre es lo mejor; el mundo a nuestro alrededor está arruinado en todo aspecto, y no deja de impactarnos negativamente. Pero, se nos ha dado la promesa del Espíritu Santo, y tenemos la palabra de Dios, que nos señala a algo superior y mejor de lo que el mundo nos muestra.

Esta semana consideraremos varios proverbios y las verdades prácticas que expresan; verdades que, si son aceptadas y seguidas, nos ayudarán ciertamente a superar la negatividad de este mundo caído y prepararnos para uno mejor.

Jesús vino a esta tierra para realizar la obra más importante que haya sido jamás efectuada entre los hombres. Vino como embajador de Dios para enseñarnos cómo vivir para obtener los mejores resultados de la vida. ¿Cuáles fueron las condiciones escogidas por el Padre infinito para su Hijo? Un hogar apartado en los collados de Galilea; una familia mantenida por el trabajo honrado y digno; una vida sencilla; la lucha diaria con las dificultades y penurias; la abnegación, la economía y el servicio paciente y alegre; las horas de estudio junto a su madre, con el rollo abierto de las Escrituras; la tranquilidad de la aurora o del crepúsculo en el verdeante valle; las santas actividades de la naturaleza; el estudio de la creación y la providencia, así como la comunión del alma con Dios: tales fueron las condiciones y las oportunidades que hubo en los primeros años de la vida de Jesús.

Tal fue el caso también para la gran mayoría de los hombres mejores y más nobles de todas las edades. Leed la historia de Abrahán, de Jacob y de José, de Moisés, de David y de Eliseo. Estudiad la vida de los hombres que en tiempos posteriores desempeñaron cargos de confianza y responsabilidad, de los hombres cuya influencia fue de las más eficaces para la regeneración del mundo.

¡Cuántos de estos hombres se criaron en humildes hogares del campo! Poco supieron de lujos. No malgastaron su juventud en diversiones. Muchos de ellos tuvieron que luchar con la pobreza y las dificultades. Muy jóvenes aún aprendieron a trabajar, y su vida activa al aire libre dio vigor y elasticidad a todas sus facultades. Obligados a depender de sus propios recursos, aprendieron a luchar con las dificultades y a vencer los obstáculos, con lo que adquirieron valor y perseverancia. Aprendieron a tener confianza en sí mismos y dominio propio. Apartados en gran medida de las malas compañías, se contentaban con placeres naturales y buenas compañías. Sus gustos eran sencillos, y templados sus hábitos. Se dejaban dirigir por principios, y crecían puros, fuertes y veraces. Al ser llamados a efectuar la obra principal de su vida, pusieron en juego vigor físico y mental, buen ánimo, capacidad para idear y ejecutar planes, firmeza para resistir al mal, y todo esto hizo de ellos verdaderas potencias para el bien en el mundo.

Mejor que cualquier herencia de riquezas que podáis dejar a vuestros hijos será la dádiva de un cuerpo vigoroso, una mente sana y un carácter noble. Quienes comprendan lo que constituye el verdadero éxito de la vida serán sabios a tiempo. Al establecer un hogar recordarán las mejores cosas de la vida (El ministerio de curación, {MC}, pp. 282-284).

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Domingo 15 de febrero // Lección 8                                                      

TODOS SOMOS IGUALES

Lee Proverbios 20:12. ¿Qué nos enseña esto acerca del valor de todos los seres humanos?

El oído que oye, y el ojo que ve, Ambas cosas igualmente ha hecho Jehová.

A diferencia del evolucionismo, que nos considera a todos nada más que como productos del azar en un cosmos sin inteligencia, la Biblia enseña que todos los seres humanos fuimos creados por Dios (ver también Hech. 17:26). Thomas Jefferson afirmó la igualdad de todos los humanos, precisamente porque fueron “creados” por Dios. Tenemos nuestra igualdad en Dios, y solo en él.

Pero, aunque todos tenemos el mismo Hacedor, esto no significa que seamos idénticos. Aun los gemelos idénticos se conducen en forma algo diferente. A los Corintios, Pablo les habla de nuestras diferencias, y enfatiza que no deben darnos un sentido de superioridad sino ayudarnos a ver nuestra necesidad mutua. “Ni el ojo puede decir a la mano: No te necesito, ni tampoco la cabeza a los pies: No tengo necesidad de vosotros” (1 Cor. 12:21).

Lee Proverbios 20:9. ¿Qué otra cosa nos hace iguales?

¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?

El pecado es otro igualador universal. A la pregunta retórica del proverbio, la respuesta apunta a la trágica condición de la humanidad. Los seres humanos somos todos mortales, y todo el dinero y el poder del mundo no cambiarán eso. Pero en el contexto de las Escrituras, esta pecaminosidad humana no debe conducirnos a la desesperación, porque la muerte de Jesús en la cruz y su resurrección han pavimentado el camino para todos: no importa cuán pecadores hayan sido, tienen la promesa de vida eterna, que solo viene por la fe en él.

“Si el hombre no puede, por ninguna de sus buenas obras, merecer la salvación, entonces esta debe ser enteramente por gracia, recibida por el hombre como pecador porque acepta y cree en Jesús. Es un don absolutamente gratuito. La justificación por la fe está más allá de controversias. Y toda esta controversia termina tan pronto como se establece el punto de que los méritos de las buenas obras del hombre caído nunca pueden procurarle la vida eterna” (FO 18).

¿Te sentiste alguna vez superior (o inferior) a otras personas? (De todos modos, no deberías compararte con otros.) Si es así, ¿qué te dice la cruz acerca de la igualdad de todos nosotros?

Dios es también el Dios de la naturaleza, todos los poderes y las facultades que tiene la naturaleza proviene y dependen de Dios. Salmos 94: 9 dice: El que hizo el oído, ¿no oirá? El que formó el ojo, ¿no verá?. La estructura de estos dos órganos es completamente admirable; hay que recordar que tanto la vista como el oído, son los dos sentidos que usamos para nuestro aprendizaje; Dios que formó estos dos sentidos, también los sustenta y espera que tengamos mucho cuidado con lo que vemos y escuchamos. Nuestros oídos deberían de estar inclinados a escuchar la voz de Dios, y nuestros ojos deberían estar inclinados a contemplar las maravillas de Dios.

El ojo es una admirable combinación de capas, membranas y lentes colocados delicadamente en la retina del ojo, con un nervio en la parte de atrás, asegurada firmemente al la cavidad osea. Con éste pequeño órgano, de 24 milímetros más ó menos de tamaño, somos capaces de ver pequeños objetos, o la vastedad de la tierra por muchos kilómetros ó millas de distancia. El oído no es menos complicado que el ojo, solamente podemos ver la parte exterior, este órgano se encuentra en la parte interna del cuerpo humano, y a través de una complicada series de finos nervios, es  capaz de recibir el ruido exterior y mandarle la señal al cerebro para su debida interpretación; interpretando desde el mas leve susurro hasta el estrepitoso trueno.

Todos escuchamos y vemos el día entero, nadie ni siquiera se preocupa por tratar de  ver ó escuchar, lo hacemos automáticamente y naturalmente, solo nos preocupamos por ver y oír cuando nos damos cuenta que estamos perdiendo la vista ó el oír. Cómo logramos escuchar ó como  logramos ver, no lo sabemos a ciencia cierta, y posiblemente nunca lo sabremos. La ciencia nos puede decir solamente una parte de lo que pasa con nuestros ojos y oídos; es una maravilla como nuestro cerebro es capaz de escuchar a través de los oídos, y mirar a través de los ojos; es más maravilloso pensar en la habilidad que tiene el cerebro de memorizar y recordar lo que se ha escuchado y también lo que se ha visto. Eso nadie lo entiende, lo entiende solamente el Dios creador y sustentador de nuestras vidas.

Esto nos recuerda que todo hombre, no importa su color, su estado social, su poderío económico ó donde viva, provenimos de la mano de un mismo Dios Creador; el es nuestros Padre, nosotros somos sus hijos, y por resultado lógico; nosotros lo humanos somos hermanos.
La naturaleza nos recuerda que todos los seres humanos vivientes en ésta tierra, somos iguales.
Otra cosa que nos recuerda la igualdad entre los humanos es el pecado. Para aquellos que algunas vez han confesado que son perfectos ó infalibles, que nunca se equivocan ó se han equivocado, les tenemos malas noticias; no importa que buena sea la persona, cuanto conocimiento teológico posea ó su posición de liderazgo que sostenga, nadie califica para ésta pretensión. Ante Dios y ante el universo, seguimos teniendo la mancha del pecado.
Dios es el único que es puro, nosotros los humanos somo limpiados y purificados.
El segundo texto de estudio para éste día, hace una pregunta muy retadora al ser humano en su totalidad: ¿Quién podrá decir: Yo he limpiado mi corazón, Limpio estoy de mi pecado?
La pregunta ¿Quién? no se está refiriendo a todas las clases de personas; aquí en éste texto no se está refiriendo al hombre profano, ó al ignorante, al negligente ó al descuidado; éstas personas ya sabemos en que categoría se encuentran, ésta pregunta más se enfoca en aquellos que han hecho un progreso bien avanzado en la tarea de la purificación. A pesar de ese adelanto en la purificación espiritual, éstas personas también son condenados por una conciencia culpable. La pregunta  ¿Quién? la podemos extender a: ¿Quién puede decir?; ¿Quién podrá decir?; ¿Quién se atreve a decir? Nosotros podemos resolver fácilmente ésta pregunta, asegurando a través de la Biblia, que nadie tiene un corazón libre de pecado. El mejor cristiano del mundo puede decir: «A través de la gracia de Cristo he logrado vencer el poder y el dominio del pecado»


Muchas veces escuchamos las palabras de personas que dicen: «tengo las manos limpias» y ésto está muy bien, cuando se están refiriendo a la abstinencia de pecados realizados externamente. Pero un corazón limpio implica más que eso, un corazón limpio implica la abstinencia de pecados del interior, esos pecados de la mente y el corazón que nadie puede ver, solamente Dios.

¿Porqué es importante entender el estudio de éste día que habla de la igualdad de los humanos?
Muchas veces como miembros de la iglesia Adventista del 7mo día, tenemos la tendencia a sentirnos superiores a nuestros hermanos de otras religiosas, por varias razones, entre ellas están: Profundo conocimiento teológico, la iglesia que sostiene la verdad bíblica, la iglesia reúne las características de la iglesia verdadera de Dios, y otras más. A los ojos de Dios, todos los humanos somo iguales, por que fuimos creados a la semejanza de Dios, y por que Cristo vino a éste mundo a morir por todos los pecadores, y en ese grupo nos hallamos usted y yo. No importa cuan avanzado estemos en la carrera espiritual, nadie nos da derecho a sentirnos superiores ó a menospreciar a nuestros hermanos que no tienen, nuestra luz, nuestra altura ó nuestro conocimiento.
… Así como los diferentes miembros del organismo humano se unen para formar el cuerpo entero y cada uno cumple su parte obedeciendo a la inteligencia que gobierna el todo, de la misma manera los miembros de la iglesia de Cristo deben estar unidos en un cuerpo simétrico, sujeto a la inteligencia santificada del conjunto.El progreso de la iglesia se retarda por la conducta errónea de sus miembros. El unirse con la iglesia, aunque es un acto importante y necesario, no lo hace a uno cristiano ni le asegura la salvación. No podemos asegurarnos el derecho al cielo por hacer registrar nuestro nombre en el libro de la iglesia mientras nuestro corazón quede enajenado de Cristo. Debemos ser sus fieles representantes en la tierra y trabajar al unísono con él. “Amados, ahora somos hijos de Dios” (1 Juan 3:2). Debemos tener presente esta santa relación y no hacer nada que deshonre la causa de nuestro Padre (Joyas de los testimonios, {1JT}, t. 1, p. 444).Lo debemos todo a la gracia, gracia gratuita, gracia soberana. Gracia en el pacto ordenó nuestra adopción. Gracia en el Salvador efectuó nuestra redención, nuestra regeneración y nuestra adopción a la posición de herederos con Cristo (Dios nos cuida, {DNC}, p. 226).Al creer plenamente que somos suyos por adopción, podremos tener un goce anticipado del cielo… Estamos cerca de él y podemos mantener una dulce comunión con él. Logramos vislumbres definidas de su ternura y compasión, y nuestros corazones se quebrantan y se ablandan al contemplar el amor que nos ha sido dado. Sentimos ciertamente que Cristo mora en el alma. Habitamos en él, y nos sentimos en casa con Jesús… Sentimos y comprendemos el amor de Dios, y reposamos en su amor. No hay lengua que pueda describirlo; está más allá del conocimiento. Somos uno con Cristo, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Tenemos la seguridad de que cuando él, que es nuestra vida, aparezca, nosotros también apareceremos con él en gloria. Con fuerte confianza podemos llamar a Dios nuestro Padre (La maravillosa gracia de Dios, {MGD}, p. 54).Mientras más nos acerquemos a Jesús, y más claramente apreciemos la pureza de su carácter, más claramente discerniremos la excesiva pecaminosidad del pecado, y menos nos sentiremos inclinados a ensalzarnos a nosotros mismos. Aquellos a quienes el cielo reconoce como santos son los últimos en alardear de su bondad. El apóstol Pedro llegó a ser fiel ministro de Cristo, y fue grandemente honrado con la luz y el poder divinos; tuvo una parte activa en la formación de la iglesia de Cristo; pero Pedro nunca olvidó la terrible vicisitud de su humillación; su pecado fue perdonado; y sin embargo, él bien sabía que para la debilidad de carácter que había ocasionado su caída sólo podía valer la gracia de Cristo. No encontraba en sí mismo nada de que gloriarse.

Ninguno de los apóstoles o profetas pretendió jamás estar sin pecado. Los hombres que han vivido más cerca de Dios, que han estado dispuestos a sacrificar la vida misma antes que cometer a sabiendas una acción mala, los hombres a los cuales Dios había honrado con luz y poder divinos, han confesado la pecaminosidad de su propia naturaleza. No han puesto su confianza en la carne, no han pretendido tener ninguna justicia propia, sino que han confiado plenamente en la justicia de Cristo. Así harán todos los que contemplen a Cristo (Palabras de vida del Gran Maestro, {PVGM}, pp. 124, 125).

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Lección 8 // Lunes 16 de febrero_____________________

LA PRUEBA DE LA VIDA

“Sus obras con ellos siguen”, dice Apocalipsis 14:13 acerca de la recompensa de los justos. Solo el futuro testificará del valor real de la persona individual. La gente puede jactarse ahora de su riqueza, su conocimiento, su destreza física, y tal vez todo eso sea cierto. Pero ¿qué significa eso a la vista de Dios? Muchas veces las características, las realizaciones y los actos que los seres humanos presentan como importantes o impresionantes demuestran ser escoria sin sentido, como realmente son. Después de todo, considera algunos personajes despreciables, a menudo en la industria de los entretenimientos, que casi son adorados por sus fanáticos seguidores. Lo que idolatramos y adoramos presenta un poderoso testimonio de cuán caídos estamos.

Lee Proverbios 20:6 (ver también Jer. 9:23, 24; Mar. 9:35). ¿Qué nos dicen estos textos acerca de lo que es de valor verdadero para Dios?

Muchos hombres proclaman cada uno su propia bondad, pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará?

No es un acto único y sensacional de amor o sacrificio lo que demostrará la elevada calidad de nuestras relaciones, sino la larga y constante serie de pequeñas acciones que realizamos cada día, paciente y regularmente. La comida diaria servida a tu cónyuge, la atención constante a un padre enfermo, el esfuerzo persistente en tu trabajo; todos esos humildes actos a lo largo de la vida son evidencia de que tu fe es auténtica. La fidelidad duradera es más valiosa que los actos de amor, intensos pero poco frecuentes.

Este principio es también verdadero en nuestra relación con Dios. Es más difícil y más valioso vivir para Dios que morir por él, si no fuera por otra razón de que vivir lleva más tiempo que morir. El santo que vive para Dios es mayor que el mártir que muere por él. Cualquiera puede pretender creer en Dios y servirlo; el asunto es ¿cuánto tiempo dura? O, como dijo Jesús: “Mas el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mat. 24:13).

¿De qué modo, mediante la paciencia, la bondad y una disposición de atender a las necesidades de otros, puedes revelar a alguien algo del carácter de Cristo? ¿Cuán dispuesto estás a hacer esto, no importa cuánto te pueda costar?

Es muy fácil encontrar personas que se creen bondadosas y liberales. Muchos de ellos se llaman a ellos mimos personas de misericordia, que ha hechos ó están planeando hacer muchas cosas buenas en ésta vida. La mayoría de nosotros tenemos la tendencia a hablar de nuestra caridad, generosidad, hospitalidad y piedad, y muchos tocamos nuestras propias trompetas y como un buen «fariseo» hacemos de un pequeño acto de piedad, un impresionante monumento de grandeza.
Nos encanta magnificar y engrandecer nuestros actos, y muchas veces hasta llegamos a mentir, exagerando nuestros actos de bondad.
Muchas veces somos como la gran mentira de la famosa campana de Westmisnter, Inglaterra.  Esta campana especial, se encuentra localizada exactamente debajo del reloj de la torre principal de la abadía de Wesminster, en el corazón de Londres; y solamente se toca en ocasiones muy especiales como la coronación ó funeral de un príncipe de la nación; ésta famosa campana tenía la siguiente leyenda escrita en ella, que en español se pudiera traducir así: : » El rey Eduardo me hizo, 30,003 libras de peso, bájame y pésame, y encontrarás más de eso» Llegó el momento en que se tuvo que bajar ésta campana, y se aprovechó para pesarla y se encontró que ésta campana junto con otras dos campanas más, del mismo campanario,  no llegaron a pesar ni  las 20,000 libras en conjunto.
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«El rey Eduardo me hizo, 30,003 libras de peso, bájame y pésame, y encontrarás más de eso»

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La Abadía de Westminster, Londres

Nota: «ABADÍA» es una iglesia con monasterio que tiene su propio territorio y es regido por un «abad» o sea un sacerdote.
Este es un pecado y se llama «VANIDAD»; «PRESUNCIÓN» ó «ARROGANCIA» Es el acto de hacerle un paraíso a nuestros propios méritos. Todos los que practicamos éste pecado encontraremos que ésto es un terrible obstáculo para progresar en la vida espiritual, como también en la material. El hombre que se concentra en alabarse a él mismo por su inteligencia, nunca alcanzará conocimiento y aquel hombre que se alaba por sus actos realizados, nunca alcanzará  los genuinos actos de bondad. La vanidad hasta cierto punto es un fruto de la ignorancia.
La vanidad es un pecado que es muy ofensivo; posiblemente no hay nada más ofensivo en la sociedad, en nuestras iglesias ó en nuestros hogares que la arrogancia; además la vanidad va en contra del cristianismo: Por la gracia que se me ha dado, les digo a todos ustedes: Nadie tenga un concepto de sí más alto que el que debe tener, sino más bien piense de sí mismo con moderación, según la medida de fe que Dios le haya dado. Romanos 12
Pero el versículo de estudio de éste día continua diciendo: «…pero hombre de verdad, ¿quién lo hallará? »

El hombre de verdad, es aquel que vive con integridad, no se mezcla con el mundo ó las cosas vanas de ésta vida, es verdadero y fiel a sus propias convicciones y nunca actúa sin convicción ó en contra de ellas; es verdadero también a lo que profesa, nunca rompe sus promesas, nunca se escapa de sus compromisos, ésta es una virtud muy difícil de encontrar en éstos días modernos.

Por muy noble que sea lo profesado por aquel cuyo corazón no está lleno del amor a Dios y a sus semejantes, no es verdadero discípulo de Cristo. Aunque posea gran fe y tenga poder aun para obrar milagros, sin amor su fe será inútil. Podrá desplegar gran liberalidad; pero si el motivo es otro que el amor genuino, aunque dé todos sus bienes para alimentar a los pobres, la acción no le merecerá el favor de Dios. En su celo podrá hasta afrontar el martirio, pero si no obra por amor, será considerado por Dios como engañado entusiasta o ambicioso hipócrita.

“La caridad es sufrida, es benigna: la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha.” El gozo más puro surge de la más profunda humildad. Los caracteres más fuertes y nobles están edificados sobre el fundamento de la paciencia, el amor y la sumisión a la voluntad de Dios. La caridad “no es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal.” El amor de Cristo concibe de la manera más favorable los motivos y actos de los otros. No expone innecesariamente sus faltas; no escucha ansiosamente los informes desfavorables, sino que trata más bien de recordar las buenas cualidades de los otros.

El amor “no se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” Este amor “nunca deja de ser.” No puede perder su valor; es un atributo celestial. Como un tesoro precioso, será introducido por su poseedor por las puertas de la ciudad de Dios (Los hechos de los apóstoles, {HAp}, pp. 256, 257).

El tiempo presente es un momento de solemne privilegio y sagrada confianza. Si los siervos de Dios cumplen fielmente el cometido a ellos confiado, grande será su recompensa cuando el Maestro diga: “Da cuenta de tu mayordomía.” La ferviente labor, el trabajo abnegado, el esfuerzo paciente y perseverante, serán recompensados abundantemente. Jesús dirá: Ya no os llamo siervos, sino amigos.3 El Maestro no concede su aprobación por la magnitud de la obra hecha, sino por la fidelidad manifestada en todo lo que se ha hecho. No son los resultados que alcanzamos, sino los motivos por los cuales obramos, lo que más importa a Dios. El aprecia sobre todo la bondad y la fidelidad (Obreros evangélicos, {OE}, p. 282).

¡Oh, cuántos están aguardando la oportunidad de realizar una tarea grande y abnegada, al mismo tiempo que no prestan atención a las pequeñas dificultades que Dios les envía todos los días para probarlos. Son estas pequeñas cosas de la vida las que desarrollan el espíritu de hombres y mujeres, y determinan el carácter. No se pueden descuidar estas nimiedades y esperar al mismo tiempo que el hombre esté listo para soportar las pruebas más duras cuando por fin les sobrevengan (Cada día con Dios, {CDCD}, p. 144).

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Martes 17 de febrero // Lección 8

ESPERANDO EN DIOS

Lee Proverbios 20:17 y 21:5. ¿Qué lección práctica podemos encon­trar en estos textos?

Sabroso es al hombre el pan de mentira; pero después su boca será llena de cascajo. 20:17

Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia; Mas todo el que se apresura alocadamente, de cierto va a la pobreza. 21: 15

El ladrón que roba pan lo obtiene más rápidamente que el que tiene que trabajar por él. Los vendedores que mienten para vender su mala mercadería pueden llegar a ser ricos más rápidamente que el mercader honesto (compara Proverbios 21:5 con el versículo siguiente). No obstante, dice el proverbio, el futuro transformará la dulzura en “cascajo”, y la riqueza adquirida apresurada- mente llegará a ser pobreza. El texto da varios ejemplos para ilustrar la exactitud de esta observación:

1. La herencia (Prov. 20:21). La mención de una herencia obtenida demasiado rápidamente (implicando que los padres todavía viven) sigue a la condenación de aquel que maldice a sus padres (Prov. 20:20). La asociación de estos dos proverbios es significativa. Es como si el hijo (o la hija) maldijera a los padres y también deseara verlos muertos. El hijo hasta pudo haber tramado la muerte de sus padres, a fin de obtener la herencia. El resultado de esta conducta es trágico: la lámpara que está gozando actualmente llegará a ser “oscuridad tenebrosa” (vers. 20), y su maldición contra sus padres se volverá contra él, porque “no serán al final bendecidos” (vers. 21).

2. Venganza (Prov. 20:22). Esta vez, el proverbio se ocupa de la víctima que puede estar tentada a buscar venganza por el mal que se ha cometido contra él. El consejo es: “Espera a Jehová”. Solo entonces serás salvo; lo que implica que si buscas venganza estás corriendo un grave riesgo. Proverbios 25:21 y 22 enfatiza la misma instrucción, usando la metáfora de amontonar brasas de fuego sobre la cabeza del enemigo, una expresión ritual egipcia que habla de arrepentimiento y conversión. Si refrenas tu venganza, promete Proverbios 20:22, serás salvado por Dios y, en el proceso (añade Prov. 25:21, 22) salvarás a tu enemigo, venciendo el mal con el bien (Rom. 12:21).

¿Cómo puedes aprender a imitar al carácter de Cristo más de cerca, al tratar de vencer el mal con el bien? ¿Por qué esto es contrario a nuestra naturaleza heredada? ¿Por qué la muerte al yo es la única manera de lograr este fin?

El pecado posiblemente es placentero cuando se está realizando: Sabroso es al hombre el pan de mentira; pero después su boca será llena de cascajo. Todas las riquezas obtenidas por medio del fraude, la mentira y la opresión posiblemente le pueden parecer dulce al hombre, le pueden parecer dulce y atractivo, de la misma manera que le pareció dulce y atractivo a Eva el fruto prohibido, ó le pueden parecer dulces y atractivas como parecían las manzanas de Sodoma. Para información, hay muchos reportes que sostienen que las manzanas de Sodoma eran extremadamente atrayentes para los sentidos, pero al morderlas se desbarataban, como si fueran de cenizas.

El pecado promete placeres, ganancias, honores, libertad, paz, impunidad; pero los resultados son todo lo contrario; dolor, pérdidas, vergüenza, esclavitud, angustias y destrucción.

Pero el » pan de mentira» cuando esté en la boca «será llena de cascajo» interesante mente la traducción de la Biblia en ingles dice: » y su boca será llena de grava» Lamentaciones 3: 16 dice: «Ha quebrado con guijarro mis dientes, ha hecho que me revuelque en el polvo.« No hay cosa que cause mas desagrado que morder una piedra que viene en la comida, cuando uno está comiendo. En éste texto Dios está prometiendo a todo aquel que obtenga ganancias deshonestas, no que va a morder una piedra accidentalmente en una comida, si no que su comida se volverá un cascajo, un guijarro o grava. Pan que no alimenta, «pan de mentira», pan que no hace bien a quien lo coma, pan que  hace mucho mal a los dientes, estomago y a la salud en general.

Por el otro lado encontramos una promesa totalmente diferente que la anterior: «Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia»

Pero el estudio de éste día se concentra en dos textos de Proverbios muy interesantes: el primero de ellos, lo hallamos en Proverbios 20: 21 que dice: «La herencia adquirida de prisa al principio, no será bendecida al final.»

Muchas veces hay riquezas que el hombre las consigue sin hacer ningún esfuerzo, aparecen de presto, y de la noche a la mañana la persona que las ha adquirido se ha convertido en un rico. Cuando ésto sucede, casi siempre se presume que se hizo algo herrado, ilegal ó pecaminoso para conseguir dichas riquezas, ya que Dios raras veces entrega riquezas al hombre sin que éste tenga que trabajar fuertemente por ellas. La mayoría de veces que se consiguen riquezas precipitadamente, se hace por medios equivocados e ilegales, todo éste tipo de adquisiciones están condenadas a no prosperar. Pero como en todos los casos, tenemos que admitir que siempre existen la excepciones. Hay personas que consiguen riquezas, con toda justicia y con la ley en orden. Hay comerciantes ó personas que hacen un viaje y tienen mucho éxito ó personas que organizan un evento y les va muy bien; para éste tipo de personas, éste proverbio no se les aplica.

Hay muchos intérpretes judíos de la Biblia, creen que éste texto no solo se refiere a esas riquezas conseguidas incorrectamente, sino que se refiere a todas esas riquezas, heredadas sanamente de parte de amigos ó familiares. Ya que en la adquisición de éstas riquezas no hay ningún esfuerzo ó trabajo, tampoco hay el cuido necesario para administrar bien éstas riquezas; en pocas palabras éstas riquezas se consiguieron sin ningún esfuerzo, no hay esfuerzo para cuidarlas y fácilmente se despilfarran.

Las tribus de Gad y Rubén, se apresuraron demasiado para conseguir su porción en la tierra prometida antes que sus hermanos, y hay que recordar que ellos fueron los primeros que fueron llevados cautivos.

También la lección menciona de esos hijos que reclaman sus herencias a temprana edad, debido a la falta de experiencia y madurez, esas riquezas están condenadas al fracaso. Jacobo se apresuró a robar la primogenitura ó la herencia que le pertenecía a su hermano Esaú, las desgracias y las consecuencias de esa mala acción lo visitaron y lo siguieron por el resto de su vida.

El segundo versículo del estudio de éste día lo encontramos en Proverbio 20: 22 y dice: «No digas: Yo me vengaré; espera en Jehová, y Él te salvará.« En vez de buscar venganza, mejor busquemos como liberarnos del ataque de nuestros enemigos.
Vivimos en un mundo, donde siempre estamos a la expectativas de que alguien nos haga daño, de que alguien nos humille ó se nos haga algo errado.

Cuando llega el momento de recibir algún mal, la mayoría de humanos empleamos la «lex Talionis» o «La Ley del Talión» Diente por diento y ojo por ojo. Hacer a otros los que nos ha hecho a nosotros.  Pero la Biblia nos enseña una ley diferente: «Bendecid a los que os persiguen; bendecid, y no maldigáis.»; «Nunca paguéis a nadie mal por mal. Respetad lo bueno delante de todos los hombres.» Romanos 12: 14,17

La palabra «VENGANZA» no tendría que ocupar ninguna parte de nuestro mente ó pensamientos; hay un dicho de la China que dice: «Las aguas nunca se estancan arriba en las montañas, ni la venganza se estanca en una mente sana» Ante la injusticia y los actos malos, nos toca referir esto a Dios, el estudiará nuestro caso, el peleará nuestro caso, pero lo más importante es que él nos salvará de las manos de los que hacen mal.

Muchas veces no entendemos la Palabra de Dios y cometemos otro error cuando oramos a Dios. Si leemos con cuidado, el versículo de Proverbios 20: 22 no dice que tenemos que orar para que Dios tome venganza en contra de nuestros enemigos; el versículo dice que tenemos que orar para que Dios nos salve de las manos de quienes nos quieren hacer mal. Muchas veces oramos pidiendo venganza, esa oración no llegará al trono de la gracia. El versículo que dice «mía es la venganza» eso lo está diciendo Dios; y es muy cosa de él. No está en nuestra potestad pedir venganza, eso lo va hacer Dios, si él lo cree conveniente y correcto; en su lugar correcto y a su momento correcto. Nuestra oración es pedir liberación de aquellos que andan haciendo el mal por el mundo.

No devolviendo mal por mal, o insulto por insulto, sino más bien bendiciendo, porque fuisteis llamados con el propósito de heredar bendición. 1 Pedro 3 9

¿Y quién es aquel que os podrá dañar, si vosotros seguís el bien? 1 Pedro 3: 13

Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Romanos 8: 28

Cada día aumentaba en el corazón del pueblo el anhelo de libertarse del yugo romano. Especialmente entre los osados y bruscos galileos, cundía el espíritu de rebelión. Por ser Capernaum una ciudad fronteriza, era la base de una guarnición romana, y aun mientras Jesús enseñaba, una compañía de soldados romanos que se hallaba a la vista recordó a sus oyentes cuán amarga era la humillación de Israel. El pueblo miraba ansiosamente a Cristo, esperando que él fuese quien humillaría el orgullo de Roma.

Miró Jesús con tristeza los rostros vueltos hacia él. Notó el espíritu de venganza que había dejado su impresión maligna sobre ellos, y reconoció con cuánta amargura el pueblo ansiaba poder para aplastar a sus opresores. Tristemente, les aconsejó: “No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en tu mejilla derecha, vuélvele también la otra”.

Estas palabras eran una repetición de la enseñanza del Antiguo Testamento. Es verdad que la regla “ojo por ojo, diente por diente”, se hallaba entre las leyes dictadas por Moisés; pero era un estatuto civil. Nadie estaba justificado para vengarse, porque el Señor había dicho: “No digas: Yo me vengaré”. “No digas: Como me hizo, así le haré”. “Cuando cayere tu enemigo, no te regocijes”. “Si el que te aborrece tuviere hambre, dale de comer pan, y si tuviere sed, dale de beber agua.”

Toda la vida terrenal de Jesús fue una manifestación de este principio. Para traer el pan de vida a sus enemigos, nuestro Salvador dejó su hogar en los cielos. Aunque desde la cuna hasta el sepulcro lo abrumaron las calumnias y la persecución, Jesús no les hizo frente sino expresando su amor perdonador (El discurso maestro de Jesucristo, {DMJ}, pp. 61, 62).

La transformación del carácter ha de atestiguar al mundo que el amor de Cristo mora en nosotros. El Señor espera que su pueblo demuestre que el poder redentor de la gracia puede obrar en el carácter deficiente, y hacerlo desarrollarse simétricamente para que lleve abundante fruto.

Pero a fin de que cumplamos el propósito de Dios, debe hacerse una obra preparatoria. El Señor nos ordena que despojemos nuestro corazón del egoísmo, que es la raíz del enajenamiento. El anhela derramar sobre nosotros su Espíritu Santo en abundante medida, y nos ordena que limpiemos el camino por el renunciamiento. Cuando entreguemos el yo a Dios, nuestros ojos serán abiertos para ver las piedras de tropiezo que nuestra falta de cristianismo ha colocado en el camino ajeno. Dios nos ordena que las eliminemos todas. Dice: “Confesaos vuestras faltas unos a otros, y rogad los unos por los otros, para que seáis sanos” (Santiago 5:16). Entonces podemos tener la seguridad que tuvo David, cuando después de haber confesado su pecado oró: “Vuélveme el gozo de tu salud; y el espíritu libre me sustente. Enseñaré a los prevaricadores tus caminos; y los pecadores se convertirán a ti” (Salmos 51:12, 13).

Cuando la gracia de Dios reine en el interior, el alma quedará rodeada de una atmósfera de fe y valor, y de un amor como el de Cristo, una atmósfera que vigorizará la vida espiritual de todos los que la inhalen. Entonces podremos ir al congreso, no sólo para recibir, sino para impartir. Todo aquel que participe del amor perdonador de Cristo, todo aquel que haya sido iluminado por el Espíritu de Dios y convertido a la verdad, sentirá que, en virtud de estas bendiciones preciosas, tiene una deuda para con toda alma con la cual llegue a tratar. El Señor utilizará a los que son de corazón humilde para alcanzar las almas a quienes no pueden alcanzar los ministros ordenados. Serán inducidos a pronunciar palabras que revelarán la gracia salvadora de Cristo.

Y al beneficiar a otros, serán ellos mismos beneficiados. Dios nos da oportunidad de impartir gracia, a fin de que pueda él volvernos a llenar con un aumento de su gracia. La esperanza y la fe se fortalecerán a medida que el agente de Dios obre con los talentos y las facilidades con que Dios lo ha provisto. Obrará con él un instrumento divino (Joyas de los testimonios, {2JT}, t. 2, pp. 382, 383).

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Lección 8 // Miércoles 18 de febrero

COMPASIÓN POR LOS POBRES

El carácter de una persona no se mide tanto por la sabiduría o aun por su compromiso religioso sino, más bien, por su disposición de ayudar a los pobres y los necesitados. No es lo que tienes lo que constituye tu carácter, sino lo que das a tu prójimo. Quién eres para tu vecino es la medida del carácter. El samaritano que salvó a su prójimo está más cerca del Reino de Dios que el sacerdote piadoso (Luc. 10:26-37). El libro de Proverbios enfatiza y explica esta prioridad.

Por causa de Dios: La primera razón para esta prioridad reside en Dios mismo, quien prefiere la compasión humana por los pobres más que nuestro celo religioso (Prov. 19:17; 21:13). Tu sensibilidad hacia los pobres y tus actos concretos a su favor tendrán más valor para Dios que cualquier otro acto piadoso tuyo. En realidad, Dios está personalmente interesado en esa obra, tan es así, que cuando damos a los pobres es como si se lo diéramos a Dios mismo (Mat. 25:35-40).

Lee Mateo 25:35 al 40. ¿Qué dice esto acerca de cuán estrechamente se identifica con los que tienen necesidad? ¿Cómo debe impactar esto en la forma en que nos relacionamos con estas personas?

35 Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; 36 estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí. 37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Por causa de los pobres: La segunda razón se encuentra en la persona del pobre, a quien Dios creó del mismo modo que fue creado el rico (Prov. 22:2). La igualdad entre los humanos, basada en el hecho de que Dios creó a todos, hace que el pobre sea tan digno de atención como el rico. Debemos amar a nuestros prójimos por lo que son: seres creados a la imagen de Dios.

Al mismo tiempo, piensa en cuánto bien te hace el ayudar a los necesitados. Nuestras naturalezas básicas son egoístas; por eso, tendemos a cuidarnos por sobre los demás. Al dar de nosotros, aprendemos a morir al yo y a reflejar mejor el carácter de Cristo. ¿Qué es de más valor para nosotros que eso?

¿De qué manera obtienes una mayor satisfacción personal al ayudar a otros que están en necesidad, que solo hacer cosas para ti mismo?

Habrá un juicio al mundo entero, éste juicio no es solo para los que pertenecen a la iglesia ó solamente para los que tienen conocimiento de Cristo, éste juicio es para el mundo entero. Nadie escapará, el acto de ignorar las reglas del cielo, no hacen a una persona inocente. El descuidado, el despreocupado, el mundano, el que carece de espiritualidad, el que duda y  el materialista, serán llevado ante éste juicio universal.

En éste juicio habrán dos clases de personas; no todos son condenados, pero hay algunos que no son aprobados, los del camino angosto y los del camino ancho, ovejas y cabritos. En el presente, estos dos grupos están revueltos, pero en el juicio cada quien ira a su debido lugar.
ESTE JUICIO TENDRÁ COMO BASE NUESTRA CONDUCTA HACIA NUESTRO PRÓJIMO: Este juicio no está basado en la profesión de alguna religión, ni en doctrinas, ni en adoración, ni en fe, ni en castidad, ni conocimiento teológico. Este juicio tampoco está basado en lo que nosotros hemos creído ó en lo que nosotros hemos pensado; éste juicio está basado en lo que hemos  hecho ó hemos dejado de hacer para con nuestros hermanos.

En el texto para el día de hoy encontramos seis de las siete trabajos corporales de la misericordia humana para con el prójimo: Dar de comer, dar de beber, recoger al forastero, vestir al desnudo, visitar al enfermo y visitar el preso. Las tres primeras responsabilidades son necesidades básicas de sobre vivencia, las segundas tres responsabilidades son actos voluntario de un amor más profundo hacia el prójimo.  El dar alimentos al hambriento, agua al sediento y la hospitalidad son cosas  que practicamos muchas veces sin pensarlo dos veces; vestir al desnudo ya demuestra un espíritu de amor  y un espíritu liberal hacia nuestro prójimo, visitar al enfermo demuestra un acto de sacrificio propio y visitar al preso es una de esas caridades que en nuestros días raras veces se pueden contemplar. No se necesita ser religioso para dar de comer al hambriento ó darle de beber al sediento, o recoger al forastero, ó visitar al enfermo ó al preso, ésta es la razón del juicio universal a todos los hombres, estos actos de bondad hechos ó dejados de hacer definirán la salvación del hombre.

37 Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos, o sediento, y te dimos de beber? 38 ¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos? 39 ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 40 Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. Esta parte no la podemos pasar por alto; aquí hay sorpresa de muchos salvos, aparentemente éstas son personas no cristianas,  aparentemente  quizás solo conocieron el antiguo testamento ó posiblemente nunca supieron de la Biblia, ni de Dios, pero han sido salvas; y son impulsados a preguntar  a Cristo ¿Cuándo hicimos todas éstas cosas?  Esta pregunta es una pregunta genuina, recordemos que en el cielo ya no hay espacio para la mentira, ni la pretensión, ni la hipocresía, y si se hace ésta pregunta, es por que realmente hay un grupo de personas que no están comprendiendo lo que está pasando en el cielo.

Esta pregunta la están haciendo personas que nos saben de lo que Cristo está hablando, son personas que ignoran el significado completo de sus actos de misericordia. Estas personas han actuado simplemente por el afecto que han tenido con la humanidad sufriente; y ahora se encuentran atónitos al escuchar de parte de Cristo que esos actos de misericordia que se han hecho con el prójimo, Cristo los ha tomado como actos hechos a El mismo. Estas personas demuestran ignorancia de el alto valor de su servicio al prójimo, han seguido los dictados de su conciencia y caridad «fueron ley así mismos» y ahora se están dando cuenta que sin saber y sin querer han tenido el supremo honor de  servir a Cristo, a través de sus hijos en necesidad. 

Definitivamente hay un misterio en los actos de misericordia que el hombre tiene para su prójimo, esos misterio necesitan una interpretación y una explicación; y el Maestro lo hará en el lugar correcto y en el momento preciso.

Dios nos ayude a no pasar por alto las oportunidades que se nos presentan para ayudar a nuestro prójimo con poco ó con mucho. Si las pasamos por alto, estamos cometiendo un pecado de omisión, se nos puede condenar no por un pecado en particular, si no por una oportunidad desperdiciada; las personas que se pierden igual que las que se salvan, no se salvan ó se pierden por una doctrina, por una fe, por una religión, o por adoración, o por conocimiento teológico, las personas que se salvan es por que hicieron con su prójimos actos de bondad nacidos del amor puro del corazón; las personas que se pierden, se pierden por que dejaron pasar una oportunidad de socorrer a alguien que estaba en necesidad, en pocas palabras se pierde por falta de amor a Dios y al prójimo.

Cuenta la historia que Napoleón Bonaparte  caminaba cierto día por las calles de París, cuando se encontró con un pordiosero que le pidió limosna. Napoleón se saco de su billetera un billete  de cinco Francos, y luego que se lo dio al pordiosero continuó su camino. Inmediatamente la mente le comenzó a hablar y le dijo: -La verdad es que eres un tonto, le distes mucho dinero a ese pordiosero, y tu no sabes si los va malgastar. Con esos cinco Francos mejor te hubieras comprado un cinto de cuero, ó quizá un hermoso sombrero con plumas de colores, hiciste muy mal con dar todo ese dinero- Napoleón escuchaba atentamente lo que la mente le estaba diciendo, y llego el momento en que reflexionó y le dijo a la mente; -la verdad es que tienes razón en lo que me estas diciendo.- Después que dijo esto a su mente regreso a donde estaba el pordiosero y cuando lo vio le preguntó: -¿Fue a ti quien di un billete de cinco Francos?- El pordiosero contesto que si asintiendo con la cabeza. Napoleón le dijo: -Devuélveme los cinco Francos.- El pordiosero saco humildemente el billete de donde lo tenía bien guardado y se lo devolvió a Napoleón.  Napoleón puso su billete en su billetera, y entonces saco un billete de diez Francos y se los dio al pordiosero. Comenzó a caminar y esperaba que la mente le dijera algo; al silencio de la mente, él le pregunto: -¿Y ahora por que no me hablas bravucona? habías perdido cinco y por andar hablando lo que no te importa ahora has perdido diez.

Enseñé monos que lo que damos, lo damos y nos olvidamos de eso y que además no tenemos derecho a andar pesquisando que es lo que se hace con ese dinero. Enseñe monos a hacer liberales con nuestro prójimo y dar por que hay recompensa de Dios para nosotros aquí en la tierra como en el cielo. Y lo más importante, pidamos que Dios coloque el amor en nosotros a través de su Santo Espíritu, para ser fuente de bendiciones a todos aquellos que nos rodean, que Dios nos ayude en éste deseo.

Jesús no consideró el cielo como lugar deseable mientras estuviéramos nosotros perdidos. Dejó los atrios celestiales para llevar una vida de vituperios e insultos, y para sufrir una muerte ignominiosa. El que era rico en tesoros celestiales inapreciables, se hizo pobre, para que por su pobreza fuéramos nosotros ricos. Debemos seguir sus huellas.

El que se convierte en hijo de Dios ha de considerarse como eslabón de la cadena tendida para salvar al mundo. Debe considerarse uno con Cristo en su plan de misericordia, y salir con él a buscar y salvar a los perdidos.

Muchos estimarían como gran privilegio el visitar las regiones en que se desarrolló la vida terrenal de Cristo, andar por donde él anduvo, contemplar el lago junto a cuya orilla le gustaba enseñar, y las colinas y los valles en que se posaron tantas veces sus miradas. Pero no necesitamos ir a Nazaret, ni a Capernaúm ni a Betania, para andar en las pisadas de Jesús. Veremos sus huellas junto al lecho del enfermo, en las chozas de los pobres, en las calles atestadas de las grandes ciudades, y doquiera haya corazones necesitados de consuelo.

Hemos de dar de comer al hambriento, vestir al desnudo, consolar a los que sufren y a los afligidos. Hemos de auxiliar a los de ánimo decaído, y dar esperanza a los desesperados.

El amor de Cristo, manifestado en un ministerio de abnegación, será más eficaz para reformar al malhechor que la espada o los tribunales. Estos son necesarios para infundir terror al criminal; pero el misionero amante puede hacer mucho más. A menudo el corazón que se endurece bajo la reprensión es ablandado por el amor de Cristo (El Ministerio de curación, {MC}, pp. 72, 73).

El profesar la fe y el poseer la verdad en el alma son dos cosas diferentes. El mero conocimiento de la verdad no es suficiente. Podemos poseer ese conocimiento, pero el tenor de nuestros pensamientos puede seguir siendo el mismo. El corazón debe ser convertido y santificado.

El hombre que trata de guardar los mandamientos de Dios solamente por un sentido de obligación—porque se le exige que lo haga—nunca entrará en el gozo de la obediencia. El no obedece. Cuando los requerimientos de Dios son considerados como una carga porque se oponen a la inclinación humana, podemos saber que la vida no es una vida cristiana. La verdadera obediencia es el resultado de la obra efectuada por un principio implantado dentro. Nace del amor a la justicia, el amor a la ley de Dios. La esencia de toda justicia es la lealtad a nuestro Redentor. Esto nos inducirá a hacer lo bueno porque es bueno, porque el hacer el bien agrada a Dios (Palabras de vida del Gran Maestro, {PVGM}, pp. 69, 70).

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Jueves 19 de febrero // Lección 8 ____________________

EDUCACIÓN

La palabra hebrea para “educación” viene de una palabra que significa “construir” y “comenzar”. Todos estos significados están contenidos en la idea hebrea de la educación: cuando “instruimos a un niño” (Prov. 22:6) lo edificamos, comenzamos y ponemos el fundamento para el futuro. Los padres y los educadores, por lo tanto, son responsables por el futuro de sus niños y, por implicación, por el futuro del mundo. Lo que hacemos con nuestros niños hoy impactará sobre la sociedad durante generaciones.

Lee Proverbios 22:6. ¿Qué dice esto acerca de la importancia de educar a los niños correctamente?

Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él.

Es importante que la palabra hebrea para “educar” es la misma palabra usada para la “dedicación” del Templo (1 Rey. 8:63). Una educación temprana se corresponde con la misma perspectiva del Templo; tiene un impacto sobre nuestra salvación, aun más allá de nuestra propia vida. “A los padres se les encomienda la gran tarea de educar y enseñar a sus hijos para la vida futura e inmortal” (CN 37). Tal educación tiene un efecto eterno. El apóstol Pablo parece aludir a este texto cuando felicita a Timoteo por su educación temprana en el conocimiento de “las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación” (2 Tim. 3:15).

Lee Proverbios 22:8 y 15. ¿Qué principios encontramos aquí?

8- El que sembrare iniquidad, iniquidad segará, y la vara de su insolencia se quebrará. 6-La necedad está ligada en el corazón del muchacho; Mas la vara de la corrección la alejará de él.

La educación puede compararse con la actividad de “sembrar”. El futuro de nuestra sociedad y de nuestros hijos depende de lo que hemos sembrado. Si nuestra semilla fue “iniquidad”, entonces nuestra educación (“la vara”) fracasará, y cosecharemos iniquidad (vers. 8). Si nuestra semilla tocó los corazones de los niños (vers. 15), entonces la vara de nuestra educación alejará a muchos de ellos de la necedad.

Muy a menudo enseñamos a otros (especialmente a los niños) con nuestro ejemplo. Piensa acerca de tu ejemplo: ¿qué clase de legado estás dejando? ¿En qué áreas podría ser mejor tu ejemplo?

Educar a los niños es una gran tarea que se les ha encomendado a los padres y hasta cierto grado también a los educadores, la razón principal es prepararlos para la vida eterna. Otras razones pudieran ser; tener una vida mejor y más placentera en éste mundo, mantenerlos fuera de problemas, mantenerlos dentro de la iglesia y que también sean fuente de bendición. No tenemos que olvidar que cuando educamos a los niños, estamos transmitiendo a ellos, mucha sabiduría y conocimiento adquiridos a través de muchos años de experiencia; conocimiento y sabiduría que no queremos llevarlo a la tumba, sin antes transmitirlo a las nuevas generaciones. Esta es una de las mejores y mas eficaces formas de mantener y preservar la sabiduría y conocimiento que los humanos hemos adquirido por cientos y miles de años de existencia en éste planeta.

Una de las esperanzas que tenemos cuando instruimos a un niño, es que cuando sea grande no se aparte del camino de Dios. Muchos se han apartado del camino de Dios en el cual fueron instruidos, Salomón también lo hizo. Pero la instrucción dada en la niñez ayudará al descarriado a encontrar de nuevo la senda que abandonó, al menos deja en los padres la satisfacción que ellos cumplieron con su tarea de instruirlos de la mejor manera que ellos lo pudieron y supieron hacer.

¿Qué es instruir al niño ?

-Cuidarlo con esmero y dulzura en su frágil edad
-Acostumbrarlo a su temprana edad a la obediencia y la sumisión
-Inspirarlo con un amor predominante hacia la verdad, la sinceridad y la franqueza
-Entrenarlos a que tengan diligencia, esmero y dedicación en las cosas que emprenden
-Guiarlos cuidadosamente a la humildad y a la modestia
-Enseñarles a que tengan afectos sinceros y un buen corazón hacia todas las personas, no importando su color, origen, religión, estado social y económico.
-Entrenarlos a ser pacientes en el sufrimiento, fuertes en las desgracias, y que se comporten pacíficamente en cualquier situación apremiante.
-Enseñarles del papel fundamental de la religión en nuestras vidas
-Enseñarles de Dios, de su amor, de su misericordia y de su perdón para con el pecador.
 
Nosotros fallamos demasiado en la instrucción de los niños debido a nuestra ignorancia. Hay un grupo de padres en la iglesia, especialmente los hombres, que tienen un concepto totalmente equivocado en cuanto a la instrucción del niño. Muchos creen que el acto de ser estrictos, intolerantes, enseñarles de la Biblia, llevarlos a la iglesia, y darles unos cuantos palos, creemos que ya cumplimos con la conducción del niño; ¡Pues no! estamos un poquito desviado del tema, por que la instrucción de un niño toma más que lo que acabamos de mencionar.
Estas son algunas de las cosas que nosotros como padre necesitamos tener, hacer ó cumplir para dar una buena instrucción al niño:
1-Estudiar el temperamento del niño y conducirnos con el niño de acuerdo a su temperamento; el temperamento del niño representa el suelo que será cultivado. No todos los temperamentos son los mismos, hay temperamento vivaces y rápidos para aprender, hay temperamento que son mas sensitivos que otros hacia lo bueno y también hacia lo malo, hay temperamentos que son más afectuosos y cariñosos que otros y hay temperamentos que son quietos y otros demasiados activos. De acuerdo a la temperamento del niño; así es la tendencia hacia  las virtudes como a los vicios. Necesitamos descubrirlos y conocerlos antes de actuar con ellos.
2-RESPETAR A LOS HIJOS: ELLOS NO SON NUESTRA PROPIEDAD. Nuestros hijos le pertenecen a Dios, nosotros les pertenecemos a Dios, cuando el mundo sea renovado todos llegaremos a ser hermanos, hijos de un mismo Padre. La mayoría de los padres conocemos muy bien la mitad de la doctrina en cuanto a la crianza de los hijos: «Honra a tu padre y a tu madre…» Pero se nos olvida la segunda parte de la doctrina en cuanto a la crianza del niño: Colosenses 3: 21 dice: Padres, no provoquéis a ira a vuestros hijos, para que no se desanimen. Tenemos que entender la verdadera belleza de la niñez, tenemos que comprender la pureza de los niños, y tenemos que entender la inocencia de los niños. Tenemos que ser como niños para que ellos nos respondan de una manera positiva, muchos somos padres tiranos, padres coléricos, padres sin paciencia y padres arrebatados; éstas son las características perfectas de un mal padre, y las desgracias perfectas de un padre que es especialista en alejar a los hijos de él mismo, de la iglesia y de Dios.
3-ENSENARLES POR EJEMPLO: Si su hijo no puede ver la película ó el programa de televisión, significa que tampoco usted lo puede ver. Muchas veces tenemos la hipocresía de decirle a nuestros hijos que ellos no pueden participar de ciertas cosas por que están muy pequeños, no tenemos el valor de decirles que no pueden participar por que es malo. De todas maneras ellos lo descubren y llegan a la conclusión que cuando alcanzan determinada edad ya tienen también licencia para disfrutar de las cosas malas de éste mundo. Una instrucción de ésta manera, nunca ha dado, ni dará resultados. Para instruir bien a nuestros hijos en el camino del Señor, nosotros los padres, necesitamos estar en los caminos del Señor. No mande a caminar a su hijo por donde usted le cuesta, no puede ó no quiere caminar.
4-Cultivemos la confianza, y con amor ganemos el afecto de los nuestros hijos.

En los niños que eran puestos en relación con él, Jesús veía a los hombres y mujeres que serían herederos de su gracia y súbditos de su reino, algunos de los cuales llegarían a ser mártires por su causa. El sabía que estos niños le escucharían y aceptarían como su Redentor con mayor facilidad que los adultos, muchos de los cuales eran sabios en las cosas del mundo y de corazón endurecido. En su enseñanza, él descendía a su nivel. El, la Majestad del cielo, no desdeñaba contestar sus preguntas y simplificar sus importantes lecciones para adaptarlas a su entendimiento infantil. Implantaba en sus mentes semillas de verdad que en años ulteriores brotarían y darían fruto para vida eterna (El Deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 473, 474).

Cada semilla sembrada produce una cosecha de su especie. Así también es en la vida humana. Todos debemos sembrar las semillas de compasión, simpatía y amor, porque hemos de recoger lo que sembramos. Toda característica de egoísmo, amor propio, estima propia, todo acto de complacencia propia, producirá una cosecha semejante. El que vive para sí está sembrando para la carne, y de la carne cosechará corrupción…

Puesto que la semilla sembrada produce una cosecha, y ésta a su vez es sembrada, la cosecha se multiplica. Esta ley se cumple en nuestra relación con otros. Cada acto, cada palabra, es una semilla que llevará fruto. Cada acto de bondad bien pensado, de obediencia o de abnegación, se reproducirá en otros, y por medio de ellos, todavía en otros, así como cada acto de envidia, malicia o disensión es una semilla que brotará en “raíz de amargura”, con la cual muchos serán contaminados. ¡Y cuánto mayor será el número de los envenenados por los “muchos”! Así prosigue la siembra del bien y del mal para el tiempo y la eternidad (Palabras de vida del Gran Maestro, {PVGM}, pp. 62, 63.

Es todavía verdad que los niños son más susceptibles a las enseñanzas del Evangelio; sus corazones están abiertos a las influencias divinas, y son fuertes para retener las lecciones recibidas. Los niñitos pueden ser cristianos y tener una experiencia de acuerdo con sus años. Necesitan ser educados en las cosas espirituales, y los padres deben darles todas las ventajas a fin de que adquieran un carácter semejante al de Cristo.

Los padres y las madres deben considerar a sus hijos como miembros más jóvenes de la familia del Señor, a ellos confiados para que los eduquen para el cielo. Las lecciones que nosotros mismos aprendemos de Cristo, debemos darlas a nuestros hijos a medida que sus mentes jóvenes puedan recibirlas, revelándoles poco a poco la belleza de los principios del cielo. Así llega a ser el hogar cristiano una escuela donde los padres sirven como monitores, mientras que Cristo es el maestro principal.

Al trabajar para la conversión de nuestros hijos, no debemos esperar que emociones violentas sean la evidencia esencial de que están convencidos de pecado. Ni tampoco es necesario saber el momento exacto en que se convierten. Debemos enseñarles a traer sus pecados a Jesús, a pedirle que los perdone, y a creer que los perdona y los recibe como recibía a los niños cuando estaba personalmente en la tierra.

Mientras la madre enseña a sus hijos a obedecerle porque la aman, les enseña las primeras lecciones de su vida cristiana. El amor de la madre representa ante el niño el amor de Cristo, y los pequeñuelos que confían y obedecen a su madre están aprendiendo a confiar y obedecer al Salvador (El Deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 474).

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Lección 8 // Viernes 20 de febrero____________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Los padres deberían ser modelos de veracidad, porque esta es la lección diaria que debe imprimirse en el corazón de los niños. Principios inconmovibles deberían dirigir a los padres en todas las ocupaciones de la vida, especialmente en la educación y la enseñanza de sus hijos. […] Padres, no mintáis nunca; nunca digáis lo que no es verdad en precepto o en ejemplo. Si queréis que vuestros hijos sean veraces, sed veraces vosotros mismos” (CN 139).

“Muchos padres y madres parecen pensar que si alimentan y visten a sus pequeños, y los educan de acuerdo con las normas del mundo, ya han cumplido su deber. Están demasiado ocupados con los negocios o el placer para hacer que la educación de sus hijos sea el objeto de estudio de sus vidas. No procuran educarlos para que empleen sus talentos para honra de su Redentor. Salomón no dijo: ‘Di al niño su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él’. Sino que dijo: ‘Instruye al niño en su camino, y aun cuando fuere viejo no se apartará de él’ ” (CN 37).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

1. Medita en la idea de Proverbios 22:6. ¿Por qué debemos ser cuidadosos en cómo aplicamos esto? Muchos padres han hecho un buen trabajo en criar a sus hijos y, no obstante, como adultos, esos niños hicieron elecciones equivocadas. ¿Por qué no debemos nunca olvidar la realidad del libre albedrío y la realidad de la Gran Controversia mientras consideramos el significado de este texto?

2. Considera otra vez la pregunta final de la sección del miércoles. ¿Qué nos dice acerca de nosotros mismos el que tengamos mucha satisfacción en ayudar a otros, especialmente cuando no recibimos nada a cambio? ¿Qué debería decirnos esta verdad acerca de por qué hay personas que tienen mucha riqueza, y a pesar de ello se sienten miserables?

3. Aunque no todos somos iguales en talentos, educación, experiencia, etc., somos iguales en lo más importante: todos necesitamos la cruz para salvarnos. ¿Qué debe enseñarnos esto acerca de la igualdad básica y el valor de todos los seres humanos? Además, ¿cómo debería impactar esta verdad en la forma en que tratamos a todas las personas?

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