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LECCIÓN 6 – LAS MUJERES EN EL MINISTERIO DE JESÚS- PARA EL 9 DE MAYO DE 2015

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Toda información dada en éste documento es tomada de la vastedad de libros que la Iglesia Adventista del 7mo Día tiene disponible gratuitamente para el público en general, en Ingles y Español. A éste documento también se le agrega otras informaciones de otros libros, que también se encuentran disponible en el Internet para el uso del  público en general.

Aquí no le estamos presentando una nueva luz, nuestro trabajo es sencillamente recopilar información, y presentarla en un lenguaje sencillo y entendible,  para que se le haga mas fácil al maestro de Escuela Sabática comprender y prepararse mejor, para impartir la lección de Escuela Sabática.

 Deseamos compartir con ustedes los tópicos  de las lecciones de los próximos años.

4 trimestres por año

2015:  (3)»Misioneros» (4)»Jeremías»

2016:  (1)»La Gran Controversia» (2)»El libro de Mateo» (3)»El Papel de la Iglesia en la Comunidad» (4)»Job»

2017:  (1)»El Espíritu Santo y la Espiritualidad» (2)»1ra y 2da de Pedro» (3)»Unidad en Cristo» (4)»Asuntos de Justicia Social»

2018:   (1)»Mayordomía» (2)»Preparación para los Días Finales» (3)»El libro de los Hechos» (4)»El Libro de Apocalipsis»

2019: (1)»Esdras-Nehemías» (2)»El Libro de Daniel» (3)»Romanos» (4)»Como interpretar las escrituras»

Nuevas: 2020:(1) «Educación» (2) Juan

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PEDIDO DE ORACIÓN: Su nombre es Mauro Castellano, sera intervenido en una operación a corazón abierto, al finalizar esta semana, o al principio de la otra, Mauro ha comenzado a escuchar la Palabra de  Dios, y deseamos que Dios le de una oportunidad mas en su vida, para que Mauro pueda conocer a Dios y entregarle su vida junto con su familia, tenemos la fe que Dios obrara un milagro en la vida de El. 16 Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho. Santiago 5


Lección 6: Para el 9 de mayo de 2015

LAS MUJERES EN EL MINISTERIO DE JESÚS

Sábado 2 de mayo____________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 1:39-55; 2:36-38; 7:11- 17, 36-50; Romanos 10:17; Lucas 8:1-3; 18:1-8.

PARA MEMORIZAR: 
“Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús […]. No hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer; porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús” (Gál. 3:26-28).

EL EVANGELIO DE LUCAS recibe a veces el nombre de “el Evangelio de las mujeres” porque menciona cuánto se preocupó Jesús por las necesidades de las mujeres, y cuán involucradas estuvieron ellas en el ministerio de Cristo.

En los días de Jesús, las mujeres eran consideradas de poco valor: algunos hombres judíos agradecían a Dios porque no eran esclavos, ni gentiles, ni mujeres. Las sociedades griega y romana trataban a las mujeres en forma aún peor. La cultura romana desarrolló su permisividad hasta una licencia ilimitada. Un hombre a menudo tenía una mujer para tener hijos legítimos que heredaran sus posesiones, y tenía concubinas para sus propios placeres pecaminosos.

Con este telón de fondo acerca del maltrato a las mujeres, Jesús trajo la buena noticia de que ellas son, en realidad, hijas de Abraham (ver Luc. 13:16). Cuán felices debieron de haber estado las mujeres al escuchar que, en Jesús, eran hijas de Dios y que, a la vista de Dios, tenían igual valor que los hombres. El mensaje de hoy para las mujeres de todas las naciones sigue siendo el mismo: todos, mujeres y hombres, somos uno en Cristo Jesús.

La gloria del cielo consiste en elevar a los caídos, consolar a los angustiados. Siempre que Cristo more en el corazón humano, se revelará de la misma manera. Siempre que actúe, la religión de Cristo beneficiará. Donde quiera que obre, habrá alegría.{PVGM 318.1}

Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo, tan completo, que penetra por doquiera. Libra de la influencia de Satanás a las pobres almas que han sido seducidas por sus engaños. Las coloca al alcance del trono de Dios, el trono circuido por el arco de la promesa.

En Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos son atraídos por su preciosa sangre (Palabras de vida del gran Maestro, {PVGM}, p. 318).

El secreto de la unidad se halla en la igualdad de los creyentes en Cristo. La razón de toda división, discordia y diferencia se encuentra en la separación de Cristo… Dios no hace acepción de personas.{AFC 99.3}

Jesús conocía la vanidad de la pompa humana y no prestó atención a su despliegue. En su dignidad de alma, su elevación de carácter, su nobleza de principio, estuvo muy por encima de las vanas modas del mundo… Los mejores círculos de la sociedad humana lo hubieran cortejado, si hubiera consentido en aceptar sus favores, pero no deseó el aplauso de los hombres… La riqueza, la posición, el rango mundanal en todas sus variedades y distinciones de la grandeza humana, no significaban sino otros tantos grados de pequeñez para Aquel que había dejado el honor y la gloria del cielo y que no poseía esplendor terrenal, no se complacía en el lujo, y no exhibía adornos, sino humildad.

Los humildes, los que estaban oprimidos por la pobreza y los cuidados, abrumados de trabajo penoso, no podían encontrar en la vida y ejemplo de Cristo lo que los indujera a pensar que Jesús no estaba familiarizado con sus pruebas, que no conocía la presión de sus circunstancias y que no podía simpatizar con ellos en su necesidad y dolor. La modestia de su humilde vida diaria estaba en armonía con su humilde nacimiento y sus circunstancias. El Hijo del Dios infinito, el Señor de la vida y de la gloria, descendió humildemente hasta la vida del más humilde para que nadie se sintiera excluido de su presencia. Se colocó al alcance de todos. No eligió a unos pocos favoritos para asociarse con ellos e ignorar a todos los otros (A fin de conocerles, {AFC}, p. 101).

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Domingo 3 de mayo // Lección 6__________________

MUJERES DIERON LA BIENVENIDA A JESÚS

Solo Lucas registra la reacción de ciertas mujeres frente a la maravilla de la historia cósmica: que el Hijo de Dios tomara carne humana para completar la misión redentora del Padre y cumpliera las esperanzas mesiánicas de su pueblo. Aunque estas mujeres no comprendieron plenamente lo que estaba sucediendo, sus palabras y sus reacciones respecto de estos eventos asombrosos revelaron su fe y su asombro por las obras de Dios.

Lee, en Lucas 1:39 al 45, el encuentro entre Elisabet y María. ¿Qué dice Elisabet que revela su comprensión, aunque fuera limitada, de los grandes eventos que estaban sucediendo?

39 En aquellos días, levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá; 40 y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elisabet. 41 Y aconteció que cuando oyó Elisabet la salutación de María, la criatura saltó en su vientre; y Elisabet fue llena del Espíritu Santo, 42 y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. 43 ¿Por qué se me concede esto a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? 44 Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 45 Y bienaventurada la que creyó, porque se cumplirá lo que le fue dicho de parte del Señor.

Después de que Elisabet habló, María siguió con sus propias palabras (Luc. 1:46-55). A menudo se entienden como un canto, pero estas palabras están llenas de fragmentos del Antiguo Testamento, testificando que María era una estudiante devota de las Escrituras, y por ello adecuada para ser la madre de Jesús. El canto de María está basado no solo en las Escrituras, sino también en una profunda relación con Dios. Una identidad emerge entre su alma y su Señor, y entre su fe y la esperanza de Abraham.

Lee Lucas 2:36 al 38. ¿Qué verdades importantes ven la luz en la historia de Ana en el Templo?

36 Estaba también allí Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, de edad muy avanzada, pues había vivido con su marido siete años desde su virginidad, 37 y era viuda hacía ochenta y cuatro años; y no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. 38 Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios, y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.

La esperanza expectante encuentra su cumplimiento fundamental en Jesús. Una anciana viuda reconoce el milagro y, desde entonces, ella estableció como su misión compulsiva proclamar al Salvador ante todos los que iban al Templo. Ella llegó a ser la primera mujer predicadora del evangelio.

Trata de imaginar el asombro y la admiración de estas mujeres ante los eventos que se desarrollaban alrededor de ellas. ¿Qué podemos hacer para ayudar a mantener vivos en nuestros corazones el asombro y la admiración de las grandes verdades que se nos ha llamado a proclamar?

Nuestro texto nos presenta la escena de una mujer sola,  viuda y anciana. ¿no se pudo escoger a alguien menos atractiva que ésta mujer para ésta escena? Siempre hay algo  interesante en una viuda joven, pero; ¿a quién le interesa una viuda anciana, que su encanto se ha disipado, que sus ojos están dilatados,  que sus cabellos se han emblanquecido, que su rostro está arrugado y que sus manos están temblorosas? Hay una belleza que va mas allá de la juventud, hay una hermosura que no depende de la mocedad de una persona, esa hermosura ni las lágrimas la pueden borrar,  y esa belleza  es el resultado de tantas oraciones. «Sea la hermosura de Jehová nuestro Dios sobre nosotros…» (Salmos 90:17) De ésta belleza de Jehová, Ana, la profetiza, estaba completamente dotada, y la historia de su vida, aunque está brevemente relatada, no está desprovista de interés para nosotros.

Ana, cuyo nombre significa «agraciada» estuvo casada por siete años, pero al final de ese tiempo, la sombra de la muerte paso por su casa, apago la luz de la vida de su esposo y silenció la canción de felicidad de ese hogar.

¿Qué podía hacer la joven viuda, con esa larga vida que tenía al frente de ella? Ana tenía una edad muy avanzada; si sumamos 7 años de matrimonio y 84 años de ser viuda, tenemos  91 años; según los historiadores, en el tiempo de Jesús las señoritas se solían casar de los 12 años en adelante, supongamos que Ana se caso de 12 años, entonces  Ana tenía la edad de 103 años ó posiblemente mucho más de eso.

Entre más pasan los años, la iglesia ha llegado a la conclusión, que hay muchos departamentos en la iglesia que las mujeres son las personas ideales para desempeñar esas responsabilidades.  Hay miles de mujeres devotas por todas partes del mundo, que de una manera muy silenciosa y al estilo y manera de la mujer, hacen un inmenso trabajo en la obra de Dios, mujeres así son necesitadas en nuestra iglesia;  si nos damos cuenta y estudiamos detenidamente las mujeres llamadas a éstas tareas especiales, las mayoría de ellas, han sido mujeres y son mujeres que están solas.

En Ana encontramos un bello complemento de la actuación  de Simeón; Simeón le dio la bienvenida a Jesús, cuando Jesús fue llevado al templo para su presentación,  pero ahora la presencia de Ana en unirse a la bienvenida de Jesús, completa la hermosa foto de éste solemne momento. Allí están Simeón y Ana representando la raza humana, para dar la bienvenida y hospitalidad al Mesías a éste mundo, el mundo que él venía a salvar, allí estaban los dos ellos a la entrada del templo hablando al Rey de los Cielos, en nombre de los cautivos que él venía a liberar.

Ana nunca se fue del templo, allí estuvo, persistente, constante, y llena de fe, sirviendo al Señor con ayunos y oraciones, negándose a ella misma, con profunda devoción y constantes vigilias. Felices aquellos que pueden entonar un himno en la vejez, y que pueden usar toda su larga experiencia para ayudar, exhortar y consolar a  aquellos que sufren por diferentes causas aquí en la tierra.

La piedad en los de edad avanzada, confirma e ilustra la promesa de Dios de dar larga vida a aquellos que temen su nombre, la piedad en la vejez corona a aquellos que la poseen con honores especiales, la santidad en la vejez ordena y promueve la religión en los demás, la santidad en los ancianos provee una hermosa ilustración de la madurez y la sabiduría de el carácter cristiano.

Después de María, Ana es la siguiente mujer que aparece en el ministerio de Jesús, dando acción de gracias por la venida del Mesías, dándole la bienvenida al Mesías al mundo en representación del sexo femenino, y testificando del Salvador del mundo.

Zacarías había orado por la venida del Redentor; y ahora el cielo le había mandado su mensajero para anunciarle que sus oraciones iban a ser contestadas; pero la misericordia de Dios le parecía demasiado grande para creer en ella. Se sentía lleno de temor y condenación propia.

Pero fué saludado con la gozosa seguridad: “No temas, Zacarías; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elizabet te dará a luz un hijo, y le pondrás por nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se regocijarán en su nacimiento. [V.M.] Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni sidra; y será lleno del Espíritu Santo…. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos. Porque él irá delante de él con el espíritu y virtud de Elías, para convertir los corazones de los padres a los hijos, y los rebeldes a la prudencia de los justos, para aparejar al Señor un pueblo apercibido. Y dijo Zacarías al ángel: ¿En qué conoceré esto? porque yo soy viejo, y mi mujer avanzada en días.” {DTG 72.4}

Zacarías sabía muy bien que Abrahán en su vejez había recibido un hijo porque había tenido por fiel a Aquel que había prometido. Pero por un momento, el anciano sacerdote recuerda la debilidad humana. Se olvida de que Dios puede cumplir lo que promete. ¡Qué contraste entre esta incredulidad y la dulce fe infantil de María, la virgen de Nazaret, cuya respuesta al asombroso anunció del ángel fué: “He aquí la sierva del Señor; hágase a mí conforme a tu palabra”!

El nacimiento del hijo de Zacarías, como el del hijo de Abrahán y el de María, había de enseñar una gran verdad espiritual, una verdad que somos tardos en aprender y propensos a olvidar. Por nosotros mismos somos incapaces de hacer bien; pero lo que nosotros no podemos hacer será hecho por el poder de Dios en toda alma Sumisa y creyente. Fué mediante la fe como fué dado el hijo de la promesa. Es por la fe como se engendra la vida espiritual, y somos capacitados para hacer las obras de justicia (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 72, 73).

El espíritu de profecía estaba sobre este hombre de Dios, y mientras que José y María permanecían allí, admirados de sus palabras, los bendijo, y dijo a María: “He aquí, éste es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal a la que será contradicho [blanco de contradicción, V.M.]; y una espada traspasará tu alma de ti misma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones.”

También Ana la profetisa vino y confirmó el testimonio de Simeón acerca de Cristo. Mientras hablaba Simeón, el rostro de ella se iluminó con la gloria de Dios, y expresó su sentido agradecimiento por habérsele permitido contemplar a Cristo el Señor.

Estos humildes adoradores no habían estudiado las profecías en vano. Pero los que ocupaban los puestos de gobernantes y sacerdotes en Israel, aunque habían tenido delante de sí los preciosos oráculos proféticos, no andaban en el camino del Señor, y sus ojos no estaban abiertos para contemplar la Luz de la vida (El deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 37).

El niño Jesús no recibió instrucción en las escuelas de las sinagogas. Su madre fué su primera maestra humana. De labios de ella y de los rollos de los profetas, aprendió las cosas celestiales. Las mismas palabras que él había hablado a Israel por medio de Moisés, le fueron enseñadas sobre las rodillas de su madre. Y al pasar de la niñez a la adolescencia, no frecuentó las escuelas de los rabinos. No necesitaba la instrucción que podía obtenerse de tales fuentes, porque Dios era su instructor.(El deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 50).

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Lección 6 // Lunes 4 de mayo____________________

LAS MUJERES Y EL MINISTERIO SANADOR DE JESÚS

Lee, en Lucas 7:11 al 17, la historia del milagro en Naín. Esta mujer, empobrecida y viuda, afrontaba otra prueba: la muerte de su único hijo. Una multitud de personas la acompañaba en la procesión fúnebre, expresando así su dolor y su simpatía. La pérdida de su único hijo y la incertidumbre acerca de su vida futura la transformaban en un cuadro de tristeza y desesperanza.

11 Aconteció después, que él iba a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. 12 Cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que llevaban a enterrar a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda; y había con ella mucha gente de la ciudad. 13 Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. 14 Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban se detuvieron. Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. 15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. 16 Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y: Dios ha visitado a su pueblo. 17 Y se extendió la fama de él por toda Judea, y por toda la región de alrededor.

 La procesión que salía de la ciudad se encontró con otra procesión que entraba en ella. A la cabeza de quienes salían había un ataúd; a la cabeza de quienes entraban estaba la Vida, el Creador. Cuando ambas procesiones se encontraron, Jesús vio a la viuda llena de dolor, y “se compadeció de ella, y le dijo: No llores” (Luc. 7:13). El pedido de no llorar no habría sido lógico si no hubiera procedido de Jesús, el Señor de la vida. Porque detrás de la orden “No llores” estaba el poder de quitar la razón de su llanto. Jesús se adelantó, tocó el ataúd, y le ordenó al joven que se levantara. El toque era considerado una contaminación ceremonial (Núm. 19:11-13), pero para Jesús la compasión era más importante que las ceremonias. Atender las necesidades humanas era más urgente que seguir meros rituales.

El pueblo de Naín no solamente presenció un gran milagro, sino también recibió un mensaje maravilloso: para Jesús no hay diferencia entre los dolores emocionales de los hombres y los de las mujeres. Y su presencia confronta y confunde el poder de la muerte.

Lee también Lucas 8:41, 42, y 49 al 56. Jairo era un dirigente de la sinagoga, el oficial a cargo del cuidado y los servicios de la sinagoga. Cada sábado elegía a la persona que dirigiría la oración, leería la Escritura y predicaría. Era una persona no solo de gran influencia, sino también de riqueza y poder. Amaba a su hija, y no vaciló en acercarse a Jesús rogando por la curación de ella.

En estas historias, el poder de Jesús trajo al hijo muerto de nuevo a su madre, y una hija muerta de vuelta a su padre. Cuán increíbles debieron haber sido estos actos para quienes los vieron, especialmente para los padres. ¿Qué nos dicen estos informes acerca del poder de Dios? ¿Qué indican respecto de cuán poco comprendemos de ese poder (la ciencia actualmente no tiene el menor indicio sobre la forma en que esto podía ocurrir)? Pero, más importante aún, ¿de que manera podemos aprender a confiar en este poder y en la bondad de Dios que lo maneja, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias actuales?

El nombre de la ciudad era Naín, una ciudad de la región de Galilea, perteneciente a la tribu de Isacar.  En la actualidad es una pequeña villa, habitada por judíos, musulmanes y cristianos. El nombre de la ciudad de Naín ha sobrevivido con poca alteración,  y es llamada  en la actualidad como la villa de Neín.

Naín estaba localizada al noroeste del monte Hermón, para entrar en la ciudad hay que subir una calle muy empinada; a un lado se encontraba las honduras del valle Esdraelón y al otro lado de la calles estaba la «roca»,  una inmensa formación rocosa, llena de muchas cuevas-sepulcros.  Fue en camino a éste cementerio donde Jesús se encontró con la procesión fúnebre.

La procesión fúnebre era solemne, era un muchacho joven el que había muerto. La Biblia no da ninguna información acerca de la muerte del muchacho, no dice si murió de una enfermedad ó de un accidente, si murió lentamente ó su muerte fue súbita, pero si sabemos que había muerto en la flor de la juventud.  Era hijo único; hay siempre un océano de amor de parte de los padres para los hijos, pero en el caso de éste muchacho muerto, lo que golpeaba más la puerta del dolor, es que su madre era ya una viuda. Las viudas en el tiempo antiguo, casi siempre eran persona sufridas y afectadas mucho más de lo que las viudas son en nuestros  tiempos modernos, en el tiempo antiguo las viudas eran vulnerables a la injusticia, la opresión y el irrespeto de las demás personas,  esas personas que siempre suelen tomar ventajas de los débiles y angustiados. Esta viuda de Naín, ahora con la muerte de su único hijo, había sido privada de la única compañía que tenía para terminar su vida en ésta tierra, y estaba forzada a viajar sola, por el duro camino de la vejez.

Para allí se encaminaba Jesús, para encontrarse en el momento preciso y en el lugar preciso. COINCIDENCIA le llaman los no creyentes, PROVIDENCIA le llamamos los que creyentes. Jesús se encontró con el muerto antes de llegar al sepulcro, unos minutos mas tarde y hubiera sido sepultado, unos minutos más temprano y el muerto hubiera estado todavía en la casa de su madre, nadie le llamo a Jesús para ésta ocasión, El Señor conoce como arreglar las cosas, sus planes trabajan perfectamente en el tiempo y el espacio de nuestras vidas.

El Divino Maestro; primero, el sabía con detalle todo lo de éste acontecimiento, los que acompañaban a Jesús, sólo podían ver la marcha fúnebre, pero Jesús sabía y conocía al difunto, sabía que era un muchacho joven, sabía que era hijo único, y sabía que su madre era viuda. Segundo; Jesús no esperó a que le imploraran, muchas veces antes que nuestros pedidos abandonen nuestras bocas, Jesús se hace presente para contestarlos. Tercero: cuando Jesús vio a la viuda, «tuvo compasión de ella» no hubo otra característica que distinguiera más a Jesús en ésta tierra, que su amor, piedad y bondad. Cuarto: cuando Jesús se dirigió a la viuda «…le dijo: No llores» Que frase más inútil y desconsiderada hubiera sido ésta frase en labio de otro que no hubiera sido Jesús. Quinto: «Y acercándose, tocó el féretro» las leyes judías declaraban inmundo a todo aquel que tocara un féretro, Jesús hace  caso omiso de éste reglamento y usó de ese toque divino que siempre ha traído mucho bienestar al ser humano, los reglamentos son importantes, pero los reglamentos no son más importantes que las personas y sexto; el milagro; Y dijo: Joven, a ti te digo, levántate. 15 Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre.

El milagro de Cristo sobre el hijo de la viuda de Naín, produjo cuatro resultados sobresalientes

1-El muchacho se le devolvió la vida

2-La viuda de Naín, también inicio una nueva vida al lado de su hijo resucitado, que milagro más grande fue para ella la resurrección de su hijo

3-Los vecinos temieron  y glorificaron a Dios; éstos tipos de milagros divinos hacen un gran impacto en la mente humana, las conversiones son tan prácticas, tan reales, tan divinas, que aquellos que tienden siempre a dudar, no les queda más espacio en sus mentes para la duda, logran ver el poder y la mano de Dios en ellos.

4-Con los vecinos impresionados, los rumores cundieron por todos lados. Las conversiones profundas hacen sentir sus resultados por miles de años y logran llegar hasta los linderos de la eternidad.

¿Porqué razones tenemos que asistir a un funeral?

a- La caridad ó amor, tiene que ser la razón principal, nunca se atiende un funeral por obligación ó por cortesía

b- Atender a un funeral va en armonía con la naturaleza humana

c- Es de mucho beneficio para nosotros, nos hace recordar que todos somos hermanos y también hijos de un mismo Padre, También nos hace recordar la fragilidad de la vida y nuestro destino en éste mundo.

d- Para consolar la familia del difunto

e- Para «llorar con los que lloran», la compasión es el mejor bálsamo, para el sufrimiento humano

f- Para dar y darnos esperanza, a través de la promesa divina de la resurrección

Vuestro compasivo Redentor os observa con amor y simpatía, listo para oír vuestras oraciones y prestaros la ayuda que necesitáis. Conoce las cargas que pesan sobre el corazón de cada madre y es su mejor amigo en toda emergencia. Sus brazos eternos sostienen a la madre fiel y temerosa de Dios. Cuando estuvo en la tierra tuvo una madre que luchó con la pobreza y sufrió muchas ansiedades y perplejidades, así que él simpatiza con toda madre cristiana en sus congojas y ansiedades. Aquel Salvador que emprendió un largo viaje con el propósito de aliviar el corazón ansioso de una mujer cuya hija era poseída de un mal espíritu, oirá las oraciones de la madre y bendecirá a sus hijos.

El que devolvió a la viuda su único hijo cuando era llevado a la sepultura se conmueve hoy ante la desgracia de la madre enlutada. El que derramó lágrimas de simpatía ante la tumba de Lázaro y devolvió a Marta y María su hermano sepultado; el que perdonó a María Magdalena; el que recordó a su madre mientras pendía de la cruz en su agonía; el que se apareció a las mujeres que lloraban y las hizo mensajeras suyas para difundir las primeras y gratas noticias de un Salvador resucitado, es hoy el mejor Amigo de la mujer y está dispuesto a ayudarle en todas las relaciones de la vida (El hogar Cristiano, {HC}, p. 183).

 El que estuvo al lado de la apesadumbrada madre cerca de la puerta de Naín, vela con toda persona que llora junto a un ataúd. Se conmueve de simpatía por nuestro pesar. Su corazón, que amó y se compadeció, es un corazón de invariable ternura. Su palabra, que resucitó a los muertos, no es menos eficaz ahora que cuando se dirigió al joven de Naín. El dice: “Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra.”4 Ese poder no ha sido disminuído por el transcurso de los años, ni agotado por la incesante actividad de su rebosante gracia. Para todos los que creen en él, es todavía un Salvador viviente.

Jesús cambió el pesar de la madre en gozo cuando le devolvió su hijo; sin embargo, el joven no fué sino restaurado a esta vida terrenal, para soportar sus tristezas, sus afanes, sus peligros, y para volver a caer bajo el poder de la muerte. Pero Jesús consuela nuestra tristeza por los muertos con un mensaje de esperanza infinita: “Yo soy … el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo por siglos de siglos…. Y tengo las llaves del infierno y de la muerte.” “Así que, por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, él también participó de lo mismo, para destruir por la muerte al que tenía el imperio de la muerte, es a saber, al diablo, y librar a los que por el temor de la muerte estaban por toda la vida sujetos a servidumbre.”

Satanás no puede retener los muertos en su poder cuando el Hijo de Dios les ordena que vivan. No puede retener en la muerte espiritual a una sola alma que con fe reciba la palabra de poder de Cristo. Dios dice a todos los que están muertos en el pecado: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos.”  Esa palabra es vida eterna. Como la palabra de Dios, que ordenó al primer hombre que viviera, sigue dándonos vida; como la palabra de Cristo: “Mancebo, a ti digo, levántate,” dió la vida al joven de Naín, así también aquella palabra: “Levántate de los muertos,” es vida para el alma que la recibe. Dios “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo.” En su palabra, todo nos es ofrecido. Si la recibimos, tenemos liberación (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 286, 287).

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Martes 5 de mayo // Lección 6___________________

MUJERES AGRADECIDAS Y CON FE

En Lucas 7:36 al 50, Jesús transformó una comida en un evento de magnitud espiritual que dio dignidad a una mujer pecadora. Simón, un fariseo destacado, invitó a Jesús para una comida. Los invitados se sentaron y, de repente, hubo una interrupción: “una mujer de la ciudad, que era pecadora” (vers. 37), se acercó rápidamente a Jesús, quebró un vaso de alabastro de un perfume muy costoso, derramó ese aceite sobre él, se inclinó sobre sus pies y los lavó con sus lágrimas.

36 Uno de los fariseos rogó a Jesús que comiese con él. Y habiendo entrado en casa del fariseo, se sentó a la mesa. 37 Entonces una mujer de la ciudad, que era pecadora, al saber que Jesús estaba a la mesa en casa del fariseo, trajo un frasco de alabastro con perfume; 38 y estando detrás de él a sus pies, llorando, comenzó a regar con lágrimas sus pies, y los enjugaba con sus cabellos; y besaba sus pies, y los ungía con el perfume. 39 Cuando vio esto el fariseo que le había convidado, dijo para sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y qué clase de mujer es la que le toca, que es pecadora. 40 Entonces respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él le dijo: Di, Maestro. 41 Un acreedor tenía dos deudores: el uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; 42 y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Di, pues, ¿cuál de ellos le amará más? 43 Respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel a quien perdonó más. Y él le dijo: Rectamente has juzgado. 44 Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies; mas ésta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha enjugado con sus cabellos. 45 No me diste beso; mas ésta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. 46 No ungiste mi cabeza con aceite; mas ésta ha ungido con perfume mis pies. 47 Por lo cual te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama. 48 Y a ella le dijo: Tus pecados te son perdonados. 49 Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es éste, que también perdona pecados?50 Pero él dijo a la mujer: Tu fe te ha salvado, ve en paz.

¿Qué lecciones podemos aprender de la expresión de gratitud y de la aceptación por parte de Jesús de ese acto de fe?

“Cuando a la vista humana su caso parecía desesperado, Cristo vio en María aptitudes para lo bueno. Vio los rasgos mejores de su carácter. El plan de la redención ha investido a la humanidad con grandes posibilidades, y en María estas posibilidades debían realizarse. Por su gracia, ella llegó a ser participante de la naturaleza divina. […] María fue la primera en ir a la tumba después de su resurrección. Fue María la primera que proclamó al Salvador resucitado” (DTG 521).

En Lucas 8:43 al 48, un caso de extrema miseria fue el objeto de la suprema consideración de Jesús. Por mucho tiempo, una mujer padeció una enfermedad incurable que arruinó su cuerpo y su alma. No obstante, después de doce años, una llamita de esperanza ingresó en la escena: “Oyó hablar de Jesús” (Mar. 5:27).

43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, 44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre. 45 Entonces Jesús dijo: ¿Quién es el que me ha tocado? Y negando todos, dijo Pedro y los que con él estaban: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? 46 Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. 47 Entonces, cuando la mujer vio que no había quedado oculta, vino temblando, y postrándose a sus pies, le declaró delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado, y cómo al instante había sido sanada. 48 Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.

¿Qué oyó ella? No lo sabemos, pero ella supo que Jesús se interesaba en los pobres, abrazaba a los desechados sociales, tocaba a los leprosos, convertía el agua en vino y se preocupaba por las personas desesperadas, de las cuales ella era una. Pero, oír no es suficiente; el oír debe conducir a la fe (Rom. 10:17). Y esa fe la condujo al sencillo acto de tocar el borde de la vestimenta de Jesús. Ese toque fue impulsado por la fe, lleno de propósito, eficaz y centrado en Cristo. Solo una fe tal puede recibir esta bendición del Dador de la vida: “Tu fe te ha hecho salva” (Luc. 8:48).

Es muy fácil mirar a la gente y juzgarla. Aunque a menudo no lo verbalicemos, juzgamos en nuestros corazones, lo que está mal igual. ¿De qué manera podemos aprender a dejar de juzgar a otros, aun en nuestra mente, pues quién sabe qué haríamos nosotros si estuviésemos en la misma situación?

«Jesús había curado a Simón de la lepra, y como deseaba expresar su gratitud preparó un banquete e invitó a Jesús como huésped de honor, ese banquete se celebró en Betania el día antes de la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, menos de una semana antes de la crucifixión.  Además Lázaro que había sido resucitado de entre los muertos no más de dos meses antes, a fines del invierno 30-31 d.C. era también un invitado de honor junto con Jesús. Jesús bondadosamente aceptaba la hospitalidad tanto de los fariseos como de los publicanos.»
Alabastro: «Una piedra relativamente blanda que podía ser talladas para ser copas, cajas, vasos y frascos. Los antiguos frascos de perfume solían tallarse de piedra calcárea de un color gris traslúcido.»
Perfume: «El perfume común de Palestina se hacía de aceite de oliva al cual se añadía especias u otras sustancias aromáticas. El perfume de María era de «nardo de mucho precio», extraído quizá de las fragantes raíces de la Nardostachys Jatamansi, planta que crece a grandes alturas en las montañas de los Himalayas, y que en tiempo antiguos se usaba para preparar perfumes y remedio. Si el perfume de María provenía del norte de la India, no es de extrañarse que fuera de mucho valor, pues representaba unos trescientos denarios romanos (1.168,5 g de plata), el equivalente del jornal de unos 300 días para un obrero de esa época. Un regalo tan valioso, digno de los reyes de la tierra, representaba un sacrificio personal de parte de María.» (Tomado del Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 5, pág. 745.)
En la historia de María podemos contemplar dos palabras divina en acción; la gracia y el amor.

María fue una pecadora, pero no una pecadora común y corriente, sino una pecadora de las más obscuras, llena de concupiscencia, lo más bajo que se encuentra en la suciedad del pecado y la sociedad humana.  La gracia divina encuentra muchas veces su hogar y residencia en los corazones más dificiles  y complicados de la humanidad, donde se puede mostrar al mundo con toda claridad, el trabajo de la gracia con toda su plenitud; mientras más profunda es la esclavitud de la persona al pecado, más grande es la liberación divina para el pecador.

La gracia es magnificada por los frutos que da; quién pudo imaginarse que una mujer que había entregado los miembros de su cuerpo a la concupiscencia, a la vergüenza y confusión, se convirtiera en una de las favorita servidora de Jesús.  A pesar de su vida; la gracia de Dios, obró en María una hermosa transformación, removiendo la vergüenza de su rostro, la adulación de sus labios, la gala de sus vestimentas,  la lujuria y la codicia de su corazón.

43 Pero una mujer que padecía de flujo de sangre desde hacía doce años, y que había gastado en médicos todo cuanto tenía, y por ninguno había podido ser curada, 44 se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto; y al instante se detuvo el flujo de su sangre.

 Este milagro demuestra el genuino poder de la fe, aunque ésta sea por los medio herrados. Esta pobre y acabada mujer se había hecho más tímida por su larga enfermedad, por sus esperanzas tronchadas en los médicos de su época y también por la pobreza. No se atrevía a parar a Jesús, especialmente cuando Jesús se encaminaba a sanar la hija de un importante líder religioso como lo era Jairo, pero si se atrevió a abrir paso entre la muchedumbre y robar un milagro.

Es muy fácil apuntar el error y la ignorancia de la fe de ésta mujer, ella no tenía duda que Jesús la podía sanar, pero ella decidió usar el método equivocado para conseguir la sanación, que fue a través de un objeto de Jesucristo como era el manto ó su ropa. Esta es una manera de superstición, hay muchos de nosotros que creemos en cosas y objetos como medios curativos, y Jesús, como lo hizo con ésta mujer, muchas veces nos sigue y se ajusta a nuestra creencia y fe; no por que estamos correctos, sino para más tarde enseñarnos y afirmarnos en la fe real y verdadera.

A pesar que la mayoría de cristiano tratamos de evitar éstos errores, recordemos que todavía hay un gran grupo de ellos que se aferran a una imagen ó a un crucifijo con fe infantil y Dios en su gran amor ajusta su misericordia a la fe de éstas personas. Estas personas igual a la mujer con flujo, están en la primaria del cristianismo y Dios no los defrauda, después del milagro Dios se encarga de que crezcan espiritualmente hasta llegar a la comprensión de los designios y voluntad de Dios.

La fe de ésta mujer era imperfecta, pero lo importante es, que aun imperfecta; era fe.  No hay ninguna conexión entre el toque de los dedos de la mujer con el manto de Jesús, pero Jesús se rebajo a los pensamiento infantiles de ella  y le ayudó a conseguir lo que ella tanto soñaba: Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz. La misericordia y el amor de Dios, es como el aceite y el agua, que se ajustan a la forma de la vasija de barro. ¡Que hermoso es el amor de Dios! Al final ella comprendió que no fue el toque de sus manos, que no fue el manto de Jesús, sino la fe, la que la había sanado.

Esta mujer también creyó que podía escaparse con la bendición de Jesús y que Jesús no sería lo suficientemente sabio para darse cuenta del milagro ocurrido. Que manera más interesante de pensar, creer que Jesús tenía el poder de hacer un milagro, pero no el suficiente conocimiento para  darse cuenta del milagro acontecido.

De muy buena gana, ésta mujer hubiera desaparecido con un sanamiento robado, pero Jesús la forzó a parar  en frente de la multitud, con la vista de toda la multitud sobre ella, «vino temblando, y postrándose a sus pies» aún es ésta situación embarazosa para la pobre mujer, Jesús le estaba ayudando a que ella recuperara la confianza propia, su dignidad como mujer, y que también dijera la verdad. Que contraste el de Jesús; usualmente mandaba a los que recibían un milagro, a callarlo, pero en éste caso Jesús estaba haciendo todo lo contrario, pero era un acto de completa bondad para ella, era una manera que la imperfecta fe de ésta mujer fuera corregida y confirmada. 

Si Jesús hubiera permitido que la mujer con flujo se hubiera escapado con la sanación, ésta mujer se hubiera marchado solamente con la mitad de la bendición, se hubiera marchado sana, pero no hubiera experimentado el gozo de la confesión, no hubiera probado el delicioso y profundo amor de Dios, ni tampoco su perdón. Esta es la única mujer en la Biblia que Jesús le llama «HIJA».

María amaba a su Señor. El había perdonado sus pecados, que eran muchos. Había levantado de entre los muertos a su muy amado hermano, y creía que nada era demasiado costoso para ofrendárselo. Mientras más caro fuera el perfume, de mejor manera podía ella expresar su gratitud al Salvador dedicándoselo (La historia de la redención, {HR}, p. 215).

María escuchaba fervientemente cada palabra que salía de los labios de Jesús. En su misericordia, Jesús había perdonado sus pecados, había llamado de la tumba a su amado hermano, y el corazón de María estaba lleno de gratitud. Ella había oído hablar a Jesús de su próxima muerte, y en su profundo amor y tristeza había anhelado honrarle. A costa de gran sacrificio personal, había adquirido un vaso de alabastro de “nardo líquido de mucho precio” para ungir su cuerpo. Pero muchos declaraban ahora que él estaba a punto de ser coronado rey. Su pena se convirtió en gozo y ansiaba ser la primera en honrar a su Señor. Quebrando el vaso de ungüento, derramó su contenido sobre la cabeza y los pies de Jesús, y llorando postrada le humedecía los pies con sus lágrimas y se los secaba con su larga y flotante cabellera. {DTG 512.3}

Había procurado evitar ser observada y sus movimientos podrían haber quedado inadvertidos, pero el ungüento llenó la pieza con su fragancia…

 …María, al derramar su ofrenda sobre el Salvador, mientras él era consciente de su devoción, le ungió para la sepultura. Y cuando él penetró en las tinieblas de su gran prueba, llevó consigo el recuerdo de aquel acto, anticipo del amor que le tributarían para siempre aquellos que redimiera (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 513, 514).

 La muchedumbre que apretaba a Jesús no tenía una unión viviente con él mediante la fe genuina. Pero una pobre mujer que había estado sufriendo por muchos años y había gastado toda su sustancia en médicos que no la habían curado sino empeorado, pensó que si podía ponerse a su alcance, si sólo podía tocar el borde de su manto, se sanaría. Cristo comprendió todo lo que había en su corazón y se puso allí donde ella tendría la oportunidad que deseaba. El usaría de ese hecho para mostrar la diferencia entre el toque de fe genuina y el contacto casual de los que se apretujaban a su alrededor por mera curiosidad.{ELC 110.3}

Cuando la mujer alargó la mano y tocó el borde de su manto pensó que ese toque furtivo no sería advertido por nadie; pero Cristo se dio cuenta y correspondió a su fe con su poder sanador. Ella se dio cuenta en un instante que había sido sanada, y el Señor Jesús no dejaría de llamar la atención hacia una fe tal. Rápidamente se dio vuelta y preguntó: “¿Quién es el que me ha tocado?” Todos los discípulos lo estaban apretando de cerca, y Pedro dijo: “La multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Pero Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí”. Lucas 8:45, 46.{ELC 110.4}

Cuando la mujer vio que había sido descubierta fue temblando a echarse a sus pies, contándole su historia. Por doce años había sufrido su mal, pero no bien su dedo tocó el borde del manto de Jesús se había sanado. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz”. El solo toque de fe recibió su recompense.

La fe que sirve para ponernos en contacto vital con Cristo expresa de nuestra parte una suprema preferencia, perfecta confianza, entera consagración (En lugares celestiales, {ELC}, p. 108).

 El hablar de religión de una manera casual, el orar sin hambre del alma ni fe viviente, no vale nada. Una fe nominal en Cristo, que le acepta simplemente como Salvador del mundo, no puede traer sanidad al alma. La fe salvadora no es un mero asentimiento intelectual a la verdad. El que aguarda hasta tener un conocimiento completo antes de querer ejercer fe, no puede recibir bendición de Dios. No es suficiente creer acerca de Cristo; debemos creer en él. La única fe que nos beneficiará es la que le acepta a él como Salvador personal; que nos pone en posesión de sus méritos. Muchos estiman que la fe es una opinión. La fe salvadora es una transacción por la cual los que reciben a Cristo se unen con Dios mediante un pacto. La fe genuina es vida. Una fe viva significa un aumento de vigor, una confianza implícita por la cual el alma llega a ser una potencia vencedora (La maravillosa gracia de Dios, {MGD}, p. 140).

 Había no pocas mujeres entre la multitud que seguía al Inocente a su muerte cruel. Su atención estaba fija en Jesús. Algunas de ellas le habían visto antes. Algunas le habían llevado sus enfermos y dolientes. Otras habían sido sanadas. Al oír el relato de las escenas que acababan de acontecer, se asombraron por el odio de la muchedumbre hacia Aquel por quien su propio corazón se enternecía y estaba por quebrantarse. Y a pesar de la acción de la turba enfurecida y de las palabras airadas de sacerdotes y príncipes, esas mujeres expresaron su simpatía. Al caer Jesús desfallecido bajo la cruz, prorrumpieron en llanto lastimero.

Esto fué lo único que atrajo la atención de Cristo. Aunque abrumado por el sufrimiento mientras llevaba los pecados del mundo, no era indiferente a la expresión de pesar. Miró a esas mujeres con tierna compasión (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 691, 692).

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Lección 6 // Miércoles 6 de mayo_________________

ALGUNAS MUJERES QUE SIGUIERON A JESÚS

Lee Lucas 10:38 al 42. ¿Qué verdades espirituales importantes podemos obtener de esta historia? (Ver también Luc. 8:14.)

38 Aconteció que yendo de camino, entró en una aldea; y una mujer llamada Marta le recibió en su casa. 39 Esta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra. 40 Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres, y acercándose, dijo: Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile, pues, que me ayude. 41 Respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. 42 Pero sólo una cosa es necesaria; y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada. Lucas 10

14 La que cayó entre espinos, éstos son los que oyen, pero yéndose, son ahogados por los afanes y las riquezas y los placeres de la vida, y no llevan fruto. Lucas 8

Como huésped, Marta “se preocupaba con muchos quehaceres” (Luc. 10:40), y estaba ocupada en brindar lo mejor a sus visitas. Pero María, “sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra” (vers. 39). Marta se quejó a Jesús de que le tocaba hacer sola el trabajo duro. Aunque Jesús no reprendió a Marta por preocuparse por servir, le señaló la necesidad de tener prioridades correctas en la vida. El compañerismo con Jesús es el primer aspecto esencial en el discipulado; la comida de confraternidad puede venir después.

“La causa de Cristo necesita personas que trabajen con cuidado y energía. Hay un amplio campo para las Martas con su celo por la obra religiosa activa. Pero, deben sentarse primero con María a los pies de Jesús. Sean la diligencia, la presteza y la energía santificadas por la gracia de Cristo; y entonces la vida será un irresistible poder para el bien” (DTG 483).

Lee Lucas 8:1 al 3; 23:55, 56; 24:1 al 12. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la función de las mujeres en el ministerio de Cristo?

Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes. Lucas 1

55 Y las mujeres que habían venido con él desde Galilea, siguieron también, y vieron el sepulcro, y cómo fue puesto su cuerpo. 56 Y vueltas, prepararon especias aromáticas y ungüentos; y descansaron el día de reposo,[b] conforme al mandamiento. Lucas 23

El primer día de la semana, muy de mañana, vinieron al sepulcro, trayendo las especias aromáticas que habían preparado, y algunas otras mujeres con ellas. Y hallaron removida la piedra del sepulcro; y entrando, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Aconteció que estando ellas perplejas por esto, he aquí se pararon junto a ellas dos varones con vestiduras resplandecientes; y como tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, les dijeron: ¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. Entonces ellas se acordaron de sus palabras, y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 10 Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles. 11 Mas a ellos les parecían locura las palabras de ellas, y no las creían. 12 Pero levantándose Pedro, corrió al sepulcro; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido. Lucas 24

Al expandirse su ministerio, Jesús fue “por todas las ciudades y aldeas, predicando” y enseñando (Luc. 8:1), y los doce discípulos con él. Lucas también registra el poderoso testimonio de que cierta mujer a quien Jesús había sanado, que fue tocada por su predicación y que era rica, también lo siguió en su ministerio ampliado. Aquí están algunas otras que menciona Lucas: 1) ciertas mujeres sanadas de malos espíritus, incluyendo a María Magdalena; 2) Juana, mujer de Chuza, intendente de Herodes; 3) Susana; y 4) “otras muchas que le servían con sus bienes” (vers. 3).

Cuando comprendemos que Jesús murió por cada ser humano, captamos mejor la verdadera igualdad de todas las personas ante Dios. ¿Cuán bien reflejamos esta verdad en nuestra actitud hacia otros? Es decir, ¿cómo puedes arrancar de raíz, si fuera necesario, cualquier actitud que implicaría mirar a otros desde arriba, como si fuesen menos dignos que tú?

Una de las historias más conocidas y más predicadas en el mundo religioso es la de María y Marta. muy fácil de entender y muy fácil de explicar.

Aconteció después, que Jesús iba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido sanadas de espíritus malos y de enfermedades: María, que se llamaba Magdalena, de la que habían salido siete demonios, Juana, mujer de Chuza intendente de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes.

De este grupo de mujeres, es realmente muy poco lo que sabemos, una de las más conocida es María Magdalena, que la Biblia la describe como dulce y sumamente bella, a quién Jesús había expulsado 7 demonios de ella.

La compañía de Jesús consistía en sus doce discípulos, pero también tenía una compañía de mujeres que viajaban aparte e independientemente de ellos.

Estas mujeres posiblemente viajaban adelante de ellos, arreglando la recepción y la comida de Jesús y sus doce discípulos, es interesante notar que muchas de ellas eran personas ricas y algunas pertenecían a la alta clase social. En todo el ministerio de Jesús podemos ver la intervención de personas apoderadas, comenzando con los sabios de orientes en su infancia  y terminando con Nicodemo y José de Arimatea en su muerte, que valientemente salieron por Jesús mientras sus discípulos sucumbían de pánico.

Hombres ricos comienzan ayudando el ministerio de Jesús en ésta tierra, de la misma manera hombre ricos terminan ayudando el ministerio de Jesús en ésta tierra. Pero en medio del principio y el final del ministerio de Jesús, son las mujeres las que juegan un papel extremadamente importante en el ministerio de Jesús.

¿Porqué Jesús no usó su poder divino para su manutención física cuando estuvo en  la tierra? Esa respuesta no la sabemos, lo que si sabemos, es que esa tarea fue permitida que los humanos la desempeñaran, y fueron las mujeres las que llevan ese honor y privilegio, de saber que hubo una vez, que Jesús habitó en la tierra y ellas lo alimentaron y le sirvieron tanto a él, como al ilustre grupo que le acompañaba:

40 Respondiendo el Rey, les dirá: “En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis.” Mateo 25

Se necesitan mujeres de principios firmes y carácter decidido, mujeres que crean que realmente estamos viviendo en los últimos días y que tenemos el postrer solemne mensaje de amonestación para ser dado al mundo. Ellas debieran sentir que están ocupadas en una obra importante de difundir los rayos de luz que el cielo ha vertido sobre ellas. Cuando el amor de Dios y de su verdad es un principio permanente, no permitirán que nada las aparte de su deber ni las desanime en su obra. Temerán a Dios y no serán distraídas de sus labores en su causa por la tentación de puestos lucrativos y perspectivas atrayentes. A toda costa, preservarán su integridad para sí mismas. Estas son las que representarán correctamente la religión de Cristo, cuyas palabras serán pronunciadas adecuadamente, como manzanas de oro con figuras de plata. Tales personas, en muchas maneras, pueden hacer una obra preciosa para Dios. El las llama para que vayan al campo de la cosecha y ayuden a reunir las gavillas. Se necesitan mujeres cristianas. Hay un amplio campo en el cual ellas pueden realizar un buen servicio para el Maestro. Hay mujeres nobles que han tenido el valor moral de decidirse en favor de la verdad por el peso de la evidencia. Tienen tacto, percepción y buena habilidad y podrían ser obreras cristianas de éxito.

Todas las que trabajan para Dios deben reunir los atributos de Marta y los de María: una disposición a servir y un sincero amor a la verdad. El yo y el egoísmo deben ser eliminados de la vida (El ministerio de la bondad, {MB}, p. 157).

La “una cosa” que Marta necesitaba era un espíritu de calma y devoción, una ansiedad más profunda por el conocimiento referente a la vida futura e inmortal, y las gracias necesarias para el progreso espiritual. Necesitaba menos preocupación por las cosas pasajeras y más por las cosas que perduran para siempre. Jesús quiere enseñar a sus hijos a aprovechar toda oportunidad de obtener el conocimiento que los hará sabios para la salvación. La causa de Cristo necesita personas que trabajen con cuidado y energía. Hay un amplio campo para las Martas con su celo por la obra religiosa activa. Pero deben sentarse primero con María a los pies de Jesús. Sean la diligencia, la presteza y la energía santificadas por la gracia de Cristo; y entonces la vida será un irresistible poder para el bien (El deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 483).

Cuando las mujeres creyentes sientan preocupación por las almas y por los pecados de los demás, estarán trabajando en la forma como Cristo lo hizo. No considerarán demasiado grande ningún sacrificio que deban realizar para ganar almas para Cristo. Y todos los que sienten este amor por las almas, son nacidos de Dios; están preparados para seguir en sus pisadas, y sus palabras y voz serán talentos empleados al servicio del Maestro; el nutrimento mismo que fluye de la cepa madre hacia sus propias almas refluirá en forma evidente por los conductos del amor hacia las almas que se están marchitando y secando. En esta obra hay una fuente de educación constante. El deseo de llegar a ser una bendición para los demás pone de manifiesto la debilidad y la ineficacia del obrero. Este lleva el alma hacia Dios en oración, y el Señor Jesús proporciona luz y su Espíritu Santo, y así se llega a comprender que es Cristo el que quebranta y derrite los corazones duros (El evangelismo, {Ev}, pp. 340, 341).

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Jueves 7 de mayo // Lección 6____________________

PERSISTENTES EN LA ORACIÓN, DABAN CON SACRIFICIO

Lucas muestra cómo Jesús se ocupó de dos viudas para enseñar importantes verdades espirituales.

En el primer caso (Luc. 18:1-8), Jesús habló de una viuda pobre e impotente que, en su lucha por justicia, era molestada por un juez malvado y poderoso. Ella era víctima de fraude e injusticia, y no obstante creía en el mandato de la ley y la justicia. Pero, el juez no creía en Dios y estaba en contra de la gente, y por ello no se preocupaba por ayudar a esta viuda. Atender a las viudas es un requisito bíblico (Éxo. 22:22-24; Sal. 68:5; Isa. 1:17), pero el juez se deleitaba en ignorar la ley. Sin embargo, la viuda tenía un arma: la perseverancia, y con ella cansó al juez y obtuvo de él justicia.

También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

La parábola enseña tres lecciones importantes: 1) orar siempre y nunca desanimarse (Luc. 18:1); 2) la oración cambia las cosas, aun el corazón de un juez malvado; y 3) la fe persistente es una fe que conquista. La verdadera fe tiene consejo eterno para cada cristiano: nunca abandones, aun si eso significa esperar la vindicación final cuando “venga el Hijo del Hombre” (vers. 8).

El segundo caso (Luc. 21:1-4; Mar. 12:41-44) se presenta justo después de que Jesús terminó de denunciar la hipocresía religiosa, y la pretensión de los escribas y los dirigentes que estaban en el Templo. Jesús señaló, en un marcado contraste con ellos, a una pobre viuda que revelaba la naturaleza de la religión genuina.

Jesús describió a algunos de los dirigentes religiosos como que “devoran las casas de las viudas” (Luc. 20:47), y que violan el mandato bíblico de cuidar de las viudas y los pobres. Como hoy, muchos ofrendaban solo para parecer piadosos; y peor aún, lo que daban lo daban de sus propios excedentes. Sus ofrendas realmente no involucraban ningún sacrificio personal. En contraste, Jesús les pidió a sus discípulos que consideraran a la viuda como el modelo de la verdadera religión, porque ella había dado todo lo que tenía.

La exhibición era el motivo del primer grupo; el sacrificio y la gloria de Dios eran el motivo de la viuda. El reconocer que Dios era el dueño de todo lo que ella tenía y el servirlo con todo lo que tenía fue lo que impulsó a la viuda a dar sus dos blancas. Lo que vale ante la vista del Creador, que todo lo ve, no es lo que damos sino por qué lo damos; no cuánto damos, sino cuál es la medida de nuestro sacrificio.

¿Cuánto te sacrificas por el bien de otros y por la causa de Dios?

La parábola tiene una gran connotación histórica, y testifica de la des-organización y corrupción que prevalecía bajo el gobierno de Galilea. El caso de ésta parábola sin duda es un caso extremo. Cada motivo que llevaba al hombre a buscar una posición pública carecía de motivos correctos, la conciencia estaba muerta, no había amor ni deseo  de buscar la aprobación de la gente cuando se desempeñaba un cargo público, ni tampoco existía el miedo para la crítica del pueblo.

La parábola habla de un juez que no tenía el temor de Dios, y como consecuencia directa de esa falta de temor a Dios, tampoco respetaba el derecho del hombre. Estas dos cosas siempre caminan juntas, a la persona que no le importa Dios, tampoco le importa el hombre.

La expresión bíblica: «Había en una ciudad un juez» denota una ciudad pequeña. En cada ciudad de Israel había un «Sanedrín»  ó corte de justicia. En Jerusalén que era la capital de Israel para esos días, estaba el gran «Sanedrín» ó comúnmente el «Sanedrín» como lo reconocemos por medio de la Biblia, éste «Sanedrín» tenía 70 ó 71 jueces, es lo que modernamente le pudiéramos llamar «La Corte Suprema de Justicia». Toda ciudad que tuviera 120  habitantes ó más,  tenía un  Sanedrín pequeño que consistía  de la participación de 23 jueces, pero toda ciudad que tuviera menos de 120 habitantes, entonces no tenían «Sanedrín» ó corte de justicia, eran solamente tres jueces los que se encargaban de los asuntos judiciales de la pequeña comunidad.

La perseverancia de la viuda hizo  la diferencia con el juez malvado, la insistencia de la viuda, posiblemente tocando a su puerta constantemente, posiblemente con ruegos sinceros, con argumentos fuertes, ó con lágrimas abundantes perforaron la conciencia y el temor del juez a perder la paciencia.

 ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?

¿Porqué es tan  importante ésta parábola?  Esta parábola nos enseña que la persistencia de una mujer tuvo la fuerza y capacidad de cambiar el corazón de un hombre malo, que ni siquiera tenía a Dios en su vida.

También nos enseña que si ese hombre malo pudo cambiar bajo la persistencia y fe de ésta viuda, nuestras oraciones, persistencia, ruegos, súplicas y lágrimas, tienen la capacidad de tocar el corazón de un Dios, que su carácter es amor. Los siguientes textos del «espíritu de  profecía» nos ayudarán a comprender mejor éste tema:

Dios no dice: Pedid una vez y recibiréis. El nos ordena que pidamos. Persistid incansablemente en la oración. El pedir con persistencia hace más ferviente la actitud del postulante, y le imparte un deseo mayor de recibir las cosas que pide. Cristo le dijo a Marta junto a la tumba de Lázaro: “Si creyeres, verás la gloria de Dios”.

Pero muchos no tienen una fe viva. Esta es la razón por la cual no ven más del poder de Dios. Su debilidad es el resultado de su incredulidad. Tienen más fe en su propio obrar que en el obrar de Dios en favor de ellos. Ellos se encargan de cuidarse a sí mismos. Hacen planes y proyectos, pero oran poco, y tienen poca confianza verdadera en Dios. Piensan que tienen fe, pero es sólo el impulso del momento. Dejan de comprender su propia necesidad, y lo dispuesto que está Dios a dar; no perseveran en mantener sus pedidos ante el Señor.

Nuestras oraciones han de ser tan fervorosas y persistentes como lo fue la del amigo necesitado que pidió pan a media noche. Cuanto más fervorosa y constantemente oremos, tanto más íntima será nuestra unión espiritual con Cristo. Recibiremos bendiciones acrecentadas, porque tenemos una fe acrecentada (Palabras de vida del gran Maestro), {PVGM}, pp. 111, 112).

Jesús dijo acerca de la pobre viuda: “Echó más que todos”. Los ricos habían dado de su abundancia, muchos de ellos para ser vistos y honrados de los hombres. Sus grandes donativos no los habían privado de ninguna comodidad, ni siquiera de algún lujo; no habían requerido sacrificio alguno y no podían compararse en valor con las blancas de la viuda.

Es el motivo lo que da carácter a nuestros actos, marcándolos con ignominia o con alto valor moral. No son las cosas grandes que todo ojo ve y que toda lengua alaba lo que Dios tiene por más precioso. Los pequeños deberes cumplidos alegremente, los pequeños donativos dados sin ostentación, y que a los ojos humanos pueden parecer sin valor, se destacan con frecuencia más altamente a su vista. Un corazón lleno de fe y de amor es más apreciable para Dios que el don más costoso. La pobre viuda dio lo que necesitaba para vivir al dar lo poco que dio. Se privó de alimento para entregar esas dos blancas a la causa que amaba. Y lo hizo con fe, creyendo que su Padre celestial no pasaría por alto su gran necesidad. Fue este espíritu abnegado y esta fe infantil lo que mereció el elogio del Salvador. Entre los pobres hay muchos que desean demostrar su gratitud a Dios por su gracia y verdad. Anhelan participar con sus hermanos más prósperos en el sostenimiento de su servicio. Estas almas no deben ser repelidas. Permítaseles poner sus blancas en el banco del cielo. Si las dan con corazón lleno de amor por Dios, estas aparentes bagatelas llegan a ser donativos consagrados, ofrendas inestimables que Dios aprecia y bendice (Consejos de mayordomía cristiana, {CMC}, pp. 181, 182).

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Lección 6 // Viernes 8 de mayo___________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “El que recordó a su madre mientras pendía de la cruz en su agonía, el que se apareció a las mujeres que lloraban y las hizo mensajeras suyas para difundir las primeras y gratas noticias de un Salvador resucitado, es hoy el mejor Amigo de la mujer y está dispuesto a ayudarla en todas las relaciones de la vida” (HAd 183).

“El Señor tiene una obra para las mujeres así como para los hombres. Ellas pueden ocupar sus lugares en la obra del Señor en esta crisis, y él puede obrar por su medio. Si están imbuidos del sentido de su deber, y trabajan bajo la influencia del Espíritu Santo, tendrán justamente el dominio propio que se necesita para este tiempo. El Salvador reflejará, sobre estas mujeres abnegadas, la luz de su rostro, y les dará un poder que exceda al de los hombres. Ellas pueden hacer en el seno de las familias una obra que los hombres no pueden realizar, una obra que alcanza hasta la vida íntima. Pueden llegar cerca de los corazones de las personas a quienes los hombres no pueden alcanzar. Se necesita su trabajo” (Ev 340).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Uno de los aspectos más interesantes de los evangelios, incluyendo el de Lucas, tiene que ver con el rol de las mujeres con respecto a la resurrección de Jesús. En todos los evangelios, las mujeres fueron las primeras en ver al Cristo resucitado y proclamar su resurrección. Los apologistas bíblicos usan este hecho para afirmar la realidad de la resurrección corporal de Jesús, que algunas personas cuestionan o niegan. ¿Por qué el papel de las mujeres aquí es tan importante? Pues si, como pretenden algunos, las historias de la resurrección de Jesús fueron fabricadas por los escritores, ¿por qué mencionan a las mujeres, que no eran muy destacadas en esa sociedad, como las primeras en ver y proclamar a Jesús? Si fabricaron las historias para tratar de lograr que la gente creyera, ¿por qué usar mujeres en lugar de hombres? Conversen sobre este tema.
  2. En una sociedad que no siempre reconoce la dignidad de las mujeres, Jesús les concedió un estatus que solo les pertenece a ellas en el orden creativo de Dios: son hijas de Dios, iguales a los hombres en la nueva era del evangelio. Al mismo tiempo, por iguales que sean ante Dios, los hombres y las mujeres no son lo mismo. ¿De qué manera podemos afirmar la igualdad de los hombres y las mujeres ante Dios y, no obstante, afirmar y reconocer las diferencias? Y ¿de qué forma esas diferencias se desarrollan en la vida de la iglesia?

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Escrito por: Tony García.
Este documento es una cortesía de 7day Media Group.
“One World – One Dream”
Madrid, España 2015

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