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LECCIÓN 12 – JESÚS EN JERUSALÉN – PARA EL 20 DE JUNIO DE 2015

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Toda información dada en éste documento es tomada de la vastedad de libros que la Iglesia Adventista del 7mo Día tiene disponible gratuitamente para el público en general, en Ingles y Español. A éste documento también se le agrega otras informaciones de otros libros, que también se encuentran disponible gratuitamente en el Internet para el uso del  público en general.

Aquí no le estamos presentando una nueva luz, nuestro trabajo es sencillamente recopilar información, y presentarla en un lenguaje sencillo y entendible,  para que se le haga mas fácil al maestro de Escuela Sabática comprender y prepararse mejor, para impartir la lección de Escuela Sabática.

 Deseamos compartir con ustedes los tópicos  de las lecciones de los próximos años.

4 trimestres por año

2015:  (3)»Misioneros» (4)»Jeremías»

2016:  (1)»La Gran Controversia» (2)»El libro de Mateo» (3)»El Papel de la Iglesia en la Comunidad» (4)»Job»

2017:  (1)»El Espíritu Santo y la Espiritualidad» (2)»1ra y 2da de Pedro» (3)»Unidad en Cristo» (4)»Asuntos de Justicia Social»

2018:   (1)»Mayordomía» (2)»Preparación para los Días Finales» (3)»El libro de los Hechos» (4)»El Libro de Apocalipsis»

2019: (1)»Esdras-Nehemías» (2)»El Libro de Daniel» (3)»Romanos» (4)»Como interpretar las escrituras»

Nuevas: 2020: (1) «Educación» (2) Juan

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Lección 12: Para el 20 de junio de 2015

JESÚS EN JERUSALÉN

Sábado 13 de junio______________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 19:28-40; Zacarías 9:9; Lucas 19:45-48; Mateo 21:12-17; Lucas 20:9-26.

PARA MEMORIZAR:
 “Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla lloró sobre ella” (Luc. 19:41).

LA ÚLTIMA SEMANA DE LA VIDA TERRENAL de Jesús se desarrolló en Jerusalén. Fueron eventos tumultuosos: la entrada triunfal; el llanto de Jesús sobre la ciudad indiferente; la purificación del Templo; la conspiración contra Jesús; la Última Cena y la agonía en el Getsemaní; la burla del juicio; la crucifixión; y finalmente, la resurrección. Nunca antes ni después alguna ciudad ha presenciado una progresión tan crucial de la historia, que llevara el conflicto cósmico entre el bien y el mal a su culminación, aunque nadie aparte de Jesús haya comprendido el profundo significado de lo que se estaba desarrollando.

Jesús había pasado por Jerusalén varias veces en su vida. Mateo, Marcos, Lucas y Juan registran las visitas de Jesús a Jerusalén como adulto, aunque mayormente durante la Semana de la Pasión. Otras apariciones de Jesús en Jerusalén son bien conocidas –el bebé Jesús llevado al Templo (Luc. 2:22-28), la conversación en el Templo cuando tenía doce años (vers. 41-50), cuando el tentador lo llevó a Jesús al punto más alto del Templo (Luc. 4:9-13)−; no obstante, la semana final del ministerio de Jesús en Jerusalén ocupa la atención especial de los escritores de los evangelios.

Mientras el sol poniente teñía de oro los cielos, iluminaba gloriosa y esplendentemente los mármoles de blancura inmaculada de las paredes del templo y hacía fulgurar los dorados capiteles de sus columnas. Desde la colina en que andaban Jesús y sus seguidores, el templo ofrecía la apariencia de una maciza estructura de nieve, con pináculos de oro. A la entrada, había una vid de oro y plata, con hojas verdes y macizos racimos de uvas, ejecutada por los más hábiles artífices. Esta estructura representaba a Israel como una próspera vid. El oro, la plata y el verde vivo estaban combinados con raro gusto y exquisita hechura; al enroscarse graciosamente alrededor de las blancas y refulgentes columnas, adhiriéndose con brillantes zarcillos a sus dorados ornamentos, capturaba el esplendor del sol poniente y refulgía como con gloria prestada por el cielo.

Jesús contempla la escena y la vasta muchedumbre acalla sus gritos, encantada por la repentina visión de belleza. Todas las miradas se dirigen al Salvador, esperando ver en su rostro la admiración que sentían. Pero en vez de esto, observan una nube de tristeza. Se sorprenden y chasquean al ver sus ojos llenos de lágrimas, y su cuerpo estremeciéndose de la cabeza a los pies como un árbol ante la tempestad, mientras sus temblorosos labios prorrumpen en gemidos de angustia, como nacidos de las profundidades de un corazón quebrantado. ¡Qué cuadro ofrecía esto a los ángeles que observaban! ¡Su amado Jefe angustiado hasta las lágrimas! ¡Qué cuadro era para la alegre multitud que con aclamaciones de triunfo y agitando palmas le escoltaba a la gloriosa ciudad, donde esperaba con anhelo que iba a reinar! Jesús había llorado junto a la tumba de Lázaro, pero era con tristeza divina por simpatía con el dolor humano. Pero esta súbita tristeza era como una nota de lamentación en un gran coro triunfal. En medio de una escena de regocijo, cuando todos estaban rindiéndole homenaje, el Rey de Israel lloraba; no silenciosas lágrimas de alegría, sino lágrimas acompañadas de gemidos de irreprimible agonía. La multitud fué herida de repentina lobreguez. Sus aclamaciones fueron acalladas. Muchos lloraban por simpatía con un pesar que no comprendían…

Era la visión de Jerusalén la que traspasaba el corazón de Jesús: Jerusalén, que había rechazado al Hijo de Dios y desdeñado su amor, que rehusaba ser convencida por sus poderosos milagros y que estaba por quitarle la vida. El vió lo que era ella bajo la culpabilidad de haber rechazado a su Redentor, y lo que hubiera podido ser si hubiese aceptado a Aquel que era el único que podía curar su herida. Había venido a salvarla; ¿cómo podía abandonarla? (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 527-529).

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Domingo 14 de junio // Lección 12___________________

LA ENTRADA TRIUNFAL

Nació en Belén. Creció en Nazaret. Enseñó, predicó y sanó por toda Galilea, Samaria, Judea y Perea. Pero, una ciudad se mantuvo en su foco constante: Jerusalén. Jesús “afirmó su rostro para ir a Jerusalén” (Luc. 9:51). Su entrada en la ciudad marcó la semana más dramática y vital en la historia de la humanidad. Esa semana comenzó con la entrada regia de Cristo en la ciudad y culminó en la cruz, por la cual nosotros, que éramos enemigos, “fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo” (Rom. 5:10).

Lee Lucas 19:28 al 40. Imagina el entusiasmo de los discípulos. Seguramente habrán pensado que en esa ocasión el Rey Jesús ascendería al trono terrenal en Jerusalén, el trono del rey David. ¿Qué lección importante acerca de las falsas expectativas podemos obtener de este informe?

28 Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén. 29 Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos, 30 diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo. 31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. 32 Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo. 33 Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino? 34 Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita. 35 Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima. 36 Y a su paso tendían sus mantos por el camino. 37 Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto, 38 diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas! 39 Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos. 40 Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían. Lucas 19

Cuando nació Jesús, unos sabios de Oriente vinieron golpeando las puertas de Jerusalén, haciendo una pregunta aguda: “¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido?” (Mat. 2:2). Y ahora, unos pocos días antes de la Cruz, mientras sus discípulos y las multitudes llenaban la ciudad, una aclamación irrumpió a través del cielo de Jerusalén: “¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor!” (Luc. 19:38).

Esta escena maravillosa cumplió la profecía: “Alégrate mucho, hija de Sion; da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna” (Zac. 9:9). No obstante, Jesús sabía que esta marcha histórica, que comenzó con los gritos de “Hosanna”, pronto terminaría en el Gólgota, donde pronunciaría esas palabras triunfantes: “Consumado es”.

Aunque todo estaba de acuerdo con el eterno plan de Dios, sus discípulos estaban tan empapados de las tradiciones, las enseñanzas y las expectativas de su propio tiempo y cultura que pasaron por alto completamente las advertencias previas de Jesús acerca de lo que sucedería y de lo que todo ello significaba.

Cristo les habló, pero ellos no escucharon. O tal vez escucharon, pero lo que él decía iba tan en contra de lo que ellos esperaban que lo pasaron por alto. ¿Cómo podemos asegurarnos de que no estamos haciendo lo mismo en cuanto a la verdad bíblica?

Esta es la única vez en la Biblia que habla de Jesús cabalgando un animal, Jesús no estaba cabalgando una bestia fina usada comúnmente por la realeza de esos días de las naciones vecinas de Israel,  Jesús estaba cabalgando un burro ó un asno, para cumplirse la profecía de Zacarías 9: 9 Alégrate mucho, hija de Sión; da voces de júbilo, hija de Jerusalén: he aquí, tu Rey vendrá a ti, Él es justo y salvador, humilde, y cabalgando sobre un asno, sobre un pollino hijo de asna.

31 Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita. Con toda seguridad los discípulos se sentían incómodos y tenían temor y dificultad de ir a tomar algo que no era propiedad de ellos, por eso Jesús les dice lo que tenían que contestar a la pregunta de los dueños del animal.

Imaginémonos por un momento que hay varios «señores» la pregunta de los dueños del animal hubiera sido: ¿Cuál de todo los señores?  La humanidad entera sabe que existe solo un «Señor»,  y en el nombre del Señor se han hecho cosas poderosas, cosas maravillosas y muchos milagros, en el nombre del Señor no hay cerradura que no se abra, en el nombre del Señor no hay problema que no se resuelva, su poderoso nombre puede remover montañas, él es el Señor de nuestra adoración , de nuestras almas y de todo lo que nosotros tenemos. Jesucristo no solo les entregó a sus discípulos la fe en ésta ocasión, les entrego la fe en forma de poesía, les entregó  la fe como un ramo de flores, les entrego la fe en victoria, ellos fueron recogieron el asno, la pregunta se les hizo, ellos dieron la respuesta, y la respuesta de Cristo dejó satisfechos a los dueños de animal. Siempre las respuestas de Cristo satisfacen a los humanos. 

Un hombre noble de la época medieval estaba en la cama enfermo, llamó a su mayordomo y le dijo: Ve a mis viñedos y consigue el mas hermoso y apetecido ramo de uvas que puedas encontrar. El mayordomo inmediatamente abandonó el castillo, y se encamino a la casa de campo donde se encontraba el suntuoso viñedo. Entró por la casa de la hacienda, comenzó a caminar por los sembrados, examinó los racimos de uvas, y escogió el mejor de ellos y lo cortó con su cuchillo. En ese preciso momento lo rodearon los cuidadores del viñedo, y lo encontraron sosteniendo el mejor racimo de uvas que había en todo el viñedo, ese preciso racimo de uvas que los cuidadores del viñedo había observado, protegido y cuidado con mucho esmero. -¡Eres un ladrón!; ¡Eres un miserable!; ¡Te estás robando el más hermoso ramo de uvas que tenemos en éste viñedo!; ¿¡cómo te atreves!?- , le decían al mayordomo cuando lo acorralaban para hacer de él su rehén. ¿Porqué no se asusta?; ¿Porqué no palidece?; ¿Porqué está sonriendo? se preguntaban los cuidadores del viñedo:  -Mi señor me envió a su viñedo, a buscar el mejor racimo de uvas para él- dijo el mayordomo. Los cuidadores del viñedo, se sintieron avergonzados, bajaron sus armas, pidieron perdón y ayudaron al mayordomo en su tarea. El Señor, es dueño de todo lo que poseemos, de nuestras vidas, de nuestros cuerpos, de nuestro, tiempo, de nuestros talentos, de nuestro dinero, cuando el Señor nos ordena algo para él, tenemos que entregarlo con alegría, de la misma manera que los dueños del asno, se lo entregaron a los discípulos.

El acto de haber elegido uno de los  animales más bajo en el reino animal y también muy despreciado como lo es el burro para su entrada triunfal en Jerusalén, habla de la humildad de Cristo. Al mismo tiempo, su perfecto dominio sobre el  animal que aún no había sido entrenado y «en el cual ningún hombre ha montado jamás;« habla de su majestad y de su soberanía sobre la naturaleza. Cristo puede usar la naturaleza como a él le place, tiene dominio sobre toda la naturaleza entera, sobre los humanos, sobre los animales y sobre todas las cosas inanimadas.

Los reyes de la tierra siempre planean sus desfiles, ellos eligen quienes serán sus acompañantes y el número de ellos, en el caso de Jesucristo dejó que todo fuera dirigido por el entusiasmo de la multitud, todo dependía de cuanto entusiasmo la multitud demostrara. Jesús sabía que la multitud que ese día gritaba: » ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!» unos días más tarde también estarían gritando: ¡Crucifícalo! De ésta manera el era humillado mucho más que honrado por una multitud, que pronto cambiaría de parecer. La interrupción de la procesión por los fariseos también era humillante, encima era irritante cuando pedían a Cristo que apagara las voces de los discípulos, Jesucristo simplemente les contestó que si los discípulos no lo hacían, las piedra lo harían.

En cada paso y en cada aspecto de ésta procesión encontramos a Cristo enseñadonos que  la humildad es la esencia de su evangelio, que la humildad es el principio de la grandeza y  que la humildad es la base del cristianismo.

41 Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella

Somos tocados cuando vemos llorar a un niño, el llanto de un niño es la señal del sufrimiento mostrado de una manera simple y sinceramente. Pero somos más afectados cuando vemos llorar a un hombre fuerte y poderoso. Cuando un hombre de pensamiento poderoso, acostumbrado a comandarse el solo y comandar a otros, cede a las lágrimas, entonces estamos contemplando un estado profundo de tristeza y sufrimiento. Así fueron las lágrimas de Cristo, derramadas por la angustia de saber la suerte de una ciudad impenitente.

 Las lágrimas tienen una elocuencia que es irresistible; el poeta dice que  «las lágrimas es la sangre de una alma herida;» » las lágrimas es la savia de una planta llamada sufrimiento;» » la lágrima es la lluvia de una vida que está en invierno;» » las lágrimas son las válvulas de seguridad de un corazón que está triste»

Hay hombres cabezas dura, con corazones fríos, con excelente digestión, con billeteras repletas, que no conocen nada acerca de las lágrimas,  carecen de valores humanos y no tienen riquezas espirituales, ese tipo de hombre nunca debiéramos de envidiar. «Bienaventurados los que lloran por que ellos recibirán consolación»
1-Jesús lloró como un hombre; movido por la tristeza que experimenta un humano, Jesús lloró de pesar por Jerusalén
2-Jesús lloró como judío; toda la tierra, todas las naciones y todos los habitantes de éste mundo han sido y son especiales para Jesús, pero Jesús tenía una conexión especial con Palestina y la santa ciudad.
3-Jesús lloró como un maestro; la Luz vino al mundo, pero el hombre debido a sus malas obras, siempre ha amado más la oscuridad que la luz. Jerusalén rechazó las enseñanzas de Cristo, y Cristo pudo contemplar el triste fin de Jerusalén.
4- Jesús lloró como un profeta; en él brillaba la gloria del Padre y  él declaraba al hombre el carácter y la voluntad de Dios

5- Jesús lloró como el Mesías; El era la simiente de la mujer prometida al hombre cuando fue expulsado del Edén; Jesús era el profeta que fue revelado a Moisés, Jesús era el Príncipe de Paz de quién habló Isaías. Su vida, su carácter y sus obras cumplieron las profecías escritas por hombres inspirados, Jesús era el incomparable regalo del Padre para el mundo.
El reclamó su posición de Mesías y mostró claramente su trabajo en éste mundo. A pesar de todo, fue rechazado por el hombre, causando dolor tanto al Padre, como al Hijo y al Espíritu Santo.
5-Jesús lloró como Salvador:  Pudo contemplar todos aquellos que no serían salvos. Contemplar el mal y no poderlo remediar es angustiante, contemplar el mal y poderlo remediar da alegría y mucha esperanza; contemplar a las personas que están en el mal y saber que se tiene la solución para remediar esa situación,  pero la persona rechaza ser ayudado, eso traspasa los límites de las angustias; por eso Jesús lloró por Jerusalén, una ciudad que decidió no ser salvada por Cristo.
6-Jesús lloró como Dios encarnado: El Padre sintió dolor y Jesús lloró, La Divinidad sufre y las lágrimas de Jesús han sido la muestra. Toda la naturaleza de Cristo estaba triste; lágrimas de redentor, de hombre, de patriota, de maestro, de profeta, de Mesías, de Salvador; lágrimas que fueron humanas y divinas, lágrimas de simpatía y tristeza, lágrimas de un espíritu herido y de un alma llena de amor. Extrañas y misteriosas lágrimas, eran lágrimas reales, solemnemente reales y misteriosas son las lágrimas derramadas por el Dios encarnado.

Con alegre entusiasmo, los discípulos extendieron sus vestidos sobre la bestia y sentaron encima a su Maestro. En ocasiones anteriores, Jesús había viajado siempre a pie, y los discípulos se extrañaban al principio de que decidiese ahora ir cabalgando. Pero la esperanza nació en sus corazones al pensar gozosos que estaba por entrar en la capital para proclamarse rey y hacer valer su autoridad real. Mientras cumplían su diligencia, comunicaron sus brillantes esperanzas a los amigos de Jesús y, despertando hasta lo sumo la expectativa del pueblo, la excitación se extendió lejos y cerca.

Cristo seguía la costumbre de los judíos en cuanto a una entrada real. El animal en el cual cabalgaba era el que montaban los reyes de Israel, y la profecía había predicho que así vendría el Mesías a su reino. No bien se hubo sentado sobre el pollino cuando una algazara de triunfo hendió el aire. La multitud le aclamó como Mesías, como su Rey. Jesús aceptaba ahora el homenaje que nunca antes había permitido que se le rindiera, y los discípulos recibieron esto como una prueba de que se realizarían sus gozosas esperanzas y le verían establecerse en el trono. La multitud estaba convencida de que la hora de su emancipación estaba cerca. En su imaginación, veía a los ejércitos romanos expulsados de Jerusalén, y a Israel convertido una vez más en nación independiente. Todos estaban felices y alborozados; competían unos con otros por rendirle homenaje. No podían exhibir pompa y esplendor exteriores, pero le tributaban la adoración de corazones felices. Eran incapaces de presentarle dones costosos, pero extendían sus mantos como alfombra en su camino, y esparcían también en él ramas de oliva y palmas. No podían encabezar la procesión triunfal con estandartes reales, pero esparcían palmas, emblema natural de victoria, y las agitaban en alto con sonoras aclamaciones y hosannas (El deseado de todas gentes, {DTG}, pp. 523, 524).

Las lágrimas que Cristo derramó sobre el Monte de las Olivas al contemplar la ciudad escogida, no las derramó solamente por Jerusalén. En la suerte de esta ciudad, él contempló la destrucción del mundo.

“¡Si también tú conocieses, a lo menos en éste tu día lo que toca a tu paz! mas ahora está encubierto a tus ojos”.

“En éste tu día”. El día está llegando a su fin. Casi ha terminado el tiempo de misericordia y privilegios. Se están reuniendo las nubes de venganza. Los que han rechazado la gracia de Dios, están por ser envueltos en una ruina súbita e irreparable.

Sin embargo, el mundo duerme. Sus habitantes no conocen el tiempo de su visitación.

¿Dónde se ha de encontrar la iglesia en esta crisis? ¿Están cumpliendo sus miembros con las demandas de Dios? ¿Están cumpliendo la comisión divina y presentando el carácter de Dios al mundo? ¿Están llamando con insistencia la atención de sus prójimos al último misericordioso mensaje de amonestación

Los hombres están en peligro. Las multitudes perecen. ¡Pero cuán pocos de los profesos seguidores de Cristo sienten anhelo por esas almas! El destino de un mundo se halla en juego en la balanza; pero esto apenas si conmueve a los que pretenden creer las verdades más abarcantes que jamás hayan sido dadas a los mortales. Hay falta de aquel amor que indujo a Cristo a abandonar su hogar celestial y tomar la naturaleza humana a fin de que la humanidad pudiera tocar a la humanidad, y llevarla a la divinidad. Hay un estupor, una parálisis sobre el pueblo de Dios, que le impide entender el deber de la hora (Palabras de vida del gran maestro, {PVGM}, pp. 243, 244).

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Lección 12 // Lunes 15 de junio
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JERUSALÉN: PURIFICACIÓN DEL TEMPLO

“Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones” (Luc. 19:46).

Después de la entrada triunfal, durante la cual Jesús lloró sobre Jerusalén, lo primero que hizo fue ir al Templo.

Lee Lucas 19:45 al 48, Mateo 21:12 al 17 y Marcos 11:15 al 19. ¿Qué lecciones importantes podemos obtener de lo que hizo Jesús? ¿Qué deberían decirnos estos informes, como individuos y como miembros de una comunidad que, en cierto sentido, actúa como el templo? Efe. 2:21.

45 Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él, 46 diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 47 Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle. 48 Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole. Lucas 19

12 Y entró Jesús en el templo de Dios, y echó fuera a todos los que vendían y compraban en el templo, y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 13 y les dijo: Escrito está: Mi casa, casa de oración será llamada; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 14 Y vinieron a él en el templo ciegos y cojos, y los sanó. 15 Pero los principales sacerdotes y los escribas, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al Hijo de David! se indignaron, 16 y le dijeron: ¿Oyes lo que éstos dicen? Y Jesús les dijo: Sí; ¿nunca leísteis: De la boca de los niños y de los que maman perfeccionaste la alabanza? 17 Y dejándolos, salió fuera de la ciudad, a Betania, y posó allí. Mateo 21

15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; 16 y no consentía que nadie atravesase el templo llevando utensilio alguno. 17 Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones. 18 Y lo oyeron los escribas y los principales sacerdotes, y buscaban cómo matarle; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba admirado de su doctrina. 19 Pero al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad. Marcos 11

21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; Efesios 2

Los cuatro evangelios mencionan la purificación del Templo. Aunque Juan habla de la primera purificación (Juan 2:13-25), que sucedió durante la visita de Jesús al Templo en la Pascua del año 28 d.C., los otros contaron la segunda purificación, al final del ministerio de Jesús, esta vez, en la Pascua del año 31 d.C. De este modo, las dos purificaciones del Templo proveyeron un paréntesis al ministerio de Jesús, mostrando cuánto se preocupaba por la santidad del Templo y de sus servicios, y cómo afirmaba su misión mesiánica y su autoridad.

Sus acciones en el Templo, especialmente la segunda vez, que ocurrió justo antes de su muerte, presentan una idea interesante: sabiendo que estaba por morir pronto, sabiendo que el Templo y sus servicios pronto quedarían nulos y vacíos, Jesús expulsó a los que estaban profanándolo con sus mercaderías. ¿Por qué no los dejó solos, en su propia corrupción, siendo que pronto llegaría a ser innecesario y, dentro de una generación, el Templo sería destruido?

Aunque no se nos da ninguna respuesta, es muy probable que fuera porque era todavía la Casa de Dios, y el lugar donde se revelaba el plan de salvación. En cierto sentido, se podría alegar que, con su muerte próxima, el Templo (y sus servicios) cumpliría una función importante ya que era el lugar donde se podía ayudar a los judíos fieles a comprender exactamente quién era Jesús y lo que su muerte en la cruz realmente significaba. Es decir, el Templo, que representaba todo el plan de salvación, podría ayudar a muchos a llegar a ver a Jesús como “el Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo” (Apoc. 13:8).

Jesucristo estaba indignado al contemplar que el templo lo habían convertido en un centro de negocios. El lugar que estaba designado para acercar al hombre a Dios, se estaba usando para hacer negocios; y encima de todos; negocios donde la deshonestidad jugaba un papel extremadamente destructor. Donde hay negocios sucios, siempre hay discordias, problemas, discusiones, pleitos y enemistades.
Era una repugnante e intolerable profanación, con el poder divino que residía en él y que muy pocas veces usó para éste tipo de ocasiones, Jesús expulsó a los comerciantes que profanaban el lugar sagrado con sus prácticas comerciales sucias y deshonestas.

 ¿Para qué sirve es el templo?

Es un lugar de reunión, es el lugar donde todas las clases de personas se reúnen: El rico y el pobre; el sabio y el ignorante todos se postran y reconocen al Hacedor de la vida  «Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor» (salmos 95:6) En el templo las riquezas de una persona no se tendrían que tomar en cuenta, ni los rangos tendrían que hacer distinción de personas.

El templo es un lugar de iluminación:  Donde la Palabra de Dios es leída e impresiona la vida del creyente, el templo es donde la fe es impartida, donde el evangelio es enseñado y es enforzado, pero especialmente el templo es un lugar para orar.
Nosotros llegamos a la conclusión que un templo tiene como principio y objetivo  ser el centro de oración para el creyente, así también lo dijo Jesucristo, que el templo es para orar. Era en dirección al templo que los judíos se postraban para orar cuando estaban cautivos en tierras lejanas, era de frente al templo que los judíos se inclinaban en oración cuando lo lograban divisar. No hay ni la menor duda  que el templo es un lugar para derramar el alma ante Dios a través de la súplica y la oración. Habrán en la tierra muchos lugares donde se puede orar, pero no hay nada mejor que orar en el templo. El templo según Jesús; es el lugar perfecto para orar.

Nosotros; la Iglesia Adventista del Séptimo Día,  también somo profanadores el templo de Dios: En vez de hacer de nuestros templos, un lugar de adoración y de oración, un lugar para hablar de Dios ó hablar por Dios, ó aprender de Dios; hacemos de nuestros templos, lugares que usamos para distinguirnos nosotros mismo de los demás, nos gusta dar propaganda de nosotros mismo y de nuestros logros terrenales, y ser respetados  y apreciado por lo que somos y lo que tenemos.

Muchas veces en el día sábado, se dan anuncios desde el púlpito explicando actividades y sus respectivos precios. El púlpito no es para eso, se tiene que encontrar la forma de hacer llegar el anuncio al feligrés, sin usar el púlpito ó el sábado para estos fines.  Cierta ocasión estuve en una iglesia, donde a la hora de los anuncios se le permitió  a un gerente de una tienda de comestibles, darle propaganda a su tienda, y a cambio de el permiso conseguido por hablar desde el púlpito de la iglesia, éste gerente estaba dando descuentos a los miembros de la iglesia que fueran y compraran en esa tienda. Sin duda alguna Jesús lo hubiera bajado del púlpito a éste hombre con el látigo en la mano, y creo que también Cristo hubiera buscado a los ancianos de iglesia para darles unos cuantos latigazos,  por ser descuidados e infames.

Todos aquellos que usan el sábado y la iglesia, para promover negocios, para comprar ó vender cosas, para hablar de trabajo, para emplear trabajadores ó para buscar trabajos; son merecedores de una buena castigada de parte de Jesús. El templo no es para hacer negocios, mucho menos en día sábado.

 ¿Que tipo de tratamiento tendría que esperar de Cristo una persona, que usa la iglesia para ser negocios ó hace de la iglesia negocio?
1-Ser expulsado de la iglesia violentamente. Ver las mesas  y las sillas ser tiradas y el dinero esparcido por el suelo
2- Ser expuestos al público de su pecado: ¡Ladrones! dijo Jesús. Todo extorsionista y tramposo en los negocios es un ladrón, la malicia ó la astucia con la cual esconden su fraude, no disminuye su pecaminosidad. Que tremendo pecado es cuando la misma iglesia se convierte en «cueva de ladrones»
3-Todos aquellos que hacen negocios en la iglesia y hacen de la iglesia un negocio, recibirán el castigo del poder divino, no fue el primer día cuando Cristo fue al templo que expulsó a los negociantes, el primer día observó lo que pasaba y regresó al segundo día para hacer la limpieza.
 11 Y entró Jesús en Jerusalén, y en el templo; y habiendo mirado alrededor todas las cosas, como ya anochecía, se fue a Betania con los doce. 12 Al día siguiente, cuando salieron de Betania, tuvo hambre… 15 Vinieron, pues, a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo; y volcó las mesas de los cambistas, y las sillas de los que vendían palomas; Marcos 11
4-Ya Jesucristo había expulsado al principio de su ministerio a los «negociantes de la iglesia»; pero ellos volvieron a sus negocios nuevamente; ahora Jesucristo al final de su ministerio, lo vuelve hacer. Todos aquellos que hacen negocios en nuestra iglesia y que también hacen de la Iglesia Adventista del Séptimo Día un negocio, serán expulsado por última vez, al final del ministerio intercesor de Jesucristo en el cielo. Nuestra iglesia necesita estar libre de comerciantes, y necesita estar enfocada única y expresamente en la predicación del evangelio.
También profanamos nuestros hogares, en vez de ser un lugar lleno de paz, amor, pureza, bondad, amistad y gozo,  convertimos nuestros hogares en centros de discordias, amargura, recriminación, crítica, enemistad e infelicidad.

También profanamos nuestros cuerpos: La limpieza, la moderación, la pureza, y la consagración, son manera de santificar el cuerpo. Muchas veces usamos nuestros cuerpos como instrumentos de gratificación, entregándolos a acciones de pecados y de placeres vergonzosos, ésta es una manera de profanar el templo que Dios nos ha dado. Tarde ó temprano se no pasará la factura por el uso indebido del cuerpo; la enfermedad tocará nuestras vidas, y nos hará recordar momento por momento, y ocasión por ocasión de cada profanación que hemos hecho en contra de uno de los templos más sensitivos y más delicado que pueden existir en el universo.
También profanamos nuestras vidas: La vida es donde Dios puede contemplar la más grande profanación del hombre contra él. Dios nos ha dado la vida para que en las diferentes etapas, la usemos para su sagrado servicio, para el crecimiento espiritual, para disfrutarla con alegría y diversiones sana y para prepararnos para la vida eterna. Que tristeza cuando desperdiciamos nuestras vidas, no teniendo ningún propósito ó meta elevada en la vida, cuando la usamos solo para los placeres de la carne ó vivimos solo por el acto de vivir la. Este uno de los desperdicios más grande del humano, un desperdicio que nunca tiene reparación.

Cuando Jesús comenzó su ministerio público, limpió el templo de su profanación sacrílega. Entre los últimos actos de su ministerio figura la segunda purificación del templo. Así también en la obra final de amonestación al mundo, se hacen dos llamados a las iglesias. El mensaje del segundo ángel es: “Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación”. Apocalipsis 14:8. Y en la proclamación en alta voz del mensaje del tercer ángel, se oye una voz que dice desde el cielo: “Salid de ella, pueblo mío, para que no seáis partícipes de sus pecados, ni recibáis parte de sus plagas; porque sus pecados han llegado hasta el cielo, y Dios se ha acordado de sus maldades”. Apocalipsis 18:4, 5 (Mensajes selectos, t2, p. 135).

“Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”. 1 Corintios 3:11. “Porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos”. Hechos 4:12. Cristo el Verbo, la revelación de Dios,—la manifestación de su carácter, su ley, su amor, su vida—es el único fundamento sobre el cual podemos edificar un carácter que perdurará…

Hemos de ser hijos e hijas de Dios que crecen como un templo santo en el Señor. “Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios … edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo”. Efesios 2:19, 20. Este es nuestro privilegio…

Nuestro guía es la Luz del mundo, y la senda se ha tornado más brillante a medida que hemos avanzado en las pisadas de Jesús. ¡mantengámonos cerca de nuestro Guía! (En lugares celestiales, p. 130).

¿Deseamos llegar a ser discípulos de Cristo, pero no sabemos cómo principiar? ¿Estamos en la oscuridad y no sabemos cómo hallar la luz? Sigamos la luz que poseemos. Dispongamos nuestro corazón para obedecer lo que sabemos de la Palabra de Dios, en la cual reside su poder, su misma vida. A medida que recibamos la Palabra con fe, ella nos dará poder para obedecer. Si prestamos atención a la luz que tenemos, recibiremos más luz. Edificaremos sobre la Palabra de Dios y nuestro carácter se formará a semejanza del carácter de Cristo.

Cristo, el verdadero fundamento, es una piedra viva; su vida se imparte a todos los que son edificados sobre él. “Vosotros también como piedras vivas, sed edificados como casa espiritual”. Y “todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor”.30 Las piedras se unifican con el fundamento, porque en todo mora una vida común, y ninguna tempestad puede destruir ese edificio (El discurso maestro de Jesucristo, {DMJ}, p. 126).

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Martes 16 de junio // Lección 12____________________

LOS INFIELES

La parábola de los labradores malvados (Luc. 20:9-19) nos da una lección de historia redentora. El centro de esa historia es Dios y su amor continuo por los pecadores descarriados. Aunque la parábola fue dirigida específicamente a los líderes judíos de su tiempo (“comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola”, vers. 19), en su alcance no tiene límite de tiempo. Se aplica a cada generación, cada congregación y cada persona sobre quien el amor y la confianza de Dios han sido derramados, y de los cuales Dios espera un retorno fiel. Somos los arrendatarios de hoy, y podemos obtener de esta parábola algunas lecciones de historia como Dios la ve.

Lee Lucas 20:9 al 19. ¿De qué manera se aplican a nosotros los principios enseñados aquí si cometemos los mismos errores de los personajes de la parábola?

Comenzó luego a decir al pueblo esta parábola: Un hombre plantó una viña, la arrendó a labradores, y se ausentó por mucho tiempo. 10 Y a su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le diesen del fruto de la viña; pero los labradores le golpearon, y le enviaron con las manos vacías. 11 Volvió a enviar otro siervo; mas ellos a éste también, golpeado y afrentado, le enviaron con las manos vacías. 12 Volvió a enviar un tercer siervo; mas ellos también a éste echaron fuera, herido. 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto. 14 Mas los labradores, al verle, discutían entre sí, diciendo: Este es el heredero; venid, matémosle, para que la heredad sea nuestra. 15 Y le echaron fuera de la viña, y le mataron. ¿Qué, pues, les hará el señor de la viña? 16 Vendrá y destruirá a estos labradores, y dará su viña a otros. Cuando ellos oyeron esto, dijeron: ¡Dios nos libre! 17 Pero él, mirándolos, dijo: ¿Qué, pues, es lo que está escrito: La piedra que desecharon los edificadores Ha venido a ser cabeza del ángulo? 18 Todo el que cayere sobre aquella piedra, será quebrantado; mas sobre quien ella cayere, le desmenuzará. 19 Procuraban los principales sacerdotes y los escribas echarle mano en aquella hora, porque comprendieron que contra ellos había dicho esta parábola; pero temieron al pueblo. Lucas 20

En lugar de dar a Dios los frutos de amor y fidelidad, los arrendatarios de la viña de Dios abandonaron y fallaron a Dios. Pero Dios, el dueño de la viña, envió siervo tras siervo (vers. 10-12), profeta tras profeta (Jer. 35:15), con amor persistente para atraer y ganar a su pueblo con el fin de que cumpliera su responsabilidad como mayordomo. No obstante, cada profeta llegó a ser víctima del rechazo. “¿A cuál de los profetas no persiguieron vuestros padres?” (Hech. 7:52).

La historia divina es una larga historia de amor. La tragedia levanta su cabeza vez tras vez, pero la gloria finalmente triunfará. La resurrección sigue a la Cruz. La Piedra que fue rechazada es ahora la Cabeza de esquina de un gran templo que albergará a la comunidad de Dios, donde todos los redimidos, los ricos y los pobres, los judíos y los gentiles, los hombres y las mujeres, vivirán como un pueblo. Caminarán en la viña escatológica y gozarán de su fruto para siempre.

Hoy podemos no tener profetas para perseguir, pero somos igualmente capaces de rechazar a los mensajeros de Dios como lo hicieron las personas de la antigüedad. ¿De qué manera nos podemos asegurar de que nosotros, que hemos sido llamados para dar al Señor “el fruto de la viña”, no rechacemos a estos mensajeros y sus mensajes?

Un viñedo, un propietario y unos labradores, son los tres «objetos» que componen ésta parábola dedicada a los fariseos pero con alcance de enseñanza hasta nuestros días.

Entre una de las cosas más hermosas y que podemos estar agradecidos a Dios, es por que él ha plantado su iglesia en un viñedo. La Iglesia de Dios no ha sido plantada en un desierto, en un basurero, en el campo ó en cualquier lugar común del mundo, la iglesia ha sido plantada en un jardín, un jardín encerrado y protegido, en el jardín de Dios. Por lo tanto Dios tiene autoridad completa y derecho total sobre su iglesia. El es el dueño de nuestro amor y de nuestros servicios; las bendiciones que él nos imparte son privilegios, y los privilegios se convierten para nosotros en serias responsabilidades.

 La gran paciencia de Dios con el humano es mostrada en ésta parábola, claramente: con toda seguridad no ha habido un empleador aquí en la tierra que haya mostrado más paciencia y bondad hacia una rebelión persistente. Dios demuestras su tolerancia para  los labradores de la parábola, el acto de tolerar  los insultos, la violencia y la muerte, está siendo representado por una escena muy pobre de lo que realmente es el verdadero amor de Dios.

Dios mostró misericordia, ruegos, bendiciones, revelaciones y sueños, liberaciones y protección, y una incontable cantidad de milagros en la vida entera del pueblo de Israel, pero ellos todo el tiempo se mantuvieron en el lado de la obscuridad espiritual, y también con manos sangrientas por la muertes de los mensajeros de Dios.

La parábola tenía varios objetivos en su enseñanza:

1-Demostrar las ventajas únicas que se le habían conferido a los judíos como nación

2-Demostrar la  mala y criminal conducta  del pueblo judío para con los mensajeros de Dios (profetas) y con Jesucristo mismo

3-Demostrar la gran paciencia y misericordia de Dios con el humano

4-Demostrar el castigo que se les sería aplicado a los judíos

5-Demostrar la transferencia de los privilegios y bendiciones de los judíos a otros

Nosotros los cristianos  aprendemos de ésta parábola, que por la transferencia espiritual que se hizo del mundo judío al de nosotros, nos hemos vuelto poseedores de una porción de el reino que Jesús vino a establecer a ésta tierra. En otras palabras; el mundo cristiano ha tomando el lugar del mundo judío.

Otra de las lecciones que aprendemos de ésta parábola es la divinidad de Cristo. La Biblia fue escrita mayormente por los profetas y no por los sacerdotes. El gran progreso de la verdad de Dios, ha dependido mucho del trabajo de éstos hombres poderosos y valientes que desconocían el temor, llamados profetas; cada vez que el pueblo de Dios se quedaba sin profetas, era un tiempo difícil para Israel, tanto espiritual como material. Un profeta es más que un rey, ya que el rey habla por su pueblo, pero un profeta habla por Dios. El sacerdocio siempre fue conservador, pero la profecía siempre ha sido progresiva. Un verdadero profeta siempre ha sido un gran hombre, y cuando acumulamos todas las profecías dadas por estos hombres, llegamos a la conclusión del gran cuidado que Dios ha tenido por la raza humana en general. En ésta parábola, Dios hace una clara distinción entre un profeta y Jesucristo. Los profetas siempre han sido los que ha hablado por Dios, pero en el caso de Jesucristo, no es meramente uno que vino solamente a revelar la voluntad de Dios, sino el es Dios en su esencia, el mismo interés del Padre ha sido el mismo interés del Hijo, para la salvación del mundo: 13 Entonces el señor de la viña dijo: ¿Qué haré? Enviaré a mi hijo amado; quizá cuando le vean a él, le tendrán respeto. Dios manda a su Hijo, como el último recurso, con la «esperanza» de que Israel aprecie y respete al Hijo del dueño de la viña, la «esperanza» era que Israel tratara con el Hijo de la misma manera que trataban con el Padre.

El reino de Cristo consiste en privilegios, bendiciones, un conocimiento mayor y más amplio teológicamente hablando, la responsabilidad de mejorar y crecer espiritualmente, y la obligación de impartir, compartir y difundir el evangelio. Todos éstos privilegios nos tiene que empujar a estar agradecidos con Dios pero nunca orgullosos; ya que el evangelio no se nos ha dado por que somos superiores o mejores que los demás, se nos ha dado por gracia, y con la condición y responsabilidad de convertir a otros.

La otra enseñanza que podemos tomar de ésta parábola es que si fallamos en dar los frutos que el cielo espera de nosotros, entonces nuestros privilegios y bendiciones serán quitados y con toda seguridad se les darán a otros. Dios nos ha dado tanto a nosotros, y por esa misma razón el espera de mucho de nosotros.

Y sus palabras tenían otro propósito. Al hacer la pregunta: “Cuando viniere el Señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?” Cristo se proponía que los fariseos contestaran como lo hicieron. Quería que ellos mismos se condenaran. Al no inducirlos al arrepentimiento, sus amonestaciones sellarían su sentencia, y él deseaba que ellos vieran que se habían acarreado su propia ruina. El quería mostrarles cuán justo era Dios al privarlos de sus privilegios nacionales, cosa que ya había empezado, y terminaría no solamente con la destrucción de su templo y ciudad, sino con la dispersión de la nación (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 547, 548).

Habiendo descrito ante los sacerdotes el acto culminante de su maldad, Cristo les preguntó: “Cuando viniere el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores?” Los sacerdotes habían estado siguiendo la narración con profundo interés; y sin considerar la relación que con ellos tenía el asunto, se unieron al pueblo para contestar: “A los malos destruirá miserablemente, y su viña dará a renta a otros labradores, que le paguen el fruto a sus tiempos.”

Sin darse cuenta de ello, habían pronunciado su propia condenación. Jesús los miró, y bajo esa mirada escrutadora comprendieron que leía los secretos de su corazón. Su divinidad fulguró delante de ellos con poder inconfundible. Se vieron retratados en los labradores, e involuntariamente exclamaron: ¡No lo permita Dios!

Con solemnidad y pesar, Cristo preguntó: “¿Nunca leísteis en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, ésta fué hecha por cabeza de esquina: por el Señor es hecho esto, y es cosa maravillosa en nuestros ojos? Por tanto os digo, que el reino de Dios será quitado de vosotros, y será dado a gente que haga los frutos de él. Y el que cayere sobre esta piedra, será quebrantado; y sobre quien ella cayere, le desmenuzará.” Mateo 21:34-44

Si el pueblo le hubiese recibido, Cristo habría evitado a la nación judía su condenación. Pero la envidia y los celos la hicieron implacable. Sus hijos resolvieron que no recibirían a Jesús de Nazaret como el Mesías. Rechazaron la Luz del mundo y desde ese momento su vida quedó rodeada de tinieblas como de medianoche. La suerte predicha cayó sobre la nación judía. Sus propias fieras pasiones, irrefrenadas, obraron su ruina. En su ira ciega se destruyeron unos a otros. Su orgullo rebelde y obstinado atrajo sobre ellos la ira de sus conquistadores romanos. Jerusalén fué destruida, el templo reducido a ruinas, y su sitio arado como un campo. Los hijos de Judá perecieron de las maneras más horribles. Millones fueron vendidos para servir como esclavos en tierras paganas.

Lo que Dios quiso hacer en favor del mundo por Israel, la nación escogida, lo realizará finalmente mediante su iglesia que está en la tierra hoy. Ya dió “su viña … a renta a otros labradores,” a saber a su pueblo guardador del pacto, que le dará fielmente “el fruto a sus tiempos.” Nunca ha carecido el Señor en esta tierra de representantes fieles, que consideraron como suyos los intereses de él. Estos testigos de Dios se cuentan entre el Israel espiritual, y se cumplirán en su favor todas las promesas del pacto que hizo Jehová con su pueblo en la antigüedad (Profetas y reyes, {PR}, pp. 525, 526).

 

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Lección 12 // Miércoles 17 de junio__________________

DIOS VERSUS CÉSAR

Lee Lucas 20:20 al 26. ¿De qué forma tomamos lo que Jesús enseñó aquí y lo aplicamos a nuestra propia situación en el país en que vivimos?

20 Y acechándole enviaron espías que se simulasen justos, a fin de sorprenderle en alguna palabra, para entregarle al poder y autoridad del gobernador. 21 Y le preguntaron, diciendo: Maestro, sabemos que dices y enseñas rectamente, y que no haces acepción de persona, sino que enseñas el camino de Dios con verdad. 22 ¿Nos es lícito dar tributo a César, o no? 23 Mas él, comprendiendo la astucia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis? 24 Mostradme la moneda. ¿De quién tiene la imagen y la inscripción? Y respondiendo dijeron: De César. 25 Entonces les dijo: Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 26 Y no pudieron sorprenderle en palabra alguna delante del pueblo, sino que maravillados de su respuesta, callaron. Lucas 20

Durante la época de Jesús, los impuestos romanos eran un problema explosivo. Alrededor del año 6 a.C., según Josefo, Judas el Galileo, un líder revolucionario, declaró que pagar impuestos al César era traición contra Dios. El tema, junto con varias otras pretensiones y aspiraciones mesiánicas, inició revueltas periódicas contra los romanos. Frente a este telón de fondo, la pregunta hecha a Jesús acerca de si era lícito pagar tributos a César revelaba el motivo oculto de los interrogadores: si respondía que era lícito, lo creían a Jesús del lado de Roma, mostrando que él no podía ser el Rey de los judíos, como lo había declarado la multitud en su entrada a Jerusalén; si decía que no, hubiera significado que Jesús estaba siguiendo el humor de los galileos y declararía que el gobierno romano era ilegal, con lo que podían acusarlo de traición. Ellos esperaban poner a Jesús en un aprieto del cual no pudiera escapar.

Sin embargo, Jesús vio su intención. Señalando la imagen de César en la moneda, pronunció su veredicto: “Pues dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Luc. 20:25). Vivir bajo el César, cuya moneda utilizaban para las necesidades diarias, tenía sus obligaciones hacia César. Pero hay otra obligación, aún mayor, que surge del hecho de que somos hechos a la imagen de Dios y que a él le debemos nuestra lealtad en última instancia.

“La respuesta de Cristo no era una evasiva, sino una cándida respuesta a la pregunta. […] Declaró que, ya que estaban viviendo bajo la protección del poder romano, debían dar a ese poder el apoyo que exigía mientras no estuviese en conflicto con un deber superior. Pero, mientras se sujetasen pacíficamente a las leyes del país, debían en toda oportunidad tributar su primera fidelidad a Dios” (DTG 554).

¿De qué maneras podemos seguir siendo buenos ciudadanos en el país en que vivimos mientras, al mismo tiempo, sabemos que nuestra ciudadanía está en una ciudad “cuyo arquitecto y constructor es Dios” (Heb. 11:10)?

El siguiente documento se titula: «Los Adventistas y la Política» y ha sido obtenido de la página *Adventistas.Org* que es propiedad de la Iglesia Adventista del Séptimo Día – División Sudamericana

Este documento está disponible al público en general y usted lo puede encontrar usando el siguiente enlace:

http://www.adventistas.org/es/institucional/organizacion/declaraciones-y-documentos-oficiales/los-adventistas-y-la-politica/

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Los Adventistas y la política

¿Por qué tener orientaciones sobre ese asunto?

En tiempos donde la política y la religión se cruzan permanentemente con impacto directo en la vida de los religiosos, la Iglesia Adventista del Séptimo Día siente necesidad de dejar claro su posición frente a temas relacionados a la política y elecciones. Al mismo tiempo en que no es propietaria ni incentiva la participación en partidos políticos por parte de sus miembros, la Iglesia Adventista también reconoce su papel dentro de la sociedad como una organización activa e involucrada en cuestiones concernientes a la ciudadanía.

En esta cartilla, se presentan abordajes sobre tres aspectos que la Iglesia Adventista juzga importantes dentro de esa temática y que son válidos para todos los países que integran la División Sudamericana: los adventistas y la política partidaria, los adventistas y las elecciones y los adventistas y las relaciones con candidatos adventistas.

Hay dos motivos principales para la producción de esta cartilla. El primero es que las orientaciones funcionen como una guía concisa y unificada de orientaciones con respecto al tema, para que los miembros comprendan lo que piensa la organización. Además, sirve también como referencia para que los políticos y partidos entiendan cómo actúa la Iglesia Adventista y no se formen expectativas diferentes de las que ella se propone.

Los adventistas y la política partidaria

En ese asunto, las principales referencias son los capítulos “Nuestra actitud frente a la política” del libro Obreros evangélicos, págs. 406-,411 y trechos del libro, Fundamentos da Educação Cristã [Fundamentos de la educación cristiana] págs. 475 a 484, ambos escritos por Elena de White.
Existen por lo menos tres principios fundamentales que rigen la posición de la Iglesia Adventista del Séptimo Día sobre la política. Uno de ellos es el principio de la separación entre Iglesia y Estado, lo que lleva a cada una de esas entidades a cumplir sus respectivas funciones sin interferir en los negocios de la otra. La Iglesia cree que solo podrá preservar ese principio por medio de una postura denominacional sin compromisos partidarios, no tomando posición ni a favor ni en contra de cualquier régimen o partido político. Esa postura debe caracterizar, no solo a la organización adventista en todos sus niveles, sino también a todas las instituciones que dependen de ella, todas las congregaciones adventistas locales, como también a todos los obreros que son mantenidos por la organización.

La Iglesia encuentra en las enseñanzas de Cristo y de los apóstoles base suficiente para evitar cualquier militancia política institucional. El cristianismo apostólico cumplía su misión evangélica bajo estructuras opresoras del Imperio Romano sin actuar contra ellas. Cristo mismo afirmó que su reino “no es de este mundo” y que, por consiguiente, sus “ministros” no enarbolan banderas políticas (Juan 18:36). Cualquier compromiso político o partidario por parte de la denominación dificultaría la predicación del “evangelio eterno” indistintamente a todos los seres humanos (Mateo 24:14; Apocalipsis 14:6).

Otro principio fundamental es que el nivel de justicia social de un país es directamente proporcional al nivel de justicia individual de cada uno de sus ciudadanos, y que esta justicia individual, a su vez, deriva del interior de la propia persona. Reconociendo las dimensiones sociales del pecado, la Iglesia apoya y también participa de proyectos sociales y educacionales que benefician la vida comunitaria sin entrar en conflicto con los principios bíblicos. Muchos de esos proyectos son llevados a cabo en nombre de su agencia humanitaria ADRA (Agencia Adventista de Desarrollo y Recursos Asistenciales), otros por ASA (Acción Solidaria Adventista) y demás departamentos de la Iglesia Adventista. Sin embargo, la Iglesia no participa de ninguna huelga ni manifestaciones de índole política y partidaria que acabarían comprometiendo su postura de no defender ningún partidarismo.

El cristianismo no exime a los cristianos de sus deberes civiles y eso es evidente en la orden de Cristo: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Marcos 12:17). El Nuevo Testamento presenta varias orientaciones respecto al deber cristiano de honrar los gobiernos civiles como instituidos por Dios (ver Romanos 13:1-7; Tito 3:1 y 2; 1ª Pedro 2:13-17). Solo cuando tales gobiernos obligan a sus súbditos a transgredir las leyes divinas es que el cristiano debe asumir la postura “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres” (Hechos 5:29).

Orientaciones prácticas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

  1. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no apoya ni posee partidos políticos y no envía recursos a esas organizaciones por entender que adopta una postura no partidaria.
  2. La iglesia Adventista del Séptimo Día no permite que en sus templos se realicen reuniones con finalidad político partidaria o de índole electoral. 
  3. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no mantiene una banca de parlamento a nivel municipal, estatal o federal ni de líderes políticos de cualquier región administrativa o demás países que son parte de la División Sudamericana.

Los adventistas y las elecciones

Además de la Santa Biblia, los adventistas usan como referencia para ese asunto los escritos de Elena de White, escritora norteamericana y cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. El asunto está presente en varios de sus libros.

En la edición de la revista Review and Herald, del 15 de octubre de 1914, en un artículo reproducido en el libro Obreros evangélicos, páginas 401-403, Elena de White enfatizó la responsabilidad de cada cristiano de ejercer toda influencia dentro de su poder para frenar el tráfico de bebidas alcohólicas, incluyendo su voto: “Al paso que de ningún modo debemos vernos envueltos en cuestiones políticas, no obstante es nuestro privilegio asumir nuestra posición decididamente en todo lo relacionado con la reforma pro temperancia. En cuanto a esto a menudo he presentado un claro testimonio” (La temperancia, p 225). En un artículo publicado en la Review del 8 de noviembre de 1881, ella escribió: “La parálisis moral que domina a la sociedad tiene una causa. Las leyes sostienen un mal que mina sus mismos fundamentos. Muchos deploran los males que saben existen ahora pero se consideran libres de toda responsabilidad en el asunto. Esto no puede ser. Cada persona ejerce una influencia en la sociedad. En nuestro favorecido país, cada votante tiene voz para determinar qué leyes regirán la nación. ¿No deben esa influencia y ese voto ser echados del lado de la temperancia y de la virtud? Podemos invitar a los amigos de la causa de la temperancia a unirse para el conflicto, y tratar de rechazar la marea del mal que desmoraliza al mundo; pero ¿de qué valdrán todos nuestros esfuerzos mientras la venta de las bebidas embriagantes tenga el apoyo de la ley?”

“Hablamos de los resultados, temblamos ante los resultados y nos preguntamos qué podemos hacer con los terribles resultados, mientras demasiado a menudo toleramos y aun sancionamos la causa. Los defensores de la temperancia no hacen todo su deber a menos que ejerzan su influencia por precepto y ejemplo—de viva voz, por la pluma y el voto—en favor de la prohibición y abstinencia total. No necesitamos esperar que Dios haga un milagro para producir esta reforma, y así suprima la necesidad de nuestros esfuerzos. Nosotros mismos debemos trabarnos en lucha con este gigantesco enemigo, haciendo nuestro lema: No transigiremos ni cejaremos en nuestros esfuerzos antes de obtener la victoria…” (Review and Herald, 15 de octubre de 1914; citado en Obreros evangélicos, páginas 401 y 402 y La temperancia, páginas 225-227). Queda claro en estos textos y en otros que a la hora del voto los adventistas deben optar por candidatos que en sus ideales de campaña promuevan conceptos a favor de la salud, de la temperancia (uso equilibrado de los recursos naturales) y defiendan el derecho a la libertad de expresión religiosa, ya que en muchos países, el voto es obligatorio y es prudente que se respeten las leyes; el ideal es que se apoye a candidatos con ese perfil.

Orientaciones prácticas de la Iglesia Adventista del Séptimo Día

  1. La Iglesia Adventista recomienda que los miembros participen de las elecciones en sus países siempre que en esas ocasiones no haya incompatibilidad con los principios bíblicos defendidos por la Iglesia.
  2. Orientamos a los miembros a votar a candidatos que defiendan los principios de temperancia, lo que incluye combatir el tabaco y las bebidas alcohólicas, cuestiones de libertad de expresión religiosa, separación entre la Iglesia y el Estado y que efectivamente tengan propuestas concretas para mejorar la calidad de vida de la población en general, especialmente en las áreas de salud, educación y familia. Pero no hay ninguna orientación en cuanto al voto de candidatos de determinados partidos políticos. 
  3. Los pastores, líderes locales o profesionales adventistas no deben promover candidatos en cultos regulares o demás programas oficiales de la Iglesia Adventista, tampoco en las sedes administrativas e instituciones educativas, de salud o sedes de proyectos de ADRA o mantenidos de alguna forma por la organización Adventista. La Iglesia Adventista no apoya la propaganda para sumar votos a un determinado candidato.
  4. No está permitido el uso del diezmo para pagar a personas que hacen discursos sobre cuestiones políticas.

Candidatos adventistas

Entre los derechos del cristiano adventista y el ejercicio de su ciudadanía está el de ocupar cargos políticos. El Antiguo Testamento menciona varios miembros del pueblo de Dios que ejercieron funciones de gran responsabilidad en el gobierno de naciones paganas importantes de la época. Por ejemplo, José fue por muchos años el primer ministro de Egipto, la nación más importante de la época (Génesis 41:38-45). Colocado por Dios sobre el trono de aquel país (Génesis 45:7, 8), José se mantuvo “puro y sin mancha en la corte del rey”, y fue un “representante de Cristo” para los egipcios (Ministerio médico, p. 46; Patriarcas y profetas, p. 385). Daniel ejerció importantes cargos gubernamentales en Babilonia bajo el reinado de Nabucodonosor, Belsasar, Darío y Ciro (Daniel 2:48, 49; 5:11, 12, 29; 6:1-3, 28; 8:27). Con una fidelidad incondicional a los principios divinos, Daniel y sus compañeros fueron embajadores del verdadero Dios en la corte de esos reyes (ver Daniel capítulos 1, 3 y 6).

Es interesante notar que José y Daniel fueron nombrados para funciones públicas por los monarcas de la época. Pero hoy, en la mayoría de las democracias modernas, las personas necesitan postularse y competir para tales funciones en un proceso mucho más competitivo. Aunque la Iglesia Adventista del Séptimo Día normalmente no incentive ni estimule la candidatura política de sus miembros, reconoce que la sociedad fue beneficiada por el buen ejemplo de algunos políticos adventistas que conquistaron honestamente determinados cargos públicos y los ejercieron dignamente, sin comprometer con eso los principios bíblicos. La influencia positiva de políticos adventistas ha sido decisiva, en varios países, para lograr establecer legislaciones que faciliten la observancia del sábado.

Orientaciones prácticas de la iglesia Adventista del Séptimo Día.

  1. Los candidatos adventistas no deben usar el púlpito ni programas oficiales de la Iglesia para conseguir votos.
  2. Se recomienda que los miembros que se postulan a cargos públicos electivos dejen sus funciones en la iglesia local. En el caso de pastores y obreros asalariados, es obligatorio que los mismos dejen su trabajo en la obra adventista antes de lanzar sus candidaturas. 
  3. Los adventistas con cargos electivos no poseen autorización para hablar en nombre de la Iglesia Adventista en eventos, reuniones o seminarios. Tampoco son representantes de la Iglesia Adventista en el parlamento o poder ejecutivo. Solo son miembros de la Iglesia con un cargo electivo.
  4. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no autoriza el uso de la marca oficial, los materiales, símbolos, uniformes y nombres, de cualquiera de sus departamentos, servicios o proyectos para campañas públicas o difusión de material publicitario para fines de propaganda política. Tampoco se autoriza su utilización en uso comercial con fines de lucro.

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Las palabras del Salvador: “Dad … lo que es de Dios, a Dios,” eran una severa reprensión para los judíos intrigantes. Si hubiesen cumplido fielmente sus obligaciones para con Dios, no habrían llegado a ser una nación quebrantada, sujeta a un poder extranjero. Ninguna insignia romana habría ondeado jamás sobre Jerusalén, ningún centinela romano habría estado en sus puertas, ningún gobernador romano habría regido dentro de sus murallas. La nación judía estaba entonces pagando la penalidad de su apartamiento de Dios.

Cuando los fariseos oyeron la respuesta de Cristo, “se maravillaron, y dejándole se fueron.” Había reprendido su hipocresía y presunción, y al hacerlo había expuesto un gran principio, un principio que define claramente los límites del deber que tiene el hombre para con el gobierno civil y su deber para con Dios. En muchos intelectos quedó decidida una cuestión que los había estado afligiendo. Desde entonces se aferraron al principio correcto. Y aunque muchos se fueron desconformes, vieron que el principio básico de la cuestión había sido presentado claramente, y se asombraban del discernimiento previsor de Cristo (El deseado de todas las gentes, {DTG}, pp. 554, 555).

Algunos de nuestros hermanos han dicho y escrito muchas cosas que se interpretan como expresiones de antagonismo hacia el gobierno y la ley. Es un error exponernos así a ser mal comprendidos. No es prudente censurar continuamente lo que hacen los gobernantes. Nuestra obra no consiste en atacar a individuos e instituciones. Debemos ejercer gran cuidado para que no se intérprete nuestra actitud como oposición a las autoridades civiles. Es cierto que nuestra guerra es agresiva, pero nuestras armas se hallan en un claro “Así dice Jehová.” Nuestra obra consiste en preparar un pueblo que subsista en el gran día de Dios. No debemos dejarnos desviar hacia actividades que estimulen controversia o despierten antagonismo en aquellos que no son de nuestra fe.

No debemos trabajar de una manera que nos señale como aparentando abogar por la traición. Debemos eliminar de nuestros discursos y escritos toda expresión que, tomada por sí sola, pudiera interpretarse como antagónica a la ley y el orden. Todo debe ser considerado cuidadosamente, no sea que nos comprometamos como fomentadores de la deslealtad a nuestro país y sus leyes. No se nos pide que desafiemos a las autoridades. Vendrá un tiempo en que, por defender la verdad bíblica, seremos tratados como traidores; pero no apresuremos ese tiempo con movimientos mal aconsejados que despierten animosidad y contención (Testimonios selectos, {TS}, t. 4, p. 425).

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Jueves 18 de junio // Lección 12____________________

LA CENA DEL SEÑOR

Lee Lucas 22:13 al 20. ¿Cuál es la importancia de la Cena del Señor que sucedió en la Pascua?

13 Fueron, pues, y hallaron como les había dicho; y prepararon la pascua. 14 Cuando era la hora, se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. 15 Y les dijo:¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! 16 Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios. 17 Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y dijo: Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga. 19 Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. 20 De igual manera, después que hubo cenado, tomó la copa, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama. Lucas 22

Jesús estableció la Cena del Señor en una Pascua. El marco de la Pascua subraya la impotencia humana en contraste con el poder de Dios. Era imposible para Israel liberarse por sí mismos de la esclavitud egipcia, como lo es para nosotros liberarnos de las consecuencias del pecado. La liberación viene de Dios como un don de su amor y su gracia, lección que Israel debía enseñar a sus niños de generación en generación (Éxo. 12:26, 27). Así como la liberación de Israel entró en la historia por el acto redentor de Dios, así la liberación del pecado de la humanidad está fundada en el evento histórico de la Cruz. En realidad, Jesús es nuestro “cordero pascual” (ver 1 Cor. 5:7), y su Última Cena es “un acto de proclamación por el cual la comunidad de la fe expresa la gloriosa significación de la muerte de Cristo”.−G. C. Berkouwer, The Sacraments , p. 193.

La Cena del Señor recuerda “la noche que fue entregado” (1 Cor. 11:23), y Jesús dio un mensaje que los discípulos debían recordar: el pan y el vino son símbolos de su cuerpo, que sería quebrantado, y de su sangre, que sería derramada para la remisión de los pecados (ver Mat. 26:28). La muerte de Jesús fue el medio provisto por Dios para nuestra redención del pecado. Para que no olvidemos esto, Jesús ordenó que la Cena del Señor fuera observada hasta que regresara (1 Cor. 11:24-26).

La afirmación de Jesús de que su sangre sería “derramada para remisión de los pecados” de muchos (Mat. 26:28) debe ser recordada hasta el fin de la historia. Ignorar esta afirmación y elegir cualquier otro medio de salvación es negar a Dios y su método de salvación.

Se destacan dos lecciones vitales: “Cristo murió por nosotros” es la primera que debemos recordar en la mesa del Señor. La segunda es que estamos unidos como un cuerpo por esa muerte. Mientras estamos a la mesa, somos una comunidad redimida de Cristo en el tiempo del fin, esperando el retorno del Señor. Hasta entonces, la mesa del Señor es un recordativo de que la historia tiene significado, y que la vida tiene esperanza.

Cristo dio su cuerpo y su sangre para darnos vida eterna. ¿Cómo puedes personalizar esta verdad de manera que te dé esperanza y certidumbre?

Durante el apogeo de Napoleón Bonaparte como emperador, la historia registra que  Napoleón pensó muy poco en Dios y en las obligaciones religiosas. Cuando su poder fue exterminado y terminó en el exilio en Santa Helena, el comenzó a darse cuenta de sus vanidades terrenales y comenzó a ser muy atento y reflexivo a las cosas espirituales. Fue en esos días que dio una de las respuestas más interesantes y sorprendentes de su vida a alguien que le preguntó cual había sido el día más feliz de su vida. -Señor- preguntó el entrevistador; -¿Me podría decir cual ha sido el día más felíz de su vida?; ¿Fue el día de la victoria de Lodi; ó Jena ó Auterlitz?; ¿O fue el día cuando lo coronaron como emperador?-  No, mi estimado amigo dijo el depuesto emperador: «¡Ninguno de esos días, el día más feliz de mi vida fue el día que tomé por primera vez la santa cena, ese ha sido el día más feliz de mi vida!

Cristo había abolido la circuncisión al principio de su ministerio y a cambio de la circuncisión instituyó el bautismo. Al final del su ministerio está aboliendo otro rito como lo es la pascua y está instituyendo un nuevo rito como lo es la santa cena.

El objetivo más primordial de la santa cena es tener un recuerdo personal de Jesús: «haced esto en memoria de mí» Como Cristianos estamos supuestos a recordar su doctrina, sus preceptos y su persona, pero primordial mente Jesús nos ordenó recordarlo a través de la santa cena.  Cuando recordamos a Jesús en la santa cena, lo recordamos como la fe de nuestros corazones, el objeto de nuestra gratitud, el Señor de nuestra conducta, el gozo de nuestras vidas, el representante de nosotros ante el Padre, y el premiador de nuestras esperanzas.

La santa cena es una ordenanza de Jesús, la santa cena es muy enfática, sencilla, simple y muy definida. La santa cena es un evento conmemorativo.

La santa cena la pueden tomar aquellos que saben que tienen un amor débil y desean amar más a Dios y a su prójimo, pueden tomarla aquellos que están tratando de servir a Dios, pero por las flaquezas espirituales fallan, pero están conscientes que necesitan poder de lo alto para vencer, pueden tomarla todos los pecadores que tienen el ferviente deseo de ser santos, puede tomarla todos aquellos que tiene problemas y desea descansar en el Señor.

No la pueden tomar aquellos que están pecando y no quieren abandonar sus pecados, no la pueden tomar aquellos que se creen lo suficientemente buenos y no sienten la necesidad de un Salvador.

¿Cómo podemos venir a la santa cena?

1-Humildemente; por que sabemos que no somos dignos de ella

2-Confiando en la Palabra y la promesa de Dios, y siendo simples de corazón sin estar haciendo preguntas

3-Fervorosamente; sabiendo realmente lo que estamos haciendo. No por que otros la están tomando, sino por que estamos conscientes de nuestra realidad espiritual y sentimos la urgente necesidad de acercarnos a Dios

4-Reverentemente: Dándonos cuenta de la presencia de Dios a través de su Santo Espíritu

5- Regularmente: No cuando se pueda o tengamos una oportunidad para hacerlo

6-Más frecuente; para nuestro crecimiento espiritual. Así como el bebe necesita de comida sólida durante su crecimiento hasta convertirse en un adulto, así necesitamos de alimento espiritual sólido para crecer en Cristo

7-Temprano; Cuando nuestros pensamientos son tiernos, cuando nuestro corazón está libre de los cuidados y de las preocupaciones del mundo, podemos entregar a Dios esos hermosos e incomparables día de la juventud.

Cristo se hallaba en el punto de transición entre dos sistemas y sus dos grandes fiestas respectivas. El, el Cordero inmaculado de Dios, estaba por presentarse como ofrenda por el pecado, y así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte. Mientras comía la pascua con sus discípulos, instituyó en su lugar el rito que había de conmemorar su gran sacrificio. La fiesta nacional de los judíos iba a desaparecer para siempre. El servicio que Cristo establecía había de ser observado por sus discípulos en todos los países y a través de todos los siglos.{DTG 608.2}

La Pascua fué ordenada como conmemoración del libramiento de Israel de la servidumbre egipcia. Dios había indicado que, año tras año, cuando los hijos preguntasen el significado de este rito, se les repitiese la historia. Así había de mantenerse fresca en la memoria de todos aquella maravillosa liberación. El rito de la cena del Señor fué dado para conmemorar la gran liberación obrada como resultado de la muerte de Cristo. Este rito ha de celebrarse hasta que él venga por segunda vez con poder y gloria. Es el medio por el cual ha de mantenerse fresco en nuestra mente el recuerdo de su gran obra en favor nuestro (El deseado de todas las gentes, {DTG}, p. 608).

 “Habiendo lavado los pies de los discípulos, dijo: ‘Ejemplo os he dado, para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis.’ … Cristo instituía un servicio religioso. Por el acto de nuestro Señor, esta ceremonia humillante fue transformada en rito consagrado que debía ser observado por los discípulos, a fin de que recordasen siempre sus lecciones de humildad y servicio.

“La reconciliación mutua de los hermanos es la obra para la cual se estableció el rito del lavamiento de los pies…. Cuandoquiera que se celebre, Cristo está presente por medio de su Santo Espíritu. Es este Espíritu el que trae convicción a los corazones.

“Al celebrar Jesús este rito con sus discípulos, la convicción se apoderó de todos, menos de Judas. Así también nos poseerá la convicción mientras Cristo hable a nuestros corazones. … Los pecados que han sido cometidos aparecerán con mayor distinción que nunca antes; pues el Espíritu Santo los traerá a nuestro recuerdo (La fe por la cual vivo, {FV}, p. 300).

En esta última acción de Cristo en la que compartió con sus discípulos el pan y el vino, se dio en prenda a ellos como su Redentor mediante un nuevo pacto, en el que estaba escrito y sellado que sobre todos los que reciben a Cristo por la fe se derramarán todas las bendiciones que el cielo pueda proporcionar, tanto en esta vida como en la vida inmortal futura.

Este pacto debería ser ratificado por la propia sangre de Cristo. Las ofrendas y los sacrificios de la antigüedad habían mantenido constantemente este hecho en la memoria del pueblo escogido. Cristo estableció que su cena se conmemorara con frecuencia para hacernos recordar su sacrificio, en el que dio su vida por la redención de los pecados de todos los que creyesen en él y lo recibiesen. Este rito no debe excluir a nadie, aunque algunos piensen lo contrario. Todos pueden participar en él, y decir públicamente: “Acepto a Cristo como mi Salvador personal. El dio su vida por mí para que yo fuese rescatado de la muerte” (El evangelismo, {EV}, p. 204).

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Lección 12 // Viernes 19 de junio____________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Comer la carne y beber la sangre de Cristo es recibirlo como Salvador personal, creyendo que perdona nuestros pecados y que somos completos en él. Contemplando su amor, y […] absorbiéndolo, es como llegamos a participar de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo debe serlo Cristo para el alma. El alimento no puede beneficiarnos a menos que lo comamos. […] Así también, Cristo no tiene valor para nosotros si no lo conocemos como Salvador personal. Un conocimiento teórico no nos beneficiará. Debemos alimentarnos de él, recibirlo en el corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. Debemos asimilarnos su amor y su gracia” (DTG 353).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Considera las escenas en las que Jesús limpió el Templo. ¿De qué modo podemos poner nuestra fe y nuestra fidelidad a la venta? ¿Cómo puede la religión ser usada para ganancias, prestigio y posición? Más importante aún, ¿de qué forma podemos, como iglesia, estar seguros de que no caemos en el mismo engaño?
  2. El escritor ateo Alex Rosenberg cree que toda la realidad y la existencia son puramente materialistas. Es decir, todo puede y debe ser explicado solo por procesos físicos. Esos procesos no tienen diseño, metas o propósito, o Dios. “¿Cuál es el propósito del universo?”, pregunta. “No hay ninguno”. “¿Qué propósitos actúan en el universo?” La misma respuesta: ninguno”. Pero, si la falta de propósito del universo te deprime, Rosenberg advierte que no tomes tu “depresión en serio”. ¿Por qué? Porque las emociones, y aun la depresión, solo son arreglos específicos de neuronas y productos químicos. Sin embargo, Rosenberg tiene una respuesta para los desanimados por la falta de sentido de su vida. Como la depresión es solo una configuración de neuronas, dispón de otra forma las neuronas, lo que puedes hacer con productos farmacéuticos. “Si no te sientes mejor mañana […] o dentro de tres semanas, cambia a otro medicamento. Y si una droga no funciona, otra probablemente lo hará”. Lo asombroso acerca de esta respuesta es que lo dice en serio: si estás deprimido, toma drogas. Contrasta estas ideas para la vida con las que creemos con respecto a Jesucristo y lo que ha hecho por nosotros en la cruz. ¿Por qué nuestra participación en la Cena del Señor es una refutación abierta y desafiante al nihilismo [negación de toda creencia] y la falta de sentido presentados por Rosenberg y su ateísmo?

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Escrito por: Tony García.
Este documento es una cortesía de 7day Media Group.
“One World – One Dream”
Madrid, España 2015

Un pensamiento en “LECCIÓN 12 – JESÚS EN JERUSALÉN – PARA EL 20 DE JUNIO DE 2015

  1. Muy interesante los temas para esta semana,muy bien documentados FELICITACIONES!.Sinembargo me gustaria decir que en la purificacion del templo cuando Jesus tomo un latigo fue en la primera al comenzar su ministerio y Elena de White menciona en el DTG que no golpeo a nadie y no creo que la segunda vez lo haya hecho(golpear a alguen).Yo me identifico con su indignacion cuando hace el comentario de como actuaria Jesus hoy;sin embargo no creo que de ninguna manera! les daria de latigasos ni al del pulpito ni a los ancianos.La indignacion de Jesus era pricipalmente con los Sacerdotes y dirigentes del pueblo que eran los directamente resposables del estado de caos en el templo yen la nacion.TRAFICABAN CON LA GRACIA DE DIOS.

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