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LECCIÓN 9 – SER QUIEN UNO ES – PARA EL 27 DE MAYO DE 2017

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¿Domine Quo Vadis? por Anniballe Carracci, Italia (1602)  De acuerdo al libro apócrifo llamado «Los Hechos de  Pedro» Pedro iba huyendo de la crucificción en Roma a manos del gobieno. Afuera de la ciudad Pedro se encontró con Cristo recien resucitado y Pedro le pregunto: «¿Domine Quo Vadis?» (¿Señor, para dónde vas?) Jesus le contestó:»Romam eo iterum crucifigi» (Voy a Roma a ser crucificado nuevamente) El libro «Los Hechos de Pedro», nos continua relatando que Pedro recapacitó, volvió a Roma donde murió crucificado. Hay una iglesia que se construyó en el lugar donde se cree que paso ésta conversacion, la iglesia se llama: «La Iglesia del Domino Quo Vadis »   Hay cinco lugares en la Biblia, donde encontramos ésta expresión:  y le preguntó:
—Agar, esclava de Saray, ¿de dónde vienes y a dónde vas?
—Estoy huyendo de mi dueña Saray —respondió ella. Génesis 18; 17 Al que iba al frente, le ordenó: «Cuando te encuentres con mi hermano Esaú y te pregunte de quién eres, a dónde vas y de quién es el ganado que llevas, 18 le contestarás: “Es un regalo para mi señor Esaú, que de sus ganados te manda tu siervo Jacob. Además, él mismo viene detrás de nosotros.”» Génesis 32; 17 Cuando el anciano miró y vio en la plaza de la ciudad al viajero, le preguntó:
—¿A dónde vas? ¿De dónde vienes? Jueces 19 36 —¿Y a dónde vas, Señor? —preguntó Simón Pedro.
—Adonde yo voy, no puedes seguirme ahora, pero me seguirás más tarde. Juan 13 »Ahora vuelvo al que me envió, pero ninguno de vosotros me pregunta: “¿A dónde vas?” Juan 16


Los pensamientos pertenecientes a “Escuela Sabática para Maestros” no representan la postura oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día local, regional o mundial. Este es el trabajo,  esfuerzo y pensamiento de un hermano laico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuyo principal objetivo es proveer extra información a la Lección de Escuela Sabática, para que le sea de ayuda al maestro para poder entender y explicar de una manera mas clara y nutrida la lección de Escuela Sabática. Tratamos de no presentar temas controversia-les, ni polémicos y evitamos las ideas que promueven el fanatismo y el extremismo en nuestra iglesia. Si nuestro comentario no es de su ayuda o de su agrado, le pedimos por favor, que sencillamente lo descarte. Cualquier comentario, pregunta o sugerencia, por favor escriba a elhermanotony@gmail.com


Letra Negra: Lección de Escuela Sabática

Letra Ocre: Lección de Escuela Sabática 

Letra Roja: La Biblia

Letra Café: Nuestro comentario

Letra Azul: Espíritu de profecía


Lección 9: Para el 27 de mayo de 2017

SER QUIEN UNO ES

Sábado 20 de mayo_______________________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 2 Pedro 1:1-15; Efesios 2:8; Romanos 5:3-5; Hebreos 10:38; Romanos 6:11; 1 Corintios 15:12-57.

PARA MEMORIZAR:

“Vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor” (2 Ped. 1:5-7).

UNA DE LAS COSAS SORPRENDENTES del Nuevo Testamento es cuánta verdad puede “apiñarse” en una cantidad muy limitada de espacio. Tomemos la lección de esta semana, que cubre 2 Pedro 1:1 al 14. En estos 14 versículos, Pedro nos enseña acerca de la justificación por la fe. Luego, aborda lo que puede hacer el poder de Dios en la vida de aquellos que se han entregado a Jesús. Luego, habla acerca de la maravillosa verdad de que podemos ser “participantes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4), y que podemos ser libres de la corrupción y la lujuria del mundo.

De hecho, aquí no solamente tenemos un catálogo de virtudes cristianas, sino además Pedro las presenta en un orden específico. Una sigue a la otra, que sigue a la otra, y así sucesivamente hasta que llegan al clímax de la más importante de todas.

También escribe acerca de la realidad de lo que significa estar en Cristo y experimentar la “purificación” (2 Ped. 1:9) de nuestros antiguos pecados, y luego incluso introduce la idea de la seguridad de la salvación, la promesa de la vida eterna “en el reino eterno” (2 Ped. 1:11) del Señor.

Y, por último, hasta encontramos un pequeño discurso sobre el tema crucial del estado de los muertos. ¡Qué cantidad de verdad rica y profunda en solamente 14 versículos!

ESPÍRITU DE PROFECÍA

¡Qué gran tema es el de la contemplación de la justicia de Dios y nuestro Salvador Jesucristo! El contemplar a Cristo y su justicia no deja lugar para la justificación propia, para la glorificación del yo. No hay lugar para las detenciones en este capítulo. Hay un continuo avance en cada etapa del conocimiento de Cristo. La vida eterna es mediante el conocimiento de Cristo. Jesús dice en su oración: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17:3). Hemos de gloriamos en Dios… “Por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: el que se gloría, gloríese en el Señor” (1 Corintios 1:30, 31)…

Hemos sido llamados al conocimiento de Cristo y esto es el conocimiento de la gloria y la virtud. Es un conocimiento de la perfección del carácter divino, manifestado a nosotros en Jesucristo, lo que hace posible que tengamos comunión con Dios. Por las grandes y preciosas promesas hemos de llegar a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo escapado de la corrupción que está en el mundo por la concupiscencia (A fin de conocerle, pp. 159, 160).

Cuando nos sometemos al solemne rito del bautismo, damos testimonio ante los ángeles y los hombres de que hemos sido purificados de nuestros antiguos pecados, y de que en adelante, habiendo muerto para el mundo, buscaremos “las cosas de arriba” (Colosenses 3:1). No olvidemos nuestro voto bautismal. Ante la presencia de los tres poderes más excelsos del cielo —el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo—, hemos prometido hacer la voluntad de aquel que… declaró: “Yo soy la resurrección y la vida” (Juan 11:20). Cristo perdona a todo pecador penitente, y cuando el perdonado, después del bautismo se levanta del sepulcro ácueo, es declarado una nueva criatura, cuya vida está oculta con Cristo en Dios. Recordemos siempre que es nuestro elevado privilegio ser purificados de nuestros antiguos pecados.

Cuando el cristiano toma su voto bautismal, se le promete la ayuda divina. El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo están listos para obrar en beneficio suyo. Dios pone a sus órdenes los recursos del cielo, para que sea un vencedor. Su propio poder es pequeño, pero Dios es omnipotente, y Dios es su ayudador. Diariamente debe dar a conocer sus necesidades al trono de la gracia. Puede ser más que vencedor mediante la fe y la confianza, apropiándose de los recursos provistos para él (Nuestra elevada vocación, p. 159).

La santificación es una obra progresiva…

He aquí una conducta en virtud de la cual se nos asegura que nunca caeremos. Los que están así trabajando según el plan de la adición para obtener las gracias de Cristo, tienen la seguridad de que Dios obrará según el plan de la multiplicación al concederles los dones de su Espíritu…

Por la gracia divina, todos los que quieren pueden ascender los brillantes escalones que unen la tierra con el cielo, y por fin “con alegría” y “gozo perpetuo” (Isaías 35:10), entrarán por las puertas en la ciudad de Dios {La edificación del carácter, pp. 93, 94).

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Lección 9 // Domingo 21 de mayo_________________________________________________________

UNA FE PRECIOSA

Lee 2 Pedro 1:1 al 4. ¿Qué dice Pedro que hemos recibido en Jesucristo? Es decir, ¿cómo se ve aquí la realidad de la gracia?

2 Pedro 1:1-4

1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia;

Pedro comienza esta carta diciendo que está dirigida a aquellos que han alcanzado “una fe igualmente preciosa que la nuestra” (2 Ped. 1:1). La palabra traducida como “preciosa” significa “del mismo valor” o “de igual privilegio”. Pedro dice que han “alcanzado” esta fe; no que la hayan ganado ni obtenido por mérito propio, sino que la han recibido como un don de Dios. O, como escribe Pablo: “Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios” (Efe. 2:8). Es preciosa porque “sin fe es imposible agradar a Dios” (Heb. 11:6). Es preciosa porque por esta fe nos aferramos de muchas promesas maravillosas.

Pedro enfatiza que el “poder divino” de Jesús nos ha dado todo lo que atañe a la vida y la piedad (2 Ped. 1:3). Solamente por medio del poder de Dios podemos siquiera existir, y solamente por su poder podemos alcanzar la santidad. Y este poder divino nos es dado “mediante el conocimiento de aquel que nos llamó por su gloria y excelencia” (2 Ped. 1:3; ver también Juan 17:3).

Somos llamados a amar a Dios, pero ¿cómo podemos amar a un Dios al que no conocemos? Llegamos a conocer a Dios por medio de Jesús, por medio de la Palabra escrita, por medio del mundo creado, y por medio de la experiencia de vivir una vida de fe y obediencia. Conocemos a Dios y la realidad de Dios al experimentar lo que él hace en nuestra vida, un conocimiento que nos transformará. Y llegamos a conocerlo por medio de la realidad de la gracia que él derrama sobre nosotros.

Pedro luego dice algo aún más increíble: que también hemos recibido “preciosas y grandísimas promesas”, que incluyen llegar a ser “participantes de la naturaleza divina” (2 Ped. 1:4). La humanidad fue creada originalmente a la imagen de Dios; esa imagen ha sido grandemente desfigurada y degradada. Cuando nacemos de nuevo, tenemos una nueva vida en Jesús, quien obra para restaurar su imagen divina en nosotros. Huimos de la corrupción y las pasiones del mundo al desear que este cambio ocurra en nosotros.

¿Cómo sería tu vida si no tuvieras fe? ¿Cómo nos ayuda esta respuesta a entender por qué el don de la fe es en verdad precioso?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra (2 Pedro 1:1):
El apóstol comienza su epístola identificándose a sí mismo. Simón Pedro: su nombre original era Simón, y su segundo nombre que era Pedro, dado por Jesucristo.
Generalmente, en la Biblia, Simón es un nombre feliz: no hay una gracia especial atada a éste nombre,  por eso Simón se presenta como Simón Pedro, para diferenciarse de los otros Simones, ya que también había otros Simones, como por ejemplo, Simón el mago.
Después de dar su nombre, el apóstol menciona su condición: su condición era “siervo de Jesucristo”.  La grandeza y la magnificencia de Cristo es exaltada por Pedro, cuando voluntariamente él se postra a los pies de Cristo y se hace llamar su siervo. Esta es una clara demostración de la transformación de Pedro: los hombres santos y humildes no tienen otra ambición en la tierra, sino la de ser una pertenencia de Cristo.
Su oficio; el apostolado
Su Maestro; Jesucristo. Los apóstoles nunca se autodenominaron “apóstoles del Padre”. Cristo fue el único en esta tierra que tuvo la autoridad para hacer apóstoles, Cristo los escogió, Cristo les enseño su oficio, Cristo los mandó a trabajar al mundo, y ellos fueron predicando por el mundo en el nombre de Jesucristo.
1 Simón Pedro, siervo y apóstol de Jesucristo, a los que habéis alcanzado, por la justicia de nuestro Dios y Salvador Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra:
En las Sagradas Escrituras encontramos cinco cosas a las que se califica como preciosas:
1-La sangre de Cristo es preciosa
2-Cristo y su sacrificio, son llamados preciosos
3-Las promesas del evangelio son llamadas preciosas
4-La redención es llamada preciosa
5-La fe es llamada preciosa
La fe es llamada preciosa, porque se relaciona y negocia solamente con cosas preciosas. La preciosa fe tiene que ver con las preciosas promesas del evangelio, la preciosa fe tiene que ver con la aceptación de la preciosa sangre de Cristo, la preciosa fe tiene que ver con la preciosa redención, y la preciosa fe tiene que ver con nuestro precioso Señor y Salvador, Jesucristo.
La fe es preciosa, no sólo por su nombre, sino que lo es debido a lo que consigue para el humano.
Las manos del teñidor, se tiñen con el color de la tinta que está usando, las manos del perfumista se impregnan del olor del perfume que está elaborando. La manos del cristiano que tiene fe, también se llenan de todas esas cosas preciosas que se relacionan con la fe. Las manos de un cristiano con fe, se impregnan de la sangre preciosa de Cristo, se impregnan de Cristo y de su sacrificio, se impregnan con las promesas del evangelio, y se impregnan con la redención.
La preciosa fe es:
-El símbolo de nuestra elección
-La evidencia de nuestro llamado
-Es la base de todas las demás gracias y dones que recibimos
-Es un canal de comunión entre el cielo y la tierra
-Es un arma espiritual necesaria para nuestra victoria
-Es un escudo de protección
-Es la sustancia de nuestra esperanza
-Es la evidencia de la eternidad
-Es el pasaporte para la vida eterna
La fe es preciosa en todos los hijos de Dios, es preciosa en su naturaleza, en su substancia, en su precio, en su forma, pero nunca es preciosa por que se valore por su extensión o por su medida. Hay una fe que es débil y hay una fe que fuerte, pero aun así, ambas son preciosas.
Podemos inferir que la fe de Pedro era una fe fuerte y poderosa. Esos tipos de fe que son fuertes y poderosas muchas veces son comparadas a una gran llama, a una gran fuente,  o a un hombre fuerte, que se aferra o sostiene algo en sus manos.
Por el otro lado encontramos tipos de fe que son débiles; muchas veces se las compara con una pequeña chispa, a una pequeña gota, o aun pequeño niño sosteniendo algo.
La pequeña chispa y la gran llama, ambas son fuego;  la pequeña gota o la gran fuente, las dos son agua;  el hombre o el niño, ambos tienen fuerza. 
La fe poderosa o la fe débil, las dos son fe, y a los ojos de Dios fue tan preciosa la poderosa fe de Noé al construir el arca, como también fue preciosa la débil fe de la mujer con flujo, la que tocó el manto de Jesús.
-La fe, igual que las demás gracias del cristianismo, es algo que crece, por lo tanto la fe se ajusta a grados de crecimiento.
-La fe es confianza y es el resultado del pleno conocimiento de alguien
-La fe no depende del testimonio de los sentidos, como se hace en los conocimientos científicos
-La fe no descansa en la confianza de los testigos o en la consistencia de las evidencias, como se hace en las decisiones judiciales
-La fe no se basa en la demostración de la lógica, como ocurre en las ciencias matemáticas
La fe también es conocida en la Biblia como fidelidad o lealtad
La fe es la imaginación santificada, la fe es el amor cuando cree, la fe es el completo ejercicio de la razón, la fe es depositar nuestra confianza en la voluntad de Dios.
Necesitamos tener fidelidad para con Dios:
-La fidelidad a Dios incluye la sinceridad en su servicio
-La fidelidad a Dios implica la obediencia sin reserva a su divina voluntad
-La fidelidad a Dios incluye una adherencia inamovible para vivir de acuerdo con el evangelio de Cristo
Necesitamos tener también fidelidad con el hombre:
-La fidelidad con el hombre requiere que nuestras palabras sean verdaderas
-La fidelidad con el hombre requiere que nuestras acciones sean justas
-La fidelidad con el hombre requiere que cumplamos con nuestras obligaciones
-La fidelidad con el hombre requiere que completemos concienzudamente las tareas y los trabajos que adquirimos en nuestras vidas.
Con esto en mente, el apóstol Pedro pasa inmediatamente al segundo versículo de su carta, donde nos imparte su más ferviente deseo, su más cara súplica y la más sublime petición que un hombre puede implorar al cielo: :Gracia y paz os sean multiplicadas, en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús.”
 

En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡continuamos nuestro estudio de la Palabra de DIOS!

ESPÍRITU DE PROFECÍA

“Fe igualmente preciosa”… esta es una fe genuina. No es una fe infructífera. La fe verdadera y salvadora es un tesoro precioso, de inestimable valor. No es superficial. Los justos viven, por la fe, una vida cristiana verdaderamente espiritual. Es mediante la fe como se recorren uno a uno los peldaños de la escalera del progreso. La fe debe ser cultivada. Une la naturaleza humana con la divina.

La vida de obediencia a todos los mandamientos de Dios es una vida de progreso, una vida de constante avance. Cuando los elegidos, que son preciosos, han aumentado su comprensión de la obra mediadora de Jesucristo, ven las ricas promesas que se obtienen a través de la justicia de Cristo, y se apoderan de ellas. Cuanto más reciben de la gracia divina, tanto más trabajan en el plan que los lleva a aumentarla.

“Gracia y paz” serán multiplicadas “en el conocimiento de Dios y de nuestro Señor Jesús”. Aquí está la fuente de todo poder espiritual, y la fe debe ser ejercida constantemente, porque toda vida espiritual procede de Cristo. El conocimiento de Dios inspira fe en él, como el único canal que ha de traer las bendiciones del cielo al alma, elevando, ennobleciendo y refinando esa alma, cuando —mediante el conocimiento de Dios— sea llevada hacia las elevadas adquisiciones de gloria y virtud. “Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos serán dadas de su divina potencia, por el conocimiento de aquel que nos ha llamado por su gloria y virtud” (Nuestra elevada vocación, p. 69).

“Esta empero es la vida eterna —dijo Cristo—, que te conozcan el solo Dios verdadero, y a Jesucristo, al cual has enviado”. Juan 17:3… Difícilmente puede la mente humana entender la anchura, profundidad y altura de las realizaciones espirituales del que obtiene este conocimiento.

A nadie se le impide alcanzar, en su esfera, la perfección de un carácter cristiano. Por el sacrificio de Cristo se ha provisto para que los creyentes reciban todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad. Dios nos invita a que alcancemos la norma de perfección y pone como ejemplo delante de nosotros el carácter de Cristo. En su humanidad, perfeccionada por una vida de constante resistencia al mal, el Salvador mostró que cooperando con la Divinidad los seres humanos pueden alcanzar la perfección de carácter en esta vida. Esa es la seguridad que nos da Dios de que nosotros también podemos obtener una victoria completa (Los hechos de los apóstoles, pp. 423, 424).

Los hombres no deben regocijarse en su sabiduría, su fortaleza o sus riquezas, sino en el hecho de que tienen un conocimiento de Cristo. Este conocimiento es lo más excelente, lo más precioso que podemos poseer. Es la garantía de vida eterna… El dinero no puede comprarla, ni el intelecto discernirla, ni el poder mandarla; mas Dios concede generosamente su gracia a todos los que quieran aceptarla. Pero los hombres deben sentir su necesidad y, renunciando a toda dependencia propia, aceptar la salvación como un don. Los que entren al cielo no escalarán sus muros mediante su propia justicia, ni se abrirán sus portales para ellos como consecuencia de costosas ofrendas de oro o plata, sino que obtendrán entrada en las mansiones de la casa del Padre por medio de los méritos de la cruz de Cristo (Hijos e hijas de Dios, p. 235).

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Lunes 22 de mayo // Lección 9____________________________________________________________

AMOR, EL OBJETIVO DE LA VIRTUD CRISTIANA

Lee 2 Pedro 1:5 al 7; Romanos 5:3 al 5; Santiago 1:3 y 4; y Gálatas 5:22 y 23. ¿Qué tema similar aparece en todos estos pasajes?

2 Pedro 1:5-7

vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.

Romanos 5:3-5

Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza; y la esperanza no avergüenza; porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos fue dado.

Santiago 1:3-4

sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna.

Gálatas 5:22-23

22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.

Era común entre los filósofos del mundo antiguo hacer listas de virtudes. Estas listas a menudo se llaman un “catálogo de virtudes”, y hay varios ejemplos en el Nuevo Testamento (Rom. 5:3-5; Sant. 1:3, 4; Gál.5:22, 23). Es muy probable que los lectores de Pedro estuvieran familiarizados con estas listas, aunque hay diferencias interesantes entre lo que podría mencionar un filósofo y lo que coloca Pedro en su lista. Nota que Pedro ha ordenado estas virtudes deliberadamente en una secuencia, de tal manera que cada virtud construye sobre la anterior, hasta que llega al clímax del amor.

Cada una de las virtudes que menciona Pedro tiene un significado importante: Fe: En este contexto, no es nada menos que una fe salvífica en Jesús (ver Gál. 3:11; Heb. 10:38).

Virtud: Una virtud (del griego arête), una buena cualidad de cualquier tipo, era alabada incluso entre los paganos filósofos. Sí, la fe es crucial, pero debe llevar a una vida transformada, una vida en la que se expresa virtud.

Conocimiento: Pedro ciertamente no está hablando de conocimiento en general, sino del conocimiento que viene a través de una relación salvífica con Jesucristo.

Dominio propio: Los cristianos maduros son capaces de controlar sus impulsos, especialmente aquellos que llevan a excesos.

Paciencia: Aquí, se utiliza la palabra paciencia con la connotación de “perseverancia” (BLA), o “constancia” (NVI), especialmente frente a tribulaciones y persecución.

Piedad: En el mundo pagano, la palabra traducida aquí como “piedad” significaba un comportamiento ético que viene como resultado de creer en un dios. Dentro del Nuevo Testamento, también conlleva el concepto de comportamiento ético que resulta de una fe en el único Dios verdadero (1 Tim. 2:2).

Afecto fraternal: Los cristianos son como una familia, y la piedad llevará a tener una comunidad en la que las personas son amables los unos con los otros.

Amor: Pedro lleva su lista a un clímax con el amor. Suena parecido a Pablo, también: “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Cor. 13:13).

Antes de comenzar su lista de virtudes, Pedro dice que debemos “poner toda diligencia” (2 Ped. 1:5) en obtener estas virtudes. ¿Qué quiere decir con esto? ¿Qué papel juega el esfuerzo humano en nuestro deseo por vivir una vida piadosa y fiel?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

2 Pedro 1:5-7
vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud; a la virtud, conocimiento; al conocimiento, dominio propio; al dominio propio, paciencia; a la paciencia, piedad; a la piedad, afecto fraternal; y al afecto fraternal, amor.
 
La palabra traducida  como “añadid” alude a la antigua costumbre griega, de donde se toma esta palabra. El vocablo “añadir” se refiere a ser el líder de un coro, proveer o formar un coro, pagado con su propio dinero.
 
Los griegos tenían la costumbre de adorar a sus dioses con coros pagados. Cuando el poeta terminaba la lírica de una canción, la llevaba adonde el alcalde de la ciudad, llamado “archon” El Alcalde de la ciudad recurría a las personas pudientes de la ciudad, llamada “choragus”. Los “choragus”  reunían un coro, contrataban al director del coro, y después de un tiempo de ensayo, presentaban la canción del poeta al pueblo, quienes eran deleitados por la pieza musical.
 
El premio para el “choragus” era un trípode consagrado a ellos y, en muchos casos, se les erigía un monumento. En la ciudad de Atenas había una calle llena de estos trípodes y monumentos; los atenienses conocían esta calle como  “la avenida de los trípodes”
 
También los “choragus” eran representantes de las diferentes tribus en los festivales públicos y en los servicios religiosos de victoria de la nación. Estos líderes de coro no eran cantantes ni músicos, sino que financiaban de su propio dinero todos los gastos en que se incurría para formar un coro.
 
De allí se toma la palabra “añadir”, que significa proveer lo que se necesita. 
 
En este caso la fe es el líder del coro. La virtud, el conocimiento, el dominio propio, la paciencia, la piedad, el afecto fraternal  y el amor,  todos ellos  se reúnen bajo la dirección de la fe, para rendir alabanza a Cristo, por medio de una vida obediente y santa.  La fe organiza, sostiene el coro y tiene un lugar especial para cada miembro de su banda, cuando los integrantes ya están reunidos; la fe se encarga de entrenarlos para obtener la armonía correcta en la vida espiritual.
 
Cuando la fe se destiempla o se torna defectuosa,  el resultado es como si el primer violín no sonara en la filarmónica, o si la trompeta no sonara en la escena de la resurrección de El Mesías de Handel. 
Gálatas 5:22-23
22 Mas el fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; contra tales cosas no hay ley.
Estos son los diferentes nombres que se da a los frutos del Espíritu en por lo menos 20 versiones de la Biblia que existen en la actualidad:
Amor o caridad
Gozo o alegría
Paz
Paciencia o tolerancia
Benignidad, amabilidad o gentileza
Bondad
Fe, fidelidad o lealtad
Mansedumbre o humildad
Dominio propio, templanza o temperancia
El AMOR
El amor es el primer gran fruto del Espíritu Santo y posiblemente la base para los demás frutos.
El amor se encuentra en los demás frutos del Espíritu; por ejemplo, encontramos que la paz es el amor en reposo, encontramos que la paciencia es el amor en la prueba, y encontramos que la fe es el amor que cree.
También descubrimos que la gentileza es el amor trabajando en sociedad; la gentileza, o amabilidad, es el amor en acción con todos los que nos rodean. La gentileza es como un suave aceite perfumado puesto en una lámpara, que despide una exquisita fragancia; además, da calor y también da luz. La gentileza agrada a todos los miembros de una familia, agrada a los miembros de una iglesia y también agrada a los miembros de una sociedad.
La temperancia es el amor que practica la disciplina. La temperancia es el acto de amar nuestro cuerpo, cuidándolo y enseñándonos a ejercer disciplina en nuestras acciones, por amor a nosotros mismos.
La mansedumbre o la humildad, es el amor en la escuela. La mansedumbre es la disciplina que nos ayuda a aprender los defectos de carácter que poseemos, siendo “ayudados” en esta tarea por el mundo hostil que nos rodea y muchas veces por nuestros propios hermanos ásperos. La humildad es la escuela donde aprendemos a mejorar nuestros talentos, aprendemos a amoldar nuestro carácter y a suavizar nuestra personalidad.
Por lo tanto el amor se encuentra como base y fundamento para los demás frutos del Espíritu.
Los primeros tres frutos del Espíritu nos ayudan especialmente en nuestra relación con Dios, y los últimos frutos nos ayudan especialmente en la relación con nuestro prójimo.
El amor nos une a Dios, el gozo nos ayuda a tener acción de gracias para con Dios; la paz nos ayuda a descansar, a tener reposo en Dios. También la paz nos ayuda a tener reposo con nuestros hermanos. Por lo tanto, el tercer fruto del Espíritu, que es la paz, es un fruto intermedio, ya que es el último que nos ayuda en nuestra relación con Dios y es el primero que nos ayuda en la relación con nuestro prójimo.
La gentileza, la bondad, la lealtad, la humildad y el dominio propio, tienen que ver con la relaciones entre humanos directamente.
Con el amor, el gozo, y la paz damos testimonio al Cielo de que somos hijos de Dios; con la paz, la gentileza, la bondad, la lealtad, la humildad y el dominio propio, damos testimonio al mundo de que somos hijos de Dios.
Si contemplamos al mundo antes de la primera venida de Jesús a esta tierra, no vamos a encontrar ni una institución de misericordia en la tierra. Busquemos un hospital, un asilo para ancianos, un orfanato; busquemos un refugio para aquellos que se quedaron sin hogar, busquemos una agencia de caridad para el enfermos y el necesitado de urgencia y no se la encuentra.
La cultura de las naciones de la cultura clásica en los días de Jesús y los apóstoles, eran tan frías como el hielo, y tan duras como la piedra. Pero la venida de Jesús a este mundo cambió esa forma de ser. El corazón lleno de amor del Dios encarnado, prendió a este mundo en un santo fuego de amor. La nueva y naciente iglesia cristiana, se prendió en fuego e hizo erupción en diferentes obras de caridad.
Tanto Jesús como los apóstoles trabajaron incesantemente en el don da la sanidad. Incontable número de almas encontraron descanso a sus largas, penosas y terribles enfermedades. Por medio de las manos llenas de amor de Cristo y de sus discípulos se inició en este mundo el ministerio de salud global.
Tan pronto como aparecieron las viudas y los huérfanos en la iglesia cristiana, los apóstoles hicieron una provisión económica para ellos y también eligieron un grupo especial para atenderlos. Ellos son “la sagrada orden del diaconado” En verdad, los diáconos son los ministros de caridad para todos los pobres y necesitados que tiene la iglesia de Cristo en este mundo.
Con la venida de Cristo a este mundo y también con la venida del Espíritu Santo, comienza aquí en la tierra “la ley de las almas”, una ley basada en el amor, que no existía antes en el mundo pagano.
La iglesia cristiana que instituyó Cristo y confirmó el Espíritu Santo, demostró al mundo una nueva manera de vivir. Enseñó al mundo a vivir en comunidad, no en comunismo, como lo hacen los que no creen en Dios, sino en comunidad.
Llegó a ser una comunidad en la que se compartían la simpatía y el amor, el gozo así como las aflicciones; más tarde compartieron el hambre, la sed, la pobreza, la desnudez y hasta la misma muerte.
La iglesia cristiana ha demostrado desde un principio una inventiva para demostrar la caridad; siempre buscó la manera correcta para aplicar la ayuda de amor y de misericordia de Dios, para afrontar exitosamente todas las formas del sufrimiento humano.
El amor a Dios hace que las obligaciones de la iglesia sean fáciles y placenteras. Si falta el amor a Dios, entonces nuestra religión se convierte en una pesada carga, algo muy difícil de llevar. Si nuestro trabajo para la iglesia es aburrido, difícil de llevar y demasiado pesado, entonces nos está haciendo falta el más importante de los frutos del Espíritu, nos hace falta el amor.
El amor lanza fuera el temor, el amor elimina todo aquello que es inconsistente con el mismo amor, el amor prende en el hombre la aspiración por ser santo, el amor hace fácil la obediencia, el amor empuja al hombre al sacrificio propio, el amor embellece el alma.
GOZO
¿Qué es gozo? Al igual que el amor, el gozo parece eludir y escapar de una definición acertada. A manera de definición, podemos decir que “gozo es una expresión externa de la felicidad interna, que es absorbente y real”. Un verdadero gozo se puede contemplar en el rostro de un niño cuando está gritando de emoción en algún juego, absorbido por el éxtasis del momento.
El gozo  es un principio muy bueno por diferentes razones:
-El gozo en nosotros es bueno para Dios, le da mucho honor a Dios, cuando el mundo puede ver que su pueblo, es un pueblo feliz.
-El gozo es bueno para nosotros los cristianos, porque nos hace muy fuertes: “No estén tristes, pues el gozo del Señor es nuestra fortaleza” (Nehemías 8: 10)
-El gozo es bueno para nuestros hermanos, ya que puede reconfortar y consolar.
-El gozo es bueno para los inconversos porque, cuando ellos ven el gozo del cristiano, les despierta curiosidad y admiración, y muchas veces ellos mismos llegan a ser cristianos.
El perfecto amor y el perfecto gozo, son inseparables. La santidad y la felicidad son una sola cosa. De la misma manera que el amor y el gozo son inseparables, lo opuesto a ellos dos, son también dos cosas inseparables. Nunca podremos separar el odio y la tristeza.
La criatura llega a ser miserable si su corazón es diferente al corazón de su Creador.
Hay una gran diferencia entre el verdadero gozo de un cristiano y el gozo que experimenta el mundo. El gozo del mundo es un gozo veloz, corto y violento; se parece a un relámpago.
El gozo del cristiano es estable y duradero, sincero y refinado; parece la luz de una estrella. El gozo del cristiano es como una concha en el fondo del océano, que permanece sin ser perturbada por la violencia de las olas. Vivir con una santa calma, es un fruto que nada más lo obtienen quienes caminan por los linderos del cielo.
El gozo del cristiano es duradero. La historia cuenta que cuando los persas obtenían la victoria sobre otra nación,  escogían al más noble de los vencidos y lo convertían en rey por tres días. En esos tres días, lo vestían con las mejores ropas que un rey podía tener, lo agradaban con todos los deseos que a la realeza se le podía antojar y al final de esos tres días, lo sacrificaban como una ofrenda a la necedad. Esa es la suerte de la gente que tiene un gozo pasajero y terrenal, es un corto tiempo de gloria, con una majestuosidad burlona, que lo acompaña una conciencia culpable, y le anticipa un funesto desastre.
Natanael interrogó: “¿Puede algo bueno salir de Nazaret?” Esta sigue siendo la pregunta de muchos, en nuestros días modernos: ¿Puede algo bueno o placentero salir de la religión que instituyó el menospreciado Nazareno? La respuesta es un categórico sí. El mundo debería estar a la expectativa contra la mala representación que nosotros damos de nuestra religión; la ignorancia y el esclavizante miedo producen muchas falsas nociones y también absurdas prácticas en nuestra iglesia. El verdadero cristianismo, incluye el gozo. El gozo es uno de los argumentos más nobles y enriquecedores que tiene el cristianismo, para dar el testimonio correcto de nuestra religión. Tristemente no tenemos el Espíritu Santo y al no tenerlo a él, tampoco tenemos gozo, presentando de esa manera al mundo, una religión sombría, triste, desanimada y nada atractiva.
-El gozo es santo
-El gozo eleva al ser humano
-El gozo conduce al sacrificio
-El gozo satisface el alma
-El gozo no depende de las circunstancias; el gozo siempre es gozo.
PAZ
La tierra ha estado llena de guerras. La guerra no es algo nuevo. La guerra es una de las características más viejas que existen. Desde que el hombre se ha podido hacer daño, los pleitos han sido populares.
Unas razas han luchado contra otras razas, naciones contra naciones, islas contra islas, la guerra ha sido un elemento muy fuerte en la naturaleza humana.
Si leemos la historia, encontramos toda esa lista de guerras en letras rojas. La historia nos habla muy poco de los triunfos de la paz, pero nos habla mucho de los triunfos de la guerra. La historia puede definirse como 21 siglos escritos en libros de pasta a pasta, hablándonos de los triunfos de la guerra.
¿Triunfos de la guerra? La guerra no tiene triunfos; la guerra es todo un desastre, todo es calamidad, todo es destrucción, todo es ruina, y todo es muerte.
Mientras estemos en el mundo nos tocará tratar con personas que son extrañas a nosotros, enemigas de la religión. ¿Podemos tener paz con esas personas? Nunca podremos alcanzar una unidad de espíritu con esas personas, pero estamos obligados a actuar de tal manera, que no seamos causa de ninguna ofensa para ellos; estamos obligados a trabajar en hacer nacer una buena relación con ellos y nunca provocarlos a descontentos. Si aun procediendo bien con ellos no logramos tener paz con ellos, aun nos queda una herramienta por usar, una herramienta que nunca podemos olvidar. Esa herramienta se llama la oración; hay una oración que debemos ofrecer, especialmente por nuestros enemigos.
Si en verdad queremos vivir y tener paz, dejemos de andar hablando mal de las otras personas; tenemos que juzgarlas favorablemente y solamente hablar de las virtudes que tienen. Cuando se abre una brecha en la amistad con una persona, es nuestra obligación tratar de cerrarla, en vez de abrirla más.
Hay varios tipos de paz:
-La paz circunstancial, que nace de acuerdo con su misma descripción, nace de acuerdo con las circunstancias. Nace de una buena salud, de una buena posición, de amigos, familiares, de un buen trabajo, de una familia feliz, de demostraciones de cariño, y también de la prosperidad. Este tipo de paz no es la paz de Dios, este tipo de paz hace nacer para sí un par de alas, que le ayuda a escaparse lo más pronto posible.
-La paz mundial, llamada así por el esfuerzo que hacen las naciones para evitar las guerras
-La paz del diablo. Este es la paz que impone el hombre más fuerte, el que hace uso de armas y de la fuerza (sin provocación). Irónicamente, usa la violencia y la fuerza para imponer la paz y el respeto sobre sus bienes, propiedades, ideas, religión, o nación.
-Y al final tenemos la paz espiritual.
La paz espiritual es la gran calma que obtenemos en nuestra conciencia cuando contemplamos el sacrificio de Cristo; un sacrificio que es suficiente para salvar al pecador. Nuestras almas son pacificadas por Cristo, a través de la serenidad y la simpleza de la fe, cuando esto pasa, Dios el Padre nos contempla desde el cielo, con su sonrisa llena de gracia y misericordia.
La paz consigue lo siguiente:
-Armonía en la familia
-Unidad en la iglesia
-Equilibrio en la sociedad
¿Cómo podemos reconocer si la paz que tenemos es paz espiritual?
-En la disposición de un buen temperamento. Algunas personas son extremadamente joviales y alegres; otras personas tienen una calma y una felicidad silenciosas.
-En la circunstancias. Cuando la prosperidad se marcha, la paz de Dios se queda.
-En la hora de la tentación, nos ayuda a vencer.
-En una mente espiritual; Si vivimos pensando en todo lo malo que nuestros cuerpos desean, entonces quedaremos separados de Dios. Pero si pensamos sólo en lo que desea el Espíritu Santo, entonces tendremos vida eterna y paz.” (Romanos 8, versión: Traducción al Lenguaje Actual – TLA)
 – La paz espiritual es una dulce y calmada serenidad de la conciencia, que nace de una sólida reconciliación con Dios.
-La paz espiritual es una admirable rectitud mental que empuja al creyente a vivir en armonía y en quietud con todos los que nos rodean y especialmente con Dios.
– La paz espiritual es el amor en completo reposo. La paz es el amor reposando sobre los pastos verdes y sobre las tranquilas aguas. La paz nos conforta y nos lleva por sendas de justicia, la paz nos infunde su aliento, la paz unge nuestra cabeza con aceite y hace que nuestra copa rebose, la paz conforta nuestra alma. La paz nos sigue todos los días de nuestra vida y al final la paz nos lleva a morar en la casa de nuestro Padre, por largos días.
PACIENCIA O TOLERANCIA
La paciencia o tolerancia es el poder que nos ayuda a enfrentar el sufrimiento, es el poder que no permite que retrocedamos, nos paralicemos, o que nos abrumemos cuando las dificultades vienen a nuestras vidas. La paciencia se opone la irritabilidad del temperamento, provocada por la ansiedad, por la enfermedad, por el sufrimiento o el cansancio.
En cada estación de nuestras vidas, el hombre siempre está confrontando problemas. Desde la primera estación de nuestra vida que es la infancia, hasta la última, que es la vejez, necesitamos la paciencia para enfrentar todos los problemas que encontraremos entre dichas estaciones. Un hombre sin paciencia es como un barco sin timón, que es dejado a la misericordia del viento, sobre el cual el marinero no tiene control. Un hombre no podrá dominar su mente en los momentos de problemas, si carece del cuarto fruto del Espíritu, que es la paciencia.
La paciencia necesita ser diferenciada de la fortaleza del humano o del famoso movimiento o filosofía estoica.
El ESTOICISMO es una filosofía que enseña al hombre a dominar las pasiones, valiéndose nada más de la virtud y la razón. El estoicismo enseña al hombre a ser feliz, dejando a un lado las comodidades, los bienes materiales y las fortunas. Enseña a enfrentar el sufrimiento con valentía. Esta manera de pensar fue fundada por Zenón, un filósofo griego que vivió alrededor de 300 años antes de Cristo.
Algunas personas nacen con más capacidad para sufrir que otras, pero esto no es paciencia, ya que muchas veces se enfrentan y se dejan vencer por los sufrimientos, por capricho humano o por insensibilidad. No podemos hablar de paciencia, si sufrimos sin tener sensibilidad. Donde no hay sensibilidad, tampoco hay paciencia.
El cristianismo es la academia de la paciencia. En esta academia el gran maestro es el Espíritu Santo, que por su influencia y enseñanza, nos ayuda a que lleguemos a tener el carácter que prefiere hacer la voluntad del Padre.
Cuando se compara la filosofía de Zenón con la enseñanza del cristianismo, el producto de esta filosofía pagana se ve triste y vacía, a las par de los ricos frutos que produce el cuarto fruto del Espíritu Santo, que es la paciencia.
1- La paciencia es buena para uno
La paciencia en medio de la aflicción, es una gran ganancia para nosotros. Somos naturalmente impetuosos y sin gobierno. Deseamos lucir nuestras coronas y evitamos por todos los medios cargar con la cruz; buscamos el camino más corto y llano para llegar al reino de los cielos y evitamos el camino escabroso y peligroso. Solamente por las aflicciones continuas y por la santificadora gracia de Dios, es que somos conducidos a un espíritu de sumisión. Hay lecciones que necesitan ser aprendidas, hay tareas que necesitan ser terminadas, y para esto la paciencia es indispensable en esta tierra.
2-La paciencia es buena para los demás: despierta simpatía en los demás y también alienta a los que nos rodean.
3-La paciencia en el sufrimiento da honor a Dios
-La paciencia encuentra la voluntad divina
-La paciencia se postra ante la soberanía de Dios
-La paciencia confiesa y confirma la fe en Dios
-La paciencia admira la sabiduría de Dios
 
BENIGNIDAD, AMABILIDAD O GENTILEZA
La amabilidad o gentileza es el amor en acción.
La gentileza o amabilidad no tiene que ver con modales precisamente. La palabra gentileza se usa para describir los buenos modales de una persona, y es correcto hacerlo.  Pero la gentileza o amabilidad trasciende el simple hecho de tener buenos modales.
 
Cuando se estudia la raíz de la palabra, se descubre que la gentileza tiene que ver con la estructura del carácter de una persona. Dicho en otras palabras, la gentileza tiene que ver con la manera en que una persona se ha formado moralmente.
Una persona con una disposición maligna, tiene tendencia a hacer siempre lo malo; por el otro lado, una persona con una buena estructura moral, siempre tendrá la inclinación para hacer lo bueno.
 
La amabilidad o gentileza impulsa el trato correcto hacia otras personas; es saber gobernar o subyugar los sentimientos fuertes propios.
 
La palabra gentileza viene de la raíz latina “gentil”, referente a alguien que pertenece a una alta raza o a una buena familia. (En este contexto, esta gentileza NO se relaciona con los gentiles aludidos en el Nuevo Testamento, que eran los no judíos.)
 
La palabra gentileza calza perfectamente con el cristianismo, ya que la cristiandad es una raza de santos; es una generación de santos, que pertenecen a una buena familia, como lo es la familia de Dios.
 
La gentileza es algo sólido; no tiene nada que ver con la vacilación o las indecisiones de la vida, mucho menos tiene que ver con la cobardía.
 
La gentileza, amabilidad o benignidad es el deseo de agradar a otros por causa de Cristo; la persona gentil sabe que al agradar a otros por causa de Cristo, también se agradará a Dios y también se cumplirán las sagradas leyes del evangelio.
Estas son algunas de las maneras en que la gentileza, amabilidad o benignidad se pueden demostrar o necesitar en nuestras vidas:
-La gentileza se demuestra cuando descubrimos, hablamos y remarcamos solamente la parte positiva del carácter de otras personas.
-La gentileza se demuestra cuando somos considerados con los sentimientos de otras personas.
-La gentileza se necesita y se demuestra con el trato a personas desconocidas, o con el trato a extranjeros o personas de otras razas.
-La gentileza es necesaria para limar todas las asperezas con nuestros prójimos.
-La gentileza se necesita para preservar las amistades; sin amabilidad no hay unión de corazones.
-La gentileza se necesita urgentemente cuando damos una advertencia o reprendemos a otra persona.
-La gentileza se demuestra en el ejercicio de la autoridad; la verdadera gracia del poder y de la autoridad, radica en la amabilidad. Este fruto del Espíritu es indispensable para un anciano de iglesia.
Necesitamos practicar la amabilidad o la gentileza con esos que son inferiores a nosotros, con esos que parecen tener un rango social inferior al nuestro, con nuestros trabajadores.
Si somos jóvenes, seamos como hermanos con aquellos que nos encontramos en la vida; y si somos mayores, seamos como padres para ellos.
Encontraremos personas con las cuales será muy difícil ser amables, personas que nos provocarán, personas que nos irritarán, personas que nos harán sentir muy mal solamente con sus miradas.  Cuando nos encontremos con tales personas, tenemos que montar doble guarda en nuestra amabilidad.
Nunca abandonemos nuestros dormitorios por la mañana sin llevar la amabilidad con nosotros; la amabilidad tiene que ver mucho con nuestra salud. Una vida en Cristo equivale a tener la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas; el Espíritu Santo en nuestras vidas, equivale a ser recipientes para recibir sus frutos, entre los cuales encontramos la amabilidad o gentileza.
BONDAD

Los frutos del Espíritu se explican por escrito de una manera sublime, ordenada y bella. Ya estudiamos el amor, el gozo, la paz, la paciencia y la amabilidad, y descubrimos que todos estos primeros frutos nos han preparado y nos han dado la libertad para que hagamos lo bueno, es decir para que practiquemos la bondad.
La bondad es la máxima demostración del amor. La bondad es el mismo amor de una forma extremadamente avanzada. Una persona con bondad logra hacer las cosas que no puede hacer una persona que solamente tiene amor.
La bondad es atender a un enfermo en una degradante enfermedad o estado físico deplorable, es no tener temor a ser contagiado por la enfermedad, y no tener escrúpulos para atender a esa persona en todas sus necesidades físicas; la bondad es asistir al que está muriendo, la bondad es llevar comida al hambriento, la bondad es leerle la Biblia al ciego, la bondad es llevar el evangelio a quien está en la cárcel, la bondad se embarca y atraviesa mares para esparcir la verdad por todo el mundo.
La base para la bondad es el amor, pero el amor en sí queda corto si tenemos que compararlo con la bondad. Podríamos decir que la bondad es el mismo amor, con un título universitario.
Durante el otoño de 1799, el ejercito de Francia que iba en huida, dejó 300 soldados heridos en la ciudad de Bobbio Pellice, que era la capital de Piamonte. A pesar de que los soldados eran enemigos tanto de la religión como del país de los valdenses, ellos recibieron el tratamiento más humano que se le puede dar a una persona que está sufriendo. Los valdenses eran personas extremadamente pobres, a pesar de lo cual, la historia narra que con mucha alegría compartieron sus provisiones con los enemigos extranjeros, sanaron sus heridas, y los cuidaron como si hubieran sido sus amigos de la infancia. Mientras el crudo invierno avanzaba, los valdenses llegaron a la conclusión de que las provisiones de alimentos que ellos tenían, no eran suficientes para todos y tenían la posibilidad de que al final todos murieran de hambre. Los valdenses hicieron una de las acciones más heroicas que se puede hacer por un enemigo. Ellos atravesaron los Alpes,  cubiertos de hielo y nieve, para transportar a esos 300 soldados que estaban en convalecencia. Llegaron hasta las mismas fronteras de Francia, y los dejaron en un lugar seguro, para que siguieran siendo tratados por los ciudadanos de su propia nación. Una acción así con el enemigo, es más que un acto de amor, es el producto del amor en una forma extremadamente avanzada, ese título del amor se llama bondad.
La bondad hace heroico al ser humano:
En la ciudad de Auch, en Francia, se incendiaron dos casas y de una de esas casas salía el grito agonizante de una madre que pedía ser ayudada junto con su pequeño hijo. El arzobispo de la ciudad llegó corriendo para ayudar en el incendio, pero el fuego había avanzado demasiado en la casa donde estaban la madre y su niño. “Doy 25 luises a aquel que rescate a esta mujer y a su niño” gritó el arzobispo. Pese a la fortuna ofrecida, nadie se atrevió a aventurarse para rescatar a la mujer y su niño. “Doy 50 luises a quien rescate a esa mujer y a su niño” gritó el arzobispo duplicando su oferta. Nadie se movió al rescate de la mujer y el niño. El arzobispo se sumergió en un barril de agua, y con sus ropas destilando agua, entró a la casa en llamas y después de unos agonizantes segundos, logró sacar con vida, tanto a la madre, como al bebé. Tan pronto como salió de la casa, cayó de rodillas, dándole gracias a Dios por la protección, el cuidado y el milagro que había realizado. Cuando se levantó de su oración, vio a la mujer que acababa de perder todo, excepto a su hijo y le dijo: “Mi querida señora, se ofrecieron 50 luises a aquel que lograra salvar a usted y a su hijo, yo me los acabo de ganar y yo se los estoy entregando a usted.” Eso se llama bondad.
FE, FIDELIDAD O LEALTAD

La fe es la imaginación santificada, la fe es el amor cuando cree, la fe es el completo ejercicio de la razón, la fe es depositar nuestra confianza en la voluntad de Dios.
Necesitamos tener fidelidad con Dios:
-La fidelidad para con Dios incluye la sinceridad a su servicio
-La fidelidad a Dios es la obediencia sin reserva a su divina voluntad
-La fidelidad a Dios requiere una adherencia inamovible para vivir de acuerdo con el evangelio de Cristo.
Necesitamos tener también fidelidad con el hombre:
-La fidelidad con el hombre requiere que nuestras palabras sean verdaderas
-La fidelidad con el hombre requiere que nuestras acciones sean justas
-La fidelidad con el hombre requiere que cumplamos con nuestras obligaciones
-La fidelidad con el hombre requiere que completemos concienzudamente las tareas y los trabajos que adquirimos en nuestras vidas.
MANSEDUMBRE O HUMILDAD
La humildad es el amor en la escuela.
La humildad es una disposición mental con la que aprendemos a restringir nuestras pasiones de enojo y de cólera.
La humildad añade miel a nuestro temperamento, dignidad y bondad a nuestras acciones y palabras.
La humildad nos prohíbe andar regañando a medio mundo, y también nos prohíbe el ofender a nuestro prójimo, la humildad también nos enseña a tener compostura ante la provocación.
La humildad mezcla lo inofensivo de una Paloma, con la gentileza de un Cordero: la humildad reúne al Espíritu Santo con Jesucristo.
La humildad toma las ofensas sin resentimiento, y evita por todos los medios la venganza.
La humildad cubre los errores de otras personas con el manto del amor, y la humildad mantiene a la persona en control de sí misma ante la censura y la burla.
La humildad mantiene una mente firme e inamovible ante el sufrimiento; la humildad también nos previene de aspirar lo que es demasiado encumbrado para nosotros.
No hay nada que perder cuando cedemos a otra persona humildemente. Abraham cedió a Lot el derecho de escoger la mejor tierra. Lot escogió lo mejor, pero perdió todo; en cambio Abraham fue bendecido con la parte que su sobrino le dejó.
La Biblia dice que el cielo se gana por la fuerza, y  los valientes lo arrebatan, pero la tierra se gana con humildad: los mansos y humildes la heredan (Mat. 5:5). Dios, que es el Dueño y Señor de la tierra, no regala la tierra, ni le presta la tierra, ni le arrenda la tierra, a una persona que carece de humildad.
-La humildad es una de las evidencias más grandes de una religión personal
-La humildad es uno de los ornamentos más brillantes del cristianismo, ya que evita presentar la ostentación a los ojos.
-La humildad nos ayudará a conseguir las más grandes victorias espirituales. Con humildad se silencia la voz del necio, con humildad se reconcilian los enemigos, con humildad la burla se transforma en lágrimas y  oración.
DOMINIO PROPIO, TEMPLANZA O TEMPERANCIA
La temperancia es el amor haciendo ejercicio; la temperancia es el amor en el gimnasio.
La temperancia es autocontrol -controlarse a uno mismo y también negarse a uno mismo.
El amor a la vida, a la salud y hacia nuestro propio cuerpo, nos impulsa a buscar la manera tener un cuerpo más atlético y más saludable. Esto se consigue con una dieta balanceada, como también cuidando nuestro cuerpo por medio del descanso y el ejercicio: los ocho remedios naturales que refiere Elena de White.
La temperancia nos ayuda a usar con moderación las cosas buenas que Dios ha dejado para la sobrevivencia del hombre. El cristiano nunca va a ofender a Dios, despreciando los dones que su Creador le ha dado; tampoco va a ofender a Dios malgastando y derrochando esos bienes.
La temperancia tiene que ver con el control propio, la moderación en el uso de lo bueno, y la abstinencia de todo lo que perjudica nuestra vida. Esto incluye los sentidos, los alimentos, el sexo, el carácter, los deseos, el placer, el dinero, y el tiempo, entre otros.
La temperancia nos ayuda a mantener nuestros deseos y pasiones sujetos a la Biblia y a la razón, negándoles las cosas que son prohibidas por la ley y el evangelio.
La temperancia mantiene nuestros sentidos más agudizados y claros, y nos ayuda a conseguir nuestros objetivos con mayor precisión y satisfacción.
La temperancia da un toque de salud a nuestro rostro, decoro a la persona, control y estabilidad mental; asegura nuestra salud y nos preserva en una buena condición para los negocios de la vida.
La temperancia es la piedad o el amor al cuerpo, preservando la orden divina con respecto a nuestro cuerpo y a nuestra mente.
Los frutos del Espíritu son:
Amor o caridad
Gozo o alegría
Paz
Paciencia o tolerancia
Benignidad, amabilidad o gentileza
Bondad
Fe, fidelidad o lealtad
Mansedumbre o humildad
Dominio propio, templanza o temperancia
Vamos a describir a un hombre que tiene los frutos del Espíritu.  Esto diríamos de él:
Es un hombre bueno, tiene un corazón lleno de amor, tiene gozo en su pecho, la atmósfera de su naturaleza es paz, y tiene entronizada en su ser la paciencia divina. Un buen hombre usa de la gentileza en su trato con los demás, pero también tiene valor o coraje para cumplir las obligaciones de la vida, y también tiene coraje para morir por sus creencias. La pureza mantiene su vida intachable, la fe le ayuda a caminar firmemente por el valle de sus aspiraciones, y también le apunta a un mundo mejor y a un noble destino que trasciende su propia tumba. En todo momento, el dominio propio le ayuda a vivir discreta y ordenadamente.
Un hombre bueno tiene que hacerse, ya que no nace bueno. El único que ha nacido bueno y santo es Jesús; todos los demás tenemos que trabajar para alcanzar la nobleza.
El esfuerzo humano no ha producido un hombre bueno hasta la fecha. El hombre bueno tiene que nacer, y no nacer de la carne ni de la sangre, sino nacer del Espíritu Santo.
Pidiendo al Padre que nos dé el Espíritu Santo, en el nombre de Jesús, podemos obtenerlo en nuestras vidas. El Espíritu Santo nos impartirá sus frutos, y entonces llevaremos una vida santa, y nos convertiremos en seguros candidatos para el reino de los cielos.
 
Por la gracia de JESÚS, que esa sea su experiencia, amigo lector.

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

“Mostrad en vuestra fe virtud”. No se hace ninguna promesa al que retrocede. El apóstol, en su testimonio, está procurando estimular a los creyentes en gracia y santidad. Ya han profesado estar viviendo la verdad, tienen un conocimiento de la preciosa fe, han sido hechos participantes de la naturaleza divina. Pero si se detienen ahí, perderán la gracia que han recibido. Deben seguir adelante…

Sin poner “toda diligencia” para adelantar paso a paso hacia Dios, subiendo la escalera, no se hace ningún adelanto en la paz, la gracia y la obra de santidad. Jesús dijo: “Porfiad a entrar por la puerta angosta” (Lucas 13:24). La senda del creyente está señalada por Dios, que está por encima de la escalera. Todos sus esfuerzos serán vanos si no posee virtud de carácter, un conocimiento práctico de Cristo, a través de la obediencia a todos sus requerimientos. Aquellos que tienen fe deben ser cuidadosos en mostrar su fe por sus obras…

La verdad es un principio activo que impulsa a la acción, moldeando el corazón y la vida para que haya un constante movimiento hacia arriba… En cada paso ascendente, la voluntad recibe un nuevo impulso para la acción. El tono moral se hace cada vez más semejante a la mente y el carácter de Cristo. El cristiano que progresa tiene gracia y amor que sobrepasa el conocimiento, porque la contemplación del carácter de Cristo transforma profundamente sus afectos (Nuestra elevada vocación, p. 70).

“Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor” (1 Corintios 13:13). En la vida de Cristo, este amor encontró expresión perfecta. Él nos amó en nuestro pecado y degradación… No hubo desaliento en su paciencia ni menoscabo en su celo. Las ondas de la misericordia, rechazadas por el orgullo, la impenitencia, los corazones desagradecidos, siempre retomaron en una poderosa corriente de amor (En los lugares celestiales, p. 236).

Todas nuestras facultades pertenecen a Dios. Son suyas por creación y redención. Dios ha dado a cada cual su medida de poder y espera que lo ponga del lado de la verdad. Así resplandecerá. El cristiano debe permanecer con un interés íntegro del lado del Señor. “Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor” (1 Corintios 13: 13). La fe contempla más allá de las dificultades desanimadoras y se aferra de lo invisible, de la Omnipotencia misma; por eso no se la puede derrotar. La fe, la esperanza y el amor son hermanas, y su obra se combina perfectamente para resplandecer en medio de la oscuridad moral del mundo (Cada día con Dios, p. 131).

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Lección 9 // Martes 23 de mayo___________________________________________________________

SER QUIEN UNO ES

Luego de darnos la lista de lo que deberían buscar diligentemente los cristianos, Pedro declara cuál será el resultado.

Lee 2 Pedro 1:8 al 11. ¿Cuál es el nexo entre lo que ya ha sido hecho por un cristiano y cómo debería estar viviendo un cristiano?

2 Pedro 1:8-11

Porque si estas cosas están en vosotros, y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Pero el que no tiene estas cosas tiene la vista muy corta; es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. 10 Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás. 11 Porque de esta manera os será otorgada amplia y generosa entrada en el reino eterno de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Pedro insta a sus lectores a vivir según la nueva realidad que es verdadera para ellos en Jesús. Las características de la fe, la virtud, el conocimiento, el dominio propio, la paciencia, la piedad, el afecto fraternal y el amor “están en vosotros y abundan” (2 Ped. 1:8).

El problema es que no todos los cristianos viven según esta nueva realidad. Algunos son ociosos o sin fruto en el conocimiento de nuestro Señor Jesucristo (2 Ped. 1:8). Esas personas han olvidado que fueron purificados de “sus antiguos pecados” (2 Ped. 1:9). Entonces, dice Pedro, los cristianos deberían manifestar en su vida la nueva realidad que es real para ellos en Jesús. En Cristo, han recibido perdón, purificación y el derecho de participar de la naturaleza divina. Por lo tanto, deben procurar “hacer firme vuestra vocación y elección” (2 Ped. 1:10). No hay excusa para vivir como lo hacían antes, no hay excusa para ser cristianos “ociosos” o “sin fruto”.

“Oímos hablar mucho acerca de la fe, pero necesitamos oír mucho más acerca de las obras. Muchos están engañando a sus propias almas al vivir una religión cómoda, complaciente, sin cruz” (FO 50).

Lee Romanos 6:11. ¿Qué dice Pablo aquí que refleja lo que Pedro escribió en los textos para hoy?

Romanos 6:11

11 Así también vosotros consideraos muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, Señor nuestro.

En un sentido, tanto Pedro como Pablo dicen: “Debes ser quien eres”. Y somos nuevas criaturas en Cristo, purificados de pecado y participantes de la naturaleza divina. Por eso, podemos vivir la clase de vida a la que somos llamados. Se supone que debemos ser “como Cristo”, que es lo que significa ser “cristiano”.

¿Cuán “como Cristo” eres? ¿En qué áreas puedes mejorar?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

La semana pasada estudiamos un tema parecido al de hoy; fue el tema de la redención. Decíamos que la redención no era solamente el perdón de los pecados, sino que alcanza mucho más allá.  Consiste en dejar la manera vana de vivir, que teníamos cuando estábamos en el pecado.
 
Hoy estudiamos algo parecido: es imposible tener el fruto del Espíritu en nuestras vidas, y tener una vida ociosa o una vida sin frutos.
 
¿Cómo podríamos tener los frutos del Espíritu y no dar frutos? ¿Cómo podríamos tener los frutos del Espíritu y ser personas ociosas? Eso es imposible.
 
Creemos que el estudio de este día y el comentario del Espíritu de Profecía son suficientes para entender el tema de hoy.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El conocimiento experimental de Dios y de Cristo Jesús, a quien él ha enviado, transforma al hombre a la imagen de Dios. Le da dominio propio, sujetando cada impulso y pasión de la baja naturaleza al gobierno de las facultades superiores de la mente. Convierte a su poseedor en hijo de Dios y heredero del cielo. Lo pone en comunión con la mente del Infinito, y le abre los ricos tesoros del universo.

Este es el conocimiento que se obtiene al escudriñar la Palabra de Dios. Y este tesoro puede ser encontrado por toda alma que desea dar todo lo que posee por obtenerlo (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 85, 86).

Quisiera tener condiciones para describir la bella de la vida cristiana. Partiendo desde la aurora de la vida, guiado por las leyes de la naturaleza y de Dios, el cristiano avanza firmemente hacia adelante y arriba, acercándose más cada día a su hogar celestial, donde lo espera una corana de vida, y un nuevo nombre, “el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe”. Constantemente aumenta su felicidad, santidad y utilidad. El progreso de cada año excede al del anterior.

Dios ha dado a los jóvenes una escalera que deben subir; es una escala que va de la tierra al cielo. En su extremo superior está Dios y en cada peldaño se reflejan los brillantes rayos de su gloria. El Señor observa a los que van subiendo, listo para enviar auxilio cuando se agotan las fuerzas y se pierde pie. Sí, contadlo con palabras llenas de ánimo, para que ninguno de los que con perseverancia ascienden por la escala deje de entrar en la ciudad eterna.

Los ángeles de Dios que subían y bajaban por la escalera que Jacob contempló en visión, ayudarán a cada alma que desee ascender aun hasta el más elevado cielo. Ellos protegen al pueblo de Dios y observan cada paso que da. Los que suban por el camino resplandeciente serán recompensados; entrarán el gozo de su Señor.

La piedad adquirida en los primeros años asegura a su poseedor el goce pleno de todo lo que hace feliz la vida… Los que quieren esperar hasta que el curso de la vida esté por terminar antes de buscar a Dios, perderán una vida de dicha pura y elevada, felicidad que jamás se consigue al correr tras los placeres que brinda esta vida. Los que se han familiarizado desde hace mucho con Dios, y que desde la juventud bebieron felicidad de la pura fuente del cielo, están preparados para entrar en la familia de Dios (Mi vida hoy, p. 161).

Nuestro crecimiento en la gracia, nuestro gozo, nuestra utilidad, todo depende de nuestra unión con Cristo. Solo estando en comunión con él diariamente y permaneciendo en él cada hora es como hemos de crecer en la gracia. Él no es solamente el autor de nuestra fe sino también su consumador. Ocupa el primer lugar, el último y todo otro lugar. Estará con nosotros, no solo al principio y al fin de nuestra carrera, sino en cada paso del camino…

Cada mañana, conságrate a Dios por ese día. Somete todos tus planes a Él, para ponerlos en práctica o abandonarlos, según te lo indicare su providencia. Podrás así poner cada día tu vida en las manos de Dios, y ella será cada vez más semejante a la de Cristo (El camino a Cristo, pp. 69, 70).

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Miércoles 24 de mayo // Lección 9________________________________________________________

DEJAR EL TABERNÁCULO

“Porque tengo por justo, en tanto que estoy en este tabernáculo, de incitaros con amonestación: Sabiendo que brevemente tengo de dejar mi tabernáculo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado” (2 Ped. 1:13, 14, RV 1909).

En 1956, Oscar Cullman escribió un breve estudio llamado: ¿Inmortalidad del alma o resurrección de los muertos?: El testimonio del Nuevo Testamento. Argumentó que el concepto de la resurrección es incompatible con el concepto de la inmortalidad del alma. Además, dijo que el Nuevo Testamento se establece firmemente sobre el lado de la resurrección de los muertos.

“Ninguna otra publicación mía”, escribió más tarde, “ha provocado tanto entusiasmo ni tanta violenta hostilidad”.

Lee 1 Corintios 15:12 al 57. ¿Qué implica Pablo que ocurre al morir?

1 Corintios 15:12-57

12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos? 13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados. 23 Pero cada uno en su debido orden: Cristo, las primicias; luego los que son de Cristo, en su venida. 24 Luego el fin, cuando entregue el reino al Dios y Padre, cuando haya suprimido todo dominio, toda autoridad y potencia. 25 Porque preciso es que él reine hasta que haya puesto a todos sus enemigos debajo de sus pies. 26 Y el postrer enemigo que será destruido es la muerte. 27 Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. 28 Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos. 29 De otro modo, ¿qué harán los que se bautizan por los muertos, si en ninguna manera los muertos resucitan? ¿Por qué, pues, se bautizan por los muertos? 30 ¿Y por qué nosotros peligramos a toda hora? 31 Os aseguro, hermanos, por la gloria que de vosotros tengo en nuestro Señor Jesucristo, que cada día muero. 32 Si como hombre batallé en Efeso contra fieras, ¿qué me aprovecha? Si los muertos no resucitan, comamos y bebamos, porque mañana moriremos. 33 No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. 34 Velad debidamente, y no pequéis; porque algunos no conocen a Dios; para verg:uenza vuestra lo digo. 35 Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? ¿Con qué cuerpo vendrán? 36 Necio, lo que tú siembras no se vivifica, si no muere antes. 37 Y lo que siembras no es el cuerpo que ha de salir, sino el grano desnudo, ya sea de trigo o de otro grano; 38 pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo. 39 No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. 40 Y hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero una es la gloria de los celestiales, y otra la de los terrenales. 41 Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria. 42 Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en corrupción, resucitará en incorrupción. 43 Se siembra en deshonra, resucitará en gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 44 Se siembra cuerpo animal, resucitará cuerpo espiritual. Hay cuerpo animal, y hay cuerpo espiritual. 45 Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante. 46 Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espiritual. 47 El primer hombre es de la tierra, terrenal; el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. 48 Cual el terrenal, tales también los terrenales; y cual el celestial, tales también los celestiales. 49 Y así como hemos traído la imagen del terrenal, traeremos también la imagen del celestial. 50 Pero esto digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción. 51 He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos; pero todos seremos transformados, 52 en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados. 53 Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad. 54 Y cuando esto corruptible se haya vestido de incorrupción, y esto mortal se haya vestido de inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita: Sorbida es la muerte en victoria. 55 ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria? 56 ya que el aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley. 57 Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Un estudio acerca de lo que dice el Nuevo Testamento sobre la muerte y la resurrección ha convencido a la mayoría de los eruditos del Nuevo Testamento de que Cullman estaba en lo cierto. El Nuevo Testamento verdaderamente recalca el concepto de la resurrección, y no el concepto de un alma inmortal que sobrevive a la muerte del cuerpo. Por ejemplo, en 1 Tesalonicenses 4:16 al 18, Pablo insta a aquellos que han perdido a sus seres queridos por la muerte a encontrar consuelo en el conocimiento de que, cuando Jesús regrese, resucitará a los muertos. En 1 Corintios 15:12 al 57, Pablo da una descripción extendida de la resurrección. Comienza señalando que la fe cristiana se basa en la resurrección de Jesús. Si Jesús no resucitó, entonces cualquier fe en él es fútil. Pero, dice Pablo, Cristo verdaderamente resucitó de los muertos, como primicias de aquellos que han pasado al descanso. Y la resurrección de Cristo de los muertos hace posible que todos aquellos que murieron en él resuciten también.

Pablo habla acerca de la resurrección del cuerpo en 1 Corintios 15:35 al 50. Contrasta los nuevos cuerpos que recibiremos en la resurrección con nuestros cuerpos actuales. Lo que tenemos ahora morirá; lo que tendremos en la resurrección nunca morirá.

En síntesis, cuando el Nuevo Testamento habla acerca de la muerte, lo hace en términos de resurrección, no de inmortalidad del alma. Es importante tener en mente este contexto al leer 2 Pedro 1:12 al 14.

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

1 Corintios 15:12-57
12 Pero si se predica de Cristo que resucitó de los muertos, ¿cómo dicen algunos entre vosotros que no hay resurrección de muertos?13 Porque si no hay resurrección de muertos, tampoco Cristo resucitó. 14 Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. 15 Y somos hallados falsos testigos de Dios; porque hemos testificado de Dios que él resucitó a Cristo, al cual no resucitó, si en verdad los muertos no resucitan. 16 Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó; 17 y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados. 18 Entonces también los que durmieron en Cristo perecieron. 19 Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los más dignos de conmiseración de todos los hombres. 20 Mas ahora Cristo ha resucitado de los muertos; primicias de los que durmieron es hecho. 21 Porque por cuanto la muerte entró por un hombre, también por un hombre la resurrección de los muertos. 22 Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados.
Hay dos clases de incrédulos: El primero es aquel que disfruta de ser incrédulo, y busca todo material disponible para ayudarse en su incredulidad; éste, aparte de ser incrédulo, es un necio.
El segundo incrédulo es aquel que quiere creer, pero no logra creer, porque está inundado por muchas filosofías e informaciones equivocadas.
A los primeros incrédulos es difícil ayudarles, ya que el problema de ellos no está en la cabeza, sino en el corazón. A los segundos incrédulos, si hay gran posibilidad para ayudarles, ya que son personas honestas, que simplemente están confundidas o están muy mal informadas.
En los tiempos de Pablo había tres colegios de filosofía fuera de la iglesia cristiana, que no creían en la resurrección y que enseñaban en contra de la resurrección de los muertos. Estaban los Epicúreos, estaban los Estoicos y estaba la escuela de los discípulos de Platón. En una de estas tres filosofías, estaban incluidas todas las personas de ese tiempo, y los únicos que creían y predicaban la resurrección de los muertos, era la nueva, joven y naciente iglesia de los cristianos.
Los epicúreos era la escuela de los materialistas; este grupo se llamaba epicúreos en el mundo pagano, pero en el mundo judío era conocidos como los Saduceos.
Los saduceos o epicúreos creían que el hombre dejaba de existir en su totalidad en la muerte. Para ellos el hombre tenía sólo una vida. Para ellos una vez, esta vida terminaba, hasta allí llegaba todo y para siempre. Para ellos cualquier otra idea era simple y sencillamente el producto de la vanidad del hombre, en su insaciable deseo de alcanzar la eternidad. Los saduceos o epicúreos era acérrimos enemigos de la resurrección.
Los estoicos era los más prominentes de todos; ellos creían que Dios se manifiesta en todas las cosas existentes; por ejemplo, en la naturaleza, en las estrellas, en los animales y en el humano. Esto en esencia es “panteísmo”. Para ellos, la naturaleza era una extensión de Dios, la naturaleza era Dios. Por lo tanto ellos creían que una persona cuando moría, era absorbida nuevamente por Dios, quien la creó, y hasta allí dejaba de existir como persona humana. Luego se reencarnaba en cualquier forma de naturaleza, y todo era de acuerdo con su vida anterior. Si la vida anterior había sido un desastre, su reencarnación podía ser en un gusano; pero si su vida había sido excelente, su reencarnación podría darse en un hermoso animal, o en cualquier forma o ser de la naturaleza. Esta es la base del budismo y del shintoísmo.
La tercera escuela era la de Platón:  sus seguidores creían en la inmortalidad del alma, pero trataban la materia o el cuerpo, como la causa de todo el mal en la Tierra. Ellos creían que el cuerpo era una barrera entre el alma y la santidad. Por lo tanto, aunque creían en la inmortalidad, no la concebían, a menos que hubiera una total separación entre el alma y el cuerpo corrupto.
En pocas palabras ninguno de los tres grupos creía en la resurrección. Toda persona que vivía en el tiempo de los apóstoles, abrazaba, creía o simpatizaba con cualquiera de esos tres grupos y su manera de pensar acerca de la muerte y la resurrección.
Cuando el cristianismo comenzó a enseñar que Jesucristo había resucitado de los muertos, y que existía la doctrina de la RESURRECCIÓN, esto se convertió en un verdadero obstáculo para que el mundo pagano lograra aceptar y abrazar el cristianismo.
La resurrección era un tema muy repugnante para los judíos y era inaceptable para el gentil. El tema de la resurrección ha mantenido fuera del cristianismo a millones de personas durante muchos siglos. Hubo muchas sectas, especialmente en el mundo de los gnósticos, que estuvieron dispuestos a aceptar la doctrina de la vida eterna en Cristo Jesús, con sólo que no se les exigiera aceptar la doctrina de la resurrección del cuerpo.
Nuestra religión no está basada en opiniones, sino que se basa en realidades y hechos. Nuestros puntos de vista, en verdad, no importan mucho; lo que importa son los hechos que la Biblia tiene registrados.
Cuando un incrédulo niega los hechos de la Biblia, en verdad casi no le ponemos atención, pero cuando uno de nuestros mismos hermanos niega alguna doctrina bíblica, entonces el asunto cambia. Eso era lo que acontecía con Pablo: en la propia iglesia había hermanos que negaban o no creían en la resurrección de los muertos.
12Ahora bien, si se predica que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de ustedes que no hay resurrección? 13Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. 14Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes. 15Aún más, resultaríamos falsos testigos de Dios por haber testificado que Dios resucitó a Cristo, lo cual no habría sucedido, si en verdad los muertos no resucitan. 16Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo ha resucitado. 17Y si Cristo no ha resucitado, la fe de ustedes es ilusoria y todavía están en sus pecados. 18En este caso, también están perdidos los que murieron en Cristo.  (Nueva Versión Internacional)
12La buena noticia que anunciamos es que Dios resucitó a Cristo. Pero entonces, ¿cómo es que algunos de ustedes dicen que los muertos no resucitan? 13Porque, si los muertos no resucitan, entonces Cristo tampoco resucitó. 14Y si Cristo no resucitó, esta buena noticia que anunciamos no sirve para nada, y de nada sirve tampoco que ustedes crean en Cristo. 15Si fuera cierto que los muertos no resucitan, nosotros estaríamos diciendo una mentira acerca de Dios, pues afirmamos que él resucitó a Cristo. 16Si en realidad los muertos no resucitan, entonces tampoco Cristo resucitó. 17Y si Cristo no resucitó, de nada sirve que ustedes crean en él, pues sus pecados aún no habrán sido perdonados. 18Y los que antes creyeron en Cristo y murieron, están totalmente perdidos. (Traducción en Lenguaje Actual – TLA)
Si no hay resurrección, entonces ¿para qué es el evangelio? Si no hay resurrección ¿para qué necesitamos la fe? Si no hay resurrección ¿para qué necesitamos luchar espiritualmente?
Lo que Pablo está diciendo es que si no hay resurrección de los muertos, entonces Cristo no pudo haber resucitado.
Para la gente que no cree en la resurrección, Cristo aún está muerto.
Entonces el informe que dieron los soldados romanos que fueron sobornados, quienes dijeron que Cristo no había resucitado, era verdadero. Entonces el sanedrín triunfó, el Cristianismos perdió, y lo que nosotros estamos haciendo es predicando una mentira y adorando a un cadáver.
Han pasado alrededor de 2,000 años desde que comenzó una nueva creencia, una nueva doctrina y una nueva religión en este mundo. En sus inicios eran sólo 12 personas que lograron presenciar, testificar y predicar a un Dios resucitado. Ahora somos más de 1,250 millones de personas las que creemos en la resurrección. La idea que era una repugnancia y una ridiculez hace 2,000 años, ahora es la idea más grande, más sublime, más llena de esperanza, y más gozosa que puede existir en todo el mundo.
 
Lo que predicamos es verdad: Cristo murió, pero también resucitó de los muertos. Cristo está con vida, la muerte fue vencida y el Vencedor se llevó con él las llaves de la muerte y del sepulcro. Pronto volverá y con esa llave abrirá las tumbas y vencerá la muerte de quienes bajaron al descanso con la gloriosa fe de la resurrección.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La resurrección de Jesús fue una muestra de la resurrección final de todos los que duermen con él. El cuerpo resucitado del Salvador, su semblante, el acento de su voz, eran familiares a sus seguidores. De la misma manera se levantarán los que duermen en Jesús. Conoceremos a nuestros amigos del mismo modo como los discípulos conocieron a Jesús. Pueden haber estado deformados, enfermos o desfigurados en esta vida mortal; no obstante en su cuerpo resucitado y glorificado se conservará perfectamente su identidad individual y reconoceremos, en el rostro radiante con la luz reflejada del rostro de Jesús, los rasgos de los que amamos.

En ocasión de la resurrección de Cristo, unas pocas tumbas fueron abiertas; pero en su segunda venida, todos los preciosos muertos oirán su voz y surgirán a una vida gloriosa e inmortal. El mismo poder que resucitó a Cristo de los muertos resucitará a su iglesia y la glorificará con él, por encima de todos los principados y potestades, por encima de todo nombre que se nombra, no solamente en este mundo, sino también en el mundo venidero…

En ningún pasaje de las Santas Escrituras se encuentra la declaración de que los justos reciban su recompensa y los malos su castigo en el momento de la muerte. Los patriarcas y los profetas no dejaron tal seguridad. Ni Cristo ni sus discípulos dejaron insinuación alguna al respecto. La Biblia enseña a las claras que los muertos no van inmediatamente al cielo. Se los representa como si estuvieran durmiendo hasta el día de la resurrección. El día mismo en que se corta el cordón de plata y se quiebra el tazón de oro, perecen los pensamientos de los hombres. Los que bajan a la tumba permanecen en el silencio. Nada saben de lo que se hace bajo el sol. ¡Descanso bendito para los exhaustos justos! Largo o corto el tiempo, no les parecerá más que un momento. Duermen hasta que la trompeta de Dios los despierte para entrar en una gloriosa inmortalidad. ‘Porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles… Porque es necesario que este cuerpo corruptible se revista de incorrupción, y que este cuerpo mortal se haya revestido de inmortalidad, entonces será verificado el dicho que está escrito: ¡Tragada ha sido la muerte victoriosamente!’ En el momento en que sean despertados de su profundo sueño, reanudarán el curso de sus pensamientos interrumpidos por la muerte. La última sensación fue la angustia de la muerte. El último pensamiento era el de que caían bajo el poder del sepulcro. Cuando se levanten de la tumba, su primer alegre pensamiento se expresará en el hermoso grito de triunfo: ‘¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde está, oh sepulcro, tu victoria?”’ (The Faith I Live By, pp. 180, 181; parcialmente en La fe por la cual vivo, pp. 182, 183).

Durante su ministerio, Jesús levantó a los muertos dándoles vida. Resucitó al hijo de la viuda de Naín, a la hija de Jairo y a Lázaro. Pero ellos no fueron revestidos de inmortalidad. Después de haber sido resucitados, continuaron estando sometidos a la muerte. Pero los que resucitaron en ocasión de la resurrección de Cristo, fueron resucitados para vida eterna. Ellos fueron la multitud de cautivos que ascendieron con Cristo como trofeos de su victoria sobre la muerte y el sepulcro (Mensajes selectos, tomo 1, p. 358).

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Lección 9 // Jueves 25 de mayo___________________________________________________________

FE FRENTE A LA MUERTE

Lee 2 Pedro 1:12 al 15. ¿Qué quiere decir Pedro cuando sugiere que pronto ha de “abandonar el cuerpo” (“dejar mi tabernáculo” [RV 1909])?

2 Pedro 1:12-15

12 Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 13 Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; 14 sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.

Segunda de Pedro 1:12 al 14 revela la ocasión de la carta. Pedro piensa que está por morir, y la carta contiene su último mensaje o testamento. Que Pedro espera morir pronto se ve reflejado en la fraseología: “En tanto que estoy en este cuerpo […] sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo” (2 Ped. 1:13, 14). En el original griego, como reflejan algunas traducciones, dice literalmente “dejar mi tabernáculo”. Pedro compara su cuerpo con un tabernáculo (tienda, carpa), que se quitará al morir. De hecho, es tan claro que Pedro se refiere a su cuerpo cuando habla de “dejar mi tabernáculo” que la inmensa mayoría de los traductores modernos traduce estas frases utilizando la palabra “cuerpo”. Nada en el lenguaje de Pedro sugiere que cuando habla de “dejar” o “quitarse” su tabernáculo, o cuerpo, su alma sobrevivirá como una entidad separada.

Lee 2 Pedro 1:12 al 15 nuevamente. ¿Cómo parece abordar Pedro la realidad de su muerte inminente, y qué nos enseña esta actitud acerca de la fe?

Segunda de Pedro 1:12 al 15 muestra una solemnidad profunda en las palabras de Pedro. Escribe esto en el conocimiento de que su vida pronto llegará a su fin. Él lo sabe porque, tal como lo dice, “nuestro Señor Jesucristo me ha declarado”. Pero, parece no haber temor, ni preocupación, ni augurio. Su énfasis, más bien, está en el bienestar de aquellos a quienes estará dejando atrás. Pedro desea que estén firmes en la “verdad presente” y, en tanto que está vivo, los amonestará a permanecer fieles.

Podemos ver aquí la realidad y la profundidad de la experiencia de Pedro con el Señor. Sí, ha de morir pronto, y no será una muerte placentera, tampoco (ver Juan 21:18; y HAp 428, 429), pero su preocupación abnegada concierne al bienestar de los demás. Verdaderamente, Pedro era un hombre que vivía la fe que enseñaba.

¿De qué manera nuestra fe nos ayuda a lidiar con la terrible realidad de la muerte? ¿Cómo podemos aprender a aferrarnos de la maravillosa esperanza que tenemos, incluso frente a la muerte, por lo que Jesús ha hecho por nosotros?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

2 Pedro 1:12-15
12 Por esto, yo no dejaré de recordaros siempre estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. 13 Pues tengo por justo, en tanto que estoy en este cuerpo, el despertaros con amonestación; 14 sabiendo que en breve debo abandonar el cuerpo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.
Pedro no sabía  precisamente el día, el lugar, o la hora de su muerte; pero el pensamiento de la muerte no era extraño en su vida.  Hay versiones bíblicas en las que Pedro llama a su vida “el tabernáculo”. No la llama “el palacio”, no le llama “la torre fuerte”, no le llama “la casa de refugio”, sino que la llama el tabernáculo, algo movible, algo que está construido de una forma y con materiales que no duran mucho tiempo.
 
Su muerte no sería en una época lejana; su muerte no sería de una enfermedad lenta; su sol no estaba a la mitad del atardecer, ni estaba ya para ponerse; el mensajero de la muerte estaba a las puertas; el reloj estaba ya en sus últimos minutos; el poderoso roble pronto sería doblegado por la afilada hacha del leñador. Lo único que sabía Pedro era que su muerte sería muerte de mártir, se lo había declarado su Maestro de amor.
 
El apóstol, aun cerca de su muerte, tenía un sueño en su mente: deseaba afirmar a la iglesia en todas las doctrinas espirituales que de la iglesia había aprendido. Las palabras de un hombre que está  muriendo tienen un poder incomparable, son muy enfáticas y tienen más efecto en las personas que las escuchan.  Las palabras de un santo que ha descendido a la tumba son tan claras como los rayo del sol en un atardecer despejado. Las palabras de un gran maestro, en  una hora determinada de su vida, a un noble auditorio, despiertan una gran atención, que más tarde conducen a una profunda devoción.
 
 Hay maestros que son malos maestros, porque nunca fueron buenos estudiantes. Todos los maestros que no son maestros de la verdad, automáticamente se convierten en maestros del error. Pedro quería que su iglesia fuera una iglesia honesta en su manera de vivir y que también tuviera una religión verdadera.
 
 14 sabiendo que en breve debo abandonar mi tabernáculo, como nuestro Señor Jesucristo me ha declarado. 15 También yo procuraré con diligencia que después de mi partida vosotros podáis en todo momento tener memoria de estas cosas.
 
Hay muchas mentes débiles que toman el versículo 15, como que Pedro estuviera apoyando la falsa doctrina de la inmortalidad del alma, pero en realidad no es así.  El apóstol simplemente está diciendo que, después de su muerte, le gustaría seguir predicando, y para eso se está valiendo de la pluma y el papirus, para que su sermón ahora escrito, alcance a miles y a millones que vivirían muchos siglos después de su muerte.
 
Los sermones de un predicador no mueren con su muerte; suele suceder que muchos de esos sermones se anidan en el corazón de quien los escuchó, y muchas veces toman muchos años para que hagan su efecto; en algunos casos hacen su efecto a la muerte del predicador. Eso mismo pasó con Jesús, muchas de las palabras de Jesús, no tomaron sentido mientras él estaba con vida, fue hasta después de su muerte y de su partida, que la mayoría de consejos, órdenes, mandamientos, prediciones y exortaciones, llegaron a tomar sentido y a obrar efectivamente en la vida de los apóstoles.

En verdad el versículo 15 no es un texto que apoya la inmortalidad del alma. Muy por el contrario, este versículo 15 levanta una de las más grandes y poderosas protestas en contra de la falsa y errónea doctrina de la inmortalidad del alma.

Muchos personajes en este mundo también trabajaron deliberadamente y con empeño, para dejar un legado en esta vida antes de morir.  Muchos trabajaron de día y de noche para establecer una reputación, para establecer un negocio o una firma mercantil. Otros han trabajado fuertemente para dejar una fortuna a sus descendientes; pero en el caso de Pedro, él tiene uno de los más sublimes pensamientos que un humano puede tener estando en vida: seguir predicando aún después de su muerte. Pedro lo consiguió, gracias a sus escritos. De la vida de Pedro, de sus sermones, de sus consejos y de sus epístolas se predica, se enseña y se estudia, prácticamente todos los días de la semana, casi en toda la ancha faz del mundo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Pedro, judío y extranjero, fue condenado a ser azotado y crucificado. Mientras esperaba su temible muerte, el apóstol recordó su gran pecado al negar a Jesús en la hora de su prueba, y su único pensamiento era que no era digno del inmenso honor de morir tal como murió su Maestro. Se había arrepentido sinceramente de su pecado, y Cristo se lo había perdonado, lo que queda de manifiesto por la importante comisión que le dio de alimentar a las ovejas y los corderos del rebaño. Pero él mismo nunca se pudo perdonar. Ni siquiera el pensamiento de las agonías de la última terrible escena podían aminorar la amargura de su pesar y su arrepentimiento. Como un último favor solicitó a sus verdugos que lo clavaran en la cruz cabeza abajo. Se le concedió lo que pedía y así murió el gran apóstol Pedro (La historia de la redención, p. 331).

La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos discípulos. La promesa que hizo el Salvador al despedirse en el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el porvenir para sus discípulos al llenar sus corazones de una alegría y una esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, “el aparecimiento en gloria del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo” era la “esperanza bienaventurada”. Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección, que había de verificarse cuando viniese el Señor. Entonces los que hubiesen muerto en Cristo resucitarían, y juntamente con los vivos serían arrebatados para recibir a Cristo en el aire. “Y así —dijo— estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras” (1 Tesalonicenses 4:16-18).

En la peñascosa isla de Patmos, el discípulo amado oyó la promesa: “Ciertamente, vengo en breve”. Y su anhelante respuesta expresa la oración que la iglesia exhaló durante toda su peregrinación: “¡Ven, Señor Jesús!” (Apocalipsis 22:20) (El conflicto de los siglos, p. 304).

Puede ser áspero el camino, y la cuesta empinada; tal vez haya trampas a la derecha y a la izquierda; quizá tengamos que sufrir penosos trabajos en nuestro viaje; puede ser que cuando estemos cansados y anhelemos descanso, tengamos que seguir avanzando; que cuando nos consuma la debilidad, tengamos que luchar; o que cuando estemos desalentados, debamos esperar aún; pero con Cristo como guía, no dejaremos de llegar al final anhelado puerto de reposo. Cristo mismo recorrió la vía áspera antes que nosotros y allanó el camino para nuestros pies.

A lo largo del áspero camino que conduce a la vida eterna hay también manantiales de gozo para refrescar a los fatigados. Los que andan en las sendas de la sabiduría se regocijan en gran manera, aun en la tribulación; porque Aquel a quien ama su alma marcha invisible a su lado. A cada paso hacia arriba disciernen con más claridad el toque de su mano; vividos fulgores de la gloria del Invisible alumbran su senda; y sus himnos de loor, entonados en una nota aún más alta, se elevan para unirse con los cánticos de los ángeles delante del trono. “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4:18) (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 118, 119).

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Viernes 26 de mayo // Lección 9__________________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Como vimos, Pedro sabía que pronto había de morir. Y sabía, desde hacía mucho tiempo, de qué manera había de morir. Eso es porque Jesús mismo le había dicho: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras” (Juan 21:18).

¿Cómo fue su final?

“A Pedro, por ser judío y extranjero, lo condenaron a recibir azotes y a ser crucificado después. En perspectivas de esa espantosa muerte, el apóstol recordó su gravísimo pecado de negar a Jesús en la hora de su prueba. Aunque una vez se había mostrado tan poco dispuesto a reconocer la Cruz, tenía ahora por gozo dar su vida por el evangelio, sintiendo tan solo que sería demasiada honra para él morir como había muerto el Señor a quien había negado. Pedro se había arrepentido sinceramente de su pecado, y Cristo lo había perdonado, según lo comprueba el altísimo encargo de apacentar a las ovejas y los corderos del rebaño. Pero Pedro no podía perdonarse a sí mismo. Ni aun el pensamiento de las agonías de la muerte que lo aguardaba era capaz de mitigar la amargura de su aflicción y arrepentimiento. Como último favor, suplicó a sus verdugos que lo crucificaran cabeza abajo. La súplica fue otorgada, y de esa manera murió el gran apóstol Pedro” (HAp 429). Y, aun con este futuro por delante, la preocupación de Pedro era por el bienestar espiritual del rebaño.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR

  1. A la luz de todo lo que ha escrito Pedro, y los demás escritores de la Biblia también, acerca de la necesidad de los cristianos de vivir vidas piadosas, ¿por qué tantos de nosotros fallamos en “ser quienes somos” en Jesús?
  2. En clase, repasen la lista presentada en 2 Pedro 1:5 al 7. Hablen acerca de cada ítem y pregúntense: ¿Cómo podemos manifestar mejor estas virtudes nosotros mismos, y cómo podemos ayudar a otros que anhelan hacer lo mismo?
  3. Considerando lo que sabemos acerca de Pedro, tal como se revela en los evangelios, lo que escribe en sus epístolas muestra poderosamente la gran obra que Cristo hizo en él, aun a pesar de sus fracasos anteriores. ¿Qué esperanza y consuelo podemos obtener para nosotros mismos de su ejemplo?
  4. En 2 Pedro 1:12, Pedro escribió acerca de “la verdad presente”. ¿Qué era “verdad presente” en la época de Pedro, y qué es “verdad presente” en la nuestra?
  5. Alguien escribió: “Tan ciertamente como los muertos están más allá de la muerte, la muerte es lo que llevan consigo los vivos”. ¿De qué manera deberíamos nosotros, como cristianos, “llevar” la muerte?

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Escrito por: Tony García.

Gramática revisada por:
El Pastor Noel Ruiloba y Nory Ester Garcia-Marenko

Este documento es una cortesía de 7day Media Group.
“One World – One Dream”
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http://www.escuelasabaticamaestros.com
Madrid, España 2017

7 pensamientos en “LECCIÓN 9 – SER QUIEN UNO ES – PARA EL 27 DE MAYO DE 2017

  1. Buenos dias, Dios les cuide. aradecida en ran manera por estoas lecciones de la Escuela Sabatica. Hnos yo vivo en Aroa, estado Yaracuy Venezuela. Por favor Necesito noticias del hermano Daniel arcia hermano suyo hermanoTony . Por favor diale q me llame. , como esta El, donde esta y como esta de salud. espero su respuesta en el nombre del Señor. racias.

    • Estimada hermana Celina, no le podemos ayudar en ésta ocasion, ya que desconocemos quien es el hermano Daniel García. El hermano Daniel es un hermano en Cristo mio, pero no lo es carnal, por lo tanto no sabemos de él, nuestro pais de residencia no es Venezuela. Lo sentimos que no le podemos ayudar, pero si pedimos por éste medio al hermano Daniel que se comunique con usted.
      Un abrazo a la distancia en Cristo.

      Tony García

  2. Muy buenas la lección,es excelente el mensaje central. Muchas bendiciones. Un abrazo.

  3. Dios los bendiga por todas estas enseńansas maravillosas que nos ayudan a entender mejor la palabra de Dios me gusta mucho todas las semana hago mi estudio guiada por sus enseñansas y comentarios

  4. Agradezco vuestro trabajo,y pido a Dios os proteja y bendiga todo lo que por nosotros haceis.muchas gracias.

  5. Que magnifica explicacion de la leccion se desbordo en la ampliacion de la misma. Que el SENOR los bendiga en todo sentido.

  6. Mil gracias y mil bendiciones desde Bogotá Colombia. Ha sido de gran bendición todas sus enseñanzas.

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