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«El ángel de Jehová salva a Agar y su hijo» por Maffeo Verona (1576-1618) Italia
Los pensamientos pertenecientes a la GUÍA DE ESTUDIO DE LA BIBLIA – EDICIÓN PARA MAESTROS de la Escuela Sabática no representan la postura oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día local, regional ni mundial. Más bien, es el trabajo, esfuerzo y pensamiento de un hermano laico de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, cuyo principal objetivo es proveer información adicional para quien estudia la lección de Escuela Sabática. Provee una ayuda extra para el maestro, a fin de entenderla mejor, y explicar de una manera más clara y nutrida la lección de Escuela Sabática. Tratamos de no presentar temas controversiales, ni polémicos y evitamos las ideas que promueven el fanatismo y el extremismo en nuestra iglesia. Si nuestro comentario no es de ayuda o de agrado para usted, se le pide que, por favor, lo descarte. Cualquier comentario, pregunta o sugerencia, por favor escriba a elhermanotony@gmail.com
Letra Negra: Lección de Escuela Sabática
Letra Ocre: Lección de Escuela Sabática
Letra Roja: La Biblia
Letra Café: Nuestro comentario
Letra Azul: Espíritu de profecía
Lección 10: Para el 2 de septiembre de 2017
LOS DOS PACTOS
Sábado 26 de agosto_________________________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Gálatas 4:21-31; Génesis 1:28; 2:2, 3; 3:15; 15:1-6; Éxodo 6:2-8; 19:3-6.
PARA MEMORIZAR:
“Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre” (Gál. 4:26).
LOS CRISTIANOS QUE RECHAZAN la autoridad del Antiguo Testamento a menudo consideran que la entrega de la Ley en el Sinaí es inconsistente con el evangelio. Concluyen que el pacto dado en el Sinaí representa una era, una dispensación, de la historia de la humanidad en la que la salvación se basaba en la obediencia a la Ley. Pero, debido a que el pueblo fracasó en vivir según las demandas de la Ley, Dios (dicen ellos) puso en rigor un nuevo pacto, un pacto de gracia por medio de los méritos de Jesucristo. Esta, entonces, es su comprensión de los dos Pactos: el antiguo, basado en la Ley; y el nuevo, basado en la gracia.
Por más que esta visión sea común, está equivocada. La salvación nunca fue por la obediencia a la Ley; el judaísmo bíblico, desde sus inicios, siempre fue una religión de la gracia. El legalismo que Pablo estaba confrontando en Galacia era una perversión, no solamente del cristianismo sino también del Antiguo Testamento mismo. Los dos Pactos no son una cuestión de tiempo, sino que reflejan las actitudes humanas. Representan dos diferentes formas de intentar relacionarse con Dios, que se remontan a Caín y Abel. El antiguo Pacto representa a aquellos que, como Caín, erróneamente dependen de su propia obediencia como medio de agradar a Dios; en contraste, el nuevo Pacto representa la experiencia de aquellos que, como Abel, dependen completamente de la gracia de Dios para hacer todo lo que él ha prometido.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El espíritu de servidumbre se engendra cuando se procura vivir de acuerdo con una religión legal, mediante esfuerzos para cumplir las demandas de la ley por nuestra propia fuerza. Solo hay esperanza para nosotros cuando nos ponemos bajo el pacto hecho con Abraham, que es el pacto de gracia por la fe en Cristo Jesús. El evangelio predicado a Abraham, por medio del cual tuvo esperanza, es el mismo evangelio que nos es predicado a nosotros hoy, mediante el cual tenemos esperanza. Abraham contempló a Jesús, quien es también el Autor y Consumador de nuestra fe (Comentarios de Elena G. de White, en Comentario bíblico adventista, t. 6, p. 1077).
El Antiguo y el Nuevo Testamento son inseparables pues ambos son las enseñanzas de Cristo. La doctrina de los judíos, que solo aceptan el Antiguo Testamento, no es para salvación, pues rechazan al Salvador cuya vida y ministerio eran un cumplimiento de la ley y las profecías. Y la doctrina de los que descartan el Antiguo Testamento no es para salvación porque rechaza lo que es el testimonio directo de Cristo. Los escépticos comienzan menospreciando al Antiguo Testamento, y no se necesita sino un paso más para negar la validez del Nuevo Testamento, y ambos son rechazados (Comentarios de Elena G. de White, en Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 1069).
Miles están cometiendo el mismo error que los fariseos a quienes Cristo reprendió en el festín de Mateo. Antes que renunciar a alguna idea que les es cara, o descartar algún ídolo de su opinión, muchos rechazan la verdad que desciende del Padre de las luces. Confían en sí mismos y dependen de su propia sabiduría, y no comprenden su pobreza espiritual. Insisten en ser salvos de alguna manera por la cual puedan realizar alguna obra importante. Cuando ven que no pueden entretejer el yo en esa obra, rechazan la salvación provista.
Una religión legal no puede nunca conducir las almas a Cristo, porque es una religión sin amor y sin Cristo. El ayuno o la oración motivada por un espíritu de justificación propia, es abominación a Dios… Nuestras propias obras no pueden nunca comprar la salvación (El Deseado de todas las gentes, p. 246).
[Después de la muerte de Abel] Adán tuvo otro hijo que debía ser el heredero de la promesa divina, el heredero de la primogenitura espiritual. El nombre dado a este hijo, Set, significa “señalado” o “compensación”… Set aventajaba en estatura a Caín y Abel, y se parecía a su padre Adán más que sus otros hermanos. Tenía un carácter digno, y seguía las huellas de Abel. Sin embargo, no había heredado más bondad natural que Caín… En tanto que Adán había sido creado sin pecado, a la semejanza de Dios, Set, así como Caín, heredó la naturaleza caída de sus padres. Pero recibió también el conocimiento del Redentor, e instrucción acerca de la justicia. Mediante la gracia divina sirvió y honró a Dios; y trabajó, como Abel lo hubiera hecho, de haber vivido, por cambiar las mentes pecaminosas de los hombres y encauzarlas a reverenciar y obedecer a su Creador (Patriarcas y profetas, p. 66).
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Domingo 27 de agosto // Lección 10_________________________________________________
LOS FUNDAMENTOS DEL PACTO
Muchos consideran que la interpretación que Pablo hace de la historia de Israel en Gálatas 4:21 al 31 es el pasaje más difícil de su epístola. Eso se debe a que es un argumento sumamente complejo que requiere un conocimiento amplio de las personas y los acontecimientos del Antiguo Testamento. El primer paso para entender este pasaje es tener una comprensión básica de un concepto del Antiguo Testamento que es crucial en el argumento de Pablo: el Pacto.
La palabra hebrea traducida como “pacto” es berit. Aparece casi novecientas veces en el Antiguo Testamento y se refiere a un contrato vinculante, un acuerdo o tratado. Durante miles de años, los pactos han jugado un papel integral en la definición de las relaciones entre personas y naciones en todo el Cercano Oriente. Los pactos a menudo involucraban el sacrificio de animales como parte del proceso de hacer (literalmente, “cortar”) un pacto. Degollar animales simbolizaba lo que ocurriría con la parte que fallara en guardar las promesas y las obligaciones pactadas.
“Desde Adán hasta Jesús, Dios se relacionó con la humanidad por medio de una serie de promesas de pacto que se centraban en un Redentor venidero y que culminaban en el pacto davídico (Gén. 12:2, 3; 2 Sam. 7:12-17; Isa. 11). Dios le prometió a Israel, cuando estaba en el cautiverio babilónico, un ‘nuevo pacto’ más efectivo (Jer. 31:31-34) en conexión con la venida del Mesías davídico (Eze. 36:26-28; 37:22-28)”.–Hans K. LaRondelle, Our Creator Redeemer, p. 4.
¿Cuál era la base del pacto original de Dios con Adán en el Jardín del Edén antes del pecado? Génesis 1:28; 2:2, 3, 15-17.
Génesis 1:28
28 Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Génesis 2:2-3
2 Y acabó Dios en el día séptimo la obra que hizo; y reposó el día séptimo de toda la obra que hizo. 3 Y bendijo Dios al día séptimo, y lo santificó, porque en él reposó de toda la obra que había hecho en la creación.
Génesis 15:17
17 Y sucedió que puesto el sol, y ya oscurecido, se veía un horno humeando, y una antorcha de fuego que pasaba por entre los animales divididos.
Aunque el matrimonio, el trabajo físico y el sábado eran parte de las cláusulas generales del pacto de la Creación, el punto central era el mandato de Dios de no comer del fruto prohibido. La naturaleza básica del Pacto era: “¡Obedece, y vivirás!” Con una naturaleza creada en armonía con Dios, el Señor no requería lo imposible. La obediencia era la inclinación natural de la humanidad; sin embargo, Adán y Eva escogieron hacer lo que no era natural y, con ese acto, no solamente quebrantaron el pacto de la Creación, sino también hicieron que sus cláusulas fuesen imposibles para los seres humanos ahora corrompidos por el pecado. Dios mismo restauraría la relación que Adán y Eva habían perdido. Hizo esto al establecer un pacto de gracia, basado en la promesa eterna de un Salvador (Gén. 3:15).
Lee Génesis 3:15, la primera promesa del evangelio en la Biblia. ¿En qué parte de ese versículo ves una vislumbre de la esperanza que tenemos en Cristo?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Así como la Biblia presenta dos leyes, una inmutable y eterna, la otra provisional y temporaria, así también hay dos pactos. El pacto de la gracia se estableció primeramente con el hombre en el Edén, cuando después de la caída se dio la promesa divina de que la simiente de la mujer heriría a la serpiente en la cabeza. Este pacto puso al alcance de todos los hombres el perdón y la ayuda de la gracia de Dios para obedecer en lo futuro mediante la fe en Cristo. También les prometía la vida eterna si eran fieles a la ley de Dios. Así recibieron los patriarcas la esperanza de la salvación (Patriarcas y profetas, p. 386).
Cristo no disminuye las exigencias de la ley. En un lenguaje inconfundible, presenta la obediencia a ella como la condición de la vida eterna: la misma condición que se requería de Adán antes de su caída. El Señor no espera menos del alma ahora que lo que esperó del hombre en el paraíso: perfecta obediencia, justicia inmaculada. El requisito que se ha de llenar bajo el pacto de la gracia es tan amplio como el que se exigía en el Edén: la armonía con la ley de Dios, que es santa, justa y buena (Palabras de vida del gran Maestro, p. 322).
Las bendiciones del nuevo pacto están basadas únicamente en la misericordia para perdonar iniquidades y pecados. El Señor especifica: Haré así y así con todos los que se vuelven a mí abandonando el mal y escogiendo el bien. “Seré propicio a sus injusticias, y nunca más me acordaré de sus pecados y de sus iniquidades”. Todos los que humillan su corazón confesando sus pecados, hallarán misericordia, gracia y seguridad. Al mostrar misericordia al pecador, ¿ha cesado Dios de ser justo? ¿Ha deshonrado su santa ley, y de aquí en adelante pasará por alto la violación de ella? Dios es constante. No cambia. Las condiciones de la salvación son siempre las mismas. Vida, vida eterna para todos los que quieran obedecer la ley de Dios…
Las condiciones por las cuales puede ganarse la vida eterna bajo el nuevo pacto, son las mismas que había bajo el antiguo pacto: perfecta obediencia. Bajo el antiguo pacto había muchas culpas de carácter atrevido e insolente para las cuales no había una expiación especificada por la ley, si lo reciben por fe como Salvador personal. “A todos los que le recibieron… les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”. Misericordia y perdón son la recompensa de todos los que vienen a Cristo confiando en los méritos de él para que quite sus pecados. En el mejor pacto somos limpiados del pecado por la sangre de Cristo (Comentario de Elena G. de White, en Comentario bíblico adventista, t 7, p. 943).
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Lección 10 // Lunes 28 de agosto_____________________________________________________
EL PACTO CON ABRAHAM
¿Qué promesas de pacto le hizo Dios a Abram en Génesis 12:1 al 5? ¿Cuál fue la respuesta de Abram?
Génesis 12:1-5
1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. 2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. 4 Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. 5 Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron.
Las promesas iniciales de Dios a Abram conforman uno de los pasajes más poderosos del Antiguo Testamento. Estos versículos están llenos de la gracia de Dios. Es Dios, no Abram, el que hace las promesas. Abram no había hecho nada para ganarse o merecer el favor de Dios, ni tampoco hay ninguna indicación que sugiera que Dios y Abram de alguna manera hayan obrado juntos para crear este pacto. Dios hace todas las promesas. En contraste, Abram es llamado a tener fe en la certeza de la promesa de Dios, no una “fe” endeble, sino una fe que se manifiesta cuando él deja a su familia extendida (¡a los 75 años!) y se marcha a la tierra que Dios le prometió.
“Con la ‘bendición’ pronunciada sobre Abraham, y por medio de él a todos los seres humanos, el Creador renovó su propósito redentor. Había ‘bendecido’ a Adán y a Eva en el paraíso (Gén. 1:28; 5:2) y luego ‘bendijo Dios a Noé y a sus hijos’ después del diluvio (9:1). De este modo, Dios clarificó su promesa anterior de un Redentor que redimiría a toda la humanidad, destruiría el mal y restauraría el Paraíso (Gén. 3:15). Dios confirmó su promesa de bendecir a ‘todas las familias de la Tierra’ en su alcance universal”. –Hans K. LaRondelle, Our Creator Redeemer, pp. 22, 23.
Después de diez años de esperar que naciera el hijo prometido, ¿qué preguntas tenía Abram sobre la promesa de Dios? Génesis 15:1-6.
Génesis 15:1-6
1 Después de estas cosas vino la palabra de Jehová a Abram en visión, diciendo: No temas, Abram; yo soy tu escudo, y tu galardón será sobremanera grande. 2 Y respondió Abram: Señor Jehová, ¿qué me darás, siendo así que ando sin hijo, y el mayordomo de mi casa es ese damasceno Eliezer? 3 Dijo también Abram: Mira que no me has dado prole, y he aquí que será mi heredero un esclavo nacido en mi casa. 4 Luego vino a él palabra de Jehová, diciendo: No te heredará éste, sino un hijo tuyo será el que te heredará. 5 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. 6 Y creyó a Jehová, y le fue contado por justicia.
A menudo es fácil glorificar a Abram como el hombre de fe que nunca tuvo preguntas ni dudas. Sin embargo, la Escritura señala un cuadro diferente. Abram creyó, pero también tuvo preguntas en el camino. Su fe era una fe en crecimiento. Como el padre en Marcos 9:24, Abram básicamente le dijo a Dios, en Génesis 15:8: “Creo, ayuda mi incredulidad”. En respuesta, Dios, en su gracia, le aseguró a Abram la certeza de su promesa al hacer un pacto formal con él (Gén. 15:7-18). Lo que hace que este pacto sea tan sorprendente no es el hecho de que Dios haga un pacto con Abraham sino el grado al que estuvo dispuesto Dios a condescender con él para hacerlo. A diferencia de otros gobernantes del antiguo Cercano Oriente, que se mostraban reticentes a la idea de hacer promesas vinculantes con sus súbditos, Dios no solamente le dio su palabra a Abraham, sino también, al pasar simbólicamente entre las partes de los animales degollados, puso su propia vida como garantía. Por supuesto, en última instancia, Jesús dio su vida en el Calvario para hacer realidad su promesa.
¿Cuáles son algunas áreas en las que ahora debes avanzar por fe y creer en lo que parece imposible? ¿Cómo puedes aprender a seguir aferrándote de las promesas de Dios, pase lo que pase?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Esta lección ya fue compartida con ustedes, fue la lección 5 del corriente trimestre titulada “La fe del Antiguo Testamento”
5 Entonces el Señor llevó a Abram afuera, y le dijo: —Mira bien el cielo, y cuenta las estrellas, si es que puedes contarlas. Pues bien, así será el número de tus descendientes. 6 Abram creyó al Señor, y por eso el Señor lo aceptó como justo (Génesis 15)
El llamado de Dios a Abraham fue para levantar la verdadera religión en su vida y en el mundo.
Abraham fue llamado a salir de un medio pagano y de religiones extrañas. Abraham no salió de su tierra por pobreza, tampoco salió de su tierra por persecución, ni por amor a la aventura o a la vida migratoria, viajera; ese era un elemento peculiar de los habitantes del Medio Oriente.
Abraham salió de su tierra por obediencia a la Palabra de Dios: «1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.» Abraham salió de su tierra por la inspiración divina. Dios se le presentó como un Dios viviente y verdadero. Ahora el Dios de Sem es también el Dios de Abraham; un nuevo patriarca ha sido elegido por Dios, un patriarca que cambiará la historia en la vida de este mundo.
Cuando Dios nos llama a su religión, no es para que seamos mejores que los demás. Dios nos llama a la religión para que seamos mejores de lo que somos; la religión es relativa al individuo. Es decir, la verdadera religión actúa en la persona como individuo; la religión nunca actúa en las personas como grupo.
La paciencia de Dios con el hombre pecador es uno de los atributos más hermosos de Dios. Cuando Dios requiere que se haga un trabajo importante, Dios siempre tiene listo a un hombre que va a realizar ese trabajo especial.
En la experiencia de Abraham encontramos varias verdades fundamentales del cristianismo:
La primera verdad es que cuando Dios nos llama, el hombre no tiene otra que hacer sino obedecer; la obediencia es uno de los exámenes más altos que tiene el tema de la santidad.
La segunda verdad que encontramos es que la obediencia se fundamenta sobre la fe: sin fe es imposible obedecer.
La tercera verdad que encontramos es que el máximo atributo que el hombre puede tener es una voluntad santificada; esta voluntad santificada nos la enseñó Jesucristo en el monte de los Olivos, allí precisamente en el jardín del Getsemaní.
La cuarta verdad es que todos los cristianos somos llamados a salir y a separarnos del mundo; esto muchas veces involucra dolor, sacrificios, abandonar hábitos viejos, abandonar apetitos viejos, abandonar viejos amigos, abandonar viejas asociaciones, abandonar maneras de pensar y de accionar, todo esto es muy severo para el cristiano que está comenzando una nueva vida en Cristo Jesús.
La quinta verdad que encontramos es que la única grandeza en este mundo es Dios; ningún rey, ni noble, ni héroe puede tener más elevado título que el que Dios nos otorga cuando él nos llama sus amigos. No hay título más noble en el universo que ser llamado «amigo de Dios».
En la vida de Abraham no podemos contemplar una poderosa acción como las que hizo Elías, Eliseo o Samuel; no podemos encontrar en Abraham a un predicador o evangelista notable como lo fue Noé, Pedro o Pablo; el hijo de Taré nunca escribió una porción de la Biblia como lo hizo Moisés, David, Salomón o como lo hicieron muchos otros.
¿En qué consistía la grandeza de Abraham? La grandeza de Abraham consistía en la obediencia: usted posiblemente está pensando que la grandeza de Abraham era la fe y hasta cierto punto tiene razón. El problema es que nosotros los Adventistas del Séptimo Día somos más de 20 millones de feligreses en el mundo y, a pesar de que tenemos una firme fe en la segunda venida de Cristo, pocos de este gigantesco grupo vamos a ser salvos, porque pocos somos los que obedecemos como Dios lo espera. Creer solamente no sirve de mucho: hasta Satanás y sus demonios hacen eso. Es más, ellos creen y tiemblan, pero su destino es el mismo. La diferencia la hace el que obedece lo que ha creído y aprendido.
Por su fe y obediencia, Abraham es premiado con el surgimiento del pueblo de Israel; de su linaje salen personas ilustres: reyes, profetas y sacerdotes. De su linaje sale el rey David, y de su linaje sale el Mesías, el Salvador del mundo.
Por su fe y obediencia, el patriarca Abraham ha sido usado como el modelo clásico de un verdadero seguidor de Dios. En los púlpitos alrededor del mundo, su nombre se escucha muy a menudo; su vida de fe y obediencia fue un ejemplo y testimonio para la humanidad entera. Desde sus días hasta la actualidad, su testimonio ha tocado el alma de millones y millones de fieles por todas las edades. Abraham fue uno de los mejores misioneros que ha existido en nuestro planeta tierra.
2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Génesis 12
Esto nos enseña una gran verdad, que para ser misioneros necesitamos dos ingredientes indispensables: Fe y Obediencia. Es imposible predicar a otros y convertir a otros, si nuestras vidas carecen de fe y obediencia.
Dios llamó a Abraham por no menos de tres razones: una de ellas era para que Abraham tuviera una comunión más íntima con Dios y consigo mismo; otra razón era para que rompiera totalmente con su pasado; y también era un llamado a la soledad.
Hay una razón extremadamente importante por la cual muchos de nosotros, que somos personas buenas y honorables, nunca llegamos a ser personas de renombre y de marcada importancia en esta vida: es porque nos rehusamos a ser únicos o singulares.
Cuando se nos llama, no queremos dejar nuestro pasado, no queremos dejar nuestra manera tradicional de pensar y nuestros viejos sentimientos y, lo peor de todo es que no queremos dejar nuestros viejos pecados secretos y nuestra idolatría.
Todas las veces que escuchamos la inconfundible voz de Dios hablando a nuestras vidas, cerramos nuestros ojos, volteamos nuestro rostro, y decimos en nuestro corazón «no iré» ¿Hasta cuándo durará este comportamiento? Hasta que escuchemos otra voz solemne y tenebrosa hablándonos; cuando la muerte se nos acerca, entonces decimos «iré». Casi siempre eso ocurre cuando es demasiado tarde. Por miedo nadie se salva, somos salvados por el amor de Dios hacia nosotros y por amor a Dios.
Toda la vida de Abraham fue un entrenamiento especial para un fin especial. Los instrumentos de Dios son instrumentos escogidos. Abraham fue capaz de cumplir la voluntad y los propósitos de Dios en su vida; se le llamó «el padre de generaciones». Su carácter llegó a ser profundo y recto y fue transmitido a sus hijos y a los hijos de sus hijos por muchas generaciones. Su simiente fue una simiente especial, de la cual salió El Deseado de todas las gentes. A pesar de que caminó como un peregrino y extranjero en esta tierra, lo más importante es que caminó con Dios, «el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob»
Cierto muchacho llegó a Londres, y entró en la oficina de un gran banquero, el barón Rothschild. El joven le presentó una carta de recomendación, para ver si lograba conseguir empleo en su banco. El barón Rothschild lo recibió muy amablemente y cuando leyó la carta, muy apesadumbrado informó al muchacho que en ese preciso momento él no tenía ninguna plaza vacante. Cuando el muchacho estaba dispuesto a marcharse, el barón tomó consigo su abrigo y su sombrero y acompañó al muchacho por las calles de Londres. Mientras caminaban lentamente por las calles de Londres, el barón Rothschild con mucha paciencia se detenía y mostraba al muchacho varios lugares de la ciudad que eran de mucho interés para el público en general. Cuando llegaron al frente de un otro gran banco de la ciudad, el barón se despidió del joven con mucha cortesía y amabilidad, y entró al banco a hacer ciertos negocios. Después de unas horas, el joven entró al mismo banco donde el barón se había despedido de él, y solicitó trabajo en ese banco. En el banco le preguntaron: ¿No eras tú el joven que estaba caminando con el barón Rothschild esta mañana? -Sí- respondió él. -¡Bueno! Necesitamos un muchacho para que trabaje en nuestro banco, y ya que te vimos caminando y conversando con el barón Rothschild, creemos que esa es suficiente recomendación para nosotros- dijeron los del banco.
Aun los hombres del mundo, cuando necesitan un trabajador, un ayudante, un consejero o un socio, toman muy en cuenta con quiénes camina su prospecto…
Caminar con Dios es la mejor recomendación que podemos conseguir en esta vida.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
[El] pacto le fue renovado a Abraham en la promesa: “En tu simiente serán benditas todas las gentes de la tierra” (Génesis 22:18). Esta promesa dirigía los pensamientos hacia Cristo. Así la entendió Abraham (Véase Gálatas 3:8, 16), y confió en Cristo para obtener el perdón de sus pecados. Fue esta fe la que se le contó como justicia. El pacto con Abraham también mantuvo la autoridad de la ley de Dios. El Señor se le apareció y le dijo: “Yo soy el Dios Todopoderoso; anda delante de mí, y sé perfecto”. El testimonio de Dios respecto a su siervo fiel fue: “Oyó Abraham mi voz, y guardó mi precepto, mis mandamientos, mis estatutos y mis leyes,” y el Señor le declaró: “Estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu simiente después de ti en sus generaciones, por alianza perpetua, para serte a ti por Dios, y a tu simiente después de ti” (Génesis 17:1, 7; 26:5).
Aunque este pacto fue hecho con Adán, y más tarde se le renovó a Abraham, no pudo ratificarse sino hasta la muerte de Cristo. Existió en virtud de la promesa de Dios desde que se indicó por primera vez la posibilidad de redención. Fue aceptado por fe: no obstante, cuando Cristo lo ratificó fue llamado el pacto nuevo. La ley de Dios fue la base de este pacto, que era sencillamente un arreglo para restituir al hombre a la armonía con la voluntad divina, colocándolo en situación de poder obedecer la ley de Dios (Patriarcas y profetas, p. 387).
Si Abraham y Sara hubieran esperado con fe inconmovible el cumplimiento de la promesa de que tendrían un hijo, se habrían evitado muchos sinsabores. Creían que las cosas sucederían como Dios las había prometido, pero no podían creer que Sara, a su edad, pudiera tener un hijo. Ella sugirió un plan por medio del cual creía que se podría cumplir la promesa de Dios. Suplicó al patriarca que tomara a Agar por esposa. En esto ambos manifestaron falta de fe y perfecta confianza en el poder divino. Al escuchar la voz de Sara y al tomar a Agar como esposa, Abraham no soportó la prueba de su fe en el ilimitado poder de Dios, y acarreó mucha infelicidad sobre Sara y sobre sí mismo. El Señor quería probar la firmeza de la fe y la confianza del patriarca en sus promesas (La historia de la redención, p. 79).
¿Por qué tenemos una fe tan débil?… Tenemos tan poca fe, somos tan incrédulos, que el Señor no puede hacer por nosotros lo que desea realizar. Nuestra mente alberga dudas muy tristes y difíciles de disipar…
Examinémoslas a la luz de la Palabra de Dios; luego hablemos de ellas con Jesús teniendo en la mano sus promesas, y oremos para que las quite. Digámosle al Señor: “Creo; ayuda mi incredulidad” (Marcos 9:24). No coloquemos ninguna duda en una silla confortable y cómoda. Es un huésped peligroso cuando se le permite arraigarse en la mente y contrarrestar la fe (A fin de conocerle, p. 226).
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Martes 29 de agosto // Lección 10____________________________________________________
ABRAHAM, SARA Y AGAR
¿Por qué Pablo tiene una visión tan desdeñosa del incidente con Agar? Gálatas 4:21-31; Génesis 16. ¿Qué punto crucial de la salvación está enfatizando Pablo al utilizar esta historia del Antiguo Testamento?
Gálatas 4:21-31
21 Decidme, los que queréis estar bajo la ley: ¿no habéis oído la ley? 22 Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. 23 Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa. 24 Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar. 25 Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud. 26 Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. 27 Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de la desolada, que de la que tiene marido. 28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
Génesis 16
1 Sarai mujer de Abram no le daba hijos; y ella tenía una sierva egipcia, que se llamaba Agar. 2 Dijo entonces Sarai a Abram: Ya ves que Jehová me ha hecho estéril; te ruego, pues, que te llegues a mi sierva; quizá tendré hijos de ella. Y atendió Abram al ruego de Sarai. 3 Y Sarai mujer de Abram tomó a Agar su sierva egipcia, al cabo de diez años que había habitado Abram en la tierra de Canaán, y la dio por mujer a Abram su marido. 4 Y él se llegó a Agar, la cual concibió; y cuando vio que había concebido, miraba con desprecio a su señora. 5 Entonces Sarai dijo a Abram: Mi afrenta sea sobre ti; yo te di mi sierva por mujer, y viéndose encinta, me mira con desprecio; juzgue Jehová entre tú y yo. 6 Y respondió Abram a Sarai: He aquí, tu sierva está en tu mano; haz con ella lo que bien te parezca. Y como Sarai la afligía, ella huyó de su presencia. 7 Y la halló el ángel de Jehová junto a una fuente de agua en el desierto, junto a la fuente que está en el camino de Shur. 8 Y le dijo: Agar, sierva de Sarai, ¿de dónde vienes tú, y a dónde vas? Y ella respondió: Huyo de delante de Sarai mi señora. 9 Y le dijo el ángel de Jehová: Vuélvete a tu señora, y ponte sumisa bajo su mano. 10 Le dijo también el ángel de Jehová: Multiplicaré tanto tu descendencia, que no podrá ser contada a causa de la multitud. 11 Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción. 12 Y él será hombre fiero; su mano será contra todos, y la mano de todos contra él, y delante de todos sus hermanos habitará. 13 Entonces llamó el nombre de Jehová que con ella hablaba: Tú eres Dios que ve; porque dijo: ¿No he visto también aquí al que me ve? 14 Por lo cual llamó al pozo: Pozo del Viviente-que-me-ve. He aquí está entre Cades y Bered. 15 Y Agar dio a luz un hijo a Abram, y llamó Abram el nombre del hijo que le dio Agar, Ismael. 16 Era Abram de edad de ochenta y seis años, cuando Agar dio a luz a Ismael.
El lugar de Agar en la historia del Génesis está directamente relacionado con el fracaso de Abram en creer en la promesa de Dios. Como esclava egipcia en el hogar de Abram, Agar probablemente llegó a ser posesión de Abram como uno de los muchos regalos que Faraón le dio a cambio de Sara, un acontecimiento asociado con el primer acto de incredulidad de Abram en la promesa de Dios (Gén. 12:11-16).
Después de esperar durante diez años a que naciera el hijo prometido, Abram y Saraí seguían sin hijos. Saraí llegó a la conclusión de que Dios necesitaba su ayuda y le dio a Agar a Abram como concubina. Aunque resulte extraño para nosotros hoy, el plan de Saraí era bastante ingenioso. Según las costumbres antiguas, una esclava podía servir legalmente como madre de alquiler para su ama estéril. Así, Saraí podía considerar como propio a cualquier hijo que naciera de la unión entre su esposo y Agar. Aunque el plan surtió efecto, no era el hijo prometido por Dios.
En esta historia, tenemos un poderoso ejemplo de cómo, al enfrentar circunstancias desalentadoras, aun un gran hombre de Dios tuvo un desliz en su fe. En Génesis 17:18 y 19, Abraham le suplicó a Dios que aceptara a Ismael como su heredero; el Señor, por supuesto, rechazó esa oferta. ¡El único elemento “milagroso” en el nacimiento de Ismael fue que Sara estuviera dispuesta a compartir a su esposo con otra mujer! No hubo nada fuera de lo común en el nacimiento del hijo de esta mujer, un hijo nacido “según la carne”. Si Abraham hubiera confiado en lo que Dios le había prometido, en vez de permitir que las circunstancias vencieran esa confianza, nada de esto habría sucedido, y se habría evitado mucho dolor.
En contraste con el nacimiento de Ismael, mira las circunstancias que rodearon el nacimiento de Isaac. Génesis 17:15-19; 18:10-13; Hebreos 11:11, 12. ¿Por qué estas circunstancias requirieron tanta fe por parte de Abraham y Sara?
Génesis 17:15-19
15 Dijo también Dios a Abraham: A Sarai tu mujer no la llamarás Sarai, mas Sara[a] será su nombre. 16 Y la bendeciré, y también te daré de ella hijo; sí, la bendeciré, y vendrá a ser madre de naciones; reyes de pueblos vendrán de ella. 17 Entonces Abraham se postró sobre su rostro, y se rió, y dijo en su corazón: ¿A hombre de cien años ha de nacer hijo? ¿Y Sara, ya de noventa años, ha de concebir? 18 Y dijo Abraham a Dios: Ojalá Ismael viva delante de ti. 19 Respondió Dios: Ciertamente Sara tu mujer te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él como pacto perpetuo para sus descendientes después de él.
Génesis 18:10-13
10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. 11 Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. 12 Se rió, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13 Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: ¿Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja?
Hebreos 11:11-12
11 Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había prometido. 12 Por lo cual también, de uno, y ése ya casi muerto, salieron como las estrellas del cielo en multitud, y como la arena innumerable que está a la orilla del mar.
¿En qué sentido tu falta de fe en las promesas de Dios te ha causado dolor? ¿Cómo puedes aprender de estos errores para confiar en Dios, más allá de las circunstancias? ¿Qué decisiones puedes tomar que puedan ayudarte a fortalecer tu capacidad de confiar plenamente en las promesas de Dios?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El nacimiento del hijo de Zacarías, como el del hijo de Abraham y el de María, había de enseñar una gran verdad espiritual, una verdad que somos tardos en aprender y propensos a olvidar. Por nosotros mismos somos incapaces de hacer bien; pero lo que nosotros no podemos hacer será hecho por el poder de Dios en toda alma Sumisa y creyente. Fue mediante la fe como fue dado el hijo de la promesa. Es por la fe como se engendra la vida espiritual, y somos capacitados para hacer las obras de justicia (El Deseado de todas las gentes, p. 73).
¿Quiénes entre ustedes han estado reuniendo todas las dudas e interrogantes que podían juntar y amontonar contra esta justicia de Cristo? ¿Quién ha estado haciendo esto? ¿De qué lado estás tú?
¿Has estado asimilando las preciosas verdades, punto tras punto, así como han sido presentadas? ¿O has estado pensando en seguir tus propias ideas y opiniones, y lees y juzgas la Palabra de Dios por tus opiniones y teorías? ¿O cotejarás tus ideas y teorías con la Palabra de Dios permitiendo que los oráculos vivientes te revelen dónde están las deficiencias y los defectos en tus ideas y teorías? No podemos tomar la posición de que juzgaremos la Palabra de Dios porque creímos tal y tal cosa. “¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido” (Isaías 8:20).
Si hubo alguna vez un pueblo que necesitó luz, es el que está viviendo en los días finales de la historia de esta tierra. Queremos saber qué dice la Escritura. Anhelamos allegamos a los oráculos vivientes de Dios. Queremos esa fe viva que ase el brazo del poder infinito, y deseamos confiar con todo nuestro ser en Cristo Jesús nuestra justicia. Y podemos hacerlo…
Hermanos, no hemos tenido fe. Hemos deshonrado a Dios con nuestra incredulidad demasiado tiempo (Fe y obras, pp. 65, 66).
La religión de Cristo no es una religión de mera emoción. No podéis depender de vuestros sentimientos como evidencia de la aceptación de Dios, porque los sentimientos son variables. Debéis afirmar vuestros pies en las promesas de la Palabra de Dios… y aprender a vivir por fe…
Oh, cuántos hay que andan dolientes, pecando y arrepintiéndose, siempre bajo una nube de condenación. No creen en la palabra del Señor. No creen que obrará como lo ha dicho… Usted hiere el corazón de Cristo al dudar, cuando él nos ha dado tantas evidencias de su amor al dar su vida para salvamos para que no pereciéramos, sino que tuviéramos vida eterna…
Debemos confiar; debemos educar y ejercitar nuestras almas en creer la Palabra de Dios implícitamente (In Heavenly Places, p. 126; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 128 y Mente, carácter y personalidad, t. 2, pp. 704, 705).
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Lección 10 // Miércoles 30 de agosto________________________________________________
AGAR EN EL MONTE SINAÍ
¿Qué tipo de relación de pacto deseaba establecer Dios con su pueblo en el Sinaí? ¿Qué similitudes comparte con la promesa de Dios a Abraham? Éxodo 6:2-8; 19:3-6; Deuteronomio 32:10-12.
Éxodo 6:2-8
2 Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ. 3 Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre JEHOVÁ no me di a conocer a ellos. 4 También establecí mi pacto con ellos, de darles la tierra de Canaán, la tierra en que fueron forasteros, y en la cual habitaron. 5 Asimismo yo he oído el gemido de los hijos de Israel, a quienes hacen servir los egipcios, y me he acordado de mi pacto. 6 Por tanto, dirás a los hijos de Israel: Yo soy JEHOVÁ; y yo os sacaré de debajo de las tareas pesadas de Egipto, y os libraré de su servidumbre, y os redimiré con brazo extendido, y con juicios grandes; 7 y os tomaré por mi pueblo y seré vuestro Dios; y vosotros sabréis que yo soy Jehová vuestro Dios, que os sacó de debajo de las tareas pesadas de Egipto. 8 Y os meteré en la tierra por la cual alcé mi mano jurando que la daría a Abraham, a Isaac y a Jacob; y yo os la daré por heredad. Yo JEHOVÁ.
Éxodo 19:3-6
3 Y Moisés subió a Dios; y Jehová lo llamó desde el monte, diciendo: Así dirás a la casa de Jacob, y anunciarás a los hijos de Israel: 4 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de águilas, y os he traído a mí. 5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
Deuteronomio 32:10-12
10 Le halló en tierra de desierto, Y en yermo de horrible soledad; Lo trajo alrededor, lo instruyó, Lo guardó como a la niña de su ojo. 11 Como el águila que excita su nidada, Revolotea sobre sus pollos, Extiende sus alas, los toma, Los lleva sobre sus plumas, 12 Jehová solo le guió, Y con él no hubo dios extraño.
Dios deseaba compartir, con el pueblo de Israel en el Sinaí, la misma relación de pacto que compartió con Abraham. De hecho, existen similitudes entre las palabras de Dios a Abraham en Génesis 12:1 al 3 y sus palabras a Moisés en Éxodo 19. En ambos casos, Dios enfatiza lo que hará por su pueblo. No les pide a los israelitas que prometan hacer algo para obtener sus bendiciones; más bien, deben obedecer como respuesta a esas bendiciones. En Éxodo 19:5, Dios dice: “Si diereis oído a mi voz”. Las palabras de Dios no implican justificación por obras. Al contrario, él deseaba que Israel tuviera la misma fe que caracterizó la respuesta de Abraham a sus promesas (¡por lo menos la mayor parte del tiempo!).
Si la relación de pacto que Dios le ofreció a Israel en el Sinaí es similar a la que le dio a Abraham, ¿por qué Pablo identifica el Monte Sinaí con la experiencia negativa de Agar? Éxodo 19:7-25; Hebreos 8:6, 7.
Éxodo 19:7-25
7 Entonces vino Moisés, y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso en presencia de ellos todas estas palabras que Jehová le había mandado. 8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos. Y Moisés refirió a Jehová las palabras del pueblo. 9 Entonces Jehová dijo a Moisés: He aquí, yo vengo a ti en una nube espesa, para que el pueblo oiga mientras yo hablo contigo, y también para que te crean para siempre. Y Moisés refirió las palabras del pueblo a Jehová. 10 Y Jehová dijo a Moisés: Ve al pueblo, y santifícalos hoy y mañana; y laven sus vestidos, 11 y estén preparados para el día tercero, porque al tercer día Jehová descenderá a ojos de todo el pueblo sobre el monte de Sinaí. 12 Y señalarás término al pueblo en derredor, diciendo: Guardaos, no subáis al monte, ni toquéis sus límites; cualquiera que tocare el monte, de seguro morirá. 13 No lo tocará mano, porque será apedreado o asaeteado; sea animal o sea hombre, no vivirá. Cuando suene largamente la bocina, subirán al monte. 14 Y descendió Moisés del monte al pueblo, y santificó al pueblo; y lavaron sus vestidos. 15 Y dijo al pueblo: Estad preparados para el tercer día; no toquéis mujer. 16 Aconteció que al tercer día, cuando vino la mañana, vinieron truenos y relámpagos, y espesa nube sobre el monte, y sonido de bocina muy fuerte; y se estremeció todo el pueblo que estaba en el campamento. 17 Y Moisés sacó del campamento al pueblo para recibir a Dios; y se detuvieron al pie del monte. 18 Todo el monte Sinaí humeaba, porque Jehová había descendido sobre él en fuego; y el humo subía como el humo de un horno, y todo el monte se estremecía en gran manera. 19 El sonido de la bocina iba aumentando en extremo; Moisés hablaba, y Dios le respondía con voz tronante. 20 Y descendió Jehová sobre el monte Sinaí, sobre la cumbre del monte; y llamó Jehová a Moisés a la cumbre del monte, y Moisés subió. 21 Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos. 22 Y también que se santifiquen los sacerdotes que se acercan a Jehová, para que Jehová no haga en ellos estrago. 23 Moisés dijo a Jehová: El pueblo no podrá subir al monte Sinaí, porque tú nos has mandado diciendo: Señala límites al monte, y santifícalo. 24 Y Jehová le dijo: Ve, desciende, y subirás tú, y Aarón contigo; mas los sacerdotes y el pueblo no traspasen el límite para subir a Jehová, no sea que haga en ellos estrago. 25 Entonces Moisés descendió y se lo dijo al pueblo.
Hebreos 8:6-7
6 Pero ahora tanto mejor ministerio es el suyo, cuanto es mediador de un mejor pacto, establecido sobre mejores promesas. 7 Porque si aquel primero hubiera sido sin defecto, ciertamente no se hubiera procurado lugar para el segundo.
El pacto del Sinaí tenía la intención de señalar la pecaminosidad de la humanidad y el remedio de la abundante gracia de Dios, que fue tipificada en los servicios del Santuario. El problema con el pacto del Sinaí no fue de parte de Dios sino que fueron las promesas fallidas del pueblo (Heb. 8:6). En vez de responder a las promesas de Dios con humildad y fe, los israelitas respondieron con confianza propia: “Todo lo que Jehová ha dicho, haremos” (Éxo. 19:8). Después de vivir como esclavos en Egipto durante más de cuatrocientos años, no tenían un concepto verdadero de la majestad de Dios ni de la magnitud de su propia pecaminosidad. De la misma manera en que Abraham y Sara intentaron ayudar a Dios a cumplir sus promesas, los israelitas buscaron transformar el Pacto de gracia de Dios en un pacto de obras. Agar simboliza el Sinaí, en que ambos revelan intentos humanos de obtener la salvación por obras.
Pablo no está afirmando que la ley dada en Sinaí era mala o que fue abolida. Está preocupado por la comprensión legalista errada de la Ley por parte de los gálatas. “En vez de servir para convencerlos de la absoluta imposibilidad de complacer a Dios por medio de la obediencia a la Ley, la Ley fomentó en ellos una determinación profundamente arraigada de depender de recursos personales para complacer a Dios. Así, la Ley no sirvió a los propósitos de la gracia de llevar a los judaizantes a Cristo. Más bien, les cerró el paso a Cristo”.–O. Palmer Robertson, The Christ of the Covenants, p. 181.
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
La explicación del folleto y el comentario del espíritu de profecía, nos hacen la lección de este día muy comprensible.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dios había llamado a Abraham para que fuese el padre de los fieles, y su vida había de servir como ejemplo de fe para las generaciones futuras. Pero su fe no había sido perfecta. Había manifestado desconfianza para con Dios al ocultar el hecho de que Sara era su esposa, y también al casarse con Agar.
Para que pudiera alcanzar la norma más alta, Dios le sometió a otra prueba, la mayor que se haya impuesto jamás a hombre alguno. En una visión nocturna se le ordenó ir a la tierra de Moria para ofrecer allí a su hijo en holocausto en un monte que se le indicaría (Patriarcas y profetas, p. 143).
Lo que más necesitamos es fe en Dios. Cuando miramos el lado oscuro de las cosas, perdemos nuestro punto de apoyo en el Señor Dios de Israel. Cuando abrimos nuestros corazones al temor, la senda del progreso queda obstruida por la incredulidad. No abriguemos nunca el sentimiento de que Dios ha abandonado su obra.
No habrá que hablar tanto sin fe… Si cultiváis la fe, si os ponéis en relaciones normales con Dios, y por oraciones fervientes os identificáis con vuestro deber, seréis usados por el Espíritu Santo. Los numerosos problemas que hoy parecen sin solución, podréis resolverlos por vuestra propia cuenta confiando de continuo en Dios. No es necesario que estéis en dolorosa incertidumbre, pues vivís bajo la dirección del Espíritu Santo. Podéis andar y trabajar con confianza.
Debemos tener menos fe en lo que podemos hacer, y más fe en lo que el Señor puede hacer por nosotros, si queremos tener manos limpias y corazones puros (Testimonios para la iglesia, t. 7, pp. 202).
Vez tras vez Dios se manifestó a [sus hijos]… Pero ahora, cuando las dificultades asomaban delante de ellos, se rebelaron, desconfiaron de Dios y se quejaron de que Moisés los hubiera sacado a ellos y a sus hijos de Egipto solo para que muriesen de sed en el desierto…
Hoy muchos piensan que cuando comienzan su vida cristiana se encontrarán libres de toda necesidad y de toda dificultad. Pero todo aquel que toma su cruz y sigue a Cristo tiene un Refidim en su camino. La vida no está toda hecha de verdes prados ni de aguas de reposo. El desaliento nos alcanza; llegan las privaciones; se producen incidentes que nos ponen en dificultad… Acusados por la conciencia razonamos que si hubiéramos caminado con Dios nunca hubiésemos sufrido de este modo…
Desde antaño el Señor condujo a su pueblo a Refidim, y puede escoger conducimos a nosotros allí con el propósito de probar nuestra fidelidad y lealtad hacia él. En su misericordia, él no siempre nos coloca en los lugares más fáciles; pues si lo hiciera, por nuestra autosuficiencia olvidaríamos que el Señor es nuestro ayudador en tiempo de necesidad… El permite los desengaños y las pruebas para que percibamos nuestra impotencia y aprendamos a pedir ayuda al Señor, como un niño que cuando está hambriento y sediento se dirige a su padre terrenal (Reflejemos a Jesús, p. 345).
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Jueves 31 de agosto // Lección 10____________________________________________________
ISMAEL E ISAAC HOY
El breve esbozo que hace Pablo de la historia de Israel tenía la intención de contrarrestar los argumentos de sus oponentes, que afirmaban que eran los verdaderos descendientes de Abraham y que Jerusalén (el centro del cristianismo judío y de la Ley) era su madre. Los gentiles, afirmaban ellos, eran ilegítimos; si deseaban llegar a ser verdaderos seguidores de Cristo, primero debían convertirse en hijos de Abraham, sometiéndose a la ley de la circuncisión.
La verdad, dice Pablo, es justamente lo contrario. Estos legalistas no son hijos verdaderos de Abraham sino hijos ilegítimos, como Ismael. Al colocar su confianza en la circuncisión, estaban dependiendo de “la carne”, como hizo Sara con Agar y como hicieron los israelitas con la Ley de Dios en el Sinaí. No obstante, los creyentes gentiles eran hijos de Abraham, no por ascendencia natural, sino de manera sobrenatural, como Isaac. “Como Isaac, eran un cumplimiento de la promesa hecha a Abraham […] como Isaac, su nacimiento a la libertad fue producto de la gracia divina; como Isaac, pertenecen al linaje del Pacto de la promesa”.–James D. G. Dunn, The Epistle to the Galatians, p. 256.
¿Qué enfrentarán los verdaderos descendientes de Abraham en este mundo? Gálatas 4:28-31; Génesis 21:8-12.
Gálatas 4:28-31
28 Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa. 29 Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. 30 Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. 31 De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.
Génesis 21:8-12
8 Y creció el niño, y fue destetado; e hizo Abraham gran banquete el día que fue destetado Isaac. 9 Y vio Sara que el hijo de Agar la egipcia, el cual ésta le había dado a luz a Abraham, se burlaba de su hijo Isaac. 10 Por tanto, dijo a Abraham: Echa a esta sierva y a su hijo, porque el hijo de esta sierva no ha de heredar con Isaac mi hijo. 11 Este dicho pareció grave en gran manera a Abraham a causa de su hijo. 12 Entonces dijo Dios a Abraham: No te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva; en todo lo que te dijere Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia.
Ser el hijo de la promesa le trajo a Isaac no solamente bendiciones sino también oposición y persecución. Al referirse a la persecución, Pablo tiene en mente la ceremonia de Génesis 21:8 al 10, donde Isaac es honrado e Ismael aparece burlándose de él. La palabra hebrea en Génesis 21:9 literalmente significa “reírse”, pero la reacción de Sara sugiere que Ismael se estaba burlando y ridiculizando a Isaac. Mientras que el comportamiento de Ismael podría no parecer muy grave para nosotros hoy, revelaba la hostilidad más profunda involucrada en una situación en la que el derecho de primogenitura estaba en juego. Muchos gobernantes de la antigüedad intentaban asegurar su posición eliminando a potenciales rivales, incluyendo a hermanos (Juec. 9:1-6). Aunque Isaac enfrentaba oposición, también disfrutaba de todos los privilegios de amor, protección y favor que recibía por ser el heredero de su padre.
Como descendientes espirituales de Isaac, no deberíamos sorprendernos cuando sufrimos dificultades y oposición, incluso desde la familia misma de la iglesia.
¿En qué sentido has sufrido persecución, especialmente de parte de quienes están más cerca de ti, por causa de tu fe? O hazte esta pregunta difícil: ¿podrías ser tú culpable de perseguir a otros por la fe de ellos? Piensa en eso.
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
La explicación del folleto y el comentario del espíritu de profecía, nos hacen la lección de este día muy comprensible.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cuando Abraham tenía casi cien años, se le repitió la promesa de un hijo, y se le aseguró que el futuro heredero sería hijo de Sara. Pero Abraham todavía no comprendió la promesa. En seguida pensó en Ismael, aferrado a la creencia de que por medio de él se habían de cumplir los propósitos misericordiosos de Dios. En su afecto por su hijo exclamó: “Ojalá Ismael viva delante de ti”. Nuevamente se le dio la promesa en palabras inequívocas: “Ciertamente Sara tu mujer te parirá un hijo, y llamarás su nombre Isaac; y confirmaré mi pacto con él”. Sin embargo, Dios se acordó también de la oración del padre. “Y en cuanto a Ismael —dijo—, también te he oído: he aquí que le bendeciré… y ponerlo he por gran gente (Patriarcas y profetas, p. 142).
El que está tratando de alcanzar el cielo por sus propias obras observando la ley, está intentando lo imposible. No hay seguridad para el que tenga solo una religión legal, solo una forma de la piedad. La vida del cristiano no es una modificación o mejora de la antigua, sino una transformación de la naturaleza. Se produce una muerte al yo y al pecado, y una vida enteramente nueva. Este cambio puede ser efectuado únicamente por la obra eficaz del Espíritu Santo (El Deseado de todas las gentes, p. 143).
En todo tiempo y en todos los países, los mensajeros de Dios han sido llamados a afrontar acerba oposición de parte de aquellos que deliberadamente escogían rechazar la luz del cielo. A menudo, mediante la tergiversación y la mentira, los enemigos del evangelio han triunfado aparentemente, cerrando las puertas por las cuales los mensajeros de Dios podían tener acceso al pueblo. Pero esas puertas no pueden permanecer cerradas para siempre; y a menudo, al volver los siervos de Dios después de un tiempo para reanudar sus labores, el Señor ha obrado poderosamente en su favor y los ha habilitado para establecer monumentos destinados a glorificar su nombre (Los hechos de los apóstoles, p. 145).
Cristo dijo a sus discípulos: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas” (Mateo 10:16).
Los ataques de Satanás contra los defensores de la verdad se tomarán más encarnizados y decididos hasta el mismo fin del tiempo. Así como en los días de Cristo los jefes de los sacerdotes y los dirigentes instigaron a la gente contra él, así también hoy los dirigentes religiosos despertarán rencor y prejuicio contra la verdad para este tiempo. La gente será inducida a cometer actos de violencia y oposición, en los cuales nunca habría pensado si no hubiera sido empapada con la animosidad que supuestos cristianos sentirán contra la verdad.
¿Qué curso deberán seguir los proponentes de la verdad? Tienen la palabra inmutable y eterna de Dios, y debieran manifestar el hecho de que poseen la verdad como está en Jesús. Sus palabras no debieran ser ásperas ni hirientes. En su presentación de la verdad deben manifestar el amor, la humildad y la dulzura de Cristo. Dejad que la verdad corte; la palabra de Dios es una aguda espada de doble filo que cortará y se abrirá paso hasta el corazón. Los que saben que tienen la verdad, no debieran emplear expresiones severas e hirientes, para no dar a Satanás la oportunidad de que su espíritu sea mal interpretado.
Como pueblo, debemos permanecer como lo hizo el Redentor del mundo (Testimonios para la iglesia, t. 9, p. 192).
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Lección 10 // Viernes 1° de septiembre______________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “La Ley y los dos pactos”, pp. 333-343.
“Pero si el pacto confirmado a Abraham contenía la promesa de la redención, ¿por qué se hizo otro pacto en el Sinaí? Durante su esclavitud, el pueblo había perdido en alto grado el conocimiento de Dios y de los principios del pacto de Abraham […].
“Dios los llevó al Sinaí; manifestó allí su gloria; les dio la Ley, con la promesa de grandes bendiciones siempre que obedecieran: ‘Ahora pues, si dais oído a mi voz, y guardáis mi pacto […] vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa’ (Éxo. 19:5, 6). Los israelitas no percibían la pecaminosidad de su propio corazón, y no comprendían que sin Cristo les era imposible guardar la Ley de Dios; y con excesiva premura concertaron su pacto con Dios […]. Sin embargo, apenas unas pocas semanas después, quebrantaron su pacto con Dios al postrarse a adorar una imagen fundida. No podían esperar el favor de Dios por medio de un pacto que ya habían roto; y entonces, viendo su pecaminosidad y su necesidad de perdón, llegaron a sentir la necesidad del Salvador revelado en el pacto de Abraham y simbolizado en los sacrificios. De manera que, mediante la fe y el amor, se vincularon con Dios como su libertador de la esclavitud del pecado. Ya estaban capacitados para apreciar las bendiciones del Nuevo Pacto” (PP 341, 342).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Tu caminar con el Señor ¿se parece más al estilo del “Antiguo Pacto” o al del “Nuevo Pacto”? ¿Cómo puedes notar la diferencia?
- ¿Cuáles son algunos problemas de tu iglesia local que están causando tensión en el cuerpo de Cristo? ¿De qué manera se están resolviendo? Aunque puede ser que seas víctima de “persecución”, ¿de qué manera puedes asegurarte, también, de no ser tú el que persigue? ¿Dónde está la delgada línea divisoria en esto? (Ver también Mat. 18:15-17.)
- ¿Cuántas veces le has hecho promesas al Señor de que no harías esto o aquello, solo para terminar haciéndolo? ¿De qué manera esta triste realidad te ayuda a entender el significado de la gracia?
RESUMEN: Las historias de Agar, Ismael y los hijos de Israel en el Sinaí ilustran la necedad de intentar depender de nuestros propios esfuerzos para lograr lo que Dios ha prometido. Este método de justificación propia se conoce como el Antiguo Pacto. El Nuevo Pacto es el Pacto eterno de gracia, que fue establecido primeramente con Adán y Eva después del pecado y renovado con Abraham, y que halla su cumplimiento final en Cristo.
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Escrito por: Tony García.
Gramática revisada por:
Pastor Noel Ruiloba y Nory Ester Garcia-Marenko
Este documento es una cortesía de 7day Media Group.
“One World – One Dream”
http://www.sevendayradio.com
http://www.escuelasabaticamaestros.com
Madrid, España 2017
08/26/2017 en 2:46 PM
Gracias por compartir esta leccion, una sugerencia talvez pueden revisar la configuracion, no deja descargar a tablet al pulsar sobre el anuncio indicado arriba, saludos y Dios bendiga su ministerio
08/27/2017 en 7:10 AM
Les agradezco el compartir la lección gracias
08/27/2017 en 6:35 PM
Que Dios los bendiga .
Hermanos.
la verdad es que he estado tratando de bajar los comentarios de sistemas PDF
Pero párese que ha habido algún tipo de desconfiguracion. En el sistema utilizado para,esta semana.
De ante mano. Les,agradezco por sus comentarios. Y ha yuda para,el estudio.
Pasen un exelente dia que la paz del señor Jesús este con usted.
08/27/2017 en 9:06 PM
Muchas gracias por una semana más de ayuda en esta labor de maestros de escuela sabática.
Tengo un problema con la lección de esta semana, al darle clic no la descarga como siempre lo hago.
Dios los continúe bendiciendo.
08/28/2017 en 6:05 AM
Gracias Dios me los siga bendiciendo grandemente. excelente día.
hrmana Gina
Barinas Venezuela
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09/10/2017 en 10:32 AM
Por favor hno Tony por error borré la lección 12 de este trimestre, pudiera hacerme el favor de enviarmela de nuevo. Mil gracias por su atención. Félix semana