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Lección 5: Para el 2 de febrero de 2019
LOS SIETE SELLOS
Sábado 26 de enero_______________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 6:1-14; Levítico 26:21-26; Ezequiel 4:16; Deuteronomio 32:43; 2 Tesalonicenses 1:7-10.
PARA MEMORIZAR:
“Digno eres de tomar el libro y de abrir sus sellos; porque tú fuiste inmolado, y con tu sangre nos has redimido para Dios, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos sobre la tierra” (Apoc. 5:9, 10).
Apocalipsis 6 continúa la escena de los capítulos 4 y 5, que describe a Cristo como digno de abrir el libro sellado porque, mediante su vida y su muerte victoriosas, recuperó lo que se había perdido a través de Adán. Al abrir los sellos del libro, él ahora está listo para llevar adelante el plan de salvación hasta su cumplimiento final.
Pentecostés marcó el comienzo de la difusión del evangelio, por la que Cristo expande su Reino. Por ende, la apertura de los sellos se refiere a la predicación del evangelio y las consecuencias de rechazarlo. La apertura del séptimo y último sello nos lleva al final de la historia de este mundo.
Apocalipsis 3:21 nos da la clave del significado de los siete sellos: “Al que venciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Los capítulos 4 y 5 nos hablan de la victoria de Cristo y su exaltación, y el último versículo del capítulo 7 describe a los vencedores delante del Trono de Cristo. Por lo tanto, el capítulo 6 trata del pueblo de Dios en proceso de obtener la victoria para poder compartir el Trono de Jesús.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Los que entren en la ciudad de Dios tendrán coronas de oro en sus cabezas… Echaremos nuestras coronas a los pies de Jesús y vez tras vez le daremos gloria y alabaremos su nombre santo. Los ángeles se unirán en los cantos de triunfo. Tocando sus arpas de oro, llenarán el cielo todo de hermosa música y cantos al Cordero (En los lugares celestiales, p. 218).
La cruz de Cristo será la ciencia y el canto de los redimidos durante toda la eternidad. En el Cristo glorificado, contemplarán al Cristo crucificado. Nunca olvidarán que Aquel cuyo poder creó los mundos innumerables y los sostiene a través de la inmensidad del espacio, el Amado de Dios, la Majestad del cielo, Aquel a quien los querubines y los serafines resplandecientes se deleitan en adorar, que se humilló para levantar al hombre caído; que llevó la culpa y el oprobio del pecado, y sintió el ocultamiento del rostro de su Padre, hasta que la maldición de un mundo perdido quebrantó su corazón y le arrancó la vida en la cruz del Calvario. El hecho de que el Hacedor de todos los mundos, el Arbitro de todos los destinos, dejase su gloria y se humillase por amor al hombre, despertará eternamente la admiración y adoración del universo. Cuando las naciones de los salvos miren a su Redentor y vean la gloria eterna del Padre brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es desde la eternidad hasta la eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico de júbilo: “¡Digno, digno es el Cordero que fue inmolado, y nos ha redimido para Dios con su propia preciosísima sangre!” (El conflicto de los siglos, p. 632).
En el reino de Dios no se obtiene un puesto por medio del favoritismo. No se gana, ni es otorgado por medio de una gracia arbitraria. Es el resultado del carácter. La cruz y el trono son los símbolos de una condición alcanzada, los símbolos de la conquista propia por medio de la gracia de nuestro Señor Jesucristo.
Mucho después, cuando Juan había llegado a armonizar con Cristo por haberle seguido en sus sufrimientos, el Señor Jesús le reveló cuál es la condición que nos acerca a su reino. “Al que venciere —dijo Cristo—, yo le daré que se siente conmigo en mi trono; así como yo he vencido, y me he sentado con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21. Aquel que ocupe el lugar más cerca de Cristo, será el que haya bebido más profundamente de su espíritu de amor abnegado —amor que “no hace sinrazón, no se ensancha… no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal” (1 Corintios 13:4, 5) —amor que induce al discípulo, así como indujo a nuestro Señor, a darlo todo, a vivir y trabajar y sacrificarse aún hasta la muerte para la salvación de la humanidad (Los hechos de los apóstoles, p. 433).
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Lección 5 | Domingo 27 de enero________________________________________
LA APERTURA DEL PRIMER SELLO
Lee Apocalipsis 6:1 al 8; Levítico 26:21 al 26; y Mateo 24:1 al 14. Observa las palabras clave comunes de estos pasajes. ¿Qué descubres acerca del significado de los primeros cuatro sellos sobre la base de estos paralelismos?
Apocalipsis 6:1-8
1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. 3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. 4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. 5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. 7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
Levítico 26:21-26
21 Si anduviereis conmigo en oposición, y no me quisiereis oír, yo añadiré sobre vosotros siete veces más plagas según vuestros pecados. 22 Enviaré también contra vosotros bestias fieras que os arrebaten vuestros hijos, y destruyan vuestro ganado, y os reduzcan en número, y vuestros caminos sean desiertos. 23 Y si con estas cosas no fuereis corregidos, sino que anduviereis conmigo en oposición, 24 yo también procederé en contra de vosotros, y os heriré aún siete veces por vuestros pecados. 25 Traeré sobre vosotros espada vengadora, en vindicación del pacto; y si buscareis refugio en vuestras ciudades, yo enviaré pestilencia entre vosotros, y seréis entregados en mano del enemigo. 26 Cuando yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis.
Mateo 24:1-14
1 Cuando Jesús salió del templo y se iba, se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. 2 Respondiendo él, les dijo: ¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada.3 Y estando él sentado en el monte de los Olivos, los discípulos se le acercaron aparte, diciendo: Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo? 4 Respondiendo Jesús, les dijo: Mirad que nadie os engañe. 5 Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán. 6 Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. 7 Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. 8 Y todo esto será principio de dolores. 9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. 10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán. 11 Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; 12 y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. 13 Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo. 14 Y será predicado este evangelio del reino en todo el mundo, para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin.
Los sucesos de los siete sellos deben entenderse en el contexto de las maldiciones del Pacto del Antiguo Testamento, especificadas en términos de espada, hambre, pestilencia y bestias salvajes (Lev. 26:21-26). Ezequiel los llama los “cuatro juicios terribles” de Dios (Eze. 14:21). Eran los juicios disciplinarios por los que Dios, tratando de despertar a su pueblo de su condición espiritual, lo castigaba cuando este era infiel al Pacto. De forma análoga, los cuatro jinetes son los medios que Dios utiliza para mantener a su pueblo despierto mientras espera el regreso de Jesús.
También hay un estrecho paralelismo entre los primeros cuatro sellos y Mateo 24:4 al 14, donde Jesús explicó lo que sucedería en el mundo. Los cuatro jinetes son el medio por el cual Dios mantiene a su pueblo en el camino correcto al recordarle que este mundo, tal como existe actualmente, no es su hogar.
Aunque es simbólico, Apocalipsis 6:1 y 2 también trata de la conquista. Nos trae a la memoria Apocalipsis 19:11 al 16, que describe a Cristo montado en un caballo blanco que conduce a sus ejércitos celestiales para librar a su pueblo en la Segunda Venida. Como símbolo de pureza, el color blanco generalmente se relaciona con Cristo y sus seguidores. El jinete sobre el caballo sostiene un arco y se le da una corona (Apoc. 6:2), que evoca la imagen de Dios en el Antiguo Testamento montado sobre un caballo con un arco en la mano mientras conquista a los enemigos de su pueblo (Hab. 3:8-13; Sal. 45:4, 5). La palabra griega para la corona (Apoc. 6:2) usada por el jinete es stephanos, que es la corona de la victoria (Apoc. 2:10; 3:11). Este jinete es un conquistador que va en busca de la victoria y la obtiene.
La escena del primer sello describe la difusión del evangelio que comenzó poderosamente en Pentecostés, mediante el cual Cristo comenzó a expandir su Reino. Había, y aún hay, muchos territorios para conquistar y muchas personas que ganar para Jesús, hasta concretar la conquista final con la venida de Cristo en gloria.
Proféticamente, la escena del primer sello corresponde al mensaje a la iglesia de Éfeso, que describe el período apostólico del siglo I, en el que el evangelio se extendió rápidamente por todo el mundo (Col. 1:23).
¿Por qué debemos recordar siempre que, en Cristo, estamos del lado ganador, independientemente de las circunstancias inmediatas que nos rodeen?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Apocalipsis 6:1-8
1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. 3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. 4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada. 5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. 7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
Los comentarios que leímos la semana pasada son parte crucial para entender los siguientes capítulos del Apocalipsis.
En la lección anterior estudiamos que el Padre estaba sentado en su trono. Alrededor de él había veinticuatro ancianos sentados en veinticuatro tronos; allí estaba presente el Espíritu Santo y también estaban presente cuatro serafines.
El Padre tenía en su mano derecha un libro o, más bien dicho, un pergamino enrollado. El pergamino estaba protegido con siete sellos, y no había nadie en el excelso grupo reunido en el cielo capaz de romper los sellos del pergamino, y nadie se atrevía siquiera a mirar el libro.
La oferta para desatar los sellos del pergamino se entregó a la tierra, y se descubrió que ni en la tierra, ni debajo de la tierra, había alguien capaz de abrir los siete sellos que contenía el grandioso libro escrito por el Padre.
Pero en medio del caos producido por la incapacidad cósmica, aparece Alguien que es capaz de desatar los sellos del rollo de papel que el Padre tiene en su mano derecha.
Jesucristo, quien es el Cordero inmolado, es el único capaz de desatar o de romper los sellos que aseguran el pergamino del Padre y lo mantiene en total secreto y en total misterio.
En este momento crucial, cuando Cristo fue entronizado en el cielo por la distinguida hueste que lo estaba esperando, encontramos el momento exacto para situar el rompimiento de cada uno de los sellos del pergamino divino.
Uno de los problemas grandes que enfrenta el cristianismo es colocar los sellos del Apocalipsis en la historia del mundo; pero ¡gracias a DIOS! nosotros ya sabemos la respuesta a esta incógnita.
El estudio de la semana pasada terminó enfocando la importancia del día del Pentecostés. Porque es precisamente en este día, en el día del Pentecostés, que Jesucristo desata el primer sello del pergamino.
Sabemos con exactitud el año en que Cristo regresó al cielo y ese es el año 31 de la era cristiana. Esta misma fecha nos da la pauta para saber también la fecha en que Cristo es entronizado en el cielo. Y si sabemos la fecha de la entronización de Cristo en el cielo, automáticamente sabemos la fecha cuando se inauguró la apertura de los siete sellos: eso sucedió en el día del Pentecostés, después de que nuestro Salvador ascendió al cielo.
En este día -el día del Pentecostés- se inaugura oficialmente el inicio del capítulo seis de Apocalipsis, con la apertura del primer sello.
En la apertura de los sellos, descubrimos que los cielos y la tierra están íntimamente conectados en los planes de la Deidad para con sus criaturas.
Los sellos son abiertos en el cielo. Pero cada vez que se rompe un sello en el cielo, siempre hay algún suceso de importancia en la tierra; esta íntima relación entre lo que sucede en el cielo y las consecuencias de la tierra, no podemos divorciarla.
El libro del Apocalipsis es una explicación futurística de los acontecimientos terrestres; esta explicación es una guía para que los hijos de Dios sepan en qué momento de la historia se encuentran y también les da la seguridad de que Dios es verdadero, que la Biblia es verdadera, y que tanto la destrucción del impío, como la salvación del santo, también son verdaderas.
Los primeros cuatro sellos del libro tienen un parecido entre ellos y se vuelven totalmente diferentes de los tres últimos sellos. Cada vez que Cristo rompe uno de los primeros cuatro sellos, siempre aparece un caballo con su jinete; lo que los diferencia es el color del caballo y el instrumento que el jinete viene portando en sus manos.
En los tres últimos sellos, ya no hay caballos, sino sólo eventos.
El Primer Sello
1 Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. 2 Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer. (Apocalipsis 6)
Uno de los cuatro seres vivientes habló y enseñó la visión a Juan. La voz de este serafín se asemeja a la voz de un trueno. Posiblemente sea el primer serafín que menciona la Biblia, es decir el serafín que tiene el rostro como el de un león. El rugido de un león se asemeja a un trueno, y por esta descripción cabe la posibilidad de que el primer serafín fue el encargado de entregar a Juan la descripción del primer sello.
7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. (Apocalipsis 4)
Hoy los cristianos están divididos en la interpretación del primer sello.
En el primer sello aparece un caballo blanco; el jinete de este caballo blanco traía en su mano un arco. También le fue dada una corona, y era un personaje que venía como un vencedor; pero la historia de presentarse como un vencedor no termina allí, sino que es un vencedor en marcha o en proceso; es decir, es un vencedor que tenía que seguir venciendo.
En los tiempos de Juan, la escena del primer sello se puede aplicar fácilmente a los emperadores romanos. Cada vez que ellos regresaban de una batalla en la que habían sido victoriosos, ellos entraban a la gran ciudad, montando un caballo blanco, con sus armas en sus manos, y luciendo la corona del emperador. Con esta imagen en la mente, hay muchos que fácilmente llegan a la conclusión de que el primer sello es un símbolo del anticristo, ya que el emperador gobernaba en la ciudad, que es el símbolo de la rebeldía espiritual, como lo es Roma.
Pero no es así. Podemos descubrir que el primer sello del Apocalipsis corresponde a Jesucristo mismo, quien ha salido vencedor de la batalla en contra del diablo. Cristo ha logrado vencer en la cruz del Calvario, y ese es el principio de la victoria, una victoria que le asegura a Él y al universo entero seguir venciendo hasta el final, es decir hasta su segunda venida a esta tierra, y la extirpación total del pecado y de los pecadores de esta tierra.
Esta figura del jinete vencedor ya fue descrita tanto en el Antiguo Testamento, como en el Nuevo Testamento:
8 ¿Te airaste, oh Jehová, contra los ríos?
¿Contra los ríos te airaste?
¿Fue tu ira contra el mar
Cuando montaste en tus caballos,
Y en tus carros de victoria?
9 Se descubrió enteramente tu arco;
Los juramentos a las tribus fueron palabra segura. Selah
Hendiste la tierra con ríos.
10 Te vieron y tuvieron temor los montes;
Pasó la inundación de las aguas;
El abismo dio su voz,
A lo alto alzó sus manos.
11 El sol y la luna se pararon en su lugar;
A la luz de tus saetas anduvieron,
Y al resplandor de tu fulgente lanza.
12 Con ira hollaste la tierra,
Con furor trillaste las naciones.
13 Saliste para socorrer a tu pueblo,
Para socorrer a tu ungido.
Traspasaste la cabeza de la casa del impío,
Descubriendo el cimiento hasta la roca. Selah (Habacuc 3)
4En tu gloria sé prosperado;
Cabalga sobre palabra de verdad, de humildad y de justicia,
Y tu diestra te enseñará cosas terribles.
5 Tus saetas agudas,
Con que caerán pueblos debajo de ti,
Penetrarán en el corazón de los enemigos del rey.
6 Tu trono, oh Dios, es eterno y para siempre;
Cetro de justicia es el cetro de tu reino. (Salmos 45)
11 Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea.
12 Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo.
13 Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS.
14 Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos.
15 De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso.
16 Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: REY DE REYES Y SEÑOR DE SEÑORES. (Apocalipsis 19)
Por lo tanto, el jinete del caballo blanco del primer sello, no es el anticristo; todo lo contrario de eso, es un símbolo que está asociado con Jesucristo, quien ha salido como vencedor y será vencedor en la lucha contra el diablo, en la predicación del evangelio y en la defensa sumaria de su pueblo.
La corona que este jinete trae en su cabeza no es una corona real; es decir, no es la corona que un rey luce normalmente. Hay muchas imágenes en las que se presenta al jinete del primer sello vistiendo la corona de un rey y esa imagen es incorrecta. Para describir qué tipo de corona es la del jinete del primer sello, el griego bíblico usa la palabra stéfanos. Esta palabra describe la corona de triunfo -una corona hecha de ramas de laurel- que se entregaba a los triunfadores en las olimpiadas. La palabra stéfanos es usada muy a menudo para con Cristo y su pueblo, a través de todo el libro de Apocalipsis.
Además, el color blanco es símbolo de pureza, y no es el símbolo del anticristo. Casi siempre la Biblia relaciona íntimamente el color blanco con Cristo, como también a sus verdaderos seguidores. Por ejemplo, encontramos que el pelo del Padre es color blanco como la lana, que el trono del Padre como el de los veinticuatro ancianos es blanco, que hay un grupo de santos que recibirá una piedrecita blanca, que los santos serán vestidos con vestiduras blancas, que Jesucristo regresa del cielo en una nube blanca y ahora encontramos a un jinete que viene montando un caballo blanco.
La figura del jinete victorioso en su caballo blanco, calza perfectamente con el día del Pentecostés. Ese día se inaugura oficialmente la misión del Espíritu Santo en esta tierra, ese día también se inaugura y se traspasa oficialmente la custodia del evangelio de salvación de los judíos a los gentiles. Ese día se comienza la predicación masiva a todo el mundo occidental conocido en esa época. Eran grandes las victorias que se conseguían: en una sola predicación se convertían miles de personas, los enfermos eran sanados, y el evangelio se esparcía hasta los últimos rincones de la tierra.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Por cuanto no sabemos la hora exacta de su venida, se nos ordena que velemos. “Bienaventurados aquellos siervos, a los cuales cuando el Señor viniere, hallare velando”. [Lucas 12:37], Los que velan esperando la venida de su Señor no aguardan en ociosa expectativa. La espera de la venida de Cristo debe inducir a los hombres a temer al Señor y sus juicios sobre los transgresores. Les ha de hacer sentir cuán grande pecado es rechazar sus ofrecimientos de misericordia. Los que aguardan al Señor purifican sus almas obedeciendo la verdad. Con la vigilancia combinan el trabajo ferviente. Por cuanto saben que el Señor está a las puertas, su celo se vivifica para cooperar con los seres divinos y trabajar para la salvación de las almas (El Deseado de todas las gentes, p. 588).
“Tardándose, pues, el esposo, cabecearon todas, y se durmieron”. La tardanza del esposo representa la expiración del plazo en que se esperaba al Señor, el contratiempo y la demora aparente. En ese momento de incertidumbre, el interés de los superficiales y de los sinceros a medias empezó a vacilar y cejaron en sus esfuerzos; pero aquellos cuya fe descansaba en un conocimiento personal de la Biblia, tenían bajo los pies una roca que no podía ser barrida por las olas de la contrariedad. “Cabecearon todas, y se durmieron”; una clase de cristianos se sumió en la indiferencia y abandonó su fe, la otra siguió esperando pacientemente hasta que se le diese mayor luz. Sin embargo, en la noche de la prueba esta segunda categoría pareció perder, hasta cierto punto, su ardor y devoción. Los tibios y superficiales no podían seguir apoyándose en la fe de sus hermanos. Cada cual debía sostenerse por sí mismo o caer (El conflicto de los siglos, p. 392).
El divino Hijo de Dios, la Luz y la Vida, vino a este mundo para abarcar al mundo entero y para atraer y unir hacia sí a todo ser humano que está bajo la sujeción y el gobierno satánico. El los invita: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”. Mateo 11:28, 29. De este modo une consigo, por medio de una nueva efusión de su gracia, a todos los que acuden a él. Pone sobre ellos su sello, su señal de obediencia y lealtad a su santo sábado (Alza tus ojos, p. 283).
Pronto se peleará la batalla del Armagedón. Aquel sobre cuya vestidura está escrito el nombre “Rey de reyes y Señor de señores”, conduce a las huestes celestiales montadas en caballos blancos, vestidos de lino fino, limpio y blanco…
La batalla del Armagedón se peleará y ese día no debe hallar a ninguno de nosotros durmiendo. Debemos estar bien despiertos, como vírgenes prudentes que tenemos aceite en nuestras vasijas con nuestras lámparas…
El poder del Espíritu Santo debe estar sobre nosotros, y el Capitán de la hueste del Señor estará a la cabeza de los ángeles del cielo para dirigir la batalla. Aún ocurrirán sucesos solemnes. Una trompeta tras otra resonará, copa tras copa se derramará sobre los habitantes de la tierra. Escenas asombrosas están por sobrevenir sobre nosotros (Comentario de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 993).
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Lunes 28 de enero | Lección 5____________________________________________
EL SEGUNDO Y EL TERCER SELLOS
Lee Apocalipsis 6:3 y 4. Sobre la base de la descripción del caballo rojo y el jinete, ¿de qué se habla aquí con referencia al evangelio?
Apocalipsis 6:3-4
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. 4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
El rojo es el color de la sangre. El jinete tiene una gran espada y se le permite quitar la paz de la Tierra, lo que abre el camino para que la gente se mate entre sí (Mat. 24:6).
El segundo sello describe las consecuencias de rechazar el evangelio, comenzando en el siglo II. Como Cristo está librando una guerra espiritual a través de la predicación del evangelio, las fuerzas del mal ofrecen una fuerte resistencia. Inevitablemente, viene la persecución. El jinete no realiza la matanza, sino que cuando quita la paz de la Tierra el resultado inevitable es la persecución (ver Mat. 10:34).
Lee Apocalipsis 6:5 y 6; Levítico 26:26; y Ezequiel 4:16. Sobre la base de la descripción del caballo negro y el jinete, ¿a qué realidad relacionada con la predicación del evangelio se hace referencia aquí?
Apocalipsis 6:5-6
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.
Levítico 26:26
26 Cuando yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis.
Ezequiel 4:16
16 Me dijo luego: Hijo de hombre, he aquí quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto,
El jinete del caballo negro tiene una balanza para pesar alimentos. Se hace un anuncio: “Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino” (Apoc. 6:6). Comer pan pesando los granos con sumo cuidado significaba gran escasez o hambre (Lev. 26:26; Eze. 4:16). En los días de Juan, un denario era un salario diario (Mat. 20:2). En circunstancias normales, un salario diario alcanzaba para todas las necesidades de la familia para ese día. Sin embargo, una hambruna exageraba enormemente el precio normal. En la escena del tercer sello, requería todo un día de trabajo comprar la cantidad justa de alimentos para una sola persona. Para alimentar a una familia pequeña, el salario de un día se usaba para comprar tres cuartos de cebada, un alimento más económico y más grueso para los pobres.
La escena del tercer sello señala las consecuencias adicionales de rechazar el evangelio, comenzando en el siglo IV cuando la iglesia adquirió poder político. Si el caballo blanco representa la predicación del evangelio, el caballo negro denota la ausencia del evangelio y la dependencia de las tradiciones humanas. El grano, en la Biblia, simboliza la Palabra de Dios (Luc. 8:11). El rechazo del evangelio inevitablemente origina una hambruna de la Palabra de Dios similar a la profetizada por Amós (Amós 8:11-13).
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
El Segundo Sello
3 Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. 4 Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.
El segundo ser viviente es el encargado de presentar el segundo sello a Juan. Este ser viviente calza maravillosamente con el segundo sello, ya que el segundo sello habla de opresión, sacrificio y muerte. El segundo ser viviente tiene la apariencia de un becerro, animal que en el antiguo Israel era usado para sacrificio y muerte.
7 El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando. (Apocalipsis 4)
Jesucristo abrió el segundo sello y apareció un caballo color rojizo o bermejo. En su idioma original, este color se describe como rojo ardiente. En el simbolismo bíblico el color rojo ardiente, siempre está relacionado con la opresión y el derramamiento de sangre.
22 Cuando se levantaron por la mañana, y brilló el sol sobre las aguas, vieron los de Moab desde lejos las aguas rojas como sangre; 23 y dijeron: ¡Esto es sangre de espada! Los reyes se han vuelto uno contra otro, y cada uno ha dado muerte a su compañero. Ahora, pues, ¡Moab, al botín! (2 Reyes 3)
18Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana. (Isaías 1)
6Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro. (Apocalipsis 17)
Por lo tanto, llegamos a la conclusión de que el color del caballo del segundo sello, es apropiado para describir persecución y muerte.
Interesantemente, a este jinete se le entrega una gran espada. La espada no sirve para otra cosa sino para matar. Pero este jinete no mata con la espada; no es su misión matar a nadie, a pesar de que se le da la espada; la misión de él es quitar la paz de la tierra. Una vez quitada la paz de la tierra, la consecuencia es obvia: sobrevienen la enemistad, la contienda y la muerte como resultado de un lugar donde la paz no está presente.
El jinete del caballo rojo ardiente sólo trae la espada como un símbolo para mostrar lo que está sucediendo; pero la muerte no la origina él, sino que es el hombre contra el mismo hombre.
El jinete del caballo rojo ardiente viene siguiendo al jinete del caballo blanco del primer sello.
El jinete del caballo blanco inició una guerra en contra de los dominios del mal, una lucha para arrebatarle las almas perdidas a Satanás, y para liberarlas de su esclavizador dominio; en esa lucha ha salido victorioso.
Cuando el evangelio se predica como tiene que ser, siempre despierta oposición. Las huestes del mal se inquietan, se ofenden y se molestan. Incitan a todos aquellos que están en contra del evangelio a ir en contra de quienes abrazan el evangelio; como resultado, vienen la persecución y la muerte.
El evangelio siempre causa división en sus oidores: unos lo abrazan y otros lo rechazan. Éste siempre ha sido el inicio de tanto problema, sangre y muerte aquí en la tierra.
Pareciera que la descripción del segundo sello de apocalipsis 6: 3 hecha por Juan, es una copia de lo que dijo Jesucristo en el libro de Mateo, capítulo 10.
34 No penséis que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino espada.
35 Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra;
36 y los enemigos del hombre serán los de su casa. (Mateo 10)
La lección está aprendida: el caballo blanco siempre es seguido por el caballo rojo ardiente. Dicho en otras palabras, siempre que se predica el evangelio victoriosamente, persecución y derramamiento de sangre es lo que sigue.
“ y que se matasen unos a otros”
Pero hay otro lado de la historia que no podemos pasar por alto, y es el hecho de que al jinete del caballo rojo ardiente, se le da la potestad de quitar la paz de la tierra; y cuando quita la paz de la tierra, el derramamiento de sangre no sólo afecta a los hijos de Dios, sino que también afecta a los mismos enemigos de Dios.
Es decir, cuando la paz es quitada, sufre el cristiano a manos del impío; pero también sufre el impío a manos del mismo impío. Esto lo produce el rechazo del evangelio de Cristo.
El evangelio de Cristo es un evangelio de paz. Cuando el hombre rechaza el evangelio de Cristo, automáticamente está rechazando la paz que el evangelio trae en si. Naturalmente, cuando se rechaza la paz, división, oposición y muerte son el resultado. Esta situación la dejó muy clara Jesucristo en Mateo 24: “9 Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. 10 Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán.”
En la Biblia encontramos muchos textos en lo que Dios vuelca al impío en contra del impío, después de que éstos han puesto una férrea oposición ya sea a Dios o a los hijos de Dios:
22 Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová puso la espada de cada uno contra su compañero en todo el campamento. Y el ejército huyó hasta Bet-sita, en dirección de Zerera, y hasta la frontera de Abel-mehola en Tabat. (Jueces 7)
2 Levantaré egipcios contra egipcios, y cada uno peleará contra su hermano, cada uno contra su prójimo; ciudad contra ciudad, y reino contra reino. (Isaías 19)
13 Y acontecerá en aquel día que habrá entre ellos gran pánico enviado por Jehová; y trabará cada uno de la mano de su compañero, y levantará su mano contra la mano de su compañero. (Zacarías 14)
27 Y él les dijo: Así ha dicho Jehová, el Dios de Israel: Poned cada uno su espada sobre su muslo; pasad y volved de puerta a puerta por el campamento, y matad cada uno a su hermano, y a su amigo, y a su pariente. 28 Y los hijos de Leví lo hicieron conforme al dicho de Moisés; y cayeron del pueblo en aquel día como tres mil hombres. (Éxodo 32)
La palabra griega que se usa para espada es esfaso. Este vocablo no es la típica palabra que se usa para describir la muerte que ocurre en la guerra; en el libro de Apocalipsis esta palabra se usa típicamente para describir la muerte de Cristo y de sus santos por causa del evangelio.
En conclusión, podemos decir que el segundo sello representa la consecuencia del rechazo del evangelio de Cristo.
El Tercer Sello
5 Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. 6 Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino. (Apocalipsis 6)
El tercer ser viviente o serafín, quien tiene un rostro parecido al de un humano, presenta a Juan el tercer sello del pergamino. En la presentación de este sello, el tercer ser viviente no explica la visión; la explicación de ésta proviene de una voz que está en medio de los cuatro seres viviente; ésta puede ser la voz del Padre, o posiblemente la voz del Hijo.
El caballo del tercer sello es de color negro; su jinete no trae ninguna arma, sino que trae en su mano una balanza de pesar. La voz que sale de en medio de los cuatro seres vivientes está anunciando una severa inflación: se venderá solamente dos libras de trigo o seis libras de cebada, por el sueldo de un día entero de un obrero.
En este párrafo se enfoca la atención en cuatro productos que eran la clave de la subsistencia en toda Palestina: el trigo y la cebada que eran los productos básicos de subsistencia, y el aceite y el vino que eran productos de lujo en esos días.
En verdad si leemos el Antiguo Testamento nos damos cuenta de que estos cuatro productos eran un símbolo de necesidad básica para la sobrevivencia de una familia; el trigo y la cebada nunca podían faltar en la alacena de una familia palestina.
“26 Cuando yo os quebrante el sustento del pan, cocerán diez mujeres vuestro pan en un horno, y os devolverán vuestro pan por peso; y comeréis, y no os saciaréis.” (Levítico 26)
16 Me dijo luego: Hijo de hombre, he aquí quebrantaré el sustento del pan en Jerusalén; y comerán el pan por peso y con angustia, y beberán el agua por medida y con espanto, 17 para que al faltarles el pan y el agua, se miren unos a otros con espanto, y se consuman en su maldad. (Ezequiel 4)
En estos textos, tanto Moisés como Ezequiel están refiriendo al pueblo de Israel de todas las bendiciones que conseguirán de parte de Dios si son obedientes a los mandamientos de Dios, y también están advirtiendo de todas las maldiciones que recibirán si son rebeldes. Descubrimos que hay una estrecha relación entre las bendiciones que se reciben por ser fiel a Dios y también en las maldiciones que se reciben cuando hay rebeldía hacia Dios.
También llama la atención la palabra denario. Durante la época de Juan la moneda de ese tiempo y de ese lugar, era llamada denario. Un denario era una moneda romana de plata que era el sueldo de un trabajador por un día de labor.
Ese denario era suficiente para comprar comida para una familia de cuatro o cinco miembros, y también con ese mismo denario se podían cubrir otras necesidades básicas de la familia.
“Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino.”
Si tuviéramos que definir este versículo en una sola palabra, esa palabra sería “hambre”.
El trigo era el producto alimenticio número uno para los humanos de este período, la cebada era un producto mucho más barato y usualmente era usado para los animales. Cuando una familia estaba comiendo cebada, era la señal de pobreza extrema.
En tiempos normales -según la historia- un denario era suficiente para comprar hasta 30 libras de trigo, o 90 libras de cebada; pero en el texto podemos descubrir que la escasez alimenticia es totalmente excesiva.
En los dos versículos arriba escritos -de Levítico 26 y Ezequiel 4-, Dios amenaza a Israel con quitarles el pan si ellos eran rebeldes. Lo mismo se aplica en el tercer sello de Apocalipsis; la diferencia es que en este caso la hambruna no es física, sino que es espiritual.
Todos aquellos que rechazan al Pan de vida, quedan con hambre espiritual, porque ellos mismos están rechazando el pan de vida, que es la palabra de Dios.
Por eso es que el caballo del tercer sello es de color negro, que es lo opuesto al color blanco. Si el color blanco simboliza positivismo y pureza prístina, el negro representa maldad, engaño, mal agüero.
El caballo blanco del primer sello representaba el triunfo del evangelio; ahora en el tercer sello, el caballo negro -que es lo opuesto del caballo blanco-, representa la ausencia del evangelio. Esta gente ha rechazado a Cristo, y al hacer esto automáticamente rechazan el Pan de vida, y la consecuencia es hambre espiritual.
El profeta Amós, mucho tiempo atrás, inspirado por el Espíritu Santo pudo darse cuenta de que en un futuro distante, la tierra sería afectada por un hambre espiritual, y por eso él declara las palabras de Dios con respecto al tema y dice:
11 He aquí vienen días, dice Jehová el Señor, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la palabra de Jehová. 12 E irán errantes de mar a mar; desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán. (Amós 8)
“pero no dañes el aceite ni el vino”
Pero hay una instrucción que se ha dado, una instrucción muy alentadora: la hambruna no es final ni fatal; se ha dado la orden de no destruir el aceite ni el vino.
El aceite en toda la Biblia representa al Espíritu Santo; y el jugo fresco de la uva representa la sangre de Cristo que nos trae salvación.
Aquí descubrimos la bendita gracia de Dios aun obrando por el pecador, aunque las gentes se hayan volcado en contra de Cristo y de su evangelio, y la consecuencia sea un hambre espiritual; la gracia y la salvación de Cristo, aun se mantienen disponibles y abundantes para saciar el hambre espiritual del hombre y así salvar al pecador.

35 Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. (Juan 6)
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cristo dijo de sí mismo: “No penséis que he venido para meter paz en la tierra: no he venido para meter paz, sino espada”. Mateo 10:34. Aunque es el Príncipe de Paz, es sin embargo causa de división. El que vino a proclamar alegres nuevas y a crear esperanza y gozo en los corazones de los hijos de los hombres, originó una controversia que arde profundamente y suscita intensa pasión en el corazón humano. Y advierte a sus seguidores: “En el mundo tendréis aflicción”. “Os echarán mano, y perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a las cárceles, siendo llevados a los reyes y a los gobernantes por causa de mi nombre”. “Mas seréis entregados aun de vuestros padres, y hermanos, y parientes, y amigos; y matarán a algunos de vosotros”. Juan 16:33; Lucas 21:12, 16…
El mismo espíritu que en la Edad Media condenó a hombres y mujeres a la cárcel, al destierro y a la muerte… está todavía obrando con maligna energía en los corazones no regenerados. La historia de la verdad ha sido siempre el relato de una lucha entre el bien y el mal. La proclamación del evangelio se ha realizado siempre en este mundo haciendo frente a la oposición, los peligros, las pérdidas y el sufrimiento (Los hechos de los apóstoles, p. 69).
En nuestros días… Los hombres se afanan en obtener ganancias y en la complacencia egoísta, como si no hubiera Dios, ni cielo, ni más allá. En los días de Noé la amonestación referente al diluvio fue enviada para despertar a los hombres en medio de su impiedad y llamarlos al arrepentimiento. Así el mensaje de la segunda venida de Cristo tiene por objeto arrancar a los hombres de su interés absorbente en las cosas mundanas. Está destinado a despertarlos al sentido de las realidades eternas, a fin de que den oídos a la invitación que se les hace para ir a la mesa del Señor…
El mundo está pereciendo por falta del evangelio. Hay hambre de la Palabra de Dios. Hay pocos que predican esa Palabra sin mezclarla con la tradición humana. Aunque los hombres tienen la Biblia en sus manos, no reciben las bendiciones que Dios ha colocado en ella para los que la estudian. El Señor invita a sus siervos a llevar su mensaje a la gente. La Palabra de vida eterna debe ser dada a aquellos que están pereciendo en sus pecados (Palabas de vida del gran Maestro, p. 180).
En aquel día, multitudes enteras invocarán la protección de la misericordia divina que por tanto tiempo despreciaran. “He aquí vienen días, dice el Señor Jehová, en los cuales enviaré hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír palabra de Jehová. E irán errantes de mar a mar: desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Jehová, y no la hallarán”. Amos 8:11, 12 (El conflicto de los siglos, p. 612).
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Lección 5 | Martes 29 de enero___________________________________________
LA ESCENA DEL CUARTO SELLO
Lee Apocalipsis 6:7 y 8. ¿Qué escena se describe? ¿Cómo se relaciona esta escena con la anterior?
Apocalipsis 6:7-8
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra.
La palabra griega para el color del caballo en el cuarto sello es chloros, que es el color gris ceniciento de un cadáver en descomposición. El nombre del jinete es Muerte; entretanto, el Hades, el lugar de los muertos, lo acompaña. A estos dos se les permite destruir a la cuarta parte de la gente, con espada, con hambre, con mortandad y con las fieras de la Tierra (Mat. 24:7, 8).
La representación gráfica de la escena transmite la verdad de que el hambre espiritual de la Palabra de Dios, como resultado de rechazar el evangelio, conduce inevitablemente a la muerte espiritual.
Lo bueno es que el poder de la Muerte y el Hades es muy limitado; se les otorga autoridad solo sobre una parte (un cuarto) de la Tierra. Jesús nos asegura que tiene las llaves del Hades y de la Muerte (ver Apoc. 1:18).
Repasa una vez más el contenido de los mensajes a las iglesias de Éfeso, Sardis, Pérgamo y Tiatira en Apocalipsis 2. Compara la situación en esas iglesias con las escenas de la apertura de los primeros cuatro sellos. ¿Qué paralelismos observas entre ellos?
Apocalipsis 2
1 Escribe al ángel de la iglesia en Efeso: El que tiene las siete estrellas en su diestra, el que anda en medio de los siete candeleros de oro, dice esto: 2 Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos; 3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado. 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido. 6 Pero tienes esto, que aborreces las obras de los nicolaítas, las cuales yo también aborrezco. 7 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. 8 Y escribe al ángel de la iglesia en Esmirna: El primero y el postrero, el que estuvo muerto y vivió, dice esto: 9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás. 10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. 11 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El que venciere, no sufrirá daño de la segunda muerte. 12 Y escribe al ángel de la iglesia en Pérgamo: El que tiene la espada aguda de dos filos dice esto: 13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. 14 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que tienes ahí a los que retienen la doctrina de Balaam, que enseñaba a Balac a poner tropiezo ante los hijos de Israel, a comer de cosas sacrificadas a los ídolos, y a cometer fornicación. 15 Y también tienes a los que retienen la doctrina de los nicolaítas, la que yo aborrezco. 16 Por tanto, arrepiéntete; pues si no, vendré a ti pronto, y pelearé contra ellos con la espada de mi boca. 17 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al que venciere, daré a comer del maná escondido, y le daré una piedrecita blanca, y en la piedrecita escrito un nombre nuevo, el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. 18 Y escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego, y pies semejantes al bronce bruñido, dice esto: 19 Yo conozco tus obras, y amor, y fe, y servicio, y tu paciencia, y que tus obras postreras son más que las primeras. 20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. 21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Y a sus hijos heriré de muerte, y todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón; y os daré a cada uno según vuestras obras. 24 Pero a vosotros y a los demás que están en Tiatira, a cuantos no tienen esa doctrina, y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás, yo os digo: No os impondré otra carga; 25 pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga. 26 Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, 27 y las regirá con vara de hierro, y serán quebradas como vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi Padre; 28 y le daré la estrella de la mañana. 29 El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias.
Las escenas de los siete sellos representan el futuro de la iglesia. Al igual que con las siete iglesias, los sellos se correlacionan con los diferentes períodos de la historia cristiana. Durante los tiempos apostólicos, el evangelio se extendió rápidamente por todo el mundo. A esto le siguió el período de persecución en el Imperio Romano, desde fines del siglo I hasta comienzos del siglo IV, como se representa en la escena del segundo sello. El tercer sello señala el período de transigencia de los siglos IV y V, que se caracterizó por una hambruna espiritual de la Biblia, que condujo a la “Edad Oscura”. El cuarto sello describe acertadamente la muerte espiritual que caracterizó al cristianismo por casi mil años.
Apocalipsis 6:6 declara que ni “el aceite ni el vino” se verán afectados por la hambruna de la plaga del tercer sello. El aceite simboliza al Espíritu Santo (1 Sam. 16:13; Hech. 10:38); y el vino nuevo, la salvación en Jesucristo (Mar. 2:22). ¿Qué nos dicen los significados de estos símbolos sobre el hecho de que, aun cuando la Palabra de Dios sea escasa, el Espíritu Santo todavía obra y que la salvación todavía está disponible para todos los que buscan la verdad?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
El Cuarto Sello
7 Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. 8 Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra. (Apocalipsis 6)
En la apertura del cuarto sello, encontramos un caballo que es color verde-amarilloso. La palabra original griega de este texto que se usa para describir el color amarillo, es la palabra “cloros” que es el color que se usaba para describir la vegetación.
Este mismo nombre “cloros” se usaba en el antiguo griego para describir el color amarillento de una persona enferma y también para describir el color grisáceo que toma el cuerpo de una persona muerta. Las Biblias de lengua inglesa lo traducen como “pálido” y hay unas versiones que usan la palabra verdoso.
El jinete del caballo del cuarto sello es el primer jinete que tiene nombre; su nombre es “Muerte” y su compañero de viaje se llama “Hades,” o “Infierno.”
A estos dos compañeros se les ha permitido destruir a las gentes con cuatro instrumentos muy peculiares: con la espada, con el hambre, con mortandad o pestilencias y con las fieras de la tierra, y se les ha concedido hacer el daño a una cuarta parte de la tierra.
En todo el Antiguo Testamento podemos descubrir que Dios siempre usó estos cuatro agentes devastadores en contra de todos aquellos que desobedecían sus mandatos
21 Por lo cual así ha dicho Jehová el Señor: ¿Cuánto más cuando yo enviare contra Jerusalén mis cuatro juicios terribles, espada, hambre, fieras y pestilencia, para cortar de ella hombres y bestias? (Ezequiel 14)
Pareciera que el jinete del cuarto sello describe una situación más difícil que sus antecesores, ya que representa una intensificación de las actividades de los primeros tres jinetes.
La noticia buena es que los estragos que hacen la muerte y el infierno no ocurren en todo el mundo, sino solamente en una cuarta parte de la tierra.
El antídoto para evitar los estragos del letal matrimonio de doña Muerte y don Infierno, se llama Jesucristo. Jesucristo dejó muy claro que, por su muerte en la cruz, él conquistó a los enemigos más poderosos de la humanidad.
En el mismo principio del libro de Apocalipsis encontramos esa promesa: “18 (Soy) el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén. Y tengo las llaves de la muerte y del Hades.” (Apocalipsis 1)
Cuando aceptamos a Jesucristo como nuestro Salvador, él nos da un regalo y ese regalo es la vida, por que Cristo es vida. La muerte y el infierno no tienen más autoridad sobre el redimido, porque el redimido pasa a ser propiedad del dueño de la vida, pasa ser propiedad del que tiene las llaves de la muerte y del infierno.
¡Gloriosa confianza asiste a quienes aceptamos los méritos de CRISTO, el único que puede mediar para rescatarnos y darnos victoria total y final!
Por fe en Cristo el Redentor
se salva hoy el pecador;
aunque sin merece perdón,
recibe plena salvación.
Coro:
¡Oh gracia excelsa del amor,
que Dios perdone al pecador!
Si quiere presto confesar
sus culpas, yen Jesús confiar,
encontrará la salvación,
pues él obró la redención.
La vida antigua ya pasó
y todo en nuevo se tornó,
y aunque nada tenga aquí,
herencia eterna tiene allí.
Aquí cual peregrino es;
mansión allá tendrá después,
arriba en gloria con Jesús,
quien redimióle en la cruz.
Un resumen de los primeros cuatro sellos:
Claramente estos sellos nos demuestran las victorias del avance del evangelio y las consecuencias de su rechazo.
El jinete del caballo blanco representa el triunfo del evangelio.
El jinete del caballo color rojo ardiente, quita la paz de todos aquellos que han rechazado al Príncipe de paz
El jinete del caballo negro, trae hambre espiritual por rechazar al Pan de vida
El jinete del caballo pálido, trae la muerte por rechazar el evangelio, por rechazar al Príncipe de paz, y por rechazar el Pan de vida.
Estos primeros cuatro sellos están describiendo los sucesos de la iglesia y del mundo, en el primer milenio de nuestra era.
El primer sello y la iglesia de Éfeso
“3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.” (apocalipsis 2)
El primer sello del Apocalipsis está íntimamente relacionado con la iglesia de Éfeso, pero no se limita solamente a la iglesia de Éfeso.
En la iglesia de Éfeso -bajo la supervisión apostólica- se apuntan las primeras grandes victorias del cristianismo; ésta era una iglesia triunfante. En esos primeros cien años de inauguración del cristianismo, el evangelio de Cristo fue llevado hasta el último rincón del mundo. El mundo entero se incendió con la santa llama del Espíritu Santo, suministrando de esa manera un golpe letal a las fuerzas del mal.
Pero la Biblia dice que el jinete del primer sello es un vencedor, que después de haber sido declarado vencedor, seguirá venciendo; es decir, que su tarea no ha terminado, sino que es un vencedor en proceso.
Jesucristo salió vencedor en la cruz del Calvario, y ahora sigue venciendo con la predicación de las buenas nuevas de su sacrificio en la cruz.
Miles y millones escucharían la historia de su sacrificio en toda la historia de la humanidad, y miles y millones abrazarían la nueva fe de una religión naciente, apuntando de esa manera sus nombres en el libro de la vida.
En toda la historia de la tierra, encontramos millones y millones de nombres, que son candidatos en potencia para ser ciudadanos del reino de los cielos.
El segundo sello, que es el caballo de color rojo ardiente, fácilmente puede representar a la iglesia de Esmirna, que fue una iglesia sufrida, perseguida y víctima de múltiples asesinatos.
Aunque este sello representa a la iglesia de Esmirna, tampoco se limita a esta iglesia, ya que la persecución, el sufrimiento y la muerte de los santos de Cristo, comenzó desde un principio, cuando Abel fue asesinado por su hermano Caín.
9 Yo conozco tus obras, y tu tribulación, y tu pobreza (pero tú eres rico), y la blasfemia de los que se dicen ser judíos, y no lo son, sino sinagoga de Satanás.
10 No temas en nada lo que vas a padecer. He aquí, el diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel, para que seáis probados, y tendréis tribulación por diez días. Sé fiel hasta la muerte, y yo te daré la corona de la vida. (Apocalipsis 2)
El tercer sello, que es el caballo de color negro, puede fácilmente representar la iglesia de Pérgamo, una iglesia que sufre de hambre espiritual porque hay escasez del pan espiritual.
En este período de tiempo se prohíbe a la humanidad leer la Biblia, ya que hay un grupo de creyentes que llegó a la conclusión de que las Sagradas Escrituras sólo pueden ser interpretadas por los líderes y maestros de la iglesia.
13 Yo conozco tus obras, y dónde moras, donde está el trono de Satanás; pero retienes mi nombre, y no has negado mi fe, ni aun en los días en que Antipas mi testigo fiel fue muerto entre vosotros, donde mora Satanás. (Apocalipsis 2)
Aunque el tercer sello fácilmente representa a la iglesia de Pérgamo, no se limita a ella solamente, ya que hubo muchas ocasiones en la historia del mundo, en las que se ha sufrido de hambre espiritual por la ausencia de la Palabra de Dios.
El cuarto sello, que es el caballo amarillo-verdoso o pálido, puede representar fácilmente a la iglesia del oscurantismo, una iglesia que está muerta espiritualmente, una iglesia que no depende de la luz bíblica, sino de las tradiciones de los hombres. La “cristiandad” de la Edad Media reúne estas condiciones: mil años de oscurantismo e ignorancia de la Santa Biblia, esto conllevó a formular múltiples doctrinas y tradiciones erróneas, totalmente antibíblicas.
Por ejemplo, a la iglesia de Tiatira se le dice: “20 Pero tengo unas pocas cosas contra ti: que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos a fornicar y a comer cosas sacrificadas a los ídolos. 21 Y le he dado tiempo para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación. 22 He aquí, yo la arrojo en cama, y en gran tribulación a los que con ella adulteran, si no se arrepienten de las obras de ella. 23 Y a sus hijos heriré de muerte… (Apocalipsis 2)
A la iglesia de Sardis se le dice en Apocalipsis 9: “Yo conozco tus obras, que tienes nombre de que vives, y estás muerto.”
A pesar de que el cuarto sello se puede aplicar fácilmente a la iglesia del oscurantismo, tampoco se limita a este periodo solamente, ya que en toda la historia de este mundo el ser humano ha sufrido de muerte espiritual.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Ángeles están sosteniendo los cuatro vientos, representados como caballos iracundos que tratan de soltarse para correr sobre la faz de toda la tierra, sembrando destrucción y muerte a su paso…
Os digo en nombre del Señor Dios de Israel, que todas las influencias dañinas y desanimadoras son mantenidas bajo control por las manos de ángeles invisibles, hasta que cada uno de los que trabaja en el temor y el amor de Dios sea sellado en su frente (Mensajes selectos, tomo 3, p. 467).
Satanás no puede… retener en la muerte espiritual a una sola alma que con fe reciba la palabra de poder de Cristo. Dios dice a todos los que están muertos en el pecado: “Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos”. [Efesios 5:14], Esa palabra es vida eterna. Como la palabra de Dios, que ordenó al primer hombre que viviera, sigue dándonos vida; como la palabra de Cristo: “Mancebo, a ti digo, levántate,” dio la vida al joven de Naín, así también aquella palabra: “Levántate de los muertos,” es vida para el alma que la recibe. Dios “nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo”. [Colosenses 1:13]. En su palabra, todo nos es ofrecido. Si la recibimos, tenemos liberación (El Deseado de todas las gentes, p. 286).
Hay en la iglesia algunos que necesitan aferrarse a las columnas de nuestra fe, asentarse y hallar roca firme para su fundamento en vez de flotar sobre la superficie de la emoción y moverse gracias a los impulsos. Hay en la iglesia dispépticos espirituales. Se han convertido en inválidos y su debilidad espiritual es el resultado de su propia conducta vacilante. Son arrastrados de un lado a otro por los variables vientos de doctrina, y con frecuencia se ven confundidos y sumidos en la incertidumbre porque se dejan llevar enteramente por los sentimientos. Son cristianos ávidos de sensaciones y que siempre tienen hambre de algo nuevo y distinto. Las doctrinas extrañas confunden su fe, y son inútiles para la causa de la verdad.
Dios llama a hombres y mujeres estables, de propósito firme, en quienes se pueda fiar en momentos de peligro y de prueba, que estén tan firmemente arraigados y fundados en la verdad como las rocas eternas, que no puedan ser agitados a diestra o siniestra, sino que avancen constantemente y estén siempre del lado del bien (Testimonios para la iglesia, tomo 4, p. 78).
El Salvador venció para enseñar al hombre cómo puede él también vencer. Con la Palabra de Dios, Cristo rechazó las tentaciones de Satanás. Confiando en las promesas de Dios, recibió poder para obedecer sus mandamientos, y el tentador no obtuvo ventaja alguna…
No hay nada al parecer tan débil, y no obstante tan invencible, como el alma que siente su insignificancia y confía por completo en los méritos del Salvador. Mediante la oración, el estudio de su Palabra y el creer que su presencia mora en el corazón, el más débil ser humano puede vincularse con el Cristo vivo, quien lo tendrá de la mano y nunca lo soltará (El ministerio de curación, p. 136).
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Miércoles 30 de enero | Lección 5________________________________________
LA APERTURA DEL QUINTO SELLO
Lee Apocalipsis 6:9 y 10. ¿Qué ocurre aquí?
Apocalipsis 6:9-10
9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?
La palabra alma, en la Biblia, denota a la persona integral (Gén. 2:7). Aquí se describe el martirio de los fieles y perseguidos de Dios en términos de la sangre sacrificial derramada en la base del altar del sacrificio del Santuario terrenal (Éxo. 29:12; Lev. 4:7). El pueblo de Dios ha sufrido injusticias y muerte por su fidelidad al evangelio; clama a Dios, pidiéndole que intervenga y que lo reivindique. Estos pasajes se refieren a la injusticia cometida aquí en la Tierra; no dicen nada sobre el estado de los muertos. A fin de cuentas, estas personas no parecen estar disfrutando de la dicha del cielo.
Lee Apocalipsis 6:11; Deuteronomio 32:43; y Salmo 79:10. ¿Cuál fue la respuesta del Cielo a las oraciones del martirizado pueblo de Dios?
Apocalipsis 6:11
11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
Deuteronomio 32:43
43 Alabad, naciones, a su pueblo, Porque él vengará la sangre de sus siervos, Y tomará venganza de sus enemigos, Y hará expiación por la tierra de su pueblo.
Salmo 79:10
10 Porque dirán las gentes: ¿Dónde está su Dios? Sea notoria en las gentes, delante de nuestros ojos, La venganza de la sangre de tus siervos que fue derramada.
A los santos mártires se les dieron túnicas blancas, que representan la justicia de Cristo, lo que da lugar a su vindicación: el don de Dios para los que aceptan el ofrecimiento de la gracia (Apoc. 3:5; 19:8). Luego se les dijo que tendrían que descansar hasta completar el número de sus hermanos que pasarían por una experiencia similar. Es importante notar que el texto griego de Apocalipsis 6:11 no tiene la palabra número. El Apocalipsis no habla de un número de santos martirizados para alcanzar antes de la venida de Cristo, sino de la integridad de su carácter. El pueblo de Dios se completa con la túnica de la justicia de Cristo, no con méritos propios (Apoc. 7:9, 10). Los santos mártires no resucitarán ni serán vindicados hasta la segunda venida de Cristo y el comienzo del milenio (Apoc. 20:4).
La escena del quinto sello se aplica históricamente a los períodos previo y posterior a la Reforma, en los que millones fueron martirizados debido a su fidelidad (Mat. 24:21). También nos recuerda la experiencia del pueblo de Dios que padeció a lo largo de la historia, desde los días de Abel (Gén. 4:10) hasta el momento en que Dios finalmente vengará “la sangre de sus siervos” (Apoc. 19:2).
“¿Hasta cuándo, Señor?” ha sido el clamor del pueblo de Dios atribulado a lo largo de la historia. ¿Quién no ha luchado nunca contra la falta de justicia en esta vida? ¿Qué consuelo encuentras en la escena del quinto sello, sabiendo que algún día se hará justicia?
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
Apocalipsis 6:9-10
9 Cuando abrió el quinto sello, vi bajo el altar las almas de los que habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. 10 Y clamaban a gran voz, diciendo: ¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? 11 Y se les dieron vestiduras blancas, y se les dijo que descansasen todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos.
El cuadro que nos presenta el rompimiento del quinto sello, es tomado prestado de lo que encontramos en el Antiguo Testamento en cuanto a los rituales de sacrificio del pueblo judío.
Esta visión necesita ser tomada de una manera simbólica y nunca de forma literal, ya que si la tomamos literalmente sería contradictoria a las enseñanzas bíblicas en cuanto al estado de los muertos.
10 … ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. (Génesis 4) preguntó Dios a Caín, y esta era una manera de hablar en la antigüedad. Ya todos sabemos que la sangre no tiene la potestad de hablar.
El templo de Jerusalén tenía dos altares. Un altar era llamado el altar del sacrificio; este altar estaba afuera del templo. También estaba el altar del incienso, y éste estaba adentro del templo.
El altar del que habla el quinto sello, sin duda alguna tiene que ser el altar del sacrificio que estaba afuera del templo, y era allí precisamente donde se ofrecían todos los sacrificios de animales a Dios.
Si nos referimos al altar del sacrificio que estaba en el atrio del templo, entonces la visión que se le presenta a Juan, no se está llevando a cabo en el cielo, sino en la tierra, ya que, en profecía, cuando se habla del templo casi siempre se refiere al cielo y cuando se habla del atrio del templo, se refiere a la tierra.
Interesantemente, estos muertos de la visión no murieron por el testimonio de Jesucristo, sino por su propio testimonio. Es decir sufrieron la persecución y el martirio por ser testigos fieles del evangelio.
Hay una pregunta que estos muertos están haciendo: «¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, ¿no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra? «
La respuesta es clara: “hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”
La palabra “número” no existe en el original bíblico, sino que es aplicada por los traductores de la Biblia, y de esa manera fácilmente se interpreta como que hubiera una cuota o una determinada cantidad de personas que tienen que sufrir el martirio, antes de que venga el juicio y la venganza de Dios sobre los impíos.
Si usted le quita la palabra “número” al texto, la expresión queda incompleta y sin mucho significado; se leería de la siguiente manera: “hasta que se completara sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”
Ante esta expresión, los eruditos de la Biblia se dividen: unos de ellos sostienen la idea de que Dios tiene una cuota de muertos por causa del evangelio que él reclama y que hay que completar. Esta es una idea que, ante la lógica humana y ante el amor divino no tiene mucho peso, ni tampoco mucha aceptación.
El otro grupo sostiene que aquí no está hablando de completar un numero, sino de completar caracteres; esta idea tiene más aceptación, ya que en este caso Dios no está a la espera de completar un determinado número de muertos, sino de completar caracteres perfectos y refinados en el fuego de la aflicción.
Ya que la palabra “número” no se encuentra en el texto de Apocalipsis 6: 11 este texto no se tiene que tomar matemáticamente, no se tiene que creer que Dios está esperando un determinado número de muertos para poder parar la matanza.
En este texto, Dios está esperando completar el carácter de aquellos que van a morir, de la misma forma que fueron completados o perfeccionados los caracteres de los ya muertos. Con esta explicación, si le quitamos la palabra número, ahora podemos entender el texto, que queda de la siguiente manera: «“hasta que se completaran sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos”.
«¿Hasta cuándo, Señor…?»
Esta ha sido la pregunta que se ha formulado aquí en la tierra, desde que ésta cayó en pecado:
Oh Dios, vinieron las naciones a tu heredad;
Han profanado tu santo templo;
Redujeron a Jerusalén a escombros.
2 Dieron los cuerpos de tus siervos por comida a las aves de los cielos,
La carne de tus santos a las bestias de la tierra.
3 Derramaron su sangre como agua en los alrededores de Jerusalén,
Y no hubo quien los enterrase.
4 Somos afrentados de nuestros vecinos,
Escarnecidos y burlados de los que están en nuestros alrededores.
5 ¿Hasta cuándo, oh Jehová? ¿Estarás airado para siempre?
¿Arderá como fuego tu celo? (Samos 79)
La profecía que vio el profeta Habacuc. 2 ¿Hasta cuándo, oh Jehová, clamaré, y no oirás; y daré voces a ti a causa de la violencia, ¿y no salvarás? (Habacuc 1)
13 Entonces oí a un santo que hablaba; y otro de los santos preguntó a aquel que hablaba: ¿Hasta cuándo durará la visión del continuo sacrificio, y la prevaricación asoladora entregando el santuario y el ejército para ser pisoteados? (Daniel 8)
«¿Hasta cuándo, Señor, santo y verdadero, no juzgas y vengas nuestra sangre en los que moran en la tierra?»
La pregunta de los martirizados es contestada directamente por Dios de una forma pasiva. A ellos se les entregan vestiduras blancas, y se les dice que “descansen todavía un poco de tiempo”.
La muerte de los santos que están bajo el altar, es considerada una victoria para el Cielo; en realidad todo santo muerto es un tesoro para el Cielo, pero aquí se hace énfasis en ellos, por la manera que murieron:
13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen. (Apocalipsis 14)
La muerte del impío es todo lo contrario de la muerte del santo. En el siguiente texto, que también es simbólico, nos muestra la diferencia que hace el Cielo entre el grupo de los redimidos y el grupo de los perdidos:
11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. (Apocalipsis 14)
La venganza de los santos muertos que se encuentran bajo el altar del sacrificio, ocurre hasta el final de la historia de esta tierra, cuando la gran ramera sea vengada:
2 porque sus juicios son verdaderos y justos; pues ha juzgado a la gran ramera que ha corrompido a la tierra con su fornicación, y ha vengado la sangre de sus siervos de la mano de ella. (Apocalipsis 19)
Estos mismos santos martirizados, regresan a la vida en ocasión de la segunda venida de Cristo:

4 Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. (Apocalipsis 20)
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Serán contestadas las fervientes oraciones de sus hijos, pues a Dios le agrada que los suyos lo busquen de todo corazón y dependan de él como su libertador. Será buscado para que haga estas cosas para los suyos, y él se levantará como su protector y vengador. “¿Acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche?” (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, tomo 6, p. 1081).
Cristo no nos dio simplemente las directivas acerca del sendero en el cual debemos andar, sino que vino para ser nuestro Maestro. No solo nos dijo cómo debemos obedecer, sino que, mediante su propia vida, nos dio un ejemplo práctico de cómo debemos hacerlo. De esta manera es el verdadero Ayudador. Caminando delante de nosotros, derriba los obstáculos y nos dice que sigamos en sus pisadas. Nuestro bendito Salvador nos dice: “Sígueme. Yo te conduciré. Yo soy el camino, la verdad y la vida. El que me sigue no caminará en tinieblas”. Véase Juan 14:6; 8:12…
“El que venciere será vestido de vestiduras blancas; y no borraré su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre, y delante de sus ángeles”. Apocalipsis 3:5. Las ropas blancas son las vestiduras de la justicia de Cristo y todos los que tienen esa justicia son partícipes de la naturaleza divina. En ellos está escrito “el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo”. Apocalipsis 3:12 (Alza tus ojos, p. 164).
No se adquieren en un momento el valor, la fortaleza, la fe y la confianza implícita en el poder de Dios para salvamos. Estas gracias celestiales se adquieren por la experiencia de años. Por una vida de santo esfuerzo y de firme adhesión a lo recto, los hijos de Dios estaban sellando su destino. Asediados de innumerables tentaciones, sabían que debían resistir firmemente o quedar vencidos. Sentían que tenían una gran obra que hacer, que a cualquier hora podían ser llamados a deponer su armadura; y que si llegaran al fin de su vida sin haber hecho su obra, ello representaría una pérdida eterna. Aceptaron ávidamente la luz del cielo, como la aceptaron de los labios de Jesús los primeros discípulos. Cuando estos cristianos primitivos eran desterrados a las montañas y los desiertos, cuando en las mazmorras se los dejaba morir de hambre, frío y tortura, cuando el martirio parecía la única manera de escapar a su angustia, se regocijaban de que eran tenidos por dignos de sufrir para Cristo, quien había sido crucificado en su favor. Su ejemplo será un consuelo y estímulo para el pueblo de Dios que sufrirá un tiempo de angustia como nunca lo hubo (Testimonios para la iglesia, tomo 5, p. 198).
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Lección 5 | Jueves 31 de enero___________________________________________
LA APERTURA DEL SEXTO SELLO
En el quinto sello, vemos que el pueblo de Dios sufre injusticias en un mundo hostil y clama por la intervención de Dios en su favor. Ha llegado el momento de que Dios intervenga en respuesta a las oraciones de su pueblo.
Lee Apocalipsis 6:12 al 14; Mateo 24:29 y 30; y 2 Tesalonicenses 1:7 al 10. ¿Qué se revela aquí?
Apocalipsis 6:12-14
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; 13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. 14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
Mateo 24:29-30
29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas. 30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.
2 Tesalonicenses 1:7-10
7 y a vosotros que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles de su poder, 8 en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios, ni obedecen al evangelio de nuestro Señor Jesucristo; 9 los cuales sufrirán pena de eterna perdición, excluidos de la presencia del Señor y de la gloria de su poder, 10 cuando venga en aquel día para ser glorificado en sus santos y ser admirado en todos los que creyeron (por cuanto nuestro testimonio ha sido creído entre vosotros).
Las últimas tres señales del sexto sello fueron predichas por Jesús en Mateo 24:29 y 30. Tendrían lugar cerca del fin de la “gran tribulación” (Apoc. 7:14), en 1798, como precursoras de la Segunda Venida. Al igual que en la profecía de Cristo de Mateo 24, el Sol, la Luna, las “estrellas” (meteoritos) y el cielo son literales aquí. El uso de la palabra como señala una imagen de una cosa o suceso real: el Sol se puso negro como tela de cilicio, la Luna se volvió como sangre y las estrellas del cielo cayeron sobre la Tierra como la higuera deja caer sus higos. Muchos cristianos del mundo occidental reconocieron el cumplimiento de las palabras de Jesús en el orden de cada una de estas señales: el terremoto de Lisboa, de 1755; el Día Oscuro, del 19 de mayo de 1780, que tuvo lugar al este de Nueva York y al sur de Nueva Inglaterra; y la espectacular lluvia de meteoritos sobre el Océano Atlántico, el 13 de noviembre de 1833. El cumplimiento de esta profecía llevó a una serie de reavivamientos y a la comprensión de que la venida de Cristo estaba cerca.
Lee Apocalipsis 6:15 al 17. Lee, además, Isaías 2:19; Oseas 10:8; y Lucas 23:30. Las escenas retratan a personas de toda condición en un ataque de pánico, tratando de esconderse del terror de la agitación en la venida de Cristo. Les piden a las piedras y las montañas que las cubran para protegerlas del “rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero” (Apoc. 6:16). Llegó la hora de administrar justicia, cuando Cristo venga “para ser glorificado en sus santos” (2 Tes. 1:10). El fin de los impíos se describe en Apocalipsis 19:17 al 21.
La escena concluye con la pregunta retórica de los impíos aterrorizados: “El gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?” (Apoc. 6:17; ver, además, Nah. 1:6; Mal. 3:2). La respuesta a esa pregunta se da en Apocalipsis 7:4: quien podrá estar de pie en aquel día es el pueblo de Dios que esté sellado.
“¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida?” (Mal. 3:2). ¿Cómo responderías esa pregunta y qué razones bíblicas puedes dar para esa respuesta? Lleva tus respuestas a la clase del sábado.
COMENTARIO DE LA LECCIÓN
12 Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre;
13 y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento.
14 Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar.
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?
(Apocalipsis 6)
La apertura del sexto sello se inicia con un terrible terremoto y finaliza con otro peor. En toda la historia de la tierra, nunca se ha experimentado un terremoto como el segundo terremoto del sexto sello; es un terremoto tan, pero tan fuerte, que removerá montañas e islas de sus cimientos, y se reta al hombre a poder estar en pie durante este suceso. Nadie podrá lograrlo.
Este último terremoto es causado por la gloria y el poder de la segunda venida de Cristo a la tierra.
Además, de los dos terremotos, el sexto sello viene acompañado de otros fenómenos de naturaleza cósmica, como el obscurecimiento del sol y de la luna, y la caída de las estrellas.
En el Antiguo Testamento encontramos que estos fenómenos ya fueron descritos cuando los profetas veterotestamentarios hablaban de los juicios finales de Dios a la tierra; al día en que esto suceda comúnmente se le llama el gran día del Señor.
Por ejemplo, Isaías 13 anuncia: “10 Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor.
11 Y castigaré al mundo por su maldad, y a los impíos por su iniquidad; y haré que cese la arrogancia de los soberbios, y abatiré la altivez de los fuertes.
12 Haré más precioso que el oro fino al varón, y más que el oro de Ofir al hombre.
13 Porque haré estremecer los cielos, y la tierra se moverá de su lugar, en la indignación de Jehová de los ejércitos, y en el día del ardor de su ira.”
La manera en que Juan describe la visión de la ruptura del sexto sello es casi idéntica al sermón de Jesucristo, registrado en Mateo 24: 29.
“29 E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.
30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria.»
Si hacemos una comparación con los escritos de Juan y los escritos de Isaías, encontramos que hay mucha similitud en su forma de describir el gran día del Señor:
15 Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes;
16 y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero;
17 porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie? (Apocalipsis 6)
19 Y se meterán en las cavernas de las peñas y en las aberturas de la tierra, por la presencia temible de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando él se levante para castigar la tierra.
20 Aquel día arrojará el hombre a los topos y murciélagos sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, que le hicieron para que adorase,
21 y se meterá en las hendiduras de las rocas y en las cavernas de las peñas, por la presencia formidable de Jehová, y por el resplandor de su majestad, cuando se levante para castigar la tierra. (Isaías 2)
Estos hombres escondiéndose de la presencia de Cristo, nos traen a la mente a Adán y Eva, escondiéndose del Padre, en el jardín del Edén, después de la caída.
El primer terremoto del sexto sello sucedió en el año 1755; se lo recuerda como el terremoto de Lisboa. “6 Porque así dice Jehová de los ejércitos: De aquí a poco yo haré temblar los cielos y la tierra, el mar y la tierra seca” (Hageo 2).
Esta es la descripción de un terrible terremoto: «La primera sacudida de la tierra vino después de una extraña quietud en el lugar. Pareció como que la tierra hubiera meditado un poco en la acción que pronto desencadenaría. Llegó el momento en que la tierra se sacudía de una manera indescriptible y no se podía confiar a la tierra que segundos atrás, se sentía tan firme bajo los pies. Sólo tenía un pensamiento en mi mente: Destrucción ilimitada y universal. Los cocodrilos del río se habían salido del río y bramaban desesperados y de una manera aterradora dentro de los bosques; los perros y los cerdos estaban paralizados del terror. La ciudad entera parecía estar condenada a la destrucción. Las casas no podían usarse como refugio porque se estaban cayendo a pedazos; los árboles eran sacudidos, arrancados de sus fundamentos y caían con grande estrépito. Mi siguiente pensamiento era correr a las montañas, pero las montañas se balanceaban como hombres borrachos. Entonces observé el mar… ¡Se había marchado! Los barcos que unos minutos antes estaban anclados en aguas profundas, yacían tirados y sacudiéndose en el lecho seco del mar. Contemplé el cielo, estaba perfectamente calmado y sin ser sacudido, en medio de la conmoción recordé que la Biblia nos dice que contemplemos a aquel que está en los cielos: A Jesucristo que es el mismo de ayer, de hoy y el mismo por la eternidad, su hogar nunca será removido, ni conmocionado.»
El oscurecimiento del sol sucedió el 19 de mayo de 1780. Este fenómeno afectó a Nueva York y parte de Nueva Inglaterra; estas ciudades se encuentran situadas en la parte del nororiental de los Estados Unidos. “15 El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor.” (Joel 3)
La caída de las estrellas sucedió el 13 de noviembre de 1833.
Durante la lluvia de estrellas que ocurrió en los Estados Unidos, un testigo escribió su propia experiencia: «Fui despertado repentinamente por el llanto más angustiante que alguna vez pude escuchar en la vida. Llantos de terror y gritos pidiendo misericordia se podían escuchar en las tres plantaciones vecinas, donde la población era alrededor de ochocientas personas. Cuando me levanté estaba tratando de averiguar cuál era la causa de tanto pánico y terror; escuché una agonizante voz cerca de mi puerta llamándome por mi nombre. Tomé mi espada inmediatamente y aguardé por unos momentos detrás de la puerta. De nuevo escuché la voz que me llamaba y me pedía que me levantara. Mientras esta persona me llamaba, pronunciaba las palabras: «Dios mío, el cielo está incendiado». Allí fue donde abrí la puerta, y hasta ahora no puedo decir qué fue lo que me impactó más: si fue la escena que estaba ocurriendo en el cielo, o si la agonía del llanto de los hombres. Más adelante en el campo, estaban cientos de hombres postrados en tierra. Algunos estaban mudos, y otros lloraban amargamente y con mucho terror, pero todos tenían sus manos juntas, elevadas al cielo implorando por la salvación de ellos y del mundo. La escena era espectacularmente terrible, nunca había caído a la tierra una lluvia de estrellas tan intensa: al este, al oeste, al norte y al sur, era lo mismo: un espectáculo aterrador.»
El sexto sello sucedió en el período de la iglesia de Filadelfia, que se identifica entre los años 1798 al 1844.
Ya las primeras señales de los fenómenos del sexto sello sucedieron; sólo estamos esperando el segundo terremoto, causado por la segunda venida de Cristo. Estamos viviendo al final del sexto sello, sólo estamos a la espera de un acontecimiento más y entramos al séptimo sello, que es el retorno de nuestro Salvador.
Al famoso predicador-reformador Juan Wesley, cierto día una dama lo interpeló: Imagínate que tú supieras que mañana a la medianoche vas a morir… ¿cómo gastarías estas horas que te quedan de vida? Wesley le dijo: «De la misma manera en que ahora tengo planeado vivirla. Esta noche predicaría en Gloucester, y volvería a hacerlo mañana a las cinco de la mañana. Después de eso me transportaría hasta Tewkesbury, para predicar por la tarde y allí me reuniría con la junta de iglesia después del sermón. Después de eso iría a la casa de mis amigos, la familia Martin, quienes me han invitado a una comida; allí conversaría y oraría con ellos de la manera que usualmente sabemos hacerlo. A las 10 de la noche me retiraría a mi dormitorio, me encomendaría a mi Padre celestial, me acostaría a descansar, para más tarde despertar en gloria.» UNA CONVICCIÓN ASÍ SE NECESITA EN ESTOS DÍAS FINALES.
Bien lo expresó la poetisa Annie Smith (Himnario adventista, 476): ¿Muy lejos el hogar está?
1
“¿Muy lejos el hogar está?”,
con ansia al guarda pregunté.
“Muy pronto el día llegará
de contemplar al Rey”,
me contestó; “no llores más,
cercano está del viaje el fin;
alegre entonces entrarás al celestial festín”.
2
Señales muchas se ven ya,
en cielo, tierra y en el mar;
la aurora luego rayará,
del anhelado hogar.
Consuélate, no llores más;
el Redentor enjugará
del siervo fiel las lágrimas; descanso le dará.
3
Jesús en breve volverá,
¡qué pensamiento alentador!
La creación ansiosa está
de ver al Creador.
Entonces ya terminará
tristeza, muerte y dolor;
un paraíso se abrirá al pueblo del Señor.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La profecía del Salvador referente al juicio que iba a caer sobre Jerusalén va a tener otro cumplimiento, y la terrible desolación del primero no fue más que un pálido reflejo de lo que será el segundo. En lo que acaeció a la ciudad escogida, podemos ver anunciada la condenación de un mundo que rechazó la misericordia de Dios y pisoteó su ley… horrendas han sido las consecuencias de haber rechazado la autoridad del cielo; pero una escena aún más sombría nos anuncian las revelaciones de lo porvenir. La historia de lo pasado… ¿qué son y qué valen en comparación con los horrores de aquel día, cuando el Espíritu de Dios se aparte del todo de los impíos y los deje abandonados a sus fieras pasiones y a merced de la saña satánica? Entonces el mundo verá, como nunca los vio, los resultados del gobierno de Satanás (El conflicto de los siglos, p. 34).
Pronto se volvieron nuestros ojos hacia el oriente, donde había aparecido una nubecilla negra del tamaño de la mitad de la mano de un hombre, que era, según todos comprendían, la señal del Hijo del hombre. En solemne silencio, contemplábamos cómo iba acercándose la nubecilla, volviéndose cada vez más esplendorosa hasta que se convirtió en una gran nube blanca… Sus ojos eran como llama de fuego, y escudriñaban de par en par a sus hijos. Palidecieron entonces todos los semblantes y se tomaron negros los de aquellos a quienes Dios había rechazado. Todos nosotros exclamamos: “¿Quién podrá permanecer? ¿Está mi vestidura sin manchas?” Después cesaron de cantar los ángeles, y por un rato quedó todo en pavoroso silencio cuando Jesús dijo: “Quienes tengan las manos limpias y puro el corazón podrán subsistir. Bastaos mi gracia”. Al escuchar estas palabras, se iluminaron nuestros rostros y el gozo llenó todos los corazones. Los ángeles pulsaron una nota más alta y volvieron a cantar, mientras la nube se acercaba a la tierra (Primeros escritos, p. 15).
¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿O quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores. Malaquías 3:2
Quienes profesan ser hijos e hijas de Dios, debieran representarlo en carácter… Se nos da ahora la oportunidad de formar caracteres que nos harán idóneos para entrar en el reino de los cielos. Los que guardan los mandamientos de Dios tendrán derecho al árbol de la vida, y entrarán por las puertas en la ciudad. Fue por amor que Dios nos dio la ley para que pudiéramos identificar y abandonar los rasgos de carácter que no pueden ser tolerados en el cielo. No entrará allí ningún acusado de robo, de adulterio, de maledicencia o falsedad, porque esto conduciría a otra guerra en el cielo. La Ley de Dios fue dada para apartar a los hombres de estas prácticas, a fin de que sus caracteres pudieran ser modelados de acuerdo con el carácter de Dios (Alza tus ojos, p. 103).
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Viernes 1º de febrero | Lección 5________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “La necesidad del mundo”, en Testimonios para los ministros, pp. 457-460.
La visión de la apertura de los siete sellos indica simbólicamente el cuidado y la disciplina de Dios hacia su pueblo en la Tierra. Como señaló Kenneth A. Strand:
“En las Escrituras hay seguridad de que Dios siempre se ha preocupado por su pueblo: que en la historia misma está siempre presente para sostenerlo, y que en el gran desenlace escatológico le dará plena vindicación y una recompensa incomprensiblemente generosa en la vida eterna. El libro de Apocalipsis retoma y expande maravillosamente este mismo tema. Por ende, Apocalipsis de ninguna manera desentona con la literatura bíblica en general, sino que expresa el corazón y la esencia del mensaje bíblico. De hecho, como señala enfáticamente Apocalipsis, el ‘que viv[e]’ (1:18), el que conquistó la muerte y la tumba, nunca abandonará a sus fieles seguidores; aun cuando sufran el martirio, serán victoriosos (12:11) y les espera la ‘corona de la vida’ (ver 2:10; 21:1-4; 22:4)” (“The Seven Heads: Do They Represent Roman Emperors?”, t. 7, p. 206).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
-
- ¿Qué lecciones valiosas has aprendido de la escena de la apertura de los siete sellos? ¿En qué medida esto te muestra que, sin importar cuán malas sean las cosas en la Tierra, Dios todavía es soberano, y finalmente se cumplirán todas las promesas que tenemos en Cristo?
- Reflexiona en la siguiente declaración: “La iglesia es el medio señalado por Dios para la salvación de los hombres. Fue organizada para servir, y su misión es la de anunciar el evangelio al mundo” (HAp 9). Piensa en tu iglesia local. ¿Cómo podría ser más fiel para alcanzar a las personas con el mensaje del evangelio?
- Lleva a la clase tu respuesta a la última pregunta del jueves. ¿Quiénes pueden soportar el día de su venida y por qué pueden soportarlo? Analiza las implicaciones de tu respuesta en términos de cómo deberíamos vivir hoy a fin de estar preparados para el día de su venida.
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01/27/2019 en 5:59 AM
Gracias por este valioso aporte, Nuestro Dios continué bendiciendo su ministerio
01/28/2019 en 8:48 PM
gracias a Dios por su ayuda,
01/29/2019 en 7:58 AM
Hasta cuando estara disponible el PDF???
02/02/2019 en 4:01 PM
Cuando Jesús abre los sello o el libro lo ase en 1844 los suseso don después no ante ahí una separación