Lección 9 en PDF, haga «CLICK» aquí
Lección 9: Para el 30 de noviembre de 2019
PRUEBAS, TRIBULACIONES Y LISTAS
Sábado 23 de noviembre_______________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Esdras 1:9–11; Daniel 1:1, 2; 5; Deuteronomio 30:1–6; Esdras 8:1–23; Nehemías 11:1, 2; 12:1–26.
PARA MEMORIZAR:
“Se reunieron con sus hermanos y sus principales, para protestar y jurar que andarían en la Ley de Dios, que fue dada por Moisés siervo de Dios, y que guardarían y cumplirían todos los mandamientos, decretos y estatutos de Jehová nuestro Señor” (Neh. 10:29).
Por lo general, omitimos las genealogías y las largas listas de la Biblia. Pero el Señor las ha incluido por alguna razón. El Señor de la Biblia es el Dios de los detalles. Él advierte los detalles, y esto nos asegura que nunca nos olvidará.
Estos pocos ejemplos de genealogías proclaman que Dios sabe todo acerca de nuestra familia, y las listas de cosas nos dicen que Dios se preocupa incluso por lo que los demás podrían considerar “insignificante”. Jesús dijo que Dios cuida a los gorriones y hasta cuenta nuestros cabellos (Luc. 12:6, 7). El Dios que se preocupa por estos detalles también se preocupa por nosotros, y conoce incluso los detalles de todo lo que nos angustia.
Por lo tanto, podemos tener plena confianza, cultivar la fe y descansar en la seguridad de que el Señor cuida cada aspecto de nuestra vida. Esto además nos dice que necesitamos preocuparnos por los demás aspectos también.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dios siempre ha velado por su pueblo… Cristo enseñó a sus discípulos que la medida de atención divina concedida a cualquier objeto o ser depende de la jerarquía que le corresponde dentro de la creación de Dios. Les señaló los pájaros, y les dijo que ni siquiera un gorrión cae en tierra sin que el Padre celestial lo advierta. Y si Dios se preocupa por un gorrioncillo, con toda seguridad las almas por las cuales Cristo murió son de inmenso valor para él. El valor del hombre, la estima en que Dios lo tiene, se revela en la cruz del Calvario…
La misericordia y el amor de Dios hacia la raza caída no han dejado de multiplicarse, ni han cambiado de dirección (Mi vida hoy, p. 301).
El Señor dio al hombre el intelecto de modo que pudiera comprender aun cosas mayores que los bellos objetos de la naturaleza. Conduce al agente humano a una esfera más elevada de la verdad, ennobleciendo la mente más y aún más, y revelándole la inteligencia divina. Y en el libro de la Providencia de Dios, en el tomo de la vida, se le otorga a cada uno una página. Esa página contiene cada detalle de su historia. Aun los cabellos de su cabeza están todos contados. Los hijos de Dios nunca están ausentes de su pensamiento (Alza tus ojos, {ATO}, p. 199).
No se adquieren en un momento el valor, la fortaleza, la fe y la confianza implícita en el poder de Dios para salvarnos. Estas gracias celestiales se adquieren por la experiencia de años. Por una vida de santo esfuerzo y de firme adhesión a lo recto, los hijos de Dios estaban sellando su destino. Asediados de innumerables tentaciones, sabían que debían resistir firmemente o quedar vencidos. Sentían que tenían una gran obra que hacer, que a cualquier hora podían ser llamados a deponer su armadura; y que si llegaran al fin de su vida sin haber hecho su obra, ello representaría una pérdida eterna. Aceptaron ávidamente la luz del cielo, como la aceptaron de los labios de Jesús los primeros discípulos. Cuando estos cristianos primitivos eran desterrados a las montañas y los desiertos, cuando en las mazmorras se los dejaba morir de hambre, frío y tortura, cuando el martirio parecía la única manera de escapar a su angustia, se regocijaban de que eran tenidos por dignos de sufrir para Cristo, quien había sido crucificado en su favor. Su ejemplo será un consuelo y estímulo para el pueblo de Dios que sufrirá un tiempo de angustia como nunca lo hubo (Testimonios para la iglesia, {5TI}, t. 5, p. 198).
En la fe genuina y salvadora hay confianza en Dios por creer en el gran sacrificio expiatorio hecho por el Hijo de Dios en el Calvario. En Cristo, el creyente justificado contempla su única esperanza y su único Libertador. Puede existir una creencia sin confianza; pero la confianza no puede existir sin fe. Todo pecador traído al conocimiento del poder salvador de Cristo, manifestará esta confianza en grado creciente a medida que avanza en experiencia (Mensajes selectos, {3MS}, t. 3, p. 218).
61
Lección 9 | Domingo 24 de noviembre__________________________________________
EL DIOS DE LA HISTORIA
Lee Esdras 1:9 al 11; y Daniel 1:1 y 2. ¿Cómo nos ayudan los versículos de Daniel a entender a qué se refería Esdras?
Esdras 1:9-11
9 Y esta es la cuenta de ellos: treinta tazones de oro, mil tazones de plata, veintinueve cuchillos, 10 treinta tazas de oro, otras cuatrocientas diez tazas de plata, y otros mil utensilios. 11 Todos los utensilios de oro y de plata eran cinco mil cuatrocientos. Todos los hizo llevar Sesbasar con los que subieron del cautiverio de Babilonia a Jerusalén.
Daniel 1:1-2
1 En el año tercero del reinado de Joacim rey de Judá, vino Nabucodonosor rey de Babilonia a Jerusalén, y la sitió. 2 Y el Señor entregó en sus manos a Joacim rey de Judá, y parte de los utensilios de la casa de Dios; y los trajo a tierra de Sinar, a la casa de su dios, y colocó los utensilios en la casa del tesoro de su dios.
Observa que en Esdras se dan detalles, mientras que en Daniel se presenta el cuadro completo. Juntos, sin embargo, estos textos muestran que el Señor ejerce el control.
“La historia de las naciones nos habla a nosotros hoy. Dios asignó a cada nación e individuo un lugar en su gran plan. Hoy los hombres y las naciones son probados por la plomada que está en la mano de aquel que no comete error. Por su propia elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus propósitos” (PR 393).
Lee Daniel 5. ¿Qué nos enseña este capítulo sobre el juicio de Belsasar?
Daniel 5
1 El rey Belsasar hizo un gran banquete a mil de sus príncipes, y en presencia de los mil bebía vino. 2 Belsasar, con el gusto del vino, mandó que trajesen los vasos de oro y de plata que Nabucodonosor su padre había traído del templo de Jerusalén, para que bebiesen en ellos el rey y sus grandes, sus mujeres y sus concubinas. 3 Entonces fueron traídos los vasos de oro que habían traído del templo de la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y bebieron en ellos el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. 4 Bebieron vino, y alabaron a los dioses de oro y de plata, de bronce, de hierro, de madera y de piedra. 5 En aquella misma hora aparecieron los dedos de una mano de hombre, que escribía delante del candelero sobre lo encalado de la pared del palacio real, y el rey veía la mano que escribía. 6 Entonces el rey palideció, y sus pensamientos lo turbaron, y se debilitaron sus lomos, y sus rodillas daban la una contra la otra. 7 El rey gritó en alta voz que hiciesen venir magos, caldeos y adivinos; y dijo el rey a los sabios de Babilonia: Cualquiera que lea esta escritura y me muestre su interpretación, será vestido de púrpura, y un collar de oro llevará en su cuello, y será el tercer señor en el reino. 8 Entonces fueron introducidos todos los sabios del rey, pero no pudieron leer la escritura ni mostrar al rey su interpretación. 9 Entonces el rey Belsasar se turbó sobremanera, y palideció, y sus príncipes estaban perplejos. 10 La reina, por las palabras del rey y de sus príncipes, entró a la sala del banquete, y dijo: Rey, vive para siempre; no te turben tus pensamientos, ni palidezca tu rostro. 11 En tu reino hay un hombre en el cual mora el espíritu de los dioses santos, y en los días de tu padre se halló en él luz e inteligencia y sabiduría, como sabiduría de los dioses; al que el rey Nabucodonosor tu padre, oh rey, constituyó jefe sobre todos los magos, astrólogos, caldeos y adivinos, 12 por cuanto fue hallado en él mayor espíritu y ciencia y entendimiento, para interpretar sueños y descifrar enigmas y resolver dudas; esto es, en Daniel, al cual el rey puso por nombre Beltsasar. Llámese, pues, ahora a Daniel, y él te dará la interpretación. 13 Entonces Daniel fue traído delante del rey. Y dijo el rey a Daniel: ¿Eres tú aquel Daniel de los hijos de la cautividad de Judá, que mi padre trajo de Judea? 14 Yo he oído de ti que el espíritu de los dioses santos está en ti, y que en ti se halló luz, entendimiento y mayor sabiduría. 15 Y ahora fueron traídos delante de mí sabios y astrólogos para que leyesen esta escritura y me diesen su interpretación; pero no han podido mostrarme la interpretación del asunto. 16 Yo, pues, he oído de ti que puedes dar interpretaciones y resolver dificultades. Si ahora puedes leer esta escritura y darme su interpretación, serás vestido de púrpura, y un collar de oro llevarás en tu cuello, y serás el tercer señor en el reino. 17 Entonces Daniel respondió y dijo delante del rey: Tus dones sean para ti, y da tus recompensas a otros. Leeré la escritura al rey, y le daré la interpretación. 18 El Altísimo Dios, oh rey, dio a Nabucodonosor tu padre el reino y la grandeza, la gloria y la majestad. 19 Y por la grandeza que le dio, todos los pueblos, naciones y lenguas temblaban y temían delante de él. A quien quería mataba, y a quien quería daba vida; engrandecía a quien quería, y a quien quería humillaba. 20 Mas cuando su corazón se ensoberbeció, y su espíritu se endureció en su orgullo, fue depuesto del trono de su reino, y despojado de su gloria. 21 Y fue echado de entre los hijos de los hombres, y su mente se hizo semejante a la de las bestias, y con los asnos monteses fue su morada. Hierba le hicieron comer como a buey, y su cuerpo fue mojado con el rocío del cielo, hasta que reconoció que el Altísimo Dios tiene dominio sobre el reino de los hombres, y que pone sobre él al que le place. 22 Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto; 23 sino que contra el Señor del cielo te has ensoberbecido, e hiciste traer delante de ti los vasos de su casa, y tú y tus grandes, tus mujeres y tus concubinas, bebisteis vino en ellos; además de esto, diste alabanza a dioses de plata y oro, de bronce, de hierro, de madera y de piedra, que ni ven, ni oyen, ni saben; y al Dios en cuya mano está tu vida, y cuyos son todos tus caminos, nunca honraste. 24 Entonces de su presencia fue enviada la mano que trazó esta escritura. 25 Y la escritura que trazó es: MENE, MENE, TEKEL, UPARSIN. 26 Esta es la interpretación del asunto: MENE: Contó Dios tu reino, y le ha puesto fin. 27 TEKEL: Pesado has sido en balanza, y fuiste hallado falto. 28 PERES: Tu reino ha sido roto, y dado a los medos y a los persas. 29 Entonces mandó Belsasar vestir a Daniel de púrpura, y poner en su cuello un collar de oro, y proclamar que él era el tercer señor del reino. 30 La misma noche fue muerto Belsasar rey de los caldeos. 31 Y Darío de Media tomó el reino, siendo de sesenta y dos años.
Babilonia cayó en octubre de 539 a.C., cuando Ciro, rey del ejército medopersa, la conquistó. Belsasar confiaba falsamente en sus éxitos, lujo y fama, y era tan arrogante que organizó un banquete desenfrenado en la noche que terminó con su muerte. La mano divina escribió en el muro del palacio que sus días estaban contados y que llegaban a su fin. A pesar de que conocía el destino y la historia de conversión del poderoso rey Nabucodonosor, no aprendió la lección. Siempre es trágico cuando no escuchamos las advertencias de Dios y no seguimos sus instrucciones.
El profeta Daniel siempre estuvo allí, pero había sido ignorado. Cuando perdemos el sentido de la santidad de Dios y su presencia en la vida, transitamos un camino acompañado de complicaciones, problemas y tragedias, que finalmente terminan en muerte.
Después de narrar al rey la historia de Nabucodonosor, Daniel le dijo: “Y tú, su hijo Belsasar, no has humillado tu corazón, sabiendo todo esto” (Dan. 5:22). ¿Cómo podemos asegurarnos, en nuestro propio contexto, de no cometer el mismo error que Belsasar? La realidad de la Cruz, ¿cómo debería mantenernos siempre humildes ante Dios?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Durante los primeros años del reinado de Joaquim fueron dadas muchas advertencias referentes a la condenación que se acercaba. Estaba por cumplirse la palabra que expresara el Señor por los profetas. La potencia asiria que desde el norte había ejercido durante mucho tiempo la supremacía, no iba a gobernar ya las naciones. Por el sur, Egipto en cuyo poder el rey de Judá había puesto en vano su confianza, iba a ser puesto pronto decididamente en jaque. En forma completamente inesperada, una nueva potencia mundial, el Imperio Babilónico, se levantaba hacia el este, y con presteza iba sobrepujando todas las otras naciones.
Dentro de pocos y cortos años el rey de Babilonia iba a ser usado como instrumento de la ira de Dios sobre el impenitente Judá. Una y otra vez Jerusalén iba a quedar rodeada y en ella entrarían los ejércitos sitiadores de Nabucodonosor. Una compañía tras otra, compuestas al principio de poca gente, pero más tarde de millares y decenas de millares de cautivos, iban a ser llevadas a la tierra de Sinar, para morar allí en destierro forzoso… Castigos cada vez más severos iban a ser infligidos a la nación rebelde, hasta que por fin toda la tierra quedase asolada, Jerusalén reducida a ruinas chamuscadas por el fuego, destruido el templo que Salomón había edificado, y el reino de Judá iba a caer para nunca volver a ocupar su puesto anterior entre las naciones de la tierra (Profetas y reyes, {PR}, p. 311).
[Daniel] recordó primero a Belsasar asuntos que le eran familiares, pero que no le habían enseñado la lección de humildad que podría haberle salvado. Habló del pecado de Nabucodonosor, de su caída y de como el Señor había obrado con él, del dominio y la gloria que se le habían concedido, así como del castigo divino que mereció su orgullo y del subsiguiente reconocimiento que había expresado acerca del poder y la misericordia del Dios de Israel. Después, en palabras audaces y enfáticas, reprendió a Belsasar por su gran impiedad. Hizo resaltar el pecado del rey y le señaló las lecciones que podría haber aprendido, pero que no aprendió. Belsasar no había leído correctamente lo experimentado por su abuelo, ni prestado atención a las advertencias que le daban acontecimientos tan significativos para él mismo. Se le había concedido la oportunidad de conocer al verdadero Dios y de obedecerle, pero no le había prestado atención, y estaba por cosechar las consecuencias de su rebelión…
Aquella última noche de loca insensatez, Belsasar y sus señores habían colmado la medida de su culpabilidad y de la que incumbía al reino caldeo. Ya no podía la mano refrenadora de Dios desviar el mal que los amenazaba… A causa de la extraña perversidad del corazón humano, Dios encontraba por fin necesario dictar la sentencia irrevocable. Belsasar iba a caer, y su reino iba a ser traspasado a otras manos (Profetas y reyes, {PR}, pp. 388, 389).
El Señor habla; entrad en vuestro cuarto y en silencio meditad de corazón; escuchad la voz de la verdad y de la conciencia. Nada producirá más exactas opiniones acerca de uno mismo que la oración secreta. Aquel que ve en secreto y que conoce todas las cosas alumbrará vuestro entendimiento y contestará vuestras peticiones. Deberes claros y sencillos que no deben ser olvidados serán presentados ante vosotros. Haced un pacto con Dios de entregaos a vosotros mismos y todas vuestras fuerzas a su servicio (Testimonios para la iglesia, {5TI}, t. 5, p. 152).
62
Lunes 25 de noviembre | Lección 9____________________________________________
EN SUS CIUDADES
Explora las listas de Esdras 2 y Nehemías 7. ¿Qué percibes en ellas?
Esdras 2
1 Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de aquellos que Nabucodonosor rey de Babilonia había llevado cautivos a Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad; 2 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Seraías, Reelaías, Mardoqueo, Bilsán, Mispar, Bigvai, Rehum y Baana. El número de los varones del pueblo de Israel: 3 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 4 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. 5 Los hijos de Ara, setecientos setenta y cinco. 6 Los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos doce. 7 Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 8 Los hijos de Zatu, novecientos cuarenta y cinco. 9 Los hijos de Zacai, setecientos sesenta. 10 Los hijos de Bani, seiscientos cuarenta y dos. 11 Los hijos de Bebai, seiscientos veintitrés. 12 Los hijos de Azgad, mil doscientos veintidós. 13 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y seis. 14 Los hijos de Bigvai, dos mil cincuenta y seis. 15 Los hijos de Adín, cuatrocientos cincuenta y cuatro. 16 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 17 Los hijos de Bezai, trescientos veintitrés. 18 Los hijos de Jora, ciento doce. 19 Los hijos de Hasum, doscientos veintitrés. 20 Los hijos de Gibar, noventa y cinco. 21 Los hijos de Belén, ciento veintitrés. 22 Los varones de Netofa, cincuenta y seis. 23 Los varones de Anatot, ciento veintiocho. 24 Los hijos de Azmavet, cuarenta y dos. 25 Los hijos de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos cuarenta y tres. 26 Los hijos de Ramá y Geba, seiscientos veintiuno. 27 Los varones de Micmas, ciento veintidós. 28 Los varones de Bet-el y Hai, doscientos veintitrés. 29 Los hijos de Nebo, cincuenta y dos. 30 Los hijos de Magbis, ciento cincuenta y seis. 31 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 32 Los hijos de Harim, trescientos veinte. 33 Los hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veinticinco. 34 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 35 Los hijos de Senaa, tres mil seiscientos treinta. 36 Los sacerdotes: los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 37 Los hijos de Imer, mil cincuenta y dos. 38 Los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete. 39 Los hijos de Harim, mil diecisiete. 40 Los levitas: los hijos de Jesúa y de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro. 41 Los cantores: los hijos de Asaf, ciento veintiocho. 42 Los hijos de los porteros: los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita, los hijos de Sobai; por todos, ciento treinta y nueve. 43 Los sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 44 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 45 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Acub, 46 los hijos de Hagab, los hijos de Salmai, los hijos de Hanán, 47 los hijos de Gidel, los hijos de Gahar, los hijos de Reaía, 48 los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, los hijos de Gazam, 49 los hijos de Uza, los hijos de Paseah, los hijos de Besai, 50 los hijos de Asena, los hijos de Meunim, los hijos de Nefusim, 51 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur, 52 los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa, 53 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 54 los hijos de Nezía, los hijos de Hatifa. 55 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Peruda, 56 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel, 57 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim, los hijos de Ami. 58 Todos los sirvientes del templo, e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos. 59 Estos fueron los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Addán e Imer que no pudieron demostrar la casa de sus padres, ni su linaje, si eran de Israel: 60 los hijos de Delaía, los hijos de Tobías, los hijos de Necoda, seiscientos cincuenta y dos. 61 Y de los hijos de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos, los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y fue llamado por el nombre de ellas. 62 Estos buscaron su registro de genealogías, y no fue hallado; y fueron excluidos del sacerdocio, 63 y el gobernador les dijo que no comiesen de las cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote para consultar con Urim y Tumim. 64 Toda la congregación, unida como un solo hombre, era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 65 sin contar sus siervos y siervas, los cuales eran siete mil trescientos treinta y siete; y tenían doscientos cantores y cantoras. 66 Sus caballos eran setecientos treinta y seis; sus mulas, doscientas cuarenta y cinco; 67 sus camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos veinte. 68 Y algunos de los jefes de casas paternas, cuando vinieron a la casa de Jehová que estaba en Jerusalén, hicieron ofrendas voluntarias para la casa de Dios, para reedificarla en su sitio. 69 Según sus fuerzas dieron al tesorero de la obra sesenta y un mil dracmas de oro, cinco mil libras de plata, y cien túnicas sacerdotales. 70 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los del pueblo, los cantores, los porteros y los sirvientes del templo en sus ciudades; y todo Israel en sus ciudades.
Nehemías 7
1 Luego que el muro fue edificado, y colocadas las puertas, y fueron señalados porteros y cantores y levitas, 2 mandé a mi hermano Hanani, y a Hananías, jefe de la fortaleza de Jerusalén (porque éste era varón de verdad y temeroso de Dios, más que muchos); 3 y les dije: No se abran las puertas de Jerusalén hasta que caliente el sol; y aunque haya gente allí, cerrad las puertas y atrancadlas. Y señalé guardas de los moradores de Jerusalén, cada cual en su turno, y cada uno delante de su casa. 4 Porque la ciudad era espaciosa y grande, pero poco pueblo dentro de ella, y no había casas reedificadas. 5 Entonces puso Dios en mi corazón que reuniese a los nobles y oficiales y al pueblo, para que fuesen empadronados según sus genealogías. Y hallé el libro de la genealogía de los que habían subido antes, y encontré en él escrito así: 6 Estos son los hijos de la provincia que subieron del cautiverio, de los que llevó cautivos Nabucodonosor rey de Babilonia, y que volvieron a Jerusalén y a Judá, cada uno a su ciudad, 7 los cuales vinieron con Zorobabel, Jesúa, Nehemías, Azarías, Raamías, Nahamani, Mardoqueo, Bilsán, Misperet, Bigvai, Nehum y Baana. El número de los varones del pueblo de Israel: 8 Los hijos de Paros, dos mil ciento setenta y dos. 9 Los hijos de Sefatías, trescientos setenta y dos. 10 Los hijos de Ara, seiscientos cincuenta y dos. 11 Los hijos de Pahat-moab, de los hijos de Jesúa y de Joab, dos mil ochocientos dieciocho. 12 Los hijos de Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 13 Los hijos de Zatu, ochocientos cuarenta y cinco. 14 Los hijos de Zacai, setecientos sesenta. 15 Los hijos de Binúi, seiscientos cuarenta y ocho. 16 Los hijos de Bebai, seiscientos veintiocho. 17 Los hijos de Azgad, dos mil seiscientos veintidós. 18 Los hijos de Adonicam, seiscientos sesenta y siete. 19 Los hijos de Bigvai, dos mil sesenta y siete. 20 Los hijos de Adín, seiscientos cincuenta y cinco. 21 Los hijos de Ater, de Ezequías, noventa y ocho. 22 Los hijos de Hasum, trescientos veintiocho. 23 Los hijos de Bezai, trescientos veinticuatro. 24 Los hijos de Harif, ciento doce. 25 Los hijos de Gabaón, noventa y cinco. 26 Los varones de Belén y de Netofa, ciento ochenta y ocho. 27 Los varones de Anatot, ciento veintiocho. 28 Los varones de Bet-azmavet, cuarenta y dos. 29 Los varones de Quiriat-jearim, Cafira y Beerot, setecientos cuarenta y tres. 30 Los varones de Ramá y de Geba, seiscientos veintiuno. 31 Los varones de Micmas, ciento veintidós. 32 Los varones de Bet-el y de Hai, ciento veintitrés. 33 Los varones del otro Nebo, cincuenta y dos. 34 Los hijos del otro Elam, mil doscientos cincuenta y cuatro. 35 Los hijos de Harim, trescientos veinte. 36 Los hijos de Jericó, trescientos cuarenta y cinco. 37 Los hijos de Lod, Hadid y Ono, setecientos veintiuno. 38 Los hijos de Senaa, tres mil novecientos treinta. 39 Sacerdotes: los hijos de Jedaías, de la casa de Jesúa, novecientos setenta y tres. 40 Los hijos de Imer, mil cincuenta y dos. 41 Los hijos de Pasur, mil doscientos cuarenta y siete. 42 Los hijos de Harim, mil diecisiete. 43 Levitas: los hijos de Jesúa, de Cadmiel, de los hijos de Hodavías, setenta y cuatro. 44 Cantores: los hijos de Asaf, ciento cuarenta y ocho. 45 Porteros: Los hijos de Salum, los hijos de Ater, los hijos de Talmón, los hijos de Acub, los hijos de Hatita y los hijos de Sobai, ciento treinta y ocho. 46 Sirvientes del templo: los hijos de Ziha, los hijos de Hasufa, los hijos de Tabaot, 47 los hijos de Queros, los hijos de Siaha, los hijos de Padón, 48 los hijos de Lebana, los hijos de Hagaba, los hijos de Salmai, 49 los hijos de Hanán, los hijos de Gidel, los hijos de Gahar, 50 los hijos de Reaía, los hijos de Rezín, los hijos de Necoda, 51 los hijos de Gazam, los hijos de Uza, los hijos de Paseah, 52 los hijos de Besai, los hijos de Mehunim, los hijos de Nefisesim, 53 los hijos de Bacbuc, los hijos de Hacufa, los hijos de Harhur, 54 los hijos de Bazlut, los hijos de Mehída, los hijos de Harsa, 55 los hijos de Barcos, los hijos de Sísara, los hijos de Tema, 56 los hijos de Nezía, y los hijos de Hatifa. 57 Los hijos de los siervos de Salomón: los hijos de Sotai, los hijos de Soferet, los hijos de Perida, 58 los hijos de Jaala, los hijos de Darcón, los hijos de Gidel, 59 los hijos de Sefatías, los hijos de Hatil, los hijos de Poqueret-hazebaim, los hijos de Amón. 60 Todos los sirvientes del templo e hijos de los siervos de Salomón, trescientos noventa y dos. 61 Y estos son los que subieron de Tel-mela, Tel-harsa, Querub, Adón e Imer, los cuales no pudieron mostrar la casa de sus padres, ni su genealogía, si eran de Israel: 62 los hijos de Delaía, los hijos de Tobías y los hijos de Necoda, seiscientos cuarenta y dos. 63 Y de los sacerdotes: los hijos de Habaía, los hijos de Cos y los hijos de Barzilai, el cual tomó mujer de las hijas de Barzilai galaadita, y se llamó del nombre de ellas. 64 Estos buscaron su registro de genealogías, y no se halló; y fueron excluidos del sacerdocio, 65 y les dijo el gobernador que no comiesen de las cosas más santas, hasta que hubiese sacerdote con Urim y Tumim. 66 Toda la congregación junta era de cuarenta y dos mil trescientos sesenta, 67 sin sus siervos y siervas, que eran siete mil trescientos treinta y siete; y entre ellos había doscientos cuarenta y cinco cantores y cantoras. 68 Sus caballos, setecientos treinta y seis; sus mulos, doscientos cuarenta y cinco; 69 camellos, cuatrocientos treinta y cinco; asnos, seis mil setecientos veinte. 70 Y algunos de los cabezas de familias dieron ofrendas para la obra. El gobernador dio para el tesoro mil dracmas de oro, cincuenta tazones, y quinientas treinta vestiduras sacerdotales. 71 Los cabezas de familias dieron para el tesoro de la obra veinte mil dracmas de oro y dos mil doscientas libras de plata. 72 Y el resto del pueblo dio veinte mil dracmas de oro, dos mil libras de plata, y sesenta y siete vestiduras sacerdotales. 73 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel, en sus ciudades.
La repetición de Esdras 2 (la lista de los que regresaron del cautiverio babilónico con Zorobabel y Josué) en Nehemías 7 es deliberada. Nuevamente, estas listas nos pueden parecer aburridas, pero revelan un aspecto importante, y es que a Dios le importan los detalles que quizá a nosotros no.
Los muros de Jerusalén ya estaban terminados, y el texto bíblico intencionalmente quiere demostrar que de la primera generación de repatriados, la generación de Esdras-Nehemías, todos contribuyeron a este gran logro, aunque solo Dios les dio esta victoria. La generación existente se apoyaba en los logros de la anterior, a pesar de que la tarea era complicada, estaba llena de obstáculos y no se completó tan pronto como hubiesen querido.
El liderazgo de Esdras y de Nehemías era valioso, pero el pueblo también hizo su parte. Cada grupo se comprometió con diferentes tareas realizadas en diferentes momentos, pero el resultado es impresionante. El comienzo (Esd. 2) está ligado al final (Neh. 7), y no solo se construyó el segundo Templo, sino también se remodeló y se erigió Jerusalén.
Lee Nehemías 7:73. ¿Qué nos enseña sobre el éxito que tuvieron en su deseo de hacer la voluntad de Dios?
Nehemías 7:73
73 Y habitaron los sacerdotes, los levitas, los porteros, los cantores, los del pueblo, los sirvientes del templo y todo Israel, en sus ciudades.
“Los hijos de Israel estaban en sus ciudades”.
Desde muchos puntos de vista, el regreso y la reconstrucción fueron increíbles. Un pueblo que muchos años antes padeció la devastación de la ciudad, la destrucción del Templo y la asolación de la tierra, ahora había regresado a esa misma tierra y esa misma ciudad, y estaba reconstruyendo todo, incluso el Templo. Debió haberles parecido milagroso a ellos y también a quienes los rodeaban. Sin embargo, todo era según la voluntad y las promesas de Dios.
¿Qué te parece desalentador en tu vida en este momento, y aun así, todavía sigues confiando en que, con la ayuda del Señor, saldrás adelante?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El corazón de Dios nunca ha anhelado salvar a sus hijos terrenales con un amor más profundo y una ternura más compasiva que ahora. Nunca hubo un tiempo cuando Dios estuviera más dispuesto y esperando para hacer más por su pueblo que ahora. Y él instruirá y salvará a todos los que eligen ser salvados en la manera que él ha establecido. Aquellos que son espirituales pueden discernir cosas espirituales y ver señales de la presencia y la obra de Dios en todas partes. Satanás, mediante su estrategia hábil y perversa, condujo a nuestros primeros padres fuera del Jardín del Edén, de su inocencia y pureza al pecado y una miseria indecible. No ha cesado de destruir; todas las fuerzas de las que puede disponer las emplea diligentemente en estos últimos días para lograr la ruina de las almas (Testimonios para la iglesia, {3TI}, t. 3, p. 500).
Es cierto que sufriremos chascos y que nos guardan tribulaciones; pero debemos encomendar todo, sea grande o pequeño, a nuestro Dios. A él no le aturde la multitud de nuestros sinsabores, ni lo abruma el peso de nuestras cargas. Su protección se extiende a todos los hogares y vela por cada individuo. A él le preocupan todos nuestros negocios y pesares. Él anota cada lágrima; se conmueve al advertir nuestras debilidades. Todas las aflicciones y pruebas que nos sobrecogen son permitidas a fin de que obren los divinos propósitos de amor en nuestro beneficio, “para que recibamos su santificación”, y así participemos de la plenitud del gozo que se halla en su presencia (Mi vida hoy, p. 301).
Dios conoce íntimamente a cada hombre. Si nuestros ojos pudieran ser abiertos, veríamos la justicia eterna que está en acción en nuestro mundo. Está en función una influencia poderosa, ajena al dominio del hombre. El hombre puede suponer que él está dirigiendo las cosas, pero actúan influencias que son más que humanas. Los siervos de Dios saben que él está en acción para contrarrestar los planes de Satanás. Los que no conocen a Dios no pueden comprender sus acciones. Está en acción una rueda dentro de una rueda. La complejidad de la maquinaria es, en apariencia, tan intrincada, que el hombre sólo puede ver una confusión completa. Pero la mano divina, tal como la vio el profeta Ezequiel, está colocada sobre las ruedas, y cada parte se mueve en 1183 completa armonía, haciendo cada una su obra específica, y sin embargo con libertad de acción individual (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1182, 1183).
Si pensamos como Dios, nuestra voluntad se sumergirá en la de Dios, e iremos a cualquier parte donde Dios nos dirija. Así como un niño amante pone su mano en la de su padre, y camina junto a él con plena confianza haya oscuridad o luz, así también los hijos de Dios deben andar con Jesús en tiempo de gozo o de aflicción…
El alma que ama a Dios, se complace en obtener fuerza de él mediante una constante comunión con él. Cuando la conversación con Dios se convierte en el hábito del alma, se rompe el poder del diablo, porque Satanás no puede morar cerca del alma que está junto a Dios. Si Cristo es vuestro compañero, no tendréis pensamientos vanos e impuros; no os complaceréis en pronunciar palabras frívolas que afligirán al que ha sido el santificador de vuestra alma (A fin de conocerle, {AFC}, pp. 248, 249).
63
Lección 9 | Martes 26 de noviembre___________________________________________
¿DÓNDE ESTÁN LOS SACERDOTES?
Sin duda, como vimos ayer, fue el asombroso cumplimiento de la profecía lo que hizo volver a los judíos desde Babilonia.
Pero, como con todo lo relacionado con los seres humanos, había problemas. Y uno de los grandes problemas era que, a pesar de todas las maravillosas promesas de restauración después del exilio, muchos de los judíos no quisieron regresar a la tierra de sus antepasados. Es decir, prefirieron quedarse en Babilonia.
¿Por qué?
Lee Esdras 8:1 al 15. Concéntrate específicamente en el versículo 15. ¿Cuál era la gran preocupación aquí, y por qué era una preocupación para alguien que quería restablecer a la nación de Israel en su antigua tierra?
Esdras 8:1-15
1 Estos son los jefes de casas paternas, y la genealogía de aquellos que subieron conmigo de Babilonia, reinando el rey Artajerjes: 2 De los hijos de Finees, Gersón; de los hijos de Itamar, Daniel; de los hijos de David, Hatús. 3 De los hijos de Secanías y de los hijos de Paros, Zacarías, y con él, en la línea de varones, ciento cincuenta. 4 De los hijos de Pahat-moab, Elioenai hijo de Zeraías, y con él doscientos varones. 5 De los hijos de Secanías, el hijo de Jahaziel, y con él trescientos varones. 6 De los hijos de Adín, Ebed hijo de Jonatán, y con él cincuenta varones. 7 De los hijos de Elam, Jesaías hijo de Atalías, y con él setenta varones. 8 De los hijos de Sefatías, Zebadías hijo de Micael, y con él ochenta varones. 9 De los hijos de Joab, Obadías hijo de Jehiel, y con él doscientos dieciocho varones. 10 De los hijos de Selomit, el hijo de Josifías, y con él ciento sesenta varones. 11 De los hijos de Bebai, Zacarías hijo de Bebai, y con él veintiocho varones. 12 De los hijos de Azgad, Johanán hijo de Hacatán, y con él ciento diez varones; 13 De los hijos de Adonicam, los postreros, cuyos nombres son estos: Elifelet, Jeiel y Semaías, y con ellos sesenta varones. 14 Y de los hijos de Bigvai, Utai y Zabud, y con ellos setenta varones. 15 Los reuní junto al río que viene a Ahava, y acampamos allí tres días; y habiendo buscado entre el pueblo y entre los sacerdotes, no hallé allí de los hijos de Leví.
El hecho es que no todos los judíos de Babilonia, incluidos algunos levitas, querían regresar. Podrían haber influido varios factores. Muchos de ellos habían nacido y se habían criado en el nuevo país, y eso era todo lo que conocían. Muchos quizá no querían hacer el largo viaje de regreso, que por cierto era peligroso, a una tierra que nunca habían conocido. Sin embargo, sabemos que finalmente consiguieron suficientes levitas para servir en el Templo (ver la lección del jueves), a pesar de los desafíos.
“En ese momento, los judíos que permanecían en los países de su exilio ya habían estado allí durante casi siglo y medio. Las excavaciones realizadas en Nipur han proporcionado numerosos documentos que demuestran que muchos judíos ricos vivían en esa zona de Mesopotamia durante el reinado de Artajerjes I. Por eso quizás a Esdras y a sus colaboradores les haya resultado difícil convencer a muchos más para que fueran con ellos a Palestina. Los repatriados solo podrían esperar una vida ardua en la antigua patria, con menos comodidades que las de Babilonia. En vista de estas consideraciones, sorprende que Esdras hubiera logrado convencer a unas dos mil familias para que echaran su suerte con la de sus hermanos en la antigua patria” (CBA 3:378).
“Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios” (Hech. 14:22). ¿Qué nos dice esto acerca de la realidad de las pruebas y las dificultades para aquellos que quieren servir fielmente al Señor?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Esdras había esperado que una gran multitud regresaría a Jerusalén, pero se quedó chasqueado por lo reducido del número de los que habían respondido al llamamiento. Muchos, que habían adquirido casas y tierras, no deseaban sacrificar estos bienes. Amaban la comodidad, y estaban perfectamente contentos de quedarse donde estaban. Su ejemplo resultó un estorbo para los que sin esto habrían decidido echar su suerte con la de quienes avanzaban por fe.
Cuando Esdras pasó revista a la congregación, se sorprendió al no encontrar a ninguno de los hijos de Leví. ¿Dónde estaban los miembros de la tribu que había sido designada para el servicio sagrado del templo? A la convocación: ¿Quién está de parte del Señor? los levitas debieran haber sido los primeros en responder (Profetas y reyes, {PR}, p. 450).
Entramos en el reino de los cielos por medio de mucha tribulación. A fin de participar de la gloria de Cristo, debemos compartir sus sufrimientos… Ha vencido por nosotros. ¿Seremos entonces tímidos y cobardes debido a las pruebas que afrontamos al avanzar?.
Cuando apreciemos más profundamente la misericordia y la longanimidad de Dios, lo alabaremos más en lugar de quejarnos. Hablaremos de la amante vigilancia del Señor, de la tierna compasión del buen Pastor. El idioma del corazón no será la murmuración y la queja egoísta. La alabanza, como una corriente clara y que fluye, brotará de los verdaderos creyentes en Dios. Dirán: “El bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días”.
El Señor es nuestro ayudador… Nadie confió jamás en Dios en vano. Nunca chasquea a quienes ponen su confianza en él. Si tan sólo hiciéramos la obra que el Señor quisiera que hiciésemos, siguiendo las pisadas de Jesús, nuestros corazones se convertirían en arpas sagradas, y cada uno de sus acordes emitiría alabanza y acción de gracias a Aquel que fue enviado por Dios a quitar el pecado del mundo (Hijos e hijas de Dios, {HHD}, p. 200).
¿Cómo es el camino que nos lleva al cielo? ¿Es un camino lleno de conveniencias invitadoras? No, sino que es un sendero estrecho y aparentemente incómodo; es un camino donde hay conflictos, pruebas, tribulaciones y sufrimientos. Nuestro Capitán, Jesucristo, no nos ha ocultado nada concerniente a las batallas que debemos pelear. Despliega el mapa delante de nosotros y nos muestra el camino… “En el mundo tendréis aflicción”. Juan 16:33. El apóstol se hace eco de las palabras de Cristo: “Es necesario que a través de muchas tribulaciones entremos en el reino de Dios”. Hechos 14:22…
Si no fuera por Jesús, nuestro peregrinaje verdaderamente sería solitario y doloroso. El dice: “No os dejaré huérfanos”. Juan 14:18. Por lo tanto reunamos todas las preciosas promesas. Repitámoslas durante el día y meditemos en ellas durante la noche, y estemos gozosos (Mensajes selectos, {2MS}, t. 2, p. 279).
64
Miércoles 27 de noviembre | Lección 9________________________________________
HUMILLARSE ANTE DIOS
Lee Deuteronomio 30:1 al 6. ¿Qué promesa se le dio al pueblo hebreo? ¿Qué debió haber significado esta promesa, entre otras similares, para hombres como Esdras y Nehemías?
Deuteronomio 30:1-6
1 Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado Jehová tu Dios, 2 y te convirtieres a Jehová tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, 3 entonces Jehová hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido Jehová tu Dios. 4 Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá Jehová tu Dios, y de allá te tomará; 5 y te hará volver Jehová tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. 6 Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.
Esdras y Nehemías conocían las profecías. Ellos sabían que Dios iba a hacer regresar al pueblo del cautiverio. En Nehemías 9, vimos que entendían su historia y las razones de sus dificultades. Al mismo tiempo, también conocían la gracia y la conducción de Dios, a pesar de sus pecados.
Por lo tanto, confiaron en el Señor, en que él haría que el regreso del cautiverio fuera exitoso. Sin embargo, esas promesas no significaban que no enfrentarían muchos desafíos en el camino. Gran parte de este trimestre, hasta ahora, hemos examinado las pruebas y las tribulaciones que enfrentaron, incluso en medio de las promesas de Dios.
Lee Esdras 8:16 al 23. ¿Cuál era el desafío y cómo respondieron?
Esdras 8:16-23
16 Entonces despaché a Eliezer, Ariel, Semaías, Elnatán, Jarib, Elnatán, Natán, Zacarías y Mesulam, hombres principales, asimismo a Joiarib y a Elnatán, hombres doctos; 17 y los envié a Iddo, jefe en el lugar llamado Casifia, y puse en boca de ellos las palabras que habían de hablar a Iddo, y a sus hermanos los sirvientes del templo en el lugar llamado Casifia, para que nos trajesen ministros para la casa de nuestro Dios. 18 Y nos trajeron según la buena mano de nuestro Dios sobre nosotros, un varón entendido, de los hijos de Mahli hijo de Leví, hijo de Israel; a Serebías con sus hijos y sus hermanos, dieciocho; 19 a Hasabías, y con él a Jesaías de los hijos de Merari, a sus hermanos y a sus hijos, veinte; 20 y de los sirvientes del templo, a quienes David con los príncipes puso para el ministerio de los levitas, doscientos veinte sirvientes del templo, todos los cuales fueron designados por sus nombres. 21 Y publiqué ayuno allí junto al río Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para todos nuestros bienes. 22 Porque tuve vergüenza de pedir al rey tropa y gente de a caballo que nos defendiesen del enemigo en el camino; porque habíamos hablado al rey, diciendo: La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan. 23 Ayunamos, pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.
A pesar de las promesas, Esdras sabía lo peligroso que era el viaje. Por lo tanto, ayunar y humillarse ante Dios eran formas de reconocer cuán dependientes eran de Dios para tener éxito. En este momento, con tantos peligros por delante, la idea de pedirle ayuda y protección al rey, como mínimo, se le había ocurrido a Esdras. Pero finalmente optó por no hacer eso, en contraste con Nehemías (Neh. 2:9), que tuvo una escolta para protegerlo. Esdras obviamente sentía que si la hubiese pedido habría sido deshonroso para el Señor, porque ya le había dicho al rey: “La mano de nuestro Dios es para bien sobre todos los que le buscan; mas su poder y su furor contra todos los que le abandonan” (Esd. 8:22). En este caso funcionó bien, ya que más tarde escribió (Esd. 8:31) que el Señor los había protegido, y llegaron a salvo a su destino.
Por supuesto, debemos confiar en Dios para todo. Al mismo tiempo, también, ¿en qué momentos podemos pedir ayuda incluso a aquellos que no son de nuestra fe? En muchos casos, ¿por qué eso es bueno, e incluso apropiado?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El conocimiento de las condiciones gracias a las cuales continuarían gozando de prosperidad bajo la mano de Dios, añadió una solemnidad más que común al servicio de consagración que celebraron Esdras y su compañía de almas fieles precisamente antes de partir. Esdras declaró al respecto: “Y publiqué ayuno allí junto al río de Ahava, para afligirnos delante de nuestro Dios, para solicitar de él camino derecho para nosotros, y para nuestros niños, y para toda nuestra hacienda.” “Ayunamos pues, y pedimos a nuestro Dios sobre esto, y él nos fue propicio.” Vers. 21, 23 (Profetas y reyes, {PR}, p. 452).
La fe que es para salvación no es una fe casual, no es el mero consentimiento del intelecto; es la creencia arraigada en el corazón que acepta a Cristo como a un Salvador personal, segura de que él puede salvar perpetuamente a todos los que acuden a Dios mediante él. Creer que él salvará a otros pero que no te salvará a ti, no es fe genuina. Sin embargo, cuando el alma se aferra de Cristo como de la única esperanza de salvación, entonces se manifiesta la fe genuina. Esa fe induce a su poseedor a colocar todos los afectos del alma en Cristo. Su comprensión está bajo el dominio del Espíritu Santo y su carácter se modela de acuerdo con la semejanza divina. Su fe no es muerta, sino una fe que obra por el amor y lo induce a contemplar la belleza de Cristo y a asimilarse al carácter divino (Mensajes selectos, {1MS}, t. 1, p. 458).
El cuidado ejercitado por Esdras al proveer para el transporte y la seguridad del tesoro de Dios enseña una lección que merece un estudio reflexivo. Se eligieron únicamente personas de carácter fidedigno, ya probado; y se las instruyó con claridad acerca de la responsabilidad que les incumbía. Al designar magistrados fieles para que actuasen como tesoreros de los bienes del Señor, Esdras reconoció la necesidad y el valor del orden y la organización en lo relativo a la obra de Dios.
Durante los pocos días que los israelitas esperaron al lado del río, se terminaron todos los preparativos para el largo viaje. Escribió Esdras: “Y partimos del río de Ahava el doce del mes primero, para ir a Jerusalén: y la mano de nuestro Dios fue sobre nosotros, el cual nos libró de mano de enemigo y de asechador en el camino.” Vers. 31. El viaje ocupó más o menos cuatro meses, pues la multitud que acompañaba a Esdras y sumaba en total varios millares de personas, incluía mujeres y niños y exigía que se avanzase lentamente. Pero todos fueron guardados sanos y salvos; sus enemigos fueron refrenados de hacerles daño. Su viaje fue próspero; y en el primer día del quinto mes, en el año séptimo de Artajerjes, llegaron a Jerusalén (Profetas y reyes, {PR}, p. 453).
65
Lección 9 | Jueves 28 de noviembre___________________________________________
EN LA SANTA CIUDAD
Lee Nehemías 11:1 y 2. ¿Qué ocurre en este pasaje? ¿Por qué tendrían que echar suertes para ver quién viviría en Jerusalén o en las otras ciudades?
Nehemías 11:1-2
1 Habitaron los jefes del pueblo en Jerusalén; mas el resto del pueblo echó suertes para traer uno de cada diez para que morase en Jerusalén, ciudad santa, y las otras nueve partes en las otras ciudades. 2 Y bendijo el pueblo a todos los varones que voluntariamente se ofrecieron para morar en Jerusalén.
¿Qué nos enseña Nehemías 11? Se necesitaban nuevos residentes para Jerusalén de entre los recién llegados que habían regresado a la tierra después de su exilio.
Aparentemente, era más fácil vivir en el campo que en la ciudad. La gente tenía su propia tierra, heredada de sus antepasados. Abandonarla e ir a vivir a Jerusalén era un sacrificio, y muchos podían sentir con razón que sufrirían desarraigo. La vida tendría nuevos desafíos, y un estilo de vida urbano es diferente de vivir en un zona rural. Mudarse a un nuevo entorno desconocido siempre es difícil.
¿Cuán difícil es mudarse a una nueva ciudad o país donde el evangelio necesita difundirse? La misión en las ciudades requiere buena voluntad para emprender nuevas aventuras y adversidades.
“Nuestros obreros no están comunicando el mensaje como deberían. Nuestros dirigentes no han despertado a la tarea que debe realizarse. Cuando pienso en las ciudades donde se ha hecho tan poco, donde hay tantos miles a quienes amonestar acerca del pronto advenimiento del Salvador, experimento un deseo intenso de ver a hombres y mujeres que salgan a hacer la obra con el poder del Espíritu, llenos del amor de Cristo por las almas que perecen” (TI 7:42).
¿Por qué se menciona una larga lista de sacerdotes y levitas en Nehemías 12:1 al 26? ¿Cuál es la relación entre ellos y la dedicación del muro de Jerusalén que se describe en la segunda parte del mismo capítulo (Neh. 12:27–47)?
Nehemías 12:1-26
1 Estos son los sacerdotes y levitas que subieron con Zorobabel hijo de Salatiel, y con Jesúa: Seraías, Jeremías, Esdras, 2 Amarías, Maluc, Hatús, 3 Secanías, Rehum, Meremot, 4 Iddo, Gineto, Abías, 5 Mijamín, Maadías, Bilga, 6 Semaías, Joiarib, Jedaías, 7 Salú, Amoc, Hilcías y Jedaías. Estos eran los príncipes de los sacerdotes y sus hermanos en los días de Jesúa. 8 Y los levitas: Jesúa, Binúi, Cadmiel, Serebías, Judá y Matanías, que con sus hermanos oficiaba en los cantos de alabanza. 9 Y Bacbuquías y Uni, sus hermanos, cada cual en su ministerio. 10 Jesúa engendró a Joiacim, y Joiacim engendró a Eliasib, y Eliasib engendró a Joiada; 11 Joiada engendró a Jonatán, y Jonatán engendró a Jadúa. 12 Y en los días de Joiacim los sacerdotes jefes de familias fueron: de Seraías, Meraías; de Jeremías, Hananías; 13 de Esdras, Mesulam; de Amarías, Johanán; 14 de Melicú, Jonatán; de Sebanías, José; 15 de Harim, Adna; de Meraiot, Helcai; 16 de Iddo, Zacarías; de Ginetón, Mesulam; 17 de Abías, Zicri; de Miniamín, de Moadías, Piltai; 18 de Bilga, Samúa; de Semaías, Jonatán; 19 de Joiarib, Matenai; de Jedaías, Uzi; 20 de Salai, Calai; de Amoc, Eber; 21 de Hilcías, Hasabías; de Jedaías, Natanael. 22 Los levitas en días de Eliasib, de Joiada, de Johanán y de Jadúa fueron inscritos por jefes de familias; también los sacerdotes, hasta el reinado de Darío el persa. 23 Los hijos de Leví, jefes de familias, fueron inscritos en el libro de las crónicas hasta los días de Johanán hijo de Eliasib. 24 Los principales de los levitas: Hasabías, Serebías, Jesúa hijo de Cadmiel, y sus hermanos delante de ellos, para alabar y dar gracias, conforme al estatuto de David varón de Dios, guardando su turno. 25 Matanías, Bacbuquías, Obadías, Mesulam, Talmón y Acub, guardas, eran porteros para la guardia a las entradas de las puertas. 26 Estos fueron en los días de Joiacim hijo de Jesúa, hijo de Josadac, y en los días del gobernador Nehemías y del sacerdote Esdras, escriba.
Nehemías 12:27-47
27 Para la dedicación del muro de Jerusalén, buscaron a los levitas de todos sus lugares para traerlos a Jerusalén, para hacer la dedicación y la fiesta con alabanzas y con cánticos, con címbalos, salterios y cítaras. 28 Y fueron reunidos los hijos de los cantores, así de la región alrededor de Jerusalén como de las aldeas de los netofatitas; 29 y de la casa de Gilgal, y de los campos de Geba y de Azmavet; porque los cantores se habían edificado aldeas alrededor de Jerusalén. 30 Y se purificaron los sacerdotes y los levitas; y purificaron al pueblo, y las puertas, y el muro. 31 Hice luego subir a los príncipes de Judá sobre el muro, y puse dos coros grandes que fueron en procesión; el uno a la derecha, sobre el muro, hacia la puerta del Muladar. 32 E iba tras de ellos Osaías con la mitad de los príncipes de Judá, 33 y Azarías, Esdras, Mesulam, 34 Judá y Benjamín, Semaías y Jeremías. 35 Y de los hijos de los sacerdotes iban con trompetas Zacarías hijo de Jonatán, hijo de Semaías, hijo de Matanías, hijo de Micaías, hijo de Zacur, hijo de Asaf; 36 y sus hermanos Semaías, Azarael, Milalai, Gilalai, Maai, Natanael, Judá y Hanani, con los instrumentos musicales de David varón de Dios; y el escriba Esdras delante de ellos. 37 Y a la puerta de la Fuente, en frente de ellos, subieron por las gradas de la ciudad de David, por la subida del muro, desde la casa de David hasta la puerta de las Aguas, al oriente. 38 El segundo coro iba del lado opuesto, y yo en pos de él, con la mitad del pueblo sobre el muro, desde la torre de los Hornos hasta el muro ancho; 39 y desde la puerta de Efraín hasta la puerta Vieja y a la puerta del Pescado, y la torre de Hananeel, y la torre de Hamea, hasta la puerta de las Ovejas; y se detuvieron en la puerta de la Cárcel. 40 Llegaron luego los dos coros a la casa de Dios; y yo, y la mitad de los oficiales conmigo, 41 y los sacerdotes Eliacim, Maaseías, Miniamín, Micaías, Elioenai, Zacarías y Hananías, con trompetas; 42 y Maasías, Semaías, Eleazar, Uzi, Johanán, Malquías, Elam y Ezer. Y los cantores cantaban en alta voz, e Izrahías era el director. 43 Y sacrificaron aquel día numerosas víctimas, y se regocijaron, porque Dios los había recreado con grande contentamiento; se alegraron también las mujeres y los niños; y el alborozo de Jerusalén fue oído desde lejos. 44 En aquel día fueron puestos varones sobre las cámaras de los tesoros, de las ofrendas, de las primicias y de los diezmos, para recoger en ellas, de los ejidos de las ciudades, las porciones legales para los sacerdotes y levitas; porque era grande el gozo de Judá con respecto a los sacerdotes y levitas que servían. 45 Y habían cumplido el servicio de su Dios, y el servicio de la expiación, como también los cantores y los porteros, conforme al estatuto de David y de Salomón su hijo. 46 Porque desde el tiempo de David y de Asaf, ya de antiguo, había un director de cantores para los cánticos y alabanzas y acción de gracias a Dios. 47 Y todo Israel en días de Zorobabel y en días de Nehemías daba alimentos a los cantores y a los porteros, cada cosa en su día; consagraban asimismo sus porciones a los levitas, y los levitas consagraban parte a los hijos de Aarón.
Dios quiere que las cosas se hagan de una manera apropiada. Primero se necesita gente dedicada y consagrada antes de que se puedan lograr grandes cosas. Estas familias sacerdotales ayudaron a Nehemías a construir los muros para que pudieran adorar con seguridad al Dios vivo en el Templo sin intervención externa. Los muros eran importantes para la seguridad; pero, sin sacerdotes piadosos, la verdadera adoración corría peligro. Por lo tanto, todo el pueblo, en sus diversas funciones, tenía un rol que desempeñar.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Mientras Nehemías imploraba la ayuda de Dios, no se cruzó de brazos, pensando que no tenía más responsabilidad en el cumplimiento de su propósito de restaurar a Jerusalén. Con admirable prudencia y previsión, procedió a tomar todas las providencias necesarias para asegurar el éxito de la empresa. Cada movimiento se caracterizaba por una gran cautela.
El ejemplo de este santo hombre [Nehemías] debiera ser una lección para todos los hijos de Dios, a fin de que no sólo oren ellos con fe, sino que trabajen también con diligencia y fidelidad. ¡Cuántas dificultades encontramos, cuán a menudo impedimos que la Providencia obre en nuestro favor, debido a que se considera que la prudencia, la previsión y el esmero tienen poco que ver con la religión! Es ésta una gran equivocación. Es deber nuestro cultivar y ejercitar toda facultad que nos haría más eficientes obreros para Dios. La consideración cuidadosa y los planes bien pensados, son tan esenciales para el éxito de las empresas sagradas hoy en día como en el tiempo de Nehemías (Servicio cristiano, {SC}, p. 296).
Los que aguardan la pronta aparición de Cristo no estarán ociosos. Al contrario, serán diligentes en sus asuntos. No trabajarán con negligencia y falta de honradez, sino con fidelidad, presteza y esmero. Los que se lisonjean de que el descuido y la negligencia en las cosas de esta vida son evidencia de su espiritualidad y de su separación del mundo incurren en un gran error. Su veracidad, fidelidad e integridad se prueban mediante las cosas temporales. Si son fieles en lo poco, lo serán en lo mucho.
Se me mostró que es en esto donde muchos no superan la prueba. Desarrollan su verdadero carácter en el manejo de las preocupaciones temporales. Son infieles, maquinadores y deshonestos en su trato con sus semejantes. No consideran que su derecho a la vida futura e inmortal depende de cómo se conducen en los asuntos de la presente, y que la más estricta integridad es indispensable para la formación de un carácter justo (Testimonios para la iglesia, {4TI}, t. 4, p. 304).
Los que están trabajando en lugares donde la obra no ha comenzado hace mucho, con frecuencia se encontrarán grandemente necesitados de mejores medios. Su obra parecerá estar estorbada por falta de esos medios, pero no se preocupen. Presenten todo al asunto al Señor en oración. Cuando tratamos de vigorizar la obra en un territorio nuevo, con frecuencia hemos llegado al límite de nuestros recursos. A veces parecía como si no hubiéramos podido avanzar más. Pero continuamos elevando nuestras peticiones a las cortes celestiales, siendo abnegados todo el tiempo, y Dios escuchó nuestras oraciones y las contestó enviándonos medios para el avance de la obra.
Colocad cada ansiedad a los pies del Redentor. “Pedid, y recibiréis”. Juan 16:24. Trabajad, orad y creed de todo corazón. Antes de hacer algo, no esperéis hasta que el dinero esté en vuestras manos. Avanzad por fe… Mientras oráis a Dios en procura de ayuda, aprended a creer. Practicad la abnegación, pues toda la vida de Cristo en esta tierra fue de abnegación. Vino para mostrarnos lo que debemos hacer a fin de ganar la vida eterna.
Haced lo mejor que podáis, y luego esperad paciente, esperanzada y regocijadamente, porque no pueden fallar las promesas de Dios (Mensajes selectos, {1MS}, t. 1, p. 102).
66
Viernes 29 de noviembre | Lección 9__________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena de White, El camino a Cristo, “La prueba del discipulado”, pp. 57-65.
“Hay quienes han conocido el amor perdonador de Cristo y realmente desean ser hijos de Dios; sin embargo, reconocen que su carácter es imperfecto y su vida defectuosa, y están propensos a dudar de que sus corazones hayan sido regenerados por el Espíritu Santo. A los tales quiero decirles: No se abandonen a la desesperación. A menudo tendremos que postrarnos y llorar a los pies de Jesús por causa de nuestros defectos y errores, pero no debemos desanimarnos. Incluso si somos vencidos por el enemigo, no somos desechados, ni abandonados, ni rechazados por Dios. No; Cristo está a la diestra de Dios e intercede por nosotros. […] Él desea que te reconcilies con él, para ver su pureza y su santidad reflejadas en ti. Y si tan solo quieres entregarte a él, el que comenzó en ti la buena obra la perfeccionará hasta el día de Jesucristo. Ora con más fervor; cree más plenamente. A medida que desconfiemos de nuestro propio poder, confiemos en el poder de nuestro Redentor, y alabaremos a quien es la salud de nuestro rostro” (CC 64).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Piensa en Daniel 2 y cómo Daniel, hace miles de años, predijo con tanta precisión el surgimiento y la caída de los imperios, e incluso describió (con mucha precisión) la desunión de la Europa moderna actual. ¿Cómo podemos aprender a consolarnos en esta profecía, que nos muestra en forma tan poderosa, incluso en medio del caos mundial, que Dios sabe todo lo que está sucediendo e incluso lo ha predicho?
- Dios sabe todo acerca de nosotros. Esto es reconfortante, y nos da seguridad y la confianza de que estamos bajo su cuidado. “Ahora, así dice Jehová, Creador tuyo, oh Jacob, y Formador tuyo, oh Israel: No temas, porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú” (Isa. 43:1). ¿Cómo puedes brindarles a los demás la seguridad de la presencia y el cuidado de Dios cuando atraviesan crisis emocionales, relacionales, sociales o económicas?
- Reflexiona en el tema de la lección del miércoles, cuando Esdras no le quiso pedir ayuda al rey porque temía que sus palabras sobre la protección de Dios sonaran vacías. Sabemos, por ejemplo, que Dios sana. Por lo tanto, esto ¿significa que estamos mostrando falta de fe en que él nos sane si vamos al médico? Analiza este tema en clase.
67