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Lección 5 – TESTIFICAR CON EL PODER DEL ESPÍRITU – Para el 1º de agosto de 2020

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Lección 5: Para el 1º de agosto de 2020

TESTIFICAR CON EL PODER DEL ESPÍRITU

Sábado 25 de julio______________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 15:26, 27; Hechos 2:41, 42; 8:4; Hebreos 4:12; Hechos 17:33, 34; 18:8.

PARA MEMORIZAR:

“Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hech. 4:31).

Cuando Jesús ordenó a los primeros creyentes: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura” (Mar. 16:15), debió haber parecido una misión imposible. ¿Cómo podrían lograr un desafío tan grande? Sus números eran muy pequeños. Sus recursos eran limitados. Eran un grupito de creyentes comunes, sin educación. Pero tenían un Dios extraordinario que los llenaría de poder para su misión extraordinaria.

Jesús declaró: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (Hech. 1:8). El derramamiento del Espíritu Santo les permitiría compartir el mensaje de la Cruz con un poder capaz de cambiar la vida y cambiar al mundo. Hechos declara que estos primeros creyentes “trastornaron el mundo entero” (17:6). El apóstol Pablo agrega que el evangelio “se predica en toda la creación que está debajo del cielo” (Col. 1:23). En la lección de esta semana, nos enfocaremos especialmente en el papel del Espíritu Santo al llenar de poder nuestro testimonio por Cristo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Entre aquellos a quienes el Salvador había dado la comisión: «Id, y doctrinad a todos los Gentiles» (Mateo 28: 19), se contaban muchos de clase social humilde, hombres y mujeres que habían aprendido a amar a su Señor, y resuelto seguir su ejemplo de abnegado servicio. A estos humildes hermanos, así como a los discípulos que estuvieron con el Salvador durante su ministerio terrenal, se les había entregado un precioso cometido. Debían proclamar al mundo la alegre nueva de la salvación por Cristo.

Al ser esparcidos por la persecución, salieron llenos de celo misionero. Comprendían la responsabilidad de su misión. Sabían que en sus manos llevaban el pan de vida para un mundo famélico; y el amor de Cristo los movía a compartir este pan con todos los necesitados. El Señor obró por medio de ellos. Doquiera iban, sanaban los enfermos y los pobres oían la predicación del evangelio (Hechos de los apóstoles, p. 87).

Todos los que sean investidos para una vida semejante a la de Cristo, han de trabajar por la salvación de sus prójimos. Su corazón latirá al unísono con el corazón de Cristo. Se manifestará en ellos el mismo anhelo por las almas que él sentía. No todos pueden ocupar el mismo lugar en la obra, pero hay un lugar y una obra para cada uno… Todas las riquezas del cielo, han de ser reveladas mediante el pueblo de Dios. Dijo Cristo: «En esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho fruto, y seáis así mis discípulos»…

A todo aquel que se ofrece para el servicio del Señor, sin negarle nada, le es dado poder para alcanzar resultados incalculables. Por el tal hará Dios grandes cosas.

Dios les dará poder de lo alto a tanto jóvenes como a los más viejos. Con mentes convertida , manos convertidas, pies convertidos, y lenguas convertidas, sus labios tocados con un carbón vivo del altar divino, irán hacia adelante en el servicio del Maestro, moviéndose continuamente hacia adelante y hacia arriba, hasta que el trabajo sea terminado (la fe por la cual vivo, p. 249).

Al presentar los apóstoles la gloria del Unigénito del Padre, tres mil almas se convencieron. Se vieron a sí mismos tales cuales eran, pecadores y corrompidos, y vieron a Cristo como su Amigo y Redentor. Cristo fue elevado y glorificado por el poder del Espíritu Santo que descansó sobre los hombres. Por la fe, estos creyentes vieron a Cristo como Aquel que había soportado la humillación, el sufrimiento y la muerte, a fin de que ellos no pereciesen, sino que tuvieran vida eterna. La reve­lación que el Espíritu hizo de Cristo les impartió la comprensión de su poder y majestad, y elevaron a él sus manos por la fe, diciendo: «Creo».

Entonces las buenas nuevas de un Salvador resucitado fueron llevadas hasta los últimos confines del mundo habitado. La iglesia contempló cómo los conversos fluían hacia ella de todas direcciones. Los creyentes se convertían de nuevo. Los pecadores se unían con los cristianos para buscar la perla de gran precio (Palabras de vida del gran Maestro, p. 91).

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Lección 5 | Domingo 26 de julio________________________________________________

JESÚS Y LA PROMESA DEL ESPÍRITU SANTO

Con la promesa del Espíritu Santo, Jesús respondió a la preocupación de los discípulos por dejarlos y regresar al cielo. “Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré” (Juan 16:7). La palabra griega para “Consolador” es parakletos. Se refiere a “alguien que viene junto a” con el propósito de ayudar. Una de las principales funciones del Espíritu Santo es acompañar a todos los creyentes para capacitarlos y guiarlos en sus actividades de testimonio. Cuando damos testimonio de Jesús, no estamos solos. El Espíritu Santo está a nuestro lado para guiarnos a los buscadores sinceros. Él prepara sus corazones antes de que los conozcamos. Él guía nuestras palabras, trae convicción a las mentes de los buscadores y los fortalece para responder a sus impulsos.

Lee Juan 15:26 y 27 y Juan 16:8. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre el papel del Espíritu Santo en la testificación?

Juan 15:26-27

26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio acerca de mí. 27 Y vosotros daréis testimonio también, porque habéis estado conmigo desde el principio.

Juan 16:8

Y cuando él venga, convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio.

El Espíritu Santo testifica de Jesús. Su objetivo final es llevar a tantas personas a Jesús como sea posible. Su misión es glorificar a Jesús. En este papel, convence a todos los creyentes de su responsabilidad de testificar. Él abre nuestros ojos para ver las posibilidades en las personas que nos rodean y trabaja tras bambalinas para crear receptividad al mensaje del evangelio.

Jesús lo dice claramente. El Espíritu Santo “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16:8). En otras palabras, trabaja en los corazones para ser conscientes de una profunda sensación de alienación de Dios y la necesidad del arrepentimiento. También convence al mundo “de justicia”. El Espíritu Santo no solo revela el pecado, sino además nos instruye en justicia. Él revela la magnificencia de la justicia de Jesús en contraste con nuestra propia inmundicia. El papel del Espíritu Santo no es simplemente señalar lo malos que somos; es revelar cuán bueno, amable, compasivo y amoroso es Jesús, y moldearnos a su imagen.

Testificar es simplemente cooperar con el Espíritu Santo para glorificar a Jesús. En el poder del Espíritu y bajo su guía, testificamos de este asombroso Cristo que ha transformado nuestra vida.

En nuestro deseo de trabajar por las almas, ¿por qué debemos recordar siempre que nosotros no podemos realizar la tarea de convertir a las personas, sino que solo el Espíritu Santo puede hacerlo?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Que Cristo se manifestaría a ellos, y sin embargo sería invisible al mundo, era un misterio para los discípulos. No podían entender las palabras de Cristo en su sentido espiritual. Estaban pensando en la manifestación exterior, visible. No podían entender el hecho de que ellos pudieran tener la presencia de Cristo con ellos, y que no obstante fuera invisible al mundo. No entendían el significado de una manifestación espiritual…

La promesa del Consolador les presentaba una rica verdad. Les aseguraba que no perderían su fe bajo las circunstancias más difíciles. El Espíritu Santo, enviado en el nombre de Cristo, iba a enseñarles todas las cosas, y traería todas las cosas a su memoria. El Espíritu Santo era el representante de Cristo, el Abogado que está constantemente intercediendo por la raza caída. Él ruega porque pueda serles dado el poder espiritual, para que mediante el poder de Uno que es más poderoso que todos los enemigos de Dios y del hombre, pudieran vencer a sus enemigos espirituales (Reflejemos a Jesús, p. 121).

Al congregarse [los discípulos] después de la ascensión, estaban ansiosos de presentar sus peticiones al Padre en el nombre de Jesús. Con solemne reverencia se postraron en oración repitiendo la promesa: «Todo cuanto pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dará. Hasta ahora no habéis pedido nada en mi nombre: pedid, y recibiréis, para que vuestro gozo sea completo». Juan 16:23, 24. Extendieron cada vez más alto la mano de la fe presentando este poderoso argumento: «¡Cristo Jesús es el que murió; más aún, el que fue levantado de entre los muertos; el que está a la diestra de Dios; el que también intercede por nosotros! Romanos 8:34.

El día de Pentecostés les trajo la presencia del Consolador, de quien Cristo había dicho: «Estará en vosotros». Led había dicho además: «Os conviene que yo vaya; porque si no me fuere, el Consolador no vendrá a vosotros; más si me fuere, os le enviaré». Juan 14: 17; 16:7. Y desde aquel día, mediante el Espíritu, Cristo iba a morar continuamente en el corazón de sus hijos. Su unión con ellos sería más estrecha que cuando estaba personalmente con ellos. La luz, el amor y el poder de la presencia de Cristo resplandecían de tal manera por medio de ellos que los hombres, al mirarlos, «se maravillaban; y al fin los reconocían, que eran de los que habían estado con Jesús». Hechos 4: 13 (El camino a Cristo, pp. 74, 75).

El Espíritu Santo proporciona poder y capacita al hombre para vencer. El gobierno de Satanás debe ser subyugado mediante el poder del Espíritu. Es el Espíritu el que convence de pecado, y quien, con el consentimiento del ser humano, expele el pecado del corazón. La mente, entonces, es puesta bajo una nueva ley: la ley real de la libertad (Nuestra elevada vocación, p. 154)

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Lunes 27 de julio | Lección 5___________________________________________________

UNA IGLESIA LLENA DE PODER

El libro de Hechos, con razón, ha sido llamado “Los hechos del Espíritu Santo”. Es una aventura emocionante de testificación, proclamación del evangelio y crecimiento de iglesia. Hechos es la historia de creyentes consagrados, llenos del Espíritu Santo, que impactan al mundo por Cristo. Eran totalmente dependientes del Espíritu Santo para lograr resultados milagrosos. El suyo es un ejemplo de lo que el Espíritu Santo puede lograr a través de hombres y mujeres que están totalmente consagrados a él.

Lee Hechos 2:41 y 42; 4:4 y 31; 5:14 y 42; 6:7; y 16:5. ¿Qué es lo que más te impresiona de estos pasajes? ¿Cuál es el mensaje que Lucas, el autor de Hechos, desea compartir al registrar un crecimiento tan rápido?

Hechos 2:41-42

41 Así que, los que recibieron su palabra fueron bautizados; y se añadieron aquel día como tres mil personas. 42 Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.

Hechos 4:4 y 31

Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Hechos 5:14 y 42

14 Y los que creían en el Señor aumentaban más, gran número así de hombres como de mujeres;

42 Y todos los días, en el templo y por las casas, no cesaban de enseñar y predicar a Jesucristo.

Hechos 6:7

Y crecía la palabra del Señor, y el número de los discípulos se multiplicaba grandemente en Jerusalén; también muchos de los sacerdotes obedecían a la fe.

Hechos 16:5

Así que las iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada día.

La intención de Lucas al escribir el libro de Hechos es compartir con cada lector el ministerio del Espíritu Santo en la iglesia primitiva.

Observa también que no duda en usar números para medir el movimiento del Espíritu en el siglo primero. Es decir, estaba contando bautismos. En Hechos 2:41, destaca el hecho de que tres mil fueron bautizados en un solo día en un solo lugar. En 4:4, él habla de cinco mil hombres que fueron bautizados. En 5:14, multitudes vienen al Señor y se bautizan.

Ya sea que se trate de un solo individuo como Lidia, el carcelero de Filipos, una esclava poseída por un demonio o el eunuco etíope, Lucas toma nota y registra el movimiento del Espíritu Santo en los corazones de estas personas. El punto importante aquí es que detrás de cada uno de los grandes números hay seres humanos individuales, cada uno un hijo de Dios por quien Jesucristo murió. Sí, nos gustan los números grandes, pero al final, la testificación es a menudo un esfuerzo de uno a uno.

Para facilitar el rápido crecimiento de la iglesia del Nuevo Testamento, se plantaron nuevas iglesias. Una de las razones por las cuales la iglesia primitiva creció tan rápidamente es porque la iglesia se renovaba constantemente mediante la instauración de nuevas iglesias. Qué mensaje tan importante para nosotros hoy.

El enfoque principal de la iglesia del Nuevo Testamento era la misión. ¿Cómo podemos asegurarnos de que, en el centro de todo lo que hacemos en nuestra iglesia local, la misión esté siempre en el centro?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Espíritu Santo debe ser el agente divino para convencer de pecado. El agente divino presenta al orador los beneficios del sacrificio hecho en la cruz; y cuando la verdad es puesta en contacto con las almas presentes, Cristo las gana para sí, y obra para transformar su naturaleza. El Señor está listo a auxiliamos en nuestras debilidades, a enseñar, a guiar, a inspirarnos ideas de origen celestial.

¡Cuán poco pueden hacer los hombres en la obra de salvar almas, y sin embargo, cuánto pueden hacer por medio de Cristo si están imbuidos de su Espíritu! El maestro humano no puede leer los corazones de sus oyentes, pero Jesús dispensa la gracia que toda alma necesita. Él comprende las posibilidades del hombre, su debilidad, y su fuerza. El Señor está obrando en el corazón humano, y un ministro puede ser para las almas que escuchan sus palabras un sabor de muerte para muerte, alejándolas de Cristo; o, si es consagrado y devoto, si desconfía de sí mismo y mira a Jesús, puede ser un sabor de vida para vida para las almas que ya están bajo el poder convincente del Espíritu Santo, y en cuyos corazones el Señor está preparando el camino para los mensajes que él ha dado al agente humano (Testimonios para los ministros, pp. 144, 145).

En obediencia a la palabra de su Maestro, los discípulos se congregaron en Jerusalén para aguardar el cumplimiento de la promesa de Dios. Allí pasaron diez días que dedicaron a escudriñar profundamente su corazón. Desecharon todas las divergencias y unánimes se acercaron unos a otros en compañerismo cristiano.

Al fin de los diez días, el Señor cumplió su promesa con un derramamiento maravilloso de su Espíritu. «Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados: y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen … Y se añadieron aquel día como tres mil personas». Hechos 2:2-4; 41.

«Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían». Marcos 16:20. No obstante la fiera oposición que los discípulos encontraron, en poco tiempo el evangelio del reino fue proclamado en todas las partes habitadas de la tierra (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 22, 23).

Notemos que el Espíritu fue derramado después que los discípulos hubieron llegado a la unidad perfecta, cuando ya no contendían por el puesto más elevado. Eran unánimes. Habían desechado todas las diferencias. Y el testimonio que se da de ellos después que les fue dado el Espíritu es el mismo. Notemos la expresión: «Y la multitud de los que habían creído era de un corazón y un alma…». Hechos 4:32. El Espíritu de Aquel que había muerto para que los pecadores vivieran animaba a toda la congregación de los creyentes (Testimonios para la iglesia, t. 8, pp. 27, 28).

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Lección 5 | Martes 28 de julio__________________________________________________

EL ESPÍRITU SANTO Y LA TESTIFICACIÓN

A lo largo del libro de los Hechos, el Espíritu Santo está poderosamente presente. Él ministraba a los creyentes y a través de ellos mientras testificaban por su Señor en una variedad de formas. Los fortaleció para enfrentar las pruebas y los desafíos de ser testigos en una cultura hostil. Los condujo hacia buscadores de la verdad sinceros. Preparó los corazones de las personas en ciudades enteras antes de que los creyentes vinieran a esas ciudades. Abrió puertas de oportunidad con las que nunca soñaron y fortaleció sus palabras y sus acciones.

Lee Hechos 7:55; 8:29; 11:15; 15:28, 29; y 16:6 al 10. ¿Cómo ministró el Espíritu Santo a los discípulos que testificaban en cada una de las experiencias enumeradas en estos versículos de la Biblia? En otras palabras, ¿cuáles fueron algunas de las diversas cosas que hizo el Espíritu Santo en estas situaciones?

Hechos 7:55

55 Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios,

Hechos 8:29

29 Y el Espíritu dijo a Felipe: Acércate y júntate a ese carro.

Hechos 11:15

15 Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio.

Hechos 15:28-29

28 Porque ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: 29 que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación; de las cuales cosas si os guardareis, bien haréis. Pasadlo bien.

Hechos 16:6-10

Y atravesando Frigia y la provincia de Galacia, les fue prohibido por el Espíritu Santo hablar la palabra en Asia; y cuando llegaron a Misia, intentaron ir a Bitinia, pero el Espíritu no se lo permitió. Y pasando junto a Misia, descendieron a Troas. Y se le mostró a Pablo una visión de noche: un varón macedonio estaba en pie, rogándole y diciendo: Pasa a Macedonia y ayúdanos. 10 Cuando vio la visión, en seguida procuramos partir para Macedonia, dando por cierto que Dios nos llamaba para que les anunciásemos el evangelio.

El variado ministerio del Espíritu Santo en el primer siglo fue realmente asombroso. Las experiencias anteriores son solo una muestra de su actividad. Fortaleció a Esteban para dar testimonio de su Señor frente a una multitud despiadada y fuera de control que lo apedreó hasta la muerte. Milagrosamente guio a Felipe a un etíope influyente que estaba en la búsqueda de la verdad, para abrir el continente africano al evangelio. Le dio a Pedro una señal de confirmación cuando los creyentes gentiles también recibieron el don del Espíritu Santo. Reunió a la iglesia en unidad en un momento en que fácilmente podría haberse dividido sobre el tema de la circuncisión, y abrió todo el continente europeo a la predicación del evangelio a través del apóstol Pablo.

El Espíritu Santo estuvo activo en la iglesia del Nuevo Testamento y está activo en la vida de la iglesia hoy. Él anhela llenarnos de poder, fortalecernos, enseñarnos, guiarnos, unificarnos y enviarnos a la misión más importante del mundo, que es llevar a hombres y mujeres a Jesús y a su verdad. El punto que debemos recordar es que el Espíritu todavía está activo y trabajando hoy, tal como lo estaba en la época de los apóstoles y la iglesia primitiva.

¿Qué podemos hacer, día a día, para hacernos más abiertos y susceptibles al poder del Espíritu Santo en nuestra propia vida? ¿Cuáles son algunas de las decisiones que debemos tomar para permitirle trabajar en y a través de nosotros?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

[Esteban] percibió la resistencia que encontraban sus palabras y comprendió que estaba dando su último testimonio. Cuando conectó a Cristo con las profecías y se refirió al templo como él lo había hecho, el sacerdote rompió sus vestidos, pretendiendo estar horrorizado. Para Esteban, esta acción fue un indicio de que su voz quedaría silenciada para siempre. Aunque estaba a la mitad de su sermón, lo concluyó abruptamente… El prisionero leyó su suerte en los rostros crueles que lo rodeaban, pero no flaqueó. El temor de la muerte lo había abandonado. Los sacerdotes rabiosos y la turba embravecida no observaron terror en él. La escena que tenía ante su vista se desvaneció. Para él las puertas del cielo estaban abiertas de par en par, y al mirar hacia adentro vio la gloria de los atrios divinos, y a Cristo, como si acabara de levantarse de su trono, listo para sostener a su siervo que se encontraba a punto de sufrir el martirio por su causa. Entonces Esteban exclamó con palabras triunfantes: «He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios». Hechos 7:56 (Exaltad a Jesús, p. 98).

[Pedro] recapituló los acontecimientos de esa primera reunión con los gentiles diciendo: «Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?»

Los discípulos, al escuchar ese informe, quedaron en silencio vencidos de que la conducta de Pedro estaba plenamente de acuerdo con el plan de Dios, y que sus antiguos prejuicios y su exclusividad debían ser totalmente desarraigados por el evangelio de Cristo. «Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!» (La historia de la redención, p. 304).

Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece tanto a nosotros como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, se da con ciertas condiciones. Son muchos los que profesan creer y atenerse a las promesas del Señor; hablan de Cristo y del Espíritu Santo; mas no reciben beneficio, porque no entregan sus almas a la dirección de los agentes divinos.

No podemos nosotros emplear el Espíritu Santo; el Espíritu es quien nos ha de emplear a nosotros. Por medio del Espíritu, Dios obra en su pueblo «así el querer corno el hacer, por su buena voluntad» [Filipenses 2:13]… Únicamente a aquellos que esperan humildemente en Dios, que esperan su dirección y gracia, se da el Espíritu. Esta bendición prometida, pedida con fe, trae consigo todas las demás bendiciones. Se da según las riquezas de la gracia de Cristo, quien está listo para abastecer a toda alma según su capacidad de recepción ( Obreros evangélicos, pp. 301, 302).

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Miércoles 29 de julio | Lección 5_______________________________________________

EL ESPÍRITU, LA PALABRA Y LA TESTIFICACIÓN

La Palabra de Dios estaba en el corazón mismo del testimonio de la iglesia del Nuevo Testamento. El sermón de Pedro el día de Pentecostés se basó principalmente en el Antiguo Testamento para demostrar que Cristo era el Mesías. El discurso final de Esteban fue un repaso de la historia de Israel en el Antiguo Testamento. Pedro mencionó que Dios “ha enviado su Palabra a los hijos de Israel” (Hech. 10:36, BJ) y luego compartió la historia de la resurrección con Cornelio. El apóstol Pablo se refirió una y otra vez a las grandes predicciones del Antiguo Testamento sobre la venida del Mesías, y Felipe explicó cuidadosamente a un deseoso etíope el significado de la predicción mesiánica en Isaías 53. En cada caso, los discípulos proclamaron la Palabra de Dios, no la propia. La Palabra inspirada por el Espíritu fue la base de su autoridad.

Lee Hechos 4:4 y 31; 8:4; 13:48 y 49; 17:2; 18:24 y 25. ¿Qué nos enseñan estos pasajes acerca de la relación entre el Espíritu Santo, la Palabra de Dios y el testimonio de la iglesia del Nuevo Testamento?

Hechos 4:4 y 31

Pero muchos de los que habían oído la palabra, creyeron; y el número de los varones era como cinco mil.

31 Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios.

Hechos 8:4

Pero los que fueron esparcidos iban por todas partes anunciando el evangelio.

Hechos 13:48-49

48 Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna. 49 Y la palabra del Señor se difundía por toda aquella provincia.

Hechos 17:2

Y Pablo, como acostumbraba, fue a ellos, y por tres días de reposo discutió con ellos,

Hechos 18:24-25

24 Llegó entonces a Efeso un judío llamado Apolos, natural de Alejandría, varón elocuente, poderoso en las Escrituras. 25 Este había sido instruido en el camino del Señor; y siendo de espíritu fervoroso, hablaba y enseñaba diligentemente lo concerniente al Señor, aunque solamente conocía el bautismo de Juan.

El mismo Espíritu Santo que inspiró la Palabra de Dios trabaja a través de la Palabra para cambiar vidas. Hay poder vivificante en la Palabra de Dios porque, gracias al Espíritu, es la Palabra viva de Cristo.

Lee 2 Pedro 1:21 y Hebreos 4:12. ¿Por qué la Palabra de Dios es tan poderosa para cambiar vidas?

2 Pedro 1:21

21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Hebreos 4:12

12 Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón.

“En la palabra de Dios está la energía creadora que llamó los mundos a la existencia. Esta palabra imparte poder; engendra vida. Cada orden es una promesa; aceptada por la voluntad, recibida en el alma, trae consigo la vida del Ser infinito. Transforma la naturaleza y vuelve a crear el alma a imagen de Dios” (Ed 126).

La razón por la cual la Biblia tiene tanto poder para transformar vidas es porque el mismo Espíritu Santo que inspiró la Biblia en primer lugar nos inspira y nos cambia a medida que la leemos. Al compartir la Palabra de Dios con otros, el Espíritu Santo trabaja para cambiar su vida a través de la Palabra que él inspiró. Dios ha prometido bendecir su Palabra, no nuestras palabras. El poder está en la Palabra de Dios, y no en la especulación humana.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

«La fe es por el oír; y el oír por la palabra de Dios». Romanos 10:17. Las Escrituras constituyen el gran agente en la transformación del carácter. Cristo oró: «Santificarlos en tu verdad: tu palabra es verdad». Juan 17: 17. Si se la estudia y obedece, la Palabra de Dios obra en el corazón, subyugando todo atributo no santificado. El Espíritu Santo viene a convencer del pecado, y la fe que nace en el corazón obra por amor a Cristo, y nos conforma en cuerpo, alma y espíritu a su propia imagen. Entonces Dios puede usamos para hacer su voluntad. El poder que se nos da obra desde adentro hacia afuera, induciéndonos a comunicar a otros la verdad que nos ha sido transmitida.

Las verdades de la Palabra de Dios hacen frente a la gran necesidad práctica del hombre: la conversión del alma por medio de la fe. No ha de pensarse que estos grandes principios son demasiado puros y santos para ser aplicados en la vida diaria. Son verdades que llegan al cielo y alcanzan la eternidad; y sin embargo, su influencia vital ha de ser entretejida en la experiencia humana. Han de compenetrar todas las grandes y pequeñas cosas de la vida (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 71, 72).

Si los que profesan pertenecer a Dios recibiesen la luz tal cual brilla sobre ellos al dimanar de su Palabra, alcanzarían esa unidad por la cual oró Cristo y que el apóstol describe como «la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». «Hay –dice- un mismo cuerpo, y un mismo espíritu, así como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo». Efesios 4:3-5 (El conflicto de los siglos, p. 377).

En obediencia a este mandamiento, Pablo y Bernabé declararon a los judíos: «A vosotros a la verdad era menester que se os hablase la palabra de Dios; mas pues que la desecháis, y os juzgáis indignos de la vida eterna, he aquí, nos volvemos a los gentiles. Porque así nos ha mandado el Señor, diciendo: Te he puesto para luz de los gentiles, para que seas salud hasta lo postrero de la tierra. Y los gentiles oyendo esto, fueron gozosos, y glorificaban la palabra del Señor: y creyeron todos los que estaban ordenados para la vida eterna». Hechos 13:46-48.

El mensaje evangélico proclamado por los discípulos de Cristo fue el anunció de su primer advenimiento al mundo. Llevó a los hombres las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en él. Señalaba hacia su segundo advenimiento en gloria para redimir a su pueblo, y colocaba ante los hombres la esperanza, por medio de la fe y la obediencia, de compartir la herencia de los santos en luz. Este mensaje se da a los hombres hoy en día, y en esta época va unido con el anunció de que la segunda venida de Cristo es inminente. Las señales que él mismo dio de su aparición se han cumplido, y por la enseñanza de la Palabra de Dios, podemos saber que el Señor está a las puertas (Palabras de vida del gran Maestro, p. 179).

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Lección 5 | Jueves 30 de julio__________________________________________________

EL PODER TRANSFORMADOR DEL ESPÍRITU SANTO

Un estudio cuidadoso del libro de los Hechos revela a Dios obrando milagros en la vida humana a través de su Espíritu. Hechos es un estudio de caso acerca del triunfo del evangelio sobre los prejuicios culturales, transformando hábitos arraigados de toda la vida, y enseñando a toda la humanidad la gracia y la verdad de Cristo. El Espíritu Santo se encuentra con las personas donde están, pero no las deja allí. En su presencia, son cambiadas. Su vida se transforma.

Lee Hechos 16:11 al 15 y 23 al 34; 17:33 y 34; y 18:8. Estas son solo algunas de las historias de conversión en la Biblia. ¿Qué nos enseñan los diferentes relatos sobre el poder de Dios para cambiar la vida de todo tipo de personas de diversos orígenes?

Hechos 16:11-15 y 23-24

11 Zarpando, pues, de Troas, vinimos con rumbo directo a Samotracia, y el día siguiente a Neápolis; 12 y de allí a Filipos, que es la primera ciudad de la provincia de Macedonia, y una colonia; y estuvimos en aquella ciudad algunos días. 13 Y un día de reposo salimos fuera de la puerta, junto al río, donde solía hacerse la oración; y sentándonos, hablamos a las mujeres que se habían reunido. 14 Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía. 15 Y cuando fue bautizada, y su familia, nos rogó diciendo: Si habéis juzgado que yo sea fiel al Señor, entrad en mi casa, y posad. Y nos obligó a quedarnos.

23 Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. 24 El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo.

Hechos 17:33-34

33 Y así Pablo salió de en medio de ellos. 34 Mas algunos creyeron, juntándose con él; entre los cuales estaba Dionisio el areopagita, una mujer llamada Dámaris, y otros con ellos.

Hechos 18:8

Y Crispo, el principal de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su casa; y muchos de los corintios, oyendo, creían y eran bautizados.

Qué increíble variedad de personas. Lidia era una próspera empresaria judía, y el carcelero de Filipos era un funcionario romano de clase media. El Espíritu Santo puede alcanzar todos los espectros de la sociedad. Su poder de transformación llega tanto a hombres como a mujeres, ricos y pobres, educados y sin educación.

Los últimos dos personajes en nuestra lista son igualmente notables. Hechos 17:34 se refiere a la conversión de Dionisio el Areopagita. Los Areopagitas atenienses eran parte del tribunal legal de jueces que trataban los casos judiciales. Eran miembros prominentes y respetados de la sociedad griega.

Gracias al poder del Espíritu Santo, el ministerio del apóstol Pablo llegó incluso al escalón superior de la sociedad. Crispo era “el principal de la sinagoga” judía (Hech. 18:8). Era un líder religioso inmerso en el pensamiento judío del Antiguo Testamento, y el Espíritu Santo se abrió paso y cambió su vida. Estas historias revelan que, a medida que damos testimonio de Cristo y compartimos su Palabra con otros, el Espíritu Santo hará cosas notables en la vida de todo tipo de personas de todo tipo de antecedentes, culturas, educación y creencias. No podemos y no debemos hacer suposiciones sobre quién puede o no ser alcanzado. Nuestro trabajo es testificar a todas y cada una de las personas que Dios coloca en nuestro camino. El Señor hará el resto.

La muerte de Cristo fue universal; es decir, fue para cada ser humano que existió o existirá alguna vez. ¿Qué debería enseñarnos esta verdad crucial acerca de cómo nunca debemos suponer que alguien está más allá de la esperanza de salvación?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Primeramente, Cristo produce contrición en quien perdona, y es obra del Espíritu Santo convencer de pecado. Aquellos cuyos corazones han sido conmovidos por el convincente Espíritu de Dios reconocen que en sí mismos no tienen ninguna cosa buena. Saben que todo lo que han hecho está entretejido con egoísmo y pecado. Así como el publicano, se detienen a la distancia sin atreverse a alzar los ojos al cielo, y claman: «Dios, sé propicio a mí, pecador». Ellos reciben la bendición. Hay perdón para los arrepentidos, porque Cristo es «el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo». Esta es la promesa de Dios: «Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana». «Os daré corazón nuevo… Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu». Isaías 1:18; Ezequiel 36:26, 27 (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 12, 13).

Dios tiene ingentes y grandiosos recursos para uso del hombre, y de la manera más sencilla se desarrollará la obra de los agentes divinos. El Maestro divino dice: «Mi Espíritu solo es competente para enseñar y convencer de pecado. Las cosas externas hacen solo una impresión temporal sobre la mente. Yo inculcaré la verdad en la conciencia, y los hombres serán mis testigos. Presentarán en todo el mundo mis requerimientos acerca del tiempo, el dinero y el intelecto del hombre. Todas estas cosas las compré en la cruz del Calvario. Usen los talentos que les he confiado para proclamar la verdad en su sencillez. Difundan el evangelio por todas partes del mundo e inviten a las almas agobiadas a preguntar: ‘¿Qué debo hacer para ser salvo?»‘ (Testimonios para la iglesia, t. 7, p. 152).

Cuando Cristo dio a sus discípulos la promesa del Espíritu, se estaba acercando al fin de su ministerio terrenal. Estaba a la sombra de la cruz, con una comprensión plena de la carga de culpa que estaba por descansar sobre él como portador del pecado. Antes de ofrecerse a sí mismo como víctima destinada al sacrificio, instruyó a sus discípulos en cuanto a la dádiva más esencial y completa que iba a conceder a sus seguidores: el don que iba a poner al alcance de ellos los recursos inagotables de su gracia. «Y yo rogaré al Padre -dijo él-, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce: mas vosotros le conocéis; porque está con vosotros, y será en vosotros». Juan 14: 16, 17. El Salvador estaba señalando adelante al tiempo cuando el Espíritu Santo vendría para realizar una obra poderosa como su representante. El mal que se había estado acumulando durante siglos, habría de ser resistido por el divino poder del Espíritu Santo (Los hechos de los apóstoles, p. 39).

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Viernes 31 de julio | Lección 5_________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Elena de White, Los hechos de los apóstoles, capítulo 5, “El don del Espíritu”, pp. 39-47; El Deseado de todas las gentes, capítulo 73, “ ‘No se angustien’ ”, pp. 622-626.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo en el proceso redentor. En todas nuestras actividades de testificación, nos unimos a él en su obra de salvar a las personas. Él convence los corazones; abre puertas de oportunidad. A través de su Palabra, ilumina las mentes y revela la verdad. Rompe los lazos de prejuicio que nos esclavizan, triunfa sobre los prejuicios culturales que oscurecen nuestra visión de la verdad y nos libera de las cadenas de los malos hábitos que nos esclavizan.

Cuando damos testimonio de Jesús, es crucial recordar que estamos cooperando con el Espíritu Santo. Él está allí antes que nosotros, preparando los corazones para recibir el mensaje del evangelio. Él está allí con nosotros, moviéndose sobre las mentes mientras realizamos un acto de bondad, compartimos nuestro testimonio, damos un estudio bíblico, regalamos una publicación llena de verdad o participamos en una campaña de evangelismo. Él continuará trabajando en el corazón del individuo mucho después de que nos vayamos, haciendo lo que sea necesario para llevar a esa persona al conocimiento de la salvación.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Comparte con los miembros de tu clase de la Escuela Sabática un momento en que sentiste que el Espíritu Santo estaba trabajando poderosamente a través de tu testimonio.
  2. ¿Alguna vez te has sentido aprensivo o temeroso de compartir tu fe? ¿De qué manera un conocimiento del ministerio del Espíritu Santo reduce ese miedo y te da seguridad como testigo?
  3. En la lección de esta semana, hablamos sobre la “actividad” del Espíritu Santo en nuestro testimonio. Comenta algunas de las diferentes formas en que el Espíritu Santo trabaja con nosotros en nuestros esfuerzos de testimonio. ¿Cómo nos capacita el Espíritu Santo para testificar y trabajar en la vida de los demás al dar testimonio
  4. La lección habló sobre la centralidad de la Biblia en la testificación. ¿Por qué la Biblia es un componente tan crucial de nuestra fe y testimonio? ¿Cómo podemos evitar las trampas de aquellos que, aun cuando afirman creer en la Biblia, socavan sutilmente su autoridad y su testimonio?

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Comentario del espiritu de profecia del video

 

Quien es el Espíritu Santo

 El Espíritu Santo es una persona, porque testifica en nuestros espíritus que somos hijos de Dios. Cuando se da este testimonio lleva consigo su propia evidencia. En esas ocasiones creemos y estamos seguros de que somos los hijos de Dios… El Espíritu Santo tiene una personalidad, de lo contrario no podría dar testimonio a nuestros espíritus y con nuestros espíritus de que somos hijos de Dios. Debe ser una persona divina, además, porque en caso contrario no podría escudriñar los secretos que están ocultos en la mente de Dios. “Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el Espíritu de Dios”. 1 Corintios 2:11.—Manuscrito 20, 1906.

El príncipe del poder del mal puede ser mantenido en jaque únicamente por el poder de Dios en la tercera persona de la Divinidad, el Espíritu Santo.— (Special Testimonies, Serie A, 10:37 (1897).

El mal se había estado acumulando durante siglos y solamente podría ser refrenado y resistido por el potente poder del Espíritu Santo, la tercera persona de la Divinidad, quien vendría no con energía limitada, sino en la plenitud del poder divino. Debería enfrentar a otro espíritu, porque la esencia del mal estaba actuando en todas sus formas y era asombroso el sometimiento del hombre al cautiverio satánico.

La obra del Espíritu Santo es inconmensurablemente grande. De esta Fuente los servidores de Dios reciben poder y eficiencia. El Espíritu Santo es el Consolador y, al mismo tiempo, es la presencia personal de Cristo en el creyente. Gracias al Espíritu, el que contemple a Cristo con la fe simple de un niño participará de la naturaleza divina. (The Home Missionary, 1 de noviembre de 1893.)

Porque no sabemos mucho del Espíritu Santo

 26 Pero cuando venga el Consolador, a quien yo os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio (hablara) acerca de mí. Juan 15

El Espíritu Santo perteneció tanto a los apóstoles como a nosotros

Cristo prometió el don del Espíritu Santo a su iglesia, y la promesa nos pertenece a nosotros tanto como a los primeros discípulos. Pero como toda otra promesa, está sujeta a condiciones. Hay muchos que creen y profesan aferrarse a lo prometido por el Señor; hablan acerca de Cristo y del Espíritu Santo, y sin embargo no reciben beneficio alguno. No entregan su vida para que sea guiada y regida por los agentes divinos. (The Review and Herald, 19 de noviembre de 1908.)

El Consolador nos pertenece a nosotros tanto como a ellos en todo tiempo y lugar, en toda tristeza y aflicción, cuando la perspectiva parece sombría y el futuro incierto, o cuando sentimos que estamos solos y desamparados. Esas son las situaciones cuando el Consolador es enviado en respuesta a la oración de fe. No hay quien nos consuele como lo hace Cristo, tan tierno y verdadero. El es sensible a nuestros sentimientos de flaqueza. Su Espíritu habla a nuestros corazones.

(The Review and Herald, 26 de octubre de 1897)

Lluvia temprana y tardía para nosotros

 

 

La iglesia recibió la lluvia temprana y recibirá la lluvia tardia

También nosotros como individuos

 

La siembra de la lluvia temprana

La cosecha de la lluvia tardia

Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía. Jehová hará relámpagos, y os dará lluvia abundante, y hierba verde en el campo a cada uno. Zacarías 10:1.

En el Oriente, la lluvia temprana cae al tiempo de la siembra. Es necesaria para que la semilla pueda germinar. Por efecto de la fertilizante lluvia, los tiernos brotes se desarrollan. La última precipitación, que ocurre al fin de la temporada, madura el grano y lo prepara para la cosecha. El Señor utilizó este proceso natural con el fin de representar la obra del Espíritu Santo. Como el rocío y la lluvia primero producen la germinación de la semilla y después la maduración del grano para la cosecha, del mismo modo el Espíritu Santo tiene la misión de producir, de una etapa a otra, el crecimiento espiritual. La maduración del grano representa la culminación de la obra de la gracia de Dios en el creyente. En virtud de la acción del Espíritu Santo la imagen moral de Dios se perfecciona en el carácter. Hemos de ser totalmente transformados a la semejanza de Cristo.

Muchos han errado en gran manera al no recibir la lluvia temprana. No han obtenido todos los beneficios que Dios ha provisto para ellos. Esperan que su falta será suplida por la lluvia tardía. Tienen la intención de abrir el corazón para recibirla cuando sea concedida la generosa abundancia de la gracia. Pero incurren en un terrible error. La obra de Dios, que comienza en el corazón al momento de conceder su luz y conocimiento, debe crecer continuamente. Cada persona necesita descubrir su propia carencia. Para que pueda habitar el Espíritu en el corazón, éste debe ser vaciado y purificado de toda contaminación.

Sólo mediante la confesión y el abandono del pecado, la oración ferviente y la consagración a Dios, los discípulos pudieron estar preparados para el derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés. Una obra semejante, pero en un grado superlativo, debe hacerse ahora. Luego, lo único que necesita realizar el agente humano es solicitar la bendición, y esperar que el Señor lo perfeccione. Es Dios quien comienza y termina la obra que hace al creyente completo en Cristo Jesús. Sin embargo, no debemos ser descuidados con la gracia representada por la lluvia temprana. Únicamente los que viven en armonía con la iluminación obtenida, recibirán más luz. A menos que avancemos diariamente en la ejemplificación de las activas virtudes cristianas, no estaremos en condiciones de reconocer la manifestación del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Alrededor, otros corazones la podrán estar recibiendo, pero nosotros no lo advertiremos ni la recibiremos.—(The Review and Herald, 2 de marzo de 1897.)

21 Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío.

22 Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo.

23 A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; y a quienes se los retuviereis, les son retenidos.     (Juan 20)

La religión de Cristo es más que el perdón del pecado; significa que éste es removido y que el vacío lo llena con el Espíritu; que la mente es divinamente iluminada, que el corazón se vacía del yo y es llenado con la presencia de Cristo. Cuando la feligresía realice esta obra, la iglesia será viva y activa.   (The Review and Herald, 10 de junio de 1902.)

Si no avanzamos, y si no nos ponemos en una actitud de recibir tanto la lluvia temprana como la tardía, perderemos la salvación, y la responsabilidad será nuestra. “Pedid a Jehová lluvia en la estación tardía”. Zacarías 10:1.

(The Review and Herald, 2 de marzo de 1897.)

Los preciosos dones del Espíritu Santo no se desarrollan en un momento. El valor, la fortaleza, la mansedumbre, la fe y la confianza inconmovible en el poder de Dios para salvar, se adquieren por la experiencia de los años. En virtud a una vida de esfuerzos santos y de una firme adhesión a los principios rectos, es como los hijos de Dios sellarán su destino. No tenemos tiempo que perder. No sabemos cuán pronto finalizará el tiempo de gracia. La eternidad se extiende delante de nosotros. El telón está a punto de levantarse. Cristo pronto volverá. Los ángeles de Dios están tratando de sustraernos de nosotros mismos y de las cosas terrenales. No permitamos que trabajen en vano.—(Testimonies for the Church 8:313, 314.)

La medida que recibamos del Espíritu Santo estará en proporción a la dimensión de nuestros deseos, a la fe ejercida por ellos, y al uso que hagamos de la luz y del conocimiento que se nos dio. El Espíritu Santos será impartido de acuerdo con la capacidad que cada uno desarrolle para recibirlo, y para darlo a conocer a otros. Cristo dijo: “Todo aquel que pide, recibe; y el que busca halla”. Lucas 11:10. La luz y la verdad brillarán de acuerdo con nuestro deseo interior. ¡Oh, que todos seamos hambrientos y sedientos de su justicia, y que podamos ser saciados!— (The Review and Herald, 5 de mayo de 1896.)

Cuando tratamos verdaderamente de hacer la voluntad de Dios, el Espíritu Santo toma los preceptos de su Palabra, hace de ellos los principios de la vida y los escribe en las tablas del alma. Son únicamente los que siguen la luz ya dada quienes pueden esperar recibir una mayor iluminación por parte del Espíritu.— (Joyas de los Testimonios 2:309, 310.)

La lluvia tardía  no será como la lluvia temprana

A menos que estemos avanzando diariamente en la ejemplificación de las virtudes cristianas activas, no reconoceremos las manifestaciones del Espíritu Santo en la lluvia tardía. Podrá estar derramándose en los corazones en torno de nosotros, pero no la discerniremos ni la recibiremos…  (Testimonios para los Ministros, 516, 517.)

Algunos han tratado al Espíritu como a un huésped indeseado, rehusando recibir el rico don, negándose a reconocerlo, apartándose de él y condenándolo como fanatismo. Cuando el Espíritu Santo obra en el agente humano, no nos pregunta de qué manera deberá actuar. A menudo procede de maneras inesperadas.— (The Ellen G. White 1888 Materials, 1540, 1541.)

 

El bautismo del Espíritu Santo, tal como en el día de Pentecostés, conducirá a un reavivamiento de la religión verdadera y a la realización de muchas obras maravillosas. Seres celestiales vendrán entre nosotros, y los hombres hablarán según sean impulsados por el Espíritu Santo de Dios. Pero si el Señor obrase sobre los hombres como lo hizo en el día de Pentecostés y después, muchos, que ahora pretenden creer en la verdad, conocerían tan poco de la forma como obra el Espíritu Santo, que exclamarían: “¡Cuidado con el fanatismo!”

Cuando los creyentes anhelan tener a Cristo, y procuran unirse con él, entonces los que están contentos con una mera forma de piedad, exclaman: “Sed cuidadosos y no vayáis a los extremos”. Cuando los ángeles del cielo vengan entre nosotros, y obren mediante los instrumentos humanos, entonces habrá conversiones firmes y sustanciales, en forma parecida a las que ocurrieron después del día de Pentecostés. Ahora, hermanos, tened cuidado de no caer en un proceso de excitación humana y de no crearlo. Pero si bien es cierto que deberíamos ser cuidadosos para no caer en un proceso de excitación humana, no deberíamos encontrarnos entre quienes cuestionan la obra del Espíritu de Dios y alientan dudas con respecto a ella, porque habrá quienes formularán objeciones y críticas cuando el Espíritu de Dios se posesione de los seres humanos, debido a que sus propios corazones no han sido conmovidos, sino que se encuentran fríos e insensibles.— (Mensajes Selectos 2:65, 66.)

No hay tiempo especifico acerca de la lluvia tardía

No tengo ningún tiempo específico del cual hablar respecto de cuándo se efectuará el derramamiento del Espíritu Santo, y descienda del cielo el ángel poderoso para unirse con el tercer ángel en la terminación de la obra en este mundo. Mi mensaje es que nuestra única seguridad radica en estar listos para el refrigerio celestial, con nuestras lámparas despabiladas y encendidas. Cristo nos ha dicho que velemos “porque el Hijo del hombre vendrá a la hora que no pensáis”. Mateo 24:44(The Review and Herald, 29 de marzo de 1892.)

Se acerca el tiempo para que el espíritu se retire (COVID es una muestra)

Y el Espíritu y la Esposa dicen: Ven. Y el que oye, diga: Ven. Y el que tenga sed venga; y el que quiera, tome del agua de la vida gratuitamente. Apocalipsis 22:17.

El tiempo de prueba no continuará por mucho tiempo. Ahora Dios está retirando sus manos refrenadoras de la tierra. Utilizando al Espíritu Santo como su agente, por mucho tiempo ha estado instando a los mortales; sin embargo, no han prestado atención a su llamado. Por intermedio de sus juicios, ahora le está hablando a su pueblo y al mundo. Este período es un tiempo de gracia para los que todavía no han tenido la oportunidad de descubrir la verdad.

 

A menos que cada uno haga la obra que le corresponde realizar a su alrededor, el día del Señor nos sobrecogerá como ladrón. La confusión predomina en el mundo, y pronto se desencadenará el terror sobre los seres humanos. El fin está muy cerca, y los que sabemos acerca de la preparación que es necesaria para este tiempo debemos estar listos para lo que sobrecogerá al mundo con desconcertante sorpresa.

(The Review and Herald, 22 de noviembre de 1906.)

De la Lluvia temprana no predicamos en la iglesia

La promesa del Espíritu Santo es mencionada por casualidad en nuestros discursos, es tocada en forma incidental, y eso es todo. Las profecías han sido tratadas detenidamente, las doctrinas han sido expuestas; pero lo que es esencial para la iglesia a fin de que crezca en fortaleza y eficiencia espiritual, para que la predicación sea acompañada por la convicción, y las almas sean convertidas a Dios, ha sido mayormente excluido del esfuerzo ministerial.

Esta bendición prometida, reclamada por la fe, traería todas las demás bendiciones en su estela, y ha de ser dada liberalmente al pueblo de Dios. (Testimonios para los Ministros, 174, 175.)

El proceso de la oración Es el fruto de la obra del Espíritu Santo. Por el Espíritu es formulada toda oración sincera, y una oración tal es aceptable para Dios. Siempre que un alma anhela a Dios, se manifiesta la obra del Espíritu, y Dios se revelará a esa alma. (El Deseado de Todas las Gentes, 159, 160.)

Es privilegio nuestro orar con confianza, pues el Espíritu parafrasea nuestras peticiones. Con sencillez debemos presentar nuestras necesidades al Señor, y apropiarnos de su promesa.— (La Maravillosa Gracia, 92.)

Los ángeles escuchan las ofrendas de alabanza y las plegarias expresadas con fe y llevan las peticiones a Aquel que ministra en el Santuario celestial por su pueblo, y pone sus méritos a nuestro favor. (The Review and Herald, 1 de febrero de 1912.)

Hasta entonces los discípulos no conocían los recursos y el poder ilimitado del Salvador. El les dijo: “Hasta ahora nada habéis pedido en mi nombre.” Explicó que el secreto de su éxito consistiría en pedir fuerza y gracia en su nombre. Estaría delante del Padre para pedir por ellos. La oración del humilde suplicante es presentada por él como su propio deseo en favor de aquella alma. Cada oración sincera es oída en el cielo. Tal vez no sea expresada con fluidez; pero si procede del corazón ascenderá al santuario donde Jesús ministra, y él la presentará al Padre sin balbuceos, hermosa y fragante con el incienso de su propia perfección.  (DTG 620.4)

Los ángeles ministradores esperan junto al trono para obedecer instantáneamente el mandato de Jesucristo de contestar cada oración ofrecida con fe viva y fervorosa.—  (Mensajes Selectos 2:433.)

Vengamos a Cristo tal como estemos

Vengan, busquen y encuentren. El depósito de poder está abierto, lleno y es gratuito. Vengan con humildad de corazón, no pensando que necesitan hacer algo bueno para merecer el favor de Dios, o que tienen que mejorar antes de venir a Jesús. Es imposible que alguien haga alguna obra para superar su propia condición pecaminosa. Como usted es pecador, acuda a Cristo con convicción y fe. Jesús dijo: “Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento”. Mateo 9:13.— (The Signs of the Times, 22 de agosto de 1892)

Las Novelas

Los lectores de novelas fomentan un mal que destruye la espiritualidad y eclipsa la belleza de la página sagrada. La novela crea una excitación malsana, enardece la imaginación, incapacita la mente para ser útil, separa al alma de la oración y la descalifica para cualquier práctica espiritual.   9Consejos para la Iglesia, p. 300.2 0(Ellen Gould White)

El espíritu santo es para todos

Hay a veces hombres de capacidad intelectual, mejorada por la educación y la cultura, que no alcanzan a comprender ciertos pasajes de la Escritura, mientras que otros que no tienen instrucción, cuyo entendimiento parece débil y cuya mente no está disciplinada, comprenden su significado y hallan fuerza y consuelo en aquello que los primeros consideran tedioso, o pasan por alto como si no tuviese importancia. ¿Por qué es esto? Me ha sido explicado que estos no confían en su propio entendimiento. Van a la fuente de la luz, Aquel que inspiró las Escrituras, y con humildad de corazón piden sabiduría a Dios, y la reciben.

El Salvador toma a quienes descubre que son moldeables y los usa para gloria de su nombre. Emplea el material que otros pasarían por alto, y obra en todos los que se entregan a él. Se deleita en tomar elementos aparentemente sin posibilidades—a quienes Satanás ha degradado y por medio de quienes ha trabajado—, y los convierte en objetos de su gracia. Se regocija en librarlos del sufrimiento y de la ira que está a punto de caer sobre los desobedientes. Convierte a sus hijos en sus agentes para la realización de esta obra; y en el éxito que alcanzan, aún en esta vida, ellos encuentran una preciosa recompensa.—      (The Review and Herald, 5 de enero de 19050.

El Señor obra a su manera para no dar lugar ni al ensalzamiento ni al orgullo del hombre que tiene la tendencia a atribuirse la gloria de sus logros. Dios anhela que entendamos que todos los talentos y dones le pertenecen. El Señor obra por medio de quien él quiere. Toma a los que serán sus mensajeros y no los consulta acerca de sus preferencias respecto a la clase de persona y al modo en que les gustaría recibir el mensaje de Dios. Se valdrá de los que están dispuestos a ser usados por él. Quiere utilizar a hombres inteligentes, siempre que se dejen moldear y preparar; y que adapten el testimonio de acuerdo a sus órdenes. Los hombres encumbrados o inferiores, educados o ignorantes, harían mejor en permitir que el Señor conduzca el arca de su vida. La obra del ser humano consiste en obedecer la voz de Dios.

(The Review and Herald, 12 de mayo de 1896.)

En representación de Cristo, el Espíritu Santo fortalece con poder a los más débiles para que avancen en pos de la victoria. Dios ha organizado a sus instrumentos para que lo ayuden a conducir a los pecadores hacia él. A muchos a quienes no se les ha impuesto las manos, los envía para que se dediquen a su obra. Responde las objeciones que presentan contra este plan de acción, incluso antes de que sean planteadas. Dios ve el fin desde el principio. Conoce y se anticipa a cada deseo, y hace provisión para las emergencias.

El Señor no necesita sentarse primero en los concilios legislativos para hacer la siguiente pregunta a los que piensan que deben planificar su obra: “¿Autorizarán a los hombres que yo escogí para que se unan a ustedes con el fin de trabajar en algún lugar de mi viña moral?”

(The Home Missionary, 1 de agosto de 1896.)

El don de lenguas: facilidad para idiomas extranjeros

El Espíritu Santo hizo por ellos lo que los discípulos no hubieran podido llevar a cabo en todo el curso de su vida. Ellos podían ahora proclamar las verdades del evangelio extensamente, pues hablaban con corrección los idiomas de aquellos por quienes trabajaban. Este don milagroso era una evidencia poderosa para el mundo de que la comisión de ellos llevaba el sello del cielo. De allí en adelante, el habla de los discípulos fue pura, sencilla y correcta, ya hablaran en su idioma nativo o en idioma extranjero.— (Los Hechos de los Apóstoles, 32, 33.)

Los discípulos iban a tener el mismo poder que Jesús había tenido para sanar “toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo.” Al sanar en su nombre las enfermedades del cuerpo, testificarían de su poder para sanar el alma.

Y se les prometía un nuevo don. Los discípulos tendrían que predicar entre otras naciones, e iban a recibir la facultad de hablar otras lenguas. Los apóstoles y sus asociados eran hombres sin letras, pero por el derramamiento del Espíritu en el día de Pentecostés, su lenguaje, fuese en su idioma o en otro extranjero, era puro, sencillo y exacto, tanto en los vocablos como en el acento. (DTG 761.1)

Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; Apocalipsis 7

Predicar a Cristo: más importante que lenguas y milagros

Hay una gran obra que hacer en nuestro mundo. Hombres y mujeres deben ser convertidos, pero no por el don de lenguas ni por la realización de milagros, sino por la predicación de Cristo crucificado. ¿Por qué postergar el esfuerzo de hacer un mundo mejor? ¿Por qué esperar que se produzca alguna maravilla o se provea algún instrumento costoso? No importa cuán humilde sea su esfera y cuán modesto su trabajo, si obra en armonía con las enseñanzas del Salvador, Jesús se revelará por su intermedio y su influencia atraerá a las personas hacia él. (The Review and Herald, 5 de enero de 1905.)

Más dones: más responsabilidad

A cada hombre se le dio su tarea. Uno puede no ser capaz de hacer la obra para la cual otro ha sido adiestrado y educado. Pero el trabajo de cada hombre debe comenzar en el corazón, y no depender de una teoría de la verdad. La labor de quien se entrega a Dios y coopera con los agentes divinos revelará que un obrero es capaz y sabio, y que percibe cómo debe adaptarse a cada situación. La raíz debe ser santa, o no habrá fruto santo. Todos han de ser coobreros con Dios. El yo no debe destacarse. El Señor entregó talentos y habilidades a cada persona, y quienes hayan sido más altamente favorecidos con oportunidades y privilegios para escuchar la voz del Espíritu, tendrán mayor responsabilidad para con Dios..— (Notebook Leaflets 1:129, 130.)

 

De acuerdo a la luz que tenemos, así sera la oscuridad que tendremos si nos extraviamos y perdemos

Si la verdad para este tiempo, si las señales que se están multiplicando por todas partes—que testifican de que el fin de todas las cosas está cercano—no son suficientes para despertar la energía dormida de los que profesan conocer la verdad, entonces los alcanzará una oscuridad proporcional a la luz que ha estado brillando sobre ellos. En el gran día de ajuste final no podrán presentar a Dios ninguna excusa por su indiferencia.  (The Review and Herald, 21 de julio de 1896.)

Como estudiar la Biblia

Se obtienen pocos beneficios con una escasa lectura de las Escrituras. Uno podría leer toda la Biblia sin descubrir sus bellezas ni comprender la profundidad de su mensaje. Estudiar un texto hasta que resalte claramente su significado y la relación que tiene con el plan de salvación, es de más valor que la lectura ocasional de muchos capítulos sin tener en vista un propósito definido, y sin obtener ninguna instrucción positiva. Tenga la Biblia a mano. Cuando encuentre una oportunidad, léala y memorice los textos. Incluso, cuando camina por la calle, puede leer un versículo y meditar después en el contenido para fijarlo en su mente.    (Atlantic Union Gleaner, 9 de junio de 1909.)

El Espíritu Santo gravara las verdades en nuestro corazón como una roca

El Espíritu Santo es el maestro divino. Si deseamos aprender sus lecciones, llegaremos a ser sabios en la salvación. Sin embargo, necesitamos guardar bien nuestros corazones, puesto que con frecuencia olvidamos las instrucciones divinas que nos instan a no proceder de acuerdo con las inclinaciones naturales de una mente no consagrada. Cada uno necesita pelear su propia batalla contra el egoísmo. Preste atención a las enseñanzas del Espíritu Santo. Si las escucha, las repetirá una y otra vez hasta que las impresiones se graben en forma indeleble, como si hubieran sido esculpidas en la roca. Mateo 22:37. “Haz esto, y vivirás”. Lucas 10:28.— (Manuscript Releases 18:47, 48.)

Una receta para las preocupaciones que menoscaban

Hay muchos que centran la atención en sus pruebas y dificultades. Pero si se olvidaran de sí mismos para interesarse por las necesidades que padecen los otros, no tendrían tiempo para magnificar sus propias aflicciones. Servir al Señor en forma sincera es una receta para los achaques de la mente. La mano ayudadora que sostuvo las cargas que Cristo tuvo que llevar, aminorará nuestros pesares al punto de que ni desearemos mencionarlos. La obra verdadera y honesta ejercerá una influencia saludable sobre la mente, y de ésta sobre los músculos. Lo que mata es la constante elaboración de preocupaciones. Debemos estar contentos de realizar el esfuerzo que demanda la ejecución de las tareas de cada día; las grandes presiones que imponen los quehaceres del mañana hay que dejarlas para cuando llegue el momento de ocuparse del asunto. (The Home Missionary, 1 de noviembre de 1897.)

Así como la dotación divina—el poder del Espíritu Santo—le fue dada a los discípulos, hoy también se le otorgará a los que la busquen acertadamente. Sólo este poder es capaz de hacernos sabios para la salvación, a fin de adaptarnos para las cortes celestiales. Cristo desea darnos una bendición que nos santificará. “Estas cosas os he hablado”, dice él, “para que mi gozo esté en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido”. Juan 15:11. El gozo en el Espíritu Santo imparte salud y vida. Al concedernos su Espíritu, Dios se da a sí mismo: una fuente de influencias divinas, para dar salud y vida al mundo.—

(The Signs of the Times, 15 de marzo de 1910.)

Belleza exterior

El Señor desea que todos recordemos que el servicio a Dios es puro y santo. Por lo tanto, los que reciben la verdad deben ser santificados por el Espíritu en temperamento y corazón, en la conversación, en la vestimenta y en el hogar, para que los invisibles ángeles de Dios puedan ministrar a los que serán herederos de la salvación. Todos los que se unen a la feligresía deberían mostrar las evidencias de la transformación del carácter, que se manifiesta por la reverencia hacia las cosas santas. Los que no manifiestan cambios en palabras y comportamiento, ni en la vestimenta o en su hogar, están viviendo por su propia cuenta y no en Cristo. El que llega a ser hijo de Dios debe practicar hábitos de orden y limpieza. Por pequeña que sea, cada acción ejerce su influencia. El Señor desea que cada ser humano sea un agente por intermedio del cual Cristo pueda manifestar el Espíritu Santo. No hay razón para que los cristianos sean indiferentes o descuidados con relación a su apariencia exterior. Deben ser pulcros y estar bien arreglados, pero sin adornos. Interior y exteriormente también deben ser puros.— (Testimonies to Southern Africa, 87)

No tiene temor de la nieve por su familia, porque toda su familia está vestida de ropas dobles. Ella hace tapices; de lino fino y púrpura es su vestido. Proverbios 31:21-23.

Pecado contra el Espíritu Santo

Hermano P, usted pregunta si ha cometido el pecado que no tiene perdón en esta vida o en la venidera. Contesto que no veo la menor evidencia de que éste sea el caso. ¿En qué consiste el pecado contra el Espíritu Santo? En atribuir voluntariamente a Satanás la obra del Espíritu Santo. Supongamos, por ejemplo, que uno presencia la obra especial del Espíritu de Dios. Tiene evidencia convincente de que la obra está en armonía con las Escrituras, y el Espíritu testifica a su espíritu que es de Dios. Pero más tarde, cae bajo la tentación—lo domina el orgullo, la suficiente propia, o alguna otra característica mala—y, rechazando toda la evidencia de su carácter divino, declara que lo que antes conoció como ser del Espíritu Santo era poder de Satanás.  (Joyas de los Testimonios 2:265, 266.)

El pecador se destruye a sí mismo por medio de su propia impenitencia. Cuando una persona desatiende las invitaciones, reprensiones y amonestaciones del Espíritu Santo, su conciencia se cauteriza y al ser amonestado una vez más se le hará más difícil obedecer que antes; y sucesivamente ocurrirá lo mismo. La conciencia es la voz de Dios, la cual se escucha en medio de las pasiones humanas; cuando se resiste, se contrista al Espíritu de Dios. (5TI 112.2)

 

Los impulsos incorrectos de una obra que no es del Espíritu Santo

Debido a que algunos escuchan asuntos presentados con un espíritu que no corresponde, he visto los peligros a los que la iglesia ha hecho frente en cada nueva etapa. Mientras hay maestros de la Biblia que son fuertes y eficientes en la presentación de las doctrinas, no todos tienen conocimiento de los aspectos prácticos de la vida, ni pueden, con certeza y seguridad, dar advertencias a mentes perplejas. Tampoco disciernen las situaciones complejas que seguramente sobrevendrán a cada familia que necesita hacer cambios.

Por eso, al no conocer el pensamiento de Dios, seamos muy cuidadosos con lo que ellos dicen, y no les permitamos hablar de lo que suponen o piensan.

Como resultado de discursos ardientes e impulsivos que agitan un entusiasmo que no responde al orden divino, se producirán sacrificios y pérdida de propiedades. Hay una victoria importante que debe ganarse. Si falta la moderación discreta, una adecuada contemplación y principios y propósitos sanos, se producirá la derrota. Habrá elementos humanos que lucharán por la primacía e intentarán realizar una obra que no tiene la impronta de Dios. Por eso insto a que haya habilidad para manejar este tema, y que toda acción esté orientada por el sabio e invisible Consejero que es Dios.—

(Pamphlet 84, pp. 17, 18.)

Para terminar

En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de parte de los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. Daniel 12:1.

Al acercarse los miembros del cuerpo de Cristo al período de su último conflicto, al “tiempo de angustia de Jacob”, crecerán en Cristo y participarán en gran medida de su Espíritu. Al crecer el tercer mensaje hasta ser un fuerte pregón, cuando acompañe a la obra final un gran poder y gloria, los hijos de Dios participarán de aquella gloria. La lluvia tardía será lo que los fortalecerá y reavivará para atravesar el tiempo de angustia. Sus rostros resplandecerán con la gloria de aquella luz que acompaña al tercer ángel.

Los profesos creyentes que lleguen al tiempo de angustia sin preparación, en su desesperación confesarán sus pecados ante el mundo con palabras de ardiente angustia, mientras los malvados se regocijarán por ello. El caso de los tales será desesperado.

Cuando Cristo se levante y deje el lugar santísimo comenzará el tiempo de angustia; el caso de cada persona estará decidido, y no habrá sangre expiatoria para limpiarlos del pecado y la contaminación. Cuando Jesús deje el lugar santísimo, con autoridad real y en un tono decidido dirá: “El que es injusto, sea injusto todavía; y el que es inmundo, sea inmundo todavía; y el que es justo, practique la justicia todavía; y el que es santo, santifíquese todavía. He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada uno según sea su obra”. Apocalipsis 22:11, 12.

Los que demoraron su preparación para el día de Dios, no podrán obtenerla en el tiempo de angustia, o en ningún período futuro. Los justos no cesarán sus fervorosos y agonizantes clamores por liberación. No podrán recordar ningún pecado particular, pero en toda su vida podrán ver algo de bueno. Sus pecados han ido al juicio, y se ha registrado frente a ellos el perdón. Sus faltas han sido llevadas al país del olvido, y no pueden ser traídas a la memoria.     The Signs of the Times, 27 de noviembre de 1879.

 

 

 

 

 

 

2 pensamientos en “Lección 5 – TESTIFICAR CON EL PODER DEL ESPÍRITU – Para el 1º de agosto de 2020

  1. excelente leccion sobre el espirítu santo

  2. Tengo mucho que aprender sobre el espíritu Santo, me gustó la lección

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