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Lección 12: Para el 20 de marzo de 2021
EL DESEADO DE TODAS LAS GENTES
Sábado 13 de marzo_________________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Isaías 59; 59:15–21; 60:1, 2; 61; 61:2.
PARA MEMORIZAR:
“Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento” (Isa. 60:3).
«Debemos aprender en la escuela de Cristo. Solo su justicia puede darnos derecho a las bendiciones del pacto de gracia. Durante mucho tiempo hemos anhelado y procurado obtener esas bendiciones, pero no las hemos recibido porque hemos fomentado la idea de que podríamos hacer algo para llegar a ser dignos de ellas. No hemos dejado de mirarnos a nosotros mismos, ni hemos creído que Jesús es nuestro Salvador viviente. No debemos creer que somos salvos por nuestra propia gracia y por nuestros méritos. La gracia de Cristo es nuestra única esperanza de salvación. El Señor promete a través de su profeta: ‘Deje el impío su camino y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar’ (Isa. 55: 7). Debemos creer en la promesa en sí, y no aceptar un sentimiento como si fuera fe. Cuando confiemos plenamente en Dios, cuando descansemos sobre los méritos de Jesús como el Salvador que perdona los pecados, recibiremos toda la ayuda que anhelamos” (FO 48-49).
Esta semana podremos ver más de esta gran verdad según se revela en los escritos del profeta Isaías.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Me dirijo al pueblo de Dios que hoy retiene firme su confianza, que no se apartará de la fe que ha sido una vez dada a los santos, que está de pie en medio de las tinieblas morales de estos días de corrupción. La palabra del Señor a vosotros es esta: «Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo». ¿No podemos ver aquí el amor paternal de Dios expresado hacia aquellos que se mantienen aferrados a la fe en la justicia? Existe la más estrecha relación entre Dios y su pueblo. No solamente somos objeto de su misericordia llena de gracia, de su amor perdonador; somos más que esto. El Señor se regocija sobre su pueblo. Él se deleita en sus hijos. Él es su seguridad. Hermoseará con el espíritu de santidad a todos los que le sirven con corazón íntegro. Los reviste de justicia. Ama a los que hacen su voluntad, los que expresan su imagen. Todos los que son veraces y fieles se conforman a la imagen de su Hijo. En su boca no ha sido hallado engaño, porque son sin falta delante del trono de Dios (Testimonios para los ministros, pp. 414,415).
«Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos; y vuélvase a Jehová, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar». Isaías 55:7…
¡Qué seguridad se nos da aquí de la buena voluntad de Dios para recibir al pecador arrepentido! ¿Has escogido tú, lector, tu propio camino? ¿Has vagado lejos de Dios? ¿Has procurado deleitarte con los frutos de la transgresión, para hallar tan solo que se vuelven ceniza en tus labios? Y ahora, desperdiciada tu hacienda, frustrados los planes de tu vida, y muertas tus esperanzas, ¿te sientes solo y abandonado?…
No prestéis oído a la sugestión del enemigo de permanecer lejos de Cristo hasta que os hayáis hecho mejores; hasta que seáis suficientemente buenos para ir a Dios. Si esperáis hasta entonces, nunca iréis. Cuando Satanás os señale vuestros vestidos sucios, repetid la promesa de Jesús: «Al que a mí viene, no le echo fuera». Juan 6:37. Decid al enemigo que la sangre de Jesucristo limpia de todo pecado (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 161, 162).
No conocemos lo que está delante de nosotros, pero sabemos que tenemos el privilegio de entregar nuestras almas a Dios como nuestro fiel Creador. Agradezcámosle por tener un refugio en la tribulación. Recordemos que Cristo es una ayuda presente en todo tiempo de necesidad. Las promesas de la Palabra de Dios son ricas, plenas y gratuitas. Dios está con nosotros, cuida de nosotros…
Es nuestro privilegio abrir nuestros corazones y permitir que entre el Salvador. Alabémoslo por el resplandor de su presencia. Llevemos la luz del sol de su amor sobre nuestros rostros e introduzcámosla en nuestras palabras. Entonces su gozo estará en nosotros, y nuestro gozo será complete (Alza tus ojos, p. 140).
Domingo 14 de marzo_______________________________________________________
LOS EFECTOS DEL PECADO (ISA. 59)
En Isaías 58:3, el pueblo le preguntó a Dios: “¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido?”
En cambio, Isaías 59:1 sugiere otra pregunta; algo así como: “¿Por qué pedimos que la mano del Señor nos salve, pero él no nos salva? ¿Por qué clamamos a él, pero él no escucha?” Isaías responde que Dios es capaz de salvar y escuchar (Isa. 59:1). Sin embargo, el hecho de que él no lo haga es una cuestión totalmente distinta.
Lee Isaías 59:2. ¿Qué mensaje se da aquí que responde la pregunta de Isaías 59:1?
Isaías 59:2
2 pero vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír.
Dios decide “ignorar” a su pueblo, no porque ese sea su deseo, sino porque “vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios” (Isa. 59:2). Esta es una de las afirmaciones más claras de la Biblia con respecto al efecto del pecado en la relación divino-humana. Isaías dedica el resto del capítulo 59 a explicar este asunto, que está presente en toda la historia humana: el pecado puede destruir nuestra relación con el Señor y, por lo tanto, conducir a nuestra ruina eterna, no porque el pecado aleje a Dios de nosotros sino porque nos aleja a nosotros de Dios.
Lee Génesis 3:8. ¿Cómo revela este ejemplo el principio expresado en el párrafo anterior?
Génesis 3:8
8 Y oyeron la voz de Jehová Dios que se paseaba en el huerto, al aire del día; y el hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Jehová Dios entre los árboles del huerto.
El pecado es principalmente un rechazo de Dios, un alejamiento de él. El acto de pecar en realidad se retroalimenta porque no solo es un distanciamiento de Dios, sino además el resultado del acto hace que el pecador se aleje aún más del Señor. El pecado nos separa de Dios, no porque Dios no se acerque al pecador (de hecho, toda la Biblia, básicamente, relata que Dios está tratando de salvar a los pecadores) sino porque el pecado hace que rechacemos sus propuestas divinas hacia nosotros. Por eso es tan importante que no toleremos ningún pecado en nuestra vida.
¿De qué manera experimentaste la realidad de que el pecado causa una separación de Dios? En tu experiencia, ¿cuál es la única solución al problema?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Muchos se quejan de que Jesús está muy lejos. ¿Quién lo ha colocado tan lejos? No ha sido vuestra propia conducta la que os ha separado de Jesús? El no os ha olvidado, sino que vosotros lo habéis olvidado a él, para dedicar vuestras preferencias a otros… Cuando erráis de un lado a otro, y estáis encantados con la voz del seductor, y fijáis vuestros afectos sobre una cosa sin importancia, estáis en peligro de perder vuestra paz y confianza en Dios. Entonces es cuando Satanás os presenta el pensamiento de que Jesús os ha olvidado. ¿Pero no habéis olvidado vosotros a Jesús?… No nos atrevamos a dejar que su nombre languidezca en nuestros labios, y su amor y recuerdo muera en nuestros corazones (Nuestra elevada vocación, p. 32).
Si se aparta del transgresor no es porque no esté dispuesto a perdonarlo; es porque el pecador se niega a valerse de las abundantes bendiciones de la gracia; y por tal motivo Dios no puede librarlo del pecado. «He aquí que no se ha acortado la mano de Jehová para salvar, ni hace agravado su oído para oír: Mas vuestras iniquidades han hecho división entre vosotros y vuestro Dios, y vuestros pecados han hecho ocultar su rostro de vosotros, para no oír». Isaías 59:1, 2…
Isaías señaló a la atención del pueblo la debilidad de su posición entre las naciones de la tierra; y le demostró que ella era resultado de la impiedad manifestada por los dirigentes… «Pues arruinada está Jerusalén, y Judá ha caído; porque la lengua de ellos y sus obras han sido contra Jehová». Isaías 3:1-4, 8 (Profetas y reyes, pp. 238,239).
Los ojos de Adán y Eva fueron realmente abiertos, pero ¿para qué? Para ver su propia vergüenza y ruina, para comprender que el ropaje de luz celestial que los había protegido ya no los rodeaba corno una salvaguardia. Sus ojos se abrieron para ver que su desnudez era el fruto de la transgresión. Cuando oyeron a Dios en el jardín se ocultaron de él, porque anticipaban aquello que antes de su caída no habían conocido: la condenación de Dios…
Después de la caída Cristo se convirtió en el instructor de Adán. Actuó en lugar de Dios para con la humanidad, salvando a la raza de la muerte inmediata. Tornó sobre sí el oficio de mediador. A Adán y Eva se les concedió un tiempo de prueba para volver a su lealtad, y en este plan se abarcó a toda su posteridad.
Sin la expiación del Hijo de Dios no podría haber habido comunicación de bendición o salvación de Dios al hombre. Dios estaba celoso por el honor de su ley. La transgresión de la misma había causado una terrible separación entre Dios y el hombre. A Adán, en su inocencia, se le otorgaba comunión directa, libre y feliz con su Hacedor. Después de su transgresión, Dios se comunicaría con el hombre solo mediante Cristo y los ángeles (Conflicto y valor, p. 20).
Lunes 15 de marzo___________________________________________________________
¿QUIÉN ES PERDONADO? (ISA. 59:15–21)
Isaías 59 presenta un panorama alarmante del problema del pecado. Afortunadamente, la Biblia también presenta la esperanza de la redención.
Para comenzar, la primera pregunta es: ¿Cuántos de nosotros hemos pecado? La Biblia es inequívoca: todos. Por lo tanto, la redención no puede basarse en la falta de pecado; debe basarse en el perdón (Jer. 31:34). Pablo concuerda: todos pecaron (Rom. 3:9–20, 23); entonces, no puede haber distinción sobre esa base (Rom. 3:22). Los que son justificados pueden ser juzgados como justos únicamente porque reciben por fe el don de la justicia de Dios mediante el sacrificio de Cristo.
Lee Romanos 3:21 al 24. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre cómo somos salvos? ¿Qué esperanza deberían darnos en el Juicio?
Romanos 3:21-24
21 Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; 22 la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, 23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, 24 siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús,
El factor decisivo en el Juicio es: ¿Quién recibió y sigue recibiendo el perdón por tener fe en Jesús?
Es cierto que somos juzgados por las obras, pero no en el sentido de que las obras nos salvan. Si fuese así, entonces la fe no sería necesaria (Rom. 4:14). Al contrario, nuestras obras revelan si realmente hemos sido salvados (Sant. 2:18).
¿Por qué las obras no pueden salvarnos, ya sea ahora o en el Juicio? Ver Romanos 3:20 y 23.
Romanos 3:20 y 23
20 ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.
23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,
Es demasiado tarde para que las buenas obras, o la obediencia a la Ley, rediman a alguien. El propósito de la Ley en un mundo pecaminoso no es salvar sino señalar el pecado. En cambio, “la fe que obra por el amor” (Gál. 5:6), amor que el Espíritu de Dios derrama en el corazón (Rom. 5:5), demuestra que una persona tiene fe viva en Jesús (ver además Sant. 2:26).
Las obras son una expresión externa, la manifestación humana de una fe salvadora. Por lo tanto, una verdadera experiencia cristiana es aquella en la que la fe se expresa en un compromiso diario con el Señor, que a su vez se revela mediante la obediencia a la Ley. En el Juicio, Dios se vale de las obras como evidencias para sus criaturas que no pueden leer los pensamientos de fe como él.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Es precioso el pensamiento de que la justicia de Cristo nos es imputada, no por ningún mérito de nuestra parte, sino como don gratuito de Dios. El enemigo de Dios y del hombre no quiere que esta verdad sea presentada claramente; porque sabe que si la gente la recibe plenamente, habrá perdido su poder sobre ella…
El pecador a punto de perecer, puede decir: «Soy un pecador perdido; pero Cristo vino para buscar y salvar lo que se había perdido. Él dice: No vine a buscar a justos sino a pecadores al arrepentimiento. Soy pecador y él murió en la cruz del calvario para salvarme. No necesito estar perdido ni un momento más. Él murió y resucitó para mi justificación. Y me salvará ahora. Acepto el perdón que él ha prometido» (The Faith I Live By, pp. 111, 112; parcialmente en La fe por la cual vivo, pp. 113, 114).
«Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios» (Romanos 3:23). Pero Cristo dio su vida para salvar a los pecadores en la sentencia de muerte. Él murió a fin de que nosotros vivamos. Por medio de su muerte, puso a la salvación al alcance de todos…
Hoy se envía a los ángeles para que ministren a los que serán herederos de la salvación, para que les ayuden a escapar de la esclavitud del poder de Satanás… A todo ser humano se le da libertad de elección. Debe decidir si permanecerá bajo la bandera negra de la rebelión, o bajo el estandarte ensangrentado del Príncipe Emanuel. Con gran afán el Cielo observa el conflicto entre el bien y el mal. Nadie sino el obediente puede entrar por las puertas de la ciudad de Dios. Sobre los que prefieren continuar en la transgresión se pronunciará al fin la sentencia de muerte. La tierra será purificada de sus malas obras, de su oposición obstinada a Dios (In Heavenly Places, p. 361; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 363).
La gracia es un favor inmerecido y el creyente es justificado sin ningún mérito de su parte, sin ningún derecho que presentar ante Dios. Es justificado mediante la redención que es en Cristo Jesús, quien está en las cortes del cielo como el sustituto y la garantía del pecador. Pero si bien es cierto que es justificado por los méritos de Cristo, no está en libertad de proceder injustamente. La fe obra por el amor y purifica el alma. La fe brota, florece y da una cosecha de precioso fruto. Donde está la fe, aparecen las buenas obras. Los enfermos son visitados, se cuida de los pobres, no se descuida a los huérfanos ni a las viudas, se viste a los desnudos, se alimenta a los desheredados. Cristo anduvo haciendo bienes, y cuando los hombres se unen con él, aman a los hijos de Dios, y la humildad y la verdad guían sus pasos. La expresión del rostro revela su experiencia y los hombres advierten que han estado con Jesús y que han aprendido de él. Cristo y el creyente se hacen uno, y la belleza del carácter de Cristo se revela en los que están vitalmente relacionados con la Fuente de poder y de amor. Cristo es el gran depositario de la rectitud que justifica y de la gracia santificante (Mensajes selectos, t. 1, pp. 465, 466).
Martes 16 de marzo_________________________________________________________
LLAMADO UNIVERSAL (ISA. 60:1, 2)
¿De qué habla Isaías 60:1 y 2? ¿Qué principio ves que obra allí que se manifiesta en toda la Biblia? ¿Qué esperanza ofrece?
Isaías 60:1-2
1 Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti. 2 Porque he aquí que tinieblas cubrirán la tierra, y oscuridad las naciones; mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria.
En Isaías 60:1 y 2, se nos brinda una imagen de la liberación del pueblo de Dios, después del exilio, expresada con la descripción de Dios que crea luz de la oscuridad y apunta hacia el cumplimiento final de la salvación por medio de Cristo.
En hebreo, esta personaje es femenino singular (ver además Isa. 60:1, 2). Debe ser “Sion”, personificada como una mujer, que se menciona casi al final del capítulo anterior (Isa. 59:20). Entonces, los pueblos de la Tierra, que están cubiertos de tinieblas, vendrán a Sion. Serán atraídos por la luz de la gloria de Dios que ha surgido sobre ella (Isa. 60:2). “Se convoca a Sion para que entre en la luz que es suya, para luego observar y reaccionar ante las naciones mientras se reúnen a la misma luz” (J. A. Motyer, The Prophecy of Isaiah: An Introduction and Commentary, p. 494). Fíjate que aunque Sion es Jerusalén, se hace más hincapié en la gente que en la ubicación física de la ciudad.
El resto de Isaías 60 desarrolla el tema presentado en los versículos 1 al 3: la gente del mundo siente atracción por Jerusalén, que es bendecida por la gloriosa presencia de Dios.
¿Cómo se compara esta profecía con la promesa del pacto de Dios a Abraham? Génesis 12:2, 3. ¿No están diciendo lo mismo?
Génesis 12:2-3
2 Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. 3 Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Dios tenía un propósito universal cuando eligió a Abraham y a sus descendientes: a través de Abraham, todas las familias de la Tierra serían bendecidas (Gén. 12:3; 18:18; 22:18). Así, el pacto de Dios con Abraham finalmente fue un pacto con toda la humanidad a través de Abraham. Él y sus descendientes serían el canal de la revelación de Dios para el mundo.
Isaías trató de restablecer a su pueblo a su destino antiguo y universal. Como representantes del Dios verdadero, eran responsables no solo de sí mismos sino también del mundo. Debían acoger a los extranjeros en busca de Dios (ver además Isa. 56:3–8), porque su Templo sería llamado “casa de oración para todos los pueblos” (Isa. 56:7).
En este contexto, ¿cómo entiendes el papel de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, o más específicamente, tu papel individual en esa iglesia?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La religión de Cristo significa más que el perdón del pecado; significa la extirpación de nuestros pecados y el henchimiento del vacío con las gracias del Espíritu Santo. Significa iluminación divina, regocijo en Dios. Significa un corazón despojado del yo y bendecido con la presencia permanente de Cristo. Cuando Cristo reina en el alma, hay pureza, libertad del pecado. Se cumple en la vida la gloria, la plenitud, la totalidad del plan evangélico. La aceptación del Salvador produce un resplandor de perfecta paz, y amor perfecto, de perfecta seguridad. La belleza y fragancia del carácter de Cristo, reveladas en la vida, testifican de que Dios ha enviado ciertamente a su Hijo al mundo, para ser su Salvador.
Cristo no pide que sus seguidores luchen por brillar. Él dice: Dejad que brille vuestra luz. Si habéis recibido la gracia de Dios, la luz está en vosotros. Quitad los impedimentos, y la gloria del Señor se revelará. La luz brillará, para penetrar y disipar las tinieblas. No podéis dejar de brillar en vuestra esfera de influencia (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 345, 346).
El Señor en su compasión está tratando de alumbrar el entendimiento de los que ahora andan a tientas en la oscuridad del error. Está demorando sus juicios sobre un mundo impenitente para que sus portaluces puedan buscar y salvar lo que se había perdido. Él exhorta a su iglesia en la tierra a despertar del letargo en que Satanás ha tratado de sumirla, y cumplir la obra que el cielo le ha señalado de iluminar al mundo. Su mensaje a su iglesia en este tiempo es: «Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti». Para estar a la altura de las condiciones existentes en el tiempo cuando las tinieblas cubren la tierra y la oscuridad las naciones, la iglesia de Dios ha sido comisionada para cooperar con Dios en esparcir la luz de la verdad bíblica. A los que tratan de hacer fielmente su parte como portadores de la preciosa luz se les da esta seguridad: «Mas sobre ti amanecerá Jehová, y sobre ti será vista su gloria. Y andarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu nacimiento».
El mundo hoy tiene una clamorosa necesidad de una revelación de Cristo Jesús en la persona de sus santos. Dios desea que sus hijos estén ante el mundo como pueblo santo. ¿Por qué? Porque hay un mundo que salvar por medio de la luz de la verdad evangélica; y a medida que el mensaje de verdad que ha de llamar a los hombres de las tinieblas a la luz maravillosa de Dios sea dado por la iglesia, la vida de sus miembros, santificada por el Espíritu de verdad, ha de ser un testimonio de la veracidad del mensaje proclamado (Testimonios para los ministros, p. 458).
Miércoles 17 de marzo_______________________________________________________
“EL AÑO DE LA BUENA VOLUNTAD DE JEHOVÁ” (ISA. 61:2)
¿Quién es el que habla en Isaías 61:1?
Isaías 61:1
1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel;
El Espíritu de Dios está sobre este ungido, lo que significa que él es un mesías o el Mesías. Su cometido es “predicar buenas nuevas a los abatidos”, “vendar a los quebrantados de corazón”, “publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel” (Isa. 61:1). ¿A quién se asemeja? Compara con Isaías 42:1 al 7, donde se describe al Siervo de Dios en términos muy similares.
Isaías 61:2 habla del “año de la buena voluntad de Jehová”. El Mesías, que es ungido como Rey y Libertador davídico, proclama un año especial de favor divino en el momento en que proclama la libertad. Compara con Levítico 25:10, donde Dios ordena a los israelitas que proclamen la libertad en el año cincuenta, que es santo: “Ese año os será de jubileo, y volveréis cada uno a vuestra posesión, y cada cual volverá a su familia”. Esto significa que los que se habían visto obligados a vender sus tierras ancestrales o a convertirse en siervos para sobrevivir en tiempos difíciles (Lev. 25:25–55) reclamarían sus tierras y su libertad. Debido a que el año del jubileo comenzaba con el sonido de una trompeta en el Día de la Expiación (Lev. 25:9), hemos mencionado este pasaje antes en relación con Isaías 58.
Si bien “el año de la buena voluntad de Jehová” de Isaías 61:2 es una especie de año jubilar, no es simplemente una observancia de Levítico 25. Este año es anunciado por el Mesías, el Rey, al revelarse a sí mismo mediante su ministerio de liberación y restauración. Esto guarda similitud con la actitud de algunos antiguos reyes mesopotámicos que promovían la benevolencia social al proclamar la eximición de las deudas durante los primeros años de sus reinados. El ministerio del Mesías va mucho más allá del alcance de la ley de Levítico 25. No solo proclama “libertad a los cautivos”, sino también venda a los quebrantados de corazón, consuela a los que lloran y los restaura (Isa. 61:1-11). Asimismo, además de “el año de la buena voluntad de Jehová”, proclama “el día de venganza del Dios nuestro” (Isa. 61:2).
¿Cuándo se cumplió la profecía de Isaías? (ver Luc. 4:16-21). El ministerio de Jesús ¿en qué medida cumplió esto? Además, hazte esta pregunta importante: nosotros, obviamente, no somos Jesús. Pero debemos representarlo ante el mundo. ¿Cuáles son las cosas que hace el Mesías, según se expresan en Isaías 61:1 al 3, que nosotros, con nuestras capacidades limitadas, deberíamos estar haciendo también? Y ¿cuáles son algunas de las formas prácticas en que podemos hacer estas cosas?
Lucas 4:16-21
16 Vino a Nazaret, donde se había criado; y en el día de reposo entró en la sinagoga, conforme a su costumbre, y se levantó a leer. 17 Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:18 El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos; 19 A predicar el año agradable del Señor. 20 Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 21 Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.
Isaías 61:1-3
1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Los patriarcas y los profetas habían predicho la venida de un distinguido Maestro, cuyas palabras estarían revestidas con poder y autoridad invencibles. Habría de predicar el evangelio a los pobres, y proclamar el año aceptable del Señor. Habría de traer juicio a la tierra; las costas debían esperar su ley; las naciones andarían a su luz, y los reyes al resplandor de su nacimiento. Él era el «ángel del pacto» y el «Sol de justicia»…
Y «cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo»… El Maestro celestial había venido. ¿Quién era? Nada menos que el Hijo de Dios mismo. Apareció como Dios y al mismo tiempo como el Hermano mayor de la raza humana (Reflejemos a Jesús, p. 8).
Dios no obliga a los hombres a renunciar a su incredulidad. Delante de ellos están la luz y las tinieblas, la verdad y el error. A ellos les toca decidir lo que aceptarán. La mente humana está dotada de poder para discernir entre lo bueno y lo malo. Dios quiere que los hombres no decidan por impulso, sino por el peso de la evidencia, comparando cuidadosamente un pasaje de la Escritura con otro. Si los judíos hubiesen puesto a un lado sus prejuicios y comparado la profecía escrita con los hechos que caracterizaban la vida de Jesús, habrían percibido una hermosa armonía entre las profecías y su cumplimiento en la vida y el ministerio del humilde Galileo.
Muchos son engañados hoy de la misma manera que los judíos… Quienquiera que estudie con oración la Biblia, deseando conocer la verdad para obedecerla recibirá iluminación divina. Comprenderá las Escrituras. «El que quisiere hacer su voluntad, conocerá de la doctrina». Juan 7: 17 (El Deseado de todas las gentes, pp. 422, 423).
El Señor e cucha los lamentos de los que se ocupan en su servicio. Ha prometido: «Sobre ti fijaré mis ojos». Salmos 32:8. Andad humildemente con Dios y pedidle que os muestre claramente la senda del deber. Cuando hable a sus representantes y les pida que sean obreros juntamente con él, estos harán la misma clase de trabajo que Jesús anunció como su obra cuando se paró a leer las Escrituras en la sinagoga de Nazaret…
Al presentar a los pecadores un Salvador personal y perdonador, extendemos una mano de simpatía y amor como el de Cristo para tomar la mano del que ha caído, y asiéndonos por fe de la mano de Cristo, formamos un eslabón de unión entre el pecador y el Salvador.
El fin está cerca, y cada alma debe andar con cuidado, con humildad y mansedumbre, con Cristo Jesús… Dice: «Separados de mí nada podéis hacer». Juan 15:5. Necesitamos contemplar constantemente a Jesús a fin de que imprima sobre nosotros su hermosa imagen. Debemos contemplar al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Entonces revelaremos a Cristo ante nuestros semejantes (Testimonios para la iglesia, t. 9, pp. 162, 163).
Jueves 18 de marzo_________________________________________________________
“EL DÍA DE VENGANZA DEL DIOS NUESTRO” (ISA. 61:2)
En medio de todas las buenas noticias, ¿por qué el Mesías, según se muestra en Isaías 61, proclama la venganza de Dios?
Isaías 61
1 El Espíritu de Jehová el Señor está sobre mí, porque me ungió Jehová; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, a vendar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; 2 a proclamar el año de la buena voluntad de Jehová, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados; 3 a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya. 4 Reedificarán las ruinas antiguas, y levantarán los asolamientos primeros, y restaurarán las ciudades arruinadas, los escombros de muchas generaciones. 5 Y extranjeros apacentarán vuestras ovejas, y los extraños serán vuestros labradores y vuestros viñadores. 6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Jehová, ministros de nuestro Dios seréis llamados; comeréis las riquezas de las naciones, y con su gloria seréis sublimes. 7 En lugar de vuestra doble confusión y de vuestra deshonra, os alabarán en sus heredades; por lo cual en sus tierras poseerán doble honra, y tendrán perpetuo gozo. 8 Porque yo Jehová soy amante del derecho, aborrecedor del latrocinio para holocausto; por tanto, afirmaré en verdad su obra, y haré con ellos pacto perpetuo. 9 Y la descendencia de ellos será conocida entre las naciones, y sus renuevos en medio de los pueblos; todos los que los vieren, reconocerán que son linaje bendito de Jehová. 10 En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia, como a novio me atavió, y como a novia adornada con sus joyas. 11 Porque como la tierra produce su renuevo, y como el huerto hace brotar su semilla, así Jehová el Señor hará brotar justicia y alabanza delante de todas las naciones.
En Nazaret, Jesús, el Mesías, leyó Isaías 61 hasta la frase “proclamar el año de la buena voluntad de Jehová” (Isa. 61:2; Luc. 4:19). Luego se detuvo y dijo: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Luc. 4:21). Por ende, evitó deliberada y específicamente leer las siguientes palabras del mismo versículo: “el día de venganza del Dios nuestro” (Isa. 61:2). En tanto que su ministerio de buenas nuevas, libertad y consuelo comenzaba a liberar a los cautivos de la tiranía de Satanás, el día de la venganza aún no había llegado. En Mateo 24 (comparar con Mar. 13; Luc. 21), predijo a sus discípulos que los juicios divinos vendrían en el futuro.
De hecho, en Isaías 61, el día de la venganza de Dios es el “día grande y espantoso de Jehová” (Joel 2:31; Mal. 4:5), que se cumplirá cuando Cristo venga nuevamente para liberar al planeta Tierra de la injusticia al derrotar a sus enemigos y liberar al remanente oprimido de su pueblo (Apoc. 19; comparar con Dan. 2:44, 45).
¿Cómo concilias la noción de un Dios de amor con un Dios que también promete venganza? ¿Son incompatibles estas ideas? ¿O entiendes la venganza como una manifestación de ese amor? Si es así, ¿cómo es eso?
Aunque Jesús nos ha dicho que pongamos la otra mejilla (Mat. 5:39), en otros lugares dejó muy en claro que se impondrá justicia y castigo (Mat. 8:12). Aunque Pablo nos dice que “ninguno pague a otro mal por mal” (1 Tes. 5:15), también dijo que cuando el Señor se revele desde el cielo, como una llama ardiente, “traerá juicio sobre los que no conocen a Dios” (2 Tes. 1:8, NTV).
La diferencia, por supuesto, es que el Señor, en su infinita sabiduría y misericordia, solo puede administrar justicia y venganza de una manera completamente justa. La justicia humana, la venganza humana, contiene todas las fallas, debilidades e inconsistencias de la humanidad. La justicia de Dios, por supuesto, no tendrá ninguna de esas limitaciones.
¿Cuál de los siguientes incidentes te haría más propenso a querer ver venganza contra alguien que hace el mal? (1) Una persona que lastima a alguien que tú no amas o (2) Una persona que lastima a alguien que tú amas. ¿Cómo nos ayuda esto a comprender mejor el vínculo entre el amor de Dios por nosotros y las advertencias de venganza?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Explicando las palabras que había leído, [Jesús] habló del Mesías como del que había de aliviar a los oprimidos, libertar a los cautivos, sanar a los afligidos, devolver la vista a los ciegos y revelar al mundo la luz de la verdad. Su actitud impresionante y el maravilloso significado de sus palabras conmovieron a los oyentes con un poder que nunca antes habían sentido. El flujo de la influencia divina quebrantó toda barrera; como Moisés, contemplaban al Invisible. Mientras sus corazones estaban movidos por el Espíritu Santo, respondieron con fervientes amenes y alabaron al Señor.
Pero cuando Jesús anunció: «Hoy se ha cumplido esta Escritura en vuestros oídos», se sintieron inducidos repentinamente a pensar en sí mismos y en los asertos de quien les dirigía la palabra. Ellos, israelitas, hijos de Abraham, habían sido representados como estando en servidumbre. Se les hablaba como a presos que debían ser librados del poder del mal; como si habitasen en tinieblas, necesitados de la luz de la verdad. Su orgullo se ofendió, y sus recelos se despertaron. Las palabras de Jesús indicaban que la obra que iba a hacer en su favor era completamente diferente de lo que ellos deseaban. Tal vez iba a investigar sus acciones con demasiado detenimiento. A pesar de su meticulosidad en las ceremonias externas, rehuían la inspección de aquellos ojos claros y escrutadores (El Deseado de todas las gentes, p. 204).
Dios tiene un depósito de juicios retributivos, que él permite que caigan sobre todos los que han continuado en el pecado a pesar de la gran luz. He visto las más costosas estructuras de edificios construidos a prueba de fuego, pero así como Sodoma pereció en las llamas de la venganza divina, así estas orgullosas estructuras se convertirán en ceniza… El orgullo del hombre será sumergido con los tesoros que ha acumulado mediante el fraude. Dios vengará a las viudas y los huérfanos que en medio del hambre y la desnudez han llorado, clamando delante de él por ayuda contra la opresión y el abuso.
Ha llegado el tiempo cuando habrá en el mundo un dolor que ningún bálsamo humano puede curar. Los deleitables monumentos de la grandeza de los hombres se harán polvo aun antes que venga la última gran destrucción sobre el mundo…
Podremos escapar de los juicios que vienen sobre la tierra, únicamente si estamos vestidos con el manto de la justicia de Cristo (Mensajes selectos, t. 3, pp. 478, 479).
¿Acaso podrían aquellos que han pasado su vida en rebelión contra Dios ser transportados de pronto al cielo y contemplar el alto y santo estado de perfección que allí se ve… ¿Podrían acaso aquellos cuyos corazones están llenos de odio hacia Dios y a la verdad y a la santidad alternar con los ejércitos celestiales y unirse a sus cantos de alabanza?… No, no… Una vida de rebelión contra Dios los ha inhabilitado para el cielo. La pureza, la santidad y la paz que reinan allí serían para ellos un tormento; la gloria de Dios, un fuego consumidor. Ansiarían huir de aquel santo lugar. Desearían que la destrucción los cubriese de la faz de Aquel que murió para redimirlos. La suerte de los malos queda determinada por la propia elección de ellos. Su exclusión del cielo es un acto de su propia voluntad y un acto de justicia y misericordia por parte de Dios (El conflicto de los siglos, p. 531 ).
Viernes 19 de marzo_________________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee Elena G. de White, Patriarcas y profetas, “La roca herida”, pp. 387-395 y también El Deseado de todas las gentes, “¿No es este el hijo del carpintero”, pp. 209-216.
“Jesús estaba delante de la gente como exponente vivo de las profecías concernientes a él mismo. Explicando las palabras que había leído, habló del Mesías como del que había de aliviar a los oprimidos, libertar a los cautivos, sanar a los afligidos, devolver la vista a los ciegos y revelar al mundo la luz de la verdad. Su actitud impresionante y el maravilloso significado de sus palabras conmovieron a los oyentes con un poder que nunca antes habían sentido. El flujo de la influencia divina quebrantó toda barrera; como Moisés, contemplaban al Invisible. Mientras sus corazones estaban movidos por el Espíritu Santo, respondieron con fervientes amenes y alabaron al Señor” (DTG 210).
“El día de la venganza de Dios, el día del furor de su ira, vendrá. ‘¿Quién podrá soportar el tiempo de su venida?’ (Mal. 3: 2). Los hombres han endurecido sus corazones contra el Espíritu de Dios, pero las saetas de la ira divina penetrarán donde los dardos de la convicción no pudieron. Muy pronto Dios se levantará para ocuparse del pecador. El falso pastor, ¿protegerá al transgresor en aquel día? ¿Hallará excusa el que se unió a la multitud en la senda de desobediencia? La popularidad o la riqueza, ¿harán inocente a alguien? Estas son las preguntas que los negligentes e indiferentes deberían meditar y responder” (FO 43).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Un pastor adventista del séptimo día declaró reflexivamente que el problema número uno en su ministerio es la exclusividad de los miembros de la iglesia, que no quieren que otros se unan a ellos. ¿Cómo pueden los “cristianos” llevar el amor, la esperanza y las buenas nuevas del Reino de Cristo a todo el mundo para que otros puedan tener la oportunidad de ser salvos antes de que llegue el fin (Mat. 24:14), cuando ni siquiera quieren aceptar gente que hace todo lo posible por asistir a su iglesia?
Resumen: Dios purifica una sociedad injusta quitando a los rebeldes y restaurando al remanente que se aleja de los pecados que los ha separado de Dios. Debido a las bendiciones de la presencia de Dios, las personas de otras naciones se sienten atraídas hacia Dios y su pueblo para que también puedan disfrutar del “tiempo aceptable” de Dios que es proclamado y provisto por el Mesías.