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Lección 6: Para el 6 de noviembre de 2021
“PORQUE ¿QUÉ NACIÓN GRANDE HAY…?”
Sábado 30 de octubre______________________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Deuteronomio 4:1–9; Mateo 15:1–9; Números 25:1–15; 1 Corintios 10:13; Deuteronomio 4:32–35; Mateo 5:13–16.
PARA MEMORIZAR:
“Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?” (Deut. 4:8).
Los primeros tres capítulos de Deuteronomio fueron básicamente una lección de historia, al recordarle al pueblo lo que había pasado hasta ese momento. Para cuando llegamos al capítulo 4, la lección de historia cambia más a un modo sermón, con una finalidad: mostrar el poder y la gracia de Dios obrando entre el pueblo y que, aunque cometieron errores, el Señor todavía iba a honrar su pacto con ellos.
El capítulo 4 comienza con la palabra hebrea (una conjunción y un adverbio), we‘attah, que puede traducirse como “Y ahora” o “Ahora, pues”. Acababan de repasar su historia reciente, un recordatorio de lo que Dios había hecho al guiarlos hasta este punto; entonces, o “ahora, pues”, deben hacer lo que Dios les dice que hagan en respuesta (ver también Deut. 10:12).
El primer verbo hebreo que aparece después de “Ahora, pues” es shema’, el mismo verbo que se usa al principio de la oración Shemá, y significa “escucha”, “oye” u “obedece”, un verbo que se repite a lo largo de Deuteronomio. En otras palabras, es como si el capítulo comenzara diciendo: “Ahora, pues, Israel, debido a lo que hice por ti, debes obedecer lo siguiente…”
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Si ellos guardaban sus mandamientos, Dios prometía darles el mejor trigo, y sacarles miel de la roca. Habría de satisfacerlos con una larga vida, y mostrarles su salvación.
Por su desobediencia a Dios, Adán y Eva habían perdido el Edén, y debido a su pecado toda la tierra quedó maldita. Pero si el pueblo de Dios seguía su instrucción, su tierra había de ser restaurada a la fertilidad y la belleza. Dios mismo les dio instrucciones en cuanto a la forma de cultivar el suelo, y ellos habían de cooperar con él en su restauración. De modo que toda la tierra, bajo el dominio de Dios, llegaría a ser una lección objetiva de verdad espiritual. Así como en obediencia a las leyes naturales de Dios, la tierra había de producir sus tesoros, así en obediencia a sus leyes morales el corazón de la gente había de reflejar los atributos del carácter de Dios. Aun los paganos reconocerían la superioridad de los que servían y adoraban al Dios viviente (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 231, 232).
¿Dónde encontraremos leyes más nobles, puras y justas que las presentadas en los libros de estatutos que registran las instrucciones de Moisés a los hijos de Israel? ¿Y de qué otra fuente podemos obtener tanta fuerza o aprender tan noble ciencia? ¿Qué otro libro enseñará a los hombres tan bien a amar, temer y obedecer a Dios? ¿Qué otro libro presenta a los estudiantes más ciencia ennoblecedora, más admirable historia? Presenta claramente la justicia y predice las consecuencias de ser desleales para con la ley de Jehová (Consejos para los maestros, p. 414).
El Señor ha dado grande luz y privilegios a su pueblo. «Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos —dice— Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta». Deuteronomio 4:5, 6..
Como pueblo, hemos de colocarnos bajo el estandarte de Jesucristo. Debemos consagrarnos a Dios como un pueblo distinto, separado y peculiar. El nos habla, y nos dice: «Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma; y haré con vosotros pacto eterno, las misericordias firmes a David» (Fundamentals o/Christian Education, p. 478).
Debería haber un conocimiento bien fundado acerca de la forma como acudir a Dios con reverencia, temor piadoso y amor devocional. Está aumentando la falta de reverencia hacia nuestro Hacedor, y está creciendo la desconsideración por su grandeza y majestad. Pero Dios nos habla en estos días finales…
En estos tiempos peligrosos, los que profesan ser el pueblo de Dios que observa sus mandamientos, deberían guardarse de la tendencia a perder su espíritu de reverencia y santo temor. Las Escrituras enseñan a los hombres cómo acercarse a su Creador: con humildad y reverencia, por medio de la fe en el divino Mediador. Que el hombre se aproxime dobladas las rodillas, como un súbdito de la gracia, un suplicante que comparece ante el trono de la misericordia. De ese modo dará testimonio de que toda su alma, todo su cuerpo y todo su espíritu están sujetos al Creador (La maravillosa gracia de Dios, p. 91).
Domingo 31 de octubre_____________________________________________________________
NO AÑADIRÉIS NI DISMINUIRÉIS
Lee Deuteronomio 4:1 y 2. ¿Cuál fue la advertencia específica que el Señor les dio con respecto a sus “estatutos y decretos”, y por qué les advierte de inmediato acerca de esto? (Ver además Deut. 12:32.)
Deuteronomio 4:1-2
1 Ahora, pues, oh Israel, oye los estatutos y decretos que yo os enseño, para que los ejecutéis, y viváis, y entréis y poseáis la tierra que Jehová el Dios de vuestros padres os da. 2 No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni disminuiréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os
Deuteronomio 12:32
32 Cuidarás de hacer todo lo que yo te mando; no añadirás a ello, ni de ello quitarás.
El Señor les dice que obedezcan los “estatutos y decretos” y que no les añadan ni les quiten nada. ¿Por qué mencionar eso? Después de todo, ¿por qué alguien querría cambiar la Ley de Dios? Sabemos la respuesta, por supuesto.
“Satanás ha sido perseverante e incansable en sus esfuerzos por proseguir la obra que comenzó en el cielo, para cambiar la Ley de Dios. Ha tenido éxito en hacer creer al mundo la teoría que presentó en el cielo antes de su caída, según la cual la Ley de Dios sería defectuosa y necesitaría una revisión. Una gran parte de la profesa iglesia cristiana muestra por su actitud, aunque no por sus palabras, que ha aceptado el mismo error” (MS 2:133, 134).
Cuando pensamos en la historia del antiguo Israel, vemos que de diversas maneras se metieron en problemas porque no solo ignoraban ciertos preceptos de la Ley, que a efectos prácticos era como quitarle palabras a la Ley, sino además le añadían, en el sentido de introducir prácticas que no estaban especificadas en la Ley y que, de hecho, llevaron finalmente a transgredirla.
Lee Mateo 15:1 al 9. Aunque en otro contexto, ¿qué ejemplo vemos aquí de este principio del que Moisés les advirtió a los hijos de Israel?
Mateo 15:1-9
1 Entonces se acercaron a Jesús ciertos escribas y fariseos de Jerusalén, diciendo: 2 ¿Por qué tus discípulos quebrantan la tradición de los ancianos? Porque no se lavan las manos cuando comen pan. 3 Respondiendo él, les dijo: ¿Por qué también vosotros quebrantáis el mandamiento de Dios por vuestra tradición? 4 Porque Dios mandó diciendo: Honra a tu padre y a tu madre; y: El que maldiga al padre o a la madre, muera irremisiblemente. 5 Pero vosotros decís: Cualquiera que diga a su padre o a su madre: Es mi ofrenda a Dios todo aquello con que pudiera ayudarte, 6 ya no ha de honrar a su padre o a su madre. Así habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición. 7 Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: 8 Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí. 9 Pues en vano me honran, Enseñando como doctrinas, mandamientos de hombres.
Cuando los hebreos finalmente llegaron a la Tierra Prometida, con frecuencia ignoraron las advertencias directas sobre la idolatría. Como resultado, siguieron muchas prácticas paganas, a veces incluso como parte de su supuesta adoración a Jehová. En la época de Jesús –no obstante–, se llegaron a elaborar todo tipo de tradiciones humanas que, como dijo el mismo Jesús, “invalida[ban] el mandamiento de Dios”.
Ya sea agregando o quitando, cambiaron la Ley, y la nación sufrió las consecuencias.
¿De qué maneras podemos tener cuidado de no añadirle ni quitarle nada a lo que Dios nos dice que hagamos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
«No con solo el pan vivirá el hombre, sino con toda palabra que sale de la boca de Dios», son las palabras de nuestro Salvador. Están multiplicándose los errores doctrinales y enroscándose con sutileza serpentina en torno a los afectos de la gente. No hay ni una doctrina bíblica que no se haya negado. Las grandes verdades proféticas, que nos indican dónde estamos en la historia del mundo, han sido despojadas de su belleza y poder por el clero, que toma estas verdades de suma importancia y procura hacerlas oscuras e incomprensibles. En muchos casos los niños se apartan de los antiguos hitos…
Aquellos que han visto la verdad y sentido su importancia, y han gozado de una experiencia en las cosas de Dios, han de enseñar sana doctrina a sus hijos. Deben familiarizarlos con los grandes pilares de nuestra fe, las razones por las cuales somos adventistas del séptimo día, por qué se nos ha llamado a ser, al igual que los hijos de Israel, un pueblo especial, una nación santa, separados y diferentes de toda la demás gente sobre la faz de la tierra. Estas cosas deben explicarse a los niños en lenguaje sencillo y fácil de entender; y, al ir aumentando en edad, las lecciones impartidas deberán adaptarse a su creciente capacidad, hasta que los fundamentos de la verdad hayan sido echados amplia y profundamente (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 309, 310).
La vida religiosa de la nación judía se había convertido en una simulación. Cuando la voz de Dios proclamó la ley desde el Sinaí, todo el pueblo prometió obedecer. Dijeron: «Yo, Señor, voy», pero no fueron. Cuando Cristo vino en persona para presentar delante de ellos los principios de la ley, lo rechazaron. Cristo había dado a los dirigentes judíos de su tiempo evidencia abundante de su autoridad y poder divinos, pero aunque estaban convencidos, no aceptaron la evidencia. Cristo les había mostrado que continuaban sin creer porque no tenían el espíritu que induce a la obediencia. Les había declarado: «Habéis invalidado el mandamiento de Dios por vuestra tradición… En vano me honran, enseñando doctrinas y mandamientos de hombres». Mateo 15:6, 9 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 276).
[Cristo] era leal a los mandamientos de Dios, poniendo a un lado las tradiciones y requerimientos humanos, que se habían ensalzado en su lugar. Por causa de esto fue aborrecido y perseguido. Esta historia se repite. Las leyes y tradiciones de los hombres son ensalzadas por encima de la ley de Dios, y los que son fieles a los mandamientos de Dios sufren oprobio y persecución. Cristo, por causa de su fidelidad a Dios, fue acusado como violador del sábado y blasfemo. Se declaró que él estaba poseído por un demonio, y se lo denunció como Beelzebub. De igual manera sus seguidores son acusados y calumniados. Así espera Satanás inducirlos a pecar y deshonrar a Dios (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 134, 135).
Lunes 1º de noviembre______________________________________________________________
BAAL-PEOR
En Deuteronomio 4:3 y 4, a los hijos de Israel se les imparte un poquito más de su lección de historia, que hará las veces de recordatorio del pasado y de cualquier verdad espiritual y práctica para que en lo posible aprendan de él.
Lee Números 25:1 al 15. ¿Qué sucedió y qué verdades espirituales y prácticas debería haber sacado el pueblo de este fiasco?
Números 25:1-15
1 Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de Moab, 2 las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses; y el pueblo comió, y se inclinó a sus dioses. 3 Así acudió el pueblo a Baal-peor; y el furor de Jehová se encendió contra Israel. 4 Y Jehová dijo a Moisés: Toma a todos los príncipes del pueblo, y ahórcalos ante Jehová delante del sol, y el ardor de la ira de Jehová se apartará de Israel. 5 Entonces Moisés dijo a los jueces de Israel: Matad cada uno a aquellos de los vuestros que se han juntado con Baal-peor. 6 Y he aquí un varón de los hijos de Israel vino y trajo una madianita a sus hermanos, a ojos de Moisés y de toda la congregación de los hijos de Israel, mientras lloraban ellos a la puerta del tabernáculo de reunión. 7 Y lo vio Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, y se levantó de en medio de la congregación, y tomó una lanza en su mano; 8 y fue tras el varón de Israel a la tienda, y los alanceó a ambos, al varón de Israel, y a la mujer por su vientre. Y cesó la mortandad de los hijos de Israel. 9 Y murieron de aquella mortandad veinticuatro mil. 10 Entonces Jehová habló a Moisés, diciendo: 11 Finees hijo de Eleazar, hijo del sacerdote Aarón, ha hecho apartar mi furor de los hijos de Israel, llevado de celo entre ellos; por lo cual yo no he consumido en mi celo a los hijos de Israel. 12 Por tanto diles: He aquí yo establezco mi pacto de paz con él; 13 y tendrá él, y su descendencia después de él, el pacto del sacerdocio perpetuo, por cuanto tuvo celo por su Dios e hizo expiación por los hijos de Israel. 14 Y el nombre del varón que fue muerto con la madianita era Zimri hijo de Salu, jefe de una familia de la tribu de Simeón. 15 Y el nombre de la mujer madianita muerta era Cozbi hija de Zur, príncipe de pueblos, padre de familia en Madián.
Por más que nos sintamos incómodos con las historias de cómo Israel arrasó con algunas de las naciones paganas que lo rodeaban, este relato sin duda ayuda a explicar la lógica que está detrás del mandato. Israel debía dar testimonio del Dios verdadero, el único Dios, ante las naciones paganas que lo rodeaban. Debía ser un ejemplo para mostrar cómo era la adoración del Dios verdadero. En cambio, al adherirse a los “dioses” paganos que lo rodeaban, a menudo caía en abierta rebelión contra el mismo Dios a quien debía representar ante el mundo.
Aunque la palabra “fornicar” (o “prostituirse”) a menudo tiene un significado espiritual, ya que Israel iba tras los dioses y las prácticas paganos (ver Ose. 4:12-14), en este caso el lenguaje (y el resto de la historia) sugiere que era un pecado sexual, al menos al principio. Aquí nuevamente, Satanás se aprovechó de la naturaleza humana caída, al utilizar a las mujeres paganas para seducir a los hombres, quienes obviamente se dejaron seducir.
Sin duda, el acto de fornicación física degeneró también en fornicación espiritual. Las personas involucradas a la larga quedaron atrapadas en prácticas de adoración pagana en las que Israel se había “juntado con Baalpeor”; es decir, de alguna manera se apegaron a este dios falso e incluso le ofrecían sacrificios. A pesar de todo lo que se les había enseñado y dicho, estaban dispuestos a tirar todo por la borda en su pasión y lujuria.
¿Cómo pudo pasar esto? Fácil. Al endurecer la conciencia con el primer pecado, el físico, estaban listos para caer en el último, el espiritual, que debió haber sido el objetivo final de Satanás. Se habían degradado tanto que, según el pasaje, un hombre llevó a su mujer madianita directamente al campamento, justo delante de Moisés y del pueblo que lloraba fuera del Tabernáculo.
Nuestra mente y nuestro cuerpo están íntimamente relacionados. Lo que afecta a uno afecta al otro. ¿Qué podemos aprender de esta historia sobre lo peligrosa que nos puede resultar la indulgencia, desde una perspectiva espiritual?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Al acercarse el fin de las peregrinaciones por el desierto, se repitieron las condiciones del pacto. En Baal-peor, en los lindes de la tierra prometida, donde muchos cayeron víctimas de la tentación sutil, los que permanecieron fieles renovaron sus votos de lealtad. Moisés los puso en guardia contra las tentaciones que los asaltarían en el futuro; y los exhortó fervorosamente a que permaneciesen separados de las naciones circundantes y adorasen a Dios solo. . .
Moisés explicó los males que resultarían de apartarse de los estatutos de Jehová. Invocando como testigos los cielos y la tierra, declaró que si, después de haber morado largo tiempo en la tierra prometida, el pueblo llegara a introducir formas corruptas de culto y a inclinarse ante imágenes esculpidas, y si rehusara volver al culto del verdadero Dios, la ira del Señor se despertaría y ellos serían llevados cautivos y dispersados entre los paganos (Profetas y reyes, pp. 219, 220).
En seguida [Satanás] tendió un lazo por el cual Israel quedaría seducido por las hermosas mujeres moabitas, quienes los inducirían a transgredir la ley de Dios. Así se hallaría iniquidad en el pueblo y la bendición de Dios no descansaría sobre los israelitas. Sus fuerzas quedarían grandemente debilitadas y sus enemigos ya no temerían su poder, porque la presencia del Señor de los ejércitos no estaría con ellos.
Esto está destinado a servir de advertencia para el pueblo de Dios que vive en los últimos días. Si busca la justicia y la verdadera santidad, si guarda todos los mandamientos de Dios, no se permitirá a Satanás ni a sus agentes que lo venzan. Toda la oposición de sus más acérrimos enemigos resultará impotente para destruir o desarraigar la vid plantada por Dios. Satanás entiende lo que Balaam aprendió por triste experiencia, a saber, que no hay encantamiento contra Jacob ni adivinación contra Israel mientras que la iniquidad no es albergada en su medio; por lo tanto, emplea siempre su poder e influencia para manchar su unidad y contaminar la pureza de su carácter. Tiende sus lazos de mil maneras para debilitar su poder en favor del bien (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 564, 565).
Es cosa peligrosa albergar en el corazón un rasgo anticristiano. Un solo pecado que se conserve irá depravando el carácter, y sujetará al mal deseo todas sus facultades más nobles. La eliminación de una sola salvaguardia de la conciencia, la gratificación de un solo hábito pernicioso, una sola negligencia con respecto a los altos requerimientos del deber, quebrantan las defensas del alma y abren el camino a Satanás para que entre y nos extravíe. El único procedimiento seguro consiste en elevar diariamente con corazón sincero la oración que ofrecía David: «Sustenta mis pasos en tus caminos, porque mis pies no resbalen». Salmo 17:5 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 481, 482).
Martes 2 de noviembre_____________________________________________________________
SEGUID A JEHOVÁ VUESTRO DIOS
Miles murieron en pecado con Baal Peor. “Todo hombre que fue en pos de Baal-peor” fue destruido. Sin embargo, muchos no siguieron en apostasía.
¿Quiénes eran?
“Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy” (Deut. 4:4). ¿Cómo explica este versículo la diferencia entre los que cayeron en pecado y los que no? ¿Qué mensaje importante hay para nosotros aquí con respecto al pecado y la tentación, y el poder de Dios en nuestra vida?
Observa el contraste entre la palabra “todos” en este versículo y el versículo anterior. “Todos” los que siguieron a Baal-peor fueron destruidos; pero “todos” los que siguieron al Señor estaban con vida. En aquel entonces no había término medio, y tampoco lo hay ahora. Estamos a favor o en contra de Jesús (Mat. 12:30).
La palabra hebrea para “seguisteis” (dabaq) a menudo indica un fuerte compromiso de adhesión a algo externo a nosotros. La misma palabra raíz en hebreo se utiliza en Génesis 2:24, cuando el hombre dejará a su familia y se “unirá” a su esposa (ver además Rut 1:14). En este sentido aparece cuatro veces más en Deuteronomio (Deut. 10:20; 11:22; 13:4; 30:20), y en cada caso la idea era la misma: el pueblo debía seguir (aferrarse) a su Dios. Es decir, debían entregarse a él y obtener poder y fuerza de él.
Vale la pena recordar que el pueblo mismo es el sujeto del verbo: ellos deben seguirlo. Deben tomar la decisión de mantenerse fieles a Dios y luego, con su poder y su fuerza, evitar caer en pecado.
Lee Judas 24 y 1 Corintios 10:13. ¿Qué se dice aquí, en el Nuevo Testamento, que también se encuentra en Deuteronomio 13:4?
Judas 1:24
24 Y a aquel que es poderoso para guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante de su gloria con gran alegría,
1 Corintios 10:13
13 No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana; pero fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
Deuteronomio 13:4
4 En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a él serviréis, y a él seguiréis.
Dios es fiel; Dios puede evitar que caigamos. Pero tenemos que tomar la decisión consciente de aferrarnos a Dios, como hicieron los fieles en Baalpeor. Si es así, podemos estar seguros de que, sea cual fuere la tentación, podremos permanecer fieles.
Cosas tales como la oración, el estudio de la Biblia, la adoración y la confraternidad, ¿cómo nos ayudan a aferrarnos al Señor?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El antiguo Israel tenía la dirección especial de Dios para ser su pueblo y permanecer separado de todas las naciones. No tenían que estar sujetos a dar testimonio de la idolatría de aquellos que los rodeaban; de otro modo su corazón se corrompería y la confianza que mostraban con las prácticas impías los haría parecer menos malvados a sus ojos. Pocos se dan cuenta de su debilidad y de que la pecaminosidad natural del corazón humano paraliza demasiado a menudo sus más nobles propósitos.
La amenazadora influencia del pecado envenena la vida del alma. Nuestro ‘único refugio está en la separación de aquellos que viven en sus tinieblas. El Señor nos ha ordenado que salgamos de entre ellos y nos mantengamos aparte, y que no toquemos nada impuro. Así nos recibirá y será nuestro Padre, y nosotros seremos sus hijos e hijas. Si queremos ser adoptados por la familia de Dios, ser hijos del Rey del cielo, tenemos que cumplir sus condiciones; tenemos que salir del mundo y mostrarnos ante el Señor como un pueblo peculiar, que lo sirve y obedece sus preceptos (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. I I l, 112).
Los verdaderos seguidores de Cristo tendrán que hacer sacrificios. Rehuirán los lugares de diversión mundanal porque no hallan a Jesús allí, ni influencia alguna que los predisponga para el cielo y aumente su crecimiento en la gracia. La obediencia a la Palabra de Dios, los inducirá a abandonar todas estas cosas y a separarse de ellas.
«Por sus frutos los conoceréis» (Mateo 7:20), declaró el Salvador. Todos los que sigan verdaderamente a Cristo llevarán frutos para su gloria. Su vida testifica que el Espíritu de Dios ha realizado una buena obra en ellos, y dan fruto para la santidad. Su vida es elevada y pura. Las acciones correctas son el fruto inequívoco de la verdadera piedad y los que no llevan fruto de esta clase revelan que no tienen experiencia en las cosas de Dios. No son uno con la Vid. Dijo Jesús: «Permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto por sí mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer». Juan 15:4, 5 (Consejos para los maestros, pp. 312, 313).
[A]unque debemos comprender nuestra condición pecaminosa, debemos fiar en Cristo como nuestra justicia, nuestra santificación y redención. No podemos contestar las acusaciones de Satanás contra nosotros. Solo Cristo puede presentar una intercesión eficaz en nuestro favor. El puede hacer callar al acusador con argumentos que no se basan en nuestros méritos, sino en los suyos..
Debemos dedicar toda energía del alma a la obra de vencer, y acudir a Jesús a fin de recibir fuerza para hacer lo que no podemos hacer nosotros mismos. Ningún pecado puede tolerarse en aquellos que andarán con Cristo en ropas blancas. Su atención está fija en él, su esperanza y su fe se concentran en él (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 446, 447).
Miércoles 3 de noviembre__________________________________________________________
“PORQUE ¿QUÉ NACIÓN GRANDE HAY…?”
Lo que sigue en los versículos que están después de Deuteronomio 4:4 son algunos de los textos más profundos y hermosos de todas las Escrituras (¡el texto hebreo es magnífico!). Se podría argumentar que, en esencia, el mensaje de Deuteronomio se encuentra aquí mismo, y todo lo demás es comentario. A medida que leas estos versículos, piensa en las diferentes formas en las que este principio también podría aplicarse a nosotros hoy.
Lee Deuteronomio 4:5 al 9. ¿Por qué será que el Señor, a través de Moisés, dijo esto a Israel?
Deuteronomio 4:5-9
5 Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. 6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7 Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? 8 Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros? 9 Por tanto, guárdate, y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, ni se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; antes bien, las enseñarás a tus hijos, y a los hijos de tus hijos.
El Señor quiere que el pueblo se dé cuenta de que ha sido llamado y elegido por una razón especial. Son una “gran” nación, tal como Dios le había dicho a Abram desde el primer llamado a salir de los caldeos: “Haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición” (Gén. 12:2; ver además Gén. 18:18).
Pero, el propósito de hacerlos grandes era que pudieran ser una “bendición” (Gén. 12:2) para “todas las familias de la tierra” (Gén. 12:3). Y, aunque la máxima bendición sería que Jesús, el Mesías, vendría a través de su línea de sangre, hasta entonces ellos serían la luz del mundo. “También te di por luz de las naciones, para que seas mi salvación hasta lo postrero de la tierra” (Isa. 49:6). No es que la salvación se encontrara en ellos, sino que, a través de ellos, se revelaría el Dios verdadero, quien es el único que puede salvar. Israel adoraba y servía al Dios que creó el cosmos, el Señor del cielo y de la Tierra; los paganos adoraban rocas, piedras, madera y demonios (Deut. 32:17; Sal. 106: 37).
¡Qué gran diferencia! En estos versículos, Moisés señala dos cosas que hacían especial a Israel. En primer lugar, el Señor estaba cerca de ellos, como lo estaba de una manera única a través del Santuario; y en segundo lugar, debido a los “estatutos y juicios justos como es toda esta ley”.
Lee Deuteronomio 4:32 al 35. ¿Qué más les dijo el Señor que debería haberles hecho comprender el llamamiento especial que recibieron?
Deuteronomio 4:32-35
32 Porque pregunta ahora si en los tiempos pasados que han sido antes de ti, desde el día que creó Dios al hombre sobre la tierra, si desde un extremo del cielo al otro se ha hecho cosa semejante a esta gran cosa, o se haya oído otra como ella. 33 ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, sin perecer? 34 ¿O ha intentado Dios venir a tomar para sí una nación de en medio de otra nación, con pruebas, con señales, con milagros y con guerra, y mano poderosa y brazo extendido, y hechos aterradores como todo lo que hizo con vosotros Jehová vuestro Dios en Egipto ante tus ojos? 35 A ti te fue mostrado, para que supieses que Jehová es Dios, y no hay otro fuera de él.
Indudablemente, Israel había recibido mucho. Ahora, ¿cómo responderían?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El plan que Dios se propone llevar a cabo hoy mediante su pueblo, es el mismo que deseaba llevar a cabo mediante Israel cuando lo sacó de Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una representación de su carácter. Y cuando la ley de Dios quede así manifestada en su vida, el mundo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios por encima de todos los demás habitantes de la tierra.
Los ojos del Señor observan a cada uno de sus hijos; él tiene planes para cada uno de ellos. El se propone que quienes practiquen sus santos preceptos constituyan un pueblo distinguido. Al pueblo de Dios de este tiempo, tanto como al antiguo Israel, se le aplican las palabras que Moisés escribió por inspiración del Espíritu: «Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra» «Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta . Porque, ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos? Y ¿qué nación grande hay que tenga estatutos y juicios justos como es toda esta ley que yo pongo hoy delante de vosotros?» Deuteronomio 7:6; 4:5—8.
Ni siquiera estas palabras alcanzan a expresar la grandeza y la gloria de lo que Dios realizará mediante su pueblo. Es necesario que no tan solo a este mundo, sino que al universo entero le sean revelados los principios del reino divino (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 21).
Solo discerniremos y daremos su justo valor a nuestro deber, cuando lo miremos a la luz que irradia de la vida de Cristo. De la misma manera como el sol se levanta en el este y cruza el cielo hacia el oeste, llenando el mundo de luz, así el verdadero seguidor de Cristo será una luz en el mundo. Saldrá al mundo a semejanza de una luz brillante y clara, para que los que están en tinieblas puedan ser alumbrados y puedan recibir el calor de los rayos que proceden de él. Cristo dice de sus seguidores: «Vosotros sois la luz del mundo»…
Cuando la gracia de Cristo se exprese en las palabras y obras de los creyentes, la luz brillará hacia los que están en tinieblas, pues mientras los labios pronuncien la alabanza de Dios, la mano se extenderá para ayudar a los que perecen (Sons and Daughters of God, p. 276; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 278, y en Ministerio de la bondad, p. 285).
Necesitamos más. cristianos radiantes. Nos encerramos demasiado en nosotros mismos. Con demasiada frecuencia privamos de alguna palabra de bondad y de aliento, o de alguna sonrisa alegre, a nuestros hijos o a los oprimidos y desalentados…
De todo hogar cristiano debería irradiar una santa luz. El amor debe expresarse en hechos. Debe manifestarse en todas las relaciones del hogar y revelarse en una amabilidad atenta, en una suave y desinteresada cortesía. Hay hogares donde se pone en práctica este principio, hogares donde se adora a Dios, y donde reina el amor verdadero. De estos hogares, de mañana y de noche, la oración asciende hacia Dios como un dulce incienso, y las misericordias y las bendiciones de Dios descienden sobre los suplicantes como el rocío de la mañana (El hogar cristiano, p. 31).
Jueves 4 de noviembre_____________________________________________________________
“VUESTRA SABIDURÍA Y VUESTRA INTELIGENCIA”
Deuteronomio 4:1 al 9, como vimos, era una expresión poderosa no solo del estatus especial de la nación, sino también de su llamado misionero. Entretejida en todos esos versículos está la idea de que deben obedecer, seguir, hacer lo que el Señor les ordenó hacer.
Vuelve a leer Deuteronomio 4:6. ¿Qué dice el Señor específicamente que es su “sabiduría” y su “inteligencia” a los ojos de estas naciones?
Deuteronomio 4:6
6 Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta.
A primera vista, podría parecer que los estatutos y los decretos mismos eran los que contenían la sabiduría y la inteligencia. Pero eso no es lo que dice el texto. El Señor les había enseñado estatutos y juicios, sí; pero su sabiduría y su inteligencia provenían de guardarlos, de obedecerlos. La obediencia, esa era su sabiduría y su inteligencia.
Israel podría haber tenido el sistema de leyes, estatutos y decretos más maravilloso que el mundo haya visto (de hecho, así era), pero ¿de qué serviría todo si Israel no los seguía? En cambio, su sabiduría, su inteligencia, provenía de la manifestación en tiempo real de las leyes de Dios en su vida. Debían vivir las verdades que el Señor les había dado, y solo podían hacerlo si las obedecían. Toda la luz y toda la verdad no les harían ningún bien a ellos ni a los paganos que los rodeaban si Israel no vivía esa verdad. Así, vez tras vez se los llama a obedecer, porque lo que importaba era su obediencia a los estatutos y los juicios, no los estatutos y los juicios en sí, en función de ser un testimonio al mundo.
“Su obediencia a la Ley de Dios los haría maravillas de prosperidad ante las naciones del mundo. El que podía darles sabiduría y habilidad en toda obra artesanal continuaría siendo su Maestro, y los ennoblecería y elevaría mediante la obediencia a sus leyes. Si eran obedientes, serían preservados de las enfermedades que afligían a otras naciones y bendecidos con vigor intelectual. La gloria de Dios, su majestad y su poder, se revelarían en toda su prosperidad. Serían un reino de sacerdotes y príncipes. Dios los había provisto con toda clase de facilidades para que llegaran a ser la más grande nación de la Tierra” (PVGM 230, 231).
Lee Mateo 5:13 al 16. En estos versículos, ¿qué nos dice Jesús que refleja lo mismo que le había dicho al antiguo Israel? ¿Cómo debería aplicarse esto especialmente a nosotros como adventistas del séptimo día?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Hoy día, las personas a quienes el Señor ha dado gran luz únicamente estarán seguras caminando en la senda del Señor, colocándose donde él pueda llevar a cabo su voluntad por medio de ellas. Dios hará grandes cosas para los que aprendan de él sin depender de su propio consejo, sino de Aquel que nunca comete un error. Nuestra seguridad, nuestra sabiduría, dependen de reconocer las instrucciones de Dios y prestarles oídos. El conocimiento más valioso que podamos obtener es el conocimiento de Dios. Los que caminen humildemente delante de él, amándole soberanamente y obedeciendo su Palabra, recibirán la bendición de la sabiduría. Se les dará el conocimiento del cielo para impartirlo a otros. La sabiduría es un don de Dios que debe conservarse libre de toda contaminación. Su posesión hace que todo individuo a quien se confiera este don tiene la obligación de glorificar a Dios bendiciendo a sus prójimos. Siempre debe tener en cuenta el temor de Jehová, preguntándose a cada paso: «¿Es este el camino del Señor?» (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 2, p. 1026).
Tenemos que ir a Dios con fe y derramar nuestras súplicas ante él, creyendo que obrará en nuestro favor y en el de otros a quienes tratamos de salvar. Hemos de dedicar más tiempo a la oración ferviente. Con la confiada fe de un niñito hemos de ir a nuestro Padre celestial para contarle todas nuestras necesidades. El siempre está listo para perdonar y ayudar. Es inagotable la provisión de sabiduría divina, y el Señor nos anima para que nos sirvamos abundantemente de ella. El anhelo que debiéramos tener de las bendiciones espirituales se describe en las palabras: «Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía». Necesitamos que nuestra alma sienta un hambre más profunda de los ricos dones que el cielo tiene para conferirnos. Debemos sentir hambre y sed de justicia (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 3, p. 1165).
Se aprecia la sal por sus propiedades preservadoras; y cuando Dios llama sal a sus hijos, quiere enseñarles que se propone hacerlos súbditos de su gracia para que contribuyan a salvar a otros. Dios escogió a un pueblo ante todo el mundo, no únicamente para adoptar a sus hombres y mujeres como hijos suyos, sino para que el mundo recibiese por ellos la gracia que trae salvación. Tito 2:11.
El sabor de la sal representa la fuerza vital del cristiano, el amor de Jesús en el corazón, la justicia de Cristo que compenetra la vida. El amor de Cristo es difusivo y agresivo. Si está en nosotros, se extenderá a los demás. Nos acercaremos a ellos hasta que su corazón sea enternecido por nuestro amor y nuestra simpatía desinteresada. De los creyentes sinceros mana una energía vital y penetrante que infunde un nuevo poder moral a las almas por las cuales ellos trabajan. No es la fuerza del hombre mismo, sino el poder del Espíritu Santo, lo que realiza la obra transformadora (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 33, 34).
Viernes 5 de noviembre_____________________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
“Desde el origen de la gran controversia en el cielo, el propósito de Satanás ha sido destruir la Ley de Dios. Para realizarlo comenzó su rebelión contra el Creador y, aunque fue expulsado del cielo, continuó la misma guerra en la Tierra. Engañar a los hombres y así inducirlos a transgredir la Ley de Dios, tal fue el objetivo que persiguió sin cejar. Sea esto conseguido haciendo a un lado toda la Ley o descuidando uno de sus preceptos, el resultado será finalmente el mismo. El que peca “en un punto” manifiesta menosprecio por toda la Ley; su influencia y su ejemplo están del lado de la transgresión; y viene a ser ‘culpable de todos’ (Sant. 2:10)” (CS 639).
En cuanto a Baal-peor, Elena de White escribió: “Se aventuraron a pisar terreno prohibido y se enredaron en los lazos de Satanás. Hechizados por la música y el baile, y seducidos por la hermosura de las vestales paganas, desecharon su lealtad a Jehová. Mientras disfrutaban del júbilo y los festines, el consumo de vino ofuscó sus sentidos y quebrantó las vallas del dominio propio. Predominó la pasión en absoluto; y habiendo contaminado su conciencia por la lascivia, se dejaron persuadir a postrarse ante los ídolos. Ofrecieron sacrificios sobre los altares paganos y participaron en los ritos más degradantes” (PP 484, 485).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Piensa en qué medida nosotros, los adventistas del séptimo día, estamos en el lugar donde estaba el antiguo Israel. Piensa en todo lo que hemos recibido en contraste con el mundo que nos rodea –e incluso en contraste con otras iglesias. La pregunta para nosotros, entonces, es la siguiente: ¿Cómo estamos respondiendo a lo que se nos ha dado? ¿Cuán bien estamos proyectando nuestra “sabiduría” e “inteligencia” ante el mundo?
- “Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy”. Una vez más, el sujeto del verbo “seguisteis” es el pueblo. El Señor no se aferrará a nosotros en el sentido de que no nos obligará a seguirlo. En cambio, al utilizar el don sagrado del libre albedrío, nosotros debemos elegir seguirlo a él. Una vez que tomamos esa decisión, ¿cómo lo seguimos y nos mantenemos fieles a él?
- “Mas vosotros que seguisteis a Jehová vuestro Dios, todos estáis vivos hoy”. Una vez más, el sujeto del verbo “seguisteis” es el pueblo. El Señor no se aferrará a nosotros en el sentido de que no nos obligará a seguirlo. En cambio, al utilizar el don sagrado del libre albedrío, nosotros debemos elegir seguirlo a él. Una vez que tomamos esa decisión, ¿cómo lo seguimos y nos mantenemos fieles a él?