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LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA
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2024 |
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2025 |
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2026 |
Colosenses – Filipenses | Religión en el Mercado** | Josué | El Espíritu de Profecía |
2027 |
1 & 2 de Corintios | Mayordomía | Eclesiología | Ezequiel |
* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded
** Religion in the Market Place
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Lección 3: Para el 16 de abril de 2022
CAÍN Y SU LEGADO
Sábado 9 de abril___________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 4; Hebreos 11:4; Miqueas 6:7; Isaías 1:11; 1 Corintios 10:13; 1 Juan 3:12; Génesis 5; 6:1–5.
PARA MEMORIZAR:
“Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él” (Gén. 4:7).
En Génesis, inmediatamente después de la Caída, y de la expulsión de Adán y de Eva del Edén, principalmente vienen nacimientos y muertes, todo en cumplimiento de las profecías de Dios en el capítulo anterior. Al ser capítulos paralelos, Génesis 3 y 4 contienen muchos temas y palabras en común: descripciones del pecado (Gén. 3:6-8; comparar con Gén. 4:8), maldiciones de la ‘adamá, “tierra” (Gén. 3:17; comparar con Gén. 4:11) y expulsión (Gén. 3:24; comparar con Gén. 4:12, 16).
La razón de estos paralelismos es resaltar el cumplimiento de lo que sucedió antes, las profecías y las predicciones que Dios les había dado a Adán y a Eva después de la Caída. El primer hecho después de la expulsión de Adán está lleno de esperanza: es el nacimiento del primer hijo, un evento que Eva ve como el cumplimiento de la promesa que oyó en la profecía mesiánica (Gén. 3:15). Es decir, pensó que él podría ser el Mesías prometido.
Los siguientes eventos –el crimen de Caín, el crimen de Lamec, la disminución de la longevidad y el aumento de la maldad– son todos cumplimientos de la maldición pronunciada en Génesis 3.
Sin embargo, aun así no todo está perdido.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Cristo fue el fundamento de todo el sistema judío. La muerte de Abel fue una consecuencia de no haber aceptado Caín el plan de Dios en la escuela de la obediencia para ser salvado por la sangre de Jesucristo, simbolizada por las ofrendas de sacrificio que señalaban a Cristo. Caín rehusó la efusión de sangre que simbolizaba la sangre de Cristo que había de ser derramada por el mundo. Toda esta ceremonia fue preparada por Dios, y Cristo vino a ser el fundamento de todo el sistema. Este es el comienzo de la obra de la ley como el ayo que lleva a los instrumentos humanos pecaminosos a considerar a Cristo.
Todos los que servían en relación con el santuario eran educados constantemente acerca de la intervención de Cristo a favor de la raza humana. Ese servicio tenía el propósito de crear en cada corazón amor por la ley de Dios, que es la ley del reino divino. Las ofrendas de sacrificios habían de ser una lección objetiva del amor de _Dios revelado en Cristo: en la víctima doliente, moribunda, que tomó sobre sí el pecado del cual era culpable el hombre, haciéndose pecado el Inocente por nosotros (Mensajes selectos, t. 1, p. 274).
Desde el anuncio hecho a la serpiente en el Edén: «Y enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya», (Génesis 3:15) Satanás sabía que no ejercía dominio absoluto sobre el mundo. Veía en los hombres la obra de un poder que resistía a su autoridad. Con intenso interés, consideró los sacrificios ofrecidos por Adán y sus hijos. En esta ceremonia discernía el símbolo de la comunión entre la tierra y el cielo. Se dedicó a interceptar esta comunión. Representó falsamente a Dios, así como los ritos que señalaban al Salvador. Los hombres fueron inducidos a temer a Dios como a un ser que se deleitaba en la destrucción. Los sacrificios que debían revelar su amor, eran ofrecidos únicamente para apaciguar su ira. Satanás excitaba las malas pasiones de los hombres a fin de asegurar su dominio sobre ellos. Cuando fue dada la palabra escrita de Dios, Satanás estudio las profecías del advenimiento del Salvador. De generación en generación, trabajó para cegar a la gente acerca de esas profecías, a fin de que rechazase a Cristo en ocasión de su venida (El Deseado de todas las gentes, p. 89).
El fariseo y el publicano representan las dos grandes clases en que se dividen los que adoran a Dios. Sus dos primeros representantes son los dos primeros niños que nacieron en el mundo. Caín se creía justo, y solo presentó a Dios una ofrenda de agradecimiento. No hizo ninguna confesión de pecado, y no reconoció ninguna necesidad de misericordia. Abel, en cambio, se presentó con la sangre que simbolizaba al Cordero de Dios. Lo hizo en calidad de pecador, confesando que estaba perdido; su única esperanza era el amor inmerecido de Dios. Dios apreció la ofrenda de Abel, pero no tomó en cuenta a Caín ni a la suya. La sensación de la necesidad, el reconocimiento de nuestra pobreza y pecado, es la primera condición para que Dios nos acepte. «Bienaventurados los pobres en espíritu: porque de ellos es el reino de los cielos». Mateo 5:3 (Palabras de vida del gran Maestro, p. 117).
Domingo 10 de abril_________________________________________________
CAÍN Y ABEL
Lee Génesis 4:1 y 2. ¿Qué aprendemos en estos pasajes sobre el nacimiento de los dos varones?
Génesis 4:1-2
1 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. 2 Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra.
El primer acontecimiento que registra el autor bíblico inmediatamente después de la expulsión de Adán y de Eva del Jardín del Edén es un nacimiento. En la frase hebrea de Génesis 4:1, la palabra “Jehová” (YHWH) está directamente relacionada con la palabra “varón”, como indica la siguiente traducción literal: “He adquirido un hombre, por cierto al SEÑOR mismo”. La International Standard Version, en inglés, la traduce como: “He dado a luz a un hijo varón: el SEÑOR”.
Esta traducción literal sugiere que Eva recuerda la profecía mesiánica de Génesis 3:15 y cree que ha dado a luz a su Salvador, Jehová. “La venida del Salvador había sido predicha en el Edén. Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese rápidamente. Con gozo dieron la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador” (DTG 23).
De hecho, Caín ocupa la mayor parte de la historia. No es solo el primogénito, un hijo al que los padres casi “adoraban”; en el capítulo, él es el único que habla en el texto del Génesis. Si bien Eva comenta con entusiasmo el nacimiento de Caín, no dice nada cuando nace Abel; al menos nada que se registre en el texto, en contraste con el nacimiento de Caín. El narrador simplemente informa que ella “después volvió a tener otro hijo” (Gén. 4:2, NBV).
El nombre Caín en sí deriva del verbo hebreo qaná, que significa “adquirir” y denota la adquisición, la posesión de algo precioso y poderoso. Por otro lado, el nombre hebreo hébel, en español Abel, significa “vapor” (Sal. 62:9, RVC), o “soplo” (Sal. 144:4, NBV) y denota evasión, vacuidad, falta de sustancia; la misma palabra, hébel (Abel), se usa vez tras vez en Eclesiastés para “vanidad”. Si bien no queremos inferir de estos breves textos más de lo que dicen, quizá la idea sea que la esperanza de Adán y Eva descansaba solo en Caín, porque creían que él, no su hermano, era el Mesías prometido.
¿Cuáles son las cosas en la vida que, en verdad, son hébel, pero que tratamos como si fueran mucho más importantes de lo que son? ¿Por qué es importante saber la diferencia entre lo que importa y lo que no?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La venida del Salvador había sido predicha en el Edén. Cuando Adán y Eva oyeron por primera vez la promesa, esperaban que se cumpliese pronto. Dieron gozosamente la bienvenida a su primogénito, esperando que fuese el Libertador. Pero el cumplimiento de la promesa tardó. Los que la recibieron primero, murieron sin verlo..
Pero, como las estrellas en la vasta órbita de su derrotero señalado, los propósitos de Dios no conocen premura ni demora. Así también fue determinada en el concilio celestial la hora en que Cristo había de venir; y cuando el gran reloj del tiempo marcó aquella hora, Jesús nació en Belén (El Deseado de todas las gentes, p. 23).
Caín y Abel, los hijos de Adán, eran muy distintos en carácter. Abel poseía un espíritu de lealtad hacia Dios; veía justicia y misericordia en el trato del Creador hacia la raza caída, y aceptaba agradecido la esperanza de la redención. Pero Caín abrigaba sentimientos de rebelión y murmuraba contra Dios, a causa de la maldición pronunciada sobre la tierra y sobre la raza humana por el pecado de Adán. Permitió que su mente se encauzara en la misma dirección que los pensamientos que hicieron caer a Satanás, quien había alentado el deseo de ensalzarse y puesto en tela de juicio la justicia y autoridad divinas (Historia de los patriarcas y profetas, p. 58).
Estimular el amor a la diversión, es desanimar el amor a los ejercicios religiosos, porque el corazón se atiborra tanto con lo vulgar, con lo que le agrada al corazón natural, que no queda en él lugar para Jesús.
Para conocer los pensamientos de Dios se requiere la fe que obra por amor y purifica el alma. Hay quienes creen en Cristo; no lo consideran un impostor y creen que la Biblia es una revelación de su carácter divino. Admiran sus santas doctrinas, y reverencian el nombre, el único nombre dado bajo el cielo en que podemos ser salvos y, sin embargo, con todo este conocimiento, pueden ignorar tanto la gracia de Dios como el más vil pecador. No han abierto el corazón para que Jesús entre (A fin de conocerle, p. 305).
No está lejos el tiempo cuando se llevará al pueblo de Dios a dar su testimonio ante los gobernantes del mundo. No hay uno en veinte que comprenda con cuánta rapidez nos acercamos a la gran crisis de nuestra historia… No hay tiempo para la vanidad, para la frivolidad, para ocupar la mente en cosas sin importancia…
Ahora tenéis la oportunidad de alcanzar el mayor poder intelectual a través del estudio de la Palabra de Dios. Pero si sois indolentes, y dejáis de cavar profundamente en las minas de la verdad, no estaréis preparados para la crisis que pronto os sobrevendrá. ¡Ojalá que comprendierais que cada momento es de oro! Si vivís de cada palabra que procede de la boca de Dios, no seréis encontrados desprevenidos (Nuestra elevada vocación, p. 357).
Lunes 11 de abril____________________________________________________
LAS DOS OFRENDAS
El contraste entre Caín y Abel, como se refleja en sus nombres, no se refería solo a sus personalidades; también se manifestó en sus respectivas ocupaciones. Mientras que Caín era “labrador de la tierra” (Gén. 4:2), una profesión que requería duro trabajo físico, Abel era “pastor de ovejas” (Gén. 4:2), una profesión que implicaba sensibilidad y compasión.
Caín era productor agrario; Abel, pastor de ovejas. Estas dos ocupaciones no solo explican la naturaleza de las dos ofrendas (fruto de Caín y oveja de Abel), sino también las dos diferentes actitudes y mentalidades psicológicas asociadas con las dos ofrendas: Caín trabajaba para “adquirir” el fruto que produciría, mientras que Abel se esmeraba en “mantener” las ovejas que había recibido.
Lee Génesis 4:1 al 5; y Hebreos 11:4. ¿Por qué Dios aceptó la ofrenda de Abel y rechazó la ofrenda de Caín? ¿Cómo entendemos lo que pasó aquí?
Génesis 4:1-5
1 Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió y dio a luz a Caín, y dijo: Por voluntad de Jehová he adquirido varón. 2 Después dio a luz a su hermano Abel. Y Abel fue pastor de ovejas, y Caín fue labrador de la tierra. 3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante.
Hebreos 11:4
4 Por la fe Abel ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por ella.
“Sin derramamiento de sangre no podía haber perdón del pecado; y ellos [Caín y Abel] habían de mostrar su fe en la sangre de Cristo como la expiación prometida al ofrecer en sacrificio las primicias del ganado. Además de esto, debían presentar ante el Señor, como ofrenda de agradecimiento, los primeros frutos de la tierra” (PP 58).
Si bien Abel cumplió con las instrucciones de Dios y ofreció la ofrenda vegetal además del holocausto de animales, Caín se negó a hacerlo. No trajo un animal para ser sacrificado, sino solo una ofrenda del “fruto de la tierra”. Fue un acto de abierta desobediencia, en contraste con la actitud de su hermano. Esta historia a menudo se ha visto como un caso clásico de salvación por la fe (Abel y su ofrenda de sangre), en contraste con un intento de obtener la salvación por obras (Caín y su fruto de la tierra).
Aunque estas ofrendas debieron haber tenido un significado espiritual, no tenían ningún valor mágico en sí mismas. Siempre fueron meros símbolos, imágenes, que apuntaban al Dios que ofrecía al pecador no solo sustento sino también redención.
Lee Miqueas 6:7 e Isaías 1:11. ¿Cómo podemos tomar el principio empleado en estos textos y aplicarlo a nuestra vida y adoración?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Estos hermanos fueron probados, como lo había sido Adán antes que ellos, para comprobar si habrían de creer y obedecer las palabras de Dios. Conocían el medio provisto para salvar al hombre, y entendían el sistema de ofrendas que Dios había ordenado. Sabían que mediante esas ofrendas podían expresar su fe en el Salvador a quien estas representaban, y al mismo tiempo reconocer su completa dependencia de él para obtener perdón; y sabían que sometiéndose así al plan divino para su redención, demostraban su obediencia a la voluntad de Dios. Sin derramamiento de sangre no podía haber perdón del pecado; y ellos habían de mostrar su fe en la sangre de Cristo como la expiación prometida ofreciendo en sacrificio las primicias del ganado. Además de esto, debían presentar al Señor los primeros frutos de la tierra, como ofrenda de agradecimiento (La historia de los patriarcas y profetas, p. 58).
Caín trajo su ofrenda a Dios mientras murmuraba y manifestaba infidelidad en su corazón con respecto al Sacrificio prometido. No estaba dispuesto a seguir estrictamente el plan de obedecer y conseguir un cordero para ofrecerlo con los frutos de la tierra. Simplemente tomó lo de la tierra y pasó por alto el requerimiento de Dios. El Señor había hecho saber a Adán que sin derramamiento de sangre no hay remisión del pecado. Caín no se preocupó siquiera por llevar lo mejor de sus frutos. Abel aconsejó a su hermano que no se presentara delante del Señor sin la sangre de los sacrificios. Caín, puesto que era el mayor, no quiso escuchar a su hermano. Despreció su consejo, y con dudas y murmuraciones con respecto a la necesidad de las ofrendas ceremoniales, presentó su ofrenda. Pero Dios no la aceptó.
Abel trajo los primogénitos de su rebaño, y de los mejores, como Dios lo había ordenado; y con humilde reverencia presentó su ofrenda con plena fe en el Mesías venidero. Dios la aceptó. Una luz procedente del cielo consumió la ofrenda de Abel. Caín no vio manifestación alguna de que la suya hubiera sido aceptada. Se airó con el Señor y con su hermano (La historia de la redención, p. 55).
El que está intentando alcanzar el cielo por sus propias obras al guardar la ley, está intentando un imposible. El hombre no puede ser salvado sin la obediencia, pero sus obras no deben ser propias. Cristo debe efectuar en él tanto el querer como el hacer la buena voluntad de Dios. Si el hombre pudiera salvarse por sus propias obras, podría tener algo en sí mismo por lo cual regocijarse. El esfuerzo que el hombre pueda hacer con su propia fuerza para obtener la salvación está representado por la ofrenda de Caín. Todo lo que el hombre pueda hacer sin Cristo está contaminado con egoísmo y pecado, pero lo que se efectúa mediante la fe es aceptable ante Dios. El alma hace progresos cuando procuramos ganar el cielo mediante los méritos de Cristo. Contemplando a Jesús, el autor y consumador de nuestra fe, podemos proseguir de fortaleza en fortaleza, de victoria en victoria, pues mediante Cristo la gracia de Dios ha obrado nuestra completa salvación (Mensajes selectos, t. 1, p. 426).
Martes 12 de abril___________________________________________________
EL CRIMEN
Lee Génesis 4:3 al 8. ¿Cuál es el proceso que llevó a Caín a matar a su hermano? Ver también 1 Juan 3:12.
Génesis 4:3-8
3 Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda a Jehová. 4 Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda; 5 pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. 6 Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante? 7 Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él. 8 Y dijo Caín a su hermano Abel: Salgamos al campo. Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató.
1 Juan 3:12
12 No como Caín, que era del maligno y mató a su hermano. ¿Y por qué causa le mató? Porque sus obras eran malas, y las de su hermano justas.
Caín tuvo una doble reacción: “Se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante” (Gén. 4:5). Al parecer, la ira de Caín estaba dirigida a Dios y a Abel. Caín se enojó con Dios porque pensaba que era víctima de una injusticia, y se enojó con Abel porque estaba celoso de su hermano. ¿Celoso de qué? ¿Solo de la ofrenda? Sin duda, había más detrás de escena de lo que revelan estos pocos versículos. Cualquiera que haya sido el problema, Caín estaba deprimido porque su ofrenda no había sido aceptada.
Las dos preguntas de Dios en Génesis 4:6 se relacionan con las dos condiciones de Caín. Fíjate que Dios no acusa a Caín. Al igual que con Adán, Dios hace preguntas, no porque no sepa ya las respuestas, sino porque quiere que Caín reflexione sobre sí mismo y luego comprenda la razón de su propia condición. Como siempre, el Señor busca redimir a su pueblo caído, incluso cuando le falla abiertamente. Después de hacerle estas preguntas, Dios aconseja a Caín.
En primer lugar, Dios exhorta a Caín a “hace[r] lo bueno” (RVC), a obrar rectamente. Es un llamado al arrepentimiento y a cambiar de actitud. Dios le promete a Caín que será “aceptado” (LBLA) y perdonado. En cierto sentido, está diciendo que Caín puede contar con la aceptación de Dios, pero debe hacerse en los términos de Dios, no en los de Caín.
Por otro lado, “si no haces lo bueno, el pecado está a la puerta y te seducirá; pero tú debes enseñorearte de él” (Gén. 4:7, RVA-2015). El consejo de Dios ha revelado la raíz del pecado y esta se encuentra en Caín mismo. Aquí, nuevamente, Dios aconseja a Caín, y busca guiarlo en el camino que debe seguir.
El segundo consejo de Dios se refiere a la actitud que debe asumir con este pecado, que está a la puerta, “al acecho y ansioso por controlarte” (NTV). Dios recomienda el autocontrol: “Tú debes dominarlo y ser su amo” (NTV). El mismo principio resuena en Santiago, cuando explica que “cada uno es tentado cuando se deja llevar y seducir por sus propios malos deseos” (Sant. 1:14, RVC). El evangelio nos ofrece la promesa no solo del perdón por el pecado, sino también de la victoria sobre él. (Ver 1 Cor. 10:13.) En definitiva, Caín no tenía a nadie a quien culpar por su pecado, sino a sí mismo. Generalmente, ¿no es así con todos nosotros también?
¿Qué nos enseña esa lamentable historia sobre el libre albedrío y que Dios no nos obligará a obedecer?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Afirman algunos que la humanidad no necesita redención, sino desarrollo, y que ella puede refinarse, elevarse y regenerarse por sí misma. Como Caín pensó lograr el favor divino mediante una ofrenda que carecía de la sangre del sacrificio, así obran los que esperan elevar a la humanidad a la altura del ideal divino sin valerse del sacrificio expiatorio. La historia de Caín demuestra cuál será el resultado de esta teoría. Demuestra lo que será el hombre sin Cristo. La humanidad no tiene poder para regenerarse a sí misma. No tiende a subir hacia lo divino, sino a descender hacia lo satánico. Cristo es nuestra única esperanza (Conflicto y valor, p. 25).
Caín no se arrepintió. En lugar de censurarse y aborrecerse por su incredulidad, siguió quejándose de la injusticia y la parcialidad de Dios. E impulsado por sus celos y su odio contendió con Abel y lo cubrió de reproches. Este mansamente señaló el error de su hermano y le demostró que el mal estaba en él mismo. Pero Caín odió a su hermano desde el momento cuando Dios le manifestó las pruebas de su aceptación. Abel trató de apaciguar su ira al recordarle la compasión que Dios había tenido al conservar con vida a sus padres cuando podría habérsela quitado inmediatamente. Le dijo que Dios los amaba, pues si así no hubiera sido no habría dado a su Hijo, inocente y santo, para que soportara la ira que el hombre merecía sufrir por su desobediencia…
Mientras Abel justificaba el plan de Dios, Caín se enojó, y su odio creció y ardió contra Abel hasta que en un arrebato de ira le dio muerte. El Señor preguntó a Caín dónde estaba su hermano, y este contestó con una mentira: «No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano?» Dios… le dijo: «La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra» (La historia de la redención, pp. 55, 56).
Es peligroso detenerse para contemplar las ventajas de ceder a las sugestiones de Satanás. El pecado significa deshonra y ruina para toda alma que se entrega a él; pero es de naturaleza tal que ciega y engaña, y nos tentará con presentaciones lisonjeras. Si nos aventuramos en el terreno de Satanás, no hay seguridad de que seremos protegidos contra su poder. En cuanto sea posible debemos cerrar todas las puertas por las cuales el tentador podría llegar hasta nosotros…
La única salvaguardia contra el mal consiste en que mediante la fe en su justicia Cristo more en el corazón. La tentación tiene poder sobre nosotros porque existe egoísmo en nuestros corazones. Pero cuando contemplamos el gran amor de Dios, vemos el egoísmo en su carácter horrible y repugnante, y deseamos que sea expulsado del alma. A medida que el Espíritu Santo glorifica a Cristo, nuestro corazón se ablanda y se somete, la tentación pierde su poder y la gracia de Cristo transforma el carácter (El discurso maestro de Jesucristo, p. 100).
Miércoles 13 de abril________________________________________________
EL CASTIGO DE CAÍN
Lee Génesis 4:9 al 16. ¿Por qué Dios pregunta “¿Dónde está Abel, tu hermano?” ¿Cuál es la conexión entre el pecado de Caín y el hecho de que él se convirtiera en “errante y extranjero […] en la tierra” (Gén. 4:12)?
Génesis 4:9-16
9 Y Jehová dijo a Caín: ¿Dónde está Abel tu hermano? Y él respondió: No sé. ¿Soy yo acaso guarda de mi hermano? 10 Y él le dijo: ¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. 11 Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano. 12 Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y extranjero serás en la tierra. 13 Y dijo Caín a Jehová: Grande es mi castigo para ser soportado. 14 He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará. 15 Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso señal en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara.16 Salió, pues, Caín de delante de Jehová, y habitó en tierra de Nod, al oriente de Edén.
La pregunta de Dios a Caín es similar a la que le hace a Adán en el Edén: “¿Dónde estás tú?” Este eco sugiere que existe un vínculo entre el pecado en el Edén y este pecado: el último pecado (de Caín) era resultado del primero (el pecado de Adán).
Sin embargo, Caín no reconoce su pecado; él lo niega; aunque Adán no, a pesar de que trató de echar la culpa sobre otros. Caín, al contrario, desafía abiertamente a Dios, quien no pierde el tiempo, al confrontar a Caín con su crimen. Cuando Dios formula la tercera pregunta: “¿Qué has hecho?”, ni siquiera espera una respuesta. Le recuerda a Caín que él lo sabe todo, porque la voz de la sangre de Abel le ha llegado desde la tierra (Gén. 4:10), una imagen que significa que Dios está al tanto del asesinato y responderá a ello. Abel está en la tierra, un vínculo que tiene relación directa con la Caída y con lo que el Señor ha dicho que le sucedería a Adán (ver Gén. 3:19).
Lee Génesis 4:14. ¿Qué importancia tienen las palabras de Caín: “de tu presencia me esconderé”?
Génesis 4:14
14 He aquí me echas hoy de la tierra, y de tu presencia me esconderé, y seré errante y extranjero en la tierra; y sucederá que cualquiera que me hallare, me matará.
Como se derramó la sangre de Abel en tierra, esta vuelve a recibir una maldición (Gén. 4:12). Como resultado, Caín es condenado a vivir como refugiado, lejos de Dios. Recién cuando Caín escucha la sentencia de Dios, reconoce la importancia de la presencia divina; porque sin ella, teme por su vida. Incluso después de asesinar a sangre fría a su hermano y de su actitud desafiante, el Señor todavía le muestra misericordia. Y, aunque “Caín se alejó de la presencia del Señor” (Gén. 4:16, NVI), el Señor todavía le brindó algún tipo de protección. Exactamente cuál era esa “señal” (Gén. 4:15), no lo sabemos, pero sea cual fuere, la recibió solo por la gracia de Dios.
“De tu presencia me esconderé” (Gén. 4:14). Qué situación tan trágica para cualquiera. ¿Cuál es la única forma en que nosotros, como pecadores, podemos evitar esa situación?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Dios había dado a Caín una oportunidad para que confesara su pecado. Había tenido tiempo para reflexionar. Conocía la enormidad de la acción que había cometido y de la mentira de que se había valido para esconder su crimen; pero seguía aun en su rebeldía, y la sentencia no se hizo esperar.
Aunque Caín merecía la sentencia de muerte por sus crímenes, el misericordioso Creador le perdonó la vida y le dio oportunidad para arrepentirse. Pero Caín Vivió solo para endurecer su corazón, para alentar la rebelión contra la divina autoridad, y para convertirse en jefe de un linaje de osados y réprobos pecadores. Este apóstata, dirigido por Satanás, llegó a ser un tentador para otros; y su ejemplo e influencia hicieron sentir su fuerza desmoralizadora, hasta que la tierra llegó a estar tan corrompida y llena de violencia que fue necesario destruirla.
Al recibir la maldición de Dios, Caín se había retirado de la familia de sus padres… Se había retirado de la presencia del Señor, desechando la promesa del Edén restaurado, para buscar riquezas y placer en la tierra maldita por el pecado, y así se había destacado como caudillo de la gran multitud que adora al dios de este mundo. Sus descendientes se distinguieron en todo lo referente al mero progreso terrenal y material. Pero menospreciaron a Dios, y se opusieron a sus propósitos hacia el hombre (Conflicto y valor, p. 27).
Al perdonarle la vida a Caín el homicida, Dios dio al mundo un ejemplo de lo que sucedería si le fuese permitido al pecador seguir llevando una vida de iniquidad sin freno. La influencia de las enseñanzas y de la conducta de Caín arrastraron al pecado a multitudes de sus descendientes, hasta «que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal». «Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia». Génesis 6:5, 11 (El conflicto de los siglos, p. 531).
Dios ha dado a cada hombre su obra, y si cualquiera se aparta de la obra que Dios le ha dado, para hacer la obra de Satanás, para mancillar su propio cuerpo o guiar a otros al pecado, la obra de ese hombre está maldita y se coloca sobre él la marca de Caín. La ruina de su víctima clamará a Dios como lo hizo la sangre de Abel.
Cualquier hombre. que procura forzar o regir la razón de cualquier otro hombre, se convierte en un instrumento de Satanás para hacer su obra, y lleva la señal de Caín (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. l, p. 1101).
Jueves 14 de abril__________________________________________________
LA MALDAD DEL HOMBRE
Lee Génesis 4:17 al 24. ¿Cuál fue el legado de Caín? El crimen de Caín, ¿cómo abrió el camino para la creciente maldad de la humanidad?
Génesis 4:17-24
17 Y conoció Caín a su mujer, la cual concibió y dio a luz a Enoc; y edificó una ciudad, y llamó el nombre de la ciudad del nombre de su hijo, Enoc. 18 Y a Enoc le nació Irad, e Irad engendró a Mehujael, y Mehujael engendró a Metusael, y Metusael engendró a Lamec. 19 Y Lamec tomó para sí dos mujeres; el nombre de la una fue Ada, y el nombre de la otra, Zila. 20 Y Ada dio a luz a Jabal, el cual fue padre de los que habitan en tiendas y crían ganados. 21 Y el nombre de su hermano fue Jubal, el cual fue padre de todos los que tocan arpa y flauta. 22 Y Zila también dio a luz a Tubal-caín, artífice de toda obra de bronce y de hierro; y la hermana de Tubal-caín fue Naama. 23 Y dijo Lamec a sus mujeres: Ada y Zila, oíd mi voz; Mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, Y un joven por mi golpe. 24 Si siete veces será vengado Caín, Lamec en verdad setenta veces siete lo será.
El nieto de Caín, Lamec, se refiere al crimen de Caín en el contexto del suyo. Esta comparación entre el crimen de Caín y el crimen de Lamec es reveladora. Mientras que Caín guarda silencio sobre su único crimen registrado, Lamec parece estar jactándose del suyo, y lo expresa en un canto (Gén. 4:23, 24). Si bien Caín pide la misericordia de Dios, no se registra que Lamec la pidiera. Mientras que Caín es vengado siete veces por Dios, Lamec cree que será vengado setenta veces siete (ver Gén. 4:24), un indicio de que él es muy consciente de su culpa.
Además, Caín es monógamo (Gén. 4:17); Lamec introduce la poligamia, porque la Escritura dice específicamente que “tomó para sí dos mujeres” (Gén. 4:19). Esta intensificación y exaltación del mal definitivamente afectará a las próximas generaciones de cainitas.
Inmediatamente después de este episodio de maldad en la familia cainita, el texto bíblico registra un nuevo acontecimiento que contrarresta la tendencia cainita. “Conoció de nuevo Adán a su mujer” (Gén. 4:25), y el resultado fue el nacimiento de Set, nombre que le pone Eva para indicar que Dios había sustituido “otro hijo” en lugar de Abel.
Por cierto, la historia del nombre Set precede a Abel. El nombre Set deriva del verbo hebreo ‘ashit, “pondré” (Gén. 3:15), que da comienzo a la profecía mesiánica. La simiente mesiánica se transmitirá en el linaje setita. Posteriormente, el texto bíblico da el registro del linaje mesiánico que comienza con Set (Gén. 5:3), e incluye a Enoc (Gén. 5:24), Matusalén, y termina con Noé (Gén. 6:8).
La frase “hijos de Dios” (Gén. 6:2) se refiere al linaje de Set, porque están destinados a preservar la imagen de Dios (Gén. 5:1, 4). Por otro lado, la identificación “las hijas de los hombres” (Gén. 6:2) parece tener una connotación negativa, ya que se contrasta la descendencia de quienes son conforme a la imagen de Dios con quienes son conforme a la imagen de los hombres. Y es bajo la influencia de estas “hijas de los hombres” que los hijos de Dios “tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Gén. 6:2), lo que indica la dirección equivocada que estaba tomando la humanidad.
Lee Génesis 6:1 al 5. ¡Qué testimonio tan poderoso de la corrupción del pecado! ¿Por qué debemos hacer todo lo posible, con la ayuda de Dios, para erradicar el pecado de nuestra vida?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Adán tuvo otro hijo que debía ser el heredero de la promesa divina, el heredero de la primogenitura espiritual. El nombre dado a este hijo, Set, significa «señalado» o «compensación;» pues, dijo la madre: «Dios me ha sustituido otra simiente en lugar de Abel, a quien mató Caín». Génesis 4:25. Set aventajaba en estatura a Caín y Abel, y se parecía a su padre Adán más que sus otros hermanos. Tenía un carácter digno, y seguía las huellas de Abel. Sin embargo, no había heredado más bondad natural que Caín.
Acerca de la creación de Adán se dice: «A la semejanza de Dios lo hizo;» pero el hombre, después de la caída, «engendró un hijo a su semejanza, conforme a su imagen». Génesis 5:1, 3. En tanto que Adán había sido creado sin pecado, a la semejanza de Dios, Set, así como Caín, heredó la naturaleza caída de sus padres. Pero recibió también el conocimiento del Redentor, e instrucción acerca de la justicia. Mediante la gracia divina sirvió y honró a Dios; y trabajó, como Abel lo hubiera hecho, de haber vivido, por cambiar las mentes pecaminosas de los hombres y encauzarlas a reverenciar y obedecer a su Creador (Historia de los patriarcas y profetas, p. 66).
Al homicidio, cuya comisión iniciara Caín, Lamec, su quinto descendiente, agregó la poligamia, y con cínica jactancia, reconoció a Dios tan solo para sacar de la venganza prometida a Caín una garantía de su propia salvaguardia. Abel había llevado una vida pastoral, habitando en tiendas o cabañas, y los descendientes de Set hicieron lo mismo y se consideraron «peregrinos y advenedizos sobre la tierra», que buscaban una patria «mejor, es a saber, la celestial». Hebreos 11:13, 16.
Durante algún tiempo las dos clases permanecieron separadas. Esparciéndose del lugar en que se establecieron primeramente, los descendientes de Caín se dispersaron por todos los llanos y valles donde habían habitado los hijos de Set; y estos, para escapar a la influencia contaminadora de aquéllos, se retiraron a las montañas, y allí establecieron sus hogares. Mientras duró esta separación, los hijos de Set mantuvieron el culto a Dios en toda su pureza. Pero con el transcurso del tiempo, se aventuraron poco a poco a mezclarse con los habitantes de los valles. Esta asociación produjo los peores resultados. Vieron «los hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas». Génesis 6:2. Atraídos por la hermosura de las hijas de los descendientes de Caín, los hijos de Set desagradaron al Señor aliándose con ellas en matrimonio.
Muchos de los que adoraban a Dios fueron inducidos a pecar mediante los halagos que ahora estaban constantemente ante ellos, y perdieron su carácter peculiar y santo. Al mezclarse con los depravados, llegaron a ser semejantes a ellos en espíritu y en obras; menospreciaron las restricciones del séptimo mandamiento, y «tomáronse mujeres escogiendo entre todas». Los hijos de Set siguieron «el camino de Caín» (Judas 11), fijaron su atención en la prosperidad y el gozo terrenales y descuidaron los mandamientos del Señor. A los hombres «no les pareció tener a Dios en su noticia; se desvanecieron en sus discursos, y el necio corazón de ellos fue entenebrecido». Por tanto, «Dios los entregó a una mente depravada». Romanos 1:21, 28. El pecado se extendió por toda la tierra como una lepra mortal (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 67, 68).
Viernes 15 de abril__________________________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
La consabida frase “Enoc caminó con Dios” (Gén. 5:22, 24) significa compañerismo íntimo y diario con Dios. La relación personal de Enoc con Dios era tan especial que “le llevó Dios” (Gén. 5:24). Sin embargo, esta última frase es única en la genealogía de Adán, y no apoya la idea de una vida inmediata en el Paraíso para aquellos que “caminan con Dios”. Fíjate que Noé también caminó con Dios (Gén. 6:9), y murió como todos los demás seres humanos, incluyendo a Adán y Matusalén. También es interesante notar que no se da ninguna razón para justificar esta gracia especial.
“Enoc se convirtió en el predicador de la justicia, e hizo saber al pueblo lo que Dios le había revelado. Los que temían al Señor buscaban a este hombre santo, para compartir su instrucción y sus oraciones. También trabajó públicamente, dando los mensajes de Dios a todos los que querían oír las palabras de advertencia. Su obra no se limitaba a los descendientes de Set. En la tierra adonde Caín había tratado de huir de la divina presencia, el profeta de Dios dio a conocer las maravillosas escenas que había presenciado en visión. ‘He aquí –dijo–, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente’ (Jud. 14, 15)” (PP 73, 74).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- ¿Por qué Caín mató a su hermano? Lee el siguiente comentario de Elie Wiesel: “¿Por qué lo hizo? Quizá quería quedarse solo: hijo único, y tras la muerte de sus padres, hombre único. Solo como Dios y quizá solo en lugar de Dios. […] Caín mató para llegar a ser Dios. […] Cualquier hombre que se crea Dios termina asesinando a hombres” (Elie Wiesel, Messengers of God: Biblical Portraits and Legends, p. 58). ¿Cómo podemos asegurarnos de no reflejar la actitud de Caín, aunque no cometamos un asesinato?
- Comparen la expectativa de vida de los antediluvianos (Gén. 5) con la de los patriarcas. ¿Cómo explicaríamos esta disminución de la extensión de la existencia humana? ¿Cómo contrarresta esta degeneración las premisas del darwinismo moderno?