Escuela Sabatica Para Maestros

Material Auxiliar Para Maestros de Escuela Sabatica

Lección 4 – TEMAN A DIOS Y DENLE GLORIA – Para el 22 de abril de 2023

Deja un comentario


Lección 4 en PDF, haga «CLICK» aquí


Enlace para el libro:

https://citasselectasdelespiritudeprofecia.com/


Por favor visite esta página mas tarde para encontrar el enlace, o visite escuela sabática maestros Tony Garcia en YouTube.

Usualmente el video es subido al internet, el sábado por la noche o el domingo.


LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA

Año

1er Trimestre

2o Trimestre

3er Trimestre

4o Trimestre

2023

Mayordomía El Mensaje de los Tres Ángeles Efesios Norma Cultural y Mente Misionera de Personajes Bíblicos*

2024

Salmos El Gran Conflicto Marcos Juan

2025

Amor y Justicia en la Biblia Como Estudiar la Profecía y la Inspiración Éxodo Como Permanecer en Relación con Dios

2026

Colosenses – Filipenses Religión en el Mercado** Josué El Espíritu de Profecía

2027

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel

2028

* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

** Religion in the Market Place


Si desea ver esta lección en YouTube, por favor haga «CLICK» en los siguiente enlace.


Lección 4: Para el 22 de abril de 2023

TEMAN A DIOS Y DENLE GLORIA

Sábado 15 de abril______________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Apocalipsis 14; Génesis 22:12; Eclesiastés 12:13, 14; Colosenses 3:1, 2; Hebreos 12:1, 2; 1 Corintios 3:16, 17.

PARA MEMORIZAR:

“ ‘¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús!’ ” (Apoc. 14:12).

El filósofo danés Søren Kierkegaard contó una parábola sobre el tiempo del fin, que decía algo así:

Un incendio estalló entre bastidores en un gran teatro. Un payaso, que había sido parte de la actuación, salió para advertirle a la audiencia: ¡Salgan; el lugar está en llamas! El público pensó que era solo una gran broma, parte del espectáculo, que eso era todo, y solo aplaudía. Él repitió la advertencia: ¡Salgan! ¡Salgan! Pero, cuanto más enfáticamente les advertía, más aplausos recibía. Para Kierkegaard, así es como va a terminar el mundo; es decir, ante el aplauso general de los testigos que creen que es una “broma”.

El fin del mundo, y los acontecimientos que lo preceden, no son una broma. El mundo se enfrenta a la crisis más grave desde el Diluvio. De hecho, el mismo Pedro utiliza la historia del Diluvio como un símbolo del fin y advierte que, así como el mundo antiguo pereció por el agua, en el tiempo del fin, “los cielos desaparecerán con gran estruendo; los elementos serán destruidos por el fuego, y la Tierra y todas sus obras serán quemadas” (2 Ped. 3:10). Como ya se nos advirtió sobre lo que vendrá, ahora tenemos que estar preparados para ello también.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Como Dios reveló su voluntad a los hebreos cautivos, que estaban alejados de las costumbres y prácticas de un mundo que yacía en la iniquidad, así comunicará el Señor la luz del cielo a todos los que aprecian un «Así dice Jehová». A ellos les dará a conocer su voluntad. Dios revelará el significado de su Palabra a quienes estén menos atados a las ideas mundanas, y más alejados de la ostentación, la vanidad, el orgu110 y el amor a la promoción, a quienes se presenten como su pueblo peculiar, celoso de buenas obras; a ellos él revelará el significado de su Palabra. La primera manifestación del poder de Dios dada a los cautivos hebreos demostró la defectuosa sabiduría de los grandes de la Tierra. La sabiduría de los hombres es necedad para Dios. Los magos reconocieron su ignorancia respecto de la Luz antes que el Señor les revelara su suprema sabiduría. Dios mostró que la sabiduría de los agentes humanos que malversaron los talentos que él les había dado era necedad…

Nuestra obra ahora es la de iluminar al mundo, en lugar de dar un mensaje de paz y seguridad. Se ha puesto un estandarte en nuestras manos sobre el que está escrito: «Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús». Apocalipsis 14:12. Este es un mensaje claro que produce separación, un mensaje que debe darse con un sonido certero. Ha de alejar a la gente de las cisternas rotas que no contienen agua de la fuente de agua viva (El otro poder, pp. 101, 102).

¿No están sucediendo bastantes cosas en derredor nuestro para mostrarnos los peligros que asedian nuestra senda? Por doquiera vemos náufragos de la humanidad, el culto familiar descuidado, hogares quebrantados. Hay un extraño abandono de los principios buenos, un rebajamiento de la norma de moralidad; están aumentando rápidamente los pecados que atrajeron los juicios de Dios sobre la tierra en ocasión del diluvio y la destrucción de Sodoma por el fuego. Nos estamos acercando al fin. Dios ha soportado largo tiempo la perversidad, pero su castigo no es menos seguro. Apártense de toda iniquidad los que profesan ser la  luz del mundo. Vemos manifestado contra la verdad el mismo espíritu que se vio en el tiempo de Cristo. Por falta de argumentos bíblicos, los que anulan la ley de Dios fabricarán mentiras para manchar y ennegrecer a los obreros. Así lo hicieron con el Redentor del mundo; y así harán con quienes le sigan. Serán presentados como verdad informes que no tienen el menor fundamento.

Dios ha bendecido a sus hijos que guardan sus mandamientos, y toda la oposición y las mentiras que hayan de arrostrar no harán sino fortalecer a los que defienden con firmeza la fe una vez dada a los santos. Pero si los que profesan ser depositarios de la ley de Dios vienen a ser transgresores de esa ley, el Señor les retirará su cuidado protector, y muchos caerán por la perversidad y la licencia. Entonces nos veremos  de veras incapacitados para subsistir delante de nuestros enemigos. Pero si los suyos permanecen separados y distintos del mundo, como linaje que hace justicia, Dios será su defensa, y no habrá armas forjadas contra ellos que prosperen (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 566, 567).


Domingo 16 de abril____________________________________________________

TEMAN A DIOS

El propósito del libro de Apocalipsis para nuestra generación es preparar a un pueblo para el pronto regreso de Jesús y unirse con él para dar el mensaje de los últimos días al mundo. Apocalipsis revela los planes de Dios y desenmascara los planes de Satanás. Presenta el llamado final de Dios, su mensaje urgente, eterno y universal para toda la humanidad.

Lee el llamado urgente del apóstol Juan en Apocalipsis 14:7. (Ver también Gén. 22:12; Sal. 89:7; Prov. 2:5; Ecl. 12:13, 14; Efe. 5:21). ¿Qué instrucción específica nos da?

Apocalipsis 14:7

diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas.

Génesis 22:12

12 Y dijo: No extiendas tu mano sobre el muchacho, ni le hagas nada; porque ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único.

Salmos 89:7

7 Dios temible en la gran congregación de los santos, Y formidable sobre todos cuantos están alrededor de él.

Proverbios 2:5

Entonces entenderás el temor de Jehová, Y hallarás el conocimiento de Dios.

Eclesiastés 12:13-14

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Efesios 5:21

21 Someteos unos a otros en el temor de Dios.

La palabra griega del Nuevo Testamento para “teman”, en Apocalipsis 14:7, es phobeo. Aquí se utiliza no en el sentido de tenerle miedo de Dios, sino en el de reverencia, admiración y respeto. Transmite el pensamiento de lealtad absoluta a Dios y de entrega total a su voluntad. Es una actitud de la mente que se centra en Dios, y no en el yo. Es lo opuesto a la actitud de Lucifer en Isaías 14:13 y 14, cuando dice en su corazón: “ ‘Subiré al cielo, en lo alto, por encima de las estrellas de Dios levantaré mi trono, en el Monte de la Reunión, al lado norte me sentaré. Sobre las altas nubes subiré, y seré semejante al Altísimo’ ”. Es la actitud de Cristo, “quien, aunque era de condición divina […] se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Fil. 2:6, 8).

La esencia del Gran Conflicto gira en torno a la sumisión a Dios. Lucifer era egocéntrico; se negó a someterse a cualquier autoridad que no sea la suya. En lugar de someterse a aquel que ocupaba el Trono, Lucifer deseaba gobernar desde el Trono. En pocas palabras, temer a Dios es darle el primer lugar en nuestro pensamiento. Es renunciar a nuestro egocentrismo y orgullo, y vivir totalmente para él.

Y obviamente debe ser importante, porque son las primeras palabras que pronuncia el primero de los tres ángeles.

Por lo tanto, debemos prestar atención.

¿Cuál ha sido tu experiencia en cuanto a temer a Dios? ¿Cómo le explicarías a alguien, de manera positiva, por qué “el temor de Dios” es algo bueno?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El tercer ángel vuela por en medio del cielo anunciando los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Representa la obra que debe hacerse en estos últimos días. El mensaje no pierde nada de su poder al progresar en su vuelo. Juan ve que la obra crece en potencia hasta que toda la tierra se llena con la gloria de Dios. El mensaje: «Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio es venida», debe ser dado en alta voz. Con celo y energías más intensos, los seres humanos deben impulsar la obra del Señor. Los hombres, las mujeres y los niños deben prepararse para dar el mensaje en el hogar, en la escuela y en la iglesia… Necesitamos jóvenes y señoritas fuertes, devotos y abnegados, que avancen hacia el frente (Hijos e hijas de Dios, p. 209).

Los discípulos de Cristo deben precaverse hoy contra la tendencia a perder el espíritu de reverencia y temor piadoso. Las Escrituras enseñan a los hombres cómo deben acercarse a su Hacedor, a saber con humildad y reverencia, por la fe en un Mediador divino. El salmista declaró:

«Porque Jehová es Dios grande;

Y Rey grande sobre todos los dioses…

Venid, adoremos y postrémonos;

Arrodillémonos delante de Jehová nuestro hacedor». Salmo 95:3, 6…

La verdadera reverencia hacia Dios nos es inspirada por un sentido de su infinita grandeza y un reconocimiento de su presencia. Este sentido del Invisible debe impresionar profundamente todo corazón. La presencia de Dios hace que tanto el lugar como la hora de la oración sean sagrados. Y al manifestar reverencia por nuestra actitud y conducta, se profundiza en nosotros el sentimiento que la inspira. «Santo y temible es su nombre» (Salmo 111:9, VM), declara el salmista. Los ángeles se velan el rostro cuando pronuncian ese nombre. ¡Con qué reverencia debieran pronunciarlo nuestros labios, puesto que somos seres caídos y pecaminosos! (Profetas y reyes, pp. 33, 34).

La humildad y la reverencia deben caracterizar el comportamiento de todos los que se allegan a la presencia de Dios. En el nombre de Jesús podemos acercarnos a él con confianza, pero no debemos hacerlo con la osadía de la presunción, como si el Señor estuviese al mismo nivel que nosotros. Algunos se dirigen al Dios grande, todopoderoso y santo, que habita en luz inaccesible, como si se dirigieran a un igual o a un inferior. Hay quienes se comportan en la casa de Dios como no se atreverían a hacerlo en la sala de audiencias de un soberano terrenal. Los tales debieran recordar que están ante la vista de Aquel a quien los serafines adoran, y ante quien los ángeles cubren su rostro. A Dios se le debe reverenciar grandemente; todo el que verdaderamente reconozca su presencia se inclinará humildemente ante él, y como Jacob cuando contempló la visión de Dios, exclamará: «¡Cuán terrible es este lugar! No es otra cosa que casa de Dios, y puerta del cielo». Génesis 28:17 (Historia de los patriarcas y profetas, pp. 256, 257).


Lunes 17 de abril_______________________________________________________

TEMER Y OBEDECER A DIOS

¿Qué más nos enseña la Biblia acerca de lo que significa temer a Dios?

Lee Deuteronomio 6:2; Salmo 119:73 y 74; y Eclesiastés 12:13 y 14. ¿Qué revelan estos pasajes sobre el resultado de “temer a Dios”?

Deuteronomio 6:2

para que temas a Jehová tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te mando, tú, tu hijo, y el hijo de tu hijo, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.

Salmo 119:73-74

73 Tus manos me hicieron y me formaron; Hazme entender, y aprenderé tus mandamientos. 74 Los que te temen me verán, y se alegrarán, Porque en tu palabra he esperado.

Eclesiastés 12:13-14

13 El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios, y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre. 14 Porque Dios traerá toda obra a juicio, juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala.

Estos pasajes revelan un vínculo entre temer a Dios y guardar sus mandamientos. Temer a Dios es una actitud de respeto reverencial que nos lleva a la obediencia. El llamado urgente del Cielo es que quienes son salvos por gracia sean obedientes a los mandamientos de Dios (Efe. 2:8-10). La gracia no nos libera de obedecer los mandamientos de Dios. El evangelio nos libera de la condenación de la Ley, no de nuestra responsabilidad de obedecerla.

La gracia no solo nos libera de la culpabilidad de nuestro pasado, sino además nos faculta para llevar una vida de obediencia a Dios en el presente. El apóstol Pablo declara que “recibimos la gracia y el apostolado, para la obediencia de la fe, por amor a su nombre, en todas las naciones” (Rom. 1:5).

Hay algunos que tienen la extraña idea de que la salvación por gracia de alguna manera niega la Ley de Dios o minimiza la necesidad de obediencia. Creen que cualquier charla sobre obediencia es legalismo. Ellos declaran: Todo lo que quiero es a Jesús. La pregunta es: “¿Cuál Jesús?” ¿Un Jesús de nuestra propia creación o el Jesús de las Escrituras? El Cristo de las Escrituras nunca nos lleva a restarle importancia a su Ley, que es la transcripción de su carácter. El Cristo de las Escrituras nunca nos lleva a minimizar las doctrinas de la Biblia, que revelan más claramente quién es él y su plan para este mundo. El Cristo de las Escrituras nunca nos lleva a reducir su enseñanza a trivialidades piadosas, que no son esenciales. Cristo es la encarnación de toda verdad doctrinal. Jesús es la Verdad encarnada. Él es la doctrina personificada.

El llamado final de Apocalipsis nos insta, mediante la fe en Jesús, a aceptar la plenitud de todo lo que él ofrece. Nos llama a “temer a Dios”, que se expresa por la fe en su poder redentor que nos capacita para vivir de manera piadosa y obediente.

Estas palabras de Jesús: “No teman a los que matan el cuerpo, porque el alma no pueden matar. Antes teman al que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (Mat. 10:28)”, ¿cómo nos ayudan a entender lo que significa temer a Dios?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

«Somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas». Efesios 2:10.

En su divina disposición, en virtud del favor inmerecido del Señor, él ha ordenado que las buenas obras sean recompensadas. Somos aceptados solo por los méritos de Cristo; y los actos de misericordia, las acciones de caridad que realizamos, son los frutos de la fe, y llegan a ser una bendición para nosotros; pues los hombres serán recompensados de acuerdo con sus obras.

Es la fragancia de los méritos de Cristo lo que hace aceptable para Dios nuestras buenas obras, y es la gracia la que nos capacita para hacer las obras por las cuales él nos recompensa. Nuestras obras en sí mismas, y por sí mismas, no tienen ningún mérito. y nuestras obras no podrían haber sido hechas con la fuerza de nuestra propia naturaleza pecaminosa.

El Señor nos ha pedido que nos acerquemos a él y él se acercará a nosotros; y acercándonos a él recibimos la gracia por la cual podemos hacer las obras que serán recompensadas por él (Mensajes selectos, t. 3, pp. 227, 228).

Una religión legal no puede nunca conducir las almas a Cristo, porque es una religión sin amor y sin Cristo. El ayuno o la oración motivada por un espíritu de justificación propia, es abominación a Dios. La solemne asamblea para adorar, la repetición de ceremonias religiosas, la humillación externa, el sacrificio imponente, proclaman que el que hace esas cosas se considera justo, con derecho al cielo, pero es todo un engaño. Nuestras propias obras no pueden nunca comprar la salvación.

Como fue en los días de Cristo, así es hoy; los fariseos no conocen su indigencia espiritual… La justicia de Cristo es para ellos como un manto sin estrenar, una fuente sellada…

El hombre debe despojarse de sí mismo antes que pueda ser, en el sentido más pleno, creyente en Jesús. Entonces el Señor puede hacer del hombre una nueva criatura. Los nuevos odres pueden contener el nuevo vino. El amor de Cristo animará al creyente con nueva vida. En aquel que mira al Autor y Consumador de nuestra fe, se manifestará el carácter de Cristo (El Deseado de todas las gentes, pp. 246, 247).

La fortaleza que se dio a Cristo en el huerto de Getsemaní, en la hora del sufrimiento corporal y la angustia mental, fue dada y se dará a los que sufren por causa de su amado nombre. La misma gracia que se dio a Jesús, el mismo consuelo, la firmeza sobrehumana, se darán a cada creyente hijo de Dios que se encuentra en perplejidad y sufrimiento, y amenazado con prisión y muerte por los agentes de Satanás. Un alma que confía en Cristo nunca ha sido abandonada para que perezca. El potro de tormento, la hoguera, los muchos y crueles inventos pueden matar el cuerpo, pero no pueden tocar la vida que está escondida con Cristo en Dios (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 5, p. 1098).


Martes 18 de abril______________________________________________________

VIVIR ENFOCADOS EN DIOS

En la era del consumismo, cuando los valores seculares han hecho del yo el centro, el llamado del Cielo es a apartarse de la tiranía del egocentrismo y de la esclavitud de la importancia desmedida del yo, y colocar a Dios en el centro de nuestra vida. Para algunos, el dinero es el centro de su vida. Para otros, es el placer o el poder. Para otros, pueden ser los deportes, la música o el entretenimiento. El mensaje de Apocalipsis es un llamado claro a temer, respetar y honrar a Dios como el verdadero centro de la vida.

Lee Mateo 6:33; Colosenses 3:1 y 2; y Hebreos 12:1 y 2. ¿Qué nos dicen estos pasajes acerca de hacer de Dios el verdadero centro de nuestra vida?

Mateo 6:33

33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.

Colosenses 3:1-2

1 Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.

Hebreos 12:1-2

1 Por tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios.

El tema central en el conflicto final de la Tierra es la batalla por la mente. En realidad es la batalla por la lealtad, la autoridad y el compromiso con la voluntad de Dios.

La batalla final en el gran conflicto entre el bien y el mal es por el control de nuestros pensamientos. El apóstol Pablo nos da esta amonestación: “Haya en ustedes esta manera de pensar que hubo también en Cristo Jesús” (Fil. 2:5, RVA-2015). La mente es la ciudadela de nuestro ser, es el manantial de nuestras acciones. La palabra “haya” significa permitan o elijan. Habla de un acto volitivo, de la voluntad. La elección de tener la mente de Cristo es la decisión de permitir que Jesús moldee nuestro pensamiento, llenando nuestra mente con las cosas de la Eternidad. Nuestro accionar revela dónde está nuestro proceso de pensamiento. Temer a Dios es hacer que él sea lo primero en nuestra vida.

Piensa en lo fácil que es, en cierto sentido, controlar tus pensamientos; al menos cuando eres consciente de que necesitas controlarlos. Comúnmente el problema es que, a menos que hagamos un esfuerzo consciente para espaciarnos en las cosas correctas –las “cosas de arriba, no en las de la Tierra”–, nuestra mente, caída y pecaminosa, naturalmente tenderá hacia las cosas bajas, las cosas del mundo. Por lo tanto, necesitamos elegir deliberadamente espaciarnos en las cosas celestiales, como dijo Pablo, utilizando el don sagrado del libre albedrío.

“Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, piensen en eso” (Fil. 4:8). ¿Cómo aprendemos a hacer lo que Pablo nos dice aquí?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Se me ha instruido que cada creyente debe velar en oración, para que no fracase en la ‘batalla de la vida cristiana. Cada alma debiera buscar diariamente al Señor con un ferviente propósito de mañana, de tarde y de noche, para que la mente se espacie en la Palabra de Dios, con el fin de comprender sus requerimientos.

El asunto más importante consiste en servir al Señor con corazón indiviso, y tratar de ser, con el corazón y la mente, propiedad del Señor. Todos los que acudan al Salvador en procura de consejo recibirán la ayuda que necesitan, si vienen humildemente, y se aferran con firmeza de esta promesa: «Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá». Mateo 7:7

Levante las normas, mi hermano, comenzando con una entrega completa, y continuando con la sencilla obediencia a todos los mandamientos del Señor, de acuerdo con sus directivas especiales. No se debe descuidar ninguna de las cosas importantes especificadas en su Palabra (Cada día con Dios, p. 126).

Usted debiera controlar sus pensamientos. Esto no será fácil; no lo puede realizar sin severo y serio esfuerzo. Sin embargo, eso es lo que Dios requiere de usted; es el deber que descansa sobre todo ser responsable. Usted es responsable ante Dios por sus pensamientos. Si fomenta ideas vanas y permite que su mente se espacie en temas impuros, en cierta medida es tan culpable ante Dios como si llevara a la práctica sus pensamientos. Todo lo que impide la acción es la falta de una oportunidad. Los sueños de día y de noche y la construcción de castillos en el aire son hábitos malos y excesivamente peligrosos.

Cuando se han arraigado, es casi imposible quebrar esos hábitos y dirigir los pensamientos a temas puros, santos y elevados. Usted tendrá que transformarse en una fiel centinela de sus ojos, oídos y de todos sus sentidos, si desea controlar su mente y evitar que los pensamientos vanos y corruptos manchen su alma. Solo el poder de la gracia puede cumplir esta muy deseable obra (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 496, 497).

Estad quietos, y conoced que yo soy Dios… Salmo 46:10.

Los cristianos debieran… cultivar amor por la meditación, y atesorar el espíritu de devoción. Muchos parecieran tener repugnancia por los momentos dedicados a la meditación, como si la investigación de las Escrituras, y la oración, fueran tiempo perdido. Yo quisiera que todos vosotros vierais estas cosas en la luz en que Dios quiere que las veáis, porque entonces haríais del reino de los cielos lo más importante. El mantener el corazón en el cielo dará vigor a todas vuestras facultades, y pondrá vida en todos vuestros deberes…

Cuando la mente está así saturada, el creyente en Cristo será capaz de sacar cosas buenas del tesoro del corazón (Sons and Daughters of God, p. 109; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 111).


Miércoles 19 de abril____________________________________________________

DEMOS GLORIA A DIOS

Un estudio del uso de la exhortación “denle gloria a Dios” (Apoc. 14:7) en el Antiguo Testamento muestra que, por lo general (aunque no siempre), aparece en el contexto del juicio divino (Jos. 7:19; 1 Sam. 6:5; Jer. 13:15, 16; Mal. 2:2), así como también aparece en el mensaje del primer ángel (Apoc. 14:7). Esta idea también se ve en Apocalipsis 19:1 y 2: “ ‘¡Alaben al Señor! ¡Salvación y honra, gloria y poder a nuestro Dios!, porque sus juicios son verdaderos y justos’ ”.

Lee 1 Corintios 3:16 y 17; 6:19 y 20; y 10:31. ¿Cómo nos ayudan estos pasajes a entender una de las formas en que podemos glorificar a Dios?

1 Corintios 3:16-17

16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? 17 Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sois vosotros, santo es.

1 Corintios 6:19-20

19 ¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? 20 Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios.

1 Corintios 10:31

31 Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios.

Según el apóstol Pablo, nuestro cuerpo es un Santuario, la morada del Espíritu de Dios, un templo santificado por la presencia de Dios. Las Escrituras nos dan un toque de clarín para glorificar a Dios en cada aspecto de nuestra vida. Cuando Dios es el centro de nuestra vida, nuestro único deseo es darle gloria a él, ya sea con la dieta, el vestido, el entretenimiento o la interacción con los demás. Damos gloria a Dios al revelar su carácter de amor al mundo mediante nuestro compromiso de hacer su voluntad. Esto es aún más importante a la luz del juicio final de la Tierra.

Lee Romanos 12:1 y 2. ¿Qué apelación hace el apóstol Pablo con respecto a la totalidad de nuestras decisiones en la vida?

Romanos 12:1-2

1 Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.

La palabra griega del Nuevo Testamento para cuerpo, en este pasaje, es somata, que se traduce mejor como la suma colectiva de lo que somos: cuerpo, mente y emociones. La versión bíblica Phillips, en inglés, traduce la expresión “culto racional” como “adoración inteligente”. En otras palabras, cuando asumes un compromiso total de “temer a Dios” y “darle gloria” en todo lo que haces, entregándole tu mente, tu cuerpo y tus emociones, esto es un acto de adoración inteligente. Y, también, a la luz del juicio de Dios, estar atentos para obedecer es una buena idea, por cierto.

Piensa en lo que haces con tu cuerpo. ¿Qué puedes hacer para asegurarte de que verdaderamente estás glorificando a Dios con él?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dar gloria a Dios es revelar su carácter en el nuestro, y de esta manera hacerlo conocer. Y glorificamos a Dios en cualquier forma en que hagamos conocer al Padre o al Hijo (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 7, p. 990).

La Providencia ha estado guiando al pueblo de Dios para sacarlo de los hábitos extravagantes del mundo, de la complacencia del apetito y de la pasión, a fin de que asuma una posición firme sobre la plataforma de la negación del yo, y de la temperancia en todas las cosas. El pueblo a quien Dios está guiando será un pueblo peculiar. No será como el mundo. Si los hijos de Dios siguen las directivas divinas, realizarán los propósitos del Señor, y rendirán su voluntad a la voluntad de él. Cristo habitará en su corazón. El templo de Dios será santo. Vuestro cuerpo, dice el apóstol, es el templo del Espíritu Santo. Dios no exige que sus hijos se nieguen a sí mismos para perjuicio de su fortaleza física. El les pide que obedezcan las leyes naturales, a fin de preservar su salud física. La senda de la naturaleza es el camino que él nos señala, y es un camino suficientemente ancho para todo cristiano. Con pródiga mano Dios nos ha provisto de una rica y variada abundancia para nuestro sustento y para nuestro gozo. Pero a fin de disfrutar del apetito natural, que preservará la salud y prolongará la vida, él restringe el apetito. El dice: ¡Cuidado, restricción, negación, apetito antinatural! Si creamos un apetito pervertido, violamos las leyes de nuestro ser, y asumimos la responsabilidad de abusar de nuestros cuerpos y de acarrearnos enfermedad (Consejos sobre el régimen alimenticio, pp. 189, 190).

El hombre es hechura de la mano de Dios, su obra maestra, creada con un propósito elevado y santo; y Dios desea escribir su ley en cada parte del tabernáculo humano. Cada nervio y músculo, cada prenda mental y física, han de guardarse puros.

Dios tiene el propósito de que el cuerpo sea un templo para su Espíritu. ¡Cuan solemne es, entonces, la responsabilidad que se confía a cada alma! Si contaminamos nuestros cuerpos, estamos produciendo un daño no solamente a nosotros mismos, sino a muchos otros…

Sean valientes, y venzan toda práctica que estropea el templo del alma. Somos completamente dependientes de Dios, y nuestra fe se fortalece al creer, aunque no podamos ver el propósito de Dios en su trato con nosotros, o la consecuencia de este trato. La fe apunta hacia adelante y hacia arriba, a las cosas venideras, asiéndose del único poder que puede hacernos completos en él (Reflejemos a Jesús, p. 157).

Dios pide un sacrificio vivo. El cuerpo, según nos dice, es el templo del Espíritu Santo, la morada del Espíritu, y requiere de todos los que llevan su imagen que cuiden de sus cuerpos para servirlo y glorificarlo. «No sois vuestros -dice el apóstol inspirado- Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios». 1 Corintios 6:19-20. Para lograrlo, añadan a la virtud ciencia, y a la ciencia templanza, y a la templanza paciencia. Tenemos el deber de saber cómo preservar el cuerpo en la mejor condición de salud posible, y tenemos el sagrado deber de vivir a la altura de la luz que Dios nos ha dado tan generosamente (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 64, 65).


Jueves 20 de abril______________________________________________________

LOS VENCEDORES DEL APOCALIPSIS

“ ‘¡Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús!’ ” (Apoc. 14:12). Esta es la descripción del pueblo fiel de Dios de los últimos días. No obstante, la única manera en que alguien puede guardar los mandamientos de Dios, en la antigüedad o ahora, es por la fe de Jesús. Fíjate que nuestro versículo no dice “fe en Jesús”, aunque eso es extremadamente importante. Pero esta expresión, “la fe de Jesús”, es algo más. Es la cualidad de la fe que permitió a Cristo ser victorioso sobre las tentaciones más feroces de Satanás. La fe es un don que recibe cada creyente. Cuando ejercemos la fe que el Espíritu Santo pone en nuestro corazón, esa fe crece. Vencemos, no por nuestra fuerza de voluntad, sino por el poder del Cristo viviente que obra por medio de nosotros. Vencemos no por lo que somos, sino por lo que él es.

Nosotros podemos vencer porque él venció. Podemos ser victoriosos porque él fue victorioso. Podemos triunfar sobre la tentación porque él triunfó sobre la tentación.

Lee Hebreos 4:14 al 16; y 7:25. ¿De qué manera podemos vencer y “temer a Dios” y “darle gloria” con nuestra vida?

Hebreos 4:14-16

14 Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. 15 Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. 16 Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro.

Hebreos 7:25

25 por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos.

Jesús, el divino Hijo de Dios, ha vencido las artimañas del diablo. Enfrentó las tentaciones confiando en las promesas de Dios, entregando su voluntad a la voluntad del Padre y dependiendo del poder del Padre. Si confiamos en él, lo contemplamos y creemos en él, nosotros también podemos ser victoriosos. Jesús es todo para todos, y el mensaje de los tres ángeles gira alrededor de él. El mensaje del Apocalipsis es de victoria, no de derrota. Habla de un pueblo que venció por su gracia y su poder.

La palabra “vencer” se utiliza once veces de una forma u otra en el libro de Apocalipsis. En la visión de las siete iglesias que representan a la iglesia cristiana desde el siglo I hasta nuestros días, hay creyentes en cada generación que “ven[ce]n”, dice Juan. En el tiempo del fin, los que “venzan” heredarán todas las cosas (Apoc. 21:7). Esto no es legalismo. Es la victoria por medio de Jesucristo, cuya vida perfecta de justicia perfecta, y tan solo eso, es lo que les brinda la promesa de la vida eterna. Es fe en acción. Es la gracia transformadora y milagrosa en la vida del creyente.

¿Hay cosas en tu vida que deseas vencer? ¿Cómo podemos convertir los deseos en acción? ¿Qué pasos prácticos podemos dar para ser uno de los “vencedores” del Apocalipsis?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La única esperanza del pecador descansa plenamente sobre Cristo… Nuestra aceptación por Dios es segura únicamente mediante su Hijo amado, y las buenas obras no son más que el resultado de la obra de su amor que perdona el pecado. No son un crédito para nosotros, y no se nos reconoce ninguna cosa por nuestras buenas obras, por las cuales podamos reclamar alguna parte para la salvación de nuestras almas. La salvación es el libre don hecho al creyente, que le es dado únicamente por intermedio de Cristo. El alma afligida puede encontrar paz mediante la fe en Cristo… No puede presentar sus buenas obras como un recurso para la salvación de su alma (Nuestra elevada vocación, p. 120).

Hay hoy día miles que necesitan aprender la misma verdad que fue enseñada a Nicodemo por la serpiente levantada. Confían en que su obediencia a la ley de Dios los recomienda a su favor. Cuando se los invita a mirar a Jesús y a creer que él los salva únicamente por su gracia, exclaman: «¿Cómo puede esto hacerse?»

Como Nicodemo, debemos estar dispuestos a entrar en la vida de la misma manera que el primero de los pecadores. Fuera de Cristo, «no hay otro nombre debajo del cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos». Hechos 4:12. Por la fe, recibimos la gracia de Dios; pero la fe no es nuestro Salvador. No nos gana nada. Es la mano por la cual nos asimos de Cristo y nos apropiamos sus méritos, el remedio por el pecado. Y ni siquiera podemos arrepentirnos sin la ayuda del Espíritu de Dios. La Escritura dice de Cristo: «A este ha Dios ensalzado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y remisión de pecados». Hechos 5:31. El arrepentimiento proviene de Cristo tan ciertamente como el perdón (El Deseado de todas las gentes, p. 147).

Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:4…

[L]as tentaciones de Satanás no tienen poder sobre aquellos que consideran a Jesús el Autor y Consumador de su fe. No puede hacer pecar a quien acepta por fe las virtudes de Aquel que fue tentado en todo como nosotros, pero que fue sin pecado…

El que se arrepiente de su pecado y acepta el don de la vida del Hijo de Dios, no puede ser vencido. Aferrándose por fe de la naturaleza divina llega a ser un hijo de Dios. Ora, cree. Cuando es tentado y probado, reclama el poder que da Cristo en virtud de su muerte, y vence por medio de su gracia. Cada pecador necesita comprender esto. Debe arrepentirse de su pecado, debe creer en el poder de Cristo, y aceptar ese poder, que salva y guarda de pecado.

Hay que permitir que la verdad penetre en el alma, porque así realizará la santificación del carácter. Refinará y elevará la vida y os preparará para las mansiones celestiales que Jesús ha ido a preparar para todos los que le aman (Sons and Daughters of God, p. 349; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 351).


Viernes 21 de abril_____________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Piensa en las asombrosas palabras de Pablo en Hebreos 7:25, que, hablando de Jesús como nuestro Sumo Sacerdote, manifiestan que “puede salvar perpetuamente a los que por medio de él se acercan a Dios”. Salvar perpetuamente. La palabra griega para “perpetuamente” significa “en forma completa, plena, total”. Es Jesús quien nos salva; nuestro trabajo es rendirnos a él, reclamando su victoria en nuestro favor. Nuestra confianza debe estar en él, no en nosotros mismos.

“Podemos resumir la fuerza de la expresión ‘temer a Dios’ en Apocalipsis como el llamado final de Dios a la humanidad para elegirlo como su Dios glorioso y majestuoso […] que saldrá victorioso sobre las fuerzas del mal que se oponen a él y su plan para la raza humana (cf. Apoc. 14:9–11). Este temor no se manifiesta, al menos no por ahora (cf. Apoc. 6:14–17), con terror y temblor, sino en la sumisión gozosa y amorosa a la Ley de Dios y en su adoración exclusiva. Ningún otro poder debe reconocerse como digno de esa devoción y lealtad. De hecho, no hay otras opciones, porque lo que se muestra en el horizonte del Conflicto Cósmico como posibilidades son acciones de poderes demoníacos destinados a la extinción (Apoc. 16:13, 14; 17:14; 20:11-15). Por lo tanto, el temor del Señor es una invitación divina positiva […] a ponerse de parte de Dios en el Conflicto Cósmico, con el fin de estar ante su presencia más gloriosa, llena de gozo en la comunión eterna con él ([Apoc.]. 21:3, 4; 22:3-5)” (Ángel Manuel Rodríguez, “The Closing of the Cosmic Conflict: Role of the Three Angels’ Messages”, p. 27).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Piensa en el increíble poder de Dios, quien creó todo el Cosmos y lo sostiene. Apenas podemos captar la idea del Cosmos; entonces, ¿cómo podríamos siquiera empezar a captar al Creador del Cosmos? Piensa en cuánto más grande, vasto y poderoso es él que nosotros. Y este Dios, ¿algún día nos juzgará? ¿Cómo nos ayudan estos hechos a entender la idea del “temor de Dios” y lo que esto significa?
  2. ¿Cómo podemos evitar el legalismo al analizar los conceptos bíblicos de santidad, superación y victoria? ¿Por qué siempre debemos entender que es la victoria de Cristo por nosotros, en la Cruz, el único fundamento de nuestra esperanza actual de salvación, independientemente de nuestras victorias (o hasta fracasos) aquí y ahora?
  3. ¿Por qué, incluso con todas las promesas de victoria sobre el pecado, a menudo descubrimos que fallamos y que no vivimos a la altura de la justicia que Jesús mismo ejemplificó para nosotros y que nos promete que también podría ser nuestra? ¿Qué errores estamos cometiendo al no permitir que Dios haga la obra en nosotros que él ha prometido?

ENLACE DEL VIDEO DEL PASTOR MARK FINLEY

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.