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Lección 7 – EL CUERPO UNIFICADO DE CRISTO – Para el 12 de agosto de 2023

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2026

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2027

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel

2028

* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

** Religion in the Market Place


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Lección 7: Para el 12 de agosto de 2023

EL CUERPO UNIFICADO DE CRISTO

Sábado 5 de agosto____________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 4:1–16; Filipenses 2:3; Salmo 68:18; Hechos 2; 1 Corintios 12:4–11, 27–30; Isaías 5:4.

PARA MEMORIZAR:

 “Él mismo dio a unos el ser apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros; a fin de perfeccionar a los santos para desempeñar su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efe. 4:11, 12).

Una de las fábulas de Esopo se titula “El estómago y los pies”. Dice así: “El vientre y los pies discutían sobre su importancia, y cuando los pies insistían en que eran tan fuertes que incluso cargaban con el estómago, el estómago respondió: ‘Pero, mis buenos amigos, si yo no los alimentara, ustedes no podrían llevar nada’ ” (Lloyd W. Daly, Aesop Without Morals [Nueva York: Thomas Yoseloff, 1961], p. 148).

Pablo usó la imagen del cuerpo humano para aclarar un aspecto espiritual. Para Pablo, el cuerpo humano (y la iglesia como el cuerpo de Cristo) está compuesto por varias partes con diferentes capacidades, donde todas deben trabajar juntas para que el cuerpo sea saludable. En Efesios 4:1 al 16, Pablo vuelve a implementar la metáfora del cuerpo que anteriormente utilizó con tanta eficacia (Rom. 12:3–8; 1 Cor. 12:12–31). Cristo es ahora la Cabeza del cuerpo, ya que suple al cuerpo con gente que tiene “dones” que ayudan a unificar el cuerpo, donde cada parte (cada miembro de iglesia) contribuye con sus habilidades al todo.

La imagen utilizada por Pablo de un cuerpo saludable y unificado nos ayuda a entender el objetivo de Dios para nosotros: ser parte de una iglesia fructífera unida en Cristo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los miembros de la iglesia de Dios en esta tierra son como diferentes partes de una máquina, todas relacionadas estrechamente unas con otras y dependientes de un gran centro. Debe haber unidad en la diversidad. Ningún miembro de la firma del Señor puede trabajar independientemente en forma exitosa, desprendido de los demás… Todos deben utilizar al servicio de Dios las capacidades que se les han confiado, para que cada uno contribuya a la perfección del todo. Cada uno debe trabajar bajo la supervisión de Dios.

Mediante la maravillosa unión de la divinidad con la humanidad en Cristo, se nos asegura que aun en este mundo podemos ser participantes de la naturaleza divina… Cristo ha prometido cooperar con aquellos a quienes ha confiado talentos. Él ha prometido capacitarnos para que seamos sus colaboradores. Él nos ayudará a seguir su ejemplo, a hacer bien y rehusar hacer el mal. Debemos ser conductos consagrados a través de los cuales fluya el amor de Dios hacia aquellos que necesiten ayuda (Nuestra elevada vocación, p. 184).

El Señor necesita toda clase de obreros especializados. «Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo». Efesios 4:1 1, 12… Cada obrero de la viña del Señor debe estar santificado en su mente y corazón por la verdad, para poder ver no solo la parte de la obra en la que se ocupa sino también cuál es su relación con el gran todo. Cuando los obreros son consagrados a Dios, revelan el amor de Dios por sus hermanos que trabajan a las órdenes del Maestro invisible. «Somos colaboradores de Dios». 1 Corintios 3:9…

Todos formamos parte de la gran tela de la humanidad, somos un hilo tejido junto a otros hilos para constituir la tela como un todo completo… Sed hilos de Dios para realizar sus designios (A fin de conocerle, p. 322).

No puede haber crecimiento o fructificación en la vida que se centraliza en el yo… Hablad del amor de Cristo, de su bondad. Cumplid con todo deber que se presente. Llevad la carga de las almas sobre vuestro corazón, y por todos los medios que estén a vuestro alcance tratad de salvar a los perdidos. A medida que recibáis el Espíritu de Cristo —el espíritu de amor desinteresado y de trabajo por otros—, iréis creciendo y dando frutos. Las gracias del Espíritu madurarán en vuestro carácter. Se aumentará vuestra fe, vuestras convicciones se profundizarán, vuestro amor se perfeccionará. Reflejaréis más y más la semejanza de Cristo en todo lo que es puro, noble y bello (Palabras de vida del gran Maestro, p. 47).


Domingo 6 de agosto__________________________________________________

LA UNIDAD DEL ESPÍRITU

Lee Efesios 4:1 al 16. ¿Cómo alienta Pablo a los creyentes a fomentar la unidad de la iglesia?

Efesios 4:1-16

1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

Pablo comienza la segunda mitad de Efesios (capítulos 4–6) con un conmovedor llamado a la unidad, pero en dos partes principales. En primer lugar, en Efesios 4:1 al 6, les pide a los creyentes que fomenten “la unidad del Espíritu” exhibiendo virtudes que fomenten la unidad (Efe. 4:1–3); llamado que respalda con una lista poética de siete “unos” (Efe. 4:4–6). En segundo lugar, en Efesios 4:7 al 16, Pablo identifica al Jesús exaltado y victorioso como la Fuente de gracia en aquellos que encabezan la difusión del evangelio (Efe. 4:7–10), y describe cómo ellos, junto con todos los miembros de la iglesia, contribuyen a la salud, el crecimiento y la unidad del cuerpo de Cristo (Efe. 4:11–16).

Al comienzo del capítulo, Pablo invita a los cristianos a que “anden como es digno de la vocación a que fueron llamados” (Efe. 4:1). Utiliza el verbo andar en el sentido figurado de comportarse, o vivir (ver Efe. 2:2, 10; 4:17; 5:2, 8, 15). Cuando Pablo alude al llamado de ellos, se refiere al llamado a la fe cristiana (Efe. 1:18; 2:4–6, 13). Pablo insta a los creyentes a practicar un comportamiento unificador que refleje el plan supremo de Dios (Efe. 4:9, 10). Aquí comienza ese énfasis con un llamado a practicar las virtudes que conducen a la unidad (Efe. 4:1-3), como la humildad, la mansedumbre y la paciencia.

Veamos cada uno de estos términos.

Pablo explica el término humildad en otra parte, en Efesios 4:2, y añade la idea de “considera[r] a los demás como superiores a ustedes” (Fil. 2:3). La humildad, entonces, puede entenderse no como una virtud negativa de desprecio propio (ver Col. 2:18, 23), sino como una virtud positiva de apreciar y servir a los demás.

La mansedumbre (Efe. 4:2) puede explicarse como “la cualidad de no estar demasiado impresionado por un sentido de la propia importancia”, y también significa “cortesía, consideración, amabilidad” (Frederick Danker, ed., GreekEnglish Lexicon of the New Testament and Other Early Christian Literature, 3a ed. [Chicago: University of Chicago Press, 2000], p. 861).

Finalmente, la paciencia (comparar con tolerancia, JBS) es ser capaz de soportar la provocación o las pruebas. Por lo tanto, todas estas cualidades se agrupan en torno de la temática de alejarse de la arrogancia y, en cambio, centrar la atención en el valor de los demás.

Humildad, mansedumbre, paciencia… Piensa en cómo estos atributos nos ayudarían a unificarnos como pueblo. ¿Cómo aprendemos a cultivar estas virtudes?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Pablo ruega a los efesios que conserven la unidad y el amor: «Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que sois llamados; con toda humildad y mansedumbre, con paciencia soportando los unos a los otros en amor; solícitos a guardar la unidad del Espíritu…

Con mansedumbre y bondad, tolerancia y amor, debían manifestar el carácter de Cristo y las bendiciones de su salvación. Hay un solo cuerpo, un Espíritu, un Señor, una fe. Como miembros del cuerpo de Cristo, todos los creyentes son animados por el mismo espíritu y la misma esperanza. Las divisiones que haya en la iglesia deshonran la religión de Cristo delante del mundo, y dan a los enemigos de la verdad ocasión de justificar su conducta. Las instrucciones de Pablo no fueron escritas solamente para la iglesia de su tiempo. Dios quería que fuesen transmitidas hasta nosotros. ¿Qué estamos haciendo para conservar la unidad en los vínculos de la paz? (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 221).

La unión de los creyentes con Cristo resultará naturalmente en la unión de los unos con los otros, el vínculo más resistente de la tierra. Somos uno con Cristo, así como Cristo es uno con el Padre. Los cristianos son los pámpanos, y solo pámpanos, en la Vid viviente… Nuestra vida debe proceder de la cepa. Únicamente como resultado de una unión personal con Cristo, de una comunión con él día tras día y hora tras hora, podemos llevar los frutos del Espíritu Santo…

La vid tiene muchos pámpanos, sin embargo, aunque todos son diferentes, no pelean entre sí. Hay unidad en la diversidad. Todos los pámpanos obtienen su alimento de la misma fuente. Esta es una ilustración de la unidad que debe existir entre los seguidores de Cristo. En los diferentes tipos de trabajo que realizan deben tener una sola Cabeza. El mismo Espíritu, de distintas maneras, obra por medio de ellos. Hay acción armoniosa, aunque los dones difieran (La maravillosa gracia de Dios, p. 211).

Muchos de los que aseveran amar al Señor no tienen amor hacia aquellos con quienes están unidos por vínculos de fraternidad cristiana…

No es la oposición del mundo lo que nos hace peligrar más. El mal que los cristianos profesos guardan en su corazón nos expone al más grave de los desastres, y retarda el progreso de la obra de Dios. No hay modo más seguro de debilitar nuestra vida espiritual que el ser envidiosos, sospechar unos de otros y dejar nos llevar por la crítica y la calumnia.

La armonía y unión existente entre hombres de diversas tendencias es el testimonio más poderoso que pueda darse de que Dios envió a su Hijo al mundo para salvar a los pecadores. A nosotros nos toca dar este testimonio; pero para hacerlo, debemos colocarnos bajo las órdenes de Cristo (Testimonios para la iglesia, t. 8, p. 253).


Lunes 7 de agosto_____________________________________________________

UNIDOS EN EL ÚNICO

¿Qué siete “unos” cita Pablo para respaldar su tema de la unidad de la iglesia? ¿Qué cuestión está tratando de plantear con esta lista? (Efe. 4:4-6).

Efesios 4:4-6

un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos.

La lista de Pablo de siete “unos” tiene un estilo poético, y probablemente refleje un himno de confirmación usado en Éfeso. La lista comienza mencionando dos “unos” juntos: “Hay un solo cuerpo” (refiriéndose a la iglesia como el cuerpo de Cristo, Efe. 4:12, 16; 1:23; 5:23, 29, 30) y “un solo Espíritu” (Efe. 4:4). El tercer uno es “una misma esperanza de su vocación” (Efe. 4:4; comparar con Efe. 4:1).

La lista luego ofrece tres elementos más: “un Señor” (una referencia a Cristo), “una fe” (es decir, el contenido de lo que los cristianos creen, Efe. 4:13; Col. 1:23; 2:7; Gál. 1:23; 1 Tim. 4:1, 6) y “un bautismo” (comparar con Efe. 5:26), antes de concluir con una extensa descripción de Dios como “un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, por todos y en todos” (Efe. 4:6).

¿Qué quiere comunicar Pablo mediante esta descripción poética de Dios Padre? Debido a que es “Padre de todos”, Dios es el Creador. El resto de la oración es una descripción de cómo se relaciona Dios con “todo” lo que hizo luego de crear el mundo. Pablo no incursiona en las herejías del panteísmo (que identifica la naturaleza con Dios), ni del panenteísmo (que argumenta que el mundo está incluido en el ser de Dios, aunque no agota ese ser). Más bien proclama la trascendencia de Dios (“que está sobre todos”), el gobierno activo (“que está […] por todos”) y la inmanencia (“que está […] en todos”).

Presta atención a dos ideas acerca de la unidad de la iglesia (Efe. 4:1–6). En primer lugar, la unidad es un hecho espiritual, cimentado en estos siete “unos”, una realidad que debe celebrarse (Efe. 4:4–6). En segundo lugar, esta unidad requiere nuestro celo para fomentarla y hacerla crecer (Efe. 4:3). Con frecuencia habrá motivos para llorar por nuestros errores al llevar esta unidad a la práctica. Sin embargo, más allá de nuestras fallas, debemos regocijarnos en la obra de “Dios en Cristo” para la unificación de la iglesia y en la realidad teológica de la “unidad del Espíritu” (Efe. 4:3). Hacer esto nos capacitará para volver al arduo trabajo de promover esta unidad, pero con una nueva convicción de que al hacerlo estamos llevando a cabo la obra de Dios.

Vuelve a leer Efesios 4:4 al 6. ¿Cómo te hace sentir? ¿Cómo debería hacerte sentir ahora que sabes lo que dice acerca de nuestra unidad en y con Dios por medio de Cristo?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios está sacando a un pueblo del mundo para colocarlo sobre la exaltada plataforma de la verdad eterna, los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Él quiere disciplinar y preparar a sus hijos. No estarán en desacuerdo, creyendo uno una cosa, y teniendo otro una fe y opiniones totalmente opuestas, moviéndose cada uno independientemente del cuerpo. Por la diversidad de los dones y ministerios que él ha puesto en la iglesia, todos pueden llegar a la unidad de la fe…

Aunque tenemos una obra individual y una responsabilidad delante de Dios, no hemos de seguir nuestro propio juicio independiente, sin considerar las opiniones y los sentimientos de nuestros hermanos; este proceder conducirá al desorden en la iglesia… Si los corazones son dóciles para recibir enseñanza, no habrá divisiones entre nosotros (Testimonios para los ministros, pp. 29, 30).

Es el plan de Dios que haya unidad en la diversidad. Entre los seguidores de Cristo debe existir la unión de los elementos diversos, uno adaptado al otro, y cada uno debe hacer su obra especial para Dios. Cada persona tiene su lugar en el cumplimiento de un gran plan que lleva la estampa de la imagen de Cristo… Uno es apto para cierta obra; otro tiene una obra diferente para la cual está adaptado; y un tercero todavía, tiene una capacidad diferente; pero cada uno debe ser el complemento de los demás… El Espíritu de Dios, obrando en los diversos elementos y mediante ellos, producirá armonía de acción… Debe haber un solo espíritu maestro: el Espíritu de Aquel que es infinito en sabiduría, y en quien los diversos elementos se reúnen en una unidad hermosa y sin par (Nuestra elevada vocación, p. 171

Con este mensaje [del primer ángel] Dios había enviado a la iglesia un aviso que, de ser aceptado, habría curado los males que la tenían apartada de él. Si los cristianos hubiesen recibido el mensaje del cielo, humillándose ante el Señor y tratando sinceramente de prepararse para comparecer ante su presencia, el Espíritu y el poder de Dios se habrían manifestado entre ellos. La iglesia habría vuelto a alcanzar aquel bendito estado de unidad, fe y amor que existía en tiempos apostólicos, cuando «la muchedumbre de los creyentes era de un mismo corazón y de una misma alma». Hechos 4:32.

Si los que profesan pertenecer a Dios recibiesen la luz tal cual brilla sobre ellos al dimanar de su Palabra, alcanzarían esa unidad por la cual oró Cristo y que el apóstol describe como «la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz». «Hay —dice— un mismo cuerpo, y un mismo espíritu, así como fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un mismo Señor, una misma fe, un mismo bautismo». Efesios 4:3-5 (El conflicto de los siglos, p. 377).


Martes 8 de agosto____________________________________________________

EL CRISTO EXALTADO, DADOR DE DONES

“No obstante, él nos ha dado a cada uno de nosotros un don especial mediante la generosidad de Cristo. Por eso las Escrituras dicen:

“ ‘Cuando ascendió a las alturas, se llevó a una multitud de cautivos y dio dones a su pueblo’.

“Fíjense que dice ‘ascendió’. Sin duda, eso significa que Cristo también descendió a este mundo inferior. Y el que descendió es el mismo que ascendió por encima de todos los cielos, a fin de llenar la totalidad del universo con su presencia” (Efe. 4:7–10, NTV). ¿Qué es lo que ocurre aquí, y qué quiere enfatizar Pablo en estos versículos?

Efesios 4:7-10

Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo.

Pablo citó Salmo 68:18, que dice: “Cuando ascendiste a las alturas, llevaste a una multitud de cautivos; recibiste regalos de la gente, incluso de quienes se rebelaron contra ti. Ahora el Señor Dios vivirá allí, en medio de nosotros” (NTV). Salmo 68:18 presenta al Señor, Yahvéh, como un general conquistador, que habiendo vencido a sus enemigos asciende al monte sobre el que está edificada su ciudad capital, con los cautivos de la batalla en su séquito (ver Sal. 68:1, 2). Luego recibe tributo (“recibiste regalos”) de sus enemigos vencidos (fíjate que Pablo ajusta esta imagen al Cristo exaltado, “dio dones”, basado en el contexto más amplio del Salmo; ver Sal. 68:35).

 Si seguimos el orden de Salmo 68:18, el ascenso (la ascensión de Cristo al Cielo [Efe. 1:21-23]) ocurre primero, seguida del descenso, en el que el Jesús resucitado y exaltado da dones y llena todas las cosas. Esta es la forma en que Pablo describe el derramamiento pentecostal del Espíritu Santo (ver Hech. 2). Efesios 4:11 y 12 confirma esta perspectiva que identifica los dones proporcionados por el Jesús exaltado como dones del Espíritu.

“Cristo ascendió a lo alto y llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres. Después de la ascensión de Jesús, y conforme a su promesa, el Espíritu descendió en la forma de un viento recio que llenó el lugar donde se encontraban reunidos sus discípulos. ¿Cuál fue el resultado? Miles se convirtieron en un día” (Recibiréis poder, p. 160).

Aunque estos pocos versículos de Efesios son profundos, ¿cómo podemos aprender a encontrar consuelo en ellos? ¿De qué manera muestran lo que Cristo ha hecho y hará por nosotros, especialmente cuando dé “plenitud a todas las cosas en todas partes con su presencia” (Efe. 1:23, NTV)?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Para la gloria del Padre, el Príncipe de la vida debía ser las primicias, la realidad simbolizada por la ofrenda mecida… Esta misma escena, la resurrección de Cristo de los muertos, había sido celebrada simbólicamente por los judíos. Cuando maduraban en los campos las primeras espigas de los cereales, eran cosechadas cuidadosamente, y cuando la gente subía a Jerusalén, ellas eran presentadas ante el Señor como una ofrenda de agradecimiento. La gente mecía las gavillas maduras delante de Dios, reconociéndolo como al Señor de la cosecha. Después de esa ceremonia, el trigo era guadañado y se recogía la cosecha.

Así también los que habían sido resucitados habían de ser presentados ante el universo como una garantía de la resurrección de todos los que creen en Cristo como su Salvador personal. El mismo poder que levantó a Cristo de los muertos levantará a su iglesia y la glorificará con Cristo, como a su novia, por encima de todos los principados, por encima de todos los poderes, por encima de todo nombre que se nombra, no solo en este mundo, sino también en los atrios celestiales, el mundo de arriba (Mensajes selectos, t. 1, pp. 359, 360).

Antes de dejar a sus discípulos, Cristo «sopló, y díjoles: Tomad el Espíritu Santo». Juan 20:22. Otra vez dijo: «He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre sobre vosotros». Lucas 24:49. Sin embargo, este don no fue recibido en su plenitud hasta después de la ascensión. No fue recibido el derramamiento del Espíritu hasta que, mediante la fe y la oración, los discípulos se consagraron plenamente para efectuar la obra de Cristo. Entonces, en un sentido especial, los bienes del cielo fueron entregados a los seguidores de Cristo. «Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los hombres». Efesios 4:8. «A cada uno de nosotros es dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo», y el Espíritu reparte «particularmente a cada uno como quiere». Efesios 4:7; 1 Corintios 12:1 1. Los dones ya son nuestros en Cristo, pero su posesión verdadera depende de nuestra recepción del Espíritu de Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 263).

El Espíritu Santo prometido, que él enviaría después de ascender a su Padre, está obrando constantemente para atraer la atención al gran sacrificio hecho en la cruz del Calvario, y para descubrir al mundo el amor de Dios al hombre, para abrir al alma convicta lo precioso de las Escrituras, y para iluminar las mentes oscurecidas con los brillantes rayos del Sol de justicia, las verdades que hagan que sus corazones ardan dentro de ellos con la inteligencia despertada por las verdades eternas…

Ha de meditarse cuidadosamente sobre la vida de Cristo, y estudiarla constantemente con el deseo de entender la razón por la que él tuvo que venir. Solo podemos formular nuestras conclusiones mediante el escudriñamiento de las Escrituras, tal como Cristo nos ha ordenado hacerlo, cuando dice «ellas son las que dan testimonio de mí». Juan 5:39 (Reflejemos a Jesús, p. 124).


Miércoles 9 de agosto__________________________________________________

DONES DEL JESÚS EXALTADO

Sobre la base de Salmo 68:18, Pablo acaba de describir que el Jesús resucitado, exaltado y victorioso da dones a su pueblo desde lo Alto. ¿Qué “dones” da el Jesús exaltado, y con qué propósito? Efesios 4:11–13.

Efesios 4:11–13

11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;

Pablo identifica cuatro grupos de personas que reciben “dones” como parte del tesoro que el Jesús exaltado da a su iglesia: (1) apóstoles; (2) profetas; (3) evangelistas; (4) pastores y maestros (la estructura de la frase griega sugiere que estos son un solo grupo). Cristo da estos dones para llevar a cabo una obra importante: “A fin de perfeccionar a los santos para desempeñar su ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo” (Efe. 4:12) y “hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un estado perfecto, a la madurez de la plenitud de Cristo” (Efe. 4:13).

Este último aspecto era de especial importancia para los primeros adventistas, quienes reflexionaban sobre los dones espirituales de Elena de White. La Biblia ¿valida la función del don de profecía en la iglesia solo durante el tiempo de los apóstoles? ¿O el don continúa hasta la venida de Cristo? Los primeros adventistas encontraron su respuesta en Efesios 4:13, y la compartieron mediante una historia sobre el capitán de un barco que estaba obligado a seguir las instrucciones provistas para un viaje. A medida que el barco se acercaba al puerto, el capitán descubrió que las instrucciones le informaban que un piloto subiría a bordo para ayudarlo a conducir el barco. Para mantenerse fiel a las instrucciones originales, debía permitir que el piloto subiera a bordo y obedecer las instrucciones adicionales que se le indicaran. “¿Quién ahora presta atención a ese libro de instrucciones original? ¿Los que rechazan al piloto o los que lo reciben, como les instruye ese libro? Juzguen ustedes” (Uriah Smith, “Do We Discard the Bible by Endorsing the Visions?” Review and Herald, 13/01/1863, p. 52).

Debemos tener cuidado al identificar a los “pastores”, “maestros” y “evangelistas”, ya que pensamos en estos cargos dentro de nuestro propio contexto y época. Hasta donde se puede comprobar, en los días de Pablo todos estos habrían sido líderes laicos que servían en los hogares–iglesias de Éfeso (comparar con 1 Ped. 2:9; Hech. 2:46; 12:12).

Lee Isaías 5:4: “¿Qué más se había de hacer a mi viña, que yo no haya hecho?” Piensa en este versículo en el contexto de lo que Dios nos ha dado en el ministerio de Elena de White. ¿Cómo se aplica?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El capítulo cuatro de la epístola a los Efesios contiene lecciones de Dios dirigidas a nosotros. El autor habla inspirado por Dios y expone las instrucciones recibidas en visiones de origen divino. Describe la distribución de dones que Dios otorga a sus obreros: «Y él mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para le edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo». Efesios 4:11-13. Se nos muestra aquí que Dios asigna a cada persona su trabajo, y al realizarlo cumplirá su parte en el gran plan de Dios…

Dios estableció su obra entre un pueblo que reconoce las leyes del gobierno divino… Cada don y poder que Cristo prometió a sus discípulos los confiere a sus fieles servidores. Y Aquel que otorga capacidades mentales y confía talentos a los hombres y mujeres que le pertenecen por creación y redención, espera que estos talentos y capacidades aumenten por el uso. Cada talento debe emplearse en bendecir a otros y así traer honra a Dios (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 246).

Al mandar a sus ministros, nuestro Salvador dio dones a los hombres, porque por su medio él comunica al mundo las palabras de vida eterna. Tal es el medio que Dios ha ordenado para la perfección de los santos en el conocimiento y la verdadera santidad. La obra de los siervos de Cristo no consiste simplemente en predicar la verdad, sino que también han de velar por las almas, como quienes han de dar cuenta a Dios. Deben reprender, corregir, exhortar con paciencia y doctrina.

Todos los que han sido beneficiados por las labores del siervo de Dios, deben, según su capacidad, unirse con él para trabajar por la salvación de las almas. Tal es la obra de todos los verdaderos creyentes, tanto los ministros como el pueblo. Deben tener siempre presente ese gran objeto, tratando cada uno de ocupar su puesto debido en la iglesia, trabajando todos juntos en orden, armonía y amor (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 220).

En estos últimos tiempos algunos clamarán: «Decidnos cosas halagüeñas, profetizad mentiras». Isaías 30:10. Este no es mi cometido… En nombre de mi Redentor y con su fuerza haré cuanto pueda. Advertiré, aconsejaré, reprenderé y alentaré tal como dicta el Espíritu de Dios, tanto si se me escucha como si se me silencia. Mi deber no es complacerme, sino hacer la voluntad de mi Padre celestial, el cual me ha encargado la obra (Testimonios para la iglesia, 5. 4, p. 229).


Jueves 10 de agosto___________________________________________________

CRECER EN CRISTO

¿Qué peligro amenaza la madurez cristiana de la iglesia? Efesios 4:14.

Efesios 4:14

14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error,

Pablo percibe un entorno no muy diferente del nuestro, en el que varias ideas, como “cualquier viento de doctrina” y “los artificios del error”, se lanzan sobre los creyentes. Utiliza tres conjuntos de imágenes para describir los peligros de la teología errática: (1) la inmadurez de la niñez, “para que ya no seamos niños”; (2) peligro en alta mar, “zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza” (NVI); (3) ser estafados por personas astutas que, como los apostadores, practican la prestidigitación. Pablo utiliza la palabra griega kubeia (“jugar a los dados”) en sentido figurado, para denotar “astucia”, o “artificios” (NVI).

Pablo cree que la división es una importante señal de error: Lo que nutre y hace crecer el cuerpo y lo ayuda a mantenerse unido es bueno, mientras que lo que lo agota y lo divide es malo. Al pasar de la enseñanza divisiva a la de maestros probados y confiables (Efe. 4:11), avanzarán hacia la verdadera madurez cristiana y desempeñarán funciones eficaces en el cuerpo de Cristo (Efe. 4:12, 13; comparar con Efe. 4:15, 16).

¿De qué manera una iglesia sana funciona como un cuerpo sano? Efesios 4:15 y 16.

Efesios 4:15-16

15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor.

En Efesios 4:1 al 16, Pablo aboga por la unidad de la iglesia y recluta a los destinatarios a fin de fomentarla activamente. Si bien la unidad es una certeza teológica (Efe. 4:4–6), requiere un trabajo arduo de nuestra parte (Efe. 4:3). Una manera de fomentar la unidad es ser “partes” activas del cuerpo de Cristo (Efe. 4:7–16). Cada uno de nosotros forma parte del cuerpo y debe contribuir a su salud y crecimiento (Efe. 4:7, 16). Todos debemos beneficiarnos también de la obra de los apóstoles, profetas, evangelistas y pastores-maestros (Efe. 4:11). Estos, como ligamentos, tendones y “todas las coyunturas” (Efe, 4:16, RVC), tienen una función unificadora, y nos ayudan a crecer juntos en Cristo, que es la Cabeza del cuerpo (Efe. 4:13, 15).

¿Cuáles son algunos de los “vientos de doctrina” que soplan en nuestra iglesia hoy, y cómo podemos mantenernos firmes contra ellos? Lleva tu respuesta a la clase del sábado.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Después del gran chasco de 1844, Satanás y sus ángeles estuvieron muy atareados poniendo asechanzas para perturbar la fe del cuerpo de creyentes. Afectó la mente de personas que habían tenido experiencia en los mensajes, y que aparentaban humildad. Algunos señalaban como futuro el cumplimiento de los mensajes del primer ángel y del segundo, mientras que otros lo asignaban a un tiempo lejano en el pasado, y declaraban que ya habían sido cumplidos. Estos adquirieron influencia sobre la mente de los inexpertos y perturbaron su fe. Algunos escudriñaban la Biblia para fortalecer su fe en forma independiente del cuerpo de creyentes. Satanás se regocijaba de todo esto; porque sabía que a aquellos que se separasen del ancla podría afectarlos mediante diferentes errores y conseguir que diversos vientos de doctrina los llevasen de un lugar a otro… y en todo el cuerpo había división y confusión (Primeros escritos, pp. 256, 257).

Nuestro Señor quiso que su iglesia reflejase al mundo la plenitud y suficiencia que hallamos en él. Constantemente estamos recibiendo de la bondad de Dios, y al impartir de la misma hemos de representar al mundo el amor y la beneficencia de Cristo. Mientras todo el cielo está en agitación, enviando mensajeros a todas las partes de la tierra para llevar adelante la obra de redención, la iglesia del Dios viviente debe colaborar también con Cristo. Somos miembros de su cuerpo místico. Él es la cabeza, que rige todos los miembros del cuerpo. Jesús mismo, en su misericordia infinita, está obrando en los corazones humanos, efectuando transformaciones espirituales tan asombrosas que los ángeles las miran con asombro y gozo. El mismo amor abnegado que caracteriza al Maestro se ve en el carácter y la vida de sus discípulos (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 683, 684).

Muchos conocen tan poco el contenido de sus Biblias que no están firmes en la fe. Quitan los hitos antiguos, y como resultado son llevados de un lugar a otro por vientos de doctrinas y errores. La falsa ciencia está desgastando el fundamento de los principios cristianos, y los que una vez estuvieron en la fe van a la deriva alejándose de los hitos bíblicos, y se divorcian de Dios mientras siguen llamándose sus hijos.

La iglesia necesita despertar a una comprensión de los sutiles poderes de los agentes satánicos, a los cuales debe hacer frente. Si se mantienen vestidos con la armadura completa, serán capaces de vencer a todos los adversarios que los enfrenten, algunos de los cuales no se manifiestan todavía…

La apostasía aumentará. «Algunos apostarán de la fe, escuchando a espíritus de error y a doctrinas de demonios». Hombres y mujeres se han confederado para oponerse al Señor Dios del cielo, y la iglesia está despierta solamente a medias para hacer frente a la situación. Se necesita mucho más oración, mucho más esfuerzo ferviente entre los profesos creyentes (El evangelismo, p. 266).


Viernes 11 de agosto___________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Dos notas nos ayudan a ampliar nuestro estudio de Efesios 4:7 al 10: La traducción de Efesios 4:9. Algunas traducciones indican que el descenso se produce antes que el ascenso. (p. ej., RVC: “también primero había descendido”; otras versiones con expresiones similares son RVR 1960, RVA, TLA, PDT, NBV, DHH, BLP). Otras traducciones siguen el texto griego más de cerca, dejando abierta la cuestión del momento del ascenso y del descenso (p. ej., NVI: “¿Qué quiere decir eso de que ‘ascendió’, sino que también descendió a las partes bajas, o sea, a la tierra?” Otras versiones similares son NTV, BJ), lo que permite la opinión, expresada en la lección del martes, de que debe seguirse el orden narrativo de Salmo 68:18, en que primeramente tiene lugar la exaltación de Cristo al Cielo (el “ascenso”), seguido del “descenso” en el Espíritu.

Llevó cautivos consigo. Al citar Salmo 68:18 del Antiguo Testamento griego, llamado la Septuaginta (una traducción griega antigua del Antiguo Testamento), Pablo utiliza una frase en Efesios 4:8 que dice literalmente: “Llevó cautiva la cautividad” (reflejada en algunas traducciones, por ejemplo, RVR 1960, JBS), pero que está ampliamente aceptado que significa “tomó como prisioneros a un grupo de cautivos” (reflejado en BLP, PDT, RVC, TLA, DHH, etc.). Los adventistas del séptimo día a menudo han entendido que la frase se refiere al acto de Cristo de llevarse consigo al Cielo, en su ascensión, a los que resucitaron en una resurrección especial al momento de su propia resurrección (Mat. 27:51–53). Estos constituyen una “gavilla mecida”, primicias de los redimidos, que él presenta al Padre en su regreso a los atrios celestiales (ver Comentario bíblico adventista t. 6, p. 1.021; El Deseado de todas las gentes, p. 773; comparar con El Deseado de todas las gentes, pp.  729, 730). Alternativamente, en consonancia con Colosenses 2:15, el pasaje podría tomarse como una imagen de la conquista de Cristo sobre sus enemigos, Satanás y los ángeles malignos, representados como cautivos derrotados.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Compara la lista de “dones espirituales” en Efesios 4:11 con las listas de 1 Corintios 12:4 al 11, y 27 al 30; Romanos 12:4 al 8; y 1 Pedro 4:10 y 11. ¿Qué diferencias y similitudes encuentras?
  2. En clase, conversen sobre algunos de los “vientos de doctrina” que soplan en la iglesia hoy. Observen cómo expresa Pablo que no debemos dejarnos arrastrar por estos vientos. ¿Cuáles son las formas específicas en que podemos protegernos a nosotros mismos y ayudar a proteger a otros creyentes del daño que estos vientos pueden causarnos?
  3. Pablo enfatiza, mediante Efesios, el tema de la “unidad”. Pero, nosotros ¿procuramos la unidad a toda costa? En otras palabras, ¿en qué momento el deseo de unidad puede volverse contraproducente?

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