Escuela Sabatica Para Maestros

Material Auxiliar Para Maestros de Escuela Sabatica

Lección 13 – “HACIENDO LA PAZ” – Para el 23 de septiembre de 2023

2 comentarios


Lección 13 en PDF, haga «CLICK» aquí


Enlace para el libro:

https://citasselectasdelespiritudeprofecia.com/


Por favor visite esta página mas tarde para encontrar el enlace, o visite escuela sabática maestros Tony Garcia en YouTube.

Usualmente el video es subido al internet, el sábado por la noche o el domingo.


LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA

Año

1er Trimestre

2o Trimestre

3er Trimestre

4o Trimestre

2023

Mayordomía El Mensaje de los Tres Ángeles Efesios Norma Cultural y Mente Misionera de Personajes Bíblicos*

2024

Salmos El Gran Conflicto Marcos Juan

2025

Amor y Justicia en la Biblia Como Estudiar la Profecía y la Inspiración Éxodo Como Permanecer en Relación con Dios

2026

Colosenses – Filipenses Religión en el Mercado** Josué El Espíritu de Profecía

2027

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel

2028

* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

** Religion in the Market Place



Lección 13: Para el 23 de septiembre de 2023

“HACIENDO LA PAZ”

Sábado 16 de septiembre__________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 6:10–20; 1 Pedro 4:1; 5:8; Isaías 59:17; 52:8–10; 1 Tesalonicenses 5:16–18.

PARA MEMORIZAR:

 “Sobre todo, tomen el escudo de la fe, con que puedan apagar todos los dardos encendidos del maligno. Tomen el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:16, 17).

En el clásico devocional de John Bunyan El progreso del peregrino, que escribió mientras estaba en la cárcel, Cristiano es escoltado a la armería de un palacio y se le muestra “toda clase de armaduras que su Señor tenía provistas para los peregrinos: espadas, escudos, yelmos, corazas y calzados que no se gastaban. Y eran en tanta abundancia, que bastaban para armar en el servicio de su Señor tantos hombres como estrellas hay en el firmamento”. Antes de que Cristiano se fuera, lo escoltan nuevamente a la armería, donde “le armaron de pies a cabeza con armas a toda prueba para defenderse en el camino, caso de ser asaltado”.

 La obra de Bunyan, de 1678, nos recuerda un documento escrito unos 1.600 años antes por el apóstol Pablo, la Epístola a los Efesios, también redactada en prisión. En ella, el gran apóstol misionero imagina que un gran ejército, la iglesia, visita el arsenal de Dios y se viste con la panoplia divina, el término griego para una armadura completa de pies a cabeza. El arsenal de Dios contiene suficiente armamento de la mejor calidad para que cada soldado de su ejército esté “revestido de acero del norte de pies a cabeza”, mientras se disponen a hacer la paz en su nombre.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando los siervos de Cristo toman el escudo de la fe para defenderse, y la espada del Espíritu para la guerra, hay peligro en el campamento del enemigo, y algo debe hacerse. La persecución y el oprobio acechan a aquellos que están dotados de poder de lo alto y dispuestos a ponerlo en acción. Cuando la verdad, en su sencillez y fuerza, prevalezca entre los creyentes y ejerza su influencia contra el espíritu del mundo, será evidente que no hay concordia entre Cristo y Belial. Los discípulos de Cristo deben ser ejemplos vivos de la vida y el espíritu de su divino Maestro (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 361).

«Toda Escritura es inspirada divinamente y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instituir en justicia, para que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente instruido para toda buena obra». Dios ha provisto abundantes medios para tener éxito en la guerra contra la maldad que hay en el mundo. La Biblia es el arsenal donde podemos equiparnos para la lucha. Nuestros lomos deben estar ceñidos con la verdad. Nuestra cota debe ser la justicia. El escudo de la fe debe estar en nuestra mano, el yelmo de la salvación sobre nuestra frente; y con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, hemos de abrirnos camino a través de las obstrucciones y enredos del pecado (Los hechos de los apóstoles, p. 400).

Habiendo buscado al Señor en los días de prosperidad, el rey podía confiar en él en el día de la adversidad. Sus peticiones demostraron que no desconocía el poder admirable de Dios. Dijo en su oración: «Jehová, no tienes tú más con el grande que con el que ninguna fuerza tiene, para dar ayuda. Ayúdanos, oh Jehová Dios nuestro, porque en ti nos apoyamos, y en tu nombre venimos contra este ejército. Oh Jehová, tú eres nuestro Dios: no prevalezca contra ti el hombre». 2 Crónicas 14:11.

La de Asa es una oración que bien puede elevar todo creyente cristiano. Estamos empeñados en una guerra, no contra carne ni sangre, sino contra principados y potestades, y contra malicias espirituales en lo alto. En el conflicto de la vida, debemos hacer frente a los agentes malos que se han desplegado contra la justicia. Nuestra esperanza no se concentra en el hombre, sino en el Dios vivo. Con la plena seguridad de la fe, podemos contar con que él unirá su omnipotencia a los esfuerzos de los instrumentos humanos, para gloria de su nombre. Revestidos de la armadura de su justicia, podemos obtener la victoria contra todo enemigo (Profetas y reyes, pp. 81, 82).


Domingo 17 de septiembre________________________________________________

LA IGLESIA: UN EJÉRCITO UNIFICADO

Lee Efesios 6:10 al 20. ¿Qué señala Pablo sobre el tipo de guerra en la que participa la iglesia? ¿Describe principalmente la batalla espiritual de un creyente individual contra el mal, o la guerra colectiva de la iglesia contra el mal?

Efesios 6:10-20

10 Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor, y en el poder de su fuerza. 11 Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo. 12 Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. 13 Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes. 14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia, 15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. 16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios; 18 orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos; 19 y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer con denuedo el misterio del evangelio, 20 por el cual soy embajador en cadenas; que con denuedo hable de él, como debo hablar.

La victoria en las guerras griegas y romanas dependía de la cooperación de los soldados en cada unidad militar y, especialmente, de su apoyo mutuo en el fragor de la batalla. El individualismo en la batalla se consideraba una característica de los guerreros bárbaros, que los condenaba a la derrota.

Hay razones importantes para apoyar la idea de que Pablo, según este concepto militar habitual, habla principalmente de la batalla compartida de la iglesia contra el mal en Efesios 6:10 al 20: 1. El pasaje es el punto culminante de una carta que trata sobre la iglesia. Sería extraño que Pablo concluyera su carta con la imagen de un guerrero cristiano solitario que lucha contra los enemigos de las tinieblas; 2. Al final del pasaje, Pablo destaca la camaradería cristiana en su llamado a la oración “por todos los santos” (Efe. 6:18–20); 3. Lo más significativo de todo es que, anteriormente en la carta, cuando Pablo habla de los poderes del mal, los enfrenta con la iglesia, no con el creyente individual: “Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por medio de la iglesia a los principados y potestades de los Cielos” (Efe. 3:10).

Por lo tanto, Efesios 6:10 al 20 no describe a un guerrero solitario que se enfrenta al mal. Pablo, como general, se dirige a la iglesia como un ejército. Él nos llama a tomar toda nuestra armadura y, como un ejército unificado, avanzar en la batalla en forma vigorosa y unida. Pablo decide concluir su énfasis minucioso en la iglesia –que incluye descripciones constantes de la iglesia como el cuerpo de Cristo (Efe. 1:22, 23; 4:1–16), el edificio/templo de Dios (Efe. 2:19-22) y la esposa de Cristo (Efe. 5:21-33)– con una metáfora final: la iglesia como el ejército del Dios viviente. Dado que nos acercamos al “día malo” (Efe. 6:13), las etapas finales de la larga batalla contra el mal, no es momento de estar confundidos acerca de nuestro compromiso con Dios ni con nuestra lealtad mutua como compañeros de armas de Cristo.

¿De qué manera podemos nosotros, como organismo colectivo, trabajar juntos en el Gran Conflicto, a fin de ayudarnos mutuamente en nuestras luchas contra el mal, en cualquier forma que se presente?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

[E]l ojo del Salvador penetra lo futuro; contempla los campos más amplios en los cuales, después de su muerte, los discípulos van a ser sus testigos. Su mirada profética abarca lo que experimentarán sus siervos a través de todos los siglos hasta que vuelva por segunda vez. Muestra a sus seguidores los conflictos que tendrán que arrostrar; revela el carácter y el plan de la batalla. Les presenta los peligros que deberán afrontar, la abnegación que necesitarán. Desea que cuenten el costo, a fin de no ser sorprendidos inadvertidamente por el enemigo. Su lucha no había de reñirse contra la carne y la sangre, sino «contra los principados, contra las potestades, contra los gobernantes de las tinieblas de este mundo, contra las huestes espirituales de iniquidad en las regiones celestiales». Efesios 6:12. Habrán de contender con fuerzas sobrenaturales, pero se les asegura una ayuda sobrenatural. Todos los seres celestiales están en este ejército. Y hay más que ángeles en las filas. El Espíritu Santo, el representante del Capitán de la hueste del Señor, baja a dirigir la batalla. Nuestras flaquezas pueden ser muchas, y graves nuestros pecados y errores; pero la gracia de Dios es para todos los que, contritos, la pidan. El poder de la Omnipotencia está listo para obrar en favor de los que confían en Dios (El Deseado de todas las gentes, pp. 318, 319).

La iglesia de Cristo puede apropiadamente compararse a un ejército. La vida de cada soldado es de penuria, dificultades y peligro. Por todos lados hay enemigos vigilantes, dirigidos por el príncipe de las potencias de las tinieblas, quien nunca duerme y nunca abandona su puesto. Cuando quiera que el cristiano descuide su guardia, este poderoso adversario ataca repentina y violentamente. A menos que los miembros de la iglesia se mantengan activos y vigilantes, serán vencidos por sus artificios (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 371).

El Maestro llama obreros evangélicos. ¿Quiénes responderán? Todos los que ingresen en el ejército no han de ser generales, capitanes, sargentos, o cabos. No todos tienen la sensibilidad y responsabilidad necesarias para ser líderes. Hay mucho trabajo arduo de otra clase que hay que hacer. Algunos tienen que cavar zanjas y edificar baluartes; otros han de colocarse como centinelas y otros como portadores de mensajes. Aunque solamente hay pocos oficiales, se necesitan muchos soldados para formar la tropa del ejército; con todo, el éxito depende de la fidelidad de cada soldado individual. La cobardía o traición de un solo hombre puede ocasionar el desastre a todo el ejército.

Hay una gran labor que cada uno de nosotros individualmente debemos hacer, si es que estamos dispuestos a pelear la buena batalla de la fe. Están en juego los intereses eternos. Hay que vestirse de toda la armadura de justicia, hay que resistir al diablo y tenemos la segura promesa que él huirá de nosotros. La iglesia debe llevar a cabo un combate agresivo, hacer conquistas para Cristo, y rescatar almas del poder del enemigo. Dios y sus santos ángeles toman parte en este conflicto. Agrademos al que nos ha llamado a ser sus soldados (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 372).


Lunes 18 de septiembre___________________________________________________

CINTURÓN Y CORAZA

¿Cómo imagina Pablo que los creyentes comienzan su preparación para la batalla contra el mal? Efesios 6:14; ver también 1 Pedro 4:1; 5:8; Romanos 8:37 al 39.

Efesios 6:14

14 Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad, y vestidos con la coraza de justicia,

1 Pedro 4:1

1 Puesto que Cristo ha padecido por nosotros en la carne, vosotros también armaos del mismo pensamiento; pues quien ha padecido en la carne, terminó con el pecado,

1 Pedro 5:8

Sed sobrios, y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar;

Romanos 8:37-39

37 Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. 38 Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, 39 ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.

La advertencia de Pablo de una batalla intensa (Efe. 6:13) prepara a los lectores para su llamado final a permanecer firmes (el cuarto llamado, comparar con Efe. 6:11, 13) y es un detallado llamado a la acción (Efe. 6:14–17). Pablo describe la acción de “ceñi[rse] con el cinturón” (comparar con Isa. 11:5). Las prendas antiguas y holgadas debían atarse a la cintura antes del trabajo o la batalla (comparar con Luc. 12:35, 37; 17:8). Pablo imagina al creyente vestido con una armadura como un legionario romano, comenzando con el cinturón militar de cuero con las placas decorativas y la hebilla. Del cinturón pendía una serie de correas de cuero cubiertas con discos de metal, que juntas formaban un “delantal”, que se usaba como una insignia de rango para efectos visuales. Cumplía la función esencial de atar las prendas y mantener otros elementos en su lugar.

La verdad no es propia de los creyentes; es un regalo de Dios (comparar con la salvación en Efe. 2:8). Sin embargo, no se trata de permanecer abstractos, de tener un recurso distante sin ningún impacto transformador en sus vidas. Deben “vestirse” de la verdad de Dios, vivir y usar este don divino. Ellos no poseen la verdad de Dios sino, más bien, la verdad de Dios los posee a ellos y los protege.

Luego, Pablo insta a los creyentes a ponerse “la coraza de justicia” (comparar con 1 Tes. 5:8). Al igual que el cinturón de la verdad, es de origen divino, ya que es parte de la armadura de Yahvéh en su papel como guerrero divino (Isa. 59:17). La coraza que usaban los soldados en la época de Pablo estaba confeccionada de cota de malla (pequeños anillos de hierro entrelazados), armadura de escamas (pequeñas escamas superpuestas de bronce o hierro) o bandas de hierro superpuestas unidas entre sí. Este chaleco antibalas o peto protegía los órganos vitales de los golpes y estocadas del enemigo. De manera análoga, los creyentes deben experimentar la protección espiritual que ofrece el don protector de la justicia de Dios. En Efesios, Pablo asocia la justicia con la santidad, la bondad y la verdad (Efe. 4:24; 5:9) al pensar en ella como la cualidad de dispensar a los demás un trato justo y bueno, especialmente a los miembros de iglesia.

¿Tuviste la posibilidad de comprobar que la bondad, la santidad y la verdad pueden ser una protección?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

[Después de la ascensión de Cristo] Satanás tuvo otra vez consejo con sus ángeles y con acerbo odio contra el gobierno de Dios les dijo que si bien él retenía su poder y autoridad en la tierra, debían decuplicar sus esfuerzos contra los discípulos de Jesús. No habían prevalecido contra Cristo, pero de ser posible debían vencer a sus discípulos. En cada generación deberían procurar engañar a quienes creyeran en Jesús. Les dijo Satanás a sus ángeles que Jesús había conferido a sus discípulos la potestad de reprenderlos y expulsarlos, y de sanar a cuantos afligieran. Entonces los ángeles de Satanás salieron como leones rugientes a procurar la destrucción de los seguidores de Jesús (Primeros escritos, p. 191).

Estad, pues, firmes, ceñidos vuestros lomos con la verdad. Efesios 6:14.

Fuera de la verdad no hay absolutamente ninguna salvaguardia contra el mal. Ningún hombre en cuyo corazón no more la verdad puede permanecer firme en favor de la justicia. Solo hay un poder capaz de hacernos y mantenernos inconmovibles: el poder de Dios que se nos imparte mediante gracia de Cristo.

Ven la iglesia son muchos los que se figuran comprender lo que creen, y no se percatarán de su propia debilidad mientras no se levante una controversia. Cuando estén separados de los que sostienen la misma fe, y estén obligados a destacarse solos para explicar su creencia, se sorprenderán al ver cuán confusas son sus ideas de lo que habían aceptado como verdad…

El Señor invita a todos los que creen su Palabra a que despierten (La maravillosa gracia de Dios, p. 30).

Debemos cubrirnos con cada pieza de la armadura, y entonces permanecer firmes. El Señor nos ha honrado eligiéndonos como soldados suyos. Combatamos valientemente por él, poniéndonos de parte de lo recto en toda circunstancia… Revestíos de esa justicia divinamente protegida, como coraza que todos tenemos el privilegio de usar. Protegerá vuestra vida spiritual…

Todos los que se hayan revestido del manto de la justicia de Cristo subsistirán delante de él como escogidos fieles y veraces. Satanás no puede arrancarlos de la mano de Cristo. Este no dejará que una sola alma que con arrepentimiento y fe haya pedido su protección caiga bajo el poder del enemigo.

Cada cual tendrá que sostener un violento combate para triunfar del pecado en su propio corazón. Por momentos, es una obra muy penosa y desalentadora; pues al mirar los defectos de nuestro carácter, nos detenemos a considerarlos, cuando en realidad deberíamos mirar a Jesús y revestir el manto de su justicia. Quien quiera que entre en la ciudad de Dios por las puertas de perla, entrará como vencedor, y su victoria más grande será la que habrá obtenido sobre sí mismo (God’s Amazing Grace, p. 31; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 31).


Martes 19 de septiembre__________________________________________________

SANDALIAS: LA IGLESIA HACE LA PAZ

 Un soldado romano que se preparaba para la batalla se ataba un par de resistentes sandalias militares. Una suela de varias capas presentaba clavos rugosos, lo que ayudaba al soldado a mantener la posición y a “estar firme” (Efe. 6:11, 13, 14). Pablo explica este calzado militar con vocabulario de Isaías 52:7, que celebra el momento en que un mensajero trae la noticia de que se ganó la batalla de Yahvéh a favor de su pueblo (Isa. 52:8–10) y ahora reina la paz: “¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz!” (Isa. 52:7).

Repasa las ocho veces que Pablo recalca la paz en Efesios. ¿Por qué utiliza una detallada metáfora militar cuando está tan interesado en la paz? Efesios 1:2; 2:14, 15, 17; 4:3; 6:15, 23.

Efesios 1:2

Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Efesios 2:14-15, 17

14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,

17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca;

Efesios 4:3

solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz;

Efesios 6:15, 23

15 y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz.

23 Paz sea a los hermanos, y amor con fe, de Dios Padre y del Señor Jesucristo.

 Pablo celebra la paz como la obra de Cristo, “nuestra paz”, Aquel que predica la paz “a ustedes, que estaban lejos, y a los que estaban cerca” (Efe. 2:14-17), reuniendo a judíos y gentiles en “una nueva humanidad” (Efe. 2:15, NVI). Al mantener viva la historia evangélica del rescate de Cristo y su obra creadora de paz, al celebrar su victoria pasada y mirar hacia el grito de victoria futura, los creyentes se calzan y están listos para la batalla. Como el mensajero de Isaías 52:7, los creyentes son mensajeros que proclaman la victoria de Cristo y su paz.

Sin embargo, Pablo no quiere que entendamos su llamado a la acción como un llamado a tomar las armas militares literales contra nuestros enemigos. Por eso señala que los creyentes proclaman “el evangelio de paz” (Efe. 6:15). Tampoco desea que los creyentes sean combativos en sus relaciones con los demás, ya que ha enfatizado la unidad, las palabras edificantes y la benignidad (ver especialmente Efe. 4:25–5:2). La iglesia debe “hacer la paz” empleando el arsenal evangélico de las virtudes cristianas (humildad, paciencia, perdón, etc.) y las prácticas cristianas (oración, adoración). Esos actos son estratégicos, y apuntan hacia el gran plan de Dios para unificar todas las cosas en Cristo (Efe. 1:9, 10).

¿Cómo nos ayuda la siguiente cita a entender lo que la descripción militar de Pablo debería significar en nuestra vida como creyentes?: “Dios nos llama a ponernos la armadura. No queremos la armadura de Saúl, sino toda la armadura de Dios. Entonces podremos salir a trabajar con el corazón lleno de benignidad, compasión y amor semejantes a Cristo” (Elena de White, [Australasian] Union Conference Record, 28/7/1899).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El evangelio es un mensaje de paz. El cristianismo es un sistema que, de ser recibido y practicado, derramaría paz, armonía y dicha por toda la tierra. La religión de Cristo unirá en estrecha fraternidad a todos los que acepten sus enseñanzas…

Los hombres no pueden fabricar la paz. Los planes humanos, para la purificación y elevación de los individuos o de la sociedad, no lograrán la paz, porque no alcanzan al corazón. El único poder que puede crear o perpetuar la paz verdadera es la gracia de Cristo. Cuando ésta esté implantada en el corazón, desalojará las malas pasiones que causan luchas y disensiones.

Los rostros de los hombres y mujeres que andan y trabajan con Dios expresan la paz del cielo. Están rodeados por la atmósfera celestial. Para esas almas, el reino de Dios empezó ya. El Señor viene pronto. Hablen acerca de ello, oren para que así sea y créanlo. Transfórmenlo en una parte de su propia vida. Colóquense la armadura cristiana, y asegúrense de que sus pies estén «calzados con el apresto del evangelio de paz» (God’s Amazing Grace, p. 32; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 32).

Hermanos y hermanas, ¿os pondréis la armadura cristiana? «Calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz», estaréis preparados para ir de una casa a otra, llevando la verdad a la gente. A veces encontraréis que es penoso hacer esta clase de obra; pero si salís con fe, el Señor irá delante de vosotros, y hará que su luz brille sobre vuestro sendero. Entrando en los hogares de vuestros vecinos para vender o para dar nuestras publicaciones y con humildad enseñarles la verdad, os veréis acompañados por la luz del cielo, que permanecerá luego en estos hogares (El evangelismo, p. 88).

El que está calzado con el apresto del evangelio de paz, andará como Cristo anduvo. Podrá hablar palabras adecuadas, y hablarlas con amor. No tratará de introducir por la fuerza el mensaje de verdad. Tratará tiernamente con todo corazón, comprendiendo que el Espíritu impresionará la verdad en aquellos que son susceptibles a las impresiones divinas. Nunca será vehemente en sus maneras. Toda palabra hablada tendrá una influencia suavizadora y subyugante (El evangelismo, p. 131).

Vean todos que vuestros pies están calzados con el evangelio de paz y buena voluntad hacia los hombres. Maravillosos serán los resultados que veremos si nos dedicamos a la obra llenos con el Espíritu de Cristo. Recibiremos ayuda en nuestra necesidad si llevamos a cabo la obra con justicia, misericordia y amor. La verdad triunfará y llevará hacia la victoria (El evangelismo, p. 410).


Miércoles 20 de septiembre________________________________________________

ESCUDO, CASCO Y ESPADA

Los creyentes, como combatientes en el Gran Conflicto, ¿cuándo y cómo deben usar el escudo, el yelmo y la espada? Efesios 6:16, 17.

Efesios 6:16-17

16 Sobre todo, tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de fuego del maligno. 17 Y tomad el yelmo de la salvación, y la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios;

El escudo de Pablo es el gran escudo rectangular de un legionario romano. Hecho de madera y recubierto de cuero, sus bordes se curvan hacia adentro para protegerse de los ataques laterales. Cuando se mojaban en agua, los escudos podían “apagar […] dardos encendidos”, extinguir flechas sumergidas en brea y prendidas fuego. La descripción de Pablo del “escudo de la fe” refleja el uso del escudo en el Antiguo Testamento como símbolo de Dios, quien protege a su pueblo (Gén. 15:1; Sal. 3:3). Empuñar “el escudo de la fe” (Efe. 6:16) es entrar en la batalla cósmica confiando en Dios, quien pelea en favor de los creyentes (Efe. 6:10), provee las mejores armas (Efe. 6:11, 13) y asegura la victoria.

Al mismo tiempo, el casco de batalla romano estaba confeccionado de hierro o bronce. Al cuenco que protegía la cabeza se le añadía una placa en la parte posterior para proteger el cuello, orejeras, un arco para las cejas y placas con bisagras para proteger las mejillas. Dada la protección esencial que brindaba, “el yelmo de la salvación” (Efe. 6:17) simboliza la salvación presente que experimentan los creyentes en solidaridad con el Cristo resucitado, ascendido y exaltado (Efe. 2:6–10). Ponerse “el yelmo de la salvación” significa rechazar el temor a los poderes espirituales, tan común durante la época y, en cambio, confiar en el poder supremo de Cristo (comparar con Efe. 1:15–23; 2:1–10).

El elemento final de la armadura es “la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efe. 6:17), que se refiere a la espada corta de dos filos del legionario romano. La táctica habitual en batalla era lanzar dos jabalinas (que Pablo no menciona) y luego desenvainar la espada y atacar, empleando la espada corta en un movimiento de empuje. La espada de los creyentes es “la espada del Espíritu”, en el sentido de que la provee el Espíritu, un arma identificada como “la palabra de Dios”. Pablo da un paso al frente como general, y lanza un llamado a la acción al transmitir promesas de esperanza y victoria del Comandante en Jefe divino. Son estas promesas, expresadas en Efesios 6:10 al 20, las que constituyen “la palabra de Dios” como el arma principal en la batalla contra el mal. La “palabra de Dios”, entonces, se refiere a las amplias promesas del evangelio que encontramos en la Biblia.

Aunque posiblemente no nos gusten tantas imágenes militares, ¿qué deberían enseñarnos estas imágenes acerca de cuán literal es realmente el Gran Conflicto y con cuánta seriedad debemos tomarlo?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Todos los que se alistan bajo la bandera ensangrentada del Príncipe de la vida, de allí en adelante considerarán a Satanás como un enemigo, y con la fortaleza de Dios se opondrán a él como a un adversario mortal. Tomarán el yelmo de la salvación y la espada del Espíritu, que la Palabra de Dios. ¿Y qué harán para mantenerse en una posición ventajosa? «Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia». Efesios 6:18.

Deberíamos estar alerta para advertir el peligro. Deberíamos ver el carácter odioso del pecado y expulsarlo del alma. Los hacedores de la Palabra saben que en Jesús hay poder, que llega a ser de ellos por la fe. Están vestidos de la justicia que Dios aceptará, porque es la justicia de Cristo. Cubiertos de la armadura de Dios, la panoplia del cielo, resisten con éxito los engaños de la serpiente (En los lugares celestiales, p. 50).

Pregunté al ángel por qué no había más fe y poder en Israel. Me respondió: «Soltáis demasiado pronto el brazo del Señor. Asediad el trono con peticiones, y persistid en ellas con firme fe. Las promesas son seguras. Creed que vais a recibir lo que pidáis y lo recibiréis». Se me presentó entonces el caso de Elías, quien estaba sujeto a las mismas pasiones que nosotros y oraba fervorosamente. Su fe soportó la prueba. Siete veces oró al Señor y por fin vio la nubecilla. Vi que habíamos dudado de las promesas seguras y ofendido al Salvador con nuestra falta de fe. El ángel dijo: «Cíñete la armadura, y, sobre todo, toma el escudo de la fe que guardará tu corazón, tu misma vida, de los dardos de fuego que lancen los malvados». Si el enemigo logra que los abatidos aparten sus ojos de Jesús, se miren a sí mismos y fijen sus pensamientos en su indignidad en vez de fijarlos en los méritos, el amor y la compasión de Jesús, los despojará del escudo de la fe, logrará su objeto, y ellos quedarán expuestos a violentas tentaciones. Por lo tanto, los débiles han de volver los ojos hacia Jesús y creer en él. Entonces ejercitarán la fe (Primeros escritos, p. 73).

La familiaridad con las Escrituras agudiza la capacidad de discernimiento, y fortifica el alma contra los ataques de Satanás. La Biblia es la Palabra del Espíritu, que nunca dejará de vencer al adversario. Es el único verdadero guía en todos los asuntos de fe y de práctica. La razón por la cual Satanás tiene tanto control sobre la mente y el corazón de los hombres, es que no han hecho de la Palabra de Dios su consejero, y todos sus caminos no han sido probados mediante la prueba verdadera. La Biblia nos mostrará el curso que debemos seguir para llegar a ser los herederos de la gloria (Nuestra elevada vocación, p. 33).


Jueves 21 de septiembre__________________________________________________

PRACTIQUEMOS LA ORACIÓN DEL CAMPO DE BATALLA

Al concluir su exhortación para la batalla, Pablo insta a los creyentes –como soldados– a participar en oración crucial y continua “por todos los santos” (Efe. 6:18) y por él mismo como embajador en prisión (Efe. 6:19, 20). Este llamado a la oración puede entenderse como una extensión de las imágenes militares, ya que invocar a Dios (o a los dioses) en oración era una práctica común en el antiguo campo de batalla. Para citar un ejemplo bíblico: siguiendo la exhortación de batalla de Jaziel, Josafat lleva a “todo Judá y los habitantes de Jerusalén” a postrarse “ante el Señor y [a] adorar[lo]” (2 Crón. 20:18). Si bien la oración no es un séptimo elemento de la armadura, es una parte integral de la exhortación para la batalla y la metáfora militar de Pablo.

En el primero de dos pedidos de oración, Pablo pide a los destinatarios que participen en una oración ferviente, urgente y perseverante “por todos los santos” (Efe. 6:18). Si la iglesia ha de tener éxito en su batalla contra los poderes del mal, necesitará practicar la dependencia de Dios mediante la oración inspirada por el Espíritu.

El segundo pedido de oración de Pablo es por sí mismo: “y oren también por mí” (Efe. 6:19). Pide oración para que Dios le conceda el mensaje correcto (“para que me sea dada palabra”), en el momento oportuno (“al abrir mi boca”, NBLA), y que pueda pronunciarlo de la manera correcta (“con denuedo”), al abordar un tema sumamente importante: “el misterio del evangelio” (Efe. 6:19). Esta última frase se refiere a lo que podríamos llamar el “secreto a voces” de la intervención de Dios en Cristo para redimir a los gentiles junto con los judíos (ver Efe. 3:1–13), al crear “una nueva humanidad” (Efe. 2:15, NVI, ver también Efe. 2:11–22) como una señal del plan general de “reunir en él [Cristo] todas las cosas” (Efe. 1:10, NVI).

Repasa los siguientes “llamados a la oración” en el Nuevo Testamento. ¿Cuál te inspira más? ¿Por qué? Lucas 18:1–8; Filipenses 4:6; Colosenses 4:2; 1 Tesalonicenses 5:16–18.

Lucas 18:1–8

1 También les refirió Jesús una parábola sobre la necesidad de orar siempre, y no desmayar, diciendo: Había en una ciudad un juez, que ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él, diciendo: Hazme justicia de mi adversario. Y él no quiso por algún tiempo; pero después de esto dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia, no sea que viniendo de continuo, me agote la paciencia. Y dijo el Señor: Oíd lo que dijo el juez injusto. ¿Y acaso Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles? Os digo que pronto les hará justicia. Pero cuando venga el Hijo del Hombre, ¿hallará fe en la tierra?

Filipenses 4:6

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.

Colosenses 4:2

Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias;

1 Tesalonicenses 5:16–18

16 Estad siempre gozosos. 17 Orad sin cesar. 18 Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.

¿Por qué se insta tan a menudo a los creyentes a participar en la oración ferviente y perseverante? La metáfora militar de Pablo sugiere dos respuestas: (1) la amenaza de una batalla espiritual contra una serie de enemigos sobrenaturales es terrible y real; (2) las promesas de Dios de fortaleza espiritual y victoria se ilustran mediante las imágenes militares de Pablo (Efe. 6:10–17). La oración ferviente y perseverante nos brinda la oportunidad de escuchar atentamente estas promesas, celebrarlas y agradecer a Dios por los recursos de su gracia.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La fe verdadera demanda la bendición prometida y se aferra a ella antes de saberla realizada y de sentirla. Debemos elevar nuestras peticiones al Lugar Santísimo con una fe que dé por recibidos los prometidos beneficios y los considere ya suyos. Hemos de creer, pues, que recibiremos la bendición, porque nuestra fe ya se apropió de ella, y, según la Palabra, es nuestra. «Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá»… Marcos 11:24. Esto es fe sincera y pura: creer que recibiremos la bendición aun antes de recibirla en realidad. Cuando la bendición prometida se siente y se disfruta, la fe queda anonadada. Pero muchos suponen que tienen gran fe cuando participan del Espíritu Santo en forma destacada, y que no pueden tener fe a menos que sientan el poder del Espíritu. Los tales confunden la fe con la bendición que nos llega por medio de ella. Precisamente el tiempo más apropiado para ejercer fe es cuando nos sentimos privados del Espíritu. Cuando parecen asentarse densas nubes sobre la mente, es cuando se debe dejar que la fe viva atraviese las tinieblas y disipe las nubes. La fe verdadera se apoya en las promesas contenidas en la Palabra de Dios, y únicamente quienes obedezcan a esta Palabra pueden pretender que se cumplan sus gloriosas promesas. «Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho»… Juan 15:7 (Primeros escritos, pp. 72, 73).

Tenemos que llevar a cabo la tarea de un soldado, ganar victorias, porque no debemos ignorar las artimañas de Satanás. Oremos y velemos, no sea que Satanás aparezca de repente y nos induzca a olvidar nuestra necesidad de hacerlo.

En la lucha cristiana, a menos que mantengamos la vista fija en el adversario y en nosotros mismos, caeremos en la trampa de Satanás. Nuestra seguridad depende del estado de nuestro corazón. Dios nos ayude a estar en guardia; de lo contrario, ciertamente perderemos el cielo. El apartarnos un poquito de lo que es correcto, las pequeñas complacencias, parecen sin importancia en el momento, pero Satanás lo usará todo para conducirnos por un sendero que nos separará de la justicia y de Dios. No queremos seguir nuestros caminos sino los de Dios. Queremos luchar con todas nuestras fuerzas para aplastar a Satanás y para estar seguros de que estamos en buenas relaciones con Dios, para que podamos disponer de credenciales impecables que garanticen nuestra herencia inmortal (Cada día con Dios, p. 25).

Nuestras oraciones han de ser tan fervorosas y persistentes como lo fue la del amigo necesitado que pidió pan a media noche. Cuanto más fervorosa y constantemente oremos, tanto más íntima será nuestra unión espiritual con Cristo. Recibiremos bendiciones acrecentadas, porque tenemos una fe acrecentada.

Nuestra parte consiste en orar y creer. Velad en oración. Velad, y cooperad con el Dios que oye la oración. Recordad que «coadjutores somos de Dios». 1 Corintios 3:9 (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 111, 112).


Viernes 22 de septiembre_________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“Un ejército en batalla se confundiría y se debilitaría a menos que todos trabajaran en conjunto. Si los soldados representaran sus propias ideas impulsivas, sin referencia a las posiciones ni al trabajo de los demás, serían una colección de átomos independientes; no podrían hacer el trabajo de un cuerpo organizado. Por eso los soldados de Cristo deben actuar en armonía. No hay que apreciarlos por sí solos. Si hacen esto, el pueblo del Señor, en lugar de estar en perfecta armonía, de tener el mismo sentir, el mismo propósito, y de consagrarse a un gran objetivo, notará que sus esfuerzos son inútiles, que ha desperdiciado su tiempo y sus capacidades. La unión hace la fuerza. Incluso si pocas almas convertidas actúan en armonía, con un gran propósito y bajo una sola autoridad, lograrán victorias en cada enfrentamiento” (Elena de White, Spalding and Magan Collection, p. 121).

¿Cuál es la importancia de que Pablo se etiquete como “un embajador en cadenas” (Efe. 6:20)?

Los embajadores a menudo cumplían roles comprometidos durante la guerra, por lo que la autodescripción de Pablo encaja en el contexto de su metáfora militar. Los embajadores merecían el mismo respeto que la persona o el país que los enviaba. Así que, hay un marcado contraste entre el estatus de Pablo como embajador del Gobernante Supremo del cosmos y la absoluta falta de respeto advertida por sus cadenas (literalmente, “cadena”). Sin embargo, dado que los embajadores usaban un “collar de cargo” ceremonial, la mención que hace Pablo de una “cadena” puede estar “sazonada con ironía”, en la que considera que su cadena es “una decoración para usar con distinción” (David J. Williams, Paul’s Metaphors: Their Context and Character [Peabody, MA: Hendrickson, 1999], p. 152).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. En tu propio rincón de un mundo dividido y en guerra, ¿qué significa para ti y tu congregación “hacer la paz”? ¿Cómo podemos ser agentes de paz en un mundo cada vez más caracterizado por la agresión y la violencia?
  2. ¿Qué “dardos encendidos” en particular están lanzando en tu dirección? ¿Cómo puedes asegurarte de que el “escudo de la fe” esté en su sitio para extinguirlos?
  3. A veces hablamos de “guerreros de oración”. ¿Cómo podríamos llevar a cabo un “ministerio de oración” basado en Efesios 6:18 al 20?
  4. ¿Cómo debemos tratar a los heridos en el campo de batalla del Gran Conflicto? ¿Cómo debemos tratar al creyente cristiano que, en el fragor de la batalla, huye por miedo o capitula abiertamente ante el otro bando?

2 pensamientos en “Lección 13 – “HACIENDO LA PAZ” – Para el 23 de septiembre de 2023

  1. Oraremos por su salud hermano! Que se mejore pronto! Saludos!!

  2. Mi Querido Hermano en la Fe. Estoy triste que le ha llegado problemas físicos y no pudo darnos sus comentarios de la lección. Ya estamos orando por usted. Pedimos a Dios en el nombre de Cristo que sane pronto y esté nuevamente con nosotros. Adoramos a Dios por su ministerio que tanto nos hace falta. Mis presentaciones de Escuela Sabática son más profundas espiritualmente gracias a usted. Esperamos buenas noticias pronto. Bendiciones para toda la familia.

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.