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Lección 1 – LA MISIÓN DE DIOS EN FAVOR DE NOSOTROS: PRIMERA PARTE – Para el 7 de octubre de 2023

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Lección 1: Para el 7 de octubre de 2023

LA MISIÓN DE DIOS EN FAVOR DE NOSOTROS: PRIMERA PARTE

Sábado 30 de septiembre_________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 3:9-15; 28:15; Éxodo 29:43, 45; Mateo 1:18-23; Juan 1:14-18; 3:16; 14:1-3.

PARA MEMORIZAR:

“Pero Dios el Señor llamó al hombre y le dijo:’¿Dónde estás?'» (Efe. 1:9, 10).

La misión encuentra su origen y su finalidad únicamente en Dios. Esta misión no comenzó con el llamado a Abram (Gén. 12:1-4) ni con el Éxodo (Éxo. 12:31-42). Ni siquiera comenzó con Jesucristo en la Tierra (Mat. 1:18-25)ni con los viajes misioneros de Pablo (Hech. 13:4-14:26). Esta misión comenzó con Dios mismo, cuando trajo a la existencia el Universo y luego creó a la humanidad (Gén. 1:26,27).

En las Escrituras, vemos a un Dios que intencionalmente se acerca a sus hijos y desea estar con ellos. Desde el principio, establece una relación con Adán y con Eva. Aun después de la entrada del pecado, él continúa con su misión. Pero esa misión ahora es restablecer su relación con la humanidad. Finalmente, la misión de Dios se cumplirá (Apoc. 21-22), y por esta razón debemos motivarnos en la labor de proclamar el evangelio eterno al mundo (Apoc. 14:6,7).

Por lo tanto, el fundamento de todo esfuerzo misionero debe centrarse en una relación con el Creador y en la comprensión adecuada de su naturaleza y su carácter misioneros.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Como las complicaciones semejantes a ruedas eran dirigidas por la mano que había debajo de las alas de los querubines, el complicado juego de los acontecimientos humanos se halla bajo el control divino. En medio de las disensiones y el tumulto de las naciones, el que está sentado más arriba que los querubines sigue guiando los asuntos de esta tierra.

La historia de las naciones nos habla a nosotros hoy. Dios asignó a cada nación e individuo un lugar en su gran plan. Hoy los hombres y las naciones son probados por la plomada que está en la mano de Aquel que no comete error. Por su propia elección, cada uno decide su destino, y Dios lo rige todo para cumplir sus propósitos.

Al unir un eslabón con otro en la cadena de los acontecimientos, desde la eternidad pasada a la eternidad futura, las profecías que el gran YO SOY dio en su Palabra nos dicen dónde estamos hoy en la procesión de los siglos y lo que puede esperarse en el tiempo futuro. Todo lo que la profecía predijo como habiendo de acontecer hasta el momento actual, se lee cumplido en las páginas de la historia, y podemos tener la seguridad de que todo lo que falta por cumplir se realizará en su orden (Profetas y reyes, pp. 393, 394).

Los planes eternos de Dios están por cumplirse, y el fin de todas las cosas está cerca. Es la hora cuando los que poseen un conocimiento de la verdad de Dios debieran alistarse bajo la bandera manchada de sangre del Príncipe Emmanuel. Debieran levantarse como defensores de la fe dada a los santos. Debieran hacer conocer al mundo qué significa guardar los mandamientos de Dios y tener la fe de Jesús. Debieran permitir que su luz brille claramente, derramando poderosos rayos sobre la senda de los que caminan en la oscuridad. Los soldados de Cristo debieran defender la verdad hombro a hombro, ser leales a ella, vindicando la ley de Jehová (Hijos e hijas de Dios, p. 271).

Así como los rayos del sol penetran hasta las partes más remotas del mundo, Dios quiere que el evangelio llegue a toda alma en la tierra…

De esta manera ha de cumplirse el propósito de Dios al llamar a su pueblo, desde Abraham en los llanos de Mesopotamia hasta nosotros en el siglo actual. Dice: «Haré de ti una nación grande, y te bendeciré… y serás bendición» Génesis 12:2… Si sobre nuestro espíritu nació la gloria del Señor, si hemos visto la hermosura del que es «señalado entre diez mil» y «todo él codiciable», si nuestra alma se llenó de resplandor en presencia de su gloria, entonces estas palabras del Maestro fueron dirigidas a nosotros. ¿Hemos estado con Cristo en el monte de la transfiguración? Abajo, en la llanura, hay almas esclavizadas por Satanás que esperan las palabras de fe y las oraciones que las pongan en libertad (El discurso maestro de Jesucristo, p. 39).


Domingo 1° de octubre___________________________________________________

EL DIOS QUE NOS TIENDE LA MANO

Dios nos creó a su imagen y semejanza. Nos entregó un mundo perfecto, y su propósito era que viviéramos en perfecta conexión con él; una relación centrada en su atributo más precioso: el amor. Pero, para que el amor sea real, Dios también nos dio otro don precioso: el libre albedrío, la libertad de elegir qué camino seguir. Por supuesto, Dios dio instrucciones claras a Adán y a Eva sobre el peligro y las consecuencias mortales de la desobediencia (Gén. 2:16, 17). Satanás, por su parte, persuadió engañosamente a Eva de que podía comer del fruto del árbol de la ciencia del bien y del mal sin ninguna consecuencia negativa; al contrario, afirmó: «Serán como Dios, conocedores del bien y del mal” (Gén.3:5). Por desgracia, Eva decidió desobedecer y le ofreció el fruto a Adán, quien tomó la misma decisión. Por ende, la Creación perfecta se tiñó de pecado.

Ese momento cambió el plan y el propósito originales de Dios para el planeta Tierra, recientemente creado. La misión de salvación, que había sido planificada “antes de la creación del mundo” (Efe. 1:4), debía implementarse ahora.

Lee Génesis 3:9 al 15. Cuáles fueron las primeras palabras de Dios a Adán después de que él y Eva cayeran, y por qué esa declaración es tan significativa incluso hoy en términos teológicos?

Génesis 3:9-15

Mas Jehová Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú? 10 Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí. 11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del árbol del que yo te mandé no comieses? 12 Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dio del árbol, y yo comí. 13 Entonces Jehová Dios dijo a la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí. 14 Y Jehová Dios dijo a la serpiente: Por cuanto esto hiciste, maldita serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida. 15 Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el calcañar.

Por supuesto, Dios sabía exactamente dónde estaban. Dominados por el miedo, Adán y Eva eran quienes necesitaban ver lo que estaba sucediendo. Pero también necesitaban ser confrontados para que pudieran comprender las terribles consecuencias de su pecado. También Satanás debía ser derrotado. Para ello, Dios comenzó a presentar su misión: el plan de redención (ver Gén. 3:14,15), la única esperanza de reconciliar «consigo al mundo» (2 Cor. 5:19).

Sin embargo, debemos prestar mucha atención al hecho de que, antes de la confrontación y de la promesa de reconciliación, Dios fue en busca de la humanidad caída. A pesar de la situación aparentemente desesperada, Dios aborda esencialmente dos cuestiones en su pregunta a Adán: su naturaleza misionera y nuestro estado caído. Estamos perdidos y necesitamos desesperadamente la salvación. Él es quien sale a nuestro encuentro decidido a salvarnos y a estar con nosotros.

De principio a fin de la historia, Dios sigue preguntando: “Dónde estás?” En tu experiencia personal, qué significa esta para ti y cómo le respondiste?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La ropa blanca de la inocencia era llevada por nuestros primeros padres cuando fueron colocados por Dios en el santo Edén. Ellos vivían en perfecta conformidad con la voluntad de Dios. Toda la fuerza de sus afectos era dada a su Padre celestial. Una hermosa y suave luz, la luz de Dios, envolvía a la santa pareja. Este manto de luz era un símbolo de sus vestiduras espirituales de celestial inocencia. Si hubieran permanecido fieles a Dios, habría continuado envolviéndolos. Pero cuando entró el pecado, rompieron su relación con Dios, y la luz que los había circuido se apartó. Desnudos y avergonzados, procuraron suplir la falta de los mantos celestiales cosiendo hojas de higuera para cubrirse (Palabras de vida del gran Maestro, p. 252).

Desde la caída del hombre, el Señor ha estado llevando a cabo sus designios en el plan de la redención, un plan por el cual procura restaurar en el hombre su perfección original. Gracias a la muerte de Cristo en la cruz, Dios recibe y perdona a cada alma arrepentida…

La salvación de la raza humana siempre ha sido el objeto de los concilios celestiales. El pacto de misericordia fue hecho antes de la fundación del mundo. Ha existido desde toda la eternidad y se lo llama el pacto eterno. Tan cierto como que nunca hubo un momento en que Dios no existiese, así de seguro nunca hubo un momento en que manifestar su gracia a la humanidad no fuese la delicia de la mente eterna (Dios nos cuida, p. 74).

El amor de Jesús por las almas no se puede medir. Cristo murió para salvar no solo a los pocos que lo aceptan; no, él vino a nuestro mundo para salvar a cada hijo e hija de Adán. No vino a buscar y a salvar a los que eran intachables y hermosos, sino que vino a buscar y a salvar a los que están perdidos. «No he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento». El es el verdadero Pastor, siempre dispuesto a dejar el rebaño que está en el redil e ir al desierto en busca de la oveja perdida (Manuscript Releases, t. 19, p. 330).

Cuando veáis la enormidad del pecado, cuando os veáis como sois en realidad, no os entreguéis a la desesperación, pues a los pecadores es a quienes Cristo vino a salvar. No tenemos que reconciliar a Dios con nosotros, sino que —¡0h maravilloso amor!— «Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo». Por su tierno amor está atrayendo a sí los corazones de sus hijos errantes. Ningún padre según la carne podría ser tan paciente con las faltas y los yerros de sus hijos, como lo es Dios con aquellos a quienes trata de salvar. Nadie podría argüir más tiernamente con el pecador. Jamás enunciaron los labios humanos invitaciones más tiernas que las dirigidas por él al extraviado. Todas sus promesas, sus amonestaciones, no son sino la expresión de su amor inefable (El camino a Cristo, p. 35).


Lunes 2 de octubre______________________________________________________

EL DIOS QUE ANHELA ESTAR CON NOSOTROS

Lee Génesis 17:7, 26:3 y 28:15. Cuál fue el enfoque principal de la promesa de Dios a Abraham y sus descendientes en estos versículos?

Génesis 17:7

Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti.

Génesis 26:3

Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré; porque a ti y a tu descendencia daré todas estas tierras, y confirmaré el juramento que hice a Abraham tu padre.

Génesis 28:15

15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he dicho.

En la narración del Antiguo Testamento, Dios sigue actuando según su naturaleza misionera para cumplir sus propósitos. Por ejemplo, después del Diluvio, el pueblo de Babel decidió reunirse en un mismo lugar para construir una ciudad y una torre que llegara hasta el cielo. Dios intervino al confundir su lenguaje con el objetivo de dispersarlos por todo el mundo (Gén.11:1-9). Luego, amplió su misión al llamar a Abram (que más tarde pasó a ser Abraham) a fin de que fuera un canal de sus bendiciones para todo el mundo (Gén. 12:1-3). Las promesas de Dios a Abraham y a sus descendientes fueron múltiples, pero una se destaca por sobre las demás. Varias veces, básicamente, Dios les declaró: “Seré tu Dios”; “Yo estaré contigo”; “Yo estoy contigo» (ver Gén. 17:7, 8; 26:3; 28:15).

A medida que transcurre la historia, José termina en Egipto, pero como instrumento de salvación para su pueblo. A cada paso de la experiencia de José, incluso en los momentos más difíciles de su vida, la Biblia afirma que “el Señor estuvo con José» (Gén. 39:2, 21, 23). Generaciones más tarde, en cumplimiento de su misión, Dios envió a Moisés ante faraón para liberar a su pueblo de la esclavitud en Egipto. Al “enviar” a Moisés, Dios le dijo: «Ciertamente yo estaré contigo» (Éxo. 3:12, NBLA). Una y otra vez, Jehová confirmó su profundo deseo de estar con su pueblo.

Lee Éxodo 29:43 y 45. Cuál era uno de los principales propósitos del Santuario del Antiguo Testamento? Dios decidió estar con sus hijos de una manera diferente. Confirmó a Moisés su anhelo de morar entre los hijos de Israel mediante la construcción del Tabernáculo y el establecimiento de un sistema muy deliberado y lleno de propósito, que apuntaría al instrumento definitivo de su misión: Jesucristo. “Las ofrendas de los sacrificios y el sacerdocio del sistema judaico estaban constituidos para representar la muerte y la obra mediadora de Cristo. Todas estas ceremonias estaban desprovistas de significado. No tenían virtud alguna excepto en lo que se referían a Cristo» (Elena de White, Exaltad a Jesús, p.18).

¿Cómo experimentas la presencia de Dios en tu vida?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Dios que es todo misericordia velaba su gloria… a fin de que Moisés pudiese mirarla y sobrevivir. Así también en la columna de nube de día y la columna de fuego de noche, Dios se comunicaba con Israel, les revelaba su voluntad a los hombres, y les impartía su gracia. La gloria de Dios estaba suavizada, y velada su majestad, a fin de que la débil visión de los hombres finitos pudiese contemplarla. Así Cristo había de venir en «el cuerpo de nuestra bajeza» (Filipenses 3:21), «hecho semejante a los hombres.» A los ojos del mundo, no poseía hermosura que lo hiciese desear; sin embargo era Dios encarnado, la luz del cielo y de la tierra. Su gloria estaba velada, su grandeza y majestad ocultas, a fin de que pudiese acercarse a los hombres entristecidos y tentados.

Dios ordenó a Moisés respecto a Israel: «Hacerme han un santuario, y yo habitaré entre ellos» (Éxodo 25:8), y moraba en el santuario en medio de su pueblo. Durante todas sus penosas peregrinaciones en el desierto, estuvo con ellos el símbolo de su presencia. Así Cristo levantó su tabernáculo en medio de nuestro campamento humano. Hincó su tienda al lado de la tienda de los hombres, a fin de morar entre nosotros y familiarizarnos con su vida y carácter divinos. «Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad (El Deseado de todas las gentes, pp. 14, 15).

La notable prosperidad que acompañaba a todo lo que se encargara a José no era resultado de un milagro directo, sino que su industria, su interés y su energía fueron coronados con la bendición divina. José atribuyó su éxito al favor de Dios, y hasta su amo idólatra aceptó eso como el secreto de su sin igual prosperidad. Sin embargo, sin sus esfuerzos constantes y bien dirigidos, nunca habría podido alcanzar tal éxito. Dios fue glorificado por la fidelidad de su siervo. Era el propósito divino que por la pureza y la rectitud, el creyente en Dios apareciera en marcado contraste con los idólatras, para que así la luz de la gracia celestial brillase en medio de las tinieblas del paganismo (Patriarcas y profetas, p. 2 16).

Hoy también el Señor declara a sus hijos: «Esfuérzate… y obrad: porque yo soy con vosotros.» El creyente tiene siempre en el Señor a un poderoso auxiliador. Tal vez no sepamos cómo nos ayuda; pero esto sabemos: Nunca falta su ayuda para aquellos que ponen su confianza en él. Si los cristianos pudieran saber cuántas veces el Señor ordenó su camino, para que los propósitos del enemigo acerca de ellos no se cumplieran, no seguirían tropezando y quejándose. Su fe se estabilizaría en Dios, y ninguna prueba podría moverlos. Le reconocerían como su sabiduría y eficiencia, y él haría que se cumpliese lo que él desea obrar por su medio (Profetas y reyes, p. 422).


Martes 3 de octubre_____________________________________________________

EL DIOS QUE SE HIZO UNO CON NOSOTROS

El Antiguo Testamento presenta la manera en que el Creador comenzó a implementar un plan mediante un pueblo que debía representar su naturaleza y su propósito ante el mundo. Todo lo que Dios hizo fue conforme a su estrategia misionera. Por medio del profeta Isaías, Dios dijo: “Yo soy Dios, y no hay otro; nada hay semejante a mí, que anuncio el fin desde el principio [..]; que digo: ‘Mis planes se cumplirán, y hago todo lo que deseo’” (Isa. 46:9, 10). Sin embargo, en el Nuevo Testamento, el deseo de Dios de estar con la humanidad adquiere una nueva dimensión. Mediante la encarnación de Cristo, lo que era solo una promesa en el Jardín del Edén (Gén. 3:15) se convierte en realidad.

Lee el relato del anuncio del nacimiento de Jesús en Mateo 1:18 al 23. Qué cosas esenciales nos dice este relato sobre Dios?

Mateo 1:18-23

18 El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo. 19 José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. 20 Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. 21 Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS,[a] porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 22 Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros.

«Dios con nosotros». Emanuel. Dios había habitado entre su pueblo en el Santuario, y ahora habitaba con él en la persona física de Jesús de Nazaret. En efecto, con el nacimiento de Jesús, Dios presentó de forma concreta su continuo deseo de estar con nosotros en naturaleza y misión: el Hijo de Dios era plenamente humano y plenamente divino, y es aquel que afirmó: “Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí» (Juan 14:6).

Lee Juan 1:14 al 18. Qué puedes aprender, a partir de la encarnación de Cristo, acerca de la misión de Dios en favor de nosotros?

Juan 1:14-18

14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad. 15 Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es de quien yo decía: El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo. 16 Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. 17 Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. 18 A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer.

Dios siguió adelante con su misión y luego, por medio de Jesucristo, se hizo presente en la carne entre sus hijos. El «unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan 1:14) cumplió las profecías del Antiguo Testamento y, según el plan divino, se hizo uno con nosotros, Dios en carne humana. El Dios de la misión seguía cumpliendo su propósito.

Piensa lo que significa que el amor de Dios por nosotros sea tan grande como a para venir a nosotros en nuestra propia humanidad. Cómo debemos responder a este amor, especialmente en cuanto a hacer obra misionera por los demás?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Desde los días de la eternidad, el Señor Jesucristo era uno con el Padre; era «la imagen de Dios,» la imagen de su grandeza y majestad, «el resplandor de su gloria.» Vino a nuestro mundo para manifestar esta gloria. Vino a esta tierra obscurecida por el pecado para revelar la luz del amor de Dios, para ser «Dios con nosotros.» Por lo tanto, fue profetizado de él: «Y será llamado su nombre Emmanuel».

Al venir a morar con nosotros, Jesús iba a revelar a Dios tanto a los hombres como a los ángeles. Él era la Palabra de Dios: el pensamiento de Dios hecho audible. En su oración por sus discípulos, dice: «Yo les he manifestado tu nombre» —»misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad» «para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos» (El Deseado de todas las gentes, p. 11).

Fue la [de Cristo] una vida de abnegación y preocupación por los demás. Toda alma era preciosa a sus ojos. A la vez que se condujo siempre con dignidad divina, se inclinaba con la más tierna consideración sobre cada uno de los miembros de la familia de Dios. En todos los hombres veía almas caídas a quienes era su misión salvar.

Tal fue el carácter que Cristo reveló en su vida. Tal es el carácter de Dios. Del corazón del Padre es de donde manan para todos los hijos de los hombres los ríos de la compasión divina, demostrada por Cristo. Jesús, el tierno y piadoso Salvador, era Dios «manifestado en la carne». 1 Timothy 3:16…

Pero este gran sacrificio [de Cristo] no fue hecho para crear amor en el corazón del Padre hacia el hombre, ni para moverle a salvarnos. ¡No! ¡No! «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito». Juan 3:16. Si el Padre nos ama no es a causa de la gran propiciación, sino que él proveyó la propiciación porque nos ama. Cristo fue el medio por el cual el Padre pudo derramar su amor infinito sobre un mundo caído. «Dios estaba en Cristo, reconciliando consigo mismo al mundo». 2 Corintios 5:19. Dios sufrió con su Hijo. En la agonía del Getsemaní, en la muerte del Calvario, el corazón del Amor infinito pagó el precio de nuestra redención (El camino a Cristo, pp. 12-14).

Ahora es el momento de ponerse decididamente de parte de la verdad; y siendo que Dios ha dado a cada uno su medida de influencia, es deber de cada uno ejercerla para gloria de Dios y para bien de sus semejantes. Ninguno de los mayordomos de Cristo permanecerá ocioso en un tiempo como el presente, o se contentará simplemente con vivir para sí. Los que están en comunión con Cristo se darán cuenta de que hay almas a cada paso que pueden beneficiarse mediante su ayuda, su ejemplo, y su influencia Se darán cuenta de que pueden ser agentes mediante los cuales Jesús obrará para salvar a aquellos por los que murió (Sons and Daughters of God, p. 269; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 271).


Miércoles 4 de octubre___________________________________________________

EL DIOS QUE SIGUE ESTANDO CON NOSOTROS

La vida y el ministerio de Jesús fueron la revelación suprema de Dios. En unos tres años, Dios pudo revelar más sobre quién era él y en qué consistía su misión que en todo lo que había hecho mediante los demás métodos en las generaciones anteriores. Cristo era la perfecta “imagen del Dios invisible», aquel en quien “habitase toda su plenitud […] haciendo la paz mediante la sangre de su cruz” (Col. 1:15, 19, 20). En Cristo, la naturaleza misionera de Dios se dio a conocer por completo. Jesús mismo reveló su misión al decir: “El Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:10).

Lee Juan 3:16 y reflexiona detenidamente sobre el mensaje. Cómo ves que interactúan aquí el amor y la misión de Dios?

Juan 3:16

16 Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.

Más adelante en su ministerio, cuando Jesús se acercaba a su última semana de vida, el destino final de la humanidad estaba en juego. Los acontecimientos que tuvieron lugar durante esos días conectaron la expectativa del pasado con la esperanza del futuro. Durante la celebración de la Pascua (que señalaba la liberación de la opresión en Egipto), Jesucristo, el Dios encarnado, entregó su vida para librarnos de la esclavitud del pecado. El apóstol Pablo escribió: “Al que no tenía pecado, Dios lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros llegásemos a ser justicia de Dios en él» (2 Cor. 5:21).

Lee Mateo 28:18 al 20. Cuál es la promesa que podemos encontrar en la Gran Comisión? ;Qué seguridad nos da al comprometernos con la misión de Dios?

Mateo 28:18-20

18 Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. 19 Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; 20 enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo. Amén.

La muerte de Cristo fue parte del proceso de reconciliación, no su fin. Mediante su resurrección, Jesús venció la muerte y recibió «toda autoridad [..] en el cielo y en la tierra» (Mat. 28:18). En vista de esta realidad, encomendó a todos sus seguidores que hicieran discípulos en todo el mundo, con una promesa asombrosa: «Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo» (Mat.28:20).

De qué manera experimentaste en tu propia vida el cumplimiento de la promesa de Jesús de estar «con ustedes todos los días” cuando te dedicas a la misión?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Jesús consideró al mundo en su estado caído con piedad infinita. Tomó sobre sí la humanidad para tocarla y elevarla. Vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido. Llegó hasta lo más profundo de la miseria y la aflicción humanas, para tomar al hombre tal como lo encontró, un ser manchado de corrupción, degradado por el vicio, depravado por el pecado y unido a Satanás en la apostasía, y elevarlo a un asiento en su trono. Pero estaba escrito de él que «no desfallecerá ni se desanimará», y siguió adelante en el camino de la abnegación y el sacrificio, dándonos un ejemplo para que siguiéramos sus pasos.

Debemos trabajar como lo hizo Jesús, apartándonos de nuestro propio placer, alejándonos de los sobornos de Satanás, despreciando la comodidad y aborreciendo el egoísmo, a fin de poder buscar y salvar lo que está perdido, llevando a las almas de las tinieblas a la luz, al resplandor del amor de Dios. Se nos ha encomendado que vayamos y prediquemos el evangelio a toda criatura. Hemos de llevar a los perdidos la noticia de que Cristo puede perdonar los pecados, puede renovar la naturaleza, puede revestir el alma con el manto de su justicia, traer al pecador a su sano juicio, y enseñarle y capacitarlo para ser un obrero junto con Dios (Fundamentals of Christian Education, p. 199).

La muerte de Cristo demuestra el gran amor de Dios por el hombre. Es nuestra garantía de salvación. Quitarle al cristiano la cruz sería como borrar del cielo el sol. La cruz nos acerca a Dios, y nos reconcilia con él. Con la perdonadora compasión del amor de un padre, Jehová contempla los sufrimientos que su Hijo soportó con el fin de salvar de la muerte eterna a la familia humana, y nos acepta en el Amado.

Sin la cruz, el hombre no podría unirse con el Padre. De ella depende toda nuestra esperanza. De ella emana la luz del amor del Salvador; y cuando al pie de la cruz el pecador mira al que murió para salvarle, puede regocijarse con pleno gozo; porque sus pecados son perdonados. Al postrarse con fe junto a la cruz, alcanza el más alto lugar que pueda alcanzar el hombre.

Mediante la cruz podemos saber que el Padre celestial nos ama con un amor infinito. ¿Debemos maravillarnos de que Pablo exclamara: «Lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo»? Gálatas 6:14. Es también nuestro privilegio gloriarnos en la cruz, entregarnos completamente a Aquel que se entregó por nosotros, Entonces, con la luz que irradia del Calvario brillando en nuestros rostros, podemos salir para revelar esta luz a los que están en tinieblas (Los hechos de los apóstoles, pp. 170, 171).


Jueves 5 de octubre______________________________________________________

EL DIOS QUE VOLVERÁ POR NOSOTROS

Lee Juan 14: 1 al 3. En qué medida este pasaje se vincula con el mensaje del tiempo del fin que se encuentra en las Escrituras?

Juan 14: 1-3

1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

Durante su ministerio terrenal, una de las promesas más preciosas de Cristo, la bendita esperanza, refleja una vez más el deseo del Creador de estar con nosotros por toda la eternidad. Jesús afirmó: “Vendré otra vez, y los llevaré conmigo, para que donde yo esté, ustedes también estén» (Juan 14:3).

Según el apóstol Juan, la promesa finalmente se hará realidad. “Y oí una gran voz del cielo que decía: ‘El santuario de Dios estará con los hombres. Él habitará con ellos, y ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos, y será su Dios’” (Apoc. 21:3).

«La obra de la Redención será completada. Donde el pecado abundó, sobreabundó la gracia de Dios. La Tierra misma, el mismo campo que Satanás reclama como suyo, quedará no solo redimida sino también exaltada.[…] Aquí, donde el Hijo de Dios residió temporalmente en forma humana; donde el Rey de gloria vivió, sufrió y murió; aquí, cuando haga nuevas todas las cosas, estará ‘el tabernáculo de Dios con los hombres’. […] Y, a través de las edades sin fin, mientras los redimidos anden en la luz del Señor, lo alabarán por su Don inefable: Emanuel, ‘Dios con nosotros’” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 18).

Aquí encontramos el cuadro más hermoso de la Redención. El Dios de la misión finalmente cumplirá su deseo de estar con sus hijos por la eternidad. ¡Qué tremendo privilegio formar parte de esta realidad!

Desafíos semanales. Durante este trimestre, estás invitado a comprometerte conscientemente con la misión de Dios. Esta será una oportunidad para ver y experimentar al Dios de la misión obrando en tu vida. Aprovecha este momento para la reflexión personal y prepárate para compartir semanalmente lo que has aprendido con tu clase. Además, el desafío avanzado te animará a ampliar tu participación en la misión de Dios.

Desafío: Ora todos los días de la semana que viene para que Dios abra tu corazón a fin de ser parte de su misión.

Desafío avanzado: Averigua el nombre de alguna persona con la que te relacionas pero que todavía no conoces: un vecino, un compañero de trabajo, un comerciante, un conductor de autobús, un conserje, etc. Comienza a orar por él o ella todos los días.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando el ministerio terrenal de Cristo estaba por terminar, y él comprendía que debía dejar pronto a sus discípulos para que continuaran la obra sin su superintendencia personal, trató de animarlos y prepararlos para lo futuro. No los engañó con falsas esperanzas. Como en un libro abierto leía lo que iba a suceder. Sabía que estaba por separarse de ellos y dejarlos como ovejas entre lobos. Sabía que iban a sufrir persecución, que iban a ser expulsados de las sinagogas y encarcelados. Sabía que por testificar de él como el Mesías, algunos de ellos serían muertos, y les dijo algo de esto. Al hablarles del futuro de ellos, lo hacía en forma clara y definida, para que en sus pruebas venideras pudieran recordar sus palabras y ser fortalecidos creyendo en él como el Redentor.

Les habló también palabras de esperanza y valor. «No se turbe vuestro corazón —dijo—, creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay: de otra manera os lo hubiera dicho: voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere, y os aparejare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo: para que donde yo estoy, vosotros también estéis. Y sabéis a dónde yo voy; y sabéis el camino». Juan 14:1-4. Por amor a vosotros he venido al mundo, por vosotros he trabajado. Cuando me vaya, todavía trabajaré fervientemente por vosotros. Vine al mundo para revelarme a vosotros, para que pudierais creer. Voy a mi Padre y a vuestro Padre para cooperar con él en favor vuestro (Los hechos de los apóstoles, p. 21).

Mientras Cristo ascendía, con sus manos extendidas para bendecir a sus discípulos, una nube de ángeles lo recibió y lo ocultó de su vista. Mientras los discípulos esforzaban la vista para captar el último destello de su Señor que ascendía, dos ángeles de la gozosa multitud se pararon junto a ellos y les dijeron: «Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo». Hechos 1:11.

Los discípulos se llenaron de gran gozo. Vez tras vez repitieron las palabras que Cristo les había dicho en sus últimas lecciones, tal como están registradas en los (capítulos 14, 15, 16 y 17) de Juan; y cada uno de ellos tenía alguna cosa que decir acerca de la instrucción recibida, especialmente con relación a las palabras de Juan [se citan los versículos 1-3]…

La promesa de que volvería, y también el pensamiento de que les dejaría su paz, llenaron sus corazones de gozo (Alza tus ojos, p. 355).

Es nuestro privilegio comprender las grandes responsabilidades que Dios ha colocado sobre nosotros, de manera que no estemos en tinieblas respecto de lo que se aproxima sobre nuestro mundo. No podemos permitimos enfrentar ese día sin estar preparados, sino que, cuando pensamos en el grande y solemne evento de la venida de Cristo en las nubes de los cielos con poder y gran gloria, debiéramos vivir delante de Dios con gran humildad, no sea que caigamos de la gracia de Dios y seamos hallados indignos de la vida eterna (Alza tus ojos, p. 190).


Viernes 6 de octubre_____________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“El plan de nuestra redención no fue una reflexión ulterior, un plan formulado después de la caída de Adán. Fue una ‘revelación del misterio que por tiempos eternos fue guardado en silencio’ (Rom. 16:25). Fue una manifestación de los principios que desde las edades eternas habían sido el fundamento del Trono de Dios. Desde el principio, Dios y Cristo sabían de la apostasía de Satanás y de la caída del hombre por causa del poder seductor del apóstata. Dios no ordenó que el pecado existiese, sino que previó su existencia, e hizo provisión para enfrentar la terrible emergencia. Tan grande fue su amor por el mundo que se comprometió a dar a su Hijo unigénito, ‘para que todo aquel en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna’ (Juan 3:16)» (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, pp. 13, 14).

“Cristo no dijo a sus discípulos que su trabajo sería fácil. […] Pero no se los dejaría luchar solos. Les aseguró que él estaría con ellos; y que si ellos avanzaban con fe estarían bajo el escudo de la Omnipotencia.[…] Mientras obedecieran su palabra y trabajasen en comunión con él, no podrían fracasar. Vayan a todas las naciones, les ordenó, vayan a las partes más alejadas del Globo habitable, y estén seguros de que aun allí mi presencia estará con ustedes. Trabajen con fe y confianza; porque yo no los olvidaré nunca. Estaré siempre con ustedes, ayudándolos a realizar y cumplir vuestro deber, guiándolos, alentándolos, santificándolos, sosteniéndolos y dándoles éxito en hablar palabras que llamen la atención de otros al Cielo» (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 24).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Piensa en lo que significa que las primeras palabras de Dios a la humanidad caída no hayan sido: “¿Qué has hecho?», o «; Por qué me has desobedecido?” En lugar de esto, las primeras palabras fueron: “¿Dónde estás?” Qué consuelo debería darnos esta verdad con respecto a la intención de Dios para con nosotros y nuestros seres queridos?
  2. Piensa en lo que significa que Dios mismo, en la Persona de Jesús, viniera a este mundo para salvarnos. Cristo en la Cruz fue la máxima manifestación de Dios como un Dios misionero. Qué nos dice esto acerca de su carácter?
  3. La misión pertenece a Dios. Por lo tanto, él habilitará y capacitará a las personas para la tarea. A la luz de esta realidad, cuando te enfrentas a los desafíos de la evangelización mundial, cómo puedes hacer frente a los sentimientos y las actitudes de incapacidad o miedo?

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