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Lección 4 – COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS – Para el 28 de octubre de 2023

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Lección 4: Para el 28 de octubre de 2023

COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS

Sábado 21 de octubre____________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 18; Santiago 5:16; Romanos 8:34; Hebreos 7:25; Génesis 19:1-29; 12:1-9.

PARA MEMORIZAR:

 “Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros. Que se amen así como yo los he amado. En esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, si se aman unos a otros” (Juan 13:34, 35).

Desde el comienzo, Abraham quiso que Dios lo utilizara para la misión. Esta verdad se hace evidente, por ejemplo, en Génesis 18, cuando Dios le advirtió lo que sucedería con Sodoma y Gomorra. “Nada hace Dios, el Señor, sin revelar su secreto a sus siervos los profetas” (Amós 3:7). Y en la historia de Sodoma y Gomorra, “su siervo el profeta” era Abraham.

Abraham estaba descansando durante el calor del día cuando vio a tres viajeros. “Abraham no había visto en sus huéspedes más que tres viajeros cansados, sin imaginarse que entre ellos había Uno a quien podía adorar sin cometer pecado” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 133). No obstante, Abraham pronto se comprometió personalmente con la misión de Dios, al orar e interceder por el pueblo de Sodoma y Gomorra, procurando su salvación. En cierto sentido, si la misión no consiste en eso, ¿en qué consiste?

A lo largo de este capítulo, se revelan tres grandes cualidades espirituales de Abraham: la hospitalidad, el amor y la oración, cualidades que también pueden ser de gran ayuda en la misión.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El que proclama ser cristiano debería examinarse a sí mismo y ver si es tan bueno y considerado con sus semejantes como desea que estos lo sean con él… Cristo enseñó que la posición social o la riqueza no deberían hacer diferencia en nuestro trato mutuo y que a la vista del Cielo todos somos hermanos. Las posesiones terrenales o el honor mundanal no cuentan en la valuación que Dios hace del hombre. Creó a todos los hombres iguales. No hace acepción de personas. Valora a un hombre de acuerdo con la virtud de su carácter.

El poseer verdadera piedad significa amarse uno al otro, ayudar el uno al otro, manifestar la religión de Jesús en nuestras vidas. Debemos ser conductos santificados a través de los cuales fluya el amor de Cristo hacia los que necesitan ayuda. El que se aproxima más a la obediencia de la ley divina prestará un mayor servicio a Dios. El que sigue a Cristo, obrando de acuerdo con su bondad, su compasión, su amor por la familia humana, será aceptado por Dios como un obrero juntamente con él (In Heavenly Places, p. 287; parcialmente en En los lugares celestiales, p. 289).

El fundamento de nuestra esperanza en Cristo es el hecho de que nos reconozcamos a nosotros mismos como pecadores necesitados de restauración y redención. Porque somos pecadores tenemos ánimo para reclamarlo como nuestro Salvador. Por lo tanto, prestemos atención, no sea que tratemos a los que yerran en forma tal que manifieste que no tenemos necesidad de redención. No delatemos, condenemos y destruyamos como si nosotros fuéramos perfectos. La obra de Cristo es reparar, curar, restaurar. Dios es amor en sí mismo, en su misma esencia. El… no da a Satanás ocasión de triunfo por presentar la peor apariencia o por exponer nuestras debilidades a nuestros enemigos (En los lugares celestiales, p. 293).

Dios ha dado a sus siervos un conocimiento precioso de su verdad y desea que se unan estrechamente a Jesús y, con compasión, se acerquen a sus hermanos para poder hacer con ellos todo el bien que esté en su poder. El Redentor del mundo no buscó su propio placer, sino que anduvo de aquí para allá haciendo el bien. Se vinculó estrechamente con el Padre para poder unir sus fuerzas y así cargar con las almas de los hombres para salvarlos de la ruina eterna. De manera similar, sus siervos deberían cultivar la espiritualidad si esperan tener éxito en su labor.

Jesús se apiadó tanto de los pobres pecadores que abandonó los atrios celestiales y puso a un lado las vestiduras reales, humillándose a sí mismo hasta la humanidad, para poder familiarizarse con las necesidades del hombre y ayudarlo a levantarse sobre la degradación de la caída. Puesto que ha dado al hombre una evidencia tan incuestionable de su amor y su compasión más tierna, ¡cuán importante es que sus representantes imiten su ejemplo al acercarse a sus compañeros y ayudarlos a formar un verdadero carácter cristiano! (Testimonios para la iglesia, t. 4, pp. 264, 265).


Domingo 22 de octubre___________________________________________________

EL DON DE LA HOSPITALIDAD

Lee Génesis 18:1 al 15. ¿Qué elementos de la hospitalidad se evidencian en la respuesta de Abraham a sus invitados?

Génesis 18:1-15

1 Después le apareció Jehová en el encinar de Mamre, estando él sentado a la puerta de su tienda en el calor del día. Y alzó sus ojos y miró, y he aquí tres varones que estaban junto a él; y cuando los vio, salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra, y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo. Que se traiga ahora un poco de agua, y lavad vuestros pies; y recostaos debajo de un árbol, y traeré un bocado de pan, y sustentad vuestro corazón, y después pasaréis; pues por eso habéis pasado cerca de vuestro siervo. Y ellos dijeron: Haz así como has dicho. Entonces Abraham fue de prisa a la tienda a Sara, y le dijo: Toma pronto tres medidas de flor de harina, y amasa y haz panes cocidos debajo del rescoldo. Y corrió Abraham a las vacas, y tomó un becerro tierno y bueno, y lo dio al criado, y este se dio prisa a prepararlo. Tomó también mantequilla y leche, y el becerro que había preparado, y lo puso delante de ellos; y él se estuvo con ellos debajo del árbol, y comieron. Y le dijeron: ¿Dónde está Sara tu mujer? Y él respondió: Aquí en la tienda. 10 Entonces dijo: De cierto volveré a ti; y según el tiempo de la vida, he aquí que Sara tu mujer tendrá un hijo. Y Sara escuchaba a la puerta de la tienda, que estaba detrás de él. 11 Y Abraham y Sara eran viejos, de edad avanzada; y a Sara le había cesado ya la costumbre de las mujeres. 12 Se rio, pues, Sara entre sí, diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo? 13 Entonces Jehová dijo a Abraham: ¿Por qué se ha reído Sara diciendo: Será cierto que he de dar a luz siendo ya vieja? 14 ¿Hay para Dios alguna cosa difícil? Al tiempo señalado volveré a ti, y según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo. 15 Entonces Sara negó, diciendo: No me reí; porque tuvo miedo. Y él dijo: No es así, sino que te has reído.

Abraham estaba sentado a la entrada de su tienda en el calor del día. Este comportamiento era inusual. A esa hora del día, en verano, cuando el sol está en su punto máximo, todo el mundo busca sombra y una brisa fresca. Pero ¿quizás Abraham estaba soportando el calor para ayudar a alguien que pasara por el camino?

Mientras estaba allí, vio a tres viajeros. Lo más probable era que acostumbrara ofrecer hospitalidad a los forasteros. Por eso, la iniciativa del encuentro fue de Abraham: en el texto, corrió hacia ellos desde la entrada de su tienda. Es decir –y este punto es importante–, Abraham tomó la iniciativa de ir a su encuentro incluso antes de que ellos se acercaran a él.

“Permíteme que traiga un poco de agua para que se laven los pies. Y recuéstense debajo de un árbol, mientras traigo un bocado de pan para sustentar su corazón. Después seguirán, porque para esto han pasado cerca de su siervo” (Gén. 18:4, 5).

Abraham era consciente de su misión, que consistía en compartir con todos el conocimiento del Señor en un mundo sumido en el paganismo, la idolatría y el politeísmo. Como podemos ver en este incidente, su forma más inmediata de cumplir con la misión era mediante la hospitalidad hacia estos extranjeros, que evidentemente acababan de aparecer en el horizonte.

Paralelamente, “formaban su [de Abraham] casa más de mil personas, muchas de las cuales eran jefes de familia y no pocas recién convertidas del paganismo. Semejante casa necesitaba que una mano firme manejara el timón. Los métodos débiles y vacilantes no servían. […] Y la influencia de Abraham se extendió más allá de su casa. Doquiera levantaba su tienda, erigía un altar a su lado para ofrecer sacrificios y adorar. Cuando trasladaba la tienda a otro lugar, quedaba el altar, y más de un nómada cananeo que había llegado a conocer a Dios por medio de la vida de Abraham, su siervo, se detenía junto a ese altar para ofrecer un sacrificio a Jehová” (Elena de White, La educación, p. 187).

Desde el principio, este hombre comprendió que Dios lo había llamado a la misión, y que su mudanza a la Tierra Prometida no era para pasar unas vacaciones, sino para ser de bendición para quienes lo rodeaban y, mediante su simiente, para el mundo.

¿Qué principios del ejemplo de hospitalidad de Abraham puedes imitar con tu vida?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La Biblia atribuye mucha importancia a la práctica de la hospitalidad. No solo ordena la hospitalidad como un deber, sino además presenta numerosos ejemplos del ejercicio de esta gracia y las bendiciones que reporta. Entre ellos se destaca el caso de Abraham.

En el libro de Génesis, encontramos al patriarca de Mamre descansando a la sombra de las encinas durante la cálida tarde veraniega. Tres viajeros se acercan. No solicitan albergue ni favor alguno; pero Abraham no les permite seguir su viaje sin refrigerio. El patriarca es un anciano digno y rico, muy honrado, y acostumbrado a dar órdenes; sin embargo, al ver a los forasteros «salió corriendo de la puerta de su tienda a recibirlos, y se postró en tierra». Dirigiéndose hacia el que encabezaba el grupo, dijo: «Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases de tu siervo». Génesis 18:2, 3. Él mismo trajo agua para que pudieran lavarse el polvo que había ensuciado sus pies durante el viaje; eligió la comida y dispuso su preparación. Mientras ellos descansaban a la fresca sombra, su esposa Sara preparó los alimentos y Abraham permaneció respetuosamente junto a ellos mientras disfrutaban de su hospitalidad. Les manifestó esta bondad simplemente como a viajeros comunes, como a forasteros a quienes tal vez no volvería a ver (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 343).

Hay… muchos para quienes podemos hacer de nuestro hogar una bendición. Nuestras relaciones sociales no deberían ser dirigidas por los dictados de las costumbres del mundo, sino por el Espíritu de Cristo y por la enseñanza de su Palabra. En todas sus fiestas los israelitas admitían al pobre, al extranjero y al levita, el cual era a la vez asistente del sacerdote en el santuario y maestro de religión y misionero. A todos se les consideraba como huéspedes del pueblo, para compartir la hospitalidad en todas las festividades sociales y religiosas y ser atendidos con cariño en casos de enfermedad o penuria. A personas como ésas debemos dar buena acogida en nuestras casas. ¡Cuánto podría hacer semejante acogida para alegrar y alentar al enfermero misionero o al maestro, a la madre cargada de cuidados y de duro trabajo, o a las personas débiles y ancianas que viven tan a menudo sin familia, luchando con la pobreza y el desaliento!…

El tiempo de que disponemos es corto. Solo una vez podemos pasar por este mundo; saquemos, pues, al hacerlo, el mejor provecho de nuestra vida. La tarea a la cual se nos llama no requiere riquezas, posición social ni gran capacidad. Lo que sí requiere es un espíritu bondadoso y abnegado y firmeza de propósito. Una luz, por pequeña que sea, si arde siempre, puede servir para encender otras muchas. Nuestra esfera de influencia, nuestras capacidades, oportunidades y adquisiciones podrán parecer limitadas; y sin embargo tenemos posibilidades maravillosas si aprovechamos fielmente las oportunidades que nos brindan nuestros hogares. Si tan solo queremos abrir nuestros corazones y nuestras casas a los divinos principios de la vida, llegaremos a ser canales por los que fluyan corrientes de fuerza vivificante (El ministerio de curación, pp. 272-274).


Lunes 23 de octubre_____________________________________________________

EL AMOR DE ABRAHAM POR LOS DEMÁS

Lee Génesis 18:16 al 33. ¿Cómo ejerció Abraham su gran cualidad de amar a todas las personas sin distinción de tribu, raza o pueblo?

Génesis 18:16-33

16 Y los varones se levantaron de allí, y miraron hacia Sodoma; y Abraham iba con ellos acompañándolos. 17 Y Jehová dijo: ¿Encubriré yo a Abraham lo que voy a hacer, 18 habiendo de ser Abraham una nación grande y fuerte, y habiendo de ser benditas en él todas las naciones de la tierra? 19 Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio, para que haga venir Jehová sobre Abraham lo que ha hablado acerca de él. 20 Entonces Jehová le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, 21 descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí; y si no, lo sabré. 22 Y se apartaron de allí los varones, y fueron hacia Sodoma; pero Abraham estaba aún delante de Jehová. 23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? 25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? 26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. 27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. 28 Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. 29 Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. 30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. 31 Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez. 33 Y Jehová se fue, luego que acabó de hablar a Abraham; y Abraham volvió a su lugar.

La segunda cualidad de Abraham que observamos en Génesis 18 era su amor por la gente, incluso por quienes él no conocía personalmente. Esta es una gran lección para cada uno de nosotros. Los habitantes de Sodoma y Gomorra eran pecadores, y sus valores distaban sensiblemente de los de Abraham, pero su corazón estaba lleno de amor por todos, sin distinción de raza, sexo, idioma ni religión.

A continuación, Dios revela a Abraham su decisión de aniquilar las ciudades de Sodoma y Gomorra. “Entonces el Señor le dijo: ‘Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, iré a ver si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta mí. Si no, lo sabré’ ” (Gén. 18:20, 21).

Con gran humildad y reverencia, Abraham dirigió su petición a Dios: “Lejos de ti hacer eso, que hagas morir al justo con el impío, y que el justo sea tratado como el impío. Nunca hagas tal cosa. El Juez de toda la tierra, ¿no hará lo que es justo?” (Gén. 18:25).

Mediante su amor, Abraham esperaba salvar a toda la gente de estas ciudades, no solamente a los justos. Con certeza, Abraham sabía cuán malvadas y perversas eran las personas que vivían allí. ¿Quién sabe qué historias había oído sobre esa gente y sus prácticas? Y, por lo que sabemos de ellos, según lo revela el capítulo siguiente, con la sórdida historia de Lot y la turba que estaba fuera de su casa (ver Gén. 19:1–11), se trataba de gente muy malvada.

Sin embargo, Abraham, dado que conocía personalmente el amor de Dios, intercedió en favor de ellos. Abraham sabía que los seres humanos siempre pueden acudir a Dios con arrepentimiento. Para Abraham, el hecho de interceder por los habitantes de estas ciudades les daría la oportunidad de arrepentirse.

Al final, Abraham basó su petición en lo que él personalmente sabía acerca del amor de Dios por los seres humanos. Él mismo sentía un gran amor por los pecadores y sabía que, mientras haya vida, hay esperanza de salvación.

¿Por qué es tan importante la oración intercesora en nuestra vida de oración? ¿Cómo puede ayudarnos la oración intercesora a crecer espiritualmente y a experimentar más la realidad del amor de Dios por los pecadores?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En el corazón de los que profesan seguirle, se necesita la tierna  simpatía de Cristo, un amor más profundo por aquellos a quienes estimó tanto que dio su propia vida para salvarlos. Estas almas son preciosas, infinitamente más preciosas que cualquier otra ofrenda que podamos llevar a Dios. El dedicar toda energía a alguna obra aparentemente grande, mientras descuidamos a los menesterosos y apartamos al extranjero de su derecho, no es un servicio que reciba su aprobación…

El amor es la base de la piedad. Cualquiera que sea la 317 profesión que se haga, nadie tiene amor puro para con Dios a menos que tenga amor abnegado para con su hermano. Pero nunca podemos entrar en posesión de este espíritu tratando de amar a otros. Lo que se necesita es que esté el amor de Cristo en el corazón. Cuando el yo está sumergido en Cristo, el amor brota espontáneamente. La plenitud del carácter cristiano se alcanza cuando el impulso a ayudar y beneficiar a otros brota constantemente de adentro, cuando la luz del cielo llena el corazón y se revela en el semblante (Palabras de vida del gran Maestro, pp. 316, 317).

[Abraham,] el hombre de fe intercedió en favor de los habitantes de Sodoma. Una vez los había salvado mediante su espada, ahora trató de salvarlos por medio de la oración…

Con profunda reverencia y humildad rogó… Siendo él mismo pecador, intercedió en favor de los pecadores. Semejante espíritu deben tener todos los que se acercan a Dios. Abraham manifestó la confianza de un niño que suplica a un padre a quien ama. Se aproximó al mensajero celestial, y fervientemente le hizo su petición.

El amor hacia las almas a punto de perecer inspiraba la oración de Abraham. Aunque detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos. Debemos sentir odio hacia el pecado, y compasión y amor hacia el pecador (Conflicto y valor, p. 51).

Para convencer a otros del poder de la gracia de Cristo, tenemos que conocer ese poder en nuestro corazón y nuestra vida. El evangelio que presentamos para la salvación de las almas debe ser el evangelio que salva nuestra propia alma. Solo mediante una fe viva en Cristo como Salvador personal nos resulta posible hacer sentir nuestra influencia en un mundo escéptico. Si queremos sacar pecadores de la corriente impetuosa, nuestros pies deben estar afirmados en la Roca: Cristo Jesús.

El símbolo del cristianismo no es una señal exterior, ni tampoco una cruz o una corona que se lleven puestas, sino que es aquello que revela la unión del hombre con Dios. Por el poder de la gracia divina manifestada en la transformación del carácter, el mundo ha de convencerse de que Dios envió a su Hijo para que fuese su Redentor. Ninguna otra influencia que pueda rodear al alma humana ejerce tanto poder sobre ella como la de una vida abnegada. El argumento más poderoso en favor del evangelio es un cristiano amante y amable (El ministerio de curación, pp. 372, 373).


Martes 24 de octubre____________________________________________________

EL ESPÍRITU DE ORACIÓN DE ABRAHAM

Lee Génesis 18:23 al 32 y Santiago 5:16. ¿Qué nos enseña esto acerca del poder de la oración intercesora?

Génesis 18:23-32

23 Y se acercó Abraham y dijo: ¿Destruirás también al justo con el impío? 24 Quizá haya cincuenta justos dentro de la ciudad: ¿destruirás también y no perdonarás al lugar por amor a los cincuenta justos que estén dentro de él? 25 Lejos de ti el hacer tal, que hagas morir al justo con el impío, y que sea el justo tratado como el impío; nunca tal hagas. El Juez de toda la tierra, ¿no ha de hacer lo que es justo? 26 Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos. 27 Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. 28 Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco. 29 Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta. 30 Y dijo: No se enoje ahora mi Señor, si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta. 31 Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte. 32 Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.

Santiago 5:16

16 Confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede mucho.

El diálogo entre Abraham y Dios es un tipo, una representación, de la oración intercesora. Este capítulo presenta a Abraham como un intercesor ante Dios por el pueblo de Sodoma y Gomorra. Él suplicaba por ellos, en favor de ellos; es decir, actuaba en cierto modo como un tipo, un símbolo, de Jesús como nuestro Intercesor ante el Padre. Nuestra misión de hoy únicamente tendrá éxito si avanzamos con este tipo de oración.

Abraham había aprendido a amar a los habitantes de Sodoma, Gomorra y las demás ciudades cercanas. Por eso, su oración era honesta y sincera. Ya había luchado contra algunos reyes que habían derrotado a los reyes de Sodoma y Gomorra. Después de la victoria de Abraham, Bera, el rey de Sodoma, vino al encuentro de Abraham con Melquisedec. Bera pidió que su pueblo regresara a sus hogares: “Dame las personas, y toma para ti la hacienda” (Gén. 14:21). Esta es una indicación del amor de este rey por su pueblo. Puesto que una de las grandes características de Abraham era el amor, amó a los reyes de Sodoma y Gomorra, y oró por ellos y por su pueblo. “El amor por las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 135).

Abraham ejerció humildad y perseverancia en sus oraciones. En cuanto Dios aceptó la primera petición, salvar la ciudad mientras vivieran allí cincuenta justos, él continuó con su intercesión.

Nuestra misión no puede ser exitosa sin oración, la oración intercesora. Después de reunirnos con alguien, después de dar un sermón o un estudio bíblico, debemos orar por aquellos con quienes hemos estado en contacto. Dios está atento a estas oraciones para tocar el corazón de la gente con la que nos hemos relacionado. No son nuestras palabras ni nuestra elocuencia las que convertirán a nuestros amigos o conocidos: es el Espíritu Santo. Por eso, en cualquier misión que estemos llevando a cabo, debemos orar por cada persona de manera individual.

Lee Romanos 8:34 y Hebreos 7:25. ¿Qué nos dicen acerca de lo que Jesús hace por nosotros, y cómo puede esta verdad ayudarnos a entender mejor nuestra propia función como intercesores en favor de los demás?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

¿Están progresando ustedes en el conocimiento de la verdad? ¿Tienen una relación viviente con Jesucristo? Abraham la tuvo, y conversó con los ángeles y les pudo pedir un favor…

Nuestra fe y nuestra experiencia carecen del suficiente fervor… Espero que ninguno de ustedes se quede conforme simplemente porque cree en la verdad. Mientras haya un alma que salvar en el mundo, es necesario que acudan a la Fuente de toda luz y todo poder para salvar a esas almas. A ustedes no les importa que su experiencia tenga un molde terrenal y mundano. Hay almas que se pueden salvar o perder, y necesitan asimilar mucho más de Jesús en sus vidas, caracteres y experiencias. Pueden ser de ayuda y bendición mutuas si son fieles donde están, y si sienten que son representantes de Dios en la tierra (Cada día con Dios, p. 93).

Las lecciones de Cristo con respecto a la oración deben ser cuidadosamente consideradas. Hay una ciencia divina en la oración, y la ilustración de Cristo presenta un principio que todos necesitamos comprender. Demuestra lo que es el verdadero espíritu de oración, enseña la necesidad de la perseverancia al presentar a Dios nuestras peticiones, y nos asegura que él está dispuesto a escucharnos y a contestar la oración.

Nuestras oraciones no han de consistir en peticiones egoístas, meramente para nuestro propio beneficio. Hemos de pedir para poder dar. El principio de la vida de Cristo debe ser el principio de nuestra vida… La misma devoción, la misma abnegación, la misma sujeción a las declaraciones de la Palabra de Dios que se manifestaron en Cristo, deben verse en sus siervos. Nuestra misión en el mundo no es servirnos o agradarnos a nosotros mismos. Hemos de glorificar a Dios cooperando con él para salvar a los pecadores. Debemos pedir bendiciones a Dios para poder comunicarlas a los demás. La capacidad de recibir es preservada únicamente impartiendo. No podemos continuar recibiendo tesoros celestiales sin comunicarlos a aquellos que nos rodean (Palabras de vida del gran Maestro, p. 108).

[Cristo] está ahora junto al altar del incienso presentando las oraciones de aquellos que desean su ayuda.

A las almas que se vuelven a él en procura de refugio, Jesús las eleva por encima de las acusaciones y contiendas de las lenguas. Ningún hombre ni ángel malo puede acusar a estas almas. Cristo las une a su propia naturaleza divino-humana. Ellas están de pie junto al gran Expiador del pecado, en la luz que procede del trono de Dios. «¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aún, el que también resucitó, quien además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros». Romanos 8:33, 34 (El Deseado de todas las gentes, p. 522).


Miércoles 25 de octubre__________________________________________________

LA MISIÓN DE ABRAHAM

Lee Génesis 19:1 al 29. ¿Cuál fue el resultado del espíritu de hospitalidad, amor y oración de Abraham?

Génesis 19:1-29

1 Llegaron, pues, los dos ángeles a Sodoma a la caída de la tarde; y Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma. Y viéndolos Lot, se levantó a recibirlos, y se inclinó hacia el suelo, y dijo: Ahora, mis señores, os ruego que vengáis a casa de vuestro siervo y os hospedéis, y lavaréis vuestros pies; y por la mañana os levantaréis, y seguiréis vuestro camino. Y ellos respondieron: No, que en la calle nos quedaremos esta noche. Mas él porfió con ellos mucho, y fueron con él, y entraron en su casa; y les hizo banquete, y coció panes sin levadura, y comieron. Pero antes que se acostasen, rodearon la casa los hombres de la ciudad, los varones de Sodoma, todo el pueblo junto, desde el más joven hasta el más viejo. Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado. Y ellos respondieron: Quita allá; y añadieron: Vino este extraño para habitar entre nosotros, ¿y habrá de erigirse en juez? Ahora te haremos más mal que a ellos. Y hacían gran violencia al varón, a Lot, y se acercaron para romper la puerta. 10 Entonces los varones alargaron la mano, y metieron a Lot en casa con ellos, y cerraron la puerta. 11 Y a los hombres que estaban a la puerta de la casa hirieron con ceguera desde el menor hasta el mayor, de manera que se fatigaban buscando la puerta. 12 Y dijeron los varones a Lot: ¿Tienes aquí alguno más? Yernos, y tus hijos y tus hijas, y todo lo que tienes en la ciudad, sácalo de este lugar; 13 porque vamos a destruir este lugar, por cuanto el clamor contra ellos ha subido de punto delante de Jehová; por tanto, Jehová nos ha enviado para destruirlo. 14 Entonces salió Lot y habló a sus yernos, los que habían de tomar sus hijas, y les dijo: Levantaos, salid de este lugar; porque Jehová va a destruir esta ciudad. Mas pareció a sus yernos como que se burlaba. 15 Y al rayar el alba, los ángeles daban prisa a Lot, diciendo: Levántate, toma tu mujer, y tus dos hijas que se hallan aquí, para que no perezcas en el castigo de la ciudad. 16 Y deteniéndose él, los varones asieron de su mano, y de la mano de su mujer y de las manos de sus dos hijas, según la misericordia de Jehová para con él; y lo sacaron y lo pusieron fuera de la ciudad. 17 Y cuando los hubieron llevado fuera, dijeron: Escapa por tu vida; no mires tras ti, ni pares en toda esta llanura; escapa al monte, no sea que perezcas. 18 Pero Lot les dijo: No, yo os ruego, señores míos. 19 He aquí ahora ha hallado vuestro siervo gracia en vuestros ojos, y habéis engrandecido vuestra misericordia que habéis hecho conmigo dándome la vida; mas yo no podré escapar al monte, no sea que me alcance el mal, y muera. 20 He aquí ahora esta ciudad está cerca para huir allá, la cual es pequeña; dejadme escapar ahora allá (¿no es ella pequeña?), y salvaré mi vida. 21 Y le respondió: He aquí he recibido también tu súplica sobre esto, y no destruiré la ciudad de que has hablado. 22 Date prisa, escápate allá; porque nada podré hacer hasta que hayas llegado allí. Por eso fue llamado el nombre de la ciudad, Zoar. 23 El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar. 24 Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos; 25 y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra. 26 Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal. 27 Y subió Abraham por la mañana al lugar donde había estado delante de Jehová. 28 Y miró hacia Sodoma y Gomorra, y hacia toda la tierra de aquella llanura miró; y he aquí que el humo subía de la tierra como el humo de un horno. 29 Así, cuando destruyó Dios las ciudades de la llanura, Dios se acordó de Abraham, y envió fuera a Lot de en medio de la destrucción, al asolar las ciudades donde Lot estaba.

El pasaje da una indicación interesante sobre la posición de Lot en la ciudad de Sodoma: “Lot estaba sentado a la puerta de Sodoma” (Gén. 19:1). Esto significa que era un personaje importante en la ciudad, ciertamente un funcionario público, porque sentarse a la puerta era un privilegio de funcionarios, jueces y reyes (2 Sam. 19:8; Jer. 38:7; Rut 4:1).

Génesis 19 es casi paralelo con el capítulo 18 y la historia de los ángeles con Abraham. Tanto Abraham como Lot se sentaban en una puerta, o entrada (Gén. 18:1; 19:1); tanto Abraham como Lot invitaron a extraños a descansar en su morada (Gén. 18:3, 4; 19:2); tanto Abraham como Lot preparon alimentos para sus visitantes (Gén. 18:4-8; 19:3). Por más que tuviera defectos, parece que Lot tenía algunas características buenas.

“Entonces el Señor hizo llover desde el cielo fuego y azufre sobre Sodoma y Gomorra, y destruyó las ciudades y toda esa llanura, con todos sus habitantes y con todo el fruto de la tierra” (Gén. 19:24, 25).

No sabemos cuántas personas vivían en las ciudades de Sodoma y de Gomorra al momento de este relato, pero entre estos miles de personas únicamente cuatro abandonaron la ciudad, y solo tres se salvaron. Lo mismo ocurrió con el diluvio del Génesis. No sabemos cuántos vivían en ese entonces, pero sabemos que la mayoría no se salvó.

El pequeño número de habitantes de Sodoma que se salvó tiene inferencias para nuestra propia misión: no todos se salvarán. Nos gustaría que todos aceptaran a Jesús y su plan de salvación, pero cada persona tiene libre albedrío. Nuestra tarea consiste en invitar al mayor número posible de personas a decidirse por Jesús. Mientras llevamos a cabo nuestra misión, Dios nos asiste por medio del Espíritu Santo, pero nunca irá en contra de la voluntad de nadie. El libre albedrío significa que, en última instancia, sin importar lo que hagamos o cuánto oremos, la salvación depende de la elección de cada uno.

¿Cómo podemos aprender a no desanimarnos si no vemos los resultados que deseamos al cumplir con nuestra misión?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Al perdonarle la vida a Caín el homicida, Dios dio al mundo un ejemplo de lo que sucedería si le fuese permitido al pecador seguir llevando una vida de iniquidad sin freno. La influencia de las enseñanzas y de la conducta de Caín arrastraron al pecado a multitudes de sus descendientes, hasta «que la malicia de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal». »Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia». Génesis 6:5, 11.

Fue por misericordia para con el mundo por lo que Dios barrió los habitantes de él en tiempo de Noé. Fue también por misericordia por lo que destruyó a los habitantes corrompidos de Sodoma. Debido al poder engañador de Satanás, los obreros de iniquidad se granjean simpatía y admiración y arrastran a otros a la rebelión. Así sucedió en días de Caín y de Noé, como también en tiempo de Abraham y de Lot; y así sucede en nuestros días. Por misericordia para con el universo destruirá Dios finalmente a los que rechazan su gracia (El conflicto de los siglos, pp. 531, 532).

«El sol salía sobre la tierra, cuando Lot llegó a Zoar.» Los claros rayos matutinos parecían anunciar solo prosperidad y paz a las ciudades de la llanura. Empezó el ajetreo de la vida diaria por las calles; los hombres iban por sus distintos caminos, a su negocio o a los placeres del día. Los yernos de Lot se burlaban de los temores y advertencias del caduco anciano.

De repente, como un trueno en un cielo despejado, se desató la tempestad. El Señor hizo llover fuego y azufre del cielo sobre las ciudades y la fértil llanura. Sus palacios y templos, las costosas moradas, los jardines y viñedos, la muchedumbre amante del placer, que la noche anterior había injuriado a los mensajeros del cielo, todo fue consumido…

Se nos enseña la temible y solemne lección de que mientras la misericordia de Dios tiene mucha paciencia con el transgresor, hay un límite más allá del cual los hombres no pueden seguir en sus pecados. Cuando se llega a ese límite, se retira el ofrecimiento de la gracia y comienza la ejecución del juicio (Patriarcas y profetas, p. 160).

Cada uno de los que profesan el nombre de Cristo debe trabajar ferviente y desinteresadamente, dispuesto a defender los principios de la justicia. Todos deben tomar una parte activa en fomentar la causa de Dios. Cualquiera que sea nuestra vocación, como cristianos tenemos una obra que hacer para dar a conocer a Cristo al mundo. Hemos de ser misioneros y tener por blanco principal ganar almas para Cristo.

Dios confió a su iglesia la obra de difundir la luz y proclamar el mensaje de su amor. Nuestra obra no consiste en condenar ni denunciar, sino en atraer juntamente con Cristo, rogando a los hombres que se reconcilien con Dios. Debemos estimular a las almas, atraerlas y ganarlas para el Salvador (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 426, 427).


Jueves 26 de octubre_____________________________________________________

SUMISIÓN A LA VOLUNTAD DE DIOS

Lee Génesis 12:1 al 9. ¿Qué enseñan estos versículos acerca de someternos a la voluntad de Dios, aun cuando el camino por seguir no parezca claro?

Génesis 12:1-9

1 Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán benditas en ti todas las familias de la tierra. Y se fue Abram, como Jehová le dijo; y Lot fue con él. Y era Abram de edad de setenta y cinco años cuando salió de Harán. Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer, y a Lot hijo de su hermano, y todos sus bienes que habían ganado y las personas que habían adquirido en Harán, y salieron para ir a tierra de Canaán; y a tierra de Canaán llegaron. Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem, hasta el encino de More; y el cananeo estaba entonces en la tierra. Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra. Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido. Luego se pasó de allí a un monte al oriente de Bet-el, y plantó su tienda, teniendo a Bet-el al occidente y Hai al oriente; y edificó allí altar a Jehová, e invocó el nombre de Jehová. Y Abram partió de allí, caminando y yendo hacia el Neguev.

Una de las principales cualidades de Abraham era su sumisión a la voluntad de Dios. Todas las experiencias de Abraham con Dios se caracterizaron por esta sumisión.

Su llamado: Abraham recibió un llamado desafiante del Cielo: “El Señor había dicho a Abram: ‘Vete de tu tierra, de tu parentela y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré’ ” (Gén. 12:1). Cuando oyó una voz del Cielo, su primera reacción podría haber sido ignorarla, pensando que se trataba de una alucinación. O podría haber desafiado el mensaje, diciendo algo como: “No quiero ir, me gusta estar aquí”. Es probable que la descripción de “la tierra que te mostraré” le haya parecido extraña como destino. Pero aceptó el llamado. Sometió su voluntad a la voluntad de Dios, y dejó la casa de su padre y su país: “Y tal como el Señor le había dicho, Abram se fue” (Gén. 12:4).

Elección de la tierra: Surgió una disputa entre los siervos de Lot y los de Abraham, pero Abraham no era de pelear con su propia carne y sangre. Se sometió a la voluntad de Dios, que volvió a bendecirlo: “Y el Señor dijo a Abram, después que Lot se apartó de él: ‘Alza tus ojos y mira desde donde estás hacia el norte y el sur, el oriente y el occidente. Porque toda la tierra que ves, te la daré a ti y a tus descendientes para siempre’ ” (Gén. 13:14, 15).

Destrucción de Sodoma y Gomorra: Cuando Dios le reveló a Abraham la suerte de estas dos ciudades, Abraham, lleno de amor, trató de salvarlas. Dado que no había ni diez personas justas en ellas, las ciudades fueron destruidas. Abraham se sometió a la voluntad de Dios y aceptó el juicio de Dios sobre estas ciudades.

El Señor pudo usar a Abraham gracias a su sumisión a su voluntad en todas las circunstancias. Lo mismo debe suceder con nosotros hoy.

Desafío: En nuestras ciudades enfrentamos obstáculos para predicar el evangelio en forma apropiada y eficaz. Necesitamos suplicar a Dios que intervenga.

Desafío avanzado: Busca la manera de ponerte en contacto con alguien que esté pasando por una situación difícil similar a la tuya. Dile a esa persona que estás orando por ella y pide a Dios que te muestre qué puedes hacer para ayudarla.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En su providencia, el Señor proporcionó esta prueba a Abraham para enseñarle lecciones de sumisión, paciencia y fe, lecciones que habían de conservarse por escrito para beneficio de todos los que posteriormente iban a ser llamados a soportar aflicciones. Dios dirige a sus hijos por senderos que ellos desconocen; pero no olvida ni desecha a los que depositan su confianza en él. Permitió que Job fuese atribulado pero no le abandonó. Consintió en que el amado Juan fuese desterrado a la solitaria isla de Patmos, pero el Hijo de Dios le visitó allí, y pudo ver escenas de gloria inmortal.

Dios permite que las pruebas asedien a los suyos, para que mediante su constancia y obediencia puedan enriquecerse espiritualmente, y para que su ejemplo sea una fuente de poder para otros. «Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal.» Jeremías 29: 11. Los mismos sufrimientos que prueban más severamente nuestra fe, y que nos hacen pensar que Dios nos ha olvidado, sirven para llevarnos más cerca de Cristo, para que echemos todas nuestras cargas a sus pies, y para que sintamos la paz que nos ha de dar en cambio (Patriarcas y profetas, p. 122).

Diariamente debemos manifestar el espíritu de sumisión infantil, y orar para que nuestros ojos sean ungidos con el colirio celestial, a fin de que podamos discernir las indicaciones de la voluntad divina, para que no se confundan nuestras ideas a causa de la omnipotencia de nuestra propia voluntad. Con los ojos de la fe, con una sumisión infantil como hijos obedientes, debemos mirar a Dios, seguir su dirección, y así desaparecerán las dificultades. La promesa es: «Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos». Salmo 32:8.

Si acudimos a Dios con una disposición humilde y deseos de aprender, sin llevar planes previos antes de pedirle consejo, y no dispuestos según nuestra propia voluntad, sino con sumisión, dispuestos a ser enseñados, con fe, será nuestro privilegio reclamar las promesas cada hora del día. Debemos desconfiar de nosotros mismos y vigilar nuestras propias fuertes tendencias e inclinaciones, para no actuar según nuestras propias ideas y planes y pensar que estamos haciendo la voluntad del Señor (A fin de conocerle, p. 247).

Cristo insta a su pueblo que ore sin cesar. Esto no significa que debiéramos estar siempre de rodillas, sino que la oración ha de ser como el aliento del alma. Nuestros pedidos silenciosos, doquiera estemos, han de ascender a Dios, y Jesús nuestro Abogado suplica por nosotros, sosteniendo con el incienso de su justicia nuestros pedidos ante el Padre.

El Señor Jesús ama a su pueblo, y lo fortalece cuando este pone su confianza en Cristo y depende plenamente de él. Vivirá mediante su pueblo, dándole la inspiración de su Espíritu santificante, impartiendo al alma una transfusión vital de sí mismo (A fin de conocerle, p. 79).


Viernes 27 de octubre____________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

“El amor por las almas a punto de perecer inspiraba las oraciones de Abraham. Aunque detestaba los pecados de aquella ciudad corrompida, deseaba que los pecadores pudieran salvarse. Su profundo interés por Sodoma demuestra la ansiedad que debemos experimentar por los impíos. Debemos sentir odio por el pecado, pero compasión y amor por el pecador. En derredor de nosotros hay almas que van hacia una ruina tan desesperada y terrible como la que sobrevino a Sodoma. Cada día termina el tiempo de gracia para algunos. Cada hora, algunos pasan más allá del alcance de la misericordia. Y ¿dónde están las voces de amonestación y súplica que induzcan a los pecadores a huir de esta pavorosa condenación? ¿Dónde están las manos extendidas para sacar a los pecadores de la muerte? ¿Dónde están los que con humildad y fe perseverante ruegan a Dios por ellos?

“El espíritu de Abraham fue el espíritu de Cristo. El mismo Hijo de Dios es el gran Intercesor en favor del pecador. Quien pagó el precio de su redención conoce el valor del ser humano. Al sentir por el mal un antagonismo que solo puede existir en una naturaleza pura e inmaculada, Cristo manifestó por el pecador un amor que solo la bondad infinita podía concebir. En la agonía de la crucifixión, él mismo, cargado con el espantoso peso de los pecados del mundo, oró por sus vilipendiadores y asesinos: ‘Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen’ (Luc. 23:34)” (Elena de White, Patriarcas y profetas, p. 135).

“Abraham fue honrado por los pueblos circunvecinos como un príncipe poderoso y un caudillo sabio y capaz. No dejó de ejercer su influencia entre sus vecinos. Su vida y su carácter, en marcado contraste con la de los idólatras, ejercían una influencia notable en favor de la fe verdadera. Su fidelidad hacia Dios era inquebrantable, en tanto que su afabilidad y benevolencia inspiraban confianza y amistad, y su grandeza sin afectación imponía respeto y honra” (ibíd., p. 127).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué otros ejemplos de las Escrituras nos muestran que alguien cumplió su llamado a la misión? ¿Qué podemos decir de Juan el Bautista? ¿Podríamos decir que fue exitoso?
  2. Lee Génesis 19:30 al 36. ¿Qué nos dice esto acerca del carácter de algunos de los salvados de Sodoma?
  3. ¿Qué otras lecciones podemos aprender del ejemplo de Abraham con respecto a la misión y cómo llevarla a cabo?
  4. Piensa en esto: ¿Consideras que la intercesión de Abraham por Sodoma y Gomorra fue un éxito o un fracaso?

Un pensamiento en “Lección 4 – COMPARTIR LA MISIÓN DE DIOS – Para el 28 de octubre de 2023

  1. Que hermosa explicación mi querido hermano. Lo veo más saludable. Gracias a Dios que le dio la fuerza para hacer un cambio importante. Lo necesitamos mucho. Para mi ha sido una gran bendicion espiritual y deseo nos siga guiando en estos estudios. Le mando un fuerte abrazo desde Texas.

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