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Lección 8 – MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS – Para el 25 de noviembre de 2023

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2027

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2028

* Religion in the Market Place


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Lección 8: Para el 25 de noviembre de 2023

MISIÓN EN FAVOR DE LOS NECESITADOS

Sábado 18 de noviembre________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 5:17-26; Juan 5:1-9; Deuteronomio 10:19; Levítico 23:22; Mateo 25:34-40; Juan 15:13.

PARA MEMORIZAR:

 “Y el Rey les dirá: ‘Les aseguro, cuanto hicieron a uno de estos mis hermanos pequeños, a mí me lo hicieron’ ” (Mat. 25:40).

Lucas 5:17 al 26 ofrece muchas ilustraciones de cómo Dios ayuda a los necesitados. A veces, Dios utiliza a otros para ayudarnos a nosotros, o nos usa a nosotros para ayudar a los demás. Al ayudar a los necesitados, estamos ejemplificando de forma práctica el ministerio de Jesucristo. En ocasiones, es fácil saber quién necesita ayuda; otras veces se hace difícil saberlo. En cualquier situación, somos llamados a ser ayudantes de Dios en favor de todos los necesitados, sin importar su origen. La Biblia nos anima a acercarnos a los desconocidos, y al ganarnos su confianza, podremos descubrir mejores maneras de ayudarlos a encontrar a Jesús.

En la lección de esta semana, nuestra temática, “Misión en favor de los necesitados”, muestra que Dios tiene un plan para alcanzar a los necesitados de diversas maneras. Sus necesidades podrían ser físicas, emocionales, económicas, o incluso sociales; es decir, algunos pueden considerarse marginados de su comunidad o familia. Cualquiera que sea la necesidad, debemos estar dispuestos a hacer lo posible para ayudar. Esta es una parte central de lo que significa ser cristiano y de lo que debe incluir la misión.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Señor presentó el principio de la regla de oro para que los seres humanos nos sintamos afortunados y no desdichados; pues la verdadera felicidad no podremos lograrla por ningún otro camino. Dios desea que todos alcancemos la vida superior. Por eso nos ha dado el don de la vida, no para que la empleemos simplemente en adquirir bienes materiales, sino para que aprovechemos nuestras facultades superiores cumpliendo con la labor que nos encomendó: buscar descubrir y aliviar las necesidades de nuestros semejantes. Nunca deberíamos actuar egoístamente en mero beneficio propio, sino en interés de todos los que nos rodean. Tenemos que beneficiar a los demás con nuestra influencia y con nuestras buenas acciones. Este propósito divino se cumple en la vida de Cristo.

Hemos de aprovechar toda oportunidad que se nos presente para contribuir a la felicidad de nuestros semejantes, compartiendo con ellos nuestro afecto. Unas palabras cariñosas, una mirada comprensiva, una expresión de aprecio, son como un vaso de agua fresca para el sediento, sobre todo en el caso de tantas personas solitarias y afligidas como hay. Una palabra de ánimo, un acto de bondad, pueden aliviar en gran manera las cargas que pesan sobre muchos fatigados hombros. La verdadera felicidad se encuentra en un servicio abnegado. Cada palabra y cada acto nacidos con ese fin se registran en los libros celestiales como si se hubieran dirigido a Jesús mismo… Hemos de vivir bajo el resplandor del amor divino. Entonces seremos una bendición para el mundo (Mi vida hoy, p. 169).

Hemos de seguir el ejemplo presentado por Cristo y hacer de él nuestro modelo, hasta que tengamos el mismo amor por el prójimo que él manifestó por nosotros. Trata de impresionarnos con la profunda lección de su amor… Si vuestro corazón se ha dado al egoísmo, que Cristo lo llene de su amor. Desea que lo amemos plenamente, y nos anima, y aún más, nos manda que nos amemos los unos a los otros de acuerdo con el ejemplo que nos ha dado. Ha hecho del amor la insignia de nuestro discipulado… Esa es la medida que debéis alcanzar: «Que os améis los unos a los otros, como yo os he amado». ¡Qué amor más alto, más profundo y más ancho! Este amor no debe abarcar solamente a unos cuantos favoritos, sino que debe llegar hasta la más baja y humilde de las criaturas de Dios. Jesús dice: «En cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicisteis» (Hijos e hijas de Dios, p. 149).

¿Se asemejan ustedes a Cristo, en sus palabras, en su espíritu, en sus acciones? Si representan el carácter de Cristo en palabra y espíritu, entonces son cristianos; porque ser cristiano significa ser semejante a Cristo. La lengua testificará acerca de los principios que representan la vida; esto constituye la prueba segura para saber qué poder controla el corazón. Nuestro espíritu y nuestros principios se pueden juzgar por las palabras que brotan de los labios. La lengua siempre debe estar bajo el control del Espíritu Santo.

Cuando las almas pobres, heridas y maltratadas acuden a ustedes en busca de palabras de esperanza, deben hablarles las palabras de Cristo. ¿Rehúsan ustedes dirigirles palabras amables, corteses y bondadosas? Los que hablan como lo hizo Cristo nunca plantarán palabras amargas, como flechas dentadas, en el alma herida (Exaltad a Jesús, p. 142).


Domingo 19 de noviembre_______________________________________________

LA FE DE LOS AMIGOS

Un poderoso relato de los evangelios revela lo que tuvieron que sortear unos hombres para llevar a un necesitado (probablemente, un amigo) hasta Jesús. De esta historia, podemos aprender acerca del duro trabajo que a veces puede suponer atender a los necesitados.

Lee Lucas 5:17 al 26 (lee también Mat. 9:1-8 y Mar. 2:3-12). ¿Qué lecciones podemos aprender de esta historia sobre la misión y el ministerio?

Lucas 5:17-26

17 Aconteció un día, que él estaba enseñando, y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén; y el poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Y sucedió que unos hombres que traían en un lecho a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. 19 Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y por el tejado le bajaron con el lecho, poniéndole en medio, delante de Jesús. 20 Al ver él la fe de ellos, le dijo: Hombre, tus pecados te son perdonados. 21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a cavilar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios? 22 Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué caviláis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil, decir: Tus pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? 24 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 25 Al instante, levantándose en presencia de ellos, y tomando el lecho en que estaba acostado, se fue a su casa, glorificando a Dios. 26 Y todos, sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios; y llenos de temor, decían: Hoy hemos visto maravillas.

Mateo 9:1-8

1 Entonces, entrando Jesús en la barca, pasó al otro lado y vino a su ciudad. Y sucedió que le trajeron un paralítico, tendido sobre una cama; y al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. Entonces algunos de los escribas decían dentro de sí: Este blasfema. Y conociendo Jesús los pensamientos de ellos, dijo: ¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? Porque, ¿qué es más fácil, decir: Los pecados te son perdonados, o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dice entonces al paralítico): Levántate, toma tu cama, y vete a tu casa. Entonces él se levantó y se fue a su casa. Y la gente, al verlo, se maravilló y glorificó a Dios, que había dado tal potestad a los hombres.

Marcos 2:3-12

Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era cargado por cuatro. Y como no podían acercarse a él a causa de la multitud, descubrieron el techo de donde estaba, y haciendo una abertura, bajaron el lecho en que yacía el paralítico. Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados. Estaban allí sentados algunos de los escribas, los cuales cavilaban en sus corazones: ¿Por qué habla este así? Blasfemias dice. ¿Quién puede perdonar pecados, sino solo Dios? Y conociendo luego Jesús en su espíritu que cavilaban de esta manera dentro de sí mismos, les dijo: ¿Por qué caviláis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: Tus pecados te son perdonados, o decirle: Levántate, toma tu lecho y anda? 10 Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): 11 A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa. 12 Entonces él se levantó en seguida, y tomando su lecho, salió delante de todos, de manera que todos se asombraron, y glorificaron a Dios, diciendo: Nunca hemos visto tal cosa.

Al llevarlo a Jesús, estos hombres asumieron la responsabilidad de cuidar a su amigo. Dios nos llama a ser como los amigos de este hombre: llevar a los necesitados a Jesucristo. Este trabajo requiere fe, acción, paciencia, y la disposición de ser poco convencionales, si es necesario. Los hombres se acercaron a Jesús, pero se encontraron con obstáculos. No pudieron llevar a su amigo indefenso a Jesús por los medios tradicionales. No se rindieron, sino que encontraron una forma innovadora de llevar al hombre a Jesucristo. ¡Bajaron a su amigo desde el techo! Sin embargo, según Lucas, Jesús aprobó lo que hicieron (ver Luc. 5:20).

El deseo de Jesús es que llevemos a nuestros amigos indefensos a él. La Biblia se refiere a Jesús como el Gran Médico, que anhela perdonar y curar a los que sufren, sin importar de quién se trate.

Elena de White nos desafía a ayudar a los desamparados: “No esperen a que se les indique cuál es su deber. Abran sus ojos, y observen a los que los rodean; relaciónense con los desamparados, los afligidos y los necesitados. No se oculten de ellos, ni traten de ignorar sus necesidades. ¿Quién presenta las características mencionadas por Santiago, y posee una religión pura, sin mancha de egoísmo o corrupción? ¿Quiénes están ansiosos de hacer todo lo posible para colaborar con el gran plan de salvación?” (Elena de White, Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 28).

El mismo Jesús nos demuestra cómo ayudar a los desvalidos y nos llama a hacer lo mismo. Primeramente, nos hacemos amigos; después, conocemos sus necesidades; y, por último, los conducimos a Jesús, el único que puede ayudarlos. Esto es lo que hicieron los hombres de esta historia. Nosotros tenemos que hacer lo mismo en toda situación en la que nos encontremos. Ayudar a llevar a las personas al único que puede salvarlas: Jesús.

¿Quiénes a tu alrededor, ahora mismo, necesitan ayuda? ¿Qué vas a hacer por ellos?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios estima al hombre no por las circunstancias de su nacimiento, no por su posición o riqueza, no por sus ventajas en cuanto a oportunidades educativas, sino por el precio pagado por su redención… Por muy deforme que haya sido su carácter, aunque haya sido considerado como un paria entre los hombres, el hombre que permite que la gracia de Cristo entre en su alma será reformado en su carácter y será levantado de su condición de culpa, degradación y miseria. Dios ha hecho toda provisión para que el perdido pueda llegar a ser su hijo. El ser humano más frágil puede ser elevado, ennoblecido, refinado y santificado por la gracia de Dios…

[Los] que colaboran con Dios, los que están llenos de la compasión divina, verán y valorarán a los hombres como Dios los ve y los valora. Cualquiera que sea su nacionalidad o su color, cualquiera que sea su condición social, el misionero de Dios considerará a todos los hombres como comprados por la sangre de Cristo, y comprenderá que no hay castas para Dios. Nadie debe ser considerado con indiferencia ni ser menospreciado, porque cada alma ha sido comprada con un precio infinito (The Southern Work, p. 31).

Repetidas veces, los que transportaban al paralítico trataron de abrirse paso a través de la muchedumbre, pero en vano. El enfermo miraba en derredor suyo, con angustia indecible. ¿Cómo podía abandonar su esperanza cuando la ayuda que había anhelado durante tanto tiempo estaba tan cerca? Por su indicación, sus amigos le llevaron al techo de la casa, y abriendo un boquete en dicho techo, le bajaron a los pies de Jesús. El discurso quedó interrumpido. El Salvador miró el rostro entristecido, y vio los ojos suplicantes que se clavaban en él.

Comprendía el caso; había atraído a sí este espíritu perplejo y combatido por la duda. Mientras el paralítico estaba todavía en su casa, el Salvador había convencido su conciencia. Cuando se arrepintió de sus pecados, y creyó en el poder de Jesús para sanarle, la misericordia vivificadora del Salvador había bendecido primero su corazón anhelante. Jesús había visto el primer destello de la fe convertirse en la creencia de que él era el único auxiliador del pecador, y la había visto fortalecerse con cada esfuerzo hecho para llegar a su presencia.

Ahora, con palabras que cayeron como música en los oídos del enfermo, el Salvador dijo: «Confía, hijo; tus pecados te son perdonados» (El Deseado de todas las gentes, pp. 233, 234).

Hay que llevar a cabo una gran obra, y los que conocen la verdad debieran ayudar con entusiasmo…

El Señor exige que sus servidores manifiesten un espíritu que capte con rapidez el valor de las almas, que discierna prontamente los deberes que deben llevarse a cabo y que cumpla rápidamente las obligaciones que el Señor les ha impuesto. Debe existir una dedicación que no contemple ningún interés terrenal de suficiente valor como para tomar el lugar de la obra que debe realizarse en ganar almas para el conocimiento de la verdad (Testimonios para la iglesia, t. 9, pp. 99, 100).


Lunes 20 de noviembre_________________________________________________

SOLO EL MÉTODO DE CRISTO

¿Qué nos enseñan los siguientes relatos acerca de servir a los necesitados?

Juan 5:1-9  ………………………………………………………………………………………………….

1 Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. En estos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo[a] aquel día.

Marcos 1:23–28  ………………………………………………………………………………………….

23 Pero había en la sinagoga de ellos un hombre con espíritu inmundo, que dio voces, 24 diciendo: ¡Ah! ¿qué tienes con nosotros, Jesús nazareno? ¿Has venido para destruirnos? Sé quién eres, el Santo de Dios. 25 Pero Jesús le reprendió, diciendo: ¡Cállate, y sal de él! 26 Y el espíritu inmundo, sacudiéndole con violencia, y clamando a gran voz, salió de él. 27 Y todos se asombraron, de tal manera que discutían entre sí, diciendo: ¿Qué es esto? ¿Qué nueva doctrina es esta, que con autoridad manda aun a los espíritus inmundos, y le obedecen? 28 Y muy pronto se difundió su fama por toda la provincia alrededor de Galilea.

Elena de White ofrece un proceso de cinco pasos respecto del método de Jesús para ministrar especialmente a los necesitados: “Solo el método de Cristo será el que dará éxito para llegar a la gente. El Salvador trataba con los hombres como quien deseaba hacerles bien. Les mostraba simpatía, atendía sus necesidades y se ganaba su confianza. Entonces les pedía: ‘Sígueme’ ” (El ministerio de curación, p. 102).

En primer lugar, debemos relacionarnos con los desvalidos, dedicar tiempo a conocerlos y comprender sus necesidades, con la intención de hacerles el bien. Fíjate lo que hizo Jesús con el paralítico en el estanque. Jesús estaba allí mismo, en medio de la “multitud de enfermos, ciegos, lisiados y paralíticos” (Juan 5:3).

En segundo lugar, debemos mostrar compasión. Esto puede resultar difícil en algunos casos debido a la desconfianza, y porque a veces la gente utiliza la amabilidad como medio para ganarse la confianza de alguien de quien luego abusa. Sin embargo, Dios nos llama a mostrar simpatía sin esperar nada a cambio.

El tercer paso es atender sus necesidades. Esto implica algo más que palabras. Hay que actuar para atender las necesidades de un amigo o de un desconocido. Jesús habló con el paralítico, le preguntó qué deseaba y luego obró un milagro en su favor. En la historia del hombre poseído por un “espíritu inmundo”, Jesús tomó el control total de la situación, haciendo por el hombre indefenso lo que él no podía hacer por sí mismo.

El cuarto paso es ganarse su confianza. Cuando ministramos a la gente, cuando la ayudamos, aprenderá a confiar en nosotros y en lo que le decimos, y así, cuando le hablemos de Jesús, estará más abierta a escuchar. Jesús no quería curar solo físicamente; quería que la gente tuviera vida eterna en él (ver Juan 10:10).

El último paso es ayudarla a llegar hasta Jesús, un acto que requiere fe tanto de tu parte como de la persona a la que ayudas.

Por lo general, nuestra fe no hace posibles los milagros que hizo Jesús. Pero ¿de qué maneras podemos ministrar a los que necesitan ayuda?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El enfermo estaba acostado en su estera y levantaba ocasionalmente la cabeza para mirar el estanque, cuando un rostro tierno y compasivo se inclinó sobre él, y atrajeron su atención las palabras: «¿Quieres ser salvo?» La esperanza renació en su corazón…

Jesús le dice: «Levántate, toma tu lecho y anda.» Juan 5:6-8. Con nueva esperanza el enfermo mira a Jesús. La expresión de su rostro, el acento de su voz, no son como los de otro cualquiera. Su misma presencia parece respirar amor y poder. La fe del paralítico se aferra a la palabra de Cristo. Sin otra pregunta, se dispone a obedecer, y todo su cuerpo le responde.

En cada nervio y músculo pulsa una nueva vida, y se transmite a sus miembros inválidos una actividad sana. De un salto se pone de pie, y emprende la marcha con paso firme y resuelto, alabando a Dios y regocijándose en sus fuerzas renovadas…

Nunca penséis que Cristo está lejos. Siempre está cerca. Su amorosa presencia os circunda. Buscadle sabiendo que desea ser encontrado por vosotros. Quiere que no solo toquéis su vestidura, sino que andéis con él en comunión constante (El ministerio de curación, pp. 55, 57).

Es necesario acercarse a la gente por medio del esfuerzo personal. Si se dedicara menos tiempo a sermonear y más al servicio personal, se conseguirían mayores resultados. Hay que aliviar a los pobres, atender a los enfermos, consolar a los afligidos y dolientes, instruir a los ignorantes y aconsejar a los inexpertos. Hemos de llorar con los que lloran y regocijarnos con los que se regocijan. Acompañada del poder de persuasión, del poder de la oración, del poder del amor de Dios, esta obra no será ni puede ser infructuosa…

Debemos animar al enfermo y al doliente a que miren a Jesús y vivan. Pongan los obreros cristianos a Cristo, el divino Médico, en continua presencia de aquellos a quienes desalentó la enfermedad del cuerpo y del alma. Dirijan sus miradas hacia Aquel que puede sanar la enfermedad física y la espiritual. Háblenles de Aquel que se compadece de sus flaquezas. Persuádanles a que se entreguen al cuidado de Aquel que dio su vida para que ellos puedan obtener vida eterna. Háblenles de su amor, del poder que tiene para salvar (El ministerio de curación, pp. 102, 103).

Las palabras de Cristo nos enseñan que debemos considerarnos inseparablemente unidos a nuestro Padre celestial. Cualquiera sea nuestra situación, dependemos de Dios, quien tiene todos los destinos en sus manos. El nos ha señalado nuestra obra, y nos ha dotado de facultades y recursos para ella. Mientras sometamos la voluntad a Dios, y confiemos en su fuerza y sabiduría, seremos guiados por sendas seguras, para cumplir nuestra parte señalada en su gran plan (El Deseado de todas las gentes, pp. 179, 180).


Martes 21 de noviembre_________________________________________________

REFUGIADOS E INMIGRANTES

El tema de los inmigrantes y los refugiados se ha convertido en un asunto muy debatido, sobre todo porque son muchos en la actualidad. Desplazados por la guerra, por catástrofes naturales o por la esperanza de un futuro económico mejor, millones de personas de todo el mundo han sido desarraigadas de sus hogares y necesitan ayuda desesperadamente.

En Mateo 2:13 y 14, Jesús mismo es un refugiado. Sus padres terrenales, José y María, se vieron obligados a huir de Belén por la noche y buscar refugio en Egipto para escapar de la mano asesina de Herodes. La Biblia no dice nada acerca de su experiencia en Egipto, pero no es difícil imaginar que tuvo sus desafíos; tal vez, algunos de los mismos desafíos que los refugiados enfrentan hoy también. De hecho, así como la familia de Jesús buscó asilo en una tierra extranjera, muchos musulmanes, budistas, hindúes, cristianos y personas no religiosas también buscan asilo en nuevas tierras en la actualidad.

En general, es más fácil entablar amistad con personas de nuestra propia cultura e idioma porque compartimos muchas cosas en común. Sin embargo, es más difícil encontrar puntos en común con inmigrantes y refugiados que tienen un aspecto diferente del nuestro y no hablan nuestro idioma, que no comparten los mismos valores religiosos y no comen alimentos similares. El evangelio nos llama a salir de nuestra zona de confort desde el punto de vista étnico, nacional y cultural, y a tender la mano a los necesitados, aunque sean muy diferentes de nosotros.

Lee Deuteronomio 10:19, Salmo 146:9, Romanos 12:13 y Levítico 23:22. ¿Qué tema importante se menciona aquí que debemos recordar?

Deuteronomio 10:19

19 Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.

Salmo 146:9

Jehová guarda a los extranjeros; Al huérfano y a la viuda sostiene, Y el camino de los impíos trastorna.

Romanos 12:13

13 compartiendo para las necesidades de los santos; practicando la hospitalidad.

Levítico 23:22

22 Cuando segareis la mies de vuestra tierra, no segaréis hasta el último rincón de ella, ni espigarás tu siega; para el pobre y para el extranjero la dejarás. Yo Jehová vuestro Dios.

 ¿Cómo podemos suplir las necesidades de los inmigrantes y los refugiados? Es difícil porque, en algunos países, quizá no sea políticamente correcto mezclarse con estas personas o ayudarlas. Sin embargo, debemos hacer lo posible para atender a estas personas, que sin duda han pasado por momentos muy difíciles y necesitan nuestra ayuda. Así que, en la medida de nuestras posibilidades, debemos ayudar.

Comienza con oración, luego busca información acerca de los inmigrantes y los refugiados. En muchos lugares, hay organizaciones que se ocupan de ellos. Puedes empezar a trabajar con una de esas organizaciones, o tal vez la Escuela Sabática de tu iglesia local podría iniciar un ministerio para inmigrantes o refugiados.

Aunque sea limitado, ¿qué puedes hacer para ayudar a los inmigrantes o los refugiados que conozcas?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Nuestras iglesias tienen que hacer una obra de la cual muchos no tienen idea, una obra apenas iniciada. «Porque tuve hambre» dice Cristo «y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; estuve en la cárcel, y vinisteis a mí». Mateo 25:35, 36. Algunos piensan que todo lo que se espera de ellos es que den dinero para esta obra; pero están em un error… [S]e requiere de todos un servicio personal de acuerdo a sus fuerzas y oportunidades.

La obra de atender a los menesterosos, los oprimidos, los dolientes, los indigentes, es la obra que cada iglesia que cree la verdad para este tiempo debiera haber estado haciendo desde hace mucho. Debemos manifestar la tierna simpatía del samaritano y suplir las necesidades físicas, alimentar a los hambrientos, traer a los pobres sin hogar a nuestras casas, pedir a Dios cada día la gracia y la fuerza que nos habiliten para llegar a las mismas profundidades de la miseria humana y ayudar a quienes no pueden ayudarse. Cuando hacemos esta obra, encontramos el momento oportuno para presentar a Cristo crucificado (Testimonios para la iglesia, t. 6, pp. 278, 279).

Dios nos ha dado la orden especial de considerar al extranjero, al perdido, y a las pobres almas débiles en poder moral. Muchos que parecen enteramente indiferentes a las cosas religiosas anhelan de corazón descanso y paz. Aunque hayan caído en las mismas profundidades del pecado, hay posibilidades de salvarlos.

Los siervos de Cristo han de seguir su ejemplo. Cuando él iba de lugar en lugar, confortaba a los dolientes y sanaba a los enfermos. Luego les exponía las grandes verdades referentes a Su reino. Esta es la obra de sus seguidores. Mientras aliviéis los sufrimientos del cuerpo, hallaréis maneras de ministrar a las necesidades del alma. Podéis señalar al Salvador levantado en alto, y hablarles del amor del gran Médico, que es el único que tiene poder para restaurar (Palabras de vida del gran Maestro, p. 185).

Cristo, por nuestra causa se hizo pobre, para que nosotros, mediante su pobreza fuésemos enriquecidos. Hizo un sacrificio a fin de poder proveer hogares a los peregrinos y extranjeros que en este mundo buscan una patria mejor, es a saber, la celestial. ¿Será posible que los que han sido objetos de su gracia, que esperan ser herederos de la inmortalidad, rehúsen e incluso manifiesten mala voluntad cuando se les propone que compartan sus hogares con los necesitados? ¿Será posible que nosotros, que somos discípulos de Jesús, rehusemos permitir que los extraños traspongan nuestras puertas porque los tales no conocen a los que moran en nuestros hogares?

Cada día sufro por la exhibición de egoísmo que se nota entre nuestro pueblo. Hay una alarmante ausencia de amor y atención por los que la merecen… Los ángeles están esperando para ver si vamos a aprovechar las oportunidades que están a nuestro alcance a fin de hacer el bien; están esperando para ver si vamos a bendecir a los demás (Testimonios para la iglesia, t. 2, pp. 26, 27).


Miércoles 22 de noviembre_______________________________________________

AYUDAR A LOS QUE SUFREN

¿Quién de nosotros no ha visto cuán dañado está realmente nuestro mundo? No importa si vivimos en un entorno de riqueza y materialismo o en un entorno de pobreza y necesidades materiales. La gente sufre, padece y lucha. Basta leer, por ejemplo, sobre la asombrosa cantidad de dinero que el mundo occidental gasta en antidepresivos cada año para entender que la riqueza material por sí sola ni siquiera se acerca a garantizar la felicidad o la paz.

“El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ungió para dar buenas nuevas a los pobres, me envió a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar a los cautivos libertad, a los ciegos vista, a dar libertad a los oprimidos” (Luc. 4:18). ¿Qué nos enseña esto acerca de lo que hizo Jesús y acerca de lo que nosotros, en nuestro ámbito, deberíamos hacer por los necesitados que nos rodean?

Dios nos llama a satisfacer las necesidades de todas las personas, aunque no sepamos cuándo aceptarán a Jesús, o si lo harán. Aunque ganarlos para Jesús es el fundamento de nuestra misión, necesitamos ayudar a los necesitados simplemente porque necesitan ayuda. Los ayudamos porque hemos aceptado a Jesús como nuestro Señor, y eso es lo que él nos llama a hacer.

El ejemplo de Jesús, de intentar satisfacer las necesidades de las personas, es un principio bíblico para seguir. No sabemos si cada persona que él ayudó lo aceptó o no.

Para verdaderamente ayudar a los demás, tenemos que ser conscientes de sus necesidades. Cada cultura tiene su forma de mostrar un trato amigable. En la India, es costumbre servir comida o bebida a las visitas. Es más fácil dar dinero a un desconocido que consolar a un amigo que acaba de perder a un ser querido. Lo que tu amigo puede necesitar quizá sea algo más que dinero o cosas materiales. A menudo, tu acompañamiento comprensivo al momento de una gran pérdida puede ser mucho más útil.

El importante principio de ser ayudantes de Jesús en favor de nuestros amigos comienza primero con el objetivo de mostrarles amor abnegado, de entender sus necesidades antes de intentar ofrecer ayuda. Bríndales la ayuda que necesitan, aunque no sepas si estarán dispuestos a seguir a Jesús.

Lee Mateo 25:34 al 40. ¿Cuál es el mensaje para nosotros?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios requiere de su pueblo que seamos mucho más compasivos y considerados hacia los caídos en desgracia de lo que estamos siéndolo. «La religión pura y sin mancha delante de Dios el Padre es esta: visitar a los huérfanos y a las viudas en sus tribulaciones y guardarse sin mancha del mundo» (Santiago 1: 27). Aquí se define la religión genuina. Dios requiere que la misma consideración que debiera darse a la viuda y al huérfano sea dada al ciego y a los que sufren bajo la aflicción de otras debilidades físicas. La benevolencia desinteresada es muy rara en el mundo de hoy…

Es extraño que profesos cristianos hagan caso omiso de las enseñanzas claras y positivas de la Palabra de Dios y no sientan remordimiento de conciencia. Dios coloca sobre ellos la responsabilidad de cuidar del desvalido, el ciego, el cojo, la viuda y el huérfano; pero muchos no hacen el menor esfuerzo por tenerlo en cuenta.

Hay una gran obra que hacer en nuestro mundo. Y a medida que nos acercamos al fin de la historia humana, esa tarea no disminuye en lo más mínimo; por lo contrario, cuando el perfecto amor de Dios more en el corazón, se realizarán maravillas (Mi vida hoy, p. 247).

El Señor tiene una gran obra para que hagamos, y él nos invita a contemplarlo, a confiar en él, a andar con él, y a conversar con él. Él nos invita a realizarle una entrega sin reservas de todo lo que tenemos y de todo lo que somos, para que cuando nos llame a sacrificarnos por él, estemos listos y dispuestos a obedecer. Gozaremos de la plenitud de la gracia divina únicamente cuando le entreguemos todo a Cristo. Conoceremos el significado de la verdadera felicidad únicamente cuando mantengamos el fuego ardiendo en el altar del sacrificio. Dios recompensará en el futuro a aquellos que han hecho el máximo en el presente… Él nos prueba cada día, bajo diferentes circunstancias; y elogia a sus obreros en cada esfuerzo sincero que estos realizan, no porque sean perfectos, sino porque están deseosos de trabajar desinteresadamente para él (Nuestra elevada vocación, p. 194).

Aunque el mundo necesita simpatía, aunque necesita las oraciones y la ayuda del pueblo de Dios, aunque necesita ver a Cristo en la vida de los que le siguen, los hijos de Dios necesitan igualmente oportunidades que atraigan sus simpatías, den eficiencia a sus oraciones y desarrollen en ellos un carácter semejante al Modelo divino.

Para proporcionar estas oportunidades, Dios colocó entre nosotros a los pobres, los infortunados, los enfermos y los dolientes. Son el legado de Cristo a su iglesia, y han de ser cuidados como el los cuidaría. De esta manera, Dios elimina la escoria y purifica el oro, dándonos la cultura del corazón y del carácter que necesitamos…

Al poner entre nosotros los pobres y los dolientes, el Señor nos prueba para revelarnos lo que hay en nuestros corazones…

El mundo se convencerá no tanto por lo que el púlpito enseña como por lo que la iglesia vive. El predicador anuncia la teoría del evangelio, pero la piedad práctica de la iglesia demuestra su poder (En los lugares celestiales, p. 326).


Jueves 23 de noviembre_________________________________________________

MAYOR AMOR

Como todos conocemos sobradamente, las necesidades nunca se acaban. Si estás dispuesto a ayudar a los demás, tendrás muchas oportunidades. Ya sean amigos cercanos o refugiados lejanos, la gente tiene necesidades, y debemos hacer lo que podamos, cuando podamos, para ayudar. Durante su ministerio terrenal, Jesús ayudó a los que no podían ayudarse a sí mismos. En algunos casos, él tomó la iniciativa y se acercó a los necesitados; en otros, como en el caso de los hombres que bajaron al paralítico desde el techo para llevarlo ante Jesús, fueron los amigos quienes tomaron la iniciativa.

“Nadie tiene mayor amor que este, que uno dé su vida por sus amigos” (Juan 15:13). ¿Cómo aplicamos este principio en nuestro ministerio por los demás?

Una familia misionera sirvió seis años en Trinidad y Tobago. Los primeros tres años vivieron en una comunidad predominantemente hindú y musulmana. Muchos hindúes se quejaban de que los cristianos rechazaban su invitación al servicio anual de Acción de Gracias. Un día, estos cristianos asistieron al servicio de Acción de Gracias de un nuevo amigo hindú. Lo hicieron siguiendo el ejemplo de Jesús: él visitaba a sus amigos cuando lo invitaban a sus celebraciones especiales. De hecho, el hinduismo enseña que los visitantes o los amigos traen bendiciones al hogar del anfitrión.

Intentemos empezar a hacer amigos esta semana siendo una bendición para alguien. En primer lugar, analiza tu contexto, comunidad, pueblo o ciudad. ¿Conoces a algún refugiado o inmigrante que viva allí? ¿Y la gente que vive en tu manzana? ¿Los conoces a todos? Sea cual fuere tu situación, entablar amistad con un desconocido no es tarea fácil. Oremos y pidamos ayuda a Dios. Él conoce a todos, incluso al desconocido del que puedes hacerte amigo. Recuerda, la meta es ser su amigo para que puedas ayudarlo conduciéndolo a Dios en busca de ayuda.

Desafío: Infórmate acerca de los extranjeros o los no cristianos que viven en tu país. Joshuaproject.net es un buen lugar para estudiar los grupos de personas no alcanzadas de tu cultura.

Desafío avanzado: Identifica a alguien dentro de tu esfera de influencia. Comienza a orar regularmente por esa persona después de responder las siguientes preguntas:

Esta persona, ¿es mi amiga, según el modelo de amistad de Jesús?

¿Conozco las necesidades de su vida?

¿Cómo puedo llevarla a Jesús para que la sane?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

¿Cómo manifestó Cristo su amor por los pobres mortales? Por el sacrificio de su propia gloria, sus propias riquezas, y aun su propia vida preciosísima. Cristo consintió en vivir una vida de humillación y grandes sufrimientos. Se sometió a las crueles burlas de una multitud furiosa y criminal, y a la muerte más dolorosa en la cruz. Dijo Cristo: «Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando». Juan 15:12-14. Damos evidencia de ser los amigos de Cristo cuando manifestamos obediencia implícita a su voluntad… ¿Quiénes están obedeciendo el mandamiento de amarse unos a otros así como Jesús los ha amado? [Si obedecemos] el mandamiento de Cristo [debiéramos] tener un amor más firme, profundo y abnegado de lo que jamás [hemos] desplegado hasta ahora (Testimonios para la iglesia, t. 1, p. 597).

Nuestro amor es frecuentemente egoísta, porque lo confinamos a límites prescritos. Cuando nos coloquemos en estrecha unión y compañerismo con Cristo, nuestro amor y comprensión, así como nuestras obras de benevolencia se profundizarán y ensancharán y fortalecerán con el ejercicio. El amor y el interés de los seguidores de Cristo debe ser tan amplio como el mundo. Aquellos que viven meramente para «mí y lo mío» no alcanzarán el cielo…

Alrededor de ustedes hay quienes tienen aflicciones, que necesitan palabras de comprensión, amor y ternura, y nuestras oraciones humildes y solidarias. Algunos están sufriendo bajo la mano de hierro de la pobreza, algunos con enfermedad, y otros con angustias, desaliento y tristeza. Como Job, ustedes debieran ser ojos para el ciego y pies para el cojo, e inquirir en la causa que no conocen y estudiarla con el propósito de aliviar sus necesidades y ayudar precisamente donde más ayuda necesitan (Testimonios para la iglesia, t. 3, pp. 581, 582).

Mientras más de cerca nos asemejemos al Señor en carácter, mayor será nuestro amor hacia aquellos por quienes él murió. Los cristianos que manifiestan un espíritu de amor desinteresado los unos por los otros, están dando un testimonio que los incrédulos no pueden negar ni resistir. Es inestimable el poder de semejante ejemplo. Nada derrotará con más éxito los artificios de Satanás y sus emisarios, nada edificará mejor el reino del Redentor, como el amor de Cristo manifestado por los miembros de la iglesia…

No importa cuán elevada sea su profesión, aquel cuyo corazón no ha sido imbuido por el amor hacia Dios y su prójimo no es discípulo de Cristo. Aunque posea una gran fe, y aun tenga el poder de hacer milagros, de todos modos, sin amor, su fe no sirve para nada. Podrá manifestar gran liberalidad, pero si reparte sus bienes para alimentar a los pobres impelido por otro motivo que no sea el amor genuino, su obra no lo hará acreedor del favor de Dios (Testimonios para la iglesia, t. 5, pp. 156, 157).


Viernes 24 de noviembre________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Los autores de los evangelios recogen ejemplos de la práctica de Jesús de tender puentes hacia personas de otras culturas para salvarlas (Mat. 8:28-34; Mar. 5:1-20). Del mismo modo, nosotros también somos llamados a hacer amigos y suplir las necesidades de gente de otras culturas. La muerte de Cristo fue por todos, independientemente de su raza, nacionalidad, riqueza u origen. Este es un aspecto que nunca debemos olvidar: “Él es la expiación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo” (1 Juan 2:2).

“Los hombres y las mujeres no cumplen el designio de Dios cuando se limitan a expresar afecto por su propio círculo familiar […] mientras excluyen de su amor a aquellos a quienes podrían consolar y bendecir al aliviar sus necesidades. […]

“Cuando el Señor nos pide que hagamos el bien a los demás fuera de nuestro hogar, no quiere decir que nuestro afecto por el hogar disminuirá, y que amaremos menos a nuestros familiares o a nuestro país porque él desee que ampliemos nuestra solidaridad. Pero no debemos confinar nuestro afecto y simpatía entre cuatro paredes, y retener la bendición que Dios nos ha dado de modo que los demás no se beneficien de esta bendición junto con nosotros ni la disfruten” (Elena de White, The Advent Review and Sabbath Herald, 15 de octubre de 1895).

La responsabilidad que recibimos de ser una bendición para los que están fuera de nuestra zona de confort, ya sean de otra cultura o simplemente personas vulnerables, es un mandato innegociable del mismo Jesucristo (Hech. 1:8; Mar. 11:17).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Cuál es tu zona de confort y por qué debes estar dispuesto a salir de ella cuando sea necesario?
  2. ¿Cuáles son las implicaciones del incidente en el que calificaron a Jesús como “un comilón y un bebedor de vino, amigo de publicanos y pecadores” (Mat. 11:19)? ¿Qué hizo Jesús para sortear esa acusación, y qué nos enseña sobre la misión?
  3. ¿Hasta qué punto un cristiano debería participar de las celebraciones de los no creyentes? ¿Cómo podrían hacerlo los cristianos sin comprometer los principios bíblicos?

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