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Lección 13: Para el 29 de diciembre de 2018
LA RESTAURACIÓN FINAL DE LA UNIDAD
Sábado 22 de diciembre____________________________________________________
LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Juan 14:1-3; Isaías 11:1-10; Apocalipsis 21:1-5; 1 Tesalonicenses 4:13-18; Apocalipsis 22:1-5; Isaías 35:4-10.
PARA MEMORIZAR:
“Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Ped. 3:13).
Una de las mayores promesas de la Biblia es la del regreso de Jesús. Sin eso, no tenemos nada, porque nuestras esperanzas se centran en esa promesa y lo que significa para nosotros. Cuando Cristo regrese en las nubes del cielo, todo lo que es terrenal, temporal y hecho por el hombre desaparecerá. Después del milenio en el cielo, esta Tierra con sus guerras, hambres, enfermedades y tragedias será hecha nueva y se convertirá en la morada de todos los redimidos, que finalmente se reunirán con su Señor.
La esperanza en la Segunda Venida es un tema destacado en el Nuevo Testamento, y durante siglos los cristianos han anhelado el cumplimiento de esta promesa. Nosotros, como adventistas del séptimo día, también anhelamos su regreso. De hecho, el nombre mismo proclama esa esperanza.
En esta lección final, contemplaremos esta promesa y lo que significa para la unidad de los cristianos. Nuestra unidad en Cristo a menudo se ve desafiada por nuestras limitaciones y debilidades humanas. Pero ya no necesitaremos buscar soluciones a nuestra fragmentación, porque no habrá fragmentación. En el Segundo Advenimiento, seremos uno con el Señor, reunidos definitivamente para formar una familia restaurada.
ESPÍRITU DE PROFECÍA
El gran plan de la redención dará por resultado el completo restablecimiento del favor de Dios para el mundo. Será restaurado todo lo que se perdió a causa del pecado. No solo el hombre, sino también la tierra, será redimida, para que sea la morada eterna de los obedientes. Durante seis mil años, Satanás luchó por mantener la posesión de la tierra. Pero se cumplirá el propósito original de Dios al crearla. «Tomarán el reino los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, y hasta el siglo de los siglos…
Dios creó la tierra para que fuese morada de seres santos y felices. Ese propósito se cumplirá cuando, renovada por el poder de Dios > liberada del pecado y de la tristeza, llegue a ser la patria eterna de los redimidos (El hogar cristiano, pp. 488, 489).
La tierra prometida a los mansos no será igual a ésta, que está bajo la sombra de la muerte y de la maldición. “Nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva en los cuales mora la justicia”. “Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán” [2 Pedro 3:13; Apocalipsis 22:3], No habrá contratiempo, ni dolor, ni pecado; no habrá quien diga: “Estoy enfermo”.
No habrá entierros, ni luto, ni muerte, ni despedidas, ni corazones quebrantados; mas Jesús estará allá, y habrá paz. “No tendrán hambre ni sed, ni el calor ni el sol los afligirá; porque el que tiene de ellos misericordia los guiará, y los conducirá a manantiales de aguas” [Isaías 49:10] (El discurso maestro de Jesucristo, p. 20).
El manto de vuestro carácter debe ser lavado hasta que esté inmaculado, en la fuente abierta para toda impureza. Su valor moral será pesado en la balanza del Santuario, y si a usted lo encuentran falto, sufrirá una pérdida eterna. Toda terquedad, toda aspereza, deben ser quitadas de su carácter antes de que Jesús venga, pues cuando él venga, la preparación del alma habrá terminado.
Si usted no se ha apartado de su envidia, sus celos, su odio contra otros, no puede entrar en el reino de Dios. Usted no haría más que llevar la misma disposición consigo; pero no habrá nada de este carácter en el mundo venidero. Allá existirá solo amor, gozo y armonía. Algunos tendrán coronas más brillantes que otros, pero no habrá en ningún corazón, entre los redimidos, pensamiento de celos. Cada uno estará perfectamente satisfecho, porque será recompensado de acuerdo con sus obras (Mensajes selectos, tomo 3, pp. 175, 176).
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Lección 13 | Domingo 23 de diciembre____________________________________
LA CERTEZA DEL REGRESO DE CRISTO
Juan 14:1 al 3 es la promesa más conocida sobre la segunda venida de Jesús. ¿Qué te dice esta promesa sobre el tipo de vida que tendrán los redimidos en la Tierra Nueva?
Juan 14:1-3
1 No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. 2 En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. 3 Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.
Los primeros cristianos llamaban “esperanza bienaventurada” al regreso de Cristo (Tito 2:13). Esperaban que todas las profecías y las promesas de la Escritura se cumplieran en la Segunda Venida, ya que es el verdadero objetivo de la peregrinación cristiana. Todos los que aman a Cristo esperan con ansias el día en que puedan encontrarse cara a cara con él. Sus palabras en esos versículos sugieren cercanía e intimidad, que compartiremos no solo con Jesús, sino también entre nosotros.
Los cristianos creen en esta promesa porque la Biblia nos garantiza su cumplimiento. Tenemos esta seguridad porque creemos en las palabras de Jesús: “Vendré otra vez” (Juan 14:3). Así como la primera venida de Cristo estaba profetizada, así también se predice la Segunda Venida, incluso en el Antiguo Testamento. Antes del Diluvio, Dios le dijo al patriarca Enoc que la venida del Mesías en gloria pondría fin al pecado. Profetizó: “He aquí, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente, y de todas las cosas duras que los pecadores impíos han hablado contra él” (Jud. 14, 15).
Mil años antes de que Jesús viniera a esta Tierra, el rey David también profetizó que la venida del Mesías reuniría al pueblo de Dios: “Vendrá nuestro Dios, y no callará; fuego consumirá delante de él, y tempestad poderosa le rodeará. Convocará a los cielos de arriba, y a la tierra, para juzgar a su pueblo. Juntadme mis santos, los que hicieron conmigo pacto con sacrificio” (Sal. 50:3-5).
La segunda venida de Jesús está estrechamente relacionada con su primer advenimiento. Las profecías que predijeron su nacimiento y su ministerio (por ejemplo, Gén. 3:15; Miq. 5:2; Isa 11:1; Dan. 9:25, 26) son el fundamento de nuestra esperanza y confianza en las promesas sobre la Segunda Venida. Cristo “se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para quitar de en medio el pecado. […] Así también Cristo fue ofrecido una sola vez para llevar los pecados de muchos; y aparecerá por segunda vez, sin relación con el pecado, para salvar a los que le esperan” (Heb. 9:26, 28).
¿De qué manera puedes obtener esperanza y consuelo, incluso ahora mismo, de la promesa de la Segunda Venida?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Ahora es el momento de preparamos para la venida de nuestro Señor. La preparación para salir a su encuentro no puede lograrse en un momento. En preparación para esta solemne escena, debiéramos esperar en actitud vigilante y velar, combinando todo ello con trabajo ferviente. Así glorifican a Dios sus hijos. En medio de las agitadas escenas de la vida, se oirán sus voces pronunciando palabras de ánimo, fe y esperanza. Todo lo que tienen y son está consagrado al servicio del Maestro (La maravillosa gracia de Dios, p. 353).
Al contemplar a Cristo, nos detenemos en la orilla de un amor inconmensurable. Nos esforzamos por hablar de este amor, pero nos faltan las palabras. Consideramos su vida en la tierra, su sacrificio por nosotros, su obra en el cielo como abogado nuestro, y las mansiones que está preparando para aquellos que le aman; y solo podemos exclamar: ¡Oh! ¡Qué altura y profundidad las del amor de Cristo! “En esto consiste el amor: no que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados”. “Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, que seamos llamados hijos de Dios” (1 Juan 4:10; 3:1).
En todo verdadero discípulo, este amor, como fuego sagrado, arde en el altar del corazón. Fue en la tierra donde el amor de Dios se reveló por Cristo. Es en la tierra donde sus hijos han de reflejar su amor mediante vidas inmaculadas. Así los pecadores serán guiados a la cruz, para contemplar al Cordero de Dios (Los hechos de los apóstoles, pp. 268, 269).
La emocionante verdad que ha estado sonando en nuestros oídos por muchos años, “el Señor está cerca; estad preparados”, no es menos cierta hoy que cuando primero oímos el mensaje. Están en juego en esto los intereses más preciados de la iglesia y del pueblo de Dios, y el destino de un mundo impenitente e impío, para este tiempo y la eternidad. Todos vamos encaminados hacia el juicio. “El Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivamos, los que hayamos quedado hasta la venida del Señor, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para salir al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor”…
Estos eventos trascendentales están cercanos, pero muchos de los que profesan la verdad están dormidos… Solo para los que aguardan con esperanza y fe Cristo aparecerá sin pecado para salvación. Muchos poseen la teoría de la verdad, pero no conocen el poder de la santidad. Si la palabra de Dios morara en el corazón, controlaría la vida. La fe, la pureza y la conformidad con la voluntad de Dios darían testimonio de su poder santificador (Testimonios para la iglesia, tomo 5, p. 14).
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Lunes 24 de diciembre | Lección 13_______________________________________
LA PROMESA DE LA RESTAURACIÓN
Lee Isaías 11:1 al 10. ¿Qué promesa recibió Israel, y qué dice sobre la morada eterna de los redimidos?
Isaías 11:1-10
1 Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. 2 Y reposará sobre él el Espíritu de Jehová; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor de Jehová. 3 Y le hará entender diligente en el temor de Jehová. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos; 4 sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío. 5 Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura. 6 Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. 7 La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. 8 Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. 9 No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar. 10 Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.
La Biblia comienza con la historia de la creación de la Tierra (Gén. 1, 2). Es una descripción de un mundo hermoso y armonioso confiado a nuestros primeros padres, Adán y Eva. Un mundo y un hogar perfectos para la raza humana, a quien Dios creó. Los últimos dos capítulos de la Biblia también hablan de la creación, por parte de Dios, de un mundo perfecto y armonioso para la humanidad redimida (Apoc. 21, 22), pero esta vez es más preciso hablar de recreación, es decir, la restauración de la Tierra de los estragos del pecado.
En muchos lugares, la Biblia declara que este hogar eterno de los redimidos será un lugar real, no una fantasía ni un sueño imaginario. Los redimidos podrán ver, oír, oler, tocar y sentir una nueva experiencia, una nueva vida. La profecía de Isaías 11 es un hermoso pasaje que predice la venida del Mesías, quien creará una nueva era. Él pondrá fin a toda violencia y marcará el comienzo de una paz eterna. El reinado de Dios en esta Tierra Nueva establecerá la armonía universal.
Lee Apocalipsis 21:1 al 5. ¿Qué desaparecerá para siempre como resultado de esta nueva armonía?
Apocalipsis 21:1-5
1 Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3 Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4 Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron. 5 Y el que estaba sentado en el trono dijo: He aquí, yo hago nuevas todas las cosas. Y me dijo: Escribe; porque estas palabras son fieles y verdaderas.
Elena de White escribió sobre lo que les espera a los redimidos:
“Y al transcurrir los años de la eternidad, ofrecerán más ricas y gloriosas revelaciones de Dios y de Cristo. Así como el conocimiento es progresivo, también el amor, la reverencia y la felicidad aumentarán. Cuanto más aprendan los hombres acerca de Dios, más admirarán su carácter. Al revelarles Jesús las riquezas de la redención y las sorprendentes realizaciones logradas en el gran conflicto con Satanás, los corazones de los redimidos latirán con más ferviente devoción, y tañerán las arpas de oro con mano segura. Y entonces diez mil veces diez mil y miles de millares de voces se unirán para incrementar el poderoso coro de alabanza” (HR 453).
¿De qué manera podemos entender el carácter de Dios incluso ahora? Vivir en armonía y unidad con los demás ¿en qué medida revela algo sobre el carácter y la naturaleza de Dios, incluso ahora?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
Si pudiéramos tener aunque sea una vislumbre de la ciudad celestial, jamás desearíamos vivir nuevamente en la tierra. Hay paisajes muy hermosos en la tierra y yo disfruto de todas estas manifestaciones de amor que observamos en la naturaleza. Las relaciono con el Creador. Pero sé que si amo a Dios y guardo sus mandamientos, en el cielo hay un más excelente y eterno peso de gloria reservado para mí…
Los santos ceñirán coronas de gloria sobre sus cabezas y tendrán arpas de oro en las manos. Tañerán esas arpas de oro, cantarán acerca del amor redentor y elevarán melodías a Dios. Olvidarán las pruebas y los sufrimientos que tuvieron en este mundo, que desaparecerán en medio de las glorias de la tierra nueva…
Represéntese vuestra imaginación la morada de los justos; y recordad que será más gloriosa que cuanto pueda figurarse la más brillante imaginación.
El lenguaje humano es inadecuado para describir la recompensa de los justos. Solo podrá ser conocida por los que la contemplen (Maranata: El Señor viene, pp. 366, 367).
“Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron” (Apocalipsis 21:1). El fuego que consume a los malvados purifica la tierra. Todo rasgo de maldición desaparece. Ningún infierno eterno mostrará a los redimidos las terribles consecuencias del pecado. Solo queda un recuerdo: nuestro Redentor llevará siempre las marcas de su crucifixión. En su frente herida, sus manos y sus pies, se encuentran los únicos vestigios de la cruel obra que el pecado realizó (La historia de la redención, p. 450).
Para poder entrar al cielo, el hombre debe semejarse a Cristo, la esperanza de gloria, y llevar el cielo consigo. Solo el Señor Jesús puede amoldar y transformar el carácter. Por falta de paciencia, bondad, tolerancia, generosidad y amor, en un descuido se revelan rasgos del carácter camal de forma repentina e involuntaria, y se pronuncian palabras ásperas que arruinan el alma (Fundamentals of Christian Education, p. 279).
¡Oh, cuán felices seremos cuando nos reunamos junto al trono, revestidos de las túnicas blancas de la justicia de Cristo! No habrá más pesar ni separación, sino que moraremos en paz, felicidad y gloria por las edades sin fin de la eternidad. ¡Qué grupo de gente feliz seremos! Consideremos ahora que tenemos los mismos privilegios aquí. Cuando tomamos en cuenta el infinito sacrificio que hizo nuestro Salvador para que pudiéramos llegar a ser hijos de Dios y miembros de la familia real, cuando pensamos en esa exaltación, cuando meditamos en que todos estos privilegios serán nuestros y pueden ser nuestros cada día, que podemos disponer de las prerrogativas que les corresponden a los hijos e hijas de Dios, ¿cómo puede quejarse alguien? ¿Cómo puede alguien murmurar? ¿Cómo pueden hallarse esas cosas en nuestro corazón? (Cada día con Dios, p. 331).
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Lección 13 | Martes 25 de diciembre______________________________________
LA RESURRECCIÓN Y EL RESTABLECIMIENTO DE LAS RELACIONES
Desde los primeros días de la iglesia, la promesa del regreso de Cristo ha sostenido el corazón del pueblo fiel de Dios, tal vez más que cualquier otra cosa, especialmente durante las pruebas. Más allá de sus espantosas luchas, más allá de sus pesares y dolor inconsolables, tenía la esperanza del regreso de Cristo y todas las maravillosas promesas que contiene la Segunda Venida.
Lee 1 Tesalonicenses 4:13 al 18. ¿Qué promesas están incluidas en este pasaje? ¿Qué nos dicen sobre la esperanza del restablecimiento de las relaciones?
1 Tesalonicenses 4:13-18
13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.
La segunda venida de Cristo afectará a toda la humanidad de manera profunda. Un aspecto importante del establecimiento del Reino de Dios es la reunión de los escogidos. “Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro” (Mat. 24:31). Al momento de esta reunión, los justos muertos resucitarán y recibirán la inmortalidad (1 Cor. 15:52, 53). “Los muertos en Cristo resucitarán primero” (1 Tes. 4:16). Este es el momento que todos hemos estado esperando. Los resucitados se reunirán con quienes han estado anhelando su presencia y su amor. Así es como Pablo se regocija en este acontecimiento: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Cor. 15:55).
No son los cuerpos enfermos, envejecidos y desfigurados que descendieron a la tumba los que resucitan, sino cuerpos nuevos, inmortales y perfectos, que ya no están marcados por el pecado que causó su decadencia. Los santos resucitados experimentan el cumplimiento de la obra de restauración de Cristo, que refleja la imagen perfecta de Dios diseñada en la Creación (Gén. 1:26; 1 Cor. 15:46-49).
Al momento del segundo advenimiento de Jesús, cuando los redimidos muertos resuciten, los justos que estén vivos en la Tierra serán transformados, y también recibirán cuerpos nuevos y perfectos. “Porque es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad” (1 Cor. 15:53). Entonces, estos dos grupos de redimidos, los justos resucitados y transformados, “seremos arrebatados juntamente […] en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tes. 4:17).
En nuestra era científica, incluso algunos cristianos tratan de encontrar una explicación natural para todo, hasta los “milagros”. ¿Qué nos enseña la promesa de la resurrección acerca de por qué solo los actos sobrenaturales de Dios pueden salvarnos?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
La trompeta aún no ha sonado. Quienes han descendido a la tumba todavía no han exclamado: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15:55). Los justos muertos aún no han sido arrebatados con los santos vivos para encontrarse con su Señor en el aire. Pero se aproxima el tiempo en que las palabras pronunciadas por el apóstol Pablo se cumplirán: “Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses 4:16, 17)…
Esta tierra es el lugar de preparación para el cielo. El tiempo que pasamos aquí es el invierno del cristiano. Los vientos fríos de la aflicción soplan sobre nosotros, y las olas de los problemas nos arrollan. Pero en un futuro cercano, cuando Cristo venga, las penas y los lamentos habrán desaparecido para siempre. Entonces será el verano del cristiano. Todas las pruebas habrán concluido, y no habrá más enfermedad ni muerte. “Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalipsis 21:4 (Alza tus ojos, p. 309).
El Señor nos ha elegido como canales a través de los cuales pueda comunicar sus bendiciones…
El amor, la cortesía, la abnegación, jamás se perderán. Cuando alguno es elegido por Dios es cambiado de la mortalidad a la inmortalidad. Sus palabras y actos de bondad se manifestarán y serán preservados por las edades sin fin. Ningún acto de servicio abnegado, por pequeño o simple que sea, se pierde jamás. Por medio de los méritos imputados de la justicia de Cristo, la fragancia de tales palabras y acciones es preservada para siempre (En los lugares celestiales, p. 234).
Todos salen de sus tumbas de igual estatura que cuando en ellas fueran depositados. Adán, que se encuentra entre la multitud resucitada, es de soberbia altura y formas majestuosas, de porte poco inferior al del Hijo de Dios. Presenta un contraste notable con los hombres de las generaciones posteriores; en este respecto se nota la gran degeneración de la raza humana. Pero todos se levantan con la lozanía y el vigor de eterna juventud. Al principio, el hombre fue creado a la semejanza de Dios, no solo en carácter, sino también en lo que se refiere a la forma y a la fisonomía. El pecado borró e hizo desaparecer casi por completo la imagen divina; pero Cristo vino a restaurar lo que se había malogrado. Él transformará nuestros cuerpos viles y los hará semejantes a la imagen de su cuerpo glorioso. La forma mortal y corruptible, desprovista de gracia, manchada en otro tiempo por el pecado, se vuelve perfecta, hermosa e inmortal. Todas las imperfecciones y deformidades quedan en la tumba (El conflicto de los siglos, p. 627).
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Miércoles 26 de diciembre | Lección 13___________________________________
UNA TIERRA NUEVA PARA LOS REDIMIDOS
“Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento” (Isa. 65:17). Tanto Isaías como Juan (Apoc. 21:1) vieron en visión la Tierra Nueva prometida.
Analiza la descripción de Juan de la fabulosa ciudad de los redimidos, la Nueva Jerusalén, en Apocalipsis 21:2 y 9 al 27. ¿Qué implican estos versículos sobre la unidad y la armonía que existirán en esta ciudad?
Apocalipsis 21:2 y 9 al 27
2 Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido.
9 Vino entonces a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete copas llenas de las siete plagas postreras, y habló conmigo, diciendo: Ven acá, yo te mostraré la desposada, la esposa del Cordero.
27 No entrará en ella ninguna cosa inmunda, o que hace abominación y mentira, sino solamente los que están inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Lee Apocalipsis 22:1 al 5. El río de la vida que fluye desde el Trono de Dios y el árbol de la vida que se extiende sobre él son otras dos características importantes de la nueva ciudad. ¿Cuál será su propósito en la Tierra Nueva?
Apocalipsis 22:1-5
1 Después me mostró un río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal, que salía del trono de Dios y del Cordero. 2 En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. 3 Y no habrá más maldición; y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, 4 y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. 5 No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará; y reinarán por los siglos de los siglos.
En la Nueva Jerusalén, Cristo restaurará el árbol de la vida, al que Adán perdió acceso por su transgresión (Gén. 3:22-24). El acceso a este árbol es una de las promesas para los vencedores (Apoc. 2:7). El hecho de que produzca doce clases de frutas, una nueva clase cada mes (Apoc. 22:2), puede sugerir una razón por la que en la Tierra Nueva “de mes en mes, y de día de reposo en día de reposo, vendrán todos a adorar delante de mí, dijo Jehová” (Isa. 66:23). La referencia a “la sanidad de las naciones” también subraya la intención de Dios de eliminar todas las barreras entre la gente y de restaurar a la humanidad a su propósito original: restaurar a todos los pueblos, tribus y naciones en una familia indivisa que viva en armonía y paz, unidos para darle gloria a Dios.
“ ‘La sanidad de las naciones’ se refiere figurativamente a la eliminación de todas las barreras y separaciones nacionales y lingüísticas […]. Las hojas del árbol de la vida sanan las brechas entre las naciones. Las naciones ya no son ‘gentiles’, sino que están unidas en una familia como el verdadero pueblo de Dios (cf. 21:24-26). Lo que Miqueas anticipó siglos antes se está cumpliendo ahora: ‘No alzará espada nación contra nación, ni se ensayarán más para la guerra. Y se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente’ (Miq. 4:3, 4; cf. Isa. 2:4). Allí, a orillas del río de la vida, cada uno de los redimidos ‘invitará a su vecino a sentarse’ (Zac. 3:10, NVI) con él bajo el árbol de la vida. El poder sanador de las hojas del árbol curará todas las heridas: raciales, étnicas, tribales o lingüísticas, que han desgarrado y dividido a la humanidad por siglos” (R. Stefanovic, Revelation of Jesus Christ: Commentary on the Book of Revelation, p. 593).
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En la Biblia a la heredad de los salvados se la llama patria (Hebreos 11:14-16). Allí el gran Pastor conduce a su rebaño a fuentes de aguas vivas. El árbol de vida da su fruto cada mes, y las hojas del árbol son para la sanidad de las naciones. Hay ríos de aguas corrientes, claras como el cristal, y en sus márgenes los árboles que siempre se mecen proyectan su sombra sobre los senderos preparados para los redimidos del Señor. Allí las amplias planicies desembocan en colinas hermosas, y las montañas de Dios yerguen sus elevados picos. En esas pacíficas planicies, junto a las corrientes vivas, el pueblo de Dios, por tanto tiempo peregrino y errante, encontrará un hogar (La historia de la redención, p. 451).
[V]imos el árbol de la vida y el trono de Dios, del que fluía un río de agua pura, y en cada lado del rio estaba el árbol de la vida. En una margen había un tronco del árbol y otro en la otra margen, ambos de oro puro y transparente. Al principio pensé que había dos árboles; pero al volver a mirar vi que los dos troncos se unían en su parte superior y formaban un solo árbol. Así estaba el árbol de la vida en ambas márgenes del río de vida. Sus ramas se inclinaban hacia donde nosotros estábamos, y el fruto era espléndido, semejante a oro mezclado con plata.
Todos nos ubicamos bajo el árbol, y nos sentamos para contemplar la gloria de aquel paraje… Procuramos recordar las pruebas más graves por las que habíamos pasado, pero resultaban tan insignificantes frente al incomparable y eterno peso de gloria que nos rodeaba, que no pudimos referirlas, y todos exclamarnos: “¡Aleluya! Muy poco nos ha costado el cielo”. Pulsamos entonces nuestras áureas arpas cuyos ecos resonaron en las bóvedas del cielo (Primeros escritos, p. 17).
La capacidad de gozar de las riquezas de la gloria aumentará con el deseo que tengamos de poseerlas. ¿Cómo podremos aumentar nuestro aprecio por Dios y las cosas celestiales a menos que sea en esta vida? Si permitimos que las exigencias y los cuidados de este mundo absorban todo nuestro tiempo y toda nuestra atención, nuestras facultades espirituales se debilitarán y morirán por falta de ejercicio (Cada día con Dios, p. 85).
Los santos redimidos, que han amado a Dios y guardado sus mandamientos aquí, entrarán por las puertas de la ciudad, y tendrán derecho al árbol de la vida. Comerán de él con toda libertad tal como lo hicieron nuestros primeros padres antes de su caída. Las hojas de ese árbol inmortal y de amplia copa, serán para la sanidad de las naciones. Habrán desaparecido todos sus infortunios. Jamás volverán a sentir los efectos de la enfermedad, la tristeza y la muerte, porque las hojas del árbol de la vida los habrán sanado. Jesús verá el fruto del trabajo de su alma y se sentirá satisfecho, cuando los redimidos, que fueron objeto de angustias, fatigas y aflicciones, que gimieron bajo el peso de las calamidades, se reúnan en tomo del árbol de la vida para comer de su fruto inmortal, del que nuestros primeros padres perdieron todo derecho por haber quebrantado los mandamientos de Dios. Allí jamás habrá peligro de volver a perder el derecho al árbol de la vida, porque el que condujo a la tentación y al pecado a nuestros primeros padres será destruido en ocasión de la muerte segunda (Maranata, p. 335).
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Lección 13 | Jueves 27 de diciembre_______________________________________
LA VIDA EN LA TIERRA NUEVA
Lee Isaías 35:4 al 10; y 65:21 al 25. ¿Cuán diferente será entonces la vida de la que tenemos en la actualidad?
Isaías 35:4-10
4 Decid a los de corazón apocado: Esforzaos, no temáis; he aquí que vuestro Dios viene con retribución, con pago; Dios mismo vendrá, y os salvará. 5 Entonces los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos de los sordos se abrirán. 6 Entonces el cojo saltará como un ciervo, y cantará la lengua del mudo; porque aguas serán cavadas en el desierto, y torrentes en la soledad. 7 El lugar seco se convertirá en estanque, y el sequedal en manaderos de aguas; en la morada de chacales, en su guarida, será lugar de cañas y juncos. 8 Y habrá allí calzada y camino, y será llamado Camino de Santidad; no pasará inmundo por él, sino que él mismo estará con ellos; el que anduviere en este camino, por torpe que sea, no se extraviará. 9 No habrá allí león, ni fiera subirá por él, ni allí se hallará, para que caminen los redimidos. 10 Y los redimidos de Jehová volverán, y vendrán a Sion con alegría; y gozo perpetuo será sobre sus cabezas; y tendrán gozo y alegría, y huirán la tristeza y el gemido.
Isaías 65:21-25
21 Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. 22 No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. 23 No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de Jehová, y sus descendientes con ellos. 24 Y antes que clamen, responderé yo; mientras aún hablan, yo habré oído. 25 El lobo y el cordero serán apacentados juntos, y el león comerá paja como el buey; y el polvo será el alimento de la serpiente. No afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová.
Varias veces en el libro de Isaías leemos sobre algo nuevo: “cosas nuevas” (42:9; 48:6), “un nuevo cántico” (42:10), “cosa nueva” (43:19), “un nombre nuevo” (62:2). Lo novedoso en el capítulo 65 es un nuevo orden de cosas. Hay paz y armonía entre todas las criaturas de Dios. Las maldiciones del Pacto para las tierras por la desobediencia y la rebelión (ver Lev. 26:14-17; Deut. 28:30) serán anuladas para siempre, porque el pecado ya no existirá. Habrá abundancia de bendiciones, casas para habitar y comida para disfrutar.
¿Cómo será la vida en un lugar tan hermoso? Algunos se preguntan si podremos reconocer a nuestros amigos y familiares, después de que nuestros cuerpos reciban la inmortalidad y sean completamente restaurados a la imagen de Dios. Después de la resurrección de Cristo, sus discípulos pudieron reconocerlo. María reconoció su voz (Juan 20:11-16). Tomás reconoció la apariencia física de Jesús (Juan 20:27, 28). Los dos discípulos de Emaús reconocieron sus gestos en la mesa (Luc. 24:30, 31, 35). Por consiguiente, si nuestro cuerpo se asemejará al cuerpo resucitado de Jesús, ciertamente podremos reconocernos mutuamente, y podemos vislumbrar una eternidad de relaciones restauradas. Podemos suponer con certeza que continuaremos relacionándonos con aquellos que conocemos y amamos, y que estén allí con nosotros.
“Allí los redimidos conocerán como son conocidos. Los sentimientos de amor y simpatía que Dios mismo implantó en el alma se ejercitarán de la manera más verdadera y más dulce. El trato puro con seres santos, la vida social armoniosa con los ángeles bienaventurados y con los fieles de todas las edades que lavaron sus vestiduras y las emblanquecieron en la sangre del Cordero, los lazos sagrados que unen a ‘toda la familia en los cielos y en la tierra’ (Efe. 3:15), todo eso constituye la felicidad de los redimidos” (CS 656).
“Por tanto, no desmayamos […]. Porque esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven; pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Cor. 4:16-18). ¿Cómo podemos, en un mundo que es tan temporal, tan fugaz, aprender a aferrarnos a lo invisible y eterno?
ESPÍRITU DE PROFECÍA
En la tierra renovada los redimidos se dedicarán a las ocupaciones que brindaban felicidad a Adán y Eva en el principio. Se vivirá la vida del Edén, en los huertos y el campo. “Edificarán casas, y morarán en ellas; y plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas”…
Allí se desarrollarán todas las facultades y se mejorarán todos los talentos. Se llevarán a cabo las empresas más formidables, se satisfarán las aspiraciones más elevadas, y se lograrán las ambiciones más nobles. Surgirán nuevas alturas que escalar, nuevas maravillas que admirar, nuevas verdades que comprender, nuevos motivos de estudio que exigirán el concurso de las facultades de la mente y el espíritu. Toda la familia de los redimidos no vivirá en un estado de ociosidad y ensueño… Toda la familia de los redimidos se deleitará en servir al que es Dueño suyo por creación y redención (Mi vida hoy, p. 369).
Encabezados por Jesús, todos descendimos desde la ciudad hacia esta tierra, sobre un monte muy grande… Luego miramos hacia arriba y vimos la gran ciudad… [y] todos exclamamos: “Ya desciende la ciudad, la gran ciudad; viene de Dios y del cielo”, y la ciudad descendió y se estableció sobre la llanura en la que nos encontrábamos. Luego comenzamos a contemplar las cosas gloriosas que había dentro de ella. Vi casas muy hermosas que parecían de plata, soportadas por cuatro columnas engarzadas con perlas, algo muy hermoso a la vista, que debían ser habitadas por los santos y que tenían una repisa de oro. Vi a numerosos santos entrar en las casas, quitarse sus brillantes coronas y colocarlas en la repisa, y luego salir al campo que rodeaba las casas para hacer algo con la tierra; pero no era nada semejante a lo que hacemos con la tierra aquí. Una luz gloriosa brillaba alrededor de su cabeza y alababan continuamente a Dios.
Vi además otro campo lleno de flores, y al cortarlas exclamé: «¡No se marchitarán!” Luego vi un campo de pasto alto, cuya contemplación causaba gran alegría; era un verde intenso con reflejos plateados y dorados mientras ondeaba orgullosamente para gloria del rey Jesús. Luego entramos en un campo lleno de toda clase de animales: leones, corderos, leopardos y lobos, todos juntos en perfecta armonía (Testimonios paya la iglesia, tomo 1, p. 69).
Para los trabajados y cargados, para los que lucharon la batalla de la fe será un incomparable descanso; porque poseerán el vigor y la juventud de la inmortalidad, y no tendrán que contender nunca más con el pecado y Satanás (Mi vida hoy, p. 369).
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Viernes 28 de diciembre | Lección 13_____________________________________
PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:
Lee “He aquí yo vengo pronto”, en Consejos para la iglesia, pp. 645-653; “El regreso de Cristo”, en Eventos de los últimos días, pp. 275-282; “Una atmósfera celestial”, en La Segunda Venida y el cielo, pp. 97-106.
“La resurrección y la ascensión de nuestro Señor constituyen una evidencia segura del triunfo de los santos de Dios sobre la muerte y el sepulcro, y una garantía de que el cielo está abierto para quienes lavan las vestiduras de su carácter y las emblanquecen en la sangre del Cordero. Jesús ascendió al Padre como representante de la familia humana, y allí llevará Dios a los que reflejan su imagen para que contemplen su gloria y participen de ella con él.
“Hay mansiones para los peregrinos de la Tierra. Hay vestiduras, coronas de gloria y palmas de victoria para los justos. Todo lo que nos dejó perplejos en las providencias de Dios quedará aclarado en el mundo venidero. Entonces las cosas difíciles de entender hallarán explicación. Los misterios de la gracia nos serán revelados. Donde nuestra mente finita discernía solo confusión y promesas quebrantadas, veremos la más perfecta y hermosa armonía. Sabremos que el Amor infinito ordenó los incidentes que nos parecieron más penosos. A medida que comprendamos el tierno cuidado del Ser que hace que todas las cosas obren conjuntamente para nuestro bien, nos regocijaremos con gozo inefable y rebosante de gloria” (CPI 652).
PREGUNTAS PARA DIALOGAR:
- Aunque otros cristianos (no todos) creen en la Segunda Venida literal de Jesús, ¿qué tiene de especial la esperanza adventista en la segunda venida de Cristo?
- Dos peces estaban nadando cuando uno le dijo al otro: “¿Cómo está el agua?” El otro pez respondió: “¿Qué es el agua?” El hecho es que podemos acostumbrarnos tanto a las cosas que no nos damos cuenta de cuán generalizadas son. Por ejemplo, ¿cómo podemos, como seres nacidos en pecado, llenos de pecado, que vivimos en un mundo pecaminoso, comprender cabalmente cuán maravillosa será nuestra nueva existencia en los cielos nuevos y la Tierra Nueva? ¿Por qué, más allá de las limitaciones, deberíamos tratar de imaginar cómo será?
- No cabe duda de que en la Tierra Nueva viviremos en unidad con todos. ¿Qué podemos hacer ahora mismo que nos ayude a prepararnos para esa experiencia?
Resumen: La Biblia habla con certeza del momento en que esta Tierra será recreada y los estragos del pecado serán borrados para siempre. Por fin la humanidad será restaurada a su propósito original, y todos vivirán en armonía. Nuestra unidad espiritual actual en Cristo, aunque ahora no la alcancemos plenamente, en aquel entonces será una realidad vívida y eterna.
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