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Lección 7 – MOTIVADOS POR LA ESPERANZA – Para el 18 de mayo de 2024


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Lección 7: Para el 18 de mayo de 2024

MOTIVADOS POR LA ESPERANZA

Sábado 11 de mayo______________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: 1 Tesalonicenses 4:13–18; Mateo 24:27, 30, 31; 2 Pedro 1:19–21; Daniel 8:14; 9:20–27; Esdras 7:7–13.

PARA MEMORIZAR:

 “En ese día se dirá: ‘¡Este es nuestro Dios! Lo hemos esperado, y él nos salvará. Este es el Señor a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación’ ” (Isa. 25:9).

La segunda venida de Jesús es uno de los temas centrales de las Escrituras. Es un hilo de oro que recorre las páginas sagradas de la Biblia. Un erudito ha calculado que hay 1.845 referencias a la segunda venida de Cristo en el Antiguo Testamento. En los 260 capítulos del Nuevo Testamento, hay más de 300 referencias al regreso de Cristo. Uno de cada 25 versículos lo menciona.

 Después de que la Reforma naufragara en Europa y se viera obstaculizada por divisiones y luchas, el protestantismo echó raíces en el Nuevo Mundo. En Estados Unidos muchos recogieron el manto de la verdad, incluyendo la verdad sobre la Segunda Venida. Entre ellos se encontraba un agricultor bautista llamado William Miller. Como resultado de su estudio de la Biblia, creyó que Jesús vendría pronto, durante el curso de su vida, y comenzó a predicar ese mensaje. Con ello inició un movimiento que, aunque enfrentó una gran desilusión, abrió ante muchos verdades bíblicas que todavía hoy son relevantes.

En la lección de esta semana examinaremos por qué la segunda venida de Cristo ha llenado de alegría el corazón de los creyentes a lo largo de los siglos y cómo podemos estar preparados para ese gran acontecimiento.

La lección de esta semana se basa en El conflicto de los siglos, capítulos 18 al 21.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Jesús va a venir, pero no será, como en su primer advenimiento, un niño en Belén; no como cabalgó al entrar en Jerusalén, cuando los discípulos alabaron a Dios con fuerte voz y clamaron: «¡Hosanna!»  sino que vendrá en la gloria del Padre y con todo el séquito de santos ángeles para escoltarlo en su traslado a la tierra. Todo el cielo se vaciará de ángeles, mientras los santos lo estén esperando, mirando hacia el cielo, como lo hicieron los galileos cuando ascendió desde el Monte de las Olivas. Entonces únicamente los que sean santos, los que hayan seguido plenamente al manso Dechado, se sentirán arrobados de gozo y exclamarán al contemplarle: »He aquí, este es nuestro Dios; le hemos esperado, y nos salvará»…

Teniendo tal perspectiva delante de nosotros, tan gloriosa esperanza, semejante redención que Cristo compró para nosotros con su propia sangre, ¿callaremos? ¿No alabaremos a Dios con voz fuerte, como lo hicieron los discípulos cuando Jesús cabalgó entrando en Jerusalén? ¿No es nuestra perspectiva mucho más gloriosa que la de ellos entonces? ¿Quién se atreve a prohibirnos que glorifiquemos a Dios, aun con fuerte voz, cuando tenemos tal esperanza, henchida de inmortalidad y de gloria? Hemos gustado las potestades del mundo venidero, y las anhelamos en mayor medida (Primeros escritos, pp. 109, 110).

¡Cristo viene pronto! No viene para escuchar los lamentos de la humanidad y luego de oír al pecador culpable confesar sus pecados, pronunciar sobre él la palabra de perdón; porque el caso de cada uno estará entonces decidido para vida o muerte… Los que hayan confesado sus pecados a Jesús mientras estaba en el santuario e hicieron amistad con él y amaron su regreso, tendrán escrito el perdón de todos sus pecados… Jesús regresa como ascendió al cielo, pero con mayor esplendor. Viene con la gloria de su Padre y con todos los santos ángeles que lo escoltan. En vez de la cruel corona de espinas que hirió sus sienes llevará una corona de resplandeciente gloria sobre su sagrada frente (La fe por la cual vivo, 11 de diciembre, p. 353).

Han pasado más de mil ochocientos años desde que el Salvador dio la promesa de su venida. A través de los siglos sus palabras han llenado de ánimo el corazón de sus fieles. La promesa todavía no se ha cumplido… pero, no por eso es menos segura la palabra que ha sido hablada…

El tiempo de la demora casi ha terminado. Los peregrinos y extranjeros que durante tanto tiempo han buscado un país mejor, ya casi han llegado… «Por lo cual, oh amados, estando en esperanza de estas cosas, procurad con diligencia que seáis hallados de él sin mácula, y sin reprensión, en paz». 2 Pedro 3:14 (Nuestra elevada vocación, 27 de diciembre, p. 369).


Domingo 12 de mayo____________________________________________________

LA PROMESA DE SU REGRESO

Los reformadores protestantes y los peregrinos que partieron de Holanda hacia el nuevo mundo anhelaban la venida de Jesús. Para ellos, la segunda venida de Cristo era un acontecimiento gozoso, que esperaban con gran interés. Juan Wycliffe anhelaba la venida de Cristo como la esperanza de la iglesia. Calvino hablaba en nombre de todos los reformadores al referirse al glorioso regreso de Cristo como “el más auspicioso de todos los acontecimientos”. Para los hombres y las mujeres fieles a Dios, la segunda venida de Cristo era algo que había que celebrar, no algo que se debía temer.

Lee Juan 14:1 al 3; 1 Tesalonicenses 4:13 al 18; y Tito 2:11 al 14. ¿Por qué estos pasajes bíblicos ofrecieron tanta esperanza a los cristianos a lo largo de los siglos?

Juan 14:1-3

1No se turbe vuestro corazón; creéis en Dios, creed también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis.

1 Tesalonicenses 4:13-18

13 Tampoco queremos, hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 14 Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en él. 15 Por lo cual os decimos esto en palabra del Señor: que nosotros que vivimos, que habremos quedado hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. 16 Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero. 17 Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor. 18 Por tanto, alentaos los unos a los otros con estas palabras.

Tito 2:11-14

11 Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, 12 enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, 13 aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, 14 quien se dio a sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo propio, celoso de buenas obras.

Es fácil entender por qué la creencia en la segunda venida de Cristo ha traído tanta esperanza y alegría a los cristianos que creen en la Biblia. Este acontecimiento señala el fin de la enfermedad, el sufrimiento y la muerte. Anuncia el fin de la pobreza, la injusticia y la opresión. Anticipa el fin de las luchas, los conflictos y las guerras. Pronostica un mundo futuro de paz, felicidad y comunión duradera con Cristo y los redimidos de todas las épocas para siempre.

 “La venida del Señor ha sido en todo tiempo la esperanza de sus verdaderos seguidores. La promesa de despedida del Salvador sobre el Monte de los Olivos, de que volvería, iluminó el futuro para sus discípulos y llenó sus corazones con gozo y esperanza que las penas no podían apagar ni las pruebas disminuir. Entre los sufrimientos y las persecuciones, ‘la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo’ era la ‘esperanza bienaventurada’. Cuando los cristianos de Tesalónica, agobiados por el dolor, enterraban a sus amados que habían esperado vivir hasta ser testigos de la venida del Señor, Pablo, su maestro, les recordaba la resurrección, que se verificaría cuando viniese el Salvador. Entonces los muertos en Cristo resucitarían, y juntamente con los vivos serían arrebatados para recibir a Cristo en el aire. Y dijo: ‘Y así estaremos siempre con el Señor. Consolaos pues los unos a los otros con estas palabras’ (1 Tes. 4:16-18)” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 347).

¿Por qué la Segunda Venida es tan importante para nuestra fe? Especialmente al saber que los muertos duermen (ver lección 10), ¿por qué esta enseñanza adquiere tanta importancia? Sin ella, ¿por qué estaríamos, como dijo Pablo, en una situación totalmente desesperada (ver 1 Cor. 15:15-18)?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Una de las verdades más solemnes y más gloriosas que revela la Biblia, es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar «en región y sombra de muerte», le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría con la promesa de la venida de Aquel que es «la resurrección y la vida» para hacer «volver a su propio desterrado». La doctrina del segundo advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido que había de aniquilar el poder destructor de Satanás y volverlos a llevar al paraíso perdido. Hubo santos desde los antiguos tiempos que miraban hacia el tiempo del advenimiento glorioso del Mesías como hacia la consumación de sus esperanzas (El conflicto de los siglos, p. 301).

Esta gran verdad [ha sido el] consuelo de los fieles siervos de Dios a través de los siglos; ¿por qué hubo de convertirse, como su Autor, en «piedra de tropiezo, y piedra de caída», para los que profesaban ser su pueblo? Fue nuestro Señor mismo quien prometió a sus discípulos: «Si yo fuere y os preparare el lugar, vendré otra vez, y os recibiré conmigo». Juan 14:3. El compasivo Salvador fue quien, previendo el abandono y dolor de sus discípulos, encargó a los ángeles que los consolaran con la seguridad de que volvería en persona, como había subido al cielo. Mientras los discípulos estaban mirando con ansia al cielo para percibir la última vislumbre de Aquel a quien amaban, fue atraída su atención por las palabras: «¡Varones galileos, ¿por qué os quedáis mirando así al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá del mismo modo que le habéis visto ir al cielo!» Hechos 1:11. El mensaje de los ángeles reavivó la esperanza de los discípulos. «Volvieron a Jerusalén con gran gozo: y estaban siempre en el templo, alabando y bendiciendo a Dios». Lucas 24:52, 53. No se alegraban de que Jesús se hubiese separado de ellos ni de que hubiesen sido dejados para luchar con las pruebas y tentaciones del mundo, sino porque los ángeles les habían asegurado que él volvería (El conflicto de los siglos, p. 338).

Al bajarse la norma moral de los creyentes corintios, ciertas personas habían abandonado algunos de los rasgos fundamentales de su fe. Algunos habían llegado hasta el punto de negar la doctrina de la resurrección. Pablo afrontó esta herejía con un testimonio muy claro en cuanto a la evidencia inconfundible de la resurrección de Cristo. Declaró que Cristo, después de su muerte, «resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras», después de lo cual «apareció a Cefas, y después a los doce. Después apareció a más de quinientos hermanos juntos; de los cuales muchos viven aún; y otros son muertos. Después apareció a Jacobo; después a todos los apóstoles. Y el postrero de todos… me apareció a mí»

Pablo dirigió los pensamientos de los hermanos corintios a los triunfos de la mañana de la resurrección, cuando todos los santos que duermen se levantarán, para vivir para siempre con el Señor (Los hechos de los apóstoles, pp. 257, 258).


Lunes 13 de mayo______________________________________________________

A LA ESPERA DEL TIEMPO

Aunque los reformadores protestantes creían en el regreso literal, visible, audible y glorioso de Cristo, poco a poco fue cambiando la interpretación de esta verdad bíblica. Los predicadores populares del siglo XIX enseñaban que Cristo vendría para establecer su Reino en la Tierra y dar paso a mil años de paz. Esto condujo a un letargo espiritual y a un compromiso apático con los valores espirituales.

Del mismo modo, los discípulos de Cristo malinterpretaron la naturaleza de la venida del Mesías. Pensaron que vendría como un general victorioso que rompería el yugo de la servidumbre a Roma, no como alguien que los libraría de la condena y las cadenas del pecado. Por lo tanto, no entendieron cómo vendría.

Lee Hechos 1:9 al 11; Apocalipsis 1:7; y Mateo 24:27, 30 y 31. ¿Qué nos enseñan estos versículos acerca de la manera en que regresará nuestro Señor?

Hechos 1:9-11

Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos. 10 Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, 11 los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo.

Apocalipsis 1:7

He aquí que viene con las nubes, y todo ojo le verá, y los que le traspasaron; y todos los linajes de la tierra harán lamentación por él. Sí, amén.

Mateo 24:27, 30-31

27 Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre.

30 Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria. 31 Y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos, de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro.

Cuando Cristo vino la primera vez como un bebé en el pesebre de Belén, muy pocos vislumbraron su venida. Pero, cuando venga por segunda vez, “todo ojo” lo verá venir. Todo oído oirá el toque de trompeta de su regreso. Cada ser humano en la Tierra contemplará su gloria. No debemos dejarnos engañar: las Escrituras han dejado sobradamente claros los acontecimientos que rodean su regreso.

“Una de las verdades más solemnes y gloriosas reveladas en la Biblia es la de la segunda venida de Cristo para completar la gran obra de la Redención. Al pueblo peregrino de Dios, que por tanto tiempo hubo de morar ‘en la región y sombra de muerte’, le es dada una valiosa esperanza inspiradora de alegría con la promesa de la venida del Ser que es la Resurrección y la Vida, para hacer ‘volver a su pueblo desterrado’ a casa. La doctrina del Segundo Advenimiento es verdaderamente la nota tónica de las Sagradas Escrituras. Desde el día en que la primera pareja se alejara apesadumbrada del Edén, los hijos de la fe han esperado la venida del Prometido que había de aniquilar el poder del Destructor y volver a llevarlos al Paraíso perdido” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 344).

Uno de los primeros líderes adventistas, Luther Warren, solía decir a los jóvenes: “La única manera de estar preparados para la venida de Cristo es prepararse y mantenerse preparados”. El mensaje del pronto regreso de Cristo es un llamado urgente a que cada uno de nosotros examine su corazón y evalúe su vida espiritual. Es un llamado a vivir de manera piadosa. No puede haber neutralidad ante la luz resplandeciente de la gloria del regreso de Cristo.

Lee 1 Tesalonicenses 5:2 al 5 y Hebreos 9:28. ¿Cómo nos animan estos versículos en cuanto a cómo vendrá Cristo?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La incredulidad les cierra los ojos [a los creyentes] para que ignoren su verdadera condición. El Testigo Fiel describe así su ceguera: «Y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo». Apocalipsis 3:17.

La fe en la pronta venida de Cristo se está desvaneciendo. «Mi señor tarda en venir» (Mateo 24:48), es no solo lo que se dice en el corazón, sino que se expresa en palabras y muy definidamente en las obras. En este tiempo de vigilia, el estupor anubla los sentidos del pueblo de Dios con respecto a las señales de los tiempos. La terrible iniquidad que tanto abunda requiere la mayor diligencia y el testimonio vivo para impedir que el pecado penetre en la iglesia. La fe ha estado disminuyendo en grado temible, y únicamente el ejercicio puede hacerla aumentar (Testimonios para la iglesia, t. 3, p. 282).

Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del Hombre. Mateo 24:27…

Pronto aparece en el este una pequeña nube negra, de un tamaño como la mitad de la palma de la mano. Es la nube que envuelve al Salvador y que a la distancia parece rodeada de obscuridad. El pueblo de Dios sabe que es la señal del Hijo del hombre. En silencio solemne la contemplan mientras va acercándose a la Tierra, volviéndose más luminosa y más gloriosa hasta convertirse en una gran nube blanca, cuya base es como fuego consumidor, y sobre ella el arco iris del pacto. Jesús marcha al frente como un gran conquistador. Ya no es «varón de dolores», que haya de beber el amargo cáliz de la ignominia y de la maldición; victorioso en el cielo y en la tierra, viene a Juzgar a vivos y muertos. «Fiel y veraz», «en justicia juzga y hace guerra». «Y los ejércitos que están en el cielo le seguían». Apocalipsis 19:11, 14.

Con cantos celestiales, los santos ángeles, en inmensa e innumerable muchedumbre, lo acompañan en el descenso. El firmamento parece lleno de formas radiantes: «millones de millones, y millares de millares». Ninguna pluma humana puede describir la escena ni mente mortal alguna es capaz de concebir su esplendor. «Su gloria cubre los cielos, y la tierra se llena de su alabanza. También su resplandor es como fuego». Habacuc 3:3, 4. A medida que va acercándose la nube viviente, todos los ojos ven al Príncipe de la vida. Ninguna corona de espinas hiere ya sus sagradas sienes, ceñidas ahora por gloriosa diadema. Su rostro brilla más que la luz deslumbradora del sol de mediodía. «Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores». Apocalipsis 19:18 (Maranata: el Señor viene, 7 de octubre, p. 297).

Todo lo que tenemos que hacer se refiere al día de hoy. Hoy hemos de ser fieles a nuestro cometido. Hoy hemos de amar a Dios con todo el corazón y a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Hoy hemos de resistir las tentaciones del enemigo y obtener el triunfo mediante la gracia de Cristo. Así estaremos velando y esperando la venida de Cristo (En los lugares celestiales, 14 de diciembre, p. 357).


Martes 14 de mayo______________________________________________________

WILLIAM MILLER Y LA BIBLIA

Así como Dios utilizó a los reformadores protestantes para redescubrir la verdad sobre la justificación por la fe solo en Cristo, también utilizó a William Miller para redescubrir la verdad sobre la modalidad de la segunda venida de Cristo. Mientras Miller estudiaba las Escrituras, descubrió a un Cristo que lo amaba más de lo que podía imaginar. Con su Biblia, una pluma y un cuaderno, comenzó leyendo el Génesis y solo avanzaba en su lectura en la medida que podía entender el pasaje en cuestión. Al comparar un pasaje con otro, permitió que la Biblia se explicara a sí misma.

Lee Isaías 28:9 y 10; Proverbios 8:8 y 9; Juan 16:13; y 2 Pedro 1:19 al 21. ¿Qué principios de interpretación bíblica descubres en estos pasajes?

Isaías 28:9-10

¿A quién se enseñará ciencia, o a quién se hará entender doctrina? ¿A los destetados?, ¿a los arrancados de los pechos? 10 Porque mandamiento tras mandamiento, mandato sobre mandato, renglón tras renglón, línea sobre línea, un poquito allí, otro poquito allá;

Proverbios 8:8-9

Justas son todas las razones de mi boca; No hay en ellas cosa perversa ni torcida. Todas ellas son rectas al que entiende, Y razonables a los que han hallado sabiduría.

Juan 16:13

13 Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir.

2 Pedro 1:19-21

19 Tenemos también la palabra profética más segura, a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; 20 entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada, 21 porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

A medida que William Miller comparaba versículo con versículo, se le abrían los misterios de la Biblia. Buscaba como quien busca un tesoro escondido, y fue ricamente recompensado. El Espíritu Santo le abrió la Palabra de Dios a fin de que la entendiera. Abordó las profecías con la misma diligencia en el estudio de la Biblia que con los demás pasajes bíblicos que estudiaba.

Lee Daniel 1:17; 2:45; 1 Pedro 1:10 y 11; y Apocalipsis 1:1 al 3. ¿Qué nos enseñan estos pasajes acerca de la interpretación de las profecías bíblicas?

Daniel 1:17

17 A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.

Daniel 2:45

45 de la manera que viste que del monte fue cortada una piedra, no con mano, la cual desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado al rey lo que ha de acontecer en lo por venir; y el sueño es verdadero, y fiel su interpretación.

1 Pedro 1:10-11

10 Los profetas que profetizaron de la gracia destinada a vosotros, inquirieron y diligentemente indagaron acerca de esta salvación, 11 escudriñando qué persona y qué tiempo indicaba el Espíritu de Cristo que estaba en ellos, el cual anunciaba de antemano los sufrimientos de Cristo, y las glorias que vendrían tras ellos.

Apocalipsis 1:1-3

1La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró enviándola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las palabras de esta profecía, y guardan las cosas en ella escritas; porque el tiempo está cerca.

Los símbolos de los libros proféticos no están rodeados de misterio. Un Dios amoroso nos ha dado su Palabra profética con el fin de prepararnos para los acontecimientos culminantes que pronto tendrán lugar en este mundo. William Miller comprendió claramente que la mejor manera de entender las profecías era permitir que estas se interpretaran a sí mismas. La misma Biblia explica claramente los símbolos proféticos. Las bestias representan reyes o reinos (Dan. 7:17, 23). El viento representa destrucción (Jer. 49:36). El agua representa pueblos o naciones (Apoc. 17:15). La mujer representa a la iglesia (Jer. 6:2; Efe. 5:22-32). Las profecías temporales de Daniel y Apocalipsis también se dan en lenguaje simbólico, en el que un día profético representa un año literal (Núm. 14:34; Eze. 4:6). Cuando William Miller aplicó estos principios de interpretación bíblica, quedó sorprendido con su descubrimiento respecto de lo que él creía que era el momento del regreso de Cristo.

¿Por qué es tan importante para nuestra fe entender correctamente el simbolismo profético?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El Señor envió a su ángel para que tocara el corazón de un granjero que no creía en la Biblia, a fin de inducirlo a escudriñar las prof12cías. Los ángeles de Dios repetidas veces visitaron a aquel escogido para guiar su mente y abrir a su comprensión las profecías que siempre habían sido oscuras para el pueblo de Dios. Se le concedió descubrir el comienzo de la cadena de la verdad, y se lo indujo a buscar eslabón tras eslabón, hasta que pudo contemplar maravillado y admirado la Palabra de Dios. Vio la perfecta cadena de la verdad. La Palabra que según él no era inspirada, ahora se abría ante sus ojos con su belleza y su gloria. Descubrió que una porción de las _Escrituras explica la otra, y que cuando un pasaje le resultaba incomprensible, otra porción de la Palabra se lo explicaba. Consideró la Palabra de Dios con gozo, y con el más profundo respeto y reverencia (La historia de la redención, pp. 373, 374).

La Biblia nos muestra a Dios como autor de ella; y sin embargo fue escrita por manos humanas, y la diversidad de estilo de sus diferentes libros muestra la individualidad de cada uno de sus escritores. Las verdades reveladas son todas inspiradas por Dios (2 Timoteo 3: 16); y con todo están expresadas en palabras humanas. Y es que el Ser supremo e infinito iluminó con su Espíritu la inteligencia y el corazón de sus siervos. Les daba sueños y visiones y les mostraba símbolos y figuras; y aquellos a quienes la verdad fuera así revelada, revestían el pensamiento divino con palabras humanas.

Los Diez Mandamientos fueron enunciados por el mismo Dios y escritos con su propia mano. Su redacción es divina y no humana. Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino y lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre. Se puede decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’ Juan 1:14 (Mensajes selectos, t. 1, p. 28).

Deberíamos pedirle al Señor que abra nuestro entendimiento, para que podamos comprender la verdad divina. Si humillamos nuestro corazón ante Dios, vaciándolo de la vanidad, el orgullo y el egoísmo por medio de la gracia que nos es concedida abundantemente; si deseamos sincera y firmemente creer, los resplandecientes rayos del Sol de justicia brillarán en nuestra mente e iluminarán nuestro entendimiento oscurecido. Jesús es la luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo. Él es la luz del mundo, y nos invita a que vayamos a él y aprendamos de él (Ser semejante a Jesús, 9 de abril, p. 106).


Miércoles 15 de mayo____________________________________________________

LOS 2,300 DÍAS DE DANIEL 8:14

William Miller observó que los acontecimientos predichos por los profetas se cumplieron con precisión: los cuatrocientos años de los descendientes de Abraham en Egipto, los cuarenta años de peregrinación de Israel por el desierto, los setenta años del cautiverio de Israel y las setenta semanas determinadas para Israel en Daniel (Gén. 15:13; Núm. 14:34; Jer. 25:11; Dan. 9:24).

Lee Marcos 1:15; Gálatas 4:4; y Romanos 5:6. ¿Qué nos dicen estos versículos sobre el calendario de Dios para el Primer Advenimiento?

Marcos 1:15

15 diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio.

Gálatas 4:4

Pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la ley,

Romanos 5:6

Porque Cristo, cuando aún éramos débiles, a su tiempo murió por los impíos.

A medida que Miller estudiaba las profecías comparando un pasaje con otro, llegó a la conclusión de que, si Dios tenía un calendario divino de principio a fin en la Biblia, también debía tener un calendario divino en cuanto a la segunda venida de nuestro Señor.

Lee Daniel 8:14. ¿Qué acontecimiento debía ocurrir al final de los 2.300 días?

Daniel 8:14

14 Y él dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado.

William Miller aceptó la creencia popular de que la “purificación del Santuario” era la purificación de la Tierra mediante el fuego. Estudió diligentemente las Escrituras para comprender un acontecimiento de tan abrumadora importancia. Descubrió la conexión entre Daniel 8 y 9. En Daniel 8, el ángel recibió instrucciones de “enseña[r] la visión a este hombre” (Dan. 8:16). Al final del capítulo, la única parte de toda la visión de Daniel 8 que quedaba sin explicar (ver Dan. 8:27) era la de los 2.300 días. Más adelante, el ángel regresó y le dijo a Daniel: “Ahora he venido para darte sabiduría y entendimiento” (Dan. 9:22; ver también Dan. 9:23, 25-27). Esto era para ayudarlo a entender los 2.300 días.

Sabemos esto porque, después de pedir a Daniel: “entiende, pues, la palabra, y entiende la visión” (Dan. 9:23), las primeras palabras del ángel fueron: “Setenta semanas están determinadas sobre tu pueblo y tu santa ciudad” (Dan. 9:24). La palabra traducida “determinadas” significa literalmente “cortadas”. Setenta semanas, 490 años, han de ser cortadas. Pero ¿a partir de qué? De la visión de los 2.300 días, obviamente: la única parte de Daniel 8 que Daniel no entendió, y que el ángel vino ahora a explicarle.

Y, puesto que el punto de partida de las 70 semanas era “desde que salga la orden de restaurar y reedificar Jerusalén” (Dan. 9:25), Miller sabía que, si tenía esa fecha, podría conocer el comienzo de las 70 semanas y de la profecía de los 2.300 días.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios había hablado al mundo por medio de la naturaleza, las figuras, los símbolos, los patriarcas y los profetas. Las lecciones debían ser dadas a la humanidad en su propio lenguaje. El Mensajero del pacto debía hablar. Su voz debía oírse en su propio templo. Cristo debía venir para pronunciar palabras que pudiesen comprenderse clara y distintamente. Él, el Autor de la verdad, debía separar la verdad del tamo de las declaraciones humanas que habían anulado su efecto. Los principios del gobierno de Dios y el plan de redención debían ser definidos claramente. Las lecciones del Antiguo Testamento debían ser presentadas plenamente a los hombres…

El cumplimiento del tiempo había llegado (El Deseado de todas las gentes, pp. 25, 26).

«Hasta dos mil y trescientas tardes y mañanas; entonces será purificado el Santuario». Siguiendo la regla que se había impuesto, de dejar que las Sagradas Escrituras se interpretasen a sí mismas, Miller llegó a saber que un día en la profecía simbólica representa un año (Números 14:34; Ezequiel 4:6); vio que el período de los 2,300 días proféticos, o años literales, se extendía mucho más allá del fin de la era judaica, y que por consiguiente no podía referirse al santuario de aquella economía. Miller aceptaba la creencia general de que durante la era cristiana la tierra es el santuario, y dedujo por consiguiente que la purificación del santuario predicha en (Daniel 8:14) representaba la purificación de la tierra con fuego en el segundo advenimiento de Cristo. Llegó pues a la conclusión de que si se podía encontrar el punto de partida de los 2,300 días, sería fácil fijar el tiempo del segundo advenimiento. Así quedaría revelado el tiempo de aquella gran consumación, «el tiempo en que concluiría el presente estado de cosas, con todo su orgullo y poder, su pompa y vanidad, su maldad y opresión, […] el tiempo en que la tierra dejaría de ser maldita, en que la muerte sería destruida y se daría el galardón a los siervos de Dios, a los profetas y santos, y a todos los que temen su nombre, el tiempo en que serían destruidos los que destruyen la tierra» (El conflicto de los siglos, p. 324).

[Ell principio de las setenta semanas queda establecido irrefutablemente en el año 457 a.C. y su fin en el año 34 d.C. Partiendo de esta fecha no es difícil encontrar el término de los 2,300 días. Las setenta semanas —490 días— descontadas de los 2,300 días, quedaban 1,810 días. Concluidos los 490 días, quedaban aún por cumplirse los 1,810 días. Contando desde 34 d.C., los 1,810 años alcanzan al año 1844. Por consiguiente, los 2,300 días de Daniel 8:14 terminaron en 1844. Al fin de este gran período profético, según el testimonio del ángel de Dios, «el santuario» debía ser «purificado». De este modo la fecha de la purificación del santuario —la cual se creía casi universalmente que se verificaría en el segundo advenimiento de Cristo— quedó definitivamente establecida…

[En] 1818, llegó a tener la solemne convicción de que unos veinticinco años después aparecería Cristo para redimir a su pueblo. «No necesito hablar —dice Miller— del gozo que llenó mi corazón ante tan embelesadora perspectiva, ni de los ardientes anhelos de mi alma para participar del júbilo de los redimidos… i0h! ¡cuán brillante y gloriosa aparecía la verdad! (El conflicto de los siglos, pp. 328, 329).


Jueves 16 de mayo______________________________________________

LA CRONOLOGÍA PROFÉTICA MÁS LARGA

Lee Esdras 7:7 al 13. ¿Cuándo se promulgó el decreto que permitía que los cautivos de Israel en Persia salieran en libertad para reconstruir su Templo?

Esdras 7:7-13

Y con él subieron a Jerusalén algunos de los hijos de Israel, y de los sacerdotes, levitas, cantores, porteros y sirvientes del templo, en el séptimo año del rey Artajerjes. Y llegó a Jerusalén en el mes quinto del año séptimo del rey. Porque el día primero del primer mes fue el principio de la partida de Babilonia, y al primero del mes quinto llegó a Jerusalén, estando con él la buena mano de Dios. 10 Porque Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley de Jehová y para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos. 11 Esta es la copia de la carta que dio el rey Artajerjes al sacerdote Esdras, escriba versado en los mandamientos de Jehová y en sus estatutos a Israel: 12 Artajerjes rey de reyes, a Esdras, sacerdote y escriba erudito en la ley del Dios del cielo: Paz. 13 Por mí es dada orden que todo aquel en mi reino, del pueblo de Israel y de sus sacerdotes y levitas, que quiera ir contigo a Jerusalén, vaya.

El decreto fue emitido por Artajerjes, rey de Persia, en 457 a.C. Este decreto fue el último de tres decretos para permitir que los judíos regresaran a reconstruir Jerusalén y restaurar los servicios de adoración en el Templo. Este tercer decreto fue el más completo, y marcó el comienzo de la profecía de los 2.300 días/años.

Lee Daniel 9:25 y 26. ¿Cuándo comenzaría todo este período profético? ¿Qué acontecimientos importantes predicen estos versículos?

Daniel 9:25-26

25 Sabe, pues, y entiende, que desde la salida de la orden para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas; se volverá a edificar la plaza y el muro en tiempos angustiosos. 26 Y después de las sesenta y dos semanas se quitará la vida al Mesías, mas no por sí; y el pueblo de un príncipe que ha de venir destruirá la ciudad y el santuario; y su fin será con inundación, y hasta el fin de la guerra durarán las devastaciones.

En esta profecía extraordinaria, Daniel predijo que desde “que salga la orden de restaurar y reedificar Jerusalén” hasta el Mesías transcurrirían 69 semanas proféticas, o 483 días proféticos, o años literales. Puesto que el decreto se expidió en el otoño de 457 a.C., 483 años se extienden hasta el otoño de 27 d.C. La palabra “Mesías” significa “el Ungido”. En el otoño de 27 d.C., Cristo se bautizó y recibió la unción del Espíritu (Hech. 10:38). Después de su bautismo, Jesús fue a Galilea, “predicando el evangelio del Reino de Dios. Decía: ‘El tiempo se ha cumplido’ ” (Mar. 1:14, 15).

En la primavera de 31 d.C., a mediados de esa última semana profética, tres años y medio después de su bautismo, Jesús fue crucificado. El sistema de ofrendas que señalaba hacia el Cordero de Dios terminó con el sacrificio de Cristo en el Calvario. El tipo se había encontrado con el antitipo, y finalmente todos los sacrificios y las ofrendas del sistema ceremonial cesaron.

Lee Daniel 9:27. ¿Cómo terminaría la profecía de las setenta semanas?

Daniel 9:27

27 Y por otra semana confirmará el pacto con muchos; a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda. Después con la muchedumbre de las abominaciones vendrá el desolador, hasta que venga la consumación, y lo que está determinado se derrame sobre el desolador.

Las setenta semanas (o 490 años) especialmente asignadas a los judíos terminaron en 34 d.C., con el rechazo del mensaje evangélico por parte del Sanedrín (Hech. 6:8-7:60).

Si restamos 490 años de la profecía de 2.300 años, quedan 1.810 años para la conclusión de la profecía. Esto nos lleva a 1844 d.C. William Miller y los primeros adventistas creían que el Santuario de Daniel 8:14 era la Tierra, y supusieron que Cristo vendría a purificar la Tierra con fuego en 1844. (Ver el gráfico del Viernes).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Ese decreto se encuentra en el capítulo séptimo de Esdras. Vers. 12-26. Fue expedido en su forma más completa por Artajerjes, rey de Persia, en el año 457 a.C. Pero en (Esdras 6:14) se dice que la casa del Señor fue edificada en Jerusalén «por mandamiento de Ciro, y de Darío y de Artajerjes rey de Persia». Estos tres reyes, al expedir el decreto y al confirmarlo y completarlo, lo pusieron en la condición requerida por la profecía para que marcase el principio de los 2,300 años. Tomando el año 457 a.C. en que el decreto fue completado, como fecha de la orden, se comprobó que cada especificación de la profecía referente a las setenta semanas se había cumplido.

«Desde la salida de la palabra para restaurar y edificar a Jerusalén hasta el Mesías Príncipe, habrá siete semanas, y sesenta y dos semanas», es decir sesenta y nueve semanas, o sea 483 años. El decreto de Artajerjes fue puesto en vigencia en el otoño del año 457 a.C. Partiendo de esta fecha, los 483 años alcanzan al otoño del año 27 d.C… Entonces fue cuando esta profecía se cumplió. La palabra «Mesías» significa «el Ungido». En el otoño del año 27 d.C., Cristo fue bautizado por Juan y recibió la unción del Espíritu Santo… Después de su bautismo, Jesús volvió a Galilea, «predicando el evangelio de Dios, y diciendo: Se ha cumplido el tiempo». Marcos 1:14, 15 (El conflicto de los siglos, pp. 326-328).

Aquella semana, o siete años, terminó en el año 34 de nuestra era. Entonces, al apedrear a Esteban, los judíos sellaron finalmente su rechazamiento del evangelio; los discípulos, dispersados por la persecución, «iban por todas partes anunciando la palabra» (Hechos 8:4); y poco después se convirtió Saulo el perseguidor, para llegar a ser Pablo, el apóstol de los gentiles.

Las muchas profecías concernientes al advenimiento del Salvador inducían a los hebreos a vivir en una actitud de constante expectación. Muchos murieron en la fe, sin haber recibido las promesas; pero, habiéndolas visto desde lejos, creyeron y confesaron que eran extranjeros y advenedizos en la tierra. Desde los días de Enoc, las promesas repetidas por intermedio de los patriarcas y los profetas habían mantenido viva la esperanza de su aparición (Profetas y reyes, pp. 515, 516).

Todo el cielo se interesa por nuestra salvación. ¿Nos interesaremos nosotros por nuestra salvación? Desechemos toda duda, todo lo que envuelve nuestras almas en tinieblas. Sabemos que el mundo está lleno de iniquidad, pero ¿pensaremos y hablaremos solo de eso? ¿Buscaremos aquí y allá defectos y males? ¿Observaremos con crítica el carácter de nuestros hermanos? ¡Oh, pensemos mejor en la bondad de Dios! Hablemos de su poder, cantemos de su amor. Entreguemos nuestras almas a Dios como a un Creador fiel, y dejemos de preocuparnos e inquietarnos. Dios nos ayudará a vivir por encima de las cosas de esta vida, y nos dará en abundancia cosas buenas en que pensar y de que hablar. Entremos a la presencia de Cristo. El está purificando el Santuario celestial. Entremos por la fe. Se ha hecho provisión para nuestra purificación. Se ha abierto un raudal para limpiar el pecado y la inmundicia. Pedid con fe la gracia de Dios, y no pediréis en vano (The Review and Herald, 28 de mayo, 1889, párrafo Il).


Viernes 17 de mayo_____________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Observa en el siguiente cuadro las profecías de las 70 semanas y los 2.300 días. Las profecías comienzan en 457 a.C. y predicen los acontecimientos que rodean al “Mesías Príncipe”, sobre quien se fundamenta la profecía de las 70 semanas. Con esa base sólida, la profecía de los 2.300 días termina en el año 1844.

“Como los primeros discípulos, Guillermo Miller y sus colaboradores no comprendieron ellos mismos enteramente la importancia del mensaje que presentaban. Los errores que desde hacía largo tiempo se habían establecido en la iglesia les impidieron arribar a una correcta interpretación de un punto importante de la profecía. Por tanto, si bien proclamaron el mensaje que Dios les había confiado para que lo diesen al mundo, sufrieron un desengaño debido a una interpretación equivocada de su significado” (Elena de White, El conflicto de los siglos, p. 400).

“Sin embargo, Dios cumplió su propósito benéfico al permitir que la advertencia del Juicio fuese proclamada precisamente como lo fue. El gran día era inminente, y en la providencia de Dios el pueblo fue probado tocante a un tiempo definido, con el fin de revelarles lo que había en sus corazones. El mensaje tenía por objetivo probar y purificar a la iglesia. Los hombres debían ser inducidos a ver si sus afectos estaban puestos en las cosas de este mundo o en Cristo y el Cielo. Ellos profesaban amar al Salvador; ahora debían probar su amor. ¿Estarían dispuestos a renunciar a sus esperanzas y ambiciones mundanales, y dar la bienvenida con gozo al advenimiento de su Señor? El mensaje tenía por objetivo capacitarlos para discernir su verdadero estado espiritual; fue enviado misericordiosamente para despertarlos con el fin de que buscasen al Señor con arrepentimiento y humillación” (ibíd., pp. 401, 402).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué lecciones podemos aprender de la experiencia de William Miller? Dios ¿rechaza a veces nuestra interpretación incorrecta?
  2. ¿Por qué es tan importante entender Daniel 9:24 al 27 para establecer la integridad de la Biblia y la divinidad de Cristo?
  3. ¿Qué papel desempeña la interpretación de las profecías en el plan de salvación? ¿Por qué son tan importantes las profecías en el plan de Dios?