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Lección 14 – EFESIOS EN EL CORAZÓN – Para el 30 de septiembre de 2023


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LECCIONES FUTURAS DE ESCUELA SABÁTICA

Año

1er Trimestre

2o Trimestre

3er Trimestre

4o Trimestre

2023

Mayordomía El Mensaje de los Tres Ángeles Efesios Norma Cultural y Mente Misionera de Personajes Bíblicos*

2024

Salmos El Gran Conflicto Marcos Juan

2025

Amor y Justicia en la Biblia Como Estudiar la Profecía y la Inspiración Éxodo Como Permanecer en Relación con Dios

2026

Colosenses – Filipenses Religión en el Mercado** Josué El Espíritu de Profecía

2027

1 & 2 de Corintios Mayordomía Eclesiología Ezequiel

2028

* Bible Characters as Counter Cultural and Mission Minded

** Religion in the Market Place



Lección 14: Para el 30 de septiembre de 2023

EFESIOS EN EL CORAZÓN

Sábado 23 de septiembre__________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Efesios 1; 6.

PARA MEMORIZAR:

 “Porque por gracia han sido salvados por la fe. Y esto no proviene de ustedes, sino que es el don de Dios. No por obras, para que nadie se gloríe; porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, que Dios de antemano preparó para que anduviésemos en ellas” (Efe. 2:8-10).

Los visitantes de Londres suben a bordo del London Eye, una atracción similar a una noria. Desde una altura de 137 metros sobre el río Támesis se puede ver todo: el Big Ben, las Cámaras del Parlamento y los diversos palacios y catedrales históricos. Según el especialista en Nuevo Testamento Nicholas Thomas “Tom” Wright, “la carta a los Efesios, en relación con el resto de las cartas de Pablo, está más bien como el London Eye. No es el más largo ni el más completo de sus escritos, pero ofrece una vista impresionante de todo el paisaje. Desde aquí, a medida que gira la rueda, se obtiene una vista panorámica de un tema tras otro” (Paul for Everyone: The Prison Letters (Londres: SPCK [Society for Promoting Christian Knowledge Publishing], 2004], p. 3).

 En Efesios, Pablo no se aboca a los temas de interés local. La carta se lee como si Pablo se dirigiera a los creyentes de todas partes y a las iglesias cristianas dondequiera que estén. La sensación atemporal de la carta permite que la “vista impresionante” que ofrece Pablo invada nuestro propio mundo y pensamiento. Al repasar cada capítulo, tengamos en mente esta pregunta: ¿Qué verdades importantes contenidas en Efesios deberían seguir moldeando nuestra vida como creyentes?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En cada alma luchan activamente dos poderes en procura de la victoria. La incredulidad ordena sus fuerzas, guiada por Satanás, para separarnos de la Fuente de nuestra fortaleza. La fe ordena las suyas, dirigidas por Cristo, el Autor y Consumador de nuestra fe. El conflicto continúa hora a hora ante la vista del universo celestial. Esta es una batalla cuerpo a cuerpo, y el gran interrogante es: ¿Quién obtendrá el dominio? Cada uno debe decidir por sí mismo este asunto. Todos deben tomar parte en esta lucha, peleando en un bando o en el otro. En este conflicto no hay tregua… Se nos urge a prepararnos para esta acción. «Confortaos en el Señor, y en la potencia de su fortaleza. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo»…

Aquel a quien se le dio toda potestad en el Cielo y en la tierra vendrá a socorrer a aquellos que confían en él (Sons and Daughters of God, p. 328; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 330).

En el tiempo de Cristo, el mayor engaño de la mente humana consistía en creer que un mero asentimiento a la verdad constituía la justicia. En toda experiencia humana, un conocimiento teórico de la verdad ha demostrado ser insuficiente para salvar el alma. No produce frutos de justicia. Una estimación celosa por lo que se llama verdad teológica acompaña a menudo al odio de la verdad genuina manifestada en la vida. Los capítulos más sombríos de la historia están cargados con el recuerdo de crímenes cometidos por fanáticos religiosos…

Aún subsiste el mismo peligro. Muchos dan por sentado que son cristianos simplemente porque aceptan ciertos dogmas teológicos. Pero no han hecho penetrar la verdad en la vida práctica. No la han creído ni amado; por lo tanto no han recibido el poder y la gracia que provienen de la santificación de la verdad. Los hombres pueden profesar creer en la verdad; pero esto no los hace sinceros, bondadosos, pacientes y tolerantes, ni les da aspiraciones celestiales; es una maldición para sus poseedores, y por la influencia de ellos es una maldición para el mundo (El Deseado de todas las gentes, pp. 275, 276).

Ascienda a Dios la oración: «Crea en mí un corazón limpio», pues un alma pura y limpia tiene a Cristo que mora en ella, y de la abundancia del corazón fluye la vida. La voluntad humana debe rendirse a Cristo. En vez de 136 pasar de largo, cerrando egoístamente el corazón a las dulces influencias del Espíritu de Dios. La religión práctica por doquiera exhala su fragancia. Es un sabor de vida para vida (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 3, pp. 1175, 1 176).


Domingo 24 de septiembre________________________________________________

SOMOS BENDITOS EN CRISTO

 Alguien ha descrito a Efesios como los Alpes del Nuevo Testamento. Pablo, nuestro guía de montaña, nos lleva a un rápido ascenso en Efesios 1. Rápidamente nos quedamos sin aliento y asombrados por la vista desde la cumbre.

Reflexiona sobre Efesios 1. ¿Qué te inspira especialmente? ¿Qué picos elevados ves?

Efesios 1

1 Pablo, apóstol de Jesucristo por la voluntad de Dios, a los santos y fieles en Cristo Jesús que están en Éfeso: Gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10 de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra. 11 En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad, 12 a fin de que seamos para alabanza de su gloria, nosotros los que primeramente esperábamos en Cristo. 13 En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, 14 que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria. 15 Por esta causa también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y de vuestro amor para con todos los santos, 16 no ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones, 17 para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él, 18 alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, 20 la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales, 21 sobre todo principado y autoridad y poder y señorío, y sobre todo nombre que se nombra, no solo en este siglo, sino también en el venidero; 22 y sometió todas las cosas bajo sus pies, y lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, 23 la cual es su cuerpo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo.

Efesios 1:3 al 14 funciona como un mapa en la cima de una montaña que identifica los picos en el horizonte, mientras Pablo nos orienta hacia nuestro lugar bendito en el vasto paisaje del plan de salvación. El escenario cubre el lapso completo de la historia de la salvación, desde la eternidad pasada, pasando por las acciones llenas de gracia de Dios en Cristo, hasta la eternidad futura. La redención de los creyentes refleja iniciativas divinas que se adoptaron “antes de la creación del mundo” (Efe. 1:4), y que ahora se están cumpliendo en nuestra vida (ver Efe. 1:7, 8, 13, 14). Estas estrategias previas a la Creación se cumplirán plenamente en el tiempo del fin (Efe. 1:9, 10). Entonces, “todo lo que está en el Cielo y lo que está en la tierra” se reunirá o se unirá en Cristo, y el plan de Dios para “cuando se cumpliera el tiempo” (NVI) se cumplirá (Efe. 1:10). Entonces, experimentaremos plenamente el misterioso plan de Dios (Efe. 1:9). En el presente, podemos estar seguros de que la salvación cristocéntrica en la que nos encontramos actualmente es una parte importante del amplio plan de Dios para la redención de “todas las cosas” (NVI).

Estar en la cima de una montaña inspira gratitud. En Efesios 1:15 al 19, Pablo da gracias a Dios mientras ora para que los creyentes puedan conocer la salvación que Dios ha preparado para ellos. Encontramos otra subida empinada cuando Pablo nos señala hacia el Cristo resucitado, ascendido y exaltado, que gobierna sobre todo poder imaginable para siempre (Efe. 1:20–23).

¡Por la gracia de Dios expresada en Cristo Jesús, podemos vivir este día en la cima de la montaña!

Efesios 1:4 nos dice que Cristo “nos eligió en él desde antes de la creación del mundo, para que fuésemos santos y sin culpa ante él en amor”. Piensa en lo que eso significa. ¡Escogidos en él antes de que el mundo existiera! ¿Qué gran esperanza debería darte esto en cuanto al deseo de Dios de que seas salvo?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Se le revelaron al apóstol los peligros que iban a asaltar a la iglesia de Efeso. «Porque yo sé —dijo— que después de mi partida entrarán en medio de vosotros lobos rapaces, que no perdonarán al ganado; y de vosotros mismos se levantarán hombres que hablen cosas perversas, para llevar discípulos tras sí». Pablo temblaba por la iglesia cuando, al pensar en el futuro, veía los ataques que iba a sufrir de enemigos exteriores e interiores. Aconsejó solemnemente a sus hermanos que guardasen vigilantemente su sagrado cometido…

  «Y ahora, hermanos —continuó—, os encomiendo a Dios, y a la palabra de su gracia: el cual es poderoso para sobreedificar, y daros heredad con todos los santificados…

«Y como hubo dicho estas cosas, se puso de rodillas, y oró con todos ellos. Entonces hubo un gran lloro de todos: y echándose en el cuello de Pablo, le besaban, doliéndose en gran manera por la palabra que dijo, que no habían de ver más su rostro. Y le acompañaron al navío» (Los hechos de los apóstoles, pp. 316, 317).

Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él en amor; habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos por Jesucristo a sí mismo, según el puro afecto de su voluntad. Efesios 1:4, 5.

En el concilio del cielo se hizo provisión para que los hombres, aunque fueran transgresores, no perecieran en su desobediencia, sino que, mediante la fe en Cristo como su sustituto y garantía, pudieran llegar a ser los elegidos de Dios… Dios quiere que todos los hombres se salven, porque se ha hecho una amplia provisión para pagar el rescate del hombre, mediante su Hijo unigénito. Aquellos que perezcan, perecerán porque rehusarán ser adoptados como hijos de Dios a través de Jesucristo. El orgullo del hombre le impide que acepte la provisión para la salvación. Pero el mérito humano no bastará para admitir un hombre a la presencia de Dios. Lo que hace aceptable a un hombre delante de Dios, es la gracia impartida de Cristo, a través de la fe en su nombre. No se puede colocar ninguna confianza en las obras, ni en los felices vuelos de los sentimientos, como evidencia de que los hombres han sido elegidos por Dios, porque los elegidos lo son a través de Cristo (Nuestra elevada vocación, p. 80).

Nuestra santificación es el objetivo de Dios en todo su trato con nosotros. El nos ha escogido desde la eternidad para que fuéramos santos. Cristo se dio a sí mismo por nuestra redención, para que por nuestra fe en su poder para salvar del pecado pudiéramos ser completos en él. Al darnos su Palabra, él nos ha dado alimento del Cielo…

Desead la plenitud de la gracia de Cristo. Sí, anhelad la justicia. Sentid hambre y sed de justicia». La promesa es: seréis saciados. Estén colmados vuestros corazones de un intenso anhelo de su justicia, cuya obra Dios declara que es paz, y su efecto reposo y seguridad para siempre (Mensajes selectos, t. 3, pp. 230, 231).


Lunes 25 de septiembre___________________________________________________

NUESTRA REDENCIÓN TIENE IMPACTO COMUNITARIO

Mientras lees Efesios 2, trata de responder esta pregunta: ¿Qué ha hecho Dios por nosotros mediante su Hijo Jesucristo?

Efesios 2

1 Y él os dio vida a vosotros, cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos), y juntamente con él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús, para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. 10 Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. 11 Por tanto, acordaos de que en otro tiempo vosotros, los gentiles en cuanto a la carne, erais llamados incircuncisión por la llamada circuncisión hecha con mano en la carne. 12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. 13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo. 14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación, 15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz, 16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades. 17 Y vino y anunció las buenas nuevas de paz a vosotros que estabais lejos, y a los que estaban cerca; 18 porque por medio de él los unos y los otros tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre. 19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, 20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo, 21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor; 22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.

“Pero Dios […]”. Esas dos palabras deben ser las más esperanzadoras para la humanidad. En Efesios 2:1 al 10, Pablo describe el pasado sombrío de su audiencia. Estos creyentes, que compartían la difícil situación de toda la humanidad, se inclinaron hacia la rebelión en contra de Dios, por lo que el pecado y Satanás dominaban sus vidas (Efe. 2:1-3). “Pero Dios, que es rico en misericordia […]”. ¿Y qué hizo Dios por ellos y por nosotros? 1. Él nos dio vida con Cristo: la resurrección de Cristo es la nuestra. 2. Nos elevó con Cristo: la ascensión de Cristo es la nuestra. 3. En el Cielo, nos hizo sentar con Cristo: la coronación de Cristo es la nuestra (Efe. 2:4-7). ¡No somos meros espectadores de los acontecimientos de la vida de Cristo que transforman el cosmos! Dios lleva a cabo estas notables acciones no por ningún mérito en nosotros, sino por su gracia (Efe. 2:8, 9), y pretende que los creyentes vivan en solidaridad con Jesús y practiquen las “buenas obras” (Efe. 2:10).

Si Efesios 2:1 al 10 enseña que vivimos en solidaridad con Jesús, Efesios 2:11 al 22 enseña que vivimos en solidaridad con los demás como parte de su iglesia. La muerte de Jesús tiene beneficios verticales, que restablecen la relación del creyente con Dios (Efe. 2:1–10), y horizontales, que cimentan nuestra relación con los demás (Efe. 2:11–22). Mediante la Cruz, Jesús derriba todo lo que divide a los creyentes gentiles de los judíos, incluyendo el uso indebido de la ley, lo que profundiza el abismo (Efe. 2:11–18). Jesús también construye algo: un asombroso “templo” nuevo compuesto por creyentes. Los gentiles, que en otro tiempo estuvieron excluidos del culto en los lugares santos del Templo, ahora se unen a los creyentes judíos para llegar a ser uno. Nosotros también llegamos a ser parte de la iglesia de Dios, un “templo santo en el Señor” (Efe. 2:19–22).

Por la gracia de Dios, tienes el privilegio de vivir este día en solidaridad con Jesús y con tus hermanos en la fe.

Efesios 2:8 al 10 ha desempeñado un papel en la conversión de muchos. Martín Lutero halló en estos versículos la gracia que conquistó su corazón, y descubrió también algunas declaraciones esenciales de la Reforma: la salvación se obtiene solo por la fe, solo por la gracia, solo por Cristo, y solo para la gloria de Dios. En 1738, 18 días después de experimentar la conversión en la calle Aldersgate de Londres, John Wesley predicó en la Universidad de Oxford, donde presentó “un grito del corazón” y “el manifiesto de un nuevo movimiento”. ¿Su texto? Efesios 2:8. (Ver A. Skevington Wood, “Strangely Warmed: The Wesleys and the Evangelical Awakening”, Christian History [revista], t. 5, Nº 1 [1984].)

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Nuestro Señor dice: Bajo la convicción del pecado, recordad que yo morí por vosotros… Cuando vuestro corazón se atemoriza ante la penosa prueba, recordad que vuestro Redentor vive para interceder por vosotros…

Estas son las cosas que nunca hemos de olvidar. El amor de Jesús, con su poder constrictivo, ha de mantenerse fresco en nuestra memoria… No puede haber unión entre nuestras almas y Dios excepto por Cristo. La unión y el amor entre hermanos deben ser cimentados y hechos eternos por el amor de Jesús. Y nada menos que la muerte de Cristo podía hacer eficaz para nosotros este amor. Es únicamente por causa de su muerte por lo que nosotros podemos considerar con gozo su segunda venida. Su sacrificio es el centro de nuestra esperanza. En él debemos fijar nuestra fe (El Deseado de todas las gentes, pp. 614, 615).

La unidad con Cristo establece un vínculo de unión de los unos con los otros. Esta unidad es para el mundo la prueba más convincente de la majestad y la virtud de Cristo, y de su poder para quitar el pecado.

Los poderes de las tinieblas tienen poca ocasión contra los creyentes que se aman mutuamente como Cristo los amó, que rehúsan crear desunión y contienda, que permanecen juntos, que son bondadosos, corteses y compasivos, fomentando la fe que obra por amor y purifica el alma. Debemos poseer el Espíritu de Cristo, o no somos suyos…

Mientras más íntima sea nuestra unión con Cristo, más íntima será nuestra unión con el prójimo (Sons and Daughters of God, p. 286; parcialmente en Hijos e hijas de Dios, p. 288).

La gracia de Cristo ha de justificar gratuitamente al pecador sin mérito ni pretensión de parte de él. La justificación es el perdón total y completo del pecado. En el momento en que el pecador acepta a Cristo por la fe, es perdonado. La justicia de Cristo le es imputada, y ya no ha de dudar de la gracia perdonadora de Dios…

El pecador no puede depender de sus propias buenas obras como medio de justificación. Debe llegar a la situación de renunciar a todos sus pecados y abrazar una luz tras otra, a medida que brillen sobre su sendero. Simplemente acepta por fe la gratuita y amplia provisión hecha por la sangre de Cristo. Cree las promesas de Dios, que por medio de Cristo son hechas para él santificación y justificación y redención.

Y si sigue a Jesús, caminará humildemente en la luz, gozándose en ella, y difundiéndola a otros. Estando justificado por fe, lleva consigo la alegría al obedecer en toda su vida. La paz con Dios es el resultado de lo que Cristo es para él (Reflejemos a Jesús, p. 70).


Martes 26 de septiembre__________________________________________________

SOMOS LA IGLESIA DEL DIOS VIVO

¿Por qué es importante y emocionante integrar la iglesia de Dios? Efesios 3.

Efesios 3

1 Por esta causa yo Pablo, prisionero de Cristo Jesús por vosotros los gentiles; si es que habéis oído de la administración de la gracia de Dios que me fue dada para con vosotros; que por revelación me fue declarado el misterio, como antes lo he escrito brevemente, leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi conocimiento en el misterio de Cristo, misterio que en otras generaciones no se dio a conocer a los hijos de los hombres, como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas por el Espíritu: que los gentiles son coherederos y miembros del mismo cuerpo, y copartícipes de la promesa en Cristo Jesús por medio del evangelio, del cual yo fui hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado según la operación de su poder. A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas; 10 para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, 11 conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, 12 en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él; 13 por lo cual pido que no desmayéis a causa de mis tribulaciones por vosotros, las cuales son vuestra gloria. 14 Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, 15 de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, 16 para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; 17 para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, 18 seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, 19 y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. 20 Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, 21 a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén.

Cobramos ánimo cuando escuchamos que los miembros de la iglesia dicen cosas positivas acerca de la iglesia. Sin embargo, los más entusiastas entre nosotros se quedan cortos ante el exuberante testimonio de Pablo en Efesios 3 acerca de la iglesia. Pablo comienza un informe de sus oraciones por los creyentes en Éfeso (Efe. 3:1; comparar con Efe. 1:15–23), pero hace una pausa para hablar de la creación de la iglesia por parte de Dios (Efe. 3:2–13), y luego termina su reseña de oración (Efe. 3:14–21). De camino llegamos a entender cosas importantes sobre el “plan” o el “misterio” de Dios:

  • En la eternidad, Dios concibe “el misterio” o “el plan” acerca de la iglesia (Efe. 3:3–5, 9, 11).
  • Mediante la vida y la muerte de Jesús, ese plan oculto durante mucho tiempo se “cumple” (Efe. 3:11, NVI; comparar con Efe. 2:11–22).
  • Por revelación, Pablo conoce “el misterio” de la iglesia y el asombroso hecho de que los gentiles deben ser socios de pleno derecho en ella (Efe. 3:3–6).
  • Pablo participa de la difusión de esta buena nueva como predicador a los gentiles de “la insondable riqueza de Cristo” (Efe 3:8, 9).
  • Con muchas almas ganadas para Cristo, la iglesia, compuesta de judíos y gentiles, les muestra “la multiforme sabiduría de Dios” a “los principados y potestades de los Cielos” (Efe. 3:10), y les anuncia su juicio venidero (comparar con Efe. 6:10-20). El plan para unir todas las cosas en Cristo (Efe. 1:10) está en marcha, y su tiempo es corto.

Esta percepción de la iglesia motiva a Pablo a orar por los creyentes. ¿Por qué no imaginarlo elevando la sincera oración de Efesios 3:14 al 21 por ti? ¿Por qué no imaginarlo orando para que tú seas lleno “de toda la plenitud de Dios” (Efe. 3:19) y para que participes plenamente del asombroso misterio en expansión de una iglesia unida?

¿Cuáles son los tipos de barreras entre los creyentes de nuestra iglesia que, a la luz de lo que Pablo ha escrito, no deberían existir? ¿Qué puedes hacer para ayudar a eliminarlos?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Dios me ha ordenado decir a su pueblo, tanto a ministros como a laicos: «Colóquense sobre un terreno más elevado. Avancen y asciendan continuamente por el sendero que Jesús transitó. No confíen en sus propias opiniones. Su única seguridad se encuentra en la santificación mediante la verdad». El Señor Dios de Israel espera que su pueblo sea firme en la fuerza del Señor y en su poder, recibiendo para impartir. Dios levanta y sostiene a los que le sirven con toda su mente y corazón y fuerza…

Al hablar del «misterio escondido desde los siglos en Dios», Pablo dice: «A mí, que soy menos que el más pequeño de todos los santos, me fue dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el evangelio de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio… La iglesia de esta tierra no solo ha de revelar la gloria de Dios a los habitantes de este mundo, sino a los principados y potestades en los lugares celestiales.

Dios escogió para sí un pueblo entre los gentiles, y les dio el nombre de cristianos. Este es un nombre real, y se les concede a los que se unen a Cristo (Exaltad a Jesús, p. 285).

El plan que Dios se propone llevar a cabo hoy mediante su pueblo, es el mismo que deseaba llevar a cabo mediante Israel cuando lo sacó de Egipto. Contemplando la bondad, la misericordia, la justicia y el amor de Dios revelados en la iglesia, el mundo ha de obtener una representación de su carácter. Y cuando la ley de Dios quede así manifestada en su vida, el mundo reconocerá la superioridad de los que aman, temen y sirven a Dios por encima de todos los demás habitantes de la tierra.

Los ojos del Señor observan a cada uno de sus hijos; él tiene planes para cada uno de ellos. Él se propone que quienes practiquen sus santos preceptos constituyan un pueblo distinguido. Al pueblo de Dios de este tiempo, tanto como al antiguo Israel, se le aplican las palabras que Moisés escribió por inspiración del Espíritu: «Porque tú eres pueblo santo para Jehová tu Dios; Jehová tu Dios te ha escogido para serle un pueblo especial, más que todos los pueblos que están sobre la tierra». Deuteronomio 7:6…

Ni siquiera estas palabras alcanzan a expresar la grandeza y la gloria de lo que Dios realizará mediante su pueblo. Es necesario que no tan solo a este mundo, sino que al universo entero le sean revelados los principios del reino divino (Testimonios para la iglesia, t. 6, p. 21).


Miércoles 27 de septiembre________________________________________________

LA UNIDAD DE LA FE

En Efesios 4, Pablo pide a los creyentes que dejen de hacer algunas cosas y que se aseguren de hacer otras. ¿Cuáles son?

Efesios 4

1 Yo pues, preso en el Señor, os ruego que andéis como es digno de la vocación con que fuisteis llamados, con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor, solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz; un cuerpo, y un Espíritu, como fuisteis también llamados en una misma esperanza de vuestra vocación; un Señor, una fe, un bautismo, un Dios y Padre de todos, el cual es sobre todos, y por todos, y en todos. Pero a cada uno de nosotros fue dada la gracia conforme a la medida del don de Cristo. Por lo cual dice: Subiendo a lo alto, llevó cautiva la cautividad, Y dio dones a los hombres. Y eso de que subió, ¿qué es, sino que también había descendido primero a las partes más bajas de la tierra? 10 El que descendió, es el mismo que también subió por encima de todos los cielos para llenarlo todo. 11 Y él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, 12 a fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, 13 hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo; 14 para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir edificándose en amor. 17 Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, 18 teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; 19 los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. 20 Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, 21 si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. 22 En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, 23 y renovaos en el espíritu de vuestra mente, 24 y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. 25 Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. 26 Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, 27 ni deis lugar al diablo. 28 El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. 29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. 30 Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. 31 Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo.

Efesios 4 empieza y termina con llamados a cuidar unos de otros como miembros de la iglesia (Efe. 4:1–3, 32). Entre estas invitaciones, Pablo brinda un fuerte apoyo a la idea de que debemos fomentar la unidad en la iglesia. Comienza enumerando siete “unos”: hay un cuerpo, un Espíritu, una esperanza, un Señor (Jesucristo), una fe, un bautismo, un Dios y Padre (Efe. 4:4–6). Estamos vinculados por estas realidades espirituales. Es más, estamos unidos.

Si bien la unidad es una certeza teológica, requiere esfuerzo de nuestra parte. Así, siempre debemos ser “solícitos en guardar la unidad del Espíritu” (Efe. 4:3). Una forma en que cada uno de nosotros puede lograrlo es siendo una “parte” activa del cuerpo de Cristo (Efe. 4:7–16). Cada miembro es una parte del cuerpo y debe contribuir a su robustez con sus dones (Efe. 4:7, 16); y todos deberían beneficiarse de la obra de los apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros (Efe. 4:11, 12). Estos, como ligamentos y tendones, tienen una función unificadora que nos ayuda a crecer juntos en Cristo, que es la cabeza del cuerpo (Efe. 4:13, 15).

En su momento, Pablo también les advirtió “que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por cualquier viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia los artificios del error” (Efe. 4:14); palabras que claramente sugieren que la iglesia primitiva enfrentó algunas luchas internas por causa de “estratagemas de hombres”.

A medida que Pablo avanza hacia su llamado final –“sean benignos, compasivos unos con otros, perdonándose unos a otros, como también Dios los perdonó en Cristo” (Efe. 4:32)– pide a los creyentes que eviten su antigua dureza de corazón (Efe. 4:17–24), la ira y las palabras ásperas, y que sustituyan esto por un lenguaje que edifique e imparta gracia (Efe. 4:25–31).

Este capítulo sobre la unidad es bastante fácil de leer cuando las cosas están en paz. Es más difícil (e importante) leerlo cuando nos vemos envueltos en algún conflicto. ¿Recuerdas hoy vivir la unidad del cuerpo de Cristo, unidad por la que él murió?

¿De qué manera podemos contribuir a la unidad de nuestra iglesia, tanto a nivel local como mundial? ¿Por qué es importante que hagamos lo que podamos?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

En el cuarto capítulo de Efesios se revela tan clara y sencillamente el plan de Dios, que todos sus hijos pueden aferrarse de la verdad. Aquí se presenta claramente el medio que él ha establecido para mantener la unidad en su iglesia: que sus miembros revelen al mundo una sana experiencia religiosa…

La santidad es la dádiva de Dios por medio de Cristo. Los que reciben al Salvador, se convierten en hijos de Dios. Son sus hijos espirituales, nacidos de nuevo, renovados en justicia y verdadera santidad. Su mente se ha cambiado. Con visión más clara contemplan las realidades eternas…

Nuestro propósito debiera ser infundir toda la amabilidad posible en nuestra vida y hacer todos los favores posibles a los que nos rodean. Las palabras bondadosas nunca se pierden. Jesús las registra como si hubieran sido dirigidas a él mismo. Sembrad semillas de bondad, de amor y de ternura, y florecerán y darán fruto (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista, t. 6, pp. 1 116-1118).

No es cosa de poca monta transformar una mente terrenal que ama el pecado, e inducirla a comprender el indescriptible amor de Cristo, los encantos de su gracia y la excelencia de Dios, de tal manera que el alma se impregne del amor divino y sea cautivada por los misterios celestiales… Tiene una mente nueva, nuevos afectos, nuevo interés, nueva voluntad; sus tristezas, deseos y amor, son todos nuevos… Considera ahora toda las riquezas y gloria del cielo que antes no le atraía, y lo contempla como su patria futura, donde verá, amará y alabará a Aquel que la ha redimido con su sangre preciosa (La fe por la cual vivo, p. 141).

La unidad cristiana constituye una fuerza poderosa. Proclama a los cuatro vientos que quienes la manifiestan son hijos de Dios. Ejerce una influencia irresistible sobre el mundo, revelando que a pesar de nuestras características humanas podemos ser «participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de las pasiones». 2 Pedro 1:4. Tenemos que ser uno con nuestros semejantes y con Cristo, y, en Cristo, uno con Dios. Entonces se podrá decir de nosotros: «Ustedes han alcanzado la plenitud». Colosenses 2:10, LPH…

Y cada cual debe ocupar el lugar que se le asigne y hacer la obra que se le haya encomendado. Dios ruega a todos los miembros de su iglesia que reciban el Espíritu Santo, que nos unamos fraternalmente, y que seamos solidarios…

No hay nada que debilite la iglesia de modo más evidente que la desunión y las rencillas. No hay nada que se oponga a Cristo y a la verdad como eso (Mi vida hoy, p. 280).


Jueves 28 de septiembre__________________________________________________

SOMOS RECEPTORES Y DADORES DE GRACIA

Mientras lees Efesios 5, reflexiona sobre lo que nos pide Pablo: que vivamos el evangelio en nuestras relaciones con los demás. ¿Cuál de sus exhortaciones es especialmente importante para ti?

Efesios 5

1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Pero fornicación y toda inmundicia, o avaricia, ni aun se nombre entre vosotros, como conviene a santos; ni palabras deshonestas, ni necedades, ni truhanerías, que no convienen, sino antes bien acciones de gracias. Porque sabéis esto, que ningún fornicario, o inmundo, o avaro, que es idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de Dios. Nadie os engañe con palabras vanas, porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia. No seáis, pues, partícipes con ellos. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz (porque el fruto del Espíritu es en toda bondad, justicia y verdad), 10 comprobando lo que es agradable al Señor. 11 Y no participéis en las obras infructuosas de las tinieblas, sino más bien reprendedlas; 12 porque vergonzoso es aun hablar de lo que ellos hacen en secreto. 13 Mas todas las cosas, cuando son puestas en evidencia por la luz, son hechas manifiestas; porque la luz es lo que manifiesta todo. 14 Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, Y levántate de los muertos, Y te alumbrará Cristo. 15 Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como sabios, 16 aprovechando bien el tiempo, porque los días son malos. 17 Por tanto, no seáis insensatos, sino entendidos de cuál sea la voluntad del Señor. 18 No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. 21 Someteos unos a otros en el temor de Dios. 22 Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor; 23 porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y él es su Salvador. 24 Así que, como la iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo. 25 Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella, 26 para santificarla, habiéndola purificado en el lavamiento del agua por la palabra, 27 a fin de presentársela a sí mismo, una iglesia gloriosa, que no tuviese mancha ni arruga ni cosa semejante, sino que fuese santa y sin mancha. 28 Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. 29 Porque nadie aborreció jamás a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida, como también Cristo a la iglesia, 30 porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. 31 Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. 32 Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. 33 Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido.

Si comienzas a leer Efesios 5 por el principio, es posible que te pierdas todo el poder de un tema importante. Por lo tanto, comienza por Efesios 4:32, donde Pablo indica a los efesios que “sean benignos, compasivos unos con otros, perdonándose unos a otros, como también Dios los perdonó en Cristo”.

 Como creyentes, se nos llama a comportarnos con los demás según el perdón y la gracia de Dios hacia nosotros. ¡Debemos imitar a Dios! (comparar con Mat. 5:43–48.)

Pablo contrasta este estilo de vida, que tiene como lema imitar el amor de Dios, con el enfoque pagano habitual. En lugar de valorar a los demás como hermanos y hermanas en la familia de Dios, con demasiada frecuencia los seres humanos utilizan a los demás para su propio placer carnal y luego se jactan de ello (Efe. 5:3, 4). Él advierte que ese enfoque no tiene futuro en el nuevo mundo que Dios está ideando (Efe. 5:5-7).

Al contrario, los creyentes deben alejarse de la oscuridad de su pasado y “anda[r] como hijos de luz” (Efe. 5:8–10), imitando el amor del Padre. De nuevo, Pablo nos advierte que nos alejemos de las “obras infructuosas de las tinieblas”, hechas “en oculto” (Efe. 5:11, 12). En cambio, debemos vivir a la luz de Cristo (Efe. 5:13, 14). En lugar de desperdiciar nuestra vida en vicios, estaremos “redimiendo el tiempo” al dar gracias a Dios por su amor (ver Efe. 5:15–21).

Pablo amplía la temática de imitar el amor de Dios al aconsejar a los esposos y las esposas cristianos. El amor abnegado de Cristo por la iglesia se convierte en el modelo para los esposos cristianos (Efe. 5:25–33), mientras que la lealtad de la iglesia hacia Cristo se convierte en el modelo para las esposas cristianas (Efe. 5:22–24). En lugar de usar el don de la sexualidad humana de una manera libertina y egoísta, los esposos cristianos centran su atención en valorarse mutuamente, llegando a ser “una sola carne” (Efe. 5:28–33).

“Sean, pues, imitadores de Dios como hijos amados” (Efe. 5:1). Por la gracia de Dios, hoy estás llamado a vivir esa exhortación en tu relación con los demás.

¿Cómo nos ayuda Efesios 5:2, que nos dice que “ande[mos] en amor”, a entender lo que Pablo quiere significar en Efesios 5:1 acerca de ser “imitadores de Dios”?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

No es la posición mundanal, ni el nacimiento, ni la nacionalidad, ni los privilegios religiosos, lo que prueba que somos miembros de la familia de Dios; es el amor, un amor que abarca a toda la humanidad. Aun los pecadores cuyos corazones no estén herméticamente cerrados al Espíritu de Dios responden a la bondad. Así como pueden responder al odio con el odio, también corresponderán al amor con el amor. Solamente el Espíritu de Dios devuelve el amor por odio. El ser bondadoso con los ingratos y los malos, el hacer lo bueno sin esperar recompensa, es la insignia de la realeza del cielo, la señal segura mediante la cual los hijos del Altísimo revelan su elevada vocación (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 65, 66).

La conducta de los cristianos es como la de su Señor. El enarboló el estandarte, y a nosotros nos corresponde decidir si nos vamos a reunir en torno de ese estandarte o no. Nuestro Señor y Salvador dejó a un lado su dominio, sus riquezas y su gloria, y vino a buscarnos, para poder salvarnos de la miseria y hacer de nosotros seres semejantes a él. Se humilló a sí mismo y tomó nuestra naturaleza para que pudiéramos aprender de él y, al imitar su vida de generosidad y abnegación, pudiéramos seguirlo paso a paso hasta el Cielo. No podemos ser iguales al Modelo, pero podemos parecernos a él, y de acuerdo con nuestra capacidad obrar de la misma manera. «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente. Amarás a tu prójimo como a ti mismo». Mateo 22:37-39. Debería manifestarse tal amor en el corazón de ustedes como para que estuvieran listos para entregar todos los tesoros y honores de este mundo si de esa manera pudieran ejercer influencia sobre un alma para que se dedique al servicio de Cristo (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 154).

¿Quién de nosotros está siguiendo fielmente al Modelo? ¿Quién de nosotros ha emprendido y continuado la lucha contra el orgullo del corazón? ¿Quién de nosotros, con toda seriedad, se ha puesto a luchar contra el egoísmo hasta que éste abandone su morada en el corazón y deje de manifestarse en la vida? Al Contemplar la cruz de Cristo y ver cumplirse las señales que nos acercan más al juicio, quiera Dios que las lecciones que se nos han dado puedan quedar grabadas de tal manera en nuestros corazones que nos hagan más humildes, más abnegados, más bondadosos el uno para con el otro, menos preocupados por nosotros mismos, menos criticadores, y más dispuestos a llevar las cargas los unos de los otros, que lo que estamos ahora.

Se me ha mostrado que, como pueblo, nos estamos apartando de la sencillez de la fe y de la pureza del evangelio. Muchos corren grave peligro. A menos que cambien su comportamiento, serán separados de la Vid verdadera, como ramas inservibles. Hermanos y hermanas, se me ha mostrado que estamos al borde del mundo eterno. Es preciso que ahora ganemos victorias a cada paso (Testimonios para la iglesia, t. 5, p. 17).


Viernes 29 de septiembre_________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Concluimos reflexionando sobre Efesios 6, donde descubrimos que nosotros, la iglesia, somos el ejército de Dios que hace la paz.

En Efesios, Pablo describe a la iglesia como el cuerpo de Cristo (Efe. 1:22, 23; 4:11–16), como el templo de Dios (Efe. 2:19–22) y como la novia/esposa de Cristo (Efe. 5:21–33). En Efesios 6:10 al 20, Pablo define a la iglesia como el ejército de Dios y ofrece un vigoroso llamado a la acción. Es un pasaje que ofrece muchos beneficios y corre el riesgo de ser malinterpretado.

Podríamos malinterpretar las palabras de Pablo como un llamado a empuñar armas militares literales o a ser combativos en nuestras relaciones con los demás. Sin embargo, Pablo ha venido insistiendo en la unidad, la palabra que edifica y la benignidad (ver especialmente Efe. 4:25–5:2). Describe las buenas nuevas de Dios como “el evangelio de la paz” (Efe. 6:15). Mediante esta vívida metáfora militar, no exhorta a la iglesia a hacer guerra en el sentido tradicional; más bien, debemos librar la paz en la batalla espiritual contra el mal. Pablo entra al campo de batalla del Gran Conflicto y nos llama a alistarnos en el ejército de Dios.

Deberíamos hacer esto con una opinión realista del enemigo, ya que nunca sobrestimaremos lo suficiente las fuerzas desplegadas contra nosotros. No nos enfrentamos solo a enemigos humanos, sino a “fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales” (Efe. 6:12, NVI) dirigidas por un general astuto, el diablo (Efe. 6:11). Sin embargo, no debemos dejarnos intimidar por nuestros enemigos. Dios está presente con nosotros en la batalla (Efe. 6:10) y nos proveyó las armas más nobles: su propia armadura, la “armadura de Dios” (Efe. 6:11; comparar con Isa. 59:15–17). Ha puesto a nuestra disposición la verdad, la justicia, la paz, la fe, la salvación y el Espíritu (Efe. 6:13–17). Si Dios va delante de nosotros y estamos pertrechados de pies a cabeza con la armadura que él nos proveyó, no podremos fallar. La victoria está garantizada.

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. Aunque no nos salvamos por nuestras obras, ¿qué quiere significar Pablo cuando escribe que fuimos “creados en Cristo Jesús para buenas obras, que Dios de antemano preparó para que anduviésemos en ellas” (Efe. 2:10)? ¿Cuál es, entonces, el propósito de nuestras buenas obras?
  2. Pablo escribe: “A aquel que es poderoso para hacer infinitamente más que todo cuanto pedimos o entendemos, por el poder que actúa en nosotros” (Efe. 3:20). ¿Qué poder actúa en nosotros, y cómo debe manifestarse este poder en nuestra vida?