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LECCIÓN 3 – LA CONDICIÓN HUMANA – PARA EL 21 DE OCTUBRE DE 2017

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 «La expulsión de Adán y Eva del paraíso» por Benjamín West, Estados Unidos -Inglaterra  (1738-1820)


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Letra Negra: Lección de Escuela Sabática

Letra Ocre: Lección de Escuela Sabática 

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Letra Café: Nuestro comentario

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Lección 3: Para el 21 de octubre de 2017

LA CONDICIÓN HUMANA

Sábado 14 de octubre________________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Romanos 1:16, 17, 22-32; 2:1-10, 17-23; 3:1, 2, 10-18, 23.

PARA MEMORIZAR:

“Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Rom. 3:23).

AL COMIENZO DEL LIBRO DE ROMANOS, Pablo busca establecer una verdad crucial, que es fundamental para el evangelio: el estado lamentable de la condición humana. Esta verdad existe porque, desde la Caída, todos nos hemos contaminado con el pecado. Está tan entretejido en nuestros genes como el color de nuestros ojos.

Martín Lutero, en su comentario sobre Romanos, escribió lo siguiente: “La expresión ‘todos están bajo pecado’ debe tomarse en un sentido espiritual; es decir, no como se ven los hombres con sus propios ojos o los de los demás, sino como se presentan delante de Dios. Todos están bajo pecado, los que son transgresores manifiestos a los ojos de los hombres, así como aquellos que parecen justos a su vista y ante los demás. Aquellos que realizan buenas obras externas las hacen por el temor al castigo, el amor a las ganancias y la gloria, o el placer en un objeto determinado, pero no por una mente gustosa y dispuesta. De esta manera, el hombre se ejercita continuamente en buenas obras para ser visto por lo demás; pero, por dentro, está totalmente inmerso en los deseos pecaminosos y las lujurias malignas, que se oponen a las buenas obras”.–M. Lutero, Commentary on Romans, p. 69.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Satanás logró la caída del hombre, y desde entonces su tarea ha consistido en borrar en él la imagen de Dios, y estampar en los corazones humanos su propia imagen… Intercepta todo rayo de luz que viene de Dios al hombre, y se apodera de la adoración que le corresponde a Dios…

Pero el unigénito hijo de Dios contempló la escena y observó el sufrimiento y la miseria humanos… Consideró las tretas mediante las cuales Satanás trata de extirpar del alma humana todo rasgo de semejanza a Dios; cómo los indujo a la intemperancia para destruir las facultades morales que Dios les ha dado como un don preciosísimo e inapreciable. Vio cómo por medio de la complacencia del apetito se destruía el poder del cerebro y se arruinaba el templo de Dios…

La gran condescendencia de Dios es un misterio que está más allá de nuestro alcance. La grandeza del plan no puede ser comprendida plenamente, ni puede la sabiduría infinita idear un plan que lo sobrepuje…

De tal manera amó Dios al mundo que se dio a sí mismo en Cristo al mundo para pagar la pena de la transgresión del hombre. Dios sufrió con su Hijo, como solo pudiera sufrir el Ser divino, a fin de que el mundo fuera reconciliado con él (God’s Amazing Grace, p. 161; parcialmente en La maravillosa gracia de Dios, p. 161).

Muchos están engañados acerca de la condición de su corazón. No comprenden que el corazón natural es engañoso más que todas las cosas y desesperadamente impío. Se envuelven con su propia justicia y están satisfechos con alcanzar su propia norma humana de carácter. Sin embargo, cuán fatalmente fracasan cuando no alcanzan la norma divina y, por sí mismos, no pueden hacer frente a los requerimientos de Dios.

Podemos medimos a nosotros por nosotros mismos, podemos comparamos entre nosotros mismos; quizá digamos que nos portamos tan bien como éste o aquél, pero la pregunta por la que se demandará una respuesta en el juicio es: ¿Llenamos los requisitos de las demandas del alto cielo? ¿Alcanzamos la norma divina? ¿Están en armonía nuestros corazones con el Dios del cielo? (Mensajes selectos, tomo 1, pp. 376, 377).

Ninguno de los apóstoles o profetas pretendió jamás estar sin pecado. Los hombres que han vivido más cerca de Dios, que han estado dispuestos a sacrificar la vida misma antes que cometer a sabiendas una acción mala, los hombres a los cuales Dios había honrado con luz y poder divinos, han confesado la pecaminosidad de su propia naturaleza. No han puesto su confianza en la carne, no han pretendido tener ninguna justicia propia, sino que han confiado plenamente en la justicia de Cristo. Así harán todos los que contemplen a Cristo (La fe por la cual vivo, p. 113).

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Lección 3 // Domingo 15 de octubre_________________________________________________

EL PODER DE DIOS

“No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles. De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: ‘El justo vivirá por la fe’ ” (Rom. 1:16, 17, NVI). ¿Qué te dice Romanos 1:16 y 17? ¿De qué forma has experimentado las promesas y la esperanza que se encuentran allí?

En este pasaje aparecen varias palabras clave:

1) Evangelio. Esta palabra es la traducción de un término griego que significa, literalmente, “buen mensaje” o “buena noticia”. Aislada, la palabra puede referirse a cualquier mensaje bueno; pero, modificado como está en este pasaje por la frase “de Cristo”, quiere decir “la buena noticia sobre el Mesías” (Cristo es la transliteración del término griego que significa “Mesías”). La buena noticia es que el Mesías ha venido, y la gente puede salvarse creyendo en él. Es en Jesús y en su perfecta justicia (y no en nosotros mismos, ni siquiera en la Ley de Dios) que podemos hallar salvación.

2) Justicia. Esta palabra se refiere a la cualidad de ser “justo” ante Dios. En el libro de Romanos, surge un significado especializado de esta palabra, que presentaremos a medida que avance nuestro estudio del libro. Debe señalarse que, en Romanos 1:17, la palabra está calificada por la frase “de Dios”. Es la justicia que viene de Dios, una justicia que Dios mismo ha provisto. Como veremos, esta es la única justicia suficientemente buena para aportarnos la promesa de la vida eterna.

3) Fe. En griego, las palabras que en este pasaje se traducen como “creen” y “fe” son la forma verbal y sustantivada de la misma palabra: pisteuo (creer), pistis (creencia, o fe). El significado de la fe en relación con la salvación se desarrollará a medida que avancemos en el estudio de la epístola.

¿Has tenido dificultades con la certeza? ¿Tienes momentos en los que realmente te cuestionas si eres salvo, o incluso si puedes serlo? ¿Qué produce estos temores? ¿En qué se basan? ¿Podrían tener fundamento en la realidad? Es decir, ¿es posible que lleves un estilo de vida que niega tu profesión de fe? Si es así, ¿qué decisiones deberías tomar para apropiarte de las promesas y la certeza que son tuyas en Jesús?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

La condición pecaminosa de la humanidad es trágica. Pero el don de Dios supera por mucho toda deficiencia, limitación o desgracia de los homo sapiens. Al adentrarnos en el estudio de la Biblia esta semana, mantengamos presente que no hay tragedia que la potencia de Dios no pueda superar: estando con Él, tenemos la victoria asegurada.

“No me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la salvación de todos los que creen: de los judíos primeramente, pero también de los gentiles. De hecho, en el evangelio se revela la justicia que proviene de Dios, la cual es por fe de principio a fin, tal como está escrito: ‘El justo vivirá por la fe’ ” (Romanos 1:16).

El entusiasmo de Pablo por el evangelio de Cristo, ha sido uno de los problemas más grandes que han enfrentado las sociedades sin religión, las sociedades en las que predominan religiones no cristianas o sociedades ateas.

Pablo vivió en los tiempos de Nerón; para muchos, este emperador romano era odiado y odioso. Roma era considerada en esos días como la cloaca de la moralidad humana. Pablo pertenecía a una de las razas más antiguas, indestructibles, envidiadas, aborrecidas, y menospreciadas de la historia: la nación hebrea. Su mensaje era acerca de un hombre llamado Jesús, que había sufrido la crucifixión y había resucitado de los muertos; algunos se referían a Él como el hijo de Dios.

Los judíos consideraban a Pablo un apóstata, y lo habían expulsado de su comunidad y de su religión.

Los sabios y los poderosos del mundo gentil, odiaban y perseguían a Pablo, haciéndolo huir de una ciudad a otra, y de nación a nación. A pesar de esa vida turbulenta, Pablo exclamó con certeza y dijo: “No me avergüenzo del evangelio, pues es poder para la salvación…”

Pablo tenía una firme convicción en cuanto al valor del evangelio; había experimentado la consolación que trae el evangelio, y había visto la eficacia del evangelio. Ese apóstol de Jesús podría entonar sin ambages “No te dé temor hablar por Cristo, haz que brille en ti su luz. Al que te salvó confiesa siempre, todo debes a Jesús.” (Himnario Adventista, 559) Más aún: “No te dé temor sufrir por Cristo los reproches, o el dolor; sufre con amor tus pruebas todas, cual sufrió tu Salvador. No te dé temor morir por Cristo: vida y verdad es él; él te llevará con gran ternura a su célico vergel.”

Dios ejerce su poder para la salvación de la humanidad a través del evangelio. El evangelio es un plan eficaz y magnífico, en el que el poder de Dios se aplica en su totalidad; su único propósito es salvar al pecador. 

Todos los obstáculos que se anteponen para la salvación del hombre son removidos por el evangelio:

-Ya que el evangelio es un plan de Dios y no una herramienta del hombre

-Ya que el evangelio trabaja hasta el final, siendo la promesa divina que Aquel que comenzó la obra en nosotros, será fiel en completarla

-Ya que el evangelio es poder de Dios para salvación, tiene la fuerza para vencer cualquier clase de pecado, cualquier clase de tentación y cualquier clase de debilidad espiritual.

El evangelio es el poder de Dios para salvación, pero los hombres lo administran. 

El evangelio ha tenido el poder de transformar a empedernidos pecadores, para iluminar los ojos de quienes andan perdidos en medio de las tinieblas, para hacer escuchar a los sordos espirituales, para ablandar endurecidos corazones, para convertir al enemigo en amigo.

El evangelio se ha predicado de diferentes maneras: prestamente, efectivamente, públicamente, secretamente. El secreto del evangelio es su predicación por medio del amor, nunca por medio de la fuerza.

El evangelio de Dios tiene varias dimensiones:

-El evangelio es eficaz: 

“…es poder…”

-Es evangelio es de origen divino:

“…es poder de Dios…”

-El evangelio tiene un propósito:

“…es poder de Dios para salvación…”

-El evangelio es imparcial

“…es poder de Dios para salvación a todo(s)…”

-El evangelio es condicional

“…es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree…”

-El evangelio tiene un fin etnográfico bien definido:

“…es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.”

“…de los judíos primeramente…”

Los judíos primeramente por orden de tiempo; no es que el evangelio se adaptaba más al mundo judío que a los demás. La realidad es que ellos fueron los dueños originales de los oráculos divinos: el Mesías vino a este mundo por medio de ellos, ellos fueron los depositarios de la Ley de Dios, ellos tuvieron el templo y los servicios ceremoniales que predecían la venida del Salvador. Entonces, era natural que el evangelio fuera proclamado a ellos primero, y después de ellos al mundo gentil, comenzando por los griegos.

¿Por qué los griegos –y no los romanos, por ejemplo? La respuesta nos lleva necesariamente a otra divina intervención en la historia. A partir del siglo V antes de Cristo, los griegos empezaron a ocupar la primacía académica, científica y cultural en el mundo occidental, por lo menos. El personaje cumbre fue Pericles. Es tal la influencia de Pericles en la historia helénica que se conoce como “siglo de Pericles” al siglo quinto  aC. A partir de este sabio y superdotado ateniense, surgieron los más insignes pensadores, científicos y artistas de la nación.

Y ¿cuál fue el secreto de Pericles? El historiador Tucídides narra que Pericles fue becado a estudiar en Babilonia a inicios de su carrera. Allí el Espíritu Santo lo puso en contacto con la reciente historia de Daniel, joven hebreo que había revolucionado la corte y el pueblo caldeo en el siglo anterior (VI aC). Pericles entró en Babilonia como un politeísta (adoraba a muchos dioses), pero salió como un monoteísta, adorador del Dios de Daniel, el Dios de los hebreos. ¡Otro portento operado por el evangelio!

Estos son los que se avergüenzan del evangelio:

-Aquellos que lo esconden o lo disfrazan

-Aquellos que tienen la habilidad de predicar el evangelio, pero no lo hacen

-Aquellos que predican pero no precisamente el evangelio

-Aquellos que predican el evangelio a medias

-Aquellos que solamente predican el evangelio en privado y nunca en público

-Aquellos que cuando predican el evangelio usan palabras ambiguas o predican el evangelio con significados dudosos

-Aquellos que predican el evangelio sólo para protegerse a sí mismos

-Aquellos que mezclan el evangelio con invenciones humanas

-Aquellos que cuando predican el evangelio lo hacen con el propósito de complacer  a determinadas personas

-Aquellos que sólo buscan el aplauso popular, o buscan su propio interés sin importarles los intereses de Cristo.

De los del mundo, estos son los que se avergüenzan del evangelio:

-Los sabios según su opinión, ya que el evangelio llama a los hombres a creer y no a discutir

-Los ricos de este mundo, porque el evangelio es para todos “sin dinero y sin precio”

-Los promiscuos sexuales, ya que temen que el evangelio destruirá su viciosa sodomía.

Por eso el apóstol dice con voz clara y firme “… no me avergüenzo del evangelio” porque su evangelio era completo, fiel, abierto, consistente, público, atrevido, sin temor a la oposición o al rechazo… y todo porque era el “evangelio de Cristo”.

Las Escrituras enseñan que las personas deberían sentir vergüenza por sus errores, por su mal comportamiento, por su pecado y por sus crímenes, pero nunca deberían sentir vergüenza por esas cosas que ellos saben que son correctas y que al mismo tiempo contribuyen al bienestar y al beneficio de sus semejantes.  Tal era el pensamiento principal del apóstol, y por eso uno de los temas favoritos de su predicación era que todo aquel que cree y acepta a Cristo, nunca debería sentir vergüenza por el evangelio de Cristo.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Estudiad su carácter, rasgo por rasgo. Él es nuestro Modelo, que se nos pide que copiemos en nuestras vidas y caracteres, pues de otro modo dejamos de representar a Jesús; pero presentaremos ante el mundo una copia falsa. No imitéis a ningún hombre, porque los hombres son defectuosos en sus hábitos, en su lenguaje, en sus maneras, en su carácter. Presento delante de vosotros al Hombre: a Cristo Jesús. Debéis conocerlo individualmente como vuestro Salvador antes que podáis estudiarlo como vuestro modelo y ejemplo.

Dijo Pablo; “No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá… Porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó” (Romanos 1:16-19) (Mensajes selectos, tomo 3, p. 192).

Desechemos todo lo que sea parecido a la desconfianza y a la falta de fe en Jesús. Comencemos una vida de confianza sencilla e infantil, no confiando en los sentimientos, sino en la fe. No deshonremos a Jesús dudando de sus preciosas promesas. Él quiere que creamos en él con fe inconmovible…

La fe no es un vuelo feliz de los sentimientos; es simplemente confiar en la Palabra de Dios, creyendo que él cumplirá sus promesas porque ha dicho que lo haría.

Esperad en Dios, confiad en él y en sus promesas, ya sea que os sintáis felices o no. Una buena emoción no es una evidencia de que seáis hijos de Dios, ni tampoco los sentimientos que producen aflicción y perplejidades son una evidencia de que no sois hijos de Dios. Acudid a las Escrituras y recibid inteligentemente la Palabra de Dios como él la ha dicho. Cumplid con las condiciones y creed que él os aceptará como sus hijos. No seáis faltos de fe, sino creyentes (Nuestra elevada vocación, p. 121).

Fue en el tiempo de la mayor debilidad cuando Cristo fue asaltado por las tentaciones más fieras. Así Satanás pensaba prevalecer. Por este método había obtenido la victoria sobre los hombres. Cuando faltaba la fuerza y la voluntad se debilitaba, y la fe dejaba de reposar en Dios, entonces los que habían luchado valientemente por lo recto durante mucho tiempo, eran vencidos… Siempre que una persona esté rodeada de nubes, se halle perpleja por las circunstancias, o afligida por la pobreza y angustia, Satanás está listo para tentarla y molestarla. Ataca los puntos débiles de nuestro carácter. Trata de destruir nuestra confianza en Dios porque él permite que exista tal estado de cosas. Nos vemos tentados a desconfiar de Dios y a poner en duda su amor. Muchas veces el tentador viene a nosotros como se presentó a Cristo, desplegando delante de nosotros nuestras debilidades y flaquezas. Espera desalentar el alma y quebrantar nuestra confianza en Dios. Entonces está seguro de su presa. Si nosotros le hiciéramos frente como lo hizo Jesús, evitaríamos muchas derrotas. Parlamentando con el enemigo, le damos ventajas (El Deseado de todas las gentes, p. 95).

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Lunes 16 de octubre// Lección 3_____________________________________________________

TODOS HEMOS PECADO

Lee Romanos 3:23. ¿Por qué este mensaje es tan fácil de creer como cristianos hoy? Al mismo tiempo, ¿qué podría motivar que algunos cuestionen la veracidad de este versículo?

Romanos 3:23

23 por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios,

Sorprendentemente, algunos desafían la idea de la pecaminosidad humana, argumentando que la gente es básicamente buena. No obstante, el problema radica en la falta de comprensión de lo que es la verdadera bondad. La gente puede compararse con los demás y sentirse bien consigo misma. Al fin y al cabo, siempre podemos encontrar a alguien peor que nosotros para compararnos. Pero eso difícilmente nos haga buenos. Cuando nos comparamos con Dios, y con la santidad y la justicia de Dios, ninguno de nosotros saldría con nada más que un abrumador sentido de aborrecimiento y repugnancia de sí.

Romanos 3:23 también habla de “la gloria de Dios”. La frase cuenta con una variedad de interpretaciones. Quizá la más sencilla sea darle el significado que tiene en 1 Corintios 11:7: “Él [el varón] es imagen y gloria de Dios”. En griego, el término “gloria” se puede considerar ligeramente equivalente a la palabra “imagen”. El pecado ha desfigurado la imagen de Dios en el ser humano. Los seres humanos pecadores están muy lejos de poder reflejar la imagen o la gloria de Dios.

Lee Romanos 3:10 al 18. ¿Ha cambiado algo hoy? ¿Cuál de esas frases te describe mejor, o cómo serías tú si no fuera por Cristo en tu vida?

Romanos 3:10-18

10 Como está escrito: No hay justo, ni aun uno; 11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios. 12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno. 13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios; 14 Su boca está llena de maldición y de amargura. 15 Sus pies se apresuran para derramar sangre; 16 Quebranto y desventura hay en sus caminos; 17 Y no conocieron camino de paz. 18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.

 

Por más malos que seamos, nuestra situación no es desesperada. El primer paso es que reconozcamos nuestra total pecaminosidad, y también nuestra impotencia para hacer algo al respecto dentro y fuera de nosotros. Es obra del Espíritu Santo producir esa convicción. Si el pecador no lo resiste, el Espíritu hará que se quite la máscara de la autodefensa, del fingimiento y de la autojustificación, y se arroje sobre Cristo, suplicando su misericordia: “¡Oh Dios, ten compasión de mí, que soy pecador!” (Luc. 18:13, NVI).

¿Cuándo fue la última vez que autoevaluaste tu persona, tus motivos, tus actos y tus sentimientos? Esta puede ser una experiencia muy angustiante, ¿verdad? ¿Cuál es tu única esperanza?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

Romanos 3:23

23por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios

La gran noticia que se da a la humanidad es que todos hemos pecado, sin importar color, nacionalidad, religión, sexo, estatus social o económico.

Desde la caída de Adán y Eva en el jardín del Edén, nos han acompañado el pecado y la maldad; nuestra historia humana está plagada de decisiones erradas, de siempre tomar el rumbo equivocado y terminar haciendo las cosas equivocadas. Nuestra historia personal está escrita igualmente con actos buenos que han sido interrumpidos por actos malos, ¿no es cierto?

Diferentes personas, de acuerdo con sus diferentes hábitos, pensamientos, moral o educación, tienen distintas definiciones de lo que es pecado.  Pero en Romanos 3:23 tenemos la definición divina para lo que es pecado, y de acuerdo con el perfecto pensamiento de Dios,  nosotros quedamos en pecado cada vez que quedamos cortos para alcanzar la altura de la gloria de Dios.

La verdadera regla para medir el pecado, tiene que tomarse de la mente divina. Dios mide el pecado –ya sea en acto, palabra o en pensamiento, de acuerdo con el daño o la ofensa ocasionada en contra de él. 

Nosotros los humanos no hemos de buscar nuestra propia gloria, sino que toda la gloria pertenece a Dios.  Cuando quedamos cortos  de la gloria de Dios, es cuando fallamos en alcanzar la altura de su pureza, la altura de su perfecta imagen, o la altura de su semejanza o de su manera de ser. Al no conseguir esa altura, automáticamente quedamos destituidos de la gloria de Dios.

Nosotros los humanos sólo podemos ver las acciones o escuchar las palabras de las personas que nos rodean, naturalmente Dios puede hacer muchísimo más que eso. Él tiene la capacidad de visitar la fuente de las acciones de los hombres, es decir Dios puede saber los motivos de las acciones de los hombres. De  acuerdo con ese conocimiento que posee Dios, así será medida y comparada la vida del hombre con la altura de la gloria de Dios.  

El evangelio es un glorioso remedio para la universal y humanamente incurable enfermedad del pecado; por eso, el primer logro del evangelio en nuestras vidas es hacernos sensibles al pecado.

El remedio contra del pecado no consiste solamente en efectuar unas cuantas aplicaciones; para curar el pecado se necesita una dosis de la medicina divina, a lo largo del resto de nuestras vidas aquí en la Tierra.

Mientras estemos con vida, la enfermedad estará con vida, por lo tanto la medicina tiene que ser aplicada diariamente y a lo largo de todo el día.

Muchas veces deseamos curar la enfermedad del pecado con un tratamiento de ignorancia. Creemos que haciendo caso omiso a nuestras malas acciones, eventualmente ellas van a ir desapareciendo de nuestras vidas. Muchos creen que cuando el niño arma berrinche o pataleta, lo mejor es ignorarlo, y esta misma falsa medicina quieren aplicarla a una vida de pecado, con la esperanza de que, ignorando los pecados y no dándoles importancia, desaparecerán eventualmente de nuestras vidas.

Nuestra naturaleza es pecaminosa y esa enfermedad letal no desaparecerá de nuestras vidas por arte de magia. A menudo hacemos con nuestro pecado lo que hace el avestruz frente al cazador: enterramos la cabeza para no ver el pecado.

El ser humano que desee vencer el pecado, necesita abrir sus ojos, enfrentar el pecado cara a cara y conquistarlo con las herramientas que el Cielo ha provisto para luchar en contra del pecado. Esta es la única manera en que podemos acercarnos a la altura de la gloria de Dios; de otra manera automáticamente estamos destituidos de la gloria de Dios.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Mi alma cayó postrada por la angustia cuando se me reveló la condición débil de los que profesan pertenecer al pueblo de Dios. Abunda la iniquidad, y el amor de muchos se enfría. Son tan solo pocos los cristianos profesos que consideran este asunto según la debida luz y que ejercen el dominio debido sobre sí mismos cuando la opinión pública y las costumbres no los condenan. ¡Cuán pocos refrenan sus pasiones porque se sienten bajo la obligación moral de hacerlo, y porque el temor de Dios está ante sus ojos! Las facultades superiores del hombre están esclavizadas por el apetito y las pasiones corruptas.

Algunos reconocerán el mal de las prácticas pecaminosas y, sin embargo, se disculparán diciendo que no pueden vencer sus pasiones. Esta es una admisión terrible de parte de una persona que lleva el nombre de Cristo. “Apártese de iniquidad todo aquel que invoca el nombre de Cristo” (2 Timoteo 2:19). ¿Por qué existe esta debilidad? Es porque las propensiones animales han sido fortalecidas por el ejercicio, hasta que han prevalecido sobre las facultades superiores. A los hombres y mujeres les faltan principios. Están muriendo espiritualmente porque han condescendido durante tanto tiempo con sus apetitos naturales que su dominio propio parece haber desaparecido. Las pasiones inferiores de su naturaleza han empuñado las riendas, y la que debiera ser la facultad dominante se ha convertido en la sierva de la pasión corrupta. Se mantiene al alma en la servidumbre más abyecta. La sensualidad ha apagado el deseo de santidad, y ha agostado la prosperidad espiritual (Testimonios para la iglesia, t. 2, p. 312).

El alma imbuida con el amor de Jesús… gusta de contemplar a Jesús, y contemplándolo, será transformada a su semejanza. Cristo, la esperanza de gloria, se forma en el interior. Su confianza aumenta… y su amor se profundiza y amplía, a medida que tiene la seguridad de que mora en Cristo, y Cristo en él… Y nosotros podemos volvemos a Jesús en busca de su más tierna simpatía y recibir ánimo para perseverar, poniendo toda nuestra confianza en el que dijo: “Confiad, yo he vencido al mundo” (Hijos e hijas de Dios, p. 312).

Jesús es nuestra única esperanza. Podemos contemplarlo: Es nuestro Salvador. Podemos confiar en su palabra y depender de él. Sabe exactamente qué clase de ayuda necesitamos, y podemos confiar seguramente en él. Si dependemos únicamente de la sabiduría humana para conducimos, nos hallaremos en el bando de los perdedores. Pero podemos acudir directamente al Señor Jesús…

Tenemos un auditorio divino al cual presentar nuestras peticiones. Nada nos impida, pues, ofrecer nuestras súplicas en el nombre de Jesús, creyendo con fe inquebrantable que Dios nos escucha y que nos responderá (Testimonios para los ministros, pp. 486, 487).

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Lección 3 // Martes 17 de octubre___________________________________________________

¿PROGRESO?

A principios del siglo XX, la gente vivía con la idea de que la humanidad estaba mejorando, que la moralidad iba en aumento, y que la ciencia y la tecnología ayudarían a marcar el inicio de una utopía. Se creía que el ser humano se encaminaba, básicamente, hacia la perfección. Se pensó que, mediante el tipo de educación y de formación moral adecuados, los seres humanos podrían mejorarse mucho a sí mismos y a la sociedad. Todo esto se suponía que comenzaría a suceder masivamente cuando entráramos en el mundo feliz del siglo XX.

Lamentablemente, las cosas no resultaron ser tan así, ¿verdad? El siglo XX fue uno de los más violentos y brutales de toda la historia, en gran medida, gracias (irónicamente) a los avances de la ciencia, lo que posibilitó mucho más que los hombres se mataran unos a otros a una escala que los locos más depravados del pasado apenas habrían podían imaginar.

¿Cual fue el problema?

Lee Romanos 1:22 al 32. ¿En qué sentido vemos que las cosas que se escribieron allá en el siglo I se manifiestan hoy en el siglo XXI?

Romanos 1:22-32

22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,  23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.  24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos,  25 ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a las criaturas antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén.  26 Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,  27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío.  28 Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen;  29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades;  30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres,  31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia;  32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no sólo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican.

Quizá necesitemos fe para creer en muchas cosas acerca del cristianismo: entre ellas, la resurrección de los muertos, la Segunda Venida, y un cielo nuevo y una Tierra nueva. Pero ¿quién necesita fe para creer en el estado caído de la humanidad? Hoy, cada uno de nosotros está viviendo las consecuencias de ese estado caído.

Concéntrate específicamente en Romanos 1:22 y 23. ¿De qué forma se manifiesta este principio ahora? Al rechazar a Dios, los seres humanos de nuestro siglo ¿qué han llegado a adorar e idolatrar en cambio? Y, al hacerlo, ¿cómo es que se hicieron necios? Lleva tu respuesta a la clase el sábado.

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

22 Profesando ser sabios, se hicieron necios,  23 y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles.  24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 

Casi en toda área del conocimiento humano, pero especialmente en la religión,  la jactancia de la sabiduría suele conducir al hombre a la necedad.

El más sabio de los hombres, al igual que el más ignorante de ellos, se unen mano a mano, cuando comienzan a especular en esas materias que trascienden a los pensamientos humanos, y que a Dios le ha complacido ponerles un velo para que el humano no logre penetrarlas. Todos aquellos que se aventuran en estos campos secretos y velados por Dios y comienzan a especular, sin duda alguna terminarán en el vicioso y pernicioso terreno de la necedad.

Estos hombres terminan con las opiniones más absurdas que puede haber, solamente para mantenerse notorios en el mundo donde se desenvuelven.

Terminan ignorando la ley de Dios, llegan a sus propias conclusiones sin la debida investigación, y se les olvida que, la entrada al formidable castillo que guarda la sabiduría divina, solamente se consigue a través de la invencible puerta de la humildad. Todo esto no los conduce a otro campo, sino al campo de la necedad y de la idolatría.

Pablo aquí no está menospreciando la gran casta de filósofos verdaderos de los antiguos tiempos; lo que él está diciendo es que todo el trabajo de los sabios de la antigüedad no logró que las grandes naciones como Egipto, Babilonia, Grecia y Roma evitaran la idolatría.

La idolatría hace al hombre necio. La idolatría es como una permanente alucinación, como un delirio colectivo, es un desorden mental que se practica a gran escala en una ciudad o en una nación entera.

La imaginación popular de los sacerdotes y poetas idólatras, no permitió que el trabajo de algunos sabios disipara el delirio de la idolatría.

La idolatría conduce a cambiar la gloria del Dios incorruptible en semejanza de imagen de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles (Rom. 1:23).

La historia de las religiones justifica en su totalidad las palabras de Dios, a través del apóstol Pablo. La idolatría no es un avance para las naciones practicantes, sino todo lo contrario. Se ha llegado a la conclusión fácilmente de que  los pueblos paganos como la India y el África, en vez de avanzar en sus civilizaciones, han venido degradándose edades tras edades, y en la actualidad son las áreas más retrasadas en todos los aspectos de la vida.  Sin duda alguna, es una bendición especial poder adorar a un solo Dios, el Dios verdadero, el que causó el principio, el surgimiento de la raza humana; el Dios que también estará cuando ésta sea restaurada a su antigua gloria.

24 Por lo cual también Dios los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, 

De la misma manera que un médico deja de dar sus recetas cuando constantemente son ignoradas o rechazadas, llevando a sus pacientes a un sufrimiento físico intenso o una muerte prematura, así también, judicialmente, Dios abandona a aquellos que constantemente están en oposición abierta a sus llamados.  Ellos se hundirán en lo más profundo de la degradación y eventualmente serán eliminados en el día que se lleve  a cabo el castigo final y eterno.

La idolatría no es otra cosa que una gran mentira en contra de Dios:

-La gran cantidad de dioses paganos conforman una mentira en contra de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo

-La presencia física de los dioses paganos es una mentira en contra de la invisible pureza espiritual de Dios

-El lugar de residencia de los dioses paganos es una mentira en contra de la inmensidad y la omnipresencia de Dios

-La limitada operación de los dioses de los paganos es una mentira en contra de la soberanía y dominio universal de Dios

-Las necedades y debilidades de los dioses de los paganos conforman una mentira en contra de la sabiduría de Dios

-Los defectos, vicios y crímenes de los dioses de los paganos constituyen una mentira en contra de la pureza y la santidad de Dios.

Todo el sistema de idolatría es una gran mentira, fundada por el padre de la mentira, que miente desde el principio (Juan 8:44).

También los judíos sufrieron de una idolatría profunda. La Biblia narra con lujo de detalles que el pecado de la idolatría fue la causa de la destrucción de Israel y de Judá como reinos terrenos.

En el tiempo de Jeremías, hubo tres profetas que trabajaron al simultáneamente, pero en diferentes lugares. El mayor de ellos era Jeremías, el segundo era el profeta Ezequiel y el menor de los tres ellos, era el profeta Daniel.

El primero en morir fue Jeremías, el segundo en morir fue Ezequiel y el último en la lista fue Daniel.

Daniel nació alrededor de 15 años antes de la cautividad,  logró sobrevivir los setenta años de la cautividad y murió varios años después de la cautividad, alcanzando cerca de los 100 años de edad.

Los tres profetas trabajaron en lugares diferentes. Jeremías tenía su oficina profética en Jerusalén, antes y también durante la cautividad. El profeta Daniel tenía su oficina profética en Babilonia y trabajaba directamente para los reyes y las altas autoridades babilonias; y el profeta Ezequiel tenía su oficina profética también en Babilonia, pero él trabajaba para todos los exiliados judíos que residían en la capital de los caldeos.

Con estos tres profetas, Dios abarcaba una vasta multitud de personas: con Jeremías cubría a los judíos que residían en Jerusalén antes y durante la cautividad, con Ezequiel ministraba a los judíos que habían sido llevados cautivos  a Babilonia y con Daniel cubría al pueblo y gobierno opresor.

Encontramos el impresionante capítulo 8 del profeta Ezequiel, donde explica la gran abominación de Israel en su pecado de idolatría. Esto se le explica al profeta Ezequiel por medio de una visión.

«Y aquella figura extendió la mano, y me tomó por las guedejas de mi cabeza…»: (guedejas= cabellera larga o melena). Cuando leemos este versículo, inmediatamente se nos viene a la mente una gran mano, que tiene colgado a Ezequiel por sus cabellos, pero realmente no es así. La expresión: «me tomó por el cabello, o por la melena, o por las guedejas» es una expresión idiomática de la lengua judía, que significa que la persona es tomada a través de su mente, a través de su espíritu, o dicho en palabras más sencillas, Dios tomó a Ezequiel a través de una visión desarrollada en su mente.

El profeta ve en esta visión a tres grupos de personas, en tres  diferentes lugares del templo:

El primer grupo es de 70 ancianos que están en una cámara dentro del templo; el segundo conjunto es un grupo de mujeres y ellas están a la entrada del templo; y el tercer grupo son 25 hombres que están en el atrio del templo.

 Me dijo luego: Entra, y ve las malvadas abominaciones que éstos hacen allí. 10 Entré, pues, y miré; y he aquí toda forma de reptiles y bestias abominables, y todos los ídolos de la casa de Israel, que estaban pintados en la pared por todo alrededor. 11 Y delante de ellos estaban setenta varones de los ancianos de la casa de Israel, y Jaazanías hijo de Safán en medio de ellos, cada uno con su incensario en su mano; y subía una nube espesa de incienso.

Ezequiel descubre un  lugar secreto dentro del templo, que se ocupaba para la idolatría a los dioses de las naciones paganas, y en este caso especialmente a los dioses egipcios, ya que los dioses con figuras de animales, eran mayoritariamente originarios de Egipto, pero se habían propagado en toda la región cananea.

Los adoradores eran un grupo de personas hipócritas, que temían o no deseaban ser vistos públicamente en su servicio de idolatría, por lo tanto se escondían dentro de una cámara del templo. Esta cámara era proporcionalmente grande con capacidad para más de 70 personas, y estaba sutilmente disfrazada detrás de un agujero hecho en la pared.  En el templo de Dios se estaban llevando a cabo secretamente servicios abominables de idolatría, por parte de las personas más espiritualmente encumbradas de la nación judía.  La crema y nata de la nación judía se reunían a escondidas; eran 70 ancianos. Este grupo no era el Sanedrín, ya que el Sanedrín fue instituido después de los 70 años de cautiverio en Babilonia.

¿Quiénes eran entonces estos 70 ancianos?

En el libro de Éxodo capítulo 24, encontramos un grupo de 70 ancianos que suben con Moisés al monte: «Y subieron Moisés y Aarón, Nadab y Abiú, y setenta de los ancianos de Israel; 10 y vieron al Dios de Israel; y había debajo de sus pies como un embaldosado de zafiro, semejante al cielo cuando está sereno. «

También en el libro de Números, capítulo 11 encontramos al grupo de 70 ancianos, que Dios pide a Moisés que seleccione, para depositar en ellos el mismo espíritu, que ya Moisés poseía: «16 Entonces Jehová dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. 17 Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y (lo) pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo.»

Los 70 ancianos eran representantes de todas las tribus de Israel, sobre estos ancianos había caído la responsabilidad de guardar una religión pura en medio del pueblo de Israel. Ellos, como Moisés, tenían la gran responsabilidad de dirigir al pueblo de Dios, tanto legislativamente, como espiritualmente.  En pocas palabras estos ancianos eran pastores que ministraban y eran jueces que juzgaban a Israel. 

Los 70 ancianos que una vez acompañaron a Moisés a la reunión secreta con Dios en el monte, los 70 ancianos que una vez pudieron contemplar la gran gloria de Dios, y que sirvieron de testigos de la alianza divina con el pueblo de Israel, ahora los encontramos secretamente adorando a ídolos en forma de animales. Estos 70 ancianos que alguna vez enseñaron en contra de la idolatría y que también combatieron la idolatría en Israel, ahora se habían convertido en sacerdotes idólatras, silenciosa e hipócritamente.

13 Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. 14 Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz.

Ahora Ezequiel es transportado afuera del templo, a la entrada del templo y allí encuentra a un grupo de mujeres llorando por Tamuz.

Aquí Ezequiel encuentra una manera extrema de idolatría pública y descarada. Esta es la única vez en la Biblia que se menciona a Tamuz. 

Otro nombre para este dios es Adonis o Adonías, que era un dios griego, pero los escritores de la Biblia decidieron usar su nombre traducido al babilonio que es Tamuz, ya que el nombre de Adonías en el mundo judío sólo se usa específicamente para Jehová el Señor. Ya sea en Babilonia bajo el nombre de Tamuz, o en Grecia bajo el nombre de Adonis, es el mismo dios, y se le rendía el mismo culto, tanto en Grecia, Siro-Fenicia, Media y Persa y también Babilonia. Ahora descubrimos que se le rendía culto también en Jerusalén, y nada más y nada menos que en la entrada del templo que le pertenecía Jehová.

Adonis, según la mitología griega, era el dios que fue muerto por un jabalí, pero volvió a la vida; mientras Adonis estaba muerto  su esposa la diosa Venus, lo lloraba amargamente.

Adonis representaba al sol, que en el hemisferio norte, suele ocultarse y ser muy débil durante el invierno (el jabalí representaba al invierno que mató a Adonis)  En las partes más nórdicas del hemisferio norte, el sol no sale por meses durante el invierno, y cuando vuelve a la vida, también no se oculta por meses; ante estas dos situaciones extremas, el hombre siempre prefiere los meses de luz, y no los meses de oscuridad. Esto se puede experimentar por ejemplo en Barrow, la región más al norte de Alaska en los Estados Unidos de Norte América.

El sol comienza a perder sus fuerzas después del 21 de junio, que es el día más pronunciado y largo del sol sobre la tierra en el hemisferio norte. A esto se le llama el solsticio de verano.  La palabra SOLSTICIO proviene de las raíces latinas: SOL y  SISTERE; esta última significa «permanecer quieto.» Del 26 de junio en adelante el sol comienza a debilitarse, y los días comienzan a acortarse, hasta que llega a su día más corto en el año, que es el 21 de diciembre. A esto se le llama el «solsticio de invierno»  Así «permanece quieto» el sol, en  estado «de muerto» por tres días; el 21, el 22 y el 23, hasta que el día  24 de diciembre vuelve a renacer, comenzando su lucha por vencer al invierno poco a poco, y va alargando sus días lenta y gradualmente. El 24 de diciembre es el nacimiento del niño dios Tamuz, o el niño dios Adonis, pero no es el día de nacimiento del Niño Dios Jesús. 

«Endechar a Tamuz o Adonis» era un servicio religioso, que comenzaba muy tristemente con el llanto de las mujeres por la muerte de Adonis, pero después le seguía un servicio de extremada alegría cuando Adonis volvía a la vida. Esta alegría se convertía en una fiesta, en la que las mujeres se terminaban prostituyendo en honor a los vivificantes poderes de Adonis y aquello se convertía en una orgía desenfrenada donde tomaban participación todos los asistentes. A los judíos no solamente inclinarse ante un ídolo era lo que les gustaba; realmente lo que les gustaba eran todas las actividades desenfrenadas que se llevaban a cabo en los servicios idolátricos; había música, había comida, había bebida y había mucho sexo realizado públicamente, y todos eran libres de participar.

Hasta este momento Ezequiel ha visto en su visión los extremos de la idolatría, ha visto a los 70 ancianos adorar a imágenes en una recámara secreta del templo, y también ha visto la prostitución celebrarse públicamente a  la entrada del templo en honor a Tamuz.

16 Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.

Ezequiel es llevado al «atrio de los sacerdotes» y éste era el mismo lugar donde se ofrecían los sacrificios a Jehová para la sanación y para el perdón del pueblo. Allí había 25 hombres con sus espaldas al templo y sus rostros hacia el oriente donde el sol nace. Esta manera de adorar coincidía con la manera de los caldeos, de los medos, de los persas y de otras naciones que tenían al sol como un dios.  Daniel, que estaba en Babilonia, abría las ventanas de su casa y se postraba en dirección a Jerusalén donde estaba el templo para adorar; estos 25 hombres que estaban en Jerusalén se postraban con sus espaldas al templo y su rostro hacia el oriente para adorar al dios sol.

Ezequiel no dice que estos 25 hombres eran los sacerdotes del templo, pero posiblemente estos 25 hombres que estaban en el atrio de los sacerdotes, eran el sumo sacerdote más los 24 sacerdotes representantes del cuerpo sacerdotal del templo, cuya descripción podemos encontrar en 1 Crónicas 24: 4 al 19.

En nuestros días modernos no estamos lejos de los babilonios, persas, griegos o del mismo judío apóstata. Hoy también tenemos recámaras secretas donde tenemos y adoramos a nuestros dioses.

Posiblemente estamos adorando al dios Baal, pero hoy Baal se disfraza con la adoración a las grandezas, a los lujos, a la comodidad  y a los éxitos terrenales.

Posiblemente en nuestras recámaras tenemos y adoramos a Astarté, la diosa de la lujuria; la lujuria es el deseo sexual desordenado e incontrolable, ante la cual sacrificamos nuestra salud, grandes fortunas, perdemos amistades y sacrificamos nuestra nobleza y pureza sexual y espiritual.

Posiblemente adoramos al dios Mamón: con nuestros propósitos ambiciosos, con nuestro trabajo incesante, con nuestra sed de fama y reconocimiento, estamos trabajando con todo lo que nuestras fuerzas nos permiten, solamente para lograr almacenar riquezas y así obtener un lugar de reconocimiento en la sociedad.

Posiblemente sacrificamos a nuestros hijos al dios Moloch; sacrificamos su felicidad y su crecimiento espiritual cuando no dedicamos tiempo de calidad para interactuar con ellos en el temor de Dios. Sacrificamos a nuestros niños en el altar de la sociedad, en el altar de las modas, en el altar de los entretenimientos mundanales, en el altar de la alcahuetería y la falta de corrección. Hay algunas personas que literalmente sacrifican a sus hijos a Moloch por medio del aborto, y hay naciones enteras que han hecho del aborto un pecado «legal”.

Hoy como en los tiempos antiguos somos un pueblo idólatra, hoy como en los tiempos antiguos estamos al borde de la destrucción.

Fue Nabucodonosor quien exterminó la idolatría de los pueblos antiguos. En Jeremías 43 leemos lo siguiente:

 10 y diles: Así ha dicho Jehová de los ejércitos, Dios de Israel: He aquí yo enviaré y tomaré a Nabucodonosor rey de Babilonia, mi siervo, y pondré su trono sobre estas piedras que he escondido, y extenderá su pabellón sobre ellas. 11 Y vendrá y asolará la tierra de Egipto; los que a muerte, a muerte, y los que a cautiverio, a cautiverio, y los que a espada, a espada. 12 Y pondrá fuego a los templos de los dioses de Egipto y los quemará, y a ellos los llevará cautivos; y limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y saldrá de allá en paz. 13 Además quebrará las estatuas de Bet-semes, que está en tierra de Egipto, y los templos de los dioses de Egipto quemará a fuego. Jeremías 43

Dios llama «mi siervo» a Nabucodonosor. Nabucodonosor fue todo lo contrario de los israelitas, los israelitas no siguieron la orden de Dios de destruir el mundo cananeo idólatra, Nabucodonosor sí siguió al pie de la letra las indicaciones de Dios en la destrucción de los pueblos que practicaban la idolatría, incluyendo al pueblo elegido de Dios, representado entonces por Israel y Judá.

Los egipcios tenían muchos hermosos e imponentes templos, que no siempre podían ser quemados, debido al material con el cual estaban construidos, alguna versiones bíblicas incluyendo la versión «Sagradas Escrituras de 1569» dice:  «Y pondré fuego a las casas de los dioses de Egipto; y las quemará», denotando así que la mano de Dios estaba en contra de estos templos; era Dios quien iba a prender fuego a estas estructuras que para el hombre era difícil quemar.

13 Además quebrará las estatuas de Bet-semes, que está(n) en tierra de Egipto,

La versión bíblica de los 70 dice: «13-y quebrará los pilares de Heliópolis, que están en On» 

On era la ciudad donde se adoraba precisamente al dios sol, y en Génesis 41: 45 ya encontramos esta ciudad:  45 Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On…» 

A la ciudad de On  se le cambió nombre; su nuevo nombre llegó a ser Bet-semes que significa «el hogar del sol».

De las imágenes o pilares de Bet-semes se lograron preservar solamente 2 obeliscos, estos obeliscos tienen una altura de 68 pies o 20.70 metros. Uno de estos obeliscos sobrevivientes de Bet-semes «el hogar del sol», fue traído a Italia, y se encuentra en Roma, al centro de la famosa plaza de San Pedro; hay que recordar que la plaza de San Pedro es también un homenaje al dios sol; este obelisco está en frente de la catedral de San Pedro.  Aquí está una foto para ustedes.

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La Biblia no confirma la destrucción de los egipcios por mano de Nabucodonosor, pero la historia sí lo hace. De acuerdo con los historiadores de Arabia, ellos dicen que Egipto fue devastada por Nabucodonosor, y toda la destrucción de acuerdo con ellos, fue por culpa del faraón, por haber dado asilo y protección a los judíos que venían huyendo de Judá. De acuerdo con estos historiadores, Egipto permaneció desolada por 40 años.

Por el otro lado los historiadores judíos afirman, que cinco años después de la destrucción de Jerusalén, Nabucodonosor condujo su ejército en contra de Moab y Amón. 

Con la exterminación de  Amón y Moab, Nabucodonosor estaba exterminando totalmente la idolatría de los pueblos cananeos. Después de la destrucción de Moab y de Amón, Nabucodonosor marchó en contra de Egipto, para que se cumpliera la profecía que decía: «y limpiará la tierra de Egipto, como el pastor limpia su capa, y saldrá de allá en paz».

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Hay muchos que testifican diariamente: Yo no estoy cambiado en el carácter, solamente en teoría… Todos pueden lograr la corona de victoria mediante la fe pero muchos no quieren luchar cuerpo a cuerpo con su propia índole imperfecta. Conservan atributos que los hacen odiosos a Dios. Diariamente están violando los principios de su santa ley. Si tan solo todos quisieran aprender la sencilla lección de que deben tomar y llevar el yugo de Cristo y aprender del gran Maestro la mansedumbre y humildad de corazón, cumplirían mejor su pacto de amar a Dios sobre todas las cosas y a su prójimo como a sí mismos… Deben comenzar por el principio mismo. Cristo dice: “Tomad mi yugo de restricción y obediencia sobre vosotros, y aprended de mí… El corazón será entonces hecho recto para con Dios mediante el poder creador de Cristo. Siendo participantes de la naturaleza divina son transformados…

La obra renovadora y transformadora debe comenzar en el corazón del cual mana la vida… Te ruego, por el amor de Cristo, no te detengas a mitad de camino sino prosigue, prosigue. Avanza hacia la perfección de los logros cristianos. No dejes nada inseguro. Ten sumo cuidado. Recuerda que eres responsable de no representar mal a Cristo en carácter. No hagamos que, por nuestros defectos, otros practiquen los mismos pecados (En los lugares celestiales, p. 164).

El mundo no puede conocer a Dios en su sabiduría humana. Sus sabios obtienen un conocimiento imperfecto de Dios, de sus obras creadas, y luego, en su necedad, exaltan la naturaleza y sus leyes por encima del Dios de la naturaleza. Los que no tienen un conocimiento de Dios mediante la aceptación de la revelación que ha hecho de sí mismo en Cristo, obtendrán solamente un conocimiento imperfecto de él en la naturaleza, y ese conocimiento, lejos de dar conceptos elevados de Dios y de colocar a todo el ser en conformidad con la voluntad divina, convierte a los hombres en idólatras. Profesando ser sabios, se hacen necios.

Los que creen que pueden obtener un conocimiento de Dios aislados de su Representante, a quien la Palabra declara “la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3), necesitarán reconocerse como necios ante sí mismos antes de que puedan ser sabios. Es imposible obtener un perfecto conocimiento de Dios por la naturaleza sola, pues la naturaleza en sí es imperfecta. En su imperfección, no puede representar a Dios, no puede revelar el carácter de Dios en su perfección moral. Pero Cristo vino como un Salvador personal para el mundo. Representó a un Dios personal. Como un Salvador personal, ascendió a lo alto y vendrá otra vez como ascendió al cielo: como Salvador personal. Es la expresa imagen de la sustancia del Padre. “En él habita corporalmente la plenitud de la Deidad” (Colosenses 2:9) (Mensajes selectos, t. 1, pp. 346, 347).

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Miércoles 18 de octubre // Lección 3________________________________________________

LO QUE TIENEN EN COMÚN JUDÍOS Y GENTILES

En Romanos 1, Pablo se refiere específicamente a los pecados de los gentiles, los paganos, los que habían perdido de vista a Dios hacía mucho tiempo y, por lo tanto, habían caído en las prácticas más degradantes.

Pero él tampoco iba a permitir que su propio pueblo, sus propios compatriotas, se salieran con la suya. A pesar de todas las ventajas que habían recibido (Rom. 3:1, 2), ellos también eran pecadores, condenados por la Ley de Dios y necesitados de la gracia salvadora de Cristo. En ese sentido, en el hecho de ser pecadores, de haber violado la Ley de Dios y de necesitar la gracia divina para la salvación, los judíos y los gentiles eran iguales.

Lee Romanos 2:1 al 3, y 17 al 24. ¿Contra qué advierte Pablo? ¿Qué lección deberíamos aprender todos, judíos o gentiles, de esta advertencia?

Romanos 2:1-3

1 Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.  Mas sabemos que el juicio de Dios contra los que practican tales cosas es según verdad.  ¿Y piensas esto, oh hombre, tú que juzgas a los que tal hacen, y haces lo mismo, que tú escaparás del juicio de Dios?

Romanos 2:17-24

17 He aquí, tú tienes el sobrenombre de judío, y te apoyas en la ley, y te glorías en Dios,  18 y conoces su voluntad, e instruido por la ley apruebas lo mejor,  19 y confías en que eres guía de los ciegos, luz de los que están en tinieblas,  20 instructor de los indoctos, maestro de niños, que tienes en la ley la forma de la ciencia y de la verdad.  21 Tú, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú que predicas que no se ha de hurtar, ¿hurtas?  22 Tú que dices que no se ha de adulterar, ¿adulteras? Tú que abominas de los ídolos, ¿cometes sacrilegio?  23 Tú que te jactas de la ley, ¿con infracción de la ley deshonras a Dios?  24 Porque como está escrito, el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros.

“Después de que el apóstol ha demostrado que todos los paganos son pecadores, ahora muestra, de manera especial y más enfática, que también los judíos viven en pecado, sobre todo porque obedecen la Ley solo exteriormente; es decir, según la letra y no de acuerdo con el espíritu”.–M. Lutero, Commentary on Romans, p. 61.

Con frecuencia es demasiado fácil ver y señalar los pecados de los demás. Sin embargo, ¿cuán a menudo somos culpables de cosas similares o aún peores? El problema es que tendemos a hacer “la vista gorda” con nosotros mismos, o logramos sentirnos mejor mirando lo mal que están otros en comparación con nosotros.

Pablo no quiere tener nada que ver con eso. Les advierte a sus compatriotas que no se apresuren a juzgar a los gentiles, porque ellos mismos, los judíos, incluso como pueblo escogido, eran pecadores. En algunos casos eran aún más culpables que los paganos a quienes condenaban tan rápidamente; por ser judíos, ellos habían recibido más luz que los gentiles.

La observación de Pablo en todo esto es que ninguno de nosotros es justo, ninguno de nosotros cumple el estándar divino, ninguno de nosotros es innatamente bueno o inherentemente santo. Judíos o gentiles, hombres o mujeres, ricos o pobres, temerosos de Dios o rechazados por Dios, todos somos condenados. Y, si no fuera por la gracia de Dios revelada en el evangelio, no habría esperanza para ninguno de nosotros.

¿Con qué frecuencia, aunque solo sea en tu propia mente, condenas a los demás por cosas de las que tú mismo eres culpable? Si prestas atención a lo que Pablo escribió aquí, ¿cómo puedes cambiar?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

-El pecado es una terrible pérdida de precioso tiempo

-El pecado es algo inservible

-El pecado termina haciéndonos daños y también hace daños a quienes nos rodean

-El pecado es un impedimento serio para conseguir las bendiciones de Dios

-El pecado nos conduce en dirección contraria a la de la vida cristiana

-Al final el pecado nos priva de la vida eterna

«Desechando, pues, toda malicia, todo engaño, hipocresía, envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.» (1Pedro  2)

La palabra detracción, religiosamente hablando, es sencillamente murmuración, crítica o calumnia. La detracción es, en otras palabras, el hecho de hablar mal de otros, a espaldas de ellos.

El engaño o la mentira, tiene que ver en la relación del hombre con el hombre. El engaño puede estar presente en todos los negocios del hombre, como por ejemplo en la compra, en la venta, arrendamientos, empleadores y pagos a empleados, préstamos, trabajos, asociaciones, etc.

El engaño o la mentira, es uno de los pecados más comunes que pueden existir en el ser humano, y además es también uno de los pecados que más afectan a los miembros de nuestra iglesia. El quebrantamiento del día sábado, la mentira y el adulterio, son los tres pecados que dejarán a muchos fuera de la lista divina de la salvación.

La lengua es uno de los miembros de nuestro cuerpo que muchas veces descuidamos totalmente. Algunas de nuestras iglesias pueden estar llenas de problemas por causa del chisme, la murmuración y las habladurías de parte de miembros de iglesia en general. Como maestros de Escuela Sabática y hermanos en Cristo, es nuestro deber y privilegio ayudar a tales personas y orar por ellas, para que se arrepientan. 

Muchas veces sin dudarlo, borramos de los libros de la iglesia a un miembro por fornicación, adulterio y homicidio, pero nunca borramos a una persona por detracción, por ser chismoso(a). Pero mantengamos presente que la meta divina no es borrar ni excomulgar, sino salvar.

«Salva a tus prójimos, Cristo te ayuda; fuerza de Dios será tuya en verdad. Él te bendecirá en tus esfuerzos; con él disfrutarás la eternidad.» (Himnario Adventista, 558)

Dios lo compara con la mentira, la murmuración, la calumnia y el chisme con la misma gravedad del asesinato, el adulterio y la fornicación.

En el antiguo Israel, Dios destruyó más gentes por murmuración que por cualquier otro pecado.

Dios castiga, sentencia y condena de igual manera a una persona si su pecado es fornicación, adulterio, asesinato, murmuración, mentira o insulto.

20 Pues me temo que cuando llegue, no os halle tales como quiero, y yo sea hallado de vosotros cual no queréis; que haya entre vosotros contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias, desórdenes; 21 que cuando vuelva, me humille Dios entre vosotros, y quizá tenga que llorar por muchos de los que antes han pecado, y no se han arrepentido de la inmundicia y fornicación y lascivia que han cometido. 2 Corintios 12

10 para los fornicarios, para los sodomitas, para los secuestradores, para los mentirosos y perjuros, y para cuanto se oponga a la sana doctrina, 1 Timoteo 1

Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno. Santiago 3

Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y homicidas, los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la muerte segunda. Apocalipsis 21

¡Qué estricto será el juicio celestial sobre el manejo de nuestras palabras! Hay un dicho muy interesante que se usa en los juicios que se celebran en las cortes de la tierra, y este dicho realmente es un versículo de la Biblia, que pronunció Jesús y dice: «Por tus palabras (habladas la persona) serás justificado o condenado».  Cualquier palabra mal dicha o pronunciada descuidadamente, testificará en contra del humano en el día del juicio. Dios no sólo escucha lo que hablamos en la iglesia el día sábado.

He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo. Mirad también las naves; aunque tan grandes, y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón por donde el que las gobierna quiere. Así también la lengua es un miembro pequeño, pero se jacta de grandes cosas. He aquí, ¡cuán grande bosque enciende un pequeño fuego! Santiago 3

El apóstol Santiago presenta dos instrumentos en su pensamiento: un freno de caballo y el timón de un barco. Interesantemente, ambos instrumentos tienen que ver con conducción y dirección.

Los dos instrumentos enfatizan el tamaño exagerado de lo que logran controlar; una pequeña pieza de metal logra controlar al animal salvaje más grande que posiblemente el hombre haya logrado domesticar; y un pequeño timón logra conducir a un gran barco. Los dos ejemplos representan menos del uno por ciento en tamaño de lo que logran controlar.

En la autopsia que se realizó a 121 cadáveres, de hombres, mujeres y niños, se llegó a la conclusión de que la lengua representa una décima parte de un 1% del tamaño del cuerpo humano, o sea el 0.1% de la masa del cuerpo humano. Aún siendo tan pequeño este miembro del cuerpo, puede meternos en los más grandes problemas de nuestras vidas e inclusive podemos llegar a perder la vida, tanto la vida terrenal como la vida eterna, si no logramos controlarlo.

El Creador capacitó al hombre para hacer de la lengua un gran instrumento, tanto para el bien como para el mal. Muchos han encontrado la muerte por tener una lengua que habla falsedades, y muchos han mandado a otros a la muerte, también por una lengua que habla falsedades. De la misma manera muchos se han salvado por tener una lengua gentil, controlada y que habla verdad; además, muchos han sido salvados por otros gracias al testimonio dado por una lengua justa y verdadera.

La lengua es una gran bendición. El don del habla es uno de los más hermosos dones que Dios ha dado a la humanidad. El mundo animal no cuenta con este gran don. Con este don el humano puede pronunciar las más hermosas alabanzas a un Dios Creador, también se puede expresar la alegría de la naturaleza, se puede transmitir el hermoso mundo de la poesía, se puede expresar el sentido común entre los humanos y transmitir los conocimientos de generación a generación.

La lengua nunca habla por hablar, la lengua habla de la abundancia del corazón; a través de la lengua se le hace propaganda a un corazón saludable y bueno o a un corazón enfermizo, corrompido y malo.

-Las palabras ociosas hablan de un corazón que nunca fue cultivado

-Las palabras severas denuncian un corazón salvaje y malicioso

-Las palabras encolerizadas denuncian un corazón lleno de fuego infernal

-Las palabras jactanciosas denuncian un corazón arrogante

-Las palabras susurradas denuncian un corazón traicionero

-Las palabras falsas denuncian a un corazón mentiroso.

La lengua puede ser sanada solamente contemplando a Jesucristo, quien es el Autor y el Consumador de nuestra fe, solamente estudiando su excelencia y obteniendo su Santo Espíritu; es la única manera en que nuestra lengua puede llegar a ser fuente de consejería, fuente de bendiciones y fuente de salvación.

«2 desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación, si es que habéis gustado la benignidad del Señor.» (1 Pedro 2)

La Palabra de Dios es comparada con la leche; posiblemente por la dulzura de lo que representa la leche a un recién nacido, igualmente dulce es la Palabra de Dios a un recién convertido.

La leche es un alimento para ricos y pobres; lo mismo es la Palabra de Dios, es un alimento espiritual para todo el mundo.

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. (Mateo 7)

“ ‘No juzguéis, para que no seáis juzgados’. No os estiméis mejores que los demás ni os erijáis en sus jueces. Ya que no podéis discernir los motivos, no podéis juzgar a otro. Si lo criticáis, estáis fallando sobre vuestro propio caso; porque demostráis ser partícipes con Satanás, el acusador de los hermanos. El Señor dice: ‘Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe; probaos a vosotros mismos’. Tal es nuestra obra” (DTG 280, 281).

Cuando Jesús propuso a su audiencia que no juzgara, planteó dos puntos importantes. El primero es que juzgamos a otros porque hacemos exactamente las mismas cosas que estamos condenando. Distraemos nuestra atención y nos aseguramos de que todos los que nos rodean estén mirando a la persona que condenamos, en vez de mirarnos a nosotros.

El otro punto que Jesús plantea es que, a menudo, el problema que vemos en nuestro hermano es sólo una fracción del tamaño de un propio problema del que, tal vez, no nos damos cuenta que tenemos. Es muy fácil para nosotros ver un pedacito de aserrín en el ojo del otro, pero somos incapaces de ver la gran viga de madera que tenemos en el nuestro.

Muchos de nosotros padecemos del terrible pecado de Juzgar.

En el mundo encontramos diversas leyes; entre las más comunes tenemos: leyes de tránsito, leyes marinas, leyes de bancarrota, leyes de negocios, leyes de derechos civiles, leyes criminales, leyes de entretenimiento, leyes del medio ambiente, leyes de la familia, leyes de salud, leyes de migración, leyes de propiedad intelectual, leyes laborales, leyes militares, leyes de daños personales, leyes de bienes y raíces, leyes de impuestos, etc.

Todas estas leyes son hechas por humanos con el propósito de poner orden y respeto en la tierra. Pero entre todas estas leyes, tenemos una Ley suprema, cuyo Dueño o Dador el Dios supremo. Es una Ley especial, porque abarca todo nuestro mundo, todos los países, todas las razas, todos los idiomas, todas las edades, todas las materias, y todos los problemas; es una ley para la conciencia.

En la dieta de Wittenberg, Alemania, en los días de Martín Lutero, los príncipes alemanes crearon un pensamiento grandioso, profundo, universal ¿por qué no decirlo? Pienso que fue inspirado divinamente; ese pensamiento fue: «En asuntos de conciencia no hay mayoría». La ley de Dios es una ley para la mayoría, es una ley dictada a la conciencia, nadie se escapa de esta ley, nadie se puede esconder de esta ley, tampoco se puede esconder de su Creador, el Legislador universal.

El derecho que tiene Dios sobre su ley es incuestionable, tiene el poder para hacer cumplir la ley, tiene poder para salvar, tiene el poder para premiar al que observa fielmente su ley y también tiene el poder para destruir al quebrantador de su ley.

Dios es perfecto; de igual manera, su ley es perfecta y su juicio es perfecto.

Es tiempo de que paremos de hablar de nuestros hermanos, de censurarlos y de condenarlos. Es suficiente con la ley suprema de Dios, que nos juzga a todos los humanos. Es tiempo ya de que paremos de poner nuestras propias medidas, nociones u opiniones para dirigir o juzgar a otros; para eso está la ley perfecta, con su Dueño perfecto, que nos juzga perfectamente.

La palabra griega KATALALEO, en castellano podría traducirse como MURMURACIÓN; significa hablar en contra de una persona en forma destructiva. Esto incluye ataques verbales, hablar a sus espaldas y falsas acusaciones. 

Hay tres razones por las que nosotros no podemos juzgar a nuestros hermanos:

Primera razón: Porque somos hermanos.

Debido a que los cristianos somos hermanos, no podemos murmurar ni hablar en contra de ninguno de ellos. Si no podemos hablar bien de ellos, es mejor que no digamos absolutamente nada. No podemos encontrar placer en exponer los errores de nadie divulgando cosas que son secretas, no podemos exagerar los errores de nadie presentando de esa manera una imagen falsa, y mucho menos podemos inventar historias, dañando de esa manera la reputación de personas inocentes.

Segunda razón por la cual no podemos juzgar a nuestros hermanos es porque, al hacerlo juzgamos la ley.

¿Cómo es posible que juzguemos a la ley? Santiago dice que nosotros somos «hacedores de la ley»; en pocas palabras, somos guardadores –no juzgadores- de la ley. Cuando aceptamos la gracia de Dios, nos ponemos voluntariamente bajo la ley de Cristo, que es una ley de amor y misericordia. Cuando juzgamos a nuestros hermanos, nos colocamos como jueces por encima de la ley. Al colocarnos como jueces sobre la ley, despreciamos la ley, ya que dejamos de ser guardadores, y tomamos el papel de jueces que sólo corresponde a Dios.

En el Antiguo Testamento se nos dice: «16 No andarás chismeando entre tu pueblo…» Levítico 19; y en el Nuevo Testamento se nos dice: «No juzguéis, para que no seáis juzgados.» (Mateo 7:1)

La Biblia dice: «La ley de Jehová es perfecta» Si alguien ha quebrantado esa ley perfecta, tiene que ser juzgado por el perfecto Dador de la ley, que es un Dios perfecto. Nosotros no podemos juzgarlos, porque somos imperfectos y también somos quebrantadores de la ley. Todos aquellos que estamos prestos para servir de jueces, somos los que más fallamos en la obedecer la ley.

Tercera razón por la cual no podemos juzgar a nuestros hermanos: Dios es el dador de la ley –Legislador-, Dueño de la ley y también el Juez.

Dios se ha reservado para él y él solo, el derecho y el poder de dictar la sentencia final sobre aquellos que quebrantamos la ley.

Cuando juzgamos a otra persona estamos tratando de tomar el puesto de Dios; estamos intentando tomar el control, así como Dios está en el control. Este ha sido el deseo de rebelión del hombre desde que la serpiente le dijo a Eva: «…el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como Dios, sabiendo el bien y el mal.» Nuestro pecado de juzgar es un atentado no solamente de colocarnos por encima de la ley, sino de ponernos por encima del Dador de la ley.

 

 

ESPÍRITU DE PROFECÍA

No os consideréis como normas. No hagáis de vuestras opiniones y vuestros conceptos del deber, de vuestras interpretaciones de las Escrituras, un criterio para los demás, ni los condenéis si no alcanzan a vuestro ideal. No censuréis a los demás; no hagáis suposiciones acerca de sus motivos ni los juzguéis.

“No juzguéis nada antes de tiempo, hasta que venga el Señor, el cual aclarará también lo oculto de las tinieblas, y manifestará las intenciones de los corazones” (1 Corintios 4:5). No podemos leer el corazón. Por ser imperfectos, no somos competentes para juzgar a otros. A causa de sus limitaciones, el hombre solo puede juzgar por las apariencias. Únicamente a Dios, quien conoce los motivos secretos de los actos y trata a cada uno con amor y compasión, le corresponde decidir el caso de cada alma (El discurso maestro de Jesucristo, pp. 105, 106).

¿Tú, que te jactas de la ley, con infracción de la ley deshonras a Dios? Porque el nombre de Dios es blasfemado por causa de vosotros entre los Gentiles, como está escrito. Romanos 2:23, 24.

“Todos los que se unen a la iglesia pero no están unidos al Señor, manifestarán con el tiempo su verdadero carácter. ‘Por sus frutos los conoceréis.’ Los preciosos frutos de bondad, templanza, paciencia, piedad, amor y caridad, no aparecen en sus vidas… Dios queda deshonrado ante el mundo por los tales…

“Satanás sabe que éstos son sus mejores agentes, porque sus corazones y vidas no están transformados, y sus obras revelan tan notable contraste con lo que profesan, que son una piedra de tropiezo para los incrédulos y un motivo de prueba para los creyentes…

“¡Qué cuenta tendrán que rendir en el día del ajuste final los que profesan guardar los mandamientos de Dios, mientras sus vidas desmienten su profesión, porque no llevan buenos frutos!” (La fe por la cual vivo, p. 94).

Disponemos solamente de un día a la vez, y en él hemos de vivir para Dios. Por ese solo día, mediante el servicio consagrado, hemos de confiar en la mano de Cristo todos nuestros planes y propósitos, depositando en él todas las cuitas, porque él cuida de nosotros. “Yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. “En descanso y en reposo seréis salvos; en quietud y en confianza será vuestra fortaleza”. Jeremías 29:11; Isaías 30:15.

Si buscamos a Dios y nos convertimos cada día; si voluntariamente escogemos ser libres y felices en Dios; si con alegría en el corazón respondemos a su llamamiento y llevamos el yugo de Cristo —que es yugo de obediencia y de servicio—, todas nuestras murmuraciones serán acalladas, todas las dificultades se alejarán, y quedarán resueltos todos los problemas complejos que ahora nos acongojan (El discurso maestro de Jesucristo, p. 86).

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Lección 3 // Jueves 19 de octubre____________________________________________________

EL EVANGELIO Y EL ARREPENTIMIENTO

“¿Menosprecias las riquezas de su benignidad, paciencia y longanimidad, ignorando que su benignidad te guía al arrepentimiento? (Rom. 2:4). ¿Qué mensaje tenemos aquí relacionado con el tema del arrepentimiento?

Debemos observar que la bondad de Dios no fuerza, sino que guía a los pecadores al arrepentimiento. Dios no usa la coerción. Es infinitamente paciente y busca atraer a todos mediante su amor. Un arrepentimiento forzado destruiría todo su propósito, ¿verdad? Si Dios forzara el arrepentimiento, entonces, ¿no serían todos salvos? Pues ¿por qué obligaría a algunos a arrepentirse y no a otros? El arrepentimiento debe ser un acto de libre albedrío, que responda a la obra del Espíritu Santo en nuestra vida. Sí, el arrepentimiento es un don de Dios, pero tenemos que estar preparados y dispuestos a recibirlo, una decisión que solo nosotros podemos tomar personalmente.

¿Qué ocurre con los que se resisten al amor de Dios, se niegan a arrepentirse y siguen desobedeciendo? Rom. 2:5-10.

Romanos 2:5-10

Pero por tu dureza y por tu corazón no arrepentido, atesoras para ti mismo ira para el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios,  el cual pagará a cada uno conforme a sus obras:  vida eterna a los que, perseverando en bien hacer, buscan gloria y honra e inmortalidad,  pero ira y enojo a los que son contenciosos y no obedecen a la verdad, sino que obedecen a la injusticia;  tribulación y angustia sobre todo ser humano que hace lo malo, el judío primeramente y también el griego,  10 pero gloria y honra y paz a todo el que hace lo bueno, al judío primeramente y también al griego;

En Romanos 2:5 al 10, y frecuentemente a lo largo de todo el libro de Romanos, Pablo enfatiza el lugar de las buenas obras. Nunca se debe interpretar la justificación por fe sin las obras de la Ley en el sentido de que las buenas obras no tienen lugar en la vida cristiana. Por ejemplo, en Romanos 2:7 se dice que la salvación la obtienen los que la buscan “perseverando en bien hacer”. Aunque el esfuerzo humano no puede dar salvación, es parte de toda la experiencia de salvación. Es difícil ver que alguien que lee la Biblia se salga con la idea de que las obras y los actos no importan para nada. El verdadero arrepentimiento, el que surge voluntariamente del corazón, siempre vendrá seguido de la determinación de vencer y de dejar de lado aquello de lo que debemos arrepentirnos.

¿Cuán a menudo asumes una actitud de arrepentimiento? ¿Eres sincero o solo tiendes a sacudirte las faltas, los defectos y los pecados? Si es esto último, ¿cómo puedes cambiar? ¿Por qué deberías cambiar?

COMENTARIO DE LA LECCIÓN

¿Qué hacemos con un hermano de la iglesia cuando éste tiene necesidades materiales?  Las palabras no son suficientes.

 Para entender la relación entre la fe y las obras, uno de los mejores libros que habla sobre este tema es el libro de Santiago:

14 Hermanos míos, ¿de qué aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene obras? ¿Podrá la fe salvarle? 15 Y si un hermano o una hermana están desnudos, y tienen necesidad del mantenimiento de cada día, 16 y alguno de vosotros les dice: Id en paz, calentaos y saciaos, pero no les dais las cosas que son necesarias para el cuerpo, ¿de qué aprovecha? 17 Así también la fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma. 18 Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras. 19 Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan. 20 ¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? 21 ¿No fue justificado por las obras Abraham nuestro padre, cuando ofreció a su hijo Isaac sobre el altar?22 ¿No ves que la fe actuó juntamente con sus obras, y que la fe se perfeccionó por las obras? 23 Y se cumplió la Escritura que dice: Abraham creyó a Dios, y le fue contado por justicia, y fue llamado amigo de Dios. 24 Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por las obras, y no solamente por la fe. 25 Asimismo también Rahab la ramera, ¿no fue justificada por obras, cuando recibió a los mensajeros y los envió por otro camino? 26 Porque como el cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta. (Santiago 2)

Por supuesto, las necesidades pueden no tener fin, y no podemos atender todas. Pero hay un principio llamado “el poder de uno”. Nosotros somos las manos y los pies de Jesús, y podemos ayudar a otros a razón de una persona a la vez. De hecho, esa es la manera en que Jesús generalmente actuaba.

En Marcos 5:22 al 34 encontramos a un hombre cuya hija estaba enferma, que pidió ayuda a Jesús. En esa misma ocasión, una mujer se acercó a Jesús desde atrás y tocó su vestimenta. Después de ser sanada, Jesús podría haber seguido su camino y la mujer se habría ido feliz. Pero Jesús sabía que ella necesitaba más que la sanidad física. Así que, se detuvo, y se tomó el tiempo necesario para que todos pudieran aprender a ser testigos de Jesús, a compartir así como a recibir. Luego dijo las mismas palabras de Santiago: “Vé en paz” Pero, a diferencia de las palabras en Santiago, en este caso tenían un significado especial.

Cuando reconocemos una necesidad pero no hacemos nada acerca de ella, perdemos la oportunidad de ejercer fe. La fe se debilita y muere un poco. Por eso, la fe sin obras muere.

Encontramos muchas iglesias y personas, que predican solamente la justificación por la fe, mientras que otras predican solamente la justificación por las obras

Muchas veces escuchamos las frases: «justificación por la fe» y «justificación por las obras». ¿Qué es realmente la justificación por la fe y la justificación por las obras?

La justificación por la fe es el acto de creer. Un ejemplo de esto es el perdón: Somos perdonados porque confesamos nuestros pecados y creemos que somos perdonados. Esto es precisamente la justificación por la fe. La justificación por la fe es sencillamente el acto de creer: creer que Jesús murió por mí, creer que él está en el cielo, y creer que seremos salvos.

Entonces encontramos religiones y personas que predican «solamente» la justificación por la fe, y se convierten en personas con una religión liviana, gracia barata, algo demasiado fácil de llevar. Acomodan el evangelio a las necesidades de su vida o a su forma de vivir. Creen que para ser salvo lo único que hay que hacer es creer, y no hay que hacer nada más. Esto es una fe muerta. Sostienen que todo lo que se hace por Dios o por la vida espiritual, no importa cuán bien se intente hacer, siempre está manchada de pecado y de nada sirve esforzarse tanto.

Por el otro lado encontramos personas y religiones que predican «solamente»  la justificación por las obras. Ellos dicen: Es verdad que Dios nos salva, pero nosotros tenemos que poner de nuestra parte y mostrarle a Dios nuestro deseo de ser salvos haciendo buenas obras aquí en la tierra.

Se convierten de esta manera en iglesias o personas que tienen una religión exterior; lo que está pasando en el interior de sus vidas no importa tanto, pero sí importa la apariencia o lo exterior.

Recuerdo que cuando era niño, hubo un tiempo en que alguien nos dijo que en el Club de Conquistadores teníamos que hacer un nudo al pañuelo del uniforme por cada buena acción que realizáramos.

Ese domingo, que era el día del club, muchos nos levantábamos temprano para buscar  buenas obras para hacer, con el fin de poder llevar un pañuelo lleno de nudos, símbolo de nuestras buenas acciones. ¿Qué estaba pasando en el interior de nuestras vidas? Eso no importaba mucho, lo importante era que el exterior se viera atractivo. Esto es justificación por las obras. (Por supuesto, esa no era la enseñanza oficial de la Iglesia, sino la estrategia personal de un entusiasta líder local.)

Santiago está tratando de enseñarnos que la fe y las obras nunca pueden ir separadas. La fe sin obras es muerta. En un matrimonio espiritual, inseparable, si deseamos tener una religión verdadera.

Para entender esto vamos a tomar el caso de Noé:

Por la fe Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas que aún no se veían, con temor preparó el arca en que su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Hebreos 11

Si Noé hubiera creído, y no se hubiera puesto a trabajar en lo que creyó, hubiera perecido como los demás. Los demás creyeron, pero no obraron, por eso perecieron; un fe sin obras es muerta y no salva.

Santiago usa tres términos muy importantes para describir una fe sin obras:

1- Una fe sin obras no es buena

2- Una fe sin obras no salva

3- Una fe sin obras es muerta.

Algunos tienen la impresión de que la Iglesia Adventista del 7mo Día, como organización, ha descuidado la fe genuina, una fe viva que como resultados tiene obras que salvan. Quizá algún pastor u otro líder conocido dé esa impresión. Si usted tiene tal situación, hágalo objeto de intensa oración y ayude en lo posible a esa persona.

El evangelio tiene que ser predicado con mucha claridad y diligencia. Muchas veces las personas encargadas de planear y dirigir las campañas evangelísticas, pasan por alto el «ministerio de los pobres» y muchas personas que asisten a las campañas evangelísticas con serias necesidades materiales, se mandan a sus hogares con la promesa de un Dios que hará un milagro en sus vidas y suplirá sus necesidades materiales. Muchas veces se ora con la persona que pide ayuda y se manda con las manos vacías; ¿podrá funcionar un evangelio que se predica sólo de palabras? No, eso es imposible. En lo posible, hay que ayudar de modo trascendente, ir más allá de orar e ir mas allá de solo alentar con sólo palabras.

Es verdad que la iglesia nunca podrá suplir las necesidades de los menesterosos completamente, pero también un evangelio sólo de palabras es inefectivo, una fe que no tiene obras, es una fe muerta, es una fe que no salva, no es una fe buena integralmente.

Las obras realmente no salvarán a nadie, pero sin ellas tampoco seremos salvos.

Para finalizar estos comentarios sobre la Escritura, bien podemos cantar Cristo, eres justo Rey (Himnario Adventista, 487).

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los judíos enseñaban que antes de que se extendiera el amor de Dios al pecador, éste debía arrepentirse. A su modo de ver, el arrepentimiento es una obra por la cual los hombres ganan el favor del cielo. Y éste fue el pensamiento que indujo a los fariseos a exclamar con asombro e ira: “Este a los pecadores recibe”. De acuerdo con sus ideas, no debía permitir que se le acercaran sino los que se habían arrepentido. Pero en la parábola de la oveja perdida. Cristo enseña que la salvación no se debe a nuestra búsqueda de Dios, sino a su búsqueda de nosotros. “No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios; todos se apartaron” (Romanos 3:11, 12). No nos arrepentimos para que Dios nos ame, sino que él nos revela su amor para que nos arrepintamos.

Cuando al fin es llevada al aprisco la oveja perdida, la alegría del pastor se expresa con himnos melodiosos de regocijo. Llama a sus amigos y vecinos y les dice: “Dadme el parabién, porque he hallado mi oveja que se había perdido”. Así también cuando el gran Pastor de las ovejas encuentra a un extraviado, el cielo y la tierra se unen en agradecimiento y regocijo (Palabras de vida del gran Maestro, p. 148).

Cualquiera sea el carácter de vuestro pecado, confesadlo. Si lo habéis cometido únicamente contra Dios, confesadlo solo a él. Si habéis dañado u ofendido a otros, confesadlo también a ellos, y la bendición del Señor reposará sobre vosotros. Así es como moriréis al yo, y Cristo se formará en vosotros…

Cuando los hombres, tentados por Satanás, cometen faltas, y sus palabras y comportamiento no son cristianos, tal vez no vean su condición, porque el pecado es engañador, y tiende a amortecer las percepciones morales. Pero mediante el examen de sí mismos, la investigación de las Escrituras y la humilde oración, con la ayuda del Espíritu Santo, serán capacitados para ver su error. Si entonces confiesan sus pecados y los abandonan, el tentador no les parecerá como ángel de luz, sino como un engañador…

Los que reciben el reproche y la corrección como de Dios, y así pueden ver y corregir sus errores, están aprendiendo preciosas lecciones aun de sus errores. Su aparente fracaso es tomado en victoria. Se enderezan, no confiando en su propia fuerza sino en la fuerza de Dios. Tienen sinceridad, celo y afecto, unidos a la humildad y controlados por los preceptos de la Palabra de Dios… Caminan, no tambaleantes sino seguros, en el camino donde resplandece la luz del cielo (That I May Know Him, p. 239; parcialmente en A fin de conocerle, p. 238).

[Dios] no puede soportar la presencia del pecado. Esto es lo que su alma odia. Aun a los ángeles que estaban cerca de su trono, a los cuales él amaba, pero que no guardaron su prístino estado de lealtad, Dios los arrojó del cielo con su rebelde dirigente. La santidad es el fundamento del trono de Dios; el pecado es lo opuesto a la santidad; el pecado crucificó al Hijo de Dios. Si los hombres pudieran ver cuán odioso es el pecado, no lo tolerarían, no se educarían en él. Lograrían una reforma en la vida y el carácter. Las faltas secretas serían vencidas. Si habéis de ser santos en el cielo, debéis primero ser santos en la tierra (Testimonios para los ministros, p. 145).

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Viernes 20 de octubre // Lección 3___________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: “Por tanto, la terminología bíblica muestra que el pecado no es una calamidad que sobrevino súbitamente a la humanidad, sino que es el resultado de una actitud activa y una elección consciente por parte del ser humano. Además, el pecado no es la ausencia del bien, sino que es “no alcanzar” las expectativas de Dios. Es un curso impío que el ser humano ha elegido deliberadamente. No es una debilidad por la cual los seres humanos no pueden responsabilizarse porque el ser humano, en la actitud o el acto de pecar deliberadamente, elige rebelarse contra Dios, transgredir su Ley y fracasar en escuchar la Palabra de Dios. El pecado trata de ir más allá de las limitaciones que Dios ha fijado. En resumen, el pecado es un acto de rebelión contra Dios”.–Tratado de teología adventista del séptimo día, p. 272.

“Se me ha presentado un horrible cuadro de la condición del mundo. La inmoralidad cunde por doquiera. La disolución es el pecado característico de esta era. Nunca alzó el vicio su deforme cabeza con tanta osadía como ahora. La gente parece aturdida, y los amantes de la virtud y de la verdadera bondad casi se desalientan por esta osadía, fuerza y predominio del vicio. La iniquidad prevaleciente no es del dominio exclusivo del incrédulo y burlador. Ojalá fuese tal el caso; pero no sucede así. Muchos hombres y mujeres que profesan la religión de Cristo son culpables. Aun los que profesan esperar su aparición no están más preparados para ese suceso que Satanás mismo. No se están limpiando de toda contaminación. Han servido durante tanto tiempo a su concupiscencia que sus pensamientos son, por naturaleza, impuros; y sus imaginaciones, corruptas” (TI 2:311).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Qué respuesta les das a los que, a pesar de todo lo que ha sucedido, insisten en que la humanidad está mejorando? ¿Qué argumentos dan y cómo respondes a ellos?
  2. Presta atención a la cita de Elena de White en el estudio del viernes. Si te ves a ti mismo allí, ¿cuál es la respuesta? ¿Por qué es importante no darse por vencido en la desesperación, sino seguir reclamando las promesas de Dios: primero, de perdón; y segundo, de purificación? ¿Quién es el que quiere que tú digas de una vez por todas: “No sirve de nada. Soy demasiado corrupto. Nunca podré ser salvo, así que bien podría rendirme”? ¿Lo escuchas a él o a Jesús, que nos dirá: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11)?
  3. ¿Por qué es tan importante para nosotros, como cristianos, entender la pecaminosidad y la depravación humanas básicas? ¿Qué puede suceder cuando perdemos de vista esa realidad triste pero cierta? ¿A qué errores nos puede llevar una falsa comprensión de nuestra verdadera condición?
  4. Piensa en la cantidad incalculable de protestantes que eligieron morir antes que renunciar a la fe. ¿Cuán firmes estamos en la fe? ¿Lo suficiente como para morir por ella?

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Escrito por: Tony García.

Gramática revisada por:
Pastor Noel Ruiloba y Nory Ester Garcia-Marenko

Este documento es una cortesía de 7day Media Group.
“One World – One Dream”
http://www.sevendayradio.com
http://www.escuelasabaticamaestros.com
Madrid, España 2017

3 pensamientos en “LECCIÓN 3 – LA CONDICIÓN HUMANA – PARA EL 21 DE OCTUBRE DE 2017

  1. Gracias hermano Tony por el esfuerzo. Si es posible activar la casiila para descargar a tablet o PC, Dios le sigua bendiciendo

  2. Bendiciones. mil gracias

    Enviado desde mi HTC

  3. Dios los siga guiando en este ministerio a todo este gran equipo de hermanos que dedican gran tiempo para compartir este hermoso material. Un abrazo desde Venezuela

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