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Lección 6 – ¿POR QUÉ SE NECESITA INTERPRETACIÓN? – Para el 9 de mayo de 2020

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Lección 6: Para el 9 de mayo de 2020

¿POR QUÉ SE NECESITA INTERPRETACIÓN?

Sábado 2 de mayo______________________________________________________________

LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Lucas 24:36-45; 1 Corintios 12:10; 14:26; Hechos 17:16-32; Juan 12:42, 43.

PARA MEMORIZAR:

“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Heb. 11:6).

Leer la Biblia también significa interpretar la Biblia. Pero ¿cómo hacemos eso? ¿Qué principios utilizamos? Por ejemplo, ¿cómo abordamos los diferentes tipos de escritura que encontramos? El pasaje que estamos leyendo ¿es una parábola, un sueño profético-simbólico o un relato histórico? Esto implica un acto de interpretación en sí.

A veces, algunos utilizan la Biblia como un oráculo divino: simplemente abren la Biblia al azar para buscar un versículo bíblico y esperan que les sirva de guía. Pero unir aleatoriamente los pasajes de la Biblia a medida que uno los encuentra puede llevar a conclusiones muy extrañas e incorrectas.

Por ejemplo, cuando un esposo dejó a su esposa por otra mujer, la esposa obtuvo una gran seguridad al encontrar el siguiente versículo: “Y pondré enemistad entre ti y la mujer” (Gén. 3:15). ¡Ella estaba convencida, sobre la base de ese versículo, de que la aventura de su esposo no duraría!

Cualquier texto sin un contexto rápidamente se convierte en un pretexto para los planes y las ideas personales. Debemos interpretarla correctamente.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La fe es el primer peldaño en la escalera del progreso. Sin fe es imposible agradar a Dios. Sin embargo, muchos se detienen en ese escalón y nunca ascienden más. Les parece que una vez que han profesado aceptar a Cristo, cuando sus nombres están inscritos en el libro de la iglesia, su obra está consumada. La fe es esencial; pero la Palabra Inspirada dice: «Mostrad en vuestra fe virtud». Los que procuran conseguir la vida eterna y un hogar en el reino de Dios, deben echar el cimiento de la virtud para la edificación de su carácter. Jesús debe ser la principal piedra de ángulo. Hay que eliminar de la mente y la vida todas las cosas que contaminan el alma. Cuando se presentan las tentaciones, hay que resistirlas con la fuerza de Cristo. Debemos fundir en nuestro carácter la virtud del inmaculado Cordero de Dios, para que el alma pueda estar fundada en su integridad (Mi vida hoy, p. 99).

La lectura de obras referentes a nuestra fe, la de los argumentos ajenos, es una ayuda excelente e importante, pero no es la que dará a la mente su mayor fuerza. La Biblia es el mejor libro del mundo para dar cultura intelectual. Su estudio ejercita la mente, fortalece la memoria y aguza el intelecto más que el estudio de todos los temas abarcados por la filosofía humana. Los grandes temas que presenta, la digna sencillez con que son tratados estos temas en ella, la luz que derrama sobre los grandes problemas de la vida, reportan fuerza y vigor al entendimiento.

En el gran conflicto que vamos a tener que afrontar, el que quiera mantenerse fiel a Cristo deberá penetrar más hondo que las opiniones y doctrinas de los hombres. Mi mensaje… es este: Observad celosamente vuestras horas de oración, estudio de la Biblia y examen de conciencia. Poned aparte una porción de cada día para estudiar las Escrituras y comulgar con Dios. Así obtendréis fuerza espiritual, y creceréis en el favor de Dios. Él solo puede damos aspiraciones nobles; él solo puede moldear el carácter según la semejanza divina. Acercaos a él en oración ferviente, y él llenará vuestros corazones de propósitos elevados y santos y de profundos y fervientes anhelos de pureza y claridad de pensamiento (Obreros evangélicos, p. 105).

Una fe tal es lo que se necesita en el mundo hoy, una fe que se aferre a las promesas de la palabra de Dios, y se niegue a renunciar a ellas antes que el Cielo oiga. Una fe tal nos relaciona estrechamente con el Cielo, y nos imparte fuerza para luchar con las potestades de las tinieblas. Por la fe los hijos de Dios «ganaron reinos, obraron justicia, alcanzaron promesas, taparon las bocas de leones, apagaron fuegos impetuosos, evitaron filo de cuchillo, convalecieron de enfermedades, fueron hechos fuertes en batallas, trastornaron campos de extraños». Hebreos 11:33, 34. Y por la fe hemos de llegar hoy a las alturas del propósito que Dios tiene para nosotros (Profetas y reyes, pp. 115, 116).

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COMENTARIO

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EL CAMINO A CRISTO

Capítulo 12—¿Qué debe hacerse con la duda?

Muchos, especialmente los que son jóvenes en la vida cristiana, se sienten a veces turbados por las insinuaciones del escepticismo. Hay en la Escritura muchas cosas que no pueden explicar, ni siquiera percibir, y Satanás las emplea para hacer vacilar su fe en las Santas Escrituras como revelación de Dios. Preguntan: “¿Cómo sabré cuál es el buen camino? Si la Biblia es en verdad la Palabra de Dios, ¿cómo puedo librarme de estas dudas y perplejidades?”

Dios nunca nos exige que creamos sin darnos suficiente evidencia sobre la cual fundar nuestra fe. Su existencia, su carácter, la veracidad de su Palabra, todas estas cosas están establecidas por abundantes testimonios que apelan a nuestra razón. Sin embargo, Dios no ha quitado toda posibilidad de dudar. Nuestra fe debe reposar sobre evidencias, no sobre demostraciones. Los que quieran dudar tendrán oportunidad de hacerlo, al paso que los que realmente deseen conocer la verdad encontrarán abundante evidencia sobre la cual basar su fe.

Es imposible para el espíritu finito del hombre comprender plenamente el carácter de las obras del Infinito. Para la inteligencia más perspicaz, para el espíritu más ilustrado, aquel santo Ser debe siempre permanecer envuelto en el misterio. “¿Puedes tú descubrir las cosas recónditas de Dios? ¿puedes hasta lo sumo llegar a conocer al Todopoderoso? Ello es alto como el cielo, ¿qué podrás hacer? más hondo es que el infierno, ¿qué podrás saber?”

El apóstol Pablo exclama: “¡Oh profundidad de las riquezas, así de la sabiduría como de la ciencia de Dios! ¡cuán inescrutables son sus juicios, e ininvestigables sus caminos!” Mas aunque “nubes y tinieblas están al rededor de él; justicia y juicio son el asiento de su trono.” Podemos comprender lo suficiente de su trato con nosotros y los motivos que le impulsan, para discernir en El un amor y misericordia sin límites unidos a un poder infinito. Podemos entender de sus designios cuanto es bueno que sepamos; y más allá de esto debemos seguir confiando en su mano omnipotente y en su corazón lleno de amor.

La Palabra de Dios, como el carácter de su divino Autor, presenta misterios que nunca podrán ser plenamente comprendidos por seres finitos. La entrada del pecado en el mundo, la encarnación de Cristo, la regeneración, la resurrección y otros muchos asuntos que se presentan en la Sagrada Escritura son misterios demasiado profundos para que la mente humana los explique, o siquiera los entienda plenamente. Pero no tenemos motivo para dudar de la Palabra de Dios porque no podamos comprender los misterios de la providencia de El. En el mundo natural estamos siempre rodeados de misterios que no podemos penetrar. Aun las formas más humildes de vida presentan un problema que el más sabio de los filósofos es incapaz de explicar. Por doquiera se ven maravillas que superan nuestro conocimiento. ¿Debemos sorprendernos de que en el mundo espiritual haya también misterios que no podamos sondear? La dificultad estriba únicamente en la debilidad y estrechez del espíritu humano. Dios nos ha dado en las Santas Escrituras pruebas suficientes de su carácter divino, y no debemos dudar de su Palabra porque no podamos entender los misterios de su providencia.

El apóstol Pedro dice que hay en las Escrituras “cosas difíciles de entender, que los ignorantes e inconstantes tuercen, … para su propia destrucción.” Los incrédulos han presentado las dificultades de las Sagradas Escrituras como argumento contra ellas; pero distan tanto de serlo que constituyen en realidad una poderosa evidencia de su inspiración divina. Si no contuvieran acerca de Dios sino aquello que fácilmente pudiéramos comprender, si su grandeza y majestad pudieran ser abarcadas por inteligencias finitas, entonces la Biblia no llevaría las credenciales inequívocas de la autoridad divina. La misma grandeza y los mismos misterios de los temas presentados deben inspirar fe en ella como Palabra de Dios.

La Escritura presenta la verdad con tal sencillez y con una adaptación tan perfecta a las necesidades y los anhelos del corazón humano, que ha asombrado y encantado a los espíritus más cultivados, al mismo tiempo que capacita al más humilde e incauto para discernir el camino de la salvación. Sin embargo, estas verdades sencillamente declaradas tratan asuntos tan elevados, de tanta trascendencia, tan infinitamente fuera del alcance de la comprensión humana, que sólo podemos aceptarlas porque Dios nos las ha declarado. Así queda el plan de la redención expuesto delante de nosotros de modo que toda alma pueda ver los pasos que debe dar a fin de arrepentirse para con Dios y tener fe en nuestro Señor Jesucristo y salvarse de la manera señalada por Dios. Sin embargo, bajo estas verdades tan comprensibles existen misterios que son el escondedero de la gloria del Señor, misterios que abruman la mente que los indaga, aunque inspiran fe y reverencia al sincero investigador de la verdad. Cuanto más escudriña éste la Biblia, tanto más se profundiza su convicción de que es la Palabra del Dios vivo, y la razón humana se postra ante la majestad de la revelación divina.

Reconocer que no podemos entender plenamente las grandes verdades de la Escritura no es sino admitir que la mente finita no basta para abarcar lo infinito; que el hombre, con su limitado conocimiento humano, no puede comprender los designios de la Omnisciencia.

Por el hecho de que no pueden sondear todos los misterios de la Palabra de Dios, los escépticos y los incrédulos la rechazan; y no todos los que profesan creer en ella están exentos de este peligro. El apóstol dice: “Mirad, pues, hermanos, no sea que acaso haya en alguno de vosotros, un corazón malo de incredulidad, en el apartarse del Dios vivo.” Es bueno estudiar detenidamente las enseñanzas de la Escritura e investigar “las profundidades de Dios” hasta donde se revelan en ella, porque si bien “las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios,” “las reveladas nos pertenecen a nosotros.” Pero Satanás obra para pervertir las facultades de investigación del entendimiento. Cierto orgullo se mezcla con la consideración de la verdad bíblica, de modo que cuando los hombres no pueden explicar todas sus partes como quieren se impacientan y se sienten derrotados. Es para ellos demasiado humillante reconocer que no pueden entender las palabras inspiradas. No están dispuestos a esperar pacientemente hasta que Dios juzgue oportuno revelarles la verdad. Creen que su sabiduría humana sin auxilio alguno basta para hacerles entender la Escritura, y cuando no lo logran niegan virtualmente la autoridad de ésta. Es verdad que muchas teorías y doctrinas que se consideran generalmente derivadas de la Biblia no tienen fundamento en lo que ella enseña, y en realidad contrarían todo el tenor de la inspiración. Estas cosas han sido motivo de duda y perplejidad para muchos espíritus. No son, sin embargo, imputables a la Palabra de Dios, sino a la perversión que los hombres han hecho de ella.

Si fuera posible para los seres terrenales obtener pleno conocimiento de Dios y de sus obras, no habría ya para ellos, después de lograrlo, ni descubrimiento de nuevas verdades, ni crecimiento del saber, ni desarrollo ulterior del espíritu o del corazón. Dios no sería ya supremo; y el hombre, habiendo alcanzado el límite del conocimiento y del progreso, dejaría de adelantar. Demos gracias a Dios de que no es así. Dios es infinito; en El están “todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.” Y por toda la eternidad los hombres podrán estar siempre escudriñando, siempre aprendiendo, sin poder agotar nunca, sin embargo, los tesoros de la sabiduría, la bondad y el poder del Eterno.

El quiere que aun en esta vida las verdades de su Palabra se vayan revelando de continuo a su pueblo. Y hay solamente un modo por el cual se obtiene este conocimiento. No podemos llegar a entender la Palabra de Dios sino por la iluminación del Espíritu por el cual ella fué dada. “Las cosas de Dios nadie las conoce, sino el Espíritu de Dios,” “porque el Espíritu escudriña todas las cosas, y aun las cosas profundas de Dios.” Y la promesa del Salvador a sus discípulos fué: “Mas cuando viniere aquél, el Espíritu de verdad, él os guiará al conocimiento de toda la verdad; … porque tomará de lo mío, y os lo anunciará.”

Dios desea que el hombre haga uso de su facultad de razonar, y el estudio de la Sagrada Escritura fortalece y eleva la mente como ningún otro estudio puede hacerlo. Con todo, debemos cuidarnos de no deificar la razón, que está sujeta a las debilidades y flaquezas de la humanidad. Si no queremos que las Sagradas Escrituras estén veladas para nuestro entendimiento de modo que no podamos comprender ni las verdades más simples, debemos tener la sencillez y la fe de un niño, estar dispuestos a aprender e implorar la ayuda del Espíritu Santo. El conocimiento del poder y la sabiduría de Dios y la conciencia de nuestra incapacidad para comprender su grandeza, deben inspirarnos humildad, y hemos de abrir su Palabra con santo temor, como si compareciéramos ante El. Cuando nos acercamos a la Escritura nuestra razón debe reconocer una autoridad superior a ella misma, y el corazón y la inteligencia deben postrarse ante el gran yo soy.

Hay muchas cosas aparentemente difíciles u obscuras que Dios hará claras y sencillas para los que con esa humildad procuren entenderlas. Mas sin la dirección del Espíritu Santo estaremos continuamente expuestos a torcer las Sagradas Escrituras o a interpretarlas mal. Muchos leen la Biblia de una manera que no aprovecha, y hasta, en numerosos casos, produce un daño patente. Cuando el Libro de Dios se abre sin oración ni reverencia; cuando los pensamientos y afectos no están fijos en Dios, o no armonizan con su voluntad, el intelecto queda envuelto en dudas, y entonces con el mismo estudio de la Biblia se fortalece el escepticismo. El enemigo se posesiona de los pensamientos, y sugiere interpretaciones incorrectas. Cuando los hombres no procuran estar en armonía con Dios en obras y en palabras, por instruidos que sean están expuestos a errar en su modo de entender las Santas Escrituras, y no es seguro confiar en sus explicaciones. Los que escudriñan las Escrituras para buscar discrepancias, no tienen penetración espiritual. Con vista distorsionada encontrarán muchas razones para dudar y no creer en cosas realmente claras y sencillas.

Pero, como quiera que se la disfrace, la causa real de la duda y del escepticismo es, en la mayoría de los casos, el amor al pecado. Las enseñanzas y restricciones de la Palabra de Dios no agradan al corazón orgulloso, que arna el pecado; y los que rehusan acatar lo que ella requiere están listos para dudar de su autoridad. Para llegar a la verdad debemos tener un deseo sincero de conocerla, y en el corazón, buena voluntad para obedecerla. Todos los que estudien la Escritura con este espíritu encontrarán abundante evidencia de que es la Palabra de Dios y podrán obtener una comprensión de sus verdades que los hará sabios para salvarse.

Cristo dijo: “Si alguno quisiere hacer su voluntad, conocerá de mi enseñanza.” En vez de dudar y cavilar tocante a lo que no entendáis, prestad atención a la luz que ya brilla sobre vosotros, y recibiréis mayor luz. Mediante la gracia de Cristo, cumplid todos los deberes que hayáis llegado a entender, y seréis capaces de comprender y cumplir aquellos de los cuales todavía dudáis.

Hay una prueba que está al alcance de todos, del más educado y del más ignorante: la evidencia de la experiencia. Dios nos invita a probar por nosotros mismos la realidad de su Palabra, la verdad de sus promesas. El nos dice: “Gustad y ved que Jehová es bueno.” En vez de depender de las palabras de otro, tenemos que probar por nosotros mismos. Dice: “Pedid, y recibiréis.” Sus promesas se cumplirán. Nunca han faltado; nunca pueden faltar. Y cuando nos acerquemos al Señor Jesús y nos regocijemos en la plenitud de su amor, nuestras dudas y tinieblas desaparecerán ante la luz de su presencia.

El apóstol Pablo dice que Dios “nos ha libertado de la potestad de las tinieblas, y nos ha trasladado al reino del Hijo de su amor.” Y todo aquel que ha pasado de muerte a vida “ha puesto su sello a esto, que Dios es veraz.” Puede testificar: “Necesitaba auxilio y lo he encontrado en el Señor Jesús. Fueron suplidas todas mis necesidades; fué satisfecha el hambre de mi alma; y ahora la Escritura es para mí la revelación de Jesucristo. ¿Me preguntáis por qué creo en El? Porque es para mí un Salvador divino. ¿Por qué creo en la Biblia? Porque he comprobado que es la voz de Dios para mi alma.” Podemos tener en nosotros mismos el testimonio de que la Escritura es verdadera y de que Cristo es el Hijo de Dios. Sabemos que no estamos “siguiendo fábulas por arte compuestas.”

El apóstol Pedro exhorta a los hermanos a crecer “en la gracia, y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo.” Cuando los hijos de Dios crezcan en la gracia obtendrán constantemente un conocimiento más claro de su Palabra. Discernirán nueva luz y belleza en sus sagradas verdades. Esto es lo que ha sucedido en la historia de la iglesia en todas las edades, y continuará sucediendo hasta el fin. “La senda de los justos es como la luz de la aurora, que se va aumentando en resplandor hasta que el día es perfecto.” Por la fe podemos mirar la vida futura y confiar en las promesas de Dios respecto al desarrollo de la inteligencia, a la unión de las facultades humanas con las divinas y a la relación directa de todas las potencias del alma con la Fuente de luz. Podemos regocijarnos de que todas las cosas que nos confundieron en las providencias de Dios serán entonces aclaradas; las cosas difíciles de entender recibirán entonces explicación; y donde nuestro entendimiento finito sólo descubría confusión y designios quebrantados, veremos la más perfecta y hermosa armonía. “Ahora vemos obscuramente, como por medio de un espejo, mas entonces, cara a cara; ahora conozco en parte, pero entonces conoceré así como también soy conocido.”

 

Métodos de estudio de la Biblia

Autor: General conference Committee Annual Council

Este documento fue votado por el Concilio Anual en Río de Janeiro, Brasil

Estudio de la Biblia:
presuposiciones, principios y métodos

  1. Preámbulo

Esta declaración se dirige a todos los miembros de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, con el propósito de proporcionar pautas sobre cómo estudiar la Biblia, tanto para los eruditos bíblicos especializados como para los demás.

Los adventistas reconocen y aprecian las contribuciones de los eruditos bíblicos que a lo largo de la historia han desarrollado métodos de estudio de la Biblia útiles y confiables, consistentes con las afirmaciones y las enseñanzas de la Escritura. Los adventistas están comprometidos a aceptar la verdad bíblica y están dispuestos a seguirla, usando todos los métodos de interpretación que sean consistentes con lo que la Escritura dice de sí misma. Estos están bosquejados en las presuposiciones que se detallan más abajo.

En décadas recientes, el método más destacado en estudios bíblicos, ha sido conocido como el método histórico-crítico. Los eruditos que lo usan, tal como está formulado clásicamente, actúan sobre la base de presuposiciones que antes de estudiar el texto bíblico, rechazan la veracidad de los relatos de los milagros y otros eventos sobrenaturales que se narran en la Biblia. Aun un uso modificado de este método que retiene el principio de la crítica, subordinando la Biblia a la razón humana, es inaceptable para los adventistas.

El método histórico-crítico minimiza la necesidad de la fe en Dios y la obediencia a sus mandamientos. Además, como un método así le resta importancia al elemento divino en la Biblia como un libro inspirado (incluyendo la unidad que resulta de esto), y desestima o malinterpreta la profecía apocalíptica y las porciones escatológicas de la Biblia, instamos a los estudiantes adventistas de la Biblia a que eviten confiar en el uso de las presuposiciones y las deducciones resultantes asociadas con el método histórico-crítico.

En contraste con el método histórico-crítico y sus presuposiciones, creemos que será de utilidad exponer los principios del estudio de la Biblia que son consistentes con las enseñanzas de las mismas Escrituras, preservan su unidad, y están basados sobre la premisa de que la Biblia es la palabra de Dios. Un enfoque así nos conducirá a una experiencia satisfactoria y provechosa con Dios.

  1. Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia
  2. Origen

(1) La Biblia es la Palabra de Dios y es el medio principal y autorizado por el cual [el Señor] se revela a los seres humanos.

(2) El Espíritu Santo inspiró a los escritores de la Biblia con pensamientos, con ideas y con información objetiva; a su vez ellos expresaron esto en sus propias palabras. Por lo tanto, las Escrituras son una unión indivisible de elementos divinos y humanos, ninguno de los cuales debe ser enfatizado a expensas del otro (2 Ped. 1:21; compárese con El conflicto de los siglos, pp. 7, 8).

(3) Toda la Escritura es inspirada por Dios y llegó a través de la obra del Espíritu Santo. Sin embargo, no llegó en una cadena continua de revelaciones ininterrumpidas. Mientras el Espíritu Santo comunicaba la verdad al escritor de la Biblia, cada uno escribió como fue impelido por el Espíritu Santo, recalcando el aspecto de la verdad que fue guiado a enfatizar. Por esta razón, el estudiante de la Biblia adquirirá una comprensión madura de cualquier tema al reconocer que la Biblia es su propio y mejor intérprete y que cuando se la estudia en su totalidad, describe una verdad consistente y armoniosa (2 Tim. 3:16; Heb. 1:1, 2; compárese con Mensajes selectos, t. 1, pp. 21-23; El conflicto de los siglos, pp. 7, 8).

(4) Aunque fue dada a los que vivieron en el contexto del antiguo Cercano Oriente y el Mediterráneo, la Biblia trasciende su trasfondo cultural para servir como la Palabra de Dios para todos los contextos culturales, raciales y situacionales, en todas las edades.

  1. Autoridad

(1) Los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento son la revelación clara e infalible de la voluntad de Dios y de su salvación. La Biblia es la palabra de Dios, y ella sola es la norma por la cual toda enseñanza y experiencia debe ser probada (2 Tim. 3:15-17; Sal. 119:105; Prov. 30:5, 6; Isa. 8:20; Juan 17:17; 2 Tes. 3:14; Heb. 4:12).

(2) La Escritura es un registro auténtico y fidedigno de la historia y de los actos de Dios en la historia. Proporciona la interpretación teológica normativa de esos actos. Los actos sobrenaturales revelados en la Escritura son históricamente ciertos. Por ejemplo, los once capítulos primeros del Génesis constituyen un informe objetivo de eventos históricos.

(3) La Biblia no es igual a los otros libros. Es una mezcla indivisible de lo divino y lo humano. El registro que hace de muchos detalles de la historia secular es esencial para su propósito total de transmitir la historia de la salvación. Mientras que a veces puede haber procedimientos paralelos empleados por los estudiantes de la Biblia para determinar los hechos históricos, las técnicas normales de investigación histórica, basadas como están en presuposiciones humanas y centralizadas en el elemento humano, son inadecuadas para interpretar las Escrituras, que son una mezcla de lo divino y lo humano. Únicamente un método que reconozca plenamente la naturaleza indivisible de la Escritura puede evitar una tergiversación de su mensaje.

(4) La razón humana está sujeta a la Biblia, no es igual a ella ni está por encima de ella. Las presuposiciones en cuanto a las Escrituras, deben estar en armonía con las afirmaciones de las Escrituras y sujetas a ser corregidas por la Escritura (1 Cor. 2:1-6). Dios se propone que la razón humana sea usada en toda su extensión, pero dentro del contexto y bajo la autoridad de su Palabra antes que independiente de ella.

(5) Cuando se entiende correctamente la revelación de Dios en toda la naturaleza, está en armonía con la Palabra Escrita, y debe ser interpretada a la luz de la Escritura.

  1. Principios para acercarse a la interpretación de la Escritura
  2. El Espíritu capacita al creyente para aceptar, entender, y aplicar la Biblia a su propia vida, mientras busca el poder divino para rendir obediencia a todos los requisitos bíblicos y para apropiarse personalmente de todas las promesas de la Biblia. Sólo los que siguen la luz que ya recibieron pueden esperar recibir nueva iluminación del Espíritu (Juan 16:13, 14; 1 Cor. 2:10-14).
  3. La Escritura no puede ser interpretada correctamente sin la ayuda del Espíritu Santo, porque es el Espíritu el que capacita al creyente para que entienda y aplique la Escritura. Por consiguiente, cualquier estudio de la Palabra debería comenzar con una petición para tener la dirección e iluminación del Espíritu.
  4. Los que se acercan al estudio de la Palabra deben hacerlo con fe, con el espíritu humilde de un principiante que trata de escuchar lo que dice la Biblia. Deben estar dispuestos a someter todas las presuposiciones, opiniones y las conclusiones de la razón, al juicio y la rectificación de la misma Palabra. Con esa actitud, el estudiante de la Biblia puede acercarse directamente a la Palabra, y con un estudio concienzudo puede llegar a un entendimiento de los elementos esenciales de la salvación, aparte de explicaciones humanas, por muy útiles sean. Para una persona así, el mensaje bíblico llega a ser significativo.
  5. La investigación de la Escritura debe estar caracterizada por un deseo sincero de descubrir y obedecer la voluntad de Dios más bien que buscar apoyo o evidencia para ideas preconcebidas.
  1. Métodos de estudio de la Biblia
  2. Seleccione para el estudio una versión de la Biblia que sea fiel al significado contenido en los idiomas en los cuales fue escrita originalmente la Biblia, dando preferencia a las traducciones hechas por un amplio grupo de eruditos y publicadas por un editor general, por encima de las traducciones auspiciadas por una denominación particular o por un grupo de miras estrechas.

Ejercite cuidado para no establecer puntos doctrinales principales sobre una traducción o versión de la Biblia. Los eruditos bíblicos expertos, usarán los textos en hebreo y griego, que también los capacitarán para examinar las lecturas variantes de los antiguos manuscritos de la Biblia.

  1. Elija un plan definido de estudio, evitando enfoques caprichosos y que no conducen a nada. Se sugieren los siguientes planes de estudio:

(1) Análisis del mensaje libro por libro.

(2) Método de versículo por versículo.

(3) Estudio que busca una solución a un problema específico de la vida, satisfacción bíblica para una necesidad particular, o una respuesta bíblica a una cuestión específica.

(4) Estudio por tópicos (fe, amor, segunda venida y otros).

(5) Estudio de palabras.

(6) Estudio biográfico.

  1. Trate de captar el significado sencillo y más evidente del pasaje bíblico que se está estudiando.
  2. Procure descubrir los grandes temas fundamentales de la Escritura tal como se encuentran en los textos individuales, los pasajes y los libros. Dos temas básicos, relacionados entre sí, corren a través de toda la Escritura: (1) la persona y la obra de Jesucristo; y (2) la perspectiva del gran conflicto, incluyendo la autoridad de la Palabra de Dios, la caída del hombre, el primer y el segundo advenimiento de Cristo, la vindicación de Dios y de su ley, y la restauración del plan divino para el universo. Estos temas deben ser extraídos de la totalidad de la Escritura y no impuestos sobre ella.
  3. Reconozca que la Biblia es su propio intérprete y que el significado de las palabras, y los pasajes, se determina mejor al comparar diligentemente escritura con escritura.
  4. Estudie el contexto del pasaje bajo consideración relacionándolo con las oraciones y párrafos que le preceden y le siguen. Trate de relacionar las ideas del pasaje con la línea total de pensamiento del libro bíblico que está estudiando.
  5. Tanto como le sea posible, averigüe las circunstancias históricas en las cuales fue escrito el pasaje por el escritor bíblico bajo la dirección del Espíritu Santo.
  6. Determine el tipo literario que está usando el autor. Algún material bíblico está compuesto de parábolas, proverbios, alegorías, y profecías apocalípticas. Ya que muchos escritores bíblicos presentaron gran parte de su material como poesía, es provechoso usar una versión de la Biblia que presente este material en estilo poético, porque los pasajes que emplean lenguaje figurado no deben ser interpretados en la misma manera que los que emplean prosa.
  7. Reconozca que un texto bíblico determinado no necesariamente se conforma en cada detalle a las categorías literarias actuales. Sea cauteloso para no imponer estas categorías al interpretar el significado del texto bíblico. Es una tendencia humana encontrar lo que uno está buscando aun cuando el autor [escritor] no haya querido decir eso.
  8. En conexión con el estudio del texto bíblico, explore los factores históricos y culturales. La arqueología, la antropología, y la historia, pueden contribuir a entender el significado del texto.
  9. In connection with the study of the biblical text, explore the historical and cultural factors. Archaeology, anthropology, and history may contribute to understanding the meaning of the text.
  10. Los adventistas creemos que Dios inspiró a Elena de White. Por consiguiente, sus exposiciones sobre un pasaje bíblico determinado ofrecen una guía inspirada al significado de los textos sin agotar su significado o reemplazar la tarea de la exégesis (ver, por ejemplo, El evangelismo, p. 190; El conflicto de los siglos, pp. 204, 205, 653; El otro poder, pp. 33-36).
  11. Después de estudiar tal como se acaba de bosquejar, recurra a los diferentes comentarios y ayudas secundarias tales como obras eruditas para ver cómo han abordado otros el pasaje. Después, evalúe cuidadosamente los diferentes criterios expresados, desde el punto de vista de la Escritura como un todo.
  12. Al interpretar la profecía, tenga en cuenta que:

(1) La Biblia afirma el poder Dios para predecir el futuro (Isa. 46:10).

(2) La profecía tiene un propósito moral. No fue escrita simplemente para satisfacer la curiosidad acerca del futuro. Algunos de los propósitos de la profecía son: fortalecer la fe (Juan 14:29) y promover una vida santa y la preparación para la segunda venida (Mat. 24:44; Apoc. 22:7, 10, 11).

(3) El centro de atención de muchas profecías está en Cristo (tanto en su primer advenimiento como en el segundo), la iglesia y el tiempo del fin.

(4) Las normas para interpretar profecía se encuentran dentro de la misma Biblia: la Biblia menciona profecías de tiempo y sus cumplimientos históricos, el Nuevo Testamento cita específicamente cumplimientos de profecías del Antiguo Testamento acerca del Mesías y el mismo Antiguo Testamento presenta a personas y eventos como tipos del Mesías.

(5) En la aplicación que el Nuevo Testamento hace de las profecías del Antiguo Testamento, algunos nombres literales llegan a ser espirituales: por ejemplo, Israel representa a la iglesia; Babilonia, a la religión apóstata, etc.

(6) Hay dos tipos generales de escritos proféticos: la profecía no apocalíptica, como se encuentra en Isaías y Jeremías, y la profecía apocalíptica, como se encuentra en Daniel y el Apocalipsis. Estas clases diferentes tienen características diferentes.

(a) La profecía no apocalíptica se dirige al pueblo de Dios, la profecía apocalíptica es más universal en su alcance.

(b) La profecía no apocalíptica con frecuencia es de naturaleza condicional, declarando al pueblo de Dios las alternativas de las bendiciones si obedecen y las maldiciones si desobedecen; la profecía apocalíptica recalca la soberanía de Dios y su control sobre la historia.

(c) La profecía no apocalíptica con frecuencia salta de la crisis local, al día de Jehová del tiempo del fin; la profecía apocalíptica presenta el curso de la historia desde el tiempo del profeta hasta el fin del mundo.

(d) Las profecías de tiempo en la profecía no apocalíptica, generalmente son largas, por ejemplo, los 400 años de la servidumbre de Israel (Gén. 15:13) y los 70 años de la cautividad babilónica (Jer. 25:12). Las profecías de tiempo en la profecía apocalíptica, generalmente están expresadas en términos cortos, por ejemplo, 10 días (Apoc. 2:10) o 42 meses (Apoc. 13:5). Los períodos de tiempo apocalípticos representan simbólicamente períodos mayores de tiempo real.

(7) La profecía apocalíptica es altamente simbólica y debe ser interpretada en conformidad con esto. Al interpretar símbolos, pueden usarse los métodos siguientes:

(a) Busque interpretaciones (explícitas o implícitas) dentro del mismo pasaje (por ejemplo, Dan. 8:20, 21; Apoc. 1:20).

(b) Busque interpretaciones en otra parte en el libro o en otros escritos por el mismo autor [escritor].

(c) Usando una concordancia, estudie el uso de los símbolos en otras partes de la Escritura.

(d) Un estudio de los documentos del antiguo Cercano Oriente puede arrojar luz sobre el significado de los símbolos, aunque el uso bíblico puede alterar esos significados.

(8) La estructura literaria de un libro con frecuencia es una ayuda para interpretarlo. La naturaleza paralela de las profecías de Daniel es un ejemplo de esto.

  1. Los relatos paralelos en la Escritura a veces presentan diferencias en detalle y en énfasis (por ejemplo, comparar Mat. 21:33-44, Mar. 12:1-11 y Luc. 20:9-18; o 2 Rey. 18-20 con 2 Crón. 32). Cuando estudie pasajes semejantes, examínelos primero con cuidado para estar seguro que los paralelos se refieren realmente al mismo evento histórico. Por ejemplo, muchas de las parábolas de Jesús pudieron haber sido presentadas en diferentes ocasiones a diferentes auditorios y con fraseología diferente.

En los casos donde parece haber diferencias en narraciones paralelas, uno debe reconocer que el mensaje total de la Biblia es la síntesis de todas sus partes. Cada libro o escritor comunica lo que el Espíritu le impulsó a escribir. Cada uno hace su propia contribución especial a la riqueza, la diversidad y la variedad de la Escritura (El conflicto de los siglos, pp. 7, 8). El lector debe permitir que cada escritor de la Biblia se deje ver y se lo pueda escuchar, mientras que al mismo tiempo reconoce la unidad básica de la revelación divina.

Cuando parezca que los pasajes paralelos indican discrepancia o contradicción, busque la armonía fundamental. Recuerde que las diferencias pueden ser debidas a errores sin importancia de los copistas (Mensajes selectos, t. 1, p. 18), o pueden ser el resultado de diferentes énfasis y elección de materiales de varios autores [escritores], que escribieron bajo la dirección e inspiración del Espíritu Santo para diferentes auditorios en circunstancias diferentes (Ibíd., pp. 24, 25; El conflicto de los siglos, p. 8.).

Podría resultar imposible reconciliar diferencias de menor importancia en detalles que no son necesariamente pertinentes al mensaje claro y principal del pasaje. En algunos casos puede ser necesario posponer el juicio hasta que podamos disponer de más información y mejores evidencias, para resolver la aparente discrepancia.

  1. Las Escrituras fueron escritas con el propósito práctico de revelar la voluntad de Dios a la familia humana. Por consiguiente, para que uno no interprete erróneamente algunas clases de declaraciones, es importante reconocer que fueron dirigidas a pueblos de las culturas del oriente y están expresados en sus modelos de pensamiento.

Expresiones tales como “pero Jehová endureció el corazón de Faraón” (Éxo. 9:12) o “un espíritu malo de parte de Jehová” (1 Sam. 16:15), los salmos imprecatorios, y los “tres días y tres noches” de Jonás al compararlas con la muerte de Cristo (Mat. 12:40), generalmente no son bien entendidos porque hoy se interpretan desde un punto de vista diferente.

Es indispensable un conocimiento del trasfondo de la cultura del Cercano Oriente para interpretar tales expresiones. Por ejemplo, la cultura hebrea atribuía la responsabilidad a una persona por actos que no cometió, pero que permitió que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las Escrituras, comúnmente le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que en nuestra forma de pensar occidental diríamos que él permite o no impide que suceda, como por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón.

Otro aspecto de la Escritura que molesta a la mente moderna es la orden divina de Dios a Israel de empeñarse en guerra y ejecutar a naciones enteras. Originalmente, Israel fue organizado como una teocracia, un gobierno civil por medio del cual Dios gobernaba en forma directa. Tal estado teocrático fue único. Ya no existe más y no puede ser considerado como un modelo directo para la práctica cristiana.

Las Escrituras registran experiencias y declaraciones de personas a las que Dios aceptó, pero que no estaban en armonía como los principios espirituales de la Biblia como un todo, como por ejemplo, incidentes relacionados con el uso del alcohol, la poligamia, el divorcio, y la esclavitud. Aunque no es explícita la condenación de semejantes costumbres sociales profundamente arraigadas, Dios no necesariamente respaldó o aprobó todo lo que permitió y soportó en las vidas de los patriarcas y en Israel. Jesús hizo esto claro en su declaración con respecto al divorcio (Mat. 19:4-6, 8).

El espíritu de las Escrituras es el espíritu de restauración. Dios trabaja pacientemente para elevar a la humanidad caída desde las profundidades del pecado hasta el ideal divino. Por consiguiente, no debemos aceptar como modelos las acciones de hombres pecadores como se registran en la Biblia.

Las Escrituras representan el despliegue de la revelación de Dios al hombre. Por ejemplo, el sermón del monte de Jesús, amplia y trata más extensamente ciertos conceptos del Antiguo Testamento. Cristo mismo es la revelación final del carácter de Dios a la humanidad. (Heb. 1:1-3).

Aunque en la Biblia desde Génesis hasta Apocalipsis hay una unidad como un arco, y mientras toda la Escritura es igualmente inspirada, Dios eligió revelarse a sí mismo a seres humanos y por medio de seres humanos, y encontrarlos donde estaban en términos de sus capacidades espirituales e intelectuales. Dios no cambia, pero despliega progresivamente su revelación a los hombres en la forma en que son capaces de comprenderla (Juan 16:12; Comentario bíblico adventista, t. 7, pp. 956, 957; t. 7A, pp. 386, 387; Mensajes selectos, t. 1, pp. 23, 24). Cada experiencia o declaración de la Escritura es un registro divinamente inspirado, pero no cada declaración o experiencia es necesariamente normativa para la conducta cristiana hoy en día. Tanto el espíritu como la letra de las Escrituras, deben entenderse (1 Cor. 1:6-13; El Deseado de todas las gentes, p. 123; Joyas de los testimonios, t. 1, pp. 437-440).

  1. Como objetivo final, haga la aplicación del texto. Haga preguntas tales como: “¿Cuál es el mensaje y el propósito que Dios intenta trasmitir a través de la Escritura?” “¿Qué significado tiene este texto para mí?” “¿Cómo se aplica a mi situación y circunstancias hoy en día?” Al hacerlo así, reconozca que aunque muchos pasajes bíblicos tienen un significado local, no obstante contienen principios eternos aplicables a cada edad y cultura.
  1. Conclusión

En la introducción al libro El conflicto de los siglos, Elena de White escribió:

“Pero la Biblia, con sus verdades de origen divino expresadas en el idioma de los hombres, es una unión de lo divino con lo humano. Esta unión existía en la naturaleza de Cristo, quien era Hijo de Dios e Hijo del hombre. Se puede pues decir de la Biblia, lo que fue dicho de Cristo: ‘Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros’ (Juan 1:14)” (p. 8).

Así como es imposible para los que no aceptan la divinidad de Cristo entender el propósito de su encarnación, así también es imposible para los que ven la Biblia sencillamente como un libro humano, entender su mensaje, por cuidadosos y rigurosos que sean en sus métodos.

Aun los eruditos cristianos que aceptan la naturaleza divino-humana de la Escritura, pero cuyos planteamientos metodológicos los mueven a detenerse mayormente en sus aspectos humanos, corren el riesgo de vaciar al mensaje bíblico de su poder, al relegarlo a un segundo plano, mientras se concentran en el medio. Se olvidan que el medio y el mensaje son inseparables y que el medio sin el mensaje es una cáscara vacía que no puede dirigirse a las necesidades espirituales vitales de la humanidad.

Un cristiano comprometido usará sólo aquellos métodos que puedan hacer plena justicia a la naturaleza dual e inseparable de la Escritura, aumenten su habilidad para entender y aplicar su mensaje, y fortalezcan su fe.

October 12, 1986
Junta Directiva de la Asociación General
Concilio Anual


Domingo 3 de mayo | Lección 6________________________________________________

PRESUPOSICIONES

Lee Lucas 24:36 al 45. ¿Qué impidió que los discípulos, que estaban muy familiarizados con las Escrituras, vieran el verdadero significado de la Palabra de Dios, incluso cuando los acontecimientos predichos en ella se habían desarrollado ante ellos?

Lucas 24:36-45

36 Mientras ellos aún hablaban de estas cosas, Jesús se puso en medio de ellos, y les dijo: Paz a vosotros. 37 Entonces, espantados y atemorizados, pensaban que veían espíritu. 38 Pero él les dijo: ¿Por qué estáis turbados, y vienen a vuestro corazón estos pensamientos? 39 Mirad mis manos y mis pies, que yo mismo soy; palpad, y ved; porque un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. 40 Y diciendo esto, les mostró las manos y los pies. 41 Y como todavía ellos, de gozo, no lo creían, y estaban maravillados, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de comer? 42 Entonces le dieron parte de un pez asado, y un panal de miel. 43 Y él lo tomó, y comió delante de ellos. 44 Y les dijo: Estas son las palabras que os hablé, estando aún con vosotros: que era necesario que se cumpliese todo lo que está escrito de mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos. 45 Entonces les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras;

Nadie aborda el texto de las Escrituras con la mente en blanco. Todo lector, todo estudioso de las Escrituras, se acerca a la Biblia con una historia particular y una experiencia personal que inevitablemente afectan el proceso de interpretación. Incluso los discípulos tenían sus propias ideas concretas de quién era el Mesías y qué se suponía que debía hacer, según las expectativas de su época. Sus fuertes convicciones les impidieron una comprensión más clara del texto bíblico, lo que ayuda a explicar por qué muchas veces malinterpretaron a Jesús y los acontecimientos en torno a su vida, muerte y resurrección.

Todos tenemos una cantidad de creencias acerca de este mundo, sobre la realidad última, sobre Dios, que presuponemos o aceptamos, incluso sin querer o inconscientemente, cuando interpretamos la Biblia. Nadie se acerca al texto bíblico con una mente vacía. Si, por ejemplo, la cosmovisión de alguien descarta categóricamente cualquier intervención sobrenatural de Dios, esa persona no leerá ni entenderá las Escrituras como un relato verdadero y confiable de lo que Dios ha hecho en la historia, sino que lo interpretará de manera muy diferente de alguien que acepta la realidad de lo sobrenatural.

Los intérpretes de la Biblia no pueden desprenderse completamente de su propio pasado, de sus experiencias, de sus ideas permanentes ni de sus nociones y opiniones preconcebidas. No es posible alcanzar la neutralidad total, o la objetividad absoluta. El estudio de la Biblia y la reflexión teológica siempre suceden en el contexto de las presuposiciones sobre la naturaleza del mundo y la naturaleza de Dios.

Pero, lo bueno es que el Espíritu Santo puede abrirse paso y corregir nuestras limitadas perspectivas y presuposiciones al leer las palabras de las Escrituras con una mente abierta y un corazón honesto. La Biblia asevera repetidamente que hubo gente de procedencias muy diferentes que pudo entender la Palabra de Dios y que el Espíritu Santo nos guía “a toda la verdad” (Juan 16:13).

¿Cuáles son algunas de tus presuposiciones? ¿De qué manera puedes someterlas a todas ellas a la Palabra de Dios para que la Palabra pueda reformular tus ideas y así estar más en armonía con la realidad que enseña la Biblia?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cuando Cristo se encontró por primera vez con los discípulos en el aposento alto, Tomás no estaba con ellos. Oyó el informe de los demás y recibió abundantes pruebas de que Jesús había resucitado; pero la lobreguez y la incredulidad llenaban su alma. El oír a los discípulos hablar de las maravillosas manifestaciones del Salvador resucitado no hizo sino sumirlo en más profunda desesperación… Estaba resuelto a no creer, y por una semana entera reflexionó en su condición, que le parecía tanto más obscura en contraste con la esperanza y la fe de sus hermanos…

Volviéndose hacia Tomás dijo: «Mete tu dedo aquí, y ve mis manos: y alarga acá tu mano, y métela en mi costado: y no seas incrédulo, sino fiel». Estas palabras demostraban que él conocía los pensamientos y las palabras de Tomás. El discípulo acosado por la duda sabía que ninguno de sus compañeros había visto a Jesús desde hacía una semana. No podían haber hablado de su incredulidad al Maestro. Reconoció como su Señor al que tenía delante de sí. No deseaba otra prueba. Su corazón palpitó de gozo, y se echó a los pies de Jesús clamando: «¡Señor mío, y Dios mío!»

Jesús aceptó este reconocimiento, pero reprendió suavemente su incredulidad: «Porque me has visto, Tomás, creíste: bienaventurados los que no vieron y creyeron». La fe de Tomás habría sido más grata a Cristo si hubiese estado dispuesto a creer por el testimonio de sus hermanos (El Deseado de todas las gentes, pp. 747, 748).

Solo se puede obtener un verdadero conocimiento de la Biblia mediante la ayuda del Espíritu que dio la Palabra. Y a fin de obtener ese conocimiento debemos vivir de acuerdo con él. Debemos obedecer todo lo que la Palabra de Dios manda. Podemos reclamar todas sus promesas. Mediante su poder, debemos vivir la vida que ella recomienda. Solo si se la considera de este modo, se la puede estudiar eficazmente (La educación, p. 189).

En el estudio de la Palabra, dejen en la puerta de la investigación sus opiniones preconcebidas y sus ideas heredadas del ambiente y cultivadas individualmente. Nunca descubrirán la verdad si estudian las Escrituras para vindicar sus propias ideas. Dejen estas ideas a la puerta y acérquense con el corazón compungido para oír lo que el Señor tiene que decirles. Al sentarse el humilde indagador de la verdad a los pies de Jesús para aprender de él, la Palabra le da entendimiento. Cristo dice a los que son demasiado sabios en su propio concepto para estudiar la Biblia: «Si quieren hacerse sabios para la salvación, deben hacerse mansos y humildes de corazón».

No lean la Palabra a la luz de opiniones anteriores; investíguenla, en cambio, cuidadosamente y con oración, con una mente libre de prejuicios. Si al leerla se produce la convicción, y ven que las opiniones que han acariciado no están en armonía con la Palabra, no traten de hacer concordar la Palabra con esas opiniones. Hagan concordar sus opiniones con la Palabra. No permitan que lo que han creído o practicado en lo pasado gobierne el entendimiento. Abran los ojos de su mente para contemplar maravillas en la ley. Descubran lo que está escrito, y después afirmen sus pies en la Roca eterna (Mensajes para los jóvenes, pp. 183, 184).

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Lección 6 | Lunes 4 de mayo___________________________________________________

TRADUCCIÓN E INTERPRETACIÓN

La Biblia se escribió en idiomas muy antiguos: el Antiguo Testamento se escribió principalmente en hebreo, con algunos pasajes en arameo, mientras el Nuevo Testamento se redactó en griego koiné. La mayoría de la población mundial actual no habla ni lee esos idiomas antiguos. Por lo tanto, la Biblia tiene que ser traducida a diferentes idiomas modernos.

Pero, como todo buen traductor sabe, toda traducción siempre implica algún tipo de interpretación. Algunas palabras en un idioma no tienen un equivalente exacto en otro. El arte y la habilidad de traducir cuidadosamente y luego interpretar textos bíblicos se llama “hermenéutica teológica, o bíblica”.

Lee 1 Corintios 12:10; 14:26; Juan 1:41; 9:7; Hechos 9:36; y Lucas 24:27. En todos los pasajes anteriores, vemos la idea de interpretación y traducción. En Lucas 24:27, incluso Jesús tuvo que explicarles el significado de las Escrituras a los discípulos. ¿Qué nos dice esto acerca de la importancia de la interpretación?

1 Corintios 12:10

10 A otro, el hacer milagros; a otro, profecía; a otro, discernimiento de espíritus; a otro, diversos géneros de lenguas; y a otro, interpretación de lenguas.

1 Corintios 14:26

26 ¿Qué hay, pues, hermanos? Cuando os reunís, cada uno de vosotros tiene salmo, tiene doctrina, tiene lengua, tiene revelación, tiene interpretación. Hágase todo para edificación.

Juan 1:41

41 Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo).

Juan 9:7

y le dijo: Ve a lavarte en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado). Fue entonces, y se lavó, y regresó viendo.

Hechos 9:36

36 Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Esta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía.

Lucas 24:27

27 Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían.

La palabra griega hermeneuo, de la que proviene la palabra hermenéutica (interpretación bíblica), se deriva del dios griego Hermes. Hermes era considerado un emisario y mensajero de los dioses, y por ende era responsable de, entre otras cosas, traducir mensajes divinos para el pueblo.

La cuestión fundamental para nosotros en lo que respecta a la hermenéutica es que, a menos que leamos los idiomas originales, nuestro único acceso a los textos es a través de traducciones. Afortunadamente, muchas traducciones hacen un buen trabajo a la hora de transmitir el significado esencial. No necesitamos saber el idioma original para poder entender las verdades fundamentales reveladas en las Escrituras, aunque tener ese conocimiento lingüístico podría ser provechoso. Sin embargo, incluso con una buena traducción, una interpretación correcta de los textos también es importante, como vimos en Lucas 24:27. Ese es el propósito clave de la hermenéutica: transmitir con precisión el significado de los textos bíblicos y ayudarnos a saber cómo aplicar correctamente la enseñanza del texto a nuestra vida actual. Como lo muestra el versículo de Lucas mencionado arriba, Jesús hizo esto por sus seguidores. ¡Imagina lo que debió haber sido tener a Jesús mismo interpretando pasajes de la Biblia para ti!

Muchos tienen acceso a varias traducciones; pero muchos otros, no. Cualquiera que sea la traducción que tengas, ¿por qué es importante estudiar la Palabra con oración y buscar obedecer sus enseñanzas?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

La Biblia es su propio intérprete. Debe compararse texto con texto. El estudiante debería aprender a considerar la Biblia como un todo y a ver la relación que existe entre sus partes. Debería adquirir el conocimiento de su gran tema central, del propósito original de Dios hacia el mundo, del comienzo de la gran controversia y de la obra de la redención. Debería comprender la naturaleza de los principios que luchan por la supremacía, y aprender a rastrear su obra a través de las crónicas de la historia y la profecía, hasta la gran culminación. Debería verificar cómo interviene este conflicto en todos los aspectos de la vida humana; cómo en su mismo caso cada acto de su vida revela uno u otro de esos dos motivos antagónicos; y cómo, consciente o inconscientemente, ahora mismo está decidiendo en qué lado de la contienda se va a encontrar (La educación, p. 190).

Mientras dos discípulos estaban cerca, Juan volvió a ver a Jesús entre el pueblo. Otra vez se iluminó el rostro del profeta con la gloria del Invisible, mientras exclamaba: «He aquí el Cordero de Dios». Las palabras conmovieron el corazón de los discípulos. Ellos no las comprendían plenamente. ¿Qué significaba el nombre que Juan le había dado: «Cordero de Dios»? Juan mismo no lo había explicado…

Si Juan y Andrés hubiesen estado dominados por el espíritu incrédulo de los sacerdotes y gobernantes, no se habrían presentado como discípulos a los pies de Jesús. Habrían venido a él como críticos, para juzgar sus palabras. Muchos cierran así la puerta a las oportunidades más preciosas. No sucedió así con estos primeros discípulos. Habían respondido al llamamiento del Espíritu Santo, manifestado en la predicación de Juan el Bautista. Ahora, reconocían la voz del Maestro celestial. Para ellos, las palabras de Jesús estaban llenas de refrigerio, verdad y belleza. Una iluminación divina se derramaba sobre las enseñanzas de las Escrituras del Antiguo Testamento. Los multilaterales temas de la verdad se destacaban con una nueva luz (El Deseado de todas las gentes, p. 113).

La revelación no es la creación ni la invención de algo nuevo, sino la manifestación de algo que, antes que fuera revelado, era desconocido para los seres humanos. Las grandes y eternas verdades contenidas en el evangelio, son reveladas mediante la investigación diligente y la humillación de nuestro ser delante de Dios. Tenemos un Maestro divino que guía la mente del humilde buscador de la verdad; y mediante la dirección del Espíritu Santo recibe la revelación de las verdades de la Palabra. Y ningún conocimiento de la verdad puede ser más acertado y eficiente que cuando se es conducido así a toda verdad. Mediante la impartición del Espíritu Santo comprenderemos la Palabra de Dios. Se nos amonesta a buscar la verdad como si estuviéramos buscando un tesoro escondido (Exaltad a Jesús, p. 175).

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Martes 5 de mayo | Lección 6__________________________________________________

LA BIBLIA Y LA CULTURA

Lee Hechos 17:16 al 32. En Hechos 17, Pablo trató de transmitir el mensaje del evangelio en un nuevo contexto: la filosofía de la cultura griega. ¿Cómo impactan los diferentes orígenes culturales en cómo evaluamos la importancia de varias ideas?

Hechos 17:16-32

16 Mientras Pablo los esperaba en Atenas, su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría. 17 Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. 18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección. 19 Y tomándole, le trajeron al Areópago, diciendo: ¿Podremos saber qué es esta nueva enseñanza de que hablas? 20 Pues traes a nuestros oídos cosas extrañas. Queremos, pues, saber qué quiere decir esto. 21 (Porque todos los atenienses y los extranjeros residentes allí, en ninguna otra cosa se interesaban sino en decir o en oír algo nuevo.) 22 Entonces Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: Varones atenienses, en todo observo que sois muy religiosos; 23 porque pasando y mirando vuestros santuarios, hallé también un altar en el cual estaba esta inscripción: AL DIOS NO CONOCIDO. Al que vosotros adoráis, pues, sin conocerle, es a quien yo os anuncio. 24 El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas, 25 ni es honrado por manos de hombres, como si necesitase de algo; pues él es quien da a todos vida y aliento y todas las cosas. 26 Y de una sangre ha hecho todo el linaje de los hombres, para que habiten sobre toda la faz de la tierra; y les ha prefijado el orden de los tiempos, y los límites de su habitación; 27 para que busquen a Dios, si en alguna manera, palpando, puedan hallarle, aunque ciertamente no está lejos de cada uno de nosotros. 28 Porque en él vivimos, y nos movemos, y somos; como algunos de vuestros propios poetas también han dicho: Porque linaje suyo somos. 29 Siendo, pues, linaje de Dios, no debemos pensar que la Divinidad sea semejante a oro, o plata, o piedra, escultura de arte y de imaginación de hombres. 30 Pero Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; 31 por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia, por aquel varón a quien designó, dando fe a todos con haberle levantado de los muertos. 32 Pero cuando oyeron lo de la resurrección de los muertos, unos se burlaban, y otros decían: Ya te oiremos acerca de esto otra vez.

Es útil tener un conocimiento previo de la cultura del Cercano Oriente para comprender algunos pasajes bíblicos. “Por ejemplo, la cultura hebrea atribuía la responsabilidad a una persona por actos que no cometió, pero que permitió que sucedieran. Por lo tanto, los escritores inspirados de las Escrituras, comúnmente le atribuyen a Dios el tener parte activa en lo que en nuestra forma de pensar occidental diríamos que él permite o no impide que suceda, como, por ejemplo, el endurecimiento del corazón de Faraón” (Biblical Research Institute, “Métodos de estudio de la Biblia”, parte 4).

La cultura también plantea algunas cuestiones hermenéuticas importantes. La Biblia ¿está condicionada culturalmente y, por lo tanto, solo es pertinente a esa cultura en lo que afirma? ¿O el mensaje divino dado en una cultura particular trasciende esa cultura y les habla a todos los seres humanos? ¿Qué sucede si nuestra experiencia cultural se convierte en la base y la prueba de fuego para nuestra interpretación de las Escrituras?

En Hechos 17:26, el apóstol Pablo da una perspectiva interesante sobre la realidad que a menudo pasamos por alto al leer este versículo. Afirma que Dios nos hizo a todos de una sola sangre. Si bien tenemos mucha diversidad cultural, bíblicamente hablando existe un vínculo común que une a todas las personas a pesar de sus diferencias culturales, y eso es porque Dios es el Creador de toda la humanidad. Nuestra pecaminosidad y nuestra necesidad de salvación no se limitan a una sola cultura. Todos necesitamos la salvación que nos ofrecen la muerte y la resurrección de Jesucristo.

Aunque Dios les habló a generaciones específicas, se aseguró de que las generaciones futuras que leyeran la Palabra de Dios comprendieran que esas verdades trascienden las circunstancias locales y limitadas durante las cuales se escribieron los textos bíblicos.

Paralelamente, piensa en el álgebra, que se inventó en el siglo IX a.C. en Bagdad. ¿Significa esto, entonces, que las verdades y los principios de esta rama de las matemáticas están limitados solo a ese tiempo y lugar? Por supuesto que no.

El mismo principio se aplica a las verdades de la Palabra de Dios. Aunque la Biblia se escribió hace mucho tiempo en culturas muy diferentes a las nuestras, las verdades que contiene son tan relevantes para nosotros hoy como para sus primeros receptores.

ESPÍRITU DE PROFECÍA

El apóstol Pablo tenia todos los privilegios de un ciudadano romano. No iba a la zaga en la educación hebrea, pues había aprendido a los pies de Gamaliel, pero todo eso no lo capacitaba para alcanzar la norma más elevada. A pesar de toda su educación científica y literaria estaba, hasta que Cristo se lo reveló, en una oscuridad tan completa como muchos de sus días. Pablo llegó a estar plenamente convencido de que conocer a Jesucristo mediante un conocimiento experimental era para su bien presente y eterno…

La costumbre de Pablo había sido adoptar un estilo oratorio en su predicación. Era un hombre capaz para hablar ante reyes, ante los grandes y eruditos hombres de Atenas, y su conocimiento intelectual con frecuencia le era de valor en la preparación del camino para el evangelio. Trató de hacer sesto en Atenas, haciendo frente a la elocuencia con elocuencia, a la filosofía con filosofía y a la lógica con lógica, pero no alcanzó el éxito que había esperado. Sus conceptos posteriores lo indujeron a entender que había algo que necesitaba por encima de la sabiduría humana. Dios le enseñó que debía recibir algo superior a la sabiduría del mundo. Debía recibir su poder de una fuente más elevada. Para convencer de sus culpas a los pecadores y convertirlos, el Espíritu de Dios debía participar de su obra y santificar cada progreso espiritual (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 6, p. 1084).

Muchos se figuran que para alcanzar a las clases altas, hay que adoptar un modo de vivir y un método de trabajo adecuado a los gustos desdeñosos de ellas. Consideran de suma importancia cierta apariencia de fortuna, los costosos edificios, trajes y atavíos, el ambiente imponente, la conformidad con las costumbres mundanas y la urbanidad artificiosa de las clases altas, así como su cultura clásica y lenguaje refinado. Esto es un error. El modo mundano de proceder para alcanzar las clases altas no es el modo de proceder de Dios. Lo que surtirá efecto en esta tarea es la presentación del evangelio de Cristo de un modo consecuente y abnegado (El ministerio de curación, p. 164).

Dios no reconoce ninguna distinción por causa de la nacionalidad, la raza o la casta. Es el Hacedor de toda la humanidad. Todos los hombres son una familia por la creación, y todos son uno por la redención. Cristo vino para demoler todo muro de separación, para abrir todo departamento del templo, para que cada alma pudiese tener libre acceso a Dios. Su amor es tan amplio, tan profundo, tan completo, que penetra por doquiera. Libra de la influencia de Satanás a las pobres almas que han sido seducidas por sus engaños. Las coloca al alcance del trono de Dios, el trono circuido por el arco de la promesa.

En Cristo no hay ni judío ni griego, ni esclavo ni libre. Todos son atraídos por su preciosa sangre. Gálatas 3:28; Efesios 2: 13).

Cualquiera que sea la diferencia de creencia religiosa, el llamamiento de la humanidad doliente debe ser oído y contestado. Donde existe amargura de sentimiento por causa de la diferencia de la religión, puede hacerse mucho bien mediante el servicio personal. El ministerio amante quebrantará el prejuicio, y ganará las almas para Dios (Palabras de vida del gran Maestro, p. 318).

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Lección 6 | Miércoles 6 de mayo_______________________________________________

NUESTRA NATURALEZA PECAMINOSA Y CAÍDA

Lee Juan 9:39 al 41; y 12:42 y 43. ¿Qué impidió que las personas, en estos pasajes, aceptaran la verdad del mensaje bíblico? ¿Qué palabras de advertencia y precaución podemos extraer de estos incidentes para nuestro provecho?

Juan 9:39-41

39 Dijo Jesús: Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados. 40 Entonces algunos de los fariseos que estaban con él, al oír esto, le dijeron: ¿Acaso nosotros somos también ciegos? 41 Jesús les respondió: Si fuerais ciegos, no tendríais pecado; mas ahora, porque decís: Vemos, vuestro pecado permanece.

Juan 12:42-43

42 Con todo eso, aun de los gobernantes, muchos creyeron en él; pero a causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. 43 Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios.

Es fácil considerar con desprecio a los líderes religiosos que rechazaron a Jesús a pesar de una evidencia tan poderosa. Sin embargo, debemos tener cuidado de no fomentar una actitud similar en relación con su Palabra.

No cabe duda de que el pecado alteró, rompió y fracturó radicalmente nuestra relación con Dios. El pecado afecta toda nuestra existencia humana. También afecta nuestra capacidad para interpretar las Escrituras. No es simplemente que nuestros procesos de pensamiento humano se emplean fácilmente para fines pecaminosos, sino que nuestra mente y nuestros pensamientos se han corrompido por el pecado y, por lo tanto, se han cerrado a la verdad de Dios. Las siguientes características de esta corrupción se pueden detectar en nuestro pensamiento: orgullo, autoengaño, duda, distancia y desobediencia.

Una persona orgullosa se exalta a sí misma por sobre Dios y su Palabra. Esto se debe a que el orgullo lleva al intérprete a poner demasiado énfasis en la razón humana como el árbitro final de la verdad, incluso de las verdades que se encuentran en la Biblia. Esta actitud disminuye la autoridad divina de la Escritura.

Algunos tienden a escuchar solo aquellas ideas que les son atractivas, aunque estas contradigan la voluntad revelada de Dios. Dios nos ha advertido sobre el peligro del autoengaño (Apoc. 3:17). El pecado también fomenta la duda, que nos hace vacilar e inclinarnos a descreer de la Palabra de Dios. Cuando comenzamos a dudar, la interpretación del texto bíblico nunca conducirá a la certeza. Al contrario, quien duda se eleva rápidamente a una posición en la que juzga lo que es y lo que no es aceptable en la Biblia, y está pisando un terreno muy peligroso.

Deberíamos acercarnos a la Biblia con fe y sumisión, no con una actitud de crítica y duda. El orgullo, el autoengaño y la duda llevan a una actitud de distanciamiento hacia Dios y la Biblia, que seguramente llevará a la desobediencia, es decir, la falta de voluntad para seguir la voluntad revelada de Dios.

¿Alguna vez descubriste que estabas luchando contra la convicción de lo que leíste en la Biblia? Es decir, que esta claramente te indicó que hicieras una cosa, pero querías hacer otra. ¿Qué pasó y qué aprendiste de tu experiencia?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Cristo dio al pueblo judío abundantes evidencias de que era el Mesías; pero su enseñanza exigía un cambio decidido en sus vidas. Ellos vieron que si recibían a Cristo debían abandonar sus máximas y tradiciones favoritas y sus prácticas egoístas e impías. Exigía un sacrificio el recibir la verdad invariable y eterna. Por lo tanto, no admitieron la más concluyente evidencia que Dios pudo dar a fin de establecer la fe en Cristo. Profesaban creer en las Escrituras del Viejo Testamento, y sin embargo rehusaron aceptar el testimonio que contenían con respecto a la vida y el carácter de Cristo. Temían ser convencidos, no fuera que se convirtieran y se vieran impelidos a abandonar sus opiniones preconcebidas. El tesoro del evangelio, el Camino, la Verdad y la Vida estaba entre ellos, pero rechazaron la dádiva más grande que los cielos pudieran conceder.

«Aun de los príncipes, muchos creyeron en él-leemos-, mas por causa de los fariseos no le confesaban, por no ser echados de la sinagoga». Juan 12:42. Estaban convencidos. Creían que Jesús era el Hijo de Dios; pero el confesarlo no estaba de acuerdo con sus ambiciosos deseos. No tenían la fe que podría haberles conseguido el tesoro celestial. Estaban buscando tesoro mundanal (Palabras de vida del gran Maestro, p. 77).

El Señor ha presentado ante mí que aquellos que, en alguna medida, han estado cegados por el enemigo y no se han restaurado plenamente de la trampa de Satanás, estarán en peligro porque no pueden discernir la luz del cielo, y estarán inclinados a aceptar una falsedad. Esto afectará todo el contenido de sus pensamientos, sus decisiones, sus asuntos, sus consejos. Las evidencias que Dios ha dado no los convencen porque han cegado sus propios ojos al escoger las tinieblas antes que la luz. Después dan origen a algo que llaman luz, la que el Señor llama teas, que ellos mismos encendieron y por las cuales dirigen sus pasos. Declara el Señor: «¿Quién hay entre vosotros que teme a Jehová, y oye la voz de su siervo? El que anda en tinieblas y carece de luz, confíe en el nombre de Jehová, y apóyese en su Dios. He aquí que todos vosotros encendéis fuego, y os rodeáis de teas; andad a la luz de vuestro fuego, y de las teas que encendisteis. De mi mano os vendrá esto; en dolor seréis sepultados». Dijo Jesús: «Para juicio he venido yo a este mundo; para que los que no ven, vean, y los que ven, sean cegados». «Yo, la luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas» (Comentarios de Elena G. de White en Comentario bíblico adventista del séptimo día, t. 4, pp. 1168, 1196).

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Jueves 7 de mayo | Lección 6___________________________________________________

POR QUÉ ES IMPORTANTE LA INTERPRETACIÓN

Lee Nehemías 8:1 al 3 y 8. ¿Por qué es tan importante que entendamos claramente las Escrituras, no solo en el ámbito personal sino también como iglesia?

Nehemías 8:1-3 y 8

1 y se juntó todo el pueblo como un solo hombre en la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, y dijeron a Esdras el escriba que trajese el libro de la ley de Moisés, la cual Jehová había dado a Israel. Y el sacerdote Esdras trajo la ley delante de la congregación, así de hombres como de mujeres y de todos los que podían entender, el primer día del mes séptimo. Y leyó en el libro delante de la plaza que está delante de la puerta de las Aguas, desde el alba hasta el mediodía, en presencia de hombres y mujeres y de todos los que podían entender; y los oídos de todo el pueblo estaban atentos al libro de la ley.

Y leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura.

El tema más importante en la Biblia es la salvación y cómo ser salvos. Después de todo, ¿no es esto lo que más importa a largo plazo? ¿De qué sirve, como nos dijo Jesús mismo, si obtenemos todo lo que el mundo ofrece y perdemos nuestra propia alma (Mat. 16:26)?

Pero, saber lo que la Biblia enseña acerca de la salvación depende mucho de la interpretación. Si interpretamos erróneamente la Biblia, es probable que lleguemos a conclusiones falsas, no solo en el entendimiento de la salvación, sino en todo lo que la Biblia enseña. De hecho, incluso en la época de los apóstoles, ya se habían infiltrado errores teológicos en la iglesia, sin duda respaldados por falsas interpretaciones de las Escrituras.

Lee 2 Pedro 3:15 y 16. ¿Qué nos dice esto acerca de cuán importante es la lectura correcta de las Escrituras?

2 Pedro 3:15-16

15 Y tened entendido que la paciencia de nuestro Señor es para salvación; como también nuestro amado hermano Pablo, según la sabiduría que le ha sido dada, os ha escrito, 16 casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición.

Por cierto, si somos “el pueblo del Libro”, que quiere vivir de acuerdo con la Biblia y la Biblia sola (y no tenemos otras fuentes autoritativas como la tradición, los credos ni la autoridad del Magisterio de la Iglesia que interpreten la Biblia por nosotros), entonces, el tema de una correcta hermenéutica bíblica es sumamente importante porque solo tenemos la Biblia para que nos diga qué creer y cómo vivir.

El tema de la interpretación bíblica es vital para la salud teológica y misiológica de la iglesia. Sin una interpretación bíblica correcta, no puede haber unidad de doctrina ni de enseñanza y, por lo tanto, no habrá unidad de la iglesia ni de nuestra misión. Una teología mala y distorsionada conduce inevitablemente a una misión deficiente y distorsionada. Después de todo, si tenemos un mensaje para dar al mundo, pero estamos confundidos sobre el significado del mensaje, ¿con qué eficiencia podremos presentar ese mensaje a quienes necesitan escucharlo?

Lee el mensaje de los tres ángeles de Apocalipsis 14:6 al 12. ¿Cuáles son los problemas teológicos que presenta y por qué es tan importante para nuestra misión entenderlos correctamente?

ESPÍRITU DE PROFECÍA

Los casamientos mixtos del pueblo con otras naciones habían contribuido a la corrupción del idioma hebreo, y los que hablaban necesitaban poner mucho cuidado para explicar la ley en el lenguaje del pueblo, a fin de que todos la comprendiesen. Algunos de los sacerdotes y levitas cooperaban con Esdras para explicar los principios de la ley. «Leían en el libro de la ley de Dios claramente, y ponían el sentido, de modo que entendiesen la lectura»…

Día tras día, al escuchar las palabras de la ley, el pueblo se había convencido de sus transgresiones y de los pecados que había cometido la nación en generaciones anteriores. Vieron que, por el hecho de que se habían apartado de Dios, él les había retirado su cuidado protector y los hijos de Abraham habían sido dispersados en tierras extrañas; y resolvieron procurar su misericordia y comprometerse a andar en sus mandamientos. Antes de tomar parte en este servicio solemne, celebrado el segundo día después de terminada la fiesta de las cabañas, se separaron de los paganos que había entre ellos.

Cuando el pueblo se postró delante de Jehová, confesando sus pecados y pidiendo perdón, sus dirigentes le alentaron a creer que Dios, según su promesa, oía sus oraciones. No solo debían lamentarse y llorar, arrepentidos, sino también creer que Dios los perdonaba. Debían demostrar su fe recordando sus misericordias y alabándole por su bondad. Dijeron esos instructores: «Levantáos, bendecid a Jehová vuestro Dios desde el siglo hasta el siglo» (Profetas y reyes, pp. 489-491).

Individualmente, necesitamos prestar atención a un «así dice Jehová», como nunca lo hemos hecho antes. Hay hombres que son desleales a Dios, que profanan su santo día de reposo, que quieren hallar dificultades en las declaraciones más sencillas de la Palabra, que pervierten el verdadero significado de las Escrituras y que, al mismo tiempo, hacen esfuerzos desesperados para armonizar su desobediencia con las Escrituras. Pero la Palabra condena tales prácticas, así como condenó a los escribas y fariseos en los días de Cristo. Necesitamos saber qué es verdad. ¿Lo haremos como lo hicieron los fariseos? ¿Nos apartaremos del más grande Maestro que el mundo jamás haya conocido, para volvemos a las tradiciones, máximas y dichos de los hombres? (Mensajes selectos, t. 1, p. 251).

¿Son vagas e inconsecuentes las Escrituras? ¿Hay base para las opiniones divergentes y las diversas interpretaciones y doctrinas que hallan eco en el mundo religioso? Si así fuera, podríamos albergar dudas acerca de su origen divino, porque no es la inspiración de Dios la que conduce a la gente a albergar diversas opiniones. Los que intentan interpretar la Biblia, corrompen la Palabra de Dios y tuercen el verdadero significado de la Escritura al tratar de que armonice la verdad de Dios con las invenciones y doctrinas de los hombres. Las Escrituras resultan pervertidas y son mal aplicadas, y las gemas de verdad aparecen en el marco del error. Estos maestros están ciegos y no pueden distinguir claramente cuál es el verdadero significado de las Escrituras (Cada día con Dios, p. 162).

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Lección 6 | Viernes 8 de mayo_________________________________________________

PARA ESTUDIAR Y MEDITAR:

Lee Elena de White, El camino a Cristo, “¿Qué debe hacerse con la duda?”, pp. 105-113; y del documento “Métodos de estudio de la Biblia”, la primera parte: “Estudio de la Biblia: presuposiciones, principios y métodos”, la segunda parte: “Presuposiciones que surgen de las afirmaciones de la Biblia”, y la tercera parte: “Principios para acercarse a la interpretación de la Escritura” (“Métodos de estudio de la Biblia” se encuentra en https://cort.as/-MdHR).

“En el estudio de la Palabra, dejen en la puerta de la investigación sus opiniones preconcebidas y sus ideas heredadas del ambiente y cultivadas individualmente. Nunca descubrirán la verdad si estudian las Escrituras para vindicar sus propias ideas. Dejen estas ideas a la puerta y acérquense con el corazón compungido para oír lo que el Señor tiene que decirles. Al sentarse el humilde indagador de la verdad a los pies de Jesús para aprender de él, la Palabra le da entendimiento. Cristo dice a los que son demasiado sabios en su propio concepto para estudiar la Biblia: ‘Si quieren hacerse sabios para la salvación, deben hacerse mansos y humildes de corazón’.

“No lean la Palabra a la luz de opiniones anteriores; investíguenla, en cambio, cuidadosamente y con oración, con una mente libre de prejuicios. Si al leerla se produce la convicción, y ven que las opiniones que han acariciado no están en armonía con la Palabra, no traten de hacer concordar la Palabra con esas opiniones. Hagan concordar sus opiniones con la Palabra. No permitan que lo que han creído o practicado en lo pasado gobierne el entendimiento. Abran los ojos de su mente para contemplar maravillas en la Ley. Descubran lo que está escrito, y después afirmen sus pies en la Roca eterna” (MJ 183, 184).

PREGUNTAS PARA DIALOGAR:

  1. ¿Cómo influyen nuestra cosmovisión, nuestra educación y nuestra cultura en la interpretación que realizamos de las Escrituras? ¿Por qué es tan importante que seamos conscientes de las influencias externas que inevitablemente añadimos a nuestra interpretación de la Biblia?
  2. Todos concordamos en que somos pecadores y que el pecado nos afecta negativamente. ¿De qué manera afecta el pecado nuestra forma de leer la Biblia? Es decir, ¿qué nos hace el pecado que podría causar que malinterpretemos la Palabra de Dios? Por ejemplo, el deseo de hacer algo que la Biblia condena, ¿cómo puede hacer que leamos la Biblia de una manera distorsionada? ¿De qué otras maneras filtra el pecado nuestra forma de interpretar la Biblia?
  3. El hecho de tener mayor conocimiento de los tiempos bíblicos y su cultura ¿cómo nos ayuda a entender mejor algunos pasajes de las Escrituras? Da algunos ejemplos.

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4 pensamientos en “Lección 6 – ¿POR QUÉ SE NECESITA INTERPRETACIÓN? – Para el 9 de mayo de 2020

  1. Querido y Bendecido Hermano Tony Garcia:
    Estoy tan agradecida a Dios y a usted por este material tan importante. Y de tanta ayuda. Estoy agradecida por sus comentarios , que extrañábamos tanto. Estoy suscrita a su canal .
    Y exhortó a todo el que ve y utiliza este material, que se suscriba a you tube para verlo, y escucharlo. Gracias infinitas por una lección de Escuela Sabática tan completa.
    Que Dios le ayude y le bendiga en gran manera , por su Ministerio, y de la forma que ayuda a tantas personas. 🙏🏻 Gracias, 🙏🏻 Gracias. Le exhortó que siga adelante.
    Milly Guzmán , desde Puerto Rico 🇵🇷

  2. Vendiciones es de gran ayuda este estudio Dios continué vendiciendolo y dándole sabiduría del cielo

  3. Hermano Tony, donde este; gracias por compartir con ese análisis profundo y siempre bajo la dirección del Espíritu Santo; las lecciones de la escuela sabática, que son una luz en estos tiempos de cuarentena y del fin; que nos ha tocado vivir a muchos en el mundo. Que Dios bendiga su ministerio. Desde Cusco Perú, en Sud América

  4. Apreciado hermano Tony, cómo puedo tomar contacto con usted?

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